EL VERDADERO MOTIVO DEL SERVICIO*
Éste capítulo está basado en Mateo
6:1-8, 16-34
10 TEMAS.
01. "Guardaos De Hacer Vuestra
Justicia Delante De Los Hombres, Para Ser Vistos De Ellos..."
02. "Y Cuando Ores, No Seas Como
Los Hipócritas".
03. "Y Orando, No Uséis Vanas
Repeticiones, Como Los Gentiles".
04. "Cuando Ayunéis, No Seáis...
Como Los Hipócritas".
05. "No Os Hagáis Tesoros En La
Tierra".
06. "Si Tu Ojo Es Bueno, Todo Tu
Cuerpo Estará Lleno De Luz".
07. "Ninguno Puede Servir A Dos
Señores".
08. "No Os Afanéis Por Vuestra Vida".
09. "Buscad Primeramente El Reino
De Dios".
10. "No Os Afanéis Por El Día De
Mañana... Basta A Cada Día Su Propio Mal."
01. "GUARDAOS DE HACER VUESTRA JUSTICIA DELANTE DE LOS HOMBRES, PARA SER VISTOS DE ELLOS..." Mt. 6:1
Las palabras de Cristo
en el monte fueron expresión de lo que había sido la enseñanza silenciosa de su
vida pero que el pueblo no había llegado a comprender.
Al ver que él tenía tanto poder, no podían
explicarse por qué no lo empleaba para alcanzar lo que, según pensaban ellos,
era el bien supremo. El espíritu, los motivos y los métodos que seguían eran
opuestos a los de él. Aunque aseveraban defender con minucioso celo el honor de
la ley, lo que en verdad buscaban era la gloria personal y egoísta. Cristo
quería enseñarles que la persona que se ama a si misma quebranta la ley.
Sin embargo, los
principios sostenidos por los fariseos han caracterizado a la humanidad en
todos los siglos. El espíritu del
farisaísmo es el espíritu de la naturaleza humana; y mientras el Salvador
contrastaba su propio espíritu y sus métodos con los de los rabinos, enseñó
algo que puede aplicarse igualmente a la gente de todas las épocas.
En los tiempos de
Cristo los fariseos procuraban constantemente ganar el favor del cielo para disfrutar de prosperidad y
honores mundanos, que para ellos constituían la recompensa de la virtud. Al mismo tiempo hacían alarde de sus actos de
caridad para atraer la atención del público y ganar así renombre de santidad.
Jesús censuró esta
ostentación, declarando que Dios no 70 reconoce un servicio tal, y que la
adulación y admiración populares que ellos buscaban con tanta avidez eran la
única recompensa que recibirían.
"Cuando tú des
limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna
en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público". Mt. 6:3,4.
Con estas palabras,
Jesús no quiso enseñar que los actos benévolos deben guardarse siempre en
secreto.
El Apóstol Pablo, inspirado por
el Espíritu Santo, no ocultó el sacrificio personal de los generosos cristianos
de Macedonia, sino que se refirió a la gracia que Cristo había manifestado en
ellos, y así otros se sintieron movidos por el mismo espíritu. Escribió también a la iglesia de Corinto: "Vuestro ejemplo ha estimulado a
muchos". *2 Corintios 9:2 (VV,
1909).
Las propias palabras
de Cristo expresan claramente lo que quería decir, a saber, que en la
realización
de actos de caridad no se deben buscar las alabanzas ni los honores
de los hombres.
La piedad verdadera no
impulsa a la ostentación. Los que desean
palabras de alabanza y adulación,
y las saborean como delicioso manjar, son
meramente cristianos de nombre.
Por sus obras buenas,
los seguidores de Cristo deben dar gloria, no a sí
mismos, sino al que les ha
dado gracia y poder para obrar.
Toda
obra buena se cumple solamente por el Espíritu Santo, y éste es dado para
glorificar, no al que lo recibe, sino al Dador. Cuando la luz de Cristo brille en el alma, los labios pronunciarán
alabanzas y agradecimiento a Dios. Nuestras oraciones, nuestro cumplimiento del deber, nuestra
benevolencia, nuestro sacrificio personal, no serán el tema de nuestros
pensamientos ni de nuestra conversación. Jesús será magnificado, el yo se esconderá y se verá que Cristo reina
supremo en nuestra vida.
Hemos de dar
sinceramente, mas no con el fin de alardear de nuestras buenas acciones, sino
por amor y simpatía hacia los que sufren. La sinceridad del propósito y la bondad genuina del corazón son los
motivos apreciados por el cielo. Dios
considera más preciosa que el oro de Ofir el alma que lo ama
sinceramente y de
todo corazón. 71
No hemos de pensar en
el galardón, sino en el servicio; sin embargo, la bondad que se muestra en tal
espíritu no dejará de tener recompensa. "Tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en
público".
Aunque es verdad que Dios
mismo es el gran Galardón, que abarca todo lo demás, el alma lo recibe y se
goza en él solamente en la medida en que se asemeja a él en carácter. Sólo podemos apreciar lo que es parecido a
nosotros. Sólo cuando nos entregamos a
Dios para que nos emplee en el servicio de la humanidad, nos hacemos partícipes
de su gloria y carácter.
Nadie puede dejar que
por su vida y su corazón fluya hacia los demás el río de bendiciones
celestiales sin recibir para sí mismo una rica recompensa.
Las laderas de los collados y los llanos no
sufren porque por ellos corren ríos que se dirigen al mar. Lo que dan se les retribuye cien veces,
porque el arroyo que pasa cantando deja tras sí regalos de vegetación y
fertilidad. En sus orillas la hierba es
más verde; los árboles, más lozanos; las flores, más abundantes.
Cuando los campos se ven yermos y agostados
por el calor abrasador del verano, la corriente del río se destaca por su línea
de verdor, y el llano que facilitó el transporte de los tesoros de las montañas
hasta el mar se viste de frescura y belleza, atestiguando así la recompensa que
la gracia de Dios da a cuantos sirven de conductos para las bendiciones del
cielo. Tal es la bendición
para quienes son misericordiosos con los pobres.
El profeta Isaías dice: ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes
albergues en casa, que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de
tu hermano?
Entonces nacerá tu luz como
el alba, y tu salvación se dejará ver pronto... Jehová te pastoreará siempre, y
en las sequías saciará tu alma.... y serás como huerto de riego, y como
manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan". Isaías 58:7-11.
La obra de
beneficencia es dos veces bendita. Mientras el que da a los
menesterosos los beneficia, él mismo se
beneficia en grado aún mayor.
La gracia
de Cristo en el alma desarrolla atributos del carácter que son opuestos al
egoísmo 72 atributos que han de refinar, ennoblecer y enriquecer la vida. Los actos de bondad hechos en secreto ligarán
los corazones
y los acercarán al corazón de Aquel de quien mana todo impulso
generoso.
Las pequeñas atenciones y los
actos insignificantes de amor y de sacrificio, que manan de la vida tan quedamente
como la fragancia de una flor, constituyen una gran parte de las bendiciones y
felicidades de la vida.
Al fin se verá
que la abnegación para bien y dicha de los demás, por humilde e inadvertida que
sea en la tierra, se reconoce en el cielo como muestra de nuestra unión con el
Rey de gloria, quien, siendo, rico, se hizo pobre por nosotros.
Aunque los actos de
bondad sean realizados en secreto, no se puede
esconder su resultado sobre el
carácter del que los realiza.
Si
trabajamos sin reserva como seguidores de Cristo, el corazón se unirá en
estrecha simpatía con el de Dios, y su Espíritu, al influir sobre el nuestro,
hará que el alma responda con armonías sagradas al toque divino.
El que multiplica los
talentos de los que emplearon con prudencia los dones que les confió reconocerá
con agrado el servicio de sus creyentes en el Amado, por cuya gracia y fuerza
obraron. Los que procuraron desarrollar
y perfeccionar un carácter cristiano por el ejercicio de sus facultades en
obras buenas, segarán en el mundo venidero lo que aquí sembraron. La obra empezada en la tierra llegará a su
consumación en aquella vida más elevada y más santa que perdurará por toda la
eternidad.
02. "Y CUANDO ORES, NO SEAS COMO LOS
HIPÓCRITAS". MT. 6:5-6.
Los fariseos tenían
horas fijas para orar, y cuando, como sucedía a menudo, en el momento designado
se encontraban ausentes de casa, fuese en la calle, en el mercado o entre las
multitudes apresuradas, allí mismo se detenían y recitaban en alta voz sus
oraciones formales.
Un culto tal, ofrecido
simplemente para glorificación del yo, mereció la reprensión más severa de
Jesús. Sin embargo, no desaprobó la
oración pública; él mismo oraba con sus discípulos, y en presencia de la
multitud. Lo que enseña es que la
oración 73 acerca de la vida íntima no debe hacerse en público. En la devoción secreta nuestras oraciones no
deben alcanzar sino el oído de Dios, que siempre las escucha. Ningún oído curioso debe asumir el peso de
tales peticiones.
"Mas tú, cuando
ores, entra en tu aposento". Tengamos un lugar especial para la oración secreta. Debemos escoger, como lo hizo Cristo, lugares
selectos para comunicarnos con Dios. Muchas veces necesitamos apartarnos en algún lugar, aunque sea humilde,
donde estemos a solas con Dios.
"Ora a tu Padre
que está en secreto". En el nombre
de Jesús podemos llegar a la presencia de Dios con la confianza de un
niño. No hace falta que algún hombre nos
sirva de mediador. Por medio de Jesús,
podemos abrir nuestro corazón a Dios como a quien nos conoce y nos ama.
En el lugar secreto
de oración, donde ningún ojo puede ver ni oído oír sino únicamente Dios,
podemos expresar nuestros deseos y anhelos más íntimos al Padre de compasión
infinita; y en la tranquilidad y el silencio del alma, esa voz que jamás deja
de responder al clamor de la necesidad humana,
hablará a nuestro corazón.
"El Señor es muy misericordioso y
compasivo". *Santiago 5:11. Espera con amor infatigable para oír las confesiones de los desviados
del buen camino y para aceptar su arrepentimiento. Busca en nosotros alguna expresión de
gratitud, así como la madre busca una sonrisa de reconocimiento de su niño
amado. Quiere que sepamos con cuánto fervor y ternura se conmueve su corazón
por nosotros.
Nos convida a llevar
nuestras pruebas a su simpatía, nuestras penas a su amor, nuestras heridas a su
poder curativo, nuestra debilidad a su fuerza, nuestro vacío a su plenitud.
Jamás dejó frustrado al que se allegó a él. "Los que miraron a él fueron
alumbrados,
y sus rostros no fueron avergonzados". *Salmo 34:5.
No será vana la
petición de los que buscan a Dios en secreto, confiándole sus necesidades y
pidiéndole ayuda. "Tu Padre que ve
en lo secreto te recompensará en público". Si nos asociamos diariamente con Cristo, sentiremos en nuestro derredor
los poderes de un mundo invisible;
y mirando a Cristo, nos asemejaremos a
él.
Contemplándolo, seremos 74
transformados. Nuestro carácter se
suavizará, se refinará y ennoblecerá para el reino celestial. El resultado seguro de nuestra comunión con
Dios será un aumento d piedad, pureza y celo. Oraremos con inteligencia cada vez: mayor. Estamos recibiendo una educación divina, la
cual se revela en una vida diligente y fervorosa.
El alma que se vuelve
a Dios en ferviente oración diaria para pedir ayuda, apoyo y poder, tendrá
aspiraciones nobles, conceptos claros de la verdad y del deber, propósito
elevados, así como sed y hambre insaciable de justicia.
Al mantenernos en relación con Dios, podremos
derramar sobre las personas que nos rodean la luz, la paz y la serenidad que
imperan en nuestro corazón. La fuerza
obtenida al orar a Dios, sumada a los esfuerzos infatigables para acostumbrar
la mente a ser más considerada y atenta, nos prepara para los deberes diarios,
y preserva la paz del espíritu, bajo todas las circunstancias.
Si nos acercamos a
Dios, él nos dará palabras para hablar, por él y para alabar su nombre. Nos enseñará una melodía de la canción
angelical, así como alabanzas de gratitud nuestro Padre celestial.
En todo acto de la vida se revelarán la luz y
el amor del Salvador que mora en nosotros.
Las dificultades exteriores no pueden afectar la vida, se vive por la fe
en el Hijo de Dios.
03. "Y
ORANDO, NO USÉIS VANAS REPETICIONES, COMO LOS GENTILES". MT. 6:7-8.
Los paganos pensaban
que sus oraciones tenían en si méritos para expiar el pecado. Por lo tanto, cuanto más larga fuera la
oración, mayor mérito tenía. Si por sus
propios esfuerzos podían hacerse santos, tendrían entonces algo en que regocijarse
y de lo cual hacer alarde. Esta idea de
la oración resulta de la creencia en la expiación por propio mérito en que se
basa toda religión falsa.
Los fariseos
habían adoptado este concepto pagano de la oración que existe todavía hasta
entre los que profesan ser cristianos. La repetición de expresiones prescritas y formales mientras el corazón
no siente la necesidad de Dios, es comparable con las "vanas
repeticiones" de los gentiles. 75
La Oración no es
expiación del pecado, y de por sí no tiene mérito ni virtud. Todas las palabras floridas que tengamos a
nuestra disposición no equivalen a un solo deseo santo.
Las Oraciones más elocuentes son palabrería
vana
si no expresan los sentimientos sinceros del corazón.
La oración que brota del corazón ferviente,
que expresa con sencillez las necesidades del alma así como pediríamos un favor
a un amigo terrenal esperando que lo hará, ésa es la oración de fe.
Dios no quiere nuestras frases de simple
ceremonia; pero el clamor inaudible de quien se siente quebrantado por la
convicción de sus pecados y su debilidad llega al oído
del Padre
misericordioso.
04. "CUANDO
AYUNÉIS, NO SEÁIS... COMO LOS HIPÓCRITAS". MT. 6:16-18.
El ayuno que la
Palabra de Dios ordena es algo más que una formalidad. No consiste meramente
en rechazar el
alimento, vestirse de cilicio, o echarse cenizas sobre la cabeza. El que ayuna verdaderamente entristecido por
el pecado no buscará la oportunidad de exhibirse.
El propósito del
ayuno que Dios nos manda observar no es afligir el cuerpo a causa de los
pecados del alma, sino ayudarnos a percibir el carácter grave del pecado, a humillar
el corazón ante Dios y a recibir su gracia perdonadora. Mandó a Israel: "Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos,
y convertíos a
Jehová vuestro Dios". Joel
2:13.
A nada conducirá el
hacer penitencia ni el pensar que por nuestras propias obras mereceremos o
compraremos una heredad con los santos. Cuando se le preguntó a Cristo: "¿Qué debemos hacer para poner en
práctica las obras de Dios?", él respondió: "Esta es la obra de Dios, que creáis
en el que él ha
enviado". *Juan 6:28, 29.
Arrepentirse es alejarse del yo y dirigirse a
Cristo; y cuando recibamos a Cristo,
para que por la fe él pueda vivir en
nosotros, las obras buenas se manifestarán.
Dijo Jesús:
"Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no
mostrar
a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto".
Todo lo que se hace para gloria de Dios tiene
que hacerse con alegría, no 76
con tristeza o dolor. No hay nada lóbrego en la religión de
Cristo.
Si por su actitud de congoja los
cristianos dan la impresión de haberse chasqueado en el Señor, presentaran una
concepción falsa de su carácter, y proporcionan argumentos a sus enemigos. Aunque de palabra llamen a Dios, su Padre, su
pesadumbre y tristeza
los hace parecer huérfanos ante todo el mundo.
Cristo desea que su
servicio parezca atractivo, como lo es en verdad. Revélense al Salvador compasivo los actos de
abnegación y las pruebas secretas del corazón. Dejemos las cargas al pie de la cruz, y sigamos adelante regocijándonos
en el amor del que primeramente nos amó.
Los hombres no conocerán tal vez la obra que se hace secretamente, entre
el alma y Dios,
pero se manifestará a todos el resultado de la actuación del
Espíritu sobre el corazón, porque él,
"que ve en lo secreto, te
recompensará en publico".
05. "NO OS HAGÁIS TESOROS EN LA TIERRA". MT. 6:19-21.
Los tesoros
acumulados en la tierra no perduran: los ladrones entran y los roban; los
arruinan el orín
y la polilla; el incendio Y la tempestad pueden barrer
nuestros bienes.
Y "donde esté
vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón". Lo que se atesora en el mundo absorberá la
mente y excluirá aun las cosas del cielo.
El amor al dinero era
la pasión dominante en la época de los judíos. La mundanalidad usurpaba
en el alma el lugar de Dios y de la
religión. Así ocurre ahora.
La ambición avarienta de acumular riquezas tiene tal ensalmo sobre la
vida, que termina por pervertir la nobleza y corromper toda consideración de
los hombres para sus semejantes hasta ahogarlos en la perdición.
La servidumbre bajo Satanás rebosa de
cuidados, perplejidades y trabajo agotador; los tesoros que los hombres
acumular en la tierra son tan sólo temporales.
Dijo Jesús:
"Haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y
donde ladrones no minan ni hurtan. Porque dónde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro
corazón". 77
La instrucción que dio fue: "Haceos tesoros en el
cielo".
Es de nuestro interés
obtener los tesoros celestiales. Es lo
único, de todo lo que poseemos,
que sea verdaderamente nuestro. El tesoro acumulado en el cielo es
imperecedero.
Ni el fuego ni la
inundación pueden destruirlo, ni ladrón
robarlo, ni polilla ni orín
corromperlo, porque Dios lo custodia.
Estos tesoros, que
Cristo considera inestimables, son "las
riquezas de la gloria de su herencia en los santos".
A los discípulos de Cristo se los llama sus
joyas, su tesoro precioso y particular. Dice él: "Como piedras de
diadema serán enaltecidos en su tierra". "Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de
Ofir al hombre". *Efesios 1:18; Zacarías 9:16; Isaías 13:12.
Cristo, el gran
centro de quien se desprende toda gloria, considera a su pueblo purificado y
perfeccionado como la recompensa de todas sus aflicciones, su humillación y su
amor; lo estima como el complemento de su gloria. Se nos permite
unirnos con él en la gran obra de redención y participar con él de las riquezas
que ganó por las aflicciones y la muerte.
El apóstol Pablo escribió de esta manera a los cristianos
tesalonicenses: "¿Cuál es nuestra
esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de
nuestro Señor Jesucristo, en su venida?
Vosotros sois nuestra gloria y gozo". *1 Tesalonicenses 2:19, 20.
Tal es el tesoro
por el cual Cristo nos manda trabajar. El carácter es la gran cosecha de la vida. Cada palabra y acto que mediante la gracia de
Cristo encienda en algún alma el impulso de elevarse hacia el cielo, cada
esfuerzo que tienda a la formación de un carácter como el de Cristo, equivale a
acumular tesoros en los cielos.
Donde esté el tesoro, allí estará el corazón. Nos beneficiamos
con cada esfuerzo que
ejercemos en pro de los demás.
El que da de su dinero o de su trabajo para la difusión del Evangelio
dedica su interés y sus oraciones a la obra y a las almas a las cuales
alcanzará; sus afectos se dirigen hacia otros, y se ve estimulado para
consagrarse más completamente a Dios,
a fin de poder hacerles el mayor bien
posible. 78
En el día final,
cuando desaparezcan las riquezas del mundo, el que haya guardado tesoros en el
cielo verá lo que su vida ganó. Si hemos
prestado atención a las palabras de Cristo, al congregarnos alrededor del gran
trono blanco veremos almas que se habrán salvado como consecuencia de nuestro
ministerio; sabremos que uno salvó a otros, y éstos, a otros aún.
Esta muchedumbre, traída al puerto, de
descanso como fruto de nuestros esfuerzos, depositará sus coronas a los pies de
Jesús y lo alabará por los siglo interminables de la eternidad.
¡Con qué
alegría verá el obrero de Cristo aquellos redimidos, participantes de la gloria
del Redentor!
¡Cuán precioso será el cielo para quienes hayan trabajado
fielmente por la salvación de las almas!
"Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad
las cosas de arriba,
donde está Cristo sentado a la diestra de Dios". *Colosenses
3:1.
06. "SI TU OJO ES BUENO, TODO TU CUERPO ESTARÁ LLENO DE LUZ". MT. 6:22,23.
Lo que el Señor
señala en estas palabras es la sinceridad, de propósito, la devoción indivisa a
Dios. Si existe esta sinceridad de
propósito, y no hay vacilación para percibir y obedecer la verdad a cualquier
costo, se recibirá luz divina. La piedad
verdadera comienza cuando cesa la transigencia con el pecado.
Entonces la expresión del corazón será la,
del apóstol Pablo: "Una cosa hago:
olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de, Dios en
Cristo Jesús". "Aun estimo
todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo
Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura,
para ganar a Cristo". *Filip. 3:13, 14, 8.
Cuando la vista está cegada por el amor propio, hay
solamente oscuridad. "Pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en
tinieblas". Era ésta la
oscuridad que envolvió a los judíos en obstinada incredulidad y los
imposibilitó para comprender el carácter y la misión del que vino
a salvarlos
de sus pecados.
El ceder a la tentación empieza cuando se permite a la 79
mente vacilar y ser inconstante en la confianza en Dios. Si no decidimos entregarnos por
completo a Dios, quedamos en tinieblas.
Cuando hacemos cualquier
reserva, abrimos la puerta por la cual Satanás puede entrar para extraviarnos
con sus tentaciones. El sabe que sí puede oscurecer
nuestra visión para que
el ojo de la fe no vea a Dios, no tendremos protección
contra el pecado.
El predominio de un deseo pecaminoso revela que el alma
está engañada.
Cada vez que se cede a dicho deseo se refuerza la aversión del alma
contra Dios.
Al seguir el sendero elegido por
Satanás, nos vemos envueltos por las sombras del mal;
cada paso nos lleva a tinieblas más
densas y agrava la ceguera del corazón.
En el mundo espiritual rige la misma ley que en el
natural. Quien more en tinieblas perderá
al fin el sentido de la vista. Estará rodeado por una oscuridad más densa
que la de medianoche, y no le puede traer luz el mediodía más brillante. "Anda
en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los
ojos". *1 Juan 2:11.
Por abrigar el mal con persistencia, por
despreciar con obstinación las súplicas del amor divino, el pecador pierde el
amor a lo bueno, el deseo de Dios y aun la capacidad misma de recibir la luz
del cielo. La invitación de la
misericordia sigue rebosando amor, la luz brilla con tanto resplandor como
cuando iluminó por vez primera el alma; pero la voz cae en oídos sordos; la luz,
en ojos cegados.
Ninguna alma se
encuentra desamparada definitivamente por Dios ni abandonada
para seguir sus
propios pasos, mientras haya esperanza de salvarla.
"Dios no se aparta del hombre, sino el
hombre de Dios".
Nuestro Padre
celestial nos sigue con amonestaciones, súplicas y promesas de compasión hasta
que las nuevas oportunidades y privilegios resultan totalmente inútiles. La responsabilidad es del pecador.
Al resistir hoy al Espíritu de Dios, apareja el camino para la segunda
oposición a la luz cuando venga con mayor poder.
Así va de oposición en oposición, hasta que la luz no lo conmueve más, y
él no responde ya de ninguna manera al Espíritu de Dios. Entonces aun la luz que 80 está en él se ha
convertido en tinieblas. La verdad misma que conocía se
ha pervertido de tal manera que intensifica la ceguera del alma.
07. "NINGUNO PUEDE SERVIR A DOS SEÑORES". MT. 6:24.
Cristo no dice que el
hombre no querrá servir a dos señores
ni que no deberá servirlos, sino que no
puede hacerlo. Los intereses de Dios y
los de Mamón* no pueden armonizar en forma alguna.
Donde la conciencia del
cristiano le aconseja abstenerse, negarse a sí mismo, detenerse, allí mismo
el
hombre del mundo avanza para gratificar sus tendencias egoístas.
A un lado de la línea divisoria se encuentra
el abnegado seguidor de Cristo, al otro lado se halla el amante del mundo,
dedicado a satisfacerse a sí mismo, siervo de la moda, embebido en
frivolidades, regodeándose con placeres prohibidos. A ese lado de la línea no puede pasar el
cristiano.
Nadie puede ocupar
una posición neutral; no existe una posición intermedia,
en la que no se ame a
Dios y tampoco se sirva al enemigo de la justicia.
Cristo ha de vivir en sus agentes humanos,
obrar por medio de sus facultades y actuar por sus habilidades. Ellos deben someter su voluntad a la de
Cristo y obrar con su Espíritu.
Entonces, ya no son ellos los que viven, sino que Cristo vive en ellos.
Quien no se entrega por entero a Dios se ve
gobernado por otro poder y escucha otra voz,
cuyas sugestiones revisten un
carácter completamente distinto.
El
servicio a medias coloca al agente humano del lado del enemigo, como aliado
eficaz de los ejércitos de las tinieblas. Cuándo los que profesan ser soldados de Cristo se unen a la
confederación de Satanás y colaboran con él, se revelan como enemigos de
Cristo. Traicionan cometidos
sagrados.
Constituyen un eslabón entre
Satanás y los soldados fieles; y por medio de dichos agentes el enemigo trabaja
constantemente para seducir los corazones de los soldados de Cristo. 81
El baluarte más
fuerte del vicio en nuestro mundo no es la vida perversa del pecador abandonado
ni del renegado envilecido; es la vida que en otros aspectos parece virtuosa y
noble, pero en la cual se alberga un pecado, se consciente un vicio.
Para el
alma que lucha secretamente contra alguna tentación gigantesca, que tiembla al
borde del precipicio,
tal ejemplo es uno de los alicientes más poderosos para
pecar.
Aquel que, a pesar de estar
dotado de un alto concepto de la vida, de la verdad y del honor, quebranta
voluntariamente un solo precepto de la santa ley de Dios, pervierte sus nobles
dones en señuelos del pecado.
El genio,
el talento, la simpatía y aun los actos generosos y amables pueden llegar a ser
lazos de Satanás para arrastrar a otras almas hasta hacerlas, caer en el
precipicio de la ruina, para esta vida y para la venidera.
"No améis al mundo, ni las cosas que están en el
mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está, en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos
de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene
del Padre, sino del mundo". *1Juan 2:15, 16.
08. "NO OS AFANÉIS POR VUESTRA VIDA". MT. 6:25-32.
Quien nos dio la vida
sabe que nos hace falta el alimento para conservarla. El que, creó el cuerpo no olvida nuestra
necesidad de ropa. ¿El que concedió la
dádiva mayor no otorgará también lo necesario para hacerla completa?
Jesús dirigió la
atención de sus oyentes a las aves que modulaban sus alegres cantos, libres de
congojas, porque, si bien "no siembran, ni siegan", el gran Padre las
provee de todo lo necesario. Luego
preguntó: "¿No valéis vosotros mucho más que ellas?"
Las laderas de las
colinas y los campos estaban esmaltados de flores. Señalándolos en la frescura del rocío
matinal, Jesús dijo: "Considerad los lirios del campo, cómo
crecen".
La habilidad humana puede
copiar las formas graciosas y elegantes de las plantas y las flores;
mas ¿qué
toque puede dar vida siquiera a una
florecilla o a una 82 brizna de
hierba?
Cada flor que abre sus pétalos a
la vera del camino debe su existencia al mismo poder que colocó los mundos y
estrellas en el cielo. Por toda la
creación se siente palpitar la vida del gran corazón de Dios. Sus manos engalanan las flores del campo con
atavíos más primorosos que cuantos hayan ornado jamás a los reyes
terrenales.
"Y si la hierba del
campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así
¿no hará mucho más a vosotros, hombres de
poca fe?"
El que formó las
flores y dio cantos a los pajarillos dice: "Considerad los
lirios". "Mirad las aves del
cielo".
En la belleza de las cosas
de la naturaleza podemos aprender acerca de la sabiduría divina más de lo que
saben los eruditos. En los pétalos del
lirio Dios escribió un mensaje para nosotros, en un idioma que el corazón puede
leer sólo cuando desaprende las lecciones de desconfianza, egoísmo y congoja
corrosiva.
¿Por qué nos dio él las aves canoras y las delicadas flores si no
por la superabundancia
del amor paternal, para llenar de luz y alegría el
sendero de nuestra vida?
Sin las flores
y los pájaros tendríamos todo lo necesario para vivir, pero Dios no se contentó
con facilitar únicamente lo que bastaba para mantener la vida. Llenó la tierra, el aire y el cielo con
vislumbres de belleza para expresarnos su amante solicitud por nosotros. La hermosura de todas las cosas creadas no es
nada más que un reflejo del esplendor de su gloria. Si para contribuir a nuestra dicha y alegría
prodigó tan infinita belleza en las cosas naturales, ¿podemos dudar de que nos
dará toda bendición que necesitamos?
"Considerad los
lirios". Cada flor que abre sus
pétalos al sol obedece las mismas grandes leyes que rigen las estrella; y ¡cuán
sencilla, dulce y hermosa es su vida! Por medio de las flores, Dios quiere
llamarnos la atención a la belleza del carácter cristiano. El que dotó de tal belleza a las flores
desea, muchísimo más, que el alma se vista con la hermosura del carácter de
Cristo.
"Considerad cómo
crecen los lirios", dijo Cristo; cómo, al brotar del suelo frío y oscuro,
o del fango en el cauce de un 83 río,
las plantas se desarrollan bellas y fragantes. ¿Quién imaginaría las posibilidades
de belleza que se esconden en el bulbo áspero y oscuro del lirio?
Pero cuando la vida de Dios, oculta en su
interior, se desarrolla en respuesta a su llamamiento mediante la lluvia y el
sol, maravilla a los hombres por su visión de gracia y belleza.
Así también se desarrollará la vida de Dios
en toda alma humana que se entregue al ministerio de su gracia, la que tan
gratuitamente como la lluvia y el sol llega con su bendición para todos.
Es la palabra de Dios la que crea las flores;
y la misma palabra
producirá en nosotros las gracias de su Espíritu.
La ley de Dios es una
ley de amor. El nos rodeó de hermosura
para enseñarnos que no estamos en la tierra únicamente para mirar por nosotros
mismos, para cavar y construir, para trabajar e hilar, sino para hacer la vida
esplendoroso, alegre y bella por el amor de Cristo. Así como las flores, hemos de alegrar otras
vidas con, el ministerio del amor.
Padres, dejad a
vuestros hijos que aprendan de las flores. Llevadlos al jardín, a la huerta,
al campo, bajo los árboles frondosos
,y enseñadles a leer en la naturaleza el
mensaje del amor de Dios. Vinculad su
recuerdo con el espectáculo de los pájaros, las flores y los árboles. Inducidlos a considerar en cada cosa
agradable y hermosa una expresión del amor que Dios siente por ellos. Hacedles apreciar vuestra religión por su
índole agradable. Rija vuestros labios
la ley de la bondad.
Enseñad a los niños
la lección de que mediante el gran amor de Dios su naturaleza puede
transformarse y ponerse en armonía con la suya. Enseñadles que él quiere que sus vidas tengan la hermosura y la gracia
de las flores. Mientras recogen las
flores fragantes, hacedles saber que quien las creó es más bello que
ellas. Así los zarcillos de sus
corazones se aferrarán a él. El que es
"todo... codiciable" llegará a ser para ellos un compañero
constante y un amigo íntimo, y sus vidas se transformarán a la imagen de su
pureza. 84
09. "BUSCAD
PRIMERAMENTE EL REINO DE DIOS". MT. 6:33.
Los oyentes de las palabras de Cristo seguían aguardando
ansiosamente algún anuncio del reino terrenal.
Mientras Jesús les ofrecía los tesoros del cielo, la pregunta que
preocupaba a muchos era:
¿Cómo podrá mejorar nuestra perspectiva en el mundo
una relación con él?
Jesús les mostró que al hacer de las cosas mundanales su
anhelo supremo, se parecían a las naciones paganas que los rodeaban, pues
vivían como si no hubiera Dios que cuidase tiernamente a sus criaturas.
"Porque
todas estas cosas buscan las gentes del mundo", *Lucas
12:30.
dice Jesús. "Vuestro Padre celestial sabe que tenéis
necesidad de todas estas cosas. Mas
buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas".
He venido para
abriros el reino de amor, de justicia y de paz. Abrid el corazón para recibir este reino, y dedicad a su servicio vuestro
más alto interés. Aunque es un reino
espiritual, no temáis que vuestras necesidades temporales sean
desatendidas. Si os entregáis al
servicio de Dios, el que es todopoderoso en el cielo y en la tierra proveerá
todo cuanto necesitéis.
Cristo no nos exime de la necesidad de esforzarnos, pero
nos enseña que en todo le hemos de dar a él el primer lugar, el último y el
mejor. No debemos ocuparnos en ningún negocio ni buscar placer alguno que
pueda impedir el desarrollo de su justicia en nuestro carácter y en nuestra
vida.
Cuanto hagamos debe hacerse
sinceramente, como para el Señor.
Mientras vivió en la tierra, Jesús dignificó la vida en
todos sus detalles al recordar a los hombres la gloria de Dios y someterlo todo
a la voluntad de su Padre. Si seguimos
su ejemplo, nos asegura que todas las cosas necesarias: nos "serán
añadidas". Pobreza o riqueza,
enfermedad o salud, simpleza o sabiduría, todo queda atendido en la promesa de
su gracia.
El brazo eterno de
Dios rodea al alma que, por débil que sea, se vuelve a él buscando ayuda.
Las cosas preciosas de los collados
perecerán; pero el alma que vive para Dios 85 permanecerá con él.
"El mundo pasa, y sus deseos, pero el
que hace la voluntad de Dios permanece para siempre".
La ciudad de Dios abrirá sus puertas de oro
para recibir a aquel que durante su permanencia en la tierra aprendió a confiar
en Dios para obtener dirección y sabiduría, consuelo y esperanza, en medio de
las pérdidas y las penas. Los cantos de
los ángeles le darán la bienvenida allá, y para él dará frutos el árbol de la
vida.
"Los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se
apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo
Jehová, el que tiene misericordia de ti". *1 Juan 2:17; Isaías 54:10.
10. "NO OS AFANÉIS POR EL DÍA DE MAÑANA... BASTA A CADA DÍA SU
PROPIO MAL." MT. 6:34.
Si os habéis
entregado a Dios, para hacer su obra -dice Jesús-, no os preocupéis por el día
de mañana. Aquel a quien servís percibe
el fin desde el principio. Lo que
sucederá mañana,
aunque esté oculto a vuestros ojos, es claro para el ojo del
Omnipotente.
Cuando nosotros
mismos nos encargamos de manejar las cosas que nos conciernen, confiando en
nuestra propia sabiduría para salir
airosos, asumimos una carga que él no nos ha dado, y tratamos de llevarla en su
ayuda. Nos imponemos la responsabilidad
que pertenece a Dios y así nos colocamos en su lugar. Con razón podemos entonces sentir ansiedad y
esperar peligros
y pérdidas, que seguramente nos sobrevendrán.
Cuando creamos realmente que Dios nos ama y
quiere ayudarnos, dejaremos de acongojarnos por el futuro. Confiaremos en Dios así como un niño confía
en un padre amante. Entonces
desaparecerán todos nuestros tormentos y dificultades; porque nuestra voluntad
quedará absorbida por la voluntad de Dios.
Cristo no nos ha
prometido ayuda para llevar hoy las cargas de mañana.
Ha dicho: "Bástate
mi gracia"; *2 Cortntios 12:9, pero su gracia se da diariamente, así
como el maná en el desierto, para la
necesidad cotidiana. Como los millares
de Israel en su peregrinación, podemos hallar el pan celestial para la
necesidad del día. 86
Solamente un día es
nuestro, y en él hemos de vivir para Dios. Por ese solo día, mediante el servicio consagrado, hemos, de confiar en
la mano de Cristo todos nuestros planes y propósitos,
depositando en él todas
las cuitas, porque él cuida de nosotros.
"Yo sé los pensamientos que
tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para
daros el fin que esperáis". "En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza
será vuestra fortaleza". *Jeremías
29:11; Isaias 30:15.
Si buscamos a Dios y
nos convertimos cada día; si voluntariamente escogemos ser libres y felices en
Dios; si con alegría en el corazón respondemos a su llamamiento y llevamos el
yugo de Cristo que es yugo de obediencia y de servicio, todas nuestras
murmuraciones serán acalladas, todas las dificultades se alejarán, y quedarán
resueltos todos los problemas complejos que ahora 87 nos acongojan.
El Discurso Maestro De
Jesucristo (EGW). 69-87 MHP
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