sábado, octubre 10, 2020

REFLEXIÓN 417. LA MISIÓN DEL SIERVO DE DIOS: “MISERICORDIA PARA LOS QUE CONFÍAN EN DIOS” (ISAÍAS 50).

Isaías 50. Habla del porqué, Israel es llevado cautivo: “Por su maldad” Porque tanto tiempo los soportó, pero no quisieron cambiar y vivir conforme a la palabra de Dios. Dios les da evidencias de como los libró de enemigos poderosos.

Su siervo es agredido y vejado; Pero salió airoso de esa prueba por la gracia de Dios. Lanza la Invitación para confiar en Dios; como el beneficio supremo.

Vers. (1-3) Cristo declara que no se le debe imputar la pérdida de los judíos, porque él ayuda a quienes confían en él, (4-6) porque él está dispuesto a sufrir y obedecer, (7-9) porque se apoya en el poder de Dios. (10-11)  Exhortación a confiar en el poder de Dios, y no en nosotros mismos.

1 ASÍ dijo Jehová: ¿Qué es de la carta de repudio de vuestra madre, con la cual yo la repudié? ¿O quiénes son mis acreedores, a quienes yo os he vendido? He aquí que por vuestras maldades sois vendidos, y por vuestras rebeliones fue repudiada vuestra madre. 2 ¿Por qué cuando vine, no hallé a nadie, y cuando llamé, nadie respondió? ¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar? He aquí que con mi reprensión hago secar el mar; convierto los ríos en desierto; sus peces se pudren por falta de agua, y mueren de sed. 3 Visto de oscuridad los cielos, y hago como cilicio su cubierta.

4 Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios. 5 Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás. 6 Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos.

7 Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado. 8 Cercano está de mí el que me salva; ¿quién contenderá conmigo? juntémonos. ¿Quién es el adversario de mi causa? Acérquese a mí. 9 He aquí que Jehová el Señor me ayudará; ¿quién hay que me condene? He aquí que todos ellos se envejecerán como ropa de vestir, serán comidos por la polilla.

10 ¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios. 11 He aquí que todos vosotros encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de vuestro fuego, y de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor seréis sepultados. (Isaías 50).

1. La carta de repudio de vuestra madre. La madre es Judá; los hijos, los judíos, y el padre, Dios. No había certificado de divorcio porque Dios no había repudiado a Judá (ver Deut. 24:1-4). Ella lo había abandonado a él. Compárese con la parábola representada por Óseas, contemporáneo de Isaías (Ose. 1 al 3; cf. Eze. 16:8, 15). Dios nunca renunció a sus derechos como esposo legal de Judá, y por todos los medios posibles procuraba persuadirla para que volviera al hogar. Compárese con el caso de Óseas y Gomer, registrado en Ose. 2.

Mis Acreedores. Cambia la figura de lenguaje. En el cautiverio babilónico Judá se encontraría esclava, lo que le haría suponer que su Señor la habría vendido para satisfacer las demandas de sus acreedores (Lev. 25: 39; Deut. 15: 12). Pero Dios no tiene acreedores. Fue por su conducta impía que los judíos se vendieron a sí mismos y se convirtieron en siervos del pecado (Isa. 52: 3; cf. Rom. 6: 16). Esta era la razón por la cual fueron esclavos de los paganos.

2. ¿Se ha acortado mi mano? ¿Se debía la esclavitud de Judá a la incapacidad de Dios para libertarla? ¡No Lo Había libertado a Israel de Egipto, lo había salvado de Asiria, y aun lo libraría de Babilonia! Sus peces se pudren. Alusión a la primera de las diez devastadoras plagas de Egipto (Exo. 7: 17-21).

3. Oscuridad. Referencia a la novena plaga de Egipto (Exo. 10: 21-23).

4. Lengua de sabios. Mejor, "lengua de discípulo" (BJ, NC). Con este versículo comienza una nueva. sección.  Aquí, Jesús, el "Siervo" (ver com. cap. 41: 8) de Jehová, confirma su dedicación a la tarea que tiene por delante, o sea a su misión terrenal. Viene como Maestro de los hombres, pero al mismo tiempo es instruido por el Padre (Juan 3: 2; 5: 19; 8: 28; DTG 178, 386). 320

Para saber. El plan para vida terrenal de Cristo "estuvo delante de él, perfecto en todos sus detalles", antes de que viniera a esta tierra. Sin embargo, al vivir como un hombre entre los hombres puso a un lado su conocimiento previo de estas cosas, y era guiado por la voluntad del Padre tal como le era manifestada día tras día (DTG 121; ver com. Luc. 2: 49). Esto hace más significativas las muchas ocasiones en que, se registra que Jesús pasó noches enteras en oración (ver com. Mar. 3: 13).

Hablar palabras. El Mesías vendría al mundo como la "Palabra" viviente (Juan 1: 1), como portavoz de Dios, y su misión constante era la de consolar e instruir a los que estuvieran cansados del pecado (Mat. 11: 28; DTG 178, 386; PVGM 105, 271). El inquieto corazón del pecador sólo hallará paz en la salvación que tan generosamente se ofrece por medio de Cristo.

5. Me abrió el oído. El "oído" de Cristo estaba siempre dispuesto a escuchar lo que el Padre le ordenaba (ver com. vers. 4). Nunca procuró hacer su propia voluntad, sino siempre la voluntad del Padre que lo había enviado (Sal. 40:6, 8; Juan 5: 30; ver com. Luc. 2:49). Aun en la amargura extrema del huerto del Getsemaní no rehusó la "copa" que fue acercada a sus labios temblorosos (Mat. 26:42; Fil. 2:8).

6. Mi cuerpo. La predicción del vers. 6 se cumplió cuando Jesús fue azotado (Mar. 15: 15).

Mesaban la barba. El NT no registra que a Jesús se le hubiera tratado así durante su juicio. Pero: Toda la vida terrenal de Jesús fue una manifestación de este principio. Para traer el pan de vida a sus enemigos, nuestro Salvador dejó su hogar en los cielos. Aunque desde la cuna hasta el sepulcro lo abrumaron las calumnias y la persecución, Jesús no les hizo frente sino expresando su amor perdonador. Por medio del profeta Isaías, dice: “Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos”. “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca”. Desde la cruz del Calvario, resuenan a través de los siglos su oración en favor de sus asesinos y el mensaje de esperanza al ladrón moribundo. DMJ 62.

Por el contexto podemos afirmar que también le mesaron la barba a Jesús. Porque lo violentaron en extremo grado.

(Porque) los judíos consideraban que era un grave insulto que se le arrancara el cabello o la barba a alguien (Esd. 9: 3; Neh. 13: 25). En vez del término Heb. lemortim, "a los que arrancan pelo", el rollo 1QIsª de los Manuscritos del Mar Muerto emplea la palabra lemotlim, "a los que abofetean". La LXX dice lo mismo. Mi rostro. Ver Mar. 14: 65; 15: 19

7. Como Un Pedernal. Este símil indica una firme determinación (Eze. 3: 8-9). Con referencia al cumplimiento de esta predicción en la vida de Jesús, ver com. Luc. 9: 51.

8. Cercano Está. Mientras Jesús pendía de la cruz, su Padre estaba muy cerca, aunque Jesús no lo sabía (ver DTG 701-702). Adversario. Satanás, el "acusador" (Apoc. 12: 10; cf. Zac. 3: 1), acusó a Cristo, pero sus imputaciones no tenían base (Juan 14: 30). Cristo era inocente, y sabía que su enemigo también conocía esa inocencia. Las falsas acusaciones presentadas en contra de Cristo revelaron la maldad de los que trataban de entramparle.

9. Me Ayudará. La confianza en el amor del Padre y la perfecta sumisión a su voluntad, sostuvieron al Salvador durante su último gran conflicto con los poderes de las tinieblas. Con referencia a la confianza que nosotros podemos tener en momentos difíciles, ver Sal. 37: 3-20, 32-40. Envejecerán. Es decir, se acabarán, perecerán (ver Sal. 102: 26). 

La Polilla. Compárese con cap. 51: 8; ver com. Mat. 6: 19-20.

10. Siervo. Ver com. cap. 41: 8. Anda En Tinieblas. Hay tiempos de oscuridad y perplejidad, aun para los que se proponen seguir al Señor. El enemigo apremia para confundir y desaniman Así fue en el caso de Job, y más tarde en el de Juan el Bautista. Cuantos se hallen en circunstancias similares pueden poner en Dios su firme confianza. A su debido tiempo les dará la luz que buscan.

11. Teas. Siempre existe el peligro de que aquellos que profesan servir al Señor puedan abandonar el camino celestial para andar en sus propios caminos. En vez de recibir luz del cielo buscan su propia luz. Ofrecen "fuego extraño" delante del Señor, como lo hicieron Nadab y Abiú (Lev. 10: 1-2). Ver com. Mat. 6: 22-23. (4CBA) Ministerio Hno. Pio


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