miércoles, diciembre 30, 2020

REFLEXIÓN 522. PROFECÍAS DE CASTIGO PARA ISRAEL (SECCIÓN II. 6.º año, 6.º mes, 5.º día/Set. Del Año 592/591 a. C.). UNA SERIE DE VISIONES MIENTRAS ESTABA EN EL ESPÍRITU, EN JERUSALÉN: Las Abominaciones En El Templo (EZEQUIEL 8).

Ezequiel 8. Desde el capítulo 8-11. Se muestra Una Serie De Visiones, donde el profeta Ezequiel es transportado en espíritu a Jerusalén.

En éste capítulo Dios Le Muestra Las Abominaciones En El Templo de Jerusalén.

Vers. (1-4) Ezequiel es llevado en visión a Jerusalén, (5-6) y se le muestran la imagen del celo, (7-12) las habitaciones con ídolos, (13-14) los endechadores de Tamuz,           (15-17) y los que adoraban el sol. (18) Y la ira de Dios por esta idolatría.

1 EN EL sexto año, en el mes sexto, a los cinco días del mes, aconteció que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí se posó sobre mí la mano de Jehová el Señor. 2 Y miré, y he aquí una figura que parecía de hombre; desde sus lomos para abajo, fuego; y desde sus lomos para arriba parecía resplandor, el aspecto de bronce refulgente. 3 Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que provoca a celos. 4 Y he aquí, allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo.

5 Y me dijo: Hijo de hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del norte. Y alcé mis ojos hacia el norte, y he aquí al norte, junto a la puerta del altar, aquella imagen del celo en la entrada. 6 Me dijo entonces: Hijo de hombre, ¿no ves lo que éstos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario? Pero vuélvete aún, y verás abominaciones mayores.

7 Y me llevó a la entrada del atrio, y miré, y he aquí en la pared un agujero. 8 Y me dijo: Hijo de hombre, cava ahora en la pared. Y cavé en la pared, y he aquí una puerta. 9 Me dijo luego: Entra, y ve las malvadas abominaciones que éstos hacen allí. 10 Entré, pues, y miré; y he aquí toda forma de reptiles y bestias abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared por todo alrededor.

11 Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Safán en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y subía una nube espesa de incienso. 12 Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? Porque dicen ellos: No nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra.

13 Me dijo después: Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que hacen éstos. 14 Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tamuz. 

15 Luego me dijo: ¿No ves, hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas. 16 Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente. 17 Y me dijo: ¿No has visto, hijo de hombre? ¿Es cosa liviana para la casa de Judá hacer las abominaciones que hacen aquí? Después que han llenado de maldad la tierra, se volvieron a mí para irritarme; he aquí que aplican el ramo a sus narices.

18 Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré. (Ezequiel 8).

1. Sexto año. El sexto año del cautiverio de Joaquín (ver com. cap. 1: 2), el año 592/591 a. C. (ver la p. 602). Aquí comienza una nueva serie de profecías que se extiende hasta el fin del cap. 19. La fecha indica que esta serie comenzó un poco más de un año después del llamado de Ezequiel a ser profeta (cap. 1: 2). Desde su primera visión, el tiempo de Ezequiel se dividió en períodos de 7 días (cap. 3: 15), 390 días (cap. 4: 5) y 40 días (cap. 4: 6), lo que da un total de 437 días, siempre que no se hubieran superpuesto días de los diferentes períodos. Se ha afirmado que este período no puede ubicarse entre las fechas de las dos visiones, que es un lapso de 14 meses lunares, o sea aproximadamente unos 413 días. Por supuesto, hay opiniones divergentes en cuanto a la aplicación de estos períodos, y, además, no es necesario suponer que sería necesario que una nueva revelación se demorase hasta que estos períodos hubieran concluido (ver com. cap. 4: 5). Por otra parte, a fin de adaptar su año lunar al año solar, los judíos añadían un mes adicional cada dos o tres años. Si el 5° año fue un año al cual se le intercaló otro mes (cosa que parece muy probable, si se tiene en cuenta el ciclo de 19 años), ese mes adicional aumentaría el total a unos 442 días.

Mes sexto. Septiembre de 592 ó 591 (ver p. 602).

Ancianos. Es posible que representaran cierta organización civil conservada aún en el cautiverio, y que no fue suprimida por los babilonios. Es posible que ellos, junto con los sacerdotes exiliados, con frecuencia se consultaran en cuanto a los asuntos públicos. El 632 hecho de que los ancianos recurrieron al Señor acerca de la situación en que se encontraban (ver caps. 14: 1; 33: 31), manifiesta claramente que a Ezequiel ya se lo conocía como profeta que se había granjeado el respeto de los cautivos.

2. De hombre. El hebreo dice que el profeta vio una figura con apariencia de fuego. La apariencia "de hombre" proviene de la LXX. Sin embargo, la mención de "lomos" y de la "mano" (vers. 3) implican que lo que vio tenía figura humana. A Ezequiel se le presentó otra teofanía (ver com. cap. 1:1). La visión aconteció mientras los ancianos estaban sentados delante del profeta. Evidentemente no vieron nada, pero el estado de visión en que estaba Ezequiel sin duda los preparó para escuchar al final de la visión "todas las cosas que Jehová... había mostrado" al profeta. (cap.11: 25).

3. El Espíritu me alzó. No tenemos razón para pensar que Ezequiel fue transportado literalmente. Sin duda se trasladó en visión (ver com. Dan. 8: 2). Como Pablo, sin duda Ezequiel no podía determinar si estaba en el cuerpo o fuera de él (2 Cor. 12: 3).

La entrada de la puerta de adentro. Esta era una de las puertas que llevaba del patio del pueblo al patio de los sacerdotes. En el relato de la construcción del templo de Salomón no se menciona la existencia de puertas que dieran acceso de uno de esos atrios al otro, pero es evidente que las hubo en el templo posterior de Herodes. Era quizá una de las partes más conspicuas del templo, un lugar donde se congregaba mucha gente.

La imagen. Heb. sémel, "ídolo", "imagen", que aparece sólo cinco veces en el AT (Eze. 8: 3, 5; Deut. 4: 16; 2 Crón. 33: 7, 15), y siempre se traduce correctamente en la RVR. Se han hecho varias conjeturas en relación con esta "imagen del celo". Se ha pensado que podría ser una representación de Baal, Moloc o Astarté. Pero es posible que "imagen del celo" no fuera un nombre propio de una deidad pagana específica, sino más bien un nombre que describe una imagen que provocaba a celos al Señor. El que se instalara un Dios rival en el lugar dedicado al culto de Yahweh, produciría tal efecto. Es posible que en este tiempo hubiera ídolos paganos en el templo. Desde los días de Salomón, quien había erigido lugares de culto para los diversos ídolos de sus esposas "en el monte que está enfrente de Jerusalén" (1 Rey. 11: 7), la idolatría había ido aumentando progresivamente. Pareciera que bajo la presión del rey asirio, Acaz había colocado un altar donde se practicaba la idolatría dentro del templo mismo, por lo cual el altar de los sacrificios había tenido que ser trasladado hacia el norte, para dar lugar a ese nuevo altar (ver com. 2 Rey. 16: 10-16). Más tarde, Manasés "edificó altares en la casa de Jehová" (2 Rey. 21: 4). Con la sola excepción de Josías, los posteriores reyes de Judá fueron impíos. Es muy posible que hubiera usado la zona del templo para sus cultos idolátricos.

4. La gloria. La presencia de la gloria de Dios era una señal de que él conocía la idolatría de su pueblo, e indagaría los secretos del culto de ellos.

5. Hacia el lado del norte. Esto indica que Ezequiel se encontraba en visión en el atrio de los sacerdotes; de otro modo no podría haber mirado hacia el norte para ver el ídolo en la puerta de norte. Ya se ha mencionado la imagen (vers. 3), pero ahora la atención del profeta se dirige hacia ella con más detenimiento. No bastaba que meramente la viera al pasar.

6. Para alejarme. En el hebreo el verbo está en infinitivo, sin pronombre; pero es muy lógico pensar que con el culto idolátrico el pueblo alejaba a Dios de su santuario. La gente depositó su confianza en la creencia de que Dios protegería su templo y su ciudad. El profeta debía informarles que por causa de sus iniquidades, tanto la ciudad como el templo serían destruidos.

Abominaciones mayores. Estribillo que se repite en este capítulo (vers. 13, 15). El profeta es conducido como si pasara a través de las etapas sucesivas de una idolatría creciente y planeada.

7. La entrada del atrio. Ezequiel había estado antes en el atrio interior (ver com. vers. 5). Ahora se lo lleva a la puerta misma, la cual parece haber estado rodeada de aposentos         (Jer. 35:4; Eze. 40:44).

8. Cava. Ezequiel cavó en visión. Sin duda el propósito de esta parte de la visión era mostrarle al profeta las actividades que se desarrollaban con mucho secreto.

10. Pintados. Mejor "tallados", quizá en relieve. Algunos comentadores afirman que la idolatría que se practicaba allí era de origen egipcio; otros dicen que procedía de Babilonia. En el cap. 23: 14 las imágenes de la pared son caldeas. Es posible que no todas las figuras 633 tuvieran el mismo origen, sino que representaban diversos ritos.

11. Setenta. Quizá sea éste un número aproximado. No debe confundirse este grupo con el Sanedrín, que no existió hasta después del cautiverio. Ezequiel vio a estas personas en visión, no en la realidad, por lo que no tiene sentido discutir si había o no en el templo un recinto suficientemente grande como para que cupieran allí 70 hombres.

Jaazanías. Algunos han procurado identificar a este personaje con "Jaazanías hijo de Azur", uno de los príncipes impíos que se mencionan en el cap. 11: 1. No puede establecerse esa relación, ni tampoco puede saberse si el Safán que se menciona era el que fue escriba del rey Josías (2 Rey. 22: 8-9). Si así fuera, el mencionar que fue antepasado de Jaazanías podría servir para mostrar la diferencia entre sus caracteres y para revelar la decadencia moral de los dirigentes de la nación.

Cada uno con su incensario. En el momento culminante, todos los 70 ancianos estaban oficiando como sacerdotes, ofreciendo a los ídolos representados el incienso que sólo los hijos de Aarón tenían derecho de usar (2 Crón. 26: 16-18), y el cual sólo debía ser ofrecido al verdadero Dios.

12. No nos ve Jehová. No negaban la existencia de Dios y su providencia, sino que, al parecer, concebían a Yahweh como una deidad local que había abdicado. Ezequiel expone la filosofía de este grupo en la forma de un dicho popular, lo cual es característico del estilo del profeta (caps. 9: 9; 11: 3, 15; 12: 22, 27; 18: 2, 25, 29; 33: 10, 24, 30; 35: 12; 37: 11).

14. Tamuz. Dios adorado por los babilonios con el nombre de Du'uzu, considerado como hermano o hijo, esposo o amante de la diosa Ishtar. Tamuz era el Dios de la vegetación y de las pasturas y patrono de los rebaños. Según una antigua tradición, moría anualmente y descendía al mundo de los muertos. Su muerte era marcada por el calor del verano que secaba los campos, los arroyos y la vegetación. Su partida se conmemoraba con manifestaciones públicas de duelo y el canto de endechas en el cuarto mes del año semítico (Duzu o Tamuz, que comenzaba en lo que para nosotros es junio o julio; ver t. II, p. 119). También se creía que cada año Ishtar descendía al mundo de los muertos para despertar al Dios fallecido. Se suponía que su despertar y su retorno hacían que la vegetación volviera a florecer. Los griegos conservaron una leyenda similar en el mito de Demetrio y Perséfone.

Tamuz era adorado en Babilonia, Asiria, Fenicia y Palestina. En Fenicia, este culto tomó la forma del culto de Adonis ('adon significa "señor"), una deidad fenicia local. Después el nombre Adonis fue transmitido a los griegos, cuyo mito de Venus y Adonis pasó a los romanos. Si bien la tradición antigua identifica a Tamuz con Adonis, en realidad el culto de Adonis no era más que una forma del divulgado culto a Tamuz. No se sabe cuándo fue adoptado este culto por los Judíos.

El hecho de que la fiesta de Tamuz cayera en el cuarto mes y no en el "sexto mes", cuando Ezequiel tuvo la visión, no presenta ningún problema. El profeta vio en visión lo que Dios quiso mostrarle. Sin duda se le mostraron representaciones de la impiedad que en diversos momentos se practicó en Jerusalén.

16. Veinticinco. La LXX dice "veinte". No se sabe con certeza qué importancia puede tener el número. Algunos han pensado que alude al sumo sacerdote y a los jefes de los 24 grupos de sacerdotes (ver com. 1 Crón. 24: 1), con lo cual estarían representados todos los sacerdotes. Estaban de pie entre el altar y el templo, en lo más santo del atrio. Allí, de espaldas al templo del Señor, adoraban al sol. 

La adoración del sol, Shamash, fue practicada por los cananeos desde épocas remotas y se había introducido en el culto de los reyes y del pueblo de Judá (2 Rey. 23: 5, 11; cf. Deut. 4: 19; 17: 3; Job 31: 26). El hecho de que estuvieran en el atrio interior ha llevado a pensar que quizá fueran sacerdotes, pero en algunos casos entraban allí también quienes no eran sacerdotes (2 Rey. 11: 4-15). Si se trataba de los guardianes específicos de la verdadera religión, su pecado era el más flagrante insulto a Dios. Así se lo hizo resaltar como la mayor de las abominaciones (2 Crón. 36: 14).

17. Maldad. Heb. jamas. También puede traducirse como "impiedad", "violencia". Se emplea la misma palabra para describir la impiedad de los antediluvianos (Gén. 6: 11). La LXX dice anomía, "conducta que es contra la ley, que no toma en cuenta la ley".

Se volvieron. El pueblo volvió vez tras vez a su conducta impía.

Aplican el ramo. En los así llamados "jardines de Adonis" se tomaban flores cortadas, 634 se las ponía en una fuente llena de tierra y se las alzaba frente al rostro. En un mural de Pompeya se ilustra esta costumbre. La antigua tradición judía afirma que debe leerse "mi nariz" (la del Señor). Se parafrasea el pasaje de la siguiente forma: "Pusieron sobre mí una afrenta, volviéndome sus espaldas en el lugar dedicado a mi culto". La LXX dice: "Son como los que se burlan".

18. No los oiré. Ya es demasiado tarde para evitar la catástrofe nacional. Sin embargo, la salvación individual no está excluida. Los pocos que "gimen y que claman a causa de todas las abominaciones" que se hacen en la tierra, serán liberados. Los otros, por su conducta obstinada, han escogido la destrucción.

Debido a que obstinadamente se niegan a escuchar la voz del Señor que los llama a enmendar sus caminos, los hombres finalmente quedan sordos a la voz de Dios. Cuando llegue ese tiempo, Dios ya no los oirá. (4CBA) Ministerio Hno. Pio

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