CAPITULO 57. EJERCICIO Y SALUD*
TRABAJO Y DISTRACCIÓN BIEN EQUILIBRADOS.
A fin de que los niños y los jóvenes tengan
salud, alegría, vivacidad y músculos y cerebros bien desarrollados, deben estar
mucho al aire libre, tener trabajo y recreación bien regulados.
(Consejos para
los Maestros, pág. 66).
Los niños deben ocupar bien su tiempo. La debida labor mental y el ejercicio físico
al aire libre no quebrantarán el organismo de vuestros muchachos. El trabajo útil y el conocimiento de los
secretos del trabajo doméstico serán de beneficio para vuestras niñas y alguna
ocupación al aire libre es positivamente necesaria para su organismo y salud
(Testimonies, tomo 4, pág. 97).
EJERCICIO Y AIRE FRESCO.
Los que no empleen sus miembros cada día, se
encontrarán débiles cuando traten de ejercitarlos. Las venas y músculos no están en condiciones
para efectuar su trabajo y mantener en acción saludable a toda la maquinaria
viviente, realizando su parte cada órgano del cuerpo. Los miembros se fortalecerán con el uso.
El ejercicio moderado diario fortalecerá los
músculos, los cuales sin ejercicio se vuelven blandos y débiles. Mediante el ejercicio activo diario, el
hígado, los riñones y los 318 pulmones también se fortalecerán para realizar su
función.
Buscad la ayuda del poder de la voluntad, que
resistirá al frío y dará energía al sistema nervioso. Después de un corto tiempo, os daréis cuenta
del beneficio del ejercicio y del aire puro hasta el punto de que no viviríais
sin esas bendiciones. Vuestros pulmones,
desprovistos de aire, serán como una persona hambrienta desprovista de
alimento. Ciertamente, podemos vivir más
tiempo sin comida que sin aire, que es el alimento que Dios ha provisto para
los pulmones.
(Id., tomo 2, pág. 533).
LOS ESTUDIANTES ESPECIALMENTE NECESITAN
ACTIVIDAD FÍSICA.
La inactividad debilita el organismo. Dios creó a los hombres y mujeres para ser
activos y útiles. Nada puede aumentar la
fortaleza de los jóvenes como el ejercicio adecuado de todos los músculos en la
labor útil (Signs of the Times, 19-8-1875).
TODAS LAS FACULTADES SE FORTALECEN CON EL
EJERCICIO.
Los niños y los jóvenes a quienes se los
mantiene en la escuela, atados a los libros, no pueden tener sana constitución
física. El ejercicio del cerebro en el
estudio sin el correspondiente ejercicio físico, tiende a atraer la sangre al
cerebro y desequilibra su circulación a través del organismo. El cerebro tiene demasiada sangre y ésta
falta en las extremidades. Debe haber
reglas para regir y limitar los estudios de los niños y los jóvenes a ciertas
horas, y luego una parte de su tiempo tiene que dedicarse a la labor
física. Si sus hábitos de comer, vestir
y dormir están de acuerdo con la ley natural, pueden educarse sin sacrificar la
salud física y mental (Consejos para los Maestros, págs. 66, 67).
Enséñese a los niños, desde sus más tiernos
años, a llevar las más pequeñas responsabilidades de la vida y se fortalecerán
mediante el ejercicio las facultades así empleadas. Así los jóvenes pueden convertirse 319 en
colaboradores eficientes en la obra mayor a la que el Señor los llamará
después. . . .
Pocos han sido educados en hábitos de
laboriosidad, previsión y esmero. La
indolencia, la inacción, son la mayor maldición de los hijos de este
siglo. El trabajo saludable y útil será
una gran bendición para promover la formación de buenos hábitos y de un
carácter noble.
(Review and Herald, 30-8-1881).
HÁGANSE PLANES PARA QUE HAYA UN TRABAJO
VARIADO Y ALTERNADO.
Deben emplearse las activas mentes y manos de los
jóvenes, y si no se las dirige en tareas qué son útiles, que las desarrollarán
y bendecirán a otros, encontrarán ocupación en lo que las dañe tanto en el
cuerpo como en el alma.
Los jóvenes debieran compartir alegremente las
cargas de la vida con sus padres, y al hacerlo así preservar una clara
conciencia, que es positivamente necesaria para la salud física y moral. Al hacer esto, debe evitarse que se
sobrecarguen en un mismo tipo de tarea durante un tiempo prolongado. Si se mantiene a los jóvenes ocupados con una
sola clase de labor, hasta que la tarea se les haga tediosa, alcanzarán menos
de lo que podrían hacer si hay un cambio en el trabajo o momentos de
descanso. Si se usa la mente con
demasiado empeño, dejará de ser fuerte y se degenerará. Mediante un cambio en el trabajo, se
preservarán la salud y el vigor. No
habrá necesidad de desplazar lo útil con lo inútil, pues las diversiones
egoístas son peligrosas para la moral (Youth's Instructor, 27-7-1893).
EL CANSANCIO ES UN RESULTADO NORMAL DEL TRABAJO.
Madres, no hay nada que produzca tantos males
como el retirar las cargas de vuestras hijas sin darles nada especial que
hacer, y permitirles que elijan su propia ocupación, quizá un poco de tejido o
de costura. Ejerciten los miembros y los
músculos. Si se cansan, ¿qué significa
eso? No os cansáis vosotras con vuestro 320 trabajo? ¿Se perjudicarán vuestras
hijas con el cansancio, a menos que sea exagerado, más de lo que os perjudicáis
vosotras? No, ciertamente.
Seguramente se cansarán, pero cuán agradable
es el descanso después de un adecuado período de labor. El sueño, el dulce restaurador de la
naturaleza, revigorizará el cuerpo cansado y lo preparará para los deberes del
día siguiente (Signs of the Times, 10-4-1884).
POR QUÉ LA POBREZA ES CON FRECUENCIA UNA
BENDICIÓN.
Algunos piensan que las riquezas y la
ociosidad son ciertamente bendiciones; pero los que están siempre ocupados y
realizan alegremente sus tareas diarias, son los más felices y disfrutan de
mejor salud. . . . La sentencia de que el hombre debe trabajar para ganar su
pan cotidiano y la promesa de felicidad y gloria futura provinieron ambas del
mismo trono y ambas son bendiciones
(Christian Temperance and Bible Hygiene,
pág. 97).
En muchos casos, la pobreza es una bendición,
pues impide que los jóvenes y los niños se arruinen por la inactividad. Debieran cultivarse y desarrollarse
adecuadamente las facultades físicas y mentales. El primero y constante cuidado de los padres
debiera ser velar para que sus hijos tengan organismos firmes, que sean hombres
y mujeres sanos. Es imposible alcanzar
este propósito sin el ejercicio físico.
Debiera enseñarse a los niños a que trabajen
por su propio bien moral y salud física, aunque no hiciera falta. Si se desea que desarrollen caracteres puros
y virtuosos, deben pasar por la disciplina del trabajo bien regulado, que les
hará ejercitar todos los músculos. La satisfacción de que disfrutarán los niños
al ser útiles y al practicar la abnegación para ayudar a otros, será el placer
más saludable de que puedan disfrutar (Testimonies. tomo 3, pág. 151). 321
LAS ACTIVIDADES MENTALES Y FÍSICAS SON
EQUIVALENTES.
No se debiera permitir que los estudiantes
sigan tantos estudios hasta el punto de que no tengan tiempo para el ejercicio
físico. No se puede conservar la salud a
menos de que se dedique una parte de cada día al ejercicio muscular al aire
libre. Debieran dedicarse horas
previamente señaladas para un trabajo manual de alguna clase, algo que ponga en
actividad todo el organismo. Empléense
por igual las facultades mentales y físicas, y la mente del alumno será
refrigerada. Si está enfermo, con
frecuencia el ejercicio físico le ayudará a recobrar la normalidad. Cuando los estudiantes salen del colegio,
debieran tener mejor salud y una mejor comprensión de las leyes de la vida que
cuando entraron en él. Debiera
preservarse la salud tan sagradamente como el carácter (Christian Temperance
and Bible Hygiene, págs. 82, 83),
LA ENERGÍA JUVENIL: CUÁN PRESTAMENTE SE
DESPILFARRA.
La juventud que está en la frescura y el vigor
de la vida se percata poco del valor de su abundante energía. ¡Con cuánta
ligereza considera un tesoro más precioso que el oro, más esencial para el
progreso que el saber, la alcurnia o las riquezas! ¡Con qué precipitación lo
despilfarra! . . . En el estudio de la fisiología, debería enseñarse a los
alumnos a ver el valor de la energía física y el modo en que puede ser
conservada y desarrollada para contribuir en su mayor grado al éxito en la gran
lucha de la vida (La Educación, págs. 191, 192).
NO DEBE REPRIMIRSE LA ACTIVIDAD, SINO DEBE
GUIÁRSELA.
Nuestros hijos están como en la encrucijada de
los caminos. De todos lados las mundanas
seducciones al interés propio y al exceso los hacen desviar de la senda que el
Señor dejó trazada a sus rescatados. De
la elección que hagan depende el que sus vidas, sean bendición o
maldición. Rebosantes de energía, 322
deseosos de poner a prueba sus capacidades, necesitan dar salida a su
exuberancia de vida. Activos serán para
el bien o para el mal.
La Palabra de Dios no reprime la actividad,
sino que la guía y encauza. Dios no le
manda al joven que tenga escasas aspiraciones.
Los elementos que constituyen un carácter afortunado y considerado entre
los hombres, es decir, el deseo irresistible de hacer algo grande y hermoso, la
voluntad indomable, la aplicación tenaz, la perseverancia incansable, no tienen
por qué ser desalentados. Mediante la
gracia de Dios han de ser dirigidos para la consecución de fines tan elevados
por encima del egoísmo y de los intereses mundanos, como lo son los cielos por
sobre la tierra (El Ministerio de Curación, pág. 377). 323
CAPÍTULO 58. LA PREPARACIÓN PARA LA VIDA PRÁCTICA.
POR QUÉ DESIGNÓ DIOS TRABAJO PARA ADÁN Y EVA.
El Señor creó a Adán y a Eva y los colocó en el
jardín del Edén para cultivarlo y guardarlo para el Señor. Se les dio esa ocupación para su felicidad, o
de lo contrario el Señor no les hubiera asignado su trabajo (Manuscrito 240 b,
1894).
En consejo con el Padre, antes de que el mundo
fuera, se determinó que Jehová Dios plantara un huerto para Adán y Eva en el
Edén y les diera la tarea de cuidar los árboles frutales y cultivar y velar por
la vegetación. El trabajo útil había de
ser su salvaguardia y había de perpetuarse a través de todas las generaciones
hasta la terminación de la historia de la tierra (Sings of the Times,
13-8-1896).
EL EJEMPLO DE JESÚS COMO EL PERFECTO OBRERO.
Durante su vida terrenal Cristo fue . . .
obediente y útil en el hogar. Aprendió
el oficio de carpintero y trabajó con sus propias manos en el tallercito de
Nazaret. . . . La Biblia dice de Jesús: "Y el niño crecía, y fortalecíase,
y se henchía de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él". Mientras trabajaba en su niñez y juventud, se
desarrollaban su mente y su cuerpo. No
empleaba sus facultades físicas descuidadamente, sino que las ejercitaba de
modo que se mantuvieran en salud, a fin de que pudiera efectuar lo mejor en
todo sentido. No estaba dispuesto a ser
defectuoso aun en el manejo de las herramientas. Era perfecto como obrero así como era
perfecto en carácter.
(Fundamentals of Christian Education, págs. 417, 418).
Cada artículo que hacía estaba bien hecho, las
diferentes partes encajaban exactamente, el conjunto 324 podía soportar
cualquier prueba (Evangelism, pág. 378).
TRABAJABA ARDUAMENTE CADA DÍA CON MANOS
PACIENTES.
Mediante su ejemplo, Jesús convirtió en
sagradas las más humildes vocaciones de la vida humana. . . . Su vida fue de
diligente laboriosidad. El, la Majestad
del cielo, caminó por las calles revestido con el sencillo atavío del obrero
común. Transitó subiendo y bajando por
las laderas de la montaña, a la ida y al regreso de su humilde trabajo. Los ángeles no fueron enviados para ayudarle
a subir por el cansador camino empinado o para prestarle su fortaleza para
realizar su humilde tarea. Sin embargo,
cuando salía para contribuir al sostén de la familia mediante su trabajo
diario, poseía el mismo poder que cuando efectuó el milagro de alimentar a
cinco mil personas hambrientas a la orilla del mar de Galilea.
Pero no usó su poder divino para disminuir sus
cargas o aliviar su trabajo. Había
tomado sobre sí la forma de la humanidad con todas sus enfermedades inherentes
y no se desprendió de sus severas pruebas.
Vivió en el hogar de un aldeano, vestido con ropas burdas, se
entremezcló con los humildes, trabajaba cada día con manos pacientes. Su ejemplo nos muestra que el deber del
hombre es ser industrioso, que el trabajo es honorable (Health Reformer,
octubre de 1876).
Durante largo tiempo, Jesús moró en Nazaret
sin ser honrado ni conocido, a fin de que pudiera enseñar a los hombres a vivir
cerca de Dios mientras desempeñan los humildes deberes de la vida. Era un misterio para los ángeles que Cristo,
la Majestad del cielo, condescendiera no sólo en revestirse con la humanidad,
sino en llevar sus cargas más pesadas y sus oficios más humillantes. Hizo esto a fin de convertirse en uno como
nosotros, para que pudiera 325 familiarizarse con las faenas, los dolores y las
fatigas de los hijos de los hombres (Ibid.).
DESPIÉRTESE LA AMBICIÓN DE CUMPLIR TAREAS
ÚTILES.
En los niños y los jóvenes debe despertarse la
ambición de obtener su ejercicio haciendo algo que los beneficie a sí mismos y
a los demás. El ejercicio que desarrolla
la mente y el carácter, que enseña a las manos a ser útiles, que educa a los
jóvenes para que lleven su parte de las cargas de la vida, es lo que da fuerza
física y vivifica toda facultad. Y hay
una recompensa en la laboriosidad virtuosa, en el cultivo del hábito de vivir
haciendo bien (Consejos para los Maestros, págs. 113, 114).
Es necesario enseñar a los jóvenes que la vida
significa trabajo serio, responsabilidad, preocupación. Necesitan una preparación que los haga
prácticos, que haga de ellos hombres y mujeres que puedan hacer frente a las
emergencias. Debería enseñárselas que la
disciplina del trabajo sistemático y bien regulado es esencial no sólo como
salvaguardia contra las vicisitudes de la vida, sino como ayuda para un
desarrollo completo (La Educación, pág. 211).
EL TRABAJO FÍSICO NO ES DEGRADANTE.
Es un error popular entre una clase muy
numerosa el considerar el trabajo como degradante; por eso los jóvenes anhelan
educarse para ser maestros, dependientes, comerciantes, abogados y ocupar casi
cualquier puesto que no requiera trabajo físico. Las jóvenes consideran el trabajo doméstico
como humillante. Y aunque el ejercicio
físico requerido para las labores domésticas, si no es demasiado severo, es
apropiado para fomentar la salud, procuran para educarse aquello que las hará
idóneas para llegar a ser maestras o dependientes, o aprender algún oficio que
las encerrará entre cuatro paredes, o algún empleo sedentario (Consejos para
los Maestros, págs. 222, 223). 326
El mundo está lleno de jóvenes de ambos sexos
que se jactan de ignorar todo trabajo útil; y son casi invariablemente
frívolos, vanos, amantes de la ostentación, desdichados, insatisfechos y, con
demasiada frecuencia, disipados y carentes de principios. Tales caracteres son un borrón en la sociedad
y una desgracia para sus padres.
(The Health Reformer, diciembre de 1877).
Nadie debiera avergonzarse del trabajo, aunque
parezca pequeño y servil. El trabajo es
ennoblecedor. Todos los que trabajan
asiduamente con la mente o las manos son obreros u obreras. Y todos están cumpliendo con su deber y
honrando a su religión, tanto mientras lavan la ropa o los platos como cuando
van a una reunión. Mientras las manos se
ocupan en las labores más comunes, la mente debe ser elevada y ennoblecida por
pensamientos puros y santos.
(Testimonies, tomo 4, pág. 590).
LOS JÓVENES DEBEN SER AMOS Y NO ESCLAVOS DEL
TRABAJO.
Los jóvenes debieran ser inducidos a ver la
verdadera dignidad del trabajo (La Educación, pág. 210).
Un poderoso motivo por el cual se menosprecia
el trabajo físico es la forma descuidada e irreflexivo en que tan a menudo se
realiza. Es hecho por necesidad y no por
gusto. El obrero no le dedica su corazón
ni tampoco conserva el respeto propio ni conquista el de otros.
La educación manual debería corregir este
error.
Debería desarrollar hábitos de
exactitud y prolijidad. Los alumnos
deberían aprender a tener tacto y sistema; deberían aprender a economizar el
tiempo y a hacer valer cada movimiento.
No sólo se les debiera enseñar los mejores métodos, sino que se les debería
inspirar la ambición de mejorar constantemente.
Debería ser su blanco hacer su trabajo tan perfecto como puedan lograrlo
las manos y el cerebro humanos. 327
Semejante educación hará a los jóvenes amos y
no esclavos del trabajo. Alegrará la
suerte del labrador rudo y ennoblecerá hasta la más humilde ocupación. El que considera el trabajo meramente como
una cosa penosa, y lo lleva a cabo con complacida ignorancia, sin esforzarse
por mejorar, hallará que es ciertamente una carga. Pero los que reconozcan que hay ciencia en el
trabajo más humilde, verán en él nobleza y belleza y se deleitarán en hacerlo
con fidelidad y eficiencia (Id., pág. 218).
LA RIQUEZA NO ES UNA EXCUSA PURA QUE NO HAYA
UNA PREPARACIÓN PRÁCTICA.
En muchos casos, los padres que son ricos no
sienten la importancia de dar a sus hijos una educación en los deberes
prácticos de la vida tanto como en las ciencias. No ven la necesidad de darles un
entendimiento cabal del trabajo útil para bien de la mente y la moral de sus
hijos y para su futura utilidad. Esto
deben a sus hijos para que, si llegara la desgracia, ellos puedan mantenerse en
noble independencia, sabiendo cómo usar las manos. Si tienen un capital de vigor, no pueden ser
pobres aun cuando no tengan un dólar.
Muchos que en su juventud estuvieron en la
prosperidad pueden ser despojados de todas sus riquezas y dejados con padres y
hermanos y hermanas que dependan de ellos para su sostén. Por lo tanto, ¡cuán importante es que cada
joven sea educado para trabajar, a fin de que esté preparado para cualquier
emergencia! Ciertamente, las riquezas
son una maldición cuando sus poseedores permiten que se interpongan en el
camino de sus hijos e hijas y les impidan obtener un conocimiento del trabajo
útil a fin de que se preparen para la vida práctica (Testimonies. tomo 3, pág.
150).
LOS NIÑOS DEBEN COMPARTIR LOS DEBERES
DOMÉSTICOS.
La madre fiel no será, ni puede serlo, una
adicta a la moda, ni será una esclava doméstica que soporte 328 los caprichos
de sus hijos y los excuse del trabajo.
Les enseñará a compartir con ella los trabajos domésticos a fin de que
tengan un conocimiento de la vida práctica.
Si los niños comparten el trabajo con su madre, aprenderán a considerar
las ocupaciones útiles como esenciales para la felicidad, como ennoblecedoras
más bien que degradantes. Pero si la
madre enseña a sus hijas a ser indolentes, al paso que ella lleva las pesadas
cargas de la vida doméstica, les está enseñando a menospreciarla como a su
sirvienta, que les presta sus servicios y hace las cosas que ellas debieran
hacer. La madre siempre debiera retener su dignidad.
(Pacific Health Journal,
junio de 1890).
Algunas madres cometen el error de desligar a
sus hijas de las faenas y los cuidados.
Al hacer esto, las animan en la indolencia. La excusa que a veces presentan estas madres
es: "Mis hijas no son fuertes".
Pero ellas tienen la culpa de que sean débiles e ineficientes. El trabajo bien orientado es precisamente lo
que necesitan para ser fuertes, vigorosas, alegres, felices y valientes para
afrontar las diversas pruebas que nos acosan en esta vida (Signs of the Times.
19-8-1875).
ASÍGNESE TAREAS ÚTILES A LOS HIJOS.
La negligencia de los padres al descuidar el
dar empleo a sus hijos ha resultado en males indecibles, ha puesto en peligro
las vidas de muchos jóvenes y ha dañado tristemente su utilidad. Dios desea que tanto los padres como los
maestros preparen a los hijos en los deberes prácticos de la vida de cada
día. Animadlos para que sean
laboriosos. Las niñas, y aun los
muchachos que no tienen trabajo al aire libre, debieran aprender a ayudar a la
madre. Desde la niñez, debiera enseñarse
a los muchachos y las niñas a llevar cargas cada vez más pesadas, con las que
ayuden inteligentemente en el trabajo de la empresa familiar. 329 Madres,
pacientemente mostrad a vuestros hijos cómo usar sus manos. Entiendan ellos que sus manos han de ser
usadas tan hábilmente como las vuestras en el trabajo doméstico (Review and
Herald, 8-9-1904).
Cada hijo debiera llevar una parte de la carga
hogareña y debiera enseñársele a realizar su tarea fiel y alegremente. Si el trabajo se distribuye en esta forma y
los niños crecen acostumbrándose a llevar responsabilidades adecuadas, ningún
miembro de la familia estará sobrecargado y todo se desarrollará agradable y
suavemente en el hogar. Se mantendrá una
economía adecuada, pues cada uno estará interiorizado de los detalles del
hogar y se interesará en ellos
(Signs of
the Times, 23-8-1877).
COCINAR Y COSER SON LECCIONES BÁSICAS
Las madres debieran llevar a sus hijas a la
cocina con ellas para darles una educación adecuada en ese sector de la
casa. También debieran instruirlas en el
arte de coser bien. Debieran enseñarles
a cortar prendas económicamente y luego a coserlas con prolijidad. Algunas madres prefieren hacer esto ellas
mismas antes que molestarse en enseñar pacientemente a sus hijas, faltas de
experiencia. Pero al hacer esto,
descuidan los aspectos esenciales de la educación y cometen un gran error
contra sus hijas, pues con el correr de la vida se sienten molestas debido a su
falta de conocimiento en estas cosas.
(Appeal to Mothers, pág. 15).
DAD PREPARACIÓN TANTO A LOS MUCHACHOS COMO A
LAS NIÑAS.
Puesto que tanto los hombres como las mujeres
tienen una parte en la constitución del hogar, tanto los niños como las niñas
deberían obtener un conocimiento de los deberes domésticos. El tender la cama, ordenar una pieza, lavar
la loza, preparar una comida, lavar y remendar su ropa, constituyen una
educación que no tiene por qué hacer menos varonil a ningún muchacho; lo hará
más feliz y más útil. 330 O si las niñas, a su vez pudiesen aprender a enjaezar
y guiar un caballo * manejar el serrucho y el martillo, lo mismo que el
rastrillo y la azada, estarían mejor preparadas para hacer frente a las
emergencias de la vida.
(La Educación. págs. 212, 213).
Es tan esencial para nuestras hijas aprender
el debido uso del tiempo como lo es para nuestros hijos, y son igualmente
responsables ante Dios por la manera en que lo ocupan. La vida nos es dada para el sabio perfeccionamiento
de los talentos que poseemos.
(The Health Reformer, diciembre de 1877).
CONSIDÉRESE UN PRIVILEGIO EL CONSERVAR LA
ENERGÍA DE LA MADRE.
Cada día hay trabajos domésticos que hacer:
cocinar, lavar los platos, barrer y limpiar el polvo. Madres, ¿habéis enseñado a vuestras hijas a
hacer estos deberes diarios? . . . Sus músculos necesitan ejercicio. En lugar de ejercitarse saltando y jugando a
la pelota o al croquet, hagan su ejercicio con algún propósito (Manuscrito 129,
1898).
Enséñese a los niños a compartir las cargas
del hogar. Manténgaselos ocupados en
algún empleo útil. Muéstreseles cómo
hacer su trabajo fácil y eficientemente.
Ayúdeseles a comprender que al aliviar las cargas de su madre, le están
preservando la energía y prolongando la vida.
Más de una madre fatigada ha descendido a una tumba prematura sólo
porque no se les enseñó a sus hijos que compartieran sus cargas. Fomentando un espíritu de servicio abnegado
en el hogar, los padres atraen a sus hijos más cerca de Cristo, que es la
personificación del altruismo (Manuscrito 70, 1903).
UN EXPERIMENTO EN LA FELICIDAD.
Hijos, sentad a vuestra madre en un cómodo
sillón y pedidle que os indique lo que ella haría primero. ¡Qué sorpresa 331
sería ésta para más de una madre cansada y abrumada! Los niños y jóvenes nunca
sentirán la paz de la felicidad hasta que por el fiel cumplimiento de los
deberes del hogar alivien las manos cansadas y el corazón y cerebro fatigados
de la madre. Estos son peldaños en la
escalera del progreso que los harán avanzar para recibir la educación más
elevada.
El fiel cumplimiento de los deberes diarios es
lo que trae la satisfacción y la paz propias del verdadero obrero del
hogar. Los que descuidan compartir las
responsabilidades del hogar son los que están perturbados con la soledad y el
descontento; pues no han aprendido la verdad de que los que están contentos, lo
están porque comparten la rutina diaria del trabajo que recae sobre la madre u
otros miembros de la familia. Muchos
están dejando sin aprender las lecciones más útiles que es esencial que
entiendan para su bien futuro (Manuscrito 129, 1898).
LA RECOMPENSA DE LA FIDELIDAD EN LOS DEBERES
DEL HOGAR.
Es verdaderamente elevador el fiel
cumplimiento de los deberes del hogar y el llenar el puesto que podéis ocupar
de la mejor manera posible, aunque sea de lo más sencillo y humilde. Se necesita esta influencia divina. En esto hay paz y sagrado gozo. Posee poder curador. Secreta e insensiblemente mitigará las
heridas del alma y aun los sufrimientos del cuerpo. La paz mental, que proviene de acciones y
motivos puros y santos, dará libertad y empuje vigoroso a todos los órganos del
cuerpo. La paz interior y una conciencia
libre de culpa delante de Dios reavivarán y vigorizarán el intelecto, como el
rocío que destila sobre las tiernas plantas. La voluntad entonces es correctamente dirigida y regida y es más
decidida y, sin embargo, está libre de terquedad. Las meditaciones son agradables porque están
santificadas. La serenidad mental que
podéis poseer bendecirá a todos con quienes os asociéis. 332
En su debida oportunidad, esta paz y calma se
volverán naturales y reflejarán sus preciosos rayos en todo vuestro derredor,
para reflejarse nuevamente sobre vosotros.
Mientras más probéis de esta paz celestial y tranquilidad mental, más
aumentará. Es un placer animado y
viviente que no provoca la paralización de las energías morales, sino que las
despierta a una actividad multiplicada.
La paz perfecta es un atributo del Cielo que poseen los ángeles
(Testimonies, tomo 2, págs. 326, 327).
HABRÁ ACTIVIDAD EN EL CIELO.
Los ángeles son obreros; son ministros de Dios
para los hijos de los hombres. Los
siervos negligentes que esperan un cielo de inacción tienen ideas falsas de lo
que constituye el cielo. El Creador no
ha preparado un lugar para la satisfacción de la indolencia pecaminosa. El cielo es un lugar de actividad
provechosa. Sin embargo, para el cansado
y sobrecargado, para los que han peleado la buena batalla de la fe, será un
descanso glorioso, pues será suyo el vigor juvenil de la inmortalidad, y no
tendrán que luchar más contra el pecado y Satanás. Para los obreros enérgicos sería tedioso un
estado de eterna indolencia. No sería
cielo para ellos. La senda del trabajo
arduo, asignada a los cristianos en la tierra, puede ser dura y cansadora, pero
ha sido honrada por las pisadas del Redentor y está seguro el que sigue ese
camino sagrado (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 99). 333
CAPÍTULO 59. LA ENSEÑANZA DE OFICIOS ÚTILES.
CADA NIÑO DEBIERA APRENDER ALGÚN OFICIO.
El descuido de los padres al no proporcionar
empleo a los niños de los que se han responsabilizado por traerlos al mundo, ha
resultado en incontables males, ya que ha puesto en peligro la vida de muchos
jóvenes y ha dañado grandemente su utilidad.
Es un gran error permitir que los jóvenes crezcan sin aprender algún
oficio
(Manuscrito 121, 1901).
Desde la columna de nube, Jesús dio
instrucciones a los hebreos por medio de Moisés de que ellos debían educar a
sus hijos para trabajar, que debían enseñarles oficios y que ninguno debía
estar ocioso (Manuscrito 24 b, 1894).
Debierais ayudar a vuestros hijos para que
adquieran un conocimiento que, si fuera necesario, pudiera servirles para
mantenerse con su propio trabajo.
Debierais enseñarles a ser decididos en seguir la voz del deber (Signs
of the Times, 19-8-1875).
ENSÉÑESE EL USO DE HERRAMIENTAS.
Cuando los niños llegan a una edad adecuada,
debiera dárseles herramientas. Si se
hace interesante su trabajo, llegarán a ser hábiles en el uso de las
herramientas. Si el padre es carpintero,
debiera dar a sus hijos lecciones de construcción de casas, usando siempre en
sus instrucciones lecciones de la Biblia, las palabras de las Escrituras en las
cuales el Señor compara los seres humanos con su edificio.
(Manuscrito 45,
1912).
PREPÁRENSE A LOS MUCHACHOS EN AGRICULTURA.
Los padres debieran preparar a sus hijos para
que se ocupen con ellos en sus oficios y empleos. Los agricultores no debieran pensar que la
agricultura es una ocupación que no es suficientemente elevada para 334 sus
hijos. La agricultura debiera progresar
mediante el conocimiento científico.
Se afirma que la agricultura no es
provechosa. La gente dice que la tierra
no recompensa el trabajo que se invierte en ella, y lamentan la dura suerte de
los que labran el terreno. . . . Pero si las personas de habilidad adecuada
emprendieran esta clase de trabajo e hicieran un estudio del terreno, y
aprendieran a plantar, a cultivar y a recoger la cosecha, se verían resultados
más animadores. Muchos dicen:
"Hemos probado la agricultura y sabemos lo que son sus resultados", y
sin embargo estos mismos necesitan saber cultivar el terreno y usar de la
ciencia en su trabajo. Sus arados
debieran producir surcos más profundos y más anchos, y necesitan aprender que
por labrar la tierra su personalidad no debe volverse vulgar y áspera. . . .
Aprendan a sembrar la semilla en la sazón debida, a prestar atención a la
vegetación y seguir el plan que Dios ha ideado (Signs of the Times, 13-8-1896).
UNA PREPARACIÓN DE VALOR RESALTANTE.
Ningún ramo de trabajo manual es de más valor
que la agricultura. Se debería hacer
mayor esfuerzo para crear y alentar el interés en las tareas agrícolas. Llame el maestro la atención hacia lo que la
Biblia dice en cuanto a la agricultura: que era el plan de Dios que el hombre
labrase la tierra; que al primer hombre, gobernante de todo el mundo, le fue
dado un jardín para que lo cultivara y que muchos de los más grandes hombres
del mundo, su verdadera nobleza, han sido cultivadores del suelo. . . . El que
se gana la vida por medio de la agricultura escapa a muchas tentaciones y goza
de innumerables bendiciones y privilegios negados a aquellos que trabajan en
las grandes ciudades.
Y en estos días de grandes sindicatos y de
competencia comercial pocos hay que gocen de una 335 independencia tan real y
de tan grande seguridad de recibir la justa recompensa de su trabajo, como el
labrador de la tierra. (La Educación, págs. 214, 215).
LOS PRODUCTOS FRESCOS SON DE VALOR ESPECIAL.
Las familias y las instituciones debieran
aprender a aprovechar más del cultivo y el mejoramiento de la tierra. Si la gente tan sólo supiera del valor de los
productos de la tierra, que ella da a la sazón debida, se harían esfuerzos más
diligentes para cultivar el terreno.
Todos debieran estar familiarizados con el valor especial de las frutas
y verduras frescas de la quinta y la huerta. (Counsels on Diet and Foods, pág.
312).
LAS ESCUELAS DEBIERAN DAR INSTRUCCIÓN EN
OFICIOS ÚTILES.
La educación manual merece más atención de la
que se ha prestado. Se deberían
establecer escuelas que, además de la cultura mental y moral superior, provean
las mejores facilidades posibles para el desarrollo físico y la educación industrial. Se debería enseñar agricultura, industrias
-tantos oficios útiles como sea posible- economía doméstica, conocimientos
culinarios, costura, confección de ropa higiénica, tratamientos a enfermos y
otras cosas parecidas. Se deberían
proveer jardines, talleres y salas de tratamientos, y la dirección del trabajo,
en todos los ramos, debería estar a cargo de personas entendidas.
El trabajo debería tener un blanco definido y
ser completo. Aunque toda persona
necesita conocer diferentes oficios, es indispensable que sea versada a lo
menos en uno. Todo joven al salir de la
escuela debe haber adquirido el conocimiento de algún oficio o alguna ocupación
con que, si fuera necesario, se pudiese ganar la vida.
(La Educación, págs. 214,
215).
UNA PREPARACIÓN DE VALOR DOBLE.
Relacionados con las escuelas debe haber
establecimientos para la ejecución de ciertas ramas del trabajo, que
proporcionen 336 a los alumnos empleo y ejercicio necesario fuera de las horas
de estudio. . . . Entonces podrían ellos haber adquirido un conocimiento
práctico de los negocios mientras adquirían su educación literaria
(Consejos
para los Maestros, pág. 67).
EL CONOCIMIENTO PRÁCTICO ES MÁS VALIOSO QUE EL
CIENTÍFICO.
Debiera haber habido maestras experimentadas
para dar lecciones de arte culinario a las niñas. Se debiera haber instruido a las jovencitas
en corte, confección y remiendo de vestidos, siendo así educadas para los
deberes prácticos de la vida.
Para los jóvenes debiera haber
establecimientos donde pudieran aprender diferentes oficios con los que
ejercitaran tanto los músculos como las facultades mentales. Si los jóvenes tuvieran que recibir una sola
clase de educación, lo que es un asunto de consecuencias importantísimas, y
tuvieran que elegir entre un conocimiento de las ciencias con todas las
desventajas para la salud y la vida, o un conocimiento del trabajo para la vida
práctica, sin vacilar contestaría, elíjase lo último. Si algo debe descuidarse, sea el estudio de
los libros (Testimonies, tomo 3, pág. 156).
Quizá haya quienes han tenido una preparación
equivocada y los que tienen ideas erróneas en cuanto a la educación de los
niños. Esos niños y jóvenes sienten la
falta de una mejor preparación, y vosotros debéis adecuar el trabajo físico
junto con el mental: los dos debieran ir juntos (Manuscrito 19, 1887).
JESÚS FUE UN EJEMPLO DE LABORIOSIDAD FELIZ.
Se requiere mucho más gracia y seria
disciplina del carácter para trabajar para Dios como mecánico, comerciante,
abogado o agricultor, que practica los preceptos del cristianismo en los
negocios de la vida, que trabajar como misionero profesional en el campo de
labor, donde la posición de uno es entendida y la mitad de sus dificultades son
obviadas por ese mismo 337 hecho. Se
necesitan nervios y músculos espirituales vigorosos para llevar la religión al
taller y a la oficina, santificando los detalles de la vida diaria y sujetando
cada transacción mundanal a las normas de un cristiano bíblico.
Jesús, en sus treinta años de reclusión en
Nazaret, trabajó arduamente y descansó, comió y durmió, semana tras semana y
año tras año, al igual que sus humildes contemporáneos. No llamó la atención a sí mismo como a un
personaje notable; sin embargo, era el Redentor del mundo, el Adorado de los
ángeles, que cumplía todo el tiempo la obra de su Padre, viviendo una lección
que debiera permanecer para que la copiara la humanidad hasta el fin del
tiempo.
Esta lección esencial de laboriosidad feliz en
los deberes necesarios de la vida, aunque sean humildes, ha de ser aprendida
todavía por la mayor parte de los seguidores de Cristo. Si no hay un ojo humano que critique nuestro
trabajo, ni una voz que lo alabe o condene, debiera ser hecho tan bien como si
el Ser Infinito estuviera personalmente para inspeccionarnos. Debiéramos ser tan fieles en los detalles
menores de nuestras ocupaciones como lo seríamos en los negocios mayores de la
vida (The Health Reformer, octubre de 1876). 338
CAPÍTULO 60. CONOCIMIENTO Y OBEDIENCIA DE LAS LEYES DE LA
VIDA.
MARAVILLAS DEL CUERPO HUMANO.
Somos hechura de Dios y su Palabra declara que
somos "asombrosa y maravillosamente" formados. Ha preparado esta habitación viviente para la
mente; la ha "entretejido maestramente" como un templo que el Señor
mismo ha preparado para la morada de su Espíritu Santo. La mente rige a todo el
hombre. Todos nuestros hechos, buenos o
malos, tienen su origen en la mente. Es
ella la que adora a Dios y nos une con los seres celestiales. Sin embargo, muchos pasan toda su vida sin
adquirir inteligencia en cuanto al estuche [el cuerpo humano] que contiene este
tesoro.
Todos los órganos físicos son los siervos de
la mente y los nervios los mensajeros que transmiten sus órdenes a cada parte
del cuerpo guiando los movimientos de la maquinaria viviente.
(Fundamentals of
Christian Education, págs. 425, 426).
Al estudiarse el mecanismo del cuerpo, se
debería dirigir la atención a su maravillosa adaptación de los medios al fin, a
la armoniosa acción y dependencia de los diferentes órganos. Una vez que se ha despertado el interés del
estudiante y se le ha hecho ver la importancia de la cultura física, el maestro
puede hacer mucho para obtener el debido desarrollo y hábitos correctos (La
Educación, pág. 194).
HA DE PRESERVARSE LA SALUD.
Puesto que la mente y el alma hallan expresión
por medio del cuerpo, tanto el vigor mental como el espiritual dependen en gran
parte de la fuerza y la actividad físicas; todo lo que promueva la salud
física, promueve el desarrollo de una mente fuerte y un carácter
equilibrado. Sin salud, nadie puede
comprender distintamente ni cumplir completamente sus obligaciones para consigo
339 mismo, con sus semejantes o con su Creador.
Debiera cuidarse por lo tanto tan fielmente la salud como el
carácter. El conocimiento de la fisiología
y de la higiene debería ser la base de todo esfuerzo educativo (Id., pág. 191).
MUCHOS NO ESTÁN DISPUESTOS A ESTUDIAR
LAS
LEYES DE LA SALUD.
Muchos no están dispuestos a realizar un
esfuerzo necesario para obtener un conocimiento de las leyes de la vida y de
los medios sencillos que se deben emplear para la restauración de la salud. No se colocan en la debida relación con la
vida. Cuando la enfermedad es el
resultado de su transgresión de las leyes naturales, no procuran corregir sus
errores y luego piden la bendición de Dios
(Christian Temperance and Bible
Hygiene, págs. 112, 113).
Debiéramos educarnos no sólo para vivir en
armonía con las leyes de la salud, sino para enseñar a otros el camino
mejor. Muchos, aun entre los que
profesan creer las verdades especiales para este tiempo, están en una
ignorancia lamentable respecto a la salud y a la temperancia. Necesitan ser educados, línea sobre línea,
precepto sobre precepto. El tema debe
ser mantenido fresco delante de ellos.
Este asunto no debe ser pasado por alto como no esencial, pues casi cada
familia necesita ser alertada en cuanto a esta cuestión. Debe despertarse la conciencia al deber de
practicar los principios de la verdadera reforma.
(Id., pág. 117).
Se debería prestar mucho mayor atención de la
que comúnmente se concede a los principios de higiene que se aplican al régimen
alimentario, al ejercicio, al cuidado de los niños, al tratamiento de los
enfermos, y a muchos asuntos semejantes.
(La Educación, págs. 192, 193).
ESTUDIAR MEDIDAS PREVENTIVAS.
Poca, muy poca consideración se da a las
causas que determinan la 340 mortandad, la enfermedad y la degeneración, que
existe hoy aun en los países más civilizados y favorecidos. La raza humana está decayendo. . . . La mayor
parte de los males que acarrean miseria y ruina a la raza humana podrían
evitarse, y el poder de luchar contra ellos descansa en sumo grado en los
padres (El Ministerio de Curación, pág. 294).
ENSEÑAD A LOS NIÑOS A RAZONAR DE CAUSA A
EFECTO.
Enseñad a vuestros hijos a razonar de causa a
efecto. Mostradles que si violan las
leyes de su ser, tendrán que pagar la penalidad en sufrimientos. Si no podéis ver progresos tan rápidos como
deseáis, no los desalentéis, sino instruidlos pacientemente y seguid adelante
hasta ganar la victoria (Consejos para los Maestros, pág. 97).
Los que estudian y practican los principios
del sano vivir, recibirán grandes bendiciones tanto física como
espiritualmente. El comprender la
filosofía de la salud es una salvaguardia contra muchos de los males que van de
continuo en aumento (Id., pág. 106).
HACED QUE LA INSTRUCCIÓN SEA PROGRESIVA.
Mediante lecciones sencillas y fáciles se
deberían enseñar desde sus primeros años a los niños los rudimentos de la
fisiología y la higiene. Esta obra
debería empezar por la madre en el hogar y continuar fielmente en la
escuela. A medida que la edad de los
alumnos aumenta, se debería seguir instruyéndolos en este ramo, hasta que estén
capacitados para cuidar de la casa en la cual viven. Deberían comprender la importancia que tiene
el evitar las enfermedades mediante el mantenimiento del vigor de cada órgano,
y también se les debería enseñar cómo deben desempeñarse en caso de
enfermedades comunes y de accidentes (La Educación, pág. 192).
NO ES SUFICIENTE EL CONOCIMIENTO DE LOS
HECHOS.
El estudiante de fisiología debería aprender
que el 341 objeto de su estudio no es meramente la obtención de un conocimiento
de hechos y principios. Este sólo daría
poco beneficio. Puede ser que comprenda
la importancia de la ventilación; su pieza puede tener aire puro, pero a menos
que llene debidamente sus pulmones, sufrirá los resultados de una respiración
imperfecta. Debe comprenderse, pues, la
necesidad de la limpieza, y proveerse las facilidades necesarias, pero todo
será inútil a menos que sea puesto en práctica.
El gran requisito en la enseñanza de estos principios, es impresionar al
alumno con su importancia, de modo que los ponga escrupulosamente en práctica
(Id., pág 196).
ES NECESARIO UN CONOCIMIENTO DE LAS LEYES DE
LA NATURALEZA.
En el estudio de la fisiología, no se incluyen
por lo general algunos asuntos que deberían considerarse, asuntos que son de
mayor valor para el estudiante que muchos de los detalles técnicos comúnmente
enseñados bajo ese título. Como
principio fundamental de toda la educación correspondiente a este ramo, se
debería enseñar a los jóvenes que las leyes de la naturaleza son las leyes de
Dios, tan ciertamente divinas como los preceptos del Decálogo. Dios ha escrito en cada nervio, músculo y
fibra del cuerpo las leyes que gobiernan nuestro organismo. Toda violación
descuidada o premeditada de estas leyes es un pecado contra nuestro Creador.
¡Cuán necesario es, pues, que se imparta un conocimiento completo de estas
leyes! (Id., pág. 192).
REGULARIDAD AL COMER Y DORMIR.
No se debería pasar por alto la importancia de
la regularidad de las horas para comer y dormir. Puesto que la obra de reparar el cuerpo se
efectúa durante las horas de descanso, es esencial, especialmente, para los
jóvenes, que el sueño sea metódico y abundante (Id., pág. 201). 342
Al regular las horas de sueño, no deben
dejarse las cosas libradas al azar. Los
estudiantes no deben adquirir el hábito de estudiar a medianoche y dedicar las
horas del día para dormir. Si se han
acostumbrado a hacer esto en casa, deben corregirse yendo a la cama a una hora
razonable. Se levantarán entonces por la
mañana, refrigerados para los deberes del día (Consejos para los Maestros, pág.
226).
INSÍSTASE EN CORRECTOS HÁBITOS DE SALUD.
Debe insistirse en los debidos hábitos
respecto al comer, al beber y al vestir.
Los malos hábitos hacen a los jóvenes menos susceptibles a la
instrucción bíblica. Los niños deben ser
protegidos contra la complacencia del apetito, y especialmente contra el uso de
estimulantes y narcóticos. Las mesas de
los padres cristianos no deben cargarse con alimentos que contengan condimentos
y especias (Id., pág. 97).
No hemos de consentir en ningún hábito que
debilite la fortaleza física y mental o deteriore nuestras facultades en alguna
forma. Hemos de hacer todo lo que
podemos para preservar la salud, a fin de que podamos tener dulzura de
carácter, claridad mental y podamos distinguir entre lo sagrado y lo común y
honrar a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu que son suyos (Youth's
Intructor, 24-8-1893).
LA IMPORTANCIA DE LA POSTURA CORRECTA.
Entre las primeras cosas que se debería tratar
de lograr, figura la postura correcta, tanto cuando se está sentado como de
pie. Dios hizo al hombre erguido y desea
que posea no sólo beneficio físico, sino mental y moral; la gracia, la
dignidad, el aplomo, el valor y la confianza en sí mismo que tiende a producir
un porte erguido. Enseñe esto el maestro
por precepto y por ejemplo. Muéstrese en qué consiste una postura 343 erguida e
insístase en que se mantenga (La Educación, pág. 194).
LA RESPIRACIÓN Y LA CULTURA VOCAL.
Siguen en importancia a la postura correcta la
respiración y la cultura vocal. Es más
probable que respire correctamente aquel que se mantiene erguido cuando está
sentado o de pie. Pero el maestro
debería inculcar en los alumnos la importancia de la respiración profunda. Muéstrese cómo la acción sana de los órganos
respiratorios, que ayuda a la circulación de la sangre, vigoriza todo el
organismo, excita el apetito, promueve la digestión, produce un sueño sano y
dulce y de ese modo no sólo hace descansar el cuerpo, sino que calma y suaviza
la mente. Al mismo tiempo que se muestra
la importancia de la respiración profunda, debería insistirse en que se la practique.
Háganse ejercicios que la provoquen y al mismo tiempo trátese de formar el
hábito.
La cultura de la voz tiene una parte
importante en la cultura física, puesto que tiende a dilatar y fortalecer los
pulmones, y así aleja la enfermedad.
Para conseguir una formación correcta tanto en la lectura como en la
conversación, cuídese de que los músculos abdominales tengan libertad de
movimientos al respirar y que los órganos respiratorios no estén
oprimidos. La tensión debería recaer
sobre los músculos del abdomen más bien que sobre los de la garganta. De ese modo se evitará un gran cansancio y una
grave enfermedad a la garganta. Debe
darse cuidadosa atención al logro de una articulación distinta, tonos suaves y
bien modulados y una pronunciación no muy rápida. Esto no sólo estimulará la salud sino que
contribuirá en gran medida a que sea más agradable y eficaz el trabajo del
estudiante (Id., págs. 194, 195).
TRES FACTORES ESENCIALES PARA LA FELICIDAD DE
LA FAMILIA.
En el estudio de la higiene, el maestro atento
344 aprovechará toda oportunidad para mostrar la necesidad de una perfecta
limpieza, tanto de las costumbres personales como del ambiente en que uno
vive. Debería darse énfasis al valor del
baño diario como estimulante para la salud y la acción mental. También debería prestarse atención a la luz
solar y a la ventilación, a la higiene del dormitorio y de la cocina. Enséñese a los alumnos que un dormitorio que
reúna todas las condiciones higiénicas, una cocina limpia y una mesa arreglada
con gusto y saludablemente provista lograrán más para la obtención de la
felicidad de la familia y la consideración de cualquier visitante sensato, que
cualquier conjunto de muebles costosos que adornen la sala. No es menos necesaria ahora que cuando fue
enseñada hace mil ochocientos años, por el Maestro divino, la lección: "La
vida más es que la comida, y el cuerpo que el vestido" (Id., págs. 195,
196).
PROCURAD COMPRENDER LOS REMEDIOS DE LA
NATURALEZA.
El aire puro, el sol, la abstinencia, el
descanso, el ejercicio, un régimen alimentario conveniente, el agua y la
confianza en el poder divino son los verdaderos remedios. Todos debieran conocer los agentes que la
naturaleza provee como remedios, y saber aplicarlos. Es de suma importancia darse cuenta exacta de
los principios implicados en el tratamiento de los enfermos, y recibir una
instrucción práctica que le habilite a uno para hacer uso correcto de estos
conocimientos.
El empleo de los remedios naturales requiere
más cuidados y esfuerzos de lo que muchos quieren prestar. El proceso natural de curación y
reconstitución es gradual y les parece lento a los impacientes. El renunciar a la satisfacción dañina de los
apetitos impone sacrificios. Pero al fin
se verá que, si no se le pone trabas, la naturaleza desempeña su obra con
acierto y los que perseveren en la obediencia a sus 345 leyes encontrarán recompensa
en la salud del cuerpo y del espíritu.
(El Ministerio de Curación, pág. 89).
UN CÓDIGO ABARCANTE.
En lo que atañe a lo que podemos hacer por
nosotros mismos, hay un punto que requiere cuidadosa y meditada
consideración.
*Debo conocerme a mí mismo. Siempre debo aprender la forma de cuidar de
este edificio, el cuerpo que Dios me ha dado, para que pueda preservarlo en la
mejor condición de salud.
*Debo comer
aquellas cosas que serán para mi mejor bien físico, y debo cuidar especialmente
mi ropa de modo que favorezca una saludable circulación de la sangre. No debo privarme del ejercicio y del
aire.
*Debo recibir toda la luz solar que
me sea posible.
*Debo tener sabiduría
para ser un fiel guardián de mi cuerpo.
Haría una insensatez muy grande si entrara en
una habitación fría habiendo transpirado; sería un mayordomo insensato si me
sentara en una corriente de aire, y así me expusiera a resfriarme. Sería insensato si me sentara con los pies y
los miembros fríos y así congestionara el cerebro y los otros órganos internos
con la sangre de las extremidades.
Siempre debiera proteger mis pies en tiempo húmedo.
*Debiera comer regularmente de los alimentos
más saludables que me proporcionarán la mejor calidad de sangre, y no debiera
trabajar con intemperancia, si es que puedo evitarlo.
*Y cuando viole las leyes que Dios ha
establecido en mi ser, debo arrepentirme y reformarme, y colocarme en la
condición más favorable bajo el cuidado de los médicos que Dios ha provisto: el
aire puro, el agua pura y la preciosa y curativa luz solar (Medical Ministry,
pág. 230).
SOMOS INDIVIDUALMENTE RESPONSABLES ANTE DIOS.
Nuestro cuerpo es propiedad de Cristo,
comprada por él mismo, y no es lícito hacer de ese cuerpo lo que nos
plazca. Cuantos entienden las leyes de
la salud, implantadas en ellos por Dios, deben sentirse obligados 346 a
obedecerlas. La obediencia a las leyes
de la higiene es una obligación personal.
A nosotros mismos nos toca sufrir las consecuencias de la violación de
esas leyes. Cada cual tendrá que responder
ante Dios por sus hábitos y prácticas.
Por tanto, la pregunta que nos incumbe no es: "¿Cuál es la
costumbre del mundo?" sino "¿Cómo debo conservar la habitación que
Dios me dio?"
(El Ministerio de Curación, pág. 239). 347
No hay comentarios:
Publicar un comentario