miércoles, agosto 22, 2018

CONDUCCIÓN DEL NIÑO (EGW). SECCIÓN XIV. EL MANTENIMIENTO DE LA IDONEIDAD FÍSICA.


CAPÍTULO 61. EL AMA DE CASA EN LA COCINA.
LA ELEVADA VOCACIÓN DEL AMA DE CASA.
No puede haber oficio más importante que el de ama de casa.  
Se requieren inteligencia y experiencia para cocinar bien y para presentar alimentos saludables en la mesa en una forma atrayente.  La persona que prepara el alimento que ha de ser colocado en nuestro estómago para convertirse en sangre que nutra el organismo, ocupa un puesto importantísimo y elevado (Testimonies, tomo 3, pág. 158).

Es esencial que todo joven se familiarice con los deberes de la vida diaria.  Si fuera necesario, una joven podría prescindir del conocimiento del francés y del álgebra, o hasta del piano, pero es indispensable que aprenda a hacer buen pan, vestidos que le sienten bien y desempeñar eficientemente los diversos deberes pertenecientes al hogar.
Para la salud y la felicidad de toda la familia, nada es de tan vital importancia como la pericia e inteligencia de la cocinera.  Con comidas mal preparadas y malsanas podría estorbar y hasta arruinar tanto la utilidad del adulto como el desarrollo del niño.  Del mismo modo, al proveer alimentos adaptados a las necesidades del cuerpo y al mismo tiempo, atractivos y sabrosos, puede llevar a cabo tanto en la debida dirección como de otra manera llevaría a cabo en la mala.  Así que, en muchos sentidos, la felicidad de la vida está ligada a la fidelidad con 348 que se desempeñan los deberes comunes (La Educación, pág. 212).

LA CIENCIA DE COCINAR ES UN ARTE ESENCIAL.
La ciencia de cocinar no es algo despreciable. . . . Debiera ser considerada como la más valiosa de todas las artes porque está tan íntimamente relacionada con la vida.  Debiera recibir más atención, pues el organismo necesita alimento a fin de formar buena sangre.  El fundamento de lo que mantiene a la gente en buena salud es la obra médico-misionera de cocinar bien.
Con frecuencia la reforma pro salud se deforma debido a la preparación de alimento desagradable al paladar.  La falta de conocimiento acerca del arte culinario saludable debe remediarse antes de que tenga éxito la reforma pro salud.
Son pocas las buenas cocineras.  Muchísimas madres necesitan tomar lecciones de arte culinario para que puedan presentar delante de su familia alimentos bien preparados y agradablemente servidos 
(Counsels on Diet and Foods, pág. 263).

PROCUREN NUESTRAS HERMANAS SER MAESTRAS EN EL ARTE DE COCINAR.
Con frecuencia nuestras hermanas no saben cocinar.  A las tales quiero decirles: Yo iría a la mejor cocinera que se pudiera hallar en el país, y permanecería a su lado si fuese necesario durante semanas, hasta llegar a dominar el arte de preparar los alimentos, y ser una cocinera inteligente y hábil.  Es vuestro deber saber cocinar, y lo es también el enseñar a vuestras hijas a cocinar.
 (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 190).

ESTUDIO Y PRÁCTICA.
El alimento puede prepararse sencilla y saludablemente, pero se necesita habilidad para hacerlo sabroso y nutritivo.  A fin de aprender a cocinar, las mujeres debieran estudiar y luego pacientemente poner en práctica lo que aprenden.  La gente sufre porque no se molesta en hacer esto. 349 Digo a los tales: Es hora de despertar vuestras energías dormidas e informaros.  No consideréis que es tiempo perdido el que dedicáis a obtener un conocimiento cabal y experiencia en la preparación de alimento saludable y sabroso.  No importa cuánta experiencia hayáis tenido en la cocina, si todavía tenéis la responsabilidad de una familia, es vuestro deber aprender a cuidarla debidamente.
 (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 49).

SON ESENCIALES TANTO LA VARIEDAD COMO LA SENCILLEZ.
Las comidas deben ser variadas.  Los mismos manjares, preparados del mismo modo, no deben figurar en la mesa, comida tras comida y día tras día.  Las comidas se ingieren con mayor gusto y aprovechan mucho más cuando los manjares son variados.
 (El Ministerio de Curación, págs. 230, 231).

Nuestros cuerpos se forman con lo que comemos; y a fin de formar tejidos de buena calidad, debemos ingerir los alimentos adecuados y deben ser preparados con habilidad a fin de que se adapten de la mejor manera posible a las necesidades del organismo. Es un deber religioso que las personas que cocinan sepan preparar alimentos saludables en una forma variada para que sean sabrosos y saludables.
 (Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 48, 49).

Aun en el arreglo de la mesa, la moda y la ostentación ejercen su funesta influencia.  La preparación saludable de los alimentos se convierte en un asunto secundario.  El servir gran variedad de platos demanda tiempo, dinero y trabajo agobiante sin realizar ningún bien.  Quizá sea de buen tono servir una docena de platos en una comida, pero la costumbre es ruinosa para la salud.  Es una moda que los hombres y mujeres razonables debieran condenar tanto por precepto como por ejemplo. . . . Cuánto mejor 350 sería para la salud del hogar si la preparación de la mesa fuera más simple (Id., pág. 73).

LOS RESULTADOS DE COCINAR MAL.
El mal arte culinario está minando las energías de la vida de millares.  Más almas se pierden por esta causa de lo que muchos comprenden.  Trastorna el organismo y produce enfermedades.  Como resultado, las cosas celestiales no se pueden discernir prestamente (Id., pág. 49).

El alimento escaso y mal cocido vicia la sangre, pues debilita los órganos que la producen.  Desarregla el organismo y causa enfermedades acompañadas de nerviosidad y mal humor.  Cuéntanse hoy día por miles y decenas de millares las víctimas de la cocina defectuosa.  Sobre muchas tumbas podrían escribirse epitafios como éstos: "Muerto por culpa de la mala cocina".  "Muerto de resultas de un estómago estragado por el abuso" (El Ministerio de Curación, págs. 232, 233).

ENSEÑAD A COCINAR A VUESTROS HIJOS.
No descuidéis el enseñar a vuestros hijos a cocinar.  Al hacerlo, les impartís principios que deben tener en su educación religiosa.  Al dar a vuestros hijos lecciones de fisiología y al enseñarles a cocinar con sencillez y, sin embargo, con habilidad, estáis colocando los fundamentos de la más útil rama de la educación.  Se necesita habilidad para preparar buen pan liviano.  Hay religión en cocinar bien y yo pongo en duda la religión de los que son demasiado ignorantes y demasiado descuidados para aprender a cocinar (Testimonies, tomo 2, pág. 537).

INSTRUIDLAS PACIENTE Y ALEGREMENTE.
Las madres debieran llevar a sus hijas a la cocina con ellas cuando son muy jóvenes para enseñarles el arte de cocinar.  La madre no puede esperar que sus hijas entiendan los secretos de la economía doméstica sin educación.  Debiera instruirlas paciente y amorosamente, 351 haciendo el trabajo tan agradable como pueda por medio de su rostro amable y palabras animadoras de aprobación (Id., tomo 1, pág. 684).

Si fracasan una vez, dos veces o tres veces no las censuréis.  Ya el desánimo está obrando tentándolas a decir: "No vale la pena; no puedo hacerlo".  No es éste el tiempo de censurar.  La voluntad se está debilitando.  Necesita el acicate de palabras animosas, alegres y llenas de esperanza, tales como: "No importa los errores que hayas cometido.  Eres tan sólo aprendiz y debes esperar cometer errores.  Prueba otra vez.  Piensa en lo que estás haciendo.  Ten mucho cuidado, y ciertamente tendrás éxito" (Id., págs. 684, 685).

CÓMO SE PUEDEN ENFRIAR EL INTERÉS Y EL ARDOR.
Muchas madres no comprenden la importancia de estas ramas del conocimiento, y antes de darse la molestia y el cuidado de instruir a sus hijas y soportar sus fracasos y errores mientras aprenden, prefieren hacerlo todo ellas mismas.  Y cuando sus hijas fracasan en sus esfuerzos, las alejan con estas palabras: "No vale la pena; tú no puedes hacer esto o lo otro; me creas perplejidades y molestias más de lo que me ayudas".
Así se rechazan los primeros esfuerzos de las que están aprendiendo, y el primer fracaso enfría tanto su interés y ardor por aprender, que tienen temor de hacer otra prueba y se dispondrán a coser, tejer, limpiar la casa, cualquier cosa pero no cocinar.  En esto la madre cometió una gran falta.  Debiera haberlas instruido pacientemente para que, por medio de la práctica, pudieran haber obtenido una experiencia que eliminara la falta de habilidad y remediara los movimientos incapaces de la obrera falta de experiencia (Id., pág. 685).

LA PREPARACIÓN MÁS NECESARIA QUE LAS JÓVENES PUEDEN HACER PARA LA VIDA PRÁCTICA.
Debiera instruirse 352 cabalmente a las señoritas en el arte de cocinar.  Cualesquiera sean las circunstancias de su vida, aquí hay un conocimiento que puede ser usado prácticamente.  Es un aspecto de la educación que tiene una influencia muy directa en la vida humana, especialmente en las vidas de aquellos a quienes más amamos. 
(Id., págs. 683, 684).

Yo aprecio a mi costurera y a mi copista; pero mi cocinera, que sabe preparar el alimento que sostiene la vida y nutre el cerebro, los huesos y los músculos, ocupa el puesto más importante entre los ayudantes de mi familia (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 190).

Las jóvenes piensan que cocinar y hacer otras tareas de la casa es trabajo servil; y por lo tanto, muchas que se casan y deben atender a una familia tienen muy poca idea de los deberes que incumben a la esposa y madre (El Ministerio de Curación, pág. 233).

LEVANTAD UNA BARRERA CONTRA LA INSENSATEZ 
Y EL VICIO.
Cuando les enseñáis [a vuestras hijas] el arte culinario, edificáis en derredor de ellas una barrera que las guardará de la insensatez y el vicio que de otra manera podría tentarlas.
 (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 190).

TANTO LOS HOMBRES COMO LAS MUJERES NECESITAN APRENDER A COCINAR.
Los hombres, tanto como las mujeres, necesitan saber preparar comidas sencillas y sanas.  Sus negocios los llaman a menudo a puntos donde no encuentran alimento sano; entonces, si tienen algún conocimiento de la ciencia culinaria, pueden aprovecharlo. 
(El Ministerio de Curación, pág. 248).

Tanto a los jóvenes como a las señoritas se les debe enseñar a cocinar económicamente, y a abstenerse de toda carne.
 (Consejos para los Maestros, pág. 239). 353

ESTUDIAD ECONOMÍA; EVITAD EL DESPERDICIO.
En cada renglón del arte culinario, el punto que debe ser considerado es: "¿Cómo pueden prepararse los alimentos en la forma más natural y económica?" Y se debería vigilar con cuidado para que los restos de comida que hayan quedado en la mesa no sean desperdiciados.  Ved la forma en que esos restos de comida no se pierdan.  Esta habilidad, la economía y el tacto, son una fortuna.  En las épocas más calurosas de la estación, preparad menos alimentos. Usad más sustancias secas.  Hay muchas familias pobres que, aunque apenas tienen lo suficiente para comer, a menudo se les puede enseñar el porqué son pobres; hay demasiadas pequeñas cosas desperdiciadas.
 (Counsels on Diet and Foods, pág. 258).

TEMAS SERIOS PARA LA REFLEXIÓN.
"Si pues coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios" (1 Cor. 10: 31). ¿Hacéis esto cuando preparáis alimento para vuestras mesas, y llamáis a la familia a participar de ellos? ¿Estáis colocando delante de vuestros hijos solamente alimentos que producirán la mejor sangre? ¿Contribuirá este alimento a conservar sus cuerpos en la condición menos febril? ¿Es de la clase que los pondrá en la mejor condición de vida y salud? ¿Es tal el alimento que procuráis colocar delante de vuestros hijos? ¿O será que, sin mirar a su bienestar futuro, les dais alimentos malsanos, estimulantes e irritantes? 
(Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 185, 186). 354

CAPÍTULO 62. COMIENDO PARA VIVIR.
DIOS DETERMINÓ LAS INCLINACIONES Y LOS APETITOS.
Nuestras inclinaciones naturales y apetitos. . . fueron divinamente determinados, y cuando fueron dados al hombre eran puros y santos.  El designio de Dios era que la razón rigiera a los apetitos, y que éstos sirvieran para nuestra felicidad.  Y cuando son regulados y regidos por una razón santificada, con santidad para el Señor (Temperance, pág. 12)

UN OBJETO DE LA SOLICITUD DIVINA.
La educación de los israelitas incluía todos sus hábitos de vida.  Todo lo que se refería a su bienestar era objeto de la solicitud divina y estaba comprendido en la providencia de la ley divina.  Hasta en la provisión de alimento, Dios buscó su mayor bien.  El maná con que los alimentaba en el desierto era de tal naturaleza que aumentaba su fuerza física, mental y moral. . . . A pesar de las penurias de la vida del desierto, no había una sola persona débil en todas las tribus (La Educación, págs. 35, 36).

FORMADOS POR EL ALIMENTO QUE COMEMOS.
Nuestro cuerpo se forma con el alimento que ingerimos.  En los tejidos del cuerpo se realiza de continuo un proceso de reparación, pues el funcionamiento de los órganos acarrea desgaste y éste debe ser reparado por el alimento.  Cada órgano del cuerpo exige nutrición.  El cerebro debe recibir la suya; y lo mismo sucede con los huesos, los músculos y los nervios.  Es una operación maravillosa la que transforma el alimento en sangre y aprovecha esta sangre para la reconstitución de las diversas partes del cuerpo; pero esta operación, que prosigue de continuo, suministra vida y fuerza a cada nervio, músculo y órgano.
 (El Ministerio de Curación, pág. 227). 355

COMIÉNCESE CORRECTAMENTE LA ALIMENTACIÓN INFANTIL.
Difícil sería exagerar la importancia que tiene el hacer adquirir a los niños buenos hábitos dietéticos.  Necesitan aprender que comen para vivir y no viven para comer.  Esta educación debe empezar cuando la criatura está todavía en brazos de su madre.  Hay que darle alimento tan sólo a intervalos regulares, y con menos frecuencia conforme va creciendo.  No hay que darle dulces ni comida de adultos, pues no la puede digerir.  El cuidado y la regularidad en la alimentación de las criaturas no sólo fomentarán la salud, y así las harán sosegadas y de genio apacible, sino que echarán los cimientos de hábitos que los beneficiarán en los años subsiguientes (Id., pág. 297).

EDÚQUENSE EL PALADAR Y EL APETITO.
Cuando los niños salen de la infancia todavía hay que educar con el mayor cuidado sus gustos y apetitos.  Muchas veces se les permite comer lo que quieren y cuando quieren, sin tener en cuenta su salud.  El trabajo y el dinero tantas veces malgastados en golosinas perjudiciales para la salud inducen al joven a pensar que el supremo objeto de la vida, y lo que reporta mayor felicidad, es poder satisfacer los apetitos.  El resultado de tal educación es que el niño se vuelve glotón; después le sobrevienen las enfermedades. . . . Los padres deben educar los apetitos de sus hijos, y no permitir que hagan uso de alimentos nocivos para la salud (Id., págs. 297, 298).

LAS FACULTADES ESPIRITUALES, MENTALES Y FÍSICAS INFLUIDAS POR EL RÉGIMEN ALIMENTARIO.
Las madres que satisfacen los deseos de sus hijos a expensas de la salud y del buen genio, están sembrando semillas de mal que surgirán y darán fruto.  La complacencia propia se desarrolla con el crecimiento de los pequeños y se sacrifican tanto el vigor mental como el físico.  Las madres que hacen esta obra cosechan con amargura la semilla que han sembrado.  Ven 356 que sus hijos crecen incapacitados en su mente y carácter para desempeñar un papel noble y útil en la sociedad o en el hogar.  Bajo la influencia del alimento malsano, sufren las facultades espirituales así como las mentales y físicas, La conciencia se embota y se daña la capacidad de captar las buenas impresiones.
(Counsels on Diet and Foods, pág. 230).

ELEGID LOS MEJORES ALIMENTOS.
Para saber cuáles son los mejores comestibles tenemos que estudiar el plan original de Dios para la alimentación del hombre.  El que creó al hombre y comprende sus necesidades indicó a Adán cuál era su alimento, . . . Los cereales, las frutas carnosas, las oleaginosas y las legumbres, constituyen el alimento escogido para nosotros por el Creador (El Ministerio de Curación, pág. 227, 228).

PREPÁRESELOS EN UNA FORMA SENCILLA Y APETITOSA.
Dios ha proporcionado al hombre abundantes medios para satisfacer un apetito no pervertido.  Ha desplegado delante de él los productos de la tierra: una generosa variedad de alimentos que son apetitosos para el paladar y nutritivos para el organismo.  Nuestro benévolo Padre celestial dice que podemos comer libremente de estos alimentos.  Las frutas, los cereales y las verduras preparados en una forma sencilla, sin condimentos ni grasas de ninguna clase, constituyen, con la leche o crema, el régimen más saludable.  Nutren el organismo y dan un poder de resistencia y vigor al intelecto que no se consiguen mediante un régimen estimulante (Counsels on Diet and Foods, pág. 92).

EL APETITO NO ES GUÍA SEGURO.
Deben escogerse los alimentos que mejor proporcionen los elementos necesarios para la reconstitución del cuerpo.  En esta elección, el apetito no es una guía segura.  Los malos hábitos en el comer lo han pervertido.  Muchas veces pide alimento que altera la salud y causa 357 debilidad en vez de producir fuerza. . . . Las enfermedades y dolencias que prevalecen por doquiera provienen en buena parte de errores comunes respecto al régimen alimentario 
(El Ministerio de Curación, pág. 227).

NIÑOS QUE SE DEJAN GUIAR POR UN APETITO DESCARRIADO.
Mientras estábamos en los vehículos, oí que los padres decían que sus hijos tenían un apetito delicado, y que a menos que se les diera carne y tortas no podían comer.  Cuando llegó la hora del almuerzo, observé la calidad del alimento que se daba a esos niños.  Era pan blanco, tajadas de jamón condimentadas con pimienta negra, encurtidos, tortas y frutas en conserva.  La faz pálida y cetrina de esos niños indicaba claramente el abuso que sufría su estómago.  Dos de esos niños observaron a otra familia cuyos niños comían queso con su alimento, y perdieron el deseo de comer lo que estaba delante de ellos hasta que su indulgente madre pidió un pedazo del queso para darlo a sus hijos, temiendo que sus queridos niños no pudierais continuar con su comida.  La madre observaba: "A mis hijos les gusta tanto esto o lo otro, y yo dejo que coman lo que quieran; porque el apetito demanda la clase de alimento que necesita el organismo".

Esto podría ser correcto si el apetito no se hubiera pervertido nunca.  Hay un apetito natural y un apetito pervertido.  Los padres que han enseñado a sus hijos, durante toda su vida, a comer alimento que no es saludable y que es estimulante hasta que se pervierte el gusto al punto de que piden arcilla, tiza, café quemado, borra de té, canela, clavo de olor y especias *, no pueden pretender que el apetito 358 demanda lo que requiere el organismo.  El apetito ha sido educado falsamente hasta que se deprava. . . . El estómago del cual se ha abusado no lleva a cabo la obra que le corresponde, a menos que se lo acicatee mediante sustancias estimulantes.  Si a estos niños se los hubiera educado desde su infancia a comer solamente alimento saludable, preparado de la manera más sencilla, preservando sus propiedades naturales en todo lo posible y evitando las comidas de carne, grasa y todas las especias, el gusto y el apetito estarían indemnes.  En su estado natural podrían indicar, en gran medida, el alimento mejor adaptado para las necesidades del organismo (Counsels on Diet and Foods, pág. 239).

¿QUÉ DIREMOS EN CUANTO A LA CARNE?
No prescribimos un régimen definido, pero decimos que en los países donde abundan las frutas, los cereales y las nueces, la carne no es el alimento adecuado para el pueblo de Dios.  Se me ha indicado que la carne propende a animalizar la naturaleza, a despojar a los hombres y mujeres del amor y la simpatía que debieran sentir por cada cual, y hace predominar las pasiones bajas sobre las facultades más elevadas del ser.  Si el comer carne fue alguna vez saludable, no lo es ahora. 
(Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 359).

RAZONES PARA DESCARTAR LA CARNE COMO ALIMENTO.
Los que comen carne no hacen más que comer cereales y verduras de segunda mano, pues el animal recibe de tales productos el alimento que lo nutre.  La vida que estaba en los cereales y en las verduras pasa al organismo del ser que los come.  Nosotros a nuestra vez la recibimos al comer la carne del animal. ¡Cuánto mejor sería aprovecharla directamente, comiendo el alimento que Dios dispuso para nuestro uso! 359
La carne no fue nunca el mejor alimento; pero su uso es hoy día doblemente inconveniente, ya que el número de los casos de enfermedad aumenta cada vez más entre los animales.  Los que comen carne y sus derivados no saben lo que ingieren.  Muchas veces si hubieran visto los animales vivos y conocieran la calidad de su carne, la rechazarían con repugnancia.  Continuamente sucede que la gente come carne llena de gérmenes de tuberculosis y cáncer.  Así se propagan estas enfermedades y otras también graves 
(El Ministerio de Curación, pág. 241).

EFECTOS QUE NO SE COMPRUEBAN INMEDIATAMENTE.
Los efectos de una alimentación con carne no se advierten tal vez inmediatamente; pero esto no prueba que esa alimentación carezca de peligro.  Pocos se dejan convencer de que la carne que han comido es lo que envenenó su sangre y canso sus dolencias.  Muchos mueren de enfermedades debidas únicamente al uso de la carne, sin que nadie sospeche la verdadera causa de su muerte (Id. pág. 242).

VOLVED AL RÉGIMEN ALIMENTARIO ORIGINAL.
¿No es tiempo ya de que todos prescindan de consumir carne? ¿Cómo Pueden seguir haciendo uso de un alimento cuyo efecto es tan pernicioso para el alma y el cuerpo los que se esfuerzan por llevar una vida pura, refinada y santa, para gozar de la compañía de los ángeles celestiales? ¿Cómo pueden quitar la vida a seres creados por Dios y consumir su carne con deleite?  Vuelvan más bien al alimento sano y delicioso que fue dado al hombre en el principio, y tengan ellos mismos y enseñen a sus hijos a tener misericordia de los seres irracionales que Dios creó y puso bajo nuestro dominio (Id. pág, 244).

LA CONDUCTA DE LOS QUE ESPERAN EL REGRESO DE CRISTO.
Entre los que esperan la venida del Señor, el comer carne finalmente se abandonará; la carne dejará 360 de ser parte de su alimentación.  Siempre debiéramos tener eso en vista y esforzarnos para trabajar constantemente hacia ese fin.  No puedo pensar que al comer carne estemos en armonía con la luz que a Dios le plugo darnos.
 (Counsels on Diet and Foods, págs. 380, 381).

VOLVAMOS AL PROPÓSITO DE DIOS.
Vez tras vez se me ha mostrado que Dios está llevando a su pueblo de vuelta a su propósito original, esto es no subsistir de la carne de animales muertos.  El desea que enseñemos a la gente un camino mejor. . . . Si se elimina la carne, si el gusto no se educa en ese sentido, si se fomenta el deseo de frutas y cereales, pronto será como Dios lo dispuso en el principio.  Su pueblo no consumirá carne (Id., pág. 82).

INSTRUCCIONES CONCERNIENTES A UN CAMBIO EN LA ALIMENTACIÓN.
Es un error suponer que la fuerza muscular dependa de consumir alimento animal, pues sin él las necesidades del organismo pueden satisfacerse mejor y es posible gozar de salud más robusta.  Los cereales, las frutas, las oleaginosas y las verduras contienen todas las propiedades nutritivas para producir buena sangre.  Estos elementos no son provistos tan bien ni de un modo tan completo por el régimen de carne.  Si la carne hubiera sido de uso indispensable para dar salud y fuerza, se la habría incluido en la alimentación indicada al hombre desde el principio.
A menudo, al dejar de consumir carne, se experimenta una sensación de debilidad y falta de vigor.  Muchos insisten en que esto prueba que la carne es esencial; pero se la echa de menos porque es un alimento estimulante que enardece la sangre y excita los nervios.  A algunos les es tan difícil dejar de comer carne como a los borrachos renunciar al trago; y sin embargo se beneficiarían con el cambio. 361
Cuando se deja la carne, hay que sustituirla con una variedad de cereales, frutas oleaginosas, legumbres, verduras y frutas nutritivas y agradables al paladar.  Esto es particularmente necesario al tratarse de personas débiles o que estén recargadas de continuo trabajo.
 (Id, págs. 243, 244).

SON DE AYUDA LOS SUSTITUTOS BIEN PREPARADOS.
Cocinar bien es un requisito esencial, especialmente, cuando la carne no constituye el principal alimento.  Algo debe prepararse para ocupar el lugar de la carne, y esos sustitutos de la carne deben ser bien preparados de modo que no se la eche de menos (Carta 60 a, 1896).

Conozco familias que han cambiado de un régimen a base de carne a otro deficiente.  Su alimento está tan mal preparado que repugna al estómago; y estas personas me han dicho que la reforma pro salud no les sienta, pues están perdiendo su fuerza física. Esta es una razón por la cual algunos no han tenido éxito en sus esfuerzos para simplificar su alimentación.  Siguen un régimen pobre. Preparan sus alimentos sin esmero ni variación.  No debe haber muchas clases de alimentos en una comida, pero cada comida no debe estar compuesta invariablemente de las mismas clases de alimentos.  El alimento debe prepararse con sencillez, aunque en forma esmerada para que incite al apetito.
 (Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 193, 194).

VENZAMOS EL APETITO ANTINATURAL.
Las personas acostumbradas a un régimen fuerte y muy estimulante tienen el gusto pervertido y no pueden apreciar de buenas a primeras un alimento sencillo.  Se necesita tiempo para normalizar el gusto y para que el estómago se reponga del abuso.  Pero los que perseveren en el uso de alimentos sanos, los encontrarán sabrosos al cabo de algún tiempo.  Podrán apreciar su sabor delicado y los comerán con deleite, en 362 preferencia a las golosinas malsanas.  Y el estómago, en condición de salud, es decir, ni febril ni recargado, desempeñará fácilmente su tarea (El Ministerio de Curación, pág. 229).

NO ES UN SACRIFICIO COMER EN FORMA SALUDABLE.
Mientras se les enseña a los niños a dominar su apetito y a comer teniendo en cuenta los intereses de la salud, hágaseles ver que sólo se privan de lo que les sería perjudicial; que renuncian a ello por algo mejor.  Hágase la mesa amena y atractiva, al surtirla con las cosas buenas que Dios ha dispensado con tanta generosidad.  Sea la hora de comer una hora de contento y alegría.  Al gozar de los dones de Dios, correspondámosle con agradecida alabanzas (Id., págs. 298, 299).

CONSIDERAD LA ESTACIÓN, EL CLIMA, LA OCUPACIÓN.
Pero no todos los alimentos sanos de por sí convienen igualmente a nuestras necesidades en cualquier circunstancia.  Nuestro alimento debe escogerse con mucho cuidado.  Nuestro régimen alimentario debe adaptarse a la estación del año, al clima en que vivimos y a nuestra ocupación.  Algunos alimentos que convienen perfectamente a una estación del año o en cierto clima, no convienen en otros.  También sucede que ciertos alimentos son los más apropiados para diferentes ocupaciones.  Con frecuencia el alimento que un operario manual o bracero puede consumir con provecho no conviene a quien se entrega a una ocupación sedentaria o a un trabajo mental intenso.  Dios nos ha dado una amplia variedad de alimentos sanos, y cada cual debe escoger el que más convenga a sus necesidades, conforme a la experiencia y a la sana razón (Id., pág. 228).

LA COMIDA DEBE PREPARARSE CON INTELIGENCIA Y HABILIDAD.
Error grave es comer tan sólo para agradar al paladar; pero la calidad de los comestibles o el modo de prepararlos no es indiferente.  Si el 363 alimento no se come con gusto, no nutrirá tan bien al cuerpo.  La comida debe escogerse cuidadosamente y prepararse con inteligencia y habilidad (Id., pág. 231).

"NOS ARREGLAMOS CON CUALQUIER COSA".
Muchas familias hacen grandes preparativos para agasajar a sus visitas.  Se coloca una gran variedad de alimento en la mesa.  Este alimento es tentador para los que no están acostumbrados a tanta variedad de alimentos sabrosos. . . .
Conozco el proceder de algunos que hacen estos preparativos extraordinarios para sus visitantes.  Cuando están en familia, no observan ninguna regularidad.  Se preparan las comidas de acuerdo con la conveniencia de la esposa y madre.  No se tiene en cuenta la felicidad del esposo y de los hijos.  Aunque se hace mucha ostentación para las visitas, se piensa que cualquier cosa está bien para "entre casa".  Una mesa contra la pared, una comida fría colocada en ella sin ningún esfuerzo para hacerla atrayente se ven con demasiada frecuencia.  "Es tan sólo para nosotros", dicen.  "Nos arreglamos con cualquier cosa" (Manuscrito 1, 1876).

HACED DE LA COMIDA UNA AGRADABLE OCASIÓN SOCIAL.
Haced de la comida una agradable ocasión social. La hora de la comida debería ser un momento de sociabilidad y descanso.  Debería desaparecer todo lo que abrume o irrite.  Se deberían abrigar sentimientos de confianza, bondad y gratitud hacia el Dador de todo lo bueno y la conversación debería ser alegre y de un carácter comunicativo, que eleve sin cansar (La Educación, págs. 201, 202).

La mesa no es un lugar donde debiera provocarse la rebelión de los niños por el proceder irrazonable de los padres.  Toda la familia debiera comer con alegría, con gratitud, recordando que los que aman y obedecen a Dios participarán de la cena de las bodas 364 del Cordero en el reino de Dios, y Jesús mismo les servirá (Carta 19, 1892).

LA REGULARIDAD EN LAS COMIDAS.
La irregularidad  en las comidas destruye el tono sano de los órganos de la digestión, en perjuicio de la salud y del buen humor 
(El ministerio de Curación, pág. 298).

En ningún caso debiera haber irregularidad en las comidas. Si se come el almuerzo una hora o dos horas antes del tiempo usual, el estómago no está preparado para la nueva carga; porque no ha digerido el alimento ingerido en la comida anterior y no tiene fuerza vital para la nueva hora. Así se sobrecarga el organismo.
Tampoco debieran demorarse las comidas una o dos horas para adecuarse a las circunstancias o para que se pueda efectuar cierta cantidad de trabajo.  El estómago demanda el alimento en el tiempo en que está acostumbrado a recibirlo.  Si se demora este tiempo, la vitalidad del organismo disminuye y finalmente llega a un punto tan bajo que el apetito se esfuma por completo. Si entonces se come, el estómago no puede digerir adecuadamente el alimento.  Este no se puede convertir en buena sangre.  Si todos comieran a intervalos regulares, sin probar nada entre las comidas, estarían listos para sus comidas y encontrarían placer en comer lo que los restaura para su esfuerzo.
 (Counsels on Diet and Foods, pág. 179).

ENSEÑAD A LOS NIÑOS CUÁNDO, CÓMO Y QUÉ COMER.
Generalmente no se enseña a los niños acerca de la importancia de cuándo, cómo y qué deben comer.  Se les permite satisfacer sus antojos libremente, que coman todo el tiempo; que se sirvan fruta cuando se sienten tentados a hacerlo; y también cuando se trata de pasteles, tortas, pan y manteca [mantequilla], y los dulces que comen casi constantemente los convierten en glotones y dispépticos.  Los órganos 365 digestivos, como un molino que marcha continuamente, se debilitan.  Se demanda fuerza vital del cerebro para ayudar en su sobrecarga y así se debilitan las facultades mentales.  El estímulo antinatural y el desgaste de las fuerzas vitales los hacen nerviosos, impacientes para reprimirse, tercos e irritables.  No se les puede tener confianza a menos que estén bajo la mirada de sus padres.  A veces parecen muertas las facultades morales y es difícil despertarlos para que comprendan la naturaleza vergonzosa y penosa del pecado; caen fácilmente en hábitos de prevaricación, engaño y con frecuencia mienten descaradamente.
Los padres deploran estas cosas en sus hijos, pero no comprenden que es su propia conducta desacertada lo que ha provocado el mal.  No han visto la necesidad de reprimir los apetitos y pasiones de sus hijos y éstos se han desarrollado y fortalecido con los años.  Las madres preparan con sus propias manos y colocan delante de sus hijos un alimento que tiene la tendencia de dañarlos física y mentalmente.
 (Pacific Health Journal, mayo de 1890).

NUNCA SE COMA ENTRE LAS COMIDAS.
El estómago debiera recibir cuidadosa atención.  No debe trabajar continuamente.  Dense algo de paz, quietud y descanso a este órgano mal usado y del que se abusa tanto. . . .
Después de que se participe de la comida regular, el estómago debiera descansar durante cinco horas.  No debiera introducirse en el estómago ni una partícula de alimento hasta la comida siguiente.  En este intervalo, el estómago realizará su obra y estará entonces en condiciones para recibir más alimento (Counsels on Diet and Foods, págs. 173, 179).

Las madres han cometido un gran error al permitirles [a sus hijos] que comieran entre las comidas.  El estómago se trastorna con esta práctica y se echan 366 las bases para sufrimientos futuros. Su mal humor [de los hijos] puede haber sido ocasionado por alimento malsano, todavía no digerido; pero la madre siente que no puede pasar tiempo razonando en cuanto a esto y corrigiendo su propio proceder dañino.  Ni puede detenerse para suavizar la inquieta impaciencia de sus hijos. Da a los pequeños quejosos un pedazo de torta o algún otro postre para calmarlos, pero esto solamente aumenta el mal. . . .
Las madres con frecuencia se quejan de la salud delicada de sus hijos y consultan al médico; cuando, si tan sólo ejercieran un poco de sentido común, verían que la dificultad se origina por errores en la alimentación (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 61).

LOS "BOCADITOS" EN HORAS TARDÍAS SON UN HÁBITO PERNICIOSO.
Otro hábito pernicioso es el de comer inmediatamente antes de irse a la cama.  Pueden haberse tomado ya las comidas de costumbre; pero por experimentar una sensación de debilidad, se vuelve a comer.  Cediendo así al apetito se establece un hábito tan arraigado, que muchas veces se considera imposible dormir sin comer algo.  Como resultado de estas cenas tardías, la digestión prosigue durante el sueño; y aunque el estómago trabaja constantemente no lo hace en buenas condiciones.  Las pesadillas suelen entonces perturbar el sueño, y por la mañana se despierta uno sin haber descansado, y con pocas ganas de desayunar.  Cuando nos entregamos al descanso, el estómago debe haber concluido ya su tarea, para que él también pueda descansar, como los demás órganos del cuerpo.  A las personas de hábitos sedentarios les resultan particularmente perjudiciales las cenas tardías y el desarreglo que las ocasionan es muchas veces principio de alguna enfermedad que acaba en muerte (El Ministerio de Curación, pág. 234). 367

CONSEJO DADO A UNA MADRE EN CUANTO A LA IMPORTANCIA DEL DESAYUNO.
Su niña es de temperamento nervioso y debe atenderse cuidadosamente su alimentación.  No debiera permitírsele que elija el alimento que le plazca sin darle la debida nutrición. . . . Nunca permita que vaya a la escuela sin haberse desayunado.  No se aventure a dejarse llevar por sus inclinaciones en este asunto.  Colóquese enteramente bajo la dirección de Dios y él la ayudará a poner todos sus deseos en armonía con sus requerimientos (Carta 69, 1896).

Es la costumbre y uso de la sociedad tomar un desayuno liviano.  Pero ésta no es la mejor manera de tratar al estómago.  A la hora del desayuno, el estómago está en mejores condiciones para digerir más alimento que en la segunda o tercera comida del día.  Es erróneo el hábito de participar de un desayuno liviano y que la comida principal sea muy abundante.  Que vuestro desayuno coincida con la comida más importante del día (Counsels on Diet and Foods, pág. 173).

DÉSELES CON ABUNDANCIA DE LOS MEJORES ALIMENTOS.
Los niños y los jóvenes no debieran estar mal alimentados por ningún motivo; debieran dárseles en abundancia alimentos saludables, pero esto no significa que se deban colocar delante de ellos ricos bollitos y pasteles.  Debieran participar del mejor ejercicio y del mejor alimento, pues éstos son importantes para las facultades mentales y morales.  Una alimentación sana y adecuada será uno de los medios por los cuales se preserve la digestión debida (Carta 19, 1892).

PARTICÍPESE DE ESTO CON MODERACIÓN.
Con frecuencia los padres cometen el error de dar a sus hijos demasiado alimento.  Esos niños se vuelven dispépticos.  Es esencial la moderación en el consumo aun de buenos alimentos.  Padres, colocad delante de 368 vuestros hijos la cantidad que deben comer.  No dejéis a su elección el comer tanto como les plazca. . . . Padres, a menos que se tenga en cuenta esto, la percepción de vuestros hijos será embotada.  Irán a la escuela, pero no podrán aprender todo lo que debieran; pues el vigor que debiera ir al cerebro se emplea en el alimento de más que sobrecarga el estómago.  Los padres necesitan ser educados a fin de no dar demasiado alimento a los niños pues así se debilitarán en vez de robustecerse (Manuscrito 155, 1899).

LOS PADRES, Y NO LOS HIJOS, DEBEN TENER LA ÚLTIMA PALABRA.
Enseñeseles a dominar su apetito, a estar agradecidos por la alimentación simple y sencilla que Dios les da.  No debéis permitir que os digan lo que deben comer, sino vosotros debéis determinar qué es lo mejor para ellos.  Es un pecado que permitáis que vuestros hijos murmuren y se quejen de los buenos alimentos saludables, tan sólo porque no coinciden con su apetito depravado (Carta 23, 1888). 

No permitáis que el niño reciba la impresión, de que porque es vuestro hijo debe ser consentido y debe permitírsele elegir e imponer su voluntad.  No debiera permitírsele elegir alimentos que no buenos para él, sencillamente porque los quiere. La experiencia de los padres debiera regir en la vida de los hijos (Signs of the Times, 13-8-1896).

SI SON RAZONABLES, RESPÉTENSE LAS PREFERENCIAS DEL NIÑO.
A nosotros nos toca decidir individualmente si nuestras vidas han de ser regidas por la mente o por el cuerpo.  Cada joven por sí mismo debe hacer la elección que amoldará su vida y no se deberían ahorrar esfuerzos para hacerle comprender las fuerzas con las cuales tiene que habérselas y las influencias que modelan el carácter y determinan el destino (La Educación, pág. 198). 369

En la educación de los niños y de los jóvenes debiera enseñárseles que los hábitos en las comidas, bebidas y vestido que han sido formados de acuerdo con las normas del mundo no están de acuerdo con las leyes de la salud y de la vida y deben estar bajo el dominio de la razón y del intelecto. No debiera permitirse que el poder del apetito y la fuerza del hábito dominen a los dictados de la razón.  A fin de lograr este propósito, los jóvenes debieran tener blancos y motivos más elevados que la mera satisfacción biológica de comer y beber (Good Health, julio de 1880).

EFECTOS ABARCANTES DEL APETITO PERVERTIDO.
Algunos no están impresionados con la necesidad de comer y beber para la gloria de Dios.  La satisfacción del apetito los afecta en todas las relaciones de la vida.  Esto se ve en la familia, en la iglesia, en la reunión de oración y en la conducta de sus hijos.  Es la maldición de su vida.  Les impide entender las verdades para estos últimos días.
 (Christian Temperance and Bible hygiene, pág. 151).

VIVIR SALUDABLEMENTE ES UNA OBLIGACIÓN PERSONAL.
Lo que comemos y bebemos tiene una relación importante con nuestra vida y carácter y los cristianos debieran colocar sus hábitos de comer y beber en conformidad con las leyes de la naturaleza.  Debemos sentir nuestra obligación a Dios en estos asuntos.  La obediencia a las leyes de la salud debiera ser motivo de intenso estudio, pues es pecado la ignorancia voluntaria de este tema.  Cada uno debiera sentir su obligación personal de poner en práctica las leyes del vivir saludable (Manuscrito 47, 1896). 370

CAPÍTULO 63. TEMPERANCIA EN TODAS LAS COSAS.
LA INTEMPERANCIA CAUSA DE LA MAYORÍA 
DE LOS MALES DE LA VIDA.
La intemperancia es la base de una buena parte de los males de la vida.  Anualmente destruye a decenas de miles.  No restringimos la intemperancia al empleo de bebidas alcohólicas, sino que le damos un significado más amplio que incluye la complacencia dañina de cualquier apetito o pasión. (Pacific Health Journal, abril de 1890).

Por causa de la intemperancia, algunos sacrifican una mitad, otros los dos tercios de sus facultades física, mentales y morales, y se hacen juguetes del enemigo (Mensajes para los Jóvenes, pág. 234).

LA EXCESIVA COMPLACENCIA ES PECADO.
La excesiva complacencia en comer, beber, dormir o ver es pecado.  La armoniosa y saludable acción de todas las facultades del cuerpo y de la mente da como resultado la felicidad, y mientras más elevadas y refinadas sean las facultades, más pura y sin mezcla será la felicidad (Counsels on Diet and Foods, pág. 44)

LA TEMPERANCIA ES UN PRINCIPIO DE LA VIDA RELIGIOSA.
Ha de enseñarse y practicarse la temperancia en todas las cosas de esta vida.  La temperancia en comer, beber, dormir y vestir es uno de los grandes principios de la vida religiosa.  La verdad, colocada en el santuario del alma, guiará en el trato del cuerpo. Nada que ataña a la salud del ser humano ha de considerarse con indiferencia.  Nuestro bienestar eterno depende del uso que hagamos en esta vida de nuestro tiempo, vigor e influencia (Testimonies, tomo 6, pág. 375).

Tan sólo se nos da esta vida aquí en alquiler; y cada uno debiera preguntarse: ¿Cómo puedo invertir 371 mi vida para que dé la mayor utilidad? (Pacific Health Journal, abril de 1890).

El desarrollo propio es nuestro primer deber hacia Dios y nuestros prójimos.  Debiera cultivarse hasta el más alto grado de perfección cada facultad con que Dios nos ha dotado, a fin de que podamos realizar la mayor cantidad de bien de que somos capaces.  Por lo tanto, es provechosamente empleado el tiempo que se destina al establecimiento y la preservación de una sólida salud física y mental. No podemos permitirnos empequeñecer o dañar una sola función de la mente o del cuerpo por el trabajo excesivo o por el abuso de cualquier parte  de la maquinaria viviente.  Tan ciertamente como lo hagamos, sufriremos las consecuencias (Signs of the Times, 17-10-1890).

TIENE UN PODER ADMIRABLE.
La observancia de la temperancia y la regularidad en todas las cosas tienen un poder maravilloso.  Para producir la dulzura y la serenidad de carácter que tanto contribuye a suavizar el camino de la vida, serán de más valor que las circunstancias o las dotes naturales. Al mismo tiempo, el dominio propio así adquirido resultará ser una de las condiciones más valiosas para  hacer frente con éxito a los serios deberes y las realidades que esperan a todo ser humano (La Educación, pág. 202).

UNA AYUDA PARA EL CLARO PENSAR.
Los que desempeñan cargos de confianza deben hacer diariamente resoluciones de gran trascendencia.  A menudo deben pensar con rapidez, y esto solo pueden hacerlo con éxito los que practicar la estricta templanza. La  mente se fortalece bajo la influencia del correcto tratamiento dado a las facultades físicas e intelectuales. Si el esfuerzo no es demasiado grande, cada nueva tarea añade nuevo vigor.
 (El Ministerio de curación, pág. 238). 372

LOS HÁBITOS DE TEMPLANZA DAN RICAS RECOMPENSAS.
La nueva generación está rodeada con atractivos calculados para tentar el apetito. Especialmente en nuestras grandes ciudades, cada forma de complacencia se presenta en forma fácil y atrayente.  Los que, como Daniel, rehúsen  contaminarse, cosecharán la recompensa de sus hábitos de temperancia.  Con su mayor fibra física y mayor resistencia, tienen un capital del que pueden disponer en un caso de emergencia.
Los hábitos físicos correctos estimulan la superioridad mental.  El poder intelectual, la fortaleza física y la longevidad dependen de leyes inmutables.  En esto, no hay nada librado  al azar o a la casualidad.  El Dios de la naturaleza no intervendrá para preservar a los hombres de las consecuencias de haber violado las leyes de la naturaleza.
 (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 28).

PARA TENER SALUD PERFECTA SÉASE SOBRIO EN TODO.
Es necesaria la temperancia  en todas las cosas para preservar la salud. . . . Nuestro Padre celestial envía la luz de la reforma pro salud para preservar contra los males que resultan de un apetito depravado, para que los que aman la pureza y la santidad puedan saber cómo usar con discreción las cosas buenas que él les ha provisto, y para que, ejercitando la sobriedad en la vida diaria, puedan ser santificados por la verdad (Id., pág 52).

LA TEMPLANZA PRECEDE A LA SANTIFICACIÓN.
El pueblo de Dios ha de aprender la templanza en  todas las cosas. . . . Ha de eliminar de sus vidas toda complacencia propia.  Antes de que pueda entender realmente el significado de la verdadera santificación y de la conformidad con la voluntad de Cristo, cooperando con Dios debe obtener el dominio sobre erróneos hábitos y malas prácticas.
 (Medical Ministery,  pág. 275). 373

EN EL ESTUDIO.
La intemperancia en el estudio es una especie de intoxicación, y los que se entregan a ella, como el borracho, se apartan de la senda segura, tropiezan y caen en las tinieblas.  El Señor quiere que todo alumno recuerde que el ojo debe mantenerse sincero para la gloria de Dios.  No ha de agotar o malgastar sus facultades físicas y mentales procurando adquirir todo el conocimiento posible de las ciencias, sino que debe conservar la frescura y el vigor de todas ellas para dedicarse a la obra que el Señor le ha señalado: ayudar a las almas a hallar la senda de la justicia (Consejos para los Maestros. pág. 311).

EN EL TRABAJO.
Debiéramos practicar la templanza en nuestro trabajo.  No es nuestro deber sobrecargarnos.  A veces, quizá algunos se vean en la necesidad de estarlo, pero ésta debiera ser la excepción y no la regla.  Hemos de practicar la templanza en todas las cosas.  Si honramos al Señor haciendo nuestra parte, él a su vez preservará nuestra salud.  Debiéramos ejercer un control razonable de todos nuestros órganos.  Practicando la sobriedad en el comer, el beber, el vestir, en el trabajo y en todas las cosas, podemos hacer para nosotros mismos lo que no puede hacer ningún médico (Temperance, pág. 139).

Por regla general, el trabajo del día no debiera prolongarse durante la noche. . . . Se me ha mostrado que los que hacen esto, con frecuencia pierden más de lo que ganan pues aniquilan sus energías y trabajan nerviosamente excitados.  Quizá no se den cuenta de ningún daño inmediato, pero están minando su organismo con toda seguridad (Counsels on Health, pág. 99).

Los que hacen grandes esfuerzos para alcanzar cierta cantidad de trabajo en un tiempo dado y continúan trabajando cuando su buen juicio les dice que debieran descansar, nunca son ganadores.  Viven de 374 un capital prestado.  Están gastando la fuerza vital que necesitarán en un tiempo futuro.  Y cuando se demande la energía que ellos han disipado tan descuidadamente, desfallecerán por falta de ella.  Ha desaparecido el vigor físico, las facultades mentales desfallecen. Comprenden que se hallan frente a una pérdida, pero no saben cuál es.  Ha llegado su tiempo de necesidad, pero sus recursos físicos están exhaustos.  Todo el que viole las leyes de la salud, alguna vez debe sufrir en mayor o menor grado.  Dios nos ha dado fuerza orgánica que se necesitará en diferentes períodos de la vida.  Si disipamos esa fuerza descuidadamente mediante una sobrecarga continua, alguna vez seremos perdedores. 
(Fundaments of Christian Education págs. 153, 154).

EN EL VESTIR.
En todos respectos debemos vestir conforme a la higiene.  "Sobre todas las cosas", Dios quiere que tengamos salud tanto del cuerpo como del alma.  Debemos colaborar con Dios para asegurar esa salud.  En ambos sentidos nos beneficia la ropa saludable.
Esta debe tener la donosura, belleza y la idoneidad de la sencillez.  Cristo nos previno contra el orgullo de la vida, pero no contra su gracia y belleza natural (El Ministerio de Curación, pág. 220).

EN EL COMER.
La verdadera temperancia nos enseña a no participar en absoluto de todo lo que es dañino y a consumir juiciosamente lo que es saludable.  Hay pocos que comprenden como debieran todo lo que sus hábitos de vida tienen que ver con su salud, su carácter, su utilidad en este mundo y su destino eterno.  El apetito siempre debiera estar subordinado a las facultades morales e intelectuales.  El cuerpo debiera ser siervo de la mente, y no la mente del cuerpo (Temperance, pág. 138).

Los que comen y trabajan desmedida e irrazonablemente, hablan y actúan irrazonablemente también. 375 No es necesario beber licores para ser intemperante.  El pecado de comer con intemperancia: comer demasiado frecuentemente, demasiado y de alimentos indigestos y malsanos, destruye la acción saludable de los órganos digestivos, afecta el cerebro y pervierte el juicio, impidiendo el pensar y el actuar en forma racional, tranquila y saludable.
 (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 155).

CUIDADO ESPECIAL DE NO COMER DEMASIADO.
En nueve casos de diez, hay más peligro en comer demasiado que en comer de menos. . . . Hay muchos enfermos que no padecen de ninguna enfermedad.  La causa de sus dolencias es la complacencia del apetito.  Piensan que si el alimento es saludable, pueden comer todo lo que les plazca.  Este es un gran error.  Las personas cuyas facultades [funciones biológicas] están debilitadas, debieran comer una cantidad moderada de alimento, y aun limitada.  El organismo entonces estará capacitado para hacer su obra bien y fácilmente y se ahorrará una gran cantidad de sufrimiento (Manuscrito 1, 1876).

NO NEGUÉIS A DIOS POR UN ACTO DE INTEMPERANCIA.
Hemos sido comprados con un precio.  Por lo tanto, debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo y nuestro espíritu que son suyos.  No hemos de negarlo por un acto de intemperancia, pues el unigénito Hijo de Dios nos ha comprado a un costo infinito, el mismo sacrificio de su vida.  No murió por nosotros para que nos convirtiéramos en esclavos de malos hábitos, sino para que llegáramos a ser hijos e hijas de Dios que le sirven con todas las facultades del ser (Carta 166, 1903).

Los que tienen continuamente en cuenta que están en esta relación con Dios no colocarán en el estómago alimento que complazca el apetito dañando a los órganos digestivos.  No echarán a perder la propiedad de Dios complaciendo indebidos hábitos en 376 el comer, beber o vestir.  Tendrán gran cuidado de la máquina humana, comprendiendo que deben hacer esto a fin de trabajar como colaboradores con Dios.  Él ordena que sean sanos, felices y útiles.  Pero a fin de serlo, deben colocar su voluntad del lado de la voluntad de Dios (Temperance, pág. 214).

PRACTICAD LA TEMPERANCIA EN TODOS LOS DETALLES DE LA VIDA DEL HOGAR.
Instamos que los principios de temperancia sean practicados en todos los detalles de la vida del hogar; que el ejemplo de los padres sea una lección de temperancia; que la abnegación y el dominio propios sean enseñados a los hijos y que sean disciplinados consecuentemente en ellos desde la niñez (Review and Herald, 23-9-1884).

En el círculo familiar y en la iglesia debiera colocarse la temperancia cristiana en una plataforma elevada.  Debiera ser un elemento viviente y actuante que reforme los hábitos, el genio y el carácter.
 (Temperance,  pág. 165). 377

CAPÍTULO 64. EL HOGAR Y LA CRUZADA PRO TEMPERANCIA.
LA INTEMPERANCIA EN PLENA ACCIÓN.
La intemperancia todavía efectúa sus estragos.  La iniquidad, en toda forma, se levanta como una poderosa barrera para impedir el progreso de la verdad y de la justicia.  Los errores sociales nacidos de la ignorancia y del vicio todavía causan incontables daños y arrojan su funesta sombra tanto sobre la iglesia como sobre el mundo.  La depravación juvenil aumenta en vez de disminuir.  Sólo un ferviente y continuo esfuerzo será efectivo para eliminar esta desoladora maldición.  El conflicto con los intereses y apetitos, con los malos hábitos y las pasiones impías será violento y a muerte; sólo los que actúen movidos por principios pueden ganar la victoria en esta contienda.
 (Temperance, pág. 234).

Aumenta la intemperancia a pesar de los esfuerzos hechos para dominarla.  No podemos ser demasiado fervientes en procurar impedir su progreso, en levantar a los caídos y amparar a los débiles contra la tentación.  Con nuestras frágiles manos humanas no podemos hacer sino poco, pero tenemos un Ayudador que no fracasa.  No debemos olvidar que el brazo de Cristo puede alcanzar hasta las mismas profundidades de la miseria y la degradación humanas.  Él puede darnos ayuda para vencer aun a este terrible demonio de la intemperancia (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 21).

LA ABSTINENCIA TOTAL ES LA RESPUESTA.
La única forma en que alguien puede estar seguro contra el poder de la intemperancia es absteniéndose completamente de vino, cerveza y bebidas fuertes.  Debemos enseñar a nuestros hijos que deben abandonar esas cosas a fin de ser varoniles.  Dios nos ha mostrado 378 lo que constituye la verdadera virilidad.  El que vence será honrado y su nombre no será borrado del libro de la vida (Id., pág. 37).

Mediante fervientes y perseverantes esfuerzos, que no sean desviados por las prácticas de la vida social, los padres pueden edificar un baluarte moral en torno de sus hijos que los defenderá de las desgracias y crímenes causados por la intemperancia.  No se debiera dejar que los hijos actúen a su capricho, desarrollando indebidamente rasgos que debieran ser cortados en flor; sino que debieran ser cuidadosamente disciplinados y educados para que se alisten de parte de lo correcto, de la reforma y la abstinencia.  Entonces tendrán independencia moral en cada crisis para hacer frente a la tormenta de oposición que seguramente asaltará a los que se colocan del lado de la verdadera reforma (Temperance, págs. 214, 215).

CON FRECUENCIA LA INTEMPERANCIA ES EL RESULTADO DE LA COMPLACENCIA EN EL HOGAR.
Se hacen grandes esfuerzos en nuestro país para dominar la intemperancia, pero se encuentra que es difícil dominar y encadenar al león que ya ha crecido.  Si la mitad de esos esfuerzos se dedicara a instruir a los padres en cuanto a su responsabilidad al formar los hábitos y caracteres de sus hijos, sería mil veces mejor el resultado que el que se obtiene ahora.  Deseamos buena suerte a todos los obreros en la causa de la temperancia; pero los invitamos a mirar más profundamente la causa del mal contra el cual combaten y que avancen en la reforma más cabal y consistentemente (Review and Herald, 23-9-1884).

A FIN DE LLEGAR A LA RAÍZ DE LA INTEMPERANCIA DEBEMOS IR MÁS ALLÁ DEL USO DEL ALCOHOL O EL TABACO. 
La ociosidad, la falta de ideal, las malas compañías, pueden ser las causas que predispongan a la intemperancia.  A menudo se las halla en la mesa del hogar 379 de las familias que se consideran estrictamente temperantes.  Todo lo que desordene la digestión, que cree una excitación mental anormal, o que de cualquier modo enerve el organismo, perturbando el equilibrio de las facultades mentales y físicas, debilita el dominio de la mente sobre el cuerpo y tiende así hacia la intemperancia.  Si se buscara el motivo de la caída de más de un joven promisorio, se  Llegaría a apetitos anormales creados por un régimen alimentario malsano (La Educación, págs. 198, 199).

Las comidas de nuestro pueblo norteamericano [y esto tiene indudable aplicación en muchos otros países] están generalmente preparadas de tal manera que forman ebrios.  El apetito es el principio dominante para muchos.  Cualquiera que complazca el apetito comiendo con demasiada frecuencia y alimentos que no sean saludables, está debilitando su poder para resistir las atracciones del apetito y la pasión en otros respectos, en la misma proporción en que ha fortalecido la propensión a hábitos incorrectos en la alimentación (Testimonies, tomo 3, pág 563).

EL TÉ Y EL CAFÉ SON FACTORES QUE HAY QUE TOMAR EN CUENTA.
Debido a la intemperancia que comienza en el hogar, los órganos digestivos primero se debilitan y pronto el alimento común no satisface el apetito.  Se crean condiciones malsanas y hay un anhelo de alimento más estimulante.  El té y el café producen un efecto inmediato.  El sistema nervioso se excita bajo la influencia de estos venenos y en algunos casos, por un momento, el intelecto parece vigorizarse y la imaginación hacerse más vívida.  Debido a que estos estimulantes producen resultados tan agradables, muchos llegan a  la conclusión de que los necesitan realmente, pero hay siempre una reacción. El sistema nervioso ha tomado prestada energía 380 de sus recursos futuros para usarla en el momento y todo ese vigor pasajero es seguido por una depresión consiguiente.  La rapidez del alivio obtenido por el té y el café es una evidencia de que lo que parece ser energía es tan sólo excitación nerviosa y, por lo tanto, debe ser un daño para el organismo.
 (Christian Temperance and Bible Hygiene,  pág. 31).

EL TABACO UN VENENO SUTIL.
El uso del tabaco es un hábito que frecuentemente afecta el sistema nervioso de una manera más poderosa que el uso del alcohol.  Ata a su víctima con ligaduras más fuertes y esclavizantes que la copa que embriaga.  El hábito es más difícil de vencer.  En muchos casos, el cuerpo y la mente están más completamente intoxicados con el uso del tabaco que con los licores espirituosos, pues es un veneno más sutil (Testimonies, tomo 3. pág. 562).

El tabaco. . . afecta al cerebro y nubla la sensibilidad de manera que la mente no puede discernir con claridad las cosas espirituales, especialmente aquellas verdades que tendrían la tendencia de corregir esta sucia complacencia.  Los que usan tabaco en cualquier forma no están limpios delante de Dios. En esa sucia práctica les es imposible glorificar a Dios en su cuerpo y espíritu que son de él. 
(Counsels on Health, pág. 81).

El tabaco debilita el cerebro y paraliza su delicada sensibilidad.  Su uso excita una sed de bebidas fuertes y en muchísimos casos establece el fundamento del hábito de beber licores.
 (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 17).

EFECTOS DE ESTIMULANTES Y NARCÓTICOS.
El efecto de estimulantes y narcóticos es disminuir la fuerza física, y todo lo que afecte el cuerpo afectará la mente.  Durante un tiempo, un estimulante puede despertar las energías y producir actividad mental y física, pero cuando ha desaparecido la influencia 381 estimulante, tanto la mente como el cuerpo estarán peor que antes.  Los licores embriagantes y el tabaco han demostrado ser una terrible maldición para nuestra raza humana, no sólo debilitan el cuerpo y confunden la mente, sino que rebajan la moral.  Al ponerse a un lado el dominio de la razón, predominan  las pasiones animales.  Mientras más abundantemente se usen estos venenos, más brutal se volverá la naturaleza.
 (Signs of the Times. 13-9-1910).

ENSEÑAD A LOS NIÑOS A QUE ABORREZCAN LOS ESTIMULANTES.
Enseñad a vuestros hijos que aborrezcan los estimulantes ¡Cuántos están fomentando ignorantemente en ellos un apetito por estas cosas! 
(Cristian Temperance and Bible Hygiene, pág. 17).

Dios demanda de los padres que protejan a sus hijos contra la complacencia del apetito y especialmente contra el uso de estimulantes y narcóticos.  Las mesas de los padres cristianos nunca debieran estar cargadas con alimentos que contienen condimentos y especias.  Han de estudiar para preservar el estómago de cualquier abuso.
 (Review and Herald. 27-6-1899).

En esta era disoluta, mientras menos excitante sea el alimento tanto mejor.  La temperancia en todas las cosas y un firme dominio del apetito es el único sendero seguro (Testimonies, tomo 3, pág. 561).

UNA EXHORTACIÓN A LOS PADRES.
Los padres quizá han transmitido a sus hijos tendencias al apetito y la pasión, que harán más difícil la obra de educar y preparar a esos hijos para que sean estrictamente temperantes y tengan hábitos puros y virtuosos.  Si el deseo de alimentos malsanos y de estimulantes y narcóticos les ha sido transmitido como un legado de sus padres, ¡qué tremendamente solemne responsabilidad descansa sobre los padres para contrarrestar las malas tendencias que han dado a sus hijos! ¡Cuán ferviente y diligentemente debieran trabajar los 382 padres para cumplir con su deber, con fe y esperanza, en favor de sus descendientes infortunados! (Id., págs. 567, 568).

DEBEN EDUCARSE LOS GUSTOS Y EL APETITO.
Los padres debieran considerar como su primera ocupación el comprender las leyes de la vida y la salud, a fin de que no hagan nada en la preparación del alimento, o por medio de cualquier otro hábito, que desarrolle tendencias erróneas en sus hijos.  Cuán cuidadosamente debieran estudiar las madres a fin de presentar sus mesas con los alimentos más sencillos y saludables, para que no se debiliten los órganos digestivos, no se desequilibre la energía nerviosa y no se contrarreste la instrucción que debieran dar a sus hijos debido al alimento que se coloca delante de ellos.  Este alimento debilita o fortalece el estómago y tiene mucho que ver en el control de la salud física y moral de los hijos que son propiedad de Dios comprada con sangre (Id., pág. 568).

¡Qué sagrado encargo es entregado a los padres, resguardar la naturaleza física y moral de sus hijos de modo que el sistema nervioso sea bien equilibrado y no se ponga en peligro el alma! (Ibid.).

Nuestras hermanas pueden hacer mucho en la obra de la salvación de los demás, al poner sobre sus mesas únicamente alimentos sanos y nutritivos.  Pueden dedicar su precioso tiempo a educar los gustos y apetitos de sus hijos, a hacerles adquirir hábitos de temperancia en todas las cosas y a estimular  la abnegación y la benevolencia para beneficio de los demás.
 (Joyas de los Testimonios. tomo 1, págs. 419, 420).

SON RESPONSABLES LOS PADRES NEGLIGENTES.
Para evitar la tarea de educar pacientemente a sus hijos en hábitos de abnegación, muchos padres los complacen dándoles de comer y beber lo que les plazca.  El deseo de satisfacer el gusto y complacer las inclinaciones 383 no disminuye con el correr de los años  esos jóvenes mimados, al crecer, son gobernados por el impulso, son esclavos del apetito.  Cuando ocupan su lugar en la sociedad y comienzan la vida por sí mismos, no tienen poder para resistir la tentación.  En el glotón, el aficionado al tabaco,. . . y el ebrio, vemos los malos resultados de la educación errónea....
Cuando oímos los tristes lamentos de hombres y mujeres cristianos por los terribles males de la intemperancia, inmediatamente surgen las preguntas: ¿Quiénes han educado a los jóvenes? ¿Quiénes han fomentado en ellos esos deseos ingobernables? ¿Quiénes han descuidado la solemne responsabilidad de formar sus caracteres para la utilidad en esta vida para la compañía de los ángeles celestiales en la venidera? (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 76).

LA VERDADERA OBRA COMIENZA EN EL HOGAR.
Es en el hogar donde debe comenzar la verdadera obra.  La mayor responsabilidad descansa sobre los que tienen la misión de educar a los jóvenes, de formar su carácter.  Esta es una obra para las madres, ayudar a sus hijos a formar hábitos correctos y gustos puros, a desarrollar fibra moral, verdadero valor moral. Enseñadles que no deben ser arrastrados por otros que no han de doblegarse ante influencias erróneas, sino que deben influir sobre otros para bien, para ennoblecer y elevar a aquellos con quienes se relacionan.  Enseñadles que si se unen con Dios, tendrán fortaleza de él para resistir las más fieras tentaciones (Id., págs. 21, 22).

LA TEMPERANCIA NO ES UN ASUNTO DE BROMA.
Muchos hacen del tema de la temperancia un asunto de broma.  Pretenden que al Señor no le preocupan asuntos tan insignificantes como nuestro comer y beber.  Pero si el Señor no se preocupase por estas 384 cosas, no se hubiera revelado a la esposa de Manoa dándole instrucciones definidas y ordenándole dos veces que tuviera cuidado para que no las desobedeciera. ¿No es ésta evidencia suficiente de que Dios se preocupa de estas cosas? 
(Temperance, págs. 233, 234).

LA REFORMA COMIENZA CON LA MADRE.
En las Escrituras se explica el cuidado con que la madre debe vigilar sus propios hábitos de vida.
(El Ministerio de Curación, pág. 288).

La reforma debiera comenzar con la madre antes del nacimiento de sus hijos, y si se obedecieran fielmente las instrucciones de Dios, no existiría la Intemperancia (Signs of the Times, 13-9-1910).

En las instrucciones del ángel a los padres hebreos iban incluidos no sólo los hábitos de la madre, sino la educación del niño.  No bastaba que Sansón, el niño que iba a libertar a Israel, tuviera una buena herencia al nacer, sino que a su nacimiento debía seguir una esmerada educación.  Desde la niñez había que enseñarle hábitos de estricta templanza. . . . Las prescripciones dadas respecto a los niños hebreos nos enseñan que nada de lo que afecte al bienestar físico del niño debe descuidarse.  Nada carece de importancia.  Toda influencia que afecte a la salud del cuerpo repercute en el espíritu y en el carácter.
(El Ministerio de Curación, pág. 293).

La temperancia y el dominio propio deberán enseñarse desde la cuna.  Sobre la madre descansa en gran medida el peso de este trabajo y, ayudada por el padre, puede llevarlo adelante con éxito (Review and Herald, 9-7-1901).

CONTINÚENSE LAS LECCIONES EN EL HOGAR Y EN LA ESCUELA.
Es un asunto dificilísimo desaprender los hábitos que han sido consentidos durante la vida y han educado el apetito.  No se vence fácilmente al demonio de la intemperancia.  Tiene fuerza gigantesca 385 y es difícil de vencer. Pero comiencen los padres una cruzada contra la intemperancia en sus propios hogares, en sus propias familias, en los principios que enseñan a sus hijos para que los sigan desde su misma infancia, y pueden tener esperanza de éxito. Madres, os será provechoso usar las preciosas horas que Dios os da para formar, desarrollar y preparar los caracteres de vuestros hijos, y para enseñarles a adherirse estrictamente a los principios de temperancia en el comer y el beber. 
(Testimonies, tomo 3, pág. 567).

Debería practicarse esa costumbre en todas las escuelas y en todos los hogares.  Los jóvenes y los niños deberían comprender el efecto que el alcohol, el tabaco y otros venenos similares tienen en la ruina del cuerpo, el entorpecimiento de la mente y la sensualización del alma.  Debería explicarse que ninguno que use estas cosas poseerá por mucho tiempo toda la fuerza de sus facultades físicas, mentales o morales.
 (La Educación, pág. 198).

PRESÉNTESE CON CLARIDAD EL EFECTO DE LAS PEQUEÑAS DESVIACIONES.
Es el comienzo del mal lo que debería evitarse.  En la instrucción de los jóvenes debería explicarse el efecto que tienen las desviaciones de lo recto, por pequeñas que parezcan. . . . Incúlquese en los jóvenes el pensamiento de que deben ser amos y no esclavos.  Dios los ha hecho reyes del reino que hay dentro de ellos y deben tomar posesión del trono asignado por el cielo.  Si se da fielmente esta instrucción, los resultados se extenderán más allá de los jóvenes mismos.  La influencia ejercida salvará a miles de hombres y mujeres que están al borde mismo de la ruina (Id., págs. 199, 200).

FÓRMESE FIBRA MORAL PARA RESISTIR LA TENTACIÓN.
Para vencer el creciente mal de la intemperancia se necesita esfuerzo individual del lado de lo correcto. ¡Ojalá pudiéramos encontrar palabras que se abrieran 386 camino derritiendo y quemando hasta entrar en el corazón de cada padre del país! (Pacific Health Journal, mayo de 1890).

A los padres les es posible echar para sus hijos los cimientos de una vida sana y feliz.  Pueden darles en el hogar la fuerza moral necesaria para resistir a la tentación, así como valor y fuerza para resolver con éxito los problemas de la vida.  Pueden inspirarles el propósito, y desarrollar en ellos la facultad de hacer de sus vidas una honra para Dios y una bendición para el mundo.  Pueden enderezar los senderos para que caminen en días de sol como en días de sombra hacia las gloriosas alturas celestiales (El Ministerio de Curación, pág. 271).

Dios nos exige que nos establezcamos sobre la amplia plataforma de la temperancia en comer, beber y vestir.  Padres, ¿no despertaréis a vuestras responsabilidades dadas por Dios?  Estudiad los principios de la reforma pro salud y enseñad a vuestros hijos que el camino de la sujeción del yo es la única senda segura (Manuscrito 86, 1897). 387


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