CAPÍTULO 36. VENTAJAS DE LOS
PRIMEROS AÑOS.
LA TIERNA NIÑEZ ES EL PERÍODO MÁS IMPORTANTE.
No se puede exagerar la importancia de la
educación precoz de los niños. Las
lecciones que aprende el niño en los primeros siete años de vida tienen más que
ver con la formación de su carácter que todo lo que aprende en los años futuros
(Manuscrito 2, 1903).
Desde la niñez, ha de moderarse y formarse el
carácter del niño de acuerdo con el plan divino. Han de instilarse las virtudes en su mente
abierta (Signs of the Times, 25-9-1901).
La obra de los padres debe comenzar cuando su
hijo está en la infancia, para que pueda recibir las correctas impresiones en
su carácter antes de que el mundo coloque su sello sobre la mente y el corazón.
(Review and Herald, 30-8-1881).
LA EDAD MÁS IMPRESIONABLE.
Durante los primeros años de la vida de un
niño, su mente es más susceptible a las impresiones buenas o malas. Durante esos años hace progreso decidido en
la buena dirección o en la mala. Por un
lado, se puede obtener mucha información sin valor; por otro lado, mucho
conocimiento sólido y valioso. La fuerza
del intelecto, el conocimiento sólido, son posesiones que no puede comprar el
oro de Ophir. Su precio supera al 178
del oro o de la plata.
(Consejos para los Maestros, pág. 102).
RARA VEZ SE OLVIDAN LAS PRIMERAS IMPRESIONES.
Las criaturas, niños y jóvenes no debieran oír
una palabra impaciente del padre, la madre o cualquier miembro de la familia;
porque reciben impresiones muy precoces en la vida y lo que los padres los
hacen hoy, ellos serán mañana, y al día siguiente y al siguiente. Rara vez se olvidan las lecciones impresas en
la mente del niño. . . .
Las impresiones dejadas precozmente en el
corazón se ven en los años siguientes.
Quizá queden sepultadas, pero rara vez son raídas (Manuscrito 57, 1897).
EL FUNDAMENTO SE COLOCA EN LOS PRIMEROS TRES
AÑOS.
Madres, estad seguras de que disciplináis
debidamente a vuestros hijos durante los primeros tres años de su vida. No les permitáis que formen sus deseos y
apetencias. La madre debe ser la mente
para su hijo. Los primeros tres años son
el tiempo cuando se dobla la diminuta rama.
Las madres debieran entender la importancia que existe en ese
período. Entonces es cuando se establece
el fundamento.
Si esas primeras lecciones han sido
defectuosas, como sucede a menudo, por amor a Cristo, por amor al bien futuro y
eterno de vuestros hijos, procurad reparar el daño que habéis hecho. Si habéis esperado hasta que vuestros hijos
tuvieron tres años para comenzar a enseñarles dominio propio y obediencia,
procurad hacerlo ahora, aunque será mucho más duro (Manuscrito 64, 1899).
NO ES TAN DIFÍCIL COMO SE SUPONE GENERALMENTE.
Mucho de la ansiedad y dolores de los padres
podría haberse ahorrado, si se hubiera enseñado a los niños desde su cuna que
su voluntad no podía constituirse en ley y se podían complacer continuamente
sus caprichos. No es tan difícil, como
se supone generalmente, 179 enseñar a los niñitos que sofoquen sus estallidos
de mal genio y sometan sus accesos de pasión (Pacific Health Journal, abril de
1890).
NO POSPONGÁIS ESTA OBRA.
Muchos descuidan su deber durante los primeros
años de la vida de éstos [de sus hijos], pensando que cuando lleguen a ser
mayores tendrán entonces mucho cuidado para reprimir lo malo y educarlos en lo
bueno. Pero la época en que deben llevar
a cabo esta obra es cuando los niños son tiernos lactantes en sus brazos. No es correcto que, los padres mimen y echen
a perder a sus hijos; ni tampoco es correcto que los maltraten. Una conducta firme, decidida y recta
producirá los mejores resultados (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 513).
Cuando he llamado la atención a los padres por
los hábitos erróneos que han fomentado en sus tiernos hijos, algunos padres han
manifestado completa indiferencia; otros me han dicho con una sonrisa:
"¡Mis queridos hijitos! No puedo
soportar la idea de hacerles reproches en ninguna forma. Ya se mejorarán con la edad. Entonces se avergonzarán de sus estallidos de
mal genio. No es lo mejor ser demasiado exigente
y estricto con los pequeños. Ellos
superarán los hábitos de mentir, engañar y ser insolentes y egoístas". Por cierto, ésta es una forma de encarar el
asunto muy fácil para las madres, pero no corresponde con la voluntad de Dios
(Manuscrito 43, 1900).
DESBARATAD LOS ESFUERZOS DE SATANÁS PARA
APODERARSE DE LOS PEQUEÑOS.
Padres, por regla general, fracasáis en comenzar
precozmente vuestra obra. Permitís que
Satanás ocupe de antemano el terreno del corazón sembrando las primeras
semillas (Review and Herald, 14-4-1885).
Tenéis una obra que hacer para que Satanás no
se posesione de vuestros hijos y os los arrebate antes 180 de que hayan salido
de vuestros brazos. Madres, debéis
ocuparos de que los poderes de las tinieblas no gobiernen a vuestros
pequeños. Debéis determinaros para que el
enemigo no levante su estandarte de tinieblas en vuestro hogar (Signs of the
Times, 22-7-1889).
PREPARACIÓN TAMBIÉN PARA LA VIDA PRÁCTICA.
No hay sino unos pocos que emplean tiempo para
considerar cuidadosamente que cierto conocimiento, tanto de las cosas
temporales como eternas, puede ser obtenido por sus hijos durante sus primeros
doce o quince años. En los primeros años
de la vida, los hijos no sólo debieran obtener conocimiento de los libros, sino
que debieran aprender las artes esenciales de la vida práctica; esto último no
debiera impedir lo primero (Manuscrito 43, 1900).
LA HERENCIA DE NAPOLEÓN.
El carácter de Napoleón Bonaparte recibió una
gran influencia por su educación infantil.
Algunos instructores desacertados inspiraron en él el amor a la
conquista formando ejércitos simulados de los cuáles él era el comandante. Así se estableció el fundamento de su carrera
de lucha y efusión de sangre. Si el
mismo cuidado y esfuerzo se hubieran empleado para hacer de él un buen hombre,
infundiendo en su joven corazón el espíritu del Evangelio, cuán ampliamente
diferente habría sido su historia (Signs of the Times, 11-10-1910).
HUME Y VOLTAIRE.
* Se dice que el escéptico Hume fue un
concienzudo creyente de la Palabra de Dios en sus primeros años. Pertenecía a una 181 sociedad de debates, y
allí se lo nombró para que presentara argumentos a favor de la
incredulidad. Estudió con fervor y
perseverancia, y su aguda y activa mente quedó impregnada con la sofistería del
escepticismo. Antes de mucho, llegó al
punto de creer sus enseñanzas engañosas, y toda su vida posterior llevó el oscuro
sello de la incredulidad.
Cuando Voltaire tenía cinco años de edad,
aprendió de memoria un poema de incredulidad, y su perniciosa influencia nunca
se disipó de su mente. Llegó a ser uno
de los más efectivos agentes de Satanás para apartar a los hombres de
Dios. Millares se levantarán en el
juicio y culparán al incrédulo Voltaire por la ruina de su alma.
Cada joven determina la historia de su vida
por los pensamientos y sentimientos acariciados en sus primeros años. Los hábitos correctos, virtuosos y viriles,
formados en la juventud, se convertirán en parte del carácter y, por regla
general, señalarán el curso del individuo por toda la vida. Los jóvenes pueden convertirse en depravados
o virtuosos a elección propia. Tanto
pueden llegar a distinguirse por hechos dignos y nobles como por grandes
crímenes y maldad (Ibid.).
LA RECOMPENSA DE ANA.
A cada madre se confían oportunidades de valor
inestimable e intereses infinitamente preciosos. Durante los tres primeros años de la vida del
profeta Samuel, su madre lo enseñó cuidadosamente a distinguir entre el bien y
el mal. Usando cada objeto familiar que
lo rodeaba, procuró dirigir sus pensamientos hacia el Creador. En cumplimiento de su voto de entregar su
hijo al Señor, con gran abnegación lo colocó bajo el cuidado de Elí, el sumo
sacerdote, para ser preparado para el servicio en la casa de Dios. . . . Su
primera educación lo indujo a mantener su integridad cristiana. ¡Qué recompensa
recibió Ana! ¡Y qué estímulo a la 182 fidelidad es su ejemplo! (Review and
Herald, 8-9-1904).
CÓMO FUE PROTEGIDA LA MENTE DE JOSÉ.
Las lecciones que dio Jacob a José, en su
juventud, al expresar su firme confianza en Dios y relatarle vez tras vez las
preciosas evidencias de la amante bondad de Dios e incesante cuidado, fueron
precisamente las lecciones que necesitó en su destierro entre un pueblo
idólatra. Usó prácticamente esas
lecciones en tiempo de prueba. Estando
en la más difícil prueba, acudió a su Padre celestial en quien había aprendido
a confiar. Si los preceptos y ejemplo
del padre de José hubieran sido de un carácter opuesto, la pluma de la
inspiración nunca hubiera trazado en las páginas de la historia sagrada el
relato de integridad y virtud que reluce en el carácter de José. Las primeras impresiones efectuadas en su
mente protegieron su corazón en la hora de la tremenda tentación y lo indujeron
a exclamar: "¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra
Dios?" (Good Health, enero de 1880).
EL FRUTO DE UNA EDUCACIÓN SABIA.
Es un hecho triste que cualquier debilidad e
indecisión de parte de la madre son prestamente advertidas por los hijos, y el
tentador entonces trabaja en sus mentes induciéndolos a persistir en sus
inclinaciones. Si los padres cultivaran
las cualidades que es necesario que empleen en la debida preparación de sus
hijos, si colocaran claramente delante de ellos las reglas que deben seguir, y
no permitieran que se quebrantaran esas reglas, el Señor cooperaría con ellos y
bendeciría tanto a padres como a hijos. (Manuscrito 133, 1898).
Desde una edad muy tierna, los niños están al
alcance de influencias desmoralizadoras, pero los padres que profesan ser
cristianos no parecen discernir el mal de su propio proceder. ¡Ojalá
comprendieran 183 que la influencia que se ejerce sobre un niño en sus más
tiernos años imprime una tendencia a su carácter y modela su destino para la
vida eterna o la muerte eterna! Los
niños reciben las impresiones morales y espirituales, y los que son sabiamente
educados en la niñez quizá yerren a veces, pero no irán lejos en su descarrío.
(Signs of the Times, 16-4-1896). 184
CAPÍTULO 37. EL PODER DEL HÁBITO.
CÓMO SE ESTABLECEN LOS HÁBITOS.
Cualquier acto, bueno o malo, no forma el
carácter; pero los pensamientos y sentimientos acariciados preparan el camino
para los actos y hechos de la misma clase (Youth's Instructor, 15-12-1886).
Por la repetición de los actos se establecen
los hábitos y se confirma el carácter (Signs of the Times, 6-8-1912).
EL TIEMPO PARA ESTABLECER BUENOS HÁBITOS.
En gran medida, el carácter se forma en los
primeros años de la vida. Los hábitos
que entonces se establecen tienen más influencia que cualquier don natural para
que los hombres se conviertan en gigantes o enanos intelectualmente, pues por
el mal uso de los hábitos, los mejores talentos pueden torcerse y
debilitarse. Mientras más precozmente se
practiquen hábitos dañinos, más firmemente sujetarán a su víctima en la
esclavitud, y más ciertamente rebajarán su norma de espiritualidad. Por otro lado, si se forman hábitos correctos
y virtuosos durante la juventud, por regla general determinarán el proceder de
su dueño durante la vida. En la mayoría
de los casos, se encontrará que los que en los años maduros de la vida
reverencian a Dios y honran lo recto, aprendieron esa lección antes de que
hubiera tiempo para que el mundo sellara su imagen de pecado en el alma. Las personas de edad madura, por regla
general, son tan insensibles a las nuevas impresiones como lo es la roca
endurecida, pero la juventud es impresionable.
(Christian Temperance and Bible
Hygiene, pág. 45).
LOS HÁBITOS SE PUEDEN MODIFICAR, PERO RARA VEZ
SE CAMBIAN.
Lo que el niño ve y oye está trazando
profundas líneas en la tierna mente, que ninguna 185 circunstancia posterior de
la vida podrá borrar del todo. Entonces
el intelecto está tomando forma y los afectos están recibiendo dirección y
fortaleza. Los actos repetidos en cierto
sentido se convierten en hábitos. Estos
se pueden modificar mediante una severa educación, en la vida posterior, pero
rara vez se cambian.
(Good Heatlh, enero de 1880).
Una vez que se ha formado un hábito, se
impresiona más y más firmemente en el carácter.
El intelecto recibe continuamente su molde, por las oportunidades y
ventajas mal o bien aprovechadas. Día
tras día formamos caracteres que colocan a los estudiantes, como soldados bien
disciplinados, bajo el estandarte del príncipe Emanuel, o como rebeldes bajo el
estandarte del príncipe de las tinieblas. ¿Cuál será?
(Manuscrito 69, 1897).
EL ESFUERZO PERSEVERANTE ES NECESARIO.
Lo que nos atrevimos a hacer una vez, estamos
más inclinados a hacer otra vez. Los
hábitos de sobriedad, dominio propio, economía, celosa aplicación, de
conversaciones sanas y sensatas, de paciencia y verdadera cortesía, no se ganan
sin una diligente y celosa vigilancia del yo.
Es mucho más fácil desmoralizarse y
depravarse que vencer los defectos, mantener el dominio propio y cultivar las
verdaderas virtudes.
Se requerirán esfuerzos
perseverantes, si se quiere que alguna vez se perfeccionen las gracias
cristianas en nuestra vida.
(Testimonies, tomo 4, pág.
452).
LOS NIÑOS CORROMPIDOS PONEN EN PELIGRO A
OTROS.
Los padres temerosos de Dios deliberarán y
harán planes para decidir la forma de educar a sus hijos dentro de buenos
hábitos. Elegirán compañeros para sus
hijos, en vez de permitirles que, en su inexperiencia, los elijan por sí mismos. (Review and Herald, 24-6-1890).
Los hijos formarán hábitos erróneos, si en su
temprana niñez no son paciente y perseverantemente 186 educados en la debida
forma. Esos hábitos se desarrollarán en
su vida futura y corromperán a otros.
Aquellos cuya mente ha recibido un molde indigno, que se ha deteriorado
por erróneas influencias del hogar, por prácticas engañosas, llevan consigo sus
hábitos erróneos durante toda la vida.
Si hacen una profesión de religión, esos hábitos se revelarán en su vida
religiosa (Review and Herald. 30-3-1897).
EL REY SAÚL ES UN TRISTE EJEMPLO.
La historia del primer rey de Israel
representa un triste ejemplo del poder de los malos hábitos adquiridos durante
la primera parte de la vida. En su
juventud, Saúl no había amado ni temido a Dios; y su espíritu impetuoso, que no
había aprendido a someterse en temprana edad, estaba siempre dispuesto a
rebelarse contra la autoridad divina.
Los que en su juventud manifiestan una sagrada consideración por la
voluntad de Dios y cumplen fielmente los deberes de su cargo, quedarán
preparados para los servicios más elevados de la otra vida. Pero los hombres no pueden pervertir durante
años las facultades que Dios les ha dado y luego, cuando decidan cambiar de
conducta, encontrar estas facultades frescas y libres para seguir un camino
opuesto.
(Patriarcas y Profetas, pág. 674).
Un niño puede recibir sana instrucción
religiosa, pero si los padres, los maestros o los tutores permiten que su
carácter se tuerza debido a un mal hábito, ese hábito, si no es vencido, se
convertirá en un poder predominante, y el niño está perdido. (Testimonies, tomo
5, pág. 53).
LAS ACCIONES PEQUEÑAS SON IMPORTANTES.
Todo curso de acción tiene un doble carácter e
importancia. Es virtuoso o malo,
correcto o erróneo, de acuerdo con el motivo que lo impela.
La frecuente repetición de un hábito erróneo
deja una impresión permanente187en la mente del que lo ejecuta y también en la
mente de los que están relacionados con él de alguna manera, ya sea espiritual
o temporal. Los padres o maestros que no
prestan atención a las pequeñas acciones que no son correctas, establecen esos
hábitos en los jóvenes (Review and Herald, 17-5-1898).
Los padres deben obrar fielmente con las almas
que les han sido confiadas. No deben
estimular en sus hijos el orgullo, el despilfarro y el amor a la
ostentación. No deben enseñarles ni
permitir que aprendan pequeñas gracias que parecen vivezas en los niños, pero
que después tienen que desaprenderse, y que tendrán que corregirse cuando sean
mayores (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 146).
Las pequeñas travesuras y los errores pueden
parecer divertidos cuando el niño es muy pequeño, y quizá se permitan y
fomenten, pero a medida que crece el niño, se hacen repulsivos y ofensivos
(Carta 1, 1877).
LOS MALOS HÁBITOS SE FORMAN MÁS FÁCILMENTE QUE
LOS BUENOS.
Todo el conocimiento que puedan adquirir no
contrarrestará los malos resultados de una disciplina laxa en la niñez. La frecuente repetición de un descuido forma
un hábito. Un acto erróneo prepara el
camino para otro. Los malos hábitos se
forman más fácilmente que los buenos y se renuncia a ellos con más dificultad
(Review and Herald, 5-12-1899).
Si se los deja a su capricho, los tiernos
niños aprenden lo malo más fácilmente que lo bueno. Los malos hábitos se acogen más fácilmente en
el corazón natural, y las cosas que se ven y oyen en la infancia y en la niñez
se imprimen profundamente en la mente.
(Pacific Health Journal, septiembre de
1897). 188
LOS HÁBITOS PRECOCES DECIDEN LA FUTURA
VICTORIA O DERROTA.
Seremos individualmente, para el tiempo y la
eternidad, lo que nos hacen nuestros hábitos.
Las vidas de los que desarrollan hábitos correctos y son fieles en la
realización de cada deber, serán como luces brillantes que esparcen
resplandecientes rayos sobre el sendero de otros: pero si se consiente que hay
hábitos de infidelidad, si se permite que se fortalezcan hábitos de
relajamiento, indolencia y descuido, una nube más oscura que la medianoche se
posará sobre las perspectivas de esta vida y para siempre privará al individuo
de la vida futura.
(Testimonies, tomo 4, pág. 452).
En la niñez y la juventud es cuando el
carácter es más impresionable. Entonces
es cuando debe adquirirse la facultad del dominio propio. En el hogar y la familia, se ejercen
influencias cuyos resultados son tan duraderos como la eternidad. Más que cualquier dote natural, los hábitos
formados en los primeros años deciden si un hombre vencerá o será vencido en la
batalla de la vida
(El Deseado de Todas las Gentes. pág. 75). 189
CAPÍTULO 38. ESTUDIAD LA EDAD, EL CARÁCTER Y EL
TEMPERAMENTO.
NO APRESURÉIS A LOS NIÑOS PARA QUE SALGAN DE
LA NIÑEZ.
Los padres nunca debieran apresurar a los
niños para que salgan de su niñez. Las
lecciones que se les den deben ser de tal carácter que inspiren su corazón con
nobles propósitos; pero que sean niños y crezcan con esa sencilla confianza,
candor y veracidad que los prepararán para entrar en el reino (Good Health,
marzo de 1880).
HAY UNA BELLEZA APROPIADA PARA CADA PERÍODO.
Los padres y los maestros debieran proponerse
cultivar de tal modo las tendencias de los jóvenes, que, en cada etapa de la
vida, éstos representen la debida belleza de ese período, que se desarrollen
naturalmente, como lo hacen las plantas del jardín.
(La Educación. pág. 103).
Una de las parábolas más hermosas e
impresionantes de Cristo es la del sembrador y la semilla. . . Las verdades que esta parábola enseña fueron
hechas una realidad viviente en la vida misma de Cristo. Tanto en su naturaleza física como en la
espiritual, siguió el orden divino del crecimiento, ilustrado por la planta,
como él desea que hagan todos los jóvenes.
Aunque él era la Majestad del cielo, el Rey de gloria, vino como niño a
Belén, y durante un tiempo representó al impotente infante bajo el cuidado de
su madre.
En su infancia, Jesús hizo las obras de un
niño obediente. Hablaba y actuaba con la
sabiduría de un niño, y no de un hombre, honrando a sus padres, y ejecutando
sus deseos en forma servicial, según la capacidad de un niño. Pero en cada etapa de su desarrollo fue
perfecto, con la gracia sencilla y natural de una vida sin pecado.
El relato sagrado dice 190 de su infancia lo
siguiente:
"Y el niño crecía, y fortalecíase, y se henchía de sabiduría; y
la gracia de Dios era sobre él". Y
acerca de su juventud tenemos registrado: "Y Jesús crecía en sabiduría, y
en edad, y en gracia para con Dios y los hombres" (Luc. 2: 40, 52)
(Consejos para los Maestros, págs. 108, 109).
HAY DIVERSIDAD DE CARACTERES EN LOS MIEMBROS
DE LA FAMILIA.
Con frecuencia existen en la misma familia
notables diferencias de temperamento y carácter, pues está dentro de los planes
de Dios que se relacionen personas de temperamentos variados. Cuando esto sucede, cada miembro del hogar
debiera considerar como sagrados los sentimientos y los derechos de los otros y
debiera respetarlos. De esta manera se
cultivarán la consideración mutua Y la tolerancia, se suavizarán los prejuicios
y se alisarán las asperezas del carácter.
Podrá lograrse la armonía y la combinación de los diversos temperamentos
será un beneficio mutuo (Signs of the Times, 9-9-1886).
ESTUDIAD LAS MENTES Y CARACTERES INDIVIDUALES.
Cada hijo traído a este mundo aumenta la
responsabilidad de los padres. . . . Han de estudiarse su temperamento, sus
tendencias, sus rasgos de carácter. Las facultades de discriminación de los
padres debieran ser cuidadosamente educadas,
a fin de que puedan reprimir las
tendencias equivocadas y fomentar las impresiones correctas y los principios
debidos.
No se requieren ni dureza ni violencia en esta
obra. Debe cultivarse el dominio propio
y su impresión debe quedar en la mente y el corazón del niño (Manuscrito 12,
1898).
Es una obra muy delicada la de tratar con la mente
humana. Todos los niños no pueden ser
tratados de la misma manera, pues aquella restricción 191 que se debe mantener
sobre uno, aplastaría la vida del otro (Manuscrito 32, 1899).
VIGORIZAD LOS RASGOS DÉBILES, REPRIMID LOS
ERRÓNEOS
Hay pocas mentes bien equilibradas porque los
padres son impíamente negligentes en su deber de vigorizar los rasgos débiles y
reprimir los erróneos. No recuerdan que
están bajo la más solemne obligación de vigilar las tendencias de cada niño,
que es su deber educar a sus hijos en hábitos correctos y en las debidas formas
de pensamiento.
(Signs of the Times, 31-1-1884).
ESTUDIAD EL CARÁCTER DE CADA NIÑO.
Los niños necesitan constante cuidado, pero no
es necesario que les hagáis ver que estáis siempre vigilándolos. Estudiad el carácter de cada uno tal como se
revela en su asociación mutua, y entonces procurad corregir sus faltas
fomentando las características opuestas.
Debe enseñarse a los niños que el desarrollo tanto de las facultades
mentales como de las físicas depende de ellos; es el resultado del
esfuerzo. Debieran aprender que la
felicidad no se encuentra en la complacencia egoísta; tan sólo se halla en la
huella del deber. Al mismo tiempo, la
madre debiera procurar que sus niños estén contentos (Id., 9-2-1882).
LAS NECESIDADES MENTALES SON TAN IMPORTANTES
COMO LAS FÍSICAS.
Algunos padres atienden cuidadosamente las
necesidades temporales de sus hijos; los cuidan bondadosa y fielmente mientras
están enfermos, y luego consideran que han cumplido todo su deber. En esto cometen un error. Tan sólo han empezado su trabajo. Se deben suplir las necesidades de la
mente. Se requiere habilidad para
aplicar los debidos remedios a la curación de una mente herida.
Los niños han de soportar pruebas tan duras,
tan graves en su carácter, como las de las personas mayores. Los padres mismos no sienten siempre la 192
misma disposición. A menudo su mente
está afligida por la perplejidad.
Trabajan bajo la influencia de opiniones y sentimientos
equivocados. Satanás los azota y ceden a
sus tentaciones. Hablan con irritación y
de una manera que excita la ira en sus hijos, y son a veces exigentes e
inquietos. Los pobres niños participan
del mismo espíritu, y los padres no están preparados para ayudarles, porque
ellos son la causa de la dificultad. A
veces todo parece ir mal. Hay
intranquilidad en el ambiente, y todos pasan momentos desdichados. Los padres echan la culpa a los pobres niños,
y piensan que son desobedientes e indisciplinados, los peores niños del mundo,
cuando la causa de la dificultad reside en ellos mismos.
(Joyas de los
Testimonios, tomo 1, pág. 133).
FOMENTAD LA AMABILIDAD.
La mente mal equilibrada, el genio vivo, el
mal humor, la envidia o los celos testifican del descuido de los padres. Esos malos rasgos de carácter atraen gran
desdicha a quien los posee. ¡Cuántos dejan de recibir, de sus compañeros y
amigos, el amor de que podrían gozar si hubieran sido amables! ¡Cuántos
provocan dificultades doquiera van y en cualquier cosa en que se ocupen!
(Fundamentals of Christian Education, pág. 67).
LOS DIVERSOS TEMPERAMENTOS NECESITAN UNA
DISCIPLINA DIFERENTE.
Los niños tienen temperamentos diversos, y los
padres no siempre pueden aplicar la misma disciplina a cada uno. Hay diferentes clases de mentalidades y
debiera estudiarse con oración a fin de que sean modeladas para lograr el
propósito designado por Dios.
(Good Health, julio de 1880).
Madres,. . . dedicad tiempo a intimar con
vuestros niños. Estudiad su disposición
y temperamento para que sepáis cómo tratarlos.
Algunos niños necesitan más atención que otros.
(Review and Herald,
9-7-1901). 193
EL TRATO CON NIÑOS POCO PROMISORIOS.
Algunos niños tienen mayor necesidad que otros
de paciente disciplina y bondadosa educación.
Han recibido como legado rasgos de carácter poco promisorios, y por eso
tienen tanto mayor necesidad de simpatía y amor. Por sus esfuerzos perseverantes, se puede
preparar a estos niños díscolos para que ocupen un lugar en la obra del
Maestro. Poseen facultades sin
desarrollarse que, una vez despiertas, los habilitarán para ocupar lugares
mucho más destacados que los de aquellos de quienes se esperaba más.
Si tenéis hijos de temperamentos peculiares,
no permitáis por ello que la plaga del desaliento pase sobre sus vidas. . .
Ayudadles por la manifestación de tolerancia y simpatía. Fortalecedlos con palabras amorosas y actos
de bondad para que venzan sus defectos de carácter (Consejos para los Maestros.
pág. 89).
PODÉIS EDUCAR MÁS DE LO QUE PENSÁIS.
Tan pronto como la madre ama a Jesús, desea
educar a sus niños para él. Podéis
educar el carácter de los niños mucho más de lo que pensáis desde sus más
tiernos años. El precioso nombre de
Jesús debiera ser una palabra del hogar (Manuscrito 17, 1893). 194
CAPÍTULO 39. LA VOLUNTAD COMO FACTOR DE ÉXITO.
CADA NIÑO DEBIERA ENTENDER EL PODER DE LA
VOLUNTAD.
La voluntad es el poder que gobierna en la
naturaleza del hombre, colocando a todas las otras facultades bajo su
dominio. La voluntad no es el gusto ni
la inclinación, sino el poder de decidir, que obra en los hijos de los hombres
para obedecer a Dios o para desobedecerle (Testimonies, tomo 5, pág. 513).
Todo niño debería comprender la verdadera
fuerza de la voluntad. Se le debería
hacer ver cuán grande es la responsabilidad encerrada en este don. La voluntad es. . . el poder de decisión o
elección.
(La Educación, pág. 280).
SE LOGRA EL ÉXITO CUANDO LA VOLUNTAD SE SOMETA
A DIOS.
Todo ser humano que razone tiene poder para
escoger lo recto. En toda vicisitud de
la vida la Palabra de Dios nos dice: "Escogeos hoy a quién debáis
servir" (Jos. 24: 15). Todos pueden
poner su voluntad de parte de la voluntad de Dios, escoger obedecerle y así, al
relacionarse con los agentes divinos, mantenerse donde nada pueda forzarlos a
hacer mal. En todo joven y niño, hay
poder para formar, con la ayuda de Dios, un carácter integro, y vivir una vida
útil.
El padre o el maestro que, por medio de
semejante instrucción, enseña al niño a dominarse, será utilísimo y siempre
tendrá éxito. Tal vez su obra no parezca
muy provechosa al observador superficial; tal vez no sea tan apreciada como la
del que tiene la mente y la voluntad del niño bajo el dominio de una autoridad
absoluta, pero los años ulteriores mostrarán el resultado del mejor método de
educación.
(Id., pág. 281). 195
NO DEBILITÉIS LA VOLUNTAD DEL NIÑO, SINO
DIRIGIDLA.
Salvad toda la fuerza de la voluntad, porque
el ser humano la necesita toda; pero dadle la debida dirección. Tratadla sabia y tiernamente, como un tesoro
sagrado. No la desmenucéis a golpes;
sino amoldadla sabiamente, por precepto y verdadero ejemplo, hasta que el niño
llegue a los años en que pueda llevar responsabilidad.
(Consejos para los
Maestros, pág. 90).
Los niños deberían ser educados precozmente
para someter su voluntad e inclinaciones a la voluntad y autoridad de sus
padres. Cuando los padres enseñan a sus
hijos esta lección, los están educando para someterse a la voluntad de Dios y
obedecer sus requerimientos y los preparan para ser miembros de la familia de
Cristo.
(Manuscrito 119, 1899).
HA DE SER GUIADO PERO NO APLASTADO.
Tanto los padres como el maestro deberían
estudiar la forma de dirigir el desarrollo del niño sin estorbarlo con un
control indebido. Tan malo es el exceso
de órdenes como la falta de ellas. El
esfuerzo por "quebrantar la voluntad" del niño es un error
terrible. Las mentes están
diferentemente constituidas; aunque la fuerza puede asegurar la sumisión
aparente, el resultado, en el caso de muchos niños, es una rebelión aún más decidida
del corazón. El hecho de que el padre o
el maestro llegue a ejercer el "control" que pretende, no quiere
decir que el resultado sea menos perjudicial para el niño. . . . Puesto que la
sumisión de la voluntad es mucho más difícil para unos alumnos que para otros,
el maestro debería facilitar todo lo posible la obediencia a sus
exigencias. Debería guiar y amoldar la
voluntad, pero no desconocerla ni aplastarla.
(La Educación, págs. 279, 280).
GUIAD; NUNCA EMPUJAD.
Permitid que los niños que están bajo vuestro
cuidado tengan una individualidad, 196 así como la tenéis vosotros. Tratad siempre de guiarlos, pero nunca de
empujarlos (Testimonies, tomo 5, pág. 653).
EL EJERCICIO DE LA VOLUNTAD EXPANDE Y
FORTALECE LA MENTE.
Se puede enseñar a un niño de manera que,. . .
no tenga voluntad propia. Aun su
individualidad se fusionará en aquella que vigila su educación; su voluntad,
para todos los intentos y propósitos, queda sujeta a la del maestro. Los niños así educados serán siempre
deficientes en energía moral y en responsabilidad individual. No se les ha enseñado a obrar por razón y
principio; su voluntad ha sido controlada por otra, y la mente no ha sido
llamada a manifestarse, a fin de expandirse y fortalecerse por el
ejercicio. No han sido dirigidos y disciplinados
con respecto a sus constituciones peculiares y capacidades mentales, para
ejercitar sus facultades más fuertes cuando sea necesario (Consejos para los
Maestros, págs. 59, 60).
CUANDO HAY UN CHOQUE DE VOLUNTADES.
Si el niño es de voluntad terca, la madre, si
entiende su responsabilidad, comprenderá que esa voluntad terca es parte de la
herencia que ella le ha dado. No
considerará a la voluntad de su hijo como algo que deba ser quebrantado. Hay veces cuando la determinación de la madre
hace frente a la determinación del hijo, cuando la firme y madura voluntad de
la madre hace frente a la irrazonable voluntad del hijo, y cuando la madre
dirige debido a su mayor edad y experiencia, o la voluntad de la persona mayor
es dominada por la voluntad menor e indisciplinada del hijo. En tales oportunidades, hay necesidad de gran
sabiduría; pues mediante un trato imprudente o severa compulsión, puede echarse
a perder al niño para esta vida y la venidera.
Todo se puede perder por falta de sabiduría. 197
Esta es una crisis que rara vez debiera permitirse
que se presentara, pues tanto la madre como el niño pasarán por una dura
lucha. Debiera evitarse tal cosa con
sumo cuidado. Pero si se llega a ese
punto, debiera verse que el niño se someta a la voluntad superior del
progenitor. La madre ha de mantener sus
palabras en perfecto dominio propio. No
deben darse órdenes en voz alta. Nada
debe hacerse que desarrolle un espíritu desafiante en el niño. La madre debe estudiar la forma de tratarlo
de tal manera que sea atraído hacia Jesús.
Debe orar con fe para que Satanás no venza en la voluntad del niño.
LOS
ÁNGELES CELESTIALES ESTÁN CONTEMPLANDO LA ESCENA.
La madre debe comprender que Dios es su
ayudador, que el amor es su éxito, su poder.
Si ella es una cristiana sabia, no tratará de dominar por la fuerza la
voluntad del niño. Orará, y mientras
ore, experimentará una renovación de la vida espiritual dentro de sí. Y verá que al mismo tiempo el poder que obra
en ella también está obrando en el niño.
Y el niño, en vez de ser compelido, es dirigido y se hace más
suave. Así se gana la batalla. Cada pensamiento bondadoso, cada acto
paciente, cada palabra de sabia sujeción, es como manzana de oro con figuras de
plata. La madre ha ganado una victoria
más preciosa de lo que pueda expresar el lenguaje. Tiene luz renovada y una experiencia
mayor. La "luz verdadera, que
alumbra a todo hombre" de este mundo ha sometido la voluntad de ella. Hay paz después de la tormenta, como el sol
que brilla después de la lluvia (Carta 55, 1902).
LOS PADRES DEBIERAN REPRIMIR SUS SENTIMIENTOS
JUVENILES.
Poquísimos se dan cuenta de la importancia de
reprimir, hasta donde sea posible, sus propios sentimientos juveniles, sin
llegar a ser ásperos y faltos de simpatía en su naturaleza. Agradaría 198 a Dios que los padres mezclaran
la graciosa sencillez de un niño con la fortaleza, sabiduría y madurez de la
virilidad y la femineidad. Algunos nunca
tuvieron una genuina niñez. Nunca
disfrutaron de la libertad, sencillez y frescura de la vida de un capullo. Fueron regañados y reprendidos, reprochados y
golpeados, hasta que la inocencia y la confiada franqueza de la niñez se
trocaron en temor, envidia, celos y falsía.
Rara vez tendrán los tales las características que harán feliz la niñez
de sus propios seres amados (Good Health, marzo de 1880).
UN GRAN ERROR.
Se
comete un gran error cuando los resortes de la dirección se colocan en las
manos del niño, y se le permite que haga
su propia voluntad y rija el hogar. De
ese modo se da una dirección equivocada a ese elemento maravilloso que es el
poder de la voluntad. Pero esto se ha
hecho y se continuará haciendo porque hay padres y madres que son ciegos en su
discernimiento y sus cálculos (Manuscrito 126, 1897).
UNA MADRE QUE SE RENDÍA A LOS CLAMORES DE SU NIÑO.
Su niño.
. . necesita la mano de la sabiduría para que lo guíe correctamente. Se le ha permitido llorar para conseguir lo
que deseaba, hasta que ha formado el hábito de hacerlo. Se le ha permitido llorar para que estuviera
su padre con él. Vez tras vez, al alcance
de su oído se les ha dicho a otros cómo llora por la presencia de su padre,
hasta el punto de que hace esto para conseguir su objeto. Si su hijo estuviera en mis manos, lo
transformaría en tres semanas. Le haría
comprender que mi palabra es ley, y bondadosa y firmemente llevaría a cabo mis
propósitos. No sometería mi voluntad a
la voluntad del niño. Ud. tiene una obra
que hacer en esto, y ha perdido mucho al no emprenderla antes
(Carta 5. 1884).
199
LA VIDA DESVENTURADA DE UN NIÑO ECHADO A
PERDER.
Cada niño que no es disciplinado
cuidadosamente y con oración, será desdichado en este tiempo de prueba y
formará tales rasgos desagradables de carácter, que el Señor no podrá unirlo
con su familia celestial. Hay una enorme
carga que debe ser llevada a lo largo de toda la vida de un niño malcriado. En
las pruebas, en los desengaños, en la tentación, seguirá su propia voluntad
indisciplinada y desencaminada (Manuscrito 126, 1897).
Los niños a los que se les permite que hagan
lo que quieren, no son felices. El
corazón rebelde no tiene dentro de sí los elementos de paz y satisfacción. Deben disciplinarse la mente y el corazón y
ponerse bajo la debida restricción a fin de que armonice el carácter con las
sabias leyes que gobiernan nuestro ser.
La inquietud y el descontento son los frutos de la complacencia y el
egoísmo (Testimonies, tomo 4, pág. 202).
EL ORIGEN DE MUCHAS PRUEBAS.
Las tristes pruebas que resultan tan
peligrosas para la prosperidad de una iglesia y que hacen que tropiecen los
incrédulos y se aparten con dudas y motivos de descontento, generalmente surgen
de un espíritu indómito y rebelde, el resultado de la complacencia paternal en
los años mozos. Cuántas vidas naufragan,
cuántos crímenes se cometen por la influencia de una pasión que se levanta
rápidamente, la cual podría haber sido dominada en la niñez, cuando la mente
era impresionable, cuando el corazón era fácilmente influido por lo correcto y
estaba sometido a la voluntad tierna de una madre. La educación ineficaz de los niños es el fundamento
de muchísimas desgracias morales (Ibid.). 200
CAPÍTULO 40. EJEMPLIFICAD LOS PRINCIPIOS CRISTIANOS.
LOS NIÑOS IMITARÁN A LOS PADRES.
Padres y madres, sois maestros; vuestros niños
son los alumnos. El tono de vuestra voz,
vuestra conducta, vuestro espíritu son copiados por los pequeñuelos (Signs of
the Times, 11-3-1886).
Los hijos imitan a sus padres; por lo tanto,
debiera tenerse gran cuidado de presentarles modelos correctos. Los padres que son bondadosos y corteses en
el hogar, al paso que son firmes y decididos, verán que se manifiestan los
mismos rasgos en sus hijos. Si son
correctos, honrados y honorables, lo más probable es que sus hijos los imiten
en eso. Si reverencian y rinden culto a
Dios, sus hijos, educados de la misma forma, no se olvidarán de servir también
a Dios.
(Testimonies, tomo 5, págs. 319, 320).
Los padres y madres siempre debieran presentar
en la familia delante de sus hijos el ejemplo que desean que imiten. Debieran manifestarse mutuamente un tierno
respeto en palabra, apariencia y acción.
Debieran hacer que sea evidente que los rige el Espíritu Santo, al
presentar a sus hijos el carácter de Jesucristo. Son fuertes las facultades de imitación, y
cuando esta facultad es más activa, en la niñez y la juventud, debiera presentarse
un modelo perfecto delante de los menores.
Los hijos debieran tener confianza en sus padres y apropiarse así de las
lecciones que ellos les inculquen (Review and Herald, 13-3-1894).
ENSEÑAD POR PRECEPTO Y EJEMPLO.
En la
educación de sus hijos, la madre está en una escuela continua. Mientras les enseña, aprende ella misma
diariamente. Las lecciones que les da de
dominio propio deben ser 201 practicadas por ella. Al tratar con las diferentes mentes y los
temperamentos de sus niños, necesita facultades de agudo discernimiento o se
verá en peligro de juzgar mal y tratar con parcialidad a sus niños. Practicará la ley de la bondad en su vida
familiar, si quiere que sus hijos sean corteses y bondadosos. Así se les repiten las lecciones diariamente
por precepto y ejemplo
(Pacific Health Journal, junio de 1890).
Los maestros en la escuela harán algo por la
educación de vuestros hijos, pero vuestro ejemplo efectuará más de lo que se
pueda lograr por otros medios. Vuestra
conversación, la forma en que manejáis vuestros asuntos comerciales, la forma
en que expresáis vuestros gustos y fobias, todo contribuye a la formación del
carácter. El temperamento bondadoso, el
dominio propio, el dominio del yo, la cortesía que vuestros hijos vean en
vosotros, les serán lecciones diarias. A
semejanza del tiempo, esta educación siempre prosigue y la tendencia de esta
escuela de todos los días debiera consistir en hacer de vuestros hijos lo que
debieran ser (Review and Herald, 27-6-1899).
Cuidad de no ser rudos con vuestros hijos. . .
. Requerid obediencia y no habléis descuidadamente a vuestros hijos, porque
vuestras maneras y palabras son su libro de texto. Ayudadlos suave y tiernamente en este período
de su vida. La luz de vuestra presencia
infunda luz en su corazón. Esos
adolescentes, muchachos y niños, son muy sensibles y mediante la rudeza podéis
dañar toda su vida. Sed cuidadosas,
madres, nunca regañéis pues eso nunca ayuda (Manuscrito 127, 1898).
LOS PADRES HAN DE SER MODELOS DE DOMINIO
PROPIO.
Los niños debieran estar exentos de
excitaciones en todo lo posible. Por lo
tanto, la madre debiera estar tranquila y serena, libre de toda excitación y
premura 202 nerviosa. Esta es una escuela
de disciplina para ella misma tanto como para los niños. Mientras enseña a los pequeños la lección de
la abnegación, se está educando para ser un modelo de sus hijos. Mientras trabaja con tierno interés el
terreno del corazón de ellos, a fin de someter las inclinaciones pecaminosas
naturales, está cultivando en sus propias palabras y en su propio
comportamiento las gracias del Espíritu (Manuscrito 43, 1900).
Una victoria ganada sobre vosotros mismos será
de gran valor y ánimo para vuestros hijos.
Podéis colocaros en terreno ventajoso diciendo: Soy la heredad de Dios;
soy el edificio de Dios. Me coloco bajo
su mano para ser modelado conforme a la similitud divina, a fin de ser
colaborador con Dios al modelar la mente y caracteres de mis hijos de modo que
les sea más fácil caminar en la senda del Señor. . . . Padres y madres, cuando
podáis dominaros, ganaréis grandes victorias en el dominio de vuestros hijos
(Carta 75, 1898).
LOS FRUTOS DEL DOMINIO PROPIO.
Padres, cada vez que perdéis el dominio propio
y habláis o actuáis impacientemente, pecáis contra Dios. El ángel registrador anota cada palabra
pronunciada delante de ellos impaciente e impremeditadamente, descuidadamente o
en broma; cada palabra que no es casta y elevada es señalada por él como un
punto contra vuestro carácter cristiano.
Hablad bondadosamente a vuestros hijos.
Recordad cuán sensibles sois, cuán poco podéis soportar el ser
reprochados, y no pongáis sobre ellos lo que no podéis soportar, pues son más
débiles que vosotros y no pueden soportar tanto. Los frutos del dominio propio, la
consideración y el esfuerzo abnegado de vuestra parte se multiplicarán cien
veces. 203
Vuestras agradables y animadoras palabras
siempre serán como rayos de sol en vuestra familia (Signs of the Times,
10-4-1884).
Si los padres desean que sus hijos sean
correctos y, hagan lo correcto, deben ser ellos mismos correctos en teoría y en
práctica
(Good Health, enero de 1880).
LOS HIJOS SON INFLUIDOS POR EL COMPORTAMIENTO
DE LOS PROFESOS CRISTIANOS.
Hay hijos de observadores del sábado a quienes
se les ha enseñado a guardar el sábado desde su juventud. Algunos de ellos son muy buenos, fieles al
deber en lo que atañe a los asuntos temporales, pero no sienten ninguna
convicción profunda de pecado ni la necesidad de arrepentirse del pecado. Esta es, una condición peligrosa. Observan el comportamiento y los esfuerzos de
los profesos cristianos. Ven a algunos
que hacen una elevada profesión, pero no son cristianos concienzudos, y
comparan sus propios puntos de vista y acciones con esas piedras de tropiezo; y
como no hay pecados manifiestos en su propia vida, se jactan a sí mismos de que
son más o menos correctos (Testimonies, tomo 4, pág. 40).
La enseñanza de la Escritura no tiene mayor
efecto sobre los jóvenes porque tantos padres y maestros que profesan creer en
la Palabra de Dios niegan su poder en sus vidas. A veces los jóvenes sienten el poder de la
Palabra. Ven la belleza de su carácter,
las posibilidades de una vida dedicada a su servicio. Pero ven en contraste la vida de los que
profesan reverenciar los preceptos de Dios (La Educación, pág. 253).
LOS PADRES DEBEN DECIR "NO" A LA
TENTACIÓN.
Madres, al no seguir las prácticas del mundo,
podéis colocar delante de vuestros hijos un ejemplo de fidelidad a Dios
enseñándoles así a decir no. Enseñad a
vuestros hijos el significado del proverbio: "Si los 204 pecadores te
quisieran engañar, no consientas".
Pero si queréis que vuestros hijos puedan decir no a la tentación,
vosotros mismos deberéis ser capaces de decir no. Un hombre necesita decir no, tanto como un
niño (Review and Herald, 31-3-1891).
EJEMPLIFICAD LA CABALLEROSIDAD.
Padres sed bondadosos y gentiles con vuestros
hijos, y ellos aprenderán caballerosidad.
Demostremos en nuestro hogar que somos cristianos. Conceptúo como desprovista de valor aquella
profesión que no se practica en la vida del hogar en forma de bondad,
tolerancia y amor (Manuscrito 97, 1909).
VIGILAD EL TONO DE LA VOZ TANTO COMO LAS
PALABRAS.
No salga de vuestros labios una palabra de
enojo, dureza o mal genio. La gracia de
Cristo espera que la demandéis. Su Espíritu
dominará vuestro corazón y conciencia, presidiendo vuestras palabras y
actos. No renunciéis nunca a vuestro
respeto propio mediante palabras apresuradas y no pensadas. Procurad que vuestras palabras sean puras,
vuestra conversación santa. Dad a vuestros
hijos un ejemplo de lo que deseáis que sean ellos. . . . Haya paz, palabras
amables y semblantes alegres (Carta 28, 1890).
Los padres nunca pueden ser despóticos en
ningún sentido sin correr riesgos. No
deben demostrar un espíritu mandón, criticón y censurador. Las palabras que hablan, el tono en que las
dicen, son lecciones buenas o malas para sus hijos. Padres y madres, si salen de vuestros labios
palabras ásperas estáis enseñando a vuestros hijos que hablen de la misma
manera, y la influencia refinadora del Espíritu Santo queda sin efecto. Una paciente perseverancia en el bien hacer
es esencial si queréis cumplir vuestro deber hacia vuestros hijos (Carta 8 a,
1896).
LOS PADRES SON LOS AGENTES DE DIOS PARA
MODELAR EL CARÁCTER.
Está formándose el intelecto de vuestros 205
hijos, se están modelando sus apetencias y caracteres, ¿pero de acuerdo con qué
modelo? Recuerden los padres que son
agentes en esta transacción. Y aun
cuando estén durmiendo en la tumba, es duradera la obra que dejaron tras sí, y
dará testimonio de ellos, ya sea bueno o malo.
(Pacific Health Journal, junio de
1890).
IMPRIMIENDO LA IMAGEN DE LA DIVINIDAD.
Debéis instruir, amonestar y aconsejar,
recordando siempre que vuestra apariencia, vuestras obras y acciones tienen una
influencia directa sobre el proceder futuro de vuestros amados. Vuestra obra no consiste en pintar una bella
forma en un lienzo ni en cincelarla en el mármol, sino en imprimir en el alma
humana la imagen de la Divinidad.
(Signs of the Times, 25-5-1882). 207
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