martes, abril 28, 2020

REFLEXIÓN 220. PEDIDO AL DIOS MISERICORDIOSO… (Salmo 86).


El Salmo 86, es un ruego desesperado del salmista al Dios Misericordioso; y la gratitud por la liberación de la aflicción de sus enemigos violentos.

Oración de David.
1 INCLINA, Oh Jehová, Tu Oído,
Y Escúchame, Porque estoy afligido y menesteroso.
2 Guarda mi alma, porque soy piadoso; (pues te soy fiel)
Salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía.

3 Ten MISERICORDIA de mí, oh Jehová
Porque a ti clamo todo el día.
4 Alegra el alma de tu siervo,
Porque a ti, oh Señor, levanto mi alma.
5 Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador
Y grande en misericordia para con todos los que te invocan.
6 Escucha, Oh Jehová, Mi Oración, 
Y está atento a la voz de mis ruegos.
7 En El Día De Mi Angustia Te Llamaré, 
PORQUE TÚ ME RESPONDES.

8 Oh Señor, Ninguno Hay Como Tú Entre Los Dioses, 
Ni Obras Que Igualen Tus Obras.
9 Todas las naciones que hiciste vendrán 
y adorarán delante de ti, Señor,
Y glorificarán tu nombre.
10 Porque tú eres grande, 
y hacedor de maravillas; 
Sólo tú eres Dios.

11 Enséñame, oh Jehová, 
tu camino; caminaré yo en tu verdad;
Afirma mi corazón para que tema tu nombre.

12 TE ALABARÉ, oh Jehová Dios mío, 
con todo mi corazón, Y glorificaré tu nombre para siempre.
13 Porque tu misericordia es grande para conmigo, 
Y has librado mi alma de las profundidades del Seol.
14 Oh Dios, los soberbios se levantaron contra mí, 
Y conspiración de violentos ha buscado mi vida, 
Y no te pusieron delante de sí.
15 Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, 
Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad,
16 Mírame, y ten misericordia de mí
Da tu poder a tu siervo, Y guarda al hijo de tu sierva.
17 Haz conmigo señal para bien,
Y véanla los que me aborrecen, y sean avergonzados; 
Porque tú, Jehová, Me Ayudaste 
Y Me Consolaste.

*EL Sal. 86 es de gran belleza y dulzura; está saturado de un espíritu de tierna piedad.  No contiene un pensamiento central, claro, dominante, sino que consiste en una sucesión de exclamaciones entrelazadas que expresan súplica, alabanza y gratitud.  El carácter del salmo sugiere diversos estados de ánimo: súplica, arrepentimiento, confesión de fe y alabanza.  Deben destacarse en este salmo las razones que se dan para la oración y la certeza de la respuesta a tales oraciones.


1. *Nuestras súplicas al gran Ayudador se basan en nuestra impotencia (Sal. 40: 17; cf.  Sal. 9: 18; Luc. 18: 10-14;
 ver com.  Mat. 5: 3).
2. Piadoso. Heb. Jasid. Así como un niño espera que sus padres lo ayuden, el salmista confía en que Dios lo asistirá.
En ti confía. Cf.  Sal. 34: 22; 37: 40; 57: 1.

3. Ten Misericordia De Mí… Ten compasión.
4. Alegra. La plegaria del salmista va más allá del ruego en procura de alivio y para pedir alegría (ver Sal. 16: 11).
5. Grande en misericordia. Cf.  Exo. 34: 6, 7; Sal. 86: 15. 
El salmista basa su pedido de ayuda en los atributos esenciales del carácter de Dios.
6. Escucha, Oh Jehová, Mi Oración…
El gran anhelo del salmista, es que su súplica llegue a Dios…
7. Tú me respondes. El salmista está convencido de que Dios oye las oraciones y bondadosamente las contesta.

8. Ninguno hay como tú. Ver Exo. 15: 11; cf. Isa. 40: 18, 25.
Entre los dioses. Cf.  Sal. 89: 6; 95: 3.
Ni obras que igualen tus obras. Ver Deut. 3:24. Los falsos dioses no pueden compararse con el carácter y poder de Dios, por lo tanto el salmista razona que éste puede librarlo de su angustia.
9. Todas las naciones. Ver Sal. 22: 27; 66: 4; 72: 11, 17; 
82: 8; Isa. 66: 18, 23.  Este versículo va más allá de una esperanza meramente personal, pues reconoce un movimiento misionero mundial.
Glorificarán tu nombre. Las naciones paganas abandonarán sus falsos dioses para adorar al verdadero Dios.
10. Maravillas. Ver Sal. 72: 18; 77: 13, 14; cf. Sal. 83: 18.
Sólo tú eres Dios. Ver Deut. 6: 4; 32: 39; cf. 2 Rey. 19: 15; Isa. 37: 16; 1 Cor. 8: 4.

11. Enséñame. Ver Sal. 25: 4; 27: 1 l; 119: 33. El camino de Dios no se puede conocer por intuición.  Uno debe sentarse a los pies de Dios para poder aprender las lecciones que la vida le ofrece.
En tu verdad. Sólo cuando Dios nos enseña podemos andar en la verdad divina (Sal. 26: 3).
Afirma mi corazón. El verbo hebreo aquí empleado tiene la idea de concentrar todo el esfuerzo en algo.  El salmista pedía que Dios le permitiera concentrar todos sus esfuerzos en ese propósito supremo (Sal. 57: 7).  Cf. Jer. 32: 39; Deut. 6: 5; 10: 12; Mat. 6: 21-23.  Esta frase se anticipa a las palabras "con todo mi corazón" del vers. 12.  Un corazón dividido nunca puede ofrendar un servicio aceptable a Dios (ver com.  Mat. 6: 24).

12. Te alabaré. Ver Sal. 9: 1; 145: 1, 2.
Mi corazón. Ver com. vers. 11.
13. Tu misericordia. Ver Sal. 57: 10; 103: 11.
Has librado. Ver Sal. 56: 13; 116: 8.
Mi alma. "Me has librado" (ver com.  Sal. 16: 10).
Seol. Trasliteración del Heb. she'ol (ver com.  Prov. 15: 11). En esta hipérbole, el salmista expresa el horror y la lobreguez de la condición de la cual Dios lo ha librado (Deut. 32:22).
14. Los soberbios. Cf.  Sal. 54: 3; 119: 51, 69, 857 122.
Delante de sí. Estos impíos no tienen en cuenta a Dios ni respetan su presencia en la vida de otros (ver Sal. 10: 4).
15. Misericordioso. El salmista basa su ruego en el glorioso carácter de Dios (ver com. vers. 5). Por la naturaleza misma de su carácter, Dios no puede abandonar a un alma necesitada.  Esta petición es el preámbulo de la ferviente oración registrada en los vers. 16 y 17.
16. Mírame. Ver Sal. 25: 16. "Vuélvete a mí" (BJ).
Tu poder. Cf.  Sal. 71: 16; 2 Cor. 12: 9.
Hijo de tu sierva. El poeta alude tiernamente a su madre (ver Sal. 116: 16; cf. 2 Tim. 1: 5). Quizá esto sugiera su esperanza de que Dios contestará las oraciones de una madre piadosa a favor de su hijo.
17. Señal. El salmista pide alguna evidencia de que el trato que le da Dios es para su bien, a fin de que aun sus enemigos reconozcan que tiene el favor divino.
Para bien. Cf.  Neh. 5: 19; 13: 31; Jer. 21: 10; 24: 6; 44: 27.
Sean avergonzados. Ver Sal. 6: 10; 119: 78. Si se producía la liberación, se comprobaba que Dios estaba de parte del salmista y en contra de sus enemigos.
Me consolaste. El salmo concluye con una nota íntima de tranquila satisfacción. 3CBA


¡Qué Bueno Es Dios! 
Siempre responde la petición de sus hijos que creen en él.
El salmista estaba afligido, angustiado extremamente a tal punto que sus enemigos violentos querían quitarle la vida. Vers. 13, 14. Pero la confianza que tiene en Dios, trasforma su drama en victoria y lo alaba. Vers. 12-17.
Es importante destacar que el salmista no quiere solo que las bondades de Dios sean conocidos por el en su vida y experiencia y consecuentemente su pueblo; si no va más allá, quiere que todos los pueblos lo conozcan vers. 7-10.
Finalmente, la experiencia que tiene el salmista en sus momentos difíciles y la respuesta divina a sus problemas hacen de él, un adorador agradecido y un testigo ante los demás, entre su pueblo y otros pueblos. Amen.  
Ministerio Hno. Pio

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