"BIENAVENTURADOS SOIS CUANDO POR MI CAUSA OS VITUPEREN Y OS
PERSIGAN".
Desde su caída,
Satanás obró por medios engañosos. Así
como calumnió a Dios, calumnia a sus hijos mediante sus agentes.
El Salvador dice: "Los denuestos de los que te vituperaban cayeron sobre
mí".*Sal. 69:9.
De igual manera caen sobre sus discípulos.
NADIE, entre los hombres, fue calumniado más cruelmente que
el Hijo del hombre.
Se lo ridiculizó y escarneció a causa de su
obediencia inalterable a los principios
de la santa ley de Dios. Lo odiaron sin razón.
SIN EMBARGO, se mantuvo sereno delante de sus
enemigos, declaró que el oprobio es parte de la heredad del cristiano y
aconsejó 31 a sus seguidores que no temiesen las flechas de la malicia ni
desfalleciesen bajo la persecución.
AUNQUE la calumnia
puede ennegrecer el nombre, no puede manchar el carácter. Este es guardado por Dios. Mientras no consintamos en pecar, no hay
poder humano o satánico que pueda dejar una mancha en el alma.
El hombre cuyo corazón se apoya en Dios es,
en la hora de las pruebas más aflictivas y en las circunstancias más
desalentadoras, exactamente el mismo que cuando se veía en la prosperidad, cuando parecía gozar de la luz y el favor de Dios.
Sus palabras, sus motivos, sus hechos, pueden
ser desfigurados y falseados, pero no le importa; para él están en juego otros
intereses de mayor importancia. Como
Moisés,
se sostiene "como viendo al
invisible", no mirando "las
cosas que se ven, sino las que no se ven".*Heb. 11:27; 2Cor. 4:18.
CRISTO sabe todo lo
que los hombres han entendido mal e interpretado erróneamente.
Con buena razón, por aborrecidos y
despreciados que se vean, sus hijos pueden esperar llenos de confianza y
paciencia, porque no hay nada secreto que no se haya de manifestar, y los que honran
a Dios serán honrados por él en presencia de los hombres y de los ángeles.
"Cuando por mi causa os vituperen y os persigan
-dijo Jesús-, gozaos y alegraos". Señaló a sus
oyentes que los profetas que habían hablado en el nombre de Dios habían sido
ejemplos "de aflicción y de
paciencia".
Abel, el primer cristiano entre los
hijos de Adán, murió mártir.
Enoc
anduvo con Dios y el mundo no lo reconoció.
Noé fue escarnecido como fanático y alarmista.
"Otros
experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y
cárceles". "Unos fueron
atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor
resurrección".*Sant. 5:10; Heb. 11:36,35.
En todo tiempo los
mensajeros elegidos de Dios fueron víctimas de insultos y persecución; no
obstante, el conocimiento de Dios se difundió por medio de sus
aflicciones.
Cada discípulo de Cristo
debe ocupar un lugar en las filas para adelantar la misma obra, sabiendo que
todo cuanto hagan los enemigos redundará en favor de la verdad.
El 32 propósito de Dios es que la verdad se ponga al frente para que
llegue a ser tema de examen y discusión, a pesar del desprecio que se le haga.
Tiene que agitarse el espíritu del pueblo; todo conflicto, todo
vituperio, todo esfuerzo por limitar la libertad de conciencia son instrumentos
de Dios para despertar las mentes que de otra manera dormirían.
¡Cuán frecuentemente
se ha visto este resultado en la historia de los mensajeros de Dios!
Cuando apedrearon al elocuente y noble
Estaban por instigación del Sanedrín, no hubo pérdida para la causa del
Evangelio. La luz del cielo que
glorificó su rostro, la compasión divina que se expresó en su última oración,
llegaron a ser como una flecha aguda de convicción para el miembro intolerante
del Sanedrín que lo observaba, y Saulo, el fariseo perseguidor, se transformó
en el instrumento escogido para llevar el nombre de Cristo a los gentiles, a
los reyes Y al pueblo de Israel.
Mucho
después, el anciano Pablo escribió desde su prisión en Roma: "Algunos, a la verdad, predican a
Cristo por envidia y contienda... No sinceramente, pensando añadir
aflicción a mis prisiones... No obstante, de todas maneras, o por pretexto o
por verdad, Cristo es anunciado".
Gracias al
encarcelamiento de Pablo, se diseminó el Evangelio y hubo almas que se salvaron
para Cristo en el mismo palacio de los césares. Por los esfuerzos de Satanás para destruirla, la simiente "incorruptible" de la Palabra
de Dios, la cual "vive y permanece
para siempre"*Fil. 1:15-18; 1Pedro 1:23, se esparce en los corazones
de los hombres; por el oprobio y la persecución que sufren sus hijos, el nombre
de Cristo es engrandecido y se redimen las almas.
Grande es la
recompensa en los cielos para quienes testifican por Cristo en medio de la
persecución y el vituperio. Mientras que
los hombres buscan bienes transitorios, Jesús les indica un galardón
celestial. No lo sitúa todo en la vida
venidera sino que empieza aquí mismo.
El
Señor se manifestó a Abrahán, y le dijo: "Yo
soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande".*Gen. 15:1. Este
es el galardón de todos los que siguen a Cristo.
Verse en armonía con 33 Jehová Emmanuel, "en quien están escondidos todos los
tesoros de la sabiduría y del conocimiento" y en quien "habita corporalmente toda la plenitud
de la Deidad", conocerlo, poseerlo, mientras el corazón se abre más y
más para recibir sus atributos, saber lo que es su amor y su poder, poseer las
riquezas inescrutables de Cristo, comprender mejor "cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la
altura", y "conocer el
amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda
la plenitud de Dios", "ésta es la herencia de los siervos del Señor,
ésta es la justicia que deben esperar de mí, dice el Señor'.*Col. 2:3,9; Efes.
3:18,19; Isa. 54:17 VTA.
La alegría llenaba
los corazones de Pablo y Silas cuando oraban y entonaban alabanzas a Dios a
medianoche en el calabozo de Filipos. Cristo estaba con ellos allí y la luz de su presencia disipaba la
oscuridad con la gloria de los atrios celestiales.
Desde Roma, Pablo escribió sin pensar en sus
cadenas al ver cómo se difundía el Evangelio: "En esto me gozo, y me gozaré aún". Las mismas palabras de Cristo en el monte,
resuenan en el mensaje de Pablo a la iglesia en sus persecuciones: "Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!" *Fil.
1:18;4:4.
El Discurso Maestro De
Jesucristo (EGW). 30-33
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