viernes, octubre 20, 2017

216. LA MUERTE ES COMO EL SUEÑO.


 Porque en la muerte no hay memoria de ti; 
En el Seol, ¿quién te alabará? (Sal. 6:5 R60).

 Viajaba de San Pablo a Brasilia. A mi lado, una señora de edad, lloraba en silencio. Cuando el avión levantó vuelo, le pregunté: “¿está todo bien?” “No –me respondió-, está todo mal. Estoy yendo a Brasilia para enterrar a mi hijo que murió ayer en un accidente de tránsito”. “Lo lamento mucho, todo va a pasar”. “Yo sé –me respondió-. Yo sé que el dolor va a pasar, pero por lo menos me gustaría tener la seguridad del destino de mi hijo”. 

¿Alguna vez tuviste ya esa inquietud? 
¿A dónde van las personas cuando mueren? 
¿Al cementerio? Claro, 
¿y después? 

¿Por ventura los muertos sufren, se comunican con los vivos o andan por ahí esperando encarnarse en nuevas formas de vida? ¿Tienen los muertos conciencia de Dios?
 ¿Pueden alabarlo? 

Creo que el tema de la muerte es uno de los asuntos más polémicos y discutidos de nuestros días. Cada uno tiene una fuente diferente de información. 

Pero ¿Qué dice la Biblia al respecto? 
¿Qué afirma David en el salmo de hoy? 

El tema del salmo 5 es el dolor y el sufrimiento por los cuales el salmista estaba pasando. Había sido perseguido hasta un punto en que sentía que no tenía más fuerzas para resistir, y entonces clamó: “Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu misericordia”. En otras palabras, necesito que me ayudes aquí y ahora, en esta vida. ¿Por qué? El mismo responde: “Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿Quién te alabará?” 

Esta declaración de David combina perfectamente con lo que Salomón, su hijo, escribió en el libro de Eclesiastés: “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en el olvido. También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol” (Ecl. 9:5,6). 

Hoy es el día. 
Ahora es tu oportunidad. 
En la muerte nadie puede hacer nada.
 Es apenas un sueño del cual despertaremos 
cuando Jesús regrese. 

Por eso, pídele hoy a Dios que te ayude a hacer todo que sea necesario hacer. Si tienes que reconocer que te equivocaste, reconócelo; si tienes que pedir perdón, pídelo, y si tienes que decir “te amo”, dilo; “porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿Quién te alabará?” Alejandro Bullón

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