martes, abril 27, 2021

REFLEXIÓN 657. ANTE EL TRIBUNAL DIVINO (MALAQUÍAS 3).

Malaquías 3. Un Emplazamiento Ante El Tribunal (1-15). A. Una amonestación en cuanto al día del Juicio. Concerniente al mensajero, la majestad y la gracia de Cristo. (1-6). B. Una acusación específica por el robo a Dios. Rebelión, sacrilegio (7-12).         C. Una acusación por menospreciar a Dios. Infidelidad del pueblo (13-15).

Preparación Para El Día Del Juicio. Promesa de bendición para quienes teman a Dios. (16-18). A. Rescate de los que temen al Señor (16-17). B. Aniquilación de los que desprecian al Señor. Al final se sabrá la Diferencia entre los que sirven, y no le sirven al Señor (18).

1 He Aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. 2 ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. 3 Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. 4 Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos. 5 Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos. 6 Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. 

7 Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? 8 ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado.  Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. 9 Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. 10 Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; Y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. 11 Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. 12 Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos.

13 Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Jehová.  Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? 14 Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos? 15 Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon.

16 Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová y para los que piensan en su nombre. 17 Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve.

18 Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve (Malaquías 3).

1. Mi Mensajero. Dios contesta la última pregunta del capítulo anterior afirmando categóricamente que viene para juzgar y hacer justicia. Para la gente de los días de Malaquías este mensaje era una advertencia de que Dios se ocuparía de sus pecados. Sin embargo, además de su mensaje de advertencia para los judíos de los días de Malaquías, esta profecía también tiene importancia mesiánica (ver com. Mar. 1: 2; DTG 132-133). Juan el Bautista fue el "mensajero" que preparó "el camino delante" del Señor, predicando el arrepentimiento (Isa. 40: 3-5; Mat. 3: 1-3;11: 10-11; Luc. 3: 2-14).

Vendrá súbitamente a su Templo. Es decir, al lugar santísimo para la obra del juicio investigador (CS 478-479).

Ángel del pacto. Ver com, Hag. 1: 13. El Señor, o "ángel [mensajero] del pacto", no es otro sino Cristo, la segunda persona de la Deidad (ver com. Exo. 3: 2), y debe distinguírselo claramente del "mensajero" antes mencionado en este versículo. Esta profecía acerca del "ángel del pacto" no sólo se aplica al tiempo cuando Cristo vino a su templo durante su primer advenimiento (ver DTG 132-133), sino también a los sucesos que se relacionan con la terminación de la historia de la tierra y el segundo advenimiento (ver. CS 477; PP 352).

2. ¿Quién podrá soportar? Cf. Joel 2: 11. Los judíos creían que el Mesías venía para castigar a los paganos con juicio. Por el contrario, Malaquías advierte a los judíos que ellos serían los primeros en sufrir el juicio (ver Amós 5: 18).

Fuego purificador. Así como el fuego separa el metal de la escoria, así Dios separa a los justos de los impíos mediante su juicio (ver com. vers. 1).

Jabón de lavadores. No es un verdadero jabón -el cual probablemente se desconocía en la antigüedad- sino un álcali vegetal que se obtenía al quemar ciertas plantas, y se lo usaba para lavar.  "Lejía de lavandero" (BJ).

3. Se sentará. Se repite el pensamiento previo (vers. 2) para darle énfasis. 

Los hijos de Leví. Se menciona especialmente a los sacerdotes como los más responsables de conducir al pueblo en justicia mediante su ejemplo y enseñanza (Mal. 2:1-9; ver com. 2 Crón. 15:3). Afinará. El castigo de los "hijos de Leví" no sólo tenía el propósito de limpiar su alma liberándola del mal, sino también de promover la santidad haciéndolos idóneos para que ofrecieran "a Jehová ofrenda en justicia" (ver Rom. 12: 1; 2 Ped 3:18; DTG 133). 

Ofrenda. Heb. minjah (ver com. cap. 1: 10).

4. Grata. Si los sacerdotes y el pueblo eliminaban el pecado, recuperarían el favor divino (PR 521).

Días pasados. Los judíos pensaban que tiempos tales como los de Abrahán, Moisés y David habían sido tiempos más o menos ideales.

5. Para juicio. En otras palabras: "He aquí el juicio". Esta era la respuesta divina a la pregunta: "¿Dónde está el Dios de justicia?"(cap. 2: 17).

Hechiceros. El desagrado divino se dirigía especialmente contra los que practicaban las artes mágicas paganas (Exo. 22: 18; Deut. 18: 10), por ejemplo, las artes que prevalecían en Babilonia (ver com. Dan. 2: 2). Adúlteros. Otro grupo sobre el cual recaía especialmente la condenación de Dios eran los culpables de inmoralidad, incluso los que se divorciaban ilegalmente (ver com. cap. 2: 14-16). ¡En qué forma impresionante se aplicaría esta misma condenación a miles de personas en la actualidad!

Juran mentira. La LXX dice: "Los que juran falsamente por mi nombre" (cf. Lev. 19: 12).

Defraudan... al jornalero. Dios exhorta a los que aparentan ser sus seguidores a que sean justos, y hasta generosos, con los que dependen de su salario para su sostén cotidiano (Deut. 24: 14-15; Sant. 5: 4).

Viuda... huérfano... extranjero. El Señor dispuso medidas especiales para proteger los derechos de los que, en cualquier grado, son indefensos, impotentes o desvalidos (Exo. 22: 21-22; Deut. 24: 17; 27: 19). Se les prohibía a los judíos que se aprovecharan de los que eran "extranjeros" entre ellos.

6. No cambio. El Señor rechaza de plano la acusación de que pasa por alto el mal (cap. 2:17). La santidad de Dios es eternamente constante e inalterable (Núm. 23:19; Sant. 1:17). Precisamente porque Dios no cambia, permanecerán sus propósitos eternos para su pueblo. Quizá él castigue, discipline o corrija a los suyos, pero hace todo eso con el propósito de que se arrepientan y sean salvos.

7. Os habéis apartado. Dios siempre había sido fiel a sus promesas (ver com. vers. 6). Con todo, el pueblo no había sido leal con Dios, especialmente en los diezmos y las ofrendas (vers. 8-9).

Volveos a mí. El meollo del mensaje del profeta (ver com. cap. 1: 1) no es pronunciar juicio sobre los pecadores, sino una exhortación al arrepentimiento y a la fidelidad a Dios, acompañada con un solemne recordativo de la historia pasada de Israel. "Volver" a Dios es arrepentirse del pecado y efectuar una reforma completa de la vida.  Este es el tema del libro de Joel (Joel 2: 12-13).

¿En qué? Otra vez (ver com. cap. 1: 2) el pueblo revela su hipócrita justificación propia al formular preguntas a Dios. Ver p. 1144.

8. ¿Robará el hombre a Dios? ¡Qué lenguaje vigoroso! Sin andar con rodeos, Malaquías maestra específicamente en qué forma el pueblo ha "robado" a Dios: reteniendo "diezmos y ofrendas" que pertenecen al Señor (cf. Lev. 27: 30, 32; Núm. 18: 21; Neh. 10: 37-39).

Ofrendas. Algunos no alcanzan a comprender que es posible "robar" a Dios en las "ofrendas" tanto como en los diezmos. El que entiende sus obligaciones como mayordomo de lo que Dios le confía, dará generosas ofrendas a Dios de acuerdo con sus posibilidades, "según haya prosperado" (1 Cor. 16: 2).

9. Malditos sois. El contexto inmediato (ver. 11) permite inferir que la "maldición" fue escasez en las cosechas y devastación de los campos (cf. Hag. 1: 6; Mal. 2: 2). Automáticamente la "maldición" siguió a la desobediencia, así como la bendición siguió a la obediencia (ver pp. 29-30). No hay un terreno neutral: la conducta de un hombre es correcta o incorrecta, y Dios es equitativo en su retribución.

La nación toda. La vigorosa condenación del profeta se refiere a Judá como "la nación toda" y no como al pueblo de Dios. Es evidente que todos robaban a Dios.

10. Todos los diezmos. O "el diezmo íntegro" (BJ). Esto implica que si el pueblo pagaba diezmo, no entregaba un diezmo completo o justo. Asegurémonos de no caer en la misma falta que cometía la gente de los días de Malaquías (cf. 1 Cor. 10: 6-10). El Dador de todo tiene derecho a esperar que le demos honradamente el diezmo y también las ofrendas voluntarias que podamos.

Ventanas de los cielos. Cf. Gén. 7: 11; 8: 2. No sólo habrá lluvia en abundancia que quitará todo temor de sequía, sino que a través de esa abertura, por así decirlo, se derramará generosamente la bendición divina (ver Lev. 26: 3-5).

Bendición. No necesariamente una bendición material, aunque eso parece resaltar aquí (ver com. vers. 11). En cuanto a las bendiciones materiales que Dios se proponía prodigar sobre su pueblo, ver pp. 29- 30.

11. Al devorador. Probablemente se refiere a las langostas que destruían tanto las cosechas (ver com. Joel 1: 4). Dios promete prosperidad material a los que son fieles en pagar el diezmo.

12. Os dirán bienaventurados. Dios deseaba que su pueblo fuera tan ejemplo viviente de los resultados de la obediencia (ver pp. 28-31).

https://elaguila3008.blogspot.com/2020/08/el-papel-de-israel-en-la-profecia-del.html

13. Vuestras palabras contra mí han sido violentas. O, "duras me resultan vuestras palabras" (BJ). Cf. Jud. 15. La LXX dice: "Sobre mí hicisteis pesar las palabras vuestras". El profeta contrasta aquí las impías murmuraciones del pueblo (Mal. 3: 13-15) con la recompensa que recibirán los que son fieles a Dios (vers. 16-18; ver p. 1144).

Y dijisteis. "Y todavía decís" (BJ). Ver com. cap. 1: 2.

14. Por demás. Esto es, nada ganaremos. Sin duda el profeta los condena porque lo poco que hacían para Dios emanaba de motivos egoístas.

15. Bienaventurados son los soberbios. Los murmuradores no estiman que los humildes y mansos son "bienaventurados", o benditos por el Señor, sino creen que los "soberbios" y arrogantes disfrutan de buena fortuna y bienestar en el mundo (cf. Isa. 13: 11).

Tentaron a Dios. Es decir, los que pusieron a Dios a prueba y lo provocaron con su impiedad. La LXX dice: "Resistieron a Dios".

16. Temían a Jehová. Malaquías trae un mensaje de esperanza y consuelo para los que todavía son fieles a Dios. Hay un gran contraste entre los inicuos quejosos ya mencionados (vers. 13-15) y los que son realmente justos. Libro de memoria. El profeta alienta a los que se esforzaban por hacer lo correcto, con el pensamiento de que Dios recuerda el servicio consagrado de los suyos (ver com. Dan. 7: 10).

17. Serán para mí. En el día cuando los pecadores de Israel comparezcan ante el tribunal de la justicia divina, Dios promete reconocer su "especial tesoro" y preservarlo de la suerte de los impíos.

Especial tesoro. Heb. segullah, "propiedad personal" (BJ), o "posesión privada" (ver com. Exo. 19: 5; Deut. 7: 6; Sal. 135: 4; cf. 1 Ped. 2: 9).

Los perdonaré. Hay dos razones para que Dios sea misericordioso con sus hijos fieles: son sus hijos (Juan 1: 12; Rom. 8: 14; Gál. 3: 26) y le sirven como hijos obedientes (Sal. 103: 13; Apoc. 14: 12).

18. Discerniréis la diferencia. El profeta anticipa un tiempo cuando todo se aclarará, un tiempo cuando las preguntas suscitadas por la gente de sus días (caps. 2: 17; 3: 14) serán final y satisfactoriamente contestadas. Tanto en la historia de Israel como en la vida individual de los israelitas, muchos sucesos habían dado testimonio de que Dios trata en forma diferente a los justos y a los impíos. Sin embargo, en el día del Señor se darán pruebas convincentes del juicio y de injusticia de Dios (Sal. 58: 11). 4CBA

COMENTARIOS DE EGW

*En los días de Malaquías, los impenitentes preguntaban en son de burla: "¿Dónde está el Dios de juicio?" Y recibieron la solemne respuesta: "Luego vendrá a su templo el Señor, . . . el ángel del pacto. . . . ¿Y quién podrá sufrir el tiempo de su venida? o ¿quién podrá estar cuando él se mostrará? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y sentarse ha para afinar y limpiar la plata: porque limpiará los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata; y ofrecerán a Jehová ofrenda con justicia. Y será suave a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalem, como en los días pasados, y como en los años antiguos."(Mal. 2: 17; 3:1-4.)

Cuando estaba por aparecer el Mesías prometido, éste fue el mensaje del precursor de Cristo: Arrepentíos, publicanos y pecadores; arrepentíos, fariseos y saduceos, "que el reino de los cielos se ha acercado." (Mat. 3: 2.)

Hoy, en el espíritu y poder de Elías y de Juan el Bautista, los mensajeros enviados por Dios recuerdan a un mundo destinado al juicio los acontecimientos solemnes que pronto han de suceder en relación con las horas finales del tiempo de gracia y la aparición de Cristo Jesús como Rey de reyes y Señor de señores. Pronto será juzgado cada uno por lo que haya hecho por medio del cuerpo. La hora del juicio ha llegado, y a los miembros de su iglesia en la tierra incumbe la solemne responsabilidad de dar aviso a los que están, por así decirlo, en la misma margen de la ruina eterna. A todo ser humano que quiera escuchar en este vasto mundo, deben presentarse claramente los principios que están en juego en la gran controversia que se desarrolla, pues de ellos dependen los destinos de toda la humanidad.

En estas horas finales del tiempo de gracia concedido a los hijos de los hombres, cuando falta tan poco para que la suerte de cada alma sea decidida para siempre, el Señor del cielo y de 529 la tierra espera que su iglesia se levante a obrar como nunca antes. Los que han sido libertados en Cristo por un conocimiento de la verdad preciosa son considerados por el Señor Jesús como sus escogidos, favorecidos por sobre todos los demás en la tierra; y él espera de ellos que manifiesten las alabanzas de Aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Las bendiciones tan liberalmente concedidas deben ser comunicadas a otros. La buena nueva de la salvación debe ir a toda nación, tribu, lengua y pueblo. PR 528,529

1-18. DEMOS A DIOS LO SUYO*

EL SEÑOR ha dado a su pueblo un mensaje para este tiempo. Está en el tercer capítulo de Malaquías. ¿Cómo podría el Señor presentar sus requerimientos de una manera más clara y enérgica que en ese capítulo?

Todos deben recordar que lo que Dios exige de nosotros supera a cualquier otro derecho. Él nos da abundantemente, y el contrato que él ha hecho con el hombre es que una décima de las posesiones de éste sea devuelta a Dios. El confía misericordiosamente sus tesoros a sus mayordomos, pero dice del diezmo: Es mío. En la proporción en que Dios ha dado propiedad al hombre, el hombre debe devolverle un diezmo de toda su substancia. Este arreglo preciso fue hecho por Jesucristo mismo.

Esta obra entraña resultados solemnes y eternos, y es demasiado sagrada para ser dejada al impulso humano. No debemos sentirnos libres para tratar este asunto como quisiéramos. En respuesta a los requerimientos de Dios, deben apartarse reservas regulares como sagradas para su obra.

Las Primicias. Además del diezmo, el Señor exige las primicias de todas nuestras ganancias. Se las ha reservado a fin de que su obra en la tierra pueda ser sostenida ampliamente. Los siervos del Señor no han de verse limitados a una mísera pitanza. Sus mensajeros no deben verse estorbados en su obra de presentar palabra de vida. A medida que enseñan la verdad, deben tener recursos que invertir en el adelantamiento de la obra que debe ser hecha al debido tiempo para ejercer la influencia mejor y más poderosa para salvar. Deben realizarse acciones de 36 misericordia; debe ayudarse a los pobres y dolientes.  Deben asignarse donativos y ofrendas para este propósito. Esto debe hacerse especialmente en los campos nuevos, donde nunca se ha enarbolado el estandarte de la verdad. Si todos los que profesan ser hijos de Dios, tanto ancianos como jóvenes, cumpliesen su deber, no habría escasez en la tesorería. Si todos pagasen fielmente el diezmo y dedicasen a Dios las primicias de sus ganancias, habría abundante provisión de recursos para la obra. Pero la ley de Dios no es respetada ni obedecida, y esto ha ocasionado una necesidad apremiante.

Recordemos A Los Pobres. Todo despilfarro debe ser suprimido de nuestra vida; porque el tiempo que tenemos para trabajar es corto. En derredor nuestro, vemos necesidades y padecimientos. Hay familias que necesitan alimentos, pequeñuelos que lloran por pan. Las casas de los pobres carecen de los debidos muebles y ropa de cama.  Muchos de ellos viven en tugurios, casi completamente privados de las cosas necesarias. El clamor de los pobres llega al cielo.  Dios ve y oye. Pero muchos se glorifican a sí mismos. Mientras que sus semejantes pasan hambre y miseria, gastan mucho en sus mesas y comen más de lo necesario. ¡Qué cuenta tendrán que dar pronto los hombres por el uso egoísta del dinero de Dios! Los que desprecian las medidas que Dios dispuso para los pobres, encontrarán que no sólo robaron a sus semejantes, sino también a Dios y malversaron sus bienes.

Todas Las Cosas Pertenecen A Dios. Todo el bien que el hombre goza proviene de la misericordia de Dios. El es el grande y bondadoso Dador.  Su amor se manifiesta a todos en la abundante provisión hecha para el hombre.  Nos ha dado un tiempo de gracia en que formar un carácter para las cortes celestiales.  Y si nos pide que reservemos una parte de nuestras posesiones para él, no es porque necesite algo. 37

El Señor creó todo árbol del Edén agradable para los ojos y bueno como alimento, e invitó a Adán y Eva a disfrutar libremente de sus bondades. Pero hizo una excepción. No debían comer del árbol del conocimiento del bien y del mal.  Dios se reservó ese árbol como recuerdo constante de que era dueño de todo. Así les dio oportunidad de demostrar su fe y confianza obedeciendo perfectamente sus requerimientos.

Así también sucede, con las exigencias de Dios para con nosotros. Pone sus tesoros en las manos de los hombres, pero requiere que una décima parte sea puesta fielmente a un lado para su obra. Requiere que esta porción sea entregada a su tesorería. Ha de serle devuelta como propiedad suya; es sagrada y debe emplearse para fines sagrados, para el sostén de los que han de proclamar el mensaje de salvación en todas partes del mundo. Se reserva esta porción a fin de que siempre afluyan recursos a su tesorería y se pueda comunicar la luz de la verdad a los que están cerca y a los que están lejos. Obedeciendo fielmente este requerimiento, reconocemos que todo lo que tenemos pertenece a Dios.

Sin Excusa. ¿No tiene el Señor derecho a exigir esto de nosotros? ¿No dio acaso a su Hijo unigénito porque nos amaba y deseaba salvarnos de la muerte? ¿Y no habrán de afluir a su tesorería nuestras ofrendas de agradecimiento, para promover su reino en la tierra? Puesto que Dios es el dueño de todos nuestros bienes, ¿no habrá de impulsarnos la gratitud a él a presentarle ofrendas voluntarias y de agradecimiento, en prueba de que lo reconocemos dueño de nuestra alma, cuerpo, espíritu y propiedad?  Si se hubiese seguido el plan de Dios, estarían ahora afluyendo recursos a su tesorería; abundarían los fondos que permitirían a los predicadores entrar en nuevos campos, y podrían unirse obreros a los predicadores para enarbolar el estandarte de la verdad en los lugares obscuros de la tierra.

Es un plan trazado por el cielo que los hombres devuelvan 38 al Señor lo que le pertenece; y esto se presenta tan claramente que los hombres y mujeres no tienen excusa por no comprender ni cumplir los deberes y responsabilidades que Dios les ha impuesto. Los que aseveran que no pueden ver que tal es su deber, revelan al universo celestial, a la iglesia y al mundo, que no quieren ver este requerimiento tan claramente presentado. Piensan que si practicaran el plan del Señor, se privarían de sus propios bienes. En la codicia de sus almas egoístas, desean tener todo el monto, tanto el capital como el interés y usarlo para su propio beneficio.

Dios pone su mano sobre todas las posesiones del hombre diciendo: Yo soy el dueño del universo, y estos bienes son míos. El diezmo que habéis retenido lo reservaba para sostener a mis siervos en su obra de explicar las Escrituras a los que moran en regiones obscuras y no conocen mi ley. Al usar mi fondo de reserva para satisfacer vuestros propios deseos, habéis privado vuestras almas de la luz que yo había provisto para ellas. Habéis tenido oportunidad de manifestarme vuestra lealtad, pero no lo habéis hecho.  Me habéis robado; habéis hurtado mi fondo de reserva. "Malditos sois con maldición." (Mal. 3: 9.)

Otra Oportunidad. El Señor es longánime y misericordioso, y da otra oportunidad a los que han cometido esa iniquidad. "Tornaos a mí -dice,- y yo me tornaré a vosotros." Pero ellos dijeron: "¿En qué hemos de tornar?" (Mal. 3: 7.) Han dedicado sus recursos a servirse y glorificarse a sí mismos, como si fuesen bienes que les pertenecieran, y no tesoros prestados. Sus conciencias pervertidas se han endurecido y cauterizado a tal punto que no ven la gran iniquidad que han cometido al obstaculizar tanto el camino que la causa de la verdad ya no podía progresar.

Aunque emplea para sí los talentos que Dios se reservó para publicar la salvación, para enviar las gratas nuevas de un Salvador a las almas que perecen, el hombre finito pregunta, aun 39 mientras obstruye el camino por su egoísmo: "¿En qué te hemos robado?" Dios contesta: "Los diezmos y las primicias. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, riñe habéis robado." Todo el mundo está empeñado en robar a Dios. Con el dinero que él les ha prestado, los hombres se entregan a la disipación, a las diversiones, orgías, banquetes y complacencias deshonrosas. Pero Dios dice: "Y llegarme he a vosotros a juicio." (Vers. 8, 9, 5.)  Todo el mundo tendrá que dar cuenta en el gran día en que cada uno será sentenciado según sus obras.

La Bendición. Dios se compromete a bendecir a los que obedecen sus mandamientos. "Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y vaciaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Increparé también por vosotros al devorador, y no os corromperá el fruto de la tierra; ni vuestra vid en el campo abortará, dice Jehová de los ejércitos." (Vers. 10-12.).

Con estas palabras de luz y verdad delante de sí, ¿cómo se atreven los hombres a descuidar un deber tan claro? ¿Cómo atreven a desobedecer a Dios cuando la obediencia a sus requerimientos significa que los bendecirá tanto en las cosas temporales como en las espirituales, y la desobediencia significa recibir su maldición? Satanás es el destructor. Dios no puede bendecir a los que se niegan a ser sus mayordomos fieles. Todo lo que puede hacer es permitir a Satanás que realice su obra destructora. Vemos que vienen sobre la tierra calamidades de toda clase y de todo grado; ¿y por qué? El poder restrictivo del Señor no se hace sentir. El mundo despreció la palabra de Dios. Vive como si no hubiese Dios. Como los habitantes del mundo en el tiempo de Noé, se niegan a pensar en Dios. La perversidad prevalece en un grado alarmante, y la tierra está madura para la siega. 40

Los Que Se Quejan. "Vuestras palabras han prevalecido contra mí dice Jehová. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? Habéis dicho: Por demás es servir a Dios; ¿y qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos tristes delante de Jehová de los ejércitos? Decimos pues ahora, que bienaventurados los soberbios, y también que los que hacen impiedad son los prosperados: bien que tentaron a Dios, escaparon." (Vers. 13-15.) Así se quejan los que retienen lo que pertenece a Dios. El Señor les dice que le prueben trayendo sus diezmos al alfolí, para ver si no derramará sobre ellos bendición. Pero albergan la rebelión en su corazón y se quejan de Dios; al mismo tiempo que le roban y disipan sus bienes. Cuando su pecado les es presentado, dicen:  He tenido adversidades; mis cosechas han sido pocas; pero los malos prosperan. No vale la pena guardar el mandato del Señor.

Dios no quiere que nadie ande lamentándose delante de él. Los que así se quejan de Dios han atraído la adversidad sobre sí mismos. Robaron a Dios, y su causa se vio estorbado porque el dinero que debería haber afluido a su tesorería se dedicó a fines egoístas. Fueron desleales a Dios al no seguir el plan prescrito por él. Cuando Dios los prosperó y les pidió que le diesen su porción, sacudieron la cabeza y no reconocieron que era su deber hacerlo. Cerraron los ojos de su entendimiento a fin de no ver. Retuvieron el dinero del Señor, y trabaron la obra que él quería que se hiciese. Dios no fue honrado por el uso dado a los bienes que él había confiado. Por lo tanto, dejó caer la maldición sobre ellos, permitiendo que el devorador destruyese sus frutos y trajese calamidad sobre ellos.

"Los Que Temen A Jehová" En Malaquías 3: 16 se presenta una clase de personas diferentes, una clase que se reunía, no para criticar a Dios, sino para hablar de su gloria y de sus misericordias. Habían sido fieles a su deber. Habían dado lo suyo al Señor. Daban testimonios 41 que hacían cantar y regocijar a los ángeles celestiales. No tenían quejas que hacer contra Dios. A los que andan en la luz y son fieles y leales en el cumplimiento de su deber, no se les oye quejarse ni emitir críticas. Pronuncian palabras de valor, esperanza y fe. Son los que se sirven a sí mismos, los que no dan a Dios lo suyo, los que se quejan.

"Entonces los que temen a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día que yo tengo de hacer: y perdonarélos como el hombre que perdona a su hijo que le sirve.  Entonces os tornaréis, y echaréis de ver la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve." (Vers. 16-18.)

La recompensa de la generosidad expresada con toda el alma consiste en que la mente y el corazón son puestos en comunión más íntima con el Espíritu.

El hombre que sufrió desgracias y se endeudó, no debe tomar la parte del Señor para cancelar sus deudas con sus semejantes. Debe considerar que se lo está probando en este asunto y que al usar para sí la parte del Señor roba al Dador. Es deudor a Dios por todo lo que tiene, pero llega a ser doblemente deudor cuando emplea el fondo del Señor para pagar lo que debe a seres humanos. Frente a su nombre se escriben en los libros del cielo las palabras: "Infidelidad a Dios." Tiene que arreglar una cuenta con Dios por haberse apropiado los recursos del Señor para su propia conveniencia. Y en su manejo de otros asuntos manifestará la misma falta de principios que reveló al apropiarse indebidamente de los recursos de Dios. Ello se verá en todo lo relacionado con sus propios negocios. El hombre que roba a Dios cultiva rasgos de carácter que le impedirán ser admitido en la familia de Dios en el cielo. 42

Un empleo egoísta de las riquezas demuestra que uno es infiel a Dios e incapacita al administrador de los recursos para el cometido superior del cielo.

Hay por doquiera canales por los cuales podría fluir la benevolencia. Se producen constantemente necesidades, hay misiones que se ven estorbadas por falta de recursos. Deberán ser abandonadas a menos que los hijos de Dios se despierten y comprendan el verdadero estado de cosas. No esperéis hasta el momento de la muerte para hacer vuestro testamento, porque debéis disponer de vuestros recursos mientras vivís. 3JT 35-42

EL SOSTÉN DEL EVANGELIO. El Señor ha hecho depender la proclamación del Evangelio de las labores y donativos voluntarios de todo su pueblo.  El que proclama el mensaje de misericordia a los hombres caídos tiene también otra obra que hacer, a saber, la de presentar a la gente el deber de sostener la obra de Dios con sus recursos.  Debe enseñarle que una porción de sus recursos pertenece a Dios, y ha de ser dedicada de una manera sagrada a su obra.  Y debe presentar esta lección, tanto por su ejemplo como por sus preceptos; debe cuidar de que, por su propia conducta, no reduzca la fuerza de su enseñanza.

Aquello que ha sido puesto aparte según las Escrituras como perteneciente al Señor, constituye la renta del Evangelio, y ya no es nuestro.  No comete menos que un sacrilegio el hombre que saca de la tesorería de Dios para servirse a el mismo, o a otros en sus negocios seculares.  Algunos han sido culpables de sacar del altar de Dios lo que le había sido dedicado especialmente.  Todos deben considerar este asunto en la debida luz.  Cuando se halle en estrecheces, no tome nadie dinero consagrado a propósitos religiosos para emplearlo para su propio beneficio, acallando su conciencia con decir que lo devolverá en algún tiempo futuro.  Mucho mejor será reducir los gastos para que correspondan a los ingresos, restringir las necesidades y vivir dentro de los recursos de uno, que emplear el dinero del Señor para fines seculares.

Dios ha dado indicaciones especiales acerca del uso del diezmo.  Él no se propone que su obra quede 237 estorbada por falta de recursos.  A fin de que no se haga la obra al azar ni se cometan errores, él ha presentado muy claramente nuestro deber acerca de estos puntos.  La porción que Dios se ha reservado no ha de ser dedicada a ningún otro propósito que el especificado por él.  No se sienta nadie libre para retener su diezmo, a fin de emplearlo según su criterio.  No se ha de emplear para uso propio en caso de emergencia, ni debe dársele la aplicación que parezca conveniente, ni siquiera en lo que pueda considerarse como obra del Señor.

EL EMPLEO DEL DIEZMO. El predicador debe, por precepto y ejemplo, enseñar a la gente a considerar el diezmo comió sagrado.  No debe creer que puede retenerlo y emplearlo según su propio criterio porque sea predicador.  No le pertenece.  No tiene libertad de dedicar a sí mismo cuanto le parezca debido.  No debe prestar apoyo a los planes que tiendan a distraer de su uso legítimo los diezmos y ofrendas dedicados a Dios.  Han de ser puestos en la tesorería del Señor, y tenidos por sagrados para su servicio, según la indicación divina.

Dios desea que todos sus mayordomos sigan exactamente las disposiciones divinas.  No han de trocar los planes de Dios haciendo algún acto de caridad, o dando algún donativo o alguna ofrenda, cuando y como les parezca bien a los agentes humanos.  Es un método muy deficiente para los hombres tratar de mejorar el plan de Dios, e inventar un cambio, sacando a luz sus buenos impulsos en ésta o es otra ocasión y oponiéndolos a los requisitos de  Dios.  Dios pide a todos que apoyen con su influencia el arreglo que él hizo.  Él ha dado a conocer su plan; y todos 238 los que quieran cooperar con él deben llevarlo a cabo, en vez de atreverse a intentar mejorarlo.

El Señor instruyó así a Moisés acerca de Israel: "Tú mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas, molido, para la luminaria, para hacer arder continuamente las lámparas."*Éxodo 27:20. Esta había de ser una ofrenda continua, a fin de que la casa de Dios estuviese debidamente surtida de lo que era necesario para su servicio.  Su pueblo de hoy ha de recordar que la casa de culto es propiedad del Señor, y que ha de ser escrupulosamente cuidada.  Pero los fondos para esta obra no han de provenir del diezmo.

Me ha sido dado un mensaje muy claro y definido para nuestros hermanos.  Se me ordena que les diga que están cometiendo un error al aplicar el diezmo a diversos objetos, que, aunque buenos en sí, no son el objeto al cual el Señor dijo que debe aplicarse.  Los que hacen tal uso del diezmo se apartan del arreglo del Señor.  Dios juzgará estas cosas.

El uno razona que el diezmo puede aplicarse a fines escolares.  Otros razonan que los colportores deben ser sostenidos por el diezmo.  Pero se comete un gran error cuando se aparta el diezmo del objeto al que ha de ser dedicado, a saber, el sostén de los predicadores.  Debiera haber ahora en el campo cien obreros bien calificados donde hay tan sólo uno.

UNA OBLIGACIÓN SOLEMNE. El diezmo es sagrado, reservado por Dios para sí. Ha de ser traído a su tesorería para ser empleado en el sostén de los obreros evangélicos en su obra.  Durante 239 mucho tiempo el Señor ha sido robado porque había quienes no se daban cuenta de que el diezmo es la porción reservada por Dios.  Algunos han estado descontentos, y han dicho: "No pagaré más mi diezmo; porque no tengo confianza en el modo en que se manejan las cosas en el centro de la obra." Pero ¿robaréis a Dios porque os parezca que, la dirección de la obra no es correcta?  Presentad vuestras quejas, clara y abiertamente, con el debido espíritu, a quienes incumba.  Enviad vuestras peticiones para que se ajusten y pongan las cosas en orden; pero no os retiréis de la obra de Dios, ni os demostréis infieles, porque otros no estén haciendo lo recto.

Leed con cuidado el tercer capítulo de Malaquías, y ved lo que Dios dice acerca del diezmo.  Si nuestras iglesias quieren basarse firmemente en la Palabra del Señor, y ser fieles en pagar su diezmo a su tesorería, más obreros serán animados a emprender la obra ministerial.  Habría más hombres que se dedicarían al ministerio si no se les hablase de la tesorería exhausta.  Debiera haber abundante provisión en la tesorería, y la habría si corazones y manos egoístas no hubiesen retenido los diezmos, ni los hubiesen empleado para sostener otros ramos de trabajo.

Los recursos reservados por Dios no se han de emplear de tal modo azaroso.  El diezmo pertenece al Señor, y los que estorban sus planes serán castigados con la pérdida de su tesoro celestial, a menos que se arrepientan.  No siga siendo Impedida la obra por haber sido distraído el diezmo en varios conductos diferentes de aquel al cual el Señor dijo que debía ir. Ha de hacerse provisión para estos otros ramos de trabajo, los cuales han de ser sostenidos, pero no por el diezmo.  Dios no ha cambiado; el diezmo ha de ser 240 usado todavía en el sostén del ministerio.  El abrir nuevos campos requiere más ministros eficientes de los que tenemos ahora, y debe haber recursos en la tesorería.

A aquellos que salen como predicadores les incumbe una solemne responsabilidad, que es extrañamente descuidada.  A algunos les gusta predicar, pero no dedican labor personal a las iglesias.  Hay gran necesidad de instrucción acerca de las obligaciones y deberes hacia Dios, especialmente acerca de pagar honradamente el diezmo.  Nuestros predicadores se sentían tristemente agraviados si no se les pagase puntualmente por su trabajo; pero ¿quieren ellos considerar que debe haber alimento en la tesorería de Dios para sostener a los obreros?  Si ellos dejan de cumplir con todo su deber en educar a la gente a ser fiel en pagar a Dios lo suyo, habrá déficit de recursos en la tesorería para llevar a cabo la obra del Señor.

El sobreveedor de la grey de Dios debe desempeñar fielmente su deber.  Si él asume la actitud de que, porque no le agrada, lo dejará para que lo haga otro, no es un obrero fiel.

Lea en Malaquías las palabras en que el Señor acusa a su pueblo dé haberle robado al retener los diezmos. El poderoso Dios declara: "Malditos sois con maldición."*Mal. 3:9. Cuando el que ministro en palabra y doctrina ve que la gente sigue una conducta que le reportará maldición, ¿cómo puede descuidar su deber de darles instrucción y amonestación?  A cada miembro de la iglesia debe enseñársele a ser el en cuanto a pagar honradamente el diezmo. "Testimonies for the Church," tomo 9, págs. 246-251 241. OE 239

UN DIEZMO FIEL. Cooranbong, Australia, 10 de septiembre de 1896. Muchos presidentes de asociaciones de estado no atienden aquello que es su trabajo: ver qué los ancianos y los diáconos de las iglesias hagan su obra en ellas, tratando de que entre un diezmo fiel en la tesorería. Malaquías ha especificado que la condición de la prosperidad consiste en traer a la tesorería de Dios aquello que pertenece al Señor. Este principio necesita ser presentado con frecuencia ante los hombres que son descuidados en su deber para con Dios, y que son flojos y laxos en traer sus diezmos, dones y ofrendas a Dios. "¿Robará el hombre a Dios?" "¿En qué te hemos robado?" es la pregunta formulada por los mayordomos infieles.  La respuesta se formula de manera sencilla y positiva: "Los diezmos y las primicias malditos son con maldición, porque vosotros, la nación toda me habéis robado.  Traed todos los diezmos al alfolí, y halla alimento en mi casa; y probadme  ahora en esto,  dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde". Leed por favor todo este capítulo, y considerad si se pueden hablar palabras más claras y positivas que éstas.  Son tan positivas que nadie que desee comprender todo su deber para con Dios, necesita cometer un error en este asunto.  Si los hombres ofrecen alguna excusa para explicar por qué 311 no  cumplen con su deber, es porque son egoístas, y porque no tienen el amor y el temor de Dios en sus corazones. TM 310

5TS 168

1. CS 477; PR 516

1-3. DTG 133

1-4. PR 528

2. PP 352; 2T 459

2-3. CS 679; 1JT 475; MeM 94

2-4. CS 478

3. CRA 57; 1JT 115; 2JT 187, 189; NB 68;PP 122; 1T 355; 2T 269, 317; 3T 417;4T 221; TM 453

3-4. 1JT 426

5. CMC 134, 149; CS 478; 3JT 39; MM 92;PR 482; PVGM 351; 2T 157, 159; 4T 490

6-7. TM 311

7. CMC 94; 1JT 43; 3JT 38; PP 161; PR 521; 4T 208; Te 116

7-8. PVGM 130

7-12. PR 522; 6T 446

8. CMC 79, 90, 100, 263; COES 156;  ECFP 40; Ed 138; HAp 271; 1JT 338, 511,550, 556, 558; 2JT 331; PP 531; 2T 653;4T 474; 5T 643; 4TS 70

8-9. CMC 53, 97; HAp 273; 1JT 175;PVGM 352; 1T 221; 2T 59

8-10. CMC 71, 82, 87, 95; 1JT 374; 3T 510;TM 310, 312

8-11. 1T 222

8-12. 3JT 39; 3T 409

9. CMC 90; 3JT 38; MJ 304; OE 240

9-10. 5T 275

10. CH 374; CMC 43, 80, 88, 94, 211, 313;Ed 134; HAp 272; 2JT 41; MJ 305; PP 569; 2T 576, 601; 5T 643; 9T 251; TM 57

10-12. Ed 136; PVGM 130; 5T 153

11. CMC 94; PP 566; 5TS 166

11-12. 1JT 374; TM 313

13-14. 5T 287

13-15. 3JT 40 

13-18. TM 280

14. 2JT 504; SC 245; SR 60

16. CC 102; CMC 92; CS 535; MJ 345; PE 114; PVGM 385

16-17. CM 258; 2JT 242; MeM 213; SC 265; 4T 330; TM 79

16-18. 3JT 41

17. CS 692; HAp 478; 2JT 24, 125; PE 70; PVGM 104, 265; SC 234, 330; 5T 408; TM 237; 5TS 171

18. CMC 134; COL 58; CS 697; Ev 430-431, 449; 3JT 131, 251, 284, 358; MC 135; PP 355; SC 49, 326; 2T 125; 5T 227; TM 270, 274

Ministerio Hno. Pio

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