sábado, julio 28, 2012

REFLEXIÓN 16. Una Iglesia Madura


Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. Gracia y paz a vosotros de nuestro Padre Dios y del Señor Jesucristo. Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros, y os recordamos en nuestras oraciones. Sin cesar recordamos ante Dios, nuestro Padre, la obra de vuestra fe, vuestro trabajo de amor, y vuestra constante esperanza en nuestro Señor Jesucristo.

Hermanos amados de Dios, sabemos que él os ha elegido, porque nuestro evangelio llegó a vosotros, no sólo en palabra, sino también con poder, en el Espíritu Santo, y en plena convicción. Bien sabéis cómo nos portamos entre vosotros, para vuestro bien. Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, y recibisteis la Palabra a pesar de la mucha tribulación, con el gozo que da el Espíritu Santo. De tal manera que habéis sido ejemplo a todos los creyentes de Macedonia y Acaya.

Porque partiendo de vosotros, la Palabra del Señor ha resonado, no sólo en Macedonia y Acaya. Vuestra fe en Dios se ha extendido a todo lugar, de modo que no necesitamos hablar nada. Porque ellos cuentan la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero; y esperar de los cielos a su Hijo que resucitó de los muertos, a Jesús, que nos libra de la ira venidera. (1Tesalonicenses 1:1-10).

El gozo del Apóstol Pablo se hace claro y evidente, porque las personas que condujo al conocimiento de la verdad, habían llegado a entender y practicar las evidencias de un cristiano real y verdadero, porque ellos mismos sabían lo que tenían que hacer. Nadie les tenía que decir más; cuál era su deber. Y como consecuencia llevaron a muchos al conocimiento de la verdad que es en Jesucristo.

Todo cristiano que un día hizo su pacto con Dios, por medio de su entrega en el santo bautismo, prometió vivir solo para cristo agradándole siempre, y que sería su Señor y Salvador mientras viva. Pero sucede que se va olvidando esa promesa, y el amor al mundo va tomando nuevamente el lugar de Cristo en nuestras vidas. Oramos menos, estudiamos su palabra rara veces, y hablamos y pensamos menos en nuestro salvador.

Y si la mayoría que componen la Iglesia viven así, entonces las reuniones se tornarán en pura religiosidad y mero formalismo. Y se perderá el objetivo del porqué de su existencia, y por ende la Misión y la Visión. Nuestro Señor Jesús dejó claro en que consiste nuestra Misión descrita en 
San Mateo 28: 18-20: “Entonces Jesús se acercó a ellos, y les dijo: "Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. "Por tanto, id y haced discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, "enseñándoles que guarden todo lo que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". 

Entender nuestra misión, porque y para que somos cristianos, marcará el inicio 
de nuestra madurez personal y como consecuencia la madurez de la iglesia.

Concluyendo los Tesalonicenses entendieron esta fórmula sencilla: Cristiano + Testimonio = Cristiano Maduro y feliz.

Si hacemos esto; nuestras iglesias crecerán y además terminaremos pronto nuestra misión de predicar las buenas nuevas y Cristo vendrá pronto a buscarnos y a llevarnos a las mansiones celestiales. Hermano(a) sé hoy parte de este gran desafío, amando al señor de todo corazón, que no deje lugar para el mundo.

“No améis al mundo, ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo -los malos deseos de la carne, la codicia de los ojos y la soberbia de la vida-, no procede del Padre, sino del mundo. Y el mundo y sus deseos se pasan. En cambio, el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre”. 1 Juan 2: 15-17.

Con afecto: Pio Pablo Huamán Julca

martes, julio 03, 2012

CAPÍTULO 11. EL EVANGELIO EN SAMARIA.

Basado en Hechos 8.

DESPUÉS DE LA MUERTE DE ESTEBAN, se levantó contra los creyentes de Jerusalén una persecución tan violenta que "todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria." Saulo "asolaba la iglesia entrando por las casas: y trayendo hombres y mujeres, los entregaba en la cárcel."

En cuanto a su celo en esta cruel obra, él dijo ulteriormente: "Yo ciertamente había pensado deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret: lo cual también hice en Jerusalén, y yo encerré en cárceles a muchos de los santos. . . Y muchas veces, castigándolos por todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extrañas." Por las palabras de Saulo: "Cuando eran matados, yo di mi voto," puede verse que Esteban no era el único que sufrió la muerte. (Hech. 26:9-11.)

EN ESTE TIEMPO DE PELIGRO, NICODEMO confesó sin temor su fe en el Salvador crucificado. Nicodemo era miembro del Sanedrín, y con otros había sido conmovido por la enseñanza de Jesús. Al presenciar las maravillosas obras de Cristo, se había apoderado de él la convicción de que ése era el enviado de Dios. Por cuanto era demasiado orgulloso para reconocer abiertamente su simpatía por el Maestro galileo, había procurado tener una entrevista secreta. En esa entrevista, Jesús le había expuesto el plan de la salvación y su misión en el mundo; sin embargo Nicodemo había seguido vacilante.

Ocultó la verdad en su corazón, y por tres años hubo poco fruto aparente. Pero aunque Nicodemo no había reconocido públicamente a Cristo, repetidas veces había desbaratado en el Sanedrín las 86 maquinaciones de los sacerdotes de destruirlo. Cuando al fin Cristo fue crucificado, Nicodemo recordó las palabras que le había hablado en la entrevista nocturna en el Monte de las Olivas: "Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado" (Juan 3:14); y vio en Jesús al Redentor del mundo.

En Compañía De José De Arimatea, Nicodemo había sufragado los gastos de la sepultura de Jesús. Los discípulos habían temido mostrarse abiertamente como seguidores de Cristo, pero Nicodemo y José habían acudido osadamente en su auxilio. La ayuda de estos hombres ricos y honrados era grandemente necesaria en esta hora de tinieblas. Ellos habían podido hacer por su Señor muerto lo que hubiera sido imposible para los pobres discípulos; y su riqueza e influencia los habían protegido, en gran medida, de la malicia de los sacerdotes y gobernantes.

Cuando Los Judíos Trataron De Destruir La Naciente Iglesia, Nicodemo salió en su defensa. Libre ya de la cautela y dudas anteriores, estimuló la fe de los discípulos y empleó su riqueza en ayudar a sostener la iglesia de Jerusalén, y en llevar adelante la obra del Evangelio. Aquellos que en otros días le habían rendido homenaje, ahora le despreciaban y perseguían; y llegó a ser pobre en los bienes de este mundo; no obstante, no vaciló en la defensa de su fe.

LA PERSECUCIÓN QUE SOBREVINO A LA IGLESIA DE JERUSALÉN DIO GRAN IMPULSO A LA OBRA DEL EVANGELIO. El éxito había acompañado la ministración de la palabra en ese lugar, y había peligro de que los discípulos permanecieran demasiado tiempo allí, desatendiendo la comisión del Salvador de ir a todo el mundo. Olvidando que la fuerza para resistir al mal se obtiene mejor mediante el servicio agresivo, comenzaron a pensar que no tenían ninguna obra tan importante como la de proteger a la iglesia de Jerusalén de los ataques del enemigo. En vez de enseñar a los nuevos conversos a llevar el Evangelio a aquellos que no lo habían oído, corrían el peligro de adoptar una actitud 87 que indujera a todos a sentirse satisfechos con lo que habían realizado. Para dispersar a sus representantes, donde pudieran trabajar para otros, Dios permitió que fueran perseguidos. Ahuyentados de Jerusalén, los creyentes "iban por todas partes anunciando la palabra."

Entre Aquellos A Quienes El Salvador Había Dado La Comisión: "Id, y doctrinad a todos los Gentiles" (Mat. 28:19), se contaban muchos de clase social humilde, hombres y mujeres que habían aprendido a amar a su Señor, y resuelto seguir su ejemplo de abnegado servicio. A estos humildes hermanos, así como a los discípulos que estuvieron con el Salvador durante su ministerio terrenal, se les había entregado un precioso cometido. Debían proclamar al mundo la alegre nueva de la salvación por Cristo. Al ser esparcidos por la persecución, salieron llenos de celo misionero. Comprendían la responsabilidad de su misión. Sabían que en sus manos llevaban el pan de vida para un mundo famélico; y el amor de Cristo los movía a compartir este pan con todos los necesitados. El Señor obró por medio de ellos. Doquiera iban, sanaban los enfermos y los pobres oían la predicación del Evangelio.

FELIPE, UNO DE LOS SIETE DIÁCONOS, FUE DE LOS EXPULSADOS DE JERUSALÉN. "Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y las gentes escuchaban atentamente unánimes las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos; . . y muchos paralíticos y cojos eran sanados: así que había gran gozo en aquella ciudad."

El Mensaje De Cristo A La Samaritana con la cual había hablado junto al pozo de Jacob, había producido fruto. Después de escuchar sus palabras, la mujer había ido a los hombres de la ciudad, y les había dicho: "Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿si quizá es éste el Cristo?" Ellos fueron con ella, oyeron a Jesús, y creyeron en él. Ansiosos de oír más, le rogaron a Jesús que se quedase con ellos. 88 Por dos días él se detuvo allí, "y creyeron muchos más por la palabra de él." (Juan 4:29,41.)

Y CUANDO SUS DISCÍPULOS FUERON EXPULSADOS DE JERUSALÉN, algunos hallaron seguro asilo en Samaria. Los samaritanos dieron la bienvenida a estos mensajeros del Evangelio, y los judíos convertidos recogieron una preciosa mies entre aquellos que habían sido antes sus más acerbos enemigos.

LA OBRA DE FELIPE EN SAMARIA TUVO GRAN ÉXITO, y alentado por ello, solicitó ayuda de Jerusalén. Los apóstoles comprendieron entonces más plenamente el significado de las palabras de Cristo: "Y me seréis testigos en Jerusalén, y en toda Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra." (Hech. 1:8.)

FELIPE Y EL ETÍOPE

MIENTRAS FELIPE Estaba Todavía En Samaria, un mensajero celestial le mandó que fuera "hacia el mediodía, al camino que desciende de Jerusalén a Gaza . . . Entonces él se levantó y fue." No puso en duda el llamamiento ni vaciló en obedecer, porque había aprendido a conformarse con la voluntad de Dios. "Y he aquí un Etíope, eunuco, gobernador de Candace, reina de los Etíopes, el cual era puesto sobre todos sus tesoros, y había venido a adorar a Jerusalén, se volvía sentado en su carro, y leyendo el profeta Isaías."

Este etíope era hombre de buena posición y amplia influencia. Dios vio que, una vez convertido, comunicaría a otros la luz recibida, y ejercería poderoso influjo en favor del Evangelio. Los ángeles del Señor asistían a este hombre que buscaba luz, y le atraían al Salvador. Por el ministerio del Espíritu Santo, el Señor lo puso en relación con quien podía conducirlo a la luz.

A FELIPE SE LE MANDÓ QUE FUESE AL ENCUENTRO DEL ETÍOPE y le explicase la profecía que iba leyendo. El Espíritu dijo: "Llégate, y júntate a este carro." Una vez cerca, preguntó Felipe al eunuco: "¿Entiendes lo que lees? Y él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese, y se sentase con él." El etíope leía la profecía de Isaías referente a Cristo, que dice: "Como oveja a la muerte fue llevado; y 89 como cordero mudo delante del que le trasquila, así no abrió su boca: en su humillación su juicio fue quitado: mas su generación, ¿quién la contará? porque es quitada de la tierra su vida."

EL EUNUCO PREGUNTÓ: "¿De quién el profeta dice esto? ¿de sí, o de otro alguno?" Entonces Felipe le declaró la gran verdad de la redención. Comenzando desde dicho pasaje de la Escritura, "le anunció el evangelio de Jesús."

El corazón del etíope se conmovió de interés cuando Felipe le explicó las Escrituras, y al terminar el discípulo, el hombre se mostró dispuesto a aceptar la luz que se le daba. No alegó su alta posición mundana como excusa para rechazar el Evangelio. "Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua; y dijo el eunuco: He aquí agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Y Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro: y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco; y bautizóle.

"Y como subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y no le vio más el eunuco, y se fue por su camino gozoso. Felipe empero se halló en Azoto: y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea."

ESTE ETÍOPE SIMBOLIZA Una Numerosa Clase De Personas Que Necesita Ser Enseñada Por Misioneros Como Felipe, esto es por hombres que escuchen la voz de Dios y vayan adonde él los envíe. Muchos leen las Escrituras sin comprender su verdadero sentido. En todo el mundo, hay hombres y mujeres que miran fijamente al cielo. Oraciones, lágrimas e interrogaciones brotan de las almas anhelosas de luz en súplica de gracia y de la recepción del Espíritu Santo. Muchos están en el umbral del reino esperando únicamente ser incorporados en él.

UN ÁNGEL GUIÓ A FELIPE a uno que anhelaba luz y estaba dispuesto a recibir el Evangelio. Hoy también los ángeles guiarán los pasos de aquellos obreros que consientan en que el Espíritu Santo santifique sus lenguas y refine y ennoblezca sus corazones. 90

El ángel enviado a Felipe podría haber efectuado por sí mismo la obra en favor del etíope; pero no es tal el modo que Dios tiene de obrar. Su plan es que los hombres trabajen en beneficio de sus prójimos.

EN LA COMISIÓN DADA A LOS PRIMEROS DISCÍPULOS, SE HALLAN INCLUIDOS LOS CREYENTES DE TODAS LAS EDADES. Todo el que aceptó el Evangelio, recibió una verdad sagrada para impartirla al mundo. El pueblo fiel de Dios fue siempre constituido por misioneros activos, que consagraban sus recursos al honor de su nombre y usaban sabiamente sus talentos en su servicio.

La abnegada labor de los cristianos del pasado debería ser para nosotros una lección objetiva y una inspiración. Los miembros de la iglesia de Dios deben ser celosos de buenas obras, renunciar a las ambiciones mundanales, y caminar en los pasos de Aquel que anduvo haciendo bienes. Con corazones llenos de simpatía y con pasión, han de ministrar a los que necesitan ayuda, y comunicar a los pecadores el conocimiento del amor del Salvador. Semejante trabajo requiere empeñoso esfuerzo, pero produce una rica recompensa. Los que se dedican a él con sinceridad de propósito verán almas ganadas al Salvador; porque la influencia que acompaña al cumplimiento práctico de la comisión divina es irresistible.

TAMPOCO RECAE ÚNICAMENTE SOBRE EL PASTOR ORDENADO LA RESPONSABILIDAD DE SALIR A REALIZAR LA COMISIÓN EVANGÉLICA. Todo el que ha recibido a Cristo está llamado a trabajar por la salvación de sus prójimos. "Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven." (Apoc. 22: 17.) A toda la iglesia incumbe el deber de dar esta invitación. Todo el que la ha oído ha de hacer repercutir este mensaje por valles y montes: "Ven." Es un error fatal suponer que la obra de salvar almas depende solamente del ministerio. El humilde y consagrado creyente a quien el Señor de la viña le ha dado preocupación por las almas, debe ser animado por los hombres a quienes Dios ha confiado mayores responsabilidades.

LOS DIRIGENTES DE LA IGLESIA DE DIOS han de comprender que la comisión del Salvador se 91 da a todo el que cree en su nombre. Dios enviará a su viña a muchos que no han sido dedicados al ministerio por la imposición de las manos.

CIENTOS, SÍ, miles que han oído el mensaje de salvación, están todavía ociosos en la plaza, cuando podrían estar empleados en algún ramo de servicio activo. A los tales Cristo les dice: "¿Por qué estáis aquí todo el día ociosos?" y añade: "Id también vosotros a mi viña." (Mat. 20: 6,7.)

¿Por Qué Muchos Más No Responden Al Llamado? ¿Es Porque Se Consideran Excusados Por El Hecho De No Predicar Desde El Púlpito?

Ojalá entiendan que hay una gran obra que debe hacerse fuera del púlpito, por miles de consagrados miembros laicos.

LARGO TIEMPO Ha Esperado Dios Que El Espíritu De Servicio Se Posesione De La Iglesia Entera, de suerte que cada miembro trabaje por él según su capacidad.

CUANDO LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA DE DIOS efectúen su labor señalada en los campos menesterosos de su país y del extranjero, en cumplimiento de la comisión evangélica, pronto será amonestado el mundo entero, y el Señor Jesús volverá a la tierra con poder y grande gloria. "Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio a todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin." (Mat. 24:14.) 92

Los Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación

Del Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP


CAPÍTULO 10. EL PRIMER MÁRTIR CRISTIANO.

Basado en Hechos 6:5-15;7.

ESTEBAN EL MÁS DESTACADO DE LOS SIETE DIÁCONOS, era varón de profunda piedad y gran fe. Aunque judío de nacimiento, hablaba griego y estaba familiarizado con los usos y costumbres de los griegos, por lo que tuvo ocasión de predicar el Evangelio en las sinagogas de los judíos griegos. Era muy activo en la causa de Cristo y proclamaba osadamente su fe. Eruditos rabinos y doctores de la ley entablaron con él discusiones públicas, confiados en obtener fácil victoria. Pero "no podían resistir a la sabiduría y al espíritu con que hablaba." No sólo hablaba con la virtud del Espíritu Santo, sino que era evidente que había estudiado las profecías y estaba versado en todas las cuestiones de la ley.

HÁBILMENTE defendía las verdades por que abogaba, y venció por completo a sus adversarios. En él se cumplió la promesa: "Poned pues en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder: porque yo os daré boca y sabiduría, a la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se os opondrán." (Luc. 21:14,15.)

AL VER LOS SACERDOTES Y MAGISTRADOS el poder que acompañaba a la predicación de Esteban, le cobraron acerbo odio, y en vez de rendirse a las pruebas que presentaba resolvieron acallar su voz matándolo. En varias ocasiones sobornaron a las autoridades romanas para que pasasen por alto sin comentario casos en que los judíos habían hecho justicia por sus propias manos, juzgando, condenando y ejecutando presos de acuerdo con su costumbre nacional. Los enemigos de Esteban no dudaron de que también en este caso podrían seguir esta conducta sin peligro para sí mismos. Decidieron correr el riesgo, así que 81 echaron mano de Esteban y lo llevaron ante el consejo del Sanedrín para juzgarlo.

LLAMARON A ERUDITOS JUDÍOS de los países comarcanos para que refutasen los argumentos del preso. Saulo de Tarso estaba presente y tomó muy activa parte contra Esteban, aportando todo el peso de su elocuencia y la lógica de los rabinos a fin de convencer a las gentes de que Esteban predicaba falsas y perniciosas doctrinas. Pero Saulo encontró en Esteban un varón que comprendía plenamente los designios de Dios en la difusión del Evangelio por las demás naciones.

EN VISTA DE QUE NO PODÍAN REBATIR LA CLARA Y SERENA SABIDURÍA DE ESTEBAN, los sacerdotes y magistrados resolvieron hacer con él un escarmiento, de modo que a la par de satisfacer su odio vengativo impidiesen por el miedo que otros aceptaran sus creencias. Sobornaron a unos cuantos testigos para que levantaran el falso testimonio de que le habían oído blasfemar contra el templo y la ley. Los testigos declararon: "Le hemos oído decir, que este Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y mudará las ordenanzas que nos dio Moisés."

MIENTRAS ESTEBAN SE HALLABA FRENTE A FRENTE CON SUS JUECES para responder a la acusación de blasfemia, brillaba sobre su semblante un santo fulgor de luz, y "todos los que estaban sentados en el concilio, puestos los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel." Muchos de los que contemplaron esa luz, temblaron y encubrieron su rostro; pero la obstinada incredulidad y los prejuicios de los magistrados no vacilaron.

CUANDO INTERROGARON A ESTEBAN respecto de si eran ciertas las acusaciones formuladas contra él, defendiose con clara y penetrante voz que resonó en toda la sala del concilio. Con palabras que cautivaron al auditorio, procedió a repasar la historia del pueblo escogido de Dios, demostrando completo conocimiento de la dispensación judaica y de su interpretación espiritual, ya manifestada por Cristo. Repitió las palabras de Moisés referentes al Mesías: "Profeta os levantará el Señor Dios vuestro de vuestros hermanos, como yo; a él oiréis."

EVIDENCIÓ 82 su lealtad para con Dios y la fe judaica, aunque demostrando que la ley en que confiaban los judíos para su salvación no había podido salvar a Israel de la idolatría. Relacionó a Jesucristo con toda la historia del pueblo judío. Refirióse a la edificación del templo por Salomón, y a las palabras de Salomón e Isaías: "Si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano; como el profeta dice: El cielo es mi trono, y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿o cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas?"

AL LLEGAR ESTEBAN A ESTE PUNTO, se produjo un tumulto entre los oyentes. Cuando relacionó a Cristo con las profecías, y habló de aquel modo del templo, el sacerdote rasgó sus vestiduras, fingiéndose horrorizado. Esto fue para Esteban un indicio de que su voz iba pronto a ser acallada para siempre. Vio la resistencia que encontraban sus palabras y comprendió que estaba dando su postrer testimonio. Aunque no había llegado más que a la mitad de su discurso, lo terminó abruptamente.

DE PRONTO, INTERRUMPIENDO EL RELATO HISTÓRICO QUE PROSEGUÍA, y volviéndose hacia sus enfurecidos jueces, exclamó: "Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo: como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? y mataron a los que antes anunciaron la venida del Justo, del cual vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis."

Al oír esto, la ira puso fuera de sí a los sacerdotes y magistrados. Obrando más bien como fieras que como seres humanos, se abalanzaron contra Esteban crujiendo los dientes. El preso leyó su destino en los crueles rostros que le cercaban, pero no se inmutó. No temía la muerte ni le aterrorizaban los furiosos sacerdotes ni las excitadas turbas.

PERDIÓ DE VISTA EL ESPECTÁCULO QUE SE OFRECÍA A SUS OJOS, se le entreabrieron las puertas del cielo, y vio la gloria de los atrios de Dios y a Cristo 83 que se levantaba de su trono como para sostener a su siervo. Con voz de triunfo exclamó Esteban: "He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está a la diestra de Dios."

AL DESCRIBIR ESTEBAN LA GLORIOSA ESCENA QUE SUS OJOS CONTEMPLABAN, ya no pudieron aguantar más sus perseguidores. Se taparon los oídos para no oírlo, y dando grandes voces, arremetieron unánimes contra él, lo echaron "fuera de la ciudad" "y apedrearon a Esteban, invocando él y diciendo: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les imputes este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió."

NO se había sentenciado legalmente a Esteban; pero las autoridades romanas fueron sobornadas con gruesas sumas de dinero, para que no investigasen el caso.

EL MARTIRIO DE ESTEBAN impresionó profundamente a cuantos lo presenciaron. El recuerdo de la señal de Dios en su rostro; sus palabras, que conmovieron hasta el alma a cuantos las escucharon, quedaron en las mentes de los circunstantes y atestiguaron la verdad de lo que él había proclamado. Su muerte fue una dura prueba para la iglesia; pero en cambio produjo convicción en Saulo, quien no podía borrar de su memoria la fe y la constancia del mártir y el resplandor que había iluminado su semblante.

EN EL PROCESO Y MUERTE DE ESTEBAN, denotó Saulo estar imbuído de un celo frenético. Después se irritó por su secreto convencimiento de que Esteban había sido honrado por Dios en el mismo momento en que los hombres le infamaban.

Saulo Continuó Persiguiendo A La Iglesia De Dios, acosando a los cristianos, prendiéndolos en sus casas y entregándolos a los sacerdotes y magistrados para encarcelarlos y matarlos. Su celo en llevar a cabo esta persecución llenó de terror a los cristianos de Jerusalén. Las autoridades romanas no hicieron mayor esfuerzo para detener esta cruel obra, sino que ayudaban secretamente a los judíos con el objeto de reconciliarse con ellos y asegurarse sus simpatías. 84

DESPUÉS DE LA MUERTE DE ESTEBAN, Saulo fue elegido miembro del Sanedrín en premio a la parte que había tomado en aquella ocasión. Durante algún tiempo fue un poderoso instrumento en manos de Satanás para proseguir su rebelión contra el Hijo de Dios. Pero pronto este implacable perseguidor iba a ser empleado para edificar la iglesia que estaba a la sazón demoliendo. Alguien más poderoso que Satanás había escogido a Saulo para ocupar el sitio del martirizado Esteban, para predicar y sufrir por el Nombre y difundir extensamente las nuevas de salvación por medio de su sangre. 85

Los Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación

Del Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP


CAPÍTULO 9. LOS SIETE DIÁCONOS.

Basado en Hechos 6:1-7.

"EN AQUELLOS días, habiéndose multiplicado el número de los discípulos, hubo murmuración de los helenistas contra los hebreos, de que sus viudas eran descuidadas en la administración diaria." (Hech. 6: 1, V.M.)

EN LA IGLESIA PRIMITIVA HABÍA GENTE DE DIVERSAS CLASES SOCIALES Y DISTINTAS NACIONALIDADES. Cuando vino el Espíritu Santo en Pentecostés, "moraban entonces en Jerusalem Judíos, varones religiosos, de todas las naciones debajo del cielo." (Hech. 2:5.) Entre los de la fe hebrea reunidos en Jerusalén había también algunos que eran conocidos generalmente como helenistas, cuya desconfianza y aun enemistad con los judíos de Palestina databan de largo tiempo.

LOS QUE SE HABÍAN CONVERTIDO POR LA LABOR DE LOS APÓSTOLES estaban afectuosamente unidos por el amor cristiano. A pesar de sus anteriores prejuicios, hallábanse en recíproca concordia. Sabía Satanás que mientras durase aquella unión no podría impedir el progreso de la verdad evangélica, y procuró prevalerse de los antiguos modos de pensar, con la esperanza de introducir así en la iglesia elementos de discordia.

SUCEDIÓ QUE HABIENDO CRECIDO EL NÚMERO DE DISCÍPULOS, logró Satanás despertar las sospechas de algunos que anteriormente habían tenido la costumbre de mirar con envidia a sus correligionarios y de señalar faltas en sus jefes espirituales. Así "hubo murmuración de los helenistas contra los hebreos." El motivo de la queja fue un supuesto descuido de las viudas griegas en el reparto diario de socorros. Toda desigualdad habría sido contraria al espíritu del Evangelio; pero Satanás 73 había logrado provocar recelos. Por lo tanto, era indispensable tomar medidas inmediatas que quitasen todo motivo de descontento, so pena de que el enemigo triunfara en sus esfuerzos y determinase una división entre los fieles.

LOS DISCÍPULOS DE JESÚS HABÍAN LLEGADO A UNA CRISIS. Bajo la sabia dirección de los apóstoles, que habían trabajado unidos en el poder del Espíritu Santo, la obra encomendada a los mensajeros del Evangelio se había desarrollado rápidamente. La iglesia estaba ensanchándose de continuo, y este aumento de miembros acrecentaba las pesadas cargas de los que ocupaban puestos de responsabilidad. Ningún hombre, ni grupo de hombres, podría continuar llevando esas cargas solo, sin poner en peligro la futura prosperidad de la iglesia. Se necesitaba una distribución adicional de las responsabilidades que habían sido llevadas tan fielmente por unos pocos durante los primeros días de la iglesia. Los apóstoles debían dar ahora un paso importante en el perfeccionamiento del orden evangélico en la iglesia, colocando sobre otros algunas de las cargas llevadas hasta ahora por ellos.

LOS APÓSTOLES REUNIERON A LOS FIELES EN ASAMBLEA, e inspirados por el Espíritu Santo, expusieron un plan para la mejor organización de todas las fuerzas vivas de la iglesia. Dijeron los apóstoles que había llegado el tiempo en que los jefes espirituales debían ser relevados de la tarea de socorrer directamente a los pobres, y de cargas semejantes, pues debían quedar libres para proseguir con la obra de predicar el Evangelio. Así que dijeron: "Buscad pues, hermanos, siete varones de vosotros de buen testimonio, llenos de Espíritu Santo y de sabiduría, los cuales pongamos en esta obra. Y nosotros persistiremos en la oración, y en el ministerio de la palabra." Siguieron los fieles este consejo, y por oración e imposición de manos fueron escogidos solemnemente siete hombres para el oficio de diáconos.

EL NOMBRAMIENTO DE LOS SIETE para tomar a su cargo determinada modalidad de trabajo fue muy beneficioso a la iglesia.  Estos oficiales cuidaban especialmente de las necesidades 74 de los miembros así como de los intereses económicos de la iglesia; y con su prudente administración y piadoso ejemplo, prestaban importante ayuda a sus colegas para armonizar en unidad de conjunto los diversos intereses de la iglesia.

ESTA MEDIDA ESTABA DE ACUERDO CON EL PLAN DE DIOS, como lo demostraron los inmediatos resultados que en bien de la iglesia produjo. "Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba mucho en Jerusalén: también una gran multitud de los sacerdotes obedecía a la fe." Esta cosecha de almas se debió igualmente a la mayor libertad de que gozaban los apóstoles y al celo y virtud demostrados por los siete diáconos. El hecho de que estos hermanos habían sido ordenados para la obra especial de mirar por las necesidades de los pobres, no les impedía enseñar también la fe, sino que, por el contrario, tenían plena capacidad para instruir a otros en la verdad, lo cual hicieron con grandísimo fervor y éxito feliz.

A LA IGLESIA PRIMITIVA se le había encomendado una obra de crecimiento constante: el establecer centros de luz y bendición dondequiera hubiese almas honestas dispuestas a entregarse al servicio de Cristo. La proclamación del Evangelio había de tener alcance mundial, y los mensajeros de la cruz no podían esperar cumplir su importante misión a menos que permanecieran unidos con los vínculos de la unidad cristiana, y revelaran así al mundo que eran uno con Cristo en Dios. ¿No había orado al Padre su divino Director: "Guárdalos por tu nombre, para que sean una cosa, como también nosotros"? ¿Y no había declarado él de sus discípulos: "El mundo los aborreció, porque no son del mundo"? ¿No había suplicado al Padre que ellos fueran "consumadamente una cosa," "para que el mundo crea que tú me enviaste"? (Juan 17:11,14,23,21.) Su vida y poder espirituales dependían de una estrecha comunión con Aquel por quien habían sido comisionados a predicar el Evangelio.

SOLAMENTE EN LA MEDIDA EN QUE ESTUVIERAN UNIDOS CON CRISTO, podían esperar los discípulos que los acompañara el 75 poder del Espíritu Santo y la cooperación de los ángeles del cielo. Con la ayuda de estos agentes divinos, podrían presentar ante el mundo un frente unido, y obtener la victoria en la lucha que estaban obligados a sostener incesantemente contra las potestades de las tinieblas. Mientras continuaran trabajando unidos, los mensajeros celestiales irían delante de ellos abriendo el camino; los corazones serían preparados para la recepción de la verdad y muchos serían ganados para Cristo. Mientras permanecieran unidos, la iglesia avanzaría "hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden." (Cant. 6:10.) Nada podría detener su progreso. Avanzando de victoria en victoria, cumpliría gloriosamente su divina misión de proclamar el Evangelio al mundo.

LA ORGANIZACIÓN DE LA IGLESIA DE JERUSALÉN debía servir de modelo para la de las iglesias que se establecieran en muchos otros puntos donde los mensajeros de la verdad trabajasen para ganar conversos al Evangelio. Los que tenían la responsabilidad del gobierno general de la iglesia, no habían de enseñorearse de la heredad de Dios, sino que, como prudentes pastores, habían de "apacentar la grey de Dios . . . siendo dechados de la grey" (1 Ped. 5:2,3), y los diáconos debían ser "varones de buen testimonio llenos de Espíritu Santo y de sabiduría." Estos hombres debían colocarse unidamente de parte de la justicia y mantenerse firmes y decididos. Así tendrían unificadora influencia en la grey entera.

MÁS ADELANTE EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA PRIMITIVA, una vez constituidos en iglesias muchos grupos de creyentes en diversas partes del mundo, se perfeccionó aun más la organización a fin de mantener el orden y la acción concertada. Se exhortaba a cada uno de los miembros a que desempeñase bien su cometido, empleando útilmente los talentos que se le hubiesen confiado. Algunos estaban dotados por el Espíritu Santo con dones especiales: "Primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero doctores; luego facultades; luego dones de sanidades, ayudas, gobernaciones, géneros de lenguas." (1 Cor. 12:28.) 76 Pero todas estas clases de obreros tenían que trabajar concertadamente.

"Hay repartimiento de dones; mas el mismo Espíritu es. Y hay repartimiento de ministerios; mas el mismo Señor es. Y hay repartimiento de operaciones; mas el mismo Dios es el que obra todas las cosas en todos. Empero a cada uno le es dada manifestación del Espíritu para provecho. Porque a la verdad, a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu; a otro, operaciones de milagros; y a otro, profecía; y a otro, discreción de espíritus; y a otro, géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Mas todas estas cosas obra uno y el mismo Espíritu, repartiendo particularmente a cada uno como quiere. Porque de la manera que el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, empero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un cuerpo, así también Cristo." (1 Cor. 12: 4-12.)

SON SOLEMNES LAS RESPONSABILIDADES Que Descansan Sobre Aquellos Que Son Llamados A Actuar Como Dirigentes De La Iglesia De Dios En La Tierra. En los días de la teocracia, cuando Moisés estaba empeñado en llevar solo cargas tan gravosas que pronto lo agotarían bajo su peso, Jetro le aconsejó que planeara una sabia distribución de las responsabilidades. "Está tú por el pueblo delante de Dios ­ le aconsejó Jetro, ­ y somete tú los negocios a Dios. Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde anden, y lo que han de hacer." Jetro aconsejó además que se escogieran hombres para que actuaran como "caporales sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta y sobre diez." Estos habían de ser "varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia." Ellos habían de juzgar "al pueblo en todo tiempo," aliviando así a Moisés de la agotadora responsabilidad de prestar atención a muchos asuntos menores que podían ser tratados con sabiduría por ayudantes consagrados. 77

EL TIEMPO Y LA FUERZA de aquellos que en la Providencia de Dios han sido colocados en los principales puestos de responsabilidad en la iglesia deben dedicarse a tratar los asuntos más graves que demandan especial sabiduría y grandeza de ánimo. No es plan de Dios que a tales hombres se les pida que resuelvan los asuntos menores que otros están bien capacitados para tratar. "Todo negocio grave lo traerán a ti ­le propuso Jetro a Moisés,­ y ellos juzgarán todo negocio pequeño: alivia así la carga de sobre ti, y llevarla han ellos contigo. Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás persistir, y todo este pueblo se irá también en paz a su lugar."

De acuerdo con este plan, "Escogió Moisés varones de virtud del pueblo de Israel, y púsolos por cabezas sobre el pueblo, caporales sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez. Y juzgaban al pueblo en todo tiempo: el negocio arduo traíanlo a Moisés, y ellos juzgaban todo negocio pequeño." (Ex. 18:19-26.)

MÁS TARDE, al escoger setenta ancianos para que compartieran con él las responsabilidades de la dirección, Moisés tuvo cuidado de escoger como ayudantes suyos hombres de dignidad, de sano juicio y de experiencia.  

En su encargo a estos ancianos en ocasión de su ordenación, expuso algunas de las cualidades que capacitan a un hombre para ser un sabio director de la iglesia. "Oíd entre vuestros hermanos ­dijo Moisés,­ y juzgad justamente entre el hombre y su hermano, y el que le es extranjero. No tengáis respeto de personas en el juicio: así al pequeño como al grande oiréis: no tendréis temor de ninguno, porque el juicio es de Dios." (Deut. 1:16,17.)

EL REY DAVID, hacia el fin de su reinado, hizo un solemne encargo a aquellos que dirigían la obra de Dios en su tiempo. Convocando en Jerusalén "a todos los principales de Israel, los príncipes de las tribus, y los jefes de las divisiones que servían al rey, los tribunos y centuriones, con los superintendentes de toda la hacienda y posesión del rey, y sus hijos, con los eunucos, los poderosos, y todos sus hombres valientes," el anciano rey les 78 ordenó solemnemente, "delante de los ojos de todo Israel, congregación de Jehová, y en oídos de nuestro Dios": "Guardad e inquirid todos los preceptos de Jehová vuestro Dios." (1 Crón. 28:1,8.)

A SALOMÓN, como uno que estaba llamado a ocupar un puesto de la mayor responsabilidad, David le hizo un encargo especial: "Y tú, Salomón, hijo mío, conoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto, y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende toda imaginación de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; más si lo dejares, él te desechará para siempre. Mira, pues, ahora que Jehová te ha elegido. . . Esfuérzate." (1 Crón. 28:9,10.)

LOS MISMOS PRINCIPIOS de piedad y justicia que debían guiar a los gobernantes del pueblo de Dios en el tiempo de Moisés y de David, habían de seguir también aquellos a quienes se les encomendó la vigilancia de la recién organizada iglesia de Dios en la dispensación evangélica.

EN LA OBRA DE PONER EN ORDEN LAS COSAS EN TODAS LAS IGLESIAS, y de consagrar hombres capaces para que actuaran como oficiales, los apóstoles mantenían las altas normas de dirección bosquejadas en los escritos del Antiguo Testamento. Sostenían que aquel que es llamado a ocupar un puesto de gran responsabilidad en la iglesia, debe ser "sin crimen, como dispensador de Dios; no soberbio, no iracundo, no amador del vino, no heridor, no codicioso de torpes ganancias; sino hospedador, amador de lo bueno, templado, justo, santo, continente; retenedor de la fiel palabra que es conforme a la doctrina: para que también pueda exhortar con sana doctrina, y convencer a los que contradijeren." (Tito 1:7-9)

EL ORDEN MANTENIDO EN LA PRIMITIVA IGLESIA CRISTIANA, la habilitó para seguir firmemente adelante como disciplinado ejército revestido de la armadura de Dios. Aunque las compañías o grupos de fieles estaban esparcidos en un dilatado territorio, eran todos miembros de un solo cuerpo y actuaban 79 de concierto y en mutua armonía. Cuando se suscitaban disensiones en alguna iglesia local, como ocurrió después en Antioquía y otras partes, y los fieles no lograban avenirse, no se consentía en que la cuestión dividiese a la iglesia, sino que se la sometía a un concilio general de todos los fieles, constituido por delegados de las diversas iglesias locales con los apóstoles y ancianos en funciones de gran responsabilidad. Así por la concertada acción de todos se desbarataban los esfuerzos que Satanás hacía para atacar a las iglesias aisladas, y quedaban deshechos los planes de quebranto y destrucción que forjaba el enemigo.

"Dios no es Dios de disensión, sino de paz; como en todas las iglesias de los santos" (1Cor. 14:33), y quiere que hoy día se observe orden y sistema en la conducta de la iglesia, lo mismo que en tiempos antiguos. Desea que su obra se lleve adelante con perfección y exactitud, a fin de sellarla con su aprobación.

Los cristianos han de estar unidos con los cristianos y las iglesias con las iglesias, de suerte que los instrumentos humanos cooperen con los divinos, subordinándose todo agente al Espíritu Santo y combinándose todos en dar al mundo las buenas nuevas de la gracia de Dios. 80

Los Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación

Del Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP