CAPITULO 10. LA RED Y LA PESCA (93-94)
(Este Capítulo
Está Basado En San Mateo 13:47-50).
"EL REINO de los cielos es semejante a la red, que echada en la
mar, coge de todas suertes de peces: la cual estando llena, la sacaron a la
orilla; y sentados, cogieron lo bueno en vasos, y lo malo echaron fuera. Así será al fin del siglo: saldrán los
ángeles y apartarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno
del fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes".
El echar la red es la predicación del Evangelio. Esto reúne en la iglesia tanto a buenos como
a malos. Cuando se complete la misión del Evangelio, el juicio realizará la
obra de separación. Cristo vio cómo la
existencia de los falsos hermanos en la iglesia haría que se hablase mal del
camino de la verdad. El mundo injuriaría
el Evangelio a causa de las vidas inconsecuentes de los falsos cristianos. Esto haría que hasta los mismos creyentes
tropezaran al ver que muchos que llevaban el nombre de Cristo no eran dirigidos
por su Espíritu. A causa de que estos
pecadores habían de estar en la iglesia, los hombres estarían en peligro de
pensar que Dios disculpaba sus pecados. Por lo tanto, Cristo levanta el velo del futuro, y permite que todos
contemplen que es el carácter, y no la posición, lo que decide el destino del
hombre.
Tanto la parábola de la cizaña como la de la red enseñan claramente que no hay un tiempo en el cual todos los malos se volverán a Dios.
El trigo y la cizaña crecen
juntos hasta la cosecha. Los buenos y
los malos peces son llevados 94 juntamente a la orilla para efectuar una
separación final.
Además, estas
parábolas enseñan que no habrá más tiempo de gracia después del juicio. Una vez concluida la obra del Evangelio,
sigue inmediatamente la separación de los buenos y los malos, y el destino de
cada clase de personas queda fijado para siempre.
Dios no desea la destrucción de nadie. "Vivo yo, dice el Señor Jehová, que no quiero la muerte del impío, sino que se torne el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos: ¿y por qué moriréis?" Ezequiel 33:11.*
Durante el tiempo de gracia, su Espíritu está induciendo a los hombres a que acepten el don de vida. Son únicamente aquellos que rechazan sus ruegos los que serán dejados para perecer. Dios ha declarado que el pecado debe ser destruido por ser un mal ruinoso para el universo. Los que se adhieren al pecado perecerán cuando éste sea destruido. 95
(Palabras de vida del Gran Maestro) EGW
No hay comentarios:
Publicar un comentario