sábado, enero 01, 2022

REFLEXIÓN 969. LOS JUICIOS DE DIOS: LAS SIETE TROMPETAS: El Ángel Con El Librillo (APOCALIPSIS 10).


Apocalipsis 10

El Ángel Con El Librillo, 10:1-11.

Vers. (1-5) Aparece un ángel poderoso con un librito abierto, (6-8) y jura por el que vive para siempre que el tiempo no será más. (9-11) Se le ordena a Juan tomar el librito y comérselo.

1 VI DESCENDER del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego. 2 Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra; 3 y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces. 4 Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.

5 Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,

6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más,

7 sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas. 8 La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra. 

9 Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel. 10 Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

11 Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes. (Apocalipsis 10).

1. Vi. Ver com. cap. 1:1; 4:1.

Este pasaje (cap. 10:1 a 11:14) constituye un paréntesis entre la sexta y séptima trompetas, parecido al del cap. 7, que se intercala entre los sellos sexto y séptimo.

Descender del cielo. La visión se enfoca sobre un ser celestial, pero su ubicación está aún en la tierra.

Otro ángel fuerte. O sea, además de los ángeles que habían aparecido poco antes.

Evidentemente es un ángel distinto de los que retienen los cuatro vientos (cap. 7:1), de los que tocan las siete trompetas (cap. 8:2), del ángel ante el altar (cap. 8:3) y de los que están junto al río Éufrates (cap. 9:14).

Este ángel puede ser identificado como Cristo.

(ver EGW, Material Suplementario com. cap. 10:1-11), quien como Señor de la historia hace la proclamación del vers. 6.

Envuelto. Gr. peribállÇ, "arrojar alrededor", "envolver", "vestir".  

El ángel se ve envuelto en una nube.

Las Escrituras frecuentemente relacionan a las nubes con las apariciones de Cristo.

(Dan. 7:13; Hech. 1:9; Apoc. 1:7; 14:14; cf. Sal. 104:3; 1 Tes. 4:17).

Arco iris. Cf. Apoc. 4:3; Eze. 1:26-28.

El rostro del ángel, que brilla "como el sol" a través de la nube que lo envuelve, puede considerarse como lo que forma el arco. Cf. com. Gén. 1:12-13.

Como el sol. Compárese con la descripción de Cristo en cap. 1:16.

Pies. La comparación de los pies como columnas parece algo incongruente, pero la palabra "pies" (póus) designa también a las piernas, que se asemejan a columnas de fuego. (cf. Cant. 5:15; cf. com. Eze. 1:7).

Columnas de fuego. Compárese con la descripción de los pies de Cristo en cap. 1:15.

2. En su mano. Compárese con el simbolismo de Eze. 2:9.

Un librito. Gr. biblarídion, "rollito", diminutivo de biblíon, "libro", "rollo". 

Biblarídion aparece en el NT sólo en este capítulo.

Al contrastar este rollito con el rollo (biblíon) que estaba en la mano de Dios (cap. 5:1), es evidentemente más pequeño. Compárese con el simbolismo de Eze. 2:9.

Abierto. El verbo griego manifiesta que el libro ha sido abierto y permanece abierto; pero el rollo anterior estaba sellado con siete sellos (cap. 5:1). Daniel recibió la orden: "cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin" (cap. 12:4).

Esta admonición se aplica particularmente a la parte de las profecías de Daniel que se refieren a los últimos días (ver com. cap. 12:4), y, sin duda, de una manera especial a los detalles cronológicos de los 2.300 días (cap. 8:14) en lo que se relaciona con la predicación de los mensajes del primero, el segundo y el tercer ángel (Apoc. 14:6-12).

Puesto que el mensaje del ángel de Apoc. 10 se refiere a tiempo, y probablemente a los acontecimientos del tiempo del fin, cuando el libro de Daniel debía ser abierto (Dan. 12:4), parece razonable concluir que el librito abierto en la mano del ángel era el libro de Daniel.

Con esta presentación que se hace a Juan del librito abierto, se revelan las porciones selladas de la profecía de Daniel, se aclara el cómputo cronológico que señala el fin de la profecía de los 2.300 días. Por esta razón, el capítulo que consideramos se enfoca en el tiempo cuando se hizo la proclamación de los vers. 6-7, es decir, entre 1840 y 1844 (ver com. vers. 6; EGW, Material Suplementario com. cap. 10:1-11).

Sobre el mar, y... sobre la tierra. El mar y la tierra se usan repetidas veces para abarcar el mundo como una unidad (Exo. 20:4,11; Sal. 69:34).

El hecho de que el ángel esté de pie sobre el mar y la tierra, sugiere la proclamación mundial de su mensaje y también su poder y autoridad sobre el mundo.

3. Gran voz. Cf. cap. 1:10; 5:2; 6:10; 7:2.

Como ruge un león. Se destaca únicamente la nota profunda y resonante de la voz del ángel. No se registra lo que dijo.

Siete truenos. Otra de las varias series de siete que caracterizan al Apocalipsis.

 (Ver com. cap. 1:11).

4. Yo iba a escribir. Juan entiende las voces de los siete truenos, y se prepara para registrar su mensaje.

Este pasaje indica que Juan registraba las visiones del Apocalipsis cuando se le revelaban, y no en un momento posterior.

Sella. A Juan se le ordena, como a Daniel mucho antes, que "selle" la revelación que había recibido (cf. Dan. 12:4).

Pablo también había oído en visión

"palabras inefables que no le es dado al hombre expresar" (2 Cor. 12:4).

Es obvio que los mensajes de los siete truenos no eran una revelación para la gente de los días de Juan.

Sin duda revelaban detalles de los mensajes que habían de ser proclamados en "el tiempo del fin" (Dan. 12:4; cf. com. Apoc. 10:2).

Por lo tanto, pueden entenderse como una descripción de los mensajes del primero y el segundo ángel (cap. 14: 6-8; ver EGW, Material Suplementario com. cap. 10:1-11).

5. Levantó su mano. Gesto característico al pronunciar un juramento tanto en tiempos antiguos como ahora (Gén. 14:22-23; Deut. 32:40; Eze. 20:15; Dan. 12:7).

6. El que vive. Cf'. com. cap. 1: 18; 4: 9; 15: 7.

Que creó. Cf. Exo. 20:11; Sal. 146:6.

No podía haberse hecho un juramento más solemne (ver Heb. 6:13).

Cuando el ángel, que es Cristo, jura por el Creador.

(Ver com. Apoc. 10:1), está jurando por sí mismo.

Que el tiempo no sería más. Gr. jrónos oukéti éstai, "tiempo no más será".

Esta misteriosa declaración ha sido interpretada de diversas maneras. Muchos expositores han entendido que señala el fin del tiempo y el comienzo de la eternidad.

Otros han tomado la palabra "tiempo" en el sentido del tiempo que transcurre inmediatamente antes de los acontecimientos finales de la historia, y han traducido: 

"no habrá más demora".

Los adventistas del séptimo día en general han entendido que estas palabras describen particularmente el mensaje proclamado en los años 1840-1844 por Guillermo Miller y otros, en relación con el fin de la profecía de los 2.300 días. Han entendido que el "tiempo" es tiempo profético, y que su fin significa la terminación de la profecía cronológica más larga de la Biblia: la de los 2.300 días de Dan. 8:14.

Después de esta profecía no habría otro mensaje fundado en un tiempo definido, exacto.

No hay ningún otro período profético que se extienda más allá de 1844.

7. Días. Algunos comentadores han tomado estos "días" como días-años proféticos; pero si se entienden como días o como años no hay mayor diferencia porque la expresión es de carácter general, y como viene después de la declaración del vers. 6 no pueden especificar un período que puede medirse (ver com. vers. 6).

El sentido del pasaje es que en el tiempo de la séptima trompeta el misterio de Dios será consumado. En el plan de Dios este acontecimiento seguiría a la proclamación de que "el tiempo no sería más" (vers. 6).

Compárese con la declaración de la séptima plaga: "Hecho está" (cap. 16:17).

El séptimo ángel. En cuanto a los acontecimientos, cf. cap. 11:15-19.

Cuando él comience. O "cuando hiciere sonar".

La séptima trompeta señala un punto culminante en el gran conflicto entre Cristo y Satanás, como lo revela la proclamación de las voces del cielo en ese tiempo.

 (Cap. 11:15).

El misterio de Dios. En cuanto a un comentario sobre la palabra "misterio", 

cf. com. Apoc. 1:20; cf. com. Rom. 11:25.

Jesús usó una frase similar: "el misterio del reino de Dios" (Mar 4: 11), y Pablo también habla del "misterio de Dios" (Col. 2: 2), y el "misterio de Cristo" (Col. 4:3).

El misterio de Dios, que él revela a sus hijos, es su propósito para con ellos: el plan de salvación. Cf. 1Tim. 3:16; 2JT 374.

Se consumará. Ver com. cap. 11: 15.

Sus siervos los profetas. La declaración y exposición del "misterio de Dios" (ver com. 11 "el misterio de Dios") ha sido siempre la misión de sus siervos los profetas en sus mensajes para los hombres (ver com. Rom. 3:21).

8. La voz. Sin duda la voz que le había prohibido a Juan que escribiera lo que habían declarado los siete truenos (vers. 4), como lo demuestra la repetición de las frases "del cielo" y "otra vez".

Ve y toma. Se le ordena a Juan que tome parte en la visión.

El librito. Ver com. vers. 2

Abierto. Ver com. vers. 2.

En la mano. Ver. com vers.2

El mar... la tierra. Ver com. vers. 2.

9. Me diese. Juan es colocado en una situación en la expresa su deseo de tener el libro. Desempeña el papel de los que proclamaron el mensaje adventista en los años 1840-1844.

Aunque equivocados en cuanto al tiempo del acontecimiento que proclamaban, sin embargo fueron dirigidos por Dios, y el mensaje del pronto advenimiento fue precioso para sus almas.

Su cómputo de la cronología profético de Dan. 8:14 era correcto (ver el comentario respectivo), pero están equivocados en cuanto a la naturaleza del acontecimiento que debía suceder al final de los 2.300 días.

Cómelo. Compárese con el simbolismo de Eze. 3:1 (cf. Jer. 15:16) Comerse el libro es una figura de lenguaje que representaba la plena comprensión del significado del mensaje contenido en el rollito. La experiencia de Juan en Apoc. 10:10 describe exactamente la de los creyentes adventistas cuando comprendieron más plenamente el significado de los mensajes de los tres ángeles (cap. 14: 6-12) en relación con el verdadero cumplimiento de la profecía de los 2.300 días.

Te amargará el vientre. Ver com. vers. 10.

El orden de las frases en los vers. 9 y 10 es una forma familiar de paralelismo hebreo.

(Ver com. cap. 1:2; 9:17): "Te amargará el vientre...En tu boca será dulce como la miel... Era dulce en mi boca como la miel... Amargó mi vientre".

En tu boca será dulce. Ver com. vers. 10.

10. Tomé. Ver com. vers. 9.

Dulce... como la miel. Cf. Eze. 3:3.

Los mensajes de Dios a sus siervos han sido a menudo, como en el caso de Ezequiel, una mezcla de dulzura y amargura porque pueden revelar su amor y también sus castigos.

Los profetas de Dios han experimentado tanto el éxtasis de la visión divina como la amargura de tener que dar mensajes de reprensión. Experiencia por la que pasó Juan en esta visión puede considerarse, en un sentido específico, como un símbolo de la de los creyentes adventistas en los años 1840-1844.

Cuando esos creyentes oyeron por primera vez el mensaje de la inminencia de la segunda venida, fue para ellos "dulce como la miel"; pero cuando Cristo no vino como lo esperaban, su experiencia fue en verdad amarga. Cf. com. vers. 9.

Amargó mi vientre. Ver com. "dulce como la miel".

11. El. Cristo, el "ángel" de los vers. 1, 9.

Es necesario que profetices otra vez. Cf Eze. 3:1,4. Aunque el comer el rollo le había producido amargura a Juan, las palabras consoladoras que Cristo dirige al profeta son que ahora debe profetizar nuevamente.

A Juan como representante de los creyentes adventistas después del chasco, se le impone la obligación de proclamar un mensaje adicional, más amplio.

Aún queda por hacer una gran obra. Deben salir a proclamar el mensaje del tercer ángel de Apoc. 14:9-12.

Sobre. "Acerca de" o "para"; cualquiera de estos significados concuerda con el contexto.  Los mensajes serían "para muchos pueblos..." y "acerca de muchos pueblos".

Muchos pueblos. A medida que los creyentes adventistas comprendían el pleno significado del mensaje del tercer ángel, se dieron cuenta más y más que era un mensaje para el mundo, que tenía que ser llevado a "muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes".

Esta convicción ha dado como resultado uno de los programas más extensos de evangelización mundial que haya visto la historia cristiana a medida que los adventistas del séptimo día han proclamado "a toda nación, tribu, lengua y pueblo" (cap. 14: 6) el mensaje que les fue dado. (7CBA).

COMENTARIOS DE EGW

11. 2JT 154. "Ciertamente la ira del hombre te acarreará alabanza -dice el salmista: - tú reprimirás el resto de las iras." (Sal. 76:10.) Dios quiere que la verdad probadora se destaque al frente y llegue a ser tema de examen y de discusión, aunque sea por el desprecio que se le imponga. Deben agitarse los espíritus. Toda controversia, todo oprobio y toda calumnia serán para Dios el medio de provocar investigación y despertar las mentes que de otra manera dormitarían.

Así fue en la historia pasada del pueblo de Dios. Por negarse a adorar la imagen de oro que Nabucodonosor había levantado, los tres hebreos fueron arrojados al horno ardiente. Pero Dios protegió a sus siervos en medio de las llamas, y la tentativa de imponer la idolatría resultó en que el conocimiento del verdadero Dios fue presentado a la congregación de príncipes y nobles del vasto reino de Babilonia.

Así sucedió también cuando se promulgó el decreto que prohibía que se hiciese oración a cualquier dios menos al rey.

Como Daniel, según su costumbre, suplicaba tres veces por 154 día al Dios del cielo, la atención de los príncipes y gobernantes fue atraída a su caso. Tuvo oportunidad de hablar en su defensa, de demostrar quién es el verdadero Dios y presentar la razón por la cual él solo debe recibir la adoración y nosotros debemos rendirle alabanza y homenaje. Y al ser liberado Daniel del foso de los leones, se tuvo otra evidencia de que el Ser a quien adoraba era el Dios verdadero y vivo.

Así también el encarcelamiento de Pablo llevó el Evangelio ante reyes, príncipes y gobernantes que de otra manera no habrían tenido esa luz. Los esfuerzos hechos para retardar el progreso de la verdad servirán para impulsarlo y ensancharlo. Desde cualquier punto que se considere la verdad, su excelencia se destacará con claridad cada vez más intensa. El error requiere disfraz y ocultamiento. Se viste de manto angelical y toda manifestación de su verdadero carácter disminuye sus probabilidades de éxito.

Las personas a quienes Dios ha hecho depositarias de su ley no han de permitir que se oculte su luz. La verdad debe ser proclamada en los lugares obscuros de la tierra. Hay que hacer frente a los obstáculos y superarlos.  Debe hacerse una gran obra, y esta obra ha sido confiada a los que conocen la verdad.  Deben interceder poderosamente con Dios para obtener ayuda ahora.

El amor de Cristo debe difundirse en su propio corazón. El Espíritu de Cristo debe ser derramado sobre ellos, y deben prepararse para subsistir en el juicio. Mientras se estén consagrando ellos mismos a Dios, un poder convincente acompañará sus esfuerzos para presentar la verdad a otros, y su luz hallará acceso a muchos corazones.

Ya no debemos dormir en el terreno encantado de Satanás, sino poner a requisición todos nuestros recursos y valernos de toda oportunidad que nos ha provisto la Providencia. 

La última amonestación ha de ser proclamada "a muchos pueblos y gentes y lenguas y reyes" (Apoc. 10:11), y se nos hace la promesa: "He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo." (Mat. 28:20.) 155

9T 123. El propósito de Dios para con sus hijos es que éstos crezcan hasta alcanzar la medida de la estatura de los hombres y mujeres perfectos en Cristo Jesús. Para ello, deben hacer uso conveniente de todas las facultades de la mente, el alma y el cuerpo. No pueden derrochar ninguna de sus energías mentales o fí­sicas. El tema de la conservación de la salud tiene una importancia capital. Al estudiarlo en el temor de Dios, aprenderemos que lo mejor para nuestro progreso físico y espiritual, es atenemos a un régimen alimen­ticio sencillo. Estudiemos con paciencia este asunto. Para obrar atinadamente en este sentido, necesita­mos conocimientos y discernimiento. Las leyes de la naturaleza existen, no para ser resistidas, sino aca­tadas. Los que hayan recibido instrucciones acerca de los peligros del consumo de carne, té, café y alimentos demasiado condimentados o malsanos, y quieran hacer un pacto de sacrificio con Dios, no continuarán satisfaciendo sus apetitos con alimentos que saben que son malsanos. Dios pide que los apetitos se pu­rifiquen y que se practique la abnegación en relación con las cosas que no son buenas. Esta obra debe ser hecha antes que su pueblo pueda estar delante de él como un pueblo perfecto. (124)

RP. 144. Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes. Apocalipsis 10:11.

Nuestra obra de publicaciones se estableció según las instrucciones de Dios y bajo su dirección especial. Fue fundada para alcanzar un objetivo preciso.

Los adventistas del séptimo día han sido elegidos por Dios como pueblo particular, separado del mundo. Con el gran instrumento de la verdad, los ha sacado de la cantera del mundo y los ha relacionado consigo. Ha hecho de ellos representantes suyos, y los ha llamado a ser sus embajadores durante esta última fase de la obra de salvación. Les ha encargado que proclamen al mundo la mayor suma de verdad que se haya confiado alguna vez a seres mortales, las advertencias más solemnes y terribles que Dios haya enviado alguna vez a los hombres. Y nuestras casas publicadoras se cuentan entre los medios más eficaces para realizar esta obra.

Estas instituciones deben ser testigos para Dios y enseñar la justicia al mundo. La verdad debe resplandecer de ellas como una antorcha. Deben emitir constantemente en las tinieblas del mundo rayos de luz que adviertan a los hombres los peligros que los exponen a la destrucción, y parecerse así a la poderosa luz de un faro edificado en una costa peligrosa.

Las páginas impresas que salen de nuestras casas publicadoras, deben preparar a un pueblo para ir al encuentro de su Dios. En el mundo entero, estas instituciones deben realizar la misma obra que hizo Juan el Bautista en favor de la nación judía. Mediante solemnes mensajes de amonestación, el profeta de Dios arrancaba a los hombres de sus sueños mundanos. 

Por su medio, Dios llamó al arrepentimiento al apóstata Israel. Por la presentación de la verdad desenmascaraba los errores populares. En contraste con las falsas teorías de su tiempo, la verdad resaltaba de sus enseñanzas con certidumbre eterna. “Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado”. Mateo 3:2. Tal era el mensaje de Juan. El mismo mensaje debe ser anunciado al mundo hoy por las páginas impresas que salen de nuestras casas editoras.

Joyas de los Testimonios 3:140, 141.

CT. 343. “Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre. Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”. Apocalipsis 10:10,11.

Mediante la historia y la profecía, la Palabra de Dios describe el prolongado conflicto entre la verdad y el error. Ese conflicto sigue en desarrollo. Las cosas que han acontecido volverán a repetirse. Revivirán antiguas controversias, y continuamente surgirán teorías nuevas.

Pero el pueblo de Dios el cual mediante sus creencias y su cumplimiento de la profecía ha desempeñado una parte en la proclamación de los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles, sabe dónde se encuentra. Tiene una experiencia que es más preciosa que el oro refinado. Debe permanecer firme como una roca, aferrándose al comienzo de su confianza hasta el fin.

Un poder transformador acompañó a la proclamación de los mensajes del primer ángel y del segundo, e igualmente acompaña el mensaje del tercer ángel... El poder del Espíritu Santo se manifestó. Hubo estudio diligente y detallado de las Sagradas Escrituras. Se dedicaron noches casi íntegras a una investigación fervorosa de la Palabra. Buscamos la verdad como si hubiéramos buscado tesoros escondidos. 

El Señor se reveló a nosotros. Se derramó luz sobre las profecías, y supimos que habíamos recibido instrucción divina...

Después del gran chasco, hubo pocas personas que se dedicaron de todo corazón a la investigación de la Palabra. Pero algunos no se desanimaron ni negaron que el Señor los había guiado. A éstos la verdad les fue revelada punto por punto, y se entrelazó con sus recuerdos y sentimientos más apreciados... Se hizo brillar la verdad hermosa en su sencillez, honrada con poder e investida con una seguridad desconocida antes del Chasco. Entonces pudimos proclamar el mensaje en unidad. Pero hubo gran confusión entre los que no se habían aferrado a su fe y a su experiencia. Se presentaron todas las opiniones concebibles como mensajes de verdad; pero la voz del Señor dijo: “No les creáis; porque no los he enviado”.

Anduvimos cuidadosamente con Dios. Había que dar el mensaje al mundo, y sabíamos que esta verdad presente era un don especial de Dios... Algunos de estos chasqueados, que todavía buscaban la verdad, fueron conducidos paso a paso para que comunicasen al mundo lo que les había sido revelado... Al comienzo la obra avanzó con dificultad. Con frecuencia los que escuchaban rechazaban el mensaje como algo ininteligible, y así comenzó el conflicto y se definió especialmente en torno a la cuestión del sábado. Pero el Señor manifestó su presencia. En ciertas ocasiones se descorría el velo que ocultaba su gloria de nuestros ojos. Entonces podíamos contemplarlo en el lugar elevado y santo.—Manuscrito 32, 1896.  

SERMONES

https://www.youtube.com/watch?v=BO-cBvzW-rE&list=PL0QviWO_Fy-3l-RDO0iqnoJf7BmNNUSr3&index=6

Ministerio Hno. Pio

 

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