Isaías 43. Presenta al único que salva realmente. El
Dios Creador y Redentor. Feliz el pueblo que elige a Jehová como su Dios.
Porque él hace que se cumplan sus designios, al margen de la voluntad humana. Y
juzgará a su pueblo y las naciones que andan en contra de sus principios. Pero es
vida espiritual y material, a los que confían en él, siendo sus testigos de
sus obras ante la humanidad.
Versículos
(1-7) El Señor conforta a sus hijos por medio de sus promesas. (8-13) Apela al
pueblo para que sea testigo de su omnipotencia. (14-17) Anuncia la destrucción
de Babilonia y (18-21) la maravillosa liberación de su pueblo. (22-28) Reprueba
a Israel como inexcusable, por todo lo que hizo a su favor.
1 AHORA, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. 2 Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. 3 Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti. 4 Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida. 5 No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré. 6 Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra, 7 todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.
8 Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos. 9 Congréguense a una todas las naciones, y júntense todos los pueblos. ¿Quién de ellos hay que nos dé nuevas de esto, y que nos haga oír las cosas primeras? Presenten sus testigos, y justifíquense; oigan, y digan: Verdad es. 10 Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. 11 Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve. 12 Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios. 13 Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?
14 Así dice Jehová, Redentor vuestro, el Santo de Israel: Por vosotros envié a Babilonia, e hice descender como fugitivos a todos ellos, aun a los caldeos en las naves de que se gloriaban. 15 Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey. 16 Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas; 17 el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen juntamente para no levantarse; fenecen, como pábilo quedan apagados.
18 No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. 19 He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad. 20 Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido. 21 Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará.
22 Y No Me Invocaste A Mí, oh Jacob, sino que de mí te cansaste, oh Israel. 23 No me trajiste a mí los animales de tus holocaustos, ni a mí me honraste con tus sacrificios; no te hice servir con ofrenda, ni te hice fatigar con incienso. 24 No compraste para mí caña aromática por dinero, ni me saciaste con la grosura de tus sacrificios, sino pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades. 25 Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. 26 Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte. 27 Tu primer padre pecó, y tus enseñadores prevaricaron contra mí. 28 Por tanto, yo profané los príncipes del santuario, y puse por anatema a Jacob y por oprobio a Israel. (Isaías 43).
1. Ahora. Con referencia al contexto de este capítulo, ver
com. cap. 40: 1. Las amenazas y los reproches de los últimos versículos del
capítulo anterior están en notable contraste con las promesas de esperanza que
aquí se dan. El castigo es seguido de
misericordia. El amor de Dios es mayor que su ira. "En toda angustia
de ellos, él fue angustiado" (cap. 63:9). A pesar de sus transgresiones,
los amaba aún, y sobre todo deseaba que volvieran a él de todo corazón.
Creador Tuyo. Ver com. cap. 40: 12, 26, 28. Dios había creado a la nación de Israel para que honrase su nombre (vers. 7, 21), pero hasta ese momento los israelitas habían fracasado; sin embargo Dios procuraba hacerles ver que todavía eran su pueblo, llamados por su nombre, y ordenados para ser sus representantes y testigos especiales entre los hombres (cap. 43: 10; 44: 8). No Temas. Ver com. cap. 41: 10. Te puse nombre. Ver com. Gén. 32: 28.
2. Por Las Aguas. Aun cuando se encontrara en las situaciones más adversas, el pueblo de Dios tenía la seguridad de que Dios lo acompañaría para sostenerlo y salvarlo. No se le prometió ausencia de dificultades y aflicciones, sino consuelo y una liberación final. Israel había pasado varias veces "por el fuego y por el agua", pero Dios lo había salvado (Sal. 66:12; cf. Isa. 8:7-8). "Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová" (Sal. 34:19; cf. vers. 17-18). El fuego y el agua muchas veces aparecen en las Sagradas Escrituras como instrumentos purificadores (Núm. 8:7; Job 23:10; cf. 2 Ped. 3:5-7).
3. Santo De Israel. Ver com. cap. 40: 25. A Etiopía Y A Seba. Ver com. Gén. 10: 6-7. Algunos han sugerido que este versículo alude a la caída de Egipto, Etiopía y Seba en manos de los persas a cambio de la liberación de los judíos del cautiverio babilónico. Ciro expidió el primer decreto que permitía a los judíos que salieran de Babilonia y reconstruyeran su templo (2 Crón. 36: 22-23; Esd. 1: 2-4), y Cambises, hijo de Ciro, conquistó a Egipto (ver. t. III, p. 328). La idea predominante aquí es la gran estima en la cual Jehová tiene a Israel. Cf. Eze. 29: 18-19.
4. Yo Te Amé. Ver Deut. 7: 7-8. Por causa de su amor a Israel,
Dios estaba dispuesto a hacer cuanto pudiera necesitar su pueblo. En los días
de Moisés este amor se demostró cuando los hebreos fueron liberados de Egipto,
y en los días de Isaías, cuando fueron salvados de Senaquerib. El amor de Dios
para con Israel era imparcial, pues Dios no hace "acepción de
personas" (Hech. 10: 34). Delante de Dios no tiene valor la nacionalidad,
sino el carácter (Hech. 10: 35).
5. Del Oriente. Estas palabras se cumplieron parcialmente con el
retorno de los judíos del cautiverio babilónico; y se cumplirían en forma más
amplia con la reunión de los fieles de todas partes del mundo durante la era
cristiana (pp. 37-38). Su cumplimiento pleno sólo se realizará cuando los
justos sean congregados de los cuatro confines de la tierra en ocasión de la
segunda venida de Cristo (Mat. 8: 11; 24: 31; Luc. 13: 29).
6. No Detengas. En lenguaje poético Isaías continúa pintando su
cuadro de la conversión de personas de todas las naciones. En vez de "mis hijos, y mis hijas",
el rollo 1QIsb de los Manuscritos del Mar Muerto dice "tus hijos y tus
hijas".
7. Llamados De Mi Nombre. Por lo tanto, pertenecientes a Dios. Aquí se incluye
tanto a gentiles como a judíos, porque ellos son "coherederos" (Efe.
3: 6), llamados a ser "linaje escogido" para que anuncien "las
virtudes de aquel que os llamó -dice el apóstol- de las tinieblas a su luz admirable"
(1 Ped. 2: 9). Compárese esto con Hech. 11: 26; Sant. 2: 7.
8. Pueblo Ciego. Ver com. cap. 6: 9-10; 42: 7, 18-20. Se exhorta a
los habitantes de la tierra, que hasta ahora habían estado "ciegos" y
"sordos" en el sentido espiritual, a que examinen la prueba de que
Jehová es el verdadero Dios, y que se decidan a favor de la verdad o en contra
de ella (cap. 43: 9).
9. Todas Las Naciones. Se invita a las naciones de la tierra a que
presenten su pleito ante el tribunal del universo. Tendrán la oportunidad de
vindicarse, pero si no pueden hacerlo, se les pedirá que reconozcan que Jehová
es Dios y que sus caminos son verdad. Desde ese momento ya no habrá más excusa
para la ceguedad (vers. 8).
10. Mis Testigos. Ver las pp. 28-31. Todos los que reconocen a
Dios (vers. 9) reciben la orden de dar testimonio acerca de él delante del
mundo. Dios ha dado
muchas pruebas de su divina sabiduría y poder, como lo hizo en Egipto (Exo. 3:
12-15) y en el monte Carmelo (1 Rey. 18: 36-39). De un modo especial, en la
antigüedad los judíos deberían haber sido testigos de Dios, un testimonio vivo
como nación, de que Jehová es Dios. Después de la invasión de
Senaquerib, el remanente de Jerusalén fue para el mundo de ese entonces 299 un
testimonio del amor de Dios para con su pueblo y de su poder para librarlo. Aun
hoy, aunque ya no constituyen más el pueblo escogido de Dios, los judíos dan un
testimonio convincente de que la Palabra de Dios es la verdad. La iglesia de
hoy desempeña un papel similar al de Israel en tiempos antiguos (1 Ped. 2: 9).
11. Fuera De Mí. Dios salvó a su pueblo del poder de Egipto, en los
días de Moisés, y en la época de Isaías, del poder de Asiria. En todas las
edades lo ha salvado del poder del pecado. Cuando Jesús vino a esta tierra lo
hizo con el expreso propósito de salvar a "su pueblo de sus pecados"
(Mat. 1: 21). No hay otro medio de salvación (Hech. 4: 12).
12. No Hubo Entre Vosotros Dios Ajeno. Es decir, ningún ídolo (Deut. 32: 16; Isa. 42: 8;
44: 10; Jer. 3: 13). Mientras Israel sirviera a dioses extraños el Señor
no podía manifestar su poder en favor de él. Dios había predicho que llevaría a su pueblo a la
tierra prometida, que lo libraría de manos de sus enemigos y que lo traería de
nuevo del cautiverio babilónico. Ningún dios ajeno podría haber hecho estas
predicciones. En todas estas cosas los hijos de Israel eran testigos de la
presciencia y fidelidad de Dios.
13. ¿Quién Lo Estorbará? Entre los hombres ¿quién puede estorbar a Dios? El
hace cumplir sus propósitos a pesar de la oposición de los hombres. Cuando
Asiria intentó destruir a Judá en contra de la voluntad de Dios, el Altísimo
destruyó a las fuerzas sitiadoras (cap. 14: 24-27; 37: 33-36).
14. Redentor Vuestro. Ver com. vers. 11. Santo De Israel. Ver com. cap. 40: 25. Envié A Babilonia. Con estas palabras Isaías predice el cautiverio babilónico con cien años de anticipación. Como sabe con certeza los acontecimientos futuros, Dios habla de las cosas que habrán de ser como si ya se hubieran realizado (ver t. I, p. 31). Demostró su poder al salvar a su pueblo de manos de Senaquerib. En este pasaje predice lo que ocurrirá entre su pueblo y Babilonia. Para que los babilonios no piensen que su triunfo sobre Judá indicaba la superioridad de sus dioses frente al Dios de Israel, Dios predice el acontecimiento y afirma que se trata del cumplimiento de su propósito eterno (ver cap. 10: 5-15).
En Las Naves De Que Se Gloriaban. El hebreo de esta frase es oscuro. La LXX dice:
"los caldeos en barcos serán atados".
La Vulgata dice: "los caldeos en sus airosas naves". La
traducción de la BJ supone ligeras modificaciones ortográficas al texto
masorético: "Se volverán en ayes los hurras de los caldeos".
15. Vuestro Rey. En la época de la teocracia Dios era rey de Israel
(Exo. 15: 18; Sal. 10: 16; 29: 10; 146: 10; Isa. 44: 6; Apoc. 11: 15). Aquí
resaltan sus atributos más destacados: su carácter: el Santo; su poder: el
Creador; su autoridad: el Rey.
16. Camino En El Mar. Se alude aquí al cruce del mar Rojo (Exo. 14: 16;
Sal. 77: 19). Así
como Dios desplegó su gran poder para libertar a su pueblo de la esclavitud
egipcia, así también manifestaría su poder para librarlo de Babilonia.
El mismo poder está hoy a nuestro alcance para librarnos del cautiverio del
pecado.
17. Ejército Y Fuerza. Heb. "poder y fuerza juntos". Como Pábilo. (Ver com. cap. 42: 3.) En el mar Rojo, los ejércitos egipcios fueron extinguidos como la llama de una mecha. El camino de liberación del pueblo de Dios se convirtió en camino de muerte para los ejércitos de Faraón.
18. No Os Acordéis. Dios había hecho grandes cosas en
favor de su pueblo en el pasado, pero esas maravillas serían insignificantes en
comparación con lo que haría en su favor en el futuro.
19. Ríos En La Soledad. Es probable que sea una alusión a las aguas de que
dispuso Israel en el desierto (Exo. 17: 6; Núm. 20: 8; Sal. 78: 15-16; 1 Cor.
10: 4). La visión del profeta contempla la gran obra que Dios realizará en el
futuro cuando haga llegar el mensaje de su gracia a lugares secos y áridos (ver
com. Eze. 47: 1, 8-9; pp. 29-32; Isa. 35: 6-7; 41: 18; 44: 3). El cruce del desierto fue tan milagroso
como el paso del mar Rojo. El poder de Dios no es menor hoy. Así como
Dios abrió el camino hacia la Canaán terrenal, así también lo abrirá hacia la
Canaán celestial.
20. Las Fieras Del Campo. Un cuadro muy simbólico, en el cual se atribuyen a
las fieras las emociones y los procederes de los hombres. El aspecto de todo el
desierto sería modificado. Hermosos jardines reemplazarían a las arenas
ardientes; verdes praderas y fértiles campos ocuparían el lugar de los
desiertos asolados, y los animales salvajes del desierto se regocijarían por la
maravillosa transformación. Estos gloriosos resultados seguirían a la proclamación del Evangelio
en las regiones desoladas en el sentido espiritual.
21. He Creado Para Mí. Cf. Deut. 7: 7-8; Eze. 16: 1-14.
22. De Mí Te Cansaste. Sin el cuidado y la bendición de Dios, Israel nunca
habría llegado a convertirse en una nación (vers. 21), pero el pueblo no sentía
aprecio por lo que Dios había hecho en su favor (Deut. 6: 10-12; 8: 7-18; Isa.
5: 1-7; Eze. 16: 15; Ose. 2: 5-9). Israel se dejó absorber por las cosas terrenales y perdió su
interés en las cosas de Dios.
23. No Te Hice Servir. "No te he causado molestias" (VM);
"no te he abrumado" (NC). Compárese con Isa. 1: 11-12; Mal. 2: 13. Los
requerimientos de Dios no habían sido agobiadores. Lo que el Señor pidió a los
suyos fue para beneficio de ellos y no de él. No instituyó la ley ritual
para su propio bien, sino para el bien de ellos, a fin de que pudieran entender
más perfectamente el camino de la salvación.
25. El Que Borro. Isaías presenta claramente a Cristo como el que
salva al hombre del pecado. Es él quien perdona los pecados del hombre. El perdón divino no
es meramente una transacción legal que borra del registro los pecados pasados,
sino un poder transformador que elimina el pecado de la vida. Al
borrar la transgresión, Dios transforma a los pecadores en santos. De ese modo
termina realmente con el pecado. La doctrina de la expiación del pecado se
presenta claramente tanto en el AT como en el NT.
No Me Acordaré De Tus Pecados. Compárese con Isa. 1:18; Miq. 7: 19. Esto ocurre una
vez que los pecados son confesados, abandonados y perdonados. Dios trata al
pecador arrepentido como si nunca hubiera pecado (Eze. 18: 20-21). Las palabras
que Cristo dirigió a la mujer sorprendida en pecado son para todos: "Ni yo
te condeno; vete, y no peques más" (Juan 8: 11).
26. Hazme Recordar. Compárese con Isa. 1:18; Heb. 4:16. Entremos En Juicio. Isaías emplea una frase legal de la época para convocar al pueblo de Israel a que comparezca ante el tribunal divino.
27. Tu Primer Padre. Es decir, Adán, el padre de la raza humana, desde cuyo tiempo el pecado ha existido en el mundo. Tus Enseñadores. Esto es, los dirigentes del pueblo.
28. Por Tanto, Yo Profané. El castigo había recaído sobre el pueblo de Judá por
causa de sus transgresiones. Los paganos los habían vituperado cuando los
ejércitos de Senaquerib rodearon a Jerusalén (cap. 36: 4-20; 37: 10-13). 4CBA/Ministerio
Hno. Pio
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