miércoles, agosto 22, 2018

CONDUCCIÓN DEL NIÑO (EGW). SECCIÓN XIII. IMPORTANCIA FUNDAMENTAL DEL DESARROLLO FÍSICO.


CAPITULO 57. EJERCICIO Y SALUD*
TRABAJO Y DISTRACCIÓN BIEN EQUILIBRADOS.
A fin de que los niños y los jóvenes tengan salud, alegría, vivacidad y músculos y cerebros bien desarrollados, deben estar mucho al aire libre, tener trabajo y recreación bien regulados.
 (Consejos para los Maestros, pág. 66).

Los niños deben ocupar bien su tiempo.  La debida labor mental y el ejercicio físico al aire libre no quebrantarán el organismo de vuestros muchachos.  El trabajo útil y el conocimiento de los secretos del trabajo doméstico serán de beneficio para vuestras niñas y alguna ocupación al aire libre es positivamente necesaria para su organismo y salud (Testimonies, tomo 4, pág. 97).

EJERCICIO Y AIRE FRESCO.
Los que no empleen sus miembros cada día, se encontrarán débiles cuando traten de ejercitarlos.  Las venas y músculos no están en condiciones para efectuar su trabajo y mantener en acción saludable a toda la maquinaria viviente, realizando su parte cada órgano del cuerpo.  Los miembros se fortalecerán con el uso.  
El ejercicio moderado diario fortalecerá los músculos, los cuales sin ejercicio se vuelven blandos y débiles.  Mediante el ejercicio activo diario, el hígado, los riñones y los 318 pulmones también se fortalecerán para realizar su función.
Buscad la ayuda del poder de la voluntad, que resistirá al frío y dará energía al sistema nervioso.  Después de un corto tiempo, os daréis cuenta del beneficio del ejercicio y del aire puro hasta el punto de que no viviríais sin esas bendiciones.  Vuestros pulmones, desprovistos de aire, serán como una persona hambrienta desprovista de alimento.  Ciertamente, podemos vivir más tiempo sin comida que sin aire, que es el alimento que Dios ha provisto para los pulmones.
 (Id., tomo 2, pág. 533).

LOS ESTUDIANTES ESPECIALMENTE NECESITAN ACTIVIDAD FÍSICA.
La inactividad debilita el organismo.  Dios creó a los hombres y mujeres para ser activos y útiles.  Nada puede aumentar la fortaleza de los jóvenes como el ejercicio adecuado de todos los músculos en la labor útil (Signs of the Times, 19-8-1875).

TODAS LAS FACULTADES SE FORTALECEN CON EL EJERCICIO.
Los niños y los jóvenes a quienes se los mantiene en la escuela, atados a los libros, no pueden tener sana constitución física.  El ejercicio del cerebro en el estudio sin el correspondiente ejercicio físico, tiende a atraer la sangre al cerebro y desequilibra su circulación a través del organismo.  El cerebro tiene demasiada sangre y ésta falta en las extremidades.  Debe haber reglas para regir y limitar los estudios de los niños y los jóvenes a ciertas horas, y luego una parte de su tiempo tiene que dedicarse a la labor física.  Si sus hábitos de comer, vestir y dormir están de acuerdo con la ley natural, pueden educarse sin sacrificar la salud física y mental (Consejos para los Maestros, págs. 66, 67).

Enséñese a los niños, desde sus más tiernos años, a llevar las más pequeñas responsabilidades de la vida y se fortalecerán mediante el ejercicio las facultades así empleadas.  Así los jóvenes pueden convertirse 319 en colaboradores eficientes en la obra mayor a la que el Señor los llamará después. . . .
Pocos han sido educados en hábitos de laboriosidad, previsión y esmero.  La indolencia, la inacción, son la mayor maldición de los hijos de este siglo.  El trabajo saludable y útil será una gran bendición para promover la formación de buenos hábitos y de un carácter noble.
 (Review and Herald, 30-8-1881).

HÁGANSE PLANES PARA QUE HAYA UN TRABAJO VARIADO Y ALTERNADO.
Deben emplearse las activas mentes y manos de los jóvenes, y si no se las dirige en tareas qué son útiles, que las desarrollarán y bendecirán a otros, encontrarán ocupación en lo que las dañe tanto en el cuerpo como en el alma.
Los jóvenes debieran compartir alegremente las cargas de la vida con sus padres, y al hacerlo así preservar una clara conciencia, que es positivamente necesaria para la salud física y moral.  Al hacer esto, debe evitarse que se sobrecarguen en un mismo tipo de tarea durante un tiempo prolongado.  Si se mantiene a los jóvenes ocupados con una sola clase de labor, hasta que la tarea se les haga tediosa, alcanzarán menos de lo que podrían hacer si hay un cambio en el trabajo o momentos de descanso.  Si se usa la mente con demasiado empeño, dejará de ser fuerte y se degenerará.  Mediante un cambio en el trabajo, se preservarán la salud y el vigor.  No habrá necesidad de desplazar lo útil con lo inútil, pues las diversiones egoístas son peligrosas para la moral (Youth's Instructor, 27-7-1893).

EL CANSANCIO ES UN RESULTADO NORMAL DEL TRABAJO.
Madres, no hay nada que produzca tantos males como el retirar las cargas de vuestras hijas sin darles nada especial que hacer, y permitirles que elijan su propia ocupación, quizá un poco de tejido o de costura.  Ejerciten los miembros y los músculos.  Si se cansan, ¿qué significa eso? No os cansáis vosotras con vuestro 320 trabajo? ¿Se perjudicarán vuestras hijas con el cansancio, a menos que sea exagerado, más de lo que os perjudicáis vosotras?  No, ciertamente.
Seguramente se cansarán, pero cuán agradable es el descanso después de un adecuado período de labor.  El sueño, el dulce restaurador de la naturaleza, revigorizará el cuerpo cansado y lo preparará para los deberes del día siguiente (Signs of the Times, 10-4-1884).

POR QUÉ LA POBREZA ES CON FRECUENCIA UNA BENDICIÓN.
Algunos piensan que las riquezas y la ociosidad son ciertamente bendiciones; pero los que están siempre ocupados y realizan alegremente sus tareas diarias, son los más felices y disfrutan de mejor salud. . . . La sentencia de que el hombre debe trabajar para ganar su pan cotidiano y la promesa de felicidad y gloria futura provinieron ambas del mismo trono y ambas son bendiciones 
(Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 97).

En muchos casos, la pobreza es una bendición, pues impide que los jóvenes y los niños se arruinen por la inactividad.  Debieran cultivarse y desarrollarse adecuadamente las facultades físicas y mentales.  El primero y constante cuidado de los padres debiera ser velar para que sus hijos tengan organismos firmes, que sean hombres y mujeres sanos.  Es imposible alcanzar este propósito sin el ejercicio físico.
Debiera enseñarse a los niños a que trabajen por su propio bien moral y salud física, aunque no hiciera falta.  Si se desea que desarrollen caracteres puros y virtuosos, deben pasar por la disciplina del trabajo bien regulado, que les hará ejercitar todos los músculos. La satisfacción de que disfrutarán los niños al ser útiles y al practicar la abnegación para ayudar a otros, será el placer más saludable de que puedan disfrutar (Testimonies. tomo 3, pág. 151). 321

LAS ACTIVIDADES MENTALES Y FÍSICAS SON EQUIVALENTES.
No se debiera permitir que los estudiantes sigan tantos estudios hasta el punto de que no tengan tiempo para el ejercicio físico.  No se puede conservar la salud a menos de que se dedique una parte de cada día al ejercicio muscular al aire libre.  Debieran dedicarse horas previamente señaladas para un trabajo manual de alguna clase, algo que ponga en actividad todo el organismo.  Empléense por igual las facultades mentales y físicas, y la mente del alumno será refrigerada.  Si está enfermo, con frecuencia el ejercicio físico le ayudará a recobrar la normalidad.  Cuando los estudiantes salen del colegio, debieran tener mejor salud y una mejor comprensión de las leyes de la vida que cuando entraron en él.  Debiera preservarse la salud tan sagradamente como el carácter (Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 82, 83),

LA ENERGÍA JUVENIL: CUÁN PRESTAMENTE SE DESPILFARRA.
La juventud que está en la frescura y el vigor de la vida se percata poco del valor de su abundante energía. ¡Con cuánta ligereza considera un tesoro más precioso que el oro, más esencial para el progreso que el saber, la alcurnia o las riquezas! ¡Con qué precipitación lo despilfarra! . . . En el estudio de la fisiología, debería enseñarse a los alumnos a ver el valor de la energía física y el modo en que puede ser conservada y desarrollada para contribuir en su mayor grado al éxito en la gran lucha de la vida (La Educación, págs. 191, 192).

NO DEBE REPRIMIRSE LA ACTIVIDAD, SINO DEBE GUIÁRSELA.
Nuestros hijos están como en la encrucijada de los caminos.  De todos lados las mundanas seducciones al interés propio y al exceso los hacen desviar de la senda que el Señor dejó trazada a sus rescatados.  De la elección que hagan depende el que sus vidas, sean bendición o maldición.  Rebosantes de energía, 322 deseosos de poner a prueba sus capacidades, necesitan dar salida a su exuberancia de vida.  Activos serán para el bien o para el mal.
La Palabra de Dios no reprime la actividad, sino que la guía y encauza.  Dios no le manda al joven que tenga escasas aspiraciones.  Los elementos que constituyen un carácter afortunado y considerado entre los hombres, es decir, el deseo irresistible de hacer algo grande y hermoso, la voluntad indomable, la aplicación tenaz, la perseverancia incansable, no tienen por qué ser desalentados.  Mediante la gracia de Dios han de ser dirigidos para la consecución de fines tan elevados por encima del egoísmo y de los intereses mundanos, como lo son los cielos por sobre la tierra (El Ministerio de Curación, pág. 377). 323

CAPÍTULO 58. LA PREPARACIÓN PARA LA VIDA PRÁCTICA.
POR QUÉ DESIGNÓ DIOS TRABAJO PARA ADÁN Y EVA.
El Señor creó a Adán y a Eva y los colocó en el jardín del Edén para cultivarlo y guardarlo para el Señor.  Se les dio esa ocupación para su felicidad, o de lo contrario el Señor no les hubiera asignado su trabajo (Manuscrito 240 b, 1894).

En consejo con el Padre, antes de que el mundo fuera, se determinó que Jehová Dios plantara un huerto para Adán y Eva en el Edén y les diera la tarea de cuidar los árboles frutales y cultivar y velar por la vegetación.  El trabajo útil había de ser su salvaguardia y había de perpetuarse a través de todas las generaciones hasta la terminación de la historia de la tierra (Sings of the Times, 13-8-1896).

EL EJEMPLO DE JESÚS COMO EL PERFECTO OBRERO.
Durante su vida terrenal Cristo fue . . . obediente y útil en el hogar.  Aprendió el oficio de carpintero y trabajó con sus propias manos en el tallercito de Nazaret. . . . La Biblia dice de Jesús: "Y el niño crecía, y fortalecíase, y se henchía de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él".  Mientras trabajaba en su niñez y juventud, se desarrollaban su mente y su cuerpo.  No empleaba sus facultades físicas descuidadamente, sino que las ejercitaba de modo que se mantuvieran en salud, a fin de que pudiera efectuar lo mejor en todo sentido.  No estaba dispuesto a ser defectuoso aun en el manejo de las herramientas.  Era perfecto como obrero así como era perfecto en carácter. 
(Fundamentals of Christian Education, págs. 417, 418).

Cada artículo que hacía estaba bien hecho, las diferentes partes encajaban exactamente, el conjunto 324 podía soportar cualquier prueba (Evangelism, pág. 378).

TRABAJABA ARDUAMENTE CADA DÍA CON MANOS PACIENTES.
Mediante su ejemplo, Jesús convirtió en sagradas las más humildes vocaciones de la vida humana. . . . Su vida fue de diligente laboriosidad.  El, la Majestad del cielo, caminó por las calles revestido con el sencillo atavío del obrero común.  Transitó subiendo y bajando por las laderas de la montaña, a la ida y al regreso de su humilde trabajo.  Los ángeles no fueron enviados para ayudarle a subir por el cansador camino empinado o para prestarle su fortaleza para realizar su humilde tarea.  Sin embargo, cuando salía para contribuir al sostén de la familia mediante su trabajo diario, poseía el mismo poder que cuando efectuó el milagro de alimentar a cinco mil personas hambrientas a la orilla del mar de Galilea.
Pero no usó su poder divino para disminuir sus cargas o aliviar su trabajo.  Había tomado sobre sí la forma de la humanidad con todas sus enfermedades inherentes y no se desprendió de sus severas pruebas.  Vivió en el hogar de un aldeano, vestido con ropas burdas, se entremezcló con los humildes, trabajaba cada día con manos pacientes.  Su ejemplo nos muestra que el deber del hombre es ser industrioso, que el trabajo es honorable (Health Reformer, octubre de 1876).

Durante largo tiempo, Jesús moró en Nazaret sin ser honrado ni conocido, a fin de que pudiera enseñar a los hombres a vivir cerca de Dios mientras desempeñan los humildes deberes de la vida.  Era un misterio para los ángeles que Cristo, la Majestad del cielo, condescendiera no sólo en revestirse con la humanidad, sino en llevar sus cargas más pesadas y sus oficios más humillantes.  Hizo esto a fin de convertirse en uno como nosotros, para que pudiera 325 familiarizarse con las faenas, los dolores y las fatigas de los hijos de los hombres (Ibid.).

DESPIÉRTESE LA AMBICIÓN DE CUMPLIR TAREAS ÚTILES.
En los niños y los jóvenes debe despertarse la ambición de obtener su ejercicio haciendo algo que los beneficie a sí mismos y a los demás.  El ejercicio que desarrolla la mente y el carácter, que enseña a las manos a ser útiles, que educa a los jóvenes para que lleven su parte de las cargas de la vida, es lo que da fuerza física y vivifica toda facultad.  Y hay una recompensa en la laboriosidad virtuosa, en el cultivo del hábito de vivir haciendo bien (Consejos para los Maestros, págs. 113, 114).

Es necesario enseñar a los jóvenes que la vida significa trabajo serio, responsabilidad, preocupación.  Necesitan una preparación que los haga prácticos, que haga de ellos hombres y mujeres que puedan hacer frente a las emergencias.  Debería enseñárselas que la disciplina del trabajo sistemático y bien regulado es esencial no sólo como salvaguardia contra las vicisitudes de la vida, sino como ayuda para un desarrollo completo (La Educación, pág. 211).

EL TRABAJO FÍSICO NO ES DEGRADANTE.
Es un error popular entre una clase muy numerosa el considerar el trabajo como degradante; por eso los jóvenes anhelan educarse para ser maestros, dependientes, comerciantes, abogados y ocupar casi cualquier puesto que no requiera trabajo físico.  Las jóvenes consideran el trabajo doméstico como humillante.  Y aunque el ejercicio físico requerido para las labores domésticas, si no es demasiado severo, es apropiado para fomentar la salud, procuran para educarse aquello que las hará idóneas para llegar a ser maestras o dependientes, o aprender algún oficio que las encerrará entre cuatro paredes, o algún empleo sedentario (Consejos para los Maestros, págs. 222, 223). 326

El mundo está lleno de jóvenes de ambos sexos que se jactan de ignorar todo trabajo útil; y son casi invariablemente frívolos, vanos, amantes de la ostentación, desdichados, insatisfechos y, con demasiada frecuencia, disipados y carentes de principios.  Tales caracteres son un borrón en la sociedad y una desgracia para sus padres.
 (The Health Reformer, diciembre de 1877).

Nadie debiera avergonzarse del trabajo, aunque parezca pequeño y servil.  El trabajo es ennoblecedor.  Todos los que trabajan asiduamente con la mente o las manos son obreros u obreras.  Y todos están cumpliendo con su deber y honrando a su religión, tanto mientras lavan la ropa o los platos como cuando van a una reunión.  Mientras las manos se ocupan en las labores más comunes, la mente debe ser elevada y ennoblecida por pensamientos puros y santos. 
(Testimonies, tomo 4, pág. 590).

LOS JÓVENES DEBEN SER AMOS Y NO ESCLAVOS DEL TRABAJO.
Los jóvenes debieran ser inducidos a ver la verdadera dignidad del trabajo (La Educación, pág. 210).

Un poderoso motivo por el cual se menosprecia el trabajo físico es la forma descuidada e irreflexivo en que tan a menudo se realiza.  Es hecho por necesidad y no por gusto.  El obrero no le dedica su corazón ni tampoco conserva el respeto propio ni conquista el de otros.  
La educación manual debería corregir este error.  
Debería desarrollar hábitos de exactitud y prolijidad.  Los alumnos deberían aprender a tener tacto y sistema; deberían aprender a economizar el tiempo y a hacer valer cada movimiento.  No sólo se les debiera enseñar los mejores métodos, sino que se les debería inspirar la ambición de mejorar constantemente.  Debería ser su blanco hacer su trabajo tan perfecto como puedan lograrlo las manos y el cerebro humanos. 327
Semejante educación hará a los jóvenes amos y no esclavos del trabajo.  Alegrará la suerte del labrador rudo y ennoblecerá hasta la más humilde ocupación.  El que considera el trabajo meramente como una cosa penosa, y lo lleva a cabo con complacida ignorancia, sin esforzarse por mejorar, hallará que es ciertamente una carga.  Pero los que reconozcan que hay ciencia en el trabajo más humilde, verán en él nobleza y belleza y se deleitarán en hacerlo con fidelidad y eficiencia (Id., pág. 218).

LA RIQUEZA NO ES UNA EXCUSA PURA QUE NO HAYA UNA PREPARACIÓN PRÁCTICA.
En muchos casos, los padres que son ricos no sienten la importancia de dar a sus hijos una educación en los deberes prácticos de la vida tanto como en las ciencias.  No ven la necesidad de darles un entendimiento cabal del trabajo útil para bien de la mente y la moral de sus hijos y para su futura utilidad.  Esto deben a sus hijos para que, si llegara la desgracia, ellos puedan mantenerse en noble independencia, sabiendo cómo usar las manos.  Si tienen un capital de vigor, no pueden ser pobres aun cuando no tengan un dólar.
Muchos que en su juventud estuvieron en la prosperidad pueden ser despojados de todas sus riquezas y dejados con padres y hermanos y hermanas que dependan de ellos para su sostén.  Por lo tanto, ¡cuán importante es que cada joven sea educado para trabajar, a fin de que esté preparado para cualquier emergencia!  Ciertamente, las riquezas son una maldición cuando sus poseedores permiten que se interpongan en el camino de sus hijos e hijas y les impidan obtener un conocimiento del trabajo útil a fin de que se preparen para la vida práctica (Testimonies. tomo 3, pág. 150).

LOS NIÑOS DEBEN COMPARTIR LOS DEBERES DOMÉSTICOS.
La madre fiel no será, ni puede serlo, una adicta a la moda, ni será una esclava doméstica que soporte 328 los caprichos de sus hijos y los excuse del trabajo.  Les enseñará a compartir con ella los trabajos domésticos a fin de que tengan un conocimiento de la vida práctica.  Si los niños comparten el trabajo con su madre, aprenderán a considerar las ocupaciones útiles como esenciales para la felicidad, como ennoblecedoras más bien que degradantes.  Pero si la madre enseña a sus hijas a ser indolentes, al paso que ella lleva las pesadas cargas de la vida doméstica, les está enseñando a menospreciarla como a su sirvienta, que les presta sus servicios y hace las cosas que ellas debieran hacer. La madre siempre debiera retener su dignidad.
 (Pacific Health Journal, junio de 1890).

Algunas madres cometen el error de desligar a sus hijas de las faenas y los cuidados.  Al hacer esto, las animan en la indolencia.  La excusa que a veces presentan estas madres es: "Mis hijas no son fuertes".  Pero ellas tienen la culpa de que sean débiles e ineficientes.  El trabajo bien orientado es precisamente lo que necesitan para ser fuertes, vigorosas, alegres, felices y valientes para afrontar las diversas pruebas que nos acosan en esta vida (Signs of the Times. 19-8-1875).

ASÍGNESE TAREAS ÚTILES A LOS HIJOS.
La negligencia de los padres al descuidar el dar empleo a sus hijos ha resultado en males indecibles, ha puesto en peligro las vidas de muchos jóvenes y ha dañado tristemente su utilidad.  Dios desea que tanto los padres como los maestros preparen a los hijos en los deberes prácticos de la vida de cada día.  Animadlos para que sean laboriosos.  Las niñas, y aun los muchachos que no tienen trabajo al aire libre, debieran aprender a ayudar a la madre.  Desde la niñez, debiera enseñarse a los muchachos y las niñas a llevar cargas cada vez más pesadas, con las que ayuden inteligentemente en el trabajo de la empresa familiar. 329 Madres, pacientemente mostrad a vuestros hijos cómo usar sus manos.  Entiendan ellos que sus manos han de ser usadas tan hábilmente como las vuestras en el trabajo doméstico (Review and Herald, 8-9-1904).

Cada hijo debiera llevar una parte de la carga hogareña y debiera enseñársele a realizar su tarea fiel y alegremente.  Si el trabajo se distribuye en esta forma y los niños crecen acostumbrándose a llevar responsabilidades adecuadas, ningún miembro de la familia estará sobrecargado y todo se desarrollará agradable y suavemente en el hogar.  Se mantendrá una economía adecuada, pues cada uno estará interiorizado de los detalles del hogar  y se interesará en ellos 
(Signs of the Times, 23-8-1877).

COCINAR Y COSER SON LECCIONES BÁSICAS
Las madres debieran llevar a sus hijas a la cocina con ellas para darles una educación adecuada en ese sector de la casa.  También debieran instruirlas en el arte de coser bien.  Debieran enseñarles a cortar prendas económicamente y luego a coserlas con prolijidad.  Algunas madres prefieren hacer esto ellas mismas antes que molestarse en enseñar pacientemente a sus hijas, faltas de experiencia.  Pero al hacer esto, descuidan los aspectos esenciales de la educación y cometen un gran error contra sus hijas, pues con el correr de la vida se sienten molestas debido a su falta de conocimiento en estas cosas.
 (Appeal to Mothers, pág. 15).

DAD PREPARACIÓN TANTO A LOS MUCHACHOS COMO A LAS NIÑAS.
Puesto que tanto los hombres como las mujeres tienen una parte en la constitución del hogar, tanto los niños como las niñas deberían obtener un conocimiento de los deberes domésticos.  El tender la cama, ordenar una pieza, lavar la loza, preparar una comida, lavar y remendar su ropa, constituyen una educación que no tiene por qué hacer menos varonil a ningún muchacho; lo hará más feliz y más útil. 330 O si las niñas, a su vez pudiesen aprender a enjaezar y guiar un caballo * manejar el serrucho y el martillo, lo mismo que el rastrillo y la azada, estarían mejor preparadas para hacer frente a las emergencias de la vida.
 (La Educación. págs. 212, 213).

Es tan esencial para nuestras hijas aprender el debido uso del tiempo como lo es para nuestros hijos, y son igualmente responsables ante Dios por la manera en que lo ocupan.  La vida nos es dada para el sabio perfeccionamiento de los talentos que poseemos.
 (The Health Reformer, diciembre de 1877).

CONSIDÉRESE UN PRIVILEGIO EL CONSERVAR LA ENERGÍA DE LA MADRE.
Cada día hay trabajos domésticos que hacer: cocinar, lavar los platos, barrer y limpiar el polvo.  Madres, ¿habéis enseñado a vuestras hijas a hacer estos deberes diarios? . . . Sus músculos necesitan ejercicio.  En lugar de ejercitarse saltando y jugando a la pelota o al croquet, hagan su ejercicio con algún propósito (Manuscrito 129, 1898).

Enséñese a los niños a compartir las cargas del hogar.  Manténgaselos ocupados en algún empleo útil.  Muéstreseles cómo hacer su trabajo fácil y eficientemente.  Ayúdeseles a comprender que al aliviar las cargas de su madre, le están preservando la energía y prolongando la vida.  Más de una madre fatigada ha descendido a una tumba prematura sólo porque no se les enseñó a sus hijos que compartieran sus cargas.  Fomentando un espíritu de servicio abnegado en el hogar, los padres atraen a sus hijos más cerca de Cristo, que es la personificación del altruismo (Manuscrito 70, 1903).

UN EXPERIMENTO EN LA FELICIDAD.
Hijos, sentad a vuestra madre en un cómodo sillón y pedidle que os indique lo que ella haría primero. ¡Qué sorpresa 331 sería ésta para más de una madre cansada y abrumada! Los niños y jóvenes nunca sentirán la paz de la felicidad hasta que por el fiel cumplimiento de los deberes del hogar alivien las manos cansadas y el corazón y cerebro fatigados de la madre.  Estos son peldaños en la escalera del progreso que los harán avanzar para recibir la educación más elevada.
El fiel cumplimiento de los deberes diarios es lo que trae la satisfacción y la paz propias del verdadero obrero del hogar.  Los que descuidan compartir las responsabilidades del hogar son los que están perturbados con la soledad y el descontento; pues no han aprendido la verdad de que los que están contentos, lo están porque comparten la rutina diaria del trabajo que recae sobre la madre u otros miembros de la familia.  Muchos están dejando sin aprender las lecciones más útiles que es esencial que entiendan para su bien futuro (Manuscrito 129, 1898).

LA RECOMPENSA DE LA FIDELIDAD EN LOS DEBERES DEL HOGAR.
Es verdaderamente elevador el fiel cumplimiento de los deberes del hogar y el llenar el puesto que podéis ocupar de la mejor manera posible, aunque sea de lo más sencillo y humilde.  Se necesita esta influencia divina.  En esto hay paz y sagrado gozo.  Posee poder curador.  Secreta e insensiblemente mitigará las heridas del alma y aun los sufrimientos del cuerpo.  La paz mental, que proviene de acciones y motivos puros y santos, dará libertad y empuje vigoroso a todos los órganos del cuerpo.  La paz interior y una conciencia libre de culpa delante de Dios reavivarán y vigorizarán el intelecto, como el rocío que destila sobre las tiernas plantas. La voluntad entonces es correctamente dirigida y regida y es más decidida y, sin embargo, está libre de terquedad.  Las meditaciones son agradables porque están santificadas.  La serenidad mental que podéis poseer bendecirá a todos con quienes os asociéis. 332
En su debida oportunidad, esta paz y calma se volverán naturales y reflejarán sus preciosos rayos en todo vuestro derredor, para reflejarse nuevamente sobre vosotros.  Mientras más probéis de esta paz celestial y tranquilidad mental, más aumentará.  Es un placer animado y viviente que no provoca la paralización de las energías morales, sino que las despierta a una actividad multiplicada.  La paz perfecta es un atributo del Cielo que poseen los ángeles (Testimonies, tomo 2, págs. 326, 327).

HABRÁ ACTIVIDAD EN EL CIELO.
Los ángeles son obreros; son ministros de Dios para los hijos de los hombres.  Los siervos negligentes que esperan un cielo de inacción tienen ideas falsas de lo que constituye el cielo.  El Creador no ha preparado un lugar para la satisfacción de la indolencia pecaminosa.  El cielo es un lugar de actividad provechosa.  Sin embargo, para el cansado y sobrecargado, para los que han peleado la buena batalla de la fe, será un descanso glorioso, pues será suyo el vigor juvenil de la inmortalidad, y no tendrán que luchar más contra el pecado y Satanás.  Para los obreros enérgicos sería tedioso un estado de eterna indolencia.  No sería cielo para ellos.  La senda del trabajo arduo, asignada a los cristianos en la tierra, puede ser dura y cansadora, pero ha sido honrada por las pisadas del Redentor y está seguro el que sigue ese camino sagrado (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 99). 333

CAPÍTULO 59. LA ENSEÑANZA DE OFICIOS ÚTILES.
CADA NIÑO DEBIERA APRENDER ALGÚN OFICIO.
El descuido de los padres al no proporcionar empleo a los niños de los que se han responsabilizado por traerlos al mundo, ha resultado en incontables males, ya que ha puesto en peligro la vida de muchos jóvenes y ha dañado grandemente su utilidad.  Es un gran error permitir que los jóvenes crezcan sin aprender algún oficio 
(Manuscrito 121, 1901).

Desde la columna de nube, Jesús dio instrucciones a los hebreos por medio de Moisés de que ellos debían educar a sus hijos para trabajar, que debían enseñarles oficios y que ninguno debía estar ocioso (Manuscrito 24 b, 1894).

Debierais ayudar a vuestros hijos para que adquieran un conocimiento que, si fuera necesario, pudiera servirles para mantenerse con su propio trabajo.  Debierais enseñarles a ser decididos en seguir la voz del deber (Signs of the Times, 19-8-1875).

ENSÉÑESE EL USO DE HERRAMIENTAS.
Cuando los niños llegan a una edad adecuada, debiera dárseles herramientas.  Si se hace interesante su trabajo, llegarán a ser hábiles en el uso de las herramientas.  Si el padre es carpintero, debiera dar a sus hijos lecciones de construcción de casas, usando siempre en sus instrucciones lecciones de la Biblia, las palabras de las Escrituras en las cuales el Señor compara los seres humanos con su edificio.
 (Manuscrito 45, 1912).

PREPÁRENSE A LOS MUCHACHOS EN AGRICULTURA.
Los padres debieran preparar a sus hijos para que se ocupen con ellos en sus oficios y empleos.  Los agricultores no debieran pensar que la agricultura es una ocupación que no es suficientemente elevada para 334 sus hijos.  La agricultura debiera progresar mediante el conocimiento científico.
Se afirma que la agricultura no es provechosa.  La gente dice que la tierra no recompensa el trabajo que se invierte en ella, y lamentan la dura suerte de los que labran el terreno. . . . Pero si las personas de habilidad adecuada emprendieran esta clase de trabajo e hicieran un estudio del terreno, y aprendieran a plantar, a cultivar y a recoger la cosecha, se verían resultados más animadores.  Muchos dicen: "Hemos probado la agricultura y sabemos lo que son sus resultados", y sin embargo estos mismos necesitan saber cultivar el terreno y usar de la ciencia en su trabajo.  Sus arados debieran producir surcos más profundos y más anchos, y necesitan aprender que por labrar la tierra su personalidad no debe volverse vulgar y áspera. . . . Aprendan a sembrar la semilla en la sazón debida, a prestar atención a la vegetación y seguir el plan que Dios ha ideado (Signs of the Times, 13-8-1896).

UNA PREPARACIÓN DE VALOR RESALTANTE.
Ningún ramo de trabajo manual es de más valor que la agricultura.  Se debería hacer mayor esfuerzo para crear y alentar el interés en las tareas agrícolas.  Llame el maestro la atención hacia lo que la Biblia dice en cuanto a la agricultura: que era el plan de Dios que el hombre labrase la tierra; que al primer hombre, gobernante de todo el mundo, le fue dado un jardín para que lo cultivara y que muchos de los más grandes hombres del mundo, su verdadera nobleza, han sido cultivadores del suelo. . . . El que se gana la vida por medio de la agricultura escapa a muchas tentaciones y goza de innumerables bendiciones y privilegios negados a aquellos que trabajan en las grandes ciudades.
Y en estos días de grandes sindicatos y de competencia comercial pocos hay que gocen de una 335 independencia tan real y de tan grande seguridad de recibir la justa recompensa de su trabajo, como el labrador de la tierra. (La Educación, págs. 214, 215).

LOS PRODUCTOS FRESCOS SON DE VALOR ESPECIAL.
Las familias y las instituciones debieran aprender a aprovechar más del cultivo y el mejoramiento de la tierra.  Si la gente tan sólo supiera del valor de los productos de la tierra, que ella da a la sazón debida, se harían esfuerzos más diligentes para cultivar el terreno.  Todos debieran estar familiarizados con el valor especial de las frutas y verduras frescas de la quinta y la huerta. (Counsels on Diet and Foods, pág. 312).

LAS ESCUELAS DEBIERAN DAR INSTRUCCIÓN EN OFICIOS ÚTILES.
La educación manual merece más atención de la que se ha prestado.  Se deberían establecer escuelas que, además de la cultura mental y moral superior, provean las mejores facilidades posibles para el desarrollo físico y la educación industrial.  Se debería enseñar agricultura, industrias -tantos oficios útiles como sea posible- economía doméstica, conocimientos culinarios, costura, confección de ropa higiénica, tratamientos a enfermos y otras cosas parecidas.  Se deberían proveer jardines, talleres y salas de tratamientos, y la dirección del trabajo, en todos los ramos, debería estar a cargo de personas entendidas.
El trabajo debería tener un blanco definido y ser completo.  Aunque toda persona necesita conocer diferentes oficios, es indispensable que sea versada a lo menos en uno.  Todo joven al salir de la escuela debe haber adquirido el conocimiento de algún oficio o alguna ocupación con que, si fuera necesario, se pudiese ganar la vida.
 (La Educación, págs. 214, 215).

UNA PREPARACIÓN DE VALOR DOBLE.
Relacionados con las escuelas debe haber establecimientos para la ejecución de ciertas ramas del trabajo, que proporcionen 336 a los alumnos empleo y ejercicio necesario fuera de las horas de estudio. . . . Entonces podrían ellos haber adquirido un conocimiento práctico de los negocios mientras adquirían su educación literaria 
(Consejos para los Maestros, pág. 67).

EL CONOCIMIENTO PRÁCTICO ES MÁS VALIOSO QUE EL CIENTÍFICO.
Debiera haber habido maestras experimentadas para dar lecciones de arte culinario a las niñas.  Se debiera haber instruido a las jovencitas en corte, confección y remiendo de vestidos, siendo así educadas para los deberes prácticos de la vida.
Para los jóvenes debiera haber establecimientos donde pudieran aprender diferentes oficios con los que ejercitaran tanto los músculos como las facultades mentales.  Si los jóvenes tuvieran que recibir una sola clase de educación, lo que es un asunto de consecuencias importantísimas, y tuvieran que elegir entre un conocimiento de las ciencias con todas las desventajas para la salud y la vida, o un conocimiento del trabajo para la vida práctica, sin vacilar contestaría, elíjase lo último.  Si algo debe descuidarse, sea el estudio de los libros (Testimonies, tomo 3, pág. 156).

Quizá haya quienes han tenido una preparación equivocada y los que tienen ideas erróneas en cuanto a la educación de los niños.  Esos niños y jóvenes sienten la falta de una mejor preparación, y vosotros debéis adecuar el trabajo físico junto con el mental: los dos debieran ir juntos (Manuscrito 19, 1887).

JESÚS FUE UN EJEMPLO DE LABORIOSIDAD FELIZ.
Se requiere mucho más gracia y seria disciplina del carácter para trabajar para Dios como mecánico, comerciante, abogado o agricultor, que practica los preceptos del cristianismo en los negocios de la vida, que trabajar como misionero profesional en el campo de labor, donde la posición de uno es entendida y la mitad de sus dificultades son obviadas por ese mismo 337 hecho.  Se necesitan nervios y músculos espirituales vigorosos para llevar la religión al taller y a la oficina, santificando los detalles de la vida diaria y sujetando cada transacción mundanal a las normas de un cristiano bíblico.

Jesús, en sus treinta años de reclusión en Nazaret, trabajó arduamente y descansó, comió y durmió, semana tras semana y año tras año, al igual que sus humildes contemporáneos.  No llamó la atención a sí mismo como a un personaje notable; sin embargo, era el Redentor del mundo, el Adorado de los ángeles, que cumplía todo el tiempo la obra de su Padre, viviendo una lección que debiera permanecer para que la copiara la humanidad hasta el fin del tiempo.

Esta lección esencial de laboriosidad feliz en los deberes necesarios de la vida, aunque sean humildes, ha de ser aprendida todavía por la mayor parte de los seguidores de Cristo.  Si no hay un ojo humano que critique nuestro trabajo, ni una voz que lo alabe o condene, debiera ser hecho tan bien como si el Ser Infinito estuviera personalmente para inspeccionarnos.  Debiéramos ser tan fieles en los detalles menores de nuestras ocupaciones como lo seríamos en los negocios mayores de la vida (The Health Reformer, octubre de 1876). 338

CAPÍTULO 60. CONOCIMIENTO Y OBEDIENCIA DE LAS LEYES DE LA VIDA.
MARAVILLAS DEL CUERPO HUMANO.
Somos hechura de Dios y su Palabra declara que somos "asombrosa y maravillosamente" formados.  Ha preparado esta habitación viviente para la mente; la ha "entretejido maestramente" como un templo que el Señor mismo ha preparado para la morada de su Espíritu Santo. La mente rige a todo el hombre.  Todos nuestros hechos, buenos o malos, tienen su origen en la mente.  Es ella la que adora a Dios y nos une con los seres celestiales.  Sin embargo, muchos pasan toda su vida sin adquirir inteligencia en cuanto al estuche [el cuerpo humano] que contiene este tesoro.
Todos los órganos físicos son los siervos de la mente y los nervios los mensajeros que transmiten sus órdenes a cada parte del cuerpo guiando los movimientos de la maquinaria viviente.
 (Fundamentals of Christian Education, págs. 425, 426).

Al estudiarse el mecanismo del cuerpo, se debería dirigir la atención a su maravillosa adaptación de los medios al fin, a la armoniosa acción y dependencia de los diferentes órganos.  Una vez que se ha despertado el interés del estudiante y se le ha hecho ver la importancia de la cultura física, el maestro puede hacer mucho para obtener el debido desarrollo y hábitos correctos (La Educación, pág. 194).

HA DE PRESERVARSE LA SALUD.
Puesto que la mente y el alma hallan expresión por medio del cuerpo, tanto el vigor mental como el espiritual dependen en gran parte de la fuerza y la actividad físicas; todo lo que promueva la salud física, promueve el desarrollo de una mente fuerte y un carácter equilibrado.  Sin salud, nadie puede comprender distintamente ni cumplir completamente sus obligaciones para consigo 339 mismo, con sus semejantes o con su Creador.  Debiera cuidarse por lo tanto tan fielmente la salud como el carácter.  El conocimiento de la fisiología y de la higiene debería ser la base de todo esfuerzo educativo (Id., pág. 191).

MUCHOS NO ESTÁN DISPUESTOS A ESTUDIAR 
LAS LEYES DE LA SALUD.
Muchos no están dispuestos a realizar un esfuerzo necesario para obtener un conocimiento de las leyes de la vida y de los medios sencillos que se deben emplear para la restauración de la salud.  No se colocan en la debida relación con la vida.  Cuando la enfermedad es el resultado de su transgresión de las leyes naturales, no procuran corregir sus errores y luego piden la bendición de Dios 
(Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 112, 113).

Debiéramos educarnos no sólo para vivir en armonía con las leyes de la salud, sino para enseñar a otros el camino mejor.  Muchos, aun entre los que profesan creer las verdades especiales para este tiempo, están en una ignorancia lamentable respecto a la salud y a la temperancia.  Necesitan ser educados, línea sobre línea, precepto sobre precepto.  El tema debe ser mantenido fresco delante de ellos.  Este asunto no debe ser pasado por alto como no esencial, pues casi cada familia necesita ser alertada en cuanto a esta cuestión.  Debe despertarse la conciencia al deber de practicar los principios de la verdadera reforma.
 (Id., pág. 117).

Se debería prestar mucho mayor atención de la que comúnmente se concede a los principios de higiene que se aplican al régimen alimentario, al ejercicio, al cuidado de los niños, al tratamiento de los enfermos, y a muchos asuntos semejantes.
 (La Educación, págs. 192, 193).

ESTUDIAR MEDIDAS PREVENTIVAS.
Poca, muy poca consideración se da a las causas que determinan la 340 mortandad, la enfermedad y la degeneración, que existe hoy aun en los países más civilizados y favorecidos.  La raza humana está decayendo. . . . La mayor parte de los males que acarrean miseria y ruina a la raza humana podrían evitarse, y el poder de luchar contra ellos descansa en sumo grado en los padres (El Ministerio de Curación, pág. 294).

ENSEÑAD A LOS NIÑOS A RAZONAR DE CAUSA A EFECTO.
Enseñad a vuestros hijos a razonar de causa a efecto.  Mostradles que si violan las leyes de su ser, tendrán que pagar la penalidad en sufrimientos.  Si no podéis ver progresos tan rápidos como deseáis, no los desalentéis, sino instruidlos pacientemente y seguid adelante hasta ganar la victoria (Consejos para los Maestros, pág. 97).

Los que estudian y practican los principios del sano vivir, recibirán grandes bendiciones tanto física como espiritualmente.  El comprender la filosofía de la salud es una salvaguardia contra muchos de los males que van de continuo en aumento (Id., pág. 106).

HACED QUE LA INSTRUCCIÓN SEA PROGRESIVA.
Mediante lecciones sencillas y fáciles se deberían enseñar desde sus primeros años a los niños los rudimentos de la fisiología y la higiene.  Esta obra debería empezar por la madre en el hogar y continuar fielmente en la escuela.  A medida que la edad de los alumnos aumenta, se debería seguir instruyéndolos en este ramo, hasta que estén capacitados para cuidar de la casa en la cual viven.  Deberían comprender la importancia que tiene el evitar las enfermedades mediante el mantenimiento del vigor de cada órgano, y también se les debería enseñar cómo deben desempeñarse en caso de enfermedades comunes y de accidentes (La Educación, pág. 192).

NO ES SUFICIENTE EL CONOCIMIENTO DE LOS HECHOS.
El estudiante de fisiología debería aprender que el 341 objeto de su estudio no es meramente la obtención de un conocimiento de hechos y principios.  Este sólo daría poco beneficio.  Puede ser que comprenda la importancia de la ventilación; su pieza puede tener aire puro, pero a menos que llene debidamente sus pulmones, sufrirá los resultados de una respiración imperfecta.  Debe comprenderse, pues, la necesidad de la limpieza, y proveerse las facilidades necesarias, pero todo será inútil a menos que sea puesto en práctica.  El gran requisito en la enseñanza de estos principios, es impresionar al alumno con su importancia, de modo que los ponga escrupulosamente en práctica (Id., pág 196).

ES NECESARIO UN CONOCIMIENTO DE LAS LEYES DE LA NATURALEZA.
En el estudio de la fisiología, no se incluyen por lo general algunos asuntos que deberían considerarse, asuntos que son de mayor valor para el estudiante que muchos de los detalles técnicos comúnmente enseñados bajo ese título.  Como principio fundamental de toda la educación correspondiente a este ramo, se debería enseñar a los jóvenes que las leyes de la naturaleza son las leyes de Dios, tan ciertamente divinas como los preceptos del Decálogo.  Dios ha escrito en cada nervio, músculo y fibra del cuerpo las leyes que gobiernan nuestro organismo. Toda violación descuidada o premeditada de estas leyes es un pecado contra nuestro Creador. ¡Cuán necesario es, pues, que se imparta un conocimiento completo de estas leyes! (Id., pág. 192).

REGULARIDAD AL COMER Y DORMIR.
No se debería pasar por alto la importancia de la regularidad de las horas para comer y dormir.  Puesto que la obra de reparar el cuerpo se efectúa durante las horas de descanso, es esencial, especialmente, para los jóvenes, que el sueño sea metódico y abundante (Id., pág. 201). 342

Al regular las horas de sueño, no deben dejarse las cosas libradas al azar.  Los estudiantes no deben adquirir el hábito de estudiar a medianoche y dedicar las horas del día para dormir.  Si se han acostumbrado a hacer esto en casa, deben corregirse yendo a la cama a una hora razonable.  Se levantarán entonces por la mañana, refrigerados para los deberes del día (Consejos para los Maestros, pág. 226).

INSÍSTASE EN CORRECTOS HÁBITOS DE SALUD.
Debe insistirse en los debidos hábitos respecto al comer, al beber y al vestir.  Los malos hábitos hacen a los jóvenes menos susceptibles a la instrucción bíblica.  Los niños deben ser protegidos contra la complacencia del apetito, y especialmente contra el uso de estimulantes y narcóticos.  Las mesas de los padres cristianos no deben cargarse con alimentos que contengan condimentos y especias (Id., pág. 97).

No hemos de consentir en ningún hábito que debilite la fortaleza física y mental o deteriore nuestras facultades en alguna forma.  Hemos de hacer todo lo que podemos para preservar la salud, a fin de que podamos tener dulzura de carácter, claridad mental y podamos distinguir entre lo sagrado y lo común y honrar a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu que son suyos (Youth's Intructor, 24-8-1893).

LA IMPORTANCIA DE LA POSTURA CORRECTA.
Entre las primeras cosas que se debería tratar de lograr, figura la postura correcta, tanto cuando se está sentado como de pie.  Dios hizo al hombre erguido y desea que posea no sólo beneficio físico, sino mental y moral; la gracia, la dignidad, el aplomo, el valor y la confianza en sí mismo que tiende a producir un porte erguido.  Enseñe esto el maestro por precepto y por ejemplo. Muéstrese en qué consiste una postura 343 erguida e insístase en que se mantenga (La Educación, pág. 194).

LA RESPIRACIÓN Y LA CULTURA VOCAL.
Siguen en importancia a la postura correcta la respiración y la cultura vocal.  Es más probable que respire correctamente aquel que se mantiene erguido cuando está sentado o de pie.  Pero el maestro debería inculcar en los alumnos la importancia de la respiración profunda.  Muéstrese cómo la acción sana de los órganos respiratorios, que ayuda a la circulación de la sangre, vigoriza todo el organismo, excita el apetito, promueve la digestión, produce un sueño sano y dulce y de ese modo no sólo hace descansar el cuerpo, sino que calma y suaviza la mente.  Al mismo tiempo que se muestra la importancia de la respiración profunda, debería insistirse en que se la practique. Háganse ejercicios que la provoquen y al mismo tiempo trátese de formar el hábito.

La cultura de la voz tiene una parte importante en la cultura física, puesto que tiende a dilatar y fortalecer los pulmones, y así aleja la enfermedad.  Para conseguir una formación correcta tanto en la lectura como en la conversación, cuídese de que los músculos abdominales tengan libertad de movimientos al respirar y que los órganos respiratorios no estén oprimidos.  La tensión debería recaer sobre los músculos del abdomen más bien que sobre los de la garganta.  De ese modo se evitará un gran cansancio y una grave enfermedad a la garganta.  Debe darse cuidadosa atención al logro de una articulación distinta, tonos suaves y bien modulados y una pronunciación no muy rápida.  Esto no sólo estimulará la salud sino que contribuirá en gran medida a que sea más agradable y eficaz el trabajo del estudiante (Id., págs. 194, 195).

TRES FACTORES ESENCIALES PARA LA FELICIDAD DE LA FAMILIA.
En el estudio de la higiene, el maestro atento 344 aprovechará toda oportunidad para mostrar la necesidad de una perfecta limpieza, tanto de las costumbres personales como del ambiente en que uno vive.  Debería darse énfasis al valor del baño diario como estimulante para la salud y la acción mental.  También debería prestarse atención a la luz solar y a la ventilación, a la higiene del dormitorio y de la cocina.  Enséñese a los alumnos que un dormitorio que reúna todas las condiciones higiénicas, una cocina limpia y una mesa arreglada con gusto y saludablemente provista lograrán más para la obtención de la felicidad de la familia y la consideración de cualquier visitante sensato, que cualquier conjunto de muebles costosos que adornen la sala.  No es menos necesaria ahora que cuando fue enseñada hace mil ochocientos años, por el Maestro divino, la lección: "La vida más es que la comida, y el cuerpo que el vestido" (Id., págs. 195, 196).

PROCURAD COMPRENDER LOS REMEDIOS DE LA NATURALEZA.
El aire puro, el sol, la abstinencia, el descanso, el ejercicio, un régimen alimentario conveniente, el agua y la confianza en el poder divino son los verdaderos remedios.  Todos debieran conocer los agentes que la naturaleza provee como remedios, y saber aplicarlos.  Es de suma importancia darse cuenta exacta de los principios implicados en el tratamiento de los enfermos, y recibir una instrucción práctica que le habilite a uno para hacer uso correcto de estos conocimientos.
El empleo de los remedios naturales requiere más cuidados y esfuerzos de lo que muchos quieren prestar.  El proceso natural de curación y reconstitución es gradual y les parece lento a los impacientes.  El renunciar a la satisfacción dañina de los apetitos impone sacrificios.  Pero al fin se verá que, si no se le pone trabas, la naturaleza desempeña su obra con acierto y los que perseveren en la obediencia a sus 345 leyes encontrarán recompensa en la salud del cuerpo y del espíritu.
 (El Ministerio de Curación, pág. 89).

UN CÓDIGO ABARCANTE.
En lo que atañe a lo que podemos hacer por nosotros mismos, hay un punto que requiere cuidadosa y meditada consideración.  
*Debo conocerme a mí mismo.  Siempre debo aprender la forma de cuidar de este edificio, el cuerpo que Dios me ha dado, para que pueda preservarlo en la mejor condición de salud.  
*Debo comer aquellas cosas que serán para mi mejor bien físico, y debo cuidar especialmente mi ropa de modo que favorezca una saludable circulación de la sangre.  No debo privarme del ejercicio y del aire.  
*Debo recibir toda la luz solar que me sea posible.  
*Debo tener sabiduría para ser un fiel guardián de mi cuerpo.
Haría una insensatez muy grande si entrara en una habitación fría habiendo transpirado; sería un mayordomo insensato si me sentara en una corriente de aire, y así me expusiera a resfriarme.  Sería insensato si me sentara con los pies y los miembros fríos y así congestionara el cerebro y los otros órganos internos con la sangre de las extremidades.  Siempre debiera proteger mis pies en tiempo húmedo. 
*Debiera comer regularmente de los alimentos más saludables que me proporcionarán la mejor calidad de sangre, y no debiera trabajar con intemperancia, si es que puedo evitarlo.  
*Y cuando viole las leyes que Dios ha establecido en mi ser, debo arrepentirme y reformarme, y colocarme en la condición más favorable bajo el cuidado de los médicos que Dios ha provisto: el aire puro, el agua pura y la preciosa y curativa luz solar (Medical Ministry, pág. 230).

SOMOS INDIVIDUALMENTE RESPONSABLES ANTE DIOS.
Nuestro cuerpo es propiedad de Cristo, comprada por él mismo, y no es lícito hacer de ese cuerpo lo que nos plazca.  Cuantos entienden las leyes de la salud, implantadas en ellos por Dios, deben sentirse obligados 346 a obedecerlas.  La obediencia a las leyes de la higiene es una obligación personal.  A nosotros mismos nos toca sufrir las consecuencias de la violación de esas leyes.  Cada cual tendrá que responder ante Dios por sus hábitos y prácticas.  Por tanto, la pregunta que nos incumbe no es: "¿Cuál es la costumbre del mundo?" sino "¿Cómo debo conservar la habitación que Dios me dio?" 
(El Ministerio de Curación, pág. 239). 347


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