miércoles, abril 06, 2011

05. "PRESERVACIÓN DE LA INTEGRIDAD MORAL" CONDUCCIÓN DEL NIÑO. EGW


CAPITULO 68. Predominio de Vicios Corruptores
Una era de abundante iniquidad. Se me ha mostrado que vivimos en medio de los peligros de los últimos días. Por cuanto abunda la iniquidad, el amor de muchos se enfría. La palabra "muchos" se refiere a los que profesan seguir a Cristo. Afectados, sin que ello sea necesario, por la iniquidad prevaleciente, se apartan de Dios.  La causa de esta apostasía estriba en que no se mantienen apartados de la iniquidad. El hecho de que su amor hacia Dios se esté enfriando por causa de que abunda la iniquidad, demuestra que, en cierto sentido, participan de esta iniquidad, pues de otra manera ella no afectaría su amor a Dios, ni su celo y fervor en su causa. (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 253).

La influencia envilecedora de libros y láminas. Muchos de los jóvenes buscan ansiosamente libros. Leen todo lo que pueden obtener. Los relatos de amor provocativos y las láminas impuras tienen una influencia corruptora. Muchos leen ávidamente novelas, y, como resultado, se envilece su imaginación. Con frecuencia circulan para la venta . . . fotografías de mujeres desnudas. Estas fotografías repugnantes también se encuentran en negocios de fotografías y penden de las paredes de los que trabajan con grabados. Estamos en una era cuando la corrupción abunda por doquiera. La concupiscencia de los ojos y las pasiones corruptas se despiertan por lo que se contempla y por lo que se lee. El corazón se corrompe por la imaginación. La mente se complace en contemplar escenas que despiertan las más bajas y viles pasiones. Esas imágenes ruines, contempladas a través de una imaginación pervertida, corrompen la moral y preparan a los seres engañados e infatuados para que den rienda suelta a las pasiones concupiscentes. Luego siguen los pecados y crímenes que arrastran a los seres creados a la imagen de Dios haciéndolos descender a un nivel con las bestias y hundiéndolos finalmente en la perdición. (Testimonies,tomo 2,pág 410).

El libertinaje es un pecado característico.
Se me ha presentado un horrible cuadro de la condición del mundo. La inmoralidad cunde por doquiera. La disolución es el pecado característico de esta era. Nunca alzó el vicio su deforme cabeza con tanta osadía como ahora. La gente parece aturdida y los amantes de la virtud y de la verdadera bondad casi se desalientan por esta osadía, fuerza y predominio del vicio.(Joyas de los Testimonios,tomo1,pág. 253). Se me indicó Romanos 1: 18-32 como un cuadro que describe al mundo antes de la segunda venida de Cristo(Appeal to Mothers, pág. 27). Es el pecado, no las pruebas y sufrimientos, lo que separa a Dios de su pueblo e incapacita al alma para disfrutar de Dios y glorificarlo. Es el pecado el que destruye a las almas. El pecado y el vicio existen en las familias observadoras del sábado (Testimonies, tomo 2, págs. 390, 391).

Satanás ataca a la juventud. La obra especial de Satanás en estos últimos días es posesionarse de la mente de la juventud, corromper los pensamientos e inflamar las pasiones; porque sabe que al hacer esto, puede guiarlos a acciones impuras y así se denigrarán todas las nobles facultades de la mente y puede dominarlos de acuerdo con sus propios propósitos. (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 136).

Un indicio de la sociedad futura. La juventud de hoy día es un indicio seguro de la sociedad futura, y al verla, ¿qué podemos esperar para el futuro? La mayoría son aficionados a las diversiones y les repugna el trabajo. . . . Tienen poco dominio propio y se excitan y enojan por el más pequeño motivo. Muchísimos, de todas las edades y circunstancias de la vida, no tienen principios ni conciencia, y con sus hábitos de haraganería y despilfarro se hunden en el vicio y están corrompiendo a la sociedad, hasta que nuestro mundo se convierta en una segunda Sodoma. Si los apetitos y las pasiones estuvieran bajo el dominio de la razón y de la religión, la sociedad presentaría un aspecto muy diferente.Dios nunca quiso que existieran las presentes condiciones lastimosas; se han provocado por las tremendas violaciones de las leyes de la naturaleza(Id.pág 45).

Los problemas de la masturbación.
Algunos que ostensiblemente profesan el cristianismo no comprenden el pecado del abuso propio [masturbación] y sus resultados inevitables.Un hábito inveterado ha cegado su entendimiento. No se dan cuenta del carácter excesivamente pecaminoso de este pecado degradante (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 254). Jóvenes y niños de ambos sexos participan de la contaminación moral y practican el asqueroso vicio solitario destructor de cuerpo y alma. Muchos de los que profesan ser cristianos están tan atontados por la misma práctica que sus sensibilidades morales no pueden ser despertadas para comprender que es pecado, y que si persisten en ello, terminarán de seguro por destruir completamente el cuerpo y la mente.
¡El hombre, el ser más noble de la tierra, formado a la imagen de Dios, se transforma en una bestia, se embrutece y corrompe! Cada cristiano tendrá que aprender a refrenar sus pasiones y a guiarse por los buenos principios. A menos que lo haga, es indigno del nombre de cristiano (Id.págs.253,254). La corrupción moral ha hecho más que cualquier otro mal para causar la degeneración de la raza humana. Su práctica se ha extendido alarmantemente y provoca enfermedades de casi cualquier descripción. Aun niñitos muy pequeños, infantes, nacidos con una irritabilidad natural de sus órganos sexuales, encuentran alivio momentáneo al manosearlos, lo que tan sólo aumenta la irritación y los lleva a repetir el acto hasta que se establece un hábito que aumenta con el crecimiento de ellos.  (Testimonies tomo 2, pág. 391).

Las propensiones concupiscentes se heredan. Los padres generalmente no sospechan que sus hijos entienden algo de este vicio. En muchísimos casos, los padres son los verdaderos pecadores. Han abusado de sus franquicias matrimoniales y debido a su complacencia han fortalecido sus pasiones animales. Y al fortalecerse éstas, las facultades morales e intelectuales se han debilitado. Lo espiritual ha sido dominado por lo brutal. Los hijos nacen con las propensiones animales grandemente magnificadas, han recibido el propio sello del carácter de sus padres. . . . Los hijos nacidos de estos padres casi invariablemente están inclinados a los hábitos repugnantes del vicio secreto. . . . Los pecados de los padres serán visitados sobre sus hijos porque los padres les han dado el sello de sus propias propensiones concupiscentes (Ibid.).

Una esclavitud que subyuga.
Me he conmovido profundamente al ver la poderosa influencia de las pasiones animales que dominan a hombres y mujeres de inteligencia y habilidad no comunes. Podrían ocuparse en una buena obra, y ejercerían una influencia poderosa, si no estuvieran esclavizados por pasiones degradantes. Mi confianza en la humanidad ha sido terriblemente sacudida. Se me ha mostrado que personas de indudable buen comportamiento, que no se toman libertades indebidas con el otro sexo, eran culpables de practicar el vicio secreto casi cada día de sus vidas. No se han refrenado de este terrible pecado aun cuando estuvieron en las reuniones más solemnes. Han escuchado los más solemnes e impresionantes discursos sobre el juicio, que parecían presentarlos delante del tribunal de Dios, haciéndolos temer y temblar. Sin embargo, apenas si pasaba una hora desde ese momento y ya estaban sumidos en su pecado favorito y cautivante, contaminando sus propios cuerpos. Estaban de tal manera esclavizados por este crimen tremendo, que parecían desprovistos de poder para dominar sus pasiones. Hemos trabajado fervientemente por algunos, hemos suplicado, hemos llorado y orado por ellos. Sin embargo, hemos sabido que allí mismo en medio de todos nuestros fervientes esfuerzos y angustias la fuerza del hábito pecaminoso ha obtenido el dominio y se han cometido estos pecados. (Id., págs. 468, 469).

El conocimiento del vicio es difundido por sus víctimas. Los que se han entregado plenamente a este vicio destructor del alma y del cuerpo rara vez pueden descansar hasta que su carga del vicio secreto es pasada a aquellos con quienes se relacionan. Inmediatamente se despierta la curiosidad y el conocimiento del vicio se propaga de un joven a otro, de un niño a otro, hasta el punto de que es difícil encontrar a uno que no conozca la práctica de este pecado degradante (Id., pág. 392). Una mente corrupta puede sembrar más mala simiente en un corto período de tiempo de lo que muchos pueden desarraigar en toda una vida.(Id.pág. 403).

CAPÍTULO 69. Efectos de Prácticas Dañinas
Se agota la energía vital. La práctica de hábitos secretos ciertamente destruye las fuerzas vitales del organismo. Toda acción innecesaria de algo vital será seguida por su correspondiente depresión. Entre los jóvenes el capital vital, el cerebro, es tan severamente abrumado en una edad temprana, que hay una deficiencia y un gran agotamiento lo que deja al organismo expuesto a enfermedades de diferentes clases (Appeal to Mothers, pág. 28). Se establece el fundamento para diversas enfermedades que vendrán después en la vida. Si la práctica se continúa a partir de los quince años para arriba, la naturaleza protestará contra el abuso que ha sufrido y continúa sufriendo, y les hará pagar el castigo por la transgresión de sus leyes, especialmente desde las edades de treinta a cuarenta y cinco años, mediante numerosos dolores en el organismo y diversas enfermedades, tales como afecciones del hígado y los pulmones, neuralgia, reumatismo, afecciones de la columna vertebral, enfermedades de los riñones y humores cancerosos. Una parte de la magnífica maquinaria de la naturaleza se resiente dejando una tarea más pesada para que realice el resto, lo que provoca un desorden en el excelente ajuste de la naturaleza, y con frecuencia hay un súbito colapso del organismo y la muerte es el resultado (Id., pág. 18).

Se viola el sexto mandamiento desaprensivamente. Quitarse instantáneamente la vida no es un pecado mayor a la vista del cielo que destruirla gradual y seguramente. Las personas que se acarrean un decaimiento seguro debido a su mal proceder, sufrirán el castigo aquí y si no se arrepienten plenamente, no serán admitidas en el cielo del más allá tan ciertamente como no lo será el que destruye su vida instantáneamente.
La voluntad de Dios establece la relación entre la causa y sus efectos. (Id., pág. 26).

Los que tienen una mente pura también están sujetos a la enfermedad. No incluimos a todos los jóvenes débiles entre los culpables de hábitos malos. Hay quienes tienen mente pura y son concienzudos pero sufren por diferentes causas que están fuera de su control (Id., pág. 23).

Se debilitan las facultades mentales. Los padres tiernos e indulgentes simpatizarán con sus hijos porque se imaginan que sus lecciones son una carga demasiado grande y su aplicación al estudio está arruinando su salud. Es verdad que no es aconsejable atiborrar la mente de los jóvenes con demasiados estudios muy difíciles. Pero, padres, ¿no habéis escudriñado más profundamente este asunto y meramente aceptáis la idea sugerida por vuestros hijos? ¿No habéis creído demasiado fácilmente a la razón aparente para su indisposición? Atañe a los padres y a los tutores mirar debajo de la superficie en busca de la causa.(Testimonies, tomo 4, págs. 96, 97). Las mentes de algunos de estos niños se debilitan hasta el punto de que tienen solamente la mitad o un tercio del brillo del intelecto que podrían haber tenido, si hubieran sido virtuosos y puros. Lo han malgastado en la masturbación (Id., tomo 2, pág. 361).

Se destruyen las resoluciones elevados y la vida espiritual. El vicio secreto es el destructor de las resoluciones elevadas, el esfuerzo ferviente y la fuerza de la voluntad para formar un buen carácter religioso. Todos los que tienen una verdadera comprensión de lo que significa ser cristiano, saben que los seguidores de Cristo, como discípulos suyos, están en la obligación de dominar todas sus pasiones y colocar sus facultades físicas y mentales en perfecta sumisión a la voluntad de Cristo. Los que están dominados por sus pasiones, no pueden ser seguidores de Cristo. Están demasiado entregados al servicio de su maestro, el originador de todo mal, para dejar sus hábitos corruptos y escoger servir a Cristo. (Appeal to Mothers, págs. 9, 10).

La religión formal no es eficiente. Algunos que profesan ser seguidores de Cristo saben que están pecando contra Dios y arruinando su salud, y sin embargo están esclavizados en sus propias pasiones corruptas. Sufren de una conciencia culpable y tienen una inclinación cada vez menor para acercarse a Dios en oración secreta. Quizá mantengan la forma de religión, pero están destituidos de la gracia de Dios en el corazón. No están consagrados a su servicio, no confían en él, no viven para su gloria, no encuentran placer en sus ordenanzas y no se deleitan en él. (Id., pág. 25).

Parece haberse perdido el poder del dominio propio. Algunos reconocerán el mal de las prácticas pecaminosas, y, sin embargo, se disculparán diciendo que no pueden vencer sus pasiones. Esta es una admisión terrible de parte de una persona que lleva el nombre de Cristo. "Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo" ( 2 Tim. 2: 19 ).

¿Por qué existe esta debilidad? Es porque las propensiones animales han sido fortalecidas por el ejercicio, hasta que han prevalecido sobre las facultades superiores.  

A los hombres y mujeres les faltan principios. Están muriendo espiritualmente porque han condescendido durante tanto tiempo con sus apetitos naturales que su dominio propio parece haber desaparecido. Las pasiones inferiores de su naturaleza han empuñado las riendas, y la que debiera ser la facultad dominante se ha convertido en la sierva de la pasión corrupta. Se mantiene al alma en la servidumbre más abyecta. La sensualidad ha apagado el deseo de santidad y ha agotado la prosperidad espiritual (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 255).

Se corta la comunicación con el Cielo. Los solemnes mensajes del cielo no pueden impresionar con fuerza el corazón que no está fortificado contra la práctica de este vicio degradante. Los nervios sensibles del cerebro han perdido su tonicidad por la excitación mórbida destinada a satisfacer un deseo antinatural de complacencia sensual. Los nervios del cerebro que relacionan todo el organismo entre sí son el único medio por el cual el cielo puede comunicarse con el hombre y afectan su vida más íntima. Cualquier cosa que perturbe la circulación de las corrientes eléctricas del sistema nervioso, disminuye la fuerza de las potencias vitales y, como resultado, se atenúa la sensibilidad de la mente. En consideración de estos hechos, ¡cuán importante es que los ministros y la gente que profesan piedad se conserven sin mancha de este vicio degradante! (Id., pág. 254).

Algunos se arrepienten pero pierden el respeto propio. El efecto de tales hábitos degradantes no es el mismo en todas las mentes. Hay algunos niños que han desarrollado mucho las facultades morales y que, al relacionarse con niños que practican la masturbación, se inician en este vicio. El efecto en los tales con demasiada frecuencia es volverlos melancólicos, irritables y celosos. Sin embargo, los tales quizá no pierdan su respeto por el culto religioso y quizá no muestren una incredulidad especial en cuanto a las cosas espirituales. A veces sufren agudamente de remordimiento y se sienten degradados ante su propia vista y pierden su respeto propio (Id., pág. 392).

La mente puede ser fortalecida contra la tentación. Las facultades morales son excesivamente débiles cuando entran en conflicto con hábitos ya establecidos. Los pensamientos impuros tienen el dominio de la imaginación y la tentación es casi irresistible. Si la mente estuviera acostumbrada a contemplar temas elevados, si la imaginación estuviera preparada para contemplar cosas puras y santas, estaría fortalecida contra la tentación. Se ocuparía de lo celestial, lo puro, lo sagrado y no podría ser atraída por lo bajo, lo corrupto y vil. (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 135).

Volveos inteligentes en estas cosas. La satisfacción de las pasiones más bajas inducirá a muchos a cerrar los ojos a la luz, porque temen ver pecados que no están dispuestos a abandonar. Todos pueden ver si lo desean. Si prefieren las tinieblas a la luz, su criminalidad no disminuirá por ello. ¿Por qué no leen los hombres y mujeres y se instruyen en estas cosas que tan decididamente afectan su fuerza física, intelectual y moral, Dios os ha dado un tabernáculo que cuidar y conservar en la mejor condición para su servicio y gloria. Vuestros cuerpos no os pertenecen. "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque comprados sois por precio; glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios".  "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es"  (Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 259, 260).

CAPÍTULO 70. Precauciones y Consejos
Muchos casos han sido revelados.

Se me han presentado muchos casos, y mi alma ha enfermado y se ha llenado de asco al tener una vislumbre de sus vidas íntimas, a causa de la podredumbre del corazón de los seres humanos que profesan piedad y hablan de ser trasladados al cielo. Me he preguntado con frecuencia: ¿En quién puedo confiar? ¿Quién está libre de iniquidad? (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 256 ). Estoy llena de horror cuando se me presenta la condición de las familias que profesan la verdad presente. El desenfreno de los jóvenes y aun de los niños es casi increíble. Los padres no saben que el vicio secreto está destruyendo y obliterando la imagen de Dios en sus hijos. Existen entre nosotros los pecados que caracterizaron a los sodomitas. Los padres son responsables porque no han educado a sus hijos para que amen y obedezcan a Dios.

No los han restringido ni les han enseñado diligentemente el camino del Señor. Les han permitido que salgan y entren a su placer y que se asocien con la mundanalidad. Estas influencias mundanas que contrarrestan las enseñanzas y la autoridad paternas se encuentran grandemente en la así llamada buena sociedad. Por sus vestidos, su apariencia, sus diversiones, se rodean de una atmósfera que se opone a Cristo.

Nuestra única seguridad es mantenernos como un pueblo peculiar de Dios. No debemos ceder una pulgada a las costumbres y usos de esta era degenerada, sino mantenernos en independencia moral, sin comprometernos con sus prácticas corruptas e idólatras (Testimonies, tomo 5, pág. 78).

Ha de instruirse a los ignorantes. No importa cuán elevada sea la profesión que haga una persona, los que están dispuestos a entrar en complacencias con la concupiscencia de la carne no pueden ser cristianos. Como siervos de Cristo, su ocupación y meditaciones y placeres debieran consistir en cosas más excelentes. Muchos ignoran la pecaminosidad de estos hábitos y sus resultados seguros.  Los tales deben ser instruidos(Appeal to Mothers, pág. 25).

Uno que pidió que se orara por su curación. Mi esposo y yo una vez asistimos a una reunión donde se despertó nuestra simpatía por un hermano que estaba gravemente afectado de tisis. Era pálido y demacrado. Pidió las oraciones del pueblo de Dios. Dijo que su familia estaba enferma y que había perdido a un hijo. Habló con sentimiento de su duelo. Dijo que había estado esperando durante algún tiempo ver a los hermanos White. Había creído que si oraban por él, sería sanado. Después de que terminó la reunión, los hermanos nos llamaron la atención a este caso. Dijeron que la iglesia los estaba ayudando, que su esposa estaba enferma y su hijo había muerto.  Los hermanos se habían reunido en su hogar y se habían unido en oración por la familia afligida. Estábamos muy cansados y teníamos la carga del trabajo sobre nosotros durante la reunión y queríamos que se nos excusara. Yo había resuelto no ocuparme en oración por nadie, a menos que el Espíritu del Señor se manifestara en el asunto. . . .

Esa noche nos postramos en oración y presentamos su caso delante del Señor. Suplicamos para que pudiéramos saber la voluntad de Dios acerca de él. Todo lo que deseábamos era que Dios pudiera ser glorificado. ¿Quería el Señor que oráramos por ese hombre afligido? Dejamos la carga con el Señor y nos retiramos a descansar. El caso de este hombre fue presentado claramente en un sueño. Su proceder desde su niñez en adelante me fue mostrado y que si orábamos, el Señor no nos oiría, pues él mantenía la iniquidad en su corazón. A la mañana siguiente, el hombre vino para que oráramos por él. Lo llevamos aparte y le dijimos que lo sentíamos pero estábamos obligados a rehusar su pedido. Le conté mi sueño, que el reconoció como verdadero. Había practicado la masturbación desde su mocedad y la había continuado practicando durante su vida matrimonial, pero dijo que trataría de apartarse de ella.  Este hombre tenía un hábito inveterado que vencer.

Ya estaba en la edad madura de su vida. Sus principios morales estaban tan débiles que cuando entró en conflicto con esa complacencia inveterada fueron vencidos. . . . He aquí un hombre que se degradaba diariamente y, sin embargo, se atrevía a ir a la presencia de Dios y pedir que le aumentara la fuerza que él había malgastado vilmente y que si se le concedía, la usaría en su concupiscencia. ¡Qué tolerancia tiene Dios! Si él tratara a los hombres de acuerdo con las corruptas sendas de ellos, ¿quién podría vivir ante su vista? ¿Qué hubiera sucedido si hubiéramos sido menos precavidos y hubiéramos presentado el caso de este hombre delante de Dios mientras practicaba la iniquidad, nos habría oído el Señor? ¿Habría contestado? "Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no habitará junto a ti. Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad" . . . Este no es un caso solitario.
Aun la relación matrimonial no fue suficiente para preservar a este hombre de los hábitos corruptos de su juventud. Ojalá pudiera yo ser convencida de que son raros los casos como el que he presentado, pero sé que son frecuentes. (Testimonies, tomo 2, págs. 349-351).

Un suicida.
El señor ----------- profesaba ser un consagrado seguidor de Cristo. Su salud estaba muy débil. Nuestra simpatía se despertó en favor de él. . . . Su caso me fue mostrado en visión. Vi que estaba engañado en cuanto a si mismo, que no disfrutaba del favor de Dios. Había practicado la masturbación hasta el punto de ser un mero despojo humano. Me fue mostrado que este vicio es una abominación a la vista de Dios. . . Había practicado esos hábitos por tanto tiempo, que parecía haber perdido el dominio propio. Era naturalmente inteligente, poseía habilidades más que comunes. Pero ¡cómo habían sido puestas bajo el dominio de Satanás y consumidas ante su altar todas sus facultades corporales y mentales! Este hombre había llegado al punto de que parecía estar abandonado por Dios. Se iba a los bosques y pasaba días y noches en ayuno y oración para poder vencer ese gran pecado, y luego volvía a sus viejas prácticas. Dios no escuchaba sus oraciones. Pedía a Dios que hiciera para él lo que había estado en su poder hacer por sí mismo. Había hecho promesas a Dios vez tras vez, y frecuentemente había quebrantado sus votos y se había entregado a sus propias concupiscencias corruptas, hasta el punto de que Dios lo había dejado para que realizara su propia ruina. Ya ha muerto. Fue un suicida. La pureza del cielo nunca se malogrará con su compañía. (Appea to Mothers,págs.24-28).

Una exhortación a una hija consentida.* Su mente es impura. A Ud. se la alivió de las responsabilidades y el trabajo por completo durante demasiado tiempo. Los deberes del hogar habrían sido una de las más ricas bendiciones que podría haber recibido. El cansancio la hubiera perjudicado una décima parte de lo que la han perjudicado sus pensamientos lascivos y su conducta. Ud. tiene ideas incorrectas en cuanto a la sociabilidad entre las niñas y los muchachos, y le ha sido muy atrayente estar en compañía de los muchachos. Ud. no es pura en su corazón y en su mente. Se ha hecho daño leyendo relatos de amor y romances y su mente ha sido fascinada con pensamientos impuros. Su imaginación se ha corrompido hasta el punto de que parece no tener poder para dominar sus pensamientos. Satanás la lleva cautiva a su placer...

Su conducta no ha sido casta, modesta ni de buen nombre. No ha tenido el temor de Dios delante de sus ojos. Con tanta frecuencia ha disimulado a fin de realizar sus planes, que su conciencia ha quedado dañada. Mi querida niña, a menos que Ud. se detenga justamente donde está, con seguridad, la ruina está delante de Ud. Cese en sus ensueños, en su forjar de castillos. Detenga sus pensamientos de los canales de la necedad y la corrupción. Ud. no puede tratarse con los jóvenes con seguridad. Una marea de tentación se levanta y surge en su pecho, teniendo la tendencia a desarraigar los principios, la virtud femenina y el verdadero recato. Si prosigue con su conducta voluntariosa y terca, ¿cuál será su suerte? . . .

Ud. está en peligro, pues está justamente a punto de sacrificar sus intereses eternos ante el altar de la pasión. La pasión está obteniendo un dominio positivo de todo su ser, ¿una pasión de qué calidad? De una naturaleza baja y destructora. Al rendirse a ella, amargará la vida de sus padres, traerá vergüenza a sus hermanas, sacrificará su propio carácter y perderá su derecho al cielo y a la vida gloriosa e inmortal. ¿Está lista a hacer esto? . . . Ud. es descocada. Le gustan los muchachos y le gusta hacerlos el tema de su conversación. "De la abundancia del corazón habla la boca". Los hábitos se han hecho poderosos para dominarla y Ud. ha aprendido a engañar a otros a fin de realizar sus propósitos y cumplir sus deseos. No considero que su caso sea sin esperanza. Si así fuera, mi pluma no estaría trazando estas líneas. Con el poder de Dios, Ud. puede redimir el pasado. . . .

Apártese de los muchachos. En su compañía, sus tentaciones se hacen graves y poderosas. Saque de su cabeza de niña la idea del casamiento. En ninguna forma Ud. está preparada para eso. Necesita años de experiencia antes de que esté calificada para entender los deberes y tomar las cargas de la vida matrimonial. Guarde positivamente sus pensamientos, sus pasiones y sus afectos. No los degrade para que sirvan a la concupiscencia. Elévelos a la pureza; dedíquelos a Dios. Ud. puede convertirse en una niña prudente, recatada y virtuosa, pero no sin un esfuerzo ferviente. Debe velar, orar, meditar, investigar sus motivos y sus acciones. Analice detenidamente sus sentimientos y sus actos. En la presencia de su padre, ¿realizaría un acto impuro? No, ciertamente. Pero hace esto en la presencia de su Padre celestial que es tanto más exaltado, santo y puro. Sí, Ud. corrompe su propio cuerpo en la presencia de los ángeles puros y sin pecado y en la presencia de Cristo, y continúa haciéndolo sin tomar en cuenta la conciencia, ni la luz, ni las amonestaciones que le han sido dadas. Recuerde que hay un registro de todos sus actos. Tendrá que encontrarse otra vez con las cosas más secretas de su vida. . . .

Otra vez la amonesto como a quien tendrá que encontrarse con estas líneas en aquel día cuando será decidido el caso de cada uno. Ríndase a Cristo sin demora. Solamente él, por el poder de su gracia, puede redimirla de la ruina. Solamente él puede curar sus facultades morales y mentales. Su corazón puede arder con el amor de Dios; su entendimiento puede ser claro y maduro; su conciencia iluminada, despertada y pura; su voluntad enderezada y santificada sometida al dominio del Espíritu de Dios. Ud. puede hacer de sí lo que elija. Si Ud. ahora cambia de frente, cesa de hacer el mal y aprende a hacer el bien, ciertamente será entonces feliz: tendrá buen éxito en las batallas de la vida y se elevará a la gloria y el honor en la vida mejor. "Escogeos hoy a quien sirváis" (Testimonies, tomo 2, págs. 559-565).

Satanás trabaja mientras los padres duermen. Esta es una era disoluta.  Los niñitos y las niñitas comienzan a cortejarse mutuamente cuando debieran estar ambos en el jardín de infantes, recibiendo lecciones de recato en la conducta. ¿Cuál es el efecto de este trato tan libre? ¿Aumenta la castidad en la juventud que así se reúne? ¡No, ciertamente! Aumenta las primeras pasiones concupiscentes. Después de tales reuniones, los jóvenes están enloquecidos por el diablo y se entregan a sus viles prácticas. Los padres duermen y no saben que Satanás ha plantado su bandera infernal en su propio hogar. Fui inducida a preguntar, ¿qué llegará a ser de la juventud en esta era corrupta? Repito, los padres están durmiendo. Los hijos están infatuados con un sentimentalismo enfermizo y la verdad no tiene poder para corregir lo equivocado. ¿Qué se puede hacer para detener la marea del mal? Los padres pueden hacer mucho si así lo determinan.

Si una jovencita que acaba de entrar en la adolescencia es molestada con las familiaridades de un muchacho de su propia edad, o mayor, debiera enseñársele a manifestar su repudio de tal modo que no se repitan tales familiaridades. Cuando los muchachos o jóvenes buscan con frecuencia la compañía de una niña, algo anda mal. Esa niña necesita que una madre le muestre su lugar, que la reprima y le enseñe lo que corresponde a una niña de su edad. Ha hecho su obra perniciosa la doctrina corruptora prevaleciente de que, desde el punto de vista de la salud, los sexos deben entremezclarse. Cuando los padres y tutores manifiesten una décima parte de la astucia que posee Satanás, entonces esta asociación de los sexos podrá ser casi inofensiva. Tal como es, Satanás tiene un éxito pleno en sus esfuerzos para cautivar la mente de los jóvenes y la asociación de muchachos y niñas tan sólo la aumenta veinte veces más (Id., págs. 482, 483).

El cuadro no es exagerado. No os engañéis a vosotros mismos con la creencia de que, después de todo, este asunto se presenta delante de vosotros en forma exagerada. No he cargado la tinta al cuadro. He declarado hechos que soportarán la prueba del juicio. ¡Despertad! ¡Despertad! Os ruego antes de que sea demasiado tarde para corregir los males, y perezcáis con vuestros hijos en la ruina general. Emprended la solemne obra y procurad la ayuda de cada rayo de luz que podáis reunir que ha brillado sobre vuestra senda y que no habéis apreciado. Y, juntamente con la ayuda de la luz que ahora brilla, comenzad una investigación de vuestra vida y carácter como si estuvierais delante del tribunal de Dios (Id., pág. 401). A menos que los padres se despierten, no hay esperanza para sus hijos(Id.,pág. 406).

CAPÍTULO 71. La Vigilancia y Ayuda Paternales
Los padres deben enseñar el dominio propio desde la infancia. Cuán importante es que enseñemos a nuestros hijos el dominio propio desde su misma infancia y les enseñemos la lección de someter su voluntad a nosotros. Si tuvieran la desgracia de aprender hábitos erróneos, sin conocer todos los malos resultados, pueden ser reformados recurriendo a su razón y convenciéndolos de que tales hábitos arruinan el organismo y afectan la mente. Debiéramos mostrarles que no importa cuáles sean los argumentos que empleen las personas corruptas para aquietar sus justos temores e inducirles a seguir complaciendo ese hábito pernicioso, cualquiera que sea su pretexto, son sus enemigos y son los agentes del diablo. (Appeal to Mothers, pág. 10).

Mantenedlos puros. Fortaleced su mente. Es un crimen que las madres continúen en la ignorancia en cuanto a los hábitos de sus hijos. Si son puros, que continúen siéndolo. Fortaleced sus mentes juveniles y preparadlos para detestar ese vicio destructor de la salud y del alma (Id., pág. 13). Satanás está dominando la mente de los jóvenes, y debemos trabajar resuelta y fielmente para salvarlos. Hay tiernos niños que practican este vicio, los domina y se fortalece con los años hasta que cada noble facultad del cuerpo y del alma se degradan. Muchos podrían haber sido salvados, si hubiesen sido cuidadosamente instruidos en cuanto a la influencia de esta práctica sobre su salud. Ignoraban el hecho de que estaban acarreándose mucho sufrimiento sobre sí mismos. . . . Madres, no podéis ser demasiado cuidadosas en prevenir a vuestros hijos para que no aprendan hábitos viles. Es más fácil aprender el mal que desarraigarlo después que se ha aprendido (Id., págs. 10, 11).

Vélese con determinación y vigílese de cerca. Si vuestros hijos practican este vicio, pueden estar en peligro de recurrir a la falsedad para engañaros. Sin embargo, madres, no debéis ser aquietadas fácilmente y cesar en vuestras investigaciones. No debéis quedar tranquilas, hasta que estéis plenamente satisfechas. Están en peligro la salud y las almas de vuestros amados, lo que hace que este asunto sea de la mayor importancia. El velar con determinación y vigilar de cerca, a pesar de las tentativas para evadir y ocultar, generalmente revelarán el verdadero estado del caso. Entonces la madre debe presentarles fielmente este asunto en su luz verdadera, mostrando su tendencia envilecedora degradante. Tratad de convencerlos que la complacencia en este pecado destruirá el respeto propio y la nobleza del carácter, arruinará la salud y la moral, y su sucia mancha borrará del alma el verdadero amor a Dios y la belleza de la santidad. La madre debiera persistir en este asunto hasta que tenga suficientes evidencias de que ha terminado la práctica (Id., págs. 13, 14).

Evitad el apresuramiento y la censura al comenzar. Quizá preguntéis: ¿Cómo puedo remediar los males que ya existen? ¿Como comenzaremos el trabajo? Si os falta sabiduría, id a Dios. El ha prometido dar liberalmente. Orad mucho y fervientemente en procura de la ayuda divina. Una sola regla no se puede seguir en cada caso. Se necesita ejercer un juicio santificado. No os apresuréis ni agitéis para atacar a vuestros hijos con censuras. Un proceder tal tan sólo les provocaría rebelión. Debierais lamentar profundamente cualquier equivocación cometida que quizá haya abierto la puerta a Satanás para descarriar a vuestros hijos con sus tentaciones. Sois culpables si no los habéis instruido en cuanto a la violación de las leyes de la salud. Habéis descuidado un deber importante, cuyo resultado puede verse en las prácticas erróneas de vuestros hijos (Id., págs. 20, 21).

Instruid con dominio propio y simpatía. Antes de que comencéis la obra de enseñar a vuestros hijos la lección del dominio propio, debéis aprenderla vosotras mismas. Si os agitáis fácilmente y os impacientáis, ¿cómo podéis dar la impresión de que sois razonables a vuestros hijos al instruirlos para que dominen sus pasiones? Con dominio propio y sentimientos de la más profunda simpatía y compasión, debéis aproximaras a vuestros hijos descarriados para presentarles fielmente la ruina segura que se efectuará en su organismo si continúan en el proceder que han comenzado: pues mientras debilitan lo físico y mental, así también lo moral debe sentir la decadencia y están pecando no solamente contra si mismos, sino contra Dios.

Si es posible, debéis hacerles sentir que han estado pecando contra Dios, el puro y santo Dios: que el gran Escudriñador de los corazones está disgustado con su proceder; que nada está oculto de él. Si podéis impresionar así a vuestros hijos para que se arrepientan de una manera aceptable a Dios, con ese piadoso dolor que obra arrepentimiento para salvación, del cual no se debe arrepentir uno, la obra será completa, la reforma segura. Ellos sentirán tristeza no solamente porque sus pecados son conocidos, sino que verán sus prácticas pecaminosas en toda su gravedad y serán inducidos a confesarlas a Dios sin reservas, y las abandonarán. Sentirán tristeza por su mala conducta porque han desagradado a Dios y pecado contra él y han deshonrado su cuerpo ante Aquel que los creó y les demanda que presenten su cuerpo como un sacrificio vivo, santo y aceptable ante él, que es su culto racional.  (Id., págs. 21, 22).

Vigilad las compañías de los hijos.
A menos que la mente de vuestros hijos esté firmemente equilibrada por principios religiosos, se corromperá su moral por el ejemplo depravado de aquellos con quienes se relacionan. (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 134). Resguardadlos, como deben hacerlo las madres fieles, para que no se contaminen asociándose con cualquier joven. Conservadlos, como joyas preciosas, de la influencia corruptora de este siglo. Si debido a las circunstancias no siempre podéis vigilar su asociación con jóvenes, como quisierais hacerlo, visiten ellos entonces a vuestros hijos en vuestra presencia; y en ningún caso permitáis que esos amigos duerman en la misma cama, ni aun en la misma habitación. Será mucho más fácil evitar un mal que curarlo después...  Ellos [los padres] les permiten visitar a otros amigos jóvenes, amistades formadas por su cuenta, y aun alejarse del cuidado paternal, a cierta distancia del hogar, donde tienen la libertad de hacer lo que les plazca.   Satanás aprovecha tales oportunidades y toma posesión de la mente de esos hijos cuyas madres exponen ignorantemente a sus astutas trampas. (Appeal to Mothers, págs. 13, 14).

La alimentación es importante. No podéis despertar la sensibilidad moral de vuestros hijos si no sois cuidadosos en la elección de su alimento. Las mesas que los padres generalmente preparan para sus hijos son una trampa para ellos (Testimonies, tomo 2, pág. 400). Los padres indulgentes no enseñan a sus hijos el dominio propio. El mismo alimento que les colocan por delante es tal que les irrita el estómago. La excitación que así se produce se comunica al cerebro, y como resultado se despiertan las pasiones. No se puede repetir con demasiada frecuencia que todo lo que entra en el estómago afecta no sólo al cuerpo, sino finalmente también a la mente. El alimento pesado y estimulante afiebra a la sangre, excita el sistema nervioso y con demasiada frecuencia embota la percepción moral, de modo que la razón y la conciencia son dominadas por los impulsos sensuales. Es difícil, y con frecuencia casi imposible, que tenga paciencia y dominio propio el que es intemperante en la alimentación. De aquí la importancia especial de permitir a los niños, cuyos caracteres todavía no se han formado, que participen solamente de alimento saludable y no estimulante. Nuestro Padre celestial envió con amor la luz de la reforma pro salud para preservarnos contra los males de la complacencia desenfrenada del apetito. (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 134). Si hubo alguna vez un tiempo en que la alimentación debía ser de la clase más sencilla, es ahora.  No debe ponerse carne delante de nuestros hijos. Su influencia tiende a excitar y fortalecer las pasiones inferiores, y tiende a amortiguar las facultades morales. (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 259).

La limpieza es importante. El baño frecuente es muy beneficioso, especialmente por la noche, antes de acostarse, o al levantarse por la mañana. Se necesitarán sólo unos pocos momentos para dar un baño a los niños y frotar su cuerpo hasta que entren en calor. Esto lleva la sangre a la superficie aliviando el cerebro, y habrá menos inclinación para la complacencia en prácticas impuras. Enseñad a los pequeños que Dios no se agrada al verlos con su cuerpo sucio y con ropas desaseadas y rotas. Decidles que él quiere que sean puros por fuera y por dentro para poder morar en ellos. (Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 141, 142).

Ropas limpias y amplias.
La ropa limpia y aseada será uno de los medios para conservar los pensamientos puros y amables. Cada prenda de vestir debe ser llana y sencilla, sin adornos innecesarios, de modo que dé poco trabajo lavarla y plancharla. Especialmente cada prenda que esté en contacto con la piel debe ser limpia y libre de cualquier olor ofensivo. El cuerpo de los niños no debiera ser tocado por nada de carácter irritante, ni se debiera permitir que su ropa los apriete en forma alguna. Sí se prestara más atención a este asunto, se practicaría mucho menos impureza. (Id., pág. 142).

No los dejéis sin ejercicio. En extenso grado se exime [a los jóvenes] de ejercicio físico por temor a que trabajen demasiado. Los padres mismos llevan las cargas que sus hijos debieran llevar. Es malo trabajar con exceso, pero los resultados de la indolencia son más temibles. La ociosidad conduce a la práctica de hábitos corrompidos. La laboriosidad no cansa ni agota una quinta parte de lo que rinde el hábito pernicioso del abuso propio [masturbación]. Si el trabajo sencillo y bien regulado agota a vuestros hijos, tened la seguridad, padres, de que hay, además del trabajo, algo que enerva su organismo y les produce una sensación de cansancio continuo. Dad a vuestros hijos trabajo físico para que pongan en ejercicio los nervios y los músculos. El cansancio que acompaña a un trabajo tal, disminuirá su inclinación a participar en hábitos viciosos. (Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 255, 256).

La indolencia es una puerta abierta para la tentación. Madres, dad a vuestros hijos suficiente trabajo. . . . La indolencia no será favorable para la salud física, mental y moral. Abre la puerta de par en par e invita a Satanás para que entre. El aprovecha la oportunidad y atrapa a los jóvenes en sus trampas. Debido a la indolencia, no sólo se debilita la fuerza moral y se aumenta el impulso de la pasión, sino que los ángeles de Satanás se posesionan de toda la ciudadela de la mente y obligan a la conciencia a rendirse a la pasión vil. Debiéramos enseñar a nuestros hijos hábitos de paciente laboriosidad. (Appeal to Mothers, págs. 18, 19).

Dios no dejará que perezcan los arrepentidos. Debéis animar a vuestros hijos pues un Dios misericordioso aceptará el corazón verdaderamente arrepentido y bendecirá sus esfuerzos para limpiarse de toda inmundicia de carne y espíritu. Cuando Satanás vea que está perdiendo el dominio de la mente de vuestros hijos, los tentará fuertemente y procurará atarlos para que continúen con la práctica de este vicio seductor. Pero con un firme propósito deben resistir las tentaciones de Satanás de complacer las pasiones animales porque son pecado contra Dios. No debieran aventurarse en terreno prohibido, donde Satanás puede dominarlos. Si ellos, con humildad, ruegan a Dios que les dé pureza de pensamientos y una imaginación refinada y santificada, él los oirá y les concederá sus peticiones. Dios no los dejará que perezcan en sus pecados, sino que ayudará al débil y desvalido si se entregan a él con fe (Id., págs. 22, 23).

CAPÍTULO 72. La Batalla por la Reforma
Se necesitan un sincero arrepentimiento y un esfuerzo determinado.
Los que corrompen su cuerpo no pueden gozar del favor de Dios a menos que se arrepientan sinceramente, hagan una reforma completa y entren en perfecta santidad en el temor del Señor (Appeal to Mothers, pág. 29). La única esperanza para los que practican hábitos viles es dejarlos para siempre si es que estiman de algún valor la salud temporal y la salvación en el más allá. Cuando se ha consentido en estos hábitos durante un buen tiempo, se requiere un esfuerzo determinado para resistir a la tentación y rehusar la complacencia corrupta (Id., pág. 27).

Deben dominarse los pensamientos.*
Ud. debe dominar sus pensamientos. Esta no será una tarea fácil; no puede realizarla sin un íntimo y aun severo esfuerzo. . . . Si Ud. consiente en vanas imaginaciones, permitiendo que su mente se ocupe de temas impuros, en cierto grado es tan culpable delante de Dios como si sus pensamientos se tradujeran en acción. Todo lo que impide la acción es la falta de oportunidad. . . Forjar fantasías es un hábito malo y excesivamente peligroso. Una vez que se ha establecido, es casi imposible romper con un hábito tal y dirigir los pensamientos a temas puros, santos y elevadores. Ud. tiene que convertirse en un fiel centinela que vigile sus ojos, oídos y todos sus sentidos si desea dominar su mente e impedir que vanos y corruptos pensamientos mancillen su alma. El poder de la gracia únicamente puede realizar esta obra tan deseable (Testimonies, tomo 2, pág. 561).

Someted las pasiones y los afectos a la razón.*
No sólo Dios requiere que Ud. controle sus pensamientos, sino también sus pasiones y afectos. Su salvación depende de que Ud. se gobierne en estas cosas. La pasión y los afectos son instrumentos poderosos. Si se aplican mal, si se ejercen con motivos equivocados, si son mal colocados, son poderosos para realizar su ruina y dejarla como a una náufraga desvalida, sin Dios y sin esperanza. La imaginación debe ser dominada positiva y persistentemente si las pasiones y los afectos han de ser sometidos a la razón, la conciencia y el carácter. . . .A menos que Ud. refrene sus pensamientos, su lectura y sus palabras, su imaginación quedará afectada sin esperanzas.  

"Lea su Biblia atentamente y con oración, y será guiada por sus enseñanzas. Esta es su seguridad"
(Id., págs. 561-563).

Cerrad los sentidos para que no entre el mal. Los que deseen tener aquella sabiduría que proviene de Dios, no deben llegar a ser necios en el conocimiento pecaminoso de este siglo a fin de ser sabios. Deben cerrar los ojos para que no vean ni aprendan el mal. Deben cerrar los oídos no sea que oigan lo que es malo y obtengan ese conocimiento que mancharía la pureza de sus pensamientos y actos, y deben guardar su lengua para que no profieran palabras corruptas y se encuentre engaño en su boca (Appeal to Mothers, pág. 31).

Evitad leer y ver cosas que sugerirán pensamientos impuros. Cultivad las facultades morales e intelectuales. (Testimonies, tomo 2, pág. 410).

Evitad la inactividad unida al estudio excesivo. El estudio excesivo, al hacer aumentar la afluencia de sangre al cerebro, crea una excitabilidad mórbida que tiende a disminuir el poder del dominio propio, y con demasiada frecuencia da preponderancia al impulso o al capricho. De este modo se abre la puerta a la impureza. El uso indebido o la falta de uso de las facultades físicas es, en gran parte, la causa de la corriente de corrupción que se extiende por el mundo. "La soberbia, la hartura de pan, y el reposo próspero" son enemigos tan fatales del progreso humano en esta generación, como cuando causaron la destrucción de Sodoma. Los maestros deberían comprender estas cosas e instruir a los alumnos en estos ramos. Enséñese a los estudiantes que la vida recta depende del pensar recto y que la actividad física es esencial para la pureza del pensamiento. (La Educación, pág. 205).

No hay tiempo para vacilaciones. La pureza de la vida y un carácter plasmado según el Modelo divino no se obtienen sin ferviente esfuerzo y principios bien determinados. Una persona vacilante no tendrá éxito en alcanzar la perfección cristiana. La tal será pesada en balanza y hallada falta. Como un león rugiente, Satanás busca a su presa. Ensaya sus trampas en cada joven desprevenido. . . . Satanás dice a los jóvenes que hay tiempo suficiente todavía, que pueden complacerse en el vicio y el pecado esta sola vez y nunca más. Pero esa sola complacencia envenenará toda su vida. No os aventuréis ni una vez en terreno prohibido. En este peligroso día del mal, cuando las tentaciones al vicio y la corrupción están por doquiera, elévese al cielo el ferviente y cordial clamor de la juventud: "¿Con qué limpiará el joven su camino?" Y ojalá se abran sus oídos y su corazón se incline para obedecer la instrucción dada en la respuesta: "Con guardar tu Palabra" (Testimonies, tomo 2, págs. 408, 409).

Todos son responsables por sus actos mientras estén en este mundo de prueba.
Todos tienen poder para controlar sus acciones si lo desean. Si son débiles en la virtud y la pureza de los pensamientos y actos, pueden obtener ayuda del Amigo de los desvalidos. Jesús está familiarizado con todas las debilidades de la naturaleza humana, y si se le suplica, dará fortaleza para vencer las más poderosas tentaciones. Todos pueden obtener esta fortaleza si la buscan con humildad (Appeal to Mothers, pág. 31). La única seguridad para los jóvenes en esta era de corrupción es confiar en Dios. Sin la ayuda divina, serán incapaces de dominar las pasiones y apetitos humanos. En Cristo está la ayuda que justamente necesitan, pero cuán pocos vendrán a él en procura de aquella ayuda. Jesús dijo cuando estaba en la tierra: "No queréis venir a mí para que tengáis vida". Todos pueden vencer en Cristo. Podéis decir con el apóstol: "Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó". Y otra vez: "Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre" (Testimonies, tomo 2, pág. 409).

Se puede encontrar verdadero placer en Cristo.
La única seguridad firme para nuestros hijos contra cualquier práctica viciosa es procurar ser admitidos en el aprisco de Cristo y ser entregados al cuidado del fiel y leal Pastor. El los salvará de todo mal, los resguardará de todo peligro si escuchan su voz que dice: "Mis ovejas oyen mi voz, . . . y me siguen". En Cristo ellas encontrarán pasto, obtendrán fortaleza y esperanza y no serán turbadas con anhelos inquietantes de algo que distraiga la mente y satisfaga el corazón. Han encontrado la perla de gran precio y la mente está en un descanso apacible. Sus placeres son de un carácter puro, apacible, elevado y celestial. No dejan tras si penosas reflexiones ni remordimientos. Tales placeres no dañan la salud ni postran la mente, sino que son de una naturaleza saludable.

La comunión con Dios y el amor a él, la práctica de la santidad, la destrucción del pecado, todos son agradables. La lectura de la Palabra de Dios no fascinará la imaginación ni inflamará las pasiones como los ficticios libros de fantasía, sino que suaviza, ablanda, eleva y santifica el corazón. Cuando están en dificultades, cuando son asaltados por fieras tentaciones, tienen el privilegio de la oración. ¡Qué exaltado privilegio! Los seres finitos, de polvo y ceniza, admitidos por la mediación de Cristo en la cámara de audiencia del Altísimo. Con tales prácticas, el alma es colocada dentro de una sagrada proximidad de Dios y es renovada en conocimiento y verdadera santidad y fortalecida contra los asaltos del enemigo (Appeal to Mothers, págs. 23, 24).

"La Conduccíon del Niño de Elena G. de White- Págs. 411 - 441). 

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