sábado, septiembre 18, 2021

REFLEXIÓN 843. RESPUESTAS A PREGUNTAS HECHAS POR LOS CREYENTES DE CORINTIOS: Amonestación Contra La Idolatría Y La Real Libertad Cristiana (1 CORINTIOS 10).

1 Corintios 10. RESPUESTAS A PREGUNTAS: AMONESTACIÓN CONTRA LA IDOLATRÍA: Vers. (1-5) Las experiencias religiosas de los judíos (6) son símbolos para nosotros; (7-10) y sus castigos, (11-13) ejemplos. (14-20) Debemos huir de la idolatría. (21-23) No debemos hacer de la mesa de Dios la mesa de los demonios;

EL DEBIDO USO DE LA LIBERTAD CRISTIANA: Vers. (23-33) En las cosas de menor importancia tenemos que tener consideración con nuestros hermanos.

1 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; 2 y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, 3 y todos comieron el mismo alimento espiritual, 4 y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. 5 Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.

6 Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. 

7 Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito. Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. 8 Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. 9 Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. 10 Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor.

11 Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. 12 Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. 13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.

14 Por tanto, amados míos, huid de la idolatría. 15 Como a sensatos os hablo; juzgad vosotros lo que digo. 16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? 17 Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan. 18 Mirad a Israel según la carne; los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar? 19 ¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? 20 Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. 

21 No Podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; 

No Podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.

22 ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él?

23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica24 Ninguno Busque Su Propio Bien, Sino El Del Otro.  

25 De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia; 26 porque del Señor es la tierra y su plenitud. 27 Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. 28 Mas si alguien os dijera: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. 29 La conciencia, digo, no la tuya, sino del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro? 30 Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello de que doy gracias? 

31 Si, Pues, Coméis O Bebéis, O Hacéis Otra Cosa, 

Hacedlo Todo Para La Gloria De Dios.

32 No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; 33 como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos. (1 Corintios 10).

1. Porque. Esta conjunción causal establece la debida relación entre los cap. 9 y 10. Luego de mostrar la posibilidad de que él fuera eliminado, el apóstol destaca el peligro de que otros también fueran rechazados. Aunque los israelitas que salieron de Egipto fueron muy favorecidos por Dios, no recibieron la recompensa de la entrada en la tierra prometida. Si el pueblo -escogido aquellos para quienes Dios había hecho tantos milagros y prodigios- fracasó, los corintios no debían envanecerse de orgullo espiritual, cegados ante el peligro de correr la misma suerte.

Ignoréis. Los miembros de la iglesia de Corinto sin duda conocían bien, por lo menos parcialmente, el relato de las vicisitudes de los antiguos israelitas durante su éxodo, cuando salieron de Egipto; pero Pablo quería que recordaran esas cosas y permitieran que el ejemplo de los israelitas influyera positivamente en su conducta.

Padres. La iglesia de Corinto estaba compuesta por idólatras convertidos y cristianos de origen judío; por lo tanto, esta referencia a los "padres" -que indudablemente se refiere a los israelitas de los días de Moisés- demuestra que la iglesia cristiana es la continuación del pueblo de Dios, y tiene derecho a ser descendiente del linaje de los verdaderos adoradores, que se remonta a través de los siglos en la historia de Israel (ver Rom. 2:28-29; Gál. 3:28-29).

Nube. La presencia visible de Dios con su pueblo mientras éste peregrinaba en el desierto de Egipto a Canaán.

 Durante el día una nube iba delante de las huestes de Israel mientras avanzaban, y por la noche se convertía en una columna de fuego (ver com. Exo. 13:21).

Mar. Una referencia al momento cuando los hijos de Israel cruzaron el mar o Rojo por un camino milagrosamente preparado para ellos por el Señor (Exo. 14:21-22). Esta fue una prueba adicional de la protección y del favor de Dios. Pablo recordó a los creyentes corintios todas esas intervenciones especiales que el Señor había hecho a favor del antiguo Israel, y mostró que los Hijos de Israel habían tenido tantas protecciones evidentes contra la apostasía como aquéllas de las cuales se jactaba tanto la iglesia de Corinto.

2. En Moisés. Fueron guiados por la nube hasta la orilla del mar Rojo, y cuando Moisés ordenó que avanzaran, Dios les abrió el camino y pasaron a salvo hasta la orilla. Debido a este episodio, fueron entregados a Moisés como su guía (Exo. 14:13-16, 21-22), reconocieron su autoridad y se comprometieron a obedecer sus instrucciones. Moisés, como su "conductor visible", dio al pueblo leyes y reglamentos de Dios. Por esta razón podría decirse que una vez que fueron bautizados "en Moisés" se comprometieron a obedecer a Dios y a servirle (ver PP 391).

Durante su largo lapso de servidumbre en Egipto, los israelitas habían perdido de vista en cierta medida al verdadero Dios y a su culto; muchos no lo conocían, y el propósito evidente de Jehová era liberarlos de la servidumbre para que pudieran servirle (ver Exo. 3:13-15, 18; 5:1; 6:6-7; 7:16: 8:1, 20; 9:1,13; PP 263). 

Dios nombró a Moisés para que sacara a su pueblo de Egipto y para que lo instruyera acerca de sus leyes y planes para ellos (ver Exo. 3:10; PP 252, 257-258). La evidencia de que Dios aceptaba a Moisés como su representante fue comprobada por los israelitas cuando cruzaron el mar Rojo.

Bautizados. La experiencia de los hijos de Israel era una figura del bautismo. Los israelitas estaban envueltos en agua cuando cruzaron el mar Rojo, pues la nube los cubría y tenían el mar a ambos lados; y en este sentido fueron bautizados. Este episodio puede ser considerado como un símbolo de que habían sido limpiados de su condición pecaminosa pasada durante las tinieblas de su servidumbre en Egipto, y como una manifestación de lealtad a Dios mediante Moisés, su representante escogido.

3. Alimento espiritual. "Espiritual" significa alimento que no les fue dado en forma natural. Además, Pablo quizá también estaba pensando en el significado espiritual del maná (Juan 6:32-33, 35) en la misma forma en que identificó a la roca espiritual con Cristo (1 Cor. 10:4).

Todos los israelitas fueron alimentados y nutridos en esa forma milagrosa en el desierto. Su alimento les fue dado directamente por Dios. De esa manera a todos les fue dada una prueba impresionante de que estaban protegidos y cuidados por Dios. 

En ese lugar árido no había otro alimento para ellos; dependían absolutamente del pan que descendía del cielo (ver Exo. 16:3). El que se negaba a comer el maná perecía.

Tampoco hay otra fuente de alimento para el cristiano excepto la que proviene del cielo y está personificada por el Salvador. El maná transitorio proporcionó sustento material suficiente para las necesidades terrenales de los israelitas; pero su efecto fue pasajero, y los que participaron de él finalmente murieron.

 Los que participan de la Palabra de Dios -de Jesucristo- no perecerán, sino que vivirán para siempre (ver Juan 6:48-51, 53-54, 58,63).

Los hombres se esfuerzan en el desierto de esta tierra por alimentar su mente con filosofías e invenciones humanas, pero no hay esperanza de paz ni de felicidad fuera de Cristo (ver Mat. 11:28-29; Juan 10:10; 15:6; 1 Cor. 1:21,25,30). 

Así como el maná tenía que ser recogido cada día en cantidad suficiente para las necesidades diarias, así también los hombres deben tomar la adecuada ración diaria de alimento de la Palabra de Dios para mantener una experiencia cristiana viva y pujante (ver Exo. 16:16,21; Job 23:12; Mat. 6:11).

4. Bebida espiritual. La "bebida espiritual", como el "alimento espiritual" (vers. 3), recibió ese nombre debido a su origen sobrenatural. Fue proporcionada por el Señor a los israelitas para hacer frente a su urgente necesidad cuando estaban sin agua en el desierto (ver Exo. 17:1,6; Núm. 20:2,8). Dios no desechó a su pueblo desagradecido a pesar de sus irrazonables quejas, sino que le dio lo que necesitaba por intermedio de Moisés, su siervo escogido (ver PP 304, 436).

Roca espiritual. Algunos comentadores creen que Pablo se refiere aquí a la tradición rabínica de la roca que seguía a los Hijos de Israel a través de sus peregrinaciones por el desierto proporcionándoles agua. Pero esta explicación da tanta validez a esa tradición como la que Jesús dio a la doctrina del estado consciente de los muertos con la parábola del rico y Lázaro (ver com. Luc. 16:19). 

La Tosefta (ver t. V, p. 101) presenta esa tradición de esta manera: "Fue así también con el pozo que estuvo con los Hijos de Israel en el desierto; él era como una roca llena de agujeros, parecida a una zaranda de la cual se escurría el agua y salía como de la boca de un frasco. Ascendía con ellos a la cima de las montañas y descendía con ellos a los valles; doquiera que Israel se quedaba también se quedaba frente a la entrada del tabernáculo" (Sukkah 3.11). Cf. PP 436-446.

Era Cristo. Aquí se simboliza al Salvador con la roca segura, de la cual los pecadores que han tropezado pero se han arrepentido pueden depender para vivificarse tomando la bebida que apagará su candente sed de la verdad divina (ver Sal. 42:1-2; 63:1; Juan 7:37).

La gran verdad enseñada por este versículo es que Jesús está siempre con su pueblo a través de toda esta vida terrenal, y vigila constantemente para responder a sus necesidades cuando claman a él. El mundo es un desierto árido y triste que no proporciona ni alimento ni agua al alma hambrienta y sedienta de la verdad espiritual; pero el inmutable Salvador está siempre dispuesto, y puede apoyar, sostener y fortalecer a su desfalleciente pueblo si éste clama a él (ver Sal. 46:1; 91:15).

Históricamente Cristo fue el conductor de Israel no sólo durante sus peregrinaciones por el desierto sino a través de toda su historia nacional. 

Todas las relaciones de Dios con la humanidad caída han sido, en realidad, mediante Cristo (ver PP 320,381,390,418; DTG 35).

5. De los más. Aunque Israel fue muy favorecido por Dios con grandiosas manifestaciones del poder divino, de la gran muchedumbre que salió de Egipto guiada por Moisés sólo unos pocos estuvieron dispuestos a obedecer al Señor. El relato nos informa de las repetidas murmuraciones  y rebeliones aun después de que cruzaron el mar Rojo en forma tan milagrosa (Exo. 16:2-3, 27-28; 17:3; 32:1,6; Núm, 11:1-2, 4,10,13; 14:2, 26-30). Repetidos actos de desobediencias atrajeron los juicios del Señor sobre ese pueblo sumamente favorecido, hasta que al fin Dios decretó que perecieran en el desierto (ver com. Núm. 14:29). Él había tenido él propósito de que todos los que salieron rumbo a Canaán se establecieran en aquella tierra que fluía leche y miel (ver Exo. 3:8,17; 13:5). Había prometido claramente que todos guiaría, protegería, instruiría y sustentaría sin embargo, se negaron a creer y obedecer, y perdieron su heredad. Pero a sus Hijos se les dio la oportunidad de que heredaran la tierra.

Postrados. Gr. katastrÇnnumi, "esparcir", "desparramar", "humillar". Este verbo sólo aparece aquí en el NT, pero se encuentra en Núm. 14:16, LXX. Los israelitas incrédulos y desobedientes quedaron "esparcidos" por el desierto durante sus peregrinaciones, porque se negaron a confiar en el amor y la conducción de su Padre celestial, y también porque se entregaron a la complacencia de los deseos y las pasiones carnales (ver Núm. 11:5-6, 32-33; 16:31-35, 49; 25:1-5,9).

El apóstol muestra aquí a los creyentes corintios que sus bendiciones y privilegios no les conferían una inmunidad incondicional frente a la tentación. Era necesario que siempre estuvieran alerta para evitar el pecado. Los favores y las bendiciones que Dios le dio a su pueblo no lo salvaron del merecido castigo por la desobediencia voluntaria y por el rechazo de las claras instrucciones divinas.

6. Ejemplos. Es decir, ejemplos que no debemos imitar. Los castigos que les sobrevinieron a los israelitas con su viaje de Egipto a Canaán, fueron ilustraciones de lo que seguramente le sucederá al pueblo de Dios -que disfruta de tan abundantes bendiciones y favores en su viaje hacia la Canaán celestial- si comete las mismas faltas y desobedece a Dios como lo hicieron las huestes de Israel en el desierto.

Los cristianos que desobedecen al Señor serán castigados tan ciertamente como lo fueron los israelitas por sus actos de rebeldía. Un mayor conocimiento de Dios que el que poseen otros, no autoriza a dejar de lado cualquiera de los mandamientos divinos; por el contrario, tal conocimiento significa una responsabilidad mayor de responder estrictamente a todas las enseñanzas de Dios. 

La desobediencia en semejantes circunstancias es mucho más grave que en el caso de los que no tienen tanta luz (ver Luc. 12:47-48; Sant. 4:17).

Codiciemos. Literalmente "para no ser nosotros codiciadores de cosas malas"; "para que no fuéramos codiciadores de lo malo" (BC). Los israelitas eran habitualmente dominados por el deseo desordenado. No eran guiados serenamente por la razón, sino por los impulsos de pasiones y apetitos pervertidos (ver Exo. 16:3; Núm. 11:4-5). 

Hay peligro de que el pueblo de Dios repita el error de Israel en este respecto. Esto es evidente por las amonestaciones que se encuentran los pasajes como Mal. 24:37-39; Luc. 17:26-30.

Codiciaron. Gr. epithuméÇ, "desear ardientemente", "tener un deseo desordenado", desear algo más allá del límite de lo que es legítimo.

7. Ni seáis. Este imperativo podría traducirse: "no sigáis siendo idólatras", lo que sugiere que algunos de la iglesia de Corinto todavía practicaban la idolatría, como lo habían hecho sus antepasados israelitas.

Idólatras. Se refiere principalmente a la adoración del becerro de oro mientras Moisés estaba en el monte con Dios (ver Exo. 32:1-5). 

La amonestación era particularmente adecuada para los corintios, algunos de los cuales indudablemente se sentían en libertad de asistir a festines en los templos de los ídolos (ver com. 1 Cor. 8:10; cf. cap. 10:20-21).

A comer y a beber. Ver com.  Exo. 32:6.

Jugar. "A divertirse" (BJ). Es una cita de Exo. 32:6. Los israelitas, ahora al pie del Sinaí, no habían olvidado las cosas que habían visto y practicado en Egipto, en donde la idolatría era la religión del Estado. Conocían muy bien los actos sensuales y pasionales característicos del culto a los dioses falsos, y sin duda los imitaron en su adoración del becerro de oro. La glotonería y la embriaguez nublaron su mente, de modo que no pudieron seguir discerniendo entre el bien y el mal, y fueron esclavizados por las pasiones carnales, exponiéndose así a las sutiles tentaciones del enemigo.

8. Ni forniquemos. Esta orden podría traducirse: " cesemos de cometer fornicación". En ese tiempo había un caso notable de fornicación en Corinto (cap. 5). 

Se hace aquí referencia al vergonzoso episodio de los israelitas en Sitim, donde Satanás se valió de las mujeres moabitas para seducir a muchos hombres del campamento de Israel y para lograr que muchos de ellos participaran en el culto idólatra de los moabitas (Núm. 25:1-5).

Dios había dado instrucciones enfáticas a los israelitas de que no se relacionaran con los pueblos paganos que los circundaban. Los había amonestado contra el peligro de dejarse apartar de él, para rendir culto a los dioses falsos (ver Deut. 7:1-5).

Veintitrés mil. Ver com. Núm. 25:9. 

9. Tentemos. Gr. ekpeirázÇ, "tentar hasta el límite", "tentar completamente", "poner a prueba hasta lo sumo". EkpeirázÇ, sólo reaparece en el NT en Mat. 4:7; Luc. 4:12; 10:25, y siempre se refiere a las tentaciones o pruebas de Cristo. La orden podría traducirse: "cesemos de tentar".

Pablo alude al episodio registrado en Núm. 21:4-6, cuando el pueblo, que se había cansado y desanimado por el largo viaje a través del desierto, reprochó a Moisés por haberlo sacado de Egipto, y se quejó contra el maná. Su queja y disgusto por el alimento que Dios les daba, hizo sobrevenir la plaga de "serpientes ardientes" que mataron a muchos de ellos (Núm. 21:6).

Señor. Cristo estuvo con los israelitas en el desierto, y su paciencia fue puesta a prueba hasta lo sumo con sus rebeliones y murmuraciones. Cristo está siempre presente con su pueblo mediante su Espíritu para enseñarlo, protegerlo, guiarlo y liberarlo (ver Mat. 28:20; Juan 14:16-18; 16:13). Que se cuiden los creyentes de la necedad de poner a prueba la paciencia del Salvador insistiendo en sus antiguos apetitos, costumbres y deseos, en vez de abandonar gozosamente todo lo que tenga que ver con la vida antigua, depravada, para poder recibir, en cambio, todo lo que el Señor en su amor les concede.

10. Ni murmuréis. O "ni continuéis muro murmurando". En el AT se presentan dos casos de murmuración castigados con la muerte: uno, en relación con los diez espías (Núm. 13;14); el otro, cuando la rebelión de Coré, Datán y Abiram (Núm. 16).

11. Ejemplo. Esto no significa que los israelitas pasaron por sus muchas y variadas vicisitudes con el sólo fin de proporcionar ejemplos a los cristianos, sino que sus tristes experiencias sirven simplemente como un ejemplo adecuado para impresionar a la iglesia con la importancia de evitar las faltas que ellos cometieron.

Para amonestarnos a nosotros. Para amonestar a todos los cristianos de todos los siglos que no confíen en su propia fortaleza o sabiduría. La necedad de los israelitas al desobedecer a Dios los hizo morir en el desierto y, posteriormente en su historia, hizo que fueran llevados cautivos a Babilonia (ver Jer. 17:23,27; 25:4-11).

La amonestación que se hace a los cristianos de que aprendan la lección del episodio de los israelitas en el desierto, es particularmente apropiada debido a la proximidad de la segunda venida de Cristo. Muchos de los israelitas perecieron cuando ya casi habían terminado su viaje a Canaán (ver Núm. 25:9).

Eran el pueblo a quien Dios había favorecido especialmente dándole a conocer su ley y a sí mismo, conocimiento muy superior al que pudiera poseer otro pueblo en el mundo; sin embargo, no permanecieron fieles a Dios. Los cristianos, a quienes ha sido confiado el Evangelio de Jesucristo y el conocimiento profético de su pronta venida, debieran tener cuidado de no permitir que los engaños de la pecaminosa naturaleza humana interfieran de tal modo que no lleguen a entrar en la Canaán celestial (ver Rom. 11:20; 1 Cor. 10:12; Heb. 3:12-14).

Fines de los siglos. Gr. tél' tÇn aíÇnÇn, "fines de las eras, [o de los siglos]", es decir, la expiración de los grandes períodos pasados del trato de Dios con el hombre. "Plenitud de los tiempos" (BJ); "postrimerías de los siglos" (BC). En Heb. 9:26 se presenta el primer advenimiento de Cristo como si hubiera ocurrido "en la consumación de los siglos" (Gr. "epísunteleia tÇn aiÇnÇn, que corresponde literalmente con la RVR; "plenitud de los tiempos" (BJ).

El mensaje del apóstol Pablo tenía gran importancia en sus días, como se ve por el uso del pronombre "nosotros". Ese mensaje es aún más importante hoy, pues los que vivimos ahora tenemos la ventaja del registro acumulado de las épocas precedentes de la historia sagrada, y estamos viviendo en el tiempo cuando el propósito de Dios debe llegar a su clímax con la segunda venida de Jesús.

12. Así que. Comienza ahora la deducción que se debe sacar de las admoniciones presentadas en los vers. 6-11, en donde se destaca la necesidad que tienen los cristianos de prestar especial atención a la historia de las peregrinaciones de los hijos de Israel a través del desierto hasta entrar en Canaán. Por el relato de los trágicos resultados de la autoconfianza de Israel, los corintios debieran aprender a no depender de su propia fuerza, ya sea mental o física.

Firme. Aunque el axioma que aquí se presenta puede tener una aplicación general, la primera sería para los creyentes de Corinto, que consideraban que estaban firmes en cuanto al uso de alimentos ofrecidos a los ídolos y en la participación en festividades idólatras (cap. 8:2,4,7,9). Pensaban que no tenían por qué temer la influencia de su relación con la idolatría; pero esta confianza propia podría ser la precursora de una fatal caída (cf. Prov 16:18).

Caiga. La confianza propia es peligrosa. Este peligro queda ilustrado por la experiencia de Pedro, quien pensaba que nada lo podía apartar de su lealtad a Cristo (Mar. 14:31,50, 67-68, 70-72). Todos deben prestar atención a la advertencia y estar en guardia continuamente, para que no sean engañados por la insinuación de que han alcanzado un estado tal de fortaleza espiritual que nada puede inducirlos a pecar.

La verdadera seguridad radica únicamente en el reconocimiento de que uno, apartado de Cristo, es absolutamente impotente, y que necesita siempre la presencia íntima del Espíritu Santo, para ser liberado del pecado (Juan 14:26; 15:4-7; 16:7-11, 13; 2 Cor. 12:9-10). 

La admonición contenida en la flexión verbal "mire", debe ser repetida con frecuencia, pues el hombre se convence fácilmente de que puede valerse por sí mismo. 

El orgullo espiritual es un gran engaño, al cual es fácil que el tentador lleve al creyente que confía en sí mismo, haciéndolo caer en algún pecado funesto (cf. 2 Sam. 11:1-4; Rom. 11:20). La exhortación a estar constantemente alerta contra el peligro del orgullo espiritual, es particularmente apropiada para los que viven en este período de la historia del mundo, cuando los hombres se están enfrentando diariamente a múltiples tentaciones a caer en la complacencia de los apetitos carnales (Luc. 21:34-36).

13. Humana. Es decir, tentación normal para los seres humanos, que pueden sobrellevar. Los corintios no debían pensar que las condiciones bajo las cuales se esperaba que vivieran vidas rectas fueran excepcionales, y que tenían que enfrentar dificultades peculiares. Sus pruebas y tentaciones no eran diferentes a las experimentadas por sus semejantes. Esta afirmación parece haberse añadido como un estímulo a la admonición del versículo anterior. Los corintios estaban en peligro de caer, y por lo tanto debían velar; pero podían ser reanimados porque la tentación no superaría sus fuerzas para soportarla con éxito.

Fiel. Dios es fiel a sus promesas y a la invitación que ha extendido a los seres humanos para que le sirvan. Si hubiera permitido que a su pueblo le sobrevinieran tentaciones mayores que sus fuerzas para superarlas, entonces habría parecido que sus promesas no eran dignas de confianza (ver Sal. 34:19; 1 Cor. 1:9; 2 Ped. 2:9).

La fidelidad de Dios es la base de la seguridad del cristiano contra el enemigo. 

Es completamente inseguro depender del yo, pero el creyente estará a salvo si depende enteramente de las promesas de nuestro Dios, que es fiel a su pacto. Pero debe recordar que Dios no lo librará si deliberadamente entra en el terreno del enemigo, donde es seguro que se encontrará con la tentación (ver Mat. 7:13-14, 24-25; 1 Cor. 9:25, 27; 10:14; Gál. 5:24; 2 Tim. 2:22; PE 124-125; DMJ 100).

No os dejará. Para el cristiano debe ser motivo de gran ánimo que Dios, en quien él confía, no permitirá que el enemigo tiente a sus hijos más de lo que sus fuerzas puedan soportar. Dios no desea que sufran los seres humanos, ni tampoco los tienta (ver Sant. 1:13).

LAS SITUACIONES que afligen a los hombres son a veces el fruto de su desobediencia (ver Gén. 1:27,31; 3:15-19; Ecl. 7:29; Rom. 6:23). Dios, en estas circunstancias, usa estas vicisitudes para desarrollar el carácter humano de acuerdo con la voluntad divina (ver 1 Ped. 4:12-13; MC 373-374, 379-380).

Por lo tanto, cuando los hombres son tentados deben recordar que la tentación se presenta porque Dios la permite, no porque la envía; y si se le hace frente correctamente, con la fuerza que Dios proporciona, puede ser el medio de acelerar el crecimiento del cristiano en la gracia. El hombre sabe que Dios le ha dado la seguridad de que las tentaciones nunca serán superiores a su fortaleza, por lo tanto es completamente responsable si cae en el pecado.

La salida. El artículo "la" indica que para cada tentación Dios proveerá el medio de escape. Esta "salida" no es un camino para evitar la tentación, sino una vía de escape de la tragedia de caer en el pecado, de ser vencido por la tentación. Dios permite que venga la prueba o la tentación, pero también prepara al mismo tiempo los medios por los cuales podamos ganar la victoria y evitar el pecado. Jesús, el ejemplo de vida correcta del cristiano, encontraba esa "salida" en la Palabra de Dios (Luc. 4:4,8,12).

Nosotros, seguidores de Cristo, podemos también encontrar la "salida" en Jesús, la Palabra viviente (ver Juan 1:1-3, 14). Él siempre está listo y dispuesto a liberar a los que lo buscan, y los guardará para que no caigan en el pecado (Sal. 9:9; 27:5; 41:1; 91:15; 2 Ped. 2:9; Apoc. 3:10).

14. Por tanto. Considerando los peligros a los cuales estarían expuestos los corintios al participar en los festines de los idólatras, y en vista de las medidas dispuestas para que cada fiel seguidor del señor logre la victoria sobre todos los esfuerzos de Satanás para hacerlo pecar, se da el consejo de evitar completamente todo contacto con la idolatría.

Huid. O huid siempre. La orden sugiere urgencia, rapidez, inmediata y continua atención de apartarse todo lo posible de todo contacto con la idolatría. No debe haber ninguna transigencia con cualquier práctica relacionada con los ídolos.

Idolatría. El consejo de Pablo a los corintios que discutían hasta dónde les era permitido al seguidor de Cristo tener relación con los templos de los ídolos, sus diversiones y sus alimentos, es también una buena recomendación para los cristianos de todos los tiempos. La idolatría puede presentarse bajo muchas formas, incluso la codicia de ganancias, el deseo de dominar a nuestros semejantes, la complacencia de los diversos apetitos carnales y la desmedida locura de buscar placeres (ver HAp 255).

Los peligros implicados en relacionarse con los que no aman ni obedecen a Dios son tan grandes, que el Señor exhorta a su pueblo a que se separe del estrecho contacto con ellos (ver 2 Cor. 6:14-17; cf. Apoc. 18:1-4). Nadie es suficientemente fuerte para exponerse deliberadamente y sin necesidad a un contacto con la "idolatría" en cualquiera de sus formas, y no contaminarse.

15. Sensatos. Gr. frónimos, "inteligente", "prudente", "razonable", es decir, los que son capaces de entender lo que se dice y llegar a conclusiones correctas. Pablo recurrió a la perspicacia de los creyentes corintios y a su buen juicio, que los hacía capaces de juzgar por si mismos en cuanto a la corrección de lo que él estaba por decir.

El apóstol demostró al presentar esta exhortación, que él mismo estaba plenamente convencido de la verdad de su parecer. Las razones que estaba por presentar en cuanto a su posición en el asunto de participar en las diversiones de los idólatras eran tales, que merecían la aprobación de los sensatos. Esas razones ocupan el resto del capitulo. Todas las órdenes y los consejos de Dios son de tal naturaleza que hallan eco en los sensatos. El Señor nos invita a que razonemos con él, pues sabe muy bien que su posición es siempre correcta.

Juzgad vosotros. En este consejo puede haber un matiz de sarcasmo; es una manera amable de recordar a los corintios sus pretensiones de que poseían conocimiento (cap. 1:5; 8:1-2, 10). Se exhorta a cada miembro a que use su intelecto para examinar cuidadosamente toda la enseñanza dada por el señor mediante su siervo Pablo, y se dé cuenta si es o no perfectamente razonable y justa.

16. Copa de bendición. Es decir, la copa sobre la cual se pronuncia la bendición durante la celebración de la Cena del Señor. Cuando Jesús instituyó este rito durante la última cena pascual que comió con sus discípulos inmediatamente antes de ser arrestado, "tomando la copa, y habiendo dado gracias" la pasó a los discípulos, y les ordenó que participaran de ella (ver. Mat. 26:27; 1 Cor. 11:25; DTG. 123,609).

Pablo continúa hablando del peligro de comer cosas ofrecidas a los ídolos. Su argumento se basa en el hecho de que cuando los creyentes participan en el servicio de la comunión, participan del cuerpo y de la sangre de Cristo, y así se convierten en un cuerpo con Cristo (Mat. 26:26-28; Juan 6:51, 53-56; 1 Cor. 11:23-26; DTG 615-616).

Después de demostrar de esta manera la unidad de ellos con Cristo, ¿no sería inconsecuente que participaran de los festines de los ídolos entrando en comunión con los espíritus satánicos a quienes se presentaban las ofrendas? (1 Cor. 10:21).

Que bendecimos. Cristo dio "gracias" (Mat. 26:27) por la copa, acto cuyo paralelo es nuestra oración de gratitud por la sangre derramada de Jesús, oración que ofrecemos antes de participar del vino en el servicio de la comunión. 

Cuando los cristianos beben de ésta copa dan gracias a Dios en su corazón por todas las bendiciones que él ha proporcionado por medio de la sangre de Jesús. Silenciosamente lo alaban por rescatarlos de la esclavitud del pecado y por haberles dado la libertad gloriosa de hijos e hijas de Dios.

Comunión. Gr. koinÇnía, "compañerismo", "participación".

De la sangre. La sangre representa la muerte del Hijo de Dios, y por la fe los creyentes participan de esa muerte. Así también los que participan en un sacrificio pagano se convierten en copartícipes de ese sacrificio. La razón por la cual Pablo menciona la copa antes del pan -el orden inverso de Mat. 26:26-27 y 1 Cor. 11:23-25-, es porque Pablo quizá deseaba colocar el tema de la participación del pan al lado del tema de las carnes sacrificadas a los ídolos. Aquí no se trata el significado de la Cena del Señor, ni se está presentando el orden regular en que los emblemas deben ser servidos.

Pan. El pan es partido en el servicio de la comunión antes de que sea dado a los participantes, porque el cuerpo del Salvador fue quebrantado en favor de todo el mundo; pero sólo los que confiesan sus pecados y buscan el perdón se benefician con el sacrificio ofrecido por Cristo (ver Mat. 26:26; 1Cor. 11:23-24, 26,29; 1Juan 1:9; 2:1-2).

17. Siendo. Gr. hóti, que aquí significa "siendo que", "debido a", "porque". Con esta conjunción comienza una nueva sentencia, que podría traducirse: "Porque es un sólo pan, los muchos somos un cuerpo".

Uno solo el pan. Una alusión al hecho de que el pan de la comunión es quebrado en muchos pedazos que son comidos por los creyentes; y así como todas las partes son de un mismo pan, así también todos los creyentes que participan del servicio de la comunión se unen a Aquel cuyo cuerpo quebrantado se simboliza con el pan quebrado. Cuando los cristianos participan juntos de este rito, muestran públicamente que están unidos y pertenecen a una gran familia cuya cabeza es Cristo.

El pan material es uno de los principales alimentos de la humanidad, así también Cristo es el alimento espiritual del cual todos deben participar para mantener la salud espiritual (ver Juan 6:50-51, 56-57). Hay muchas clases de pan, hechas de diferentes de cereales como trigo, cebada, centeno, maíz; pero hay un solo pan espiritual para el sustento espiritual. 

No hay muchos diferentes señores y salvadores, sino solo Uno, y el hombre no puede hallar su camino a la vida eterna por otros medios, sino participando del pan que descendió del cielo en la persona de Jesucristo (ver Mat. 24:5,24; Juan 6:33, 53-54; Hech. 4:12; 1 Tim. 2:5-6).

18. Mirad a Israel. Se recurre al registro de las prácticas del pueblo a quien Dios había favorecido con instrucciones directas acerca del método que había de seguirse al adorar al Señor.

Según la carne. O los que eran descendientes naturales de Abrahán. Aunque fracasaron al no reconocer a Jesús como el Mesías, y en algunas cosas básicas se apartaron del consejo de Dios, permanece el hecho de que la enumeración de las leyes y disposiciones relativas al servicio del templo -dadas por el Señor a los Judíos mediante Moisés mientras estaban acampados en el Sinaí-, es una declaración fidedigna de la forma de culto que Dios exigía de ellos. Ese registro contiene muchos principios de verdad, relativos a cristianos y también a judíos, y uno de los más importantes que Dios desea ver entre su pueblo es el de la unidad.

Partícipes. Sacerdotes y laicos se convertían en uno en su culto unido ante el altar; esa unidad era su medio visible de comunión con Dios, y era allí donde estaban todos en el mismo nivel delante de Dios y compartían la comunión de la familia divina. Esta unión en los sacrificios ceremoniales del altar los identificaba como miembros del pueblo de Israel, adoradores de Jehová, el único Dios verdadero.

19. ¿Qué digo, pues? Es decir, ¿cuál es el significado de los que os he estado diciendo? ¿justifica mi razonamiento la creencia de que un ídolo tiene verdadera existencia? La respuesta es negativa. Pablo no deseaba que se entendiera que un ídolo tenía alguna importancia, o que el alimento que se le ofrecía era diferente de cualquier otro sólo porque había sido usado en esa forma.

Destacar la verdad de que los ídolos no tienen importancia en este mundo llevaría naturalmente a la conclusión de que las cosas ofrecidas a los ídolos son nada, deducción que es cierta. Pero Pablo advirtió en cuanto a la verdadera naturaleza de la idolatría (vers. 20) para que los creyentes no llegaran a la conclusión de que en determinado caso si podían participar con los idólatras en sus festines paganos sin comprometer los principios cristianos.

20. Antes digo. ¿Cuál, pues, es la verdadera importancia de todo lo que ha sido dicho en cuanto al peligro de tener cualquier tipo de contacto con los ídolos y su culto?

Pablo rechaza la idea de que por no ser nada los ídolos ni los sacrificios ofrecidos a ellos, desaparece la objeción de participar en los festejos en los templos de los idólatras.

Demonios. Gr. dáimÇn, "demonio". En Sal. 96:5, LXX, esta palabra se usa para traducir el vocablo Heb. ´elilim, que significa "nada", ("dioses", RVR); y en Deut. 32:17, LXX, traduce el  Heb. shedim, "malos espíritus", "demonios". Siempre se usa en el NT para referirse a los malos espíritus (Mat. 7:22, Mar. 1:34,39; 1 Tim. 4:1; etc.; cf. Efe. 6:12). Ver com. Mar. 1:23; Nota adicional de Mar. 1.

https://elaguila3008.blogspot.com/2021/07/enlace-sobre-los-evangelios-de-mateo.html

Partícipes con los demonios. Conociendo la verdadera naturaleza del culto a los ídolos, que es comunión con Satanás y sus ángeles malignos, Pablo amonesta con urgencia a los corintios a que eviten la idolatría. Los cristianos están solemnemente consagrados a Cristo; le pertenecen por creación y por redención, y por esto no pueden aprobar en lo más mínimo un culto que honre a otro que no sea el único Dios verdadero (ver Exo. 20:3-5; Mat. 4:9-10). 

Es también incorrecto que los cristianos dediquen su tiempo o afecto a algo o a alguien antes que a Dios y a su servicio. El Altísimo debe ser siempre primero y su servicio debe ocupar en todo momento el primer lugar (ver Mat. 22:37).

21. No podéis. Lo que los creyentes no pueden hacer debido a su conocimiento de la naturaleza real de la idolatría, no es un impedimento de orden físico sino moral. Los que están consagrados al verdadero Dios, ¿cómo podrían participar de libaciones ofrecidas a Satanás y a sus ángeles?

Copa del Señor. Una referencia al vino de la comunión (Mat. 26:27-28). Esta copa pertenece al Señor, ha sido consagrada a él y es la comunión de su sangre; por lo tanto, pone en comunión con él a todos los que de ella participan.

Copa de los demonios. Un símbolo de todos los festines en honor de los dioses paganos. Satanás y sus seguidores siempre se oponen al gobierno de Dios, que es bueno y sabio, para derribarlo y establecer el dominio del pecado y de la rebelión. Nunca podrá haber comunión o vinculación entre estos dos estilos de vida. 

No puede haber convivencia entre Dios y Satanás, la verdad y el error, la rectitud y el pecado. A cada uno se le pide que elija a quién de los dos servirá. Es imposible tener comunión con Dios y con Satanás al mismo tiempo; hay que renunciar a uno o al otro (ver Gén. 35:2-4; Jos. 24:14-16; 1 Rey. 18:21; Mat. 6:24).

22. Provocaremos. Los cristianos, que poseen toda la luz del Evangelio, cuyos ojos están abiertos a la verdad concerniente a la naturaleza del culto a los ídolos, ¿correrán el riesgo de despertar la ira del Señor participando en los festines de los idólatras? ¿Permitirán que sus apetitos y pasiones sensuales nublen su razón hasta el punto de desafiar a su Señor, complaciéndose en festividades de idólatras?

La advertencia que hay en el seguido mandamiento es suficiente para indicar la actitud de Dios hacia la idolatría, pues demuestra que considera dicho culto como un insulto directo contra él (ver Exo. 20:5).

Nuestro Dios es un Dios celoso que no comparte el homenaje y la obediencia de los suyos con ningún otro poder (ver Exo. 20:4-5; 34:12-16; Jos. 24:19; Mat. 6:24).

Unirse en el culto de los ídolos participando en sus festines sería tener parte en lo que Dios siempre ha considerado con aborrecimiento especial y que, más que ninguna otra cosa, es un motivo de provocarlo a ira (ver Lev. 19:4; 26:30; Deut. 18:10-12; 1 Cor. 6:9; Efe. 5:5; Apoc. 21:8; 22:15).

Cualquier práctica nuestra que tenga el efecto de apartar nuestra devoción de Dios para concentrarla en otros seres o cosas, es un pecado similar al de los corintios cuando participaban de las fiestas y orgías de los ídolos. 

Cualquier inclinación exagerada a amigos, propiedades, fama, popularidad o éxito material, que induzca a una persona a dedicarles tiempo y atención hasta el punto de descuidar el culto de Dios, es de naturaleza idólatra y sólo merece el reproche y la ira de Dios (ver Mat. 10:37-39; Luc. 14:26).

Celos. Dios ilustra su amor por la humanidad por medio de la figura del matrimonio (ver, Jer. 6:2; 2 Cor. 1:2). Los profetas describen como adulterio el apartarse de Dios para adorar ídolos (ver Ose. 4:12-15; 8:14; 9:1,15,17).

Dios, como el esposo de su iglesia, anhela que su esposa sea exclusivamente de él, y es muy celoso de todo lo que le quita el afecto de ella. Ningún cristiano que ama verdaderamente al Señor jamás permitirá que alguien, o cosa alguna, despierte los celos de Dios. Por lo tanto, ningún seguidor de Cristo jamás debe relacionarse con algo que sea de naturaleza idólatra.

Más fuertes. La construcción de la pregunta en griego pide una respuesta negativa. Nadie puede tener éxito en una lucha con Dios; por eso es completa necedad ocuparse en cualquier forma de actividad contraria a las órdenes divinas y esperar escapar del castigo divino. Este principio debe ser tornado en consideración por los que aman el pecado y continúan entregados a él, y al mismo tiempo dan la impresión de que aman y sirven a Dios. Sin embargo, este hecho de la certidumbre del castigo no debe ser el principal motivo de nuestro servicio, sino más bien nuestro reconocimiento del amor maravillas so de Dios y de su fidelidad (ver Rom. 8:35; 1 Cor. 10:13).

23. Me es lícito. Ver com. cap. 6: 12. 

Conviene. Gr. sumférÇ, "unir", "juntar"; en forma impersonal, como aquí, "convenir", "ser útil". Aunque el cristiano tiene derecho a hacer legalmente cualquier cosa que no vaya en contra de la voluntad de Dios, hay veces cuando no es conveniente hacer ciertas cosas, ni serviría para atraer o unir en la creencia de la verdad a otros que pudieran estar observando el comportamiento del cristiano.

El creyente debe meditar en cómo comportarse de modo que ayude a otros en sus esfuerzos para vivir correctamente. Si su comportamiento "lícito" coloca una piedra de tropiezo en el camino de otro, entonces debe abstenerse de una práctica que confunda a su hermano (ver Mat. 18:7-10; Rom. 14:13,15; 1 Cor. 8:9; 1 Juan 2:10). El cristiano debe dirigir su conducta a favor del bienestar de otros y no de su propia conveniencia, si es que quiere hacer bien todas las cosas.

Edifica. Gr. oikodoméÇ, "construir". Este verbo explica lo que Pablo quiere decir con "conviene". El comportamiento del cristiano debe ser gobernado por el principio aquí establecido; a saber que todas las cosas se hagan teniendo en cuenta la gloria de Dios y la bendición de nuestros prójimos. Los que no siguen este principio, sino se sienten libres para hacer cualquier cosa que deseen, aunque en sí misma no sea pecaminosa, con frecuencia hacen lo que perjudica a otros. Las circunstancias podrían hacer inapropiado algo que en sí no es pecado.

Aunque podía admitirse que de por sí no era pecado comer carne ofrecida a los ídolos, había razones de peso para que en ciertas circunstancias no se comiera. No todas las cosas tienden a edificar la iglesia y favorecer la propagación del Evangelio. Pablo constantemente procuraba promover el bien de la iglesia con el propósito de salvar almas. Cualquier cosa legal que ayudara en ese sentido, era correcta y propia; pero debía evitarse todo lo que fuera un obstáculo, no importa cuán lícita fuese.

Los que aman al Señor anhelan hacer todo lo que pueden para influir en hombres y mujeres a que se aparten del pecado y sirvan a Dios, y se conducirán de tal manera que su influencia siempre sea de ayuda. Comen, se visten, conversan, amueblan su hogar y ordenan su vida de tal manera que puedan hacer el bien hasta el máximo de su capacidad. Quizá no puedan citar determinado pasaje de las Escrituras que condene cierto proceder, pero perciben que no es propicio para los intereses espirituales de otros, y por lo tanto no conviene (ver Rom. 14:21-23; 1 Cor. 6:12).

24. Su propio bien. El creyente no debe complacer primero sus propios deseos, placeres y conveniencias, sino poner en primer lugar el bien de otros. Se preguntará: "La complacencia de mi propio gusto y de mis inclinaciones, ¿ayudará o perjudicará a otros?"

Muchas cosas pueden ser permitidas, pero su práctica podría dañar espiritualmente a otros; por lo tanto, el deber del cristiano es abstenerse de ellas. En los casos cuando cierta práctica no está explícitamente prohibida, pero el ejemplo podría influir sobre otros, el cristiano debiera ser guiado en su conducta no por sus propios deseos, comodidad o convivencia, sino por la consideración del efecto de su conducta sobre otros.

El del otro. El verdadero cristiano procura ser como su Maestro, quien "anduvo haciendo bienes" (Hech. 10:38). En él no influyen motivos egoístas, sino el espíritu de Jesús, el cual lo mueve a poner en práctica el principio de la regla de oro (ver Mat. 7:12; Rom. 13:10).

25. Carnicería. Gr. mákellon, del latín macellum, "mercado de carne". En Corinto fueron desenterradas las ruinas de un gran mercado con columnatas y pequeños locales que rodean un patio pavimentado. Una loza de mármol dentro del pavimento de uno de los locales tiene una inscripción latina que se refiere a la venta de pescado, y en ella se usa la palabra macellum, "mercado" Este quizá fue el mercado al cual aquí se hace referencia.

Cuando se ofrecían sacrificios en los templos de los ídolos, con frecuencia se vendían partes de esos animales en el mercado, y como esa carne no se separaba de las otras carnes que se vendían, un cristiano podía comprar, sin saberlo, carne que se había ofrecido a ídolos. El consejo del apóstol es: esta carne podría ser comprada sin inconvenientes por los cristianos.

Por motivos de conciencia. Es decir, "por cansa de la conciencia". No era necesario que el cristiano preguntara al vendedor si la carne había sido ofrecida a ídolos. 

Ver com. cap. 8:7.

26. Del Señor. Cita de Sal. 24:1. Los judíos usaron posteriormente este pasaje como una ración común de agradecimiento antes de comer (Talmud Shabbath 119a). No se sabe si la costumbre ya existía en Corinto en el tiempo de Pablo. Dios hace que se produzcan todas las cosas. Suple la necesidad de sus hijo (ver com. 1 Tim. 4:4).

27. Algún incrédulo. Es decir, algún amigo, o pariente, u otro que no fuera cristiano

Os invita. El contexto aclara que la invitación es a una comida en un hogar privado, no una fiesta acompañada de sacrificios e un templo pagano.

Sucede con frecuencia que quienes no son cristianos ofrecen su hospitalidad a los cristianos, y éstos no está obligados a rechazar tal invitación. Cristo aceptaba las invitaciones de quienes no era sus seguidores (ver Luc. 11:37). El cristianismo no impone que los creyentes se conviertan en ermitaños, que se abstengan de toda relación social con sus prójimos (ver Rom. 12:13; Tito 1:8; Heb. 13:2; 2T 645).

Queréis ir. Se pueden perder muchas buenas oportunidades por no querer aceptar las invitaciones de los incrédulos. La invitación a compartir una comida es, en todo el mundo, una demostración de amistad, e indica una disposición de buena voluntad para prestar atención a lo que pueda decir el invitado. El cristiano debe aprovechar todas esas ocasiones para testificar por el Señor y llamar la atención al amor de Dios y a su plan de salvación para los hombres. Jesús aceptaba invitaciones de los incrédulos teniendo en cuenta este propósito (ver DTG 124-125).

De todo lo que se os ponga delante. Estas palabras deben interpretarse dentro de su contexto. El tema es si es lícito comer carnes sacrificadas a los ídolos. Acerca de esto se le dice al invitado que ponga a un lado sus escrúpulos y participe con alegría del alimento que se le da. No debe desconcertar a su anfitrión o ponerlo en un aprieto haciéndole preguntas en cuanto a si la comida que se le ha servido había sido ofrecida antes a los dioses falsos adorados por quien lo había invitado.

Pero esta afirmación no sanciona que se participe de los alimentos prohibidos en otras partes de la Biblia.

La carne debe ser de tal naturaleza que el cristiano pueda comerla a conciencia sin transgredir los requerimientos de Dios acerca de carnes limpias e inmundas (Ley. 11). Si el alimento cumple con los requisitos, el cristiano puede comerlo con cortesía y agradecimiento, sin levantar preguntas (cf. com. Rom. 14:1). La enseñanza se refiere a la cuestión de comer alimento ofrecido a los ídolos y no a si el alimento es adecuado desde el punto de vista de la nutrición y la salud. El cristiano debe saber que se espera que use su buen juicio acerca de los alimentos dañinos que serían un peligro para su bienestar físico (ver Rom. 12:1-2; 1 Cor. 6:19-20).

28. Si alguien. Pablo no identifica a quién se está refiriendo. Algunos creen que es a un pagano invitado; otros, que se trata de otro cristiano presente en la comida, y es "débil" (ver com. Rom. 14:1). En favor de la primera opinión está el hecho de que las palabras que se traducen "fue sacrificado a los ídolos", significan "sacrificado a los dioses", expresión que usaría un pagano pues no llamaría "ídolos" a sus dioses; en favor de la segunda opinión está la observación de que difícilmente la conciencia del pagano sería tomada en cuenta (ver 1Cor. 10:29).

No lo comáis. El motivo de este rechazo es el efecto de esta acción sobre otros (ver com. vers. 23-24). Los cristianos se abstienen de comportarse de una manera que ofenda innecesariamente a alguien, en particular a otro creyente.

Conciencia. No hay necesidad de comer nada de origen dudoso. No hay por qué apoyar a los idólatras comiendo a sabiendas tal alimento, o poner tropiezo a otros cristianos para que coman cuando no comprenden plenamente el asunto y dudan de la legitimidad de un acto tal. Los cristianos que aman a Dios y conocen su ley no hacen deliberadamente nada que ofenda la conciencia de otros.

Del Señor. La evidencia textual tiende a confirmar (cf. p. 10) la omisión de la frase "porque del Señor es la tierra y su plenitud'; pero su presencia en el vers. 26 está establecida por la crítica textual. La omiten la BJ, BC y NC.

29. Del otro. La exhortación de Pablo se basa en que el amor cristiano no hiere a sabiendas, innecesariamente, los sentimientos de alguien, ni crea una falsa impresión que induzca a alguien al pecado (cf. cap. 13:4-6).

El hermano más débil, que no comprende plenamente el problema, quizá censure y condene al otro como alguien que está dispuesto a transigir con los idólatras. En tal circunstancia, ¿por qué habría de proceder uno de tal manera que se exponga a tal acusación? ¿No sería mejor abstenerse de comer la carne para evitar que hubiera cualquier incomprensión o se ofendiera a alguien innecesariamente?

Nuestros derechos y privilegios deben ponerse rápidamente a un lado para que un hermano no sufra perjuicio alguno (ver Rom. 15:1-2; 1 Cor. 10:24,33; 13:5; Fil. 2:4). Los cristianos deben precaverse para que el ejercicio de su libertad no sea una piedra de tropiezo en el camino de otros, o que ellos mismos sean reprobados.

Mi libertad. El vers. 29 (segunda parte) y el vers. 30 podrían representar la protesta del hermano fuerte, a quien Pablo parece estar presentando en un plan de protesta contra la restricción de su libertad. Ver com. vers. 30.

30. Con agradecimiento. Referencia a la oración de agradecimiento por las comidas. En cuanto a la base de esta afirmación, ver com. vers. 29. Si un hombre da gracias a Dios por lo que come y puede hacerlo sin temor remordimiento de conciencia, ¿por qué tiene que ser criticado?

Censurado. Gr. blasf'meÇ, "vilipendiar", "denigrar", "infamar".

31. Si, pues. Para concluir Pablo presenta una regia que es sencilla, fácil de comprender y sin embargo, abarcante, profunda y de amplios alcances. El cristiano debe hacer todo con pleno conocimiento de causa y con determinación inmutable, aun los asuntos rutinarios de la vida diaria, en forma tal que Dios sea honrado y no el hombre. Un proceder tal demanda una dedicación constante a Dios de todas las Facultades de la mente y del cuerpo, y una entrega diaria de todo el ser al Espíritu del Señor (ver Prov. 18:10; 1 Cor. 15:31; 2 Cor, 4:10; Col. 3:17).

Coméis o bebéis. La aplicación es, en primer lugar, a la cuestión de comer o beber en lo que se refiere al culto de los ídolos; la admonición tiene además una aplicación general a alimentos y bebidas de todas clases. A los hombres se les da la facultad de elegir, pero el cristiano ejerce siempre esa libertad en una forma que reciba la aprobación de Dios. La salud y el carácter deben ser protegidos (CRA 150; Ed 191).

Lo que se come y se bebe es de gran importancia en relación con la conservación de la salud. Muchas enfermedades que afligen a la humanidad son causadas por errores en la alimentación (ver MC 227; CRA 145-146).

Dios requiere que los hombres cuiden de su cuerpo y lo conserven en forma adecuada para que sea templo de su Espíritu (ver 1 Cor. 6:19-20). Por lo tanto, los cristianos deben aprender a elegir comidas y bebidas que no dañen el cuerpo, sino que promuevan la salud mental y física (ver CRA 140-141).

A los antiguos israelitas se les enseño que Dios los mantendría sanos si obedecían sus instrucciones (ver Exo. 15:26; Deut. 7:12-15; cf. cap. 28:58-61); y esto mismo hará por los suyos ahora si siguen su consejo y consumen sólo aquellas cosas que están en armonía con las leyes divinas (ver Gén. 1:29; 3:18; Lev. 11:2-31; Ecl. 10:17; 1 Cor. 10:6; CRA 144; MC 76; DTG 764; CH 168). El ideal cristiano es el régimen alimentario original proporcionado por el Creador en el Edén (Gén. 1:29).

O hacéis otra cosa. Se amplía la orden para incluir todas las acciones y los planes de la vida. Los cristianos no están en libertad de seguir los impulsos del corazón natural inverso y del cuerpo no regenerado. Están obligados a hacer que armonicen con la voluntad revelada de Dios todos los pensamientos, palabras y actos (ver Col. 3:17; 1Ped. 4:11; HAp 384-385; 2T 590-591). La religión de Cristo tiene que ver con todos los asuntos del hombre, ya se trate de lo físico, lo mental o lo espiritual. La redención que proporciona Cristo es completa, se aplica a todo el ser humano (ver Rom. 8:5-9, 13-14; 1 Cor. 9:27; Gál. 5:16, 24; 1 Tes. 5:23; CH 67-68).

Gloria. U "honor" (ver com.  Rom. 3:23). El primer motivo para que el cristiano viva en armonía con las leyes de Dios debe ser promover el honor de Dios. Este motivo surge de su amor hacia Dios y su deseo de agradar a su Hacedor (ver Juan 14:15; 1 Juan 5:3). Todas las energías del alma deben usarse en provecho del reino de Dios, para así honrarlo.

32. No seáis tropiezo. Los cristianos nunca deben proceder de tal manera que otros sean inducidos al pecado por su influencia (ver Rom. 14:13). Se mencionan tres clases de personas, y se advierte a que no se ofenda a ninguna de ellas. Esas tres clases incluyen a toda la comunidad en cualquier lugar: judíos, cristianos y paganos.

Los creyentes corintios debían evitar ofender a los judíos al relacionarse con la idolatría, pues éstos aborrecían a los ídolos y su culto. Los cristianos no debían hacer nada que los indujera a pensar que disimulaban o aprobaban el culto a los ídolos. Hacer eso habría sido crear más prejuicios en los judíos contra el cristianismo y los hubiera fortalecido en su oposición.

Por esto, los creyentes debían mantenerse alejados de toda festividad dedicada a los ídolos. Los gentiles, es decir, todos los que no eran ni judíos ni cristianos, practicaban el culto a los ídolos y procuraban justificarlo por todos los medios posibles.

Los cristianos no debían hacer nada que los estimulara en ese sentido. Muchos miembros de la iglesia de Corinto no estaban tan plenamente convencidos de la verdadera naturaleza de la idolatría como debieran haberlo estado, y los hermanos más fuertes eran amonestados a ser cuidadosos y a evitar toda conducta que confundiera el pensamiento de esa clase de miembros.

Este principio es de aplicación perpetua: Un cristiano nunca debe hacer nada que innecesariamente ofenda a alguien, ya sea judío, pagano u a otro cristiano. Su objetivo es procurar guiar a los que no conocen a Dios para que reconozcan la bondad, la sabiduría y el amor del Señor, cumpliendo así el gran propósito de la redención de ellos, que es la sabiduría de Dios (ver Isa. 43:25; Eze. 36:22-23; Juan 17:23). El mundo busca paz mental, pero sólo hay una forma segura de encontrar la verdadera paz: seguir el consejo de Pablo.

33. Agrado a todos. El propósito dominante de Pablo era salvar a los hombres, y estaba listo para hacer cualquier cosa correcta con el fin de alcanzar esa meta. Por lo tanto, había decidido colocar los intereses de aquéllos por encima de los suyos para poder llevarlos a Cristo. Procuraba evitar que se levantaran prejuicios, no insistiendo innecesariamente en sus derechos ni despertando oposición.

El reino de Cristo está establecido sobre principios completamente diferentes a aquellos sobre los cuales se establecen los reinos de este mundo. Los pensamientos de los hombres son naturalmente opuestos a los de Dios debido a la pecaminosa naturaleza humana (ver Sal. 51:5; Rom. 8:6-7). El hombre trata de ensalzarse, de imponer sus propias ideas y opiniones, sin tener en cuenta los sentimientos y las creencias de otros; pero el cristiano se niega a sí mismo, ensalza a Cristo y dedica su vida a la salvación de otros (ver Mat. 16: 25; Mar. 8:35; DTG 504).

Muchos. Literalmente "los muchos", o sea la mayoría. Pablo no hacía discriminación ni buscaba únicamente el bien de los que cumplían con sus enseñanzas, pues, como todo verdadero cristiano, estaba interesado en la salvación de todos los hombres de todas las razas y de todas las condiciones sociales. (6CBA).

COMENTARIOS DE EGW

PABLO SEÑALÓ A LOS CORINTIOS LA EXPERIENCIA DEL ANTIGUO ISRAEL, las bendiciones que recompensaron su obediencia y los juicios que siguieron a sus transgresiones. Les recordó la milagrosa manera en que los hebreos fueron guiados desde Egipto, bajo la protección de la nube de día y de la columna de fuego de noche. Así fueron conducidos con seguridad a través del mar Rojo, mientras los egipcios, intentando cruzar de la misma manera, se ahogaron todos. Por estos actos Dios había reconocido a Israel como su iglesia.

TODOS ELLOS "comieron la misma vianda espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la piedra espiritual que los seguía, y la piedra era Cristo." Los hebreos, en todos sus viajes, tenían a Cristo como su jefe. La piedra herida representaba a Cristo, que había de ser herido por las transgresiones de los hombres, para que pudiera fluir a todos la corriente de la salvación.

A PESAR DEL FAVOR QUE DIOS LES MOSTRÓ A LOS HEBREOS, por causa de su anhelo vehemente de los placeres dejados en Egipto y de su pecado y rebelión, los juicios de Dios cayeron sobre ellos. Y el apóstol instó a los creyentes corintios a prestar oídos a la lección contenida en la historia de Israel. "Empero estas cosas fueron en figura de nosotros -declaró,- para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron."

MOSTRÓ CÓMO EL AMOR A LA COMODIDAD y al placer los había predispuesto para cometer los pecados que provocaron la manifiesta venganza de Dios. Fue al sentarse los hijos de Israel a comer y a beber, y al levantarse a jugar, cuando abandonaron el temor de Dios, que habían sentido al escuchar la proclamación de la ley; y, haciendo un becerro de oro para representar a Dios, lo adoraron. Y fue después de un festín voluptuoso relacionado con el culto de Baal-peor, cuando muchos de los hebreos cayeron en la licencia. Se despertó la ira de Dios, y a su orden, "veinte y tres mil" fueron muertos en un día por la plaga.

EL APÓSTOL ADVIERTE A LOS CORINTIOS: "Así que, el que piensa estar firme, mire no caiga." Si se vanagloriaban y confiaban en sí mismos, descuidando la vigilancia y la oración, caerían 255 en grave pecado, provocando la ira de Dios contra ellos. Sin embargo, Pablo no quería que se entregasen al desaliento. Les aseguró: "Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis llevar; antes dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis aguantar."

PABLO INSTÓ A SUS HERMANOS A PREGUNTAR qué influencia ejercerían sus palabras y hechos sobre los demás, y a no hacer nada, por inocente que fuera en sí mismo, que pareciera sancionar la idolatría u ofender los escrúpulos de los que fueran débiles en la fe. "Si pues coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios. Sed sin ofensa a Judíos, y a Gentiles, y a la iglesia de Dios."

LAS PALABRAS DE AMONESTACIÓN del apóstol a la iglesia de Corinto se aplican a todo tiempo, y convienen especialmente a nuestros días. Por idolatría, él no se refería solamente a la adoración de los ídolos, sino al servicio propio, al amor a la comodidad, a la complacencia de los apetitos y pasiones. Una mera profesión de fe en Cristo, un jactancioso conocimiento de la verdad, no hace cristiano a un hombre.

Una religión que trata solamente de agradar a los ojos, a los oídos o al gusto, o que sanciona la complacencia propia, no es la religión de Cristo. HAp. 

Ministerio Hno. Pio


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