CAPÍTULO 20. UTILIDAD.
ENSEÑAD A LOS NIÑOS A SER ÚTILES.
En la escuela del hogar se les debe enseñar a
los niños a cumplir con los deberes prácticos de la vida diaria. Mientras aún
son jóvenes, la madre debe darles algunas tareas sencillas que hacer cada día.
Necesitará más tiempo para enseñárselas que para hacerlas ella misma; pero recuerde que debe poner el fundamento de la
utilidad en el edificio de su carácter. Piense que el hogar es la escuela en la
que ella es la maestra principal. A ella le toca enseñar a sus hijos a cumplir,
rápido y hábilmente los deberes de la casa. Tan temprano en la vida como sea
posible, se les debe enseñar a compartir las cargas del hogar. Desde la
infancia se debería enseñar a los niños a llevar cargas siempre más pesadas, a
ayudar inteligentemente en el trabajo de la familia.
(Consejos para los
Maestros, pág. 94).
DESESTÍMENSE LOS ERRORES INFANTILES.
Miles quedan casi sin educarse en sus propios
hogares. "Produce tanta molestia -dice la madre-. Es mejor que yo misma
haga estas cosas; da tanto que hacer, y eso me molesta".
¿No recuerda la madre que ella misma tuvo que
aprender esas pequeñas cosas antes de poder ser útil? Es un error rehusar
enseñar a los chicos poco a poco. Mantened con vosotros a esos niños.
Permitidles que hagan preguntas y respondedles con paciencia. Dadles algo que
hacer a vuestros pequeños, 110 y que tengan la felicidad que se deriva de
suponer que os están ayudando.
No hay que rechazar a los niños cuando están
tratando de hacer bien las cosas. Si cometen errores, si ocurren accidentes y
se rompen las cosas, no los culpéis. Toda su vida futura depende de la
educación que les deis en sus años infantiles. Enseñadles que las facultades de
su cuerpo y mente les fueron dadas para ser utilizadas en el servicio del
Señor, y que todas pertenecen a él. El Señor da a algunos de estos niños una
idea clara y precoz de su voluntad. Padres y maestros, comenzad pronto a enseñar
a los niños a cultivar las facultades que Dios ha dado.
(Carta 104, 1897).
QUE LOS CHICOS COMPARTAN LAS CARGAS DEL HOGAR.
Haced agradable la vida de vuestros hijos, y
al mismo tiempo enseñadles a ser obedientes y útiles, cumpliendo pequeñas
responsabilidades mientras vosotros lleváis los más grandes. Educadlos en
hábitos de trabajo para que el enemigo no convierta su mente en taller del mal.
Dad a vuestros hijos algo en que algo que hacer, para que estén capacitados
para ser útiles en esta vida y en la vida futura (Manuscrito 62, 1901).
Desde sus primeros años, debería enseñárselos
a compartir las cargas del hogar. Debería enseñárseles a comprender que las
obligaciones son mutuas. También deberían aprender a trabajar rápida y
diestramente. Esta educación será del
mayor valor para ellos en los años venideros (Signs of the Times, 11-12-1901).
Cada miembro de la familia debería comprender
cuál es la parte que se espera que realice en colaboración con los otros.
Todos, comenzando con los niños de seis años, y en adelante, deberían
comprender que se requiere que ellos compartan la carga de la vida
(Testimonies, tomo 2, pág. 700). 111
UNA FUENTE DE EXPERIENCIA Y PLACER.
Cuán importante es que los padres den a sus
hijos la debida instrucción desde los años más tiernos. Deben enseñarles a
obedecer el mandamiento que dice: "Honra a tu padre y a tu madre para que
tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da". Y los niños,
a medida que crecen en edad, han de apreciar el cuidado que les dan sus padres.
Deben encontrar su mayor placer en ayudarles (Manuscrito 129, 1903).
LA TAREA MÁS HUMILDE DEBE ESTAR RODEADO DE
ENCANTO.
Si los niños aprendieran a considerar las
tareas domésticas más humildes como el deber que Dios les ha señalado, como una
escuela en la cual han de aprender a prestar un servicio fiel y eficiente,
cuanto más placentero y honroso les
resultaría su trabajo. El realizar deber
como para el Señor da encanto a las tareas más humildes y une a los obreros
terrenos con los seres santos que hacen la voluntad de Dios en el cielo. Y nosotros, en el lugar que nos ha señalado,
deberíamos cumplir nuestros deberes con tanta fidelidad como lo hacen sus
ángeles en su esfera superior (Signs of the Times, 11-10-1910). 112
CAPÍTULO 21. LABORIOSIDAD.
UNA SALVAGUARDIA PARA LOS JÓVENES.
Una de las salvaguardias más seguras de los
jóvenes es la ocupación útil. Los niños que han sido enseñados en hábitos de
laboriosidad, de manera que todas sus horas estén dedicadas a ocupaciones
útiles y placenteras, no tienen inclinación a quejarse de su suerte ni tienen
tiempo para entregarse a sueños ociosos. Corren poco peligro de formar
compañías o hábitos viciosos (Consejos para los Maestros, pág. 94).
Hay indecible, valor en la laboriosidad.
Enséñese a los niños a hacer algo útil. Los padres necesitan sabiduría más que
humana para comprender cómo educar mejor a sus hijos para una vida feliz y útil
aquí, y un servicio superior y un gozo mayor en la otra vida (Id., pág 96).
ASIGNAD TAREAS APROPIADAS A LA EDAD Y LA CAPACIDAD.
Desde la infancia, debería enseñarse a los
niños que realicen las cosas que se adecúan a su edad y capacidad. Los padres
deberían animar a sus hijos a ser más independientes. Serios problemas han de
verse muy pronto en la tierra, y los niños deberían ser preparados de modo que
sean capaces para hacerles frente (Signs of the Times. 13-8-1896).
Enseñad a vuestros hijos a ser útiles, a
llevar cargas de acuerdo con sus años; luego el hábito de trabajar se
automatizará en ellos, y el trabajo útil nunca les resultará penoso (Review and
Herald. 24-6-1890).
EL FRUTO DE LA SOCIEDAD.
Los padres no pueden cometer un pecado más
grande que descuidar las responsabilidades que Dios les ha dado al dejar a sus
hijos sin nada que hacer; porque esos niños 113 pronto aprenderán a amar la
ociosidad y crecerán hasta llegar a ser hombres y mujeres inestables e
inútiles. Cuando tengan edad suficiente para ganarse la vida por sí mismos y
tomen un empleo, trabajarán con pereza y haraganería, y pensarán que deben
pagarles lo mismo si pierden su tiempo, como si hicieran un trabajo fiel.
Existe una gran diferencia entre estos obreros y los que comprenden que deben
ser mayordomos fieles. Los jóvenes, en cualquier tarea que emprendan, deberían
ser "no perezosos; fervientes en espíritu; sirviendo al Señor";
porque el que es infiel en lo poco lo es también en lo mucho (Manuscrito 117,
1899).
Si a los niños se les imparte la debida
preparación en el hogar, no se los encontrará en las calles asimilando la
educación azarosa que muchos reciben. Los padres que aman a sus hijos de una
manera sensata, no les permitirán desarrollarse con hábitos de pereza y en la
ignorancia de cómo se realizan los deberes domésticos. La ignorancia no es
aceptable para Dios, y es desfavorable para la ejecución de su obra.
(Consejos
para los Maestros, pág. 115).
EL USO PROVECHOSO DEL TIEMPO.
Cuando hay abundancia de ociosidad, Satanás
trabaja con sus tentaciones para arruinar la vida y el carácter. Si no se enseña a los jóvenes que realicen
trabajo útil, sean ricos o pobres, están en peligro; porque Satanás encontrará
empleo para ellos según sus propias maquinaciones. Los jóvenes que no son
protegidos mediante los principios, no consideran el tiempo como un tesoro
precioso, un legado de Dios, por el cual cada ser humano debe rendir cuentas.
(Manuscrito 43, 1900).
Los niños deberían ser educados para emplear
su tiempo de la mejor manera, para ser útiles a sus padres, para tener
confianza en sí mismos. No debería permitírselas que se consideren superiores
114 como para no realizar ninguna clase de trabajo que sea necesario (Carta 11,
1888).
VÉNZASE TODO HÁBITO DE INDOLENCIA.
Dios, en su Palabra, ha trazado un plan para
la educación de los niños, y los padres deben seguirlo. Deben enseñar a sus
hijos a vencer todo hábito de indolencia. Cada niño debería aprender que tiene
una obra que hacer en el mundo (Manuscrito 98, 1901).
La pereza y la indolencia no son el fruto que
debe llevar el árbol cristiano (Manuscrito 24, 1894).
La indolencia es una gran maldición. Dios ha
bendecido a los seres humanos con nervios, órganos y músculos y no deben permitir
que se deterioren a causa de la inacción, sino que deben fortalecerlos y
mantenerlos saludables mediante el ejercicio. No tener nada que hacer es una
gran desgracia, porque el ocio siempre
ha sido y siempre será una maldición para la familia humana (Manuscrito 117,
1894).
Niños, nunca seáis mayordomos infieles en el
hogar. Nunca esquivéis vuestro deber. El trabajo apropiado forma Músculos y
tendones firmes. Al fomentar la
prosperidad del hogar, aportaréis las mayores bendiciones para vosotros mismos
(Manuscrito 117, 1899).
¿POR QUÉ TRABAJAR ANTES DE JUGAR?
Mi madre me enseño a trabajar. Acostumbraba a
preguntarle: "¿Por qué siempre debo trabajar tanto antes de jugar'?"
"Es para educar y enseñar tu mente para el trabajo útil, y otra cosa más
para mantenerte alejada de las travesuras: y cuando seas grande me agradecerás
por ello". Cuando una de mis nenas [una nieta] me dijo: "¿Por qué
debo tejer? Las abuelas tejen", yo le repliqué: "-Quieres decirme 115
cómo aprendieron a tejer las abuelas?" "Bien, comenzaron cuando eran
niñitas"
(Manuscrito 19, 1887).
EL VALOR DE UN PROGRAMA DIARIO.
El valor de un programa diario. Hasta donde
sea posible, conviene considerar lo que debe realizarse en todo el día. Anotad
los diferentes deberes que debéis realizar, y destinad un cierto tiempo para
cumplir cada uno de ellos. Haced todo con minuciosidad, pulcritud y prontitud.
Si os toca hacer el trabajo del dormitorio, procurad que las habitaciones estén
bien aireadas y que la ropa de cama sea asoleada. Asignaos cierto número de
minutos para cumplir el trabajo y no os detengáis a leer diarios o libros sino
que decid: "No, tengo solamente cierto número de minutos para hacer mi
trabajo, y debo realizarlo en el tiempo que me he propuesto"....
Los que por naturaleza tienen movimientos
lentos, procuren ser activos, rápidos y enérgicos, recordando las palabras del
apóstol: "En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en
espíritu, sirviendo al Señor". Si os toca preparar las comidas, haced
cálculos cuidadosos, y asignaos todo el tiempo que sea necesario para preparar
los alimentos; y poned la mesa en forma ordenada y a la hora exacta. Tener la
comida lista cinco minutos antes de la hora que os habéis fijado, es mejor que
tenerla lista cinco minutos después.
Pero si vuestros movimientos son lentos y tardos, si vuestros hábitos
tienden a la pereza, haréis que resulte muy largo un trabajo que es corto. Los
que son lentos tienen el deber de reformarse y de ser más expedidos. Si
quieren, pueden vencer sus hábitos de lentitud. En la tarea de lavar los platos
deben ser cuidadosos y al mismo tiempo trabajar rápidamente. Ejercitad la
voluntad para alcanzar esta finalidad, y las manos se moverán rápidamente.
(Youth's Instructor, 7-9-1893). 116
UNID LO FÍSICO CON LO MENTAL.
Unid lo físico con lo mental. Cuando traían
niños a mi familia como pensionistas, y ellos decían: "Mamá no quiere que
yo mismo me lave". Yo les decía: "¿Quieres que te lavemos nosotros y
que te cobremos medio dólar más por tu pensión?" "¡Oh, no! Mamá no quiere pagar nada más por mí".
"Bueno, entonces -les decía- puedes levantarte por la mañana y lavarte tú
mismo. Dios nunca se propuso que nosotros te sirviéramos en lo que tú puedes
hacer. En vez de que sea tu madre la que se levante por la mañana y te lleve el
desayuno a la cama, tú debes ser quien diga: "Mamá, no te levantes esta
mañana. Nosotros vamos a hacer los deberes de la casa." Deberías dejar
descansar en la mañana a aquellas personas cuyo cabello se está tornando
gris".
¿Por qué no ocurre así? ¿Dónde está la
dificultad? Está en los padres que dejan crecer a sus hijos sin participar en
las cargas de la familia. Cuando esos
hijos van a la escuela, dicen: "Mamá dice que yo no debo trabajar".
Tales madres obran neciamente. Echan a perder a sus hijos y luego los mandan a
la escuela para echarla a perder. . . . El trabajo es la mejor disciplina que
puedan tener. No es más difícil para ellos que para sus madres. Unid el trabajo
físico con el mental, y las facultades mentales se desarrollarán mucho mejor
(Manuscrito 19, 1887).
INVENTAD NUEVAS FORMAS.
Inventad nuevas formas. Los padres deberían
inventar nuevas formas y medios para mantener a sus hijos ocupados en algo
útil. Que los niños reciban pequeños lotes de tierra para cultivarlos, a fin de
que tengan algo que ofrecer como una ofrenda voluntaria (Manuscrito 67, 1901).
Permitidles ayudaros en todo lo que puedan, y
demostradles que apreciáis su ayuda. Que ellos sientan que forman una parte de
la empresa familiar. 117 Enseñadles a utilizar su mente tanto como sea posible,
de modo que planeen la obra que deben hacer rápida y cabalmente. Enseñadles a
trabajar con prontitud y energía, a economizar el tiempo de modo que no pierdan
ningún minuto en las horas de trabajo asignadas (Manuscrito 60, 1903).
EL TRABAJO ENNOBLECE.
El trabajo ennoblece. Enseñemos a nuestros
hijitos a ayudarnos mientras sus manos son pequeñas y sus fuerzas son escasas.
Impresionemos en su mente el hecho de que el trabajo ennoblece, que el cielo lo
dispuso para el hombre, que le fue dado a Adán en el Edén, como una parte
esencial para el desarrollo perdurable de la mente y el cuerpo. Enseñémosles
que el placer inocente nunca satisface tanto como cuando sigue a un trabajo
activo.
(Pacific Health Journal, mayo de 1890). 118
CAPÍTULO 22. LA DILIGENCIA Y LA PERSEVERANCIA.
SATISFACCIÓN EN LAS TAREAS CUMPLIDAS.
Con frecuencia los niños comienzan un trabajo
con entusiasmo, pero de pronto se confunden o se cansan de él y quieren cambiar
y realizar alguna cosa nueva. Así pueden comenzar varias cosas, desanimarse y
abandonarlas; y así pasan de una cosa a otra sin perfeccionar ninguna. Los
padres no deberían permitirles que esa tendencia al cambio domine a sus hijos.
No deberían recargarse con otras cosas de modo que no tengan tiempo para
disciplinar y desarrollar con paciencia su mente. Unas pocas palabras de ánimo,
o un poco de ayuda en el momento debido, puede ayudarles a superar sus
dificultades y desánimos; y la satisfacción que obtendrán de ver que la tarea
ha sido completada los estimulará a mayores realizaciones.
Muchos niños, por falta de palabras de ánimo y
un poco de ayuda en sus esfuerzos, se desalientan y cambian de una cosa a otra.
Y llevan con ellos este triste defecto a la vida madura. Nunca logran convertir
en éxito ninguna de las cosas que inician, porque no han sido enseñados a
perseverar bajo circunstancias desanimadoras. Así toda la vida de muchos
resulta un fracaso, porque no tuvieron una disciplina correcta cuando eran
jóvenes. La educación recibida en la infancia y la juventud afecta toda su
carrera en las ocupaciones de la vida madura, y su experiencia religiosa lleva
la marca correspondiente.
(Testimonies, tomo 3, págs. 147, 148).
LOS HÁBITOS DE INDOLENCIA SON LLEVADOS A LA
VIDA MADURA.
Los niños que han sido mimados y a quienes se
les ha dado siempre lo que quieren, 119 siguen esperando que se los atienda en esa
forma; y si no se satisfacen sus expectativas, se molestan y desaniman. Esta
misma disposición se verá en toda su vida; llegarán a ser inútiles, dependerán
de otros para recibir ayuda, esperarán que otros los favorezcan y cedan a sus
deseos. Y si encuentran oposición, aun después de que se hayan convertido en
hombres y mujeres, piensan que se está abusando de ellos; y así llevan una vida
descontenta, y difícilmente pueden
valerse por sí mismos, a menudo murmuraban y se irritaban porque no todas las
cosas las cosas les resultan bien (Id., tomo 1, págs. 392, 393).
DESARRÓLLENSE HÁBITOS DE MINUCIOSIDAD Y
PRONTITUD.
Los niños han de aprender de la madre hábitos
de aseo, esmero y prontitud. Dejar que un niño tome una o dos horas para hacer
un trabajo que podría hacerse fácilmente en media hora, es permitiré formar
hábitos dilatorios. Los hábitos de laboriosidad y de esmero serán una bendición
indecible para los jóvenes en la escuela mayor de la vida, en la cual han de
entrar cuando tengan más edad
(Consejos para los Maestros, págs, 94, 95).
UN CONSEJO ESPECIALMENTE PARA LAS NIÑAS.
Otro defecto que me ha causado mucho
desasosiego y problemas es el hábito que tienen algunas niñas de hacer
funcionar su lengua, perdiendo precioso tiempo en conversaciones sobre temas
sin valor. Mientras las niñas prestan atención a sus conversaciones, su trabajo
queda sin terminar. Estos asuntos han sido considerados como cosa sin
importancia, indignas de repararse en ellas. Muchos se han engañado en lo que
se consideran cosas pequeñas. Las cosas pequeñas tienen una relación importante
con el gran todo. Dios no pasa por alto las cosas infinitamente pequeñas que
tienen 120 que ver con el bienestar de la humanidad (Youth's Instructor,
7-9-1893).
IMPORTANCIA DE "LAS COSAS PEQUEÑAS".
Nunca desestiméis la importancia de las cosas
pequeñas. Las cosas pequeñas proporcionan la verdadera disciplina de la vida.
Mediante ellas el alma es enseñada para que crezca a la semejanza de Cristo, o
para que lleve la semejanza del maligno.
Dios nos ayude a cultivar hábitos de pensar, hablar, mirar, y actuar que
testificarán delante de todos que hemos estado con Jesús y aprendido de él
(Id., 9-3-1893).
CONVERTID LOS ERRORES EN ESCALONES.
Enséñese al niño y al joven que todo error,
toda falta, toda dificultad vencida, llega a ser un peldaño hacia las cosas
mejores y más elevadas. Por medio de tales vicisitudes han logrado éxito todos
los que han hecho de la vida algo digno de ser vivido
(Consejos para los
Maestros, pág. 49). 121
CAPÍTULO 23. ABNEGACIÓN, GENEROSIDAD Y PREVISIÓN.
LECCIONES NECESARIAS PARA CADA HOGAR.
En todo hogar, deben enseñarse lecciones de
abnegación. Padres y madres, enseñad a vuestros hijos a economizar. Animadles a
ahorrar sus centavos para la obra misionera. Jesús es nuestro ejemplo. Por amor
de nosotros se hizo pobre, para que por su pobreza fuésemos enriquecidos.
Enseñó que todos deben unirse en amor para trabajar como él trabajó, para
sacrificarse como él se sacrificó, para amar como hijos de Dios (Joyas de los
Testimonios, tomo 3, pág. 349).
Aprended la lección de abnegación y enseñadla
a vuestros hijos. Se necesita ahora todo lo que se pueda ahorrar para la obra
que ha de hacerse. Hay que aliviar al que sufre, vestir al desnudo, alimentar
al hambriento; hay que hablar de la verdad para este tiempo a los que no la
conocen (Mensajes para los Jóvenes, pág. 312).
EL HÁBITO DE SACRIFICARSE.
Por precepto y ejemplo enseñad la abnegación,
la economía, la generosidad y la dependencia propia. Todo aquel que posea un carácter firme estará
capacitado para hacer frente a las dificultades y pronto para seguir un
"Así dice Jehová". Los hombres
no están preparados para comprender su obligación para con Dios hasta no haber
aprendido en la escuela de Cristo a llevar su yugo de restricción y
obediencia. El sacrificio es el comienzo
mismo de nuestra obra de hacer progresar la verdad y de establecer
instituciones. Es una parte esencial de
la educación. El sacrificio debe llegar
a ser habitual en toda la formación de nuestro carácter en esta vida si
queremos tener un edificio no hecho con 122 manos, eterno, en los cielos.
(Joyas
de los Testimonios, tomo 2, págs. 472, 473).
LA CAJA DE LA ABNEGACIÓN.
Hay que educar a los niños para que sean
abnegados. Una vez, cuando hablaba en
Nashville, el Señor me iluminó respecto de este asunto. Me impresionó con gran fuerza con la idea de
que en cada hogar debería haber una caja de la abnegación y que habría que
enseñar a los niños a colocar en esa caja sus monedas que de otro modo
gastarían en dulces y en otras cosas innecesarias. . . .
Descubriréis que a medida que los niños
colocan sus monedas en esas cajas, obtendrán una gran bendición. . . . Cada
miembro de la familia, desde el más viejo al más joven, debería practicar la
abnegación (Review and Herald, 22-6-1905).
LOS NIÑOS NO DEBERÍAN SER EL CENTRO DE
ATRACCIÓN.
Los niños de 2 a 4 años no deberían ser
inducidos a creer que deben tener todo lo que pidan. Los padres deberían enseñarles lecciones de
abnegación y nunca tratarlos de modo que piensen que son el centro, y que todas
las cosas giran alrededor de ellos.
Muchos niños han heredado el egoísmo de sus
padres, pero los padres deberían procurar desarraigar de su naturaleza cada
fibra de esta tendencia. Cristo expresó
diversos reproches a los que eran codiciosos y egoístas. Los padres, a la primera manifestación de
egoísmo, sea en su presencia o cuando están con otros niños, deberían procurar
restringir y desarraigar esos rasgos del carácter de sus hijos.
(Signs of the
Times, 13-8-1896).
Algunos padres dedican mucho tiempo y atención
a jugar con sus hijos; pero los niños deben aprender a jugar solos, a ejercitar
su ingenio habilidad. De este modo
sabrán contentarse con placeres sencillos. Debe enseñárseles a soportar valientemente
123 sus pequeños desengaños y pruebas. En vez de hacerles reparar en el menor
dolorcillo, distráigaseles la atención y enséñeseles a pasar por alto leves
contratiempos y penas.
(El Ministerio de Curación pág. 302).
LA GRACIA DEL DESPRENDIMIENTO.
Una de las características que debería ser
fomentada y cultivada en todo niño es el olvido de sí mismo que imparte a la
vida una gracia inconsciente. De todas
las excelencias del carácter, ésta es una de las más hermosas, y para toda obra
verdadera de la vida es uno de los requisitos más esenciales (La Educación,
pág. 232).
Estúdiese para aprender a enseñar a los niños
a ser serviciales. Los jóvenes deben
acostumbrarse desde temprano a la sumisión, a la abnegación y a la
consideración de la felicidad ajena.
Debe enseñárseles a subyugar el temperamento impulsivo, a retener la
palabra apasionada, a manifestar invariablemente bondad, cortesía y dominio
propio (Consejos para los Maestros, pág. 95).
¡Con cuánto cuidado deberían dirigir los
padres a sus hijos a fin de contrarrestar toda inclinación al egoísmo! Continuamente deberían sugerir nuevas maneras
por las cuales sus hijos pueden ser considerados con otros y aprender a hacer
cosas por sus padres y madres, quienes lo hacen todo por ellos.
(Signs of the
Times, 13-8-1896). 124
CAPÍTULO 24. ECONOMÍA Y AHORRO.
ELIMÍNENSE LOS HÁBITOS DE DESPILFARRO.
Enseñad a vuestros hijos que Dios tiene
derecho sobre todo lo que poseen, y que ninguna cosa podría suprimir ese
derecho; todo lo que poseen lo han recibido como un legado, para probarlos si
serán obedientes. El dinero es un bien
necesario; que no se prodigue a quienes no lo necesitan. Hay otros que necesitan vuestros dones
voluntarios. . . . Si tenéis hábitos de despilfarro, suprimidlos de vuestra
vida tan pronto como sea posible. A
menos que hagáis esto, os arruinaréis para la eternidad. Y los hábitos de economía, trabajo, y
sobriedad son, aun en este mundo, una mejor porción para vosotros y vuestros
hijos que una rica dote (Manuscrito 139, 1898).
INSTRUID A VUESTROS HIJOS EN LA ECONOMÍA.
El Señor me ha iluminado con la idea de que
debemos ser cuidadosos en no gastar imprudentemente nuestro precioso tiempo y
dinero. Hay muchas cosas que satisfarán
nuestros caprichos, pero debemos precavernos contra el gasto de dinero en
aquello que no es pan. Necesitaremos
muchas medios para adelantar decididamente la obra en nuestras ciudades. Cada uno tendrá una parte que desempeñar en
la obra del Señor. Los padres deben
instruir a sus hijos en lecciones de economía, a fin de que los jóvenes
miembros de la grey aprendan a compartir la responsabilidad de sostener la
causa de Dios en este tiempo (Carta 4, 1911).
EL AMOR NO SE MANIFIESTA POR EL DESPILFARRO.
Practicad la economía en vuestro hogar. Muchas personas fomentan y adoran los
ídolos. Desechad vuestros ídolos. Abandonad vuestro placer egoísta. Os ruego que no empleéis dinero en embellecer
vuestros hogares, porque es el dinero de Dios, y se os pedirá 125 cuenta de
él. Padres, por amor de Cristo, no
utilicéis el dinero del Señor para agradar los caprichos de vuestros
hijos. No les enseñéis a ir en pos de la
moda y la ostentación a fin de ganar influencia en el mundo. . . .
No eduquéis a vuestros hijos para que piensen
que vuestro amor por ellos debe manifestarse halagando su orgullo, su
despilfarro, su amor a la ostentación.
Ya no hay tiempo de inventar modos de gastar el dinero. Vuestra capacidad inventiva debe ponerse al
trabajo a fin de encontrar la mejor manera de economizar (Manuscrito 139,
1898).
LA LECCIÓN DE ECONOMÍA DE CRISTO.
Hay una lección para nosotros en el acto de
alimentar a los cinco mil, una lección que tiene una aplicación especial para
estos tiempos cuando vivimos en circunstancias difíciles y nos vemos compelidos
a practicar una estricta economía.
Después de hacer el milagro y satisfacer el hambre de la multitud,
Cristo tuvo cuidado de que el alimento que había sobrado no se desperdiciara
(Manuscrito 3, 1912).
Les dijo a sus discípulos: "Recoged los
pedazos que sobraron, para que no se pierda nada". Aunque todos los recursos del cielo estaban a
sus órdenes, él no permitía que ni siquiera un trozo de pan se desperdiciara
(Carta 20 a, 1893).
NO DESCARTÉIS NADA QUE SEA ÚTIL.
Ninguna cosa que pueda utilizarse debería
descartarse. Esto requerirá sabiduría,
planeamiento y cuidado constante. Me ha
sido presentado que la incapacidad para ahorrar en las cosas pequeñas es una de
las razones por las cuales tantas familias padecen necesidades.
(Manuscrito 3,
1912).
NUNCA APRENDIERON A ECONOMIZAR.
Hay mucha obra que realizar para el Maestro, y
hombres que hoy podrían ocupar elevadas posiciones en relación con la obra de
Dios, han fallado porque nunca 126 aprendieron a economizar. No limitaron sus deseos a sus entradas cuando
ingresaron en la obra, y sus hábitos de derroche provocaron la ruina de su
utilidad en la causa.
(Carta 48, 1888).
CÓMO ENSEÑAR EL USO DEBIDO DEL DINERO.
Enséñese a cada joven y a cada niño no
solamente a resolver problemas imaginarios, sino a mantener una cuenta exacta
de sus propias entradas y salidas.
Enséñeseles el uso correcto del dinero dándoles la oportunidad de
utilizarlo. Sea que lo suplan los padres
o que lo adquieran por sus propias ganancias, que los niños y niñas aprendan a
elegir y comprar su propia ropa, sus libros y otros artículos necesarios; y al
llevar una cuenta de sus gastos, aprenderán el valor y el empleo del dinero,
como no podrían aprenderlo en otra forma.
(Counsels on Stewardship, pág. 294).
EL VALOR DE LLEVAR CUENTAS.
Cuando los niños son aún muy tiernos, se les
debe enseñar a leer, a escribir, a comprender los números, y a llevar sus
propias cuentas. Pueden avanzar paso a
paso en este conocimiento.
(Consejos para los Maestros, pág. 129).
Enseñad a los niños a llevar cuentas. Esto los capacitará para ser exactos. El niño gastador será el hombre
gastador. La niña vanidosa, egoísta y
preocupada de sí misma será la misma clase de mujer. Debemos recordar que hay otros jóvenes de
quienes somos responsables. Si enseñamos
a nuestros hijos a corregir sus hábitos, mediante ellos podremos influir en
otros (Carta 11, 1888). 127
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