domingo, septiembre 26, 2021

REFLEXIÓN 853. RELACIONES RECIENTES CON LA IGLESIA DE CORINTO: Explicación Del Cambio En Los Planes De Viaje Y Consejos Para Que El Ofensor Inmoral Se Volviera A Cristo. Ansiedad Por Tener Noticias De Corinto… (2CORINTIOS 2).

2 CORINTIOS 2

EXPLICACIÓN DEL CAMBIO EN LOS PLANES DE VIAJE: Vers. (1-4) Después de mostrar la razón por la cual no los había visitado.

CONSEJO PARA QUE EL OFENSOR INMORAL SE VOLVIERA A CRISTO: (5-9) les aconseja que perdonen y ayuden a la persona separada, (10-11) como él también la ha perdonado debido a su arrepentimiento.

ANSIEDAD POR TENER NOTICIAS DE CORINTO, Y GOZO POR HABERLAS RECIBIDO: (12-13) Declara por que viajó de Troas a Macedonia, y (14-17) del gran éxito que Dios le ha dado en la predicación del Evangelio en todas partes.

1 ESTO, pues, determiné para conmigo, no ir otra vez a vosotros con tristeza. 2 Porque si yo os contristo, ¿quién será luego el que me alegre, sino aquel a quien yo contristé?

3 Y esto mismo os escribí, para que cuando llegue no tenga tristeza de parte de aquellos de quienes me debiera gozar; confiando en vosotros todos que mi gozo es el de todos vosotros. 4 Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis contristados, sino para que supieseis cuán grande es el amor que os tengo.

5 Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros. 6 Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; 7 así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza.

8 Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él. 9 Porque también para este fin os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois obedientes en todo. 10 Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, 11 para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.

12 Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor, 13 no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito; así, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.

14 Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. 15 Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; 16 a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? 17 Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo. (2 Corintios 2).

1. Otra vez. En el griego no es claro si esta expresión se relaciona con el sustantivo "tristeza" o con el verbo "ir". La última parte del vers. 1 dice en griego: "Decidí no otra vez en tristeza a vosotros venir". Si "otra vez" corresponde con "tristeza", el significado es: "No os haría una segunda visita penosa".

Según esta interpretación, Pablo ya había hecho una triste visita a la iglesia de Corinto después de su primera visita de Hech. 18:1-18. Si "otra vez" se relaciona con "ir", el significado es: "No deseo que mi segunda visita a vosotros sea penosa". Según esta interpretación, Pablo no había ido a Corinto desde su primera visita.

En favor de la opinión de que hubo dos visitas previas, la segunda de las cuales tal vez fue hecha "con tristeza", por lo general se cita 2 Cor. 12:14; 13:1; sin embargo, la construcción de esos pasajes en griego no es concluyente.

En favor de que sólo hubo una visita previa, podría notarse que ni Lucas ni Pablo mencionan o hacen una clara alusión a una segunda visita previa. 

 No hubo nada triste -en el sentido que se le da aquí- en la visita de Hech. 18:1-18; y los otros pasajes (Hech. 19:8,10; 20:31) son bastante definidos en cuanto a que no hubo interrupción en el ministerio de Éfeso -la única vez durante la cual podría haberse hecho una segunda visita- para un viaje a Corinto. Si hubiese habido una visita tal, parecería lógico esperar, por lo menos, una mención breve y clara de ella en Hechos o Corintios.

En 2 Cor. 1:19 Pablo habla de su primera visita a Corinto como si no hubiera estado allí desde ese tiempo. En el vers. 15 menciona una visita que desde entonces quiso hacer -pero que parece haber pospuesto- como una segunda gracia.

En este pasaje (cap. 2:1-4) Pablo continúa la explicación que comenzó (cap. 1:15) en cuanto a su decisión de no ir directamente de Éfeso a Corinto.  Los corintios podrían haberse imaginado que Pablo procuraba enseñorearse de ellos (ver com, cap. 1:24), pero todo ese tiempo estuvo apesadumbrado por los pecados de ellos y por su frialdad hacia él. El único pensamiento del apóstol era el bienestar de los corintios, como individuos y como iglesia.

2. Si yo os contristo. Pablo estaba apenado por los males que abundaban en la iglesia, y sin duda su carta anterior de reproche había entristecido a los miembros de corazón sincero, pero había disgustado a otros (cf. cap. 10:9-10). En tales circunstancias una segunda visita habría sido penosa para él y para ellos, y se hubieran comunicado mutuamente su tristeza. Pero si su carta cumplía su primer propósito, otra visita iba a resultar mutuamente gozosa.

3. Esto mismo. Gr. tóuto autó, que podría traducirse como "esta misma cosa", también, "por esta misma razón". Pablo había escrito esa carta previa de reproche y admonición con la esperanza de que la misma podría efectuar una reforma (ver com. vers. 2).

Os escribí. Quizá Pablo se refiere a 1 Corintios, aunque tal vez a la carta mencionada en 1 Cor. 5:9. No son convincentes las razones por las que se afirma que el contexto de este pasaje (2 Cor. 2:3-4) y el del cap. 7:8-12 eliminan la posibilidad de que haya una referencia a 1 Corintios (ver p. 818; 1 Cor. 3 a 6).

Me debiera gozar. El gozo supremo de Pablo era ver que hombres y mujeres experimentaran el nuevo nacimiento y crecieran en Cristo. Su gozo dependía del estado de la salud espiritual de ellos. No podía sentirse feliz mientras estuvieran débiles o abatidos. La obra del ministerio evangélico es proporcionar gozo y no pesar. Cristo deseaba que su propio gozo se reflejara en los corazones y en las vidas de sus discípulos (Juan 17:13).

En vosotros todos. Pablo creía que lo que le proporcionaba gozo a él también lo proporcionaría a ellos.

4. Angustia. Gr. sunoj', "pena", "angustia"; literalmente, "un mantener juntos", es decir un estado de tensión.  La idea es que el corazón parece estar bajo una gran presión que produce dolor.

Os escribí. Ver com. vers. 3.

Muchas lágrimas. Pablo había reprendido duramente a los corintios y había aplicado una severa disciplina, no con ira sino con dolor. Cristo lloraba debido al intenso anhelo que sentía por los suyos (Mat. 23:37-38). La reprensión que tiene el propósito de rescatar al descarriado nunca debe hacerse con aspereza o con una actitud despótico, sino con gran ternura y compasión. Pablo estaba movido por un valor sin límites ante el peligro, la persecución y la muerte; pero lloraba cuando se sentía obligado a censurar a sus hermanos en Cristo (Hech. 20:31; Fil. 3:18).

El éxito en el trato con los pecadores no se logra mediante duras censuras, usando de mofa o sarcasmo, o divulgando sus pecados. Lo que esas ásperas armas no pueden lograr quizá pueda alcanzarse con afectuoso interés, con muchas lágrimas. 

El desventurado espectáculo de un miembro de iglesia que cae en el pecado, despierta angustia y congoja en cada verdadero seguidor de Cristo. Un interés piadoso y un amor semejante al de Cristo unen a la iglesia e impiden diferencias de opiniones en cuanto a los que son disciplinados. El ministerio necesita hombres que no disimulen o excusen el pecado, ni rehuyan reprender el mal (cf. Eze. 9:4). Son hombres que a medida que se ocupan valientemente del mal en la iglesia, están apremiados por el amor de Cristo (2 Cor. 5:14). En un sentido especial son reparadores "de portillos" y restauradores "de calzadas para habitar" (Isa. 58:12; cf Heb. 13:7,17).

Pasar por alto el pecado no es nunca una demostración de amor. El amor a veces necesita ser severo. El amor en la iglesia no significa demostrar compasión y paciencia con los obstinados en perjuicio de la integridad de la iglesia o la seguridad de los otros miembros. Considerar el amor como algo que siempre es necesariamente suave, es identificarlo con debilidad y falta de iniciativa, de vigor y de valor.

El amor del ministro por sus feligreses significa más que un sentimiento de tierna emoción por ellos; significa también una continua actitud de preocupación por su bienestar, gozo en su crecimiento espiritual, pesar por sus pecados, un liderazgo vigoroso y firme, y valor a toda prueba cuando el enemigo de las almas procura esparcir la grey. Pablo, como ministro del Evangelio eterno, estaba preparado para pasar por cualquier clase de sufrimientos, aun hasta el sacrificio de su vida por la salvación de otros. En su amor no había nada de debilidad o blanda condescendencia.

Ni Jesús ni Pablo cubrieron su amor con un sentimentalismo enfermizo. Ambos revelaban continuamente capacidad para vencer en nobles y difíciles propósitos, y demostraban que tenían vigor para vencer el mal en cualquier forma en que se presentara para atacar a la iglesia. Ver com. Mat. 5:43-44.

Supieseis . . . el amor. El propósito de Pablo al escribir no era causar dolor, sino expresar, de ser posible, el ardiente amor que lo guiaba en todas sus relaciones con los corintios (ver com. cap. 5:14). Si primero podían comprender que todo lo que él decía era pronunciado con amor, tanto mejor podrían aprovechar el mensaje.

5. Causado tristeza. Hay diversidad de opiniones en cuanto a si Pablo se refiere aquí a la persona incestuoso de 1 Cor. 5:1, o al cabecilla de los que se oponían al apóstol. No son concluyentes las razones en que se apoyan ambas suposiciones. Sin embargo, debido a que no hay una referencia específica en las Escrituras al cabecilla -como la hay a la persona incestuosa-, este Comentario se inclinara a creer que Pablo se refiere al incestuoso.

Parece que desde la primera epístola este caso de inmoralidad había sido el problema más agudo en la iglesia corintia. La situación se había agravado porque se había tolerado abiertamente al ofensor, y porque por un tiempo y obstinadamente nadie quiso ocuparse eficazmente de él. Sin embargo, este pasa e (2 Cor. 2:5-11) revela que para entonces la iglesia había obrado de acuerdo con las instrucciones de Pablo apartando de su seno al culpable. Este proceder evidentemente había llevado al ofensor a un genuino arrepentimiento, por lo cual Pablo aconseja que sea restaurado y reintegrado a la iglesia.

El método de Pablo para tratar a un miembro extraviado proporciona un magnífico ejemplo para los casos similares en todo tiempo y lugar. La firmeza de Pablo y su severidad con ese hombre mientras permanecía en el pecado, fueron sustituidas por una gran ternura una vez que se arrepintió. Entonces Pablo procuró mitigar el peso de culpabilidad y condenación del hombre arrepentido, y trató de que recuperara el favor de sus hermanos en Cristo. Ni una sola vez lo menciona por nombre, aunque repetidas veces se refiere a él (vers. 7). No hay una innecesaria repetición de los pecados del culpable, lo que heriría sus sentimientos. Su nombre lo conoce hoy sólo Dios.

Este es el espíritu y el método de Cristo al tratar con casos semejantes.

 (ver Juan 8:10-11; com. Mat. 18:1-35). 

¡Cuán diferente de aquellos casos en que se propagan los nombres de los pecadores y así se abruma con deshonra y dolor innecesario! Cuando hay genuino arrepentimiento debe darse por terminada la dificultad sin más referencias al episodio, y aceptarse de todo corazón a la persona perdonada.

No me la ha causado a mí. Ningún motivo personal había estado implicado en las severas medidas recomendadas por Pablo. Su tristeza se debía al dolor y a la vergüenza que había sufrido la iglesia.

Sino en cierto modo. La última parte del versículo podría traducirse así: "Sino en cierta medida a todos vosotros, para que yo no sea demasiado severo [para con el pecador arrepentido]". El pecado no era tanto contra Pablo como contra toda la iglesia de Corinto.

Exagerar. Gr. epibaréÇ, poner una carga encima. Ahora que el caso había quedado resuelto, deliberadamente Pablo evitaba herir al pecador dando la apariencia de que exageraba la ofensa.

6. Le basta. El propósito de la disciplina de la iglesia había sido logrado: el culpable se había arrepentido, y había llegado el momento de que recuperara la confianza y la comunión de sus hermanos. La disciplina cristiana es una obra de amor, no de venganza. Su propósito no es desquitarse, sino restaurar. Deben mantenerse en alto los mandamientos de Dios y el orden de la iglesia. Se debe proteger a los otros miembros de la iglesia así como el buen nombre de ella, pero hasta donde sea posible también se debe inducir al pecador al arrepentimiento. Debe servir como una advertencia para otros posibles transgresores y como un medio para que no se repita la falta.

Reprensión. O "castigo" (BJ), lo que implica una merecida sanción.

Por muchos. Es decir, por la mayoría. La iglesia había llevado a cabo la recomendación de Pablo en este caso, pero la decisión no había sido unánime. La minoría opuesta sin duda incluía a algunos que tendían a ser más liberales en asuntos morales, a miembros del bando judaizante y a unos pocos que se sintieron agraviados porque Pablo intervenía en el caso.

Todos ellos desafiabais la autoridad del apóstol o ponían objeciones a un castigo tan severo. La disciplina que corrige, en contraste con la disciplina punitiva, requiere paciencia y comprensión. En este caso se había convertido en responsabilidad de toda la iglesia (ver 1 Cor. 12:20-27). Pablo podría haber tomado la oposición de la minoría disidente como una ofensa personal y haber respondido a sus calumnias y críticas con un espíritu de amargura y venganza pero no lo hizo.

7. Así que, al contrario. Después de que el cirujano hace la incisión y cumple con su deber, sutura la herida y procura que el paciente recobre la salud. El pecador de Corinto se había visto privado del compañerismo cristiano de la mayoría de los miembros de la iglesia; pero una vez que se arrepintió, una medida disciplinaria posterior habría tenido un carácter de venganza y de castigo que lo hubiera impulsado a desanimarse y a actuar en contra de su lealtad a sus nuevos propósitos.

Consolarle. El perdón no era suficiente. La iglesia debía recibir a este pecador que volvía al redil como Dios acepta al pecador arrepentido. La falta debe ser perdonada y olvidada. El deber de la iglesia es tratar con bondad a todo el que verdaderamente se ha arrepentido (ver com. Luc. 15:7; Efe. 4:32).

Consumido. O "abrumado", como si se estuviera ahogando. "Hundido" (BJ); "devorado" (BC). Una desgracia o un dolor excesivos con frecuencia se comparan con una inundación (Sal. 69:1; 124:2-5; Isa. 8:7-8). Solemos hablar de que estarnos abrumados de dolor o que el pesar nos sofoca. Pablo estaba genuinamente preocupado por el alma del arrepentido. Los miembros de la iglesia no debían manifestarle rechazo prolongado ni desdén, para que el dolor excesivo no lo abrumara e impulsara a volver al pecado.

8. Confirméis. Gr. kuróÇ, "ratificar", "confirmar", "reafirmar" (cf Gál. 3:15). Era un término legal usado para dar validez a un convenio. Aquí significa ratificar o confirmar mediante un decreto o acuerdo de la iglesia (ver com, Mat. 18:18). Esta, mediante una acción tomada en conjunto, debía revocar su acuerdo anterior y recibir de nuevo a ese hombre en su seno. La medida disciplinaría se había cumplido mediante un acuerdo formal de parte de la iglesia, y el regreso del pecador arrepentido a la feligresía no debía ser menos público y oficial. El hombre debía tener la plena seguridad del apoyo moral de sus hermanos de la iglesia. De ese modo no podría levantarse en el futuro ninguna duda en cuanto a la validez de su retorno a la comunión de la iglesia.

9. Os escribí. Ver com. vers. 3.

La prueba. Otra razón para que Pablo diera instrucciones acerca de ese pecador en su epístola anterior, era su deseo de poner a prueba la obediencia y lealtad de los miembros de iglesia. Los acontecimientos habían demostrado que eran leales. Habían estado a la altura de la prueba al tratar fielmente con el pecado en la iglesia; sin embargo, esa prueba no significaba tanto obediencia a la autoridad de Pablo Como a la de Cristo. se sometían a Pablo como apóstol, un representante directo de Jesucristo, a uno de quien dijo el Señor: "El que a vosotros oye, a mí me oye" (Luc. 10:16).

10. Al que vosotros perdonáis. Debido a que la iglesia corintia había demostrado plenamente su lealtad a los principios, Pablo se une ahora con sus miembros en el voto de confianza propuesto. Reconoce plenamente la autoridad de la iglesia, que depende de Cristo, para tratar con sus propios problemas (ver Mat. 16:19; 18:17-18; Juan 20:23). Cristo ha delegado autoridad a la iglesia en su conjunto, cuando actúa bajo la dirección y la presidencia, por así decirlo, del Espíritu Santo.

Varios eruditos han notado que éste es el único caso específico registrado en el NT en el que se ve en función la autoridad eclesiástica de retener y remitir pecados, y que aquí ese poder es ejercido por Pablo y no por Pedro. Este poder fue dado por Cristo a los apóstoles colectivamente y como representantes de la iglesia cristiana (Juan 20:23).

Presencia de Cristo. No hay ninguna base para llegar a la conclusión de que el apóstol o la iglesia tenían poder para liberar al hombre de la responsabilidad de su pecado ante Dios. Sólo Dios podía hacerlo (Mar. 2:7-11). si se había arrepentido sinceramente, Dios ya lo había perdonado de acuerdo con su promesa en Jer. 31:34, 1Juan 1:9. El voto de Pablo en favor del perdón era sólo el reconocimiento humano de que Dios ya lo había perdonado (ver com. Mat. 16:19). Dios ha autorizado a sus representantes en la tierra para asegurar el perdón del cielo a toda alma arrepentida.

11. Para que Satanás no gane. Pablo había instruido a los corintios a que entregaran al pecador "a Satanás" (1 Cor. 5:4-5) con el propósito de que finalmente se salvara.  Pero si la iglesia no perdonaba ni recibía de nuevo en su seno al pecador arrepentido, Satanás todavía podría salir ganando. Sale ganando no sólo cuando induce a la gente al pecado, sino también cuando no perdonamos a os arrepentidos.

Maquinaciones. O "propósitos" (BJ, NC). Satanás procura contrariamente dañar y destruir las almas. Sus ardides se dirigen especialmente contra la iglesia y contra los que quieren seguir a Cristo. A veces triunfa pervirtiendo aun los mejores y más puros planes y esfuerzos de las personas y de la iglesia Cuando se pierde de vista la salvación del individuo, los corazones se amargan o caen en la desesperación y la iglesia es perjudicada por luchas y divisiones.

Las trampas de Satanás funcionan cuando hay un celo apresurado y extraviado en los miembros de iglesia, cuando hay pretensiones ásperas y rígidas de perfección, cuando hay un espíritu crítico y duro, cuando aparece una fría indiferencia ante la suerte de los hombres, cuando se diezman la menta, el eneldo y el comino, pero se pasa por alto lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe (Mat. 23:23). Entonces el carácter de Dios es calumniado e incomprendido; se deshonra su causa y se perjudica gravemente el nombre de la iglesia.

En el caso del hermano que peca, el cristiano no trata simplemente con un error de juicio y de conducta, sino con un enemigo personal (ver com. Mat. 4:1). Un demonio fue el que tentó a nuestro Señor en el desierto (Mat. 4:1-11).

Pablo había sido abofeteado Por "un mensajero de Satanás" (2 Cor. 12:7), y sabía por experiencia propia la clase de adversario que tenía que enfrentar. Reconocía al diablo por lo que es. Su clara percepción espiritual penetraba el disfraz usado por Satanás, y lo venció con la espada del Espíritu, la Palabra de Dios (Efe. 6:16-17; 1 Juan 2:14). La victoria sobre nuestro adversario se conquista siguiendo el consejo de vestirnos "de toda la armadura de Dios, para que" podamos "estar firmes contra las asechanzas del diablo" (Ele. 6:11). Compárese con CS 570.

12. Llegué a Troas. Los vers. 12 y 13 revelan el profundo afecto personal de Pablo por los creyentes corintios y su interés inalterable en el bienestar de ellos. Había enviado a Tito a Corinto evidentemente para que trabajara en favor de la restauración de la armonía entre los corintios, y para que le llevara un informe completo de cómo habían recibido su carta de amonestación (cf. HAp 260).

Parece que habían convenido en encontrarse en Troas, pero sin duda Tito no había podido cumplir con esa cita. Pablo fue abrumado por la ansiedad al imaginarse que lo que temía en cuanto a la iglesia de Corinto se había cumplido. Esta condición mental le impidió trabajar con eficacia en Troas. Acerca de la ciudad de Troas y la visita previa de Pablo a ella, ver coro. Hech. 16:8-11. Pablo visitó de nuevo a Troas al regresar de Corinto en viaje a Jerusalén (Hech. 20; 6-12), y también después de haber sido liberado de su primer encarcelamiento en Roma (ver com. 2 Tim. 4:13).

El evangelio de Cristo. Es decir, el Evangelio que proviene de Cristo. Al salir de Efeso, Pablo había intentado dedicar mucho tiempo a la obra de evangelización en Troas.

Puerta. Es evidente que la predicación de Pablo en Troas obtuvo una pronta respuesta.  El símbolo de una puerta para representar una oportunidad también aparece en 1 Cor. 16:9 (ver com. Apoc. 3:8). 

La divina providencia había abierto muchas puertas para Pablo, incluso la puerta para escapar de la muerte (ver 2 Cor. 1:8-10).

Pablo veía la mano de Dios en la luz y en la oscuridad, cuando había buen tiempo y durante la tormenta. Vio inclusive la mano de Dios que transformaba para su buen propósito el "aguijón" de su "carne" (cap. 12:7). El cristiano siempre debe estar alerta a fin de distinguir las providencias de Dios en su camino; para ello ha de velar con fervor, esperar con paciencia, obedecer prontamente y regocijarse con agradecimiento.

13. No tuve reposo. La preocupación de Pablo continuó hasta que finalmente se encontró con Tito en Macedonia. Tan abrumadora era su ansiedad, que no pudo detenerse para predicar en Troas, a pesar de que las perspectivas eran brillantes. Esto demuestra el intenso interés personal que Pablo tenía en sus conversos. No se registra otro caso en que Pablo se hubiera alejado de una puerta abierta. El obrero que tiene más éxito para el Señor no siempre está por encima de profundas emociones que pueden perturbarle e imposibilitarle para continuar su obra durante un tiempo. Mientras la obra en Corinto sufriera una crisis, Pablo no podía ni reposar ni concentrar sus facultades en otras actividades.

Para Macedonia. Macedonia quedaba en el camino a Corinto, y Pablo podía esperar encontrarse allí con Tito antes que en Troas.

14. A Dios gracias. La ansiedad incontenible de Pablo es sustituida por un gozo exuberante cuando llega a Macedonia y se encuentra con Tito. Comienza aquí Pablo una larga exposición de los motivos y del poder espiritual del ministerio evangélico, tal como se ejemplificaban en su propia vida. Este es el tema de su carta hasta el cap. 7:4. Ningún pasaje de las Escrituras presenta una descripción tan ferviente y apasionada de las experiencias más íntimas de un verdadero embajador de Cristo (cf. cap. 5:20).

Nos lleva . . . en triunfo. Gr. thriambéuÇ, "triunfar", es decir, celebrar un triunfo o presidir en una procesión triunfal. Este es el sentido con que Pablo usa este verbo en Col. 2:15 y el que siempre se le da en los papiros. Su traducción es, pues, correcta: "nos lleva siempre en triunfo".

Pablo y sus colaboradores no son los que triunfan, sino que ellos, como cautivos del Señor Jesucristo, son conducidos por él en una procesión triunfal a medida que van por el mundo proclamando el Evangelio como ejemplos vivientes del triunfo de Cristo sobre las potestades de las tinieblas (Col. 2:15).

ThriambéuÇ se relaciona con thríambos, un himno que se cantaba en los desfiles con que se celebraban las grandes victorias militares. El famoso "triunfo romano" era conferido por el senado de Roma a los generales triunfantes para celebrar alguna victoria o campaña militar de renombre. El general victorioso recibía la bienvenida de los funcionarios gubernamentales en las puertas de la ciudad imperial, donde comenzaba la marcha triunfal.

Primero venían los senadores, precedidos por un conjunto de magistrados; después de los senadores desfilaban los trompeteros que anunciaban que se aproximaba el vencedor; luego seguía una larga procesión de carrozas cargadas con los despojos de la guerra, de los cuales se exhibían especialmente los artículos de gran valor, exotismo o belleza. También había toros y bueyes blancos destinados al sacrificio, y aquí y allá los portadores de incienso agitaban sus insensatos para perfumar el ambiente.

Con frecuencia aparecían en el desfile leones, tigres, elefantes y otros extraños animales de los países conquistados. A continuación marchaban los reyes, príncipes o generales cautivos y un largo desfile de prisioneros de menor jerarquía, atados y engrillados.

Por último venía el gran vencedor de pie en una espléndida carroza. Sobre la cabeza llevaba una corona de laureles o de oro. En una mano sostenía una rama de laurel, emblema de la victoria, y en la otra su bastón de mando en serial de autoridad. Detrás de él marchaban muchos de los que habían combatido bajo sus órdenes -oficiales, jinetes, soldados-, cada uno sosteniendo en alto una lanza adornada con ramas de laurel. El desfile continuaba a través de las calles atestadas, a lo largo de la Vía Sacra, pasando por el arco del triunfo, y llegando a la colina del Capitolio. Allí se detenía, y algunos de los cautivos eran ejecutados a sangre fría o encarcelados para esperar la muerte en el Coliseo. Otros, considerados dignos de perdón, eran liberados. Se ofrecían sacrificios de animales a los dioses Romanos, y comenzaba el festín triunfal.

Pablo describe a Cristo como a un gran vencedor que precede a los vencidos en un desfile triunfal. Si bien se esperaría que el apóstol, sus colaboradores y todos los que fueron ganados para Cristo por ellos fueran los soldados del general victorioso, según el griego son los cautivos del gran desfile triunfal de Dios. Esto parecería ser una paradoja. Pablo no habla de sí mismo como del comandante vencedor del ejército de Dios, sino da a Dios toda la gloria.

Para Pablo el ser conducido en triunfo como un trofeo de la gracia divina, concuerda con su acostumbrada actitud y sus sentimientos (1 Cor. 4:9-10; 2 Cor. 4:10: 11:23; Col. 1:24). 

Aquí destaca cómo Dios lo usó en su exitoso evangelismo. Dios está llevándolo al triunfo, así como a sus colaboradores.

El Evangelio estaba ganando victorias y triunfos por doquiera, como los que habían sido obtenidos en la iglesia corintia. Todos los verdaderos cristianos son esclavos de Dios (Rom. 6:16), trofeos de la victoriosa campaña del Redentor contra el pecado.

Ver a Pablo como a un cautivo encadenado a la carroza de Cristo, era ver lo que Cristo podía hacer por los malvados. Dios lo estaba conduciendo por el mundo a través de altibajos, como un empleo del poder vencedor divino y de su gracia incomparable.

La victoria más la victoria sobre el pecado mediante el poder de Cristo. El que vence a los enemigos espirituales y morales del alma, logra un triunfo mucho más grandioso que el que vence a un ejército enemigo en el campo de batalla (cf.  Prov. 16:32).

En todo lugar. Es decir, dondequiera Pablo había estado. Menos de 35 años después de la crucifixión, el Evangelio había sido extensamente predicado por todo el mundo mediterráneo (Hech. 19:10, 26- 27; Rom. 1:8; 15:18-19).

Olor. "Buen olor" (BJ); "fragancia" (BC); "aroma" (NC).  Es decir, la fragancia esparcida por los portadores de incienso a lo largo de la ruta del desfile. Nubes de incienso se elevaban de los altares que estaban a lo largo del camino, de los incensarios y de los templos abiertos. Toda la ciudad se llenaba con el humo de los sacrificios y la fragancia de las flores y del incienso. Pablo se ve a sí mismo como un portador de incienso en el desfile triunfal de Cristo.

Conocimiento. En el texto griego este vocablo está en aposición de "olor". De ese modo el conocimiento de Cristo se convierte en la fragancia de la cual habla Pablo. Por medio del ministerio de Pablo y el de sus colaboradores y de Injusticia de Cristo manifestada en las vidas de sus seguidores, ese olor espiritual se hacía sentir en todo lugar, en la iglesia de Corinto y, en realidad, en toda Acaya.

15. Grato olor. Gr. euÇdía, vocablo formado de dos palabras que significan "buen" y "olor". EuÇdía se usa para personas o cosas que agradan a Dios (Efe. 5:2; Fil. 4:18). En la LXX se usa para el incienso del tabernáculo (Exo. 29:18; Lev. 1:9; 2:2; etc.).

Pablo todavía está pensando en el aroma del incienso en las calles de Roma durante un desfile triunfal; pero la figura cambia un poco, En 2 Cor 2:14 el olor representa el conocimiento de Dios, difundido mediante representantes humanos.

En el vers. 15 Pablo y sus colaboradores constituyen el aroma de Cristo. Cristo es el medio principal a través del cual Dios difunde el conocimiento que viene de lo alto. Pablo y sus colaboradores son el medio secundario, los cuales se vuelven u no con Cristo, el cual vive en ellos (Gál. 2:20) y manifiesta por medio de ellos la fragancia de las cosas espirituales.

Los que se salvan. Mejor "los que están siendo salvados". Los que son salvados lo son por la gracia de Cristo; los que se pierden son personalmente responsables por su propia perdición.

Volvamos a la figura del triunfo romano. Algunos de los que marchaban en el desfile estaban en camino a ser ejecutados, otros a ser liberados o a triunfar.  Ambos grupos respiraban el perfume mientras marchaban. Para unos era el recordativo de la muerte; para los otros, de la vida. Así sucede también con el Evangelio. Para los que lo aceptan se convierte en una garantía de un futuro feliz; pero para los que lo rechazan, en una advertencia de muerte.

La predicación del Evangelio nunca deja a un hombre en el mismo estado en que lo encontró: o lo conduce a la vida eterna, o lo endurece de modo tal que rechaza esa vida (ver com. vers. 16). Subyuga o endurece, separa o reconcilia. El Evangelio no cambia, siempre es el "poder de Dios para salvación" (Rom. 1:16); pero los que lo rechazan son condenados por él (ver com. Mat. 7:21-27; Mar 16:16; Juan 3:17-21). El que vino para ser la piedra angular de las vidas de los hombres, se convierte en una "piedra de tropiezo" para los que lo rechazan (1 Ped. 2:8).

16. A éstos. Cristo es vida o muerte para los hombres cuando lo aceptan o lo rechazan.  Y así es inevitablemente porque él es la única y exclusiva fuente de vida. Una vez que el hombre se ha enfrentado con la verdad tal como es en Cristo, le es imposible dejar de hacer una decisión. Este contraste entre el efecto salvador que debe ejercer el Evangelio y su efecto opuesto de condenación, es presentado con frecuencia en el NT (Juan 3:19; 15:22; 1 Cor. 1:18, 23-24).

El sol, que imparte vida a un árbol plantado en buena tierra, lo descompone y destruye si es arrancado y queda expuesto en la superficie del terreno. La luz del sol derrite la cera, pero endurece la arcilla. La diferencia está en las sustancias. Así también sucede con los corazones humanos, algunos son ablandados, otros endurecidos: todo depende de la respuesta individual al Evangelio.

¿Quién es suficiente? Es obvia la respuesta negativa a esta pregunta. Pablo comprende la solemnidad de la responsabilidad que recae sobre él por la salvación de los hombres. Este sentido de responsabilidad era un factor importante para el éxito del apóstol. Esto fue lo que hizo que se sintiera tan profundamente preocupado por la situación en Corinto (ver com. vers. 13). Un sentimiento de preocupación tal emana de un profundo sentido de la importancia de la obra y del valor de las almas. El ministro que verdaderamente cree en las verdades de la Palabra de Dios -particularmente las que se refieren a la proximidad del fin del tiempo-, no puede ser indiferente para con los hombres y las mujeres que se pierden.

El ministro del Evangelio es responsable por la forma como vive, por lo que predica y por la fiel presentación de su mensaje. La responsabilidad de ser embajador de Dios sobrepasa cualquier otra vocación. El embajador de Cristo puede esperar ser "suficiente" para estas cosas, sólo cuando es un templo viviente del mensaje que predica, sólo si vive continuamente relacionado con Aquel a quien representa.

17. Muchos. Gr. "los muchos", es decir los adversarios de Pablo. Sin duda una gran cantidad de miembros de la iglesia de Corinto habían llegado a la conclusión de que "la mayoría" (BJ) no podía estar equivocada. Para ellos la única pregunta importante era: ¿Cuál es el lado de la mayoría?

Que medran. "Comerciantes", "mercachifles", "traficantes". "Que negocian" (BJ); "que trafican" (NC). Esta palabra siempre se usa en sentido despectivo.  Se usaba, por ejemplo, para un revendedor de vino o vinatero, que adulteraba el vino añadiéndole agua o haciendo una mezcla de calidad inferior para aumentar su ganancia. También llegó a usarse en un sentido intelectual. Platón la usaba para los filósofos que, según él, adulteraban la verdadera filosofía.

Pablo ahora habla de los que adulteran la Palabra de Dios o la usan engañosamente. La mayoría en Corinto eran como fraudulentos taberneros e inescrupulosos revendedores de vino, que propagaban un Evangelio corrompido con teorías y tradiciones humanas. Según Apoc. 17:2, la iglesia apóstata hace que los habitantes de la tierra beban el vino de su fornicación, que es el vino de doctrinas adulteradas y falsas.

Los falsos maestros se satisfacen con la falsificación, con un sustituto de calidad inferior, con una obediencia superficial, con tratar de alcanzar la justificación por las obras, Venden la Palabra para beneficiarse, a un precio bajo de sacrificio personal de parte del que compra. Con frecuencia en las Escrituras se hace alusión a los métodos y las prácticas de tales mercachifles de la religión (Isa. 50:11; 2 Cor. 10:12-13; 11:13-15; 2 Tim. 4:3; 2 Ped. 2:1-18).

Un hombre corrompe la Palabra de Dios citando la considera principalmente como un medio de ganarse la vida, cuando atenúa ya sea su bondad o su severidad, cuando hace más fáciles los elevados principios que ella impone a los cristianos, o cuando predica de sí mismo, su inteligencia o sus propios conocimientos. Pone así la Palabra a su servicio y no se coloca a sí mismo al servicio de la Palabra.

Con sinceridad. El ministro evangélico de éxito sabe íntimamente que Dios lo ha enviado, conoce a fondo que Dios lo ve, sabe muy bien que el Espíritu de Cristo habita en él. El verdadero predicador está libre de todo egoísmo, de toda duplicidad e hipocresía, de todo motivo mercenario, de todo anhelo de popularidad y fama. Predica la Palabra teniendo a Cristo como centro de ella. (6CBA).

COMENTARIOS DE EGW

4. HAp 243. Por Entonces Llegaron A Éfeso algunos miembros de la casa de Cloé, familia cristiana de excelente reputación en Corinto. Pablo les preguntó en cuanto al estado de las cosas, y ellos le 243 dijeron que la iglesia estaba desgarrada por divisiones. Las disensiones que habían prevalecido en el tiempo de la visita de Apolos habían aumentado grandemente.

ALGUNOS FALSOS MAESTROS estaban induciendo a los miembros a despreciar las instrucciones de Pablo. Las doctrinas y los ritos del Evangelio habían sido pervertidos. El orgullo, la idolatría, y la sensualidad estaban creciendo constantemente entre aquellos que habían sido una vez celosos en la vida cristiana.

Cuando se le presentó este cuadro, Pablo vio que sus peores temores se realizaban con creces. Pero no por eso dio rienda suelta al pensamiento de que su trabajo había sido un fracaso. Con "angustia del corazón" y "con muchas lágrimas," pidió consejo a Dios. De buena gana hubiera visitado en seguida a Corinto, si éste hubiera sido el proceder más sabio.

PERO SABÍA QUE EN LA CONDICIÓN en que estaban entonces, los creyentes no serían beneficiados por sus labores, y por lo tanto envió a Tito a fin de que preparara el terreno para una visita suya ulterior.  Entonces, dejando de lado todo sentimiento personal sobre el proceder de aquellos cuya conducta revelaba tan extraña perversidad, y conservando su alma apoyada en Dios, el apóstol escribió a la iglesia de Corinto una de las más ricas, más instructivas, más poderosas de todas sus cartas.

CON NOTABLE CLARIDAD Procedió A Contestar Las Diversas Preguntas Que Le Hizo La Iglesia, y a sentar principios generales que, si los seguían, los conducirían a un plano espiritual más elevado. Ellos estaban en peligro, y él no podía soportar el pensamiento de que dejara de alcanzar sus corazones en ese tiempo crítico. Les advirtió fielmente de sus peligros y los reprendió por sus pecados. Les señaló de nuevo a Cristo, y trató de despertar nuevamente el fervor de su primera devoción.

EL GRAN AMOR DEL APÓSTOL a los creyentes corintios se reveló en su tierno saludo a la iglesia. Se refirió a lo que habían experimentado al volverse de la idolatría al culto y servicio del Dios verdadero. Les recordó los dones del Espíritu Santo que habían recibido, y les mostró que era privilegio de ellos progresar 244 continuamente en la vida cristiana hasta alcanzar la pureza y la santidad de Cristo.

11. 1JT 103. Podemos negarle en nuestro aspecto exterior, conformándonos al mundo, o mediante un porte orgulloso o atavíos costosos. Únicamente por la vigilancia constante y tenaz y la oración perseverante y casi incesante podremos manifestar en nuestra vida el carácter de Cristo y la influencia santificadora de la verdad. Muchos ahuyentan a Cristo de sus familias por abrigar un espíritu impaciente y apasionado. Los tales deben vencerse en este respecto.

Me fue presentado el actual debilitamiento de la familia humana. Cada generación se ha estado debilitando más y la enfermedad, bajo todas sus formas, aflige a la especie humana. Miles de pobres mortales, con cuerpos enfermizos, deformados, con nervios destrozados y mentes sombrías, arrastran una mísera existencia. El poder de Satanás sobre la familia humana aumenta. Si el Señor no viniese pronto a quebrantar su poder, la tierra quedaría despoblada antes de mucho.

Se me reveló que el poder de Satanás se ejerce especialmente sobre los hijos de Dios. Muchos me fueron presentados en una condición de duda y desesperación. Las enfermedades del cuerpo afectan la mente. Un enemigo astuto y poderoso acompaña nuestros pasos, y dedica su fuerza y habilidad a tratar de apartarnos del camino recto. Y demasiado a menudo sucede que los hijos de Dios no están en guardia y por lo tanto, ignoran sus designios. Satanás obra por los medios que mejor le permiten ocultarse, y a menudo alcanza su objeto.

*404. HERMANOS MÍOS, Dios os llama, como seguidores suyos, a andar en la luz. Tenéis que alarmaros. El pecado está entre nosotros, y no se reconoce su carácter excesivamente pecaminoso. Los sentidos de muchos están embotados por la complacencia del apetito y por la familiaridad con el pecado. Necesitamos acercarnos más al Cielo. Podemos crecer en gracia y en el conocimiento de la verdad. El andar en la luz, corriendo en el camino de los mandamientos de Dios, no da la idea de que podemos permanecer quietos sin hacer nada. Debemos avanzar.

En el amor al yo, la exaltación propia y el orgullo, hay gran debilidad; pero en la humildad hay gran fuerza.  Nuestra verdadera dignidad no se mantiene cuando más pensamos en nosotros mismos, sino cuando Dios está en todos nuestros pensamientos, y en nuestro corazón arde el amor hacia nuestro Redentor y hacia nuestros semejantes. La sencillez de carácter y la humildad de corazón darán felicidad, mientras que el engreimiento producirá descontento, murmuraciones y continua desilusión. Lo que nos infundirá fuerza divina será aprender a pensar menos en nosotros mismos y más en hacer felices a los demás.

En medio de nuestra separación de Dios, nuestro orgullo y tinieblas, estamos tratando constantemente de elevarnos a nosotros mismos, y nos olvidamos de que el ánimo humilde es poder. La fuerza de nuestro Salvador no residía en un gran despliegue de palabras agudas que penetraran hasta el alma; era su amabilidad y sus modales sencillos y sin afectación lo que le conquistaba los corazones. El orgullo y la importancia propia, cuando se comparan con la humildad y la sencillez, son ciertamente una debilidad. Se nos invita a aprender de Aquel que era manso y humilde de corazón; entonces experimentaremos el descanso y la paz que tan deseables resultan. 405

12-13. HAp 260. Desde Éfeso, Pablo Emprendió Otra Gira Misionera, durante la cual esperaba visitar una vez más los escenarios de sus anteriores labores en Europa. Deteniéndose por un tiempo en Troas, para predicar "el evangelio de Cristo," encontró algunos que estaban dispuestos a escuchar su mensaje.

"Me fue abierta puerta en el Señor," declaró más tarde respecto a sus labores en ese lugar. Pero a pesar del éxito de sus esfuerzos en Troas, no podía permanecer mucho tiempo allí. "La solicitud de todas las iglesias," y particularmente de la iglesia de Corinto, pesaba sobre su corazón.

HABÍA ESPERADO ENCONTRARSE CON TITO EN TROAS, y enterarse por él de cómo habían sido recibidas las palabras de consejo y reprensión enviadas a los hermanos corintios; pero se chasqueó. "No tuve reposo en mi espíritu -escribió concerniente a este incidente,­ por no haber hallado a Tito, mi hermano." Partió de Troas, y cruzó a Macedonia, donde, en la ciudad de Filipos, encontró a Timoteo.

DURANTE ESTE TIEMPO DE ANSIEDAD concerniente a la iglesia de Corinto, Pablo esperaba lo mejor; sin embargo, a veces se le llenaba el alma de sentimientos de profunda tristeza, por temor a que sus consejos y amonestaciones fuesen mal comprendidos.

"NINGÚN REPOSO tuvo nuestra carne ­escribió más tarde;­ antes, en todo fuimos atribulados: de fuera, cuestiones; de dentro, temores. Mas Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito." Este fiel mensajero le trajo las alegres nuevas de que se había realizado un maravilloso cambio entre los creyentes corintios. Muchos habían aceptado la instrucción de la carta de 261 Pablo, y se habían arrepentido de sus pecados. La vida que ahora llevaban no era ya un oprobio para el cristianismo, sino que ejercía una poderosa influencia en favor de la piedad práctica.

LLENO DE GOZO, EL APÓSTOL ENVIÓ OTRA CARTA A LOS CREYENTES CORINTIOS, expresando la alegría de su corazón por la buena obra realizada entre ellos: "Porque aunque os contristé por la carta, no me arrepiento, bien que me arrepentí." Cuando estaba torturado por el temor de que sus palabras fueran despreciadas, había lamentado a veces haber escrito tan decidida y severamente. "Ahora me gozo ­continuó,­ no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque el dolor que es según Dios, obra arrepentimiento saludable, de que no hay que arrepentirse."

Ese arrepentimiento producido por la influencia de la gracia divina en el corazón, induce a la confesión y al abandono del pecado. Tales fueron los primeros frutos que el apóstol declaró que se habían visto en la vida de los creyentes corintios. "¡Cuánta solicitud ha obrado en vosotros, y aun defensa, y aun enojo, y aun temor, y aun gran deseo, y aun celo!"

14-16. HAp 262. Por Algún Tiempo, Pablo había sentido honda preocupación por las iglesias, ­una preocupación tan pesada que apenas podía soportarla. Algunos falsos maestros habían tratado de destruir su influencia entre los creyentes y de introducir sus propias doctrinas en lugar de la verdad evangélica. Las perplejidades y desalientos con que Pablo estaba rodeado se revelan en las palabras: "Sobremanera fuimos cargados sobre nuestras fuerzas, de tal manera que estuviésemos en duda de la vida."

PERO AHORA SE HABÍA QUITADO UNA CAUSA DE ANSIEDAD. Al oír las buenas nuevas de la aceptación de su carta a los corintios, Pablo prorrumpió en palabras de regocijo: "Bendito sea el Dios y Padre del Señor Jesucristo, el Padre de misericordias, y el Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras 262 tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquiera angustia, con la consolación con que nosotros somos consolados de Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. Más si somos atribulados, es por vuestra consolación y salud; la cual es obrada en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos: o si somos consolados, es por vuestra consolación y salud; y nuestra esperanza de vosotros es firme; estando ciertos que como sois compañeros de las aflicciones, así también lo sois de la consolación."

AL EXPRESAR SU GOZO POR LA RECONVERSIÓN y el crecimiento de ellos en la gracia, Pablo atribuye a Dios toda la alabanza por esa transformación del corazón y la vida. "Más a Dios gracias ­exclamó,­ el cual hace que siempre triunfemos en Cristo Jesús, y manifiesta el olor de su conocimiento por nosotros en todo lugar. Porque para Dios somos buen olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden."

ERA COSTUMBRE de entonces que un general victorioso en la guerra trajera consigo al volver una caravana de cautivos. En esas ocasiones se señalaban personas que llevaban incienso, y mientras el ejército regresaba triunfalmente, el fragante olor era para los cautivos condenados a muerte, un sabor de muerte, que mostraba que estaba próximo el tiempo de su ejecución; pero para los prisioneros que habían obtenido el favor del conquistador, y cuyas vidas iban a ser perdonadas, era un sabor de vida, por cuanto mostraba que su libertad estaba cerca.

PABLO ESTABA AHORA LLENO DE FE Y ESPERANZA. Sentía que Satanás no había de triunfar sobre la obra de Dios en Corinto, y con palabras de alabanza exhaló la gratitud de su corazón. Él y sus colaboradores habrían de celebrar su victoria sobre los enemigos de Cristo y la verdad avanzando con nuevo celo para extender el conocimiento del Salvador. Como el incienso, la fragancia del Evangelio habría de difundirse por el mundo. Para aquellos que aceptaran a Cristo, el mensaje sería un sabor 263 de vida para vida; pero para aquellos que persistieran en la incredulidad, un sabor de muerte para muerte.

16. HAp 202. Pero Los Judíos De Corinto cerraron sus ojos a la evidencia tan claramente presentada por el apóstol, y rehusaron escuchar sus llamamientos. El mismo espíritu que los había inducido a rechazar a Cristo, los llenó de ira y furia contra su siervo, y si Dios no le hubiera protegido especialmente, para que continuase llevando el mensaje evangélico a los gentiles, le habrían ultimado. "Mas contradiciendo y blasfemando ellos, les dijo, sacudiendo sus vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los Gentiles.

Y PARTIENDO DE ALLÍ, entró en casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la casa del cual estaba junto a la sinagoga." Silas y Timoteo "vinieron de Macedonia" para ayudar a Pablo, y juntos trabajaron por los gentiles. A los paganos, tanto como a los judíos, Pablo y sus compañeros predicaron a Cristo como el Salvador de la humanidad caída.

EVITANDO RAZONAMIENTOS COMPLICADOS Y REBUSCADOS, los mensajeros de la cruz se espaciaron en los atributos del Creador del mundo, supremo Gobernante del universo. Con corazones rebosantes de amor hacia Dios y su Hijo, invitaron a los paganos a contemplar el infinito sacrificio hecho en favor del hombre. Sabían que si aquellos que habían andado mucho tiempo a tientas en las tinieblas del paganismo pudieran tan sólo ver la luz que irradiaba de la cruz del Calvario, serían atraídos al Redentor. "Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos traeré a mí mismo," había declarado el Salvador. (Juan 12:32).

LOS OBREROS EVANGÉLICOS DE CORINTO comprendían los terribles peligros que amenazaban a las almas de aquellos por quienes trabajaban; y con conciencia de la responsabilidad que descansaba sobre ellos, presentaban la verdad como es en Jesús.

CLARO, SENCILLO Y DECIDIDO ERA SU MENSAJE: sabor de vida para vida, o de muerte para muerte. Y no sólo en sus palabras, sino en su vida diaria, se revelaba el Evangelio. Los ángeles cooperaban con ellos, y la gracia y el poder de Dios se manifestaban en la conversión de muchos. "Crispo, el prepósito de la sinagoga, 203 creyó al Señor con toda su casa; y muchos de los Corintios oyendo creían, y eran bautizados."

EL ODIO Con Que Los Judíos Habían Considerado Siempre A Los Apóstoles Se Intensificó Ahora.

HAp 297, 338, 406, 440.

*PVGM 220. JUAN EL BAUTISTA vino predicando la verdad, y mediante su predicación los pecadores quedaban convictos y convertidos.  Estos habían de entrar en el reino de los cielos antes que aquellos que en su justicia propia resistían la solemne amonestación.  Los publicanos y rameras eran ignorantes, pero estos hombres instruidos conocían el camino de la verdad.  Sin embargo, rehusaban caminar en la senda que va al Paraíso de Dios.  La verdad que debiera haber sido para ellos un sabor de vida para vida, se convirtió en un sabor de muerte para muerte.  Los pecadores manifiestos que se menospreciaban a sí mismos, habían recibido el bautismo de las manos de Juan; pero estos maestros eran hipócritas.  Su corazón obstinado era el obstáculo para que recibieran la verdad.  Resistían la convicción del Espíritu de Dios.  Rehusaban obedecer los mandamientos de Dios.

CRISTO NO LES DIJO: NO PODÉIS ENTRAR EN EL REINO DE LOS CIELOS; sino que les mostró que el obstáculo que les impedía entrar era creado por ellos mismos.  La puerta estaba todavía abierta para esos dirigentes judíos.  Se les extendía todavía la invitación.  Cristo anhelaba verlos convictos y convertidos.

LOS SACERDOTES Y ANCIANOS DE ISRAEL pasaban su vida en ceremonias religiosas, a las cuales consideraban demasiado sagradas para asociarías con los negocios seculares.  Por consiguiente se esperaba que sus vidas fueran enteramente religiosas.  Pero realizaban sus ceremonias para ser vistos de los hombres, para que el mundo los considerara piadosos y devotos.  Mientras pretendían obedecer, rehusaban prestar obediencia a Dios. No eran hacedores de la verdad que profesaban enseñar.

*239. El Señor desea, mediante su pueblo, contestar las acusaciones de Satanás mostrando los resultados de la obediencia a los principios rectos. Esos principios se han de manifestar en el cristiano individualmente, en la familia, en la iglesia, y en cada institución establecida para el servicio de Dios.  Todos éstos 239 han de ser símbolos de lo que se puede hacer para el mundo. Han de ser representaciones del poder salvador de las verdades del Evangelio.  Todos son agentes en el cumplimiento del gran propósito de Dios para la especie humana.

LOS DIRIGENTES JUDÍOS CONSIDERABAN CON ORGULLO SU MAGNÍFICO TEMPLO Y LOS IMPONENTES RITOS DE SUS SERVICIOS RELIGIOSOS; pero les faltaba la justicia, la misericordia y el amor de Dios.  La gloria del templo, el esplendor de sus servicios, no podían recomendarlos a Dios; pues no le ofrecían lo único que es de valor a su vista.  No le presentaban el sacrificio de un espíritu humilde y contrito.  Cuando los principios vitales del reino de Dios se pierden, las ceremonias se aumentan y se hacen extravagantes.

CUANDO SE DESCUIDA LA EDIFICACIÓN DEL CARÁCTERcuando faltan los adornos del alma, cuando se pierde de vista la sencillez de la piedad, entonces el orgullo y el amor a la ostentación demandan magníficos templos, espléndidos adornos, y ceremonias imponentes. En todo esto no se honra a Dios.

Una religión a la moda que consiste en ceremonias, exterioridades y ostentación, no es aceptable ante él. Los servicios de tal religión, no obtienen respuesta de los mensajeros celestiales.

LA IGLESIA ES MUY PRECIOSA A LA VISTA DE DIOS. El la aquilata, no por sus ventajas externas, sino por la sincera piedad que la distingue del mundo. La estima de acuerdo con el crecimiento de los miembros en el conocimiento de Cristo, de acuerdo con su progreso en la vida espiritual. Cristo anhela recibir de su viña el fruto de santidad y abnegación.  Busca los principios de amor y bondad.  Toda la belleza del arte no puede compararse con la belleza del temperamento y del carácter que se han de revelar en los que son representantes de Cristo.  La atmósfera de la gracia que rodea el alma del creyente, el Espíritu Santo que trabaja en la mente y el corazón, son los que hacen de él un sabor de vida para vida, y permiten que Dios bendiga su obra.

*245. El Pecado Del Mundo De Hoy Día Es El Mismo Que Acarreó La Destrucción De Israel.  La ingratitud a Dios, el descuido de las oportunidades y bendiciones, el aprovechamiento egoísta de los dones de Dios: todo esto estaba comprendido en el pecado que hizo caer la ira sobre Israel. Estos males están trayendo la ruina al mundo actual.

LAS LÁGRIMAS QUE CRISTO DERRAMÓ SOBRE EL MONTE DE LAS OLIVAS al contemplar la ciudad escogida, no lo derramó solamente por Jerusalén. En la suerte de esta ciudad, él contempló la destrucción del mundo. "¡Si también tú conocieses, a lo menos en éste tu día lo que toca a tu paz! mas ahora está encubierto a tus ojos".*Lucas 19:42.

"EN ÉSTE TU DÍA".  El día está llegando a su fin.  Casi ha 244 terminado el tiempo de misericordia y privilegios.  Se están reuniendo las nubes de venganza.  Los que han rechazado la gracia de Dios, están por ser envueltos en una ruina súbita e irreparable.

Sin embargo, el mundo duerme. Sus habitantes no conocen el tiempo de su visitación.

¿DÓNDE SE HA DE ENCONTRAR LA IGLESIA EN ESTA CRISIS? ¿Están cumpliendo sus miembros con las demandas de Dios? ¿Están cumpliendo la comisión divina y presentando el carácter de Dios al mundo? ¿Están llamando con insistencia la atención de sus prójimos al último misericordioso mensaje de amonestación?

LOS HOMBRES ESTÁN EN PELIGRO.  LAS MULTITUDES PERECEN. ¡Pero cuán pocos de los profesos seguidores de Cristo sienten anhelo por esas almas!  El destino de un mundo se halla en juego en la balanza; pero esto apenas si conmueve a los que pretenden creer las verdades más abarcantes que jamás hayan sido dadas a los mortales.  Hay falta de aquel amor que indujo a Cristo a abandonar su hogar celestial y tomar la naturaleza humana a fin de que la humanidad pudiera tocar a la humanidad, y llevarla a la divinidad.

Hay Un Estupor, Una Parálisis Sobre El Pueblo De Dios, Que Le Impide Entender El Deber De La Hora.

CUANDO LOS ISRAELITAS ENTRARON EN CANAÁN, NO CUMPLIERON EL PROPÓSITO DE DIOS DE POSEER TODA LA TIERRA.  Después de hacer una conquista parcial, se establecieron para disfrutar de los resultados de sus victorias. En su incredulidad y amor a la comodidad, se congregaron en las porciones ya conquistadas en vez de proseguir y ocupar nuevos territorios. Así comenzaron a apartarse de Dios. Al no cumplir el propósito divino, hicieron imposible que Dios cumpliera su promesa de bendecirlos.

¿NO ESTÁ HACIENDO LO MISMO LA IGLESIA DE HOY? Teniendo ante ellos a todo el mundo necesitado del Evangelio, los profesos cristianos se congregan donde puedan gozar de los privilegios evangélicos.  No sienten 245 la necesidad de ocupar nuevos territorios, llevando el mensaje de salvación a las regiones remotas.

Rehúsan cumplir el mandato de Cristo: "Id por todo el mundo; predicad el Evangelio a toda criatura".*Marcos 16:15. ¿Son menos culpables de lo que fue la iglesia judía?

LOS PROFESOS SEGUIDORES DE CRISTO ESTÁN SIENDO PROBADOS ante el universo celestial; pero la frialdad de su celo y la debilidad de sus esfuerzos en el servicio de Dios los señalaba como infieles.  Si lo que están haciendo fuera lo máximo que pueden hacer, no caería la condenación sobre ellos; pero si su corazón estuviera ocupado en la obra, podrían hacer mucho más.

ELLOS SABEN, Y EL MUNDO TAMBIÉN LO SABE, que han perdido en gran medida el espíritu de abnegación y sacrificio.

Hay muchos frente a cuyos nombres se encontrará escrito en los libros del cielo lo siguiente: No son productores, sino consumidores. Muchos de los que llevan el nombre de Cristo, oscurecen su gloria, velan su belleza, lo privan de su honor.

Hay muchos cuyos nombres están en los libros de la iglesia, pero que no están bajo el dominio de Cristo. No hacen caso de sus instrucciones ni cumplen con su obra.  De aquí que están bajo el dominio del enemigo.  No están haciendo un bien positivo; por lo tanto, están realizando un daño incalculable.  Debido a que su influencia no es un sabor de vida para vida, es un sabor de muerte para muerte.

El Señor dice: "¿No había de hacer visitación sobre esto?"*Jer. 5:9. Por cuanto los hijos de Israel no cumplieron con el propósito de Dios, fueron puestos a un lado, y el Señor extiende su invitación a otros.  Si éstos también son infieles, ¿no serán rechazados de la misma forma?

*271-272, 275. Mediante un esfuerzo diligente todos pueden adquirir la habilidad de leer inteligiblemente y hablar en un tono de voz fuerte, claro, sonoro, de un modo distinto e impresionante. Haciendo esto podemos aumentar grandemente nuestra eficiencia como obreros de Cristo. 271

Todo cristiano está llamado a dar a conocer a otros las inescrutables riquezas de Cristo; por lo tanto debiera procurar la perfección en el habla. Debiera presentar la Palabra de Dios de un modo que la recomendara a sus oyentes. Dios no desea que sus intermediarios sean incultos. No es su voluntad que el hombre rebaje o degrade la corriente celestial qué fluye por medio de él al mundo.

Debiéramos mirar a Jesús, el modelo perfecto; debiéramos orar por la ayuda del Espíritu Santo, y con su fuerza tratar de educar todo órgano para hacer una obra perfecta.

Esto es especialmente cierto con respecto a aquellos que son llamados al ministerio público.  Todo ministro y todo maestro debe recordar que está dando a la gente un mensaje que encierra intereses eternos. La verdad que prediquen los juzgará en el gran día del ajuste final de cuentas.  Y en el caso de algunas almas, el modo en que se presente el mensaje, determinará su recepción o rechazamiento. Entonces, háblese la palabra de tal manera que despierte el entendimiento e impresione el corazón. Lenta, distinta y solemnemente debiera hablarse la palabra, y con todo el fervor que su importancia requiere.

La debida cultura y el uso de la facultad del habla es parte de todo ramo de servicio cristiano; entra en la vida familiar y en toda nuestra relación mutua. Hemos de acostumbrarnos a hablar en tonos agradables, a usar un lenguaje puro y correcto, y palabras bondadosas y corteses. Las palabras dulces, amables, son como el rocío y la suave lluvia para el alma.

La Escritura dice de Cristo que la gracia fue derramada en sus labiospara que pudiera "hablar en sazón palabra al cansado". *Salmos 45:2; Isa. 50:4. Y el Señor nos insta: "Sea vuestra palabra siempre con gracia", "para que dé gracia a los oyentes". *Col. 4:6; Efes. 4:29.

Al tratar de corregir o reformar a otros, debiéramos cuidar nuestras palabras. Ellas serán un sabor de vida para 272 vida o de muerte para muerte. Al dar reprensiones o consejos, muchos se permiten un lenguaje mordaz y severo, palabras no apropiadas para sanar el alma herida. Por estas expresiones imprudentes se crea un espíritu receloso, y a menudo los que yerran son incitados a la rebelión. Todos los que defienden los principios de verdad necesitan recibir el celestial aceite del amor. En toda circunstancia la reprensión debe ser hecha con amor. Entonces nuestras palabras reformarán, sin exasperar. Cristo proporcionará por medio de su Espíritu Santo la fuerza y el poder. Esta es su obra.

No debiera pronunciarse imprudentemente ninguna palabra. Ninguna conversación maliciosa, ninguna charla frívola, ninguna expresión de descontento o insinuación impura escapará de los labios del que sigue a Cristo. El apóstol Pablo, al escribir inspirado por el Espíritu Santo, dice: "Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca".* Efes. 4:29. Esto quiere significar no sólo palabras viles, sino cualquier expresión contraria a los santos principios y a la pura e inmaculada religión. Incluye las sugestiones impuras y las ocultas insinuaciones al mal. A menos que éstas sean resistidas inmediatamente, conducirán a pecados mayores.

Sobre cada familia, sobre cada cristiano individual, descansa el deber de cerrar el camino a las conversaciones impuras. Cuando estamos en compañía de aquellos que se permiten una conversación frívola, es nuestro deber cambiar, si es posible, el tema. Con la ayuda de la gracia de Dios debiéramos tranquilamente dejar caer una palabra o introducir un tema que cambie el giro de la conversación hacia un cauce provechoso.

Es obra de los padres inculcar en sus hijos la costumbre de hablar correctamente. La mejor escuela para obtener esta cultura es el hogar. Desde sus tempranos años se debiera enseñar a los niños a hablar respetuosa y amablemente con sus padres y unos con otros. Debe enseñárseles que solamente 273 palabras amables, veraces y puras debieran traspasar sus labios. Sean los padres mismos alumnos diarios en la escuela de Cristo. Entonces, por precepto y ejemplo, pueden enseñar a sus hijos el uso de toda "palabra sana e irreprensible". Tito 2:8. Este es uno de sus deberes mayores y que implica más responsabilidad.

Como seguidores, de Cristo hemos de hacer que nuestras palabras sean motivo de ayuda y ánimo mutuos en la vida cristiana. Necesitamos hablar mucho más de lo que solemos de los capítulos preciosos de nuestra experiencia. Debiéramos hablar de la misericordia y la amante bondad de Dios, de la incomparable profundidad del amor del Salvador. Nuestras palabras debieran ser palabras de alabanza y agradecimiento. Si la mente y el corazón están llenos del amor de Dios, éste se revelará en la conversación. No será un asunto difícil impartir aquello que forma parte de nuestra vida espiritual. Los grandes pensamientos, las nobles aspiraciones, las claras percepciones de la verdad, los propósitos altruistas, los anhelos de piedad y santidad, llevarán fruto en palabras que revelarán el carácter del tesoro del corazón. Cuando Cristo sea así revelado por nuestras palabras, éstas poseerán poder para ganar almas para él.

Hemos de hablar de Cristo a aquellos que no lo conocen. Hemos de obrar como lo hizo Cristo.  Doquiera él estuviera: en la sinagoga, junto al camino, en, un bote algo alejado de tierra, en el banquete del fariseo o en la mesa del publicano, hablaba a las gentes de las cosas concernientes a la vida superior. Relacionaba la naturaleza y los acontecimientos de la vida diaria con las palabras de verdad. Los corazones de sus oyentes eran atraídos hacia él; porque él había sanado a sus enfermos, había consolado a los afligidos, y tomando a sus niños en sus brazos, los había bendecido. Cuando él abría los labios para hablar, la atención se concentraba en él, y cada palabra era para algún alma sabor de vida para vida.  274

Así debe ser con nosotros.  Doquiera estemos, hemos de procurar aprovechar las oportunidades que se nos presenten para hablar a otros del Salvador. Si seguimos el ejemplo de Cristo en hacer bien, los corazones se nos abrirán como se le abrían a él. No bruscamente, sino con tacto impulsado por el amor divino, podremos hablarles de Aquel que es "señalado entre diez mil", y "todo él codiciable".*Cantares 5:10,16. Esta es la obra suprema en la cual podemos emplear el talento del habla. Dicho talento nos ha sido dado para que podamos presentar a Cristo como el Salvador que perdona el pecado.

LA INFLUENCIA. La vida de Cristo era de una influencia siempre creciente, sin límites; una influencia que lo ligaba a Dios y a toda la familia humana. Por medio de Cristo, Dios ha investido al hombre de una influencia que le hace imposible vivir para sí. Estamos individualmente vinculados con nuestros semejantes, somos una parte del gran todo de Dios y nos hallamos bajo obligaciones mutuas. Ningún hombre puede ser independiente de sus prójimos, pues el bienestar de cada uno afecta a los demás. Es el propósito de Dios que cada uno se sienta necesario para el bienestar de los otros y trate de promover su felicidad.

Cada alma está rodeada de una atmósfera propia, de una atmósfera que puede estar cargada del poder vivificante de la fe, el valor y la esperanza, y endulzada por la fragancia del amor. O puede ser pesada y fría por la bruma del descontento y el egoísmo, o estar envenenada por la contaminación fatal de un pecado acariciado. Toda persona con la cual nos relacionarnos queda, consciente o inconscientemente, afectada por la atmósfera que nos rodea.

Es ésta una responsabilidad de la que no nos podemos librar. Nuestras palabras, nuestros actos, nuestro vestido, nuestra conducta, hasta la expresión de nuestro rostro, tienen influencias. De la impresión así hecha dependen resultados 275 para bien o para mal, que ningún hombre puede medir. Cada impulso impartido de ese modo es una semilla sembrada que producirá su cosecha. Es un eslabón de la larga cadena de los acontecimientos humanos, que se extiende hasta no sabemos dónde. Si por nuestro ejemplo ayudamos a otros a desarrollar buenos principios, les damos poder para hacer el bien. Ellos a su vez ejercen la misma influencia sobre otros, y éstos sobre otros más. De este modo, miles pueden ser bendecidos por nuestra influencia inconsciente.

Arrojad una piedrecita al lago, y se formará una onda y otra y otra, y a medida que crecen éstas, el círculo se agranda hasta que llega a la costa misma. Lo mismo ocurre con nuestra influencia.  Más allá del alcance de nuestro conocimiento o dominio, obra en otros como una bendición o una maldición.

El carácter es poder. El testimonio silencioso de una vida sincera, abnegada y piadosa, tiene una influencia casi irresistible. Al revelar en nuestra propia vida el carácter de Cristo, cooperamos con él en la obra de salvar almas. Solamente revelando en nuestra vida su carácter, podemos cooperar con él. Y cuanto más amplia es la esfera de nuestra influencia, mayor bien podemos hacer.

Cuando los que profesan servir a Dios sigan el ejemplo de Cristo practicando los principios de la ley en su vida diaria; cuando cada acto dé testimonio de que aman a Dios más que todas las cosas y a su prójimo como a sí mismos, entonces la iglesia tendrá poder para conmover al mundo.

Pero nunca ha de olvidarse que la influencia no ejerce menos poder para el mal. Perder la propia alma es algo terrible, pero ser la causa de la pérdida de otras almas es más terrible aún. Resulta terrible pensar que nuestra influencia pueda ser un sabor de muerte para muerte; no obstante es posible. Muchos de los que profesan recoger con Cristo están alejando a otros de él. Por esto la iglesia es 276 tan débil. Muchos se permiten criticar y acusar a otros libremente.  Al dar expresión a las suspicacias, los celos y el descontento, se convierten en instrumentos de Satanás. Antes de que se den cuenta de lo que están haciendo, el adversario ha logrado por medio de ellos su propósito. La impresión del mal ha sido hecha, la sombra ha sido arrojada, las flechas de Satanás han dado en el blanco. La desconfianza, la incredulidad y un escepticismo absoluto han hecho presa de aquellos que de otra manera hubieran aceptado a Cristo. Entre tanto, los siervos de Satanás miran complacidos a aquellos a quienes han conducido al escepticismo, y que están hoy endurecidos contra la reprensión y la súplica. Se jactan de que en comparación con esas almas ellos son virtuosos y justos. No se dan cuenta de que estos pobres náufragos del carácter son la obra de sus propias lenguas irrefrenadas y de sus rebeldes corazones. Mediante su propia influencia esas almas tentadas han caído.

Ministerio Hno. Pio

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