jueves, diciembre 31, 2020

REFLEXIÓN 523. PROFECÍAS DE CASTIGO PARA ISRAEL (SECCIÓN II. 6.º año, 6.º mes, 5.º día). UNA SERIE DE VISIONES MIENTRAS ESTABA EN EL ESPÍRITU, EN JERUSALÉN: El Castigo (EZEQUIEL 9).

Ezequiel 9. Es el Castigo a todos los impenitentes. Solo están exceptuados los que tiene la señal en sus frentes.

Vers. (1-4) Por medio de una visión se muestra la supervivencia de algunos, (5-7) y la destrucción del resto. (8-11) Dios no los escucha debido a su gran pecado.

1 CLAMÓ en mis oídos con gran voz, diciendo: Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir. 2 Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce. 3 Y la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano, 4 y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella. 

5 Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. 6 Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo. 7 Y les dijo: Contaminad la casa, y llenad los atrios de muertos; salid. Y salieron, y mataron en la ciudad.

8 Aconteció que cuando ellos iban matando y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿destruirás a todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén? 9 Y me dijo: La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad; porque han dicho: Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve. 10 Así, pues, haré yo; mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; haré recaer el camino de ellos sobre sus propias cabezas. 

11 Y he aquí que el varón vestido de lino, que tenía el tintero a su cintura, respondió una palabra, diciendo: He hecho conforme a todo lo que me mandaste. (Ezequiel 9).

1. Clamó. El cap. 9 es una continuación de la visión simbólica del cap. 8. El profeta registra lo que pasó ante su entendimiento en visión panorámica, y deja al lector que interprete en qué forma han de entenderse los diferentes símbolos. El que habla es el mismo del cap. 8. Su identidad se descubre cuando Ezequiel se dirige a él: "¡Ah, Señor Jehová!" (vers. 8).

Los verdugos. Heb. peqqudah, palabra que se traduce como "cargo" (Núm. 4: 16); "guarnición" (2 Rey. 11: 18), "oficios" (2 Crón. 23: 18), "castigo" (Isa. 10: 3). En 1 Crón. 26: 30 y 2 Crón. 24: 11, se refiere a funcionarios. Pareciera que aquí se refiere a los que tienen cierto "oficio", cierto "cargo", que son "guardas" (Núm. 3: 32), y que en este pasaje deben cumplir las órdenes de Dios. También es posible traducir como lo hace la BJ: "Se acercan los castigos de la ciudad". Esto se basa en la LXX que dice: "Se ha acercado la venganza de la ciudad".

2. Seis varones. Los "verdugos", o ejecutores de venganza, aparecen bajo forma humana. En su aplicación primaria, representan a los babilonios, quienes habían de ejecutar la sentencia divina sobre la ciudad. En su aplicación secundaria, representan a los instrumentos del castigo que, cuando acabe el tiempo, ejecutarán sentencia, primero sobre quienes han profesado ser guardianes espirituales del pueblo, y más tarde sobre los impíos en general.

La puerta de arriba. Puesto que los atrios del templo estaban construidos en forma escalonada, el atrio interior era el más elevado. "Hacia el norte" indica la puerta donde el profeta había visto la idolatría (cap. 8: 5).

Entre ellos. Este varón era uno de los seis que llevaban instrumentos para destruir, y no un séptimo, como lo afirman algunos intérpretes (1JT 335-336). Estaba "vestido de lino", la vestimenta usual del sacerdote y la vestimenta especial del sumo sacerdote en las ceremonias del gran día de la expiación (Lev. 16).

Tintero. Heb. qéseth, palabra que sólo aparece aquí, y que quizá proviene de la palabra egipcia gÑty, "paleta de escritor", por lo cual puede suponerse que era una caja que contenía plumas, cuchillo y tinta. La BJ traduce: "cartera de escriba". En la LXX dice "cinto de zafiro", en vez de "tintero de escriba". Quizá corresponde con la traducción de algún otro manuscrito, pero es más lógica la versión masorética.

3. La gloria. Es decir, la gloria descrita en el cap. 8: 4, una reaparición de la visión del cap. 1. Al umbral. Es posible que esto representara que la orden para el castigo procedería del mismo templo, al cual los judíos consideraban como una garantía de su seguridad.

4. Señal. En hebreo, tau, última letra del alfabeto hebreo. En tiempos de Ezequiel, esta letra tenía la forma de X. El sellamiento se efectuó en visión, y es posible que la manera específica de hacerse no tenga importancia. La antigua interpretación que consideraba que esa marca era una prefiguración de la cruz es mera fantasía. En la visión, la señal era sin duda literal, pero su significado atañía plenamente al carácter. El mensajero no debía prestar atención a la alcurnia o posición, sino sólo debía poner la señal a quienes gimieran por la pecaminosidad que prevalecía y se mantuvieran alejados de ella.

La visión se refería en primer lugar a la destrucción de Jerusalén ordenada por Nabucodonosor. Tendrá otro cumplimiento cuando transcurran las escenas finales de la historia de este mundo. Es muy similar a las visiones de Apoc. 7; 15; 16. En el Apocalipsis la señal distintiva es el "sello de Dios", y al igual que la señal de Ezequiel, es colocada sobre quienes están en condiciones de recibirlo. Dios coloca su señal de aprobación sobre todos los que, por medio del poder del Espíritu Santo, reflejan la imagen de Jesús (ver PVGM 51). Se ha comparado esta señal con la marca que indica que Dios es dueño, como si Dios inscribiera sobre los que están en condiciones de ser ciudadanos de su reino, su nombre y dirección: "Dios, Nueva Jerusalén" (TM 446).

La señal externa y visible de que la obra de gracia se ha completado en el alma será la observancia del sábado bíblico (3JT 232). Esto transcurrirá de la siguiente manera: El día sábado siempre ha sido el día designado por Dios para el descanso del hombre. Establecido en la creación (Gén. 2:1- 3), debía ser una obligación perpetua. La orden de observarlo fue colocada en el corazón de la ley moral (Exo. 20: 8-11). 

Ni Cristo ni sus apóstoles abrogaron el sábado. La gran apostasía que siguió a la muerte de los apóstoles pretendió ponerlo de lado para colocar en su lugar otro día de reposo, el primero de la semana. 

Pero la Palabra de Dios predice que una gran obra de reforma con respecto al sábado precederá a la segunda venida de Cristo (Isa. 56:1-2, 6-8; 58:12-13; Apoc. 14:6-12; ver CS 504-513). 

También predice que al mismo tiempo Satanás, el gran caudillo apóstata, ensalzará su propio fraudulento sistema de religión que ostenta un falso día de reposo, el día domingo, como día de culto (Apoc. 13; 14: 9-12; cf. Dan. 7: 25). Logrará éxito hasta el punto de que podrá unir a todo el mundo en un gran movimiento a favor del domingo (Apoc. 13: 8; 14: 8; 16: 14; 18: 3; ver CS cap. 36-41). Como resultado de sus esfuerzos, el mundo se dividirá en dos sectores, los que son fieles a Dios y guardan su sábado, y los que se unen al falso movimiento religioso universal y guardan el falso día de reposo. De este modo la observancia del sábado se convertirá en una señal distintiva del verdadero adorador de Dios.

Sin embargo, no es la observancia visible del sábado lo que constituye la señal. El sello representa la aprobación divina que deberán recibir todos los que han de ser ciudadanos del reino de gloria que está a punto de ser establecido. Sólo aquellos cuyas almas hayan sido purificadas se aferrarán al sábado en aquel terrible tiempo de angustia que precederá al retorno de Jesús. Los guardadores del sábado que no sean sinceros abandonarán las filas del pueblo de Dios y se unirán con Satanás en contra del cielo, en la batalla contra el Rey del universo (TM 473).

Así sólo los verdaderamente leales quedarán como únicos defensores del santo sábado de Dios. A ellos se les unirán otros de los verdaderos hijos de Dios, los cuales hasta entonces habrán estado esparcidos en las diferentes iglesias cristianas. Ellos, ante la creciente luz del fuerte clamor, se decidirán por la observancia del sábado y, pese a cualquier oposición, se unirán al pueblo remanente de Dios (CS 669-670).

Se coloca la señal sobre todos los "que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen". Quienes pertenecen a este grupo se caracterizan por la profunda angustia que sienten debido a las divisiones que existen entre los que afirman que son seguidores de Dios. Se lamentan y afligen sus almas porque en la iglesia hay todo tipo de avaricia, egoísmo y engaños. Se sienten incapaces de detener la marea de iniquidad y se llenan de dolor y de alarma (2 JT 65-66). 

Los que pertenecen al otro sector procuran encubrir los males que existen y disculpar la gran impiedad que prevalece por doquiera. Afirman que Dios es demasiado bueno y demasiado misericordioso como para castigar el mal. Dicen que el Señor no hará ni bien, ni mal. Aseveran que Dios no espera que el hombre alcance una norma tan elevada, y que se satisfará con que el hombre tenga un mero deseo de hacer el bien. Pero el Señor no puede modificar su norma. Hacer eso equivaldría a cambiarse él mismo. Al contrario, proporciona gracia para el logro de toda virtud y la corrección de todo defecto. Pide de todo cristiano que aproveche al máximo lo que Dios le concede. No exige nada menos que la perfección. Si no está en perfecta relación con Cristo, el alma no podrá recibir el sello de Dios cuando concluya el tiempo de gracia.

6. Comenzaréis por mi santuario. La primera aplicación de este decreto indica el fin del tiempo de gracia de Jerusalén. Dios había agotado sus recursos en sus exhortaciones al rebelde Israel. Quitaría su poder represor que frenaba a los invasores caldeos. Sin misericordia, los ejércitos caldeos ejecutarían la orden de matar "a viejos jóvenes... hasta que no quedara ninguno". Habrían de comenzar por el santuario, donde se habían concentrado los horrendos pecados del pueblo.

Estas escenas volverán a verse en los últimos días. Entonces también el juicio habrá de comenzar por la "casa de Dios" (1 Ped. 4: 17), con aquellos a quienes Dios ha dado gran luz y que han sido los guardianes espirituales del pueblo, pero han traicionado su cometido (2JT 65-66). Estos pastores infieles serán primero maltratados por los que han sido engañados por ellos ( PE 282). Más tarde perecerán en la destrucción general que precede y acompaña a la segunda venida de Cristo (Apoc. 15-19).

7. Contaminad la casa. Los judíos esperaban que Dios preservaría su casa para que no fuera contaminada. En esto se chasquearon. En parte, la contaminación se debió a los cadáveres desangrados de los adoradores idólatras.

8. Quedé yo solo. En visión, Ezequiel vio a Jerusalén reducida a una ciudad de muertos. Le parecía que había quedado solo en medio de los muertos. No se menciona aquí a ninguno que hubiera quedado vivo por haber tenido la marca protectora. Sin duda, constituían una pequeña minoría.

Remanente de Israel. Las diez tribus ya habían ido al cautiverio en 722/721 a. C. (2 Rey. 17: 6). Un número considerable de los habitantes del reino del sur de Judá, había sido llevado en el año 605 a. C. y especialmente en el año 597 a. C. (p. 598). 

La naturaleza y la magnitud del pecado justificaban el castigo.

9. Tierra. Heb. 'érets, que también significa "país". Ambas traducciones son apropiadas. El pueblo afirmaba que el Señor no se preocupaba de la conducta de los hombres. Se imaginaban que tenían plena libertad de portarse a su antojo el uno para con el otro, sin que nadie les pidiera cuenta de sus acciones. Como resultado se produjo una decadencia moral. (4CBA) Ministerio Hno. Pio 


miércoles, diciembre 30, 2020

REFLEXIÓN 522. PROFECÍAS DE CASTIGO PARA ISRAEL (SECCIÓN II. 6.º año, 6.º mes, 5.º día/Set. Del Año 592/591 a. C.). UNA SERIE DE VISIONES MIENTRAS ESTABA EN EL ESPÍRITU, EN JERUSALÉN: Las Abominaciones En El Templo (EZEQUIEL 8).

Ezequiel 8. Desde el capítulo 8-11. Se muestra Una Serie De Visiones, donde el profeta Ezequiel es transportado en espíritu a Jerusalén.

En éste capítulo Dios Le Muestra Las Abominaciones En El Templo de Jerusalén.

Vers. (1-4) Ezequiel es llevado en visión a Jerusalén, (5-6) y se le muestran la imagen del celo, (7-12) las habitaciones con ídolos, (13-14) los endechadores de Tamuz,           (15-17) y los que adoraban el sol. (18) Y la ira de Dios por esta idolatría.

1 EN EL sexto año, en el mes sexto, a los cinco días del mes, aconteció que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí se posó sobre mí la mano de Jehová el Señor. 2 Y miré, y he aquí una figura que parecía de hombre; desde sus lomos para abajo, fuego; y desde sus lomos para arriba parecía resplandor, el aspecto de bronce refulgente. 3 Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que provoca a celos. 4 Y he aquí, allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo.

5 Y me dijo: Hijo de hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del norte. Y alcé mis ojos hacia el norte, y he aquí al norte, junto a la puerta del altar, aquella imagen del celo en la entrada. 6 Me dijo entonces: Hijo de hombre, ¿no ves lo que éstos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario? Pero vuélvete aún, y verás abominaciones mayores.

7 Y me llevó a la entrada del atrio, y miré, y he aquí en la pared un agujero. 8 Y me dijo: Hijo de hombre, cava ahora en la pared. Y cavé en la pared, y he aquí una puerta. 9 Me dijo luego: Entra, y ve las malvadas abominaciones que éstos hacen allí. 10 Entré, pues, y miré; y he aquí toda forma de reptiles y bestias abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared por todo alrededor.

11 Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Safán en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y subía una nube espesa de incienso. 12 Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? Porque dicen ellos: No nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra.

13 Me dijo después: Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que hacen éstos. 14 Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tamuz. 

15 Luego me dijo: ¿No ves, hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas. 16 Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente. 17 Y me dijo: ¿No has visto, hijo de hombre? ¿Es cosa liviana para la casa de Judá hacer las abominaciones que hacen aquí? Después que han llenado de maldad la tierra, se volvieron a mí para irritarme; he aquí que aplican el ramo a sus narices.

18 Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré. (Ezequiel 8).

1. Sexto año. El sexto año del cautiverio de Joaquín (ver com. cap. 1: 2), el año 592/591 a. C. (ver la p. 602). Aquí comienza una nueva serie de profecías que se extiende hasta el fin del cap. 19. La fecha indica que esta serie comenzó un poco más de un año después del llamado de Ezequiel a ser profeta (cap. 1: 2). Desde su primera visión, el tiempo de Ezequiel se dividió en períodos de 7 días (cap. 3: 15), 390 días (cap. 4: 5) y 40 días (cap. 4: 6), lo que da un total de 437 días, siempre que no se hubieran superpuesto días de los diferentes períodos. Se ha afirmado que este período no puede ubicarse entre las fechas de las dos visiones, que es un lapso de 14 meses lunares, o sea aproximadamente unos 413 días. Por supuesto, hay opiniones divergentes en cuanto a la aplicación de estos períodos, y, además, no es necesario suponer que sería necesario que una nueva revelación se demorase hasta que estos períodos hubieran concluido (ver com. cap. 4: 5). Por otra parte, a fin de adaptar su año lunar al año solar, los judíos añadían un mes adicional cada dos o tres años. Si el 5° año fue un año al cual se le intercaló otro mes (cosa que parece muy probable, si se tiene en cuenta el ciclo de 19 años), ese mes adicional aumentaría el total a unos 442 días.

Mes sexto. Septiembre de 592 ó 591 (ver p. 602).

Ancianos. Es posible que representaran cierta organización civil conservada aún en el cautiverio, y que no fue suprimida por los babilonios. Es posible que ellos, junto con los sacerdotes exiliados, con frecuencia se consultaran en cuanto a los asuntos públicos. El 632 hecho de que los ancianos recurrieron al Señor acerca de la situación en que se encontraban (ver caps. 14: 1; 33: 31), manifiesta claramente que a Ezequiel ya se lo conocía como profeta que se había granjeado el respeto de los cautivos.

2. De hombre. El hebreo dice que el profeta vio una figura con apariencia de fuego. La apariencia "de hombre" proviene de la LXX. Sin embargo, la mención de "lomos" y de la "mano" (vers. 3) implican que lo que vio tenía figura humana. A Ezequiel se le presentó otra teofanía (ver com. cap. 1:1). La visión aconteció mientras los ancianos estaban sentados delante del profeta. Evidentemente no vieron nada, pero el estado de visión en que estaba Ezequiel sin duda los preparó para escuchar al final de la visión "todas las cosas que Jehová... había mostrado" al profeta. (cap.11: 25).

3. El Espíritu me alzó. No tenemos razón para pensar que Ezequiel fue transportado literalmente. Sin duda se trasladó en visión (ver com. Dan. 8: 2). Como Pablo, sin duda Ezequiel no podía determinar si estaba en el cuerpo o fuera de él (2 Cor. 12: 3).

La entrada de la puerta de adentro. Esta era una de las puertas que llevaba del patio del pueblo al patio de los sacerdotes. En el relato de la construcción del templo de Salomón no se menciona la existencia de puertas que dieran acceso de uno de esos atrios al otro, pero es evidente que las hubo en el templo posterior de Herodes. Era quizá una de las partes más conspicuas del templo, un lugar donde se congregaba mucha gente.

La imagen. Heb. sémel, "ídolo", "imagen", que aparece sólo cinco veces en el AT (Eze. 8: 3, 5; Deut. 4: 16; 2 Crón. 33: 7, 15), y siempre se traduce correctamente en la RVR. Se han hecho varias conjeturas en relación con esta "imagen del celo". Se ha pensado que podría ser una representación de Baal, Moloc o Astarté. Pero es posible que "imagen del celo" no fuera un nombre propio de una deidad pagana específica, sino más bien un nombre que describe una imagen que provocaba a celos al Señor. El que se instalara un Dios rival en el lugar dedicado al culto de Yahweh, produciría tal efecto. Es posible que en este tiempo hubiera ídolos paganos en el templo. Desde los días de Salomón, quien había erigido lugares de culto para los diversos ídolos de sus esposas "en el monte que está enfrente de Jerusalén" (1 Rey. 11: 7), la idolatría había ido aumentando progresivamente. Pareciera que bajo la presión del rey asirio, Acaz había colocado un altar donde se practicaba la idolatría dentro del templo mismo, por lo cual el altar de los sacrificios había tenido que ser trasladado hacia el norte, para dar lugar a ese nuevo altar (ver com. 2 Rey. 16: 10-16). Más tarde, Manasés "edificó altares en la casa de Jehová" (2 Rey. 21: 4). Con la sola excepción de Josías, los posteriores reyes de Judá fueron impíos. Es muy posible que hubiera usado la zona del templo para sus cultos idolátricos.

4. La gloria. La presencia de la gloria de Dios era una señal de que él conocía la idolatría de su pueblo, e indagaría los secretos del culto de ellos.

5. Hacia el lado del norte. Esto indica que Ezequiel se encontraba en visión en el atrio de los sacerdotes; de otro modo no podría haber mirado hacia el norte para ver el ídolo en la puerta de norte. Ya se ha mencionado la imagen (vers. 3), pero ahora la atención del profeta se dirige hacia ella con más detenimiento. No bastaba que meramente la viera al pasar.

6. Para alejarme. En el hebreo el verbo está en infinitivo, sin pronombre; pero es muy lógico pensar que con el culto idolátrico el pueblo alejaba a Dios de su santuario. La gente depositó su confianza en la creencia de que Dios protegería su templo y su ciudad. El profeta debía informarles que por causa de sus iniquidades, tanto la ciudad como el templo serían destruidos.

Abominaciones mayores. Estribillo que se repite en este capítulo (vers. 13, 15). El profeta es conducido como si pasara a través de las etapas sucesivas de una idolatría creciente y planeada.

7. La entrada del atrio. Ezequiel había estado antes en el atrio interior (ver com. vers. 5). Ahora se lo lleva a la puerta misma, la cual parece haber estado rodeada de aposentos         (Jer. 35:4; Eze. 40:44).

8. Cava. Ezequiel cavó en visión. Sin duda el propósito de esta parte de la visión era mostrarle al profeta las actividades que se desarrollaban con mucho secreto.

10. Pintados. Mejor "tallados", quizá en relieve. Algunos comentadores afirman que la idolatría que se practicaba allí era de origen egipcio; otros dicen que procedía de Babilonia. En el cap. 23: 14 las imágenes de la pared son caldeas. Es posible que no todas las figuras 633 tuvieran el mismo origen, sino que representaban diversos ritos.

11. Setenta. Quizá sea éste un número aproximado. No debe confundirse este grupo con el Sanedrín, que no existió hasta después del cautiverio. Ezequiel vio a estas personas en visión, no en la realidad, por lo que no tiene sentido discutir si había o no en el templo un recinto suficientemente grande como para que cupieran allí 70 hombres.

Jaazanías. Algunos han procurado identificar a este personaje con "Jaazanías hijo de Azur", uno de los príncipes impíos que se mencionan en el cap. 11: 1. No puede establecerse esa relación, ni tampoco puede saberse si el Safán que se menciona era el que fue escriba del rey Josías (2 Rey. 22: 8-9). Si así fuera, el mencionar que fue antepasado de Jaazanías podría servir para mostrar la diferencia entre sus caracteres y para revelar la decadencia moral de los dirigentes de la nación.

Cada uno con su incensario. En el momento culminante, todos los 70 ancianos estaban oficiando como sacerdotes, ofreciendo a los ídolos representados el incienso que sólo los hijos de Aarón tenían derecho de usar (2 Crón. 26: 16-18), y el cual sólo debía ser ofrecido al verdadero Dios.

12. No nos ve Jehová. No negaban la existencia de Dios y su providencia, sino que, al parecer, concebían a Yahweh como una deidad local que había abdicado. Ezequiel expone la filosofía de este grupo en la forma de un dicho popular, lo cual es característico del estilo del profeta (caps. 9: 9; 11: 3, 15; 12: 22, 27; 18: 2, 25, 29; 33: 10, 24, 30; 35: 12; 37: 11).

14. Tamuz. Dios adorado por los babilonios con el nombre de Du'uzu, considerado como hermano o hijo, esposo o amante de la diosa Ishtar. Tamuz era el Dios de la vegetación y de las pasturas y patrono de los rebaños. Según una antigua tradición, moría anualmente y descendía al mundo de los muertos. Su muerte era marcada por el calor del verano que secaba los campos, los arroyos y la vegetación. Su partida se conmemoraba con manifestaciones públicas de duelo y el canto de endechas en el cuarto mes del año semítico (Duzu o Tamuz, que comenzaba en lo que para nosotros es junio o julio; ver t. II, p. 119). También se creía que cada año Ishtar descendía al mundo de los muertos para despertar al Dios fallecido. Se suponía que su despertar y su retorno hacían que la vegetación volviera a florecer. Los griegos conservaron una leyenda similar en el mito de Demetrio y Perséfone.

Tamuz era adorado en Babilonia, Asiria, Fenicia y Palestina. En Fenicia, este culto tomó la forma del culto de Adonis ('adon significa "señor"), una deidad fenicia local. Después el nombre Adonis fue transmitido a los griegos, cuyo mito de Venus y Adonis pasó a los romanos. Si bien la tradición antigua identifica a Tamuz con Adonis, en realidad el culto de Adonis no era más que una forma del divulgado culto a Tamuz. No se sabe cuándo fue adoptado este culto por los Judíos.

El hecho de que la fiesta de Tamuz cayera en el cuarto mes y no en el "sexto mes", cuando Ezequiel tuvo la visión, no presenta ningún problema. El profeta vio en visión lo que Dios quiso mostrarle. Sin duda se le mostraron representaciones de la impiedad que en diversos momentos se practicó en Jerusalén.

16. Veinticinco. La LXX dice "veinte". No se sabe con certeza qué importancia puede tener el número. Algunos han pensado que alude al sumo sacerdote y a los jefes de los 24 grupos de sacerdotes (ver com. 1 Crón. 24: 1), con lo cual estarían representados todos los sacerdotes. Estaban de pie entre el altar y el templo, en lo más santo del atrio. Allí, de espaldas al templo del Señor, adoraban al sol. 

La adoración del sol, Shamash, fue practicada por los cananeos desde épocas remotas y se había introducido en el culto de los reyes y del pueblo de Judá (2 Rey. 23: 5, 11; cf. Deut. 4: 19; 17: 3; Job 31: 26). El hecho de que estuvieran en el atrio interior ha llevado a pensar que quizá fueran sacerdotes, pero en algunos casos entraban allí también quienes no eran sacerdotes (2 Rey. 11: 4-15). Si se trataba de los guardianes específicos de la verdadera religión, su pecado era el más flagrante insulto a Dios. Así se lo hizo resaltar como la mayor de las abominaciones (2 Crón. 36: 14).

17. Maldad. Heb. jamas. También puede traducirse como "impiedad", "violencia". Se emplea la misma palabra para describir la impiedad de los antediluvianos (Gén. 6: 11). La LXX dice anomía, "conducta que es contra la ley, que no toma en cuenta la ley".

Se volvieron. El pueblo volvió vez tras vez a su conducta impía.

Aplican el ramo. En los así llamados "jardines de Adonis" se tomaban flores cortadas, 634 se las ponía en una fuente llena de tierra y se las alzaba frente al rostro. En un mural de Pompeya se ilustra esta costumbre. La antigua tradición judía afirma que debe leerse "mi nariz" (la del Señor). Se parafrasea el pasaje de la siguiente forma: "Pusieron sobre mí una afrenta, volviéndome sus espaldas en el lugar dedicado a mi culto". La LXX dice: "Son como los que se burlan".

18. No los oiré. Ya es demasiado tarde para evitar la catástrofe nacional. Sin embargo, la salvación individual no está excluida. Los pocos que "gimen y que claman a causa de todas las abominaciones" que se hacen en la tierra, serán liberados. Los otros, por su conducta obstinada, han escogido la destrucción.

Debido a que obstinadamente se niegan a escuchar la voz del Señor que los llama a enmendar sus caminos, los hombres finalmente quedan sordos a la voz de Dios. Cuando llegue ese tiempo, Dios ya no los oirá. (4CBA) Ministerio Hno. Pio

martes, diciembre 29, 2020

REFLEXIÓN 521. PROFECÍAS DE CASTIGO PARA ISRAEL (SECCIÓN I. 5° año, 4°.1 mes, 5°.1 día). EL COMIENZO DE LA ACTIVIDAD PROFÉTICO: El Asolamiento De Israel Predicho (EZEQUIEL 7).

Ezequiel 7. El Asolamiento De Israel Predicho. El tema de este capítulo es la inminencia de los castigos ya predichos y la magnitud de la destrucción. Este capítulo tiene forma más poética que los mensajes anteriores y podría compararse con una endecha.

Vers. (1-15) Desolación final de Israel. (16-19) El doloroso lamento de los que escapen. (20-22) Los enemigos profanarán el santuario por las abominaciones de Israel. (23-27) Con el símbolo de una cadena se demuestra su penoso cautiverio.

1 VINO a mí palabra de Jehová, diciendo: 2 Tú, hijo de hombre, así ha dicho Jehová el Señor a la tierra de Israel: El fin, el fin viene sobre los cuatro extremos de la tierra. 3 Ahora será el fin sobre ti, y enviaré sobre ti mi furor, y te juzgaré según tus caminos; y pondré sobre ti todas tus abominaciones. 4 Y mi ojo no te perdonará, ni tendré misericordia; antes pondré sobre ti tus caminos, y en medio de ti estarán tus abominaciones; y sabréis que yo soy Jehová. 

5 Así ha dicho Jehová el Señor: Un mal, he aquí que viene un mal. 6 Viene el fin, el fin viene; se ha despertado contra ti; he aquí que viene. 7 La mañana viene para ti, oh morador de la tierra; el tiempo viene, cercano está el día; día de tumulto, y no de alegría, sobre los montes. 8 Ahora pronto derramaré mi ira sobre ti, y cumpliré en ti mi furor, y te juzgaré según tus caminos; y pondré sobre ti tus abominaciones. 9 Y mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; según tus caminos pondré sobre ti, y en medio de ti estarán tus abominaciones; y sabréis que yo Jehová soy el que castiga.

10 He aquí el día, he aquí que viene; ha salido la mañana; ha florecido la vara, ha reverdecido la soberbia. 11 La violencia se ha levantado en vara de maldad; ninguno quedará de ellos, ni de su multitud, ni uno de los suyos, ni habrá entre ellos quien se lamente. 12 El tiempo ha venido, se acercó el día; el que compra, no se alegre, y el que vende, no llore, porque la ira está sobre toda la multitud. 

13 Porque el que vende no volverá a lo vendido, aunque queden vivos; porque la visión sobre toda la multitud no se revocará, y a causa de su iniquidad ninguno podrá amparar su vida. 14 Tocarán trompeta, y prepararán todas las cosas, y no habrá quien vaya a la batalla; porque mi ira está sobre toda la multitud. 15 De fuera espada, de dentro pestilencia y hambre; y el que esté en el campo morirá a espada, y el que esté en la ciudad lo consumirá el hambre y la pestilencia.

16 Y los que escapen de ellos huirán y estarán sobre los montes como palomas en los valles, gimiendo todos, cada uno por su iniquidad. 17 Toda mano se debilitará, y toda rodilla será débil como el agua. 18 Se ceñirán también de cilicio, y les cubrirá terror; en todo rostro habrá vergüenza, y todas sus cabezas estarán rapadas. 19 Arrojarán su plata en las calles, y su oro será desechado; ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová; no saciarán su alma, ni llenarán sus entrañas, porque ha sido tropiezo para su maldad.

20 Por cuanto convirtieron la gloria de su ornamento en soberbia, e hicieron de ello las imágenes de sus abominables ídolos, por eso se lo convertí en cosa repugnante. 21 En mano de extraños la entregué para ser saqueada, y será presa de los impíos de la tierra, y la profanarán. 22 Y apartaré de ellos mi rostro, y será violado mi lugar secreto; pues entrarán en él invasores y lo profanarán.

23 Haz una cadena, porque la tierra está llena de delitos de sangre, y la ciudad está llena de violencia. 24 Traeré, por tanto, los más perversos de las naciones, los cuales poseerán las casas de ellos; y haré cesar la soberbia de los poderosos, y sus santuarios serán profanados. 25 Destrucción viene; y buscarán la paz, y no la habrá. 26 Quebrantamiento vendrá sobre quebrantamiento, y habrá rumor sobre rumor; y buscarán respuesta del profeta, mas la ley se alejará del sacerdote, y de los ancianos el consejo. 27 El rey se enlutará, y el príncipe se vestirá de tristeza, y las manos del pueblo de la tierra temblarán; según su camino haré con ellos, y con los juicios de ellos los juzgaré; y sabrán que yo soy Jehová. (Ezequiel 7).

1. Palabra de Jehová. La repetición de esta frase (ver com. cap. 6: 1) sugiere que había transcurrido otro período de silencio, seguido ahora por una nueva comunicación profética. El tema de este capítulo es la inminencia de los castigos ya predichos y la magnitud de la destrucción. Este capítulo tiene forma más poética que los mensajes anteriores y podría compararse con una endecha.

2. El fin. Sin duda esta frase se repite para dar mayor énfasis (vers. 6; cf. cap. 12: 21-28). Esta es la nota tónica del cap. 7.

Los cuatro extremos. Literalmente, "las cuatro alas". Esta expresión equivale a los cuatro puntos cardinales: norte, sur, este, oeste (ver Isa. 11: 12; Apoc. 7: 1). Se predice aquí el fin de Israel como nación.

3. Te juzgaré. En los vers. 8-9 se repiten casi sin modificaciones los vers. 3-4. Estos pasajes representan sin tipo de estribillo en la endecha. Así se le da mayor fuerza a las acusaciones.

Según tus caminos. Cf. con Apoc. 22: 12. Algunos psicólogos han alegado que el hombre no es totalmente responsable de sus acciones. Afirman que es víctima de problemas glandulares, de un sistema nervioso inestable o de sin ambiente inadecuado. Sin embargo, la religión de la Biblia afirma y demuestra que el poder del Evangelio es mayor que toda tendencia hereditaria o cultivada hacia el mal.

4. Ni tendré misericordia. Es decir, Dios no permitirá que su misericordia, la cual es atributo esencial de su carácter, impida que se apliquen los castigos.

5. Un mal. Quizá en el sentido de un "mal único" o un "mal final". Es decir, un mal completo en sí mismo, que no necesita repetirse. Mediante el cambio de una letra, varios manuscritos hebreos, así como los tárgumes (paráfrasis en arameo de las Escrituras hebreas), dicen "mal tras mal". El "mal" (Heb. ra'ah) no sólo se refiere al mal moral, sino también a una "calamidad" y a un "desastre". Este segundo significado es el más adecuado en este caso. Judá había de sufrir calamidad tras calamidad.

6. Se ha despertado. En el hebreo hay un juego de palabras imposible de reproducir en la traducción. Dice el texto: haqets heqits, "el fin ha despertado". El castigo predicho se está levantando a fin de cumplir su tarea destructora.

7. Mañana. Heb. tsefirah, cuyo significado es incierto. Esta palabra sólo aparece aquí, en el vers. 10 y en Isa. 28: 5, donde se traduce como "corona". Viene de una raíz que significa "trenzar", "entrelazar". Es posible que se refiere a la culminación, la "corona" del "fin".

Alegría. Heb. hed, palabra que sólo aparece aquí en el AT. Es posible que en vez de hed debería leerse hedad, el grito de alegría de quienes prensan las uvas (Jer 25: 30; 51: 14). 629 En lugar de alegría habría un ruido discordante y aterrador de batalla y de guerra.

8. Te juzgaré. En los vers. 8-9 se repiten en buena parte las palabras de los vers. 3-4. La última frase es más enfática: "Sabréis que yo soy Jehová el que castiga".

10. Ha florecido la vara. Por lo general, los intérpretes judíos han entendido que la vara representa al conquistador caldeo, la vara de la ira del Señor.  Su poder crecía como un renuevo, dando indicios de vigorosa vitalidad, y rápidamente tomando la forma que permitiría que el conquistador golpeara fuertemente. La "soberbia" también puede aplicarse a los caldeos, o quizá también a Israel, quien por su "insolencia" (BJ) estaba ganándose su castigo.

11. La violencia se ha levantado. La construcción literaria indica que el autor se sentía profundamente afectado porque se expresa con oraciones cortas, omitiendo algunos verbos, lo cual dificulta mucho la traducción. La traducción literal del pasaje es como sigue: "La violencia se levantó para [ser] vara de maldad, no de ellos, no de su multitud, y no de [?; no se sabe el significado de la palabra hebrea] y no [?; "lamentación" según la traducción tradicional judía de noah] en ellos". Uno de los manuscritos de la LXX dice "ornamento" por noah. Si alguno hubiera estado presente y hubiera escuchado la cadencia de la voz del profeta; si se hubiera visto sus gestos y la expresión del rostro, indudablemente el sentido hubiera sido claro. Si la tradición judía acerca de que en la última frase debe entenderse "lamentación" es correcta, se entendería que no se habrían de realizar los habituales ritos de sepelio.

12. El que compra, no se alegre. Un elemento importante de la actividad de los israelitas era la compra y venta de tierras. Según la ley (Lev. 25: 14-16), la posesión de tierras compradas en ningún caso había de extenderse más allá del año del jubileo, en cuyo tiempo todas las tierras habían de volver a quienes las poseían por derecho de herencia. El que se vendiera tierras a bajo costo naturalmente alegraría al comprador.  Por otra parte, una propiedad heredada se suele vender con tristeza porque se transfieren los derechos a otros. Frente al inminente asedio, Ezequiel afirma que el comprador no tendría de qué alegrarse, porque no gozaría de lo comprado. Pero el vendedor no tendría razón para lamentarse por haber perdido su  propiedad al venderla, porque de todos modos, el cautiverio inminente lo privaría de sus propiedades.

13. No volverá. El vendedor, sin duda, tendría demasiada edad como para que tuviera la esperanza de vivir hasta que se hubieran completado los 70 años del cautiverio. Tampoco le aprovecharía en nada el año del jubileo mientras estuviera en el cautiverio.

14. No habrá quien vaya. Un cuadro de desmoralización, quizá debida a un sentimiento de culpabilidad que al fin los ha llevado a comprender que no pueden esperar que Dios los ayude.

16. Como palomas. Unos pocos escaparían y hallarían refugio en las montañas, pero su condición sería extremadamente precaria.

Gimiendo. El verbo hamah es empleado para designar el gruñido de los osos (Isa. 59: 11), el ladrido de los perros (Sal. 59: 6, 14), el bramido de las naciones (Sal. 46: 6), el clamor del salmista (Sal. 55: 17), el estruendo del mar (Isa. 17: 12). Con frecuencia, cuando el pecado produce sus amargos resultados, se expresan acerbos pesares. Desgraciadamente, esos "pesares" son ocasionados por las tristes consecuencias del pecado y no porque el pecado haya deshonrado a Dios. Los hombres anhelan que desaparezcan las consecuencias, mas no ser liberados de la culpa y del poder del pecado; pero esto último debe preceder a lo anterior.

En la LXX, la segunda parte del versículo reza: "A todos mataré, a cada uno en sus injusticias".  En siríaco dice: "todos ellos morirán", como si el manuscrito hebreo del cual se tradujo hubiera tenido allí una forma del verbo muth, "morir", y no del verbo hamah, "gemir".

17. Débil como el agua. Esta figura muestra la debilidad y el desamparo de los fugitivos. No podían usar las manos que deberían haber sido fuertes para portar armas de guerra y para construir fortificaciones. Y las rodillas que deberían haber sido fuertes para resistir la batalla o para huir de la espada desenvainada, se negaban a responder.

18. Cilicio. En el antiguo Cercano Oriente el vestirse de cilicio indicaba tristeza, humillación y dolor. El horror que sentirían, se debería a que comprenderían que iban en aumento sus males, la vergüenza causada por el chasco, el sentido de culpabilidad y la desilusión.  Cabezas... rapadas. Era costumbre raparse la cabeza en señal de profundo duelo (Isa. 15:2; Jer. 7: 29; 48: 37; Amós 8: 10).

19. Su plata. Quizá se haga referencia a que al huir, la gente arrojaría sus objetos de valor. También podría referirse a los ídolos, que en el día de la calamidad demostraron que carecían de valor.

Será desechado. Mejor, "su oro se convertirá en basura" (BJ), en "cosa asquerosa" (VM). La misma palabra se emplea en Lev. 15:19-33.

20. Su ornamento. El ornamento de ellos. El pueblo había empleado su riqueza, su plata y su oro para fabricarse ídolos detestables, a los cuales Dios aborrecía.

Soberbia. "El objeto de su orgullo" (BJ). Es evidente que se refiere al santuario, lugar que se guardaba celosamente de todo intruso, el centro de la vida religiosa y nacional de Israel.

23. Cadena. Heb. rattoq, palabra de sentido incierto. Se traduce como cadena por el parecido que tiene con rethuqoth, que en Isa. 40: 19 se traduce como "cadenas". En la LXX la primera frase del versículo dice: "y harán desorden [gr. furmós]". Si aquí correspondiera leer "cadena", el profeta estaría prediciendo acontecimientos futuros mediante lecciones objetivas. Así como a Jeremías se le ordenó hacerse coyundas y yugos (Jer. 27: 2), así también a Ezequiel podría habérsele mandado que hiciera una cadena que simbolizara el cautiverio inminente, cuando el rey y la población fueron llevados en cadenas a Babilonia (2 Rey. 25: 7; Jer. 40: 1).

24. Los más perversos de las naciones. Es decir, los caldeos. Sus santuarios. El empleo del adjetivo posesivo "sus" insinúa que Dios ya no consideraba suyos a los israelitas. El plural podría referirse al templo y sus diversos lugares santos. Es interesante notar en la Epístola a los Hebreos que la palabra griega hágia, traducida como "santuario", es también una forma plural (Heb. 8: 2). Algunos piensan que en este pasaje no se hace referencia al templo sino a santuarios privados, levantados en los techos de las casas y en los jardines.

25. Destrucción.Heb. qefadah, "angustia", "temblor" como de quien siente gran temor. Sin duda se refiere al horror y al espanto que acompañan a los terribles castigos, tal como el Señor lo describió tan claramente al referirse a los hombres que desfallecen "por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán" (Luc. 21: 26).

26. Rumor. Compárese esto con la expresión "guerras y rumores de guerra" (Mat. 24: 6; cf. Luc. 21: 9). Los rumores que circulan en tiempos de invasión y de guerra intensifican la angustia. Se dice que en este tiempo de angustia, era en vano recurrir a las tres principales fuentes de instrucción: los profetas, los sacerdotes y los ancianos (1 Sam. 28: 6; Jer. 5: 31; 6: 13; 23: 21-40; 28: 1-9; Lam. 2: 9; Amós 8: 11; Miq. 3: 6).

27. El rey se enlutará. El rey, el príncipe (en ciertos pasajes equivale a "rey", como en los caps. 12:12; 19:1; aquí podría ser el heredero del trono), y la gente común: todos habrían de sufrir por igual. Sabrán. Ver com. cap. 6: 7. (4CBA) Ministerio Hno. Pio