CAPÍTULO 4. LOS MÉTODOS DE
ENSEÑANZA.
*LA TAREA DE DIRECCIÓN DE LOS PADRES
DEBE SER OBJETO DE ESTUDIO.
La obra de los padres rara vez se realiza como
se debiera. . . . Padres, ¿habéis estudiado el tema de la dirección paterna a
fin de educar sabiamente la voluntad y los impulsos de vuestros hijos? Enseñad a los jóvenes zarcillos a que se
entrelacen en torno a Dios como soporte.
No basta que digáis: haz esto, o haz aquello, y luego os desentendáis y
olvidéis de lo que habéis requerido, y los niños queden en libertad de no
cumplir vuestras órdenes. Disponed las
cosas para que vuestros hijos obedezcan vuestras órdenes con gozo; enseñad a
los zarcillos a prenderse de Jesús. . . .
Enseñadles a pedirle al Señor ayuda
para las cosas pequeñas de la vida; a estar bien despiertos para advertir los
pequeños deberes que necesitan realizarse; a ser útiles en el hogar. Si no los educáis, hay uno que lo hará,
porque Satanás espera su oportunidad para sembrar semilla de cizaña en el
corazón (Manuscrito 5, 1896).
INICIAD LA TAREA CON ESPÍRITU REPOSADO Y
CORAZÓN AMANTE.
Hermana, ¿le ha conferido Dios las
responsabilidades de madre?.... Necesita aprender los métodos correctos y
adquirir tacto para la educación de sus pequeños, para que permanezcan en el
camino del Señor. Necesita buscar
constantemente la cultura más elevada de la mente y el alma, para poder encarar
la educación y la preparación de sus 30 hijos con un espíritu reposado y un
corazón amante; para poder imbuirlos de aspiraciones puras, y cultivar en ellos
un amor por las cosas honradas, puras y santas.
Como humilde hija de Dios, aprenda en la escuela de Cristo; busque
constantemente mejorar sus facultades para que pueda realizar la obra más perfecta
y cabal en el hogar, tanto por precepto como por ejemplo (Review and Herald,
15-9-1891).
EL EFECTO DE LOS MODALES REPOSADOS Y SUAVES.
Pocos comprenden el efecto de los modales
suaves pero firmes, aun en el cuidado de un bebé. La madre irritable e impaciente crea mal
humor en el niño que tiene en sus brazos, mientras que los modales suaves
tienden a aquietar la nerviosidad del pequeño.
(Pacific Health Journal, enero de
1890).
HAY QUE PROBAR LAS TEORÍAS.
El estudio de los libros será de poco
beneficio, a menos que las ideas obtenidas puedan ponerse en práctica. Y sin embargo, las sugestiones más valiosas
de los demás deberían adaptarse con reflexión y discernimiento. Tal vez no se adapten igualmente a las circunstancias
de cada madre, o a la disposición peculiar o el temperamento de cada niño de la
familia. Que la madre estudie
cuidadosamente la experiencia de otros, que advierta la diferencia existente
entre sus métodos y los propios, y pruebe cuidadosamente aquello que realmente
parece tener valor (Signs of the Times, 9-2-1882).
MÉTODOS EMPLEADOS EN LA ANTIGÜEDAD.
Desde los más remotos tiempos, los fieles de
Israel prestaron mucha atención al asunto de la educación. El Señor había indicado que a los niños, aun
desde sus primeros días, se les instruyera acerca de su bondad y grandeza, especialmente
como se revelaba en su ley y en la historia de Israel. Mediante el canto, la oración y las lecciones
de las Escrituras, las madres tenían que enseñar a sus hijos que la ley de 31
Dios es una expresión de su carácter y que a medida que recibiesen en el
corazón los principios de esa ley, la imagen de Dios se delinearía en la mente
y en el alma. En la escuela y en el
hogar, gran parte de la enseñanza era oral, pero los jóvenes aprendían también
a leer los escritos hebreos, y los rollos de pergamino de las Escrituras del
Antiguo Testamento se abrían a su estudio (La Educación Cristiana, pág. 386).
ENSEÑAD CON BONDAD Y AFECTO.
Los padres y las madres tienen a su cargo la
obra especial de enseñar a sus hijos con bondad y afecto. Deben demostrar que como padres son los que
sujetan las riendas, que gobiernan, y que no son gobernados por sus hijos. Deben enseñar que de cada uno se requiere
obediencia (Carta 104, 1897).
El espíritu inquieto se inclina naturalmente a
la travesura; la mente activa, si no está ocupada con cosas mejores, prestará
atención a lo que sugiere Satanás. Los
niños necesitan . . . ser instruidos, ser guiados por las sendas seguras, ser
mantenidos fuera del vicio, ser ganados por la bondad, y ser confirmados en el
bien hacer (Carta 28, 1890).
PADRES Y MADRES, TENÉIS UNA OBRA SOLEMNE QUE REALIZAR
La salvación eterna de
vuestros hijos depende de vuestra conducta. ¿Cómo educaréis con éxito a
vuestros hijos? No reprendiéndolos,
porque no hará ningún bien. Hablad a
vuestros hijos como si tuvierais confianza en su inteligencia. Tratadlos con bondad, ternura y amor. Decidles lo que Dios espera que hagan. Decidles que Dios desea que se eduquen y se
preparen para ser obreros con él. Cuando
hagáis vuestra parte, podéis confiar que el Señor hará su parte.
(Manuscrito 33,
1909).
DEDICAD TIEMPO A RAZONAR.
Cada madre debería dedicar tiempo para razonar
con sus hijos, para corregir 32 sus errores, y enseñarles pacientemente la
conducta correcta (Testimonies, tomo 1, pág. 390).
CAMBIAD LOS MÉTODOS DE INSTRUCCIÓN
En la educación de los jóvenes, debe
ejercerse el mayor cuidado y variar la instrucción, a fin de poner a
contribución las altas y nobles facultades de la mente. . . Son pocos los que
comprenden las necesidades esenciales de la mente, y cómo se ha de dirigir, el
intelecto que se desarrolla, los crecientes pensamientos y sentimientos de la
juventud (Consejos para los Maestros, pág. 59).
ENSEÑAD LAS PRIMERAS LECCIONES AL AIRE LIBRE.
Madres, dejad a los pequeñuelos jugar al aire
libre; dejadlos escuchar los cantos de las aves, y aprender del amor de Dios
según se expresa en sus hermosas obras.
Enseñadles lecciones sencillas del libro de la naturaleza y de las cosas
que los rodean; y a medida que sus mentes se expandan podrán añadirse las
lecciones de los libros, y grabarse firmemente en su memoria (Id., pág. 112).
Por otra razón, el cultivo del suelo es un
buen trabajo para los niños y jóvenes.
Los pone en contacto directo con la naturaleza y el Dios de ella. Y para que tengan esta ventaja, debe haber,
en cuanto sea posible, en relación con nuestras escuelas, grandes jardines y
extensos terrenos para el cultivo.
Una educación recibida en tal ambiente está de
acuerdo con las indicaciones que Dios ha dado para la instrucción de los jóvenes... Será especialmente valioso para los niños y
los jóvenes nerviosos que hallan agotadoras y difíciles de recordar las
lecciones de los libros. Hay salud y
felicidad para ellos en el estudio de la naturaleza; y las impresiones hechas
no se desvanecerán de su mente, porque quedarán asociadas con objetos que están
continuamente delante de sus ojos.
(Id., págs. 144, 145). 33
HACED LAS LECCIONES CORTAS E INTERESANTES.
Cuando los padres cumplan cabalmente su parte,
presentando línea sobre línea y precepto sobre precepto, haciendo sus lecciones
cortas e interesantes, y enseñando no sólo por precepto sino también por
ejemplo, el Señor colaborará con sus esfuerzos y los convertirá en maestros
eficientes (Signs of the Times. 13-8-1896).
"DECIDLO CON SENCILLEZ; DECIDLO CON
FRECUENCIA".
Los que instruyen a los niños deberían evitar
observaciones tediosas. Las
observaciones cortas y al punto tendrán una feliz influencia. Si debe decirse mucho, dígaselo brevemente
pero con frecuencia. Unas pocas palabras
interesantes, una vez y otra, serán de más beneficio que decirlas todas de una
sola vez. Los discursos largos recargan
la mente de capacidad reducida de los niños.
El exceso de conversación los llevará a detestar aun la instrucción
espiritual, del mismo modo como el comer en exceso recarga el estómago y
debilita el apetito, conduciendo a rechazar el alimento. Las mentes de la gente pueden llegar a
saturarse con demasiadas peroratas (Testimonies, tomo 2, pág. 420).
ESTIMÚLESE EL PENSAMIENTO INDEPENDIENTE.
De ese modo, al mismo tiempo que los niños y
los jóvenes obtienen el conocimiento de los hechos por medio de los maestros y
libros de texto, pueden aprender a sacar lecciones y descubrir verdades por sí
mismos. Cuando trabajan en el jardín,
interrogadles acerca de lo que aprenden del cuidado de sus plantas. Cuando contemplan un paisaje hermoso,
preguntadles por qué vistió Dios los campos y los bosques con tonos tan
encantadores y variados. ¿Por qué no es todo de un tinte pardo sombrío? Cuando recogen flores, inducidlos a pensar
por qué conservó para nosotros la belleza de esos restos del Edén. Enseñadles a notar por todas partes, mediante
las 34 evidencias que ofrece la naturaleza, el cuidado de Dios por nosotros, la
maravillosa adaptación de todas las cosas a nuestras necesidades y felicidad
(La Educación, pág. 115).
DIRÍJASE LA ACTIVIDAD INFANTIL.
Los padres no necesitan pensar que es
necesario reprimir la actividad de sus hijos, sino que deben comprender que es
esencial guiarlos y prepararlos en las direcciones debidas. Estos impulsos activos son como los
zarcillos, que, si no se los orienta, se prenderán de cualquier tronco y rama y
se asirán de soportes bajos. Si no se
enseña a los vástagos a afirmarse en los soportes debidos, desperdiciarán sus
energías sin propósito alguno. Lo mismo
acontece con los niños. Sus actividades
deben orientarse en la dirección correcta.
Dadles a sus manos y mentes actividades que los hagan progresar en
realizaciones físicas y mentales (Signs of the Times, 13-8-1896).
ENSEÑADLES A SER ÚTILES EN UNA EDAD TEMPRANA.
Muy temprano debe enseñarse al niño a ser
útil. Tan pronto como su fuerza y su
poder de razonar hayan adquirido cierto desarrollo, debe dársele algo que hacer
en casa. Hay que animarle a tratar de
ayudar a su padre y a su madre; a tener abnegación y dominio propio; a
anteponer la felicidad ajena y los intereses del prójimo a los suyos propios, a
alentar y ayudar a sus hermanos y a sus compañeros de juegos y a ser bondadoso
con los ancianos, los enfermos y los infortunados. Cuanto más compenetre el hogar el verdadero
espíritu servicial, tanto más plenamente se desarrollará en la vida de los
niños. Así aprenderán a encontrar gozo
en servir y sacrificarse por el bien de los demás.
(El Ministerio de Curación,
págs. 311, 312).
Padres, ayudad a vuestros hijos a hacer la
voluntad de Dios siendo fieles en la realización de los deberes que les
corresponden como miembros de la 35 familia.
Esto les proporcionará una experiencia de lo más valiosa. Les enseñará que no deben centrar sus
pensamientos en sí mismos, ni hacer lo que a ellos les place o divertirse como
gustan. Educadlos pacientemente para
hacer su parte en el círculo familiar (Review and Herald, 17-11-1896).
FORMAD EL CARÁCTER MEDIANTE PEQUEÑAS ATENCIONES REPETIDAS CON FRECUENCIA.
Padres, al educar a vuestros hijos, estudiad las lecciones que Dios ha
dado en la naturaleza. Si queréis
cultivar un clavel, o una rosa, o un lirio, ¿cómo lo hacéis? Preguntad al
jardinero por medio de qué proceso logra que prosperen gloriosamente toda rama
y hoja y se desarrollen con simetría y hermosura. Él os dirá que no es mediante
un trato rudo ni un esfuerzo violento; porque eso no haría sino romper los
delicados tallos. Es por medio de
pequeñas atenciones repetidas con frecuencia. Riega el suelo y protege las crecientes plantas del viento impetuoso y
del sol abrasador, y Dios las hace prosperar y florecer con hermosura. Al tratar con vuestros hijos, seguid el
método del jardinero. Por toques suaves,
por un ministerio amante, tratad de moldear su carácter según el carácter de
Cristo (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 475).
PRESTAD ATENCIÓN A LAS COSAS PEQUEÑAS.
¡Qué gran error se comete en la educación de
los niños y los jóvenes, al favorecerlos, complacerlos y halagarles! Se tornan egoístas e ineficaces, y carecen de
energía para realizar las pequeñas cosas de la vida. No se los educa para adquirir fortaleza de
carácter mediante la realización de los deberes diarios, aunque parezcan muy
humildes. . .
Nadie está calificado para cumplir una obra
más grande e importante, a menos que haya sido fiel en la realización de los
deberes menores. El carácter se forma
por grados, y lo mismo ocurre con la 36 preparación del alma para producir esfuerzo
y energía proporcionados a la tarea que debe cumplirse. (Testimonies, tomo 3,
págs. 46, 47).
LOS NIÑOS TALENTOSOS REQUIEREN MAYOR CUIDADO.
Deberíamos impresionar las mentes de nuestros
hijos con la idea de que no se pertenecen a sí mismos, para ir, venir,
vestirse, y actuar como les plazca. . . . Si poseen atractivos personales y
raras habilidades naturales, debería ejercerse mayor cuidado en su educación,
no sea que esos dones se conviertan en una maldición, y sean utilizados para
descalificarlos para enfrentar las serias realidades de esta vida, y queden
incapacitados para una vida mejor debido a los halagos, la vanidad y el amor a
la ostentación. (Signs of the Times, 9-12-1875).
EVÍTENSE LOS HALAGOS INDEBIDOS.
No prestéis demasiada atención a los
niños. Dejadlos que se entretengan por
sí mismos. No los exhibáis ante las
visitas como prodigios de inteligencia o sabiduría, sino que dejadlos tanto
como sea posible en la sencillez de su infancia. Una buena razón por la cual tantos niños son
tan atrevidos e impertinentes es que se les presta demasiada atención y se los
alaba mucho, y sus dichos agudos son repetidos en su presencia. Esforzaos por no censurarlos indebidamente,
pero tampoco los recarguéis con indebida alabanza y adulación. Satanás sembrará demasiado pronto semillas
malas en tiernos corazones, y vosotros no debéis ayudarle en esa tarea (Id.,
9-2-1882).
LEED PARA VUESTROS HIJOS.
Padres y madres, obtened toda la ayuda que
podáis del estudio de nuestros libros y publicaciones. Tomad tiempo para leer a
vuestros hijos. . . . Formad un círculo de lectura del hogar, en el cual cada
miembro de la familia pondrá a un lado las ocupaciones del día y se unirá en el
estudio. Los jóvenes que han estado acostumbrados a leer novelas y libros de
cuentos37 triviales recibirán especial beneficio por participar del estudio
familiar vespertino (Consejos para los Maestros, págs. 106, 107).
"INSTRUYA", NO "DIGA".
A los padres se les encomienda la gran tarea
de educar y enseñar a sus hijos para la vida futura e inmortal. Muchos padres y
madres parecen pensar que si alimentan y visten a sus pequeños, y los educan de
acuerdo con las normas del mundo, ya han cumplido su deber. Están demasiado
ocupados con los negocios o el placer para hacer que la educación de sus hijos
sea el objeto de estudio de sus vidas. No procuran educarlos para que empleen
sus talentos para honra de su Redentor. Salomón no dijo: "Di al niño su
camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él". Sino que dijo:
"Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de
él" Prov. 22:6.
(Review and Herald, 24-6-1890).
EDUCAR PARA EJERCER DOMINIO PROPIO.
Ninguna obra emprendida por los hombres
requiere, mayor cuidado y habilidad que la preparación y la educación debidas
de los jóvenes y los niños. No hay influencias tan potentes como las que nos
rodean en nuestros primeros años de vida. . . . La naturaleza del hombre es
triple, y la educación recomendada por Salomón comprende el recto desarrollo de
las facultades físicas, intelectuales y morales. A fin de realizar debidamente
esta obra, los padres y los maestros deben comprender "cómo debe ser la
manera de vivir del niño". Esto comprende más que un conocimiento de los
libros o el aprendizaje en la escuela. Abarca la práctica de la temperancia, la
bondad fraternal y la piedad; el cumplimiento de nuestro deber hacia nosotros,
nuestros prójimos y Dios.
La enseñanza de los niños debe guiarse por
principios diferentes de los que gobiernan la enseñanza 38 de los animales
irracionales. La bestia debe únicamente acostumbrarse a someterse a su maestro,
pero el niño debe aprender a controlarse a sí mismo. La voluntad debe enseñarse
para que obedezca los dictados de la razón y la conciencia. Es posible
disciplinar a un niño para que, como la bestia, no posea voluntad propia, al
hundirse su individualidad en la de su maestro. Esta enseñanza no es buena y
tiene efectos desastrosos. Los niños que
son educados en esta forma carecerán de firmeza y decisión. No se los enseña a
obrar por principio; las facultades del razonamiento no se fortalecen por el
ejercicio. Hasta donde sea posible, cada niño debería ser enseñado a confiar en
sí mismo. Al poner en ejercicio las diferentes facultades, aprenderá dónde es
más fuerte y en qué es deficiente. Un instructor sabio dará atención especial
al desarrollo de los rasgos más débiles, a fin de que el niño forme un carácter
bien equilibrado y armonioso (Fundamentals of Christian Education, pág. 57). 39
CAPÍTULO 5. LA BIBLIA COMO TEXTO.
EL PRIMER LIBRO DE TEXTO DEL NIÑO.
La Biblia debería ser el primer libro de texto
del niño. De este Libro, los padres han de dar sabias instrucciones. La Palabra
de Dios ha de constituir la regla de la vida. De ella los niños han de aprender
que Dios es su Padre; y de las hermosas lecciones de su Palabra han de adquirir
un conocimiento de su carácter. Por la inculcación de sus principios, deben
aprender a hacer justicia y juicio.
(Consejos para los Maestros, pág. 84).
UN LIBRO DE PROMESAS, BENDICIONES Y REPROCHES.
La madre debe mantener la mente fresca y llena
con las promesas y las bendiciones de la Palabra de Dios y también [debe tener
en cuenta] las cosas prohibidas, para que cuando sus hijos obren mal, pueda
presentarles un reproche por medio de la Palabra de Dios, y mostrarles cómo
están afligiendo al Espíritu de Dios. Enseñadles que la aprobación y la sonrisa
de Jesús tienen más valor que la alabanza o los halagos o la aprobación de los
más ricos y los más exaltados, los más instruidos de la tierra. Conducidlos
diariamente a Cristo, con amor, ternura, y fervor. No debéis permitir que
ninguna cosa se interponga entre vosotros y esta gran obra (Review and Herald,
14-4-1885).
SU ESTUDIO EDIFICA EL CARÁCTER.
Las lecciones de la Biblia tienen influencia
moral y religiosa en el carácter, cuando se las pone por obra en la vida
práctica. Timoteo aprendió estas lecciones prácticas. El gran apóstol a menudo
lo condujo a lugares apartados y le formuló preguntas acerca de la historia
bíblica. Le mostró la necesidad de desterrar toda conducta equivocada y le dijo
que la bendición alcanzaría con seguridad a todos los que fueran fieles 40 y
veraces, y les concedería una adultez noble y recta. Una madurez noble y bien
encuadrada no viene por casualidad. Es el resultado del proceso modelador de la
edificación del carácter en los primeros años de la juventud, y de la práctica
de la ley de Dios en el hogar. Dios bendecirá los esfuerzos fieles de todos los
que enseñen a sus hijos de acuerdo con sus instrucciones (Carta 33, 1897).
PRESENTA EL AMOR DE DIOS COMO UN TEMA
ADMIRABLE.
Los niños de cada familia han de ser criados
con la educación y la amonestación del Señor. Deben controlarse las
propensiones al mal, deben subyugarse los temperamentos violentos; y los niños
deben aprender que son propiedad del Señor, comprados con su propia sangre
preciosa, y que no pueden vivir una vida de placer y vanidad, a fin de realizar
su propia voluntad y llevar a cabo sus propias ideas, y a pesar de eso seguir
perteneciendo al grupo de los hijos de Dios. Hay que instruir a los niños con
bondad y paciencia. . . . Que los
padres les enseñen el amor de Dios de modo que les resulte un tema agradable
dentro del círculo familiar, y que la iglesia asuma la responsabilidad de
alimentar a los corderitos tanto como a las ovejas del rebaño.
(Review and
Herald, 25-10-1892).
SUS RELATOS PROPORCIONAN SEGURIDAD AL NIÑO
TÍMIDO.
Solamente la sensación de la presencia de Dios
puede desvanecer el temor que, para el niño tímido, haría de la vida una carga.
Grabe él en su memoria la promesa: "Asienta campamento el ángel de Jehová
en derredor de los que le temen, y los defiende" (Sal. 34: 7). Lea la
maravillosa historia de Eliseo cuando estaba en la ciudad de la montaña y había
entre él y el ejército de enemigos armados un círculo poderoso de ángeles
celestiales.
Lea cómo apareció el ángel de Dios a Pedro cuando estaba en la
prisión, condenado a muerte; cómo lo sacó 41 en salvo, pasando por entre los
guardianes armados y las macizas puertas de hierro con sus cerrojos y barrotes.
Lea la escena desarrollada en el mar, cuando Pablo el prisionero, en viaje al
lugar donde iba a ser juzgado y ejecutado, dirigió a los soldados y marineros
náufragos, abatidos por el trabajo, la vigilancia y el ayuno, grandes palabras
de valor y esperanza: "Os exhorto a que tengáis buen ánimo; porque no habrá
pérdida de vida alguna de entre vosotros. . . .
Porque estuvo junto a mí esta
noche un ángel de Dios, de quien soy y a quien sirvo, el cual decía: No temas,
Pablo; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí que Dios te ha dado a
todos los que navegan contigo". Con
fe en esta promesa, Pablo aseguró a sus compañeros: "No se perderá un
cabello de la cabeza de ninguno de vosotros". Así ocurrió. Por el hecho de
estar en ese buque un hombre por medio del cual Dios podía obrar, toda la carga
de soldados y marineros paganos se salvó. "Todos escaparon salvos a
tierra"
(Hech. 27: 22-24, 34, 44).
No fueron escritas estas cosas únicamente para
que las leamos y nos asombremos, sino para que la misma fe que obró en los
siervos de Dios de antaño, obre en nosotros. Dondequiera que haya corazones
llenos de fe que sirvan de conducto a su poder, no será menos notable su modo
de obrar ahora que entonces (La Educación, págs. 249, 250).
Tened una fe firme, y enseñad a vuestros hijos
que todos dependemos de Dios. Leedles la historia de los cuatro jóvenes
hebreos, e impresionad su mente con la comprensión de la influencia para el
bien que fue ejercida en el tiempo de Daniel gracias a una estricta observancia
de los principios (Manuscrito 33, 1909).
SIMPLIFICAD LAS LECCIONES DE LA BIBLIA.
Los padres deben enseñar a sus hijos lecciones
de la Biblia, 42 haciéndolas tan simples de modo que puedan comprenderlas
rápidamente (Carta 189, 1903).
Enseñad a vuestros hijos que los mandamientos
de Dios deben constituir la regla de su vida.
Puede ser que las circunstancias los alejen de sus padres y sus hogares,
pero las lecciones de instrucción dadas en la niñez y la juventud les serán una
bendición durante toda su vida (Manuscrito 57, 1897). 43
CAPÍTULO 6. EL LIBRO DE LA NATURALEZA.
UNA SEGURA FUENTE DE INSTRUCCIÓN.
La naturaleza ha de ser nuestro gran libro de
texto después de la Biblia (Testimonies, tomo 6, pág. 185).
Para el niñito que aún no es capaz de aprender
lo que se enseña por medio de la página impresa o de ser iniciado en la rutina
del aula, la naturaleza presenta una fuente infalible de instrucción y deleite.
El corazón que aún no ha sido endurecido por el contacto con el mal, es
perspicaz para reconocer la Presencia que penetra todas las cosas creadas. El
oído que no ha sido entorpecido por el vocerío del mundo, está atento a la Voz
que habla por medio de las expresiones de la naturaleza. Y para los de más
edad, que necesitan continuamente los silenciosos recordativos de lo espiritual
y lo eterno, la enseñanza de la naturaleza no dejará de ser una fuente de
placer e instrucción.
(La Educación, pág. 96).
UTILIZADA COMO LIBRO DE TEXTO EN EL EDÉN.
Todo el mundo natural está destinado a ser
intérprete de las cosas de Dios. Para Adán y Eva en su hogar del Edén, la
naturaleza estaba llena del conocimiento de Dios, rebosante de la instrucción
Divina.
Para sus oídos atentos, hacía repercutir la voz de la sabiduría. La
sabiduría hablaba al ojo y era recibida en el corazón; porque ellos comulgaban
con Dios en sus obras creadas.
(Consejos para los Maestros, págs. 143, 144).
El libro de la naturaleza, al desplegar ante
ellos sus lecciones vivas, les proporcionaba una fuente inagotable de
instrucción y deleite. El nombre de Dios estaba escrito en cada hoja del bosque
y en cada piedra de las montañas, en toda estrella brillante, en el mar, el
cielo y la tierra. Los moradores del Edén trataban con la creación animada 44 e
inanimada; con las hojas, las flores, y los árboles, con toda criatura
viviente, desde el leviatán de las aguas, hasta el átomo en el rayo del sol, y
aprendían de ellos los secretos de su vida. La gloria de Dios en los cielos,
los mundos innumerables con sus movimientos prefijados, "los equilibrios
de las nubes" (Job 37: 16), los misterios de la luz y del sonido, del día
y de la noche, todos eran temas de estudio para los alumnos de la primera
escuela de la tierra (La Educación, pág. 18).
NUEVAS LECCIONES DESDE LA CAÍDA.
Aunque la tierra estaba marchitada por la
maldición, la naturaleza debía seguir siendo el libro de texto del hombre. Ya
no podía representar bondad solamente, porque el mal estaba presente en todas
partes y arruinaba la tierra, el mar y el aire con su contacto contaminador.
Donde antes había estado escrito únicamente el carácter de Dios, el
conocimiento del bien, estaba también escrito ahora el carácter de Satanás, el
conocimiento del mal. El hombre debía recibir continuamente de la naturaleza,
que ahora revelaba el conocimiento del bien y del mal, amonestaciones
referentes a los resultados del pecado (Id ., pág. 23).
LA NATURALEZA ILUSTRA LAS LECCIONES DE LA
BIBLIA.
Los escritores de la Biblia hacen uso de
muchas ilustraciones que ofrece la naturaleza, y si observamos las cosas del
mundo natural, podremos comprender más plenamente, bajo la mano guiadora del
Espíritu Santo, las lecciones de la Palabra de Dios (Id., pág. 115).
En el mundo natural, Dios ha puesto en las
manos de los hijos de los hombres la llave que ha de abrir el alfolí de su
Palabra. Lo invisible queda ilustrado por lo que se ve; la sabiduría divina, la
verdad eterna y la gracia infinita se entienden por las cosas que Dios ha hecho.
(Consejos para los Maestros, pág. 145). 45
Debería animarse a los niños a buscar en la
naturaleza los objetos que ilustran las enseñanzas bíblicas y rastrear en la
Biblia los símiles sacados de la naturaleza. Deberían buscar, tanto en la
naturaleza como en la Sagrada Escritura, todos los objetos que representan a
Cristo, como también los que él empleó para ilustrar la verdad. Así pueden aprender a verle en el árbol y en
la vid, en el lirio y en la rosa, en el sol y en la estrella.
Pueden aprender a oír su voz en el canto de
los pájaros, en el murmullo de los árboles, en el ruido del trueno y en la
música del mar. Y cada objeto de la naturaleza les repetirá las preciosas
lecciones del Creador. Para los que así se familiaricen con Cristo,
nunca jamás será la tierra un lugar solitario y desolado. Será para ellos la
casa de su Padre, llena de la presencia de Aquel que una vez moró entre los
hombres.
(La Educación, págs. 115, 116).
LA BIBLIA INTERPRETA LOS MISTERIOS DE LA
NATURALEZA.
Sin embargo, hasta el niño, al ponerse en
contacto con la naturaleza, hallará causas de perplejidad. No puede dejar de
reconocer la actuación de fuerzas antagónicas. Es aquí donde la naturaleza
necesita un intérprete. Al ver el mal manifiesto hasta en el mundo natural,
todos tienen que aprender la misma triste lección: "Algún enemigo ha hecho
esto" (Mat. 13: 28). Sólo se puede leer debidamente la enseñanza de la
naturaleza, a la luz que procede del Calvario. Hágase ver por medio de la
historia de Belén y de la cruz, cuán bueno es vencer el mal, y cómo constituye
un don de la redención cada bendición que recibimos.
En la zarza y la espina, el abrojo y la
cizaña, está representado el mal que marchita y desfigura. En el canto del
pájaro y el pimpollo que se abre, en la lluvia, y la luz del sol, en la brisa
estival y en el suave rocío, en diez mil objetos de la 46 naturaleza, desde el
cedro del bosque hasta la violeta que florece a su pie, se ve el amor que
restaura. Y la naturaleza nos habla todavía de la bondad de Dios (Id., pág.
97).
LECCIONES EN EL AULA IDEAL.
Así como los moradores del Edén aprendieron de
las páginas de la naturaleza, así como Moisés percibió lo que Dios había
escrito en los llanos y las montañas de Arabia, y el niño Jesús en los cerros
de Nazaret, los niños de hoy día también pueden aprender del Creador.
Lo
visible ilustra lo invisible (Id., pág. 96).
Cultivad el amor a la naturaleza. Que la madre.
. . encuentre tiempo para cultivar en ella misma y en sus hijos amor por las
cosas hermosas de la naturaleza. Que les muestre las glorias extendidas en los
cielos, los miles de formas de belleza que adornan la tierra, y que luego les
hable acerca del que creó todas estas cosas.
Así podrá conducir su tierna mente hacia su Creador, y despertar en su
corazón reverencia y amor por el Dador de toda bendición. Los campos y las
colinas -la cámara de audiencia de la naturaleza- deberían ser el aula para los
niños. Sus tesoros deberían constituir
su libro de texto. Las lecciones así impresas en su mente no se olvidarán
fácilmente. . .
Los padres pueden hacer mucho al relacionar a
sus hijos con Dios animándolos a amar las cosas de la naturaleza que él les ha
dado, y a reconocer la mano del Dador en todo lo que reciben. El suelo del
corazón puede ser preparado así para recibir las preciosas semillas de la
verdad, las cuales a su debido tiempo brotarán y llevarán una rica cosecha
(Signs of the Times, 6-12-1877).
UNÍOS A LOS PÁJAROS CON CANTOS DE ALABANZA.
Especialmente los niñitos debieran acercarse a
la naturaleza. En vez de aherrojarlos con las modas, déjeselos libres como los
corderitos, para que jueguen 47 bajo los dulces y alegres rayos solares. Mostradles los arbustos y las flores, la humilde
hierba y los altos árboles, y dejadlos familiarizarse con sus hermosas,
múltiples y delicadas formas. Enseñadles a ver sabiduría y el amor de Dios en
sus obras creadas; y mientras sus corazones se ensanchen de gozo y amor
agradecido, dejadlos unirse a las aves en sus cantos de alabanza.
Educad a los niños y jóvenes a considerar las
obras del gran Artífice y Maestro y a imitar las gracias atrayentes de la
naturaleza en la edificación de su carácter. A medida que el amor de Dios
conquiste sus corazones, dejadles impregnar sus vidas con la hermosura de la
santidad. Así usarán sus capacidades para beneficiar a otros y para honrar a
Dios (Consejos para los Maestros, pág. 145).
BUSCAD EN LA NATURALEZA AL DIOS DE LA
NATURALEZA.
Los niños necesitan recibir lecciones que los
fortalezcan para resistir el pecado. Señaladles en la naturaleza al Dios de la
naturaleza, y así se familiarizarán con el Creador. ¿En qué forma mejor puedo
enseñar a mis hijos a servir y glorificar a Dios? Debería ser la pregunta que
ocupe la mente de los padres. Si todo el cielo se interesa en el bienestar de
la humanidad, ¿no deberíamos ser diligentes en hacer lo mejor posible para el
bien de nuestros hijos? (Manuscrito 29, 1886).
EL ESTUDIO DE LA NATURALEZA FORTALECE LA
MENTE.
La gloria de Dios está desplegada en la obra
de sus manos. Aquí hay misterios en cuya dilucidación se fortalecerá la mente.
Las mentes que se han divertido con la lectura de obras de ficción y se han
ocupado de ellas con exceso pueden encontrar en la naturaleza un libro abierto,
y leer la verdad en las obras de Dios que las rodean. Todos pueden encontrar
temas de estudio en la sencilla hoja de los árboles del bosque, en el pasto que
cubre la tierra con 48 su aterciopelada alfombra verde, en las plantas y las
flores, en los altos árboles del bosque, en las elevadas montañas, en las rocas
graníticas, en el océano inquieto, en las preciosas gemas de luz que tachonan
los cielos para tornar hermosa la noche, en las inagotables riquezas de la luz
solar, en las solemnes glorias de la luna, en el frío del invierno, en el calor
del verano, en las estaciones cambiantes, en el perfecto orden y la armonía
regidos por el poder infinito; aquí hay temas que demandan el pensamiento
profundo, y la expansión de la imaginación.
Si los frívolos y los que buscan placeres
espacian sus mentes en lo que es real y verdadero, el corazón no dejará de
llenarse de reverencia, y adorarán al Dios de la naturaleza. La contemplación y
el estudio del carácter de Dios como está revelado en sus obras creadas abrirá
un campo de pensamiento que desviará la mente de las diversiones rastreras,
degradantes y enervadoras. Únicamente en este mundo podemos comenzar a obtener
el conocimiento de las obras de Dios y de sus caminos.
Este estudio proseguirá
a través de toda la eternidad. Dios proporciona al hombre motivos de
pensamiento que pondrán en actividad todas las facultades de la mente. Podemos
leer el carácter del Creador en los cielos que se extienden por arriba y en la
tierra aquí abajo, llenando el corazón de gratitud y agradecimiento. Cada
nervio y sentido responderá a las expresiones del amor de Dios manifestadas en
sus maravillosas obras (Testimonies, tomo 4, pág. 581).
LA NATURALEZA Y LA BIBLIA FUERON
LOS LIBROS DE
TEXTO DE JESÚS.
Se educó en las fuentes designadas por el
Cielo, en el trabajo útil, en el estudio de las Escrituras, en la naturaleza y
en las experiencias de la vida, en los libros de texto de Dios, llenos de
enseñanza para todo aquel que recurre a ellos con 49 manos voluntarias, ojos
abiertos y corazón dispuesto a entender (El Ministerio de Curación, pág. 311).
Su conocimiento íntimo de las Escrituras nos
demuestra cuán diligentemente dedicó sus primeros años al estudio de la Palabra
de Dios. Delante de él se extendía la gran biblioteca de las obras de Dios. El
que había hecho todas las cosas, estudió las lecciones que su propia mano había
escrito en la tierra, el mar y el cielo.
Apartado de los caminos profanos del mundo, adquiría conocimiento
científico de la naturaleza. Estudiaba la vida de las plantas, los animales y
los hombres. Desde sus más tiernos años, fue dominado por un propósito: vivió
para beneficiar a otros. Para ello, hallaba recursos en la naturaleza; al
estudiar la vida de las plantas y de los animales concebía nuevas ideas de los
medios y modos de realizarlo. . .
Así se revelaba a Jesús el significado de la
Palabra y las obras de Dios, mientras trataba de comprender la razón de las
cosas que veía. Le acompañaban los seres celestiales, y se gozaba cultivando
santos pensamientos y comuniones.
Desde el primer destello de la inteligencia,
estuvo constantemente creciendo en gracia espiritual y conocimiento de la
verdad.
Todo niño puede aprender como Jesús. Mientras
tratemos de familiarizarnos con nuestro Padre celestial mediante su Palabra,
los ángeles se nos acercarán, nuestro intelecto se fortalecerá, nuestro
carácter se elevará y refinará.
(El Deseado de Todas las Gentes, pág. 51).
JESÚS LA UTILIZÓ EN SU ENSEÑANZA.
El gran Maestro puso a sus oyentes en contacto
con la naturaleza, para que oyesen la voz que habla en todas las cosas creadas,
y a medida que sus corazones se hacían más sensibles y sus mentes más
receptivas, les ayudaba a interpretar la enseñanza espiritual de las 50 escenas
que contemplaban sus ojos. Las
parábolas, por medio de las cuales le gustaba enseñar lecciones de verdad,
muestran cuán abierto estaba su espíritu a las influencias de la naturaleza y
cómo le agradaba sacar la enseñanza espiritual del ambiente en que transcurría
la vida diaria.
Cristo se valía de las aves del cielo, los
lirios del campo, el sembrador y la semilla, el pastor y las ovejas, para
ilustrar verdades inmortales. También sacaba ilustraciones de los
acontecimientos de la vida, de cosas familiares a sus oyentes, tales como la
levadura, el tesoro escondido, la perla, la red del pescador, la moneda
perdida, el hijo pródigo, las casas construidas en la arena y en la roca. En
sus lecciones había algo para interesar a cada mente, e impresionar cada
corazón. De ese modo la tarea diaria, en vez de ser una mera rutina de trabajo,
exenta de pensamientos elevados, era animada por recuerdos constantes de lo
espiritual y lo invisible.
Del mismo modo deberíamos enseñar nosotros.
Aprendan los niños a ver en la naturaleza una expresión del amor y de la
sabiduría de Dios; vincúlese el concepto del Creador al ave, la flor, y el
árbol; lleguen todas las cosas visibles a ser para ellos intérpretes de lo
invisible y todos los sucesos de la vida, medios de enseñanza divina.
Al mismo tiempo que aprenden así a estudiar
lecciones que enseñan todas las cosas creadas y todas las circunstancias de la
vida, muéstrese que las mismas leyes que rigen las cosas de la naturaleza y los
sucesos de la vida, deben regirnos a nosotros; que son promulgadas para nuestro
bien; y que únicamente obedeciéndolas podemos hallar felicidad y éxito
verdaderos (La Educación, págs. 98, 99). 51
CAPÍTULO 7. LECCIONES PRÁCTICAS DEL LIBRO DE LA
NATURALEZA.
LA VOZ DE DIOS EN SU CREACIÓN.
Doquiera nos volvamos, oímos la voz de Dios y
contemplamos la obra de sus manos. Desde el solemne y profundo retumbo del trueno
y el incesante rugido del viejo océano, hasta los alegres cantos que llenan los
bosques de melodía, las diez mil voces de la naturaleza expresan su loor. En la
tierra, en el mar y en el cielo, con sus maravillosos matices y colores, que
varían en glorioso contraste o se fusionan armoniosamente, contemplamos su
gloria.
Las montañas eternas hablan de su poder. Los árboles que hacen ondear
sus verdes estandartes a la luz del sol, las flores en su delicada belleza,
señalan a su Creador. El verde vivo que alfombra la tierra, habla del cuidado
de Dios por la más humilde de sus criaturas.
Las cuevas del mar y las profundidades de la tierra, revelan sus
tesoros. El que puso las perlas en el océano y la amatista y el crisólito entre
las rocas, ama lo bello. El sol que se levanta en los cielos es una
representación de Aquel que es la vida y la luz de todo lo que ha hecho. Todo
el esplendor y la hermosura que adornan la tierra e iluminan los cielos, hablan
de Dios.
Por lo tanto, mientras disfrutamos de sus
dones, ¿habremos de olvidarnos del Dador? Dejemos más bien que nos induzcan a
contemplar su bondad y su amor, y que todo lo que hay de hermoso en nuestra
patria terrenal nos recuerde el río cristalino y los campos verdes, los
ondeantes árboles y las fuentes vivas, la resplandeciente ciudad y los cantores
de ropas blancas de nuestra patria celestial, el mundo de belleza que ningún
artista puede pintar, que 52 ninguna lengua mortal puede describir. "Cosas que ojo no vio, ni oreja oyó, ni
han subido en corazón de hombre, son las que ha Dios preparado para aquellos
que le aman" (1 Cor. 2: 9) (Consejos para los Maestros pág. 44).
DEL AMOR Y EL CARÁCTER DE DIOS.
Las madres. . . no deberían recargarse tanto
con actividades y preocupaciones que no les quede tiempo para educar a sus
hijos con ayuda del gran libro de la naturaleza, impresionando su tierna mente
con las bellezas que contienen los pimpollos y las flores. Los elevados
árboles, los hermosos pájaros que envían sus alegres cantos a su Creador,
hablan a sus sentidos de la bondad, la misericordia y la benevolencia de
Dios. Cada hoja y flor con sus tintes
variados, que perfuman el aire, les enseñan que Dios es amor. Todo lo que es
bueno, amante y hermoso en este mundo les habla del amor de nuestro Padre
celestial. Pueden discernir el carácter de Dios en sus obras creadas (Signs of
the Times, 5-8-1875).
DE LA PERFECCIÓN DE DIOS.
Así como las cosas de la naturaleza
manifiestan su aprecio por su Creador al hacer lo mejor posible por embellecer
la tierra y representar la perfección de Dios, así también los seres humanos
deberían esforzarse en su esfera de acción por manifestar la perfección de
Dios, permitiéndole obrar mediante ellos sus propósitos de justicia, misericordia
y bondad (Carta 47, 1903).
DEL CREADOR Y EL SÁBADO.
¿Quién nos da el sol que hace producir la
tierra? ¿Quién nos da las lluvias abundantes? ¿Quién nos ha dado los cielos de
arriba y el sol y las estrellas del cielo? ¿Quién os concedió la razón, quién
cuida de vosotros todos los días? . . .
Cada vez que contemplemos el mundo, se
nos recuerda de la poderosa mano de Dios que lo trajo a la existencia. El cielo que se extiende por encima de
nuestra cabeza, y la tierra que se 53 ensancha bajo nuestros pies cubierta por
una alfombra de verdor, hacen recordar el poder de Dios y también su bondad.
Pudo haber hecho el pasto oscuro o negro, pero Dios ama la belleza, y por lo
tanto nos ha dado cosas hermosas para contemplar. ¿Quién podría pintar las flores
con los delicados tintes que Dios les ha dado? . . .
No podemos tener un libro de texto mejor que
la naturaleza. "Considerad los lirios del campo, como crecen: no trabajan
ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así
como uno de ellos". Elevemos hacia
Dios la mente de nuestros hijos. Para eso él nos dio el séptimo día y lo dejó
como un recordativo de sus obras creadas (Manuscrito 16, 1895).
LA OBEDIENCIA A LA LEY.
El mismo poder que sostiene la naturaleza,
obra también en el hombre. Las mismas grandes leyes que guían igualmente a la
estrella y al átomo, rigen la vida humana. Las leyes que gobiernan la acción
del corazón para regular la salida de la corriente de vida al cuerpo, son las
leyes de la poderosa Inteligencia que tiene la jurisdicción del alma. De esa
Inteligencia procede toda la vida. Únicamente en armonía con ella se puede
hallar su verdadera esfera de acción. La condición para todos los objetos de su
creación, es la misma: una vida sostenida por la vida que se recibe de Dios,
una vida que esté en armonía con la voluntad del Creador. Transgredir su ley, física, mental, o moral,
significa perder la armonía con el universo, introducir discordia, anarquía y
ruina.
Toda la naturaleza se ilumina para aquel que
aprende así a interpretar sus enseñanzas; el mundo es un libro de texto; la
vida, una escuela. La unidad del hombre con la naturaleza y con Dios, el
dominio universal de la ley, los resultados de la 54 transgresión, no pueden
dejar de hacer impresión en la mente y modelar el carácter. Estas son las lecciones que nuestros niños
deben aprender (La Educación, págs. 95, 96).
OTRAS LECCIONES DE LAS LEYES DE LA NATURALEZA.
Al cultivar la tierra, el trabajador reflexivo
descubrirá que se abren ante él tesoros jamás soñados. Nadie puede tener éxito
en los trabajos agrícolas o de la huerta si no presta atención a las leyes que
entrañan. Es necesario estudiar las necesidades especiales de cada variedad de
plantas. Las diversas variedades requieren terreno y cultivo diferentes, y la
condición del éxito es la obediencia a las leyes que rigen a cada una.
La atención requerida al trasplantar, para
que no se cambien de lugar ni amontonen siquiera las raíces más finas, el
cuidado de las plantas tiernas, la poda y el riego; la protección contra la
helada de la noche y el sol durante el día, el cuidado de mantener alejadas las
malas hierbas, las enfermedades y las plagas de insectos, el arreglo de las
plantas, no sólo enseñan lecciones importantes en cuanto al desarrollo del
carácter, sino que el trabajo mismo es un medio de desarrollo.
Al desarrollar
el cuidado, la paciencia, la atención a los detalles, la obediencia a la ley,
se obtiene una educación esencial. El contacto constante con el misterio de la
vida y el encanto de la naturaleza, así como la ternura necesaria para cuidar
esos hermosos objetos de la creación de Dios, tienden a vivificar la mente y
refinar y elevar el carácter, y las lecciones aprendidas preparan al trabajador
para tratar con más éxito con otras mentes (Id., págs. 107, 108).
LECCIONES DE LA SIEMBRA.
La parábola del sembrador y de la simiente
encierra una profunda lección espiritual. La simiente representa los principios
sembrados en el corazón, y su crecimiento, el desarrollo del carácter. Haced
práctica la enseñanza de este 55 punto. Los niños pueden preparar el suelo y
sembrar la simiente; y mientras trabajan, los padres o maestros pueden
explicarles cómo es el jardín del corazón, y la buena o mala semilla que se
siembra en él; que así como el jardín debe ser preparado para la semilla
natural, el corazón también debe serlo para la semilla de la verdad. A medida
que crece la planta, puede continuarse con la relación entre la siembra natural
y la espiritual (Consejos para los Maestros, págs. 109, 110).
Al esparcir la semilla en el suelo, pueden
enseñar la lección de la muerte de Cristo, y al brotar la hierba, la verdad de
la resurrección.
(La Educación, págs. 106, 107).
EL HUERTO DEL CORAZÓN NECESITA CULTIVO.
Continuamente se pueden aprender lecciones del
cultivo del suelo. Nadie se establece en un pedazo de tierra inculta con la
esperanza de que dé inmediatamente una cosecha. Se debe hacer una labor
diligente, perseverante, en la preparación del suelo, la siembra de la semilla,
y el cultivo de las mieses. Igual debe ser el proceder en la siembra
espiritual. Debe cultivarse el jardín del corazón. La tierra debe ser roturada
por el arrepentimiento. Deben sacarse de raíz las malas hierbas que ahogan el
grano sembrado. Así como se requiere un trabajo diligente para limpiar un campo
que se ha llenado de abrojos, sólo se pueden vencer las malas tendencias del
corazón por medio de esfuerzos fervientes hechos en el nombre y el poder de
Cristo (Id., pág. 107).
EL CRECIMIENTO EN LA GRACIA.
Hablad a vuestros hijos del poder que Dios
tiene de hacer milagros. Mientras estudian el gran libro de texto de la
naturaleza, Dios impresionará sus mentes. El agricultor labra su tierra y
siembra su semilla; pero no puede hacerla crecer. Debe confiar en que Dios hará
lo que ningún poder humano puede realizar. El Señor 56 pone su poder vital en
la semilla, haciéndola germinar, y tener vida. Bajo su cuidado, el germen de
vida atraviesa la dura corteza que lo envuelve, y brota para llevar fruto.
Primero aparece la hoja, después la espiga, y luego el grano lleno en la
espiga. Al hablárseles a los niños de la obra que Dios hace en la semilla,
aprenderán el secreto del crecimiento en la gracia.
(Consejos para los Maestros.
pág. 96).
SUPERACIÓN DEL AMBIENTE.
En Norteamérica tenemos los lozanos nenúfares.
Estas hermosas flores crecen puras, inmaculadas, perfectas, sin una sola
mancha. Surgen en medio de una masa de desechos. Le dije a mi hijo:
"Quiero que trates de conseguirme el tallo de ese nenúfar y arrancarlo tan
cerca de la raíz como sea posible. Quiero que comprendas algo relacionado con
él".
Me trajo varios nenúfares, y yo los observé.
Todos estaban llenos de canalitos abiertos, y los tallos extraían el alimento
de la arena limpia que había debajo, y estos elementos nutritivos se convertían
en el puro e inmaculado nenúfar. Rehusaba todos los desechos. Rehusaba todo lo
repugnante. Y así se desarrollaba en toda su pureza.
Esta es exactamente la manera en que debemos
educar a nuestros jóvenes en este mundo, que sus mentes y corazones reciban
instrucción acerca de quién es Dios, quién es Jesucristo, y el sacrificio que
ha realizado en nuestro favor. Que absorban la pureza, la virtud, la gracia, la
cortesía, el amor y la paciencia; que las absorban de la Fuente de todo poder
(Manuscrito 43 a, 1894).
LECCIONES DE CONFIANZA Y PERSEVERANCIA.
"Más pregunta, si quieres, a las bestias,
que ellas te enseñarán, o a las aves del cielo, que ellas te lo dirán; y los
peces del mar te lo contarán".
"Ve a la hormiga, . . . considera sus caminos". "Mirad
las 57 aves". "Considerad los cuervos" (Job 12:7, 8; Prov. 6:6; Mat. 6:26; Luc. 12:24).
No solamente hemos de hablar al niño de estas
criaturas de Dios. Los mismos animales deben ser sus maestros. Las hormigas
enseñan lecciones de trabajo paciente, de perseverancia para vencer los
obstáculos, de previsión para el futuro. Los pájaros son maestros de la dulce
lección de la confianza. Nuestro Padre
celestial hace provisión para ellos, pero ellos deben buscar alimento, construir
sus nidos y criar a sus hijos. Constantemente están expuestos a los enemigos
que tratan de destruirlos y, sin embargo, ¡con qué ánimo hacen el trabajo!
¡Cuán gozosos son sus cantos!
Es hermosa la descripción que hace el salmista
del cuidado de Dios por las criaturas de los bosques:
"Las altas montañas son para las cabras
monteses; Los peñascos sirven de refugio para los damanes" (Sal. 104: 18).
El hace correr los manantiales por las montañas donde los pájaros tienen su
habitación y "gorjean entre las ramas" (Sal. 104: 12).
Todas las
criaturas de los bosques y de las montañas forman parte de su gran familia. El
abre la mano y satisface "el deseo de todo ser viviente" (Sal. 145:
16) (La Educación, págs. 113, 114).
LOS INSECTOS ENSEÑAN LABORIOSIDAD.
La industriosa abeja le da a los hombres
inteligentes un ejemplo de lo que harían bien en imitar. Esos insectos observan
un orden perfecto, y en la colmena no se tolera a ningún ocioso. Realizan el
trabajo asignado a cada una con una inteligencia y una actividad que escapan a
nuestra comprensión. . . .
El sabio nos llama la atención hacia las cosas
pequeñas de la tierra: "Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y
sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el
verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento".
"Las 58 hormigas, pueblo no fuerte, y en el verano preparan su
comida". Podemos aprender lecciones de fidelidad de estos pequeños
maestros. Si aprovecháramos con la misma diligencia las facultades que un
Creador sabio nos ha concedido, cuánto crecerían nuestras facultades para la
utilidad. El ojo de Dios contempla hasta la más pequeña de sus criaturas; ¿no
considera entonces, al hombre formado a su imagen, y requiere de él que le
corresponda por todas las ventajas que le ha concedido? (Testimonies, tomo 4,
págs. 455, 456). 59
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