CAPÍTULO 31. LA IMPORTANCIA DEL CARÁCTER.
EL ÚNICO TESORO QUE SE LLEVA DE ESTE MUNDO.
Un carácter formado a la semejanza divina es
el único tesoro que, podemos llevar de este mundo al venidero. Los que en este mundo andan de acuerdo con
las instrucciones de Cristo, llevarán consigo a las mansiones celestiales toda
adquisición divina.
Y en el cielo
mejoraremos continuamente. Cuán
importante es, pues, el desarrollo del carácter en esta vida.
(Lecciones
Prácticas del Gran Maestro, pág. 303).
EL CARÁCTER ÍNTEGRO ES UNA CUALIDAD DEL ALMA.
La habilidad mental y el genio no son el
carácter, porque a menudo son posesión de quienes tienen justamente lo opuesto
a lo que es un buen carácter. La
reputación no es el carácter. El
verdadero carácter es una cualidad del alma que se manifiesta en la conducta
(Youth's Instructor, 3-11-1886).
Un buen carácter es un capital de más valor
que el oro o la plata. No lo afectan los
pánicos ni los fracasos, y en aquel día en que serán barridas las posesiones
terrenales, os producirá ricos dividendos. La integridad, la firmeza y la perseverancia, son cualidades que todos
deben procurar cultivar fervorosamente; porque invisten a su poseedor con un
poder irresistible, un poder que lo hará fuerte para hacer el bien, fuerte para
resistir el mal y para soportar la adversidad.
(Consejos para los Maestros, pág.
174).
SUS DOS ELEMENTOS ESENCIALES.
La fuerza de carácter consiste en dos cosas:
la fuerza de voluntad y el dominio propio.
Muchos jóvenes consideran 148 equivocadamente la pasión fuerte y sin control
como fuerza de carácter; pero la verdad es que el que es dominado por sus
pasiones es un hombre débil. La
verdadera grandeza y nobleza del hombre se miden por su poder de subyugar sus
sentimientos, y no por el poder que tienen sus sentimientos de subyugarle a
él. El hombre más fuerte es aquel que,
aunque sensible al maltrato, refrena sin embargo la pasión y perdona a sus
enemigos.
(Id., pág. 171).
MÁS NECESARIO QUE LA OSTENTACIÓN.
Si se considerara tan importante que los
jóvenes posean un carácter hermoso y una disposición amistosa,
como se estima
importante que imiten las modas del mundo en el vestir y el comportarse,
veríamos a cientos, donde hoy vemos a uno, que suben al escenario de la vida
activa preparados para ejercer una influencia ennoblecedora sobre la sociedad.
(Fundamentals of Christian Education, pág. 69).
SU DESARROLLO ES LA OBRA DE TODA LA VIDA.
La formación del carácter es la obra de toda
la vida, y es para la eternidad. Si
todos comprendieran esto, si despertaran al pensamiento de que individualmente
estamos decidiendo nuestro propio destino para la vida eterna o la ruina
eterna, ¡qué cambio ocurriría! ¡En qué forma diferente ocuparíamos este tiempo
de prueba, y qué caracteres diferentes llenarían nuestro mundo!
(Youth's
Instructor, 19-2-1903).
DESARROLLO Y CRECIMIENTO.
La germinación de la semilla representa el
comienzo de la vida espiritual, y el desarrollo de la planta es una figura del
desarrollo del carácter. No puede haber
vida sin crecimiento. La planta crece, o
muere. Del mismo modo que su crecimiento
es silencioso, imperceptible pero continuo, así es también el crecimiento del
carácter. En cualquier etapa del
desarrollo, nuestra vida puede ser perfecta; sin embargo, si se cumple 149 el
Propósito de Dios para con nosotros, habrá un progreso constante.
(La Educación,
págs. 101, 102).
ES LA COSECHA DE LA VIDA.
El carácter es la cosecha de la vida, y esto
es lo que determina el destino, tanto para esta vida como para la venidera.
La cosecha es la reproducción de la semilla
sembrada. Toda semilla da fruto
"según su género". Lo mismo
ocurre con los rasgos de carácter que fomentamos. El egoísmo, el amor propio, el engreimiento,
la propia complacencia, se reproducen, y el final es desgracia y ruina. "Por qué el que siembra para su carne,
de la carne segará corrupción; mas aquel que siembra para el espíritu segará
vida eterna" (Gál. 6: 8). El amor,
la simpatía y la bondad, dan fruto de bendición, una cosecha imperecedera. (Id.,
págs. 104, 105).
LA MAYOR EVIDENCIA DEL CRISTIANISMO.
Si las madres cristianas presentaran a la
sociedad niños con caracteres íntegros, con firmes principios y una moral
sólida, habrían realizado la más importante de todas las labores
misioneras. Sus hijos, cabalmente educados
para ocupar sus lugares en la sociedad, constituyen la mayor evidencia del
cristianismo que pueda darse al mundo.
(Pacific Health Journal, junio de 1890).
LA INFLUENCIA DE UN HIJO DEBIDAMENTE EDUCADO.
No hay otra obra más elevada que haya sido
encomendada a los mortales que la formación del carácter. Los hijos no sólo deben ser educados sino
también formados; ¿y quién puede predecir el futuro de un niño o un joven? Ejerced el mayor cuidado sobre la formación
de vuestros hijos. Un niño, debidamente
disciplinado en los principios de la verdad, que tiene el amor y el temor de
Dios entretejidos en su carácter, poseerá un poder para el bien en el mundo que
no puede estimarse (Signs of the Times, 13-7-1888). 150
CAPÍTULO 32. CÓMO SE FORMA EL CARÁCTER.
SE LOGRA MEDIANTE EL ESFUERZO PERSEVERANTE E INCANSABLE.
El carácter no se adquiere por
casualidad. No queda determinado por un
arranque temperamental, por un paso en la dirección equivocada. Es la repetición del acto lo que lo convierte
en hábito y moldea el carácter para el bien o para el mal.
Los caracteres rectos pueden formarse
únicamente mediante el esfuerzo perseverante e incansable, utilizando para la
gloria de Dios cada talento y capacidad que él ha dado. En lugar de hacer esto, muchos se dejan llevar
a donde los impulsos o las circunstancias quieren. No se debe esto a que les falte buen
material, sino que porque no comprenden que en su juventud Dios quiere que
hagan lo mejor posible.
(Youth's Instructor, 27-7-1899).
Nuestro primer deber con Dios y nuestros
semejantes es el desarrollo de nosotros mismos.
Cada facultad con la cual nos ha dotado Dios debería cultivarse hasta el
grado más alto de perfección, a fin de ser capaces de hacer la mayor cantidad
de bien posible. Para purificar y
refinar nuestros caracteres, necesitamos la gracia dada por Cristo que nos
capacitará para ver y corregir nuestras deficiencias y aprovechar los rasgos
excelentes de nuestros caracteres (Pacific Health Journal, abril de 1890).
CULTIVEMOS LAS FACULTADES DADAS POR DIOS.
En extenso grado, cada uno es arquitecto de su
propio carácter. Cada día la estructura
se acerca más a su terminación. La
Palabra de Dios nos amonesta a prestar atención a cómo edificamos, a cuidar de
que nuestro edificio esté fundado en la roca eterna. Se acerca el momento en que nuestra obra
quedará revelada tal cual es.
Ahora es
el momento en que 151 todos han de cultivar las facultades que Dios les ha dado
y formar un carácter que los haga útiles aquí y alcanzar la vida superior más
allá.
La fe en Cristo como Salvador personal dará
fuerza y solidez al carácter. Los que
tienen verdadera fe en Cristo, serán serios, recordando que el ojo de Dios los
ve, que el Juez de todos los hombres pesa el valor moral, que los seres
celestiales observan qué clase de carácter están desarrollando.
(Consejos para
los Maestros, pág. 172).
ES INFLUIDO POR CADA ACTO.
Cada acto de la existencia, por muy
insignificante que sea, tiene su influencia en la formación del carácter. Un buen carácter es más precioso que las
posesiones mundanales; y la obra de su formación es la más noble a la cual
puedan dedicarse los hombres.
Los caracteres formados por las circunstancias
son variables y discordantes, una masa de sentimientos encontrados.
Sus poseedores no tienen un blanco elevado o
fin en la vida.
No ejercen influencia
ennoblecedora sobre el carácter de los demás.
Viven sin propósito ni poder.
(Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs.
603, 604).
SE PERFECCIONA AL SEGUIR LA NORMA DE DIOS.
Dios espera que edifiquemos nuestros
caracteres de acuerdo con la norma que él nos ha dado. Debemos colocar ladrillo sobre ladrillo,
añadiendo gracia sobre gracia, descubriendo nuestros puntos débiles y
corrigiéndolos de acuerdo con la dirección dada. Cuando se advierte una resquebrajadura en las
murallas de una mansión, sabemos que hay algo malo en el edificio. En la edificación de nuestro carácter a
menudo se ven resquebrajaduras. A menos
que remediemos estos defectos, la casa caerá cuando la tempestad de la prueba
la azote.
(Youth's Instructor, 25-10-1900). 152
Dios nos da fortaleza, razonamiento y tiempo,
a fin de que edifiquemos caracteres que él pueda aprobar. Quiere que cada uno de sus hijos edifique un
carácter noble, realizando obras puras y nobles, para que al final pueda presentar
una estructura simétrica, un hermoso templo, honrado por el hombre y Dios. En la edificación de nuestro carácter, debemos
construir sobre Cristo.
Él es nuestro
seguro fundamento un fundamento que es inconmovible. La tempestad de la tentación y las pruebas no
pueden mover el edificio que está fundado en la Roca Eterna.
El que quiera transformarse en un hermoso
edificio para el Señor, debe cultivar cada actitud de su ser. Únicamente empleando debidamente los talentos
es posible desarrollar armoniosamente el carácter. Así ponemos como fundamento lo que en la
Palabra se representa como oro, plata, piedras preciosas: material que
resistirá la prueba de los fuegos purificadores de Dios. Cristo es nuestro ejemplo en nuestra
edificación del carácter (Id., 16-5-1901).
HAY QUE RESISTIR LA TENTACIÓN.
La vida de Daniel es una ilustración inspirada
de lo que constituye un carácter santificado.
Presenta una lección para todos y especialmente los jóvenes. Un estricto cumplimiento de los
requerimientos de Dios es beneficioso para la salud del cuerpo y de la mente.
(La Educación Cristiana, pág. 268).
Los padres de Daniel lo habían educado en su
infancia en hábitos de estricta temperancia.
Le habían enseñado que debía obedecer las leyes de la naturaleza en
todos sus hábitos; que sus hábitos de comer y beber ejercían una influencia
directa sobre su naturaleza física, mental y moral, y que era responsable
delante de Dios por sus actitudes; porque las poseía como un don de Dios, y por
ningún motivo debía empequeñecerlas o invalidarlas. Como 153 resultado de esta enseñanza, la ley
de Dios fue exaltada en su mente y reverenciada en su corazón. Durante los primeros años de su cautiverio,
Daniel pasó por una prueba que debía familiarizarlo con la grandeza de la corte,
con la hipocresía y el paganismo.
¡En verdad era una extraña escuela para
capacitarlo para la vida de sobriedad, trabajo y fidelidad! Y, sin embargo, vivió sin corromperse por la
atmósfera de mal con la cual estaba rodeado.
Daniel y sus compañeros gozaron precozmente de
los beneficios de la correcta educación y enseñanza, pero estas ventajas solas
no habrían podido hacer de ellos lo que fueron.
Llegó el tiempo cuando debieron obrar por sí mismos, cuando su futuro
dependió de su propia conducta. Entonces
decidieron ser fieles a las lecciones recibidas en su infancia. El temor de Dios, que es principio de la
sabiduría, fue el fundamento de su grandeza.
El Espíritu de Dios fortaleció cada propósito genuino, cada noble
resolución (Manuscrito 132, 1901).
EL BLANCO DEBE SER ELEVADO.
Si los jóvenes de la actualidad quieren obrar
como obró Daniel, deben poner en acción cada nervio y fibra espirituales. El Señor no quiere que sean siempre
novicios. Quiere que alcancen el peldaño
más alto de la escalera, para que de allí entren en el reino de Dios
(Youth's
Instructor, 27-7-1899).
Si los jóvenes aprecian debidamente la
importancia de la edificación del carácter, verán la necesidad de hacer su obra
de modo que soporte la prueba de la investigación delante de Dios. Los más
humildes y débiles, mediante un esfuerzo perseverante en resistir a la
tentación y buscar la sabiduría de lo alto, pueden alcanzar cimas que ahora les
parecen imposibles. Estas realizaciones
no se lograrán sin un propósito definido de ser fieles en el cumplimiento de
los pequeños deberes. Se requiere una
154 constante vigilancia para impedir que se fortalezcan los malos rasgos. Los jóvenes pueden tener poder moral, porque
Jesús vino al mundo para ser nuestro ejemplo, y dar ayuda divina a todos, tanto
jóvenes como adultos (Id., 3-11-1886).
ESCÚCHENSE EL CONSEJO Y EL REPROCHE.
Los que tienen defectos de carácter, conducta,
hábitos y prácticas, deben escuchar los consejos y reproches. Este mundo es el taller de Dios, y cada
piedra que pueda utilizarse en el templo celestial debe ser cortada y pulida
hasta que se convierta en una piedra probada y preciosa, apta para ocupar su
lugar en el edificio del Señor. Pero si
rehusamos ser enseñados y disciplinados, seremos como piedras que no serán
cortadas y pulidas, y que son desechadas como inútiles
(Id., 31-8-1893).
Es posible que sea necesario realizar mucho
trabajo en la formación de su carácter, y que Ud. sea una piedra tosca que debe
ser cortada en perfecta escuadra y pulida antes que pueda ocupar un lugar en el
templo de Dios. No necesita sorprenderse
si con martillo y cincel Dios corta las aristas agudas de su carácter, hasta
que Ud. esté preparado para ocupar el lugar que él le reserva. Ningún ser humano puede realizar esta obra. Únicamente Dios puede hacerla. Y tenga Ud. la seguridad de que no asestará
él un solo golpe inútil. Da cada uno de
sus golpes con amor, para su felicidad eterna.
Conoce sus flaquezas y obra para curar y no para destruir (Joyas de los
Testimonios. tomo 3, pág. 204). 155
CAPÍTULO 33. LA RESPONSABILIDAD DE
LOS PADRES EN LA FORMACIÓN DEL CARÁCTER.
*UNA COMISIÓN DIVINA DADA A LOS PADRES.
Dios ha señalado a los padres su obra, la cual
consiste en formar los caracteres de sus hijos según el Modelo divino. Por su gracia pueden realizar esta tarea;
pero requerirá un esfuerzo paciente y cuidadoso, y además firmeza y decisión,
para guiar la voluntad y refrenar las pasiones.
Un campo abandonado produce únicamente espinos y cardos. El que quiera obtener una cosecha útil o
hermosa, primero debe preparar la tierra y sembrar la semilla, luego cavar
alrededor de los jóvenes tallos, removiendo las malezas y ablandando la tierra,
y así las preciosas plantas florecerán y pagarán ricamente el cuidado y el
trabajo empleados. (Signs of the Times, 24-11-1881).
La edificación del carácter es la obra más
importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos y nunca antes ha
sido su estudio diligente tan importante como ahora. Ninguna generación anterior fue llamada a
hacer frente a problemas tan importantes; nunca antes se hallaron los jóvenes
frente a peligros tan grandes como los que tienen que arrostrar hoy (La
Educación, pág. 221).
Esta es vuestra obra, padres: desarrollar los
caracteres de vuestros hijos en armonía con los preceptos de la Palabra de
Dios. Esta obra debería ocupar el primer
lugar, porque implica intereses eternos.
La edificación del carácter de vuestros hijos es de más importancia que
el cultivo de vuestras granjas, más esencial que la edificación de casas para
vivir, o la ocupación en cualquier negocio o industria
(Signs of the Times,
10-9-1894). 156
EL HOGAR ES EL MEJOR LUGAR PARA LA EDIFICACIÓN
DEL CARÁCTER.
Ni la escuela de iglesia ni el colegio
proporcionan, como el hogar, las oportunidades para asentar el carácter de un
niño sobre el debido fundamento (Consejos para los Maestros, pág. 125).
ENDERÉCENSE LOS CARACTERES TORCIDOS.
Los que no enderezan el carácter torcido de su
vida, no pueden tener parte en la vida inmortal futura. Cuán importante es que los jóvenes sigan
siempre la rectitud. Los padres
desempeñan una parte importante en esto.
Sobre ellos reposa la sagrada responsabilidad de enseñar a sus hijos
para Dios. A ellos se les ha dado la
obra de ayudar a sus pequeños a formar caracteres que les proporcionen entrada
en las cortes celestiales (Carta 78, 1901).
PADRES, NO OS EQUIVOQUÉIS EN ESTO.
Padres, por amor de Cristo, no os equivoquéis
en vuestra obra más importante, la de modelar los caracteres de vuestros hijos
para el tiempo y la eternidad. Un error
de vuestra parte al descuidar la fiel instrucción, o al complacer ese afecto
imprudente que os ciega para no ver los defectos y que os impide refrenarlos
debidamente, resultará en la ruina para ellos.
Vuestra conducta puede dar una dirección equivocada a toda su carrera
futura. Vosotros determináis para ellos
lo que serán y lo que harán por Cristo, por los hombres, y por sus propias
almas.
Tratad honrada y fielmente con
vuestros hijos. Trabajad valerosa y
pacientemente. No temáis las cruces, no
economicéis tiempo o trabajo, preocupaciones o sufrimientos. El futuro de vuestros hijos testificará del
carácter de vuestra obra. La fidelidad a
Cristo de vuestra parte puede manifestarse mejor en el carácter simétrico de
vuestros hijos que en cualquiera otra forma.
Son la propiedad de Cristo, comprada por él con su sangre. Si su influencia está plenamente del lado de
Cristo, son 157 sus colaboradores, ayudando a otros a encontrar el camino de la
vida. Si descuidáis la obra que Dios os
ha dado, vuestra imprudente conducta en lo que atañe a su disciplina los coloca
entre la clase que se aleja de Cristo y fortalece el reino de las tinieblas.
(Testimonies, tomo 5, págs. 39, 40).
UNA CASA LIMPIA, PERO NIÑOS NO EDUCADOS.
He visto a una madre cuyo ojo crítico podía
advertir cualquier imperfección en el enmaderamiento de su casa, y que tenía
mucho cuidado de tener su casa cabalmente limpia y ordenada a la hora precisa
que había establecido, y que hacía esto frecuentemente a expensas de su salud
física y espiritual, mientras les permitía a sus hijos correr en la calle y
captar una educación callejera. Esos
hijos crecían toscos, egoístas, rudos y desobedientes. La madre, aunque había contratado a una
mucama, estaba tan preocupada de los quehaceres domésticos, que no disponía de
tiempo para educar debidamente a sus hijos.
Los dejaba crecer con caracteres deformados, indisciplinados y no
educados. No pudimos menos que pensar
que el fino gusto de la madre no se empleaba en la dirección debida. De lo contrario, hubiera visto la necesidad
de modelar la mente y los modales de sus hijos y de educarlos para que tuvieran
caracteres simétricos y disposiciones agradables. Si la madre hubiera relegado a un segundo
plano aquellas cosas que reclamaban en primer término su atención, hubiera
considerado la educación física, mental y moral de sus hijos de una importancia
casi infinita. Las que tienen la
responsabilidad de madres deberían sentirse bajo la más solemne obligación
frente a Dios y sus hijos de educarlos de tal modo que tengan disposiciones
amistosas y afectuosas, y que posean principios morales puros, que sean
refinados en gusto y de carácter agradable (Signs of the Times, 5-8-1875). 158
SOLAMENTE POR EL ESPÍRITU DE DIOS.
¿Consideraremos que somos capaces de preparar
nuestra vida y carácter para entrar por los portales de gloria? No podemos hacerlo. A cada momento dependemos del Espíritu de
Dios que obra sobre nosotros y nuestros hijos (Manuscrito 12, 1895).
Si los padres quieren ver un estado de cosas
diferente en su familia, que se consagren plenamente a Dios y el Señor
proporcionará caminos y medios mediante los cuales pueda ocurrir una
transformación en sus hogares (Manuscrito 151, 1897).
LA PARTE DE DIOS Y LA VUESTRA.
Padres cristianos, os ruego que despertéis. .
. . Si descuidáis vuestro deber y dejáis de lado vuestra responsabilidad,
esperando que el Señor haga vuestra obra, quedaréis chasqueados. Cuando habéis realizado fielmente todo lo que
podéis hacer, traed a vuestros hijos a Jesús; y entonces, con una fe ferviente
y perseverante interceded por ellos. El
Señor será vuestro ayudador; él trabajará con vuestros esfuerzos; ganaréis la
victoria con su poder. . . .
Cuando los padres manifiesten tal interés por
sus hijos como Dios desea que tengan, escuchará sus oraciones y trabajará con
sus esfuerzos; pero Dios no se propone hacer la obra que ha encomendado a los
padres (Review and Herald, 13-9-1881).
EL CREADOR OS AYUDARÁ.
Madres, recordad que en vuestro trabajo el
Creador del universo os ayudará. En su
poder, y mediante su nombre, podéis conducir a vuestros hijos hasta que sean
vencedores. Enseñadles a volverse a Dios
en busca de ayuda. Decidles que él
escucha sus oraciones. Enseñadles a
vencer el mal con el bien. Enseñadles a
ejercer una influencia que es elevadora y ennoblecedora. Conducidlos para que se unan con Dios, y
luego tendrán poder para resistir las tentaciones más fuertes. Entonces 159 recibirán la recompensa del
vencedor.
(Id., 9-7-1901).
Vuestro compasivo Redentor os contempla con
amor y simpatía, y está listo para escuchar vuestras oraciones y concederos la
ayuda que necesitáis para la obra de vuestra vida. El amor, el gozo, la paz, la paciencia, la
suavidad, la fe y la caridad son los elementos que constituyen el carácter
cristiano. Estas preciosas gracias son
los frutos del Espíritu. Son la corona y
el escudo del cristiano
(Pacific Health Journal, septiembre de 1890).
UNA PALABRA DE ÁNIMO PARA LOS QUE HAN ERRADO.
Los que han estado enseñando erróneamente a
sus hijos, no necesitan desesperarse; conviértanse a Dios y busquen el
verdadero espíritu de obediencia, y serán capacitados para realizar reformas
cabales. Al conformar vuestras propias
costumbres a los principios salvadores de la santa ley de Dios, ejerceréis una
influencia sobre vuestros hijos.
(Signs of the Times, 17-9-1894).
ALGUNOS HIJOS REHUSARÁN OBEDECER
EL CONSEJO DE
LOS PADRES.
Los padres deben hacer todo lo posible por dar
a sus hijos todo privilegio e instrucción, posibles, a fin de que entreguen su
corazón a Dios.
Sin embargo por su
conducta impía, los hijos pueden rehusar andar en la luz y perjudicar a sus
padres que los aman, y cuyo corazón anhela su salvación.
Es Satanás quien tienta a los hijos a seguir
una conducta pecaminosa y desobediente. . . . Si rehúsan andar en la luz, si
rehúsan someter su voluntad y, su camino a Dios, y persisten en seguir una
conducta pecaminosa por su impenitencia, la luz y los privilegios que han
tenido, se levantarán para juzgarlos, porque no anduvieron en la luz, y no
supieron a dónde iban. Satanás los está
guiando, y el mundo advierte su proceder. La gente dirá: "¡Miren a esos
niños! Sus padres son muy religiosos, 160 pero ellos son peores que mis hijos,
y yo no profeso ser cristiano". En
esta forma, los niños que reciben una buena instrucción y que no prestan
atención, arrojan un baldón sobre sus padres, los deshonran y los avergüenzan
ante un mundo impío. También arrojan un
baldón sobre la religión de Jesucristo a causa de su conducta impía (Youth's
Instructor, 10-8-1893).
PADRES, ÉSTA ES VUESTRA OBRA.
Padres, vuestra obra consiste en desarrollar
la paciencia, la constancia y el amor genuino en vuestros hijos. Al tratar correctamente con los hijos que
Dios os ha dado, los ayudáis a colocar el fundamento para tener caracteres
puros y equilibrados. Estáis poniendo en
su mente principios que un día seguirán en sus propias familias. El efecto de vuestros esfuerzos bien
dirigidos se verá cuando ellos gobiernen a sus familias conforme a las
ordenanzas del Señor.
(Review and Herald. 6-6-1899). 161
CAPÍTULO 34. FORMAS EN LAS QUE SE
ARRUINA EL CARÁCTER.
LOS PADRES PUEDEN SEMBRAR LA SEMILLA DE LA RUINA.
Los padres que siguen una conducta errónea
enseñan a sus hijos lecciones que les resultarán dañosas, y también siembran
espinas para sus propios pies . . . En gran medida los padres tienen en sus
propias manos la felicidad futura de sus hijos.
A ellos les incumbe la obra importante de formar el carácter de estos
hijos. Las instrucciones que les dieron
en la niñez los seguirán durante toda la vida.
Los padres siembran la semilla que brotará y dará fruto para bien o
mal. Pueden hacer a sus hijos idóneos
para la felicidad o para la desgracia.
(Joyas de los Testimonios, torno 1, págs.
142, 143).
POR LA INDULGENCIA O LA AUTORIDAD FÉRREA.
A menudo se accede a los caprichos de los
niños desde que son pequeñitos, y así se fijan hábitos inconvenientes. Los padres han estado torciendo el
vástago. Por la dirección que le den a
la educación, el carácter se desarrollará deforme, o simétrico y bello. Pero al paso que muchos yerran en lo que respecta
a la indulgencia, otros se van al extremo opuesto y gobiernan a sus hijos con
vara de hierro. Ninguno de éstos sigue
las directivas de la Biblia, sino que están haciendo una terrible obra. Están moldeando las mentes de sus niños y
deben rendir cuenta en el día de Dios por la forma en que lo han hecho. La eternidad revelará los resultados de la
obra realizada en esta vida.
(Testimonies, tomo 4, págs. 368, 369).
POR EL FRACASO EN EDUCAR PARA DIOS.
Los padres descuidan una solemne obligación
cuando fallan en educar a sus hijos para que guarden el camino del 162 Señor y
hagan lo que él ha ordenado (Manuscrito 12, 1898).
Se ha dejado que algunos [niños] obren a su
antojo; otros han sido tomados en falta y desanimados. Pero se les ha manifestado poca afabilidad,
poca jovialidad y pocas palabras de aprobación
(Manuscrito 34, 1893).
¡Oh, si las madres tan sólo obraran con
sabiduría, con serenidad y determinación, para educar y subyugar los caracteres
carnales de sus hijos, cuántos pecados no serían cortados en flor, y qué cúmulo
de aflicciones no se ahorraría la iglesia! . . . Muchas almas se perderán para
siempre debido a la negligencia de los padres para disciplinar correctamente a
sus hijos y enseñarles sumisión a la autoridad en su juventud. El pasar por alto las faltas y suavizar los
estallidos de violencia no está poniendo el hacha a la raíz del mal, sino que
evidencia la ruina de miles de almas. ¡Oh, cómo responderán los padres a Dios
por su horrenda negligencia hacia su deber!
(Testimonies, tomo 4, págs. 92,
93).
POR LA NEGLIGENCIA QUE JUGUETEA CON EL PECADO.
Los niños necesitan cuidado vigilante y
orientación como nunca antes, porque Satanás está esforzándose por obtener el
control de sus mentes y corazones y arrojar fuera el Espíritu de Dios. El horrendo estado de la juventud de este
tiempo constituye una de las señales más poderosas de que estamos viviendo en
los últimos días, pero la ruina de muchos puede ser rastreada directamente
hasta la equivocada conducción de sus padres.
El espíritu de murmuración contra el reproche ha estado echando raíces y
está dando sus frutos de insubordinación.
Al paso que los padres no están conformes con el carácter que sus hijos
están desarrollando, no atinan a ver los errores que cometen ellos en lo que
hacen. . . . 163
Dios condena la negligencia que coquetea con
la transgresión y el pecado, y la insensibilidad tardía para detectar su
maligna presencia en las familias de los profesos cristianos (Id., págs. 199,
200).
POR LA FALTA DE SUJECIÓN.
A causa de que [los padres] no restringen y
orientan debidamente a sus hijos, miles están desarrollando caracteres
deformes, con una moral relajada y con poca preparación en los deberes
prácticos de la vida. Se les permite que
obren a su arbitrio con sus impulsos, su tiempo y sus facultades mentales. La pérdida que esos talentos descuidados
significa para la causa de Dios está a la puerta de los padres y madres; y,
¿qué excusa presentarán al Señor cuyos mayordomos son y a quienes se les ha
confiado el sagrado deber de preparar las almas a su cargo para desarrollar
todas sus facultades para la gloria de su Creador?
(Id., tomo 5, pág. 326).
Los padres pensaron que amaban a sus hijos,
pero han demostrado por sí mismos que son sus peores enemigos. Han permitido que el mal cundiera sin
restricciones. Han permitido que sus
hijos acaricien el pecado, que es como acariciar y mimar a una serpiente, que
no sólo pica a la víctima que la acaricia, sino a todos los que se relacionan
con ella (Fundamentals of Christian Education, págs. 52, 53).
POR PASAR POR ALTO ERRORES CLAMOROSOS.
En vez de unirse con los que llevan las cargas
para elevar las normas de moral y trabajar de corazón y alma en el temor de
Dios para corregir los defectos de sus hijos, muchos padres acallan su propia
conciencia diciendo: "Mis hijos no son peores que otros". Tratan de ocultar los errores clamorosos que
Dios odia para que sus hijos no se ofendan y no emprendan algún curso de acción
desesperado. Si el espíritu de rebelión
está en su corazón, es mucho mejor 164
dominarlo ahora que permitir que aumente y se
fortalezca por la complacencia. Si los
padres cumplieran con su deber, veríamos un diferente estado de cosas. Muchos de esos padres han apostatado de
Dios. No tienen sabiduría de lo alto
para percibir los engaños de Satanás y resistir sus trampas (Testimonies, tomo
4, págs. 650, 651).
POR MIMAR Y COMPLACER A LOS HIJOS.
Con frecuencia los padres miman y complacen a
sus hijos menores porque parece más fácil manejarlos en esa forma. Es más suave permitir que hagan lo que les
plazca antes que reprimir las inclinaciones levantiscas que surgen muy
fuertemente en su pecho. Sin embargo,
este proceder es cobardía. Es algo impío
eludir así la responsabilidad, pues vendrá el tiempo cuando esos niños cuyas
inclinaciones no dominadas se han fortalecido hasta llegar a ser vicios
absolutos, traerán reproche y desgracia sobre sí mismos y sobre sus
familias. Entran en las ocupaciones de
la vida sin estar preparados para sus tentaciones. No son lo suficientemente fuertes para
soportar perplejidades y pruebas; apasionados, despóticos, indisciplinados,
tratan de que otros se dobleguen a su voluntad, y al fracasar en esto, se
consideran a sí mismos maltratados por el mundo y se vuelven contra él (Id.,
pág. 201).
POR SEMBRAR SEMILLAS DE VANIDAD.
Doquiera vayamos, veremos a niños complacidos,
mimados y alabados sin discreción. Esto
tiende a hacerlos vanos, osados y presumidos.
Las semillas de vanidad son sembradas fácilmente en el corazón humano
por padres y tutores poco juiciosos, que alaban y consienten a los jóvenes que
están bajo su cuidado sin pensar en el futuro.
El capricho y el orgullo son males que convirtieron a los ángeles en
demonios y les cerraron las puertas del cielo.
Y, sin embargo, inconscientemente hay padres que sistemáticamente 165
preparan a sus hijos para que sean agentes de Satanás.
(Pacific Health Journal,
enero de 1890).
POR HACERSE ESCLAVOS DE LOS ADOLESCENTES.
Cuántos padres agotados por el trabajo y
sobrecargados se han convertido en esclavos de sus hijos mientras que, en
armonía con su educación y preparación, los hijos viven para complacerse,
divertirse y glorificarse a sí mismos.
Los padres siembran la semilla en el corazón de sus hijos, y ésta dará
una cosecha que no se atreven a recoger.
Con esta preparación, a la edad de diez, doce o dieciséis años, los
hijos piensan que son muy sabios, se imaginan que son prodigios, y se
consideran a sí mismos como demasiado conocedores para estar sometidos a sus
padres y demasiado encumbrados para doblegarse a los deberes de la vida de
todos los días. El amor al placer rige
su mente y el egoísmo, el orgullo y la rebelión producen amargos resultados en
su vida. Aceptan las insinuaciones de
Satanás y cultivan una ambición malsana para impresionar en el mundo (Youth's
Instructor, 20-7-1893).
POR UN AMOR Y SIMPATÍA DESCARRIADOS.
Los padres pueden prodigar su afecto a sus
hijos a expensas de la obediencia a la santa ley de Dios. Guiados por ese afecto, desobedecen a Dios
permitiendo que sus hijos pongan en práctica impulsos equivocados y retienen la
instrucción y disciplina que Dios les ha ordenado darles. Cuando los padres desobedecen así las órdenes
de Dios, ponen en peligro su propia alma y las de sus hijos.
(Review and Herald,
6-4-1897).
La debilidad para demandar obediencia y el
falso amor y simpatía, el falso concepto de que es sabio consentir y no
reprimir, constituyen un sistema de educación que aflige a los ángeles, pero
deleita a Satanás porque atrae a centenares y millares de niños a sus filas. Por eso él ciega los ojos de los padres,
nubla sus facultades y confunde su mente.
Ven 166 que sus hijos e hijas no son agradables, simpáticos, obedientes
ni cuidadosos; sin embargo [a pesar de esa complacencia paternal], los hijos
crecen en el hogar, para envenenar su vida, [de los padres] llenar su corazón
de aflicción, y se añaden al número que Satanás usa para atraer almas a la
destrucción (Testimonies. tomo 5, pág. 324).
POR NO
REQUERIR OBEDIENCIA.
Si hay hijos ingratos que son alimentados y
vestidos y se les permite continuar sin ser corregidos, se hacen más osados
para proseguir en el camino del mal. Y
puesto que sus padres o tutores los miman así y no demandan obediencia, son
participantes con ellos en sus hechos impíos.
Tales hijos bien podrían estar con los perversos, cuyo inicuo proceder
eligen seguir, en vez de quedar en hogares cristianos para envenenar a
otros. En este siglo de impiedad, cada
cristiano debiera mantenerse firme en la condenación de las malas y satánicas
acciones de los hijos extraviados. Los
jóvenes malos no deben ser tratados como si fuesen bondadosos y obedientes,
sino como disturbadores de la paz y corruptores de sus compañeros (Manuscrito
119, 1901).
POR PERMITIR QUE LOS HIJOS SIGAN SU PROPIA
VOLUNTAD.
La influencia que prevalece en la sociedad
favorece el dejarles seguir [a los jóvenes] la inclinación natural de sus
propias mentes
(Mensajes para los Jóvenes, pág. 372).
Piensan [los padres] que satisfaciendo los
deseos de sus hijos y dejándoles seguir sus inclinaciones, obtendrán su amor.
¡Qué error! Los niños así consentidos se
crían sin ver restringidos sus deseos, sin saber dominar sus disposiciones y se
vuelven egoístas, exigentes e intolerantes; serán una maldición para sí mismos
y para cuantos los rodeen. (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 143). 167
POR TOLERAR ACTITUDES EQUIVOCADAS.
Las lecciones de la niñez, buenas o malas, no
se aprenden en vano. El carácter se
desarrolla en la juventud para bien o para mal.
En el hogar pueden existir lisonjas y falsa alabanza; en el mundo cada
uno se sostiene por sus propios méritos.
Los mimados, ante quienes se ha doblegado toda autoridad en el hogar,
están allí sometidos diariamente a mortificaciones al verse obligados a
someterse a otros. Aun muchos entonces
aprenden cuál es su verdadero lugar mediante esas lecciones prácticas de la
vida, Mediante reproches, chascos y el lenguaje claro de sus superiores, con
frecuencia encuentran su verdadero nivel y al ser humillados comprenden y
aceptan su lugar debido. Pero ésta es una
prueba severa e innecesaria y podría haber sido evitada con la debida educación
en su juventud.
La mayoría de esos indisciplinados va por la
vida a contrapelo con el mundo, fracasando donde deberían haber tenido
éxito. Crecen sintiendo que el mundo les
tiene envidia porque no los alaba ni los acaricia, y ellos se vengan teniendo
inquina al mundo y despreciándolo. Las circunstancias a veces los obligan a
simular una humildad que no sienten, pero esto no les da una gracia natural y
su verdadero carácter se manifestará más tarde o más temprano...
¿Por qué educarán los padres a sus hijos de
tal manera que estén en guerra con aquellos con quienes se relacionan?
(Testimonies, tomo 4, págs. 201, 202).
POR EDUCARLOS COMO DEMASIADO ADICTOS A LAS
NORMAS SOCIALES.
Los hijos no han de ser educados para
pertenecer exclusivamente a la sociedad.
No han de ser sacrificados a Moloc, sino que deben llegar a ser miembros
de la familia del Señor. Los padres
deben estar henchidos de la compasión de Cristo para que puedan trabajar por la
salvación de las 168 almas que están bajo su influencia. No deben permitir que su mente esté
enfrascada en las modas y prácticas del mundo.
No han de educar a sus hijos para que asistan a fiestas, conciertos y
bailes, que propicien y asistan a festejos, porque éstos son los usos de las
gentes.
(Review and Herald, 13-3-1894).
POR PERMITIR LA BÚSQUEDA EGOÍSTA DE LA
FELICIDAD.
Hay muchos jóvenes que podrían haber sido una
bendición para la sociedad y un honor para la causa de Dios, si hubiesen
comenzado en la vida con ideas correctas en cuanto a lo que constituye el
éxito. Pero en vez de estar dominados
por la razón y los principios, fueron educados para entregarse a inclinaciones
descarriadas y procuraron únicamente complacerse a sí mismos mediante placeres
egoístas, pensando obtener así la felicidad.
Pero no lograron su propósito, pues buscar la felicidad en el sendero
del egoísmo no traerá sino desgracia.
Son inútiles en la sociedad, inútiles en la causa de Dios. Sus perspectivas tanto para este mundo como
para el venidero son sumamente desanimadoras, pues por el amor egoísta del
placer pierden tanto este mundo como el venidero (Youth's Instructor,
20-7-1893).
POR FALTA DE PIEDAD EN EL HOGAR.
En los hogares profesamente cristianos, donde
los padres y madres debieran ser estudiantes diligentes de las Escrituras, a
fin de que pudieran conocer cada especificación y restricción de la Palabra de
Dios, hay un descuido manifiesto de seguir la instrucción de la Palabra y de
criar a los hijos en la educación y admonición del Señor. Algunos padres profesamente cristianos no
practican la piedad en el hogar. ¿Cómo pueden representar el carácter de Cristo
en la vida del hogar los padres y madres que se conforman con alcanzar una
norma baja y barata? El sello del Dios
viviente únicamente será colocado en los que manifiestan 169 semejanza con el
carácter de Cristo.
(Review and Herald, 21-5-1895).
SI LOS PADRES FUERAN OBEDIENTES A DIOS.
El Señor no justificará el mal gobierno de los
padres. Hoy día centenares de hijos
hinchen las filas del enemigo, viviendo y obrando apartados de los propósitos
de Dios. Son desobedientes, ingratos, no
son santos; pero el pecado yace a la puerta de sus padres. Padres cristianos, millares de hijos perecen
en sus pecados debido al fracaso de sus padres en el sabio manejo del
hogar. Si los padres fueran obedientes
al Jefe invisible de los ejércitos de Israel, cuya gloria estuvo oculta en la
columna de nube, la desgraciada condición que ahora existe en tantas familias no
se vería.
(Id., 6-6-1899). 170
CAPÍTULO 35. CÓMO PUEDEN LOS PADRES EDIFICAR CARACTERES
FIRMES.
*CONSÁGRESELE EL MEJOR TIEMPO Y PENSAMIENTO.
Los padres reciben al hijo como a un ser
desvalido; no sabe nada y ha de enseñársele que ame a Dios, ha de ser criado en
la instrucción y admonición del Señor. Ha de ser conformado de acuerdo con el modelo divino. Cuando los padres vean la importancia de la
obra de educar a sus hijos, cuando vean que implica intereses eternos, sentirán
que deben dedicar su mejor tiempo y pensamiento a esta obra.
(Signs of the
Times, 16-3-1891).
ENTIÉNDANSE LOS PRINCIPIOS IMPLICADOS.
Las lecciones aprendidas, los hábitos
adquiridos durante los años de la infancia y de la niñez, influyen en la
formación del carácter y la dirección de la vida mucho más que todas las
instrucciones y que toda la educación de los años subsiguientes. Los padres deben considerar esto. Deben comprender los principios que
constituyen la base del cuidado y de la educación de los hijos. Deben ser capaces de criarlos con buena salud
física, mental y moral.
(El Ministerio de Curación, pág. 294).
REHUID LA SUPERFICIALIDAD.
Vivimos en un siglo cuando casi todo es
superficial. No hay sino poca
estabilidad y firmeza de carácter debido a que la instrucción y educación de
los niños es superficial desde la cuna.
Su carácter se construye sobre arena escurridiza. La abnegación y el dominio propio no han
modelado sus caracteres. Han sido
engreídos y complacidos hasta que se los echó a perder para la vida
práctica.
El amor del placer rige su
mente y los hijos son lisonjeados y se los complace para su ruina (Health
Reformer, diciembre de 1872). 171
FORTALÉZCANSE A LOS HIJOS
POR MEDIO DE LA
ORACIÓN Y LA FE.
Habéis traído hijos al mundo sin que ellos
tuvieran participación en el hecho de existir.
Os habéis hecho responsables en gran medida de su felicidad futura, su
bienestar eterno. La responsabilidad
descansa sobre vosotros, ya sea que lo comprendáis o no, de preparar a esos
hijos para Dios: de velar con celoso cuidado la primera aproximación del astuto
enemigo y estar preparados para levantar una norma contra él. Edificad una fortaleza de oración y fe en
torno de vuestros hijos y ejerced en ella diligente vigilancia. No estáis seguros un momento contra los
ataques de Satanás. No tenéis tiempo
para descansar de la labor vigilante y ferviente. No debéis dormir un momento en vuestro
puesto. Esta es una contienda
importantísima. Están implicadas
consecuencias eternas. Se trata de vida
o muerte para vosotros y vuestra familia
(Testimonies, tomo 2, págs. 397, 398).
TOMAD UNA ACTITUD FIRME Y DECIDIDA.
Los padres confían generalmente demasiado en
sus hijos; y sucede con frecuencia que, cuando los padres confían en ellos,
estos hijos están sumidos en iniquidad oculta.
Padres, velad sobre vuestros hijos con cuidado celoso. Exhortadlos, reprendedlos, aconsejadlos
cuando os levantáis y cuando os sentáis; cuando salís y cuando entráis;
"mandamiento tras mandamiento,. . . línea sobre línea, un poquito allí,
otro poquito allá" (Isa. 28: 10).
Subyugad a vuestros hijos cuando son jóvenes. Muchos padres descuidan esto
lamentablemente. No asumen una actitud
tan firme y decidida como debieran asumirla con respecto a sus hijos (Joyas de
los Testimonios, tomo 1, pág. 49).
SEMBRAD PACIENTEMENTE LA PRECIOSA SEMILLA.
"Todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará". Padres, vuestra
obra es ganar la confianza de vuestros 172 hijos y sembrar con amor la preciosa
semilla. Haced vuestra obra con
contentamiento, sin quejaros nunca de las penalidades, del cuidado y del
esfuerzo. Si mediante esfuerzos
pacientes, bondadosos y semejantes a los de Cristo podéis presentar un alma
perfecta en Cristo Jesús, vuestra vida no habrá sido en vano. Mantened vuestra propia alma llena de
esperanza y paciencia. No se vea el
desánimo en vuestros rasgos o actitud.
Tenéis en vuestras manos la formación de un ser que, mediante la ayuda
de Dios, podrá trabajar en la viña del Maestro y ganará muchas almas para
Jesús. Animad siempre a vuestros hijos a
que alcancen una elevada norma en todos sus hábitos y tendencias. Sed pacientes con sus imperfecciones, así
como Dios es paciente con vosotros en vuestras imperfecciones, soportándoos,
velando sobre vosotros, para que podáis dar fruto para su gloria. Animad a vuestros hijos a fin de que se
esfuercen en añadir a sus logros las virtudes que les faltan (Manuscrito 136,
1898).
ENSEÑAD SUMISIÓN A LA LEY.
Padres y madres, sed razonables. Enseñad a vuestros hijos que deben estar
subordinados a la ley (Manuscrito 49, 1901).
No significa misericordia ni bondad el
permitir que un niño haga lo que quiera, el someterse a su capricho y descuidar
la corrección argumentando que lo amáis demasiado para castigarlo. ¿Qué clase
de amor es el que permite que vuestro hijo desarrolle rasgos de carácter que lo
harán sufrir a él y a otros? ¡Perezca tal amor!
El verdadero amor velará por el bien presente y eterno del alma
(Review
and Herald, 16-7-1895).
¿Qué derecho tienen los padres de traer hijos
al mundo para descuidarlos y dejar que crezcan sin cultura y preparación
cristiana?
Los padres debieran ser
responsables. Enseñadles dominio propio;
enseñadles 173 que han de ser dirigidos y no están para dirigir (Manuscrito 9,
1893).
COORDINAD LO FÍSICO, MENTAL Y ESPIRITUAL.
Las facultades físicas, mentales y
espirituales debieran desarrollarse de modo que formen un carácter debidamente
equilibrado.
Los hijos debieran ser
vigilados, custodiados y disciplinados a fin de lograr esto con todo éxito.
(Testimonies, tomo 4, págs. 197, 198).
La constitución física de Jesús, tanto como su
desarrollo espiritual se presentan delante de nosotros con estas palabras
"El niño crecía" y "crecía. . . en estatura". Durante la niñez y la juventud debiera
prestarse atención al desarrollo físico.
Los padres debieran educar a sus hijos de tal forma en buenos hábitos de
comida y bebida, de vestido y ejercicio, que pueda establecerse un sólido
fundamento para la buena salud en los años venideros. El organismo debiera cuidarse de un modo
especial a fin de que no se empequeñezcan las facultades físicas, sino que se
desarrollen plenamente. Esto coloca a
los niños y jóvenes en una posición favorable, de modo que, a semejanza de
Cristo y con la debida educación religiosa, puedan crecer fuertes en espíritu.
(Youth's Instructor, 27-7-1893).
LA SALUD SE RELACIONA CON EL INTELECTO Y LA
MORAL.
A fin de despertar la sensibilidad moral de
vuestros hijos a las demandas que Dios les hace, debéis imprimir en su mente y
corazón la forma de obedecer las leyes de Dios en la estructura física de
ellos; pues la salud tiene mucho que ver con su intelecto y su moral. Si gozan de salud y pureza de corazón, están
mejor preparados para vivir y ser una bendición para el mundo. Equilibrar su mente en la dirección adecuada
y en el momento adecuado es una obra importantísima, pues muchísimo depende de
una decisión hecha en el momento crítico. 174
Cuán importante es pues que la mente de los
Padres esté libre en todo lo posible de la perplejidad y el cuidado anheloso de
cosas innecesarias, para que puedan pensar y actuar con consideración
tranquila, sabiduría y amor, haciendo de la salud física y moral de sus hijos
el primero y más elevado objetivo. (Health Reformer, diciembre de 1872).
Los padres se preguntan por qué sus hijos son
mucho más difíciles de encauzar de lo que ellos fueron, cuando en la mayoría de
los casos su propia dirección criminal los ha hecho así. La clase de alimento que ponen sobre la mesa
y que instan a sus hijos a que coman, continuamente está excitando sus pasiones
animales y debilitando las facultades morales e intelectuales.
(Pacific Health
Journal, octubre de 1897).
EL ALIMENTO PURO ES ESENCIAL PARA LA MENTE.
Educad las facultades y gustos de vuestros
seres amados; procurad que su mente esté ocupada de antemano de modo que no
haya lugar para pensamientos o complacencias de carácter bajo y
degradante. La gracia de Cristo es el
único antídoto o preventivo del mal. Si
lo queréis, podéis elegir que la mente de vuestros hijos esté ocupada con
pensamientos puros y límpidos o con los males que existen por doquiera: orgullo
y olvido de su Redentor. La mente, a
semejanza del cuerpo, necesita de alimento puro a fin de disfrutar de salud y
fortaleza. Dad a vuestros hijos algo
para pensar que esté fuera de ellos y por encima de ellos. La mente que vive en una atmósfera pura y
santa no llegará a ser trivial, frívola, vana y egoísta (Carta 27, 1890).
Vivimos en un tiempo cuando todo lo que es
falso y superficial se exalta por encima de lo real, lo natural y lo
duradero. La mente debe estar exenta de
todo lo que la lleve en una dirección equivocada. No debiera ser sobrecargada
con relatos baladíes 175 que no añaden fortaleza a las facultades
mentales. Los pensamientos serán del
mismo carácter del alimento que se proporciona a la mente (Testimonies, tomo 5,
pág. 544).
NO ES SUFICIENTE UN INTELECTO BRILLANTE.
Quizá os complazca el intelecto brillante de
vuestro hijo, pero a menos que esté dominado por un corazón santificado, obrará
en dirección opuesta a Dios. Solamente
la comprensión cabal de las demandas de Dios sobre nosotros nos puede dar la
debida estabilidad de carácter, agudeza mental y profundidad de entendimiento
esenciales para el éxito, tanto en este mundo como en el venidero.
(Review and
Herald, 23-4-1889).
TENED PROPÓSITOS ELEVADOS EN EL DESARROLLO DEL
CARÁCTER.
Si enseñamos a nuestros hijos que sean
laboriosos, se habrá vencido la mitad del peligro, pues la ociosidad acarrea
toda suerte de tentaciones al pecado.
Eduquemos a nuestros hijos para que sean sencillos en sus maneras sin
ser osados, que sean benévolos y abnegados sin ser derrochadores, que sean
económicos sin convertirse en avaros. Y
por encima de todo, enseñémosles las demandas que Dios tiene sobre ellos, que
es su deber practicar la religión en todo aspecto de la vida, que debieran amar
a Dios por sobre todas las cosas, y amar a sus prójimos sin descuidar las
pequeñas cortesías de la vida que son esenciales para la felicidad (Pacific
Health Journal, mayo de 1890).
ORAD EN PROCURA DE SABIDURÍA CELESTIAL.
Los padres debieran reflexionar y orar
fervientemente a Dios en procura de sabiduría y ayuda divinas para educar
debidamente a sus hijos a fin de que desarrollen caracteres que aprobará
Dios. No debieran preocuparse por la
forma de educar a sus hijos para que sean alabados y honrados por el mundo,
sino por la forma en que puedan educarlos para formar 176 caracteres bellos que
Dios pueda aprobar.
Se necesitan mucha
oración y mucho estudio en procura de sabiduría celestial para conocer cómo
tratar con las mentes juveniles, pues muchísimo depende de la dirección que los
padres den a la mente y a la voluntad de sus hijos.
(Health Reformer, diciembre
de 1872).
DEBE IMPARTIRSE DIRECCIÓN MORAL Y ESPIRITUAL.
Los padres deben ser impresionados con su
obligación de dar al mundo hijos que tengan caracteres bien desarrollados;
hijos que tengan poder moral para resistir a la tentación y cuya vida sea un
honor para Dios y una bendición para sus prójimos. Los que entren en la vida activa con
principios firmes, estarán preparados para mantenerse límpidos en medio de la
corrupción moral de este siglo corrupto.
(Christian Temperance and Bible
Hygiene, pág. 75).
ENSEÑAD A LOS NIÑOS QUE ELIJAN POR SÍ MISMOS.
Enséñese a los jóvenes y niños a escoger para
sí la vestidura real tejida en el telar del cielo, el "lino fino blanco. .
. . y puro" (Apoc. 19: 8) que usarán todos los santos de la tierra. Se ofrece gratuitamente a todo ser humano
esta vestidura, el carácter inmaculado de Cristo. Pero todos los que la reciban la han de recibir
y usar aquí.
Enséñese a los niños que, al abrir su mente a
los pensamientos de pureza y amor, y ejecutar acciones útiles y amables, se
visten con la hermosa vestidura del carácter de Cristo. Este traje los hará hermosos y amados aquí, y
más adelante será su título de admisión al palacio del Rey (La Educación, pág.
243). 177
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