Habacuc
1. Éste capítulo comprende 3 temas puntuales: La Queja del Profeta por las injusticias en su
Pueblo. (1-4). El Instrumento que usará el Señor. (5-11) Y la disconformidad
del profeta ante el medio que usa Dios, para castigar a los judíos. (12-17).
Todo
esto había sido profetizado hace siglos por el gran Moisés. Deut. 28:47-52.
1 La Profecía que vio el profeta Habacuc. 2 ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? 3 ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan. 4 Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia.
5 Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis. 6 Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, nación cruel y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas. 7 Formidable es y terrible; de ella misma procede su justicia y su dignidad. 8 Sus caballos serán más ligeros que leopardos, y más feroces que lobos nocturnos, y sus jinetes se multiplicarán; vendrán de lejos sus jinetes, y volarán como águilas que se apresuran a devorar. 9 Toda ella vendrá a la presa; el terror va delante de ella, y recogerá cautivos como arena. 10 Escarnecerá a los reyes, y de los príncipes hará burla; se reirá de toda fortaleza, y levantará terraplen y la tomará. 11 Luego pasará como el huracán, y ofenderá atribuyendo su fuerza a su Dios.
12 ¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío? No moriremos. Oh Jehová, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar. 13 Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él, 14 y haces que sean los hombres como los peces del mar, como reptiles que no tienen quien los gobierne? 15 Sacará a todos con anzuelo, los recogerá con su red, y los juntará en sus mallas; por lo cual se alegrará y se regocijará. 16 Por esto hará sacrificios a su red, y ofrecerá sahumerios a sus mallas; porque con ellas engordó su porción, y engrasó su comida. 17 ¿Vaciará por eso su red, y no tendrá piedad de aniquilar naciones continuamente? (Habacuc 1).
1. Profecía. "Carga" (VM), "oráculo" (BJ).
Heb. masa, "pronunciamiento" (com. Isa. 13:1).
Profeta. De los otros profetas menores, sólo Hageo y Zacarías
declaran que tienen el título de "profeta".
2. ¿Hasta cuándo? El profeta estaba muy angustiado debido a la
pecaminosidad de su pueblo y sus inevitables resultados. Por el lenguaje que
emplea, pareciera que Habacuc había presentado su perplejidad ante Dios durante
algún tiempo, y sin embargo Dios no oía; es decir, aparentemente no hacía nada
para detener los males en Judá. Habacuc quiere decir que está más interesado en
la rectitud y la justicia que lo que Dios parece estar.
Violencia. Heb. jamas, injusticia, impiedad.
3. Destrucción. Heb. shod, "violencia" o
"devastación" que con frecuencia se refiere a destrucción causada por
un saqueo.
Violencia. Ver com. vers. 2. La última cláusula del vers. 3
dice así en la LXX: "El juicio ha ido contra mí, y el juez recibe".
4. Ley. Heb. torah (ver com. Deut. 31: 9; Prov. 3: 1).
Debilitada. Heb. pug, "entumecerse", "estar
débil". El profeta atribuía la paralización de la efectividad de la ley
entre los habitantes de Judá al hecho de que Dios no detenía esa iniquidad. En
lugar de "debilitada", la LXX dice "frustrada". Sin
embargo, lo que dice el hebreo del texto masorético está confirmado por la
redacción del texto hebreo citado en el Comentario de Habacuc, descubierto
entre los Manuscritos del Mar Muerto (p. 1069).
Asedia. Rodea con malos propósitos (Sal. 22: 12-13). Como
resultado, los rectos son víctimas de los impíos y la justicia es
"torcida" y pervertida para los rectos.
5. Entre las naciones. Dios responde a la queja del profeta. Le ordena a
Habacuc que busque entre las naciones circunvecinas a aquella que Dios usará
para castigar a su pueblo por sus pecados. La LXX comienza este versículo con
"mirad, menospreciadores", texto que Pablo cita en Hech. 13: 41.
Asombraos. Cuando el castigo de Dios sobrevenga súbitamente,
aterrorizará los corazones.
En vuestros días. Puesto que Habacuc había preguntado "hasta
cuándo" (vers. 2) se permitiría que continuara esa iniquidad, el Señor le
asegura que la ira divina vendría en el tiempo de los que entonces vivían.
No la creeréis. Una indicación de la severidad del castigo venidero.
6. Los caldeos. Heb. KaÑdim (ver com. Dan. 1: 4). Ahora se revela que la nación de Babilonia sería el instrumento de la ira divina. Dios la "levantaría" para que sirviera a sus propósitos. Presurosa. Heb. nimhar, "impetuosa". Esto predice los rápidos movimientos de las conquistas babilónicas, bien representadas por el símbolo de las "alas de águila" de la profecía de Daniel (ver com. Dan. 7: 4).
7. Su justicia. Tan poderosos eran los caldeos y tan seguros de sí
mismos, que no reconocían a otro poder sino el propio. Se atribuían a sí mismos sus grandes proezas
(ver Dan. 4: 28-30).
8. Leopardos. Es proverbial la rapidez con que el leopardo captura a su presa (ver com. Dan. 7: 6). Lobos nocturnos. O "chacales nocturnos". Estos animales son sumamente feroces por la noche, cuando merodean en procura de alimento (Jer. 5: 6; Sof. 3: 3).
Se multiplicarán. El contexto favorece la traducción de la BJ: "galopan" (que concuerda con la LXX). Es decir, avanzan para vencer.
Águilas. Heb. nésher, "buitre" o
"águila". Moisés había profetizado que si Israel se apartaba de Dios,
el pueblo sería castigado por sus pecados mediante una nación cuyos caballos
serían tan rápidos, que adecuadamente se los compara con águilas (Deut. 28:
47-50).
9. A la presa. "Para hacer violencia" (BJ). La "violencia" -previamente mencionada como un pecado de Judá (ver com. vers. 2)- ahora sería el castigo infligido a Judá por los caldeos.
El terror... ella. "El ardor de sus rostros, como un viento del este" (BJ). Toda esta cláusula es problemática, pues en el texto hebreo hay dos palabras claves difíciles. Dice en el original: "La megammah de sus rostros qadímah". Megammah podría significar "totalidad", o "conjunto". Qadímah puede significar "hacia adelante", "hacia el este" o "viento este". Si se acepta la primera acepción, se percibe una figura de valor y arrojo. Si se prefiere la tercera, se interpreta que sería como un viento desértico, caluroso y arrasador (ver com. Jer. 4: 11; 18: 17).
Megammah
sólo aparece aquí en el AT, y debido a la incertidumbre de su definición, la
cláusula entera se ha traducido de diversas formas en varias versiones.
Como arena. Símbolo de la gran cantidad de prisioneros y de los
despojos que se tomarían. Esto concuerda muy naturalmente con el símbolo previo
del terrible "viento del este" que forma dunas.
10. Escarnecerá. Desde la altura de su suficiencia propia (ver com.
vers. 7), los babilonios menospreciarían a los reyes y príncipes extranjeros y
se reirían de ellos.
Levantará terraplén. Referencia a los terraplenes de tierra preparados
para atacar una ciudad (ver com. 2 Sam. 20: 15; ver las ilustraciones en el t.
II, p. 64). La LXX dice: "Echa un montículo".
11. Pasará. Puede significar seguir de largo pasando por el
país, o pasar todos los límites orgullosamente.
Ofenderá. Dios está "ofendido" porque los babilonios
atribuyen su éxito a su propia fuerza y habilidad, convirtiendo a su poder en
su Dios (ver com. vers. 7). El profeta quiere decir que la nación que es usada
para castigar a Judá, será castigada por sus propios pecados.
12. ¿No eres tú? Habacuc, hablando por su pueblo, implora a Dios
misericordia para que no perezcan (vers. 12-17). Mirando más allá de las
siniestras perspectivas del presente, el profeta afirma con fe: "No
moriremos" (ver PR 285).
Juicio. Aquí en el sentido de "castigo".
Oh Roca. Cf. Deut. 32: 31; 2 Sam. 22: 3, 47). Este título hace resaltar el pensamiento de que Dios
es un seguro e inconmovible sostén de su pueblo. La cláusula final del texto
hebreo citado en el Comentario de Habacuc de los Manuscritos del Mar Muerto (p.
1069), dice: "Oh Roca, como Aquel que lo castiga tú le has ordenado".
13. Muy limpio eres de ojos. Puesto que la intachable naturaleza de Dios no puede
tolerar el "mal" (Sal. 5: 4-6) y no puede contemplar el
"agravio" (Sal. 145: 17), el profeta está perplejo y no puede saber
por qué Dios permite que los caldeos sean "menospreciadores" de su
pueblo. Ellos son idólatras y mucho peores - por lo menos desde el punto de
vista de Habacuc- que Judá. Luego, ¿cómo puede Dios, en justicia, usarlos para
castigar a Judá?
14. Peces. El justo con frecuencia es tan mudo e impotente bajo
la opresión del impío como el pez en las redes del pescador.
Reptiles. Cf. Sal. 104: 25. No tienen quien los gobierne. En el Comentario de Habacuc de los Manuscritos del Mar Muerto esta última cláusula dice: "Como una cosa reptante sobre la cual gobernar" (Gén. 1: 26).
15. Sacará. Quien saca es el "impío" (ver com. vers.
13). Aquí el profeta muestra
simbólicamente la forma en que los babilonios vencen a las naciones. El aparejo
de pesca representa a los ejércitos caldeos. Sin embargo, esta misma figura
podría representar la actividad de cualquier impío.
16. Hará sacrificios. Lenguaje figurado para indicar que los caldeos no
reconocían al Dios verdadero, sino que atribuían su éxito a su propia habilidad
(ver com. Hab. 1:7; cf. Isa. 10: 12-13).
17. ¿Vaciará? El profeta pregunta si se permitirá que los caldeos
prosigan venciendo para continuar vaciando "su red" tan sólo para
volverla a llenar con los despojos de la guerra. El vers. 17 del texto hebreo,
citado en el Comentario de Habacuc de los Manuscritos del Mar Muerto (p. 1069),
dice: "Por lo tanto, su espada está siempre lista para matar naciones sin
mostrar misericordia". (4CBA)
COMENTARIOS
DE (EGW).
Vers. 2-7, 12. En El Tiempo En Que
Josías Empezó A Reinar, y durante
muchos años antes, los de corazón fiel que quedaban en Judá se preguntaban si
las promesas que Dios había hecho al antiguo Israel se iban a cumplir alguna
vez. Desde un punto de vista humano, parecía casi imposible que se alcanzara el
propósito divino para la nación escogida. La apostasía de los siglos anteriores
había adquirido fuerza con el transcurso de los años diez de las tribus habían
quedado esparcidas entre los paganos; 284 quedaban tan sólo las tribus de Judá y
Benjamín, y aun éstas parecían estar al borde de la ruina moral y nacional. Los
profetas habían comenzado a predecir la destrucción completa de su hermosa
ciudad, donde se hallaba el templo edificado por Salomón y donde se
concentraban todas sus esperanzas terrenales de grandeza nacional. ¿Sería
posible que Dios estuviese por renunciar a su propósito de impartir liberación
a quienes pusiesen su confianza en él? Frente a la larga persecución que venían
sufriendo los justos, y a la aparente prosperidad de los impíos, ¿podían
esperar mejores días los que habían permanecido fieles a Dios?
Estas preguntas llenas de
ansiedad fueron expresadas por el profeta Habacuc. Considerando la situación de
los fieles en su tiempo, dio voz a la preocupación de su corazón en esta
pregunta: "¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a
ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y
haces que mire molestia, y saco y violencia delante de mí, habiendo además
quien levante pleito y contienda? Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio
no sale verdadero: por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcido el
juicio." (Hab. 1 :2-4.)
Dios respondió al clamor de sus
hijos leales. Mediante su portavoz escogido reveló su resolución de castigar a
la nación que se había apartado de él para servir a los dioses de los paganos.
Estando aún con vida algunos de los que averiguaban acerca del futuro,
ordenaría milagrosamente los asuntos de las naciones dominantes en la tierra, y
daría ascendencia a los babilonios. Esa potencia caldea "formidable y
terrible" (Vers. 7, V.M.) iba a caer repentinamente sobre la tierra de
Judá como azote enviado por Dios. Los príncipes de Judá y los más hermosos de
entre el pueblo serían llevados cautivos a Babilonia; las ciudades y los
pueblos de Judea, así como los campos cultivados, serían asolados; nada
quedaría indemne.
Confiando en que aun en ese
terrible castigo se cumpliría de alguna manera el propósito de Dios para su
pueblo, Habacuc 285 se postró sumiso a la voluntad revelada de Jehová. Exclamó:
"¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío?" Y
luego, como su fe se extendía hasta más allá de las perspectivas penosas del
futuro inmediato y confiaba en las preciosas promesas que revelan el amor de
Dios hacia sus hijos que manifiestan confianza, el profeta añadió: "No
moriremos." (Vers. 12.) Con esta declaración de fe, entregó su caso y el
de todo israelita creyente, en las manos de un Dios compasivo. PR 283-285.
Vers. 13.
Cuando el Salvador dirigió la atención de sus discípulos hacia las señales
de su regreso, predijo el estado de apostasía 355 que existiría precisamente
antes de su segundo advenimiento. Habría, como en los días de Noé, actividad
febril en los negocios mundanos y sed de placeres, y los seres humanos iban a
comprar, vender, sembrar, edificar, casarse y darse en matrimonio, olvidándose
entre tanto de Dios y de la vida futura. La amonestación de Cristo para los que
vivieran en aquel tiempo es: "Mirad, pues, por vosotros mismos, no sea que
vuestros corazones sean entorpecidos con la glotonería, y la embriaguez, y los
cuidados de esta vida, y así os sobrevenga de improviso aquel día."
"Velad, pues, en todo tiempo, y orad, a fin de que logréis evitar todas
estas cosas que van a suceder, y estar en pie delante del Hijo del
hombre." (S. Lucas 21: 34, 36,
V.M.)
La condición en que se hallaría
entonces la iglesia está descrita en las palabras del Salvador en el
Apocalipsis: "Tienes nombre que vives, y estás muerto." Y a los que
no quieren dejar su indolente descuido, se les dirige el solemne aviso:
"Si no velares, vendré a ti como ladrón, y no sabrás en qué hora vendré a
ti." (Apocalipsis 3: 1, 3.)
Era necesario despertar a los
hombres y hacerles sentir su peligro para inducirlos a que se preparasen para
los solemnes acontecimientos relacionados con el fin del tiempo de gracia. El
profeta de Dios declara: "Grande es el día de Jehová, y muy terrible:
¿quién lo podrá sufrir?" (Joel 2: 11.) ¿Quién soportará la aparición de
Aquel de quien está escrito: "Tú eres de ojos demasiado puros para mirar
el mal, ni puedes contemplar la iniquidad" ? (Habacuc 1: 13, V.M.) Para
los que claman: "Dios mío, te hemos conocido," y sin embargo han
quebrantado su pacto y se apresuraron tras otro dios, encubriendo la iniquidad
en sus corazones y amando las sendas del pecado, para los tales "será el
día de Jehová tinieblas, y no luz; oscuridad, que no tiene resplandor."
(Oseas 8: 2, 1; Salmo 16: 4; Amós 5: 20.) "Sucederá en aquel tiempo -dice
el Señor- que yo registraré a Jerusalem con lámparas, y castigaré a los hombres
que, como vino, están asentados sobre sus heces; los 356 cuales dicen en su corazón: ¡Jehová no hará
bien, ni tampoco hará mal!" "Castigaré el mundo por su maldad, y los
impíos por su iniquidad; y acabaré con la arrogancia de los presumidos, y humillaré
la altivez de los terribles." "No podrá librarlos su plata ni su
oro;" "y sus riquezas vendrán a ser despojo, y sus casas una
desolación." (Sofonías 1: 12, 18, 13; Isaías 13: 11, V.M.)
El profeta Jeremías mirando hacia
lo por venir, hacia aquel tiempo terrible, exclamó: "¡Se conmueve mi
corazón; no puede estarse quieto, por cuanto has oído, oh alma mía, el sonido
de la trompeta y la alarma de guerra! ¡Destrucción sobre destrucción es
anunciada!" (Jeremías 4: 19, 20, V.M.)
"Día de ira es aquel día;
día de apretura y de angustia, día de devastación y desolación, día de
tinieblas y de espesa obscuridad, día de nubes y densas tinieblas; día de
trompeta y de grito de guerra." "He aquí que viene el día de Jehová,
. . . para convertir la tierra en desolación, y para destruir de en medio de
ella sus pecadores." (Sofonías 1: 15, 16; Isaías 13: 9, V.M.)
Ante la perspectiva de aquel gran
día, la Palabra de Dios exhorta a su pueblo del modo más solemne y expresivo a
que despierte de su letargo espiritual, y a que busque su faz con
arrepentimiento y humillación: "¡Tocad trompeta en Sión, y sonad alarma en
mi santo monte! ¡tiemblen todos los moradores de la tierra! porque viene el día
de Jehová, porque está ya cercano." "¡Proclamad riguroso ayuno! ¡convocad
asamblea solemnísima! ¡Reunid al pueblo! ¡proclamad una convocación
obligatoria! ¡congregad a los ancianos! ¡juntad a los muchachos!. . . ¡salga el
novio de su recámara, y la novia de su tálamo! Entre el pórtico y el altar,
lloren los sacerdotes, ministros de Jehová." "Volveos a mí de todo
vuestro corazón; con ayuno también, y con llanto, y con lamentos; rasgad
vuestros corazones y no vuestros vestidos, y volveos a Jehová vuestro Dios;
porque él es clemente y compasivo, lento en iras y grande en misericordia."
(Joel 2: 1, 15-17, 12, 13, V.M.) 357
Una gran obra de reforma debía
realizarse para preparar a un pueblo que pudiese subsistir en el día de Dios.
El Señor vio que muchos de los que profesaban pertenecer a su pueblo no
edificaban para la eternidad, y en su misericordia iba a enviar una
amonestación para despertarlos de su estupor e inducirlos a prepararse para la
venida de su Señor.
Esta amonestación nos es
presentada en el capítulo catorce del Apocalipsis. En él encontramos un triple
mensaje proclamado por seres celestiales y seguido inmediatamente por la venida
del Hijo del hombre para segar "la mies de la tierra." La primera de
estas amonestaciones anuncia la llegada del juicio. El profeta vio un ángel
"volando en medio del cielo, teniendo un evangelio eterno que anunciar a
los que habitan sobre la tierra, y a cada nación, y tribu, y lengua, y pueblo;
y dice a gran voz: ¡Temed a Dios y dadle gloria; porque ha llegado la hora de
su juicio; y adorad al que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de
agua!" (Apocalipsis 14: 6, 7, V.M.)
Este mensaje es declarado parte
del "evangelio eterno." La predicación del Evangelio no ha sido
encargada a los ángeles, sino a los hombres. En la dirección de esta obra se
han empleado ángeles santos y ellos tienen a su cargo los grandes movimientos
para la salvación de los hombres; pero la proclamación misma del Evangelio es
llevada a cabo por los siervos de Cristo en la tierra.
Hombres fieles, obedientes a los
impulsos del Espíritu de Dios y a las enseñanzas de su Palabra, iban a pregonar
al mundo esta amonestación. Eran los que habían estado atentos a la "firme
. . . palabra profética," la "lámpara que luce en un lugar tenebroso,
hasta que el día esclarezca, y el lucero nazca." (2 S. Pedro 1: 19, V.M.) Habían
estado buscando el conocimiento de Dios más que todos los tesoros escondidos,
estimándolo más que "la ganancia de plata," y "su rédito"
más "que el oro puro." (Proverbios 3: 14, V.M.) Y el Señor les reveló
los grandes asuntos del reino. "El secreto de Jehová es 358 para los que
le temen; y a ellos hará conocer su alianza." (Salmo 25: 14). CS 355.
Al mismo tiempo debería enseñarse
a los jóvenes a aprender esta lección de la naturaleza: "Todo lo hizo hermoso en su tiempo". Ecles. 3;11. En el
vestido, lo mismo que en todas las demás cosas, tenemos el privilegio de honrar
a nuestro Creador. No sólo desea que
éste sea limpia, y saludable, sino apropiado y sentador.
Se juzga el carácter de una
persona por el estilo de su vestido. El
gusto refinado y la mente cultivada se revelarán en la elección de atavíos
sencillos y apropiados. La casta
sencillez en el vestir, unida a la modestia de la conducta, ejercerá una
decisiva influencia para rodear a una joven de una atmósfera de reserva
sagrada, que a su vez será para ella un escudo contra miles de peligros. 249
Enséñese a las niñas que el arte
de vestir incluye la habilidad de confeccionar sus propios vestidos. Toda joven debería albergar esta
ambición. Es un medio para lograr
utilidad e independencia que no puede permitirse desperdiciar.
Es justo amar la belleza y
desearla; pero Dios desea que primero amemos y busquemos la belleza superior,
imperecedera. Las producciones más
descollantes del ingenio humano no poseen belleza alguna que pueda compararse a
la hermosura de carácter que a su vista es de "gran precio".
Enséñese a los jóvenes y niños a escoger para sí la vestidura real tejida en el telar del cielo, el "lino fino, limpio... resplandeciente"* que usarán todos los santos de la tierra. Se ofrece gratuitamente a todo ser humano esta vestidura, el carácter inmaculado de Cristo. Pero todos los que la reciban la han de recibir y usar aquí. Enséñese a los niños que al abrir la mente a los pensamientos puros y amantes, y al hacer algo útil y amable, se visten con el hermoso atuendo del carácter de Cristo. Ese traje les dará hermosura e influirá para que sean amados aquí, y más adelante será su título de admisión al palacio del Rey. Su promesa es: "Andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignos". Apoc. 3:4. Ed 248-249.
*LA ASCENSIÓN de Acaz al trono
puso a Isaías y a sus compañeros frente a condiciones más espantosas que cualesquiera
que hubiesen existido hasta entonces en el reino de Judá. Muchos que habían
resistido anteriormente a la influencia seductora de las prácticas idólatras,
se dejaban persuadir ahora a tomar parte en el culto de las divinidades
paganas. Había en Israel príncipes que faltaban a su cometido; se levantaban
falsos profetas para dar mensajes que extraviaban; hasta algunos de los
sacerdotes estaban enseñando por precio. Sin embargo, los caudillos de la
apostasía conservaban las formas del culto divino, y aseveraban contarse entre
el pueblo de Dios.
El profeta Miqueas, quien dio su
testimonio durante aquellos tiempos angustiosos, declaró que los pecadores de
Sión blasfemaban al aseverar que se apoyaban "en Jehová," y que,
mientras edificaban "a Sión con sangre, y a Jerusalem con
injusticia," se jactaban así: "¿No está Jehová entre nosotros? No
vendrá mal sobre nosotros." (Miq. 3: 10, 11.) Contra estos males
alzó la voz el profeta Isaías en estas severas reprensiones: "Príncipes de
Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de
Gomorra. ¿Para qué a mí, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? . .
. ¿Quién demandó esto de vuestras manos, cuando vinieseis a presentaros delante
de mí, para hollar mis atrios?" (Isa. 1: 10-12.)
La Inspiración declara: "El
sacrificio de los impíos es abominación: ¡Cuánto más ofreciéndolo con
maldad!" (Prov. 21: 27.) El Dios del cielo es "de ojos demasiado
puros para mirar el mal," y no puede "contemplar la iniquidad."(Hab.
1: 13, V.M.) Si se aparta del transgresor no es porque no esté 239 dispuesto a
perdonarlo; es porque el pecador se niega a valerse de las abundantes
bendiciones de la gracia; y por tal motivo Dios no puede librarlo del pecado.
"He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni hase
agravado su oído para oír: Mas vuestras iniquidades han hecho división entre
vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro de
vosotros, para no oír." (Isa. 59: 1, 2). PR 238, 239.
Hermanos, se requiere que
ejemplifiquéis la verdad en vuestras vidas. Pero no todos los que piensan que
es su misión enseñar a otros la verdad están convertidos y santificados por la
verdad. Algunos tienen ideas erradas acerca de lo que significa ser cristiano
y de los medios por los que se obtiene una firme experiencia religiosa; mucho
menos entienden los requisitos que Dios exige que sus ministros cumplan. Estos
hombres no están santificados. Ocasionalmente tienen un acceso de
sentimentalismo y sienten la impresión de que son realmente hijos de Dios.
Esta dependencia de las impresiones es uno de los engaños de Satanás. Los que
se acostumbran a esto hacen de la religión algo circunstancial. Necesitan un
principio firme. Nadie es un cristiano vivo a menos que tenga una experiencia
diaria en las cosas de Dios y practique diariamente la abnegación al llevar
alegremente la cruz y seguir a Cristo. Cada cristiano ha de avanzar
diariamente en la vida divina. Mientras avanza hacia la perfección, experimenta
cada día una conversión a Dios; y esta conversión no es completa hasta que
logra la perfección del carácter cristiano, una preparación completa para el
toque final de la inmortalidad. (449) Dios debiera ser el más alto objeto de
nuestros pensamientos. Meditar en él y suplicarle a él, eleva el alma y
estimula los afectos. El descuido de la meditación y la oración seguramente
traerá como resultado un deterioro en los intereses religiosos. Luego se
notará descuido y pereza. La religión no es meramente una emoción, un sentimiento.
Es un principio que está entrelazado con todas las tareas diarias y las
transacciones de la vida. No hay nada que se desee, ni negocio que se emprenda
que no pueda regirse por este principio. Para mantener una religión sin
mancha, es necesario ser trabajadores y perseverar en el esfuerzo. Debemos
hacer algo por nosotros mismos. Nadie sino nosotros mismos puede obrar nuestra
salvación con temor y temblor. Esta es precisamente la obra que el Señor nos ha
encomendado que hagamos. 2T
448-249.
No debiera conservarse en una institución del Señor,
cualquiera que sea, a nadie que en un momento difícil no comprenda que estas
instituciones son sagradas. Si los empleados no
encuentran placer en la verdad, si su relación con la institución no los hace
mejores, si no crea en ellos ningún amor por la verdad, entonces, después de un
tiempo de prueba suficiente, separadlos de la obra, porque su impiedad y su
incredulidad influyen sobre los demás. Por su medio, los malos ángeles trabajan
para desviar a quienes ingresan en la institución como aprendices. Debéis tener
como aprendices a jóvenes promisorios que amen a Dios. Más si los ponéis con
otros que no tengan amor por Dios, están constantemente expuestos al peligro
por esta influencia irreligiosa. Los espíritus mundanos, los que se entregan a
la maledicencia, los que se deleitan en conversar de las faltas ajenas sin
pensar en las propias, deben quedar separados de la obra. 7T 193.
Ministerio
Hno. Pio
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