jueves, septiembre 30, 2021

REFLEXIÓN 857. RELACIONES RECIENTES CON LA IGLESIA DE CORINTO: El Ministerio De Reconciliación: Disciplina Y Exhortación (2 CORINTIOS 6).

2 Corintios 6. 

EL MINISTERIO DE RECONCILIACIÓN: Vers. (1-2) Pablo se recomienda como fiel ministro de Cristo, tanto por sus exhortaciones (3) como por su integridad (4-10) y por sufrir con paciencia toda clase de acciones y dificultades por causa del Evangelio.

EXHORTACIÓN A LA IGLESIA DE CORINTO PARA QUE SE SEPAREN DE LOS IMPÍOSVers. (11-12) Habla osadamente a los corintios de estas cosas; les abre su corazón, (13) y espera lo mismo de parte de ellos. (14-18) Los exhorta a huir de la compañía y contaminación de los idólatras, pues son templos del Dios vivo.

1 ASÍ, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios.

2 Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.

3 No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado;

4 antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; 5 en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos; 6 en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero, 7 en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra;

8 por honra y por deshonra, por mala fama y por buena fama; como engañadores, pero veraces; 9 como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; 10 como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo.

11 Nuestra boca se ha abierto a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha ensanchado. 12 No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois estrechos en vuestro propio corazón.

13 Pues, para corresponder del mismo modo (como a hijos hablo), ensanchaos también vosotros.

14 No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 

15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? 

¿O qué parte el creyente con el incrédulo? 

16 ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo.

17 Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, 18 Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis Hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. (2 Corintios 6).

1. Colaboradores. El principio de cooperación es vital para el progreso espiritual personal y para el éxito en el servicio cristiano. Dios no prescinde de la cooperación voluntaria del hombre (DTG 492). La capacidad de éste para el bien depende completamente de la medida de la cooperación humana con lo divino (cf. Juan 5:19,30; DTG 264).

Los ministros y misioneros cristianos no deben intentar trabajar con su propia fuerza o sabiduría, y Dios no los abandona a sus propios planes o a sus propios recursos. Esta cooperación entre Cristo y sus embajadores debe ser tan estrecha y continua que puedan ser "habilitados para hacer las obras de la Omnipotencia" (DTG 768). Cristo es mucho más que un observador que sólo contempla; es un compañero activo en todo lo que hacen sus colaboradores (Fil. 2:12-13; cf. Heb. 1:14).

Recibáis. Gr. déjomai, en este caso "recibir favorablemente", "aprobar", "aceptar". Es posible dar un asentimiento mental a la gracia de Dios y sin embargo no ser beneficiado por ella. Cristo ilustró esta verdad mediante la semilla que cayó en terreno pedregoso y entre espinos (ver com. Mat. 13:5-7).

Aunque los corintios habían respondido a las anteriores exhortaciones de Pablo y se habían reconciliado con Dios, no era suficiente. La obra de su salvación aún no se había completado individualmente. La vida cristiana apenas concretiza cuando los hombres se reconcilian con Dios y de ese modo inician una nueva relación con él.

No hay duda de que en el momento de la reconciliación el Señor les perdona todas sus faltas pasadas; se hallan justificados por la gracia de Dios. 

Pero el Evangelio de Cristo incluye mucho más que el perdón de los pecados pasados; abarca también una transformación del carácter cuya meta es una vida en la que no penetra el pecado (ver com. Rom. 6:5-16; 2 Cor. 1:22; 3:18).

La recepción inicial de la gracia de Dios, que trae la justificación, debe ser seguida por una continua recepción de la gracia, que produce santificación.

En vano. Es decir, sin que haya servido a un propósito útil (cf. Isa. 55:10-11). Lo importante es la forma en que el hombre recibe la gracia y continúa recibiéndola (ver com. Mat. 13:23; Hech. 2:41).

La gracia de Dios se recibe en vano...

1. Cuando es descuidada. La desatención persistente puede hacer sordo el corazón a la voz de Dios. Un libro guía para un viaje es de poco valor para quien se extravía porque no estudia las instrucciones del libro ni las sigue.

2. Cuando es pervertida y convertida en un manto para cubrir pecados (Rom. 6:1,15). El argumento de que la gracia de Dios abroga su ley no tiene base bíblica (ver com. Rom. 3:31), pero es presentado por muchos como una excusa para hacer lo que les place en vez de obedecer a Dios (ver Heb. 10:29).

3.Cuando es adulterada con ideas y métodos humanos. Los hombres reciben la gracia de Dios en vano cuando procuran ganar méritos delante de él por medio de un minucioso legalismo (Rom. 6:14-15; Gál. 2:21; 5:4; Efe. 2:8-9).

4. Cuando se conoce sólo intelectualmente, pero no penetra en la vida; cuando no purifica el corazón ni induce a una obediencia plena e incondicional de la Palabra de Dios. La comprensión sin la aplicación es como estudiar la composición química de los alimentos, pero dejando de comer o haciéndolo en forma descuidada (Mat. 7:20-24).

Si no se avanza más allá del primer paso de la justificación, se ha recibido la gracia de Dios "en vano". No ha servido para ningún propósito útil. A veces es necesario cebar una bomba para que saque agua, pero esta preparación no es un fin en sí misma. Dios imparte gracia en forma parecida para justificar al pecador arrepentido, pero sólo con el propósito de colocarlo en una condición en la que pueda recibir continuamente gracia que le ayude a vivir superando el pecado. La justificación por la fe es sólo el comienzo de la vida cristiana.

Gracia. Ver com. Rom. 3:24.

2. Tiempo aceptable. Es decir, un tiempo cuando los pecadores arrepentidos pueden ser recibidos (ver com. Isa. 49:8).

Te he oído. Este versículo es una especie de paréntesis dentro del comentario de la recepción de la gracia divina (vers. 1). Constituye una urgente exhortación para que los hombres busquen reconciliarse con Dios para que no reciban la gracia divina "en vano". Esta es una cita de Isa. 49: 8, LXX (ver comentario respectivo).

El profeta Isaías mira hacia adelante al "día de salvación", al tiempo del Mesías. Pablo reconoce ahora que esa profecía se ha cumplido en Cristo. El primer advenimiento de Cristo dio comienzo a una era favorable para la salvación (DTG 28), y mientras él interceda por los pecadores continuará el "día de salvación".

Día de salvación. Es decir, el período durante el cual se prolonga el tiempo de gracia (ver Juan 12:35). Finalmente terminará el día de misericordia, y cuando concluya no habrá una segunda oportunidad para los que menosprecian la gracia de Dios.

Los seres humanos con frecuencia posponen el ocuparse de su salvación porque piensan que el tiempo de gracia continuará indefinidamente; creen que los asuntos temporales necesitan de su primera consideración; que primero se debe buscar el placer; que mañana será más fácil arrepentirse y creer que hoy.

Olvidan que el único tiempo que el hombre tiene para la salvación y para la victoria sobre cualquier pecado, es el momento presente y que la victoria que se pospone se convierte en derrota. La dilación es tanto necia como peligrosa.

La vida puede terminar de repente; el deterioro de la mente o del cuerpo pueden hacer que la atención de las cosas espirituales resulte difícil o imposible; el corazón puede endurecerse fatalmente y perderse el deseo de la salvación; el Espíritu Santo puede dejar de interceder, y la dilación puede, en último caso, equivaler a un rechazo.

Socorrido. Es decir, ayudado.

3. Tropiezo. La aspiración de Pablo era desempeñar su ministerio (cf. vers. 1) de tal manera que nadie tuviera por causa de él una excusa para rechazar la gracia de Dios. Por lo tanto, era imperativo que su propia vida estuviera en completa armonía con el Evangelio que predicaba. En los vers. 3-10 Pablo enumera las evidencias de que su vida estaba en armonía con su mensaje. No había dado a los corintios razón alguna para que lo reprocharan como ministro.

Nuestro ministerio. Pablo se refiere aquí a su propio ministerio como embajador de Cristo. Había sufrido, trabajado, estudiado y utilizado la Palabra como para evitar cualquier ocasión de tropiezo (1 Cor. 8:13; 10:32-33; Fil. 2:15; 1 Tes. 2:10; 5:22; cf. Mat. 10:16); sin embargo, había una cantidad de personas en Corinto que se habían escandalizado.

Quizá sería imposible predicar y proceder de tal manera que nadie se escandalizara. Para no pocos aun la santidad y la verdad son motivo de escándalo. Algunos que escuchaban a Jesús se escandalizaban por causa de él (Juan 6:60-61, 66).

Otros se escandalizaban por cualquier advertencia contra el pecado o el error. Pero el embajador del Evangelio no escandalizará a los verdaderos cristianos, aunque les muestre que en ellos hay manifestaciones de orgullo, irreverencia, indiferencia, prácticas o hábitos dudosos, descortesía o vulgaridad.

El ministro del Evangelio estará "en paz con todos" hasta donde le sea posible (Rom. 12:18); sin embargo tanto Jesús como Pablo despertaban enemistad dondequiera que iban. Jesús no vino "para traer paz, sino espada" (Mat. 10:34), y advirtió que "los enemigos del hombre serán los de su casa" (Vers. 36).

Ningún cristiano jamás ha encontrado más enemigos que Cristo, y sus discípulos fueron acusados de que habían trastornado "el mundo entero" (Hech. 17:6). Los siervos de Dios han comprobado en todas las épocas que los conflictos son inevitables.

La virtud cristiana y la norma de rectitud divina con frecuencia son un tropiezo para los placeres pecaminosos de los seres humanos, y los impíos se inclinan a acusar de perturbadores a los que los amonestan contra sus malos caminos. Ningún ministro puede esperar predicar fielmente la verdad sin hacer tropezar a hombres a quienes se muestre que su vida es incorrecta.

4. Nos recomendamos. Pablo se ocupa nuevamente del problema de tener que defender su propio apostolado, al que se refiere con frecuencia en esta epístola (cap. 3:1-3; 4:2; 5:12; 10:12-13, 17-18); ha procurado establecer una clara distinción entre una defensa correcta y la que es falsa. Defiende su propio ministerio (cap. 6:3-10) señalando su conducta personal y su vida de trabajo y sufrimientos por Cristo. Una verdadera defensa se basa en hechos, no en palabras.

Paciencia. Gr. hupomon', "firmeza", "constancia", "resistencia", "aguante" (cf. Luc. 8:15; 21:19). Tribulaciones. Gr. thlípsis, "opresión", "angustia", "estrechez", "presión" (cf. cap. 1:4, 8; 2:4; 4:17; etc.).

Necesidades. Gr. anágk', "necesidad", "pena", "violencia".

Angustias. Gr. stenojÇría, "estrechez", "apuro", "dificultad", literalmente, "espacio angosto". Esta palabra describe un estado de necesidad extrema y apremiante en la que uno está, por así decirlo, atrapado, sin que haya lugar para moverse. Pablo se refiere a las terribles dificultades y situaciones aparentemente imposibles de superar como las que los israelitas enfrentaron en el mar Rojo (Exo. 14:1-12).

5. Azotes. O "golpes", "bofetadas". Ver com. Mat. 10:17; 2 Cor. 11:24-25.

Tumultos. Gr. akatastasía, "desorden", "agitación", "confusión". La misma palabra se ha traducido como "sediciones" en Luc. 21:9.

Pablo y sus compañeros con frecuencia fueron el blanco de esos "tumultos", y por lo general fueron acusados de haberles dado origen. En tales circunstancias los apóstoles estaban en grave peligro.  Pasaron por tales tumultos en Antioquía de Pisidia (Hech. 13:50), en Listra (cap. 14:8-19), en Tesalónica (cap. 17:5), en Corinto (cap. 18:12), en Éfeso (cap. 19:23-41) y en Jerusalén (cap. 21:28-31; 23:7-10).

Trabajos. Quizá sea una referencia al trabajo de Pablo cuando hacía tiendas y a las actividades propias de su ministerio (1 Cor. 3:8; 4:12; 15:58; 1 Tes. 2:9; 2 Tes. 3:8).

Desvelos. O "insomnios" (Hech. 16:24-25; 20:7,31). Ayunos. Lo que quizá incluía abstinencia voluntaria de alimento (Hech. 9:9; 13:2; 14:23) y también hambre como resultado de pobreza y otras circunstancias (2 Cor. 11:9,27; Fil. 4:10-12).

6. Pureza. Hasta aquí Pablo ha enumerado las dificultades propias de su ministerio (cf. cap. 4:8-11; 11:23-27).

Ahora presenta aquellas cualidades morales y espirituales positivas que deben caracterizar la vida del ministro cristiano en particular, y que dan validez a su misión como embajador de Cristo. Estos rasgos positivos lo capacitan para soportar con fortaleza los insultos, las persecuciones y las privaciones que le imponen las circunstancias.

Esas vicisitudes por la gracia de Dios hacen madurar, ennoblecer y refinar su carácter. Sin duda Pablo se refiere tanto a motivos puros como a conducta pura, a castidad mental y corporal. La pureza es un requisito fundamental de un ministerio impecable (cf. 2 Cor. 11:2; 1 Tes. 2:10; 1 Ped. 3:2; 1 Juan 3:3; ver com. Mat. 5:8).

Ciencia. Es decir, conocimiento del reino de los cielos, lo que incluye todo el ámbito de la verdad divina revelada en la Biblia. La verdadera religión no prospera en un régimen de ignorancia. Uno de los deberes más solemnes que recaen sobre cada cristiano es lograr una clara y abarcante comprensión del Evangelio tal como se presenta en el Libro de Dios. Ver com. Luc. 1:77; 11:52; 1 Cor. 1:5.

Longanimidad. Gr. makrothumía, "longanimidad", "resistencia"; "paciencia" (BJ). La longanimidad capacita al ministro para soportar con paciencia las faltas, los fracasos y el desánimo que a veces se encuentran en los posibles conversos, y con frecuencia en los que se oponen a la verdad. Bondad. Gn. jr'stot's, "bondad moral", integridad", "bondad" (ver com.  Rom. 3:12). El conocimiento tiende a llevar al orgullo y a la intolerancia (1 Cor. 8:1-3).

A muchos llamados cristianos que afirman que conocen la verdad les es imposible defender la fe a no ser que lo hagan por medio de argumentos llenos de orgullo. No pueden hablar en favor de la verdad sin enojarse con los que no están de acuerdo con ella.

El ministro cristiano debe estar en guardia de un modo especial contra esta tendencia no cristiana. Especialmente cuando sufre persecución, cuando es acusado falsamente, o cuando sus conversos no parecen apreciarlo como debieran, debe vigilar atentamente su propio espíritu.

En el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el instrumento activo para cultivar todas estas virtudes (Gál. 5:22-23). Es posible poseer estos rasgos en cierta medida, superficialmente por lo menos, sin contar con el Espíritu Santo; pero nunca en su plenitud.

Amor. Gr. agáp' (ver com. Mat. 5:43-44). 

La característica principal del ministro evangélico es este primordial fruto del Espíritu, que en todo se difunde (ver com. 1 Cor. 13). En cuanto al "amor sincero", ver com. Rom. 12:9. Sin esta cualidad el embajador de Cristo se vuelve duro, frío, engreído y severo. Sin amor no puede haber pureza ni poder.

7. Verdad. Ver com. Juan 1:14; 8:32. No hay requisito más indispensable que deba cumplir el ministro que la proclamación de la verdad sin disminuirle nada ni añadirle nada. Ser la personificación de la verdad en la vida, en las palabras y los actos, constituye la prueba definitiva de que se es genuino.

Dios es verdad (Sal. 31:5; Jer. 10:10), y la verdad es eterna como lo es Dios (Sal. 100:5; 146:6). Cristo encarnado era la plena y perfecta revelación de la verdad (Juan 14:6). La verdad debe buscarse diligentemente y constituir un medio de regeneración (Sant. 1:18) y santificación, (Juan 17:17) y un molde de la conducta diaria (3 Juan 3-4).

La verdad es de poco valor cuando se alberga como un simple concepto intelectual (Juan 3:21; 1 Juan 1:6), pues la plena aceptación de la verdad significa una completa obediencia a toda la voluntad revelada de Dios. La posesión y la práctica de la verdad es el rasgo distintivo de un verdadero cristiano (ver com. Mat. 7:21-27).

Poder. Gr. dúnamis, "fortaleza", "capacidad", "poder". La verdad y el poder se complementan. La verdad de Dios sin el poder de Dios no tiene valor práctico. El poder solo, sin la verdad, conduce a la opresión. Tanto la verdad como el poder provienen de Dios, y ambos deben estar regidos por el amor (ver com. cap. 5:14).

La única autoridad válida para las creencias religiosas es la verdad tal como se presenta en la Palabra de Dios, aplicada a la vida por el poder de Dios y mantenida bajo el dominio del amor divino.

Armas de justicia. Pablo usa la figura del combate militar para describir la suerte del cristiano (Efe. 6:11-17). Estar revestido con la armadura de Cristo es estar revestido con su justicia.

8. Por honra y por deshonra. En los vers. 8-1 0 se presenta una serie de contrastes o antítesis (cf. cap. 4:8-10). Pablo había vivido la mayoría de estas vicisitudes, y quizá todas, en relación con la reciente crisis de la iglesia de Corinto. Su reacción frente a esas circunstancias cambiantes lo ensalzaba como ministro del Evangelio. Mantuvo su paciencia y su valor, y de ese modo los resultados siempre fueron buenos.

Por un lado había sido honrado por los hombres (Gál. 4:14); por el otro, deshonrado y desacreditado (1 Cor. 4:11-13). Pero siempre replicaba con el espíritu de Cristo y en armonía con sus mandatos (Mat. 5:38-42; Luc. 6:22; 10:16; Gál. 1:10).

Los falsos apóstoles de Corinto habían hablado mal de él. Aún había algunos que despreciaban su predicación y su ministerio, y hablaban de él como un impostor (2 Cor. 2:17; 4:2; ver com. cap. 11:22).

Pero a Pablo esto sólo le proporcionaba una oportunidad para tener comunión con Cristo en sus sufrimientos (Fil. 3:10; cf Mat. 5:11; 1 Ped. 4:14). El apóstol y sus colaboradores no fueron nunca motivo de tropiezo, ya fuera mostrando resentimiento o ensalzamiento propio.

9. Como desconocidos. Quizá Pablo se refiera a su falta de credenciales (cap. 3:2). Como contraste, los judaizantes (ver com. cap. 11:22) se consideraban a sí mismos como personajes distinguidos.

El mundo tampoco conoció a nuestro Señor (Juan 1:10); ni aun sus hermanos lo reconocieron. Los habitantes de su propia aldea sólo lo conocían como el "hijo del carpintero" (Mat. 13:55).

La ceguera espiritual ocultó al verdadero Jesús de los ojos de su generación. Así ha sucedido siempre con los cristianos de todos los siglos (Juan 16:33; 1 Juan 3:1,13). El mundo aclama la grandeza y el poder que se basan en el linaje, la riqueza, la grandeza intelectual y la jerarquía, pero poco se tiene en cuenta la grandeza que se basa en la santidad y en la humildad.

Los cristianos deben estar preparados para que se tergiversen y desfiguren sus motivos, para sufrir burlas y persecuciones, porque su vida, experiencias, principios, ambiciones y esperanzas no tienen significado para el hombre natural (1 Cor. 2:14).

Bien conocidos. Es decir, reconocidos y respetados por los sinceros.

Como moribundos. Para el ojo secular Pablo quizá estaba a punto de morir, pero para el ojo espiritual poseía la vida eterna (1 Juan 5:11-12).

Para la visión confusa de sus adversarios, los sufrimientos del apóstol resultaban una evidencia del desagrado y del castigo de Dios; pero Pablo, debido a su percepción espiritual, disfrutaba de comunión con Cristo en los "padecimientos" del Maestro (Fil. 3:10) y discernía las evidencias del gran amor de Dios hacia él (1 Cor. 11:32; Heb. 12:6; Apoc. 3:19). Castigados. Ver com. cap. 4:9.

10. Como entristecidos. Para Pablo aparentemente no había sino tristezas; sin embargo, para él, el dolor y el gozo no se excluían mutuamente porque sabía cómo estar contento en medio de sus tribulaciones. Se regocijaba por la manera providencial en que Dios lo encaminaba aun cuando eso hubiera sido causa de tristezas. Esa actitud refleja la mente de Cristo (Rom. 12:12; Fil. 4:4,11; Heb. 2:10-18).

El cristianismo no sólo sostiene el alma en la hora de la prueba, sino imparte un espíritu de gozoso triunfo y llena la mente con seguridad y esperanza (Isa. 61:3).

El espíritu de triunfo de Pablo quizá se destaque mejor en Filipenses, cuya palabra clave es "gozo". Sin embargo, cuando escribió esa epístola estaba en la cárcel, abandonado, solo y en peligro de ser ejecutado en cualquier momento.

El verdadero cristiano siempre puede regocijarse en una buena conciencia, en una mente pura y noble, en el favor divino y por la salvación de sus prójimos (Heb. 12:2). Ha aprendido a estar contento, no importa qué le toque soportar (Fil. 4:11).

Una vida de contentamiento y gozo es la primogenitura intransferible del cristiano. Ser liberado del poder del pecado y de las manos de Satanás para ser "más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (Rom. 8:37), ser salvado "perpetuamente" (Heb. 7:25): todo esto es causa suficiente para una vida de gozo y felicidad.

Pobres. Es decir, "pobres en espíritu" (ver com. Mat. 5:3). Según el concepto secular Pablo era sin duda alguna pobre, pero era rico según la visión espiritual. Había sufrido la pérdida de todas las cosas (1 Cor. 4:11; Fil. 3:7-8; 4:12).

La elección y suerte de los cristianos generalmente ha sido quedar pobres en bienes materiales. Los creyentes de Jerusalén voluntariamente entregaron su riqueza terrenal (Hech. 2:44-45; 3:6; 5:1-3). La vida no puede ser estimada por las apariencias.

En lo que se relaciona con el reino de Dios, las cosas no son lo que parecen ser. Los hombres se enriquecen verdaderamente no por lo que guardan, sino por lo que dan (ver com. Prov. 11:24). Se enriquecen con las insondables riquezas de Cristo (Isa. 55:1-2; Hech. 20:35; 2 Cor. 8:9; Efe. 3:8; 1 Tim. 6:18), distribuyendo las riquezas del cielo a otros (Isa. 58:6-14).

Poseyéndolo todo. En Cristo el creyente se convierte en heredero y dueño de todas las cosas (Mat. 5:5; 16:25; 19:29; Mar. 10:28-30; Rom. 8:17; 1 Cor. 3:21-23; Apoc. 3:21). El Evangelio enriquece a los hombres con nobles pensamientos, elevados propósitos, esperanzas elevadoras, pureza de corazón, comunión divina, equilibrio, la facultad de disfrutar de todo lo que Dios ha hecho. Ver com. Mat. 6:24-34.

11. Nuestra boca se ha abierto. Pablo no estaba ocultando nada a los corintios. Les diría lo que tenía que decir para que conocieran los hechos.

A vosotros, oh corintios. En las dos epístolas de Pablo a los corintios sólo aquí los llama por su gentilicio. Los exhorta a que le retribuyan su amor y a que lo traten como él los trata.

Nuestro corazón. En todo su trato con ellos, en sus exhortaciones y reproches, ante sus problemas y sus críticas, Pablo ha estado hablando de la abundancia de su corazón. Hasta ese momento nunca había evitado expresarles sus pensamientos más íntimos y sus sentimientos. Siempre les había hablado abiertamente y sin reservas; no les había ocultado nada (cf.  Mar. 12:34; Rom. 10:10). Su corazón siempre había estado lleno de amor por ellos, y ahora mismo suspiraba por ellos y por su respuesta de amor. Había hecho frente a todas las críticas con el espíritu de Cristo, con magnanimidad de corazón.

12. Estrechos. O "restringido", "confinado en un lugar angosto". "No está cerrado nuestro corazón para vosotros" (BJ). El amor de Pablo por ellos en ninguna forma era estrecho. Si había falta de simpatía o de comprensión, no había sido de parte de él. Los corintios no tenían un lugar estrecho en el corazón del apóstol, pero indudablemente algunos de ellos apenas si le daban lugar en su afecto.

Corazón. cualquier asunto desagradable e indeseable que pudiera haber habido en las relaciones entre Pablo y los corintios, no existía en el corazón del apóstol y de sus colaboradores.

13. Para corresponder. Pablo consideraba a los creyentes corintios como a sus hijos espirituales (1 Cor. 4:14-15), y como su padre espiritual les había prodigado una medida plena de amor paternal, y a su vez anhelaba el amor de ellos. 

¿No ensancharían sus corazones para darle lugar a él? 

Si lo hacían, resolverían todos los problemas y eliminarían todas las incomprensiones que había entre ellos (cf. Gál. 4:12; 1 Tes. 2:11).

14. No Os Unáis. Este pasaje (cap. 6:14 a 7:1) constituye un extenso paréntesis, lo que es común en los escritos de Pablo. Se trata de una amonestación en contra de cualquier clase de asociación con incrédulos, quienes colocarían a los cristianos en situaciones donde les sería difícil, si no imposible, evitar la transigencia con sus principios.

Esta prohibición incluye la relación matrimonial (ver com. cap. 7:1), pero de ninguna manera se reduce a ella. La admonición de este pasaje quizá acudió a la mente de Pablo debido a su consejo registrado en el cap. 6:12-13: no ser de corazón estrecho y egoísta. Si así fue, el propósito del apóstol era no dar a los corintios ningún motivo para concluir que su amplio corazón debía ser tan amplio que pudieran mantener estrecha relación con los incrédulos.

El hecho de que el vers. 14 comienza con las palabras "no os unáis", indica que Pablo principalmente pensaba en el futuro y no en el pasado.

En yugo desigual. Gr. heterozugeÇ, "enyugarse con un compañero desigual". El prefijo hetero indica personas de diferente clase (cf. com. Mat. 6:24).

En vista de que Pablo se está dirigiendo a los miembros de la iglesia de Corinto como cristianos, los otros a los cuales hace referencia no son cristianos. El principio aquí expuesto es similar al de Exo. 34:16; Deut. 7:1-3; cf. Lev. 19:19; Deut. 22:10.

La diferencia en ideales y en conducta entre los cristianos y los que no lo son, entre creyentes e incrédulos, es tan grande, que establecer cualquier relación estrecha con ellos, ya sea en casamiento, en negocios o de otra manera, hace que inevitablemente el cristiano se enfrente a la alternativa de quebrantar un principio o de sufrir las dificultades ocasionadas por diferencia de creencias y conducta.

Participar en una unión tal es desobedecer a Dios y transigir con el diablo. La necesidad de mantenerse lejos del pecado y de los pecadores se presenta explícitamente en las Escrituras (Lev. 20:24; Núm. 6:3; Heb. 7:26; etc.). Ningún otro principio ha sido más estrictamente prescrito por Dios.

La violación de este principio a lo largo de toda la historia del pueblo de Dios, ha resultado inevitablemente en un desastre espiritual.

Con los incrédulos. Para los que no aceptan a Cristo como su Salvador, y sus enseñanzas como su norma de creencia y conducta, son una necedad los ideales, los principios y las prácticas del cristianismo (1 Cor. 1:18).

A los incrédulos, debido al concepto que tienen de la vida, a menudo les es sumamente difícil aceptar una norma de conducta que tienda a restringir su forma de vivir o les demuestre que sus conceptos y prácticas son cuestionables o inferiores.

Pablo no prohíbe toda relación con los incrédulos, sino sólo las que tendieran a disminuir el amor del cristiano a Dios, a adulterar la pureza de su perspectiva de la vida, o lo indujera a desviarse de una estricta norma de conducta.

Los cristianos no deben apartarse de sus parientes y amigos no creyentes, sino relacionarse con ellos como ejemplos vivientes de cristianismo práctico, para ganarlos para Cristo (1 Cor. 5:9-10; 7:12; 10:27).

La pregunta decisiva es: ¿Elige el cristiano relacionarse con los incrédulos porque lo atraen las modalidades del mundo, o por un sincero deseo de ser una bendición para ellos y ganarlos para Cristo?

Una segunda pregunta -y no de menor importancia para el cristiano- es la siguiente: Cuál influencia es probable que prevalezca, ¿la de Cristo o la de Satanás?

Sin embargo, cuando se trata de una relación tan estrecha como el matrimonio, el cristiano que verdaderamente ama al Señor en ninguna circunstancia se unirá con un incrédulo, aunque tenga la noble esperanza de ganarlo para Cristo, lo que en otras circunstancias sí sería digno de elogio.

Si se procede en contra del sabio consejo que aquí presenta el apóstol, el resultado, casi sin excepción, será un chasco. Los que prefieran obedecer este consejo, pueden esperar que disfrutarán del favor de Dios de una manera especial, y descubrirán que él tiene preparado para ellos algo que sobrepasa en mucho todos los planes que se pudieran haber trazado.

¿Qué compañerismo? Pablo hace cinco preguntas retóricas cuyas respuestas son obvias (vers. 14-16) para destacar la irreconciliable oposición que hay entre el yugo de Cristo y el mundo.

De ese modo se prohíbe toda unión en la que el carácter, las creencias y los intereses del cristiano pierdan algo de su carácter distintivo e integridad. Un cristiano no debe entablar con el mundo relación alguna que exija una claudicación de su parte. Se traza claramente la línea de demarcación entre (1) la justicia y la injusticia, (2) la luz y las tinieblas, (3) Cristo y Satanás, (4) la fe y la incredulidad, (5) el templo de Dios y el templo de los ídolos.

15. Concordia. Gr. sumfÇn'sis, "concordia"; "armonía" (BJ, BC). Acerca de la palabra afín, sumfÇnía, ver com. Luc. 15:25. La discordia es completa entre Cristo y Satanás.

Belial. Gr. Beliar (en algunos MSS Belial), transliteración del Heb. beliya'al, "inservible" o "despreciable" (ver com. Deut. 13:13; Juec. 19:22; 1 Sam. 2:12).

La palabra personifica a Satanás, representa la falta de valor y vanidad de las cosas mediante las cuales él procura atraer e inducir a los hombres a que pequen. Beliar (o Beliar también se aplica a los seguidores de Satanás. Aparece en la RVA: "hijos de Belial" (Juec. 19:22); "hombre de Belial" (2 Sam. 16:7); "los de Belial" (2 Sam. 23:6); "hombres de Belial" (1 Rey. 21:13); "perverso" [Heb. de Belial, nota] (Deut. 15:9).

Cristo y Belial son los líderes opuestos en el gran conflicto entre la justicia y la injusticia (Apoc. 12:7-9; cf. cap. 20:7-9).

El pecado no es algo abstracto. Detrás de todo lo que es puro, santo y justo están las fuerzas sobrenaturales del universo presididas por Cristo; detrás de todo lo que es malo e indigno están las fuerzas sobrenaturales de las tinieblas presididas por Satanás, y todo el mundo está detrás o de uno o de otro (1 Ped. 5:8-9; Apoc. 12:11).

La elección del hombre entre estos dos gobernantes mundiales debe ser clara y decidida. Cristo es el Príncipe de la luz (Juan 1:9; 8:12). Sus seguidores son llamados Hijos de la luz (Mat. 5:14; Juan 12:36; Efe. 5:8).

Caminan en la luz y su destino es la ciudad de luz, donde no hay nada que se parezca a tinieblas (Juan 12:35-36; 1 Tes. 5:4-5; 1 Juan 1:5-7; Apoc. 22:5).

Satanás es el príncipe de las tinieblas (Col. 1:13); sus seguidores son los Hijos de las tinieblas (Juan 3:19; Efe. 5:11); caminan en tinieblas ahora, y su destino es tinieblas eternas (Mat. 22:13; 25:30; 2 Ped, 2:17; 1 Juan 1:6; Jud. 13).

16. Acuerdo. O "asentimiento", "conformidad" (BJ). No puede haber alianza entre Cristo y Satanás, entre el verdadero Dios y el dios falso, entre el cristianismo y el paganismo. Pablo declara que un acuerdo o una alianza entre creyentes e incrédulos es igualmente inconcebible.

Vosotros sois el templo. Ver com. 1 Cor. 3:16-17; 6:19-20.

Habitaré. Pablo cita a Lev. 26:11-12 y deduce una analogía entre el templo judío y la iglesia cristiana.

 El templo de Jerusalén fue edificado para la gloria de Jehová, fue honrado con la gloria de la presencia del Altísimo, y era el lugar donde él moraba (1 Rey 6:12-13; cf. Exo. 25:8; 29:43-45; Heb. 8:1-2). 

La iglesia está compuesta por los que han nacido en Cristo (Heb. 3:6; 12:23). Ellos constituyen el cuerpo de Cristo (Col. 1:24), el cual es la cabeza (Efe. 1:22). Él tiene el propósito de morar en ellos como en el antiguo templo (1 Cor. 3:16-17; 6:19-20), pero ¿cómo puede hacerlo si están en "acuerdo" con los ídolos?

Seré su Dios. "Seré su Dios, y ellos serán mi pueblo" es una expresión común en todo el AT. Constituye una declaración de la relación del pacto que Dios quería concertar con el Israel de la antigüedad (ver com. Ose. 1:9-10), y que ahora se propone establecer con su pueblo.

17. Por lo cual, salid. Pablo combina varios pasajes del AT, como Isa. 52:11-12; Jer. 51:6,45. Se hace referencia histórica a la salida de los israelitas cautivos de la antigua Babilonia; Pablo emplea este hecho como ilustración de la separación del pueblo de Dios del mundo y de la Babilonia espiritual (ver com. Apoc. 18:4).

Cuando los judíos regresaron del cautiverio se les ordenó que no llevaran nada que tuviera sabor a idolatría. Al Israel espiritual también se le ordena que no toque "lo inmundo" (ver com. Isa. 52:11-12).

18. Padre. El vers. 18 es otro mosaico de ideas reunidas de diferentes pasajes del AT (2 Sam. 7:8,14; Isa. 43:6; Jer. 31:9). Compárese con 2 Cor. 6:18; ver com. Mat. 6:9.

Hijos e hijas. El privilegio de convertirse en hijos e hijas adoptados por Dios es el honor supremo que él concede a los que nacen del Espíritu (ver com. Juan 1:12-13; 3:3,5; 1 Juan 3:1-2).

Dios promete cumplir el deber de un padre con los que se convierten en sus hijos, promete ser su sustentador, protector, consejero, guía y libertador. Los seres humanos llegan a ser hijos de Dios por adopción; sin embargo, también se habla del mismo proceso como de un nuevo nacimiento (Juan 1:12-13; 3:3,5).

Como resultado de la fe del creyente en Cristo, la operación sobrenatural del Espíritu de Dios crea una nueva vida espiritual que hace del hombre un hijo de Dios. Esta relación Padre-hijo es tan real y vital como la relación humana que se usa para ilustrarla.

En la vida de Jesús como el Hijo de Dios hay un ejemplo perfecto de la relación que tenemos el privilegio de mantener como hijos de nuestro Padre celestial (ver com. Luc. 2:49; Juan 1:14; 4:34; 8:29).

La clave de esta relación es el amor y su resultado es una confianza obediente.

La cualidad esencial de la paternidad es una autoridad amante, así como la cualidad filial se manifiesta en confianza y obediencia. Sin estas cualidades no puede haber una verdadera relación de Padre e hijo (Rom. 8:9-10; 2 Cor. 7:1; 1 Juan 1:1-7). Dios tiene el propósito de que esas cualidades sean una realidad en la vida de cada cristiano.

Todopoderoso. Título divino usado frecuentemente en el Apocalipsis (Apoc. 1:8; etc.). Este título destaca la certidumbre y la grandeza de la promesa de 2 Cor. 6:17-18. Compárese con el equivalente hebreo (ver t. I, p. 180). El pasaje siguiente (cap. 7:1) completa la secuencia de pensamientos que Pablo comenzó en el cap. 6:14 (ver el comentario respectivo). 5CBA

COMENTARIOS DE EGW

1-4. MC 80. Vosotros, jóvenes 80 médicos, "como ayudadores juntamente con él [el soberano Médico],... no recibáis en vano la gracia de Dios.... no dando a nadie ningún escándalo, porque el ministerio nuestro [para con los enfermos] no sea vituperado: antes habiéndonos en todas cosas como ministros de Dios." (2 Corintios 6:1-4).

El propósito de Dios con respecto a nosotros es que ascendamos siempre. El verdadero médico misionero será cada vez más diestro. Hay que buscar a médicos cristianos de talento y de superior habilidad profesional, y alentarlos a servir a Dios en lugares donde puedan educar y preparar a otros para ser misioneros médicos.

El médico debe acopiar en su alma la luz de la Palabra de Dios. Debe crecer continuamente en la gracia. Para él, la religión no ha de ser tan sólo una de tantas influencias. Debe ser la influencia predominante. Debe inspirar todos sus actos en altos y santos móviles, que serán poderosos por proceder de Aquel que dio su vida para revestirnos de poder para vencer el mal.

Si el médico se esfuerza con fidelidad y diligencia por hacerse eficaz en su profesión, si se consagra al servicio de Cristo y dedica tiempo a escudriñar su corazón, comprenderá los misterios de su sagrada vocación. Logrará disciplinarse y educarse de tal modo que cuantos se encuentren dentro de la esfera de su influencia reconocerán la excelencia de la educación y de la sabiduría adquiridas por quien vive siempre en unión con el Dios de sabiduría y poder.

3-10. HAp 297. LOS ESCRITOS DE PABLO muestran que el ministro evangélico debe ser un ejemplo de las verdades que enseña, "sin dar en nada ocasión de ofensa, para que no sea culpado el ministerio." (2 Cor. 6:3, V.M.)

DE SU PROPIA OBRA NOS HA DEJADO un cuadro en su carta a los corintios: "En todo recomendándonos como ministros de Dios, en mucha paciencia, en aflicciones, en necesidades, en angustias, en azotes, en cárceles, en alborotos, en trabajos, en vigilias, en ayunos; con pureza, con ciencia, con longanimidad, con mansedumbre, con el Espíritu Santo, con amor no fingido, con palabra de verdad, con poder de Dios; por medio de la armadura de justicia, a diestra y a siniestra, por medio de honra y deshonra, por medio de mala fama y buena fama; como impostores, y sin embargo veraces; como desconocidos, y sin embargo bien conocidos; como moribundos, y he aquí que vivimos; como castigados, mas no muertos; como pesarosos, mas siempre gozosos: como pobres, mas enriqueciendo a muchos." (Vers. 4-10, V. M.)

A TITO ESCRIBIÓ: "Exhorta asimismo a los mancebos a que sean comedidos; mostrándote en todo por ejemplo de buenas obras; en doctrina haciendo ver integridad, gravedad, palabra sana, e irreprensible; que el adversario se avergüence, no teniendo mal ninguno que decir de vosotros." (Tito 2:6-8.)

NO HAY NADA MÁS PRECIOSO A LA VISTA DE DIOS QUE los ministros de su Palabra, que penetran en los desiertos de la tierra para sembrar las semillas de verdad, esperando la cosecha. Ninguno sino Cristo puede medir la solicitud de sus siervos mientras buscan al perdido. Él les imparte su Espíritu, y por sus esfuerzos las almas son inducidas a volverse del pecado a la justicia.

DIOS LLAMA A HOMBRES DISPUESTOS A DEJAR SUS GRANJAS, SUS NEGOCIOS, si es necesario sus familias, para llegar a ser misioneros suyos. Y el llamamiento hallará respuesta. En lo pasado hubo 298 hombres que, conmovidos por el amor de Cristo y las necesidades de los perdidos, dejaron las comodidades del hogar y la asociación de los amigos, aun la de la esposa y los hijos, para ir a tierras extranjeras, entre idólatras y salvajes, a proclamar el mensaje de misericordia.

MUCHOS PERDIERON LA VIDA EN LA EMPRESA, pero se levantaron otros para continuar la obra. Así, paso a paso, la causa de Cristo ha progresado, y la semilla sembrada con tristeza ha producido una abundante cosecha.

10. Ed 64. A la fe y la experiencia de los discípulos galileos que habían acompañado a Jesús, se unieron en la obra del Evangelio el fogoso vigor y el poder intelectual de un rabino de Jerusalén. Siendo ciudadano romano, nacido en una ciudad gentil; siendo judío, no sólo por ascendencia, sino por educación, celo patriótico y fe religiosa de toda una vida; y habiendo sido educado en Jerusalén por los rabinos más eminentes, e instruido en todas las leyes y tradiciones de los padres, Saulo de Tarso compartía en toda su intensidad el orgullo y los prejuicios de su nación. Cuando aún era joven, llegó a ser un honrado miembro del Sanedrín. Se lo tenía por hombre promisorio, y celoso defensor de la antigua fe. 65

14-18. 2JT 121, 454. El Señor ordenó al antiguo Israel que no se relacionara por casamientos con las naciones idólatras que lo rodeaban: "Y no emparentarás con ellos: no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo." Se da la razón de ello. La sabiduría infinita, previendo el resultado de tales uniones, declara: "Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá presto." "Porque tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios: Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la haz de la 121 tierra. "Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta las mil generaciones; y que da el pago en su cara al que le aborrece, destruyéndolo: ni lo dilatará al que le odia, en su cara le dará el pago." (Deut. 7:3,4,9,10.)

En el Nuevo Testamento hay prohibiciones similares acerca del casamiento de los cristianos con los impíos. El apóstol Pablo, en su primera carta a los corintios declara: "La mujer casada está atada a la ley, mientras vive su marido; mas si su marido muriere, libre es: cásese con quien quisiere, con tal que sea en el Señor." También en su segunda epístola escribe: "No os juntéis en yugo con los infieles: porque ¿qué compañía tiene la justicia con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el fiel con el infiel? ¿Y qué concierto el templo de Dios con los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo.  Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso." (1 Cor. 7:39; 2 Cor. 6:14-18.)

* Separación del mundo. Cuando los hijos de Israel fueron separados de entre los egipcios, el Señor dijo: "Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, . . . así en los hombres como en las bestias: y haré juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová.... Y tomad un manojo de hisopo, y mojadle en la sangre que estará en una jofaina, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en la jofaina; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. Porque Jehová pasará hiriendo a los Egipcios; y como verá la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir. Y guardaréis 454 esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre." (Exo. 12:12, 22-24.) La sangre puesta sobre el dintel de la puerta simbolizaba la sangre de Cristo, el único que salvó a los primogénitos hebreos de la calamidad. Todo hijo de hebreos hallado en una vivienda egipcia fue destruido.

Este incidente de la historia de los israelitas fue escrito para la enseñanza de aquellos que vivieren en los últimos días. Antes que el azote venga como avenida de aguas sobre los habitantes de la tierra, el Señor exhorta a todos los que son israelitas de verdad a prepararse para aquel suceso. A los padres hace llegar este grito de alarma: Juntad a vuestros hijos en vuestros hogares; separadlos de aquellos que desprecian los mandamientos de Dios, que enseñan y practican lo malo.  Salid de las grandes ciudades tan pronto como os sea posible. Estableced escuelas de iglesia. Dad a vuestros hijos la Palabra de Dios por fundamento de toda su educación. Ella está llena de hermosas lecciones y sí los alumnos la convierten en tema de estudio en el curso primario de esta vida, estarán preparados para el curso superior en la por venir.

La Palabra de Dios se nos dirige así en este tiempo: "No os juntéis en yugo con los infieles: porque ¿qué compañía tiene la justicia con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿y qué concordia Cristo con Belial? ¿o qué parte el fiel con el infiel? ¿Y qué concierto el templo de Dios con los ídolos? porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mí pueblo. Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso." (2 Cor. 6:14-18) 

¿Dónde están vuestros hijos? ¿Los estáis educando para que disciernan y eviten las corrupciones que imperan en el mundo por la concupiscencia? ¿Estáis tratando de salvar sus almas o por vuestra negligencia estáis coadyuvando a su destrucción? 1JT/EGW

Ministerio Hno. Pio