miércoles, febrero 24, 2021

REFLEXIÓN 583. (LA CONDICIÓN DE IMPIEDAD DE ISRAEL Y LA CERTEZA DEL CASTIGO) La acusación de perversidad: Impiedad del pueblo en conjunto (OSEAS 4).

Oseas 4. La acusación de perversidad a Israel. La Impiedad del pueblo en conjunto se debe a la falta de conocimiento". Hay dos clases de conocimiento: la de Dios y el enemigo. Y el pueblo cogió la segunda, con consecuencias desastrosas. Solo el conocimiento de Dios, da bienestar espiritual y material permanentes.

Para todos, éste consejo es vital: “El conocimiento específico que falta es el conocimiento de Dios, el más esencial de todos los conocimientos”. Isaías atribuye el cautiverio a esa falta (ver com. Isa. 5: 13). Aunque Dios puede pasar por alto ciertas formas de ignorancia (Hech. 17: 30), no puede perdonar la ignorancia deliberada de las cosas espirituales (ver com. Exo. 4: 21). El pueblo sería inevitablemente "destruido" por su falta del conocimiento esencial. Podría haber tenido el conocimiento si se hubiera esforzado por adquirirlo. Los hombres son considerados responsables no sólo por lo que saben (Juan 9: 41; 15: 22, 24; Sant. 4: 17), sino también por lo que podrían haber aprendido si se hubieran esforzado por lograr el conocimiento esencial (cf. 2 Ped. 3: 5). Hay muchos que temen que una investigación más plena de la verdad revele que se les pueda pedir un cambio en su conducta, de su corazón amante al pecado; cambio que no están dispuestos hacer, y por eso voluntariamente desisten de investigar más. Dios no puede excusar esta ignorancia voluntaria.

Vers. (1-5) juicios de Dios contra los pecados del pueblo (6-11) y de los sacerdotes, (12-14) y contra la idolatría. (15-19) Judá es exhortado a tomar escarmiento por las calamidades de Israel.

1 OÍD palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. 2 Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden. 3 Por lo cual se enlutará la tierra, y se extenuará todo morador de ella, con las bestias del campo y las aves del cielo; y aun los peces del mar morirán. 4 Ciertamente hombre no contienda ni reprenda a hombre, porque tu pueblo es como los que resisten al sacerdote. 5 Caerás por tanto en el día, y caerá también contigo el profeta de noche; y a tu madre destruiré.

6 Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento.  Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. 7 Conforme a su grandeza, así pecaron contra mí; también yo cambiaré su honra en afrenta. 8 Del pecado de mi pueblo comen, y en su maldad levantan su alma. 9 Y será el pueblo como el sacerdote; le castigaré por su conducta, y le pagaré conforme a sus obras. 10 Comerán, pero no se saciarán; fornicarán, mas no se multiplicarán, porque dejaron de servir a Jehová. 11 Fornicación, vino y mosto quitan el juicio.

12 Mi pueblo a su ídolo de madera pregunta, y el leño le responde; porque espíritu de fornicaciones lo hizo errar, y dejaron a su Dios para fornicar. 13 Sobre las cimas de los montes sacrificaron, e incensaron sobre los collados, debajo de las encinas, álamos y olmos que tuviesen buena sombra; por tanto, vuestras hijas fornicarán, y adulterarán vuestras nueras. 14 No castigaré a vuestras hijas cuando forniquen, ni a vuestras nueras cuando adulteren; porque ellos mismos se van con rameras, y con malas mujeres sacrifican; por tanto, el pueblo sin entendimiento caerá.

15 Si fornicas tú, Israel, a lo menos no peque Judá; y no entréis en Gilgal, ni subáis a Bet- avén, ni juréis: Vive Jehová. 16 Porque como novilla indómita se apartó Israel; ¿los apacentará ahora Jehová como a corderos en lugar espacioso? 17 Efraín es dado a ídolos; déjalo. 18 Su bebida se corrompió; fornicaron sin cesar; sus príncipes amaron lo que avergüenza. 19 El viento los ató en sus alas, y de sus sacrificios serán avergonzados. (Oseas 4).

1. Oíd palabra. Con este capítulo comienza una nueva división de las profecías de Oseas. El profeta abandona el uso de figuras y símbolos, y ahora emplea un lenguaje llano y literal. Por su contenido, parece evidente que los mensajes de los cap. 4-14 son muy posteriores al tiempo de Jeroboam II (cf. cap. 1: 1).

Jehová contiende. "Tiene pleito Yahveh" (BJ).  Dios exhorta a su pueblo para que preste atención a la acusación que se le hace y a la sentencia pronunciada.  Como portavoz del cielo, Óseas presenta el caso contra Israel para defender la justicia divina al tratar a su pueblo.

Tal como se usa aquí, "pleito" (BJ) equivale al primer significado del nombre metafórico de Jezreel (ver com. cap. 1: 3). Las ideas de "esparcir" y "pleito" son paralelas entre sí.

No hay verdad. El profeta comienza declarando que a su pueblo le faltan los elementos esenciales de la verdadera religión.  Sin esos elementos esenciales, el culto de Dios no es nada más que una ostentación. Misericordia. Heb.jésed. Hay una definición de este vocablo en la Nota Adicional del Salmo 36.

2. Perjurar. Oseas deja a un lado las deficiencias espirituales de Israel, y presenta ahora los pecados que comete el pueblo: un verdadero diluvio de males.  La falta de verdad, misericordia y conocimiento (vers. 1) produce todos estos terribles crímenes en el país.

3. Por lo cual. Se dice que los sufrimientos enunciados (vers. 3-5) son el resultado de los pecados de Israel, principalmente de los que se mencionan en el vers. 12. 

Se enlutará la tierra. Cf. Isa. 33: 9. Bestias. El hombre ha ocasionado sufrimiento al mundo de los animales a causa de sus pecados. Cf. Rom. 8: 19-23.

4. No contienda. Todos eran malos, por lo tanto nadie debía reprochar a otros por sus faltas. Este pasaje también podría significar que como los transgresores estaban tan firmemente arraigados en sus pecados, era inútil razonar con ellos.

Resisten al sacerdote. Una de las funciones del sacerdote era la de enseñar las verdades de Dios al pueblo (Mal. 2: 7; ver com. 2 Crón. 15: 3). Los que se negaban a obedecer y reverenciar a los verdaderos sacerdotes de Dios, merecían la severa condenación de Óseas (cf.  Deut. 17: 8-13). (8 Cuando alguna cosa te fuere difícil en el juicio, entre una clase de homicidio y otra, entre una clase de derecho legal y otra, y entre una clase de herida y otra, en negocios de litigio en tus ciudades; entonces te levantarás y recurrirás al lugar que Jehová tu Dios escogiere; 9 y vendrás a los sacerdotes levitas, y al juez que hubiere en aquellos días, y preguntarás; y ellos te enseñarán la sentencia del juicio. 10 Y harás según la sentencia que te indiquen los del lugar que Jehová escogiere, y cuidarás de hacer según todo lo que te manifiesten. 11 Según la ley que te enseñen, y según el juicio que te digan, harás; no te apartarás ni a diestra ni a siniestra de la sentencia que te declaren. 12 Y el hombre que procediere con soberbia, no obedeciendo al sacerdote que está para ministrar allí delante de Jehová tu Dios, o al juez, el tal morirá; y quitarás el mal de en medio de Israel. 13 Y todo el pueblo oirá, y temerá, y no se ensoberbecerá. (Deu 17:8-13 R60)

5. Caerás. "Tropiezas tú" (BJ). Heb. kashal, "tropezar", "tambalearse" o "vacilar". Las calamidades venideras serían tan implacables que en ningún momento, ni de día ni de noche, nadie escaparía, ya fuera del pueblo o de los sacerdotes.

A tu madre destruiré. Es decir, la misma nación de Israel (cap. 2: 2-5). La LXX traduce: "Comparé a tu madre con la noche", lo cual significa que Israel entraría en la oscura noche del dolor, la angustia y el silencio de la destrucción durante el tiempo de su cautiverio.

6. Le faltó conocimiento. Literalmente, "por falta del conocimiento". El conocimiento específico que falta es el conocimiento de Dios, el más esencial de todos los conocimientos. Isaías atribuye el cautiverio a esa falta (ver com. Isa. 5:13). Aunque Dios puede pasar por alto ciertas formas de ignorancia (Hech. 17: 30), no puede perdonar la ignorancia deliberada de las cosas espirituales (ver com. Exo. 4: 21). El pueblo sería inevitablemente "destruido" por su falta del conocimiento esencial. Podría haber tenido el conocimiento si se hubiera esforzado por adquirirlo. Los hombres son considerados responsables no sólo por lo que saben (Juan 9: 41; 15: 22, 24; Sant. 4: 17), sino también por lo que podrían haber aprendido si se hubieran esforzado por lograr el conocimiento esencial (cf. 2 Ped. 3: 5). Hay muchos que temen que una investigación más plena de la verdad revele que se les pueda pedir un cambio en su conducta, de su corazón amante al pecado; cambio que no están dispuestos hacer, y por eso voluntariamente desisten de investigar más. Dios no puede excusar esta ignorancia voluntaria.

Desechaste el conocimiento. Se dirige al sacerdote, o tal vez al sacerdocio (vers. 8-9). 

Te echaré. Quizá la principal causa de la ignorancia del pueblo se debía a los sacerdotes infieles, que rechazaban el conocimiento del verdadero Dios y de su ley que deberían haber enseñado al pueblo (Deut. 33: 10; Mal. 2: 1-9; ver com. 2 Crón. 15: 3).

Del sacerdocio. "De mi sacerdocio" (BJ). Es decir, del sacerdocio de Dios. Los sacerdotes que ordenó Jeroboam I cuando separó el reino de Israel de Judá (1 Rey. 12: 25-33), no eran sacerdotes de Jehová sino de los becerros de oro. 

Ley. Heb. torah (ver com. Deut. 31: 9; Prov. 3: 1).

7. Conforme a su grandeza. "Según se multiplicaban" (VM). La nación aumentó en población y prosperó su economía debido al auge del reinado de Jeroboam II (ver com. cap. 2: 8). Sin embargo, quizá se refiera en primer lugar a los sacerdotes (ver com. vers. 6) que aumentaron su riqueza y su poder. Afrenta. Heb. qalon, "ignominia", o "deshonra".

8. Pecado. Heb. jatta'th, "pecado" u "ofrenda por el pecado". Este pasaje quizá describa a los sacerdotes codiciosos que fomentaban el pecado instando al pueblo para que trajera más y más sacrificios, puesto que ellos comían la carne de esos sacrificios (Lev. 6: 26); y, sin duda, establecieron un comercio con esa carne (ver com. 1 Sam. 2: 12). Mientras más pecados hubiera, más sacrificios habría, y el provecho y el placer serían mayores.

9. Será el pueblo como el sacerdote. El pueblo y sus sacerdotes estaban unidos por el pecado. Los sacerdotes apóstatas incurrían en las mismas iniquidades que debieran haber reprochado; y el pueblo advirtiendo, a su vez, la mundanalidad y complacencia propia de los sacerdotes, se amparaban tras el ejemplo de éstos. Pero alguien ha dicho: "Ni la grandeza secular eximirá al laico, ni la dignidad de su investidura al sacerdote". Ambos serán responsables delante del tribunal de Dios.

Pagaré. "Haré volver". Es decir, "retribuiré", "recompensaré". Obras. Aquí se incluyen las atrevidas e insolentes rebeliones de Israel contra la ley y la voluntad de Dios.

10. No se saciarán. Este sería el castigo por comer "del pecado de mi pueblo" (vers. 8).

No se multiplicarán. Quizá se haga referencia a la prostitución religiosa muy unida a las ceremonias de la fertilidad, que eran, en gran medida, el centro del antiguo culto cananeo (ver t. 11, pp. 40-43). Pero a pesar del culto dedicado a la diosa de la fertilidad, no aumentaría la población, pues la bendición del cielo se había apartado de Israel.

11. Fornicación, vino. Estos vicios son puestos juntos a propósito, para mostrar su influencia en privar al hombre de sus buenas inclinaciones, su razón y entendimiento (ver com. Gén. 9: 21).

Quitan el juicio. Si la mente de una persona, el entendimiento y las inclinaciones se han contaminado y corrompido por excesos sensuales, sacrifica sus posibilidades de servir a Dios (cf. Prov. 4: 23). Una de las consecuencias lamentables del culto que Israel rendía a dioses extraños era su participación en los ritos licenciosos y en los actos degradantes que acompañaban el culto a los ídolos.

12. Leño. Quizá una vara empleada con el fin de adivinar. 

Espíritu de fornicaciones. El deseo irrefrenable y fascinador de adorar ídolos es comparado por Óseas con el adulterio espiritual, que trágicamente apartó a Israel de Jehová. El "espíritu de fornicaciones" quizá también describa el frenesí que se posesionaba de los hombres y los arrebataba en el torbellino y la excitación de las malas pasiones.

Dejaron a su Dios. La relación matrimonial cesaba cuando una esposa abandonaba a su marido (ver com. Núm. 5: 19) y se entregaba a otro. Así sucedió en el caso de Israel cuando se apartó de Jehová y se unió con los ídolos.

13. Las cimas de los montes. Aquí se amplía el tema de la idolatría, especialmente en lo que atañe a la vida pública. Por regla general, los paganos elegían las montañas y los cerros para sus lugares de culto, debido a su altura (ver com. Eze. 6: 13).

Tuviesen buena sombra. Los árboles mencionados proporcionaban una sombra acogedora en contraste con el intenso calor del sol, y también proporcionaban un lugar privado para la práctica de ritos inmorales. En esos lugares se inmolaban las víctimas de los sacrificios y se quemaba incienso para honrar a los dioses (ver com. Jer. 7: 31).

Vuestras hijas. El mal ejemplo de los padres influía en los hijos para que siguieran por el mismo sendero, y con los mismos resultados (Lam. 5: 7; ver com. Ose. 2: 4).

14. No castigaré. Esas "hijas" y "nueras" eran menos culpables que los padres y esposos lascivos que las habían descarriado.

Rameras. Es decir, "prostitutas del templo". Eran mujeres que se entregaban a prácticas disolutas propias del culto de sus dioses. Desde la antigüedad personas tales han estado relacionadas con el culto idólatra en muchos lugares (ver com. Deut. 23: 17). 

Sin entendimiento. Ver com. vers. 6.

15. No peque Judá. Oseas exhorta fervientemente al reino de Judá (vers. 15-17), como si no tuviese ninguna esperanza de que se llegara a efectuar un cambio en la conducta de Israel. Israel estaba geográficamente tan cerca de Judá y algunos de los últimos reyes de Judá estuvieron tan influidos por la idolatría, que existía el grave peligro de que el reino del sur siguiera al del norte en la apostasía (ver p. 33; com. cap. 11: 12; 12: 1-2). 

No entréis. Se trata de una orden específica que prohibía las peregrinaciones a los centros del culto a los ídolos, tales como Gilgal y Bet-avén. 

Gilgal. En el territorio del reino del norte había más de un pueblo que llevaba este nombre (ver com. 1 Sam. 11: 15; 2 Rey. 2: 1). El nombre Gilgal se destaca en la historia de Israel (Jos. 4: 19-20; 5: 9-10; 9: 6; 10: 6-9, 43; 14: 6; 1 Sam. 10: 8; 11: 14-15; 13: 4-8; 15: 21, 33; 2Rey. 4: 38). No se sabe con seguridad a cuál Gilgal se refiere aquí el profeta.

Bet-avén. Literalmente, "la casa del poder malo", o "la casa de impiedad". Quizá sea un epíteto irónico aplicado a Bet-el, que significa literalmente "casa de Dios" (Gén. 28: 19-22). 

Sin embargo, cuando Jeroboam I estableció el culto a los becerros en Bet-el (1 Reyes 12:25-33) y convirtió a la ciudad en una casa de dioses falsos, el nombre Bet-el resultó sumamente inapropiado. Bet-el fue un lugar importante en la historia religiosa del pueblo de Dios (Gén. 28: 19; 35:15). Ni Juréis. Los que estaban entregados a la idolatría no debían profesar hipócritamente que rendían culto a Jehová (cf. 1 Rey. 12: 28).

16. Indómita. Literalmente, "terca" o "rebelde". Los habitantes del reino del norte estaban resueltos a proceder a su antojo, y por eso eran como una novilla inmanejable que se resistía a ser domada y no podía ser usada para arar.

Los apacentará... como a corderos. Algunos han sugerido que esta declaración significa, merecida y justamente, que Dios iba a dejar que Israel hiciera lo que le placiera, como un cordero es abandonado en un campo para que juguetee libremente sin que se le dé alimento ni protección. En vez de los frenos y el yugo (ver com. Mat. 11: 29-30) de los mandamientos de Dios, tendría la libertad del desierto donde no habría cercas protectoras. Pero un cordero en esta situación, sin el cuidado vigilante del pastor, sería devorado fácilmente por las bestias feroces, y perecería. Pocos animales son más indefensos que un cordero que se ha extraviado alejándose de su pastor (Luc. 15: 3-7). Así sucedería con Israel.

Otros han sugerido que debiera considerarse como una pregunta y no como una afirmación, como está en la RVR y en la BJ.

17. Efraín. Efraín era la tribu principal del reino del norte, y con frecuencia su nombre se aplicaba a todo el reino (ver com. Jer. 7: 15). El nombre de Judá, en cambio, se aplicaba al reino del sur.

Déjalo. Una inicua necedad hizo que Efraín se entregara a la idolatría, y así quedó a merced de su inevitable ruina. Las diez tribus habían caído de tal modo en la idolatría, que no se les dio ninguna promesa de restauración completa (PR 223). Sin duda sólo unos pocos miembros aislados de las diez tribus que fueron al exilio, más tarde se unieron con Judá para volver a Palestina después del cautiverio.

Dios no fuerza la voluntad. Ruega a los hombres a que acepten el camino de la vida (Eze. 33: 11); pero deja con ellos que "escuchen" o no (Eze. 2:5). 

Los que se niegan persistentemente a aceptar los ofrecimientos de misericordia, son abandonados para que cosechen los frutos de su propia elección (Gén. 6: 3; Sal. 81: 10-16; Prov. 1: 25-33; Apoc. 22: 11).

18. Sus príncipes. Literalmente, "sus escudos", lo cual significa que los príncipes eran los protectores de la nación (ver com. Sal. 47: 9).

19. El viento los ató. Quizá sea una figura que se refiera a la tormenta del castigo divino que se desataría sobre los efrainitas para llevarlos al cautiverio. Esta figura contrasta nítidamente con las "alas de águilas' que sacaron a los hebreos de Egipto para llevarlos a la tierra prometida (Exo. 19: 4; Deut. 32: 9-12). Dios trata con paciencia y longanimidad a los pecadores, llamándolos al arrepentimiento; el cautiverio predicho de las diez tribus se efectuó gradualmente (ver com. Ose. 7: 9). 4CBA/Ministerio Hno. Pio

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