lunes, septiembre 20, 2021

REFLEXIÓN 845. LA DEBIDA CONDUCTA EN EL CULTO CRISTIANO: Lugar Y Función De Los Dones Espirituales (1CORINTIOS 12).

1 Corintios 12. LA DEBIDA CONDUCTA EN EL CULTO CRISTIANO: Origen Y Diversidad De Los Dones Espirituales: vers. (1-3) Los dones espirituales (4-6) son diversos; (7) pero todos son para provecho, y (8-11) por eso se reparten equitativamente. (12-15) Así como los miembros del cuerpo tienden todos (16-21) al mutuo apoyo, (22-25) al servicio y (26) al socorro del que está en desventaja; (27-31) así también nosotros debemos hacer los unos con los otros para fortalecer el cuerpo místico de Cristo: la iglesia.

1 No quiero, hermanos, que ignoréis cerca de los dones espirituales. 2 Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos. 3 Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.

4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5 Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. 6 Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.

7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.

8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 9 A otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. 11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.

12 Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. 13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. 14 Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. 15 Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?

16 Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? 17 Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde Estaría el olfato? 18 Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. 19 Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? 20 Pero ahora son muchos los miembros pero el cuerpo es uno solo. 21 Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No, tengo necesidad de vosotros.

22 Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; 23 y a aquellos del cuerpo que nos ven menos dignos, a éstos vestimos más humildemente; y los que en nosotros son menos, decorosos, se tratan con más decoro. 24 Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, 25 para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se ocupen los unos por los otros.

26 De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.

27 Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. 28 Y a unos puso Dios en la iglesias primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. 29 ¿Son todos apóstoles? ¿son todos Profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? 30 ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos? 31 Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aún más excelente. (1 Corintios 12).

1. Ignoréis. Pablo anhelaba que los corintios no se engañaran acerca de la verdadera naturaleza de los dones espirituales y el uso correcto de los mismos en la iglesia.

La necesidad de aclarar este tema sin duda surgió por el hecho de que los corintios hacía poco que se habían separado del paganismo (vers. 2); por esta causa habían estado sin conocer la revelación del verdadero Dios y la influencia del Espíritu Santo.

No podían formar opiniones correctas acerca de esas nuevas experiencias, a menos que fueran instruidos cuidadosamente y aceptaran sin titubear esa enseñanza. El poder que antes influía sobre ellos había sido quebrantado cuando aceptaron al Salvador, y el poder de Dios había sido confirmado especialmente en ellos por los dones del Espíritu.

Acerca de. Este capítulo señala el comienzo de un nuevo tema que continúa hasta el cap. 14. Se trata de los dones espirituales, acerca de los cuales sin duda había mucha incomprensión. También es claro que había algún abuso de los dones, así como una deplorable rivalidad entre los poseedores de varios dones.

Dones espirituales. La palabra "dones" está añadida, pero es correcto como lo indica claramente el contexto.

 Esos dones o capacidades le fueron dados a la iglesia en una forma especial cuando Jesús ascendió al cielo (Efe. 4:8,11), con el propósito de que la iglesia estuviera unida y en una condición adecuada para agradar al Señor (ver Efe. 4:12-15).

Parece que los creyentes corintios habían preguntado acerca de la magnitud relativa de estos dones del Espíritu, y que algunos de ellos se habían estado jactando de que los dones que tenían eran mayores y más importantes que los concedidos a otros miembros de la iglesia (ver 1 Cor. 12:18-23).

Pablo aprovechó la oportunidad que se le presentó para instruirlos en el tema de la obra del Espíritu en el cuerpo místico de Cristo, su iglesia. 

El Espíritu Santo de Dios ha estado en la iglesia desde el comienzo (ver HAp 30-31, 43; PP 643-644; PVGM 171-172); por lo tanto, los dones del Espíritu no fueron exclusivos de los tiempos del NT. Esta presencia es evidente por el hecho de que en los tiempos antiguos existieron muchos profetas. La voluntad y el plan de Dios son que su iglesia tenga el poder de los dones hasta el día del fin (Efe. 4:8, 11-13; HAp 44-45).

Todos los dones proceden de Dios; por esta razón no hay motivo válido para que el ser humano se jacte delante de sus prójimos porque ha sido favorecido por el ciclo con dones, pues son para la manifestación del poder de Dios en una forma especial que beneficie a la iglesia en general (ver 1 Cor. 12:11).

Debe advertirse que los dones del Espíritu no son lo mismo que el "fruto" del Espíritu (Gál. 5:22-23). Los primeros incluyen las gracias del poder divino que se dan a algunas personas de la iglesia para el cumplimiento del propósito de Dios a fin de que se realice la perfección de su iglesia. Los frutos del Espíritu son cualidades de carácter que aparecen en los miembros de la iglesia que se entregan completamente a la conducción del Espíritu y son movidos por el atributo supremo del Espíritu, que es el amor (ver 1 Cor. 13:13; Gál. 5:22-23; HAp 311; PVGM 47-49; 5T 169; 1JT 516).

2. Sabéis. "Sabéis que cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos" (BJ). "Alusión a los fenómenos violentos, desenfrenados, de algunos paganos" (BJ, nota respectiva).

Gentiles. Gr. éthnos. Se usaba este término para designar a los que no eran judíos, pero también adquirió el significado de "paganos" en el pensamiento cristiano. Este parece ser el significado que tiene aquí. La idea es que los corintios habían sido paganos, adoradores de ídolos, sin conocimiento alguno del Dios verdadero, y que estaban entregados a las supersticiones de los idólatras. Los poderes que los descarriaban eran los de las tinieblas, aquellos malos espíritus que eran representados por los falsos dioses que habían adorado (cap. 10:20).

Si sólo hubiesen comprendido las ventajas que habían recibido desde que aceptaron el cristianismo, hubieran apreciado su condición de seguidores de Cristo. Pablo empleó en otros pasajes esta referencia a los que antes habían sido paganos, para estimular a los cristianos a que fueran agradecidos por las misericordias que Dios les había manifestado con el Evangelio (ver Rom. 6:17; Efe. 2:11-12; Tito 3:3).

Llevándoos. "Os dejabais arrastrar" (BJ, NC). Estas palabras demuestran que no podían dominarse, que un poder superior los arrastraba irresistiblemente al culto de los ídolos. Este poder sin duda actuaba sobre sus pasiones y apetitos, engañándoles para que creyeran que se estaban beneficiando con sus ritos idólatras, cuando en realidad de esa manera estaban siendo destruidos.

Mudos. Los ídolos a cuyos altares y templos eran llevados -ya fuera para rendir culto, sacrificar o hacer consultas-, son calificados como "mudos", en contraste con el Dios viviente que se ha revelado en su Palabra y que imparte a sus seguidores dones espirituales que los capacitan para hablar en su nombre.

El Señor con frecuencia llama la atención a esta mudez de los falsos dioses de los paganos, como un argumento contra la necedad de adorarlos (Sal. 115:4-5; 135:15-17; Hab. 2:18-19). Por lo tanto, cualquier manifestación sobrenatural o palabra que se oyera, provenía de poderes demoníacos y no de los ídolos o de los dioses representados de esa manera.

3. Por tanto. Para que pudieran formarse una opinión correcta en cuanto a la obra del Espíritu Santo sobre el corazón de los hombres, y especialmente en relación con palabras o voces que se afirmaba que procedían del Espíritu, Pablo les dio una regia por la cual podrían distinguir lo falso de lo verdadero.

Anatema. Gr. anáthema, "consagrado a la destrucción" (ver com. Rom. 9:3). Aquí se da una regla sencilla para saber si alguien que afirma que está bajo la influencia del Espíritu Santo realmente es dirigido por Dios. El que es inspirado por el Espíritu Santo no dirá que Cristo es anatema (o maldición), o que merece la destrucción. Es inconcebible que un hombre inspirado por el Espíritu Santo jamás pueda hablar rebajando a Jesús, ni mucho menos llamándolo maldito y consagrado a la destrucción.

Cualquier afirmación de esta naturaleza es prueba suficiente de que el que la pronuncia -no importa lo que pretenda ser- no puede nunca estar dirigido por el Espíritu Santo. El Espíritu de Dios dará siempre y en todas las circunstancias la honra a Cristo, y estimulará a cualquiera que está bajo su influencia a amar y a reverenciar el nombre de Cristo (ver 1 Juan 4:1-3).

Jesús Señor. Todo el que no reciba la influencia del Espíritu de Dios, no reconoce que Jesús es el divino Hijo de Dios. Esto no excluye la posibilidad de que se pronuncien palabras que parecen reconocer a Cristo como Señor o Salvador, sin estar bajo la influencia del Espíritu Santo, pues esto ha sido hecho como una burla por hombres impíos.

La confesión cordial y genuina de que Jesús es el Señor sólo proviene de los labios de alguien que es guiado por el Espíritu (cf. Mat. 16:16-17). Los que verdaderamente honran el nombre y la obra de Jesús, demuestran que están influidos por el Espíritu Santo. Nadie albergará jamás verdadero aprecio por Cristo, ni amor por su nombre y su obra, a menos que sea inducido por el Espíritu a percibir la naturaleza divina del Salvador.

Nadie puede demostrar su amor por el nombre y la obra de Jesús siguiendo las inclinaciones e impulsos de su corazón impío. Siempre que una persona es inducida a acepta a Cristo, lo hace mediante la obra del Espíritu de Dios; y viceversa: el que se siente inclinado a hablar livianamente de Jesús, o a desacreditar su obra en alguna forma, o a enseñar doctrinas contrarias a su Palabra, demuestra al hacerlo que no es guiado por él Espíritu (ver DTG 380).

Debe pedirse en oración la presencia del Espíritu Santo, Y apreciarla. Entristecer el Espíritu Santo y alejarlo por negarse a seguir su conducción, es quitar del corazón todo verdadero conocimiento del Salvador. Esto resulta en frialdad, tinieblas, y finalmente en muerte espiritual (ver Efe. 4:30; DTG 538-539).

4. Dones. "Carismas" (BJ, BC).  Gr. járisma, literalmente "don de gracia". Se refiere a que a los extraordinarios dones del Espíritu Santo que mora en los individuos y obra de un modo especial en ellos. La diversidad de dones se enumera en los vers. 8-11.

El Espíritu es el mismo. Los diferentes modos en que actúan los dones son todos creados y regidos por el Espíritu Santo. Estas diversas formas en que se manifiestan los dones son mencionadas en los vers. 8-11. Lo que Pablo destaca ante los corintios al referirse a los diferentes dones, es que todos son producidos por el mismo Espíritu y todos tienen el mismo origen y propósito; por lo tanto, ninguno debe ser despreciado o tenido a menos.

Nadie que haya recibido un determinado don del Espíritu debe mirar con desprecio a otro creyente porque no ha sido tan favorecido. La distribución de los dones que hace Dios debe ser aceptada con gratitud, y darse el debido reconocimiento a aquel que obsequia esas facultades; y el que recibe el don no debe sentirse superior en ninguna forma a sus compañeros.

5. Ministerios. Gr. diakonía, "ministración", "servicio" (ver Rom. 15:31), palabra que con frecuencia se traduce como "ministerio" (Hech. 1:17,25; 6:4; 20:24; 1 Tim. 1:12) o "servicio" (Rom. 12:7). Hay diferentes clases de servicios en la iglesia, pero todos son regidos por un solo Señor.

Señor. En el NT este término generalmente se refiere a Cristo. Es uno de los nombres con el cual lo conocían los discípulos (Juan 20:25). El propósito de este versículo parece ser el de establecer el hecho de que las diversas formas de ministerio en la iglesia se originaron con Cristo. Debido a esto y a que son necesarias todas las clases de ministraciones, nadie tiene por qué enorgullecerse indebidamente porque es nombrado para una posición de responsabilidad en la iglesia, ni nadie debe sentirse frustrado porque se le ha dado una humilde tarea para desempeñar (cf. Mat. 23:8; 1Ped. 5:2-3).

6. Operaciones. Gr. enérg'ma, "funcionamiento", del verbo energéÇ, "trabajar", "estar en acción", "operar". De esta raíz deriva "energía". Enérg'ma aparece en el NT sólo aquí y en el vers. 10. Quizá se refiere a la operación divina que da energía a la iglesia y, tal vez, a toda la naturaleza.

Dios... es el mismo. Después de haber presentado al Espíritu y al Hijo en los vers. 4-5, Pablo completa su mención de las tres personas de la Deidad, refiriéndose al Padre como el originador y sustentador de todos los múltiples dones y operaciones de las facultades espirituales que él ha proporcionado para el eficaz cumplimiento de la obra de su iglesia.

Hay diversidad de "dones", "ministerios" y "operaciones", pero todos proceden de un Dios, de un Señor y de un Espíritu, es decir, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

7. A cada uno. Es decir, a cada cristiano. Parece que, los dones en la iglesia primitiva estaban ampliamente distribuidos -quizá sin excepción- entre los diversos creyentes; Sin embargo, las palabras "a cada uno" podrían sencillamente significar a cada uno a quien se le da un don especial.

Manifestación del Espíritu. Esto podría entenderse como una manifestación que da el Espíritu o como una manifestación que revela al Espíritu Santo en su verdadera naturaleza y operaciones. El significado no es demasiado diferente. La referencia es a dones espirituales, que eran manifestaciones producidas por el Espíritu, y al mismo tiempo manifestaciones que revelaban el carácter la obra del Espíritu.

Para provecho. "Para provecho común" (BJ). Es decir, para el bien común o ventaja de la iglesia en conjunto, aunque no se excluye el beneficio personal (cf. cap. 14:4,12)

Los dones son impartidos de acuerdo con las necesidades de la iglesia en situaciones especiales. En la sabiduría de Dios, la iglesia de Corinto recibió una generosa profusión de dones (cap. 1:7).

Las manifestaciones sobre naturales confirmaban la fe de los primeros creyentes, que no tenían la evidencia histórica del poder del cristianismo que hoy podemos comprobar. Tampoco tenían dirigentes preparados o experimentados u hombres peritos en la Palabra de Dios. Las Biblias eran escasas, y sólo tenían el AT. Para compensar lo que faltaba y para hacer frente a la necesidad, fueron conferidos generosamente dones sobrenaturales.

8. Palabra de sabiduría. Es decir, expresiones de sabiduría. El que poseía este don no sólo era sabio, también era capaz de explicar su sabiduría a otros. En cuanto a una definición de sabiduría y el contraste entre sabiduría y conocimiento, ver com. Prov. 1:2.

Palabra de ciencia. Es decir, expresiones de conocimiento. En términos generales, el conocimiento es la capacidad de aprender hechos, realidades. En relación con el Evangelio, sería su capacidad para captar verdades espirituales y disponerlas en una manera ordenada para presentarlas a otros.

Esta comprensión de la verdad proviene del estudio de las Escrituras, o directamente de Dios por inspiración. Por lo tanto, la "palabra de ciencia" es la facultad de hablar acerca de esas verdades, presentándolas ante los oyentes en su debido orden, de modo que convenzan a los que las oyen.

9. Fe. Esta fe no es la que poseen todos los cristianos, sino una clase especial de fe que capacita a su poseedor para hacer proezas excepcionales para Dios (ver Mat. 17:20; 21:21; 1Cor. 13:2).

Dones de sanidades. Aquí se presentan poderes especiales como los que tenían los apóstoles (Mar. 16:18; Hech. 3:2-8; 14:8-10; etc.) Por supuesto, todos tienen la prerrogativa de pedir la curación de los enfermos y de recibir respuesta a su oración; pero esto debe distinguirse de los "dones de sanidades" que aquí se mencionan. Parece que los que poseían ese don tenían el conocimiento y la dirección de Dios en su obra, y sanaban sólo a aquellos a quienes Dios les indicaba. Poseían, pues, cierto conocimiento del resultado,

10. Hacer milagros. Este, como los "dones de sanidades" (ver com. vers. 9), era un don especial que se ejercía bajo la dirección divina. Sin embargo, los que no poseen ese don pueden orar pidiendo la intervención divina, y Dios responderá a sus oraciones, si así lo desea.

PROFECÍA. Es decir, la facultad de hablar con autoridad de parte de Dios, o en el nombre de Dios, ya sea para predecir acontecimientos futuros o para declarar la voluntad de Dios para el presente (ver Exo. 3:10, 14:15, Deut. 18:15,18; 2 Sam. 23:2; Mat. 11:9-10; 2 Ped. 1:21). La profecía es el medio elegido por Dios para comunicarse con el hombre (ver Núm. 12:6; Amós 3:7). La Biblia ha llegado hasta los hombres por medio de este don (ver 2 Tim. 3:16; 2 Ped. 1:20-21). 

Las Escrituras testifican de Jesús, y el don de profecía es apropiadamente llamado "el testimonio de Jesús" (Apoc. 19:10; cf.  Juan 5:39; Apoc. 12:17). El don de profecía se manifiesta por medio de visiones, o sueños, o una inspiración especial que llega a la mente (ver Núm. 12:6; Apoc. 1:1-3); y entonces el instrumento humano se convierte en el portavoz de Dios (ver 2 Sam. 23:2; Mat. 3:3; 2 Ped. 1:21).

Dios tenía el propósito de que este importante don del Espíritu estuviera con su iglesia hasta el fin del tiempo (ver Joel 2:28-29; Apoc. 12:17; 19:10). En realidad, debe ser la señal para identificar a la verdadera iglesia de Dios en los últimos días (Apoc. 12:17; 19:10). Esto es muy razonable, porque Dios siempre ha estado usando este medio para revelarse e impartir sus mensajes al mundo desde la caída de Adán.

Discernimiento de espíritus. Es decir, la capacidad para distinguir entre la inspiración divina y la que es falsificada (ver 1 Juan 4:1-3; TM 230-231). Cristo advirtió a su iglesia que surgirían falsos profetas, especialmente en los últimos días, y todos deben estar alerta para reconocer y rechazar a esos falsos maestros (ver Mat. 24:4-5, 11, 23-25). Los apóstoles de la iglesia primitiva poseían la capacidad de poder distinguir los predica dores verdaderos de los falsos y sus maestros (ver Hech. 5:1-10; 13:9-11).

Este don era necesario en los primeros días de la iglesia, cuando, indudablemente, había muchos que pretendían poseer estos dones. Satanás siempre ha estado listo para falsificar la verdad, y con frecuencia apoya las falsas pretensiones de los fingidores mediante milagros sobrenaturales (2 Tes. 2:9; Apoc. 13:13-14).

Géneros de lenguas. Este don se trata ampliamente en el cap. 14, donde se lo hace contrastar con el don de profecía.

Interpretación de lenguas. Se necesitaba un don especial para interpretar los mensajes impartidos (cf. cap. 14:27-28; Nota Adicional del cap. 14).

11. Mismo Espíritu. Todos los dones impartidos a la iglesia provenían del Espíritu Santo, el cual obra en los creyentes y mediante ellos. Puesto que Dios controla la operación de los dones del Espíritu, es correcto concluir que todos deben estar en armonía con el plan supremo para la terminación de su obra en la tierra. El conocimiento de que todos los dones provienen de Dios debe, ser suficiente para impedir cualquier manifestación de orgullo por poseer tales dones.

Cada uno. Ver com. vers. 7. Todos los que se entregan hoy a Cristo y llegan a ser miembros de su iglesia en la tierra, no importa cuál sea su nacionalidad, su estado económico o social, o sus alcances intelectuales, tienen la seguridad de que el Espíritu Santo los capacitará para cumplir con sus deberes cristianos con un alto grado de efectividad (ver DTG 763).

Como él quiere. El Espíritu Santo distribuye sus dones a los creyentes de acuerdo con el conocimiento que tiene de sus facultades y de la necesidad de cada individuo. No es una distribución arbitraria, sino que está basada en la comprensión y el conocimiento de Dios. El gran propósito de preparar a la iglesia para que se encuentre con Dios sin mancha, ni culpa cuando Cristo venga por segunda vez es el factor predominante en la distribución de los dones (ver Efe. 4:12-13; 5:27; Apoc. 14:5).

Esta afirmación de que los dones son impartidos a cada uno como el Espíritu Santo lo estima más necesario, es un motivo de ánimo para los creyentes, pues asegura que recibirán exactamente la capacidad y la fortaleza que necesitan para que puedan vivir piadosamente y testifiquen con poder, independientemente de las circunstancias en que puedan encontrarse.

En este versículo se revela la personalidad del Espíritu Santo, pues el acto de distribuir los dones a los hombres como el Espíritu lo considera mejor para ellos y para los intereses de la iglesia, revela definidamente que se trata de una persona. Aquí también se comprueba la soberanía del Espíritu porque distribuye los dones enteramente de acuerdo con su voluntad.

12. El cuerpo es uno. El cuerpo humano es un organismo, pero está compuesto de muchos miembros y de diversas partes, cada una con su función indispensable. Todas estas partes se unen armoniosamente en un conjunto. Aunque las diferentes partes del cuerpo están separadas y son diferentes en forma, tamaño y funciones, todas son esenciales; pero todas se unen para formar el cuerpo y están bajo el mismo poder que las dirige: la cabeza.

Cristo. El apóstol presenta a la iglesia como el cuerpo de Cristo, lo que significa que ella es un cuerpo unido, con Cristo como su cabeza (ver 1 Cor. 12:27; Efe. 1:22-23; Col. 1:18-24). Mediante una figura de lenguaje en que una parte representa o se nombra por el todo, Cristo, cabeza de la iglesia, representa a la iglesia entera. Todos los miembros de la iglesia son unidades separadas que tienen cargos diversos y diferentes responsabilidades en la iglesia. Reciben dones de Dios para esas funciones, dones apropiados para sus necesidades individuales; pero todos tienen que responder ante Cristo, y están unidos en él.

13. Bautizados en un cuerpo. Este bautismo indudablemente es el que acompaña al bautismo con el agua, en el caso de cada hijo de Dios que realmente ha nacido de nuevo (ver Mat. 3:11). El bautismo con agua no tiene valor alguno a menos que el que se bautiza haya nacido otra vez mediante el Espíritu Santo (Juan 3:5-6,8). Por medio de la obra del Espíritu Santo los hombres llegan a ser miembros del cuerpo de Cristo.

Judíos o griegos. No importa cuál haya sido la condición anterior de la vida de una Persona, o cuál sea su nacionalidad, la entrega a Cristo y el bautismo con su Espíritu eliminan todas las diferencias anteriores entre él y los otros creyentes, pues todos están en el mismo nivel delante de Dios. La nacionalidad no es lo que vale, sino la humilde aceptación de Jesús como Salvador y la buena disposición para permitir que él presida en todo momento.

Esclavos o libres. O "esclavos y libertos".  Comparar con Gál. 3:28; Col. 3:11. La idea de diversidad se acentúa por el hecho de que había muchas nacionalidades y clases sociales que formaban el cuerpo de Cristo; sin embargo, y a pesar de la diversidad, había unidad.

De un mismo Espíritu. La referencia quizá sea a la obra del Espíritu Santo en el momento del bautismo, lo que incluye la concesión de los dones. Algunos comentadores aplican las palabras "se nos dio a beber" a la participación común de la copa en la Cena del Señor, acto mediante el cual los creyentes mostraban que todos pertenecían al mismo cuerpo -la iglesia de Dios- y estaban unidos de corazón.

Sin embargo, la flexión verbal que se traduce "dio a beber" es tal que puede referirse a la acción de beber en un tiempo definido del pasado y no a repetidas participaciones en el rito de la Cena del Señor.

14. Cuerpo. En los vers. 14-26 Pablo presenta la idea de que la unidad de organización incluye -no excluye- una pluralidad de miembros, y lo ilustra con el cuerpo humano, en el cual cada parte cumple una función necesaria. No se puede prescindir de ninguna parte del cuerpo si se quiere que continúe funcionando eficientemente. Se personifica a los diferentes miembros del cuerpo como si hubieran estado discutiendo este problema en forma muy real.

Un solo miembro. El cuerpo está compuesto de diversos miembros que tienen muchas funciones que cumplir. En la iglesia debe esperarse una variedad similar, y no puede suponerse que todos los miembros sean iguales, o que algún miembro que Dios ha incluido es inútil. Pero el cuerpo no necesita únicamente una multiplicidad de partes, ni la iglesia requiere forzosamente una multiplicidad de personas. Lo que en ambos casos se necesita es que los miembros se complementen plenamente para que unidos cumplan todas las funciones necesarias para el bien del todo.

El cuerpo humano no tiene lugar para miembros inactivos ni necesita a los que no contribuyan para la eficiencia general de todo el organismo. 

La iglesia necesita miembros consagrados y activos que contribuyan continuamente a la completa realización de la obra de la iglesia en la ganancia de almas para el reino de Dios (ver 1JT 588-589; 2JT 156-157; 3JT 67-69).

15. No soy del cuerpo. Ningún miembro del cuerpo puede decir con justicia que no se lo necesita, porque no es una parte del cuerpo que desempeña una función importante en el organismo, y que, por lo tanto, no es una parte esencial del cuerpo. Tampoco ningún miembro del cuerpo simbólico de Cristo puede decir que porque no ocupa cierto puesto, es inútil y no tiene una relación esencial con la iglesia. 

El miembro más humilde de la iglesia es tan miembro del cuerpo de Cristo como el que posee los más destacados dones (ver Mat. 23:8-12; Sant. 3:1; 1 Ped. 5:3). 

Cristo ama a todos los miembros. Dio su vida por todos, y hubiera muerto por una sola alma (ver Luc. 15:4-7-, DTG 446; MB 261).

16. Oreja. El argumento es el mismo del vers. 15 (ver comentario respectivo).

17. Ojo. Si todos los miembros tuvieran el mismo don o los mismos dones, y todos fueran aptos para el mismo cargo o la misma clase de servicio, se descuidarían importantes fases de la actividad de la iglesia para la proclamación del Evangelio, y la iglesia declinaría en espiritualidad y vigor. Cada parte debe hacer su debida contribución para el bienestar del cuerpo; de lo contrario no se puede mantener una eficiencia máxima.

Olfato. No hay ningún sentido corporal del cual se pueda prescindir si se quiere disfrutar plenamente de la vida. Quizá algunos consideren que el sentido del olfato es menos importante que el oído o la vista, pero no se necesita mucha reflexión para comprender que una persona que carece del sentido del olfato está expuesta a muchos riesgos que otros evitan porque pueden detectar emanaciones peligrosas mediante el sentido del olfato. Dios no hace cosa alguna para su iglesia que no sea benéfica. Sus planes para ella son siempre buenos (ver Jer. 29:11; Efe, 5:27).

Todos los diversos dones espirituales que él ha proporcionado para el crecimiento y la edificación de la iglesia tienen una parte importante que realizar, y no se puede prescindir de ninguno sin sufrir una pérdida. Cada miembro debiera ser muy consciente de su gran deuda para con el Señor y someterse tan plenamente a la voluntad divina que se deleita en aceptar cualquier lugar que se le asigne en el servicio de la iglesia.

18. Dios ha colocado. Dios en su sabiduría ha destinado diferentes funciones para las diversas partes del cuerpo. El hombre no tiene la autoridad de cambiar esta disposición; depende enteramente de Dios. Así también destinó a diferentes personas en Corinto para que desempeñaran diversas clases de obras.

Cada una fue elegida de acuerdo con la sabiduría de Dios y había recibido un don que la capacitaba para desempeñar las responsabilidades colocadas sobre ella (27-28).

 Los dones fueron distribuidos por Dios; el hombre no los repartió (ver coro. vers. 11). Al quejarse y poner objeciones por su lugar y su obra en la iglesia, una persona puede estarse rebelando contra Dios.

19. Si todos fueran un solo miembro. Algunos en Corinto sin duda manifestaban un espíritu de descontento por la forma como Dios había distribuido los dones. Los que no estaban en cargos destacados en la iglesia parecían estar disgustados porque pensaban que si no eran ministros o maestros no se les daba importancia.

Entonces Pablo presentó una ilustración efectiva -la del cuerpo humano- para desvanecer esas falsas ideas, destacando el absurdo que se produciría si todas las partes del cuerpo humano se fusionaran para convertirse en un solo miembro, como, por ejemplo, en ojo u oído.

Cuerpo. Para que las manos, los pies, los ojos, los oídos, etc., cumplan su debida función, deben estar unidos con el cuerpo. Ninguno puede funcionar- si se destruye esa unión. Si todo el vigor del cuerpo se concentrara en un miembro particular como el ojo, todas las otras partes sufrirían, y el ojo también llegaría a ser inútil. Pablo destaca así: que cualquier interferencia con el plan del Creador para el funcionamiento debido cuerpo, no es benéfica sino perjudicial en sus resultados.

20. Pero ahora. Hay paz y felicidad en la aceptación gozosa del plan de Dios para sus criaturas y su iglesia.

El cuerpo es uno solo. Unidad en la diversidad y diversidad en la unidad es la disposición o arreglo que produce los mejores tratados (ver Eze. 1:28; 10; 2JT 350; OE 504). La mano de Dios lo preside todo, e individualmente los cristianos pueden regocijarse de ser considerados dignos de una parte -aunque sea pequeña- en la grandiosa obra de llevar a una gloriosa terminación el plan de redención. 

21. No te necesito. Este versículo es un reproche para el orgullo de los que se creen mucho mejor dotados que otros. Se les hace ver que su vana fatuidad es la que les hace creer que se puede prescindir de los dones menores. Hay una dependencia mutua en los diversos departamentos de la vida de la iglesia para el debido funcionamiento del conjunto.

Los miembros de iglesia mejor dotados dependen de los menos favorecidos y éstos de aquéllos. Por eso no hay lugar para el orgullo ni el descontento en la iglesia. Cada parte del organismo tiene su función peculiar que cumplir, y el daño o atronamiento de una parte afecta la eficiencia de todas las otras. De la misma manera, la contribución del cargo aparentemente más insignificante en la iglesia, es importante para la eficaz operación y el desarrollo armonioso de toda la organización.

Los hermanos deben manifestar simpatía y amor mutuos, en lugar de orgullo y descontento. Los que parecen estar mejor capacitados, deben apreciar a sus hermanos menos favorecidos y hacerles saber que estiman lo que están haciendo a favor de la causa que es amada por todos los miembros del cuerpo de Cristo (ver 5T 279).

Recuerden todos los creyentes que el amor y la unidad que se ven entre los cristianos, son los medios que Dios ha dispuesto para informar al mundo que él envió a su Hijo a esta tierra (Juan 17:21).

22. Parecen más débiles. No se sabe a cuáles miembros del cuerpo se está refiriendo Pablo. Quizá sea una alusión a ciertas partes del cuerpo que por su estructura parecen más débiles que otras, y necesitan ser protegidas.

Necesarios. Una persona puede continuar viviendo si pierde una mano, una pierna, un ojo, una oreja, etc., pero no puede vivir sin el corazón, los pulmones o el cerebro. De modo que aunque estos órganos parecen ser más débiles y necesitan estar cubiertos para su protección, en realidad son de una importancia vital, y por lo tanto más útiles que los miembros aparentemente más fuertes como los brazos y las piernas.

23. Menos dignos. Pablo no identifica específicamente a estos miembros. Sin duda son los que normalmente están cubiertos por el vestido. La diferencia entre éstos y los "menos decorosos" parece ser de grado; los segundos se refieren a los órganos sexuales y de excreción. La costumbre es dejar la cara descubierta, sin el adorno de ninguna prenda de vestir, y lo mismo las manos; pero hay ciertas partes del cuerpo que el pudor, la decencia y la dignidad demandan que se cubran.

El origen de esta costumbre se encuentra en el relato de la caída del hombre. Antes de la entrada del pecado en la familia humana, nuestros primeros padres estaban cubiertos con un manto de gloria; pero el pecado hizo que ese manto desapareciera, y Adán y Eva procuraron cubrirse al ver su desnudez (Gén. 2:25; 3:7, 10-11; PP 25, 40). Dios espera que sus hijos se vistan adecuadamente y que los requisitos del pudor y de la pureza del cristiano se cumplan plena y seguramente.

Más dignamente. El rostro se deja al descubierto y se considera digno, pero otras partes del cuerpo son vestidas en forma atrayente. Esto parece enseñar que los miembros de iglesia menos favorecidos que otros con dones espirituales, no deben ser despreciados ni tratados como inferiores. Los menos dotados de la iglesia deben ser estimados y tratados con mayor consideración y cuidado, porque son indispensables para el conjunto del cuerpo.

24. No tienen necesidad. Es más clara la relación de la primera parte del vers. 24 con el vers. 23 en la traducción de la BJ: "Pues nuestras partes honestos no lo necesitan"; "mientras que los que de suyo son decentes no necesitan de más" (NC). El rostro, las manos, etc., quedan al descubierto, y esto no implica ninguna vergüenza ni deshonra. Los miembros de la iglesia que tienen mejores dones tampoco necesitan de tanta conducción e instrucción espiritual como los que no han sido tan favorecidos con dones.

Dios ordenó el cuerpo. Gr. sugkeránnumi, "juntar", "unir". Este vocablo se encuentra sólo aquí y en Heb. 4:2. Aquí puede significar juntar poniendo en orden. "Dios ha formado el cuerpo" (BJ); "Dios concertó el cuerpo" (BC). Dios ha hecho que una parte del cuerpo dependa de otra y sea necesaria para el debido funcionamiento de la otra. Todas funcionan, juntas en unidad armoniosa.

Más abundante honor. O sea que necesita más atención y cuidado. Una persona debe trabajar para adquirir las ropas indispensables para poder vestir adecuadamente esas partes.

25. Desavenencia. Gr. sjísma (ver com. cap. 1:10). Los diferentes talentos y dones que poseen los diversos miembros de la iglesia, no deben ser motivo para la formación de batidos dentro de la iglesia. No se debe hacer sentir a nadie que no es adecuado o necesario para estar en compañía de otros que tienen lo que podría considerarse como dones superiores. Aquí parece haber una referencia a las divisiones que se habían desarrollado en la iglesia de Corinto (cap. 1:10-12; 11:18).

Todas las partes del cuerpo humano son necesarias y dependen una de la otra. Ninguna parte debe ser considerada como inútil para el bienestar de todo el cuerpo. Lo mismo sucede en la iglesia. Ningún miembro, no importa cuán débil, ignorante o pequeño sea, debe ser considerado como innecesario o sin valor. Cada uno es en su lugar, y no es correcto pensar que los miembros pertenecen a diferentes cuerpos y que, por lo tanto, no pueden relacionarse entre sí.

Todos se preocupen. No importa qué parte del cuerpo humano esté afectada por el dolor o la enfermedad, los recursos y las energías de todo el organismo se concentran para aliviar ese dolor y restaurar el miembro lesionado a su estado normal. En el cuerpo espiritual cada miembro también debe interesarse en el bienestar de los otros, sin hacer acepción de personas ni de dones.

26. Padece. Cuando se lastima un miembro del cuerpo, padece todo el organismo debido a la relación vital entre el miembro lastimado y el resto del cuerpo. En la iglesia también debe haber una relación viviente tan íntima entre los miembros, que el sufrimiento de uno se comunique a la iglesia entera, y el interés y la ayuda activa de todos se encaucen para aliviar al miembro que padece.

Si uno está sufriendo pobreza, por ejemplo, la responsabilidad de la iglesia es aliviar ese sufrimiento atendiendo sus necesidades materiales. Si otro es perseguido por su fe, todo el conjunto de creyentes debe compartir su prueba y acompañarlo para darle toda la ayuda posible (ver Rom. 12:13, 15-16; Gál. 6:2; 2JT 493, 499, 507-510).

 La iglesia es una organización íntimamente entrelazada: debe verse en ella una unidad que se asemeje a la que existe entre los miembros de la Deidad (Juan 17:21,23; Rom. 12:4-5).

Cristo se identifica con los suyos, y cuando tino de ellos sufre, él siente el dolor (Mat. 25:40, 45; Hech. 9:5). 

Así como en el cuerpo físico el dolor que se siente por un pinchazo en un dedo se comunica a todo el organismo, de la misma manera el cuerpo espiritual es afectado cuando un dardo envenenado de Satanás atraviesa el corazón de un miembro. Todo el conjunto siente la deshonra por la apostasía del más pequeño de sus miembros.

Honra. La salud de un miembro del cuerpo se refleja en el bienestar de todo el organismo. Lo mismo pasa en la iglesia. El honor que recibe uno de sus miembros por los dones especiales que ha recibido es compartido por todos, pues todos se benefician con esos dones especiales.

27. Vosotros. El pronombre es enfático en griego. Pablo se estaba dirigiendo a los creyentes corintios, entre los cuales había algunos que habían causado divisiones en la iglesia, otros que no se habían desligado del todo de la idolatría, y otros más que habían caído en inmoralidad (cap. 1:10-11; 3:3; 5:1-2; 8-1). Debían esforzarse por ser miembros firmes y sanos, por hacer debidamente su parte en la obra de la iglesia. Debían ser Fieles y leales a Cristo y mutuamente, y no tener envidia de ninguno de los hermanos.

Cuerpo de Cristo. Cf. Efe. 1:22-23; 4:4,12,16; 5:23,30; Col. 1:18,24; 2:19; 3:15. 

Los miembros de la iglesia deben someterse a la voluntad de Cristo en todo así como todas las partes del cuerpo están dirigidas por la voluntad de la cabeza; y así como todos los miembros del cuerpo mantienen una conexión vital con la cabeza y los unos con los otros, así también los verdaderos creyentes mantienen entre sí la relación de miembros del mismo cuerpo, sometidos todos a la misma cabeza: Cristo.

En particular. Gr. ek mérous, literalmente "de parte", es decir, "individualmente" o "separadamente". ("Por su parte", BJ, BC.) La idea es que cada miembro individual tiene su; propia responsabilidad de servir a Dios en su propio lugar y de acuerdo con su propia función. Esto se amplía en los vers. 28-31, donde se describen las diversas funciones de los miembros individuales de la iglesia de acuerdo  con los diferentes dones impartidos por el Espíritu Santo.

28. Puso Dios. En el vers. 11 se presenta al Espíritu Santo dispensando los dones; aquí es Dios. Los miembros de la Divinidad actúan juntos, en unidad. Primeramente. Sin duda, primeros sólo en cuanto a tiempo (Mat. 10:1-8; DTG 257-258) sino también en jerarquía, como cargo más importante de la iglesia. 

Apóstoles. Es decir, "enviados". El término no debe limitarse a los doce. También otros fueron llamados apóstoles (ver 1 Cor. 15:7; Gál. 1:19). Las iglesias parecen haber estado bajo la jurisdicción general de los apóstoles.

Profetas. Ver com. vers. 10.

Maestros. Los dotados de una habilidad especial para exponer las Escrituras. Probablemente son los mismos que tienen "palabra de sabiduría", que saben cómo exponer los misterios del reino de Dios a las mentes inquisitivas (vers. 8).

La predicación y la enseñanza están estrechamente relacionadas; el predicador proclama la verdad en una forma que llega al corazón de los oyentes y los impulsa a la acción en favor de lo que han oído; el maestro toma la verdad, la analiza y sintetiza con tal claridad y lógica, que los que escuchan entienden verdaderamente el mensaje. De ese modo pueden dar razón de la esperanza que ha sido implantada en su corazón por el predicador. 

Milagros. El poder para hacer milagros era uno de los dones más espectaculares del Espíritu. 

Los milagros tuvieron un papel muy definido en el ministerio de Cristo en la tierra, y él dio a sus discípulos el poder de hacerlos (ver Mat. 10:8; DTG 316-317; PE 188-189). 

El plan del Señor era que sus seguidores tuvieran poder para hacer milagros a fin de avanzar su obra en la tierra (ver Mar. 16:15-18; DTG 762). Ver com. 1 Cor. 12:10.

Sanan. Ver com. vers. 9.

Ayudan. Gr. antíl'psis. Vocablo derivado de un verbo que significa literalmente "aferrarse de". En el NT sólo aparece aquí, pero es frecuente en los papiros, con la idea de "ayuda", "socorro". Por lo general se entiende que este don es la habilidad conferida a los que desempeñan la función de diáconos en la iglesia, especialmente cuando ese cargo demanda socorrer a los pobres y enfermos.

Esta es una obra a la que quizá no se le dé tanta publicidad como a otros dones, pero es, con todo, una importante fase de la vida de la iglesia. Visitar a los enfermos y prestarles una ayuda verdaderamente benévola y comprensiva, tanto en lo físico como en lo espiritual, es un poderoso medio para que los corazones se vuelvan hacia el Salvador. Sólo los que son guiados por el Espíritu pueden cuidar satisfactoriamente a los pobres y necesitados, aliviando sus necesidades materiales. Este es un ministerio sumamente fructífero (ver Isa. 58:7; 2JT 257, 519; OE 530-531; MC 105-106).

Administran. Gr. kubérn'sis, vocablo derivado de un verbo que significa "timonear", actuar como piloto", por lo tanto, "guiar", "gobernar". Kubérn'sis quizá se refiera a los dones de administración dentro de la iglesia.

Lenguas. Para una definición de este don ver com. cap. 14; Nota Adicional del cap. 14.

29. ¿Son todos apóstoles? La forma de la pregunta en griego pide una respuesta negativa. Los vers. 29-30 indican que Dios no confiere ningún don específico a todos los creyentes. Todos son concedidos de acuerdo con la necesidad de una situación particular a la que hace frente la iglesia en determinado tiempo y lugar. También debe tenerse en cuenta que los dones no son para la glorificación y el ensalzamiento del hombre, sino para que se cumplan los planes y propósitos de Dios, quien imparte esas facultades a sus hijos como a él le place, y no de acuerdo con las ideas y opiniones de los hombres (cf. vers. 4-5, 11).

No todos los creyentes de Corinto fueron hechos idóneos por el Espíritu Santo para cumplir los deberes de algún cargo específico de la iglesia como el de maestro o profeta, sino que el Espíritu Santo distribuyó los dones a los individuos que eligió para ciertos propósitos específicos. Esto debería eliminar de los que recibieron los dones todo orgullo y toda idea de superioridad sobre sus hermanos menos favorecidos.

30. Dones. Este versículo continúa el tema del vers. 29 (ver comentario respectivo).

31. Procurad. "Aspirad" (BJ, NC); "codiciad" (BC). Gr. zelóo "tener celo por". A los corintios se les amonestó a que continuaran rogando fervientemente al Señor para que derramara su Espíritu sobre ellos y les impartiera los dones más necesarios para la realización de su parte en la obra de Dios. La recepción inicial de tino o varios dones no es necesariamente la concesión final de ellos. Como se enseña en la parábola de los talentos (ver com. Mat. 25:14-30), la fidelidad en el deber puede hacer aumentar la recepción de dones.

Mejores. "Mayores"; "superiores" (BJ); "más excelentes" (BC). Los dones espirituales son impartidos por el Espíritu Santo para la edificación de la iglesia, con el propósito de que llegue a un estado de perfección y unidad en Cristo (ver Efe. 4:12-13). Los que sirven directamente al propósito principal de la iglesia -la predicación del Evangelio- y que contribuyen más a la edificación general (ver 1 Cor. 14:1), sin duda son considerados como los más importantes.

Un camino aún más excelente. Es decir, el camino del amor, que se describe en el cap. 13. (6CBA).

COMENTARIOS DE EGW

4-12. HAp 76. MÁS ADELANTE EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA PRIMITIVA, una vez constituidos en iglesias muchos grupos de creyentes en diversas partes del mundo, se perfeccionó aun más la organización a fin de mantener el orden y la acción concertada. Se exhortaba a cada uno de los miembros a que desempeñase bien su cometido, empleando útilmente los talentos que se le hubiesen confiado. Algunos estaban dotados por el Espíritu Santo con dones especiales: "Primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero doctores; luego facultades; luego dones de sanidades, ayudas, gobernaciones, géneros de lenguas." (1 Cor. 12:28.) 76 Pero todas estas clases de obreros tenían que trabajar concertadamente.

"Hay repartimiento de dones; mas el mismo Espíritu es. Y hay repartimiento de ministerios; mas el mismo Señor es. Y hay repartimiento de operaciones; mas el mismo Dios es el que obra todas las cosas en todos. Empero a cada uno le es dada manifestación del Espíritu para provecho. Porque a la verdad, a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu; a otro, operaciones de milagros; y a otro, profecía; y a otro, discreción de espíritus; y a otro, géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Mas todas estas cosas obra uno y el mismo Espíritu, repartiendo particularmente a cada uno como quiere. Porque de la manera que el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, empero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un cuerpo, así también Cristo." (1 Cor. 12: 4-12.)

SON SOLEMNES LAS RESPONSABILIDADES Que Descansan Sobre Aquellos Que Son Llamados A Actuar Como Dirigentes De La Iglesia De Dios En La Tierra. En los días de la teocracia, cuando Moisés estaba empeñado en llevar solo cargas tan gravosas que pronto lo agotarían bajo su peso, Jetro le aconsejó que planeara una sabia distribución de las responsabilidades. "Está tú por el pueblo delante de Dios ­ le aconsejó Jetro, ­ y somete tú los negocios a Dios. Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde anden, y lo que han de hacer." Jetro aconsejó además que se escogieran hombres para que actuaran como "caporales sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta y sobre diez." Estos habían de ser "varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia." Ellos habían de juzgar "al pueblo en todo tiempo," aliviando así a Moisés de la agotadora responsabilidad de prestar atención a muchos asuntos menores que podían ser tratados con sabiduría por ayudantes consagrados. 77

PVGM 262-263. Todos los hombres han sido comprados por este precio infinito. Al derramar todos los tesoros del cielo en este mundo, al darnos en Cristo todo el cielo, Dios ha comprado 262 la voluntad, los afectos, la mente, el alma de cada ser humano. Todos los hombres pertenecen a Dios, ya sean creyentes o incrédulos. Todos son llamados a servirle, y en el día del juicio se requerirá de todos que rindan cuenta de la forma en que hayan respondido a esa demanda. Sin embargo, no todos reconocen los derechos de Dios. En la parábola se presenta como sus siervos a los que profesan haber aceptado el servicio de Cristo.

Los seguidores de Cristo han sido redimidos para servir. Nuestro Señor enseña que el verdadero objeto de la vida es el ministerio. Cristo mismo fue obrero, y a todos sus seguidores les presenta la ley del servicio, el servicio a Dios y a sus semejantes. Aquí Cristo presenta al mundo un concepto más elevado acerca de la vida de lo que jamás ellos habían conocido.  Mediante una vida de servicio en favor de otros, el hombre se pone en íntima relación con Cristo. La ley del servicio viene a ser el eslabón que nos une a Dios y a nuestros semejantes.

Cristo confía "sus bienes" a sus siervos: algo que puedan usar para él. Da "a cada uno su obra".  Cada uno tiene su lugar en el plan eterno del cielo. Cada uno ha de trabajar en cooperación con Cristo para la salvación de las almas. Tan ciertamente como hay un lugar preparado para nosotros en las mansiones celestiales, hay un lugar designado en la tierra donde hemos de trabajar para Dios. 

LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO. Los talentos que Cristo confía a su iglesia representan especialmente las bendiciones y los dones impartidos por el Espíritu Santo.

"A éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro palabra de ciencia según el mismo Espíritu, a otro, fe por el mismo Espíritu, y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu; a otro, operaciones de milagros, y a otro, profecía, y a otro, discreción de espíritus; y a otro, género de lenguas; y a otro, interpretación 263 de lenguas. Mas todas estas cosas obra uno y el mismo Espíritu, repartiendo particularmente a cada uno como quiere".*1Cor. 12:8-11. Todos los hombres no reciben los mismos dones, pero se promete algún don del Espíritu a cada siervo del Maestro. Antes de dejar a sus discípulos, Cristo "sopló, y díjoles: Tomad el Espíritu Santo". Otra vez dijo: "He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros".*Juan 20:22; Lucas 24:49.

Sin embargo, este don no fue recibido en su plenitud hasta después de la ascensión. No fue recibido el derramamiento del Espíritu hasta que, mediante la fe y la oración, los discípulos se consagraron plenamente para efectuar la obra de Cristo. Entonces, en un sentido especial, los bienes del cielo fueron entregados a los seguidores de Cristo. "Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres".  "A cada uno de nosotros es dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo", y el Espíritu reparte "particularmente a cada uno como quiere".*Efesios 4:8,7; 1Cor. 12:11. Los dones ya son nuestros en Cristo, pero su posesión verdadera depende de nuestra recepción del Espíritu de Dios.

La promesa del Espíritu no se aprecia cómo se debiera. Su cumplimiento no se comprende cómo se podría. La ausencia del Espíritu es lo que hace tan impotente el ministerio evangélico. Se puede poseer sabiduría, talentos, elocuencia, todo don natural o adquirido; pero sin la presencia del Espíritu de Dios no se conmoverá a ningún corazón ni ningún pecador será ganado para Cristo. Por el otro lado, si están relacionados con Cristo, si los dones del Espíritu son suyos, los más pobres y los más ignorantes de sus discípulos tendrán un poder que hablará a los corazones. Dios los convierte en los instrumentos que ejercen la más elevada influencia en el universo.

DTG 763. LA PROMESA ES TAN ABARCANTE COMO EL MANDATO. No porque todos los dones hayan de ser impartidos a cada creyente. El Espíritu reparte "particularmente a cada uno como quiere." (1 Corintios 12:11).

PERO LOS DONES DEL ESPÍRITU SON PROMETIDOS a todo creyente conforme a su necesidad para la obra del Señor. La promesa es tan categórica y fidedigna ahora como en los días de los apóstoles. "Estas señales seguirán a los que creyeren." Tal es el privilegio de los hijos de Dios, y la fe debe echar mano de todo lo que puede tener como apoyo. "Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán."

ESTE MUNDO ES UN VASTO LAZARETOpero Cristo vino para sanar a los enfermos y proclamar liberación a los cautivos de Satanás. Él era en sí mismo la salud y la fuerza. Impartía vida a los enfermos, a los afligidos, a los poseídos de los demonios. No rechazaba a ninguno que viniese para recibir su poder sanador. Sabía que aquellos que le pedían ayuda habían atraído la enfermedad sobre sí mismos; sin embargo no se negaba a sanarlos. Y cuando la virtud de Cristo penetraba en estas pobres almas, quedaban convencidas de pecado, y muchos eran sanados de su enfermedad espiritual tanto como de sus dolencias físicas.

El Evangelio posee todavía el mismo poder, y ¿por qué no habríamos de presenciar hoy los mismos resultados?

CRISTO SIENTE LOS MALES DE TODO DOLIENTE. Cuando los malos espíritus desgarran un cuerpo humano, Cristo siente la maldición. Cuando la fiebre consume la corriente vital, él siente la agonía. Y está tan dispuesto a sanar a los enfermos ahora como cuando estaba personalmente en la tierra. Los siervos de Cristo son sus representantes, los conductos por los cuales ha de obrar. El desea ejercer por ellos su poder curativo. En las curaciones del Salvador hay lecciones para sus discípulos.

12-27. 7T 174. A medida que nos acercamos a la crisis final resulta de vital importancia que la armonía y la unidad re­inen entre las instituciones del Señor. El mundo no conoce más que tempestades, guerras y discordias. Sin embargo, las gentes se unirán bajo una misma dirección, la de la potencia papal, para oponerse a Dios en la persona de sus testigos. Esta unión es cimentada por el gran apóstata. Pero mientras trate de unir a sus agentes en la guerra contra la verdad, se esforzará por dividir y dispersar a los que la defien­den. Los celos, la maledicencia, la calumnia, surgen a instigación suya para producir discordia y disen­siones. Los miembros de la iglesia de Cristo tienen el poder de frustrar los planes del adversario de las almas.

En un tiempo como éste, no debieran estar en discordia unos con otros ni con ninguno de los obreros del Señor. En medio de la discordia general, haya un lugar donde reinen la armonía y la unidad, porque la Biblia es en él reconocida como guía de la vida. Comprenda el pueblo de Dios que le incum­be la responsabilidad de sostener las instituciones del Señor. Hermanos y hermanas, agradaréis al Señor si os empeñáis de todo corazón en ayudar a la imprenta con vuestras oraciones y vuestro dinero. Orad cada mañana y cada noche para que ella reciba las más ricas bendiciones de Dios.

No estimuléis las críticas ni las murmuraciones, ni dejéis escapar de vuestros la­bios una sola queja; recordad que los ángeles las oyen. Cada uno debe (175) ser inducido a comprender que estas instituciones nacieron por voluntad de Dios. Los que las denigren para servir a sus propios in­tereses deberán dar cuenta de ello a Dios. El Señor quiere que todo lo relacionado con su obra sea con­siderado como sagrado. Dios desea que oremos mucho más, y que hablemos mucho menos.

13-21. HAp 255. EL APÓSTOL ADVIERTE A LOS CORINTIOS: "Así que, el que piensa estar firme, mire no caiga." Si se vanagloriaban y confiaban en sí mismos, descuidando la vigilancia y la oración, caerían 255 en grave pecado, provocando la ira de Dios contra ellos. Sin embargo, Pablo no quería que se entregasen al desaliento. Les aseguró: "Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis llevar; antes dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis aguantar."

PABLO INSTÓ A SUS HERMANOS A PREGUNTAR qué influencia ejercerían sus palabras y hechos sobre los demás, y a no hacer nada, por inocente que fuera en sí mismo, que pareciera sancionar la idolatría u ofender los escrúpulos de los que fueran débiles en la fe. "Si pues coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios. Sed sin ofensa a Judíos, y a Gentiles, y a la iglesia de Dios."

LAS PALABRAS DE AMONESTACIÓN del apóstol a la iglesia de Corinto se aplican a todo tiempo, y convienen especialmente a nuestros días. Por idolatría, él no se refería solamente a la adoración de los ídolos, sino al servicio propio, al amor a la comodidad, a la complacencia de los apetitos y pasiones. Una mera profesión de fe en Cristo, un jactancioso conocimiento de la verdad, no hace cristiano a un hombre.

Una religión que trata solamente de agradar a los ojos, a los oídos o al gusto, o que sanciona la complacencia propia, no es la religión de Cristo.

MEDIANTE UNA COMPARACIÓN DE LA IGLESIA CON EL CUERPO HUMANO, el apóstol ilustra apropiadamente la estrecha y armoniosa relación que debiera existir entre todos los miembros de la iglesia de Cristo. "Por un Espíritu ­ escribió ­ somos todos bautizados en un cuerpo, ora Judíos o Griegos, ora siervos o libres; y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. Pues ni tampoco el cuerpo es un miembro, sino muchos. Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo: ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo: ¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como quiso. Que si todos fueran un 256 miembro, ¿dónde estuviera el cuerpo? Mas ahora muchos miembros son a la verdad, empero un cuerpo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te he menester: ni asimismo la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.... Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se interesen los unos por los otros. Por manera que si un miembro padece, todos los miembros a una se duelen, y si un miembro es honrado, todos los miembros a una se gozan. Pues vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros en parte."

14-21 2JT 526. LA OBRA MISIONERA MÉDICA Y EL MENSAJE DEL TERCER ÁNGEL. VEZ tras vez se me ha instruido en el sentido de que la obra misionera médica debe tener con la obra del tercer ángel la misma relación que tienen el brazo y la mano con el cuerpo.  Bajo la dirección de la Cabeza divina han de trabajar unánimemente en la preparación del camino para la venida de Cristo. El brazo derecho del cuerpo de la verdad debe estar constantemente activo, obrando de continuo, y Dios lo fortalecerá.  Sin embargo, no debe transformarse en el cuerpo entero. El cuerpo no debe decir al brazo: "No te necesito." El cuerpo necesita al brazo para hacer una obra activa y agresiva.  Ambos tienen su obra señalada, y cada uno sufrirá gran pérdida si obra independientemente del otro.

La obra de predicar el mensaje del tercer ángel no ha sido considerada por algunos como Dios quiere que lo sea. Ha sido tratada como una obra inferior, mientras que debiera ocupar un lugar importante entre los instrumentos humanos para la salvación del hombre. Es necesario llamar la atención de los hombres a las Escrituras como el agente más eficaz para la salvación de las almas, y el ministerio de la Palabra es la gran fuerza educativa que ha de producir este resultado. Los que desprecian el ministerio y procuran dirigir independientemente la obra misionera médica, están procurando separar el brazo del cuerpo. ¿Cuál sería el resultado si tuviesen éxito? Veríamos manos y brazos volando de aquí para allá, distribuyendo recursos sin la dirección de la cabeza. La obra llegaría a ser desproporcionado y desequilibrada. Lo que Dios destinó a ser mano y brazo tomaría el lugar de todo el cuerpo, y el ministerio seria empequeñecido o totalmente pasado por 527 alto. Esto desequilibraría las mentes y producirla confusión, y muchas porciones de la viña del Señor quedarían sin cultivo.

24-27 HAp 256. Y ENTONCES, CON PALABRAS que desde ese día han sido para hombres y mujeres una fuente de inspiración y aliento, Pablo expone la importancia del amor que deberían abrigar los seguidores de Cristo: "Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo caridad, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia; y si tuviese toda la fe, de tal manera que traspasase los montes, y no tengo caridad, nada soy.  Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer a pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo caridad, de nada me sirve."

POR MUY NOBLE que sea lo profesado por aquel cuyo corazón no está lleno del amor a Dios y a sus semejantes, no es verdadero discípulo de Cristo. Aunque posea gran fe y tenga poder aun para obrar milagros, sin amor su fe será inútil. Podrá desplegar gran liberalidad; pero si el motivo es otro que el amor genuino, aunque dé todos sus bienes para alimentar a los pobres, la acción no le merecerá el favor de Dios. En su celo podrá hasta afrontar el martirio, pero si no obra por amor, será considerado por Dios como engañado entusiasta o ambicioso hipócrita.

Ministerio Hno. Pio

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