martes, noviembre 06, 2012

REFLEXIÓN 20.- ¡No! Améis Al Mundo


No améis al mundo, ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo -los malos deseos de la carne, la codicia de los ojos y la soberbia de la vida-, no procede del Padre, sino del mundo. Y el mundo y sus deseos se pasan. En cambio, el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre. (1Juan 2:15-17).

¿Qué significa que el amor de Dios no está en mí?
Antes de responder debemos preguntarnos 
¿Qué significa que Dios me ame?   

Para ello tendremos recurrir a San Juan 3: 16 -21: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él, no perezca, sino tenga vida eterna. "Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. "El que cree en él, no es condenado. Pero el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el Nombre del único Hijo de Dios. "Y ésta es la condenación: La Luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz, porque sus obras eran malas. "Todo el que obra el mal, aborrece la Luz y no viene a la Luz, para que no se descubran sus obras. "Pero el que vive de acuerdo a la verdad, viene a la Luz, para que se manifieste que sus obras son hechas en Dios".

Según San Juan: Dios ama a todo ser que vive en este mundo llamado tierra. Donde Dios demuestra su amor por este planeta. Pero ese amor solo me beneficia si yo acepto ese amor, creyendo y aceptando a Cristo, como mi salvador, que El Padre envió.

Volviendo a nuestro texto principal, que Dios me ame significa que el amor de Dios está en mí; si vivo apartado del amor al mundo. Pero si amo al mundo su amor no está en mí; eso quiere decir que no me ama. Quizá esto te asombre, ya que habrás escuchado predicadores que dicen no importa como vivas Dios te ama, y es cierto; se refieren al texto del evangelio leído o sea un amor en general.

Pero el texto de nuestro estudio no es para los mundanos, sino para los cristianos que habiendo conocido su amor, vuelven atrás viviendo vidas dobles entre el amor a Dios y al Mundo.

¿Pero que es el amor al mundo?
Bueno podemos señalar los pecados que practica la iglesia de hoy descritas en Apoc. 3:14-22.(Leer). 
“Los hijos de Dios que participan de la condición de Laodicea son presentados en una posición de seguridad carnal y en una actitud grave de justicia propia. Están tranquilos. Se creen en una exaltada condición espiritual. Pero su estado es deplorable a la vista de Dios. Y ellos no lo saben. Están engañados”.

El reconocimiento de nuestra condición es requisito indispensable para que el plan restaurador divino pueda verificarse en nuestro favor. «Al oírlos, Jesús les dijo: "Los sanos no necesitan médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (San Marcos 2:17). La verdad es sin embargo, que «No hay justo, ni aun uno» «por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios»(Rom.3:10,2).

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús; [los que no andan según la carne, sino según el Espíritu;] …Porque los que viven según la carne, piensan en los deseos de la carne. Pero los que viven según el Espíritu, piensan en los deseos del Espíritu. Porque la inclinación de la carne es muerte, pero la inclinación del Espíritu es vida y paz. Porque la inclinación de la carne es contraria a Dios, y no se sujeta a la Ley de Dios, ni tampoco puede.
Así, los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.
En cambio, si Cristo está en vosotros, vuestro cuerpo está muerto a causa del pecado, pero vuestro espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús habita en vosotros, el que levantó a Cristo Jesús de entre los muertos, vivificará también vuestro cuerpo mortal, por medio de su Espíritu que habita en vosotros. Así, hermanos, somos deudores, no a la carne, para que vivamos según la carne. Porque si vivís conforme a la carne, moriréis. Pero si por el Espíritu dais muerte a las obras de la carne, viviréis.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
Porque no recibisteis el espíritu de esclavitud para recaer en el temor; sino que recibisteis el espíritu de hijos adoptivos, por el cual clamamos: "¡Padre! ¡Padre!" El mismo Espíritu testifica a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo; si es que padecemos junto con él, para que junto con él seamos glorificados. (Romanos 8: 1-17).

Finalmente Dios no ama lo carnal, ni a Satanás que es el representante del mal…
entonces es momento para decir como el salmista David:
¿Quién podrá entender sus propios errores?
Líbrame de los que me son ocultos. Guarda a tu siervo de la soberbia, para que no me domine. 
Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón ante ti, oh Eterno, Roca mía y Redentor mío. (Salmos 19:12-14).

La victoria diaria contra el mundo es un proponerse con la ayuda de Dios de amar a Dios y solo a Dios, cuidando las avenidas del alma: las principales el oído, los ojos…y entonces estaremos seguros del amor de Dios. Porque lo ha prometido y  permaneceremos salvos. Dios te ilumine a mirar tu fe y probarte si estas en la senda.  

Con Afecto Pio Pablo Huamán Julca 

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