"BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS, PORQUE ELLOS
ALCANZARÁN MISERICORDIA".
El corazón del hombre
es por naturaleza frío, sombrío y sin amor.
Siempre que alguien manifieste un espíritu de misericordia o de perdón,
no se debe
a un impulso propio, sino al influjo del Espíritu divino que lo conmueve.
"Nosotros
le amamos a él, porque él nos amó primero".*1Juan 4:19.
Dios mismo es la
fuente de toda misericordia. Se llama "misericordioso, y piadoso".
No nos trata según lo merecemos. No nos pregunta si somos dignos de su amor;
simplemente derrama sobre nosotros las riquezas de su amor para hacernos
dignos. No es vengativo.
No quiere
castigar, sino redimir. Aun la severidad
que se ve en sus providencias
se manifiesta para salvar a los descarriados.
Ansía intensamente aliviar los pesares del
hombre y ungir sus heridas con su bálsamo.
Es verdad que "de ningún
modo tendrá por inocente al malvado",*Exo. 34:6,7,
pero quiere
quitarle su culpabilidad.
Los misericordiosos son "participantes de la
naturaleza divina",
y en ellos se expresa el amor compasivo de Dios.
Todos
aquellos cuyos corazones estén en armonía con el corazón de Amor infinito
procurarán salvar y no condenar. Cristo
en el alma es una fuente que jamás se agota. Donde mora él, sobreabundan las obras de bien.
Al oír la súplica de
los errantes, los tentados, de las míseras víctimas de la necesidad y el
pecado, el cristiano no 24 pregunta: ¿Son dignos?, sino: ¿Cómo puedo
ayudarlos?
Aun en la persona de los más
cuitados y degradados ve almas por cuya salvación murió Cristo, y por quienes confió
a sus hijos el ministerio de la reconciliación.
Los misericordiosos
son aquellos que manifiestan compasión
para con los pobres, los dolientes y los
oprimidos.
Dijo Job: "Yo libraba al pobre que clamaba, y al
huérfano que carecía de ayudador. La
bendición del que se iba a perder venía sobre mí; y al corazón de la viuda yo
daba alegría. Me vestía de justicia, y
ella me cubría; como manto y diadema era mi rectitud. Yo era ojos al ciego, y pies al cojo.
A los menesterosos era padre, y de la causa
que no entendía,
me informaba con diligencia". Job. 29:12-16.
Para muchos, la vida
es una lucha dolorosa; se sienten deficientes, desgraciados y descreídos:
piensan que no tienen nada que agradecer.
Las palabras de bondad, las miradas de simpatía, las expresiones de
gratitud, serían para muchos que luchan solos como un vaso de agua fría para un
alma sedienta. Una palabra de simpatía,
un acto de bondad, alzaría la carga que doblega los hombros cansados.
Cada palabra y obra de bondad abnegada es una expresión del amor
que
Cristo sintió por la humanidad perdida.
Los misericordiosos
"alcanzarán misericordia". "El alma generosa será prosperada;
y
el que saciare, él también será saciado".
Hay dulce paz para el espíritu compasivo, una bendita satisfacción
en la
vida de servicio desinteresado por el bienestar ajeno.
El Espíritu Santo que mora en el alma y se
manifiesta en la vida ablandará los corazones endurecidos y despertará en ellos
simpatía y ternura. Lo que sembremos,
eso segaremos.
"Bienaventurado el que piensa en el pobre...
Jehová lo guardará, y le dará vida;
será bienaventurado en la tierra, y no lo
entregarás a la voluntad de sus enemigos.
Jehová lo sustentará sobre el lecho
del dolor; mullirás toda su cama en su enfermedad".*Prov. 11:25; Sal.
41:1-3.
El que ha entregado
su vida a Dios para socorrer a los hijos de él , se une a Aquel
que dispone de
todos los recursos del universo.
Su vida
queda ligada a la vida de Dios por la áurea cadena de promesas inmutables.
El Señor no lo 25 abandonará en la hora de
aflicción o de necesidad.
"Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os
falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús".*Fil. 4:19.
Y
en la hora de necesidad final, los compasivos se refugiarán en la misericordia
del clemente Salvador y serán recibidos en las moradas eternas.
El Discurso Maestro De
Jesucristo (EGW). 23-25
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