CAPÍTULO
82. LA HORA ES TARDÍA.
SATANÁS ESTÁ PREPARANDO SUS HUESTES.
Satanás está preparando sus huestes, ¿estamos
preparados individualmente para el terrible conflicto que está precisamente
delante de nosotros? ¿Nos estamos preparando y estamos preparando a nuestra
familia para que comprenda la posición de nuestros adversarios y sus ardides
bélicos? ¿Están formando hábitos de decisión vuestros hijos para que puedan ser
firmes y no se rindan en ningún asunto de principio y deber? Ojalá todos puedan entender las señales de
los tiempos y estemos preparados junto con nuestros hijos para que en el tiempo
de conflicto Dios pueda ser nuestro refugio y nuestra defensa.
(Review and
Herald, 23-4-1889).
PREPARAOS PARA UNA SORPRESA ABRUMADORA.
La transgresión casi ha llegado a su límite. La confusión llena el mundo y pronto ha de
sobrecoger a los seres humanos un gran terror.
El fin está muy cerca. El pueblo
de Dios debiera estarse preparando para lo que ha de sobrevenir al mundo como
una sorpresa abrumadora.
Nuestro tiempo es precioso. No tenemos sino
unos pocos, muy pocos días de gracia en los cuales prepararnos para la vida
inmortal futura (Youth's Instructor, 28-4-1908).
MUCHAS FAMILIAS NO ESTÁN PREPARADAS.
El sábado y domingo, en visiones de la noche,
me pareció estar dando mi testimonio delante de la gente. En ambas 526 ocasiones, me pareció estar en
una grandiosa carpa que estaba literalmente atestada. El Señor me dio un mensaje decisivo para la gente. Mi preocupación era nuestras familias que no
están preparadas para encontrarse con el Señor.
Una preocupación especial estaba sobre mí, de señalar a nuestro pueblo
la necesidad de buscar al Señor con un íntimo escudriñamiento de corazón y
fervor de propósito. . . .
Los padres que estén verdaderamente
convertidos revelarán en su vida del hogar que están colocando su vida bajo la
disciplina de la Palabra de Dios. . . .
La preparación correcta de sus hijos es la más importante obra de la
vida para el padre y la madre (Carta 64, 1911).
PREGUNTAS SOLEMNES PARA LOS PADRES.
Padres y madres, ¿cómo están vuestros
registros? ¿Habéis sido fieles a vuestro cometido? Al ver a vuestros hijos inclinados a seguir
una conducta que sabíais resultaría en pensamientos, palabras y actos impuros,
habiendo pedido primero la ayuda de Dios, ¿habéis tratado de mostrarles su
peligro? ¿Les habéis señalado el peligro de tomar la senda de su propia
elección? Madres, ¿habéis descuidado
vuestra obra dada por Dios: la más grande obra jamás dada a los mortales? ¿Os habéis
rehusado a llevar vuestras responsabilidades dadas por Dios? En el tiempo de angustia que está delante de
nosotros, cuando los juicios de Dios caigan sobre los impuros y los no
santificados, ¿os maldecirán vuestros hijos debido a vuestra negligencia?
(Review and Herald, 23-12-1902).
LOS PADRES QUE SON NUEVOS EN EL MENSAJE
NECESITAN INSTRUCCIÓN.
Los que llevan el último mensaje de
misericordia al mundo deben sentir que es su deber instruir a los padres acerca
de la religión en el hogar. El gran
movimiento de reforma debe principiar presentando a los padres, las madres y
los 527 hijos los principios de la ley de Dios.
A medida que se presentan los requerimientos de la ley de Dios, y los
hombres y mujeres se convencen de su deber de acatarla, muéstreseles la
responsabilidad de su decisión, no sólo para consigo mismos sino para con sus
hijos. Muéstreseles que la obediencia a
la Palabra de Dios es nuestra única salvaguardia contra los males que están
arrastrando al mundo a la destrucción (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág.
406).
NUESTROS JÓVENES NECESITAN AYUDA Y ÁNIMO.
Ahora es nuestro momento y oportunidad de
trabajar por la juventud. Decidles que
estamos ahora en una crisis peligrosa y necesitamos saber discernir la
verdadera piedad. Nuestra juventud
necesita ser ayudada, levantada y alentada, pero de la manera debida; no, por
ejemplo, como ella lo querría, sino de la manera que le ayude a tener mentes
santificadas. Necesitan religión buena y
santificadora más que cualquier otra cosa (La Educación Cristiana, pág. 497).
NO OS DEMORÉIS.
Los acontecimientos venideros están
proyectando su sombra sobre nuestro sendero.
Padres, madres, os exhorto a hacer los más fervientes esfuerzos ahora en
favor de vuestros hijos. Dadles
instrucción religiosa diariamente.
Enseñadles a amar a Dios y ser leales a los principios de rectitud. Con una fe elevada y ferviente, dirigida por
la influencia divina del Espíritu Santo, trabajad, trabajad ahora. No dilatéis un solo día, ni una hora (Review
and Herald, 23-4-1889).
HACED UNA OBRA CABAL.
Padres, humillad vuestro corazón delante de
Dios. Comenzad una obra cabal con
vuestros hijos. Rogadle al Señor que os
perdone vuestro descuido de su Palabra al desatender la preparación de vuestros
hijos en la forma debida. Pedid luz y
dirección, una conciencia sensible y un discernimiento claro para que podáis
ver vuestros errores y faltas. Dios oirá
oraciones tales que emanen de 528 un corazón humilde y contrito (Manuscrito 22,
1904).
LA CONFESIÓN PUEDE SER NECESARIA.
Si habéis fallado en vuestro deber para vuestra
familia, confesad vuestros pecados delante de Dios. Reunid a vuestros hijos en torno de vosotros
y reconoced vuestro descuido. Decidles
que deseáis realizar una reforma en el hogar y pedidles que os ayuden a hacer
del hogar lo que debiera ser. Leedles
las instrucciones que se encuentran en la Palabra de Dios. Orad con ellos, y pedid a Dios que les salve
la vida y les ayude a prepararse para un hogar en su reino. En esta forma, podréis comenzar una obra de
reforma y luego continuad observando el sendero del Señor (Ibid.).
DAD A LOS NIÑOS UN EJEMPLO DE ESTRICTA
OBEDIENCIA.
La obra especial de los padres es hacer que
las leyes de Dios sean claras para sus hijos e instarles para que las
obedezcan, a fin de que vean la importancia de obedecer a Dios todos los días
de su vida. Esta fue la obra de
Moisés. Debía prescribir a los padres su
deber de dar a sus hijos un ejemplo de estricta obediencia. Y ésta es la obra que está por encima de
cualquier otra cosa que deba hacerse en la vida del hogar hoy día. Ha de acompañar al mensaje del tercer
ángel. La ignorancia no es una excusa
para que los padres descuiden enseñar a sus hijos lo que significa transgredir
la ley de Dios. La luz es abundante y
nadie está obligado a caminar en tinieblas, nadie necesita estar en la
ignorancia. Dios es tan verdaderamente
nuestro instructor hoy como fue el Maestro de los hijos de Israel, y todos
estamos constreñidos por la más sagrada obligación a obedecer sus leyes (Carta
90, 1898).
ORAD Y TRABAJAD POR LA SALVACIÓN DE VUESTROS
HIJOS.
Enseñad a vuestros hijos que el corazón debe
ser preparado para que ejerza dominio propio y abnegación. Los motivos de la vida deben estar en 529
armonía con la ley de Dios. Nunca estéis
satisfechos de que vuestros hijos crezcan apartados de Cristo. Nunca os sintáis tranquilos mientras estén
fríos e indiferentes. Clamad a Dios día
y noche. Orad y trabajad por la
salvación de las almas de vuestros hijos.
"El temor de Jehová es el principio de la sabiduría". Es el muelle real y la péndola del carácter.*
Sin el temor de Jehová, no alcanzarán el gran propósito de su creación (Review
and Herald, 23-4-1889).
PROCEDED COMO EDIFICADORES DEL CARÁCTER.
Los padres adventistas del séptimo día deben
comprender más plenamente sus responsabilidades como edificadores del
carácter. Dios les ofrece el privilegio
de fortalecer su causa por la consagración y las labores de sus hijos. Desea ver reunida en los hogares de nuestro pueblo
a una gran compañía de jóvenes que, a causa de las influencias piadosas de sus
padres, le hayan entregado su corazón, y salgan a prestar el más alto servicio
de sus vidas. Dirigidos y educados por
la piadosa instrucción del hogar, la influencia del culto matutino y
vespertino, el ejemplo consecuente de los padres que aman y temen al Señor, han
aprendido a someterse a Dios como Maestro, y están preparados para rendirle un
servicio aceptable como hijos e hijas leales.
Estos jóvenes están preparados para representar ante el mundo el poder y
la gracia de Cristo (Consejos para los Maestros, pág. 101). 530
CAPÍTULO 83. LAS RECOMPENSAS.
UNA GRÁFICA ESCENA DEL DÍA DEL JUICIO.
Una vez tuve un sueño en el que vi una
muchedumbre reunida. Y súbitamente los
cielos se ennegrecieron, retumbó el trueno, fulguró el relámpago, y una voz más
potente que el mayor estruendo del trueno resonó por los cielos y la tierra
diciendo: "Consumado es". Una
parte de la muchedumbre, con rostros pálidos, se adelantó con un gemido de
agonía exclamando: "¡Oh, no estoy listo!" Se formuló la pregunta:
"¿Por qué no estás listo? ¿Por qué no has aprovechando de las
oportunidades que te di bondadosamente?" Me desperté con el clamor que
resonaba en mis oídos: "¡No estoy listo! ¡No estoy salvado! ¡Perdido!
¡Perdido! ¡Eternamente perdido!"
En vista de las solemnes responsabilidades que
descansan sobre nosotros, contemplemos el futuro para que podamos entender lo
que debemos hacer a fin de afrontarlas.
En aquel día, ¿tendremos que hacer frente al descuido y desprecio de
Dios y de su misericordia, al rechazo de su verdad y de su amor? En la solemne reunión del último día, a oídos
del universo, se leerá la razón de la condenación del pecador. Por primera vez, los padres sabrán lo que ha
sido la vida secreta de sus hijos. Los
hijos verán cuántos errores han cometido contra sus padres. Habrá una revelación general de los secretos
y motivos del corazón, pues se manifestará lo que está oculto. Los que se han mofado de las cosas solemnes
del juicio, quedarán sombríos al contemplar su terrible realidad.
Los que han despreciado la Palabra de Dios
entonces harán frente al Autor de los oráculos inspirados. No podemos permitirnos vivir sin tomar en
cuenta el día del juicio: pues aunque se posponga 531 mucho, ahora está cerca,
a las puertas, y se apresura grandemente.
La trompeta del Arcángel pronto sorprenderá a los vivos y despertará a
los muertos. En ese día los impíos serán
separados de los justos como el pastor divide las cabras de las ovejas (Youth's
Instructor, 21-7-1892).
CUANDO DIOS PREGUNTE: "¿DÓNDE ESTÁN LOS
HIJOS?"
Los padres que han descuidado las
responsabilidades que Dios les dio, deben hacer frente a ese descuido en el
juicio. Entonces preguntará el Señor:
"¿Dónde están los hijos que te di para que los prepararas para mí? ¿Por
qué no están a mi diestra?" Muchos padres verán entonces que un amor necio
les cegó los ojos para que no vieran las faltas de sus hijos y dejó que esos
hijos desarrollaran caracteres deformados inaptos para el cielo. Otros verán que no concedieron a sus hijos
tiempo y atención, amor y ternura; su descuido del deber hizo de sus hijos lo
que son (Testimonies, tomo 4, pág. 424).
Padres, si perdéis vuestra oportunidad, Dios
tenga piedad de vosotros, pues en el día del juicio el Señor preguntará:
"¿Dónde está el rebaño que te fue dado, tu hermosa grey?"…
Supongamos que llegarais al cielo y ninguno de
vuestros hijos estuviera allí. ¿Cómo podríais decir a Dios: "Heme aquí,
Señor, y los hijos que tú me diste"?
El cielo toma nota del descuido de los padres. Se registra en los libros del cielo (Manuscrito
62, 1901).
LAS FAMILIAS PASARÁN EN REVISTA DELANTE DE
DIOS.
¡Qué escena se verá cuando los padres y los
hijos se encuentren en ocasión del cómputo final! Millares de hijos que han sido esclavos del
apetito y del vicio denigrante, cuyas vidas son naufragios morales, estarán
frente a frente de sus padres que hicieron de ellos lo que son. ¿Quiénes sino
los padres deben llevar esta terrible responsabilidad? ¿Hizo el Señor 532
corruptos a esos jóvenes? ¡Oh, no! Los
hizo a su imagen, un poco menores que los ángeles. ¿Quién pues ha realizado la
terrible obra de formar el carácter de sus vidas? ¿Quién cambió sus caracteres
de modo que no lleven la imagen de Dios y deban quedar separados para siempre
de su presencia por ser demasiado impuros para ocupar un lugar con los ángeles
puros en un cielo santo? ¿Fueron transmitidos a los hijos los pecados de los
padres convertidos en apetitos y pasiones perversos? ¿Y fue la obra completada
por la madre, amante de los placeres, por lo que descuidó la preparación adecuada
de sus hijos, de acuerdo con el modelo que le fue dado? Todas esas madres pasarán en revista delante
de Dios tan ciertamente como que existen (Testimonies, tomo 3, págs. 568, 569).
EN EL CIELO HAY UN REGISTRO GRÁFICO.
Recuerden los padres y los hijos que día tras
día están formando un carácter, y que los rasgos de ese carácter se imprimen en
los libros del cielo. Dios dibuja lo que
son sus hijos, tan ciertamente como un artista dibuja los rasgos de hombres y mujeres
transfiriéndolos al lienzo. ¿Qué clase de cuadro queremos que se
reproduzca? Padres, ¡contestad la
pregunta! ¿Qué clase de cuadro hará el Artífice supremo de vosotros en los registros
del cielo?... Debemos decidir esto
ahora. Más tarde, cuando llegue la
muerte, no habrá tiempo para enderezar los desniveles del carácter.
Esto debiera ser algo importantísimo para
nosotros individualmente. Cada día se
reproduce nuestra semejanza para el tiempo y la eternidad. Diga cada uno: "Me están retratando
hoy". Preguntaos cada día, cada
hora: "¿Cómo sonarán mis palabras ante los ángeles celestiales? ¿Son como
manzanas de oro con figuras de plata o son como granizo agostador, que hiere y
lastima?". . . 533
No sólo nuestras palabras y acciones, sino
nuestros pensamientos forman el cuadro de lo que somos. Por lo tanto, sea buena cada persona y haga
lo bueno. Que el cuadro que se trace de
vosotros sea tal que no os avergoncéis.
Cada sentimiento que acariciamos deja su impresión en el semblante. Dios nos ayude para que registremos en
nuestras familias lo que desearíamos que hubiera en el registro celestial
(Carta 78, 1901).
¿Habéis sido descuidados? ¡Ojalá que los
padres velasen con oración y cuidado por el bienestar eterno de sus hijos! Pregúntense: ¿Hemos sido negligentes? ¿Hemos
descuidado esta obra solemne? ¿Hemos permitido que nuestros hijos llegasen a
ser juguetes de las tentaciones de Satanás? ¿No tenemos que rendir una cuenta
solemne ante Dios por haber permitido a nuestros hijos que empleasen sus
talentos, su tiempo e influencia para obrar contra la verdad y contra Cristo?
¿No hemos descuidado nuestro deber como padres y aumentado el número de los
súbditos de Satanás? (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 63).
Si las madres descuidan la debida educación de
sus hijos, su descuido se reflejará sobre ellas, haciendo que sus cargas y
perplejidades sean más duras de lo que habrían sido si hubieran dedicado tiempo
y paciente cuidado a la preparación de sus hijos para la obediencia y
sumisión. A la larga, recompensará a las
madres el hacer de la formación del carácter de sus hijos su consideración
primera y más elevada, a fin de que las espinas no se arraiguen y den una
cosecha abundante.
(Signs of the Times, 5-8-1875).
Los hijos condenarán a los padres
infieles. La maldición de Dios
descansará seguramente sobre los padres infieles. No sólo están ellos plantando espinas que los
habrán de herir aquí, sino que deberán arrostrar su propia responsabilidad
cuando se abra el 534 juicio. Muchos hijos se levantarán en el juicio y
condenarán a sus padres, porque no los reprendieron, y los harán responsables
de su destrucción. La falsa simpatía y
el amor ciego de los padres los impulsa a excusar y a no corregir las faltas de
sus hijos, y como consecuencia éstos se pierden y la sangre de sus almas
recaerá sobre los padres infieles.
(Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 78,
79).
LOS HIJOS RENDIRÁN HOMENAJE A LOS PADRES
FIELES.
Cuando empiece el juicio y los libros sean
abiertos, cuando sea pronunciado el "Bien hecho" del gran Juez, y
colocada en la frente del vencedor la corona de gloria inmortal, muchos
levantarán sus coronas a la vista del universo reunido y, señalando a sus
madres, dirán: "Ella hizo de mí todo lo que soy mediante la gracia de
Dios. Su instrucción, sus oraciones, han
sido bendecidas para mi salvación eterna"
(Mensajes para los Jóvenes, pág.
328).
SE MANIFESTARÁN LOS RESULTADOS DE LA
PREPARACIÓN FIEL.
Todos los que obraron con espíritu abnegado,
verán el fruto de sus labores. Se verá
el resultado de cada principio recto y acción noble. Algo de ello vemos ahora. Pero ¡cuán poco del resultado de la obra más
noble del mundo se manifiesta en esta vida al obrero! ¡Cuántos trabajan
abnegada e incansablemente por los que pasan más allá de su alcance y conocimiento! Los padres y maestros caen en su último sueño
con la sensación de que ha sido en vano la obra de su vida; no saben que su
fidelidad ha abierto manantiales de bendiciones que nunca pueden dejar de
fluir; sólo por la fe ven a los hijos que han criado transformarse en una
bendición e inspiración para sus semejantes, y multiplicarse mil veces su
influencia. . .
. Los hombres siembran la
semilla de la cual, sobre sus sepulcros, otros recogen cosechas abundantes. Plantan árboles para que otros coman sus
frutos. Se contentan aquí con saber que
535 han puesto en acción agentes que obran para bien. En lo futuro se verá la acción y reacción de
todo esto (La Educación, pág. 295).
LOS PADRES PUEDEN LLEVAR A SUS HIJOS CONSIGO A
LA TIERRA PROMETIDA.
Dios ha permitido que brille luz de su trono
para que alumbre todo el sendero de la vida.
Una columna de nube de día, una columna de fuego de noche se mueven
delante de nosotros como sucedió con el antiguo Israel. Los padres cristianos tienen el privilegio
hoy día, así como lo fue para el pueblo de Dios de la antigüedad, de llevar a
sus hijos consigo a la Tierra Prometida (Signs of the Times, 24-11-1881).
Queréis que los vuestros sean para Dios,
queréis que vuestra familia sea para Dios.
Queréis llevarlos a las puertas de la ciudad celestial y decir:
"Heme aquí, Señor, y los hijos que tú me diste". Quizá sean hombres y mujeres que se han
desarrollado hasta la virilidad y la femineidad, pero de todos modos son
vuestros hijos, y vuestra educación y la forma en que velasteis sobre ellos han
sido bendecidas por Dios hasta el punto de que están como vencedores. Entonces podéis decir: "Heme aquí,
Señor, y los hijos" (Manuscrito 40, 1894).
SE REESLABONARÁN LAS CADENAS FAMILIARES ROTAS.
Jesús viene, viene en las nubes con grande
gloria. Lo acompañarán una multitud de
ángeles resplandecientes. Vendrá para
honrar a los que lo han amado y han guardado sus mandamientos, y para llevarlos
consigo. No los ha olvidado, ni ha olvidado
sus promesas. Se unirán de nuevo los
eslabones de la cadena familiar (Review and Herald, 22-11-1906).
CONSUELO PARA UNA MADRE ENLUTADA.
Ud. pregunta si su hijito será salvo. Las palabras de Cristo son su respuesta:
"Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es
el reino de los cielos". Recuerde la
profecía: "Así ha dicho Jehová: 536 voz fue oída en Ramá, llanto y lloro
amargo; Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada. . . Así ha dicho Jehová: reprime del llanto tu
voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice
Jehová, y volverán de la tierra del enemigo.
Esperanza hay también para tu porvenir, dice Jehová, y los hijos
volverán a su propia tierra".
Esta promesa es suya. Ud. puede ser consolada y confiar en el
Señor. El Señor me ha instruido con
frecuencia que muchos pequeñuelos deben morir antes del tiempo de
angustia. Veremos de nuevo a nuestros
hijos. Nos encontraremos con ellos y los
reconoceremos en los atrios celestiales.
Ponga su confianza en el Señor y no tema.
(Carta 196, 1899).
LOS HIJOS SERÁN LLEVADOS A LOS BRAZOS DE SUS
MADRES.
¡Oh maravillosa redención, tan descripta y tan
esperada, contemplada con anticipación febril, pero jamás enteramente
comprendida!
Los justos vivos son mudados "en un
momento, en un abrir de ojo". A la
voz de Dios fueron glorificados; ahora son hechos inmortales, y juntamente con
los santos resucitados son arrebatados para recibir a Cristo su Señor en los
aires. Los ángeles "juntarán sus
escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro". Santos ángeles llevan niñitos a los brazos de
sus madres. Amigos, a quienes la muerte
tenía separados desde largo tiempo, se reúnen para no separarse más, y con
cantos de alegría suben juntos a la ciudad de Dios.
(El Conflicto de los Siglos,
pág. 703).
EL DÍA LARGAMENTE ANHELADO.
Desde el día en que la primera pareja se
alejara apesadumbrada del Edén, los hijos de la fe han esperado la venida del
Prometido que había de aniquilar el poder destructor de Satanás y volverlos a
llevar al paraíso perdido (Id., pág. 344). 537
El cielo nos habrá costado bastante poco, aun
cuando lo obtengamos por medio del sufrimiento.
. . . Al
ver lo que debemos ser para heredar la gloria, y ver luego cuánto sufrió Jesús
para obtener en nuestro favor una heredad tan preciosa, rogué que fuésemos
bautizados en los sufrimientos de Cristo, para no atemorizarnos frente a las
pruebas, sino soportarlas con paciencia y gozo, sabiendo que Cristo sufrió a
fin de que por su pobreza y sufrimientos nosotros pudiésemos ser enriquecidos
(Primeros Escritos, págs. 66, 67).
¡EL CIELO VALE CUALQUIER PRECIO!
Para nosotros el cielo vale cualquier
precio. En este asunto, no debemos
correr ningún riesgo. Aquí no debemos
aventurarnos. Debemos saber que nuestros
casos son ordenados por el Señor. Dios
nos ayude en la gran obra de triunfar. Él
tiene coronas para los vencedores. Tiene
mantos blancos para los justos. Tiene un
eterno mundo de gloria para los que busquen gloria, honra e inmortalidad. Todos los que entren en la ciudad de Dios,
entrarán como vencedores.
No entrarán
como criminales condenados, sino como hijos de Dios. Y la bienvenida que se dé a cada uno que
entre, será:
"Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para
vosotros desde la fundación del mundo" (Mat. 25: 34)
(Christian Temperance
and Bible Hygiene, pág. 149).
PARTICIPANTES DEL GOZO DE CRISTO.
Vemos un séquito de ángeles a cada lado de la
puerta, y al entrar, Jesús dice: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el
reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo". Aquí os dice que seáis participantes de su
gozo, ¿y qué es eso? Es el gozo de ver
el trabajo de vuestra alma, padres, madres, es el gozo de ver que vuestros
esfuerzos son recompensados. Aquí están
vuestros hijos, la corona de vida está sobre su cabeza y los ángeles de Dios
inmortalizan los 538 nombres de las madres cuyos esfuerzos han ganado a sus
hijos para Jesucristo (Manuscrito 12, 1895).
EL GLORIOSO DÍA DE LA VICTORIA.
La iglesia es ahora militante. Actualmente arrostramos a un mundo en tinieblas,
casi enteramente entregado a la idolatría.
Pero se acerca el día cuando habrá terminado la batalla y la victoria
habrá sido ganada. La voluntad de Dios
ha de cumplirse en la tierra como en el cielo.
. . .
Todos constituirán una familia dichosa, unida, vestida con las prendas
de alabanza y de acción de gracias: con el manto de la justicia de Cristo. Toda la naturaleza, en su incomparable
belleza, ofrecerá a Dios tributo de alabanza y adoración. El mundo quedará bañado en luz
celestial. La luz de la luna será como
la del sol, y la luz del sol siete veces más intensa que ahora. Los años transcurrirán alegremente. Y sobre todo las estrellas de la mañana
cantarán juntas, y los hijos de Dios clamarán de gozo, mientras que Dios y
Cristo declararán a una voz que "ya no habrá más pecado, ya no habrá más
muerte".
Estas visiones de la gloria futura, descriptas
por la mano de Dios, deberían ser de gran valor para sus hijos. .
. .
Necesitamos tener siempre presente esta visión
de las cosas invisibles. Así comprenderemos el verdadero valor de las cosas
eternas y de las transitorias, y esto nos dará más poder para influir en los
demás a fin de que vivan una vida más elevada.
(El Ministerio de Curación, págs.
404-406).
¿DIRÁ DIOS: "BIEN HECHO"?
Cuando estéis delante del gran trono
blanco, entonces aparecerá vuestra obra tal como es. Se abren los libros, se hace conocer el
registro de cada vida. En aquella gran
multitud, hay muchos que no están preparados para las revelaciones que se
hacen. En los oídos de algunos, caerán
con asombrosa claridad las palabras: "Pesado 539 en la balanza, y hallado
falto". El Juez dirá a muchos
padres en aquel día: "Tuviste mi Palabra que te presentaba claramente tu
deber. ¿Por qué no has obedecido sus enseñanzas? ¿No sabías que era la voz de
Dios? ¿No te ordené que escudriñaras las Escrituras para que no te
descarriaras? No sólo has arruinado tu
propia alma, sino que con tus alardes de piedad has descarriado a muchos otros. No tienes parte conmigo. Apártate, apártate".
Hay otros que permanecen pálidos y
temblando, confiando en Cristo y, sin embargo, oprimidos con el sentimiento de
su propia indignidad. Oyen con lágrimas
de gozo y gratitud el encomio del Maestro.
Los días de incesante tarea, de carga abrumadora y de temor y angustia
son olvidados cuando aquella voz, más dulce que la música de las arpas de los
ángeles, pronuncia las palabras:
"Bien, buen siervo y fiel; entra en el
gozo de tu Señor".
Allí está la hueste de los redimidos, con
la palma de victoria en su mano y la corona sobre la cabeza.
Estos son los que mediante fieles y
fervientes labores han obtenido una idoneidad para el cielo. La obra de su vida
realizada en la tierra es reconocida en las cortes celestiales como una obra
bien hecha. Con gozo inenarrable, los padres ven la corona, el manto, el arpa
que son dados a sus hijos. Han terminado
los días de espera y de temor.
La semilla sembrada con lágrimas y
oraciones pudo haber parecido ser sembrada en vano, pero la cosecha es recogida
al fin con gozo. Sus hijos han sido
redimidos.
PADRES, MADRES,
¿Henchirán El Canto De Alegría En Aquel Día Las Voces De Vuestros Hijos?
¿Henchirán El Canto De Alegría En Aquel Día Las Voces De Vuestros Hijos?
(Signs of the Times, 1-7-1886).
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