lunes, marzo 01, 2010

SECCIÓN III. LA ALIMENTACIÓN Y LA SALUD.


*RELACIÓN DE LA ALIMENTACIÓN CON LA SALUD Y LA MORALIDAD*
Se nos ha concedido sólo una vida y cada uno debiera preguntarse: "¿Cómo puedo glorificar a Dios y beneficiar a mis semejantes?" Porque la vida tiene valor únicamente si se la usa para alcanzar estos fines.

El desarrollo propio es un deber.
El autodesarrollo es nuestra primera responsabilidad para con Dios y nuestros semejantes. Toda facultad que el Creador nos ha concedido, debe ser desarrollada hasta alcanzar la plenitud de su capacidad, de tal manera que podamos realizar el mayor bien posible. Por lo tanto, el tiempo empleado en cultivar y preservar la salud física y mental está bien usado. No podemos darnos el lujo de impedir el crecimiento o debilitar ninguna función del cuerpo ni de la mente. De lo contrario tendremos que sufrir las consecuencias.
Todo hombre tiene la oportunidad, en gran medida, de elegir su propio destino. Las bendiciones de esta vida y también las del estado inmortal, se hallan a su alcance. Se puede edificar un carácter sólido, y adquirir mayor fortaleza a cada paso del camino. Es posible avanzar diariamente en sabiduría y conocimiento, y descubrir nuevas delicias al progresar, añadiendo virtud sobre virtud, gracia sobre gracia. Las facultades mejorarán con el uso; mientras más sabiduría se obtenga, más aumentará la capacidad de aprendizaje. La inteligencia, el conocimiento y la virtud cobrarán mayor fortaleza y perfecta simetría. 107
Por otra parte, el hombre también puede permitir que sus talentos se enmohezcan por falta de uso, o que los malos hábitos los perviertan, y los corrompa la falta de dominio propio y de fortaleza moral y religiosa. Entonces su trayectoria será descendente; desobedecerá la ley de Dios y las leyes de la salud. El apetito lo dominará y se dejará llevar por sus inclinaciones. Le resultará más fácil permitir que los poderes del mal, que siempre están activos, lo arrastren, que batallar contra ellos e ir hacia adelante. La disipación, le enfermedad y la muerte vendrán como consecuencia. Esta es la historia de muchas vidas que habrían podido ser de gran utilidad en la causa de Dios y de la humanidad.


La Tentación Del Apetito.
Una de las tentaciones más fuertes que el hombre tiene que soportar es la del apetito. En el principio el Señor creó al hombre perfecto. Fue creado con una mente perfectamente balanceada, y todos sus órganos estados desarrollados armoniosamente, tanto en tamaño como en fuerza. Pero debido a las seducciones del astuto enemigo, la prohibición de Dios fue desobedecida y las leyes de la naturaleza produjeron todo el castigo de su transgresión.
A Adán y Eva se les permitió comer de todos los árboles de su hogar edénico, con excepción de uno. El Señor dijo a la santa pareja: El día que coman del árbol del bien y del mal, ciertamente morirán. Eva fue seducida por la serpiente y creyó que Dios no actuaría con ellos como había dicho. Ella comió, y creyendo que experimentaría una sensación de vida nueva y más exaltada, llevó el fruto a su esposo. La serpiente había dicho que no morirían, y Eva no sintió ningún malestar al comer la fruta, nada que pudiera considerar como muerte; al contrario, experimentó una sensación agradable, lo cual imaginó ser lo que los ángeles sentían.
Aunque la acción de Eva era contraria al mandato explícito de Jehová, Adán mismo fue seducido por ella. 108
Tal es el caso aún en el mundo religioso. Los mandatos expresos de Dios se transgreden y "por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal". (Eclesiastés 8: 11). Hay hombres y mujeres que seguirán sus propias inclinaciones, aún frente a las más claras órdenes de Dios y luego se atreverán a orar sobre el asunto pidiéndole a Dios que les permita continuar en dirección contraria a su voluntad. Satanás se acerca a tales personas, tal como lo hizo con Eva en el Edén, y ejerce su influencia sobre ellas. Porque experimentan ciertas emociones, estas personas creen estar teniendo una maravillosa experiencia con Dios. Pero una experiencia verdadera estará en armonía con las leyes naturales y divinas; la experiencia falsa es contraria a las leyes de la vida y los preceptos de Jehová.

El Apetito Controla A Los Antediluvianos.
Desde la primera derrota frente al apetito la humanidad se ha vuelto más y más complaciente, hasta que la salud ha sido sacrificada sobre los altares del apetito. Los habitantes del mundo antediluviano eran intemperantes en la comida y la bebida. Consumían carne a pesar de que en ese tiempo Dios todavía no había dado permiso al hombre para alimentarse de animales. Continuaron su forma pervertida de comer y beber hasta que la complacencia de sus apetitos depravados no tuvo límite; tanta fue su corrupción que Dios no pudo soportar más. Su copa de iniquidad estaba colmada y Dios purificó la tierra de su contaminación moral mediante el diluvio.


Intemperancia Después Del Diluvio.
Al multiplicarse los hombres sobre la faz de la tierra después del diluvio, nuevamente se olvidaron de Dios y corrompieron sus caminos delante de él. Aumentó la intemperancia en todas sus formas, hasta que casi todo el mundo 109 había caído en sus garras. Hay ciudades enteras que han sido barridas de sobre la faz de la tierra por sus crímenes perversos y por la iniquidad que las convirtió en manchas sobre el inmaculado campo de las obras creadas por Dios. La gratificación de los apetitos pervertidos condujo a los hombres a los pecados que causaron la destrucción de Sodoma y Gomorra. Dios señala la glotonería y la embriaguez como la causa de la caída de Babilonia. La indulgencia del apetito y las pasiones fueron la base de todos sus pecados.


La Experiencia De Esaú.
Esaú deseaba insistentemente un tipo de comida especial, y había complacido su apetito por tanto tiempo, que no vio la necesidad de rehusar el platillo tentador. Permitió que su imaginación acariciara ese platillo hasta que el poder del apetito arrasó toda otra consideración y lo controló. Pensó que sufriría grandes inconvenientes y probablemente moriría si no conseguía ese guisado particular. Mientras más lo pensaba, más se fortalecía su deseo, hasta que la primogenitura perdió su valor y santidad ante sus ojos y la cambió por un plato de lentejas. Esaú pensó que podía disponer de su primogenitura a su antojo pero cuando trató de recuperarla, aun a base de gran sacrificio, sus esfuerzos fueron inútiles. Entonces se arrepintió amargamente de su impulsividad, su tontería, su locura; pero todo fue en vano. Había considerado su bendición muy livianamente y el Señor se la quitó para siempre.


Israel Deseó Las Ollas De Egipto.
Cuando el Dios de Israel sacó a su pueblo de Egipto, les quitó la carne de su alimentación, pero les proveyó pan del cielo y agua de la roca. Pero no se satisficieron con esto. Aborrecieron la comida que se les dio y desearon estar de regreso en Egipto, donde podían disfrutar de las ollas de 110 carne. Prefirieron soportar la esclavitud, y aun la muerte, con tal de que no se los privara de la carne. Dios les concedió su deseo y los dejó comer carne hasta que su glotonería produjo una plaga de la cual murieron muchos de ellos.
Se puede citar ejemplo tras ejemplo para mostrar los efectos que produce el dejarse dominar por el apetito. A nuestros primeros padres les pareció asunto de poca importancia la transgresión del mandamiento de Dios referente a no comer de un árbol que era tan bello en apariencia y cuyo fruto tenía un sabor tan agradable, pero quebrantaron su alianza con Dios y abrieron las puertas a un diluvio de culpabilidad y calamidad que inundó al mundo.


La Intemperancia Y El Crimen.
El crimen y la enfermedad han ido en aumento con cada generación. La intemperancia en el comer y el beber, y la indulgencia de las bajas pasiones han embotado las más nobles facultades del hombre.  La razón, en vez de dominar, ha sido esclava del apetito en forma alarmante. El apetito creciente por comidas elaboradas se ha complacido hasta que se ha hecho costumbre atiborrar el estómago con toda clase de platillos. El apetito se satisface sin medida en las fiestas de placer. A altas horas de la noche se sirven meriendas sazonadas y cenas compuestas de carnes condimentadas con salsas pesadas, pasteles, helados, te, café, etc. No es de sorprenderse que la gente que practica este tipo de alimentación sea de complexión pálida y sufra de trastornos digestivos.

La naturaleza emitirá su voz de protesta en contra de toda transgresión de las leyes de la vida.
Soporta los abusos hasta cierto límite pero la retribución finalmente llega y se deja sentir sobre las facultades físicas y mentales. Y estos efectos negativos no terminan con el transgresor, sino que las consecuencias de su indulgencia son visibles en su descendencia, y así la maldad se transmite de generación a generación. 111


Nuestra Juventud Carece De Control  Propio.
Los jóvenes de la actualidad son un índice seguro del futuro de la sociedad; 
y al observarlos, ¿qué podemos esperar del futuro?  
La mayoría prefiere las diversiones antes que el trabajo. Les falta valor moral para negarse a sí mismos y responder al llamado del deber. Carecen de control propio y se dejan dominar por la ira ante la más leve provocación. 

Muchos viven sin principios y son insensibles a los dictados de su conciencia; y con sus hábitos de ocio y derroche se apresuran a participar en toda suerte de vicios y de este modo corrompen la sociedad, convirtiendo a nuestro mundo en una segunda  Sodoma. 
  Si los apetitos y las pasiones estuvieran bajo el control de la razón y la religión nuestra sociedad ofrecería un aspecto completamente diferente. Nunca fue el deseo de Dios que las condiciones actuales existieran. Se han producido debido a la flagrante violación de las leyes de la naturaleza.

El carácter se forma en gran medida durante los primeros años de la existencia. Los hábitos establecidos en la infancia tienen mayor influencia que cualquier don natural en la formación de hombres de gran intelecto o de enanos intelectuales porque los hábitos incorrectos pueden distorsionar y debilitar los mejores talentos. Mientras más temprano en la vida una persona adopte hábitos dañinos, más firmemente será dominada por ellos y más ciertamente afectarán su espiritualidad. 

Al contrario si se forman hábitos correctos y virtuosos en la juventud generalmente marcarán el rumbo de la vida de quien los posee. En la mayoría de los casos se encontrará que las personas que temen a Dios y hacen lo correcto en sus años ulteriores, aprendieron esa lección antes que el mundo estampara su imagen de pecado en el alma. Los de edad madura generalmente son tan insensibles a nuevas impresiones como la roca endurecida; pero la juventud es impresionable. Este es el tiempo para adquirir 112 los conocimientos que se practicarán diariamente a través de la vida; durante estos años se puede formar fácilmente un carácter correcto; es la época para establecer buenos hábitos, y adquirir y mantener la capacidad del dominio propio. La juventud es el tiempo de la siembra, y la semilla sembrada determina la cosecha para esta vida y la venidera.


La Responsabilidad De Los Padres.
El primer objetivo de los padres consistirá en la adquisición de conocimientos relativos a la forma correcta de criar a sus hijos, de tal manera que puedan asegurarles cuerpos y mentes sanos. Se deben practicar los principios de la temperancia en todos los detalles de la vida hogareña.
La negación del yo debe ser enseñada a los hijos y practicada en forma consistente desde la niñez. Enséñeseles a los pequeños que deben comer para vivir y no vivir para comer; que el apetito debe ser controlado por la voluntad y que la voluntad debe ser controlada por un raciocinio inteligente y sereno.
Si los padres han transmitido a sus hijos tendencias que hacen más difícil la labor de educarlos de manera que sean estrictamente temperantes, y que cultiven hábitos puros y virtuosos, ¡cuán solemne es su responsabilidad de contrarrestar esas tendencias recurriendo a todos los medios a su alcance! Con cuánta diligencia debieran luchar para cumplir con su deber hacia sus desafortunados hijos. A los padres se les ha confiado el sagrado deber de salvaguardar la condición física y moral de sus hijos. Las personas que gratifican el apetito de un niño y no le enseñan a controlar sus pasiones, podrán ver después en el esclavo del tabaco, o el bebedor de licor, con los sentidos adormecidos y cuyos labios pronuncian falsedad y profanidad, el terrible error que han cometido.
Es imposible que quienes dan rienda suelta al apetito, alcancen la perfección cristiana. Las sensibilidades morales 113 de los hijos no pueden ser despertadas fácilmente a menos que se ejerza cuidado en la selección de sus alimentos. 

Muchas madres sirven una mesa que constituye una verdadera trampa para la familia. Carnes, mantequilla, queso, pasteles de difícil digestión, comidas condimentadas y aliños son ingeridos igualmente por viejos y jóvenes. Estas cosas realizan su labor de perturbar el estómago, excitar los nervios y debilitar el intelecto. Los órganos productores de sangre no pueden convertir tales comidas en buena sangre. La grasa cocinada en los alimentos dificulta la digestión. El efecto del queso es dañino. El pan de harina refinada no imparte al sistema los nutrientes que se encuentran en el pan de harina integral. Su uso regular no mantendrá al sistema en óptimas condiciones. Las especias irritan la delicada mucosa del estómago y destruyen su sensibilidad. La sangre se afiebra, y las propensiones animales se despiertan, mientras que las facultades morales e intelectuales se debilitan y llegan a ser dominadas por las más bajas pasiones.  La madre debiera aprender a presentar una alimentación sencilla, a la vez que nutritiva, ante su familia. Dios ha provisto al hombre suficientes medios para la satisfacción de un apetito no pervertido; y le ha concedido los productos de la tierra: una abundante variedad de alimentos agradables al paladar y nutritivos para el organismo. Nuestro bondadoso Padre celestial dice que podemos comer libremente de éstos. Las frutas y los granos y vegetales, preparados de una manera sencilla, sin especias ni grasa de ninguna clase, complementados con leche o crema, constituyen el régimen más saludable. Imparten alimento al cuerpo y proporcionan poder de resistencia y vigor del intelecto, no producidos por un régimen estimulante.


Los Peligros De Comer Carne.
Las personas que consumen carne en abundancia no siempre poseen un cerebro despejado y un intelecto activo, 114 porque el consumo de carne tiende a causar gordura y entorpece las más finas sensibilidades de la mente. La propensión a las enfermedades se ve aumentada con el consumo de carne. No dudamos al decir que la carne no es esencial para mantener la salud y el vigor.
Los que viven con un régimen mayormente a base de carne no pueden evitar consumir de vez en cuando carnes enfermas en mayor o menor grado. En muchos casos el proceso de preparar los animales para el mercado produce condiciones insalubres. Los cuerpos de estos animales alejados de la luz y del aire puro obligados a respirar la atmósfera de establos sucios, pronto se contaminan con materia en descomposición, y cuando esa carne es ingerida por los seres humanos corrompe la sangre y produce enfermedad. Si la persona ya tenía sangre impura. esta condición se verá grandemente empeorada. Pero son pocos los que pueden ser convencidos de que fue la carne lo que envenenó su sangre y ocasionó su sufrimiento. Muchos mueren de enfermedades causadas directamente por el consumo de carne, pero rara vez se sospecha que ésta sea la causa. Algunos no perciben los efectos inmediatamente, pero esto no es evidencia de que no produce daño. En efecto, la carne puede estar dañando el organismo sin que la víctima lo note.
Aunque el puerco es uno de los artículos más comunes en la alimentación de muchos es uno de los más dañinos. Dios no prohibió a los hebreos que se abstuvieran de comer puerco sólo con el propósito de mostrar su autoridad, sino porque no es un artículo adecuado para consumo humano. Dios no creó al puerco para ser comido bajo ninguna circunstancia. Es imposible que la carne de cualquier criatura sea saludable cuando su elemento natural es la inmundicia y se alimenta de toda cosa detestable.
El propósito principal del hombre no es la gratificación de su apetito. Hay necesidades físicas que deben ser 115 satisfechas; pero ¿es necesario que el ser humano sea dominado por el apetito debido a esto? ¿Será que personas que desean ser santas, puras y perfectas, para que se las pueda presentar ante la sociedad de los ángeles celestiales, continuarán quitándole la vida a las criaturas de Dios para disfrutar de su carne como un lujo? El Señor me ha mostrado que este orden de cosas cambiará y que el pueblo peculiar de Dios ejercerá temperancia en todas las cosas.


La Preparación Correcta De Los Alimentos Es Un Deber.
Ciertas personas parecen pensar que cualquier cosa que se coma se pierde, que cualquier cosa comida para llenar el estómago, será del mismo beneficio que el alimento preparado inteligentemente y con cuidado. Pero es importante disfrutar del alimento que se come. Si no lo hacemos y sólo comemos mecánicamente, no recibiremos la nutrición apropiada. Nuestros cuerpos están constituidos de lo que comemos; y para formar tejidos de buena calidad, debemos ingerir alimentos apropiados y preparados con tal habilidad que se adapten mejor a las necesidades del organismo. Los que cocinan tienen el sagrado deber de aprender a preparar los alimentos de diferentes formas, de modo que sean al mismo tiempo saludables y agradables al paladar. Los métodos incorrectos de preparar alimentos han causado el desgaste de la energía vital de miles. Debido a esto se pierden más almas de lo que muchos se percatan. Esta falta trastorna el organismo y produce enfermedad. En tales condiciones no se pueden discernir con claridad los asuntos celestiales.
Algunos no aceptan que la preparación apropiada de los alimentos constituya un deber sagrado. Debido a esto no se esfuerzan por aprender. Dejan que el pan se fermente antes de hornearlo, y el bicarbonato de sodio que le añaden para remediar el descuido de la cocinera, lo hace totalmente inadecuado para el estómago humano. Se requieren conocimientos 116 y esmero para hacer buen pan. Pero hay más religión en un buen pan de lo que muchos piensan. El alimento puede ser preparado sencilla y saludablemente, pero se requiere habilidad para hacerlo nutritivo y a la vez agradable al paladar. Para aprender a cocinar, las mujeres deben estudiar, y practicar pacientemente lo aprendido. La gente sufre porque no se han tomado la molestia de aprender. A ellos les digo que es tiempo de despertar sus energías adormecidas y buscar conocimiento. No piensen que desperdician el tiempo al adquirir un conocimiento cabal y práctico en el arte de preparar alimentos saludables y agradables al paladar. No importa cuánta experiencia tenga usted en la cocina, si todavía tiene la responsabilidad de una familia, es su deber aprender a cuidar de ellos adecuadamente. Si es necesario, vaya con una buena cocinera y póngase bajo su instrucción hasta que domine el arte.


Los Malos Hábitos En El Comer Destruyen La Salud.
Los malos hábitos en el comer y el beber destruyen la salud y con ello, la dulzura de la vida. ¡Oh, cuántas veces una buena comida, como se la denomina, se ha consumido en detrimento del sueño y el descanso! Miles, por satisfacer un apetito pervertido, han contraído fiebres u otras enfermedades graves que les han acarreado la muerte. Esos deleites fueron adquiridos a un costo demasiado elevado.
No porque sea incorrecto comer para gratificar un gusto pervertido, debemos ser indiferentes en lo que se refiere a nuestra alimentación. Es un asunto de vital importancia. Nadie debería adoptar un régimen empobrecido. Muchos se hallan debilitados por la enfermedad y necesitan alimentos nutritivos y bien cocinados. Los reformadores de la salud especialmente, deberían evitar cuidadosamente los extremos. El cuerpo necesita ingerir alimento en cantidad suficiente. El Dios que concede el sueño a sus amados, también los ha provisto con alimentos apropiados para mantener el organismo saludable. 117
Muchos ignoran la luz y el conocimiento y sacrifican los principios por ceder al paladar. Comen cuando el organismo no necesita alimentos y lo hacen a intervalos irregulares, porque carecen de fortaleza moral para resistir la inclinación. Como resultado, el estómago recargado se rebela y sólo se produce sufrimiento. La regularidad en el comer es muy importante para la salud de cuerpo y la estabilidad de la mente. Nunca debe ingerirse alimento entre comidas.

Comer Muy Frecuentemente Es Una Causa 
De Dispepsia.
Muchos se permiten la satisfacción del pernicioso deseo de comer justo antes de irse a la cama. Pueden haber ingerido sus alimentos regulares, pero porque experimentan una leve sensación de desfallecimiento piensan que deben tomar un bocadillo. La complacencia de estos deseos malsanos se convierte en un hábito y luego se siente que uno no puede ir a dormir sin comida. En muchos casos este aparente desfallecimiento es producido por los órganos digestivos que han sido sobrecargados durante el día y que tratan de deshacerse de la gran cantidad de alimentos que ha sido depositado en ellos. Estos órganos necesitan un período de descanso total para recobrar sus energías perdidas. Nunca se debe volver a comer antes que el estómago haya tenido la oportunidad de recuperarse después de haber digerido los alimentos. Cuando nos acostamos en la noche, el estómago debiera haber terminado su trabajo de tal manera que, lo mismo que todos los otros órganos del cuerpo, pueda descansar. Pero si se le echa más comida, los órganos digestivos se ponen en movimiento nuevamente y continúan funcionando durante las horas de la noche. Debido a esto el descanso se ve perturbado con pesadillas, y en la mañana la persona se siente fatigada. Cuando se continúa con esta práctica, los órganos digestivos pierden su vigor natural y la persona sufre de digestión difícil.  
 La 118 transgresión de las leyes de la naturaleza no afecta únicamente al transgresor, sino también a otros. 
 El transgresor manifiesta impaciencia y se irrita fácilmente con cualquiera que no está de acuerdo con él. No puede actuar ni hablar con calma. Proyecta una sombra dondequiera que va.  
Así que ¿cómo puede alguno decir: 
"Es negocio mío lo que yo coma o beba"?

Peligros Que Deben Evitarse.
Es posible comer inmoderadamente, aun cuando se trate de alimentos saludables. No es correcto pensar que sólo porque uno ha descartado el consumo de alimentos dañinos, puede comer la cantidad que se le antoje de alimentos sanos. Comer en demasía, no importa cuál sea la calidad de la comida, es nocivo para el organismo.
Muchos cometen el error de beber agua fría con los alimentos. Los alimentos no deben acompañarse con agua. Ingerida con las comidas, el agua disminuye la producción de saliva; y mientras más fría el agua, más daño le causa al estómago. El agua fría o una limonada fría ingerida con los alimentos retardará la digestión hasta que el organismo haya calentado suficientemente el estómago para que pueda llevar a cabo su labor. Mastique lentamente y permita que la saliva se mezcle con los alimentos.
Mientras mayor la cantidad de líquido ingerido con los alimentos, más difícil se torna la digestión, porque el líquido debe ser absorbido primeramente. Además, los líquidos diluyen los jugos gástricos y retardan así la acción digestiva. No consuma demasiada sal; renuncie a los encurtidos, absténgase de comidas picantes, consuma frutas con los alimentos y la irritación que produce tanta sed, desaparecerá. Pero si algo se necesita para calmar la sed, el agua pura es todo lo que la naturaleza requiere. Nunca tome té, café, cerveza, vino o licor. 119


COMA LENTAMENTE*
A fin de asegurar una digestión saludable, los alimentos deben ser comidos lentamente. Los que deseen evitar los trastornos digestivos. conscientes de su deber de mantener todas sus facultades en una condición tal que los capacite para rendir el mejor servicio a Dios, harán bien en recordar este hecho. Si su tiempo para comer es limitado, no trague la comida rápidamente, sino coma menos y mastique lentamente. El beneficio obtenido de los alimentos no depende tanto de la cantidad ingerida, como de su completa digestión; ni la gratificación del paladar depende tanto de la cantidad tragada, como del tiempo que permanece en la boca. La persona que experimenta alguna ansiedad o emoción, o se halla apresurada, haría bien en no comer hasta haberse tranquilizado, porque las facultades vitales, ya alteradas, no pueden abastecer los necesarios jugos digestivos. Muchos, cuando viajan mastican casi constantemente cualquier comestible a su alcance. Esta práctica es perniciosa. Si los viajeros comieran alimentos sencillos y nutritivos a horas regulares, no experimentarían tanto cansancio y se enfermarían menos.

La temperancia en todas las cosas es necesaria a fin de conservar la salud: 
temperancia en el trabajo y temperancia en la comida y la bebida.  

Nuestro Padre celestial nos dio la luz de la reforma de la salud a fin de protegernos contra los peligros de un apetito depravado, para que los que aman la pureza y la santidad puedan saber cómo usar con discreción todo lo bueno que Dios les ha provisto, y para que mediante el ejercicio cotidiano de la temperancia puedan ser santificados por la verdad.

En nuestros campamentos debemos tener alimentos nutritivos y saludables, preparados de manera sencilla. No debemos transformar estas ocasiones en banquetes. Si apreciamos las bendiciones de Dios, si nos alimentamos con el 120 Pan de Vida, no nos preocuparemos por gratificar los apetitos. Pregúntese cada uno: ¿Cómo está mi alma? Cuando ésta sea nuestra preocupación, experimentaremos un anhelo tan grande por el alimento espiritual, por algo que imparta fortaleza espiritual, que no nos quejaremos si los alimentos son sencillos.
Dios requiere que el cuerpo le sea ofrecido en sacrificio vivo, no en sacrificio muerto o decadente. Las ofrendas de los hebreos debían ser sin mancha, y  ¿será acaso agradable para Dios recibir un sacrificio humano lleno de enfermedad y corrupción? Él nos dice que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo; y nos pide que cuidemos de este templo de tal manera que sea una habitación adecuada para su Espíritu. El apóstol Pablo nos da esta admonición: "Porque comprados sois por precio; glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" (1 Corintios 6: 20). Todos deben esmerarse por conservar el cuerpo en la mejor condición física posible, para que puedan ofrecer a Dios un servicio perfecto y llevar a cabo sus deberes tanto en el seno de la familia como en la sociedad. 121


EL PODER DEL APETITO *
Una de las tentaciones más intensas que el hombre tenga que arrostrar se refiere al apetito. Entre la mente y el cuerpo hay una relación misteriosa y maravillosa. La primera reacciona sobre el último, y viceversa. Mantener el cuerpo en condición de buena salud para que desarrolle su fuerza, para que cada parte de la maquinaria viviente pueda obrar armoniosamente, debe ser el primer estudio de nuestra vida. Descuidar el cuerpo es descuidar la mente. No puede glorificar a Dios el hecho de que sus hijos tengan cuerpos enfermizos y mentes atrofiadas. Complacer el gusto a expensas de la salud es un perverso abuso de los sentidos. Los que participan de cualquier clase de intemperancia, sea en comer o beber, malgastan sus energías físicas y debilitan su poder moral. Experimentarán las consecuencias de la transgresión de la ley física.
El Redentor del mundo sabía que la complacencia del apetito produciría debilidad física y embotaría de tal manera los órganos de la percepción, que no discernirían las cosas sagradas y eternas. Cristo sabía que el mundo estaba entregado a la glotonería y que esta sensualidad pervertiría las facultades morales. Si la costumbre de complacer el apetito dominaba de tal manera a la especie que, a fin de romper su poder, el divino Hijo de Dios tuvo que ayunar casi seis semanas en favor del hombre, ¡qué obra confronta al cristiano para poder vencer como Cristo venció! El poder de la tentación al complacer el apetito pervertido puede medirse únicamente por la angustia indecible de Cristo en aquel largo ayuno en el desierto.
Cristo sabía que a fin de llevar a cabo con éxito el plan de salvación, debía comenzar la obra de redimir al hombre donde había comenzado la ruina. Adán cayó por satisfacer 122 el apetito.  A fin de enseñar al hombre su obligación de obedecer a la ley de Dios, Cristo empezó su obra de redención reformando los hábitos físicos del hombre. La decadencia de la virtud y la degeneración de la especie se deben principalmente a la complacencia del apetito pervertido.

Una Responsabilidad Solemne
A todos, especialmente a los predicadores que enseñan la verdad, incumbe la solemne responsabilidad de vencer en lo tocante al apetito Su utilidad sería mucho mayor si dominasen sus apetitos y pasiones; y sus facultades mentales y morales serían más vigorosas si ellos combinasen el trabajo físico con las actividades mentales. Combinando los hábitos de estricta temperancia con el trabajo mental y físico, lograrían hacer mucho más trabajo, y conservarían la claridad de la mente. Si siguiesen esta conducta, sus pensamientos y palabras fluirían más libremente, sus ejercicios religiosos serían más enérgicos y las impresiones hechas en sus oyentes serían más notables.  
La intemperancia en el comer, aunque se trate de alimentos de la debida calidad, tendrá una influencia agotadora sobre el organismo y embotará las emociones más sensibles y santas. La temperancia estricta en el comer y beber es altamente esencial para la sana conservación y el ejercicio vigoroso de todas las funciones del cuerpo. Los hábitos estrictamente temperantes, combinados con el ejercicio de los músculos tanto como de la mente, conservarán el vigor mental y físico y darán fuerza y resistencia a los que se dedican al ministerio, a los redactores y a todos los demás cuyos hábitos sean sedentarios. . .


Efectos De Los Alimentos Estimulantes
La intemperancia comienza en nuestras mesas, con el consumo de alimentos malsanos. Después de un tiempo, 123 por la complacencia continua del apetito, los órganos digestivos se debilitan y el alimento ingerido no satisface. Se establecen condiciones malsanas y se anhela ingerir alimentos más estimulantes. El té, el café y la carne producen un efecto inmediato. Bajo la influencia de estos venenos, el sistema nervioso se excita y, en algunos casos el intelecto parece vigorizado momentáneamente y la imaginación resulta más vívida.

Por el hecho de que estos estimulantes producen resultados pasajeros tan agradables, muchos piensan que los necesitan realmente y continúan consumiéndolos. Pero siempre hay una reacción. El sistema nervioso, habiendo sido estimulado indebidamente, obtuvo fuerzas de las reservas para su empleo inmediato. Todo este pasajero fortalecimiento del organismo va seguido de una depresión. En la misma proporción en que estos estimulantes vigorizan temporalmente el organismo, se producirá una pérdida de fuerzas de los órganos excitados después que el estímulo pasa. El apetito se acostumbra a desear algo más fuerte, lo cual tenderá a aumentar la sensación agradable, hasta que satisfacerlo llega a ser un hábito y de continuo se desean estimulantes más fuertes, como el tabaco, los vinos y licores. Cuanto más se complazca el apetito, tanto más frecuentes serán sus demandas, y más difícil dominarlo. Cuanto más se debilite el organismo y menos pueda pasarlo sin estimulantes antinaturales, tanto más aumentará la pasión por esas cosas, hasta que la voluntad quede avasallada y no tenga ya fuerza para negarse a satisfacer el deseo malsano.

La única conducta segura consiste en no tocar ni probar té, café, vino, tabaco, opio ni bebidas alcohólicas. La necesidad que tienen los hombres de esta generación de invocar en su ayuda el poder de la voluntad fortalecida por la gracia de Dios, a fin de no caer ante las tentaciones de Satanás, y resistir hasta la menor complacencia del apetito pervertido, es dos veces mayor hoy que hace algunas 124 generaciones. Pero la actual tiene menos dominio propio que las anteriores. Los que han complacido su apetencia por estos estimulantes han transmitido sus depravados apetitos y pasiones a sus hijos, y se requiere mayor poder moral para resistir la intemperancia en todas sus formas. La única conducta perfectamente segura consiste en colocarse firmemente de parte de la temperancia y no aventurarse en la senda del peligro.
El principal motivo que tuvo Cristo para soportar aquel largo ayuno en el desierto, fue enseñarnos la necesidad de la abnegación y la temperancia. Esta obra debe comenzar en nuestra mesa, y debe llevarse estrictamente a cabo en todas las circunstancias de la vida. El Redentor del mundo vino del cielo para ayudar al hombre en su debilidad, para que, con el poder que Jesús vino a traerle, lograra fortalecerse para vencer el apetito y la pasión, y pudiese ser vencedor en todo.

Muchos padres educan los gustos de sus hijos y forman su apetito. Les permiten comer carne y beber té y café. Los alimentos a base de carne y altamente sazonados, y el té y café, cuyo consumo algunas madres fomentan en sus hijos, los preparan para desear estimulantes más fuertes, como el tabaco. El uso de éste despierta el deseo de ingerir bebidas alcohólicas; y el consumo de tabaco y bebidas reduce invariablemente la energía nerviosa.

Si las sensibilidades morales de los cristianos se aguzaran en el tema de la temperancia en todas las cosas, podrían, por su ejemplo, y principiando en sus mesas, ayudar a los que tienen poco dominio propio, a los que son casi incapaces de resistir a las instancias de su apetito. Si pudiésemos comprender que los hábitos que adquirimos en esta vida afectarán nuestros intereses eternos, y que nuestro destino eterno depende de que nos habituemos a ser temperantes, lucharíamos para ser estrictamente temperantes en el comer y beber. Por nuestro ejemplo y esfuerzo 125 personales, podemos ser instrumentos para salvar a muchas almas de la degradación de la intemperancia, el crimen y la muerte. Nuestras hermanas pueden hacer mucho en la obra de la salvación de los demás, al poner sobre sus mesas únicamente alimentos sanos y nutritivos. Pueden dedicar su precioso tiempo a educar los gustos y apetitos de sus hijos, a hacerles adquirir hábitos de temperancia en todas las cosas, y a estimular la abnegación y la benevolencia para beneficio de los demás.

Los Resultados De La Indulgencia.
No obstante el ejemplo que Cristo nos dio en el desierto de la tentación al negarse a complacer el apetito y al vencer su poder, son muchas las madres cristianas que, por su ejemplo y por la educación que les dan a sus hijos, los están preparando para que lleguen a ser glotones y bebedores. Con frecuencia se permite a los niños que coman lo que prefieren y cuando quieren, sin tener en cuenta su salud. Son muchos los niños a quienes se educa desde su infancia para que lleguen a ser glotones. Por la complacencia del apetito, padecen de dispepsia desde su tierna infancia. La sensualidad y la intemperancia en el comer se desarrollan y fortalecen con el aumento de vigor. El poder mental y físico es sacrificado por la indulgencia de los padres.


LA FIDELIDAD EN LA PRÁCTICA DE LA REFORMA PRO SALUD *
Estoy encargada de dar a nuestra iglesia entera un mensaje tocante a la reforma pro salud; 
porque muchos han dejado de ser fieles a sus principios.
El propósito de Dios para sus hijos es que éstos alcancen a la medida de la estatura de hombre y mujeres perfectos en 126 Cristo Jesús. Para ello, deben hacer uso conveniente de todas las facultades de la mente, el alma y el cuerpo. No pueden derrochar ninguna de sus energías mentales o físicas.
El asunto de la conservación de la salud tiene una importancia capital. Al estudiar esta cuestión en el temor de Dios, aprenderemos que, para nuestro mejor desarrollo físico y espiritual, conviene que nos atengamos a un régimen alimentario sencillo. Estudiemos con paciencia esta cuestión. Para obrar atinadamente en este sentido, necesitamos conocimiento y discernimiento. Las leyes de la naturaleza existen, no para ser resistidas, sino acatadas.
Los que han recibido instrucciones acerca de los peligros del consumo de carne, té, café y alimentos demasiado condimentados o malsanos, y quieran hacer un pacto con Dios por sacrificio, no continuarán satisfaciendo sus apetitos con alimentos que saben son malsanos. Dios pide que los apetitos sean purificados y que se renuncie a las cosas que no son buenas. Esta obra debe ser hecha antes que su pueblo pueda estar delante de él como un pueblo perfecto.


La Responsabilidad Personal
El pueblo remanente de Dios debe ser un pueblo convertido. La presentación de este mensaje debe tener por resultado la conversión y santificación de las almas. El poder del Espíritu de Dios debe hacerse sentir en este movimiento. Poseemos un mensaje maravilloso y precioso; tiene una importancia capital para quien lo recibe, y debe ser proclamado con fuerte voz. Debemos creer con una fe firme y permanente que este mensaje irá cobrando siempre mayor importancia hasta la consumación de los tiempos.
Algunos profesos cristianos aceptan ciertas porciones de los Testimonios como un mensaje de Dios, pero rechazan las que condenan sus costumbres favoritas. Tales personas trabajan para su mengua y la de la iglesia. Es de todo punto 127 esencial que andemos en la luz mientras la tenemos. Los que diciendo creer en la reforma pro salud, niegan sus principios en la vida diaria, causan perjuicio a su alma y producen una impresión desfavorable en la mente de los creyentes y de los no creyentes.

Fortalecidos Por La Obediencia.
Una solemne responsabilidad descansa sobre los que tienen conocimiento de la verdad: la de velar para que sus obras correspondan a su fe, que su vida sea refinada y santificada, y que sean preparados para la obra que debe cumplirse rápidamente en el curso de estos últimos días del mensaje. No tienen ni tiempo ni fuerzas que gastar en la satisfacción de sus apetitos. Estas palabras debieran repercutir con fuerza ahora en nuestros oídos: "Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; pues que vendrán los tiempos de refrigerio de la presencia del Señor."(Hechos 3: 19.) A muchos de los nuestros les falta espiritualidad y se perderán a menos que se conviertan completamente. ¿Queréis arriesgaros a ello?
Muchos se privan de las ricas bendiciones de Dios por su orgullo y falta de fe. A menos que humillen sus corazones ante el Señor, muchos serán sorprendidos y chasqueados cuando resuene el grito: "He aquí, el esposo viene." (Mateo 25: 6.) Conocen la teoría de la verdad, mas no tienen aceite en sus vasos para sus lámparas. En este tiempo, nuestra fe no debe limitarse a un simple asentimiento, a una simple adhesión al mensaje del tercer ángel. Necesitamos el aceite de la gracia de Cristo para alimentar nuestras lámparas, hacer brillar la luz de la vida e indicar el camino a los que están en tinieblas.

Si no queremos tener una vida religiosa enfermiza, debemos, sin tardanza y con celo, trabajar para nuestra salvación con temor y temblor. Muchos no son en manera alguna fieles a sus votos bautismales. Su celo se ha enfriado por el 128 formalismo, los deseos mundanales, el orgullo y el egoísmo. Algunas veces están emocionados; pero no caen sobre la Roca, Cristo Jesús. 
No vienen a Dios con corazones quebrantados por el arrepentimiento y la confesión.  Aquellos en quienes se produce una verdadera conversión manifestarán los frutos del Espíritu en su vida.  Pluguiese a Dios que aquellos que tienen tan poca vida espiritual comprendieran que la vida eterna no puede otorgarse sino a quienes han llegado a ser participantes de la naturaleza divina, y han huido de la corrupción que reina en el mundo por la concupiscencia.

Sólo el poder de Cristo puede obrar, en el corazón y la mente, la transformación que deben experimentar todos los que quieran participar con él de la nueva vida, en el reino de los cielos. "El que no naciere otra vez ­dice el Salvador­ no puede ver el reino de Dios."(Juan 3: 3.) 
 La religión proveniente de Dios es la única que nos puede conducir a él. Para servirle convenientemente, es necesario haber nacido del Espíritu divino. Entonces seremos inducidos a velar. Nuestros corazones serán purificados, nuestras mentes renovadas, y recibiremos nuevas aptitudes para conocer y amar a Dios. Obedeceremos espontáneamente a todos sus requerimientos. En eso consiste el culto verdadero.

Dios exige que su pueblo progrese constantemente. Debemos aprender que la satisfacción de nuestros apetitos es el mayor obstáculo que se oponga a nuestro progreso intelectual y a la santificación del alma. No obstante todo lo que profesamos en lo que concierne a la reforma pro salud, algunos de entre nosotros se alimentan mal. El halago de los apetitos es la causa principal de la debilidad física y mental, del agotamiento y de las muertes prematuras. Toda persona que busca la pureza de la mente debe recordar que en Cristo hay un poder capaz de dominar los apetitos. 129


Los Alimentos A Base De Carne
Si pudiese beneficiarnos el satisfacer nuestro deseo de comer carne, no os dirigiría esta súplica; pero sé que ello es imposible. Los alimentos preparados a base de carne perjudican a la salud física, y debemos aprender a vivir sin ellos. Los que están en situación de poder seguir un régimen vegetariano, pero prefieren seguir sus propias inclinaciones en este asunto, comiendo y bebiendo como quieren, irán descuidando gradualmente la instrucción que el Señor ha dado tocante a otras fases de la verdad presente, perderán su percepción de lo que es verdad y segarán con toda seguridad lo que hayan sembrado.
Se me ha mostrado que no debe servirse a los alumnos de nuestros colegios carne ni otros productos reconocidos como dañinos para la salud. Ninguna cosa que pudiera hacer apetecer estimulantes debe ser colocada sobre la mesa. Al decirlo, me dirijo tanto a los jóvenes como a los adultos y a los ancianos. Absteneos de las cosas que puedan dañaros. Servid al Señor con sacrificio.

Los niños deben participar con inteligencia en esta obra. Todos somos miembros de la familia del Señor; y él quiere que sus hijos ancianos y jóvenes resuelvan sacrificar sus apetitos y economizar el dinero necesario para construir capillas y sostener a los misioneros.
Estoy comisionada para decir a los padres: Colocaos enteramente, alma y espíritu, del lado del Señor en este asunto. Debemos recordar en estos días de prueba que estamos en juicio delante del Señor del universo. ¿No renunciaréis a las costumbres que os causan daño? Las palabras valen poco; mostrad por vuestros actos de abnegación que queréis obedecer a las órdenes que el Señor da a su pueblo peculiar. Luego, colocad en la tesorería una parte del dinero economizado por medio de vuestro renunciamiento, y habrá recursos para proseguir la obra de Dios. 130

Algunos piensan que no pueden vivir sin comer carne; pero si quisieran ponerse de parte del Señor, decididos a andar resueltamente en la senda en que él nos ha guiado, recibirían fuerza y sabiduría como Daniel y sus compañeros.  Dios les daría entendimiento sano. Muchos se sorprenderían al ver cuánto podrían economizar para la causa de Dios mediante actos de renunciamiento.  Las sumitas ahorradas por actos de sacrificio contribuirán más para edificar la causa de Dios que las donaciones cuantiosas que no son el fruto de la abnegación.
 
Los adventistas del séptimo día transmiten verdades trascendentales. Hace más de cuarenta años que el Señor nos dio luces especiales sobre la reforma pro salud; pero, ¿cómo seguimos en esa luz? ¡Cuántos hay que han rehusado poner su vida en armonía con los consejos de Dios! Como pueblo, debiéramos realizar progresos proporcionales a la luz que hemos recibido. Es deber nuestro comprender y respetar los principios de la reforma pro salud. En el asunto de la temperancia, deberíamos dejar muy atrás a todos los demás; sin embargo, hay en nuestras iglesias miembros a quienes las instrucciones no han faltado, y hasta predicadores, que demuestran poco respeto por la luz que Dios nos ha dado tocante a este asunto. Comen según sus gustos y trabajan como mejor les parece.

Colóquense los maestros y directores de nuestra obra firmemente sobre el terreno bíblico en lo que se refiere a la reforma pro salud, y den un testimonio definido a los que creen que vivimos en los últimos tiempos de la historia de este mundo. Debe haber una línea de separación entre los que sirven a Dios y los que se complacen a sí mismos.
Se me ha mostrado que los principios que nos fueron dados en los primeros días de este mensaje no han perdido su importancia y debemos tenerlos en cuenta tan concienzudamente como entonces. Hay algunos que jamás han seguido la luz dada en cuanto al régimen. Ya es tiempo de 131 sacar la luz de debajo del almud para que resplandezca con toda su fuerza.

Los principios del sano vivir tienen una gran importancia para nosotros como individuos y como pueblo. Cuando me llegó el mensaje de la reforma pro salud, yo era débil y predispuesta a frecuentes desmayos. Suplicaba al Señor que me ayudara, y él me presentó el vasto plan de la reforma pro salud. Me mostró que los que guardan sus mandamientos deben entrar en una relación sagrada con él y, por la temperancia en el comer y el beber, guardar su mente y su cuerpo en las condiciones más favorables para servirle. Esta luz fue una gran bendición para mí. Me decidí en favor de la reforma pro salud sabiendo que el Señor me fortificaría. Actualmente, no obstante mi edad, gozo de mejor salud que cuando era joven.
Algunos aseveran que no he seguido los principios de la reforma pro salud conforme los ha preconizado mi pluma; pero puedo afirmar que he practicado fielmente dicha reforma. Los miembros de mi familia saben que ello es verdad.

"Todo a gloria de Dios"
No prescribimos un régimen definido, pero decimos que en los países donde abundan las frutas, los cereales y las nueces, la carne no es el alimento adecuado para el pueblo de Dios. Se me ha indicado que la carne propende a animalizar la naturaleza, a despojar a los hombres y mujeres del amor y la simpatía que debieran sentir por cada cual, y hace predominar las pasiones bajas sobre las facultades más elevadas del ser. Si el comer carne fue alguna vez saludable, no lo es ahora. Los cánceres y tumores y las enfermedades pulmonares se deben mayormente a la costumbre de comer carne.

No hacemos del consumo de la carne una condición para la admisión de los miembros, pero debiéramos considerar la influencia que ejercen sobre otros los creyentes profesos 132 que usan carne. Como mensajeros de Dios, ¿no diremos al pueblo: "Si pues coméis, o bebéis o hacéis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios"? (1 Corintios 10: 31).

 ¿No daremos un testimonio decidido contra la complacencia del apetito pervertido? 
¿Quiere cualquiera de los que son ministros del Evangelio y que proclaman la verdad más solemne que haya sido dada a los mortales, dar el ejemplo de volver a las ollas de Egipto? 
¿Quieren los que son sostenidos por el diezmo de la tesorería de Dios permitir que la gula envenene la corriente vital que fluye por sus venas? ¿Harán caso omiso de la luz y las amonestaciones 
que Dios les ha dado? 

La salud del cuerpo debe considerarse como esencial para el crecimiento en la gracia y la adquisición de un carácter templado. Si no se cuida debidamente el estómago, será trabada la formación de un carácter moral íntegro. El cerebro y los nervios están en relación íntima con el estómago. De los errores practicados en el comer y beber resultan pensamientos y hechos erróneos.
Todos somos probados en este tiempo. Hemos sido bautizados en Cristo; y si estamos dispuestos a separarnos de todo aquello que tienda a degradarnos y a hacernos lo que no debemos ser, recibiremos fuerza para crecer en Cristo, nuestra cabeza viviente, y veremos la salvación de Dios.

Sólo cuando demostremos ser inteligentes tocante a los principios de una vida sana, podremos discernir los males que resultan de un régimen alimentario impropio. 

Aquellos que, habiéndose impuesto de sus errores, tengan el valor de modificar sus costumbres, encontrarán que la reforma exige luchas y mucha perseverancia. Pero una vez que hayan adquirido gustos sanos, verán que el consumo de la carne, en el que antes no veían mal alguno, preparaba lenta pero seguramente la dispepsia y otras enfermedades.
Padres y madres, orad y velad. Guardaos mucho de la intemperancia en cualquiera de sus formas. Enseñad a vuestros hijos los principios de una verdadera reforma pro 133 salud. Enseñadles lo que deben evitar para conservar la salud. La ira de Dios ha comenzado ya a caer sobre los rebeldes. ¡Cuántos crímenes, cuántos pecados y prácticas inicuas se manifiestan por todas partes! Como denominación, debemos preservar con cuidado a nuestros hijos de toda compañía depravada.

Enseñemos Los Principios De La Salud.
Deben hacerse más esfuerzos para enseñar a la gente los principios de la reforma pro salud. Deberían instituirse clases culinarias para dar a las familias instrucciones tocante al arte de preparar alimentos sanos. Las personas jóvenes y las de edad adulta deberían aprender a cocinar con más sencillez. En todo lugar donde la verdad sea presentada, debe enseñarse a la gente a preparar alimentos de un modo sencillo a la vez que apetitoso. Debe demostrársele que un régimen nutritivo puede ser alcanzado sin hacer uso de la carne.
Enseñad a la gente que más vale prevenir que curar. Nuestros médicos, como sabios educadores, deberían prevenir a cada uno contra la satisfacción de apetitos desordenados y mostrar que el único medio de evitar la ruina del cuerpo y de la mente consiste en abstenerse de las cosas que Dios prohibió.
Se requiere mucho tacto y juicio para ordenar un régimen nutritivo destinado a reemplazar el que seguían antes las personas que aprenden a seguir la reforma pro salud. Se necesita fe en Dios, una voluntad firme y el deseo de ser útiles. Un régimen deficiente arroja descrédito sobre la reforma pro salud. Somos mortales, y debemos proveer a nuestros cuerpos una alimentación  fortificante.

Los Extremismos En La Alimentación
Algunos de nuestros miembros se abstienen concienzudamente de alimentos que no son higiénicos, pero no 134 suministran a su organismo los elementos que necesita para sustentarse. Los que llevan al extremo la reforma pro salud corren el riesgo de preparar alimentos insípidos y que no satisfagan. Los alimentos deben ser preparados de modo que sean apetitosos y nutritivos. No debe despojárselos de lo que nuestro organismo necesita. Yo hago uso de un poco de sal y siempre lo he hecho, porque la sal, lejos de ser nociva, es indispensable para la sangre. Las legumbres debieran hacerse más agradables aderezándolas con un poco de leche o crema, o su equivalente.
Si bien se han dado advertencias con relación a los peligros de enfermedad que derivan de la mantequilla y al mal que ocasiona el uso copioso de huevos por parte de las criaturas, no debe considerarse como violación de nuestros principios el consumo de huevos provenientes de gallinas bien cuidadas y convenientemente alimentadas. Los huevos contienen ciertos principios que obran eficazmente contra determinados venenos.

Algunos, al abstenerse de leche, huevos y mantequilla, no proveyeron a su cuerpo una alimentación adecuada y como consecuencia se han debilitado e incapacitado para el trabajo. De esta manera, la reforma pro salud ha sido desacreditada. La obra que nos hemos esforzado por levantar sólidamente se confunde con las extravagancias que Dios no ha ordenado, y las energías de la iglesia se ven estorbadas. Pero Dios intervendrá para contrarrestar los resultados de ideas tan extremistas. El propósito del Evangelio es reconciliar a la raza pecaminosa. Debe llevar a pobres y ricos a los pies de Jesús.

Llegará el tiempo cuando tal vez tengamos que dejar algunos de los alimentos que usamos ahora, como la leche, la crema y los huevos; pero no necesitamos crearnos dificultades por restricciones prematuras y exageradas. Esperemos que las circunstancias lo exijan y que el Señor prepare el camino. 135
Los que quieran proclamar con éxito los principios de la reforma pro salud deben tomar la Palabra de Dios como su guía y consejera. 
 Sólo procediendo así podrán ocupar una posición ventajosa. No contrarrestemos la reforma pro salud al no reemplazar por manjares sanos y agradables los alimentos nocivos que hemos abandonado. En manera alguna debe fomentarse el uso de estimulantes. Comamos solamente alimentos sencillos y sanos, y demos gracias a Dios constantemente por los principios de la reforma pro salud. Seamos fieles e íntegros en todas las cosas y alcanzaremos preciosas victorias.

Diferentes Regímenes En Diferentes Países.
Mientras combatimos la glotonería y la intemperancia, debemos tener en cuenta las condiciones a las que la familia humana está sujeta.   Dios ha suplido las necesidades de los que viven en las diferentes partes del mundo. Los que quieran colaborar con Dios deben reflexionar con cuidado antes de especificar qué alimentos deben consumirse o dejarse a un lado.   Es necesario tratar con las poblaciones. Si la reforma pro salud se enseñara en su forma extremada a los que no pueden adoptarla por las circunstancias especiales en que se encuentran, de ello resultaría más mal que bien.   Se me ha encargado que mientras predico el Evangelio a los pobres les aconseje que coman lo que es más nutritivo.   No puedo decirles: "No debéis comer huevos ni leche ni crema, no debéis usar mantequilla al preparar vuestros alimentos".   El Evangelio debe ser predicado a los pobres, pero todavía no ha llegado el momento de prescribir el régimen más estricto.

Una Palabra A Los Vacilantes.
Los predicadores que se sienten libres para satisfacer sus apetitos están lejos del ideal. Dios quiere que practiquen la reforma pro salud.   Quiere que adapten su vida a la luz que 136 nos dio a este respecto.   Me entristece ver que aquellos que debieran ser celosos por los principios de la salud no han aceptado todavía la manera correcta de vivir.   Ruego a Dios que les haga comprender que están sufriendo una gran pérdida.   Si las cosas fuesen lo que debieran ser entre las familias que componen la iglesia, podríamos duplicar nuestro trabajo en favor del Señor.

Para obtener y conservar la pureza, los adventistas del séptimo día deben tener el Espíritu Santo en sus corazones y en sus familias.  El Señor me ha mostrado que cuando el Israel de hoy se humille delante de él y quite toda inmundicia del templo de su alma, Dios escuchará sus oraciones en favor de los enfermos y dará eficacia a los remedios empleados contra la enfermedad.   Cuando el agente humano haga con fe cuanto pueda para combatir la enfermedad por los sencillos métodos de tratamiento que Dios indicó, el Señor bendecirá estos esfuerzos.

Si después de haberle sido dada tanta luz, el pueblo de Dios continúa fomentando sus malas costumbres y sigue complaciendo sus apetitos en oposición a la reforma, sufrirá las consecuencias inevitables de la transgresión.  
 Dios no salvará milagrosamente de las consecuencias de sus faltas a aquellos que están resueltos a satisfacer a toda costa su apetito pervertido. Les advirtió: "En dolor seréis sepultados" 
(Isaías 50: 11).
Los presuntuosos que dicen: "El Señor me ha sanado; no tengo necesidad de restringir mi alimentación; puedo comer y beber según me plazca", necesitarán muy pronto, en su cuerpo y en su alma, el poder sanador de Dios. El hecho de que el Señor os haya curado misericordiosamente no es una razón para pensar que podéis seguir las prácticas del mundo.  Obedeced a la orden que Cristo daba después de sus curaciones: "Vete, y no peques más" (Juan 8: 11). El apetito no debe ser vuestro dios.

El Señor prometió al antiguo Israel que lo preservaría de 137 todas las enfermedades con que había afligido a los egipcios, si tan sólo quería permanecer en él y hacer todo lo que le exigiera; pero su promesa tenía la obediencia por condición.  Si los israelitas hubiesen seguido las instrucciones dadas y sacado provecho de sus ventajas, hubiesen llegado a ser una lección objetiva para el mundo, por su salud y su prosperidad.  Los israelitas no realizaron el propósito divino y perdieron así las bendiciones que les eran reservadas.  Sin embargo, en José y en Daniel, en Moisés y en Elías, como en otros muchos casos, tenemos nobles ejemplos de los resultados que pueden obtenerse viviendo conforme a las verdaderas normas.  La misma fidelidad producirá hoy día los mismos resultados.  A nosotros se aplican estas palabras: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable" (1 Pedro 2: 9).

¡Cuán numerosos son los que se privan de las ricas bendiciones que Dios les reservaba en lo que se refiere a la salud y los dones espirituales! Muchas almas hay que luchan para alcanzar grandes victorias ya bendiciones especiales para poder cumplir grandes hechos.  para alcanzar su propósito, creen que es necesario agotarse en oraciones y lágrimas.  Cuando esas personas escudriñen las Escrituras con oración, para conocer la expresa voluntad de Dios, y luego la cumplan de todo corazón y sin ninguna reserva o complacencia propia, entonces hallarán descanso.  Sus angustias, sus lágrimas y sus luchas no les procurarán el descanso que anhelan.  Ellas deben hacer la entrega completa de su personalidad.  Deben hacer lo que les venga a mano, apropiándose la abundante gracia que Dios promete a los que oran con fe.
"Si alguno quiere venir en pos de mí ­dijo Jesús­, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame" (Lucas 9: 23). Sigamos al Salvador en su sencillez y abnegación. 138
Exaltemos al Hombre del Calvario por la palabra y por una vida santa.  El Señor se allega muy cerca de aquellos que se consagran a él.  Si hubo tiempo cuando fue necesario que el Espíritu de Dios obrase en nuestro corazón y en nuestra vida, es ahora. Aferrémonos a esta divina potencia para vivir una vida de santidad y abnegación.

Participante De La Naturaleza Divina.
Jesús confió en la sabiduría y fuerza de su Padre celestial.  Declara: "Jehová el Señor me ayudará; por tanto no he sido abochornado;... y que sé que no seré avergonzado.... He aquí que Jehová me ayudará".   Llamando la atención a su propio ejemplo, él nos dice: "¿Quién hay de entre vosotros que teme a Jehová,. . . que anda en tinieblas y no tiene luz? ¡Confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios!"

"Viene el príncipe de este mundo ­dice Jesús;­ mas no tiene nada en mí".  No había en él nada que respondiera a los sofismas de Satanás.  El no consintió en pecar.  Ni siquiera por un pensamiento cedió a la tentación.  Así también podemos hacer nosotros.  La humanidad de Cristo estaba unida con la divinidad.  Fue hecho idóneo para el conflicto mediante la permanencia del Espíritu Santo en él.  Y él vino para hacernos participantes de la naturaleza divina.  Mientras estemos unidos con él por la fe, el pecado no tendrá dominio sobre nosotros.  Dios extiende su mano para alcanzar la mano de nuestra fe y dirigirla a asirse de la divinidad de Cristo, a fin de que nuestro carácter pueda alcanzar la perfección.­ El Deseado de todas las gentes, págs. 98-99 (1898). 139


RESULTADOS DE RECHAZAR LA LUZ.
La enfermedad que ha visitado a muchas familias en .... no habría ocurrido si ellos hubieran obedecido la luz que Dios les ha dado. Lo mismo que el antiguo Israel, rechazaron la luz y no vieron la necesidad de restringir su apetito.  
Los hijos de Israel deseaban la carne y lo mismo que muchos en la actualidad, decían: "Sin carne, moriremos".  Dios les dio carne a los israelitas rebeldes, pero su maldición iba con ella. Miles de ellos murieron con la carne que tanto habían deseado aun entre sus dientes.  El ejemplo del antiguo Israel constituye una advertencia a no hacer lo que ellos hicieron... ¿Cómo podemos ser tan indiferentes, y escoger nuestro propio camino, para andar tras la vista de nuestros ojos, y apartarnos más y más de Dios como lo hicieron los hebreos? Dios no puede realizar grandes cosas en favor de su pueblo debido a la dureza de corazón y la incredulidad pecaminosa de ellos.

Dios no hace acepción de persona, pero en cada generación los que temen al Señor y obran píamente son aceptados por él, mientras que los murmuradores, incrédulos y rebeldes, no obtendrán su favor ni las bendiciones prometidas a los que aman la verdad y caminan en ella.  Los que han recibido la luz y no la siguen, hallarán que sus bendiciones se convertirán en maldiciones y sus misericordias en juicios.  Dios quisiera que aprendiéramos a ser humildes y obedientes al leer la historia del Israel antiguo, su pueblo escogido, pero que se destruyó a sí mismo al seguir sus propios caminos.­ 
Testimonies for the Church, tomo 3, págs. 171-172 (1872). 140

Fidelidad A Las Leyes De Salud.
Estoy convencida de que nadie necesita enfermarse en ocasión de un congreso, si observan las leyes de salud al preparar los alimentos.  Si no hacen tortas ni pasteles, sino que preparan sencillo pan de harina de trigo entero, y se alimentan de fruta, enlatada o seca. no necesitan enfermarse al prepararse para las reuniones, ni tampoco durante las reuniones.  Nadie debiera pasar todo el congreso sin alimentos calientes...

No es necesario que los hermanos y las hermanas se enfermen en el campamento.  Si se visten en forma adecuada, de acuerdo con el fresco de la mañana y de la noche, y son cuidadosos en cambiar su vestimenta de acuerdo con los cambios de temperatura para preservar una correcta circulación, y observan estrictamente la regularidad en el sueño y en la ingestión de alimentos sencillos, no comiendo nada entre comidas, no necesitan enfermarse... 

Los que han estado ocupados en duras faenas día tras día, ahora interrumpen su ejercicio; por lo tanto no debieran ingerir el promedio habitual de alimentos.  Si así lo hacen, recargarán el estómago.  Deseamos que las facultades del cerebro funcionen con vigor especial en estas reuniones y que estén en las condiciones más saludables para oír la verdad, apreciarla, y retenerla, para que otros puedan practicarla después de regresar de las reuniones.  Si el estómago está recargado con exceso de alimentos, aunque sean sencillos, la fuerza del cerebro se usará para ayudar a los órganos digestivos.  Hay una sensación de embotamiento en el cerebro.  Es casi imposible mantener los ojos abiertos.  Las mismas verdades que debieran oírse, comprenderse y practicarse se pierden completamente por causa del malestar o porque el cerebro está casi paralizado como consecuencia de la cantidad de alimentos ingeridos.­ Testimonies for the Church, tomo 2, págs. 602-603 (1871). 141


COCINA SANA
Muchos no lo consideran un deber, y por esta razón 
ni siquiera hacen un esfuerzo por cocinar su comida en forma apropiada.   
Esto se puede lograr en una forma tan sencilla, saludable y fácil, sin el uso de manteca, mantequilla o carne.  La pericia debe ir unida con la simplicidad.  para lograr esto, las mujeres deben leer, y luego con mucha paciencia deben emplear en la práctica lo que han leído.  Muchos sufren por no tomarse la molestia de hacer esto.  A los tales les digo: Es tiempo que despierten sus energías latentes y se pongan a leer.  Aprendan a cocinar con sencillez, y a la vez de tal manera que puedan lograr platillos sabrosos y saludables.

Puesto que es equivocado cocinar sólo para gratificar el gusto o el apetito, nadie debiera pensar que una dieta empobrecida es correcta.  Muchos están debilitados por la enfermedad y necesitan una dieta sustanciosa, nutritiva y bien cocinada.  Muchas veces encontramos que el pan integral nos cae pesado, no está bien cocido y tiene un sabor amargo.  Esto es el resultado de la falta de interés por aprender y por realizar bien la importante tarea de cocinar.  A veces encontramos unos bizcochos de harina gruesa, o bollos blandos, secos, a medio hornear, y otras cosas por el estilo.  Luego, algunas personas que cocinan les dirán que son muy hábiles en el estilo antiguo de cocinar, pero en realidad, a sus familias no les gusta el pan integral; y se morirían de hambre si lo tuvieran que comer como parte regular de su dieta.

Muchas veces me he dicho a mí misma que eso no me sorprende en lo más mínimo.  Es la forma de preparar los alimentos lo que los hace tan desabridos.  Tener que comer estos alimentos, seguramente produciría dispepsia. 142
Estas pobres personas que cocinan y los que tienen que comer sus platillos, podrán decir con toda seriedad que la reforma pro salud no les asienta bien.  El estómago no tiene la capacidad de transformar pan mal hecho, pesado y amargo, en buen pan; pero este tipo de pan, sí tiene el poder de convertir un estómago saludable a uno enfermo. Los que comen este tipo de alimento, saben que se están debilitando.  ¿Cuál será la razón? Algunas de estas personas se consideran reformadores de la salud, pero no lo son. No saben cocinar.  Preparan pasteles, papas y pan integral, pero todo es lo mismo. No hay variación, y no se fortalece el organismo.  Creen que es una pérdida de tiempo el dedicarse a obtener una experiencia más completa en la preparación de alimentos saludables y sabrosos.

Aprendan A Cocinar
Con frecuencia nuestras hermanas no saben cocinar.  A las tales quiero decirles: Yo iría a la mejor cocinera que se pudiera hallar en el país, y permanecería a su lado si fuese necesario durante semanas, hasta llegar a dominar el arte de preparar los alimentos, y ser una cocinera inteligente y hábil.  
Obraría así aunque tuviese cuarenta años de edad. Es vuestro deber saber cocinar, y lo es también enseñar a vuestras hijas a cocinar. Cuando les enseñáis el arte culinario, edificáis en derredor de ellas una barrera que las guardará de la insensatez y el vicio que de otra manera podría tentarlas.  Yo aprecio a mi costurera y a mi copista; pero mi cocinera, que sabe preparar el alimento que sostiene la vida y nutre el cerebro, los huesos y los músculos, ocupa el puesto más importante entre los ayudantes de mi familia.­ Testimonies for the Church, tomo 2, pág. 370 (1869). 143

UN TALENTO ESENCIAL
Es un deber religioso de los que se ocupan de la tarea de cocinar, aprender a preparar alimentos saludables en maneras diferentes, para que puedan ser ingeridos con gozo. Las madres deben enseñar a sus hijos a cocinar. ¿Cuál otro aspecto de la educación de una joven podría recibir tanta importancia como éste? 

La alimentación tiene que ver con la vida.  Los alimentos mal cocinados, escasos y empobrecidos, deterioran constantemente la sangre, al debilitar los órganos que la producen.  Es de suma importancia que se considere el arte culinario como una de las fases más importantes de la educación.  Existen pocas personas que realmente sean buenas cocineras.  Las jóvenes consideran que llegar a ser cocineras es como rebajarse a un oficio menor.  Esto no es así.  No observan el asunto desde el ángulo adecuado.  El conocimiento de cómo preparar alimentos saludables, especialmente pan, no es una ciencia cualquiera... 

Las señoritas deben ser instruidas concienzudamente en el arte de cocinar. Cualesquiera que sean las circunstancias por las cuales atraviesen en la vida, siempre podrán utilizar este conocimiento en forma práctica.  
Es una rama de la educación, con una influencia más directa sobre la vida humana, especialmente sobre la de nuestros seres queridos.  
 Muchas esposas y madres que no han tenido la educación correcta y carecen de habilidades culinarias, diariamente dan a sus familias alimentos mal preparados, que destruyen implacablemente los órganos digestivos, producen sangre de mala calidad y acarrean frecuentemente ataques agudos de enfermedades inflamatorias y causan una muerte prematura.

Muchos han descendido a la tumba por comer pan agrio y 144 pesado.  Se me relató el caso de una sirvienta que hizo pan agrio.  Como le quedó pesado, quiso deshacerse de él y ocultar el problema, de modo que les dio la masa a un par de puercos muy grandes. Al día siguiente el dueño de casa encontró a sus puercos muertos.  Entonces hizo algunas averiguaciones y la muchacha confesó lo que había hecho.  Nunca pensó en el efecto que tal pan tendría sobre los puercos.  Si un pan agrio pudo matar a los puercos, aunque estos animales son capaces de devorar víboras de cascabel y casi cualquier cosa detestable, ¿qué efecto tendrá sobre un órgano tan delicado, como el estómago humano? 

Cada niña y mujer cristiana tienen el deber sagrado de aprender inmediatamente a hacer buen pan, dulce y liviano, preparado con harina de trigo integral no refinada. Las madres deben llevar a sus hijas a la cocina desde una edad temprana y enseñarles el arte de cocinar.  

La madre no puede esperar que sus hijas comprendan los secretos de las artes domésticas sin educación.  Debe instruirlas pacientemente y con amor, haciendo el trabajo tan agradable como le sea posible, con un rostro alegre y palabras de aprobación.  Si fracasan una, dos o tres veces, no las debe censurar.  El desánimo ya ha comenzado y se sienten tentadas a decir:  "No vale la pena, no puedo hacerlo".  Este no es el momento de censurar.  

El fracaso ha hecho que su voluntad comience a debilitarse.  Necesitan el ánimo de palabras de esperanza y aliento, tales como: "No te preocupes por los errores que has hecho.  Estás aprendiendo y es de esperar que cometas errores.  Inténtalo de nuevo; concéntrate en lo que haces; sé cuidadosa y ciertamente aprenderás".
Muchas madres no se dan cuenta de la importancia de esta rama de conocimiento y en vez de preocuparse por instruir a sus hijos y soportar sus errores mientras aprenden, prefieren hacer el trabajo ellas mismas.  Cuando sus hijas cometen un error, las sacan de la cocina diciéndoles: "No vale la pena, tú no puedes hacer nada bien.  Me estorbas más de lo que me ayudas". 145

De esta manera los primeros esfuerzos de las que quieren aprender son rechazados y su interés y entusiasmo son enfriados de tal manera que temen intentar de nuevo, y tratarán de coser, tejer y limpiar casas pero nunca cocinar...

Las madres deben llevar consigo a sus hijas a la cocina y educarlas pacientemente.  

Su constitución física mejorará gracias a este trabajo; sus músculos se fortalecerán, y sus meditaciones serán más saludables y elevadas al final del día.  Podrán sentirse cansadas, pero ¡qué dulce es el descanso después de una cantidad adecuada de trabajo! El sueño, ese dulce restaurador de la naturaleza, vigorizará al cuerpo cansado y lo preparará para los deberes del día siguiente.  No les diga a sus hijos que no importa si trabajan o no.  Enséñeles que usted necesita de su ayuda, que su tiempo es de valor y que depende del trabajo de ellos.

Pan Perjudicial
A veces, durante mis ausencias de casa, sabía que el pan y el alimento en general que había sobre la mesa me iban a perjudicar; pero me veía obligada a comer un poco para sustentar la vida.  Es un pecado a los ojos del cielo ingerir tales alimentos.  He sufrido por falta de alimento apropiado.  para un estómago dispéptico, podéis colocar sobre vuestras mesas frutas de diferentes clases, pero no demasiadas en una comida.  De esta manera podéis tener variedad y alimentos de buen gusto, y después de comer os sentiréis bien...­ Testimonies for the Church, tomo 2, pág. 373 (1869).


Hay Que Cambiar El Régimen.
Las personas acostumbradas a complacer su apetito por la carne, las salsas muy sazonadas y una variedad de pasteles grasosos y conservas, no pueden disfrutar inmediatamente de un régimen nutritivo saludable y sencillo.  Tienen el 146 gusto tan pervertido que no apetecen una alimentación saludable compuesta de frutas, pan y vegetales.  No deben esperar que al principio sean capaces de disfrutar de alimentos tan diferentes de los que acostumbran consumir.  Si no pueden gustar de la comida sencilla, debieran ayunar hasta que lo logren.  Ese ayuno les será de mayor beneficio que la medicina, porque de ese modo el estómago recargado hallará el descanso que tanto necesitaba; el hambre verdadera puede ser satisfecha con una alimentación sencilla.

Le tomaría tiempo al paladar para recuperarse de los abusos a que ha sido sometido y recobrar su estado natural.  Pero la insistencia en el control del modo de comer y beber hará que los alimentos saludables y sencillos sean agradables al paladar y pronto serán ingeridos con mayor satisfacción de la que disfruta un gastrónomo al comer sus platillos suculentos.  Entonces el estómago no se verá afiebrado ni sobrecargado con carnes, sino que se mantendrá en condición saludable y realizará con facilidad su labor.  Esta obra de reforma no debe tardar.  Se necesita realizar un esfuerzo para conservar cuidadosamente la fortaleza de las facultades vitales, eliminando toda carga abrumadora.  Tal vez el estómago nunca recobre la salud, pero un régimen adecuado evitará una mayor debilidad y muchos se recuperarán parcialmente, a menos que hayan ido demasiado lejos en su autodestrucción por causa de la glotonería.

UNA COMBINACIÓN DAÑINA*
Acerca de la leche y el azúcar, diré lo siguiente: Conozco personas que se han asustado por la reforma pro salud, y han dicho que no querían saber nada de ella, porque hablaba contra el uso copioso de estas cosas.  Los cambios deben hacerse con gran cuidado; y debemos obrar cautelosa 147 y sabiamente.  Necesitamos seguir una conducta que nos recomiende a los hombres y mujeres inteligentes del país.  Las grandes cantidades de leche y azúcar ingeridas juntas son perjudiciales.  Comunican impurezas al organismo... 

El Azúcar Recarga El Organismo Y Estorba El Trabajo De La Máquina Viviente.
Hubo un caso en el Condado de Montcalm, Michigan, al que me voy a referir.  Esta persona era un hombre noble.  Medía un metro ochenta y tenía un aspecto agradable.  Me llamaron a visitarlo porque estaba enfermo.  Antes había conversado con él con respecto a su modo de vivir.  "No me gusta el aspecto de sus ojos," le dije.  Consumía grandes cantidades de azúcar.  Le pregunté por qué lo hacía.  Contestó que había abandonado la carne, y que no sabía qué otra cosa podía reemplazarla mejor que el azúcar.
Algunos de vosotros enviáis a vuestras hijas, que son casi mujeres, a la escuela a aprender ciencias antes de saber cocinar, cuando esto debiera ser considerado como de primera importancia.  He aquí una mujer que no sabía cocinar; no había aprendido cómo preparar comida saludable.  La esposa y madre era deficiente en este aspecto de su educación; y como resultado, como el alimento mal preparado no era suficiente para satisfacer las exigencias del organismo, se comía azúcar sin moderación, lo que enfermaba el organismo. . .

Cuando fui a ver a este hombre enfermo traté de explicarle del mejor modo posible cómo mejorar su situación, y pronto comenzó a sentirse mejor.  Pero imprudentemente se esforzó más allá de sus posibilidades, comió alimentos en poca cantidad pero de baja calidad, y se enfermó nuevamente.  Esta vez no hubo remedio.  Su organismo parecía una masa viviente de corrupción.  Murió víctima de una alimentación deficiente.  Trató de que el azúcar ocupara el lugar de la buena alimentación, y esto sólo empeoró las cosas. Con frecuencia me siento a las mesas de los hermanos y 148 veo que usan grandes cantidades de leche y azúcar.  Estas recargan el organismo, irritan los órganos digestivos y afectan el cerebro.  Cualquier cosa que estorba el movimiento activo del organismo, afecta muy directamente al cerebro.  Y por la luz que me ha sido dada, sé que el azúcar, cuando se usa copiosamente, es más perjudicial que la carne.

Alimentos Desabridos
Conozco familias que han cambiado de un régimen a base de carne a otro deficiente. Su alimento está tan mal preparado que repugna al estómago; y estas personas me han dicho que la reforma pro salud no les sienta bien, pues están perdiendo su fuerza física. Esta es una razón por la cual algunos no han tenido éxito en sus esfuerzos para simplificar su alimentación.  Siguen un régimen pobre.  Preparan sus alimentos sin esmero ni variación.  No debe haber muchas clases de alimentos en una comida, pero cada comida no debe estar compuesta invariablemente de las mismas clases de alimentos.  El alimento debe prepararse con sencillez, aunque en forma esmerada para que incite al apetito.

UNA DIETA EMPOBRECIDA*
He hablado de cuán importante es que la cantidad y la calidad de los alimentos estén estrictamente de acuerdo con las leyes de la salud.  Pero no quisiera recomendar un régimen alimentario empobrecido.  Se me ha mostrado que muchos adoptan una opinión errónea acerca de la reforma pro salud y siguen un régimen demasiado pobre. Se sustentan con alimentos baratos y de mala calidad, preparados sin 149 cuidado ni consideración por la nutrición del organismo.  Es importante que el alimento sea preparado con cuidado y que agrade al apetito no pervertido.  Debido a que por principio descartamos el uso de carne, mantequilla, pasteles de carne, especias, tocino y cosas que irritan el estómago y destruyen la salud, nunca debiera inculcarse la idea de que poco importa lo que comemos.

Hay quienes van a los extremos.  Según ellos, deben comer cierta cantidad precisa y de una calidad determinada, y limitarse a dos o tres cosas.  Permiten que se les sirva, tanto a ellos como a sus familiares, una pequeña cantidad de alimentos.  Al comer cantidades reducidas de alimento, que no son de la mejor calidad, no llevan al estómago lo que nutrirá eficazmente el organismo.  El alimento de mala calidad no puede convertirse en sangre buena.  Un alimento poco nutritivo empobrecerá la sangre. . .

Se me presentaron dos clases: Primero, los que no vivían de acuerdo con la luz que Dios les había dado... Hay muchos de vosotros que profesáis la verdad, que la habéis recibido porque otros así lo hicieron, y de ningún modo podríais dar razón de vuestra fe. Por esto sois tan débiles e inseguros.  En lugar de considerar vuestros motivos a la luz de la eternidad, en vez de tener un conocimiento práctico de los principios que sustentan vuestras acciones, en lugar de haber cavado vosotros mismos hasta el fondo y construido sobre el fundamento correcto, andáis a la luz de lo que otros hicieron.  Y fracasaréis en esto como habéis fracasado en la reforma pro salud.  Pero si os hubieseis guiado por principios esto no hubiera sucedido.

A algunos no les impresiona la necesidad de comer y beber para la gloria de Dios.  La satisfacción del apetito los afecta en todas las relaciones de la vida.  Ello se ve en sus familias, en la iglesia, en la reunión de oración y en la conducta de sus hijos.  Ha sido la maldición de sus vidas.  Es imposible hacerles comprender las verdades destinadas a estos 150 postreros días.  Dios ha provisto abundantemente para el sustento y la felicidad de todas sus criaturas; y si no se violasen sus leyes, y si todos obrasen en armonía con la voluntad divina, se experimentaría salud, paz y felicidad, en vez de miseria y malestar continuos.

Otra clase de personas que han adoptado la reforma pro salud son muy estrictas.  
 Toman una posición, y se mantienen empecinadamente en esa posición a toda ultranza...
Ingeridas como alimento las carnes perjudican la sangre.  Al cocinar carnes con muchos condimentos, y al comerlas con pasteles y tortas suculentas, se obtiene sangre de mala calidad.  El organismo está demasiado recargado para asimilar esa clase de alimentos. Los pasteles de carne y los encurtidos, que nunca debieran hallar cabida en un estómago humano, proporcionarán una sangre de pésima calidad. Y un alimento de mala clase, cocinado en forma impropia y en cantidad insuficiente, no puede formar buena sangre.  Los alimentos suculentos a base de carne y un régimen empobrecido producirán los mismos resultados.

EXTREMOS EN EL RÉGIMEN ALIMENTARIO*
Muchos de los conceptos observados por los adventistas del séptimo día difieren grandemente de los practicados por el mundo en general.  Los que predican una verdad impopular deben ser consecuentes en su propia vida.  No tratarán de ver cuán diferentes de los demás logran ser, sino cuánto pueden acercarse a quienes desean impresionar con el fin de ayudarlos a alcanzar blancos elevados.  Tal curso de acción recomendará a los demás las verdades que sostienen ellos mismos .

Los que predican una reforma de la alimentación, deben demostrar tan claramente como les sea posible las ventajas 151 de la higiene mediante lo que sirven en sus propias mesas.  Deben ejemplificar sus principios de tal manera que resulten llamativos para las mentes sinceras.

Hay muchos que rechazarán cualquier reforma, por muy razonable que sea, si restringe el apetito.  Estas personas consultan al paladar en lugar de la razón y las leyes de la salud.  Según ellos, todos los que se aparten del camino acostumbrado y defiendan la reforma, serán considerados radicales, aunque sigan un proceder consecuente.

Pero nadie debe permitir que la oposición y el ridículo lo hagan retroceder en la obra de la reforma o que lo impulsen a tomarla livianamente.  Quienes estén imbuidos del espíritu que actuó sobre Daniel, no serán orgullosos ni estrechos de mente, sino que decidirán ponerse firmemente del lado de lo correcto.  En todas sus asociaciones, ya sea con sus hermanos o con otros, no se apartarán de los principios, al mismo tiempo que mostrarán una paciencia similar a la de Cristo.  Cuando los que predican la reforma de la salud llevan las cosas al extremo, no se debe culpar a la gente si su posición los molesta.  A menudo este asunto trae oprobio sobre nuestra fe, y en muchos casos los testigos de tales demostraciones de inconsecuencia nunca más pueden ser convencidos de que hay algo bueno en la reforma.  Estos extremistas hacen más daño en unos cuantos meses que el bien que podrían realizar en toda una vida.  participan de una labor que a Satanás le encanta ver progresar...

No pensemos que es de poca importancia lo que se come, sólo porque por principio desechamos los alimentos que irritan el estómago y destruyen la salud.  Yo no recomiendo un régimen empobrecido.  Muchos que necesitan los beneficios de una vida saludable, y que debido a motivos de conciencia adoptan lo que consideran una alimentación sana, se engañan al suponer que un régimen de alimentación de acuerdo con los principios de la reforma de la salud consiste de una cantidad pequeña de alimento preparado sin un 152 cuidado minucioso, y constituido por pastas espesas de cereales cocidos y panecillos pesados.  Algunos usan leche con los cereales y les agregan una abundante cantidad de azúcar, pensando que así practican la reforma de la salud.  Pero el azúcar y la leche combinadas causan fermentación en el estómago y por lo tanto son dañinas.  El uso liberal de azúcar en cualquier forma tiende a congestionar el organismo y es causa frecuente de enfermedad.  Algunos piensan que deben limitarse a dos o tres diferentes tipos de alimentos.  Pero al consumir pequeñas cantidades de comida de mala calidad, no reciben la alimentación apropiada.

Existe verdadero sentido común en la reforma pro salud.  No toda la gente puede comer las mismas cosas.  Algunos alimentos, nutritivos y agradables al paladar de una persona, pueden ser dañinos para otra.  Hay quienes no pueden consumir leche, mientras que otros subsisten gracias a ella.  para algunos los frijoles y chícharos son saludables, mientras que otros no los pueden digerir.  Algunos estómagos son tan sensibles que no pueden digerir la harina no refinada.  Por eso, es imposible establecer una regla invariable para controlar los hábitos alimentarios de todos.

Las ideas estrechas y un énfasis exagerado sobre asuntos sin importancia, han ocasionado gran daño a la causa de la higiene.  Puede ser que un esfuerzo por economizar en la preparación de la comida produzca una alimentación pobre en vez de un régimen saludable.  ¿Cuál es el resultado? Una sangre debilitada.  He visto casos de enfermedades difíciles de curar, producidas por una alimentación empobrecida.  Las personas así afligidas no se vieron obligadas a adoptar ese régimen escaso debido a la pobreza, sino que lo hicieron en obediencia a sus propias ideas erróneas de lo que constituye la reforma de la salud.  Día tras día se prepararon los mismos alimentos, sin ninguna variación, comida tras comida, hasta que se produjeron trastornos digestivos y debilidad general. 153

Muchos, al adoptar la reforma pro salud se quejan de que ésta no les asienta; pero después de haberme sentado a sus mesas, llego a la conclusión de que no es la reforma pro salud la culpable, sino los alimentos mal preparados.  Ruego a los hombres y mujeres a quienes Dios ha dado inteligencia que aprendan a cocinar.  No me equivoco al decir hombres, porque ellos. al igual que las mujeres, necesitan entender la preparación sencilla de los alimentos saludables.  Sus negocios frecuentemente los llevan a lugares donde no se los puede obtener.  Tal vez tengan que permanecer días y aun semanas en hogares de familias que ignoran estos asuntos.  En tales casos, si saben cómo preparar alimentos saludablemente, pueden darle buen uso a ese conocimiento.

Investigue los hábitos alimentarios. Estudie las cosas de causa a efecto, pero no dé un testimonio falso contra la reforma pro salud al seguir ignorantemente un curso de acción contrario a ella.  No abuse de su cuerpo ni lo descuide incapacitándolo para rendir a Dios el servicio que él merece.  Tengo la certeza de que algunos de nuestros obreros más útiles han muerto debido a su negligencia en ese respecto.  Uno de los primeros deberes del ama de casa es cuidar del cuerpo proveyéndole alimentos agradables y fortalecedores.  Es mucho mejor tener ropa y muebles más baratos que privarse de artículos necesarios para la mesa.

La mayoría de la gente disfruta de mejor salud si come dos comidas al día en lugar de tres; otros, debido a circunstancias particulares, tal vez necesiten comer algo a la hora de la cena; pero esta comida debe ser muy liviana.  Que nadie pretenda imponer su criterio a los demás, para que todos hagan exactamente lo que él hace.
Nunca prive al estómago de lo que la salud demanda, y nunca abuse de él sobrecargándolo con algo perjudicial.  Sea temperante.  Controle el apetito; manténgalo bajo el dominio de la razón.  No sienta que debe cargar su mesa con alimentos malsanos cuando tiene visitas.  La salud de su  154 familia y la influencia sobre sus hijos debe tomarse en cuenta tanto como los hábitos y gustos de sus invitados...

La reforma pro salud es importante para nosotros y no debemos restarle importancia con nuestras prácticas y opiniones estrechas.  Debemos ser fieles a nuestras convicciones de lo que es correcto.  Daniel fue bendecido porque hizo consecuentemente lo que sabía que era correcto, y nosotros seremos bendecidos si nos empeñamos en honrar a Dios de todo corazón.*

EL EXCESO EN LA ALIMENTACIÓN *
Muchos que han adoptado la reforma pro salud han abandonado todo lo perjudicial; pero ¿quiere decir esto que porque han dejado estas cosas, pueden comer tanto como quieran? Se sientan a la mesa, y en vez de considerar cuánto deben comer, se entregan al apetito y comen en exceso.  Luego, el estómago debe trabajar hasta el extremo durante el resto del día para eliminar la carga que se le ha impuesto.  Todo alimento ingerido, del cual el organismo no deriva beneficio, es una carga para la naturaleza en su trabajo.  Estorba la máquina viviente.  El organismo queda obstruido y no puede realizar su trabajo con éxito.  Los órganos vitales quedan recargados innecesariamente, y la fuerza nerviosa del cerebro es desviada al estómago para ayudar a los órganos digestivos a realizar su obra de procesar una cantidad de alimento que no beneficia al organismo.

De esta manera la fuerza del cerebro queda disminuida por las exigencias que se le imponen para ayudar al 155 estómago a llevar su pesada carga. Y después de realizada la tarea, ¿qué sensaciones se experimentan como resultado de este gasto innecesario de fuerza vital? Una sensación de debilidad y desfallecimiento, como que se debiera comer más.  Tal vez esta sensación se produce precisamente antes de la hora de comer.  ¿Cuál es la causa? El organismo quedó agotado por su trabajo; de ahí viene esa sensación de cansancio.  Y pensáis que el estómago dice: "más alimento", cuando su cansancio dice claramente: "dadme reposo".

El Estómago Necesita Períodos De Descanso.
El estómago necesita descansar a fin de recuperar sus energías agotadas, para dedicarlas al próximo trabajo.  Pero en vez de concederle un período de descanso, pensáis que necesita más alimento e imponéis otra carga al organismo y le negáis el reposo que necesita.  Es como el caso de un hombre que trabaja en el campo durante toda la primera parte del día hasta cansarse.  Al llegar a casa a las doce, dice que está cansado y agotado; pero se le indica que vuelva a trabajar para obtener alivio.  Así es como tratáis al estómago.  Está totalmente agotado.  Pero en vez de darle reposo, se le da más alimento, y luego se desvía la vitalidad de otras partes del organismo hacia el estómago para ayudar en el trabajo de la digestión.

Muchos de vosotros a veces habéis sentido una especie de sopor en el cerebro.  Os habéis sentido desganados ante cualquier trabajo que requería esfuerzo ya sea mental o físico, hasta después de haber descansado de esta sobrecarga impuesta al organismo. Luego aparece de nuevo esa sensación de debilidad.  Pero vosotros decís que se necesita más comida y hacéis que el estómago soporte una doble carga.  Aun cuando seáis estrictos en cuanto a la calidad de la comida, ¿glorificáis a Dios en vuestros cuerpos y espíritus, que son suyos, al serviros tal cantidad de comida? Los que colocan tanta comida en su estómago, y de ese 156 modo recargan el organismo, no podían apreciar la verdad aunque la oyeran explicada en detalle.  No podrían despertar el entumecido discernimiento del cerebro para tomar conciencia del valor de la expiación y del gran sacrificio hecho para el hombre caído.  Es imposible para tales personas apreciar la grande, preciosa, y sumamente rica recompensa que está reservada para los fieles vencedores.  Nunca debiera permitirse que la parte animal de nuestra naturaleza gobierne la parte moral e intelectual.

¿Y cómo influye el comer en exceso sobre el estómago? Lo debilita, los órganos digestivos flaquean, y la enfermedad, con su secuela de males, aparece como resultado. Si las personas ya estaban enfermas, de este modo aumentan sus dificultades y disminuye su vitalidad cada día de su vida.  Hacen que su fuerza vital trabaje innecesariamente para digerir la comida que colocan en sus estómagos.

MADRES SOBRECARGADAS *
Se realiza una gran cantidad de trabajo con el fin de preparar alimentos que hacen un gran daño al organismo que ya está recargado.  Las mujeres pasan una gran parte de su tiempo inclinadas sobre una estufa caliente, ocupadas en la preparación de alimentos profusamente sazonados para complacer el gusto.  Como consecuencia, se descuida a los niños y no se les imparte la instrucción moral y religiosa que deben recibir.  La madre sobrecargada no se preocupa por cultivar la dulzura de carácter que constituye el sol de su hogar.  Las consideraciones eternas se hacen secundarias.  Se emplea todo el tiempo en la preparación de comidas que agradan el apetito pero que arruinan la salud, echan a perder el carácter y anublan las facultades del razonamiento. 157
Una reforma en los hábitos alimentarios resultaría en un ahorro de dinero y de trabajo. Las necesidades de la familia se pueden suplir fácilmente con un régimen sencillo y saludable.  Los alimentos grasosos y condimentados quebrantan la salud de los órganos del cuerpo y de la mente.  Y cuántas personas trabajan muy arduamente por esto.­ Spiritual Gifts (Dones espirituales), tomo 4, págs. 131-132.

LA GLOTONERÍA ES PECADO *
Es un pecado ser intemperante en la cantidad de alimentos ingeridos, aun cuando la calidad no pueda objetarse.  Muchos piensan que, si no comen carne y los alimentos más elaborados, pueden ingerir alimentos sencillos hasta hartarse.  Esto es un error. Muchos profesos partidarios de la reforma pro salud no son nada más que glotones. Colocan en los órganos digestivos una carga tan grande que agota la vitalidad del organismo en el esfuerzo de digerirla.  También tiene una influencia depresiva en el intelecto, pues se requiere la energía nerviosa del cerebro para ayudar al estómago en su obra.  El comer en exceso aun de los alimentos más sencillos, entorpece los delicados nervios del cerebro y debilita su vitalidad.  Comer en exceso tiene un efecto peor sobre el organismo que trabajar en exceso; la intemperancia en el comer postra más efectivamente las energías vitales que la intemperancia en el trabajo.

Los órganos digestivos nunca debieran recargarse con una cantidad o calidad de alimentos que les será difícil digerir.  Todo lo que se ingiere en mayor cantidad que la que el organismo pueda usar para convertir en buena sangre, obstruye la maquinaria; pues no puede convertirse ni en músculo ni en sangre, y su presencia recarga el hígado y enferma el organismo. 

 El estómago trabaja en exceso en su esfuerzo por digerir estos alimentos y luego hay una 158 sensación de languidez, que se interpreta como apetito; y sin permitir que los órganos digestivos se tomen tiempo para descansar de su duro trabajo, y reponer energías, se ingiere otra cantidad exagerada y se pone nuevamente en movimiento la agotada maquinaria.  El organismo se nutre más deficientemente ingiriendo una cantidad excesiva de alimentos, aunque sean de buena calidad, que ingiriendo una cantidad moderada en períodos regulares. . .

Es imposible tener una concepción clara de las cosas eternas a menos que la mente se espacie en contemplar temas elevados.  Todas las pasiones deben sujetarse a las facultades morales.  Cuando los hombres y las mujeres profesan una firme fe y una ferviente espiritualidad, sé que su profesión de fe es falsa si no ejercen control sobre todas sus pasiones.  Dios requiere esto.  La razón por la que prevalece tal oscuridad espiritual es que la mente se satisface con un bajo nivel y no se eleva siguiendo los puros y santos canales celestiales.

Evítense Las Normas Falsas
Y ya que os aconsejamos que no comáis en exceso, aun de los mejores alimentos, queremos dirigir unas palabras de cautela a los extremistas para que no presenten una norma falsa ni procuren luego que todos se conformen a ella.  Hay quienes emprenden una obra de reformadores respecto a la salud cuando no están preparados para dedicarse a otra empresa, pues no tienen bastante sentido para cuidar sus propias familias ni para conservar su debido lugar en la iglesia.  ¿Qué hacen? ¡Ah, se dedican a ser médicos de la reforma pro salud, como si pudiesen tener éxito en ello! Asumen las responsabilidades del ejercicio de esta profesión, y se encargan de las vidas de hombres y mujeres, cuando no saben nada del asunto. Testimonios para la iglesia, tomo 2, pág. 335.
Consejos Sobre La Salud (EGW).  

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