Isaías 65:17-25. Es la profecía combinada entre la realidad presente y el futuro de Israel. Y consecuentemente para toda la tierra. Es el estado de felicidad de la Nueva Jerusalén.
Combinada decíamos
porque se habla de que “el niño morirá de cien años” es un símbolo de la larga
vida que tendrían por guardar la ley de Dios en esta vida. La grande mayoría de
creyentes, dicen: “Nadie se salva por guardar la ley” salvación y salud tiene
el mismo significado. Tanto en lo espiritual y lo físico. ¿Qué no tienes salud
abundante por guardar la ley de Dios? éste capítulo es la prueba de que se
salvan o se pierden.
Desde que
salieron de la cautividad, Dios, les dijo al respecto. Ex. 15:26. San Pablo
dice que: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el
Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios
le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo
es. (1 Cor. 3:16,17).
En el capítulo
siguiente en los últimos versículos se hablará más, de lo que implica la obediencia
a la ley de Dios y sus implicancias eternas…
17 Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. 18 Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. 19 Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor. 20 No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito.
21 Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. 22 No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. 23 No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos. 24 Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído. 25 El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová. (Isaías 65).
17. Crearé. En los vers. 17-25, Isaías describe los cielos
nuevos y la tierra nueva que habrían existido si el pueblo de Israel hubiera
hecho caso a los mensajes de los profetas y hubiera cumplido el propósito
divino después que volvió del cautiverio. Israel fracasó. Por lo tanto, en su
aplicación secundaria estos versículos describen los cielos nuevos y la tierra
nueva que existirán después del milenio. Sin embargo, debería entenderse que la
descripción se refiere en primer término a la situación de Israel, y sólo puede
hacerse la aplicación secundaria a la luz de lo que escribieron en cuanto a la
vida futura los autores del NT y comentadores bíblicos inspirados por Dios (ver
pp. 37-40). Cuando se sigue este principio de interpretación, el pasaje no
presenta ningún problema. Por otra parte, si se intenta aplicar todos los
detalles del pasaje a los cielos nuevos y a la tierra nueva del futuro,
aparecen varias dificultades: (1) Según lo que dice el vers. 20, a menos que se
comprenda que el lenguaje es sumamente metafórico, la muerte todavía existe
(ver com. vers. 20), mientras que Juan habla de un cielo y de una tierra donde
no habrá más muerte (Apoc. 21:4). (2) Según Isa. 65:23 (ver com. allí), siguen
naciendo niños. En los cielos y la tierra que esperamos, "los que fueron
tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo... ni se casan, ni se dan en
casamiento" (Luc. 20:35). El comentario de este pasaje es demasiado claro
como para ser mal aplicado: "Hay quienes hoy expresan su creencia de que
habrá matrimonios y nacimientos en la tierra nueva, pero los que creen en las
Escrituras no pueden aceptar tales doctrinas" (MM 99). (3) Según Isa.
66:23-24, los adoradores que van camino de Jerusalén, contemplan los cadáveres
de los que han pecado contra Dios, mientras que en Apoc. 20-22 leemos que los
fuegos del gran día final renuevan completamente 370 la tierra antes de que los
redimidos hagan de ella su hogar.
Estas
dificultades desaparecen totalmente cuando se interpreta el pasaje en
consonancia con los principios bosquejados en las pp. 27-40.
El
fracaso de Israel impidió que estas profecías se cumplieran de acuerdo con su
intención original. Sin embargo, los
propósitos de Jehová se cumplirán plenamente (ver PR 520-521). Habrá cielos nuevos y tierra nueva, pero la
manera en la cual surgirán será algo diferente, ya que los propósitos de Dios,
en vez de cumplirse mediante Israel, la nación escogida, se cumplirán mediante
la iglesia cristiana (ver PR 526-527).
De lo primero. En esto estarían comprendidas las "angustias
primeras" (vers. 16), las tribulaciones del cautiverio, o para nosotros
las dificultades de este mundo impío. La paz y la gloria de la tierra nueva
sobrepujarán de tal modo los problemas y las angustias del mundo presente, que
en comparación las pruebas no parecerán nada (Jer. 3:16; PE 17; cf. Isa.
43:18-19).
Algunos
han pensado que en este pasaje el profeta predice un olvido completo de las
cosas de esta tierra, al menos en relación con los pecados pasados, pero el
hebreo no necesariamente se entiende así.
El verbo zakar, traducido "recordar", muchas veces define la
acción o la condición que resulta de la memoria consciente. Por ejemplo, la declaración de que los hijos
de Israel "no se acordaron" de Jehová (Juec. 8:34) no significa que
nunca pensaban en la idea de Dios. Sólo
quiere decir que la gente no rendía a Jehová el culto que el conocimiento del
Eterno debería haber producido (ver com. Juec. 8:34). Si ese matiz de
significado se aplica a la afirmación de Isaías, podría entenderse que el
recuerdo de las cosas anteriores ya no molestará ni angustiará la mente ni
causará remordimiento.
En
ese mundo futuro, "serán esclarecidas todas las perplejidades de la
vida" (Ed 295). Cuando ya no veamos
más "por espejo, oscuramente" (1 Cor. 13:12), tendremos "un
conocimiento claro e inteligente" de lo que costó nuestra salvación (CS
709). El conocimiento de la historia del gran conflicto será la salvaguardia
para que nunca más se repita el impío experimento del pecado (CS 553).
Vendrá al pensamiento. Literalmente, "subirá al corazón".
18. Os Gozaréis. Incluso hoy podemos regocijarnos al pensar en los
goces y las glorias del mundo venidero. La vislumbre de un mundo nuevo y mejor
da fuerza y ánimo para hacer frente a las dificultades del presente. Será más fácil afrontar los chascos y los
desánimos si tenemos el corazón puesto en los abundantes goces de la tierra
nueva que pronto ha de ser nuestro hogar. El texto masorético emplea aquí
verbos en el modo imperativo: "gozaos" y "alegraos". En el
rollo 1QIsª de los Manuscritos del Mar Muerto, los imperativos están en
singular: "gózate" y alégrate", pero en las versiones antiguas
aparece el plural, como en el texto masorético.
19. Me Alegraré Con Jerusalén. En el tiempo de Isaías había poca razón para
alegrarse con Jerusalén. Los ejércitos de Senaquerib subieron contra la ciudad
y el rey asirio se jactó de haber encerrado a Ezequías como se encierra un
pájaro en una jaula (ver com. 2 Rey. 18:13). Cuando los embajadores babilonios
visitaron a Ezequías, Isaías predijo que vendría el día cuando los ejércitos de
Babilonia subirían contra Jerusalén y se llevarían sus tesoros y sus habitantes
(cap. 39:6-7). Miqueas, contemporáneo de Isaías, previó el tiempo cuando Sión
sería "arada como campo" y su templo sería destruido (Miq. 3:12). Pero
Jehová planeaba un glorioso futuro para Jerusalén (Isa. 52:9; 62:1, 7). La
ciudad podría haber llegado a ser la gran metrópoli del mundo. Podría haber
sido "la gloriosa diadema del mundo" (DTG 530; ver pp. 32-33). Pero
cuando los judíos rechazaron al Mesías, concluyó el tiempo de gracia para Jerusalén
(Mat. 23:37-38; DTG 531). Sin embargo, el nuevo Israel de Dios espera que su
gozo sea cumplido en la nueva Jerusalén.
20. Niño Que Muera De Pocos Días. Muchos comentadores han quedado muy perplejos por
este versículo, pues presupone que la muerte y el pecado habrán de continuar
cuando ya deberían haber sido abolidos. Consideran que es extraño que aún subsistan
la muerte y el pecado. El problema se resuelve si se considera que Isaías
describe el ciclo nuevo y la tierra nueva como habrían sido si se hubiese
cumplido el plan divino para con Israel (ver com. vers. 17).
La
resurrección y la inmortalidad habrían sido precedidas por un período durante
el cual la observancia de las leyes de Dios y la cooperación con el programa
divino habrían eliminado en gran medida la enfermedad y 371 la muerte
prematura. En este versículo, Isaías hace resaltar esas bendiciones que Israel
habría de recibir si cumplía con el plan divino. Su lenguaje es poético, pero
el sentido general parece claro. En primer lugar, señala que no habría
mortalidad infantil.
Sus Días No Cumpla. Es decir, no habría muertes prematuras, El anciano
no moriría hasta que no hubiera vivido sus años normales.
Niño. Heb. ná'ar, "joven". Aquí se menciona al tercer grupo, el de los
jóvenes. Lo que se afirma respecto a ellos corresponde con lo que se dijo sobre
los otros dos grupos. Los jóvenes no morirían hasta que no hubieran cumplido
sus años de vida. Aquí se considera normal una vida de 100 años. No se dice por
qué se ha escogido esta cifra. Sin duda se trata de un número redondo que en
tiempos de Isaías representaba una vida muy larga. Según el Sal. 90: 10, cuyo
autor podría haber sido Moisés, la vida normal del hombre era de 70 años. Unos
pocos alcanzaban los 80 años. De los reyes de Judá desde Roboam hasta Joacim,
cuyos años de vida pueden calcularse, se obtiene un promedio de 47 años. Por
eso puede deducirse que 100 años en tiempos de Isaías sería una vida mucho más
larga que a la que comúnmente podría aspirar el término medio de los humanos.
Las
promesas que aquí se hacen a Israel a condición de que cooperara con el plan
divino pueden compararse con las promesas que se le hicieron en ocasión del
éxodo. En ese tiempo el Señor prometió quitar toda enfermedad (Deut. 7:15). Puesto
que cumplieron con las condiciones, las promesas también se cumplieron. "No
hubo en sus tribus enfermo" (Sal. 105:37; ver también PVGM 230). Nuevamente
se le ofrecieron a Israel las mismas promesas de longevidad y de inmunidad a
las enfermedades; las condiciones también fueron las mismas.
Las
condiciones que aquí se describen -un Israel reavivado espiritualmente, obrando
en armonía con el plan celestial y heredando una tierra de Palestina otra vez
productiva (Isa. 65:9-10)- habrían precedido a la erradicación final del pecado
y de los pecadores, la resurrección y la consiguiente inmortalidad para los
justos. Isaías describe los pasos que llevan a esos acontecimientos finales
tales como se habrían cumplido para con la nación de Israel.
Debido
al fracaso de Israel y el consiguiente cumplimiento de estas promesas en la
iglesia cristiana (PR 526-527), ciertos detalles serán modificados, pero el
acontecimiento culminante final -la aparición de cielos nuevos y tierra nueva,
en los cuales mora la justicia-sigue siendo la bienaventurada esperanza de los
santos en la actualidad (2 Ped. 3:13; Apoc. 21:1-2). Durante largo tiempo la
iglesia ha orado para que llegue ese momento (Mat. 6: 10).
Algunos
han entendido que la frase "el niño morirá de cien años" significa
que un hombre de 100 años apenas sería considerado un joven. Creen que debe
hacerse una comparación con la situación que existía en este mundo antes del
diluvio. "Antes del diluvio, los
hombres vivían centenares de años, y cuando tenían cien años, apenas eran considerados
jóvenes" (4SG 156). Sin embargo, sería muy extraño que se empleara el
verbo hebreo muth, "morir", para describir la transición de la juventud
a la edad adulta. Puesto que el pasaje puede comprenderse perfectamente si se
le da al verbo muth su sentido natural, parecería mejor evitar una
interpretación complicada y dudosa de la palabra.
Maldito. En contraste con las bendiciones de que gozarán los
justos, el pecador aunque llegara a los cien años de vida, sería maldito.
21. Edificarán Casas. Los israelitas habían perdido sus casas, sus campos
y sus viñedos debido a muertes prematuras, a la invasión de sus tierras y a la
deportación. Cuando Israel fuera restablecido, esas calamidades ya no
ocurrirían. En los cielos nuevos y la tierra nueva que pronto se establecerán,
la vida no será interrumpida ni siquiera por la muerte. En buena medida, la
vida en la tierra nueva será similar a la que vivió el hombre en el paraíso
antes de que entrara el pecado. En el
mundo renovado habrá todos los deleites y las comodidades del antiguo
Edén. Habrá árboles, flores, arroyos,
frutos deliciosos y hermosos hogares. El mundo será del hombre para que lo
disfrute, para que construya para sí el tipo de casa que desee, y para que, con
el corazón humilde del que está dispuesto a aprender, dialogue con la
naturaleza y con el Dios de la naturaleza.
22. Según Los Días De Los Árboles. El árbol es símbolo de permanencia e
inmutabilidad. Compárese con el cap.
40:6.
La obra de sus manos. La vida en la tierra nueva no será una existencia
de ocio. Los redimidos trabajarán y
disfrutarán del fruto de 372 sus labores.
En esa tierra, el trabajo será un consuelo y una fuente de interminable
deleite. Los santos planificarán sus casas y sus jardines y tendrán el tiempo y
los medios para llevar a cabo sus planes.
23. Darán A Luz. Heb. yalad, "dar a luz niños" (ver com.
vers. 17).
Para Maldición. Heb. behalah, "terror",
"sobresalto" (BJ). Esta misma
palabra aparece en Lev. 26:16; Sal. 78:33; Jer. 15:8. Las madres no darían a
luz hijos que murieran por enfermedad, catástrofes o guerra.
Sus Descendientes Con Ellos. Se describe aquí una familia patriarcal numerosa,
feliz y próspera. Viven juntos en paz y
trabajan juntos para el bien común. Son
todos hijos de un mismo Padre, por lo cual son todos hermanos y cultivan los
mismos intereses.
24. Antes Que Clamen. En su pecado y angustia, los israelitas habían
clamado a Dios, pero creían que estaba muy distante y que era indiferente a sus
clamores y a su gran necesidad (cap. 40:27; 49:14; 63:15; 64:12). Pero Dios les
había dicho claramente que eran sus pecados los que impedían que él escuchase
sus plegarias (cap. 1:15; 59:1-3). Ahora, con el corazón renovado por la gracia
divina y orando de acuerdo con la voluntad de Dios, no habría demora para
recibir respuesta. Aun antes de que sus hijos expresaran sus deseos y clamaran
a él, Dios se anticiparía a sus pedidos y les proporcionaría todo lo que
pudiera contribuir a su bienestar y a su felicidad.
25. El Lobo Y El Cordero. Ver com. cap. 11:6-8. Alimento De La Serpiente. Ver com. Gén. 3:14. Ni Harán Mal. Ver com. cap. 11:9. (4CBA) Ministerio Hno. Pio
https://elaguila3008.blogspot.com/2020/08/el-papel-de-israel-en-la-profecia-del.html
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