EL PADRENUESTRO
Éste capítulo está basado en Mateo
6:9-13; Lucas 11:1-4.
NUESTRO
SALVADOR dio dos veces el
Padrenuestro: la primera vez, a la multitud,
en el Sermón del Monte; y la
segunda, algunos meses más tarde, a los discípulos solos.
Estos habían estado alejados por corto tiempo
de su Señor y, al volver, lo encontraron absorto en comunión con Dios. Como si no percibiese la presencia de ellos,
él continuó orando en voz alta.
Su
rostro irradiaba un resplandor celestial. Parecía estar en la misma presencia del Invisible;
había un poder
viviente en sus palabras, como si hablara con Dios.
Los corazones de los atentos discípulos quedaron profundamente
conmovidos.
Habían Notado cuán a
menudo dedicaba él largas horas a la soledad, en comunión con su Padre.
PASABA LOS DÍAS SOCORRIENDO a las multitudes que se aglomeraban en
derredor suyo y revelando los arteros sofismas de los rabinos. Esta labor incesante lo dejaba a menudo tan
exhausto que su madre y sus hermanos, y aun sus discípulos, temían que perdiera
la vida.
Pero cuando regresaba de las horas de oración con que clausuraba el
día de labor, notaban la expresión de paz en su rostro, la sensación de
refrigerio que parecía irradiar de su presencia.
SALÍA MAÑANA TRAS MAÑANA, después de las horas pasadas con Dios, a
llevar la luz de los cielos a los hombres. Al fin habían comprendido los discípulos que había una relación íntima
entre sus horas de oración y el poder de sus palabras 89 y hechos. Ahora, mientras escuchaban sus súplicas, sus
corazones se llenaron de reverencia y humildad.
CUANDO
JESÚS CESÓ DE ORAR, exclamaron con una profunda
convicción de su inmensa necesidad personal: "Señor, enséñanos a
orar".
JESÚS
NO LES DIO UNA FORMA NUEVA DE ORACIÓN. Repitió la que les había
enseñado antes, como queriendo decir: Necesitáis comprender lo que ya os di;
tiene una profundidad de significado que no habéis apreciado aún.
EL SALVADOR NO NOS LIMITA, sin
embargo, al uso de estas palabras exactas. Como ligado a la humanidad, presenta su propio ideal de la oración en
palabras tan sencillas que aun un niñito puede adoptarlas pero, al mismo
tiempo, tan amplias que ni las mentes más privilegiadas podrán comprender
alguna vez su significado completo. Nos
enseña a allegarnos a Dios con nuestro tributo de agradecimiento, expresarle
nuestras necesidades, confesar nuestros pecados
y pedir su misericordia
conforme a su promesa.
TEMAS:
01. "Cuando Oréis, Decid: Padre Nuestro"..
02. "Que Estás En Los Cielos"
03. "Santificado Sea Tu Nombre."
04. "Venga Tu Reino".
05. "Hágase Tu Voluntad, Como En El Cielo, Así También En La Tierra".
06. "El Pan Nuestro De Cada Día, Dánoslo Hoy"
07. "Perdónanos Nuestras Deudas, Como También
Nosotros Perdonamos A Nuestros Deudores".
08. "No Nos Dejes Caer En Tentación, Mas Líbranos Del Mal".
09. "Porque Tuyo Es El Reino, Y El Poder, Y La Gloria".
Jesús nos enseña a
llamar a su Padre, nuestro Padre. No se
avergüenza de llamarnos hermanos. *Hebreos 2:11.
Tan dispuesto, y ansioso,
está el corazón del Salvador a recibirnos como miembros de la familia de Dios,
que desde las primeras palabras que debemos emplear para acercarnos a Dios él
expresa la seguridad de nuestra relación divina: "Padre nuestro".
Aquí se enuncia la
verdad maravillosa, tan alentadora y consoladora de que Dios nos ama como ama a
su Hijo. Es lo que dijo Jesús en su
postrera oración en favor de sus discípulos: "Los has amado a ellos como también a mí me has amado". *
Juan 17:23.
El Hijo de Dios
circundó de amor este mundo que Satanás reclamaba como suyo y gobernaba con
tiranía cruel, y lo ligó de nuevo al trono de Jehová mediante una proeza
inmensa. Los querubines, serafines y las
huestes innumerables de todos los mundos no caídos entonaron himnos de loor a
Dios y al Cordero cuando su victoria quedó 90 asegurada.
Se alegraron de que el camino a la salvación
se hubiera abierto al género humano pecaminoso
y porque la tierra iba a ser
redimida de la maldición del pecado.
¡Cuánto más deben regocijarse aquellos que
son objeto de tan asombroso amor!
¿Cómo podemos quedar
en duda e incertidumbre y sentirnos huérfanos?
Por amor a quienes habían transgredido la ley, Jesús tomó sobre sí la
naturaleza humana; se hizo semejante a nosotros, para que tuviéramos la paz y
la seguridad eternas.
Tenemos un Abogado
en los cielos, y quienquiera que lo acepte como Salvador personal, no queda
huérfano ni ha de llevar el peso de sus propios pecados.
"Amados,
ahora somos hijos de Dios". "Y
si hijos de Dios, también herederos, herederos de Dios y coherederos con
Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él
seamos glorificados". "Y aún
no se ha manifestado lo que hemos de
ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque
le veremos como él es".
*1 Juan 3:2; Romanos 8:17.
EL
PRIMER PASO PARA ACERCARSE A DIOS
consiste
en conocer y creer en el amor que siente por nosotros; *1Juan 4:16, solamente
por la atracción de su amor nos sentimos impulsados a ir a él.
La comprensión del
amor de Dios induce a renunciar al egoísmo. Al llamar a Dios nuestro Padre, reconocemos a todos sus hijos como
nuestros hermanos. Todos formamos parte
del gran tejido de la humanidad; todos somos miembros de una sola familia. En nuestras peticiones hemos de incluir a
nuestros prójimos tanto como a nosotros mismos. Nadie ora como es debido sí solamente pide bendiciones para sí mismo.
El Dios infinito,
dijo Jesús, os da el privilegio de acercaros a él y llamarlo Padre. Comprended todo lo que implica esto. Ningún padre de este mundo ha llamado jamás a
un hijo errante con el fervor con el cual nuestro Creador suplica al
transgresor. Ningún amante interés humano
siguió al impenitente con tantas tiernas invitaciones.
Mora 91 Dios en cada hogar; oye cada palabra
que se pronuncia, escucha toda oración que se eleva, siente los pesares y los
desengaños de cada alma, ve el trato que recibe cada padre, madre, hermana,
amigo y vecino. Cuida de nuestras necesidades,
y para satisfacerlas, su amor y misericordia fluyen continuamente.
Si llamáis a Dios
vuestro Padre, continué, os reconocéis hijos suyos, para ser guiados por su
sabiduría y para darle obediencia en todas las cosas, sabiendo que su amor es
inmutable. Aceptaréis su plan para
vuestra vida. Como hijos de Dios,
consideraréis como objeto de vuestro mayor interés, su honor, su carácter, su
familia y su obra. Vuestro gozo
consistirá en reconocer y honrar vuestra relación con vuestro Padre y con todo
miembro de su familia. Os gozaréis en realizar
cualquier acción, por humilde que sea, que contribuya a su gloria o al
bienestar de vuestros semejantes.
.
Aquel a quien Cristo
pide que miremos como "Padre nuestro", "está en los cielos; todo
lo que quiso, ha hecho". En su
custodia podemos descansar seguros diciendo: "En el día que temo, yo en ti confío."*
Salmo 115:3; 56:3.
03. "SANTIFICADO SEA TU NOMBRE." MT. 6:9; LUC. 11:2.
Para santificar el
nombre del Señor se requiere que las palabras que empleamos al hablar del Ser
Supremo sean pronunciadas con reverencia.
"Santo y temible es su
nombre". Salmo 111.9.
"Nunca debemos mencionar con liviandad los
títulos ni los apelativos de la Deidad."
Por la oración entramos en la sala de audiencia del Altísimo y debemos
comparecer ante él con pavor sagrado.
Los ángeles velan sus rostros en su presencia. Los querubines y los esplendorosos y santos
serafines se acercan a su trono con reverencia solemne. ¡Cuánto más debemos
nosotros, seres finitos y pecadores, presentamos en forma reverente delante del
Señor, nuestro Creador!
Pero santificar el
nombre del Señor significa mucho más que esto. Podemos manifestar, como los judíos contemporáneos 92 de Cristo, la
mayor reverencia externa hacía Dios y, no obstante, profanar su nombre
continuamente.
"El nombre de Jehová" es: "Fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en
misericordia y verdad... ; que perdona la iniquidad, la rebelión y el
pecado". Se dijo de la iglesia
de Cristo: "Se la llamará: Jehová,
justicia nuestra". Este nombre se
da a todo discípulo de Cristo.
Es la
herencia del hijo de Dios. La familia se
conoce por el nombre del Padre.
El
profeta Jeremías, en tiempo de tribulación y gran dolor oró: "Sobre nosotros es invocado tu nombre;
no nos desampares". *Éxodo
34:5-7; Jeremías 33:16; 14:9.
Este nombre es
santificado por los ángeles del cielo y por los habitantes de los mundos sin
pecado.
Cuando oramos "Santificado
sea tu nombre", pedimos que lo sea en este mundo, en nosotros mismos.
Dios nos ha reconocido delante de hombres y
ángeles como sus hijos; pidámosle ayuda para no deshonrar el "buen nombre que fue invocado
sobre" nosotros. * Santiago
2:7.
Dios nos envía al mundo como sus representantes. En todo acto de la vida, debemos manifestar
el nombre de Dios. Esta petición exige
que poseamos su carácter. No podemos
santificar su nombre ni representarlo ante el mundo, a menos que en nuestra
vida y carácter representemos la vida y el carácter de Dios. Esto podrá hacerse únicamente cuando
aceptemos la gracia y la justicia de Cristo.
04. "VENGA TU REINO". MAT. 6:10; LUC. 11:2.
Dios es nuestro
Padre, que nos ama y nos cuida como hijos suyos; es también el gran Rey del
universo. Los intereses de su reino son
los nuestros; hemos de obrar para su progreso.
Los discípulos de
Cristo esperaban el advenimiento inmediato del reino de su gloria; pero al
darles esta oración Jesús les enseñó que el reino no había de establecerse
entonces. Habían de orar por su venida
como un suceso todavía futuro. Pero esta
petición era también una promesa para ellos. Aunque no verían el advenimiento del reino en su tiempo, el hecho de que
Jesús les dijera que oraran por él 93 es prueba de que vendrá seguramente
cuando Dios quiera.
El reino de la gracia
de Dios se está estableciendo, a medida que ahora, día tras día, los corazones
que estaban llenos de pecado y rebelión se someten a la soberanía de su
amor. Pero el establecimiento completo
del reino de su gloria no se producirá hasta la segunda venida de Cristo a este
mundo.
"El reino y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo
el cielo" serán dados "al
pueblo de los santos del Altísimo". Heredarán el reino preparado para ellos "desde la fundación del mundo". *
Daniel 7:27; Mateo 25:34. Cristo asumirá entonces su gran poder y reinará.
Las puertas del cielo
se abrirán otra vez y nuestro Salvador, acompañado de millones de santos,
saldrá como Rey de reyes y Señor de señores.
Jehová Emmanuel "será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su
nombre". "El tabernáculo de
Dios" estará con los hombres y Dios "morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará
con ellos como su Dios". *Zacarías
14:9; Apocalipsis 21:3.
Jesús dijo, sin
embargo, que antes de aquella venida "será
predicado este Evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas
las naciones". Su reino no
vendrá hasta que las buenas nuevas de su gracia se hayan proclamado a toda la
tierra. De ahí que, al entregarnos a
Dios y ganar a otras almas para él, apresuramos la venida de su reino.
Únicamente aquellos que se dedican a servirle
diciendo: "Heme aquí, envíame a
mí", para abrir los ojos de los ciegos, para apartar a los hombres "de las tinieblas a la luz, y de la
potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe... perdón de pecados
y herencia entre los santificados"; *Mateo 24:14; Isaías 6:8; Hechos
26:18, solamente éstos oran con sinceridad: "Venga tu reino".
05. "HÁGASE TU VOLUNTAD, COMO EN EL CIELO, ASÍ TAMBIÉN EN LA
TIERRA". MT. 6:10; LUC. 11:2.
La voluntad de Dios
se expresa en los preceptos de su sagrada ley, y los principios de esta ley son
los principios del cielo. Los ángeles
que allí residen no alcanzan conocimiento más alto que el saber la voluntad de
Dios,
y el hacer 94 esa voluntad es el servicio más alto en que puedan ocupar
sus facultades.
En el cielo no se sirve
con espíritu legalista. Cuando Satanás
se rebeló contra la ley de Jehová,
la noción de que había una ley sorprendió a
los ángeles casi como algo en que no habían soñado antes. En su ministerio, los ángeles no son como
siervos, sino como hijos.
Hay perfecta
unidad entre ellos y su Creador. La
obediencia no es trabajo penoso para ellos. El amor a Dios hace de su servicio un gozo. Así sucede también con toda alma en la cual
mora Cristo, la esperanza de gloria.
Ella repite lo que dijo él: "Me
complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío,
y tu ley está en medio de mi
corazón". *Salmo 40:8 (VM).
Al orar: "Sea
hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra", se pide
que el reino del mal en este mundo termine, que el pecado sea destruido para
siempre, y que se establezca el reino de la justicia. Entonces, así como en el cielo, se cumplirá
en la tierra "todo su bondadoso
beneplácito". 2 Tes. 1:11 (VV. 1909).
06. "EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA, DÁNOSLO HOY" MT. 6:11; LUC. 11:3.
La primera mitad de
la oración que Jesús nos enseñó tiene que ver con el nombre, el reino y la
voluntad de Dios: que sea honrado su nombre, establecido su reino y hecha su
voluntad.
Y así, cuando hayamos hecho del servicio de Dios nuestro
primer interés, podremos pedir que nuestras propias necesidades sean suplidas y
tener la confianza de que lo serán.
Si hemos renunciado al yo y nos hemos
entregado a Cristo, somos miembros de la familia de Dios, y todo cuanto hay en
la casa del Padre es nuestro. Se nos
ofrecen todos los tesoros de Dios, tanto en el mundo actual como en el
venidero. El ministerio de los ángeles,
el don del Espíritu,
las labores de los siervos, todas estas cosas son para
nosotros.
El mundo, con cuanto contiene,
es nuestro en la medida en que pueda beneficiamos. Aun la enemistad de los malos resultará una
bendición, porque nos disciplinará para entrar en los cielos.
Si somos "de
Cristo", "todo" es nuestro. 1 Corintios 3:23, 21.
Por ahora somos como
hijos que aún no disfrutan de su 95 herencia. Dios no nos confía nuestro precioso legado, no sea que Satanás nos
engañe con sus artificios astutos, como engañó a la primera pareja en el
Edén. Cristo lo guarda seguro para
nosotros fuera del alcance del despojador. Como hijos, recibiremos día tras día lo que necesitamos para el
presente. Diariamente
debemos pedir:
"El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy".
NO
NOS DESALENTEMOS SI NO TENEMOS BASTANTE PARA MAÑANA.
Su
promesa es segura: "Vivirás en la tierra, y en verdad
serás alimentado". Dice David: "Joven fui, y he envejecido, y no he
visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan".
El mismo Dios que envió los cuervos para dar
pan a Elías, cerca del arroyo de Querit, no descuidará a ninguno de sus hijos
fieles y abnegados.
Del que anda en la
justicia se ha escrito: "Se le dará
su pan, y sus aguas serán seguras". "No serán avergonzados en el mal tiempo, y en los días de hambre
serán saciados". "El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?"
El que alivió los
cuidados y ansiedades de su madre viuda y lo ayudó a sostener la familia en
Nazaret, simpatiza con toda madre en la lucha para proveer alimento a sus
hijos.
Quien se compadeció de las multitudes porque “estaban desamparadas y dispersas",
*Salmo 37:3 (VV, 1909). 25; Isaías 33:16; Salmo 37:19; Romanos 8:32; Mateo
9:36, sigue teniendo compasión de los pobres que sufren. Les extiende la mano para bendecirlos, y en
la misma plegaria que dio a sus discípulos nos enseña a acordarnos de los
pobres.
Al orar: "El pan
nuestro de cada día, dánoslo hoy", pedimos para los demás tanto como para
nosotros mismos. Reconocemos que lo que
Dios nos da no es para nosotros solos. Dios nos lo confía para que alimentemos a los hambrientos.
De su bondad ha hecho provisión para el pobre. Dice: "Cuando hagas comida o cena, no llames
a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos... Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los
ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te
será recompensado en la resurrección de los justos".
Salmo 68:10; Lucas
14:12-14. 96
"Y poderoso es Dios para hacer que abunde en
vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo
suficiente, abundéis para toda buena obra". "El que siembra escasamente, también
segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también
segará". 2 Corintios 9:8, 6.
LA ORACIÓN POR EL PAN COTIDIANO INCLUYE no
solamente el alimento para sostener el cuerpo, sino también el pan espiritual
que nutrirá el alma para vida eterna.
Nos dice Jesús: "Trabajad, no por la comida que
perece, sino por la comida que a vida eterna permanece". "Yo soy el pan vivo que descendió del
cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre". *Juan 6:27,51.
Nuestro Salvador es el pan de vida; cuando miramos su amor y lo recibimos en el alma, comemos el pan que desciende del cielo. Recibimos a Cristo por su Palabra, y se nos da el Espíritu Santo para abrir la Palabra de Dios a nuestro entendimiento y hacer penetrar sus verdades en nuestro corazón.
Hemos de orar día tras día para que, mientras
leemos su Palabra, Dios nos envíe su Espíritu con el fin de revelarnos la
verdad que fortalecerá nuestras almas para las necesidades del día.
Al enseñarnos a pedir
cada día lo que necesitamos, tanto las bendiciones temporales como las
espirituales, Dios desea alcanzar un propósito para beneficio nuestro.
Quiere que sintamos cuánto dependemos de su
cuidado constante, porque procura atraernos a una comunión íntima con él. En esta comunión con Cristo, mediante la
oración y el estudio de las verdades grandes y preciosas de su Palabra, seremos
alimentados como almas con hambre; como almas sedientas seremos refrescados en
la fuente de la vida.
07. "PERDÓNANOS
NUESTRAS DEUDAS, COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A NUESTROS DEUDORES". MT. 6:12; LUC. 11:4.
Jesús enseña que
podemos recibir el perdón de Dios solamente en la medida en que nosotros mismos
perdonamos a los demás. El amor de Dios
es lo que nos atrae a él. Ese amor no puede
afectar nuestros corazones sin despertar amor hacia nuestros hermanos. 97
Al terminar el
Padrenuestro, añadió Jesús: "Porque si perdonáis a los hombres sus
ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no
perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas".
El que no
perdona suprime el único conducto por
el cual puede recibir la misericordia de
Dios.
No debemos pensar que, a menos que
confiesen su culpa los que nos han hecho daño, tenemos razón para no
perdonarlos. Sin duda, es su deber
humillar sus corazones por el arrepentimiento y la confesión; pero hemos de
tener un espíritu compasivo hacia los que han pecado contra nosotros,
confiesen
o no sus faltas.
POR
MUCHO QUE NOS HAYAN OFENDIDO, no
debemos pensar de continuo en los agravios que hemos sufrido ni compadecernos
de nosotros mismos por los daños. Así
como esperamos que Dios nos perdone nuestras ofensas, debemos perdonar a todos
los que nos han hecho mal.
PERO
EL PERDÓN TIENE UN SIGNIFICADO MÁS ABARCANTE del que muchos suponen. Cuando Dios promete que "será amplio en perdonar", añade, como si el alcance de
esa promesa fuera más de lo que pudiéramos entender:
"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos". *Isaías 55:7-9.
EL PERDÓN DE DIOS no es solamente
un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado.
Es la efusión del
amor redentor que transforma el corazón.
David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró "Crea en mí, oh Dios, un corazón
limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí". También dijo: "Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de
nosotros nuestras rebeliones". *Salmo
51:10; 103:12.
Dios se dio a sí
mismo en Cristo por nuestros pecados. Sufrió la muerte cruel de la cruz; llevó por nosotros el peso del
pecado, "el justo por los
injustos", para revelarnos su amor y atraernos hacia él. "Antes -dice- sed benignos 98 unos con otros, misericordiosos,
perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en
Cristo". *1 Pedro 3:18;
Efesios 4:32.
Dejad que more en
vosotros Cristo, la Vida divina, y que por medio de vosotros revele el amor
nacido en el cielo, el cual inspirará esperanza a los desesperados y traerá la
paz de los cielos
al corazón afligido por el pecado.
CUANDO vamos a Dios, la primera condición que se nos impone
es que, al recibir de él misericordia, nos prestemos a revelar su gracia a
otros.
Un requisito esencial
para recibir e impartir el amor perdonador
de Dios es conocer ese amor que nos
profesa y creer en él. *1 Juan 4:16.
Satanás obra mediante todo engaño a su alcance para que no discernamos ese amor. Nos inducirá a pensar que nuestras faltas y transgresiones han sido tan graves que el Señor no oirá nuestras oraciones
y que no nos bendecirá ni nos salvará.
No podemos ver en nosotros mismos sino
flaqueza, ni cosa alguna que
nos recomiende a Dios. Satanás nos dice
que todo esfuerzo es inútil y que no podemos remediar nuestros defectos de
carácter.
Cuando tratemos de acercarnos
a Dios, sugerirá el enemigo: De nada vale que ores; ¿acaso no hiciste esa
maldad? ¿Acaso no has pecado contra Dios y contra tu propia conciencia?
Pero podemos decir al enemigo que "la sangre de Jesucristo... nos
limpia de todo pecado".
Cuando
sentimos que hemos pecado y no podemos orar, ése es el momento de orar.
Podemos estar avergonzados y profundamente
humillados, pero debemos orar y creer. "Palabra fiel y digna de ser recibida
por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los
cuales yo soy el primero". *1 Juan 1:7; 1Timoteo 1:15.
El perdón, la reconciliación con Dios, no nos llegan como recompensa de nuestras obras, ni se otorgan por méritos de hombres pecaminosos, sino que son una dádiva que se nos concede
a causa de la justicia
inmaculada de Cristo.
No debemos procurar
reducir nuestra culpa hallándole excusas al pecado. Debemos aceptar el concepto que Dios tiene de
pecado, algo muy grave en su estimación. Solamente el Calvario puede revelar la terrible enormidad del
pecado. Nuestra culpabilidad nos
aplastaría si tuviésemos 99 que cargarla; pero el que no cometió pecado tomó
nuestro lugar; aunque no lo merecía, llevó nuestra iniquidad.
"Si confesamos nuestros pecados", Dios "es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad". ¡Verdad gloriosa! Él es justo con su propia ley,
y es a la vez
el justificador de todos los que creen en Jesús.
"¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia". *1 Juan 1:9; Miqueas 7:18.
08. "NO
NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN, MAS LÍBRANOS DEL MAL". MT. 6:13; LUC. 11:4.
La tentación es
incitación al pecado, cosa que no procede de Dios, sino de Satanás y del mal
que hay en nuestros propios corazones. "Dios no puede ser tentado por el mal,
ni él tienta a nadie". *Santiago 1:13.
Satanás trata de
arrastrarnos a la tentación, para que el mal de nuestros caracteres pueda
revelarse ante los hombres y los ángeles, y él pueda reclamarnos como
suyos.
En la profecía simbólica de
Zacarías, se ve a Satanás de pie a la diestra del Ángel del Señor, acusando a
Josué, el sumo sacerdote, que aparece vestido con ropas sucias y resistiendo la
obra que el Ángel desea hacer por él. Así se representa la actitud de Satanás hacia cada alma que Cristo trata
de atraer. El enemigo nos induce a
pecar, y luego nos acusa ante el universo celestial como indignos del amor de
Dios.
Pero "dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que
ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del
incendio?" Y a Josué dijo: "Mira
que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala". *Zacarías 3:1-4.
EN
SU GRAN AMOR, Dios procura
desarrollar en nosotros las gracias preciosas de su Espíritu. Permite que hallemos obstáculos, persecución
y opresiones, pero no como una maldición, sino como la bendición más grande de
nuestra vida. Cada tentación resistida,
cada aflicción sobrellevada valientemente, nos da nueva experiencia y nos hace
progresar en la tarea de edificar nuestro carácter. El alma que 100 resiste la tentación mediante
el poder divino revela al mundo y al universo celestial la eficacia de la
gracia de Cristo.
Aunque la prueba no
debe desalentarnos por amarga que sea, Hemos de orar que Dios No Permita que
seamos puestos en situación de ser seducidos por los deseos de nuestros propios
corazones malos.
Al elevar la oración
que nos enseñó Cristo, nos entregamos a la dirección de Dios y le pedimos que
nos guíe por sendas seguras.
NO PODEMOS ORAR ASÍ CON
SINCERIDAD y decidir luego que andaremos en cualquier camino que
elijamos. Aguardaremos que su mano nos
guíe y escucharemos su voz que dice: "Este
es el camino, andad por él". *Isaías 30:21.
Es peligroso
detenerse para contemplar las
ventajas de ceder a las sugestiones de
Satanás.
El Pecado Significa Deshonra y
ruina para toda alma que se entrega a él; pero es de naturaleza tal que ciega y
engaña, y nos tentará con presentaciones lisonjeras. Si nos aventuramos en el terreno de Satanás,
no hay seguridad de que seremos protegidos contra su poder. En cuanto sea posible debemos cerrar todas
las puertas por las cuales el tentador podría llegar hasta nosotros.
El Ruego "No nos
dejes caer en tentación" Es una promesa en sí mismo.
Si nos entregamos a Dios, se nos promete: "No os dejará ser tentados más de lo
que podéis resistir, sino dará también juntamente con la tentación la salida,
para que podáis soportar". *1 Cor. 10:13.
mediante la fe en su justicia Cristo more en el corazón.
La tentación tiene poder sobre nosotros
porque existe egoísmo en nuestros corazones.
Pero cuando contemplamos el gran amor de Dios, vemos el egoísmo en su
carácter horrible y repugnante, y deseamos que sea expulsado del alma. A medida que el Espíritu Santo glorifica a
Cristo, nuestro corazón se ablanda y se somete, la tentación pierde su poder y
la gracia de Cristo transforma el carácter.
Cristo no abandonará
al alma por la cual murió. Ella puede dejarlo a él y ser vencida por la
tentación; pero 101 nunca puede apartarse Cristo de uno a quien compró con su
propia vida.
Si pudiera agudizarse
nuestra visión espiritual, veríamos almas oprimidas y sobrecargadas de
tristeza,
a punto de morir de desaliento. Veríamos ángeles volando rápidamente para socorrer a estos tentados,
quienes se hallan como al borde de un precipicio. Los ángeles del cielo rechazan las huestes
del mal que rodean a estas almas, y las guían hasta que pisen un fundamento
seguro. Las batallas entre los dos
ejércitos son tan reales como las que sostienen los ejércitos
del mundo, y del
resultado del conflicto espiritual dependen los destinos eternos.
A nosotros, como a
Pedro, se nos dice: "Satanás os ha
pedido para zarandearas como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no
falte". Gracias a Dios, no se
nos deja solos. El que "de tal manera amó...
al mundo, que
ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna", no nos abandonará en la lucha contra el
enemigo de Dios v de los hombres.
"He aquí -dice- os doy potestad de hollar
serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os
dañará". *Lucas 22:31, 32; Juan 3:16; Lucas 10:19.
Vivamos en contacto
con el Cristo vivo, y él nos asirá firmemente con una mano que nos guardará
para siempre. Creamos en el amor con que
Dios nos ama, y estaremos seguros; este amor es una fortaleza inexpugnable contra
todos los engaños y ataques de Satanás. "Torre
fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será levantado". *
Proverbios 18:10.
09. "PORQUE TUYO ES EL REINO, Y EL PODER, Y LA GLORIA". MT. 6:13.
La Ultima Frase del
Padrenuestro, así como la primera, señala a nuestro Padre
como superior a todo
poder y autoridad y a todo nombre que se mencione.
El Salvador contemplaba los años que
esperaban a los discípulos, no con el esplendor de la prosperidad y el honor
mundanos con que habían soñado, sino en la oscuridad de las tempestades del
odio humano y de la ira satánica.
En
medio de la lucha y la ruina de la nación, los discípulos estarían acosados de
peligros, y a menudo el miedo oprimiría sus 102 corazones. Habrían de ver a Jerusalén desolada, el
templo arrasado, su culto suprimido para siempre, e Israel esparcido por todas
las tierras como náufragos en una playa desierta.
Dijo Jesús: "Oiréis de guerras y rumores de guerras". "Se
levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y
hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores". *Mateo 24:6-8.
A pesar de ello, los
discípulos de Cristo no debían pensar que su esperanza era vana ni que Dios
había abandonado al mundo. El poder y la
gloria pertenecen a Aquel cuyos grandes propósitos se irán cumpliendo sin
impedimento hasta su consumación. En
aquella oración, que expresaba sus necesidades diarias, la atención de los
discípulos de Cristo fue dirigida, por encima de todo el poder
y el dominio del
mal, hacia el Señor su Dios, cuyo reino gobierna a todos, y quien es Padre y
Amigo eterno.
LA
RUINA DE JERUSALÉN SERÍA SÍMBOLO DE LA RUINA FINAL que abrumará al mundo. Las profecías que se cumplieron en parte en la destrucción de Jerusalén,
se aplican más directamente a los días finales.
Estamos ahora en el umbral de acontecimientos grandes y solemnes.
Nos espera una crisis como jamás ha
presenciado el mundo.
Tal como a los
primeros discípulos, nos resulta dulce la segura promesa de que el reino de
Dios se levanta sobre todo. El programa
de los acontecimientos venideros está en manos de nuestro Hacedor.
La Majestad del cielo tiene a su cargo el
destino de las naciones, así como también lo que atañe a la iglesia.
El Instructor divino dice a todo instrumento
en el desarrollo de sus planes, como dijo a Ciro:
"Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste". *Isaías 45:5.
En la visión del
profeta Ezequiel se veía como una mano debajo de las alas de los
querubines. Era para enseñar a sus
siervos que el poder divino es lo que les da éxito. Aquellos a quienes Dios
emplea como mensajeros suyos no deben pensar que su obra depende de ellos. No se deja a los seres finitos la tarea de
asumir esta carga de responsabilidad.
El
que no duerme, sino que obra incesantemente por el cumplimiento de sus
propósitos,
hará progresar su 103 causa. Estorbará los planes de los impíos y
confundirá los proyectos de quienes intenten perjudicar a su pueblo.
El que es
el Rey, Jehová de los ejércitos, está sentado entre los querubines, y en medio
de la guerra y el tumulto de las naciones guarda aún a sus hijos. El que
gobierna en los cielos es nuestro Salvador. Mide cada aflicción, vigila el
fuego del horno que debe probar a cada alma.
Cuando las fortificaciones de los
reyes caigan derribadas, cuando las flechas de la ira atraviesen los corazones
de sus enemigos, su pueblo permanecerá seguro en sus manos.
"Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder,
la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los
cielos y en la tierra son tuyas ... En tu mano está la fuerza y el poder, y en
tu mano el hacer grande y el dar poder a todos". *1 Crónicas 29:11, 12. 105
El
Discurso Maestro De Jesucristo (EGW). 88-104 MHP
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