CAPÍTULO 65. LAS BENDICIONES DE LA VESTIMENTA CORRECTA.
APROPIADO Y QUE SIENTE BIEN.
En el vestido, lo mismo que en todas las demás
costas, tenemos el privilegio de honrar a nuestro Creador. El no sólo desea que nuestro vestido sea
limpio y saludable, sino apropiado y sentador
(La Educación, pág. 342).
Debemos tratar de sacar el mejor partido de
nuestra apariencia. En el servicio del
tabernáculo, Dios explicó todo detalle concerniente a las vestiduras de los que
ministraban delante de él. Esto nos
enseña que él tiene una preferencia con respecto a la indumentaria de los que
le sirven. Fueron muy específicas las
instrucciones dadas acerca de las vestiduras de Aarón, porque eran simbólicas.
Así la indumentaria los que siguen a
Cristo, debe ser simbólica. En todas las
cosas, hemos de ser representantes de él. Nuestra apariencia en todo respecto
debe caracterizarse por el aseo, la modestia y la pureza.
(Joyas de los
Testimonios, tomo 2, págs. 393, 394).
LAS COSAS DE LA NATURALEZA SON ILUSTRACIONES.
Por medio de las cosas de la naturaleza,
Cristo nos enseña cuál es la belleza que el cielo aprecia, la gracia modesta,
la sencillez, la pureza, la corrección que harán nuestro atavío agradable a
Dios.
(El Ministerio de Curación, pág. 221).
EL CARÁCTER SE PUEDE JUZGAR POR EL ESTILO DEL
VESTIDO.
El vestido y su arreglo en la persona son
generalmente un índice de lo que es el hombre o la mujer (Review and Herald,
30-1-1900). 388
Juzgamos el carácter de una persona por del
estilo el vestido que lleva. Una mujer
modesta y piadosa se vestirá con modestia.
El gusto refinado, la mente cultivada, se revelarán en la elección de un
atavío sencillo y apropiado. . . . La que es sencilla y modesta en su vestido y
en sus maneras, muestra que comprende que una verdadera mujer se caracteriza
por el valor moral. Cuán encantadora,
cuán interesante es la sencillez en el vestido, que en su gracia puede
compararse con las flores del campo (Id., 17-11-1904).
SE ENUNCIAN PRINCIPIOS GUIADORES.
Ruego a nuestros hermanos que se conduzcan
cuidadosa y circunspectamente delante de Dios.
Sigan las costumbres en el vestido mientras estén de acuerdo con los
principios de salud. Vístanse nuestras
hermanas sencillamente, como muchas lo hacen, que el vestido sea de material
bueno y durable, apropiado para esta edad y que la cuestión del vestido no
llene la mente. Nuestras hermanas
debieran vestirse con sencillez.
Debieran vestirse con una ropa modesta, con pudor y sobriedad. Dad al mundo una ilustración viviente del
adorno interno de la gracia de Dios (Manuscrito 167, 1897).
SÍGANSE LAS COSTUMBRES PREVALECIENTES SI SON
MODESTAS, SALUDABLES Y CONVENIENTES.
Los cristianos no debieran empeñarse en
convertirse en un hazmerreír vistiéndose en forma diferente del mundo. Pero si
al poner en práctica sus convicciones de lo que corresponde respecto a vestir
modesta y saludablemente se encuentra fuera de moda, no debiera cambiar su
vestido a fin de asemejarse al mundo.
Debieran manifestar una noble independencia y valor moral de hacer lo correcto
aunque todo el mundo difiera de ellos.
Si el mundo introduce una moda recatada, conveniente y
saludable, que este de acuerdo con la 389 Biblia, no cambiará nuestra relación
con Dios o con el mundo el adoptar tal estilo de vestido.
Los cristianos debieran seguir a Cristo y hacer sus vestidos conforme a la Palabra de
Dios. Debieran evitar los extremos. Humildemente debieran seguir un sendero
recto, sin tomar en cuenta el aplauso o la censura Y debieran aferrarse a lo
correcto por ser correcto.
(Testimonies, tomo 1, págs. 458, 459).
EVITAD LOS EXTREMOS.
No ocupéis vuestro tiempo esforzándoos por
seguir todas las necias modas del vestido.
Vestíos pulcra y atractivamente, pero no os convirtáis en el objeto de
observaciones ya sea por estar demasiado ataviados o por vestiros de una forma
descuidada y desaseada. Proceded como si
supierais que el ojo del cielo está sobre vosotros y que vivís bajo la
aprobación o desaprobación de Dios (Manuscrito 53, 1912).
El cuidado en el vestido no se debe confundir
con el orgullo. Hay quienes continuamente insisten en el orgullo y el vestido,
que descuidan sus propios atavíos, que piensan que la suciedad es una virtud y
se visten sin prolijidad y sin gusto, y su vestimenta con frecuencia tiene la
apariencia de una bolsa [saco] que los recubre.
Sus atavíos son sucios, y sin embargo los tales siempre hablan contra el
orgullo. Clasifican a la decencia y a la
limpieza con el orgullo (Review and Herald, 23-1-1900).
Los que son desprolijos y desaseados en el
vestido rara vez se distinguen por su conversación elevada y poseen
sentimientos poco refinados. A veces consideran que la extravagancia y la
tosquedad son humildad (Id., 30-1-1900).
CRISTO NOS ADVIRTIÓ.
Cristo hizo resaltar la devoción al vestido y
previno, sí, ordenó a sus seguidores que no se preocuparan demasiado por
él. "Y por el vestido, ¿por qué os
afanáis? Considerad los lirios del
campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan 390 pero os digo, que ni aun Salomón
con toda su gloria se vistió así como uno de ellos". . . . El orgullo y la
extravagancia en el vestido son pecados a los cuales están propensas
especialmente las mujeres. De ahí que
estas advertencias se refieran directamente a ellas. ¡De cuán poco valor son el
oro, las perlas, o el atavío costoso cuando se comparan con la humildad y el
encanto de Cristo!
(Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 93, 94).
INSTRUCCIÓN BÍBLICA PARA EL PUEBLO DE DIOS.
Se me indicaron los siguientes pasajes. Dijo el ángel: "Han de instruir al
pueblo de Dios". 1 Timoteo 2: 9, 10; "Asimismo que las mujeres se
atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia no con peinado ostentoso, ni
oro, ni perla, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a
mujeres que profesan piedad" 1 Ped. 3: 3-5; "Vuestro atavío no sea el
externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino
el interno, el del corazón, en el incorruptible, ornato de un espíritu afable y
apacible, que es de grande estima
delante de Dios. Porque así también se
ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres" (Testimonies, tomo 1,
pág. 189).
Muchas consideran que esas órdenes son
demasiado anticuadas para que se les preste atención; pero el que las dio a sus
discípulos, comprendía los peligros que entrañaría en nuestro tiempo el amor al
vestido, y nos envió la consiguiente amonestación. ¿Le prestaremos atención y
seremos sabios?
(Joyas de los Testimonios tomo 1, pág. 594).
Los que realmente tratan de seguir a Cristo
tendrán concienzudos escrúpulos en cuanto a la ropa que usan; se esforzarán por
satisfacer los requisitos de esa orden tan claramente dada por el Señor [1 Ped.
3: 3-5] (Mensajes para los Jóvenes, págs. 343, 344). 391
PELIGROS DEL AMOR AL VESTIDO.
El amor al vestido hace peligrar la moralidad,
y hace de la mujer lo contrario de una dama cristiana, caracterizada por la
modestia y la sobriedad (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 600).
El vestido ostentoso y extravagante con
demasiada frecuencia fomenta la concupiscencia en el corazón del que lo lleva y
despierta bajas pasiones en el corazón del que mira. Dios ve que la ruina del carácter es
precedida frecuentemente por la complacencia del orgullo y de la vanidad en el
vestido. Ve que los atavíos costosos
sofocan el deseo de hacer el bien (Testimonies, tomo 4. pág. 645).
EL TESTIMONIO DE LA SENCILLEZ EN EL VESTIDO.
El vestido simple, sencillo y sin ostentación
será una recomendación para mis hermanas jóvenes. De ninguna forma mejor podéis
hacer brillar vuestra luz a otros que mediante vuestra sencillez en el vestido
y vuestro comportamiento. Podéis mostrar a todos que, en comparación con las
cosas eternas, colocáis una estimación adecuada en las cosas de esta vida (Id.,
tomo 3, pág. 376).
EL RECATO PROTEGERÁ DE MIL PELIGROS.
Mis hermanas, evitad aun la apariencia de mal.
En esta era disoluta, saturada de corrupción, no estáis seguros a menos que
estéis protegidas. La virtud y el recato
son raros. Os exhorto, como seguidoras
de Cristo que hacéis una elevada profesión, que acariciéis la preciosa y sin
par gema del recato. Ella preservará la
virtud (Id., tomo 2, pág. 458).
La casta sencillez en el vestir, unida a la
modestia de conducta será de mucha mayor influencia para rodear a una joven de
una atmósfera de reserva sagrada que será para ella un escudo contra miles de
peligros (La Educación, pág. 242).
UNA IDEA ANTICUADA.
Se piensa que es una idea completamente
extravagante y anticuada el preparar 392 a los niños para que caminen por la
angosta senda de la pureza y la santidad.
Esto prevalece aun entre los padres que profesan adorar a Dios, pero sus
obras testifican que son adoradores de Mamón.
Tienen la ambición de competir con sus vecinos y de resaltar, en su
vestimenta y en la de sus hijos, dentro de los miembros de la iglesia a la cual
pertenecen (Sings of the Times, 10-9-1894).
EL ÚNICO VESTIDO QUE SE ADMITE EN EL CIELO.
Hay un vestido que cada niño y cada joven
puede buscar inocentemente. Es la
justicia de los santos. Si tan sólo
fueran tan dispuestos y perseverantes en obtener esto, como son en arreglar sus
vestidos de acuerdo con las modas de
sociedad mundana, pronto estarían revestidos con la justicia de Cristo y
sus nombres no serían borrados del libro de la vidas. Las madres, tanto como las jóvenes y niñas,
necesitan orar: "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un
espíritu recto dentro de mi" (Salmo 51: 10). Esta pureza de corazón y gracia del espíritu
son más preciosas que el oro, tanto para este tiempo como para la
eternidad. Solo los puros de corazón
verán a Dios.
Por lo tanto, madres, enseñad a vuestras
hijas, línea sobre línea y precepto sobre precepto, que la justicia de Cristo
es el único vestido con el que podrán ser admitidas en el cielo y que
revestidas con este atavío continuamente realizarán sus deberes en esta vida
glorificando a Dios. (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 95). 393
CAPÍTULO 66. LA ENSEÑANZA DE LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
DE LA VESTIMENTA.
UNA PARTE NECESARIA DE LA EDUCACIÓN.
No puede ser completa ninguna educación que no
enseñe principios sanos en cuanto a la indumentaria. Sin tal enseñanza, la obra de la educación es
a menudo retardada y pervertida. El amor
al vestido, la devoción a la moda, se encuentran entre los más formidables
rivales y más efectivos obstáculos del maestro. (La Educación, pág. 240).
NO SE DA UN ESTILO PRECISO.
No se me ha dado un estilo preciso como la
norma exacta para guiar a todos en su vestimenta (Carta 19, 1897).
ASEADA, ATRACTIVA, LIMPIA.
Se ha de estimular a los jóvenes a formar
hábitos correctos de vestir, de modo que su apariencia sea aseada y atractiva;
se les ha de enseñar a conservar sus vestidos limpios y cuidadosamente
remendados. Todas sus costumbres
debieran ser de tal carácter que hagan de ellos una ayuda y un alivio para
otros.
(Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 436).
El vestido debe ser apropiado y de buen
gusto. Aunque se trate de un percal
barato, debe mantenerse pulcro y limpio.
(Testimonies, tomo 4, pág. 642).
ORDEN Y GUSTO CORRECTO.
Los cristianos. . . en su vestido evitan lo
superfluo y ostentoso, pero su ropa es prolija, modesta, no llamativa y es
llevada con orden y gusto (Mensajes para los Jóvenes, pág. 347).
El gusto correcto no es de despreciar ni
condenar. Nuestra fe llevada a la
práctica, nos inducirá a ser tan sencillos en el vestir y celosos de buenas
obras, que seremos considerados peculiares.
Pero cuando perdemos el gusto por el orden y la prolijidad en el vestir,
dejamos virtualmente la verdad, pues la verdad nunca degrada, sino que eleva
(Id., pág. 351). 394
Mis hermanas, vuestro vestido habla en favor
de Cristo y la verdad sagrada o en favor del mundo. ¿Cuál es vuestro caso?
(Review and Herald, 17-11-1904).
BUEN GUSTO EN LOS COLORES Y LOS MODELOS.
Debiera manifestarse buen gusto en los
colores. En este respecto, los colores liso son deseables hasta donde sea
conveniente. Sin embargo, debe tomarse
en cuenta la calidad. Deben buscarse los
colores suaves. Al elegir los figurines,
debieran evitarse los modelos llamativos y chillones que muestran vanidad y
orgullo superficial en los que los eligen.
Y es malo un gusto extravagante al usar diferentes colores (Health
Reformer. Citado en Healthful Living,
pág. 120).
TÉNGANSE EN CUENTA LA DURACIÓN Y LA UTILIDAD.
Nuestra indumentaria, si bien modesta y
sencilla, debe ser de buena calidad, de colores decentes y apropiada para el uso. Deberíamos escogerla por su durabilidad más
bien que para la ostentación. Debe
proporcionarnos abrigo y protección adecuados.
La mujer prudente descripta en los Proverbios "no tendrá temor de
la nieve por su familia, porque toda su familia está vestida de ropas
dobles" (Proverbios 31: 21) (El Ministerio de Curación, pág. 220).
LA COMPRA DE BUEN MATERIAL ES ECONOMÍA.
Es correcto comprar buen material y pagar una
buena hechura. Esto es economía. Pero no se necesitan ricos atavíos, y
consentir en ellos es gastar para la complacencia propia dinero que debiera
darse a la causa de Dios (Counsels on Stewardship, pág. 301).
RECUÉRDENSE LAS NECESIDADES DE LA VIÑA DEL
SEÑOR.
Debiéramos vestir con pulcritud y buen
gusto. Pero, mis hermanas, cuando estéis
de compras y cuando hagáis vuestras ropas y las de vuestros hijos, pensad en la
obra de la viña del Señor que todavía espera ser hecha (Ibid.). 395
Los mundanos gastan mucho en su
vestimenta. Pero el Señor ha instruido a
su pueblo que salga del mundo y se separe.
Los atavíos llamativos o caros no condicen con los que profesan creer
que están viviendo en los últimos días. . . .
Practicad la economía en lo que gastáis en
ropa. Recordad que vuestro vestido
ejerce constantemente una influencia en aquellos con quienes os relacionáis. No
prodiguéis sobre vosotros mismos medios que son grandemente necesarios en otras
partes. No gastéis el dinero del Señor
para complacer el deseo de vestidos costosos (Manuscrito 24, 1904).
LA SENCILLEZ EN EL VESTIDO HACE RESALTAR LA
RELIGIÓN DEL QUE LO LLEVA.
La sencillez del vestido favorecerá
grandemente a una mujer sensata (Review and Herald, 17-11-1904).
Vestíos como deben vestirse las cristianas:
con sencillez, adornándoos modestamente como conviene a mujeres que profesan piedad,
con buenas obras (Id., 6-12-1881).
Muchos a fin de mantenerse al día con modas
absurdas, pierden su gusto por la sencillez natural y se encantan con lo
artificial. Sacrifican tiempo y dinero,
el vigor del intelecto y la verdadera elevación del alma y dedican todo su ser
a las demandas de la vida elegante.
(Health Reformer, abril de 1872).
Queridos jóvenes, la inclinación a vestiros de
acuerdo con la moda y a usar encajes y oro y postizos para la ostentación, no
recomendará a otros vuestra religión o la verdad que profesáis. La gente de buen criterio considerará
vuestras tentativas de embellecer lo externo como una prueba de una mente débil
y un corazón orgulloso.
(Testimonies, tomo 3, pág. 376).
NO DEBIERA HABER UNA OSTENTACIÓN INADECUADA.
Recordaría a los jóvenes que se adornan y
llevan plumas en sus sombreros que, debido a sus pecados, 396 la cabeza de
nuestro Salvador llevó la vergonzosa corona de espinas. Cuando dedicáis un tiempo precioso para
acicalar vuestro atavío, recordad que el Rey de gloria vestía una túnica simple
e inconsútil. Vosotros que os fatigáis
adornando vuestras personas, recordad por favor que Jesús con frecuencia estaba
cansado por el incesante y arduo trabajo y la abnegación y el sacrificio propio
para bendecir a los dolientes y necesitados. . . . Debido a nosotros, él
derramó sus oraciones ante su Padre con fuertes lamentos y lágrimas. Justamente para salvarnos del orgullo y el
amor a la vanidad y de los placeres en que ahora incurrimos, que nos alejan del
amor de Jesús, se derramaron esas lágrimas y el rostro de nuestro Salvador fue
marcado por el dolor y la angustia más que el de cualquiera de los hijos de los
hombres (Id., págs. 379, 380).
ADORNOS INNECESARIOS.
Prescindid de los adornos innecesarios y
reservad para el adelanto de la causa de Dios los medios así economizados. Aprended la lección de la abnegación y enseñadla a vuestros hijos.
(Counsels on
Stewardship, págs. 301, 302).
UN PUNTO ACLARADO.
Con frecuencia se me ha hecho la pregunta si
yo creo que está mal usar sencillos cuellos de hilo.* Mi respuesta siempre ha sido no. Algunos han tomado el significado extremo de
lo que yo he escrito acerca de los cuellos, y han mantenido que está mal
usarlos de cualquier clase. Se me
mostraron costosos cuellos complicados y caros e innecesarias cintas y encajes
que han usado algunas observadoras del sábado y todavía usan debido a la
ostentación y a la moda. Al mencionar
cuellos, yo no quería que se entendiera que no debería usarse ninguna clase de
cuello, o al mencionar 397 cintas, que no se debiera usar ninguna clase de
cintas (Testimonies, tomo 1, págs. 135, 136).
ADORNOS EXTRAVAGANTES O EXTREMOS.
Nuestros pastores y sus esposas deben ser un
ejemplo de sencillez en el vestir; deben vestir en forma prolija, cómoda, usando
buen material, pero evitando todo lo que se asemeje a extravagancia y a
adornos, aunque no sean costosos; porque estas cosas constituyen una desventaja
para nosotros. Debemos educar a los
jóvenes en la sencillez en el vestir, sencillez con pulcritud. Que los adornos
adicionales sean dejados de lado, aun cuando cuesten una bagatela.
(Testimonios
para los Ministros, pág. 179).
NO PARA LA OSTENTACIÓN.
El verdadero refinamiento no se satisface con
el adorno del cuerpo para la ostentación (Christian Temperance and Bible
Hygiene, pág. 93).
La Biblia nos enseña la modestia en el
vestir. "Asimismo oren también las
mujeres en traje decente, ataviándose con recato y modestia" (1 Tim. 2:
9). Este pasaje prohíbe la ostentación en el vestir, los colores chillones, los
adornos profusos. Todo medio destinado a llamar la atención a la persona así
vestida, o a despertar la admiración, queda excluido de la modesta indumentaria
impuesta por la Palabra de Dios (Consejos para los Maestros, pág. 231).
La abnegación en el vestir es parte de nuestro
deber cristiano. El vestir sencillamente
y abstenerse de ostentar joyas y adornos de toda clase está de acuerdo con
nuestra fe. ¿Pertenecemos al número de aquellos que ven la insensatez de los
mundanos al entregarse a la extravagancia en el vestir y al amor de las
diversiones?
(Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 350, 351).
ADORNO IMPERECEDERO EN VEZ DE ORO O PERLAS.
Hay un adorno que no perecerá nunca, que
promoverá 398 la felicidad de todos los que nos rodean en esta vida y resplandecerá
con lustre, inmarcesible en el futuro inmortal.
Es el adorno de un espíritu manso y humilde. Dios nos ha ordenado llevar sobre el alma el
atavío más rico. . . . En vez de procurar adornos de oro para la vista, se
debería hacer un esfuerzo ferviente para obtener la sabiduría que es de más
valor que el oro fino; sí, que es más preciosa que los rubíes (Id., pág. 598).
De cuán poco valor son el oro o las perlas o
los atavíos costosos en comparación con la gracia de Cristo. La gracia natural consiste de simetría, o la
proporción armoniosa de las partes, cada una con la otra; pero la simpatía
espiritual consiste en la armonía o semejanza de nuestra alma con Jesús. Esto hará a su poseedor más precioso que el
oro refinado, aun el oro de Ofir. Ciertamente,
la gracia de Cristo es un adorno inapreciable.
Eleva y ennoblece a su poseedor y refleja rayos de gloria sobre los
otros, atrayéndolos también a la Fuente de luz y bendición (Review and Herald, 6-12-1881).
LOS ATRACTIVOS DE LA VERDADERA BELLEZA.
Existe en todos la tendencia natural a ser
sentimentales más bien que prácticos. En
vista de este hecho, es importante que los padres, en la educación de sus
hijos, dirijan y eduquen sus mentes para que amen la verdad, el deber y la
abnegación, y que posean una noble independencia, que elijan lo correcto aunque
la mayoría elijan lo erróneo. . . .
Si conservan sano su organismo y amable su
temperamento, poseerán la verdadera belleza que podrán llevar con gracia
divina. Y no tendrán necesidad de
adornarse con postizos, pues éstos siempre son la expresión de la ausencia del
adorno interno del verdadero valor moral.
Un carácter bello es de valor a la vista de Dios. Una belleza tal atraerá pero no
descarriará. Ese tipo de encantos tienen
399 colores firmes, nunca se desvanecen (Signs of the Times, 9-12-1875).
La religión pura de Jesús requiere de sus
seguidores la sencillez de la belleza natural y el lustre del refinamiento
natural y la pureza excelsa, antes que lo falso y artificial (Testimonies, tomo
3, pág. 175).
ENSEÑAD A LOS NIÑOS QUE RECONOZCAN UN VESTIDO SENSATO.
Seamos fieles deberes de la vida del hogar.
Entiendan nuestros hijos que la obediencia debe reinar allí. Enseñadles a
distinguir entre lo que es sensato y lo que es necio en el asunto del vestido y
proporcionadles vestidos que sean pulcros y sencillos. Como un pueblo que se está preparando para el
pronto regreso de Cristo, debiéramos dar al mundo un ejemplo de vestimenta
modesta en contraste con las modas prevalecientes del día. Hablad de esto y
haced sabios planes de lo que haréis;
realizad luego esos planes en vuestras familias. Proponeos ser guiados por principios más
elevados que las nociones y deseos de vuestros hijos (Manuscrito 45, 1911).
Si nuestros corazones están unidos con el corazón
de Cristo,. . . nada se colocará sobre la persona para atraer la atención o para crear polémica
(Testimonios para los Ministros, pág.
128).
ÚSENSE VESTIDOS QUE SIENTEN BIEN, APROPIADOS
PARA LA EDAD Y LAS CIRCUNSTANCIAS DE LA VIDA.
Hermana mía, atraiga a sus hijos a su corazón
mediante el afecto. Présteles el debido
cuidado y atención en todas las cosas.
Proporcióneles vestidos que les sienten bien a fin de que no estén mortificados
por su apariencia, pues esto sería dañino para su respeto propio. . . . Siempre
es correcto estar vestido pulcra y adecuadamente, en una forma que siente bien
con la edad y las circunstancias de la vida (Testimonies, tomo 4, pág. 142).
400
EL CUERPO NO DEBIERA SER OPRIMIDO.
El vestido debiera ser holgado, sin que obstruya
la circulación de la sangre ni la respiración libre, plena y natural. Los pies debieran estar protegidos
adecuadamente del frío y la humedad. Con
esta vestimenta, podemos hacer ejercicio al aire libre, aun con el rocío de la
mañana o de la noche, o después de una lluvia o nevada, sin temor de
resfriarnos (Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 89, 90).
EL VESTIDO DEL NIÑO.
Si el atavío del niño proporciona calor,
abrigo y comodidad, quedará eliminada una de las principales causas de
irritación y desasosiego. El pequeñuelo
gozará mejor salud y la madre no encontrará el cuidado de su hijo demasiado
pesado para sus fuerzas y para el tiempo de que dispone.
Las ligaduras apretadas o la ropa por demás
ajustada impiden la acción del corazón y de los pulmones, y deben
evitarse. Ninguna parte del cuerpo debe
sufrir presión alguna por causa de la ropa que comprima algún órgano o limite
su libertad de movimiento. La ropa de todos
los niños debe estar tan holgada, que les permita la más libre y completa respiración;
y debe adaptarse de tal modo al cuerpo que los hombros lleven todo el peso de
ella (El Ministerio de Curación, pág. 296).
ABRÍGUENSE DEBIDAMENTE LAS EXTREMIDADES.
Debiera prestarse especial atención a las
extremidades a fin de que estén tan bien abrigadas como el pecho y la región
del corazón donde hay la mayor cantidad de calor. Los padres que dejan a sus hijos con las
extremidades desnudas o casi desnudas, están sacrificando la salud de sus hijos
ante la moda. Si estas partes no están
tan abrigadas como el cuerpo, la circulación no se equilibra. Cuando las extremidades que están lejos de
los órganos vitales no están debidamente abrigadas, la sangre es impulsada a la
cabeza originando dolor de cabeza o hemorragia nasal, 401 o hay una sensación
de congestión en el pecho que produce tos o palpitación del corazón debido a
que hay allí demasiada sangre; o el estómago se sobrecarga de sangre y se
provoca indigestión.
Para obedecer a la moda, hay madres que visten
a sus hijos con sus miembros casi desnudos, y el frío hace que la sangre no
siga su curso natural, y se sobrecarguen los órganos internos, dificultándose
la circulación y produciéndose la enfermedad.
Los miembros no fueron formados por nuestro Creador para estar expuestos
a la intemperie, como la cara. El Señor
proporcionó. . . también grandes venas y
nervios para las extremidades y los pies a fin de que contuvieran una gran
cantidad de la corriente de la vida humana para que los miembros pudieran estar
uniformemente con el mismo calor del cuerpo.
Debieran estar debidamente abrigados a fin de que la sangre vaya a las
extremidades.
Satanás inventó las modas que dejan los
miembros expuestos a la intemperie y hacen que el frío saque la corriente vital
de su curso original. Y los padres se
inclinan ante el altar de la moda, y visten de tal modo a sus hijos que los
nervios y las venas se contraen y no responden al propósito que Dios dispuso
que tuvieran. Como resultado los pies y
manos están fríos habitualmente. Esos
padres que siguen la moda en vez de la razón tendrán que dar cuenta a Dios por
robar así la salud de sus hijos. Aun la
vida misma con frecuencia se sacrifica al dios de la moda (Testimonies, tomo 2,
págs. 531, 532).
UNA DISTINCIÓN EN LA VESTIMENTA DE HOMBRES Y
MUJERES.
Hay una tendencia creciente de que las
mujeres, en su vestido y apariencia, se aproximen al otro sexo todo lo que sea
posible y la moda es que sus vestidos sean muy parecidos a los de los hombres,
pero Dios declara que esto es una abominación. 402
"Asimismo que las mujeres se atavíen de
ropa decorosa, con pudor y modestia" (1 Tim. 2: 9) . . . . Dios quería que hubiera una
clara distinción entre el vestido de hombres y mujeres y ha considerado el
asunto de importancia suficiente para dar instrucciones explícitas acerca de
él; pues la misma vestimenta usada por ambos sexos ocasionaría confusión y gran
aumento de crimen (Id., tomo 1, págs. 457-460).
LA VESTIMENTA PARA LA IGLESIA.
Nadie deshonre el santuario de Dios por un
atavío ostentoso.
(Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 202).
Debe enseñarse a todos a ser aseados, limpios
y ordenados en su indumentaria, pero sin dedicarse a los adornos exteriores que
son completamente impropios para el santuario.
No debe haber ostentación de trajes; porque esto estimula la
irreverencia. Con frecuencia la atención
de la gente queda atraída por ésta o aquella hermosa prenda, y así se infiltran
pensamientos que no debieran tener cabida en el corazón de los adoradores. Dios ha de ser el tema del pensamiento y el
objeto del culto; y cualquiera cosa que distraiga la mente del servicio solemne
y sagrado le ofende. La ostentación de
cintas y moños, frunces y plumas, y adornos de oro y plata, es una especie de
idolatría, y resulta completamente impropia para el sagrado servicio de Dios.
(Id., tomo 2, págs. 201, 202).
Algunos tienen la idea de que a fin de
realizar la separación del mundo que requiere la Palabra de Dios, deben ser
descuidados en su atavío. Hay algunas
hermanas que piensan que están llevando a cabo el principio de no conformarse
con el mundo al usar un sombrero ordinario y el mismo vestido usado por ellas
durante la semana, el sábado cuando aparecen en la asamblea de los santos para
participar en el culto divino. Y algunos
hombres que profesan 403 ser cristianos consideran el asunto del vestido de la
misma manera. Estas personas se reúnen
con el pueblo de Dios el sábado con sus vestidos empolvados y sucios y aun con
roturas en la ropa que visten de una manera descuidada.
Estos mismos, si tuvieran una cita con un amigo
honrado por el mundo, de quien desearan obtener un favor especial, se afanarían
para presentarse ante él con el mejor atavío que les fuera posible; pues ese
amigo se sentiría insultado si ellos llegaran a su presencia con el cabello
despeinado y las ropas sucias y en desorden.
Sin embargo, esas personas piensan que no importa en qué forma se
presenten o en qué condición está su persona cuando en el día sábado se reúnen
para adorar al gran Dios (Review and Herald, 30-1-1900).
NO HA DE HACERSE DEL VESTIDO UN TEMA DE
CONTROVERSIA.
No hay necesidad de hacer del asunto del
vestido el punto principal de vuestra religión.
Hay algo más valioso de lo cual hablar.
Hablad de Cristo, y cuando el corazón está convertido, todo lo que no
está en armonía con la Palabra de Dios, se eliminará (Evangelismo, pág. 202).
Nuestro vestido no nos hace de valor a la
vista del Señor. Lo que vale ante Dios
es el adorno interno, las gracias del Espíritu, las palabras bondadosas, la
consideración atenta hacia otros.
(Counsels on Stewardship, pág. 301).
NADIE HA DE SER CONCIENCIA PARA OTROS, PERO
DEBE EJERCER UN EJEMPLO DIGNO.
No se debe dar alas a quienes centralizan su
religión en el vestido. Estudie cada uno
las claras enseñanzas de las Escrituras en cuanto a la sencillez y la sobriedad
en el vestido y, mediante la fiel obediencia a esas enseñanzas, esfuércese por
dar un ejemplo digno ante el mundo y los que son nuevos en la fe. Dios no quiere que nadie sea conciencia para
otros. 404
Háblese del amor y humildad de Jesús pero no
se anime a los hermanos y hermanas a encontrar fallas en el vestido o la
apariencia de otros. Algunos se deleitan
en esto; y cuando su mente se ocupa en ese sentido, comienzan a sentir que
deben convertirse en remendones de la iglesia.
Suben a la silla del juez y tan pronto como ven a uno de sus hermanos y
hermanas, miran para encontrar algo que criticar. Esta es una de las formas más efectivas para
volverse estrecho de mente y para empequeñecer el crecimiento espiritual. Dios quiere que bajen de la silla del juez
pues nunca los ha colocado allí. (Historical Sketches of Seventh-day Adventist
Foreign Mission, págs. 122, 123).
EL CORAZÓN DEBE ESTAR BIEN.
Si somos cristianos, seguiremos a Cristo
aunque el camino que debamos seguir sea opuesto a nuestras inclinaciones
naturales. No vale la pena deciros que
no debéis usar esto o lo otro, pues si el amor de esas cosas vanas está en
vuestro corazón, el desprendernos de vuestros adornos será tan sólo como cortar
el follaje de un árbol. Las
inclinaciones del corazón natural se manifestarán nuevamente. Debéis estar convencidos en vuestra
conciencia.
(Review and Herald, 10-5-1892).
DONDE MUCHAS DENOMINACIONES PERDIERON SU
PODER.
El razonamiento humano ha tratado siempre de
evadir o de poner a un lado las instrucciones sencillas y directas de la
Palabra de Dios. En todas las épocas,
una mayoría de los profesos seguidores de Cristo ha desatendido esos preceptos
que ordenan la abnegación y la humildad, que requieren modestia y sencillez de
conversación, de conducta y de indumentaria.
El resultado ha sido siempre el mismo: un apartamiento de las enseñanzas
del Evangelio conduce a la adopción de las modas, las costumbres y los
principios del mundo. La piedad vital
cede su lugar a un formalismo muerto. La
presencia y el 405 poder de Cristo, retirados de esos círculos amadores del
mundo, hallan cabida entre una clase de humildes adoradores que están
dispuestos a obedecer las enseñanzas de la Santa Palabra. Se ha seguido esta conducta durante
generaciones sucesivas. Se han
levantado, una tras otra, diferentes denominaciones que, abandonando su
sencillez, han perdido, en gran medida, su poder primitivo (Mensajes para los
Jóvenes, pág. 352).
LA
NORMA ES LA PALABRA DE DIOS.
En todos los asuntos de la indumentaria, debemos
ser estrictamente cuidadosos y seguir muy de cerca las reglas bíblicas. La moda ha sido la diosa que ha regido el
mundo, y con frecuencia se insinúa en la iglesia. La iglesia debe hacer de la Palabra de Dios
su norma y los padres deben pensar inteligentemente acerca de este asunto. Cuando ven a sus hijos inclinarse a seguir
las modas mundanas, deben, como Abrahán, ordenar resueltamente a su casa tras
sí. En vez de unirlos con el mundo,
relacionadlos con Dios.
(Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 202). 406
CAPÍTULO 67. LA MODA ES UN PODER FASCINANTE.
LA MODA ES UN GOBERNANTE TIRÁNICO.
La moda rige al mundo, y es un amo
tiránico. Con frecuencia obliga a sus
adictos a someterse a los mayores inconvenientes e incomodidades. La moda impone contribuciones irrazonables y
cobra sin misericordia. Tiene un poder
fascinante y está lista para criticar y ridiculizar a todos los que nos siguen
en su estela
(Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 85).
Los ricos tienen la ambición de descollar como
seguidores de sus estilos siempre cambiantes; la clase media y la pobre se
esfuerzan por aproximarse a la norma establecida por aquellos a quienes suponen
superiores. Donde los medios o la fuerza
son limitados y es grande la ambición de ser elegante, la carga llega a ser
casi insoportable. A muchas personas no
les importa que un vestido sea sentador o hermoso; si la moda cambia, lo
reforman o lo desechan (La Educación, pág. 240).
Satanás, el instigador y principal promotor en
los siempre cambiantes y nunca satisfacientes dictados de la moda, está siempre
ocupado inventando algo nuevo que pueda provocar un daño a la salud física y
moral; y triunfa cuando sus inventos tienen tanto éxito. La muerte se ríe porque la necedad que
destruye la salud y el ciego celo de los que adoran ante el altar de la moda
los ponen tan fácilmente bajo su dominio.
La felicidad y el favor de Dios son sacrificados sobre su altar
(Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 85).
La idolatría del atavío es una enfermedad
moral. No debe ser introducida en la
nueva vida. En la mayoría de los casos,
la sumisión a los requerimientos del Evangelio exigirá un cambio decidido en la
407 manera de vestir (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 393).
EL PRECIO QUE ALGUNOS PAGAN.
¡Cuán contrarias a los principios consignados
en las Escrituras son muchas de las confecciones impuestas por la moda! Pensad en los estilos que han prevalecido en
los últimos siglos o aun en las últimas décadas. . . . ¡Cuántos nos parecerían
impropios de una mujer refinada, temerosa de Dios y respetuosa de sí misma! . .
. Más de una niña pobre, para llevar un vestido elegante, se ha privado de ropa
interior y de abrigo y ha pagado este desacierto con su vida.
Otras, llevadas por el deseo de la
ostentación y de la elegancia de los ricos, entraron en el camino de la
deshonestidad y la vergüenza. Más de una
familia tiene que privarse de comodidades, más de un padre de familia se ve
arrastrado a las deudas y a la ruina para satisfacer las extravagantes
exigencias de la esposa y los hijos.
(El Ministerio de Curación, pág. 222).
LA SALVACIÓN PUESTA EN PELIGRO POR LA
IDOLATRÍA DEL VESTIDO.
El orgullo y la vanidad se manifiestan por
doquiera, pero los que están propensos a admirarse a sí mismos en un espejo, se
sienten poco inclinados a mirarse en la ley de Dios, el gran espejo moral. Esta idolatría del vestido destruye todo lo
que es humilde, dócil y amable en el carácter.
Consume las preciosas horas que debieran dedicarse a la meditación, al
escudriñamiento del corazón, al estudio de la Palabra de Dios con oración. . .
. Ningún cristiano puede conformarse con las modas inmorales del mundo sin
poner en peligro la salvación de su alma (Review and Herald, 31-3-1891).
EL AMOR A LA OSTENTACIÓN DESMORALIZA EL
HOGAR.
Ayudadas por la gracia de Cristo, las mujeres
son capaces de efectuar una grande y amplia obra. Por esta razón, Satanás obra con sus engaños
para 408 inventar vestidos a la moda, a fin de que el amor a la ostentación
pueda absorber la mente y el corazón y los afectos aun de las profesas madres
cristianas de este siglo para que no tengan tiempo que dedicar a la educación y
preparación de sus hijos o al cultivo de su propia mente y carácter, a fin de
ser ejemplos para sus hijos, modelos de buenas obras. Cuando Satanás se asegura el tiempo y el
afecto de la madre, comprende plenamente cuánto ha ganado. En nueve casos de diez, ha conseguido la
dedicación de toda la familia al vestido y la ostentación frívola. Computa a los hijos entre sus despojos, pues
ha cautivado a la madre (Manuscrito 43, 1900).
Los pequeñuelos oyen más del vestido que de su
salvación, . . . pues la madre está más familiarizada con la moda que con su
Salvador (Testimonies, tomo 4, pág. 643).
Tanto los padres como los hijos quedan
privados de lo más dulce y verdadero de la vida. Por causa de la moda no reciben preparación
para la vida venidera (El Ministerio de Curación, pág. 223).
NO TIENEN SUFICIENTE VALOR PARA DETENER LA
MARCA.
Muchas de las cargas de la madre son el
resultado de su esfuerzo para mantenerse al día con las modas. Terrible es el efecto de esas modas sobre la
salud física, mental y moral. Al
faltarles el valor para mantenerse, firmes de parte de lo correcto, las mujeres
permiten que la corriente del sentimiento popular las arrastre en su estela. .
. . Con demasiada frecuencia, las madres que profesan ser cristianas sacrifican
los principios a su deseo de seguir a la multitud que coloca a la moda como su
dios. Protesta la conciencia, pero no
tienen suficiente valor para decidirse firmemente contra el error.
(Review and
Herald, 17-11-1904).
PADRES, TENED CUIDADO.
Con frecuencia, los padres visten a sus hijos
con vestidos extravagantes, con 409 mucho despliegue de adornos. Luego abiertamente admiran el efecto de su
atavío y los felicitan por su apariencia.
Estos necios padres se llenarían de consternación si pudieran ver cómo
Satanás secunda sus esfuerzos y los insta a mayores necedades.
(Pacific Health
Journal, enero de 1890).
UN PROBLEMA QUE AFRONTAN MUCHAS MADRES.
Si vuestras hijas ven un vestido diferente del
que tienen, están inclinadas a desear un vestido similar a ése. O quizá quieren
otro que ven que tienen otras, que vosotras creéis que no debéis
proporcionarles de acuerdo con vuestra fe. ¿Les permitiréis que lo consigan a fuerza
de molestaros, permitiendo que ellas os manejen en vez de encaminarlas de
acuerdo con los principios del Evangelio?
Nuestros hijos son muy preciosos a la vista de Dios. Enseñémosles la Palabra de Dios y
preparémoslos en los caminos de Dios.
Tenemos el privilegio de enseñar a nuestros hijos a vivir de tal forma
que tengan la aprobación del Cielo. . . .
No animemos a nuestros hijos a seguir las
modas del mundo, y si somos leales en darles una preparación debida, no harán
esto. . . . Las modas del mundo con frecuencia revisten formas ridículas, y
debéis tomar una posición firme contra ellas (Manuscrito 45, 1911).
EL FRUTO DEL AMOR A LA OSTENTACIÓN.
El amor a la indumentaria y los placeres está destruyendo
la felicidad de millares. Y algunos de
los que profesan amar y guardar los mandamientos de Dios imitan a esa clase de
personas, tanto como les es posible hacerlo sin perder el nombre de
cristianos. Algunos de los jóvenes
tienen tal afición a la ostentación, que hasta están dispuestos a renunciar al nombre
de cristianos para seguir su inclinación a la vanidad y la indumentaria, y el
amor a los placeres.
(Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 350). 410
Las familias que usan mucho tiempo en vestirse
ostentosamente podrían ser comparadas con la higuera que Cristo vio desde
lejos. Esa higuera ostentaba sus ramas
floridas a pesar de lo que era en realidad, pero cuando Cristo fue a buscar
frutos, escudriñó desde la rama más alta hasta la más baja y no encontró sino
hojas. Tiene hambre de frutos, frutos
que debe recibir (Manuscrito 67, 1903).
LAS HIJAS DE DIOS PARTICIPARÁN DE LA
NATURALEZA DIVINA.
Hay bastante trabajo necesario e importante
que hacer en este mundo necesitado y doliente, sin malgastar momentos preciosos
en los adornos o la ostentación. Las hijas
del Rey celestial, miembros de la familia real, sentirán el peso de la
responsabilidad que significa alcanzar una vida superior, para llegar a estar
en íntima comunión con el cielo y trabajar al unísono con el Redentor del
mundo. Las que se dedican a este trabajo
no estarán satisfechas con las modas e insensateces que absorben la mente y los
afectos de las mujeres de estos postreros días.
Si son verdaderamente hijas de Dios, participarán de la naturaleza divina. Al ver las influencias corruptoras de la
sociedad, se sentirán movidas de la más profunda compasión, como su divino
Redentor. Simpatizarán con Cristo, y en
su esfera, según su capacidad y oportunidades, trabajarán para salvar a las
almas que perecen, como Cristo trabajó en su exaltada esfera en beneficio de
los hombres.
(Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 413). 411
No hay comentarios:
Publicar un comentario