CAPÍTULO 73. LA RESPONSABILIDAD
POR LOS INTERESES ETERNOS.
NUESTROS DÍAS SON DE ESPECIAL PELIGRO PARA LOS NIÑOS.
Estamos viviendo en una época desdichada para
los niños. Se siente una fuerte
corriente que arrastra hacia abajo, hacia la perdición, y se necesita algo más
que una experiencia y fuerza de niño para remontar esa corriente y no ser
llevado por ella. Los jóvenes en general
parecen cautivos de Satanás y éste y sus ángeles los llevan a una destrucción
segura. Satanás y sus huestes hacen
guerra contra el gobierno de Dios. A
todos los que tienen deseo de entregar su corazón al Señor y de obedecer sus
requerimientos, Satanás tratará de hacerles sufrir perplejidades y de vencerlos
con sus tentaciones, a fin de que se desalienten y renuncien a la lucha
(Joyas
de los Testimonios, tomo 1, pág. 147).
Nunca necesitamos una relación más íntima con
Dios como hoy día. Uno de los mayores
peligros que acosan al pueblo de Dios siempre ha sido el conformarse con las
máximas y las costumbres mundanas. Los
jóvenes especialmente están en constante peligro. Los padres y las madres debieran estar en
guardia contra las artimañas de Satanás.
Mientras él procura efectuar la ruina de sus hijos, no se engañen los
padres a sí mismos pensando que no hay un peligro particular. No den pensamiento y cuidado a las cosas de
este mundo al paso que descuiden los 444 intereses más elevados y eternos de
sus hijos (Review and Herald, 13-6-1882).
LOS PADRES EN GENERAL SON INDIFERENTES.
Es triste cuando los padres se enfrían en su
vida espiritual y debido a su piedad que se desvanece y a su falta de devoción
a Dios, no comprenden la elevada responsabilidad que recae sobre ellos de
preparar paciente y plenamente a sus hijos para que guarden los caminos del
Señor (Signs of the Times, 17-9-1894).
Por regla general, los padres hacen todo lo
que pueden para no capacitar a sus hijos para las serias realidades de la vida,
para las dificultades que los rodearán en lo futuro, cuando se demandará de
ellos que decidan entre lo correcto y lo erróneo y cuando se verán sometidos a
fuertes tentaciones. Entonces ellos
serán hallados débiles cuando debieran ser fuertes. Vacilarán en los principios y el deber, y la
humanidad sufrirá por su debilidad.
(Pacific Health Journal, enero de 1890).
SE DESCUIDA LA OBRA IMPORTANTÍSIMA.
Una razón por la cual hay tanto mal en el
mundo hoy, estriba en que los padres ocupan su mente en otras cosas, con
exclusión de la obra que es de suma importancia: la tarea de enseñar a sus
hijos el camino del Señor con paciencia y bondad (Consejos para los Maestros,
pág. 99).
Las madres pueden haber adquirido el
conocimiento de muchas cosas, pero no han obtenido el conocimiento esencial a
menos que tengan un conocimiento de Cristo como Salvador personal. Si Cristo está en el hogar, si las madres lo
han hecho su Consejero, educarán a sus hijos desde su misma niñez en los
principios de la verdadera religión.
(Sings of the Times, 22-7-1889).
SE ENTREGA EL DOMINIO A SATANÁS.
Debido a que los hombres y mujeres no obedecen
a Dios, sino que eligen sus propios caminos y siguen su propia imaginación 445
pervertida, se permite a Satanás que levante su bandera infernal en sus
familias y haga sentir su poder en las criaturas, los niños y los jóvenes. Su voz y voluntad se expresan en las
voluntades rebeldes y caracteres torcidos de los hijos, y mediante ellos ejerce
un poder dominante y lleva a cabo sus planes.
Dios es deshonrado por la manifestación de caracteres perversos, que no
lo reverencian e inducen a obedecer las sugestiones de Satanás. El pecado cometido por los padres al permitir
a Satanás que domine va más allá de toda comprensión.
(Testimonies, tomo 5, pág.
325).
Muchos padres por su preparación, por su necia
condescendencia e indulgencia de los gustos y apetitos, se hacen responsables
de los torcidos caminos y caracteres de sus hijos. Satanás puede dominar todo el ser por esa
disposición de desobedecer las leyes de Dios.
A diferencia de Abrahán, los padres no guían a su casa en pos de ellos.
¿Y cuál es el resultado? Los niños y
jóvenes están bajo la bandera rebelde.
No se dejan guiar, sino que están determinados a seguir su propia
voluntad. La única esperanza para los
niños es enseñarles el dominio propio y no la condescendencia. (Carta 117,
1898).
UNA SEVERA BATALLA DELANTE DE LOS NIÑOS
INDISCIPLINADOS.
Los niños que son así criados sin disciplina,
tienen que aprenderlo todo cuando profesan seguir a Cristo. Toda su experiencia religiosa queda afectada
por la crianza que han recibido en su niñez.
Muchas veces aparece el mismo carácter voluntarioso, la misma falta de
abnegación, la misma impaciencia bajo los reproches, el mismo amor propio y
mala voluntad para aceptar consejos ajenos, o para recibir la influencia de los
juicios ajenos, la misma indolencia, el mismo espíritu de rehuir las cargas y
de negarse a llevar responsabilidades.
Todo esto se ve en su relación con la iglesia. Para los tales es posible 446 vencer; pero
¡Cuán dura es la lucha que les aguarda y cuán severo el conflicto! ¡Cuán duro
es pasar por el curso de disciplina cabal necesario para alcanzar la elevación
del carácter cristiano! Sin embargo, si
llegan a vencer al fin, les será permitido ver, antes de ser trasladados, cuánto
se acercaron al precipicio de la destrucción eterna, por haberles faltado la
debida preparación en la juventud, por no haber aprendido a someterse en la
niñez.
(Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 79).
FORTALECED CONTRA LAS INFLUENCIAS CORRUPTORAS.
Padres, habéis tomado la responsabilidad de
traer niños al mundo sin su consentimiento, y sois responsables por la vida y
el alma de vuestros niños. Ellos sienten
las atracciones del mundo que los fascinan y subyugan. Podéis educarlos de modo que se fortalezcan
contra sus influencias corruptoras.
Podéis prepararlos para que lleven las responsabilidades de la vida y
comprendan sus obligaciones hacia Dios, la verdad y el deber y las
consecuencias que tendrán sus acciones en su vida futura inmortal (Sings of the
Times, 9-12-1875).
Los jóvenes de nuestros días ignoran las
maquinaciones de Satanás. Por lo tanto,
los padres debieran estar alerta en estos tiempos peligrosos, trabajando con
perseverancia y laboriosidad para protegerlos del primer ataque del enemigo. Debieran instruir a sus hijos cuando están en
el hogar, o cuando van por el camino, al levantarse y al acostarse (Id.,
26-2-1880).
Debe ejercerse eterna vigilancia para que los
hijos sean guiados por sendas de justicia.
Satanás comienza su obra en ellos desde su más tierna infancia y crea
deseos de lo que Dios ha prohibido.
La
seguridad de los niños depende grandemente, de la vigilancia y cuidado de los
padres sobre ellos (Review and Herald, 13-3-1894). 447
Los padres no deben permitir que cosa alguna
les impida dar a sus hijos todo el tiempo necesario para hacerles comprender lo
que significa obedecer al Señor y confiar plenamente en él.
(Consejos para los
Maestros, pág. 99).
PADRES, DESPERTAD DE VUESTRA SOMNOLENCIA
MORTAL.
Debido a la indiferencia de sus padres, muchos
hijos son inducidos a sentir que sus padres no se preocupan por sus almas. Esto no debiera ser así sino que los que
tienen hijos debieran manejar de tal manera sus asuntos domésticos y sus
negocios que nada pueda interferir entre ellos y los hijos para disminuir la
influencia de los padres en llevarlos a Cristo.
Debéis enseñar a vuestros hijos la lección del amor de Jesús, para que
sean puros de corazón, conducta y conversación. . . .
El Señor obraría sobre el corazón de los hijos
si los padres tan sólo cooperaran con los agentes divinos, pero él no tratará
de hacer lo que os ha sido asignado como vuestra parte de la obra. Padres, debéis despertar de vuestra
somnolencia mortal.
(Review and Herald, 25-10-1892).
NUESTRA GRAN ESPERANZA ES LA RELIGIÓN
DEL
HOGAR.
Los padres duermen. Sus hijos van a la destrucción delante de sus
ojos y el Señor quiere que sus mensajeros presenten delante de la gente, por
precepto y ejemplo, la necesidad de la religión del hogar. Instad a vuestras congregaciones en cuanto a
este asunto. Impresionad en la conciencia la convicción de estos solemnes
deberes, por tan largo tiempo descuidados.
Esto quebrantará el espíritu de farisaísmo y resistencia a la verdad más
que ninguna otra cosa. La religión en el
hogar es nuestra gran esperanza e ilumina la perspectiva de la conversión de
toda la familia a la verdad de Dios (Manuscrito 21, 1894).
EL PODER DE SATANÁS PUEDE SER QUEBRANTADO.
Los padres tienen una responsabilidad más
seria de los 448 que se imaginan. Los
hijos tienen una herencia de pecado. El
pecado los ha separado de Dios. Jesús
dio su vida para unir con Dios los eslabones rotos. Debido a su relación con el primer Adán, los
hombres sólo reciben culpabilidad y la sentencia de muerte. Pero Cristo interviene y pasa por el terreno
donde cayó Adán, soportando todas las pruebas en lugar del hombre. . . . El
perfecto ejemplo de Cristo y la gracia de Dios le son dados para capacitarlo,
para preparar a sus hijos e hijas para ser hijos e hijas de Dios. Enseñándoles, línea sobre línea, mandamiento sobre
mandamiento, cómo entregar el corazón y la voluntad a Cristo se quebranta el
poder de Satanás (Carta 68, 1899).
Padres y madres, con plena seguridad de fe
suplicad con vuestros hijos e hijas. No
escuchen ellos una palabra impaciente de vuestros labios. Si es necesario, presentad a vuestros hijos
una confesión sincera por haberles permitido seguir en la senda de la vanidad y
del desagrado del Señor, quien no retuvo a su Hijo de un mundo perdido, para
que todos pudieran recibir perdón del pecado. . . .
Padres y madres, que de diferentes maneras
habéis condescendido con vuestros hijos para su daño, Dios desea que redimáis
el tiempo. Prestad atención mientras se
dice hoy (Carta 66, 1910).
LOS PADRES TIENEN EL MÁS NOBLE CAMPO
MISIONERO.
Haced la obra de vuestra vida en formar los
caracteres de vuestros hijos de acuerdo con el Modelo divino. El que ellos
posean alguna vez el adorno interno, el ornamento de un espíritu humilde y
tranquilo, será porque perseverantemente los habéis preparado para amar las enseñanzas
de la Palabra de Dios y para buscar la aprobación de Jesús por encima de la
aprobación del mundo
(Review and Herald, 9-10-1883). 449
Como obreros para Dios, nuestra obra ha de
comenzar con los que están más cerca.
Debe principiar en nuestro propio hogar.
No hay un campo misionero más importante que éste (Manuscrito 19, 1900).
Necesitamos fervor misionero en nuestros
hogares para que podamos presentar la Palabra de vida delante de los miembros
de nuestra familia e inducirlos a buscar un hogar en el reino de Dios
(Manuscrito 101, 1908).
La dirección e instrucción de los niños es la
obra misionera más noble que cualquier hombre o mujer pueda emprender.
(Joyas de
los Testimonios, tomo 2, pág. 463).
COMO ARTISTAS, LOS PADRES HAN DE MODELAR LA
ARCILLA VIVIENTE.
Cuán ferviente y perseverantemente trabaja el
artista para transferir al lienzo una perfecta semejanza de su modelo; y cuán
diligentemente cincela y esculpe el escultor la piedra para que tome la forma
del modelo que sigue. Así también los
padres debieran trabajar para dar forma, pulir y refinar a sus hijos de acuerdo
con el modelo dado a ellos en Cristo Jesús.
Así como el paciente artista estudia y trabaja, y forma planes para
hacer perfectos los resultados de su obra, así los padres debieran considerar
tiempo bien invertido el que es ocupado en preparar a los hijos para vidas
útiles y en capacitarlos para el reino inmortal. El trabajo del artista es pequeño y sin
importancia comparado con el del padre.
El primero trabaja con material inerte, con el cual produce formas
bellas; pero el segundo trata con un ser humano cuya vida puede ser modelada
para bien o para mal, para bendecir a la humanidad o para maldecirla; para
salir a las tinieblas, o para vivir para siempre en un mundo futuro sin pecado
(Pacific Health Journal, mayo de 1890). 450
TENED COMO BLANCO LA PERFECCIÓN.
Cristo una vez fue niñito. Honrad a los niños
debido a él. Consideradlos como un
depósito sagrado, no para ser mimados y convertidos en ídolos, sino para
enseñarles a vivir vidas puras y nobles.
Son la propiedad de Dios. El los ama y os llama para que cooperéis con
él al enseñarles a formar caracteres perfectos.
El Señor requiere la perfección de su familia redimida.
Espera de nosotros la perfección que Cristo
reveló en su humanidad. Los padres y madres necesitan especialmente comprender
los mejores métodos de preparar a sus hijos para que puedan cooperar con Dios
(Manuscrito 19, 1900).
SE NECESITAN PADRES CONVERTIDOS.
Día y noche me siento abrumada con el
pensamiento de nuestra gran necesidad de padres convertidos. Cuántos hay que necesitan humillar el corazón
delante de Dios y relacionarse correctamente con el cielo si quieren ejercer
influencia salvadora en su familia.
Debieran saber lo que deben hacer para heredar la vida eterna si es que
quieren preparar a sus hijos para la herencia de los redimidos. Cada día debieran recibir la luz del cielo en
su alma, las impresiones del Espíritu Santo en su corazón y mente. Cada día debieran recibir la Palabra de
verdad y debieran permitirle que controlara la vida (Manuscrito 53, 1912).
Grandes responsabilidades descansan sobre los
padres ellos debieran esforzarse
fervientemente para cumplir esta misión asignada por Dios. Cuando vean la
necesidad de doblegar todas las energías del ser para la obra de preparar a sus
hijos para Dios, desaparecerá una gran porción de la frivolidad y fingimiento
innecesarios que ahora se ven.
Considerarán que ningún sacrificio ni ninguna tarea son demasiado grandes
para capacitarlos a prepararse para encontrarse con el Señor con gozo. Esta es 451 una parte preciosísima de su
servicio como seguidores de Dios, y ellos no pueden permitirse descuidarla.
(Manuscrito 27, 1911).
MIRAD CONSTANTEMENTE A JESÚS.
Padres, . . . emplead toda fibra moral y
muscular en el esfuerzo para salvar a vuestra pequeña grey. Las potencias del infierno se unirán para su
destrucción, pero Dios plantará en vuestro favor bandera contra el
enemigo. Orad mucho más de lo que
oráis. Con amor y ternura, enseñad a
vuestros hijos a ir a Dios como a su Padre celestial. Por vuestro ejemplo, enseñadles el dominio
propio, y el ser serviciales. Decidles
que Cristo no vivió para agradarse a sí mismo.
Recoged los rayos de luz divina que brillan
sobre vuestra senda. Andad en la luz
como Cristo está en la luz. Al emprender
la obra de ayudar a vuestros hijos a servir a Dios, vendrán las pruebas más
provocadoras; pero no perdáis vuestra confianza; aferraos a Jesús. Él dice: "Echen mano . . . de mi
fortaleza, y hagan paz conmigo. ¡Sí, que hagan paz conmigo!" (Isa. 27: 5).
Se presentarán dificultades; encontraréis obstáculos; pero mirad constantemente
a Jesús. Cuando se presenta una
emergencia, preguntad: "¿Señor, qué debo hacer ahora?" Si os negáis a
inquietaros o reñir, el Señor os mostrará el camino. Él os enseñará a usar del talento del habla
de una manera tan cristiana que la paz y el amor reinarán en el hogar. Siguiendo una conducta consecuente, podréis
ser evangelistas en el hogar, ministros de la gracia para vuestros hijos
(Consejos para los Maestros, págs. 120, 121).
ESTE TRABAJO RECOMPENSA.
Cuesta algo el llevar a los hijos por los
caminos de Dios. Cuesta las lágrimas de
una madre y las oraciones de un padre.
Requiere incansables esfuerzos de enseñanza paciente, un poco aquí y
otro poco allá. Pero esta obra 452
recompensa. De esta manera los padres
pueden construir un baluarte alrededor de sus hijos con el cual preservarlos
del mal que está anegando nuestro mundo
(Review and Herald, 9-7-1901). 453
CAPÍTULO 74. CADA HOGAR UNA IGLESIA.
LOS PADRES HAN DE SER REPRESENTANTES DE DIOS.
Cada familia debiera ser una iglesia en la
vida familiar, un bello símbolo de la iglesia de Dios en el cielo. Si los padres comprendieran su
responsabilidad hacia sus hijos, en ninguna circunstancia los regañarían ni se
impacientarían. Esta no es la educación
que debiera darse a ningún niño.
Muchísimos hijos han aprendido a ser criticones, regañones, quejosos y
apasionados, porque se les permitió dar curso a sus pasiones en el hogar. Los padres deben considerar que están en el
lugar de Dios para sus hijos, para fomentar cada principio correcto y reprimir
cada pensamiento equivocado (Carta 104, 1897).
Si los padres y maestros descuidan las
cualidades morales de los niños, se pervertirán seguramente. (Review and Herald,
30-3-1897).
LA RELIGIÓN DE LA BIBLIA ES LA ÚNICA
SALVAGUARDIA.
Hablando en términos generales, los jóvenes
sólo tienen poca fuerza moral. Este es
el resultado de haber descuidado la educación en la niñez. Un conocimiento del carácter de Dios y
nuestras obligaciones hacia él no debiera ser considerado como un asunto de
poca importancia. La religión de la
Biblia es la única salvaguardia para la juventud (Testimonies, tomo 5, pág.
24).
Felices son los padres cuya vida constituye un
reflejo tan fiel de lo divino, que las promesas y las órdenes de Dios
despiertan en el niño gratitud y reverencia; los padres cuya ternura, justicia
y longanimidad interpretan para el niño el amor, la justicia y la longanimidad
de Dios; los padres que, al enseñar al niño a amarlos, confiar en ellos y
obedecerles, le enseñan a amar a su Padre celestial, a confiar en él y a
obedecerle. Los padres que imparten 454
al niño un don tal le dotan de un tesoro más precioso que las riquezas de todos
los siglos, un tesoro tan perdurable como la eternidad (Profetas y Reyes, págs.
184, 185).
LA PROFESIÓN NO TIENE VALOR SIN LA RELIGIÓN EN
EL HOGAR.
Los actos diarios de la vida expresan la
medida y el molde de nuestra disposición y carácter. Donde hay una falta de religión de hogar, una
profesión de fe no tiene valor. Por lo
tanto, no salgan palabras despiadadas de los labios de los que componen el
círculo familiar. Sea fragante la
atmósfera con tierna consideración para otros.
Tan sólo entrarán en el cielo los que en el tiempo de prueba han formado
un carácter que respira una influencia celestial. El que sea santo en el cielo, debe ser
primero santo en la tierra.
(Signs of the Times, 14-11-1892).
Lo que hará el carácter amable en el hogar es
lo que lo hará amable en las mansiones celestiales. La medida de vuestro cristianismo es
calibrada por el carácter de vuestra vida familiar. La gracia de Cristo capacita a su poseedor
para hacer del hogar un lugar feliz, lleno de paz y descanso. A menos que tengáis el espíritu de Cristo, no
sois suyos y nunca veréis a los santos redimidos en su reino, que han de ser
uno con Cristo en el cielo bienaventurado.
Dios desea que os consagréis plenamente a él y representéis su carácter
en el círculo familiar (Ibid.).
La obra de santificación comienza en el hogar.
Los que son cristianos en el hogar serán cristianos en la iglesia y en el
mundo. Hay muchos que no crecen en la
gracia porque fallan en el cultivo de la religión del hogar (Id., 17-2-1904).
LOS PADRES COMO EDUCADORES EN LA IGLESIA
DEL
HOGAR.
Hablo a padres y a madres: Podéis ser
educadores en vuestras iglesias del hogar; podéis ser agentes misioneros
espirituales. Sientan los padres y las
madres la necesidad de ser misioneros en el 455 hogar, la necesidad de mantener
la atmósfera del hogar libre de la influencia de palabras despiadadas y
apresuradas, y la escuela del hogar será un lugar donde los ángeles de Dios
podrán entrar para bendecir y dar éxito a los esfuerzos que se hagan
(Manuscrito 33, 1908).
Considerad la institución familiar como una
escuela de preparación, preparatoria para la realización de los deberes
religiosos. Vuestros hijos han de
desempeñar una parte en las actividades de la iglesia, y cada facultad de la
mente, cada capacidad física ha de ser conservada fuerte y activa para el
servicio de Cristo. Ellos han de ser
enseñados en el amor de la verdad porque es verdad; han de ser santificados por
la verdad para que puedan soportar la gran inspección que se realizará antes de
mucho para determinar la idoneidad de cada uno para entrar en la escuela
superior y convertirse en miembro de la familia real, hijo del Rey celestial
(Manuscrito 12, 1898).
DEBEN VIVIR VIDAS CONSECUENTES.
Todo deja su huella en la mente juvenil. El semblante es estudiado, la voz tiene su
influencia y el comportamiento es cuidadosamente imitado por los jóvenes. Los padres y madres regañones y malhumorados
están dando a sus hijos lecciones que ojalá pudieran desaprender. Ellos [los hijos] en algún período de sus
vidas darán [esas mismas lecciones] a todo el mundo. Los hijos deben ver en la vida de sus padres
una estabilidad que esté de acuerdo con su fe.
Viviendo una vida consecuente y ejerciendo dominio propio, los padres
pueden modelar el carácter de sus hijos. (Testimonies, tomo 4, pág. 621).
PREPARAD A LOS HIJOS COMO OBREROS PARA CRISTO.
Los que están unidos por vínculos sanguíneos
se exigen mucho mutuamente. Los miembros
de la familia debieran manifestar bondad y el amor más 456 tierno. Las palabras habladas y los hechos realizados
debieran estar en armonía con los principios cristianos. En esta forma, el hogar puede ser una escuela
donde se preparen obreros para Cristo.
El hogar ha de ser considerado como un lugar
sagrado. . . . Cada día de nuestra vida debiéramos rendirnos a Dios. Así podremos recibir ayuda especial y ganar
victorias diarias. La cruz ha de
llevarse diariamente. Debiera prevenirse
cada palabra, pues somos responsables ante Dios por representar en nuestras
vidas, hasta donde sea posible, el carácter de Cristo (Manuscrito 140, 1897).
UN ERROR FATAL QUE MUCHOS COMETEN.
¿Podemos educar a nuestros hijos para una vida
de convencionalismo respetable, una vida en que profesen ser cristianos, pero
que carezca de abnegación, una vida para la cual el veredicto de Aquel que es
la verdad, sea: "No os conozco"?
Miles lo hacen. Piensan asegurar
a sus hijos los beneficios del Evangelio, mientras niegan su espíritu. Pero esto no es posible. Los que rechazan el privilegio del
compañerismo con Cristo en el servicio, rechazan la única preparación que
imparte idoneidad para participar con él en la gloria. Rechazan la preparación que en esta vida da
fuerza y nobleza de carácter. Más de un
padre y una madre que negaron sus hijos a la cruz de Cristo, se percataron
demasiado tarde de que de ese modo los entregaban al enemigo de Dios y del
hombre. Sellaron su ruina, no sólo para
la vida futura, sino para la presente.
La tentación los venció. Llegaron
a ser una maldición para el mundo, el dolor y la vergüenza de los que les
dieron el ser
(La Educación, pág. 257).
No sabemos en qué ramo de actividad serán
llamados a servir nuestros hijos.
Pasarán tal vez su vida dentro del círculo familiar; se dedicarán quizá
a las vocaciones comunes de la vida, o irán a enseñar 457 el Evangelio en las
tierras paganas. Pero todos por igual
son llamados a ser misioneros para Dios, dispensadores de misericordia para el
mundo. Han de obtener una educación que
les ayudará a mantenerse de parte de Cristo para servirle con abnegación
(Profetas y Reyes, pág. 185).
ENSEÑADLES A DEPENDER DE LA AYUDA DIVINA.
Si queréis que vuestros hijos posean
facultades magnificadas para hacer el bien, enseñadles a aferrarse debidamente
del mundo futuro. Si se los instruye
para que dependan de la ayuda divina en sus dificultades y peligros, no les
faltará poder para frenar la pasión y dominar las tentaciones interiores de
hacer lo malo. La relación con la Fuente
de sabiduría dará luz y la facultad de discernimiento entre lo correcto y lo
erróneo. Los que estén así dotados se
harán fuertes moral e intelectualmente, y tendrán conceptos más claros y mejor
juicio aun en los asuntos temporales (Pacific Health Journal, enero de 1890).
LA SALVACIÓN ASEGURADA MEDIANTE LA FE Y LA
CONFIANZA.
Podemos tener la salvación de Dios en nuestra
familia; pero debemos creer en ella, vivir para ella y tener una continua y
permanente fe y confianza en Dios. . . . La restricción que la Palabra de Dios
nos impone es para nuestro propio interés.
Aumenta la felicidad de nuestra familia y de todo lo que nos rodea. Refina nuestro gusto, santifica nuestro
juicio y proporciona paz a la mente y al fin la vida eterna. . . . Los ángeles
ministradores permanecerán en nuestras moradas y con gozo llevarán al cielo las
nuevas de nuestro progreso en la vida divina y el ángel registrador efectuará
un registro alegre y feliz.
(Signs of the Times, 17-4-1884).
El Espíritu de Cristo será una influencia
permanente en la vida del hogar. Si
hombres y mujeres 458 abren el corazón a la influencia celestial de la verdad y
el amor, estos principios fluirán como manantiales en el desierto, refrigerando
todo y haciendo que la frescura aparezca donde hay ahora esterilidad y escasez
(Manuscrito 142, 1898).
Vuestros hijos llevarán del hogar la preciosa
influencia de la educación hogareña. Por
lo tanto, trabajad en el círculo del hogar, en los primeros años de la vida de
los hijos, y ellos llevarán vuestra influencia al aula; esa influencia será
sentida por muchos otros. Así será
glorificado el Señor (Ibid.). 459
CAPÍTULO 75. LA CONDUCCIÓN DE LOS
NIÑITOS A CRISTO.
¿CUÁN PRECOZMENTE PUEDEN LLEGAR A SER
CRISTIANOS LOS NIÑOS?
En la niñez la mente fácilmente se impresiona
y se modela, y entonces es cuando los muchachos y las niñas debieran ser
enseñados a amar y honrar a Dios (Manuscrito 115, 1903).
Dios quiere que todo niño de tierna edad sea
su hijo, adoptado en su familia. Por muy
jóvenes que sean, pueden ser miembros de la familia de la fe, y tener una
experiencia muy preciosa. Pueden tener
corazones tiernos, y dispuestos a recibir impresiones duraderas. Pueden sentir sus corazones atraídos en
confianza y amor hacia Jesús, y vivir para el Salvador. Cristo hará de ellos pequeños misioneros. Toda la corriente de sus pensamientos puede
cambiarse, de manera que el pecado aparezca, no como cosa que se pueda
disfrutar, sino a la cual hay que rehuir y odiar (Consejos para los Maestros,
pág. 130).
LA EDAD NO TIENE IMPORTANCIA.
Una vez se preguntó a un eminente teólogo qué
edad debería tener un niño antes de que fuera razonable esperar que fuera
cristiano. "La edad no tiene nada
que ver", fue la respuesta.
"El amor a Jesús, la confianza, la calma, la fe, son cualidades que
condicen con la naturaleza del niño. Tan
pronto como un niño puede amar a su madre y confiar en ella, puede amar a Jesús
y confiar en él como en el Amigo de su madre.
Jesús será el Amigo del niño, amado y honrado".
En vista de esta declaración veraz, ¿podrán
ser demasiado cuidadosos los padres en el precepto y el ejemplo que presenten
delante de esos ojitos vigilantes y esos sentidos aguzados? Nuestra religión 460 debiera ser
práctica. Se necesita en nuestros
hogares tanto como en la casa de culto.
No debiera haber nada frío, severo y repulsivo en nuestro
comportamiento, sino que debiéramos mostrar, mediante la bondad y la simpatía,
que poseemos corazones cálidos y amantes.
Jesús debiera ser el Huésped honrado en el círculo familiar. Debiéramos conversar con él, traerle todas
nuestras cargas y conversar de su amor, su gracia y su perfección de carácter.
¡Qué lección podría ser dada diariamente por padres piadosos si llevaran todas
sus dificultades a Jesús, el Portador de las cargas, en vez de regañar y
refunfuñar por los cuidados y perplejidades que no pueden evitar! Puede enseñarse a los pequeños que vuelvan la
mente a Jesús como las flores vuelven sus pétalos que se abren al sol (Good
Health, enero de 1880).
EL AMOR DE DIOS DEBIERA SER ENSEÑADO EN CADA
LECCIÓN.
La primera lección que debe enseñarse a los
niños es que Dios es su Padre. Debiera
dársele esta lección en sus más tiernos años.
Los padres deben comprender que son responsables delante de Dios por
familiarizar a sus hijos con su Padre celestial. . . . En cada lección debe
enseñarse que Dios es amor (Review and Herald, 6-6-1899).
Los padres y madres debieran enseñar del amor
de Jesús a las criaturas, los niños y los jóvenes. Sean de Cristo los primeros
balbuceos del nene (Id., 9-10-1900).
Cristo debiera estar relacionado con todas las
lecciones dadas a los niños. (Signs of the Times 9-2-1882).
El niño debiera estar relacionado con las
cosas de Dios desde sus más tiernos años.
Con palabras sencillas, cuéntele la madre acerca de la vida de Cristo en
la tierra. Y más que esto, viva ella en
su vida diaria, la enseñanzas del Salvador.
Muestre 461 a su hijo, por su propio ejemplo, que esta vida es una
preparación para la vida venidera, un período concedido a los seres humanos en
el cual pueden formar caracteres que les ganarán entrada en la ciudad de Dios. (Manuscrito 2, 1903).
NECESITAN MÁS QUE UN CUIDADO ACCIDENTAL.
Ha habido muy poca atención hacia los niños y
jóvenes, y ellos no se han desarrollado como debieran en la vida cristiana
porque los miembros de iglesia no los han considerado con ternura y simpatía
deseando que pudieran avanzar en la vida divina. (Review and Herald, 13-2-1913).
No se glorifica al Señor cuando se descuida o
pasa por alto a los niños. . . . Necesitan más que una atención casual, más que
una palabra de estímulo. Es necesario
trabajar por ellos esforzada y cuidadosamente, y con oración. El corazón que está lleno de amor y simpatía
alcanzará el corazón de los oyentes aparentemente negligentes y sin esperanza
(Consejos sobre la Obra de la Escuela Sabática, pág. 85).
JESÚS DICE: "PREPARAD A ESTOS NIÑOS PARA
MÍ".
Los padres debieran procurar comprender el
hecho de que han de preparar a sus hijos para la corte de Dios. Cuando les confían los hijos, es lo mismo
como si Cristo los colocara en sus brazos y dijera: "Preparad a estos
niños para mí, para que puedan brillar en las cortes de Dios". Uno de los primeros sonidos que debiera
llamar la atención es el nombre de Jesús y en sus más tiernos años debieran ser
conducidos al escabel de la oración. Su
mente debiera ser llenado con los relatos de la vida del Señor, y su
imaginación, despertado con la descripción de las glorias del mundo venidero.
(Review and Herald, 18-2-1895).
PUEDEN TENER UNA EXPERIENCIA CRISTIANA EN LA
NIÑEZ.
Ayudad a vuestros hijos a prepararse para 462
las mansiones que Cristo ha ido a preparar para aquellos que le aman. Ayudadlos a cumplir el propósito de Dios para
ellos. Vuestra instrucción sea tal que
los ayude a ser un honor para Aquel que murió para asegurarles la vida eterna
en el reino de Dios. Enseñadles a
responder a la invitación: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de
mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras
almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Manuscrito 138, 1903).
Mi hermano y hermana, tenéis una obra sagrada
que hacer en la preparación de vuestros hijos.
Mientras son jóvenes, su corazón y mente son más receptivos a las
impresiones correctas. . . . Enseñadles que tienen una parte individual que
realizar y una experiencia cristiana que ganar aun en su niñez (Carta 10,
1912).
A menos que los padres hagan de la dirección
de sus hijos la primera ocupación de la vida, para conducirlos por sendas de
justicia desde sus más tiernos años, la senda errónea será elegida antes que la
correcta (Review and Herald, 14-4-1885).
LA OBEDIENCIA VOLUNTARIA ES LA PRUEBA DE LA CONVERSIÓN.
¿No habremos de enseñar a nuestros hijos que
la obediencia voluntaria a la voluntad de Dios demuestra que los que pretenden
ser cristianos lo son de verdad? El
Señor afirma en verdad cada palabra que dice (Manuscrito 65, 1899).
LA LEY DE DIOS, EL FUNDAMENTO DE LA REFORMA.
La ley de Dios ha de ser el instrumento de
educación en la familia. Los padres
están bajo una solemnísima obligación de caminar en todos los mandamientos de
Dios, dando a sus hijos un ejemplo de la más estricta integridad. . .
La ley de Dios es el fundamento de toda
reforma duradera. Hemos de presentar al
mundo, en forma 463 clara y distinta, la necesidad de obedecer la ley de
Dios. El gran movimiento de reforma debe
comenzar en el hogar. La obediencia a la
ley de Dios es el gran incentivo para la laboriosidad, la economía, la
veracidad y el trato justo entre los hombres (Carta 74, 1900).
ENSEÑADLO A LOS NIÑOS.
¿Habéis enseñado a vuestros hijos, desde su
niñez, que guarden los mandamientos de Dios?... Habéis de enseñarles a formar
caracteres a semejanza del modelo divino para que Cristo se les revele. Está dispuesto a revelarse a los niños. Sabemos esto por la historia de José, de
Samuel, de Daniel y sus compañeros. ¿No podemos ver por el relato de sus vidas
lo que Dios espera de los niños y de los jóvenes? (Manuscrito 62, 1901).
Los padres . . . están bajo la obligación ante
Dios de presentar a sus hijos ante él capacitados desde un período muy tierno
para recibir un conocimiento inteligente de lo que significa ser seguidor de
Jesucristo. (Manuscrito 59, 1900).
EL TESTIMONIO DE UNA NIÑA CONVERTIDA.
La religión les ayuda a los niños a estudiar
mejor y a hacer más fielmente su trabajo. Una niñita de doce años estaba relatando de una manera sencilla la
evidencia de que era cristiana. Dijo:
"No me gustaba estudiar, sino jugar.
Era perezosa en la escuela y, muchas veces, no sabía mis lecciones. Pero ahora aprendo bien cada lección, para
agradar a Dios. Antes era desaplicada en
la escuela y, cuando no me miraban las maestras, hacía travesuras para que las
vieran los otros niños. Ahora procuro
agradar a Dios, portándome bien y observando las reglas de la escuela. Era egoísta en casa; no me gustaba hacer
mandados, y me enojaba cuando mamá me llamaba del juego para ayudarla en el
trabajo. Ahora me es un verdadero 464
placer ayudar a mi madre de cualquier manera que sea, y mostrarle que la
amo"
(Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabática, págs. 87, 88).
CUIDADO CON LA DILACIÓN.
Padres, debéis comenzar a disciplinar las
mentes de vuestros hijos en la más tierna edad, a fin de que sean cristianos. .
. Cuidad de no estar arrullándolos sobre el abismo de la destrucción, con la
errónea idea de que no tienen bastante edad para ser responsables, ni para
arrepentirse de sus pecados y profesar a Cristo.
(Joyas de los Testimonios, tomo
1, pág. 146).
Los niños de ocho, diez y doce años tienen ya
bastante edad para que se les hable de la religión personal. No mencionéis a vuestros hijos algún período
futuro en el que tendrán bastante edad para arrepentirse y creer en la
verdad. Si son debidamente instruidos,
los niños, aun los de poca edad, pueden tener opiniones correctas acerca de su
estado de pecado y el camino de salvación por Cristo
(Id.. pág. 150).
Se me refirió a las muchas promesas preciosas
registradas para aquellos que buscan temprano a su Salvador. "Acuérdate de tu Creador en los días de
tu juventud, antes que vengan los malos días, y lleguen los años, de los cuales
digas, no tengo en ellos contentamiento" (Ecl. 12: 1). "Yo amo a los que me aman; y me hallan los que
madrugando me buscan" (Prov. 8: 17).
El gran Pastor de Israel dice todavía: "Dejad a los niños, y no les
impidáis de venir a mí; porque de los tales es el reino de los cielos"
(Mat. 19: 14). Enseñad a vuestros hijos
que la juventud es el mejor tiempo para buscar al Señor. (Id., págs. 146, 147).
SEAN DIRIGIDOS DESDE LA INFANCIA Y A TRAVÉS DE
LA JUVENTUD.
Permitir que un niño siga sus impulsos
naturales, es permitirle que se deteriore y se haga experto en el mal. Los resultados de la educación 465 errónea se
comienzan a revelar en la niñez. Un
temperamento egoísta se forja en la temprana juventud, y a medida que crece el
joven y pasa a la madurez, crece en el pecado.
Los hijos a quienes se ha permitido seguir la senda de su propia
elección dan un continuo testimonio contra el descuido paternal. Tal sendero de degradación se puede evitar
rodeándolos de influencias que contrarrestarán el mal. Desde la infancia a la juventud, y de la
juventud a la edad madura, un hijo debiera estar bajo la influencia del bien.
(Review and Herald, 15-9-1904).
FORTALÉZCASE A LOS HIJOS PARA LAS PRUEBAS
FUTURAS.
Padres, formulaos la solemne pregunta:
"¿Hemos educado a nuestros hijos para que se sometan a la autoridad
paterna y así se preparen para obedecer a Dios, para amarlo, para mantener su
ley como la norma suprema de conducta y de vida? ¿Los hemos educado para que
sean misioneros para Cristo? ¿Para qué se conduzcan haciendo el bien?"
Padres creyentes, vuestros hijos tendrán que luchar batallas decisivas para el
Señor en el día del conflicto, y al paso que ganen victorias para el Príncipe
de paz, pueden ganar triunfos para sí mismos.
Pero si no han sido criados en el temor del Señor, si no tienen un
conocimiento de Cristo, ni una relación con el cielo, no tendrán poder moral y
se rendirán ante las potencias terrenales que han pretendido exaltarse por
encima del Dios del cielo al establecer un espurio día de reposo para ocupar el
lugar del sábado de Jehová (Id., 23-4-1889). 466
CAPÍTULO 76. LA PREPARACIÓN PARA
SER MIEMBRO DE IGLESIA.
UNA PREPARACIÓN BIEN EQUILIBRADA.
La instrucción debiera darse como Dios la ha
dirigido. Los niños debieran ser
preparados paciente, cuidadosa, diligente y misericordiosamente. Sobre todos los padres descansa la obligación
de dar a sus hijos una instrucción física, mental y espiritual. Es esencial mantener siempre delante de los
hijos las demandas de Dios.
La preparación física, el desarrollo del
cuerpo, se da con mucho mayor facilidad que la preparación espiritual. . . .
La cultura del alma, que da pureza y elevación
a los pensamientos y fragancia a las palabras y a los actos, requiere esfuerzos
más penosos. Se necesita paciencia para
mantener desarraigado todo mal del jardín del corazón.
En ningún caso debiera descuidarse la
preparación espiritual. Enseñemos a
nuestros hijos las bellas lecciones de la Palabra de Dios, para que mediante
ellas puedan ganar un conocimiento de Dios.
Comprendan que no deben hacer nada que no sea correcto. Enseñadles a hacer justicia y juicio.
Decidles que no podéis permitirles que sigan un sendero equivocado. En el nombre del Señor Jesucristo,
presentadlos a Dios ante el trono de la gracia.
Hacedles conocer que Jesús vive para interceder por ellos. Animadlos a formar caracteres modelados de
acuerdo con el dechado divino.
(Review and Herald, 15-9-1904),
ES FUNDAMENTAL EL CONOCIMIENTO DE DIOS
Y DE
CRISTO.
En ningún caso debe descuidarse la preparación
espiritual; porque "el principio de la sabiduría es el temor de
Jehová" (Sal. 111:10). 467
Algunos colocan la educación después de la
religión, pero la verdadera educación es religión. (Consejos para los Maestros,
pág. 84).
DEFINID LA EXPERIENCIA RELIGIOSA PRÁCTICA.
Los padres cristianos debieran estar
preparados para dar a sus hijos instrucción práctica en la experiencia
religiosa. Dios requiere esto de
vosotros y descuidáis vuestro deber si dejáis de realizar esta obra. Instruid a vuestros hijos en cuanto a los
métodos elegidos por Dios para la disciplina y las condiciones de éxito en la
vida cristiana. Enseñadles que no pueden
servir a Dios mientras sus mentes estén absorbidas demasiado por los cuidados
de esta vida; pero no permitáis que acaricien el pensamiento de que no
necesitan esforzarse y pueden pasar sus momentos libres en la pereza
(Testimonies, tomo 5, pág. 42).
ENSEÑAD EL CONOCIMIENTO DE DIOS.
Conocer a Dios es vida eterna. ¿Estáis
enseñando esto a vuestros hijos, o les estáis enseñando a conformarse con las
normas del mundo? ¿Os estáis preparando para el hogar que Dios prepara para
vosotros? . . . Enseñad a vuestros hijos acerca de la vida, muerte y
resurrección del Salvador. Enseñadles a
estudiar la Biblia. . . . Enseñadles a formar caracteres que vivirán por los
siglos eternos. Debemos orar como nunca
lo hemos hecho antes para que Dios preserve y bendiga a nuestros hijos. (Manuscrito 16, 1895).
ENSEÑAD EL ARREPENTIMIENTO DIARIO Y EL PERDÓN.
No es esencial que todos puedan especificar
con certeza cuándo fueron perdonados sus pecados. La lección que se debe enseñar a los niños es
que sus errores y faltas han de ser presentados a Jesús en la misma niñez de su
vida. Enseñadles a pedir perdón
diariamente por cualquier error que hayan cometido y que Jesús oye la oración
sencilla del 468 corazón arrepentido, y los perdonará y recibirá así como
recibió a los niños que le eran llevados cuando estuvo en la tierra.
(Manuscrito
5, 1896).
ENSEÑAD SANA DOCTRINA.
Los que han visto la verdad y han sentido su
importancia, y han experimentado las cosas de Dios, han de enseñar sana
doctrina a sus hijos. Deben
familiarizarlos con las grandes columnas de nuestra fe, las razones por las
cuales somos adventistas del séptimo día.
Por qué somos llamados, como lo fueron los hijos de Israel, a ser pueblo
peculiar, una nación santa, separada y distinta de todos los otros pueblos de
la faz de la tierra. Estas cosas
debieran ser explicadas a los niños en lenguaje sencillo, fácil de entender, Y
a medida que crezcan en años, las lecciones impartidas debieran ser adecuadas a
su capacidad creciente, hasta que los fundamentos de la verdad hayan sido
establecidos amplia y profundamente (Testimonies, tomo 5, pág. 330).
INSTRUID BREVE Y FRECUENTEMENTE.
Los que instruyen a los niños y jóvenes deben
evitar las observaciones tediosas. Las
alocuciones cortas y directas tendrán una influencia feliz. Si hay mucho que decir, súplase la brevedad
con la frecuencia. Unas pocas
observaciones interesantes, hechas a menudo, serán más provechosas que el dar
toda la instrucción a la vez. Los
discursos largos cansan la mente de los jóvenes. El hablar demasiado los induce hasta a sentir
repugnancia por la instrucción espiritual, así como el comer demasiado recarga
el estómago, reduce el apetito y crea repugnancia por la comida (Obreros
Evangélicos, pág. 221).
LAS NOCHES SON UNA OCASIÓN PRECIOSA.
El hogar debe convertirse en una escuela de
instrucción, más bien que en un lugar de monótona e ingrata faena, Las primeras
horas de la noche deberían 469 ser consideradas como momentos preciosos para
ser dedicados a la instrucción de los niños en el camino de la rectitud
(Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabática, pág. 52).
REPASAD LAS PROMESAS DE DIOS.
Necesitarnos reconocer al Espíritu Santo como
nuestro iluminador. Este Espíritu se
deleita en dirigirse a los niños, y en descubrirles los tesoros y las bellezas
de la Palabra. Las promesas hechas por
el gran Maestro cautivarán los sentidos y animarán el alma del niño con un
poder espiritual divino. Crecerá en la
mente receptiva una familiaridad con las cosas divinas, que será una barricada
contra las tentaciones del enemigo (Consejos para los Maestros. págs. 131,
132).
HACED AGRADABLE LA INSTRUCCIÓN RELIGIOSA.
Debe darse instrucción religiosa a los niños
desde sus más tiernos años. Debe serles
dada no con espíritu de condenación, sino con un espíritu alegre y feliz. Las madres necesitan estar en guardia
constantemente, no sea que la tentación llegue a los niños en forma que no la
reconozcan. Los padres han de proteger a
sus hijos con instrucciones sabias y placenteras. Como los mejores amigos de estos seres
inexpertos, deben ayudarles en la obra de vencer, porque para ellos el ser
victoriosos significa todo. Deben
considerar que sus amados hijos que están tratando de hacer lo recto son
miembros más jóvenes de la familia del Señor, y deben sentir intenso interés
por ayudarles a andar rectamente en el camino real de la obediencia. Con amante interés, deben enseñarles día tras
día lo que significa ser hijos de Dios y entregar la voluntad en obediencia a
él. Enseñadles que la obediencia a Dios
entraña obediencia a los padres. Esta
debe ser una obra de cada día y hora.
Padres, velad, velad, y orad, y haced de vuestros hijos 470 vuestros compañeros.
(Joyas de los Testimonios, tomo 2, págs. 391, 392).
ENSEÑAD LECCIONES ESPIRITUALES
DE LAS TAREAS
HOGAREÑAS.
Dios confió a los padres y maestros la tarea
de educar a los niños y jóvenes en estas direcciones, y de cada acto de la vida
se les puede enseñar lecciones espirituales.
Al inculcarles hábitos de limpieza física, debemos enseñarles que Dios
quiere que sean limpios tanto en su corazón como en su cuerpo. Al barrer una habitación pueden aprender cómo
el Señor purifica el corazón. No les bastaría
cerrar puertas y ventanas después de poner en la pieza alguna sustancia
purificadora, sino que abrirían las puertas y las ventanas de par en par y con
esfuerzo diligente eliminarían todo el polvo.
Del mismo modo las ventanas de los impulsos y sentimientos han de
abrirse hacia el cielo y se debe expulsar el polvo del egoísmo y de la vanidad
mundana. La gracia de Dios ha de barrer
las cámaras de la mente y todo elemento de la naturaleza ha de ser purificado y
vitalizado por el Espíritu de Dios. El desorden
y el desaliño en los deberes diarios llevarán al olvido de Dios y a observar
una forma de piedad en la profesión de la fe, pero sin la realidad de
ella. Tenemos que velar y orar; de otra
suerte estaremos asiéndonos de la sombra y perderemos la sustancia.
Como hebras de oro, una fe viva debe
entretejerse con la experiencia cotidiana en el cumplimiento de las pequeñas
obligaciones.
(Id., págs. 436, 437).
LA EDUCACIÓN DEL CORAZÓN EN CONTRASTE CON EL
CONOCIMIENTO LIBRESCO.
Es correcto que los jóvenes sientan que deben
alcanzar el más elevado desarrollo de sus facultades mentales. No restringiríamos la educación para la cual
el Señor no ha fijado límites. Pero lo que alcancemos no tendrá valor si no lo
usamos para la honra de Dios y el bien de la humanidad. A menos que nuestro conocimiento sea un 471
peldaño para alcanzar los más elevados propósitos, no tiene valor. . . .
La educación del corazón es de mayor
importancia que la que se obtiene de los libros. Es bueno, aun esencial, obtener un
conocimiento del mundo en que vivimos.
Pero si no tomamos en cuenta la eternidad, sufriremos un fracaso del que
no podremos recuperarnos.
(Testimonies, tomo 8, pág. 311).
BENEFICIOS MUTUOS.
Nuestros hijos son propiedad del Señor; han
sido comprados por precio. Este
pensamiento debiera ser el manantial principal de nuestras labores para ellos. Los métodos más eficaces para asegurar su
salvación y para preservarlos de la tentación consisten en instruirlos
constantemente con la Palabra de Dios. Y
si los padres se convierten en estudiantes junto con sus hijos, hallarán que su
propio crecimiento en el conocimiento de la verdad es más rápido. Desaparecerá la incredulidad; aumentarán la
fe y la actividad; la seguridad y la confianza se profundizarán al proseguir
ellos en el conocimiento del Señor (Review and Herald, 6-5-1909).
LA FORMA EN QUE LOS PADRES PUEDEN SER PIEDRAS
DE TROPIEZO.
¿Qué ejemplo dais a vuestros hijos? ¿Qué orden
tenéis en casa? Debéis enseñar a
vuestros hijos a ser bondadosos, serviciales, accesibles a las súplicas y,
sobre todo lo demás, respetuosos de las rosas religiosas, y deben sentir la
importancia de los requerimientos de Dios (Joyas de los Testimonios, tomo 2,
págs. 133, 134).
Los muchachos y las niñas pueden revelar
precozmente una profunda y simétrica piedad, si se sigue en el temor y el amor
de Dios el medio que él ha ordenado para la conducción de cada familia. Ellos demostrarán el valor de la preparación
y disciplina correctas. Pero la
impresión hecha en la mente de los niños por las palabras del maestro de la
verdad es contrarrestada con frecuencia por las 472 palabras y acciones de los
padres. El sensible corazón de los hijos
también está propenso a descarriarse y con frecuencia es impresionado por la
verdad, pero a menudo las tentaciones llegan a él a través del padre o la
madre, y caen como una presa en las maquinaciones de Satanás. Es casi imposible colocar los pies de los
niños en sendas seguras cuando los padres no cooperan. Los malos sentimientos, emanados de los
labios de padres poco juiciosos, son el principal estorbo para la conversión
genuina de sus hijos (Manuscrito 49, 1901).
VIVID EN ARMONÍA CON VUESTRAS ORACIONES.
"Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho". Presentad esta promesa cuando oráis. Tenemos el privilegio de ir ante Dios con
santa osadía. Si le pedimos con
sinceridad que haga brillar su luz sobre nosotros, nos oirá y contestará. Pero debemos vivir en armonía con nuestras
oraciones. No tienen valor si caminamos
en dirección opuesta a ellas. He visto a
un padre que, después de leer un pasaje de las Escrituras y orar, con
frecuencia, casi tan pronto como se levantaba de sus rodillas, comenzaba a
regañar a sus hijos. ¿Cómo podía contestar Dios la oración que se había
ofrecido? Y si después de haber increpado a sus hijos, un padre ora, ¿beneficia
esa oración a los hijos? No, a menos que
sea una oración de confesión a Dios (Manuscrito 114, 1903).
CUÁNDO ESTÁN LISTOS LOS NIÑOS PARA EL
BAUTISMO.
No permitáis nunca que vuestros hijos supongan
que no son hijos de Dios hasta que tengan suficiente edad para ser
bautizados. El bautismo no transforma en
cristianos a los niños, ni los convierte.
Es tan sólo un signo externo que muestra que comprenden que debieran ser
hijos de Dios reconociendo que 473 creen en Jesucristo como su Salvador y que
por lo tanto vivirán para Cristo (Manuscrito 5, 1896).
Los padres cuyos hijos deben ser bautizados
tienen una obra que hacer, tanto en lo que se refiere a examinarse a sí mismos
como en cuanto a dar instrucciones fieles a sus hijos. El bautismo es un rito muy sagrado e
importante, y su significado debe comprenderse cabalmente. Significa arrepentirse del pecado e iniciar
una nueva vida en Cristo Jesús. No debe
haber indebido apresuramiento para recibir este rito. Calculen el costo tanto los padres como los
hijos. Al consentir en que sus hijos
sean bautizados, los padres se comprometen solemnemente a ser fieles mayordomos
para con estos hijos, a guiarlos en la edificación de su carácter. Se comprometen a cuidar con interés especial
estos corderos del rebaño, a fin de que no deshonren la fe que profesan. . . .
Cuando llega el período más feliz de su vida,
y en su corazón aman a Jesús y desean ser bautizados, obrad fielmente con
ellos. Antes que reciban el rito,
preguntadles si es su primer propósito en la vida trabajar para Dios. Entonces explicadles cómo principiar. Las primeras lecciones significan mucho. Con sencillez, enseñadles a prestar su primer
servicio a Dios. Presentadles esta obra
de la manera que haga más fácil su comprensión.
Explicadles lo que significa darse al Señor, haced exactamente lo que su
Palabra indica, bajo el consejo de padres cristianos (Joyas de los Testimonios,
tomo 2, págs. 391, 392).
EL DEBER DE LOS PADRES DESPUÉS DEL
BAUTISMO.
Después de trabajar fielmente, si estáis
convencidos de que vuestros hijos comprenden el significado de la conversión y
el bautismo, y de que son verdaderamente convertidos, sean bautizados. Pero, repito, ante todo preparaos a vosotros
mismos a fin de actuar como fieles pastores para guiar sus pies inexpertos 474
por la senda estrecha de la obediencia.
Dios debe obrar en los padres para que ellos puedan dar a sus hijos un
buen ejemplo de amor, cortesía y humildad cristiana, y así de una entrega completa
del yo a Cristo. Si consentís en el
bautismo de vuestros hijos y luego los dejáis hacer como quieren, no sintiendo
el deber especial de mantener sus pies en la senda recta, vosotros mismos sois
responsables si pierden la fe, el valor y el interés en la verdad.
(Id., pág.
392).
Dios os insta a enseñarles para que se
preparen y sean miembros de la familia real, hijos del Rey celestial. Cooperad con Dios trabajando diligentemente
para su salvación. Si yerran, no los
regañéis. Nunca los vilipendiéis
haciéndoles notar que son bautizados y sin embargo cometen errores. Recordad que tienen mucho que aprender acerca
de los deberes de un hijo de Dios (Manuscrito 80, 1901).
PREPARACIÓN PARA CONVOCACIONES ESPECIALES.
Esta es una obra en que deben ocuparse las
familias antes de presentarse en nuestras santas convocaciones. Considérese como un asunto secundario la
preparación de la comida y el vestido, pero comience en el hogar un profundo
escudriñamiento del corazón. Orad tres
veces al día y sed importunos como Jacob.
El hogar es el lugar donde encontrar a Jesús, luego llevadlo con
vosotros a la reunión, y cuán preciosas serán las horas que allí se pasen.
¿Pero cómo esperáis sentir la presencia del Señor y ver la demostración de su
poder, cuando se ha descuidado la obra individual de preparación para esa
oportunidad?
Por el bien de vuestra alma, por Cristo y por
el bien de otros, obrad en casa. Orad
como no estáis acostumbrados a orar.
Quebrántese el corazón delante de Dios.
Poned en orden vuestra casa.
Preparad a vuestros hijos para la ocasión. Enseñadles que no es de tanta importancia que
se presenten con vestidos finos como que aparezcan delante de Dios 475 con
manos limpias y corazones puros. Quitad
cada obstáculo que pueda haber en su camino: todas las diferencias que puedan
haber existido entre ellos mismos o entre vosotros y ellos. Al hacer esto, invitaréis la presencia del
Señor en vuestro hogar y santos ángeles os ayudarán cuando vayáis a la reunión,
y su luz y su presencia rechazarán las tinieblas de los malos ángeles.
(Testimonies, tomo 5, págs. 164, 165).
SEMBRAD LAS SEMILLAS DE VERDAD EN LA FE.
La obra del sembrador es una obra de fe. No puede comprender el misterio de la
germinación y del crecimiento de la semilla, pero tiene confianza en los
agentes por los cuales Dios hace producir la vegetación. Echa la semilla, con la esperanza de
recogerla multiplicada en una cosecha abundante. Del mismo modo deben trabajar los padres y
maestros, con la esperanza de recoger una cosecha de la semilla que siembran
(La Edificación, pág. 101).
Debiéramos pedir la bendición de Dios sobre la
semilla sembrada, y la convicción del Espíritu Santo se posesionará aun de los
pequeños. Si ejercemos fe en Dios,
seremos capacitados para guiarlos hasta el Cordero de Dios que quita los
pecados del mundo. Esta es una obra de
la máxima consecuencia para los miembros más jóvenes de la familia del Señor
(Testimonies, tomo 6, pág. 105). 477
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