viernes, diciembre 09, 2011

205. “Por Amor De Su Nombre‏”


Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu nombre me guiarás y me encaminarás. Salmos 31:3.

Este es un salmo de aparentes contradicciones. El salmista afirma que el Señor es su roca y su “fortaleza”, pero en el versículo 10 se lamenta: “Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar”. ¿Qué tipo de roca o fortaleza es esa, que no puede sacarlo de la tristeza y de los gemidos?

Este salmo es una fotografía de la realidad humana. Es la lucha entre la fe y los sentimientos. De un lado, la confianza y la certidumbre. Del otro, la duda y la ansiedad. “Yo sé que Dios me va a proteger, pero ¿y si no me protege?” Este es el frecuente drama del cristiano.

El versículo de hoy nos da la seguridad de que Dios actuará. El salmista enfatiza: “por tu nombre me guiarás y me encaminarás”. Aquí aparece la teología del conflicto cósmico y la razón del sufrimiento humano.

¿Por qué el enemigo trae dolor, lágrimas y tragedias a los hijos de Dios? Porque quiere que la criatura piense que el sufrimiento es causado por Dios y así se rebele contra el Creador. Fue por eso que Satanás le dijo a Dios con relación a Job: “Extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu propia presencia”. Después, el relato afirma:
“Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza”. (Job 2:5,7). 

¿Quién es el que trae sufrimiento al ser humano?


Satanás. Pero él quiere que tú pienses que es Dios el que te hace sufrir.

Ante esta realidad, David dice: “por tu nombre me guiarás y me encaminarás”.

Cuando tú sufres, está en juego el nombre de Dios. Su carácter y su soberanía. El enemigo hace que tú cierres los oídos a los consejos divinos y que termines lastimándote. Inmediatamente después, coloca en tu mente la idea de que Dios es injusto, que no se acuerda de ti o que te abandonó. En esa hora es cuando Dios será tu roca y tu fortaleza. Te extenderá la mano, por dos razones. Porque te ama y quiere verte feliz, y también porque su nombre está en juego. Cada vez que tú sufres, los ángeles del universo están ansiosos para ver cómo reaccionas. Con tu manera de reaccionar estarás enalteciendo la misericordia divina o denigrando el carácter del Creador.

Por eso, hoy, descansa en las promesas de Jesús. “Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu nombre me guiarás y me encaminarás”.



Alejandro Bullón

204. “Mi Paz Os Doy‏”


La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Juan 14:27.

Anochece. Siempre anochece. El sol puede brillar en todo su esplendor, pero eso no significa que el día será eterno. En este mundo, la noche llega más tarde o más temprano. Las sombras vienen y, con ellas, muchas veces, vienen también las inseguridades y los miedos. Es la ley de la vida: hay día, pero también hay noche. 

Aquella noche, sin embargo, en la vida de Casiano, era la más terrible. Su hogar había sido destruido por una insensatez suya. El peso de la culpa lo abrumaba; golpeaba su cabeza como un martillo. Lo atormentaba, y lo crucificaba en el madero de sus errores. Cómo hubiese querido volver a ser niño, despreocupado con la vida, ajeno a los problemas de los adultos. Un niño cansado de correr por los campos verdes de su tierra, que dormía en paz cuando la noche llegaba. ¿Paz? ¡Hace mucho tiempo ignoraba lo que era paz! Pero, ¡cómo son las ironías de la vida! Acababa de regresar de una misión de paz, en un país extranjero. Él, buscando paz para los demás cuando, en lo recóndito de su ser, no sabía lo que era eso.

Hundido en su mundo de dolor y remordimiento, una noche se detuvo en un programa de televisión. Allí se hablaba del maravilloso amor de Jesucristo. No le prestó atención, al principio. Pero, a medida que el pensamiento del presentador avanzaba, despertó su interés. El hombre de traje oscuro y voz suave, hablaba de paz. No se refería a una paz pasajera, humana. No hablaba de un acuerdo de concordia entre seres humanos; hablaba de un sentimiento de quietud y bonanza que se apodera del corazón, a pesar de las circunstancias terribles que la vida presenta. Casiano anheló esa paz para él. Con asombro, veía describir la historia de su vida; sus encuentros y desencuentros; sus noches de amargura, sin poder dormir. Repentinamente los ojos del presentador se fijaron en los suyos.“¿Adónde irás”, le preguntó, “si no vienes a Jesús?” Casiano no lo pensó dos veces. Se aproximó a la televisión, y cayó arrodillado, entregando el corazón a Jesús. Ya pasaron más de veinte años desde aquel día. Hoy, Casiano sabe, por experiencia propia, lo que Jesús quiso decir al anunciar:“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”.



El hacer maldad es como una diversión al insensato, mas la sabiduría recrea al hombre de entendimiento. Prov. 10:23.

Cuatro jóvenes de la clase media alta volvían de una fiesta cuando vieron a un hombre durmiendo en el banco de una parada de ómnibus. Uno de ellos tuvo la idea y los otros concordaron. Compraron tres litros de alcohol, lo rociaron y le prendieron fuego. El hombre se transformó en una antorcha humana, mientras los jóvenes huían riéndose a carcajadas.

El cuadro que acabo de describir no es una historia para hacer una película de terror. Sucedió en la capital de un gran país. Los abogados de los jóvenes presos, alegaron que sus clientes no querían cometer un crimen, que “solo querían divertirse”.

Hace casi veintitrés siglos que Salomón describió a este tipo de personas. Lo único que le faltó fue escribir el nombre de estos cuatro jóvenes. Hay gente que solo quiere “divertirse”, pero va dejando un rastro de dolor, sangre y sufrimiento en personas inocentes. Esa gente comienza con cosas consideradas inocentes, como colocar una cucaracha en el bolso de una chica o tirar a un compañero vestido a la piscina. Actitudes “de chicos” que son festejadas. Más tarde, serán paredes pintarrajeadas y monumentos públicos depredados, después “picadas” de vehículos “tuneados* por las calles de la ciudad y, finalmente, asesinatos u otros delitos mayores. Todo en nombre de la diversión. A veces, los padres son los primeros defensores de las “picardías” de sus hijos.

¿Qué tipo de persona eres tú? ¿Qué clase de hijos estás criando? ¿Qué clase de educación les estás dando? ¿Justificas los errores de ellos? ¿Tratas de “explicar” sus deslices?


La paternidad es un don del cual un día el ser humano tendrá que rendir cuenta. Cuando el fundamento es Cristo, los valores espirituales son parte de la educación. No apenas los valores morales. Generalmente la persona es moral para los otros, pero es espiritual para Dios, que todo lo ve. Es posible tener valores morales y no espirituales. Pero es imposible ser espiritual y no tener valores morales. Reflexiona hoy en tus actitudes. Como ser humano, como padre, como educador, no comiences las actividades de este día sin recordar que “El hacer maldad es como una diversión al insensato, mas la sabiduría recrea al hombre de entendimiento”. 

* Nota del editor. Se refiere a automóviles modificados para competir en carreras urbanas clandestinas.

Alejandro Bullón