lunes, enero 03, 2022

REFLEXIÓN 971. LA FASE FINAL DEL GRAN CONFLICTO: Satanás Hace Guerra Contra El Pueblo Remanente: Desarrollo Del Conflicto, Satanás Declara La Guerra (APOCALIPSIS 12).

Apocalipsis 12

LA FASE FINAL DEL GRAN CONFLICTO:

Satanás Hace Guerra Contra El Pueblo Remanente, 12:1-17.

1. Desarrollo Del Conflicto, 12:1-16.

2. Satanás Declara La Guerra, 12:17.

-Una mujer vestida del sol y con dolores de parto.

-El gran dragón rojo se para frente a ella, listo para devorar a su hijo.

-La mujer es librada y huye al desierto.

-Miguel sus ángeles luchan contra el dragón, y lo vencen.

-El dragón es lanzado a la tierra, y persigue a la mujer.

1 APARECIÓ en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. 2 Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento.

3 También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; 4 y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese. 5 Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono.

6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días.

7 Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; 8 pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. 9 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.

10 Entonces oí una gran voz en el cielo que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.

11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.

12 Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.

13 Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón. 14 Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.

15 Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por el río. 16 Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca.

17 Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo. (Apocalipsis 12).

1. Apareció. Con el cap. 12 comienza una nueva línea profético que continúa hasta el fin del libro. Esta sección presenta a la iglesia de Dios enfrentándose a los poderes del mal y su triunfo final sobre ellos.

Cielo. Se refiere al firmamento, no al ciclo donde mora Dios. En cuanto a la naturaleza de las visiones simbólicas, ver com. Eze.1:10.

Señal. Gr. s'méion, "señal", "marca", "prenda", de s'máinÇ, "dar señal", "significar", "indicar" (ver com. cap. 1:1). s'méion se traduce frecuentemente como "milagro" (Hech. 4:22; 8:13); describe un milagro como señal de autoridad (ver t. V, p. 199)

En Apoc. 12:1 s'méion significa una señal que anuncia acontecimientos venideros.

Mujer. En el AT la verdadera iglesia se simboliza algunas veces por medio de una mujer (Isa. 54:5-6; Jer. 6:2).

Cuando la iglesia apostató, fue comparada con una mujer corrompida.

 (Jer. 3:20; Eze. 23:24).

Los mismos símbolos aparecen en el NT (2 Cor. 11:2; Efe. 5:25-32; Apoc. 17:1-3).

En Apoc. 12 la mujer representa a la verdadera iglesia.

Esta mujer, que está por dar a luz a Cristo (vers. 2, 4-5) y es perseguida después de la ascensión de Cristo (vers. 5, 13-17), representa a la iglesia tanto del AT como del NT. Cf. Hech. 7:38.

Vestida del sol. Esta luz puede considerarse como una representación de la gloria de Dios, especialmente como se revela en el Evangelio; pero la mujer que representa a la iglesia falsa es descrita, por contraste, como ataviada con ropas escandalosas y con una copa llena de abominaciones (cap. 17:4).

La luna. Este símbolo es interpretado por muchos comentadores como un símbolo del sistema de ritos y sombras de los tiempos del AT, los cuales fueron eclipsados por la revelación más plena que llegó por medio de Cristo.

La ley ceremonial, que fue cumplida en la vida y la muerte de Cristo, bien podía ser representada por la luna, que brilla con luz que refleja del sol.

Corona. Gr. stéfanos, una corona de vencedor (ver com. Mat. 27:29; Apoc. 2:10), no diád'ma, una corona real (ver com. "diademas", cap. 12:3).

Doce estrellas. Los comentadores han aplicado en general este símbolo 

a los 12 patriarcas a los 12 apóstoles, o a ambos.

Puesto que el énfasis principal del cap. 12 es sobre la iglesia del NT, sin duda debe referirse a los 12 apóstoles; pero el cuadro de las 12 tribus también continúa al mismo tiempo en la iglesia del NT (ver com. Apoc. 7:4).

2. Encinta. Se presenta a la iglesia en el tiempo en que estaba por nacer el Mesías.

Algunos ven una referencia a Isa. 7:14.

En cuanto a la figura de una mujer en estado de gravidez, ver Isa. 26:17; 66:7-8.

3. Señal. Gr. s'méion (ver com. vers. 1).

Dragón escarlata. Este símbolo o poder se identifica en el vers. 9 como "la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás".

Este símbolo representa a Satanás actuando por medio de la Roma pagana, el poder que gobernaba el mundo cuando Jesús nació (ver com. vers. 4; cf. CS 491).

El dragón se describe como de color "escarlata", probablemente porque en toda su relación con la iglesia de Dios aparece como perseguidor y destructor de ella.  

Su propósito ha sido el de destruir a los hijos del Altísimo.

Siete cabezas. También aparecen siete cabezas en la bestia que Juan vio surgir del mar (Apoc. 13:1) y sobre la bestia bermeja (cap. 17:3). Las cabezas del cap. 17:9-10 se identifican como "siete montes" y "siete reyes".

ES, PUES, RAZONABLE CONCLUIR QUE LAS SIETE CABEZAS DEL DRAGÓN representan poderes políticos que han fomentado la causa del dragón, y por medio de los cuales este ha ejercido su poder perseguidor.

Algunos sostienen que el número "siete" se usa aquí como un número que indica plenitud, y que no es necesario identificar precisamente a siete naciones por medio de las cuales haya obrado Satanás. Cf. com. cap. 17:9-10.

En cuanto a una descripción de la serpiente de siete cabezas en la mitología antigua, ver com. Isa. 27:1. El Talmud también menciona un dragón con siete cabezas (Kiddushin 29b).

Diez cuernos. La bestia de los cap. 13 y 17 también tenía cada una diez cuernos.

Algunos sostienen que los diez cuernos del dragón son idénticos a los de las dos bestias, y que los de la segunda bestia (Apoc. 17:7) son idénticos a los diez cuernos de la cuarta bestia de Dan.7. Para identificar los diez cuernos de la cuarta bestia,

 ver com. Dan. 7:1.

Otros ven en los diez cuernos del dragón una designación más general de los poderes políticos menos importantes, por medio de los cuales ha obrado Satanás, en contraste con las siete cabezas, que pueden considerarse como una representación de los principales poderes políticos (ver com. "siete cabezas"). Sugieren que el número "diez" puede ser un número redondo, como sucede a menudo en otras partes de las Escrituras (ver com. Luc. 15:8). Cf. com. Apoc. 17:9-10.

En sus cabezas. Las insignias de realeza sobre las cabezas pueden tomarse como una evidencia adicional de que representan reinos políticos (ver com. "siete cabezas").

Diademas. Gr. diád'ma, literalmente "algo ceñido", de diadéÇ, "ceñir".

Esta palabra se usaba para describir la insignia de realeza de los reyes persas, una cinta azul bordeada de blanco, que se usaba sobre el turbante.

Después llegó a ser usada como señal de realeza.

Diád'ma sólo aparece aquí y en cap. 13: 1 y 19: 12.

Diád'ma, que contrasta con stéfanos, también se traduce "corona" en el NT

(Mat. 27:29; 1 Cor. 9:25; 2 Tim. 4:8; etc,)

Stéfanos era una guirnalda que con frecuencia significaba el premio o trofeo que se daba a los vencedores (ver com. 1 Cor. 9:25).

4. Su cola arrastraba. Literalmente "su cola está arrastrando". En la visión profético Juan vio la acción mientras ésta ocurría

La tercera parte. Algunos creen que este acontecimiento se describe con mayores detalles en los vers. 7-9, y que "la tercera parte de las estrellas del cielo" representa una tercera parte de los ángeles celestiales que se unieron con Satanás en su rebelión y fueron expulsados del cielo (ver 1JT 312; 2JT 103).

Otros interpretan que estas "estrellas" representan dirigentes judíos, de los cuales había tres clases principales: reyes, sacerdotes y el sanedrín. Interpretan que la tercera parte que fue arrojada en tierra es la realeza, la cual Roma quitó a judá.

Devorar. Una representación de los esfuerzos de Satanás para destruir al niño Jesús.

Para apreciar cuán apropiado es este simbolismo, bastaría recordar el proceder de Herodes cuando oyó el mensaje de los magos (Mat. 2:16).

Años más tarde la Roma pagana nuevamente se levantó contra el "Príncipe de los príncipes" (ver com. Dan. 8:25).

5. Un hijo varón. Literalmente "un hijo, un varón".

Regira... a todas las naciones. Una alusión a Sal. 2:8-9, claramente aplicable al Mesías. Los judíos reconocían esta aplicación (Talmud Sukkah 52a).

El ser que aquí se describe se identifica en Apoc. 19:13-16 como "EL VERBO DE DIOS... REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES". Ver com. cap. 2:27; 19:15.

Arrebatado. Una referencia a la ascensión de Jesucristo (Heb. 1:3; 10:12).

Para cumplir mejor el propósito de esta profecía, el simbolismo pasa completamente por alto el relato de la vida, obra, sufrimiento, muerte y resurrección de Jesús. Sólo se menciona su ascensión.

6. Desierto. Gr. ér'mos, "lugar abandona desierto, vacío", "lugar deshabitado".

Representa sin duda un lugar de retiro u oscuridad, una región o paraje en donde la iglesia estaría oculta, lejos de la mirada de los hombres. Ver com. cap. 17:3.

Lugar. A este paraje se hace referencia en el vers. 14 como "su lugar".

La idea que encierra este pasaje es que la protección y el asilo del desierto que halló la mujer fueron divinamente escogidos y preparados.

La. No se dice quienes "la" socorren, pero sin duda se refiere a los diversos instrumentos que Dios usó para proteger, fortalecer y sostener a la iglesia durante el tiempo cuando fue cruelmente perseguida.

Sustenten. Gr. tréfÇ, "criar", "nutrir".  TrefÇ se traduce "sustentada" en el vers. 14.

Dios cuida de los suyos. Aun cuando la iglesia es perseguida 

y condenada al exilio, el Señor la sostiene.

Días. Este período de 1.260 días se menciona siete veces y en tres diferentes maneras en los libros de Daniel y Apocalipsis: 1.260 días (Apoc. 11: 3; 12: 6),  

42 meses (Apoc. 11: 2; 13: 5) y 3 1/2 tiempos (Dan. 7: 25; 12:7; Apoc. 12: 14).  

Para el cálculo de este período, ver com. Dan. 7:25.

Los adventistas creen que este período transcurrió desde 538 d. C. hasta 1798.

Durante este período la mano de Dios cuidó de la iglesia, protegiéndola para que no fuera exterminada.

7. Batalla en el cielo. Juan presenta ahora brevemente la historia del gran conflicto que hubo en el cielo entre Satanás y Cristo, desde su origen hasta el momento en que Cristo triunfó en la cruz (Apoc. 12:7-9 cf. Col. 2:14-15), cuando Satanás fue arrojado definitivamente del cielo a la tierra (Apoc. 12: 10-12), y el desarrollo de ese conflicto en la tierra hasta el tiempo del fin (Apoc. 12:13-16; ver com. Dan. 11: 35).

Esta breve reseña queda como trasfondo de la extensa descripción del desarrollo del conflicto durante el tiempo del fin, por medio del cual esa lucha finalmente termina con éxito (Apoc. 12:17 a 20:15).

En el cap. 12:9-11. Juan habla más particularmente de la fase del conflicto librado en el cielo en relación con la muerte de Cristo en la cruz.

En cuanto a la evidencia del contexto que apoya esta conclusión, ver com. vers. 9.

Aunque el revelador enfoca primordialmente su atención sobre el punto culminante del conflicto, que tuvo lugar en la cruz, la frase "hubo una gran batalla en el cielo" también puede entenderse como que se refiere al tiempo anterior a la creación de la tierra, cuando la hostilidad del dragón comenzó porque Lucifer aspiraba a ser semejante a Dios (ver com. Isa. 14:13-14; Eze. 28:12-16).

En ese tiempo Satanás fue expulsado del cielo junto con los ángeles que simpatizaban con él (ver 2 Ped. 2:4; Jud. 6).

Los ángeles leales no entendieron plenamente entonces todas las consecuencias que estaban implicadas; pero cuando Satanás vilmente derramó la sangre de Cristo, quedó completa y eternamente desenmascarado delante del mundo celestial.

Desde ese momento sus actividades fueron aún más restringidas (ver DTG 709).

Miguel. Gr. Mija'l, una transliteración del Heb. mika'el, que significa "¿quién semejante a Dios?" Miguel es mencionado como "uno de los principales príncipes" (Dan. 10:13), como "el gran príncipe" (Dan. 12:1), y también como "el arcángel" (Jud. 9).

La literatura judía describía a Miguel como el más encumbrado de los ángeles, el verdadero representante de Dios, y lo identificaba como el ángel de Jehová.

 (Ver Talmud Yoma 37a; Midrash Rabbah, com. Gén. 18:3; Exo. 3:2).

Según el Midrash Rabbah, com. Exo. 12:29, Miguel fue el ángel que vindicó a Israel contra las acusaciones de Satanás.

Un examen cuidadoso de las referencias bíblicas a Miguel permite concluir que no es otro sino nuestro bendito Señor y Salvador Jesucristo.

 (Ver com. Dan. 10:13; cf. com. Jud. 9).

Sus ángeles. Es decir, los ángeles leales, los "espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación" (Heb. 1:14).

Dragón. Ver com. vers. 3.

Sus ángeles. Es decir, los ángeles que apoyaron a Satanás en su guerra contra Cristo (ver com. vers. 4).

8. No prevalecieron. Como la frase "batalla en el cielo" (vers. 7) puede tener una doble aplicación cuando se describe tanto el conflicto inicial en el cielo entre Lucifer y Dios como el que comenzó en la tierra entre Satanás y el Cristo encarnado, las palabras "no prevalecieron" pueden aplicarse apropiadamente a ambas etapas del conflicto, pues Satanás no tuvo éxito en ninguna de las dos.

Ya lugar. Estas palabras pueden entenderse como una referencia al lugar que una vez poseyeron u ocuparon, o se les había asignado.

Lucifer fue una vez el querubín "protector" (ver com. Eze. 28:14), y los ángeles que se unieron con él en la rebelión ejercían diversas funciones de responsabilidad.

Lucifer y sus ángeles perdieron esas funciones cuando fueron arrojados del cielo.

9. Fue lanzado fuera. Satanás y sus ángeles fueron expulsados del cielo en las edades pasadas (2 Ped. 2:4), antes de la creación de este mundo.

 (PP 14-23; cf. PE 145-146; CS 552-554; 3SG 36, 39; 1SP 17-33).

Sin embargo, parece que hasta el momento del drama de la cruz podía llegar hasta los seres celestiales, y en un grado limitado, posiblemente como "príncipe de este mundo" (Juan 12:31; Luc. 4:6), pero no como habitante del cielo, podía entrar en los recintos celestiales (DTG 709; cf. HR 26-27; ver com. "en tierra").

Esta puede ser, sin embargo, la expulsión definitiva que ocurrió en la cruz, como lo declaró nuestro Señor (Juan 12:31-32; cf. PP 54-57; DTG 455, 633,706).

Es evidente por el contexto (vers. 10-13) que Juan se está refiriendo más específicamente a los sucesos relacionados con el triunfo de Cristo en la cruz.

Pueden notarse los siguientes puntos:

1. La proclamación que hace una "gran voz en el cielo" (vers. 10-12) es más o menos un paréntesis, cuyo propósito es explicar el significado de la expulsión de Satanás (vers. 9), en primer lugar a los habitantes del cielo, y luego a los de esta tierra.

Después de este paréntesis explicatorio, el vers. 13 continúa la narración de las actividades de Satanás a partir del lugar donde había quedado en el vers. 9. Por consiguiente, los vers. 10-12 constituyen, principalmente, una declaración relativa al estado del plan de salvación en el momento en que Satanás fue "arrojado a la tierra".

2. La primera declaración de la "gran voz" consiste en una serie de hechos relacionados con el triunfo de Cristo en la cruz sobre Satanás: se aseguró el plan de la "salvación", se dio "poder" para resistir los engaños de Satanás, se aseguró el "reino" de Cristo y fue confirmado su "poder" literalmente "autoridad" de ser el Salvador del hombre, el sumo sacerdote y rey (Mat. 28:18; CS 558).

3. La razón que se da en Apoc. 12:10 para esta cuádruple victoria es muy especifica: que "ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos", lo cual relaciona claramente lo que se ha hecho con la expulsión del vers. 9.

4. En el tiempo de la expulsión de los vers. 9-10, 13, "el acusador de nuestros hermanos" ya los había estado acusando activamente "delante de nuestro Dios día y noche".

Es obvio que esta caída ocurrió después de que Satanás había estado acusando durante cierto tiempo a "los hermanos"; por lo tanto, según parece ésta no puede ser la expulsión original de Satanás, la cual fue, por supuesto, antes de la creación de la tierra y de Adán y Eva.

5. El vers. 11 declara específicamente que fue "la Sangre del Cordero" -la muerte de Cristo en la cruz- la que había hecho posible la victoria sobre "el acusador de nuestros hermanos".

El gran dragón. Ver com. vers. 3.

Serpiente. Una referencia a la serpiente que engañó a Eva (Gén. 3:1).

Antigua. Gr. arjáios, "antiguo", "viejo", de arj', "principio". 

"Arcaico" deriva de arjáios. Cf. Juan 8:44.

Diablo. Gr.Diábolos, "calumniador" (ver com. Mat. 4:1).

Satanás. Gr. Satanás, transliteración del Heb. Sátan, que significa "adversario"

(ver com. Zac. 3:1).

Engaña. Gr. PlanáÇ, "hacer errar", "descarriar". "engañar" (ver com. Mat. 18:12).

Mundo. Gr. oikoumén' "el mundo habitado", de oikéÇ, "morar" (ver com. Mat. 4:8).

A la tierra. El conflicto en el cielo comenzó debido a los planes para la creación del hombre (ver 3SG 36).  Cuando la tierra fue creada y entregada a Adán, Satanás se esforzó para hacer que cayera el hombre que acababa de ser creado.

Cuando consiguió que Adán y Eva cayeran, reclamó la posesión de la tierra (ver com. Mat. 4:8-9); pero no limitó sus esfuerzos a esta tierra sino que también tentó a los habitantes de otros mundos (ver PE 290).

No será sino hasta la segunda venida de Cristo cuando Satanás será completamente confinado a esta tierra durante mil años (ver com. Apoc. 20:3; cf. PE 290, DTG 455).

10. Una gran voz. Hay gran regocijo en las cortes celestiales por la expulsión de Satanás y de su hueste.

Ahora ha venido. El punto crucial de la historia es la cruz (ver com. vers. 7, 9).

Los habitantes del cielo bien podían regocijarse porque ahora estaba asegurada la destrucción de Satanás.

Ya antes había sido así en el plan de Dios, pero ahora los seres celestiales se unían al canto porque habían visto revelada en el Calvario la malignidad de Satanás contra Cristo.

Salvación. Gr. sÇt'ría, "liberación", "salvación"; aquí posiblemente "victoria".

Poder. Gr. dúnamis, "poder", "fuerza".

Sin duda se hace referencia a la manifestación de poder que produjo la caída del dragón.

Reino. Satanás había pretendido que él era el gobernante legítimo de este mundo; pero cuando no pudo conseguir que pecara el Hijo de Dios, quedó asegurado el reino de Cristo. Su Cristo. O "su Ungido". Cristo significa "ungido" (ver com. Mat. 1:1).

El acusador. Satanás era el acusador de los hermanos en los días del AT (Job 1:8-12; Zac. 3:1), y ha continuado desempeñando este papel después de la cruz, pero en escala limitada (ver com. Juan 12:31; cf. DTG 709).

Los escritos rabínicos frecuentemente presentan a Satanás como el gran acusador.

(Ver Talmud Sanhedrin 89b; Midrash Rabbah, com. Exo. 32:2).

Hermanos. Cf cap. 6:11.

Día y noche. O siempre que se presentaba la oportunidad.

11. Ellos le han vencido. La mente del profeta está absorta en la contemplación de los que han sido acusados por el instigador del mal.

Piensa en cuánto han sufrido y en las indignidades a las cuales han sido expuestos.

Recuerda cómo vencieron a pesar de las dificultades, 

no por su propia fuerza sino "por medio de la sangre del Cordero".

Por medio de la sangre. O "en virtud de la sangre", "debido a la sangre".

Los santos vencieron a causa de la victoria del Calvario.

En cuanto al significado de la "sangre", ver com. Apoc. 1:5; cf. com. Rom. 5:9.

Cordero. Ver com. Juan 1:29.

De la palabra. "A causa de la palabra", o "debido a la palabra".

Del testimonio. Es decir, su testimonio personal respecto a Jesús y el Evangelio.

Menospreciaron sus vidas. ¡Qué fidelidad! 

Preferían morir antes que desobedecer a Dios.

Ver com. Juan 12:25.

12. Alegraos, cielos. Había regocijo en el cielo porque los ángeles y los habitantes de otros mundos sabían que Satanás estaba condenado por la victoria de Cristo en el Calvario.

¡Ay! Para la iglesia aún habría persecución, por eso sus miembros no podían regocijarse todavía.

Gran ira. El diablo está airado por su derrota. En vez de sentir remordimiento y pesar por el mal, se sumerge cada vez más profundamente en la iniquidad; sigue adelante con una malignidad intensificada y renovada en sus esfuerzos por perseguir a la iglesia del Dios viviente. Cf. 1 Ped. 5:8.

Poco. Gr. olígos, "poco", "pequeño", "escaso", cuando se refiere a un número, cantidad o tamaño; "corto", cuando se refiere a tiempo.

Olígos es un término relativo; describe aquello a que se refiere según el sentido del contexto.

Olígos se usa para referirse a "unos pocos pececillos" en el relato de la alimentación de los 4.000, en comparación con la cantidad que habría sido necesaria para alimentar a esa multitud (Mat. 15: 34).

El número de los que hallan el camino de la vida son "pocos" (olídos), comparado con el número de los que escogen el camino de la destrucción (Mat. 7:14). Jesús puso sus manos sobre "pocos" (olídos) enfermos, en comparación con el número de los que podrían haber sido sanados si no hubiera habido tanta incredulidad (Mar. 6:5).

Olígos se usa ocho veces en el NT con referencia al tiempo.

En cinco casos el tiempo está implícito en la palabra (Mar. 6:31; Sant. 4:14; 1 Ped. 1:6; 5:10; Apoc. 17:10); en tres casos, el tiempo se expresa mediante una palabra modificada por olígos (Hech. 14:28 dice literalmente "no poco tiempo"; Heb. 12:10; Apoc. 12:12).

La duración del tiempo expresada por olígos depende de aquello con lo cual se compara; por ejemplo, el reposo descrito en Mar. 6:31 que durará olígos, probablemente continuó sólo por pocos días, o a lo sumo pocas semanas.

Pero en Sant. 4:14 olígos describe la duración de la vida de un hombre.

En Apoc. 12:12 olígos define el período desde la expulsión de Satanás cuando Cristo fue crucificado (ver com. "Fue lanzado fuera"), hasta el fin de la tiranía de Satanás sobre los habitantes de la tierra.

Este período se describe como olígos en comparación con el lapso de más de 4.000 años que transcurrieron antes de la crucifixión.

Puede parecer que los 2.000 años que han transcurrido desde la crucifixión, durante los cuales Satanás ha estado trabajando activamente contra la iglesia, no es "poco tiempo", ya sea en sentido absoluto o cuando se compara con los 4.000 años que precedieron a la crucifixión; sin embargo, esta expresión debe entenderse dentro del contexto de todo el contenido del libro de Apocalipsis, que presenta la segunda venida de Cristo como cercana (ver com. cap. 1:1; cf cap. 22:20).

Si Jesús viene "presto", entonces el tiempo que Satanás tiene para obrar es "poco".

Ver com. cap. 17:10.

13. La mujer. Ver com. vers. 1. Como el dragón no puede atacar ahora directamente al Hijo de Dios, procura herirlo a través de la madre, persiguiendo a la iglesia, la madre del hijo varón (ver com. vers. 6). Hijo varón. Ver com. vers. 5.

14. Dos alas. El símbolo de alas de águila era familiar para el antiguo pueblo de Dios.

Con esta figura se hace referencia a la liberación de los israelitas de manos del Faraón y sus huestes (Exo. 19:4; Deut. 32:11).

Algunos ven en estas alas un símbolo del apresuramiento con que la iglesia se vio obligada a buscar refugio.

Sustentada. Ver com. vers. 6.

Un tiempo, y tiempos. Ver com. vers. 6.

15. Agua como un río. En Sal. 74:13 y Eze. 29:3 el dragón es identificado como un animal acuático, y tal vez por eso se usa la figura del agua como símbolo de destrucción.

Satanás procuró destruir a la iglesia cristiana con la inundación de falsas doctrinas, además de la persecución (cf. Apoc. 17:15).

16. La tierra ayudó a la mujer. Algunos sostienen que "tierra" representa regiones donde había pocos habitantes, en contraste con "aguas" que a veces representa "pueblos", "naciones" y "lenguas" (cap. 17:15).

Destacan que en el tiempo de la Reforma había millones de personas en Europa y el Lejano Oriente, pero que el continente norteamericano estaba muy escasamente poblado, e indican que esta región es la "tierra" que proporcionó alivio a la iglesia perseguida en el Viejo Mundo.

Puede incluirse también a los países protestantes de Europa occidental que dieron refugio a los perseguidos.

Otros señalan la Reforma protestante como el factor principal para destruir el hechizo que ejercía la iglesia apóstata.

Tragó. Es decir, hizo ineficaces los medios diseñados para destruir la iglesia.

17. Se llenó de ira. O "se enfureció". Su fracaso en destruir a la iglesia del desierto intensifica la ira del dragón, y por eso se prepara con gran determinación para hacer guerra contra el pueblo de Dios, específicamente contra "el resto de la descendencia de ella".

Hacer guerra. Es, sin duda, un intenso esfuerzo por destruir a la iglesia cristiana. 

Su empeño supremo en este sentido aún está en el futuro.

 (Ver com. cap. 13:11-17; 16:12-16; cf. CS 650).

El resto. Gr. loipós, "lo que queda", de leípÇ "abandonar"; "dejar atrás".

Ver la Nota Adicional al final de este capítulo.

Guardan los mandamientos. El hecho de que el remanente sea identificado de esta manera, indica que los mandamientos de Dios es especialmente en pugna en esta lucha entre el dragón y la iglesia. (ver com. cap. 14:12; CS 498- 503).

Testimonio de Jesucristo. En el texto griego esta frase puede entenderse como " testimonio" que los cristianos dan respecto a Jesús, o como el "testimonio" que se origina con Jesús y es revelado a su iglesia por medio de los profetas.

 (Ver com. cap. 1:2).

Una comparación con el cap. 19:10 claramente favorece la segunda interpretación.

El "testimonio de Jesucristo" se define como "el espíritu de la profecía", lo que significa que Jesús da testimonio o seguridad a la iglesia por medio de las profecías.

La estrecha relación entre el "testimonio de Jesús" y la profecía se demuestra, además, al hacer una comparación entre los cap. 19:10 y 22:9.

En el cap. 19:10 el ángel se identifica como un "siervo contigo, y con tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús", y en el cap. 22:9 como "siervo contigo, y con tus hermanos los profetas".

Según la razonable conclusión que estas dos expresiones del ángel son paralelas, entonces los que tienen el testimonio de Jesús pueden ser identificados con los profetas.

Puesto que la obra distintiva de los profetas es llevar los mensajes de Jesús al pueblo (ver com. cap. 1:1), la interpretación de que el testimonio de Jesús se refiere al "testimonio" que él tiene para la iglesia, queda firmemente apoyada.

Los Adventistas del Séptimo Día interpretan el pasaje de este modo, y creen que el "resto" (o "remanente") se distinguirá por la manifestación del don de profecía en medio de ellos. Creen que el "testimonio de Jesucristo" es el testimonio de Jesús entre ellos mediante el don profético.

Ver Nota Adicional com. cap. 19.

NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 12

Como el lenguaje y los símbolos del Apocalipsis han sido tomados en gran parte del AT (ver p. 742; cf. com. Isa. 47:1; Jer. 25:12; 50:1; Eze. 26:13; Nota Adicional de Apoc. 18), para entender correctamente la palabra "resto", usada en Apoc. 12:17, necesitamos considerar sus equivalentes hebreos dentro del contexto de su uso en el AT.

Las Tres Palabras Hebreas Más Comunes En El AT Para Expresar La Idea De Remanente", Son:

(1) peletah (o palet, palit), "lo que escapa", "aquellos que escapan"; de palat, "escapar", "librar";

(2) she'erith (o she'ar) "el resto", "lo que queda", "restante", "remanente", y su verbo afín sha'ar, "dejar sobras", "quedar de sobra", "quedar";

(3) yether, "lo que queda", "restante", "remanente", de yathar, "dejar de sobra", "quedar de sobra".

Los Ejemplos Del Uso De Estas Palabras Con Referencia Al Pueblo Escogido De Dios, Pueden Ser Clasificados De La Siguiente Manera:

1. Se habla de los miembros de la familia de Jacob que fueron protegidos en Egipto bajo el cuidado de José, como una "posteridad" en la tierra, literalmente un "resto" o "remanente" (she'erith; Gén. 45:7).

Se da énfasis al hecho de la protección. Hasta donde sepamos, la familia entera sobrevivió.

2. En medio de la apostasía general, Elías protestó:"sólo yo he quedado [yathar] profeta de Jehová" (1Rey 18:22); pero Dios declaró: "Y yo haré que queden [sha'ar] en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal" 

(1 Rey 19:14,18; cf. Rom. 11:4-5).

3. Un pequeño "remanente" (peletah) de las diez tribus "que ha quedado [sha'ar] de la mano de los reyes de Asiria" cuando se llevaron a la gran mayoría de la nación al cautiverio, "remanente" que había quedado en Palestina, (2 Crón. 30:6).

En el año 722 a. C. sólo Judá "quedó" [sha'ar] como nación (2 Rey. 17:18).

Por lo tanto, se convirtió en "remanente" (she'ar) de las doce tribus y único heredero de las promesas, privilegios y responsabilidades del pacto que originalmente habían pertenecido a las doce tribus. (Isa. 10:22; ver t. IV, pp. 28-34).

4. Años más tarde Senaquerib conquistó a todo Judá excepto a Jerusalén, la cual es llamada "residuo".

Este "residuo [peletah] de la casa de Judá que hubiere escapado" [sha'ar] debía "echar raíz abajo", y daría "fruto arriba" y saldría como "remanente" (she'erith) del pueblo escogido de Dios, su instrumento escogido para la salvación del mundo.

 (2 Rey 19:4, 30-31; Isa. 37:4, 31-32; cf. Isa. 4:2; 10:20).

Dios también se proponía "recobrar" el "remanente" (she'ar) de los israelitas y judíos que habían sido llevados cautivos a Asiria, y su propósito era preparar un "camino para el remanente [she'ar] de su pueblo" como lo había hecho antes cuando sus antepasados salieron de Egipto (Isa. 11:11-12,16).

5. Cuando el "rey de Babilonia" invadió a Palestina un siglo más tarde, él también dejo [yether; sha'ar en 2 Rey. 25:22; cf. cap. 24:1] un "remanente" [peletah; she'ar en 2Rey.25:22] (Eze. 14:22; cf. ser. 40:11; 42:2), que escaparía (palat) es decir, que sobreviviría a la espada, la pestilencia y el hambre que acompañaron al sitio de Jerusalén (Eze. 7:16).

Pero Jeremías previno que aun una parte de ese "resto" (yether; cap. 39:9) o "el resto [sha'ar] de Jerusalén", que Dios deseaba que quedara [sha'ar] en esa tierra, "serían más tarde llevados a todos los reinos de la tierra" (cap. 24:8-9).

La mayor parte de este "resto" huyó a Egipto, pero Jeremías previno que "del resto [she'erit] de los de Judá que entraron en la tierra de Egipto para habitar allí, no habrá quien escape [palit] ni quien quede vivo para volver a la tierra de Judá" (cap. 44:14).

6. El Señor prometió dejar "un resto" [yathar] de los que fueron llevados cautivos por Nabucodonosor, que escaparían "de la espada" y se acordarían de Dios en la tierra de su cautiverio (Eze. 6:8-9).

Un "remanente" (she'erith) de los que estaban cautivos (Jer. 23:3; cf cap. 31:7) finalmente escaparía (palat) "de la tierra de Babilonia" (cap. 50:28).

Nehemías habla de los repatriados, como de "judíos que habían escapado [peletah]"el remanente, [peletah] los que quedaron [sha'ar] de la cautividad" (cap. 1:2-3).

A este "remanente" (she'erith) Dios encomendó todas las responsabilidades y promesas del pacto (Zac. 8:12; cf. t. IV, pp. 32-34), pero les advirtió que si quebrantaban de nuevo los mandamientos de Dios, él los consumiría hasta que no "quedara remanente [she'erith] ni quien" escapara [peletah] (Esd. 9:14).

7. Aparecen muchas referencias al "remanente" (o "resto") dentro de un contexto que claramente anticipa el reino mesiánico (Isa. 4:2-3; 11:11,16; cf. cap. 11:1-9; Jer. 23:3; cf. cap. 23:4-6; Miq. 4:7; cf. cap. 4:1-8; 5:7-8; cf. cap. 5:2-15; Sof. 3:13).

UNA DESCRIPCIÓN DEL "REMANENTE" basada en estos y en otros pasajes del AT, identifica al mencionado grupo como compuesto de israelitas que sobrevivieron a calamidades como guerra, cautiverio, pestilencia y hambre, pero que fueron salvados por misericordia para seguir siendo el pueblo escogido de Dios (Gén. 45:7; Esd. 9:13; Eze. 7:16).

Este "resto" o "remanente" a menudo era lo que había "quedado [sha'ar] unos pocos" de muchos (Jer. 42:2; cf. Isa. 10:22).

Cuando se acordaron del Dios verdadero y se volvieron a él (2 Crón. 30:6; Isa. 10:20; Eze. 6:8-9), renunciaron a la autoridad de los falsos sistemas de religión (1 Rey 19:18) y dejaron de cometer iniquidad (Sof. 3:13).

Por su lealtad a los mandamientos de Dios (Esd. 9:14), fueron llamados santos y "registrados entre los vivientes" de Jerusalén (Isa. 4:3). Al aceptar de nuevo los privilegios y las responsabilidades del pacto eterno de Dios, echaron "raíces abajo" y dieron "fruto arriba", y declararon la gloria divina entre los gentiles.

 (2 Rey 19:30-31; Isa. 37:31-32; 66:19).

POR LO TANTO, el "remanente" de los tiempos del AT está compuesto de generaciones sucesivas de israelitas: el pueblo escogido de Dios.

Vez tras vez la mayoría apostató, pero siempre quedaba un "remanente" fiel que llegó a ser heredero exclusivo de las sagradas promesas, responsabilidades y privilegios del pacto originalmente hecho con Abrahán y confirmado en el Sinaí.

Este "remanente" fue el grupo formalmente designado al cual Dios se proponía enviar el Mesías y a través del cual deseaba evangelizar a los paganos. No consistía de individuos esparcidos, no importa cuán fieles fueran, sino que era una entidad colectiva, la organización visible de Dios, divinamente comisionada en la tierra.

Debe también notarse que los varios términos hebreos que se traducen "remanente" (o "resto") no dan la idea de final o de lo último de algo o de un grupo humano, excepto en el sentido de que los que "quedan" son transitoriamente, en su generación, el último eslabón del linaje escogido.

Desde los días de Abrahán siempre ha habido un "remanente" 

conforme a la "gracia" de Dios. (cf. Rom. 11:15).

Dios advirtió a los que regresaron del cautiverio babilónico, que no habría "remanente ni quien" escapara si de nuevo le eran desleales (Esd. 9:14; cf Deut. 19:20). Por eso, cuando los judíos rechazaron al Mesías y renunciaron a su participación en el pacto (DTG 686), el "reino de Dios" les fue quitado a los judíos como pueblo y "dado a gente que" produjera "los frutos de él" (Mat. 21:43; cf. 1 Ped. 2:9-10).

Esto significó la cancelación permanente e irrevocable de su posición especial delante de Dios como nación y la transferencia de los privilegios, promesas y responsabilidades de la reacción del pacto a la iglesia cristiana.

 (Ver t. IV, pp. 34-38).

En Rom. 9:27. Pablo declara que "si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente [hupóleimma] será salvo" (ver com. Rom. 9:27). Aplica el término "remanente" de Isa. 10:22 a los judíos de su tiempo que individualmente habían aceptado a Cristo como el Mesías; pero tenían derecho a este título como miembros de la iglesia cristiana y no como judíos.

En Rom. 11:5. Habla de ellos como de "remanente [léimma] escogido por gracia".

En los cap. 9 al 11. Pablo presenta a la iglesia cristiana como heredera de las promesas, los privilegios y las responsabilidades del pacto eterno.

La iglesia es, pues, la sucesora del judaísmo, divinamente comisionada como depositaria de la voluntad revelada de Dios, como la representante colectiva de los propósitos divinos en la tierra y como el instructor escogido del Señor para la proclamación del Evangelio para la salvación de los hombres (ver t. IV, pp. 37-38).

ADEMÁS de Rom. 9:27; 11:5; Apoc. 12:17, los términos que significan "remanente" o "resto" (Mat. 22:6; Apoc. 11:13; 19:21, RVR: "otros" y "los demás"), no tienen mayor significado respecto al pueblo de Dios; sin embargo, en Apoc. 3:2, la frase "que está para morir", deriva de loipós, la misma palabra que se traduce "resto" en el cap. 12:17.

La iglesia experimentó la gran apostasía papal unos pocos siglos después de Cristo. Durante unos 1,200 años; el poder papal suprimió y esparció total o parcialmente a los verdaderos representantes de Dios. (Ver Nota Adicional de Dan. 7; coro. Dan. 7:25; cf.  Apoc. 12:6).

PERO POR MEDIO DE LA REFORMA DEL SIGLO XVI (ver com. cap. 12:15-16). Dios se propuso sacar un "remanente", esta vez de la Babilonia simbólica. Varios grupos protestantes sirvieron como precursores de la verdad, divinamente instituidos para restaurar punto por punto el glorioso Evangelio de salvación.

Pero grupo tras grupo se satisfizo con su concepto parcial de verdad y no avanzaron a medida que aumentaba la luz de la Palabra de Dios. Cuando un grupo se negaba a avanzar más, Dios levantaba otro grupo como su instrumento escogido para la proclamación de la verdad.

CUANDO FINALMENTE TERMINARON LOS 1.260 AÑOS de la supremacía papal (ver com. cap. 12:6,14) y llegó el "tiempo del fin", el tiempo cuando el último mensaje del cielo (cap. 14:6-12) debía ser proclamado al mundo (ver com. Dan. 7:25; 11:35), Dios levantó otro "resto" o "remanente": el que se menciona en Apoc. 12:17 

(cf. vers. 14-17).

Este es el "remanente" del dilatado y digno linaje del pueblo escogido de Dios, que ha sobrevivido a los fieros ataques del dragón durante el transcurso de la historia, y más específicamente a través de la oscuridad, la persecución y el error del "tiempo, y tiempos y la mitad de un tiempo", o sea los 1.260 "días" de los vers. 6 y 14.

Es el último "remanente" de Dios porque es el heraldo designado para pregonar su última exhortación al mundo para que acepte el don gratuito de la salvación.

 (Cap. 14:6-12).

Los adventistas del séptimo día han proclamado desde el comienzo y sin temor los tres mensajes del cap. 14:6-12, como la última invitación de Dios a los pecadores para que acepten a Cristo. Han creído humildemente que su movimiento es el que aquí se designa "resto" o "remanente". Ningún otro grupo religioso está proclamando este mensaje múltiple, ni ningún otro cumple con las especificaciones presentadas en el cap. 12:17. Por eso, ningún otro grupo tiene una base fundada en las Escrituras para sostener que es "el resto" mencionado en el vers. 17.

Sin embargo, los adventistas rechazan enfática y claramente toda idea de que sólo ellos son hijos de Dios y tienen derecho al cielo. Creen que todos los que adoran a Dios con completa sinceridad, es decir, en armonía con toda la voluntad revelada de Dios que ellos entienden, son miembros en potencia de este grupo final -"resto"- mencionado en el cap. 12:17.

Los adventistas creen que su solemne tarea y gozoso privilegio es presentar en forma clara y persuasiva las últimas, cruciales y decisivas verdades divinas para atraer a todos los hijos de Dios a ese grupo, que, según la profecía, se está preparando para el gran día del Señor. (7CBA).

COMENTARIOS DE EGW

3-4; 9. CS 491. EN CONTRAPOSICIÓN con los que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús, el tercer ángel señala otra clase de seres humanos contra cuyos errores va dirigido solemne y terrible aviso: "¡Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe su marca en su frente, o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios!" (Apoc. 14:9,10, V.M.) Para comprender este mensaje hay que interpretar correctamente sus símbolos. ¿Qué representan la bestia, la imagen, la marca?

LA ILACIÓN PROFÉTICA en la que se encuentran estos símbolos empieza en el capítulo 12 del Apocalipsis, con el dragón que trató de destruir a Cristo cuando nació. En dicho capítulo vemos que el dragón es Satanás (Apocalipsis 12:9); fue él quien indujo a Herodes a procurar la muerte del Salvador. Pero el agente principal de Satanás al guerrear contra Cristo y su pueblo durante los primeros siglos de la era cristiana, fue el Imperio Romano, en el cual prevalecía la religión pagana. Así que si bien el dragón representa primero a Satanás, en sentido derivado es un símbolo de la Roma pagana. 492

6. CS 59, 309. EL PAGANISMO había dejado el lugar al papado. El dragón dio a la bestia "su poder y su trono, y grande autoridad." (Apocalipsis 13: 2, V.M.; véase el Apéndice.) Entonces empezaron a correr los 1260 años de la opresión papal predicha en las profecías de Daniel y en el Apocalipsis. (Daniel 7:25; Apocalipsis 13:5-7.)

Los cristianos se vieron obligados a optar entre sacrificar su integridad y aceptar el culto y las ceremonias papales, o pasar la vida encerrados en los calabozos o morir en el tormento, en la hoguera o bajo el hacha del verdugo.

59 Entonces se cumplieron las palabras de Jesús: "Seréis entregados aun de vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre." (Lucas 21:16, 17.)

La persecución se desencadenó sobre los fieles con furia jamás conocida hasta entonces, y el mundo vino a ser un vasto campo de batalla. Por centenares de años la iglesia de Cristo no halló más refugio que en la reclusión y en la obscuridad. Así lo dice el profeta: "Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar aparejado de Dios, para que allí la mantengan mil doscientos y sesenta días." (Apocalipsis 12:6.)

El advenimiento de la iglesia romana al poder marcó el principio de la Edad Media. A medida que crecía su poder, las tinieblas se hacían más densas.

La fe pasó de Cristo, el verdadero fundamento, al papa de Roma.

En vez de confiar en el Hijo de Dios para obtener el perdón de sus pecados y la salvación eterna, el pueblo recurría al papa y a los sacerdotes y prelados a quienes él invistiera de autoridad.

SE LE ENSEÑÓ QUE EL PAPA era su mediador terrenal y que nadie podía acercarse a Dios sino por medio de él, y andando el tiempo se le enseñó también que para los fieles el papa ocupaba el lugar de Dios y que por lo tanto debían obedecerle implícitamente. Con sólo desviarse de sus disposiciones se hacían acreedores a los más severos castigos que debían imponerse a los cuerpos y almas de los transgresores.

Así fueron los espíritus de los hombres desviados de Dios y dirigidos hacia hombres falibles y crueles; sí, aun más, hacia el mismo príncipe de las tinieblas que ejercía su poder por intermedio de ellos. El pecado se disfrazaba como manto de santidad. Cuando las Santas Escrituras se suprimen y el hombre llega a considerarse como ente supremo, ¿qué otra cosa puede esperarse sino fraude, engaño y degradante iniquidad? Al ensalzarse las leyes y las tradiciones humanas, se puso de manifiesto la corrupción que resulta siempre del menosprecio de la ley de Dios.

DÍAS AZAROSOS FUERON AQUÉLLOS PARA LA IGLESIA DE CRISTO. 60 Pocos, en verdad, eran los sostenedores de la fe. Aun cuando la verdad no quedó sin testigos, a veces parecía que el error y la superstición concluirían por prevalecer completamente y que la verdadera religión iba a ser desarraigada de la tierra.

El Evangelio se perdía de vista mientras que las formas de religión se multiplicaban, y la gente se veía abrumada bajo el peso de exacciones rigurosas.

No sólo se le enseñaba a ver en el papa a su mediador, sino aun a confiar en sus propias obras para la expiación del pecado. Largas peregrinaciones, obras de penitencia, la adoración de reliquias, la construcción de templos, relicarios y altares, la donación de grandes sumas a la iglesia, -todas estas cosas y muchas otras parecidas les eran impuestas a los fieles para aplacar la ira de Dios o para asegurarse su favor; ¡como si Dios, a semejanza de los hombres, se enojara por pequeñeces, o pudiera ser apaciguado por regalos y penitencias!

CS 309. * LA SUPRESIÓN DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS durante el período de la supremacía papal había sido predicha por los profetas; y 309 el revelador había señalado también los terribles resultados que iba a tener especialmente para Francia el dominio "del hombre de pecado."

DIJO EL ÁNGEL DEL SEÑOR: "Hollarán la Santa Ciudad, cuarenta y dos meses. Y daré autoridad a mis dos testigos, los cuales profetizarán mil doscientos sesenta días, vestidos de sacos.... Y cuando hayan acabado de dar su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y prevalecerá contra ellos, y los matará. Y sus cuerpos muertos yacerán en la plaza de la gran ciudad, que se llama simbólicamente Sodoma y Egipto, en donde también el Señor de ellos fue crucificado.... Y los que habitan sobre la tierra se regocijan sobre ellos, y hacen fiesta, y se envían regalos los unos a los otros; porque estos dos profetas atormentaron a los que habitan sobre la tierra. Y después de los tres días y medio, el espíritu de vida, venido de Dios, entró en ellos, y se levantaron sobre sus pies: y cayó gran temor sobre los que lo vieron." 

(Apocalipsis 11:2-11V.M.)

LOS "CUARENTA Y DOS MESES" Y LOS "MIL DOSCIENTOS SESENTA DÍAS" designan el mismo plazo, o sea el tiempo durante el cual la iglesia de Cristo iba a sufrir bajo la opresión de Roma. Los 1260 años del dominio temporal del papa comenzaron en el año 538 DC. y debían terminar en 1798 (Véase el Apéndice.) En dicha fecha, entró en Roma un ejército francés que tomó preso al papa, el cual murió en el destierro. A pesar de haberse elegido un nuevo papa al poco tiempo, la jerarquía pontificia no volvió a alcanzar el esplendor y poderío que antes tuviera.

La persecución contra la iglesia no continuó durante todos los 1260 años. Dios, usando de misericordia con su pueblo, acortó el tiempo de tan horribles pruebas. Al predecir la "gran tribulación" que había de venir sobre la iglesia, el Salvador había dicho: "Si aquellos días no fuesen acortados, ninguna carne sería salva; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados." (Mateo 24:22.) Debido a la influencia de 310 los acontecimientos relacionados con la Reforma, las persecuciones cesaron antes del año 1798.

7-9. HR 19. Los ángeles buenos lloraron al escuchar las palabras de Satanás y sus alborozadas jactancias. Dios afirmó que los rebeldes no podían permanecer más tiempo en el cielo. Ocupaban esa posición elevada y feliz con la condición de obedecer la ley que Dios había dado para gobernar a los seres de inteligencia superior. Pero no se había hecho ninguna provisión para salvar a los que se atrevieran a tansgredirla.

Satanás se envalentonó en su rebelión y expresó su desprecio por la ley del Creador. No la podía soportar. Afirmó que los ángeles no necesitaban ley y 19 que debían ser libres para seguir su propia voluntad, que siempre los guiaría con rectitud; que la ley era una restricción de su libertad; y que su abolición era uno de los grandes objetivos de su subversión. La condición de los ángeles, según él, debía mejorar. Pero Dios, que había promulgado las leyes y las había hecho iguales a sí mismo, no pensaba así.

La felicidad de la hueste angélica dependía de su perfecta obediencia a la ley. Cada cual tenía una tarea especial que cumplir, y hasta el momento cuando Satanás se rebeló, había existido perfecto orden y armonía en las alturas.

Entonces hubo guerra en el cielo. El Hijo de Dios, el Príncipe celestial y sus ángeles leales entraron en conflicto con el archirrebelde y los que se le unieron. El Hijo de Dios y los ángeles fieles prevalecieron, y Satanás y sus seguidores fueron expulsados del cielo. Toda la hueste celestial reconoció y adoró al Dios de justicia. Ni un vestigio de rebeldía quedó en el cielo. Todo volvió a ser pacífico y armonioso como antes. Los ángeles lamentaron la suerte de los que habían sido sus compañeros de felicidad y bienaventuranza. El cielo sintió su pérdida.

El Padre consultó con el Hijo con respecto a la ejecución inmediata de su propósito de crear al hombre para que habitara la tierra. Lo sometería a prueba para verificar su lealtad antes que se lo pudiera considerar eternamente fuera de peligro. Si soportaba la prueba a la cual Dios creía conveniente someterlo, con el tiempo llegaría a ser igual a los ángeles. Tendría el favor de Dios, podía conversar con ellos y éstos con él. Dios no creyó conveniente ponerlos fuera del alcance de la desobediencia. 20

9. CS 639. DESDE el origen de la gran controversia en el cielo, el propósito de Satanás ha consistido en destruir la ley de Dios. Para realizarlo se rebeló contra el Creador y, aunque expulsado del cielo, continuó la misma lucha en la tierra. Engañar a los hombres para inducirlos luego a transgredir la ley de Dios, tal fue el objeto que persiguió sin cejar. Sea esto conseguido haciendo a un lado toda la ley o descuidando uno de sus preceptos, el resultado será finalmente el mismo. El que peca "en un solo punto" manifiesta menosprecio por toda la ley; su influencia y su ejemplo están del lado de la transgresión; y viene a ser "culpado de todos" los puntos de la ley. (Santiago 2:10.)

En su afán por desacreditar los preceptos divinos, Satanás pervirtió las doctrinas de la Biblia, de suerte que se incorporaron errores en la fe de millares de personas que profesan creer en las Santas Escrituras.

El último gran conflicto entre la verdad y el error no es más que la última batalla de la controversia que se viene desarrollando desde hace tanto tiempo con respecto a la ley de Dios. En esta batalla estamos entrando ahora; es la que se libra entre las leyes de los hombres y los preceptos de Jehová, entre la religión de la Biblia y la religión de las fábulas y de la tradición.

Los elementos que se coligarán en esta lucha contra la verdad y la justicia, están ya obrando activamente. La Palabra santa de Dios que nos ha sido transmitida a costa de tanto padecimiento, de tanta sangre de los mártires, no es apreciada debidamente.

La Biblia está al alcance de todos, pero pocos son los que la aceptan verdaderamente por guía de la vida. La incredulidad predomina de modo alarmante, no sólo en el mundo sino también en la iglesia. Muchos han llegado al 640 punto de negar doctrinas que son el fundamento mismo de la fe cristiana.

Los grandes hechos de la creación como los presentan los escritores inspirados, la caída del hombre, la expiación y el carácter perpetuo de la ley de Dios son en realidad rechazados entera o parcialmente por gran número de los que profesan ser cristianos.

Miles de personas que se envanecen de su sabiduría y de su espíritu independiente, consideran como una debilidad el tener fe implícita en la Biblia; piensan que es prueba de talento superior y científico argumentar con las Sagradas Escrituras y espiritualizar y eliminar sus más importantes verdades. Muchos ministros enseñan a sus congregaciones y muchos profesores y doctores dicen a sus estudiantes que la ley de Dios ha sido cambiada o abrogada, y a los que tienen los requerimientos de ella por válidos y dignos de ser obedecidos literalmente, se los considera como merecedores tan sólo de burla o desprecio.

Al rechazar la verdad, los hombres rechazan al Autor de ella. Al pisotear la ley de Dios, se niega la autoridad del Legislador. Es tan fácil hacer un ídolo de las falsas doctrinas y teorías como tallar un ídolo de madera o piedra. Al representar falsamente los atributos de Dios, Satanás induce a los hombres a que se formen un falso concepto con respecto a él. Muchos han entronizado un ídolo filosófico en lugar de Jehová, mientras que el Dios viviente, tal cual está revelado en su Palabra, en Cristo y en las obras de la creación, no es adorado más que por un número relativamente pequeño. Miles y miles deifican la naturaleza al paso que niegan al Dios de ella.

Aunque en forma diferente, la idolatría existe en el mundo cristiano de hoy tan ciertamente como existió entre el antiguo Israel en tiempos de Elías. El Dios de muchos así llamados sabios, o filósofos, poetas, políticos, periodistas -el Dios de los círculos selectos y a la moda, de muchos colegios y universidades y hasta de muchos centros de teología- no es mucho mejor que Baal, el dios-sol de los fenicios.

10. CS 446, 574. Satanás es "el acusador de nuestros hermanos," y es su espíritu el que inspira a los hombres a acechar los errores y defectos del pueblo de Dios, y a darles publicidad, mientras que no se hace mención alguna de las buenas acciones de este mismo pueblo. Siempre está activo cuando Dios obra para salvar las almas.

Cuando los hijos de Dios acuden a presentarse 447 ante el Señor, Satanás viene también entre ellos. En cada despertamiento religioso está listo para introducir a aquellos cuyos corazones no están santificados y cuyos espíritus no están bien equilibrados. Cuando éstos han aceptado algunos puntos de la verdad, y han conseguido formar parte del número de los creyentes, él influye por conducto de ellos para introducir teorías que engañarán a los incautos.

El hecho de que una persona se encuentre en compañía de los hijos de Dios, y hasta en el lugar de culto y en torno a la mesa del Señor, no prueba que dicha persona sea verdaderamente cristiana. Allí está con frecuencia Satanás en las ocasiones más solemnes, bajo la forma de aquellos a quienes puede emplear como agentes suyos.

El príncipe del mal disputa cada pulgada del terreno por el cual avanza el pueblo de Dios en su peregrinación hacia la ciudad celestial. En toda la historia de la iglesia, ninguna reforma ha sido llevada a cabo sin encontrar serios obstáculos.

Así aconteció en los días de San Pablo. Dondequiera que el apóstol fundase una iglesia, había algunos que profesaban aceptar la fe, pero que introducían herejías que, de haber sido recibidas, habrían hecho desaparecer el amor a la verdad.

Lutero tuvo también que sufrir gran aprieto y angustia debido a la conducta de fanáticos que pretendían que Dios había hablado directamente por ellos, y que, por lo tanto, ponían sus propias ideas y opiniones por encima del testimonio de las Santas Escrituras.

Muchos a quienes les faltaba fe y experiencia, pero a quienes les sobraba confianza en sí mismos y a quienes les gustaba oír y contar novedades, fueron engañados por los asertos de los nuevos maestros y se unieron a los agentes de Satanás en la tarea de destruir lo que, movido por Dios, Lutero había edificado. Y los Wesley, y otros que por su influencia y su fe fueron causa de bendición para el mundo, tropezaron a cada paso con las artimañas de Satanás, que consistían en empujar a personas de celo exagerado, desequilibradas y no santificadas a excesos de fanatismo de toda clase.

CS 572-574. LAS SAGRADAS ESCRITURAS DECLARAN que en cierta ocasión, cuando los ángeles de Dios vinieron para presentarse ante el Señor, Satanás vino también con ellos (Job1:6), no para postrarse ante el Rey eterno sino para mirar por sus propios y malévolos planes contra los justos. Con el mismo objeto está presente allí donde los hombres se reúnen para adorar a Dios. Aunque invisible, trabaja con gran diligencia, tratando de gobernar las mentes de los fieles. Como hábil general que es, fragua sus planes de antemano.

Cuando ve al ministro de Dios escudriñad las Escrituras, toma nota del tema que va a ser presentado a la congregación, y hace uso de toda su astucia y pericia para arreglar las cosas de tal modo que el mensaje de vida no llegue a aquellos quienes está engañando precisamente respecto del punto que se ha de tratar. Hará que la 573 persona que más necesite la admonición se vea apurada por algún negocio que requiera su presencia, o impedida de algún otro modo de oír las palabras que hubiesen podido tener para ella sabor de vida para vida.

Otras veces, Satanás ve a los siervos del Señor agobiados al comprobar las tinieblas espirituales que envuelven a los hombres. Oye sus ardientes oraciones, en que piden a Dios gracia y poder para sacudir la indiferencia y la indolencia de las almas. Entonces despliega sus artes con nuevo ardor. Tienta a los hombres para que cedan a la glotonería o a cualquier otra forma de sensualidad, y adormece de tal modo su sensibilidad que dejan de oír precisamente las cosas que más necesitan saber.

Bien sabe Satanás que todos aquellos a quienes pueda inducir a descuidar la oración y el estudio de las Sagradas Escrituras serán vencidos por sus ataques. De aquí que invente cuanta estratagema le es posible para tener las mentes distraídas. Siempre ha habido una categoría de personas que profesan santidad, y que en lugar de procurar crecer en el conocimiento de la verdad, hacen consistir su religión en buscar alguna falta en el carácter de aquellos con quienes no están de acuerdo, o algún error en su credo. Son los mejores agentes de Satanás.

Los acusadores de los hermanos no son pocos; siempre son diligentes cuando Dios está obrando y cuando sus hijos le rinden verdadero homenaje. Son ellos los que dan falsa interpretación a las palabras y acciones de los que aman la verdad y la obedecen. Hacen pasar a los más serios, celosos y desinteresados siervos de Cristo por engañados o engañadores. Su obra consiste en desnaturalizar los móviles de toda acción buena y noble, en hacer circular insinuaciones malévolas y despertar sospechas en las mentes poco experimentadas. Harán cuanto sea imaginable porque aparezca lo que es puro y recto como corrupto y de mala fe.

Pero nadie necesita dejarse engañar por ellos. Fácil es ver la filiación que tienen, el ejemplo que siguen y la obra que 574 realizan. " Por sus frutos los conoceréis." (Mateo 7:16.) Su conducta se parece a la de Satanás, el odioso calumniador,  "el acusador de nuestros hermanos."

(Apocalipsis 12:10.)

El gran seductor dispone de muchos agentes listos para presentar cualquier error para engañar a las almas, herejías preparadas para adaptarse a todos los gustos y capacidades de aquellos a quienes quiere arruinar. Parte de su plan consiste en introducir en la iglesia elementos irregenerados y faltos de sinceridad, elementos que fomenten la duda y la incredulidad y sean un obstáculo para todos los que desean ver adelantar la obra de Dios y adelantar con ella.

Muchas personas que no tienen verdadera fe en Dios ni en su Palabra, aceptan algún principio de verdad y pasan por cristianos; y así se hallan en condición de introducir sus errores como si fueran doctrinas de las Escrituras.

LA TEORÍA según la cual nada importa lo que los hombres creen, es uno de los engaños que más éxito da a Satanás. Bien sabe él que la verdad recibida con amor santifica el alma del que la recibe; de aquí que trate siempre de substituirla con falsas teorías, con fábulas y con otro evangelio. Desde un principio los siervos de Dios han luchado contra los falsos maestros, no sólo porque eran hombres viciosos, sino porque inculcaban errores fatales para el alma.

Elías, Jeremías y Pablo se opusieron firme y valientemente a los que estaban apartando a los hombres de la Palabra de Dios. Ese género de liberalidad que mira como cosa de poca monta una fe religiosa clara y correcta, no encontró aceptación, entre aquellos santos defensores de la verdad.

11. CRA 192, 220. Como pueblo, necesitamos una reforma, y especialmente 192 la necesitan los ministros y maestros de la Palabra. He sido instruida para decir a nuestros ministros y a los presidentes de nuestras asociaciones: Vuestra utilidad como obreros para Dios en la obra de rescatar a las almas que perecen, depende mucho de vuestro éxito en dominar el apetito. Dominad el deseo de gratificar el apetito, y si lo hacéis, vuestras pasiones serán fácilmente dominadas. Entonces vuestras facultades mentales y morales serán más fuertes. "Y ellos le han vencido... por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos".

Un Ruego A Los Colaboradores

252*. El Señor os ha escogido para hacer su obra, y si trabajáis con cuidado, con prudencia, y ponéis vuestros hábitos en el comer en perfecta sujeción al conocimiento que tenéis y a la razón, tendréis horas mucho más placenteras y agradables que si actuáis imprudentemente. Aplicad los frenos, resistid vuestro apetito, colocándolo bajo estricto control, y entonces abandonaos en las manos de Dios. Prolongad vuestra vida por una cuidadosa vigilancia de vosotros mismos.

La Conducta Abstemia Aumenta El Vigor

253*. Los hombres que se dedican a dar el último mensaje de amonestación al mundo, un mensaje que ha de decidir el destino de las almas, deben hacer en su propia vida una aplicación práctica de las verdades que predican a los demás. Deben ser para la gente ejemplos en su manera de comer y beber y en su casta conversación y comportamiento.

En todas partes del mundo, la glotonería, la complacencia de las pasiones viles y los pecados graves son ocultados bajo el manto de la santidad por muchos que profesan representar a Cristo. Hay hombres de excelente capacidad natural, cuya labor no alcanza a la mitad de lo que podría ser si 193 ellos fuesen templados en todas las cosas. La satisfacción del apetito y la pasión embota la mente, disminuye la fuerza física y debilita el poder moral. Sus pensamientos no son claros. No pronuncian sus palabras con poder; éstas no son vivificadas por el Espíritu de Dios para alcanzar los corazones de los oyentes.

Así como nuestros primeros padres perdieron el Edén por complacer el apetito, nuestra única esperanza de reconquistar el Edén consiste en dominar firmemente el apetito y la pasión. La abstinencia en el régimen alimenticio y el dominio de todas las pasiones conservarán el intelecto y darán un vigor mental y moral que capacitará a los hombres para poner todas sus propensiones bajo el dominio de las facultades superiores, para discernir entre lo bueno y lo malo, lo sagrado y lo profano.

Todos los que tienen un verdadero sentido del sacrificio hecho por Cristo al abandonar su hogar del cielo para venir a este mundo a fin de mostrar al hombre, por su propia vida, cómo resistir la tentación, se negarán alegremente a sí mismos y resolverán participar de los sufrimientos de Cristo.

El temor de Jehová es el principio de la sabiduría. Los que venzan como Cristo venció, necesitarán precaverse constantemente contra las tentaciones de Satanás. El apetito y las pasiones deben ser sometidos al dominio de la conciencia iluminada, para que el intelecto no sufra perjuicio, y las facultades de percepción se mantengan claras a fin de que las obras y trampas de Satanás no sean interpretadas como providencia de Dios. Muchos desean la recompensa y la victoria finales que han de ser concedidas a los vencedores, pero no están dispuestos a soportar los trabajos, las privaciones y la abnegación como lo hizo su Redentor. Únicamente por la obediencia y el esfuerzo continuo seremos vencedores como Cristo lo fue.

El poder dominante del apetito causará la ruina de millares de personas, que si hubiesen vencido en ese punto, 194 habrían tenido fuerza moral para obtener la victoria sobre todas las demás tentaciones de Satanás. Pero los que son esclavos del apetito no alcanzarán a perfeccionar el carácter cristiano. La continua transgresión del hombre durante seis mil años ha producido enfermedad, dolor y muerte. Y a medida que nos acerquemos al fin, la tentación de complacer el apetito será más poderosa y más difícil de vencer.

[La senda de la abnegación en el comer es la senda de la salud - 473]

CRA 220. CUANDO JESÚS entró en el desierto, fue rodeado por la gloria del Padre. Absorto en la comunión con Dios, se sintió elevado por encima de las debilidades humanas. Pero la gloria se apartó de él, y quedó solo para luchar con la tentación. Esta le apremiaba en todo momento. Su naturaleza humana rehuía el conflicto que le aguardaba. 

Durante 220 cuarenta días ayunó y oró. Débil y demacrado por el hambre, macilento y agotado por la agonía mental, "desfigurado era su aspecto más que el de cualquier hombre, y su forma más que la de los hijos de Adán" (Isa. 52:14, VM). Entonces vio Satanás su oportunidad.  Pensó que podía vencer a Cristo.

296*. Cristo entró en la prueba en el terreno del apetito, y durante casi seis semanas resistió la tentación en favor del hombre. El largo ayuno en el desierto iba a ser una lección para el hombre caído para todos los tiempos. Cristo no fue vencido por las fuertes tentaciones del enemigo, y esto da aliento a toda alma que lucha contra la tentación. Cristo hizo posible que cada miembro de la familia humana resista a la tentación. Todos los que quieran vivir piadosamente pueden vencer como Cristo venció, por la sangre del Cordero y la palabra de su testimonio. El largo ayuno del Salvador le fortaleció para soportar la prueba.  El dio al hombre la prueba de que comenzaría su obra venciendo donde había comenzado la ruina: en el problema del apetito.

297*. Cuando Cristo se veía más fieramente asediado por la tentación, no comía. Se entregaba a Dios y gracias a su ferviente oración y perfecta sumisión a la voluntad de su Padre salía vencedor. Sobre todos los demás cristianos profesos, debieran los que profesan la verdad para estos últimos días imitar a su gran Ejemplo en lo que a la oración se refiere.

[Para el contexto véase 70]

298*. El Redentor del mundo sabía que, la complacencia del apetito produciría debilidad física y embotaría de tal manera los órganos de la percepción, que no discernirían 221 las cosas sagradas y eternas. Cristo sabía que el mundo estaba entregado a la glotonería y que esta sensualidad pervertiría las facultades morales. Si la costumbre de complacer el apetito dominaba de tal manera a la especie humana que, a fin de romper su poder, el divino Hijo de Dios tuvo que ayunar casi seis semanas en favor del hombre, ¡qué obra confronta al cristiano para poder vencer como Cristo venció! El poder de la tentación a complacer el apetito pervertido puede medirse únicamente por la angustia indecible de Cristo en aquel largo ayuno en el desierto.

CS 14. AL REVELARME el Espíritu de Dios las grandes verdades de su Palabra, y las escenas del pasado y de lo por venir, se me mandó que diese a conocer a otros lo que se me había 14 mostrado, y que trazase un bosquejo de la historia de la lucha en las edades pasadas, y especialmente que la presentase de tal modo que derramase luz sobre la lucha futura que se va acercando con tanta rapidez.

Con este fin, he tratado de escoger y reunir acontecimientos de la historia de la iglesia en forma que quedara bosquejado el desenvolvimiento de las grandes verdades comprobantes que en diversas épocas han sido dadas al mundo, han excitado la ira de Satanás y la enemistad de la iglesia amiga del mundo, y han sido sostenidas por el testimonio de aquellos que "no amaron sus vidas, exponiéndolas hasta la muerte."

En esos anales podemos ver un anticipo del conflicto que nos espera. Considerándolos a la luz de la Palabra de Dios, y por la iluminación de su Espíritu, podemos ver descubiertos las estratagemas del maligno y los peligros que deberán evitar los que quieran ser hallados "sin mácula" ante el Señor a su venida.

Los grandes acontecimientos que marcaron los pasos de reforma que se dieron en siglos pasados, son hechos históricos harto conocidos y universalmente aceptados, que nadie puede negar. Esa historia la he presentado brevemente, de acuerdo con el fin y objeto de este libro y con la concisión que necesariamente debe observarse, condensando los hechos en forma compatible con una clara inteligencia de las enseñanzas consiguientes.

En algunos casos cuando he encontrado que un historiador había reunido los hechos y presentado en pocas líneas un claro conjunto del asunto, o agrupado los detalles en forma conveniente, he reproducido sus palabras, no tanto para citar a esos escritores como autoridades, sino porque sus palabras resumían adecuadamente el asunto.

Y al referir los casos y puntos de vista de quienes siguen adelante con la obra de reforma en nuestro tiempo, me he valido en forma similar de las obras que han publicado.

12. CS 12. Después de la maravillosa manifestación del Espíritu Santo, el día de Pentecostés, San Pedro exhortó al pueblo al arrepentimiento y a que se bautizara en el nombre de Cristo, para la 12 remisión de sus pecados; y dijo: "Recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare." (Hechos 2:38,39.)

El Señor anunció por boca del profeta Joel que una manifestación especial de su Espíritu se realizaría en el tiempo que precedería inmediatamente a las escenas del gran día de Dios.  

(Joel 2:28.)

Esta profecía se cumplió parcialmente con el derramamiento del Espíritu Santo, el día de Pentecostés; pero alcanzará su cumplimiento completo en las manifestaciones de la gracia divina que han de acompañar la obra final del Evangelio.

El gran conflicto entre el bien y el mal aumentará en intensidad hasta la consumación de los tiempos. En todas las edades la ira de Satanás se ha manifestado contra la iglesia de Cristo; y Dios ha derramado su gracia y su Espíritu sobre su pueblo para robustecerlo contra el poder del maligno.

Cuando los apóstoles de Cristo estaban por llevar el Evangelio por el mundo entero y consignarlo por escrito para provecho de todos los siglos venideros, fueron dotados especialmente con la luz del Espíritu. Pero a medida que la iglesia se va acercando a su liberación final, Satanás obrará con mayor poder.

Descenderá "teniendo grande ira, sabiendo que tiene poco tiempo." (Apocalipsis 12:12.) Obrará "con grande potencia, y señales, y milagros mentirosos." (2 Tesalonicenses 2:9.)

Por espacio de seis mil años esa inteligencia maestra, después de haber sido la más alta entre los ángeles de Dios, no ha servido más que para el engaño y la ruina. Y en el conflicto final se emplearán contra el pueblo de Dios todos los recursos de la habilidad y sutileza satánicas, y toda la crueldad desarrollada en esas luchas seculares.

Durante este tiempo de peligro los discípulos de Cristo tienen que dar al mundo la amonestación del segundo advenimiento del Señor; y un pueblo ha de ser preparado "sin mácula, y sin reprensión" para comparecer ante él a su venida. (2 Pedro 3:14.) Entonces el derramamiento 13 especial de la gracia y el poder divinos no será menos necesario a la iglesia que en los días apostólicos.

CS 681. Ahora, mientras que nuestro gran Sumo Sacerdote está haciendo propiciación por nosotros, debemos tratar de llegar a la perfección en Cristo. Nuestro Salvador no pudo ser 681 inducido a ceder a la tentación ni siquiera en pensamiento. Satanás encuentra en los corazones humanos algún asidero en que hacerse firme; es tal vez algún deseo pecaminoso que se acaricia, por medio del cual la tentación se fortalece. Pero Cristo declaró al hablar de sí mismo: "Viene el príncipe de este mundo; mas no tiene nada en mí." (Juan 14:30.)

Satanás no pudo encontrar nada en el Hijo de Dios que le permitiese ganar la victoria. Cristo guardó los mandamientos de su Padre y no hubo en él ningún pecado de que Satanás pudiese sacar ventaja. Esta es la condición en que deben encontrarse los que han de poder subsistir en el tiempo de angustia.

En esta vida es donde debemos separarnos del pecado por la fe en la sangre expiatoria de Cristo. Nuestro amado Salvador nos invita a que nos unamos a él, a que unamos nuestra flaqueza con su fortaleza, nuestra ignorancia con su sabiduría, nuestra indignidad con sus méritos.

La providencia de Dios es la escuela en la cual debemos aprender a tener la mansedumbre y humildad de Jesús. El Señor nos está presentando siempre, no el camino que escogeríamos y que nos parecería más fácil y agradable, sino el verdadero, el que lleva a los fines verdaderos de la vida. De nosotros está, pues, que cooperemos con los factores que Dios emplea, en la tarea de conformar nuestros caracteres con el modelo divino. Nadie puede descuidar o aplazar esta obra sin grave peligro para su alma.

El apóstol San Juan, estando en visión, oyó una gran voz que exclamaba en el cielo: "¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros, teniendo grande ira, sabiendo que tiene poco tiempo." (Apocalipsis 12:12.) Espantosas son las escenas que provocaron esta exclamación de la voz celestial. La ira de Satanás crece a medida que se va acercando el fin, y su obra de engaño y destrucción culminará durante el tiempo de angustia.

Pronto aparecerán en el cielo signos pavorosos de carácter sobrenatural, en prueba del poder milagroso de los demonios. Los espíritus de los demonios irán en busca de los reyes de la 682 tierra y por todo el mundo para aprisionar a los hombres con engaños e inducirlos a que se unan a Satanás en su última lucha contra el gobierno de Dios. Mediante estos agentes, tanto los príncipes como los súbditos serán engañados. Surgirán entes que se darán por el mismo Cristo y reclamarán los títulos y el culto que pertenecen al Redentor del mundo. Harán curaciones milagrosas y asegurarán haber recibido del cielo revelaciones contrarias al testimonio de las Sagradas Escrituras.

17. CS 650. A medida que las iglesias protestantes rechacen los argumentos claros de la Biblia en defensa de la ley de Dios, desearán imponer silencio a aquellos cuya fe no pueden rebatir con la Biblia. Aunque se nieguen a verlo, el hecho es que están asumiendo actualmente una actitud que dará por resultado la persecución de los que se niegan en conciencia a hacer lo que 650 el resto del mundo cristiano está haciendo y a reconocer los asertos hechos en favor del día de reposo papal.

Los dignatarios de la iglesia y del estado se unirán para hacer que todos honren el domingo, y para ello apelarán al cohecho, a la persuasión o a la fuerza.

La falta de autoridad divina se suplirá con ordenanzas abrumadoras. La corrupción política está destruyendo el amor a la justicia y el respeto a la verdad; y hasta en los Estados Unidos de la libre América, se verá a los representantes del pueblo y a los legisladores tratar de asegurarse el favor público doblegándose a las exigencias populares por una ley que imponga la observancia del domingo.

La libertad de conciencia que tantos sacrificios ha costado no será ya respetada.

En el conflicto que está por estallar veremos realizarse las palabras del profeta: "Airóse el dragón contra la mujer, y se fue para hacer guerra contra el residuo de su simiente, los que guardan los mandamientos de Dios, y tienen el testimonio de Jesús." (Apocalipsis 12:17, V.M.) 651 

SERMONES

https://www.youtube.com/watch?v=LKUpKloG_4s&list=PL0QviWO_Fy-3KAt9gbPCH-aKIWX0cGqU7&index=4

Ministerio Hno. Pio


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