III. LA ESPIRITUALIDAD DE LA LEY*.
Este capítulo está
basado en Mt. 5:17-48; 19:3-9.
13 TEMAS.
01. "No He Venido Para
Abrogar, Sino Para Cumplir".
02. "Cualquiera Que Quebrante Uno De
Estos Mandamientos Muy Pequeños,
Y Así Enseñe A Los Hombres, Muy Pequeño Será
Llamado En El Reino De Los Cielos".
03. "Si Vuestra Justicia No
Fuere, Mayor Que La De Los Escribas Y Fariseos,
No Entraréis En El Reino De Los
Cielos.
04. "Cualquiera Que Se Enoje
Contra Su Hermano, Será Culpable De Juicio".
05. "Reconcíliate
Primero Con Tu Hermano.
06. "Cualquiera Que Mira A Una Mujer Para
Codiciarla Ya Adulteró Con Ella En Su Corazón".
07. "Si Tu Mano
Derecha Te Es Ocasión De Caer, Córtala, Y Échala De Ti".
08. ¿Es Lícito Al
Hombre Repudiar A Su Mujer Por Cualquier Causa?"
09. "No
Perjurarás".
10. "No Resistáis Al Que Es Malo; Antes, A Cualquiera
Que Te Hiera
En La Mejilla Derecha, Vuélvele También La Otra".
11. "Y
Al Que Quiera Ponerte A Pleito Y Quitarte La Túnica, Déjale También La Capa;
Y
A Cualquiera Que Te Obligue A Llevar Carga Por Una Milla, Ve Con Él Dos".
12. "Amad A Vuestros Enemigos".
13. "Sed, Pues, Vosotros
Perfecto, Como Vuestro Padre Que Está En Los Cielos Es Perfecto".
01. "NO HE VENIDO PARA ABROGAR... SINO PARA
CUMPLIR". MT. 5:17,18.
Fue Cristo quién, en
medio del trueno y el fuego, proclamó la ley en el monte Sinaí. Como llama devoradora, la gloria de Dios
descendió sobre la cumbre y la montaña tembló por la presencia del Señor. Las huestes de Israel, prosternadas sobre la
tierra, habían escuchado, presas de pavor, los preceptos sagrados de la ley.
¡Qué contraste con la escena en el monte de las bienaventuranzas! Bajo el cielo
estival, cuyo silencio se veía turbado solamente por el gorjear de los
pajarillos, presentó Jesús los principios de su reino.
Empero Aquel que habló al pueblo ese día en
palabras de amor les explicó los principios de la ley proclamada en el Sinaí.
Cuando se dictó la
ley, Israel, degradado por los muchos años de servidumbre en Egipto, necesitaba
ser impresionado por el poder y la majestad de Dios. No obstante, él se le reveló también como
Dios amoroso.
"Jehová vino de Sinaí, y de Seir les esclareció; resplandeció desde el monte de Parán, y vino de entre diez millares de santos, con la ley de fuego a su mano derecha. Aun amó a su pueblo; todos los consagrados a él estaban en su mano; por tanto, ellos siguieron en tus pasos,
recibiendo dirección de ti". *Deut. 33:2,3. 44
Fue a Moisés a quien
Dios reveló su gloria en estas palabras maravillosas que han sido el legado
precioso de los siglos: "¡Jehová!
¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en
misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la
iniquidad, la rebelión y el pecado". *Éxodo 34:6,7.
LA LEY dada en el
Sinaí era la enunciación del principio de amor, una revelación hecha a la
tierra de la ley de los cielos. Fue
decretada por la mano de un Mediador, y promulgada por Aquel cuyo poder haría
posible que los corazones de los hombres armonizaran con sus principios.
Dios había revelado el propósito de la ley al
declarar al Israel: "Y me seréis
varones santos". *Éxodo 22:31.
PERO Israel no había
percibido la espiritualidad de la ley, y demasiadas veces su obediencia profesa
era tan sólo una sumisión a ritos y ceremonias, más bien que una entrega del
corazón a la soberanía del amor.
Cuando
en su carácter y obra Jesús representó ante los hombres los atributos santos,
benévolos y paternales de Dios y les hizo ver cuán inútil era la mera
obediencia minuciosa a las ceremonias,
los dirigentes judíos no recibieron ni
comprendieron sus palabras. Creyeron que
no recalcaba lo suficiente los requerimientos de la ley; y cuando les presentó
las mismas verdades que eran la esencia del servicio que Dios les asignara, ellos,
que miraban solamente a lo exterior,
lo acusaron de querer derrocar la ley.
Las palabras de
Cristo, aunque pronunciadas sosegadamente, se distinguían por una gravedad y un
poder que conmovían los corazones del pueblo. Escuchaban para oír si repetía las tradiciones inertes y las exigencias de
los rabinos, pero escuchaban en vano. "La gente se admiraba de su doctrina; porque les
enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas".
*Mateo
7:28,29.
Los fariseos notaban
la gran diferencia entre su propio método de enseñanza y el de Cristo.
Percibían que la majestad, la pureza y la
belleza de la verdad, con su influencia profunda suave, echaba hondas raíces en
muchas mentes. El amor divino y la
ternura del Salvador atraían hacia él los corazones de los hombres. 45 Los
rabinos comprendían que la enseñanza. de él anularía todo el tenor de la
instrucción que habían impartido al pueblo.
Estaba derribando la muralla de separación que tanto había lisonjeado su
orgullo y exclusivismo, y temieron que, si se lo permitían, alejaría completamente
de ellos al pueblo. Por eso lo seguían
con resuelta hostilidad, al acecho de alguna ocasión para malquistarlo con la
muchedumbre, lo cual permitiría al Sanedrín obtener su condenación y muerte.
En el monte había
espías que atisbaban a Jesús; y mientras él presentaba los principios de la
justicia, los fariseos fomentaban el rumor de que su enseñanza se oponía a los
preceptos que Dios les había dado en el monte Sinaí.
El Salvador no dijo una sola palabra que
pudiera turbar la fe en la religión ni en las instituciones establecidas por
medio de Moisés; porque todo rayo de luz divina que el gran caudillo de Israel
comunicó a su pueblo lo había recibido de Cristo. Mientras muchos murmuraban en sus corazones
que él había venido para destruir la ley, Jesús, en términos inequívocos,
reveló su actitud hacia los estatutos divinos: "No penséis -dijo- que he
venido para abrogar la ley o los profetas".
Fue el Creador de los
hombres, el Dador de la ley, quien declaró que no albergaba el propósito de
anular sus preceptos. Todo en la naturaleza, desde la diminuta partícula que
baila en un rayo de sol hasta los astros en los cielos, está sometido a
leyes. De la obediencia a estas leyes
dependen el orden y la armonía del mundo natural. Es decir que grandes principios de justicia
gobiernan la vida de todos los seres inteligentes, y de la conformidad a estos
principios depende el bienestar del universo. Antes que se creara la tierra existía la ley de Dios.
Los ángeles se
rigen por sus principios y, para que este mundo esté en armonía con el cielo,
el hombre también debe obedecer los estatutos divinos.
Cristo dio a conocer al hombre en el Edén los
preceptos de la ley, "cuando
alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de
Dios". Job. 38:7.
La misión de Cristo
en la tierra no fue abrogar la ley, sino hacer volver 46
a los hombres por su
gracia a la obediencia de sus preceptos.
El discípulo amado,
que escuchó las palabras de Jesús en el monte, al escribir mucho tiempo
después, bajo la inspiración del Espíritu Santo, se refirió a la ley como a una
norma de vigencia perpetua.
Dice que "el pecado es infracción de la
ley". y que "todo aquel que comete pecado, infringe también la
ley". *1Juan 3:4.
Expresa claramente que la ley a la cual se refiere
es "el mandamiento antiguo que
habéis tenido desde el principio". *1 Juan 2:7. Habla de la ley que
existía en la creación y que se reiteró en el Sinaí.
Al hablar de la ley,
dijo Jesús: "No he venido para abrogar, sino para cumplir". Aquí usó la palabra "cumplir" en el
mismo sentido que cuando declaró a Juan el Bautista su propósito de "cumplir toda justicia", *Mt.
3:15, es decir, llenar la medida de lo requerido por la ley, dar un ejemplo
de conformidad perfecta con la voluntad de Dios.
Su misión era "magnificar la ley y
engrandecerla". Isa. 42:21. Debía enseñar la espiritualidad de la
ley, presentar sus principios de vasto alcance y explicar claramente su
vigencia perpetua.
La belleza divina del
carácter de Cristo, de quien los hombres más nobles y más amables son tan sólo
un pálido reflejo; de quien escribió Salomón, por el Espíritu de inspiración,
que es el "señalado entre diez
mil... y todo él codiciable"; * Cant. 5:10-16. de quien David, viéndolo en visión profética,
dijo: "Más hermoso eres que los
hijos de los hombres" *Sal. 45:2.
Jesús, la imagen de la persona del
Padre, el esplendor de su gloria; el que fue abnegado Redentor en toda su
peregrinación de amor en el mundo, era una representación viva del carácter de
la ley de Dios.
En su vida se manifestó
el hecho de que el amor nacido en el cielo, los principios fundamentales
de
Cristo, sirven de base a las leyes de rectitud eterna.
"Hasta que pasen
el cielo y la tierra -dijo Jesús-, ni una jota ni una tilde pasará de la ley,
hasta que todo se haya cumplido". Por su propia obediencia a la ley,
Jesús atestiguó su carácter inalterable y demostró que con su gracia puede
obedecerla perfectamente todo hijo e hija de Adán. 47 En el monte
declaró que ni la jota más insignificante* desaparecería de la ley hasta que
todo se hubiera cumplido, a saber: todas las cosas que afectan a la raza
humana, todo lo que se refiere al plan de redención.
No enseña que la ley haya de ser abrogada
alguna vez, sino que, a fin de que nadie suponga que era su misión abrogar los
preceptos de la ley, dirige el ojo al más lejano confín del horizonte del
hombre y nos asegura que hasta que se llegue a ese punto, la ley conservará su
autoridad.
Mientras perduren los cielos
y la tierra, los principios sagrados de la ley de Dios permanecerán. Su justicia, "como los montes de Dios", *Salm. 36:6. Continuará, cual
una fuente de bendición que envía arroyos para refrescar la tierra.
Dado que la ley del
Señor es perfecta y, por lo tanto, inmutable, es imposible que los hombres pecaminosos
satisfagan por sí mismos la medida de lo que requiere. Por eso vino Jesús como nuestro
Redentor. Era su misión, al hacer a los
hombres partícipes de la naturaleza divina, ponerlos en armonía con los
principios de la ley del cielo.
Cuando renunciamos a nuestros pecados y recibimos a Cristo como nuestro Salvador, la ley es ensalzada.
Cuando renunciamos a nuestros pecados y recibimos a Cristo como nuestro Salvador, la ley es ensalzada.
Pregunta el apóstol
Pablo: "¿Luego por la fe
invalidamos la ley?
En ninguna manera,
sino que confirmamos la ley".
*Rom. 3:31.
*Rom. 3:31.
La promesa del nuevo
pacto es: "Pondré mis leyes en sus
corazones,
y en sus mentes las escribiré". Heb. 10:16.
Mientras que con la muerte de Cristo iba a
desaparecer el sistema de los símbolos que señalaban a Cristo como Cordero de
Dios que iba a quitar el pecado del mundo, los principios de justicia expuestos
en el Decálogo son tan inmutables como el trono eterno. No se ha suprimido un mandamiento, ni una
jota o un tilde se ha cambiado. Estos
principios que se comunicaron a los hombres en el paraíso como la ley suprema
de la vida existirán sin sombra de cambio en el paraíso restaurado.
Cuando el Edén vuelva a florecer en la
tierra, la ley de amor dada por Dios
será obedecida por todos debajo del sol.
48
"Para siempre, oh Jehová, permanece tu
palabra, en los cielos". "Fieles son todos sus mandamientos afirmados eternamente y para
siempre, hechos en verdad y en rectitud". "Hace ya mucho que he entendido tus testimonios, que para siempre
los has establecido".
*Salmo 119:89; 111:7, 8; 119:152.
02. "CUALQUIERA
QUE QUEBRANTE UNO DE ESTOS MANDAMIENTOS MUY PEQUEÑOS, Y ASÍ ENSEÑE A LOS
HOMBRES,
MUY PEQUEÑO SERÁ LLAMADO EN EL REINO DE LOS CIELOS". MT. 5:19.
Eso significa que no
tendrá lugar en el reino, pues el que deliberadamente quebranta un mandamiento
no guarda ninguno de ellos en espíritu ni en verdad. "Porque
cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace
culpable de todos". *Santiago
2:10.
No es la magnitud del
acto de desobediencia lo que constituye el pecado sino el desacuerdo con la
voluntad expresa de Dios en el detalle más mínimo, porque demuestra que todavía
hay comunión entre el alma y el pecado.
El corazón está dividido en su servicio. Niega realmente a Dios, y se rebela contra las leyes de su gobierno.
Si los hombres
estuviesen en libertad para apartarse de lo que requiere el Señor y pudieran
fijarse una norma de deberes, habría una variedad de normas que se ajustarían a
las diversas mentes
y se quitaría el gobierno de las manos de Dios.
La voluntad de los hombres se haría suprema,
y la voluntad santa y altísima de Dios,
sus fines de amor hacia sus criaturas,
no serían honrados ni respetados.
Siempre que los
hombres escogen su propia senda, se oponen a Dios.
No tendrán lugar en el reino de los cielos,
porque guerrean contra los mismos principios del cielo.
Al despreciar la voluntad de Dios, se sitúan
en el partido de Satanás, el enemigo de Dios y de los hombres. No por una palabra, ni por muchas palabras,
sino por toda palabra que ha hablado Dios, vivirá el hombre. No podemos
despreciar una sola palabra, por pequeña que nos parezca, y estar libres de
peligro. No hay en la ley un mandamiento
que no sea para el bienestar y la felicidad de los hombres, tanto en esta vida
como en la venidera.
Al obedecer la ley
49 de Dios, el hombre queda rodeado de un muro que lo protege del mal. Quien derriba en un punto esta muralla
edificada por Dios destruye la fuerza de ella para protegerlo porque abre un
camino por donde puede entrar el enemigo para destruir y arruinar.
Al osar despreciar la
voluntad de Dios en un punto, nuestros primeros padres abrieron las puertas a
las desgracias que inundaron el mundo. Toda persona que siga su ejemplo cosechará resultados parecidos.
El amor de Dios es la base de todo precepto
de su ley, y el que se aparte del mandamiento labra su propia desdicha y su
ruina.
03. "SI VUESTRA JUSTICIA NO FUERE, MAYOR QUE LA DE LOS ESCRIBAS Y
FARISEOS,
NO ENTRARÉIS EN EL REINO DE LOS CIELOS." MT. 5:20.
Los escribas y los
fariseos habían acusado de pecado no solamente a Cristo sino también a sus
discípulos, porque no respetaban los ritos y las ceremonias rabínicas. A menudo los discípulos se habían sentido
perplejos y confusos ante la censura y la acusación de aquellos a quienes se
habían acostumbrado
a venerar como maestros religiosos.
Mas Jesús desenmascaró
ese engaño. Declaró que la justicia, a
la cual los fariseos daban tanta importancia, era inútil.
La nación judaica aseveraba ser el pueblo
especial y leal que Dios favorecía; pero Cristo representó su religión Como
privada de fe salvadora. Todos sus
asertos de piedad, sus ficciones y ceremonias de origen humano, y aun su
jactancioso obediencia a los requerimientos exteriores de la ley, no lograban
hacerlos santos. No eran limpios de
corazón, ni nobles ni parecidos a Cristo en carácter.
Una religión
formalista no basta para poner el alma en armonía con Dios. La ortodoxia rígida e inflexible de los
fariseos, sin contrición, ni ternura ni amor, no era más que un tropiezo para
los pecadores.
Se asemejaban ellos a sal
que hubiera perdido su sabor; porque su influencia no tenía poder para proteger
al mundo contra la corrupción. La única
fe verdadera es la que "obra por el
amor" * Gálatas 5:6,
para Purificar el alma. Es como una levadura que transforma el
carácter. 50
Los judíos debían haber aprendido todo esto de las enseñanzas de los profetas. Siglos atrás, la súplica del alma por la justificación en Dios había hallado expresión y respuesta en las palabras del profeta Miqueas:
"¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de: carneros, o de diez mil arroyos de aceite?... Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia y humillarte ante tu Dios". * Miq. 6:6-8.
Los judíos debían haber aprendido todo esto de las enseñanzas de los profetas. Siglos atrás, la súplica del alma por la justificación en Dios había hallado expresión y respuesta en las palabras del profeta Miqueas:
"¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de: carneros, o de diez mil arroyos de aceite?... Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia y humillarte ante tu Dios". * Miq. 6:6-8.
El profeta Oseas
había señalado lo que constituye la esencia del farisaísmo, en las siguientes
palabras: "Israel es una frondosa
viña, que da abundante fruto para sí misma". *Oseas 10:1.
En el
servicio que profesaban prestar a Dios, los judíos trabajaban en realidad para
sí mismos. Su justicia era fruto de sus
propios esfuerzos para observar la ley, conforme a sus propias ideas y para su
propio bien egoísta. Por lo tanto, no
podía ser mejor que ellos. En sus
esfuerzos para hacerse santos, procuraban sacar cosa limpia de algo
inmundo.
La ley de Dios es tan santa como él, tan perfecta como él. Presenta a los hombres la justicia de Dios.
La ley de Dios es tan santa como él, tan perfecta como él. Presenta a los hombres la justicia de Dios.
Es
imposible que los seres humanos por sus propias fuerzas, observen esta ley;
porque la naturaleza del hombre es depravada, deforme y enteramente distinta
del carácter de Dios.
Las obras del
corazón egoísta son "como suciedad,
y todas nuestras justicias
como trapo de inmundicia". * Isaías 64:6.
Aunque la ley es
santa, los judíos no podían alcanzar la justicia por sus propio esfuerzos para
guardarla. Los discípulos de Cristo debían buscar una justicia diferente de la
justicia de los fariseos, si querían entrar en el reino de los cielos. Dios les ofreció, en su Hijo, la justicia
perfecta de la ley.
Si querían abrir sus
corazones para recibir plenamente a Cristo, entonces la vida misma de Dios, su
amor, moraría en ellos, transformándolos a su semejanza; así, por el don
generoso, de Dios, poseerían la justicia exigida por la ley.
Pero los fariseos rechazaron a Cristo; "ignorando la justicia de Dios, y
procurando establecer la suya propia", * Romanos 10:3. no querían someterse a la justicia de Dios. 51
Jesús procedió
entonces a mostrar a sus oyentes lo que significa observar los mandamientos de
Dios, que son en sí mismos una reproducción del carácter de Cristo. Porque en él, Dios se manifestaba diariamente
ante ellos.
04. "CUALQUIERA QUE SE ENOJE CONTRA SU HERMANO,
SERÁ CULPABLE DE
JUICIO". MT. 5:21,22.
Mediante Moisés,
Jehová había dicho: "No aborrecerás
a tu hermano en tu corazón.. . No te vengarás,
ni guardarás rencor a los hijos
de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo".
*Levítico 19:17,18.
Las verdades que Cristo presentaba eran las
mismas que habían enseñado los profetas, pero se habían oscurecido a causa de
la dureza de los corazones y del amor al pecado.
Las palabras del
Salvador revelaban a sus oyentes que, al condenar a otros como transgresores,
ellos eran igualmente culpables, porque abrigaban malicia y odio.
Al otro lado del mar,
frente al lugar en que estaban congregados, se extendía la tierra de Basán, una
región solitaria cuyos empinados desfiladeros y colinas boscosas eran desde
mucho tiempo antes el escondite favorito de toda clase de criminales. La gente recordaba vívidamente las noticias
de robos y asesinatos cometidos allí, y muchos denunciaban severamente a esos
malhechores.
Al mismo tiempo ellos
mismos eran arrebatados y contenciosos; albergaban el odio más ciego hacia sus
opresores romanos y se creían autorizados para aborrecer y despreciar a todos
los demás pueblos, aun a sus compatriotas que no se conformaban a sus ideas en
todas las cosas.
En todo esto violaban
la ley que ordena: "No matarás".
El espíritu de odio y
de venganza tuvo origen en Satanás, y lo llevó a dar muerte al Hijo de
Dios. Quienquiera que abrigue malicia u
odio, abriga el mismo espíritu; y su fruto será la muerte.
En el pensamiento vengativo yace latente la
mala acción, así como la planta yace en la semilla. "Todo
aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene
vida eterna permanente en él". *1Juan 3:15.
"Cualquiera que
diga: Necio, a su hermano, será culpable 52 ante el concilio".
En la dádiva de su Hijo para nuestra
redención, Dios demostró cuánto valor atribuye a toda alma humana, y a nadie
autoriza para hablar desdeñosamente de su semejante.
Veremos defectos y debilidades en los que nos
rodean, pero Dios reclama cada alma como su propiedad,
por derecho de creación,
y dos veces suya por haberla comprado con la sangre preciosa de Cristo. Todos fueron creados a su imagen, y debemos
tratar aun a los más degradados con respeto y ternura.
Dios nos hará responsables hasta de una sola
palabra despectiva hacia un alma por la cual Cristo dio su vida.
"¿Quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas
recibido? Y si lo recibiste, ¿Por qué te
glorías como si no lo hubieras recibido?" "¿Tú quién eres, que juzgas
al criado ajeno? Para su propio Señor
está en pie, o cae". *1 Corintios 4:7; Romanos 14:4.
"Cualquiera que
le diga [a su hermano]: Fatuo, quedará expuesto al infierno de
fuego".
En el Antiguo Testamento la
palabra fatuo se usa para describir a un apóstata o al que se entregó a la
iniquidad.
Dice Jesús que quienquiera
que considere a su hermano como apóstata, o como despreciador de Dios, muestra
que él mismo merece semejante condenación.
El mismo Cristo,
cuando contendía con Satanás sobre el cuerpo de Moisés, "no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él". Si lo hubiera hecho, le habría dado una
ventaja a Satanás, porque las acusaciones son armas del diablo.
En las Sagradas Escrituras se lo llama "el acusador de nuestros
hermanos". Jesús no empleó ninguno de los métodos de Satanás. Le respondió con las palabras: "El Señor te reprenda". *Judas 9; Apoc.
12:10.
Su ejemplo es para
nosotros. Cuando nos vemos en conflicto
con los enemigos de Cristo, no debemos hablar con espíritu de desquite, ni
deben nuestras palabras asemejarse a una acusación burlona.
El que vive como vocero de Dios no debe decir
palabras que aun la Majestad de los cielos se negó a usar cuando contendía con
Satanás. Debemos dejar a Dios la obra de
juzgar y condenar. 53
El amor de Dios es
algo más que una simple negación; es un principio positivo y eficaz, una fuente
viva que corre eternamente para beneficiar a otros. Si el amor de Cristo mora en nosotros, no
sólo no abrigaremos odio alguno hacia nuestros semejantes, sino que trataremos
de manifestarles nuestro amor de toda manera posible.
Dice Jesús: "Si
traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo
contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero
con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda", Las ofrendas de sacrificio
expresaban que el dador creía que por Cristo había llegado a participar de la
gracia del amor de Dios. Pero el que
expresara fe en el amor perdonador de Dios y al mismo tiempo cultivase un
espíritu de animosidad, estaría tan sólo representando una farsa.
Cuando alguien que
profesa servir a Dios perjudica a un hermano suyo, calumnia el carácter de Dios
ante ese hermano, y para reconciliarse con Dios debe confesar el daño causado
y
reconocer su pecado.
Puede ser que nuestro
hermano nos haya causado un perjuicio aún más grave que el que nosotros le
produjimos, pero esto no disminuye nuestra responsabilidad. Si cuando nos presentamos ante Dios
recordamos que otra persona tiene algo contra nosotros, debemos dejar nuestra
ofrenda de oración, gratitud o buena voluntad, e ir al hermano con quien
discrepamos y confesar humildemente nuestro pecado y pedir perdón.
Si hemos defraudado o
perjudicado en algo a nuestro hermano, debemos repararlo. Si hemos dado falso testimonio sin saberlo,
si hemos repetido equivocadamente sus palabras, si hemos afectado su influencia
de cualquier manera que sea, debemos ir a las personas con quienes hemos
hablado de él, y retractarnos de todos nuestros dichos perjudiciales.
Si las dificultades
entre hermanos no se manifestaran a otros, sino que se resolvieran francamente
entre ellos mismos, 54 con espíritu de amor cristiano, ¡cuánto mal se evitaría!
¡Cuántas raíces de amargura que contaminan a muchos quedarían destruidas, y con
cuánta fuerza y ternura se unirían los seguidores de Cristo en su amor!
06. "CUALQUIERA QUE MIRA A UNA MUJER PARA CODICIARA YA ADULTERÓ
CON
ELLA EN SU CORAZÓN". MT. 5:27-29.
Los judíos se
enorgullecían de su moralidad y se horrorizaban de las costumbres sensuales de
los paganos.
La presencia de los jefes
romanos, enviados a Palestina por causa del gobierno imperial, era una ofensa
continua para el pueblo; porque con estos gentiles habían venido muchas
costumbres paganas, lascivia y disipación.
En Capernaum, los jefes romanos asistían a los paseos y desfiles con sus
frívolas mancebas, y a menudo el ruido de sus orgías interrumpía la quietud del
lago cuando sus naves de placer se deslizaban sobre las tranquilas aguas.
La gente esperaba que Jesús denunciase
ásperamente a esa clase; pero con asombro escuchó palabras que revelaban el mal
de sus propios corazones.
Cuando se aman y
acarician malos pensamientos, por muy en secreto que sea, dijo Jesús, se
demuestra que el mal reina todavía en el corazón. El alma sigue sumida en hiel de amargura y
sometida a la iniquidad.
El que halla
placer espaciándose en escenas impuras, cultiva malos pensamientos y echa
miradas sensuales, puede contemplar en el pecado visible, con su carga de
vergüenza y aflicción desconsoladora, la verdadera naturaleza del mal que lleva
oculto en su alma.
El momento de
tentación en que posiblemente se caiga en pecado gravoso no crea el mal que se
manifiesta; sólo desarrolla o revela lo que estaba latente y oculto en el
corazón.
"Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él", ya
que del corazón "mana la vida". *Proverbios 23:7; 4:23.
07. "SI
TU MANO DERECHA TE ES OCASIÓN DE CAER, CÓRTALA, Y ÉCHALA DE TI". MT. 5:30.
Para evitar que la
enfermedad se extienda por el cuerpo y destruya la vida, el hombre permite que
se le ampute 55 hasta la mano derecha. Debería estar aún más dispuesto a renunciar
a lo que pone en peligro la
vida del alma.
Las almas degradadas
y esclavizadas por Satanás han de ser redimidas por el Evangelio para
participar de la libertad gloriosa de los hijos de Dios. El propósito de Dios no es únicamente
librarnos del sufrimiento que es consecuencia inevitable del pecado, sino
salvarnos del pecado mismo.
El alma
corrompida y deformada debe ser limpiada y transformada para ser
vestida, con "la luz de Jehová nuestro
Dios".
Debemos ser "hechos conformes a la imagen de su
Hijo". "Cosas que ojo no vio,
ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado
para los que le aman".
*Salmo 90:17; Romanos 8:29, 1 Corintios 2:9.
Sólo la eternidad
podrá revelar el destino glorioso del hombre en quien se restaure la imagen de
Dios.
Para que podamos
alcanzar este alto ideal, debe sacrificarse todo lo que le causa tropiezo al
alma.
Por medio de la voluntad, el
pecado retiene su dominio sobre nosotros.
La Rendición de la voluntad se representa como la extracción del ojo o
la amputación de la mano.
A menudo nos
parece que entregar la voluntad a Dios es aceptar una vida contrahecha y coja;
pero es mejor, dice Cristo, que el yo esté contrahecho, herido y cojo, si por
este medio puede el individuo entrar en la vida. Lo que le parece desastre es la puerta de
entrada al beneficio supremo.
Dios es la fuente de
la vida, y sólo podemos tener vida cuando estamos en comunión con él.
Separados de Dios, podemos existir por corto
tiempo, pero no poseemos la vida.
"La que se entrega a los placeres,
viviendo está muerta". *1 Timoteo 5:6.
Únicamente cuando entregamos
nuestra voluntad a Dios, él puede impartirnos vida. Sólo al recibir su vida por la entrega del yo
es posible, dijo Jesús, que se venzan estos pecados ocultos que he señalado.
Podéis encerrarlos en el corazón y esconderlos a los ojos humanos,
pero ¿Cómo
compareceréis ante la presencia de Dios?
Si os aferráis al yo
y rehusáis entregar la voluntad a Dios, elegís la muerte. Dondequiera que esté el pecado, Dios es para
él un fuego devorador. Si elegís el
pecado y rehusáis 56 separaros de él, la presencia de Dios que consume el
pecado también os consumirá a vosotros.
Requiere sacrificio
entregarnos a Dios, pero es sacrificio de lo inferior por lo superior, de lo
terreno por lo espiritual, de lo perecedero por lo eterno. No desea Dios que se anule nuestra voluntad,
porque solamente mediante su ejercicio podemos hacer lo que Dios quiere.
Debemos entregar nuestra voluntad a él para
que podamos recibirla de vuelta purificada y refinada, y tan unida en simpatía
con el Ser divino que él pueda derramar, por nuestro medio los raudales de su
amor y su poder. Por amarga y dolorosa
que parezca esta entrega al corazón voluntarioso
y extraviado, aun así nos
dice: "Mejor te es".
Hasta que Jacob no
cayó desvalido y sin fuerzas sobre el pecho del Ángel del pacto, no conoció la
victoria de la fe vencedora ni recibió el título de príncipe con Dios. Sólo cuando "cojeaba de su cadera" se detuvieron las huestes armadas
de Esaú, y el Faraón, heredero soberbio de un linaje real, se inclinó para
pedir su bendición.
Así el autor de
nuestra salvación se hizo "perfecto...
por ¡medio de los padecimientos". y los hijos de fe "sacaron fuerzas de debilidad" y "pusieron en fuga ejércitos
extranjeros". Así "los cojos arrebatarán presa",
el débil "será como David"
y "la casa de David como... el
ángel de Jehová". * Génesis 32:31; Hebreos 2:10 (VM); 11:34; Isaías 33:23;
Zacarias 12:8.
08. ¿ES LÍCITO AL HOMBRE REPUDIAR A SU MUJER POR CUALQUIER CAUSA?"
MT. 5:31,32;19:3-9.
Entre los judíos se
permitía que un hombre repudiase a su mujer por las ofensas más insignificantes,
y ella quedaba en libertad para casarse otra vez.
Esta costumbre era causa de mucha desgracia y
pecado.
En el Sermón del Monte, Jesús
indicó claramente que el casamiento no podía disolverse, excepto por
infidelidad a los votos matrimoniales. "El que repudia a su mujer -dijo él-, a no ser por causa de
fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete
adulterio".
Después, cuando los
fariseos lo interrogaron acerca de la legalidad del divorcio, Jesús dirigió la atención
de sus 57 oyentes hacia a institución
del matrimonio conforme se ordenó en la creación del mundo. "Por la dureza
de vuestro corazón -dijo, él- Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres:
más al principio no fue así". Se
refirió a los días bienaventurados del Edén, cuando Dios declaró que todo "era bueno en gran manera".
Entonces tuvieron su origen dos instituciones gemelas, para la gloria de Dios y en beneficio de la humanidad:
Entonces tuvieron su origen dos instituciones gemelas, para la gloria de Dios y en beneficio de la humanidad:
el matrimonio y el sábado.
Al unir Dios en
matrimonio las manos de la santa pareja diciendo:"Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, y serán una sola carne", *Génesis 1:31; 2:24. dictó a ley del matrimonio para todos los
hijos de Adán hasta el fin del tiempo.
Lo que el mismo Padre eterno había
considerado bueno era una ley que reportaba la más elevada bendición y progreso
para los hombres.
Como todas las demás excelentes dádivas que Dios confió a
la custodia de la humanidad, el matrimonio fue pervertido por el pecado; pero
el propósito del Evangelio es restablecer su pureza, y hermosura.
Tanto en el Antiguo como en él Nuevo Testamento, se emplea
el matrimonio para representar la unión tierna y sagrada que existe entre
Cristo y su pueblo, los redimidos a quienes él adquirió al precio del Calvario.
Dice: "No temas... porque tu marido
tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de
Israel; Dios de toda la tierra será llamado". "Convertíos, hijos
rebelde , dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo". En el Cantar de
los Cantares oímos decir a la voz de la novia:
"Mi amado es mío, y yo suya". Y el "señalado entre diez mil" dice a su escogida:
"Tú eres hermosa, amiga mía, y en ti
no hay mancha".*
Isaías 54:4, 5; Jeremías 3:14; Cantares 2:16;
5:10; 4:7.
Mucho después, Pablo,
el apóstol, al escribir a los cristianos de Éfeso, declara que el Señor
constituyó al marido cabeza de la mujer, como su protector y vínculo que une a
los miembros de la familia,
así como Cristo es la cabeza de la iglesia y el
Salvador del cuerpo místico.
Por eso dice: "Como
la iglesia, está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus
maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la
iglesia, y se entregó a sí 58 mismo por ella, para santificarla, habiéndole
purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a
si mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa
semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres". *Efesios 5:24-28
La gracia de Cristo, y sólo ella, puede hacer de esta institución lo que Dios deseaba que fuese: un medio de beneficiar y elevar a la humanidad. Así las familias de la tierra, en su unidad, paz y amor, pueden representar a la familia de los cielos.
Ahora, como en el
tiempo de Cristo, la condición de la sociedad merece un triste comentario, en
contraste con el ideal del cielo para esta relación sagrada. Sin embargo, aun a los que encontraron
amargura y desengaño donde habían esperado compañerismo y gozo, el Evangelio de
Cristo ofrece consuelo.
La paciencia y
ternura que su Espíritu puede impartir endulzará la suerte más amarga.
El corazón en el cual mora Cristo estará tan
henchido, tan satisfecho de su amor que no se consumirá con el deseo de atraer
simpatía y atención a sí mismo.
Si el
alma se entrega a Dios, la sabiduría de él puede llevar a cabo lo que la
capacidad humana no logra hacer. Por la
revelación de su gracia, los corazones que eran antes indiferentes o se habían
enemistado pueden unirse con vínculos más fuertes y más duraderos que los de la
tierra,
los lazos de oro de un amor que resistirá cualquier prueba.
09. "NO
PERJURARÁS". MT. 5:33-37.
Se nos indica por qué
se dio este mandamiento: No hemos de jurar "ni por el cielo, porque es el
trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por
Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un sólo
cabello".
Todo proviene de
Dios. No tenemos nada que no hayamos
recibido; además, no tenemos nada que no haya sido comprado para nosotros por
la sangre de Cristo. Todo lo 59 que
poseemos nos llega con el sello de la cruz, y ha sido comprado con la sangre
que es más preciosa que cuanto puede imaginarse, porque es la vida de
Dios. De ahí que no tengamos derecho de
empeñar cosa alguna en juramento, como si fuera nuestra, para garantizar el
cumplimiento de nuestra palabra.
Los judíos entendían
que el tercer mandamiento prohibía el uso profano del nombre de Dios; pero se
creían libres para pronunciar otros juramentos. Prestar juramento era común entre ellos.
Por medio de Moisés se les prohibió jurar en falso; pero tenían muchos
artificios para librarse de la obligación que entraña un juramento. No temían incurrir en lo que era realmente
blasfemia ni les atemorizaba el perjurio, siempre que estuviera disfrazado por
algún subterfugio técnico
que les permitiera eludir la ley.
Jesús condenó sus
prácticas, y declaró que su costumbre de jurar
era una transgresión del
mandamiento de Dios.
*JURAMENTO JUDICIAL
Pero el Salvador no prohibió el juramento judicial o legal en el cual se pide solemnemente a Dios que sea testigo de que cuanto se dice es la verdad, y nada más que la verdad.
El mismo Jesús, durante su juicio ante el Sanedrín, no se negó a dar testimonio bajo juramento.
*JURAMENTO JUDICIAL
Pero el Salvador no prohibió el juramento judicial o legal en el cual se pide solemnemente a Dios que sea testigo de que cuanto se dice es la verdad, y nada más que la verdad.
El mismo Jesús, durante su juicio ante el Sanedrín, no se negó a dar testimonio bajo juramento.
Dijo el sumo sacerdote: "Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el
Cristo, el Hijo de Dios". Contestó
Jesús: "Tú lo has dicho". *Mt. 26:63,64. Si Cristo hubiera
condenado en el Sermón del Monte el juramento judicial, en su juicio habría
reprobado al sumo sacerdote y así, para provecho de sus seguidores, habría
corroborado su propia enseñanza.
A muchos que no temen
engañar a sus semejantes se les ha enseñado que es una cosa terrible mentir a
su Hacedor, y el Espíritu Santo les ha hecho sentir que es así. Cuando están bajo juramento, se les recuerda
que no declaran sólo ante los hombres, sino también ante Dios; que si mienten,
ofenden a Aquel que lee el corazón y conoce la verdad. El conocimiento de los castigos terribles que
recibió a veces este pecado tiene sobre ellos una influencia restrictiva. 60
Si hay alguien que
puede declarar en forma consecuente bajo juramento, es el cristiano. Vive continuamente como en la presencia de
Dios, seguro de que todo pensamiento es visible a los ojos del Ángel con quien
tenemos que ver; y cuando ello le es requerido legalmente, le es lícito pedir
que Dios sea testigo de que lo que dice es la verdad, y nada más que la verdad.
Jesús enunció un
principio que haría inútil todo juramento. Enseña que la verdad exacta debe ser la ley
del hablar. "Sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de
esto, de mal procede".
Estas palabras
condenan todas las frases e interjecciones insensatas que rayan en
profanidad. Condenan los cumplidos
engañosos, el disimulo de la verdad, las frases lisonjeras,
las exageraciones,
las falsedades en el comercio que prevalecen en la sociedad y en el mundo de
los negocios.
Enseñan que nadie puede
llamarse veraz si trata de aparentar lo que no es o si sus palabras no expresan
el verdadero sentimiento de su corazón. Si se prestara
atención a estas palabras de Cristo, se refrenaría la expresión de malas
sospechas y ásperas censuras; porque al comentar las acciones y los motivos
ajenos, ¿quién puede estar seguro de decir la verdad exacta?
¡Cuántas veces
influyen sobre la impresión dada el orgullo, el enojo, el resentimiento
personal.
Una mirada, una palabra, aun una modulación de la voz, pueden rebosar
mentiras!.
Hasta los hechos ciertos
pueden presentarse de manera que produzcan una impresión falsa.
"Lo que es más" que la verdad,
"de mal procede".
Todo cuanto hacen los
cristianos debe ser transparente como la luz del sol. La verdad es de Dios; el engaño,
en cada una
de sus muchas formas, es de Satanás; el que en algo se aparte de la verdad
exacta,
se somete al poder del diablo.
Pero no es fácil ni sencillo decir la verdad exacta. No podemos decirla a menos que la sepamos; y
¡cuántas veces las opiniones preconcebidas, el prejuicio mental, el
conocimiento imperfecto, los errores de juicio impiden que tengamos una
comprensión correcta de los asuntos que nos 61 atañen!
No podemos hablar la
verdad a menos que nuestra mente
esté bajo la dirección constante de Aquel que
es verdad.
Por medio del apóstol
Pablo, Cristo nos ruega: "Sea
vuestra palabra siempre con gracia". "Ninguna palabra corrompida
salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación,
a
fin de dar gracia a los oyentes". * Colosenses 4:6; Efesios 4:29.
A la
luz de estos pasajes vemos que las palabras pronunciadas por Cristo en el monte
condenan la burla, la frivolidad y la conversación impúdica. Exigen que nuestras palabras sean no
solamente verdaderas sino también puras.
Quienes hayan
aprendido de Cristo no tendrán participación "en las obras infructuosas de las tinieblas".
En su manera de hablar, tanto como en su
vida, serán sencillos, sinceros y veraces porque se preparan para la comunión
con los santos en cuyas "bocas no
fue hallada mentira".
*Efesios 5:11; Apocalipsis 14:5.
10. "NO RESISTÁIS AL QUE ES MALO; ANTES, A CUALQUIERA QUE TE HIERA
EN LA MEJILLA DERECHA, VUÉLVELE TAMBIÉN LA OTRA". MT. 5:38,39.
Constantemente
surgían ocasiones de provocación para los judíos en su trato con la soldadesca
romana.
Había tropas acantonadas en
diferentes sitios de Judea y Galilea, y su presencia recordaba al pueblo su
propia decadencia nacional. Con amargura
íntima oían el toque del clarín y veían cómo las tropas se alineaban alrededor
del estandarte de Roma para rendir homenaje a este símbolo de su poder.
Las fricciones entre el pueblo y los soldados
eran frecuentes, lo que acrecentaba el odio popular. A menudo, cuando algún jefe romano con su
escolta de soldados iba de un lugar a otro, se apoderaba de los labriegos
judíos que trabajaban en el campo y los obligaba a transportar su carga
trepando la ladera de la montaña o a prestar cualquier otro servicio que
pudiera necesitar. Esto estaba de
acuerdo con las leyes y costumbres romanas, y la resistencia a esas exigencias
sólo traía vituperios y crueldad.
Cada
día aumentaba en el corazón del pueblo el anhelo de libertarse del yugo
romano. Especialmente entre los 62
osados y bruscos galileos, cundía el espíritu de rebelión. Por ser Capernaum una ciudad fronteriza, era
la base de una guarnición romana, y aun mientras Jesús enseñaba, una compañía
de soldados romanos que se hallaba a la vista recordó a sus oyentes cuán amarga
era la humillación de Israel. El pueblo
miraba ansiosamente a Cristo, esperando que él fuese quien humillaría el
orgullo de Roma.
Miró Jesús con
tristeza los rostros vueltos hacia él. Notó el espíritu de venganza que había dejado su impresión maligna sobre
ellos, y reconoció con cuánta amargura el pueblo ansiaba poder para aplastar a
sus opresores.
Tristemente, les
aconsejó: "No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera
que te hiera
en tu mejilla derecha, vuélvele también la otra".
Estas palabras eran
una repetición de la enseñanza del Antiguo Testamento. Es verdad que la regla "ojo por ojo, diente por diente", se hallaba entre las
leyes dictadas por Moisés; pero era un estatuto civil.
Nadie estaba justificado para vengarse,
porque el Señor había dicho: "No
digas: Yo me vengaré".
"No
digas: Como me hizo, así le haré". "Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes". "Si el que te aborrece tuviere hambre,
dale de comer pan, y si tuviere sed, dale de beber agua".
*Levítico 24:20; Proverbios 20:22; 24:29,
17; 25:21.
Toda la vida terrenal
de Jesús fue una manifestación de este principio. Para traer el pan de vida a sus enemigos
nuestro Salvador dejó su hogar en los cielos. Aunque desde la cuna hasta el sepulcro lo abrumaron las calumnias y la
persecución, Jesús no les hizo frente sino expresando su amor perdonador.
Por medio del profeta Isaías, dice: "Di mi cuerpo a los heridores, y mis
mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de
esputos". "Angustiado él, y
afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja
delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca". * Isaías
50:6; 53:7.
Desde la cruz del Calvario, resuenan a través de los siglos su oración en favor de sus asesinos
Desde la cruz del Calvario, resuenan a través de los siglos su oración en favor de sus asesinos
y el mensaje de esperanza al ladrón moribundo.
Cristo vivía rodeado
de la presencia del Padre, y nada 63 le aconteció que no fuese permitido por el
Amor infinito para bien del mundo. Esto
era su fuente de consuelo, y lo es también para nosotros.
El que está lleno del Espíritu de Cristo mora
en Cristo. El golpe que se le dirige a
él, cae sobre el Salvador, que lo rodea con su presencia. Todo cuanto le suceda viene de Cristo. No tiene que resistir el mal, porque Cristo
es su defensor. Nada puede tocarlo sin
el permiso de nuestro Señor; y "todas
las cosas" cuya ocurrencia es permitida "a los que aman a Dios. les ayudan a bien". *Rom. 8:28.
11. "Y AL QUE QUIERA PONERTE A PLEITO Y QUITARTE LA TÚNICA, DÉJALE
TAMBIÉN LA CAPA; Y A CUALQUIERA QUE TE OBLIGUE A LLEVAR CARGA POR UNA MILLA, VE
CON ÉL DOS". MT. 5:40-42.
Mandó Jesús a sus
discípulos que, en vez de oponerse a las órdenes de las autoridades, hicieran
aún más de lo que se requería de ellos. En lo posible, debían cumplir toda obligación, aún más allá de lo que
exigía la ley del país.
La ley dada por Moisés ordenaba que se
tratase con tierna consideración a los pobres. Cuando uno de éstos daba su ropa como prenda o como garantía de una
deuda, no se permitía al acreedor entrar en la casa para obtenerla; tenía que
esperar en la calle hasta que le trajeran la prenda. Cualesquiera fuesen las circunstancias, era
necesario que la prenda a su dueño antes de la puesta fuera devuelta del sol. *Deut 24:10-13.
En los días de Cristo se daba poca importancia a estas reglas misericordiosas, pero Jesús enseñó a sus discípulos que se sometieran a la decisión del tribunal, aunque éste exigiese más de lo autorizado por la ley de Moisés. Aunque demandase una prenda de ropa, debían entregarla. Todavía más: debían dar al acreedor lo que le adeudaban y, si fuera necesario, entregar aún más de lo que el tribunal le autorizaba tomar.
"Y al que quisiere ponerte a pleito -dijo- y quitarte la túnica, déjale también la capa".
En los días de Cristo se daba poca importancia a estas reglas misericordiosas, pero Jesús enseñó a sus discípulos que se sometieran a la decisión del tribunal, aunque éste exigiese más de lo autorizado por la ley de Moisés. Aunque demandase una prenda de ropa, debían entregarla. Todavía más: debían dar al acreedor lo que le adeudaban y, si fuera necesario, entregar aún más de lo que el tribunal le autorizaba tomar.
"Y al que quisiere ponerte a pleito -dijo- y quitarte la túnica, déjale también la capa".
Y si los correos exigen que vayáis una milla
con ellos, debéis ir dos millas.
Añadió Jesús: "Al que te pida, dale: y al que quiera
tomar de ti prestado, no se lo rehúses".
La misma lección se había enseñado mediante
Moisés: "No endurecerás tu 64
corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano
liberalmente, y en efecto prestarás lo que necesite". *Deut. 15:7,8.
Este pasaje bíblico aclara significado de las palabras del Salvador. Cristo no nos enseña a dar indistintamente a
todos los que piden limosna, pero dice: "En efecto le prestarás lo que
necesite", y esto ha de ser un regalo, antes que un préstamo, porque hemos
de prestar, "no esperando de ello
nada".
Lucas 6:35.
Lucas 6:35.
12. "AMAD A VUESTROS ENEMIGOS". MT. 5:43-47.
La lección del
Salvador: "No resistáis al que es malo", era inaceptable para los
judíos vengativos, quienes murmuraban contra ella entre sí; pero ahora Jesús
pronunció una declaración aún más categórica: "Oísteis que fue
dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos,
bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por
los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que
está en los cielos". Tal era el espíritu
de la ley que los rabinos habían interpretado erróneamente como un código frío
de demandas rígidas.
Se creían mejores
que los demás hombres y se consideraban con derecho al favor especial de Dios
por haber nacido israelitas; pero Jesús señaló que únicamente un espíritu de
amor misericordioso podría dar evidencia de que estaban animados por motivos
más elevados que los publicanos
y los pecadores, a quienes aborrecían.
Señaló Jesús a sus oyentes al Gobernante del universo bajo un nuevo nombre: "Padre nuestro". Quería que entendieran con cuánta ternura el corazón de Dios anhelaba recibirlos.
Enseñó que Dios se interesa por cada alma perdida; que "como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen". *Sal. 103:13. Ninguna otra religión que la de la Biblia presentó jamás al mundo tal concepto de Dios.
EL PAGANISMO enseña a
los hombres a mirar al Ser Supremo como objeto de temor antes que de amor, como
una deidad maligna a la que es preciso aplacar 65 con sacrificios, en vez de
un Padre que vierte sobre sus hijos el
don de su amor. Aun el pueblo de Israel
había llegado a estar tan ciego a la enseñanza preciosa de los profetas con
referencia a Dios, que esta revelación de su amor paternal parecía un tema
original, un nuevo don al mundo.
Los judíos creían que
Dios amaba a los que le servían -los cuales eran, en su opinión, quienes
cumplían las exigencias de los rabinos- y que todo el resto del mundo vivía
bajo su desaprobación
y maldición.
Pero
no es así, dijo Jesús; el mundo entero, los malos y los buenos, reciben el sol
de su amor. Esta verdad debierais
haberla aprendido de la misma naturaleza, porque Dios "hace salir su sol
sobre malos
No es por un poder
inherente por lo que año tras año produce la tierra sus frutos y sigue en su
derrotero alrededor del sol. La mano de
Dios guía a los planetas y los mantiene en posición en su marcha ordenada a
través de los cielos.
Es su poder el que
hace que el verano y el invierno, el tiempo de sembrar y de recoger, el día y
la noche se sigan uno a otro en sucesión regular. Es por su palabra como florece la vegetación,
y como aparecen las hojas y las flores llenas de lozanía. Todo lo bueno que tenemos, cada rayo del sol
y cada lluvia,
cada bocado de alimento, cada momento de la vida, es un regalo
de amor.
Cuando nuestro
carácter no conocía el amor y éramos "aborrecibles"
y nos aborrecíamos "unos a
otros", nuestro Padre celestial tuvo compasión de nosotros. "Cuando
se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los
hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros habíamos hecho, sino
por su misericordia". * Tito
3:3-5.
Si recibimos su amor, nos hará igualmente
tiernos y bondadosos, no sólo con quienes nos agradan, sino también con los más
defectuosos, errantes y pecaminosos.
LOS HIJOS DE DIOS son
aquellos que participan de su naturaleza. No es la posición mundanal, ni el nacimiento, ni la nacionalidad, ni los
privilegios religiosos, lo que prueba 66 que somos miembros de la familia de
Dios; es el amor, un amor que abarca a toda la humanidad.
Aun los pecadores cuyos corazones no estén herméticamente cerrados al Espíritu de Dios responden a la bondad. Así como pueden responder al odio con el odio, también corresponderán al amor con el amor.
Aun los pecadores cuyos corazones no estén herméticamente cerrados al Espíritu de Dios responden a la bondad. Así como pueden responder al odio con el odio, también corresponderán al amor con el amor.
Solamente el Espíritu de Dios devuelve el
amor por odio. El ser bondadoso con los
ingratos y los malos, el hacer lo bueno sin esperar recompensa, es la insignia
de la realeza del cielo, la señal segura mediante la cual los hijos del
Altísimo revelan su elevada vocación.
13. "SED, PUES, VOSOTROS PERFECTO, COMO VUESTRO PADRE QUE ESTÁ EN
LOS CIELOS ES PERFECTO". MT. 5:48.
La palabra
"pues" implica una conclusión, una deducción que surge de lo que ha
precedido. Jesús acaba de describir a sus oyentes la misericordia y el amor
inagotables de Dios, y por lo tanto les ordena ser perfectos.
Porque vuestro Padre celestial "es benigno para con los ingratos y
malos", *Lucas 6:35. pues se ha inclinado para elevarnos; por eso,
dice Jesús, podéis llegar a ser semejantes a él en carácter y estar en pie sin
defecto en la presencia de los hombres y los ángeles.
Las Condiciones Para
Obtener La Vida Eterna, Bajo la gracia, son exactamente las mismas que existían
en Edén: una justicia perfecta, armonía con Dios y completa conformidad con los
principios de su ley.
La Norma de carácter
presentada en el Antiguo Testamento es la misma que se presenta en el Nuevo
Testamento. No es una medida o norma que
no podamos alcanzar.
Cada mandato o
precepto que Dios da tiene como base la promesa más positiva.
Dios ha provisto los elementos para que
podamos llegar a ser semejantes a él, y lo realizará en favor de todos aquellos
que no interpongan una voluntad perversa y frustren así su gracia.
Dios nos amó con amor
indecible, y nuestro amor hacia él aumenta a medida que comprendemos algo de la
largura, la anchura, la profundidad y la altura de este amor que excede todo
conocimiento.
Por la revelación del 67
encanto atractivo de Cristo, por el conocimiento de su amor expresado hacia
nosotros cuando aún éramos pecadores, el corazón obstinado se ablanda y se
somete,
y el pecador se transforma y llega a ser hijo del cielo.
Dios no utiliza medidas coercitivas; el
agente que emplea para expulsar el pecado del corazón es el amor. Mediante él, convierte el orgullo en
humildad, y la enemistad y la incredulidad, en amor y fe.
Los judíos habían
luchado afanosamente para alcanzar la perfección por sus propios esfuerzos,
y
habían fracasado. Ya les había dicho Cristo que la justicia de ellos no podría
entrar en el reino de los cielos. Ahora
les señala el carácter de la justicia que deberán poseer todos los que entren
en el cielo.
En todo el Sermón del Monte
describe los frutos de esta justicia, y ahora en una breve expresión señala su
origen y su naturaleza: Sed perfectos como Dios es perfecto.
La ley no es más que una
transcripción del carácter de Dios. Contemplad en vuestro Padre celestial una manifestación perfecta de los
principios que constituyen el fundamento de su gobierno.
Dios es amor. Como los rayos de la luz del sol, el amor, la
luz y el gozo fluyen de él hacia todas sus criaturas. Su naturaleza es dar. La misma vida de Dios es la manifestación del
amor abnegado.
Nos pide que seamos
perfectos como él, es decir, de igual manera.
Debemos ser centros de luz y bendición para nuestro reducido círculo,
así como él lo es para el universo. No
poseemos nade por nosotros mismo, pero la luz del amor brilla sobre nosotros y
hemos de reflejar su resplandor. Buenos
gracias al bien proveniente de Dios, podemos ser perfectos en nuestra esfera,
así como él es perfecto en la suya.
Dijo Jesús: Sed
perfectos como vuestro Padre es perfecto. Si sois hijos de Dios, sois
participantes de su naturaleza y no podéis menos que asemejaras a él. Todo hijo vive gracias a la vida de su padre. Si sois hijos de Dios, engendrados por su
Espíritu, vivís por la vida de Dios.
En
Cristo "habita corporalmente toda
la plenitud de la Divinidad"; y la vida de Jesús se manifiesta "en nuestra carne 68 mortal". Esa vida producirá en nosotros el mismo
carácter y manifestará las mismas obras que manifestó en él.
Así estaremos en armonía con cada precepto de
su ley, porque "la ley de Jehová es perfecta, que convierte el
alma". Mediante el amor, "la justicia de la ley" se cumplirá "en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu". *Colosenses 2:9; 2 Corintios 4:11; Salmo 19:7; Romanos 8:4. 69 El
Discurso Maestro De Jesucristo (EGW). 43-68 MHP
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