miércoles, agosto 22, 2018

CONDUCCIÓN DEL NIÑO (EGW). SECCIÓN XV. EL ATAVÍO ADECUADO.


CAPÍTULO 65. LAS BENDICIONES DE LA VESTIMENTA CORRECTA.
APROPIADO Y QUE SIENTE BIEN.
En el vestido, lo mismo que en todas las demás costas, tenemos el privilegio de honrar a nuestro Creador.  El no sólo desea que nuestro vestido sea limpio y saludable, sino apropiado y sentador 
(La Educación, pág. 342).

Debemos tratar de sacar el mejor partido de nuestra apariencia.  En el servicio del tabernáculo, Dios explicó todo detalle concerniente a las vestiduras de los que ministraban delante de él.  Esto nos enseña que él tiene una preferencia con respecto a la indumentaria de los que le sirven.  Fueron muy específicas las instrucciones dadas acerca de las vestiduras de Aarón, porque eran simbólicas. Así la indumentaria  los que siguen a Cristo, debe ser simbólica.  En todas las cosas, hemos de ser representantes de él. Nuestra apariencia en todo respecto debe caracterizarse por el aseo, la modestia y la pureza.
 (Joyas de los Testimonios, tomo 2, págs. 393, 394).

LAS COSAS DE LA NATURALEZA SON ILUSTRACIONES.
Por medio de las cosas de la naturaleza, Cristo nos enseña cuál es la belleza que el cielo aprecia, la gracia modesta, la sencillez, la pureza, la corrección que harán nuestro atavío agradable a Dios. 
(El Ministerio de Curación, pág. 221).

EL CARÁCTER SE PUEDE JUZGAR POR EL ESTILO DEL VESTIDO.
El vestido y su arreglo en la persona son generalmente un índice de lo que es el hombre o la mujer (Review and Herald, 30-1-1900). 388

Juzgamos el carácter de una persona por del estilo el vestido que lleva.  Una mujer modesta y piadosa se vestirá con modestia.  El gusto refinado, la mente cultivada, se revelarán en la elección de un atavío sencillo y apropiado. . . . La que es sencilla y modesta en su vestido y en sus maneras, muestra que comprende que una verdadera mujer se caracteriza por el valor moral.  Cuán encantadora, cuán interesante es la sencillez en el vestido, que en su gracia puede compararse con las flores del campo (Id., 17-11-1904).

SE ENUNCIAN PRINCIPIOS GUIADORES.
Ruego a nuestros hermanos que se conduzcan cuidadosa y circunspectamente delante de Dios.  Sigan las costumbres en el vestido mientras estén de acuerdo con los principios de salud.  Vístanse nuestras hermanas sencillamente, como muchas lo hacen, que el vestido sea de material bueno y durable, apropiado para esta edad y que la cuestión del vestido no llene la mente.  Nuestras hermanas debieran vestirse con sencillez.  Debieran vestirse con una ropa modesta, con pudor y sobriedad.  Dad al mundo una ilustración viviente del adorno interno de la gracia de Dios (Manuscrito 167, 1897).

SÍGANSE LAS COSTUMBRES PREVALECIENTES SI SON MODESTAS, SALUDABLES Y CONVENIENTES.
Los cristianos no debieran empeñarse en convertirse en un hazmerreír vistiéndose en forma diferente del mundo. Pero si al poner en práctica sus convicciones de lo que corresponde respecto a vestir modesta y saludablemente se encuentra fuera de moda, no debiera cambiar su vestido a fin  de asemejarse al mundo. Debieran manifestar una noble independencia y valor moral de hacer lo correcto aunque todo el mundo difiera de ellos.

Si el mundo introduce una moda recatada, conveniente y saludable, que este de acuerdo con la 389 Biblia, no cambiará nuestra relación con Dios o con el mundo el adoptar tal estilo de vestido. 

Los cristianos debieran seguir a Cristo y  hacer sus vestidos conforme a la Palabra de Dios. Debieran evitar los extremos. Humildemente debieran seguir un sendero recto, sin tomar en cuenta el aplauso o la censura Y debieran aferrarse a lo correcto por ser correcto. 
(Testimonies, tomo 1, págs. 458, 459).

EVITAD LOS EXTREMOS.
No ocupéis vuestro tiempo esforzándoos por seguir todas las necias modas del vestido.  Vestíos pulcra y atractivamente, pero no os convirtáis en el objeto de observaciones ya sea por estar demasiado ataviados o por vestiros de una forma descuidada y desaseada.  Proceded como si supierais que el ojo del cielo está sobre vosotros y que vivís bajo la aprobación o desaprobación de Dios (Manuscrito 53, 1912).

El cuidado en el vestido no se debe confundir con el orgullo. Hay quienes continuamente insisten en el orgullo y el vestido, que descuidan sus propios atavíos, que piensan que la suciedad es una virtud y se visten sin prolijidad y sin gusto, y su vestimenta con frecuencia tiene la apariencia de una bolsa [saco] que los recubre.  Sus atavíos son sucios, y sin embargo los tales siempre hablan contra el orgullo.  Clasifican a la decencia y a la limpieza con el orgullo (Review and Herald, 23-1-1900).

Los que son desprolijos y desaseados en el vestido rara vez se distinguen por su conversación elevada y poseen sentimientos poco refinados. A veces consideran que la extravagancia y la tosquedad son humildad (Id., 30-1-1900).

CRISTO NOS ADVIRTIÓ.
Cristo hizo resaltar la devoción al vestido y previno, sí, ordenó a sus seguidores que no se preocuparan demasiado por él.  "Y por el vestido, ¿por qué os afanáis?  Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan 390 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos". . . . El orgullo y la extravagancia en el vestido son pecados a los cuales están propensas especialmente las mujeres.  De ahí que estas advertencias se refieran directamente a ellas. ¡De cuán poco valor son el oro, las perlas, o el atavío costoso cuando se comparan con la humildad y el encanto de Cristo! 
(Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 93, 94).

INSTRUCCIÓN BÍBLICA PARA EL PUEBLO DE DIOS.
Se me indicaron los siguientes pasajes.  Dijo el ángel: "Han de instruir al pueblo de Dios". 1 Timoteo 2: 9, 10; "Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia no con peinado ostentoso, ni oro, ni perla, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad" 1 Ped. 3: 3-5; "Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible, ornato de un espíritu afable y apacible,  que es de grande estima delante de Dios.  Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres" (Testimonies, tomo 1, pág. 189).

Muchas consideran que esas órdenes son demasiado anticuadas para que se les preste atención; pero el que las dio a sus discípulos, comprendía los peligros que entrañaría en nuestro tiempo el amor al vestido, y nos envió la consiguiente amonestación. ¿Le prestaremos atención y seremos sabios? 
(Joyas de los Testimonios tomo 1, pág. 594).

Los que realmente tratan de seguir a Cristo tendrán concienzudos escrúpulos en cuanto a la ropa que usan; se esforzarán por satisfacer los requisitos de esa orden tan claramente dada por el Señor [1 Ped. 3: 3-5] (Mensajes para los Jóvenes, págs. 343, 344). 391

PELIGROS DEL AMOR AL VESTIDO.
El amor al vestido hace peligrar la moralidad, y hace de la mujer lo contrario de una dama cristiana, caracterizada por la modestia y la sobriedad (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 600).

El vestido ostentoso y extravagante con demasiada frecuencia fomenta la concupiscencia en el corazón del que lo lleva y despierta bajas pasiones en el corazón del que mira.  Dios ve que la ruina del carácter es precedida frecuentemente por la complacencia del orgullo y de la vanidad en el vestido.  Ve que los atavíos costosos sofocan el deseo de hacer el bien (Testimonies, tomo 4. pág. 645).

EL TESTIMONIO DE LA SENCILLEZ EN EL VESTIDO.
El vestido simple, sencillo y sin ostentación será una recomendación para mis hermanas jóvenes. De ninguna forma mejor podéis hacer brillar vuestra luz a otros que mediante vuestra sencillez en el vestido y vuestro comportamiento. Podéis mostrar a todos que, en comparación con las cosas eternas, colocáis una estimación adecuada en las cosas de esta vida (Id., tomo 3, pág. 376).

EL RECATO PROTEGERÁ DE MIL PELIGROS.
Mis hermanas, evitad aun la apariencia de mal. En esta era disoluta, saturada de corrupción, no estáis seguros a menos que estéis protegidas. La  virtud y el recato son raros.  Os exhorto, como seguidoras de Cristo que hacéis una elevada profesión, que acariciéis la preciosa y sin par gema del recato.  Ella preservará la virtud (Id., tomo 2, pág. 458).

La casta sencillez en el vestir, unida a la modestia de conducta será de mucha mayor influencia para rodear a una joven de una atmósfera de reserva sagrada que será para ella un escudo contra miles de peligros (La Educación, pág. 242).

UNA IDEA ANTICUADA.
Se piensa que es una idea completamente extravagante y anticuada el preparar 392 a los niños para que caminen por la angosta senda de la pureza y la santidad.  Esto prevalece aun entre los padres que profesan adorar a Dios, pero sus obras testifican que son adoradores de Mamón.  Tienen la ambición de competir con sus vecinos y de resaltar, en su vestimenta y en la de sus hijos, dentro de los miembros de la iglesia a la cual pertenecen (Sings of the Times, 10-9-1894).

EL ÚNICO VESTIDO QUE SE ADMITE EN EL CIELO.
Hay un vestido que cada niño y cada joven puede buscar inocentemente.  Es la justicia de los santos.  Si tan sólo fueran tan dispuestos y perseverantes en obtener esto, como son en arreglar sus vestidos de acuerdo con las modas de  sociedad mundana, pronto estarían revestidos con la justicia de Cristo y sus nombres no serían borrados del libro de la vidas.  Las madres, tanto como las jóvenes y niñas, necesitan orar: "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mi" (Salmo 51: 10).  Esta pureza de corazón y gracia del espíritu son más preciosas que el oro, tanto para este tiempo como para la eternidad.  Solo los puros de corazón verán a Dios.
Por lo tanto, madres, enseñad a vuestras hijas, línea sobre línea y precepto sobre precepto, que la justicia de Cristo es el único vestido con el que podrán ser admitidas en el cielo y que revestidas con este atavío continuamente realizarán sus deberes en esta vida glorificando a Dios. (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 95). 393

CAPÍTULO 66. LA ENSEÑANZA DE LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA VESTIMENTA.
UNA PARTE NECESARIA DE LA EDUCACIÓN.
No puede ser completa ninguna educación que no enseñe principios sanos en cuanto a la indumentaria.  Sin tal enseñanza, la obra de la educación es a menudo retardada y pervertida.  El amor al vestido, la devoción a la moda, se encuentran entre los más formidables rivales y más efectivos obstáculos del maestro. (La Educación, pág. 240).

NO SE DA UN ESTILO PRECISO.
No se me ha dado un estilo preciso como la norma exacta para guiar a todos en su vestimenta (Carta 19, 1897).

ASEADA, ATRACTIVA, LIMPIA.
Se ha de estimular a los jóvenes a formar hábitos correctos de vestir, de modo que su apariencia sea aseada y atractiva; se les ha de enseñar a conservar sus vestidos limpios y cuidadosamente remendados.  Todas sus costumbres debieran ser de tal carácter que hagan de ellos una ayuda y un alivio para otros.
 (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 436).

El vestido debe ser apropiado y de buen gusto.  Aunque se trate de un percal barato, debe mantenerse pulcro y limpio.
 (Testimonies, tomo 4, pág. 642).

ORDEN Y GUSTO CORRECTO.
Los cristianos. . . en su vestido evitan lo superfluo y ostentoso, pero su ropa es prolija, modesta, no llamativa y es llevada con orden y gusto (Mensajes para los Jóvenes, pág. 347).

El gusto correcto no es de despreciar ni condenar.  Nuestra fe llevada a la práctica, nos inducirá a ser tan sencillos en el vestir y celosos de buenas obras, que seremos considerados peculiares.  Pero cuando perdemos el gusto por el orden y la prolijidad en el vestir, dejamos virtualmente la verdad, pues la verdad nunca degrada, sino que eleva (Id., pág. 351). 394

Mis hermanas, vuestro vestido habla en favor de Cristo y la verdad sagrada o en favor del mundo. ¿Cuál es vuestro caso?
 (Review and Herald, 17-11-1904).

BUEN GUSTO EN LOS COLORES Y LOS MODELOS.
Debiera manifestarse buen gusto en los colores. En este respecto, los colores liso son deseables hasta donde sea conveniente.  Sin embargo, debe tomarse en cuenta la calidad.  Deben buscarse los colores suaves.  Al elegir los figurines, debieran evitarse los modelos llamativos y chillones que muestran vanidad y orgullo superficial en los que los eligen.  Y es malo un gusto extravagante al usar diferentes colores (Health Reformer.  Citado en Healthful Living, pág. 120).

TÉNGANSE EN CUENTA LA DURACIÓN Y LA UTILIDAD.
Nuestra indumentaria, si bien modesta y sencilla, debe ser de buena calidad, de colores decentes y apropiada para el uso.  Deberíamos escogerla por su durabilidad más bien que para la ostentación.  Debe proporcionarnos abrigo y protección adecuados.  La mujer prudente descripta en los Proverbios "no tendrá temor de la nieve por su familia, porque toda su familia está vestida de ropas dobles" (Proverbios 31: 21) (El Ministerio de Curación, pág. 220).

LA COMPRA DE BUEN MATERIAL ES ECONOMÍA.
Es correcto comprar buen material y pagar una buena hechura.  Esto es economía.  Pero no se necesitan ricos atavíos, y consentir en ellos es gastar para la complacencia propia dinero que debiera darse a la causa de Dios (Counsels on Stewardship, pág. 301).

RECUÉRDENSE LAS NECESIDADES DE LA VIÑA DEL SEÑOR.
Debiéramos vestir con pulcritud y buen gusto.  Pero, mis hermanas, cuando estéis de compras y cuando hagáis vuestras ropas y las de vuestros hijos, pensad en la obra de la viña del Señor que todavía espera ser hecha (Ibid.). 395

Los mundanos gastan mucho en su vestimenta.  Pero el Señor ha instruido a su pueblo que salga del mundo y se separe.  Los atavíos llamativos o caros no condicen con los que profesan creer que están viviendo en los últimos días. . . .
Practicad la economía en lo que gastáis en ropa.  Recordad que vuestro vestido ejerce constantemente una influencia en aquellos con quienes os relacionáis. No prodiguéis sobre vosotros mismos medios que son grandemente necesarios en otras partes.  No gastéis el dinero del Señor para complacer el deseo de vestidos costosos (Manuscrito 24, 1904).

LA SENCILLEZ EN EL VESTIDO HACE RESALTAR LA RELIGIÓN DEL QUE LO LLEVA.
La sencillez del vestido favorecerá grandemente a una mujer sensata (Review and Herald, 17-11-1904).

Vestíos como deben vestirse las cristianas: con sencillez, adornándoos modestamente como conviene a mujeres que profesan piedad, con buenas obras (Id., 6-12-1881).

Muchos a fin de mantenerse al día con modas absurdas, pierden su gusto por la sencillez natural y se encantan con lo artificial.  Sacrifican tiempo y dinero, el vigor del intelecto y la verdadera elevación del alma y dedican todo su ser a las demandas de la vida elegante.
 (Health Reformer, abril de 1872).

Queridos jóvenes, la inclinación a vestiros de acuerdo con la moda y a usar encajes y oro y postizos para la ostentación, no recomendará a otros vuestra religión o la verdad que profesáis.  La gente de buen criterio considerará vuestras tentativas de embellecer lo externo como una prueba de una mente débil y un corazón orgulloso.
 (Testimonies, tomo 3, pág. 376).

NO DEBIERA HABER UNA OSTENTACIÓN INADECUADA.
Recordaría a los jóvenes que se adornan y llevan plumas en sus sombreros que, debido a sus pecados, 396 la cabeza de nuestro Salvador llevó la vergonzosa corona de espinas.  Cuando dedicáis un tiempo precioso para acicalar vuestro atavío, recordad que el Rey de gloria vestía una túnica simple e inconsútil.  Vosotros que os fatigáis adornando vuestras personas, recordad por favor que Jesús con frecuencia estaba cansado por el incesante y arduo trabajo y la abnegación y el sacrificio propio para bendecir a los dolientes y necesitados. . . . Debido a nosotros, él derramó sus oraciones ante su Padre con fuertes lamentos y lágrimas.  Justamente para salvarnos del orgullo y el amor a la vanidad y de los placeres en que ahora incurrimos, que nos alejan del amor de Jesús, se derramaron esas lágrimas y el rostro de nuestro Salvador fue marcado por el dolor y la angustia más que el de cualquiera de los hijos de los hombres (Id., págs. 379, 380).

ADORNOS INNECESARIOS.
Prescindid de los adornos innecesarios y reservad para el adelanto de la causa de Dios los medios así economizados.  Aprended la lección de la abnegación  y enseñadla a vuestros hijos.
 (Counsels on Stewardship, págs. 301, 302).

UN PUNTO ACLARADO.
Con frecuencia se me ha hecho la pregunta si yo creo que está mal usar sencillos cuellos de hilo.*  Mi respuesta siempre ha sido no.  Algunos han tomado el significado extremo de lo que yo he escrito acerca de los cuellos, y han mantenido que está mal usarlos de cualquier clase.  Se me mostraron costosos cuellos complicados y caros e innecesarias cintas y encajes que han usado algunas observadoras del sábado y todavía usan debido a la ostentación y a la moda.  Al mencionar cuellos, yo no quería que se entendiera que no debería usarse ninguna clase de cuello, o al mencionar 397 cintas, que no se debiera usar ninguna clase de cintas (Testimonies, tomo 1, págs. 135, 136).

ADORNOS EXTRAVAGANTES O EXTREMOS. 
Nuestros pastores y sus esposas deben ser un ejemplo de sencillez en el vestir; deben vestir en forma prolija, cómoda, usando buen material, pero evitando todo lo que se asemeje a extravagancia y a adornos, aunque no sean costosos; porque estas cosas constituyen una desventaja para nosotros.  Debemos educar a los jóvenes en la sencillez en el vestir, sencillez con pulcritud. Que los adornos adicionales sean dejados de lado, aun cuando cuesten una bagatela.
(Testimonios para los Ministros, pág. 179).

NO PARA LA OSTENTACIÓN.
El verdadero refinamiento no se satisface con el adorno del cuerpo para la ostentación (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 93).

La Biblia nos enseña la modestia en el vestir.  "Asimismo oren también las mujeres en traje decente, ataviándose con recato y modestia" (1 Tim. 2: 9). Este pasaje prohíbe la ostentación en el vestir, los colores chillones, los adornos profusos. Todo medio destinado a llamar la atención a la persona así vestida, o a despertar la admiración, queda excluido de la modesta indumentaria impuesta por la Palabra de Dios (Consejos para los Maestros, pág. 231).

La abnegación en el vestir es parte de nuestro deber cristiano.  El vestir sencillamente y abstenerse de ostentar joyas y adornos de toda clase está de acuerdo con nuestra fe. ¿Pertenecemos al número de aquellos que ven la insensatez de los mundanos al entregarse a la extravagancia en el vestir y al amor de las diversiones? 
(Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 350, 351).

ADORNO IMPERECEDERO EN VEZ DE ORO O PERLAS.
Hay un adorno que no perecerá nunca, que promoverá 398 la felicidad de todos los que nos rodean en esta vida y resplandecerá con lustre, inmarcesible en el futuro inmortal.  Es el adorno de un espíritu manso y humilde.  Dios nos ha ordenado llevar sobre el alma el atavío más rico. . . . En vez de procurar adornos de oro para la vista, se debería hacer un esfuerzo ferviente para obtener la sabiduría que es de más valor que el oro fino; sí, que es más preciosa que los rubíes (Id., pág. 598).

De cuán poco valor son el oro o las perlas o los atavíos costosos en comparación con la gracia de Cristo.  La gracia natural consiste de simetría, o la proporción armoniosa de las partes, cada una con la otra; pero la simpatía espiritual consiste en la armonía o semejanza de nuestra alma con Jesús.  Esto hará a su poseedor más precioso que el oro refinado, aun el oro de Ofir.  Ciertamente, la gracia de Cristo es un adorno inapreciable.  Eleva y ennoblece a su poseedor y refleja rayos de gloria sobre los otros, atrayéndolos también a la Fuente de luz y bendición (Review and Herald,  6-12-1881).

LOS ATRACTIVOS DE LA VERDADERA BELLEZA.
Existe en todos la tendencia natural a ser sentimentales más bien que prácticos.  En vista de este hecho, es importante que los padres, en la educación de sus hijos, dirijan y eduquen sus mentes para que amen la verdad, el deber y la abnegación, y que posean una noble independencia, que elijan lo correcto aunque la mayoría elijan lo erróneo. . . .
Si conservan sano su organismo y amable su temperamento, poseerán la verdadera belleza que podrán llevar con gracia divina.  Y no tendrán necesidad de adornarse con postizos, pues éstos siempre son la expresión de la ausencia del adorno interno del verdadero valor moral.  Un carácter bello es de valor a la vista de Dios.  Una belleza tal atraerá pero no descarriará.  Ese tipo de encantos tienen 399 colores firmes, nunca se desvanecen (Signs of the Times, 9-12-1875).

La religión pura de Jesús requiere de sus seguidores la sencillez de la belleza natural y el lustre del refinamiento natural y la pureza excelsa, antes que lo falso y artificial (Testimonies, tomo 3, pág. 175).

ENSEÑAD A LOS NIÑOS QUE RECONOZCAN UN  VESTIDO SENSATO.
Seamos fieles deberes de la vida del hogar. Entiendan nuestros hijos que la obediencia debe reinar allí. Enseñadles a distinguir entre lo que es sensato y lo que es necio en el asunto del vestido y proporcionadles vestidos que sean pulcros y sencillos.  Como un pueblo que se está preparando para el pronto regreso de Cristo, debiéramos dar al mundo un ejemplo de vestimenta modesta en contraste con las modas prevalecientes del día. Hablad de esto y haced sabios planes de lo que haréis;  realizad luego esos planes en vuestras familias.  Proponeos ser guiados por principios más elevados que las nociones y deseos de vuestros hijos (Manuscrito 45, 1911).

Si nuestros corazones están unidos con el corazón de Cristo,. . . nada se colocará sobre la persona para atraer  la atención o para crear polémica (Testimonios  para los Ministros, pág. 128).

ÚSENSE VESTIDOS QUE SIENTEN BIEN, APROPIADOS PARA LA EDAD Y LAS CIRCUNSTANCIAS DE LA VIDA.
Hermana mía, atraiga a sus hijos a su corazón mediante el afecto.  Présteles el debido cuidado y atención en todas las cosas.  Proporcióneles vestidos que les sienten bien a fin de que no estén mortificados por su apariencia, pues esto sería dañino para su respeto propio. . . . Siempre es correcto estar vestido pulcra y adecuadamente, en una forma que siente bien con la edad y las circunstancias de la vida (Testimonies, tomo 4, pág. 142). 400

EL CUERPO NO DEBIERA SER OPRIMIDO.
El vestido debiera ser holgado, sin que obstruya la circulación de la sangre ni la respiración libre, plena y natural.  Los pies debieran estar protegidos adecuadamente del frío y la humedad.  Con esta vestimenta, podemos hacer ejercicio al aire libre, aun con el rocío de la mañana o de la noche, o después de una lluvia o nevada, sin temor de resfriarnos (Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 89, 90).

EL VESTIDO DEL NIÑO.
Si el atavío del niño proporciona calor, abrigo y comodidad, quedará eliminada una de las principales causas de irritación y desasosiego.  El pequeñuelo gozará mejor salud y la madre no encontrará el cuidado de su hijo demasiado pesado para sus fuerzas y para el tiempo de que dispone.
Las ligaduras apretadas o la ropa por demás ajustada impiden la acción del corazón y de los pulmones, y deben evitarse.  Ninguna parte del cuerpo debe sufrir presión alguna por causa de la ropa que comprima algún órgano o limite su libertad de movimiento.  La ropa de todos los niños debe estar tan holgada, que les permita la más libre y completa respiración; y debe adaptarse de tal modo al cuerpo que los hombros lleven todo el peso de ella (El Ministerio de Curación, pág. 296).

ABRÍGUENSE DEBIDAMENTE LAS EXTREMIDADES.
Debiera prestarse especial atención a las extremidades a fin de que estén tan bien abrigadas como el pecho y la región del corazón donde hay la mayor cantidad de calor.  Los padres que dejan a sus hijos con las extremidades desnudas o casi desnudas, están sacrificando la salud de sus hijos ante la moda.  Si estas partes no están tan abrigadas como el cuerpo, la circulación no se equilibra.  Cuando las extremidades que están lejos de los órganos vitales no están debidamente abrigadas, la sangre es impulsada a la cabeza originando dolor de cabeza o hemorragia nasal, 401 o hay una sensación de congestión en el pecho que produce tos o palpitación del corazón debido a que hay allí demasiada sangre; o el estómago se sobrecarga de sangre y se provoca indigestión.

Para obedecer a la moda, hay madres que visten a sus hijos con sus miembros casi desnudos, y el frío hace que la sangre no siga su curso natural, y se sobrecarguen los órganos internos, dificultándose la circulación y produciéndose la enfermedad.  Los miembros no fueron formados por nuestro Creador para estar expuestos a la intemperie, como la cara.  El Señor proporcionó. . .  también grandes venas y nervios para las extremidades y los pies a fin de que contuvieran una gran cantidad de la corriente de la vida humana para que los miembros pudieran estar uniformemente con el mismo calor del cuerpo.  Debieran estar debidamente abrigados a fin de que la sangre vaya a las extremidades.

Satanás inventó las modas que dejan los miembros expuestos a la intemperie y hacen que el frío saque la corriente vital de su curso original.  Y los padres se inclinan ante el altar de la moda, y visten de tal modo a sus hijos que los nervios y las venas se contraen y no responden al propósito que Dios dispuso que tuvieran.  Como resultado los pies y manos están fríos habitualmente.  Esos padres que siguen la moda en vez de la razón tendrán que dar cuenta a Dios por robar así la salud de sus hijos.  Aun la vida misma con frecuencia se sacrifica al dios de la moda (Testimonies, tomo 2, págs. 531, 532).

UNA DISTINCIÓN EN LA VESTIMENTA DE HOMBRES Y MUJERES. 
Hay una tendencia creciente de que las mujeres, en su vestido y apariencia, se aproximen al otro sexo todo lo que sea posible y la moda es que sus vestidos sean muy parecidos a los de los hombres, pero Dios declara que esto es una abominación. 402
"Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia" (1 Tim.  2: 9) . . . . Dios quería que hubiera una clara distinción entre el vestido de hombres y mujeres y ha considerado el asunto de importancia suficiente para dar instrucciones explícitas acerca de él; pues la misma vestimenta usada por ambos sexos ocasionaría confusión y gran aumento de crimen (Id., tomo 1, págs. 457-460).

LA VESTIMENTA PARA LA IGLESIA. 
Nadie deshonre el santuario de Dios por un atavío ostentoso.
 (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 202).

Debe enseñarse a todos a ser aseados, limpios y ordenados en su indumentaria, pero sin dedicarse a los adornos exteriores que son completamente impropios para el santuario.  No debe haber ostentación de trajes; porque esto estimula la irreverencia.  Con frecuencia la atención de la gente queda atraída por ésta o aquella hermosa prenda, y así se infiltran pensamientos que no debieran tener cabida en el corazón de los adoradores.  Dios ha de ser el tema del pensamiento y el objeto del culto; y cualquiera cosa que distraiga la mente del servicio solemne y sagrado le ofende.  La ostentación de cintas y moños, frunces y plumas, y adornos de oro y plata, es una especie de idolatría, y resulta completamente impropia para el sagrado servicio de Dios.
 (Id., tomo 2, págs. 201, 202).

Algunos tienen la idea de que a fin de realizar la separación del mundo que requiere la Palabra de Dios, deben ser descuidados en su atavío.  Hay algunas hermanas que piensan que están llevando a cabo el principio de no conformarse con el mundo al usar un sombrero ordinario y el mismo vestido usado por ellas durante la semana, el sábado cuando aparecen en la asamblea de los santos para participar en el culto divino.  Y algunos hombres que profesan 403 ser cristianos consideran el asunto del vestido de la misma manera.  Estas personas se reúnen con el pueblo de Dios el sábado con sus vestidos empolvados y sucios y aun con roturas en la ropa que visten de una manera descuidada.
Estos mismos, si tuvieran una cita con un amigo honrado por el mundo, de quien desearan obtener un favor especial, se afanarían para presentarse ante él con el mejor atavío que les fuera posible; pues ese amigo se sentiría insultado si ellos llegaran a su presencia con el cabello despeinado y las ropas sucias y en desorden.  Sin embargo, esas personas piensan que no importa en qué forma se presenten o en qué condición está su persona cuando en el día sábado se reúnen para adorar al gran Dios (Review and Herald, 30-1-1900).

NO HA DE HACERSE DEL VESTIDO UN TEMA DE CONTROVERSIA.
No hay necesidad de hacer del asunto del vestido el punto principal de vuestra religión.  Hay algo más valioso de lo cual hablar.  Hablad de Cristo, y cuando el corazón está convertido, todo lo que no está en armonía con la Palabra de Dios, se eliminará (Evangelismo, pág. 202).

Nuestro vestido no nos hace de valor a la vista del Señor.  Lo que vale ante Dios es el adorno interno, las gracias del Espíritu, las palabras bondadosas, la consideración atenta hacia otros.
 (Counsels on Stewardship, pág. 301).

NADIE HA DE SER CONCIENCIA PARA OTROS, PERO DEBE EJERCER UN EJEMPLO DIGNO. 
No se debe dar alas a quienes centralizan su religión en el vestido.  Estudie cada uno las claras enseñanzas de las Escrituras en cuanto a la sencillez y la sobriedad en el vestido y, mediante la fiel obediencia a esas enseñanzas, esfuércese por dar un ejemplo digno ante el mundo y los que son nuevos en la fe.  Dios no quiere que nadie sea conciencia para otros. 404
Háblese del amor y humildad de Jesús pero no se anime a los hermanos y hermanas a encontrar fallas en el vestido o la apariencia de otros.  Algunos se deleitan en esto; y cuando su mente se ocupa en ese sentido, comienzan a sentir que deben convertirse en remendones de la iglesia.  Suben a la silla del juez y tan pronto como ven a uno de sus hermanos y hermanas, miran para encontrar algo que criticar.  Esta es una de las formas más efectivas para volverse estrecho de mente y para empequeñecer el crecimiento espiritual.  Dios quiere que bajen de la silla del juez pues nunca los ha colocado allí. (Historical Sketches of Seventh-day Adventist Foreign Mission, págs. 122, 123).

EL CORAZÓN DEBE ESTAR BIEN.
Si somos cristianos, seguiremos a Cristo aunque el camino que debamos seguir sea opuesto a nuestras inclinaciones naturales.  No vale la pena deciros que no debéis usar esto o lo otro, pues si el amor de esas cosas vanas está en vuestro corazón, el desprendernos de vuestros adornos será tan sólo como cortar el follaje de un árbol.  Las inclinaciones del corazón natural se manifestarán nuevamente.  Debéis estar convencidos en vuestra conciencia.
(Review and Herald, 10-5-1892).

DONDE MUCHAS DENOMINACIONES PERDIERON SU PODER.
El razonamiento humano ha tratado siempre de evadir o de poner a un lado las instrucciones sencillas y directas de la Palabra de Dios.  En todas las épocas, una mayoría de los profesos seguidores de Cristo ha desatendido esos preceptos que ordenan la abnegación y la humildad, que requieren modestia y sencillez de conversación, de conducta y de indumentaria.  El resultado ha sido siempre el mismo: un apartamiento de las enseñanzas del Evangelio conduce a la adopción de las modas, las costumbres y los principios del mundo.  La piedad vital cede su lugar a un formalismo muerto.  La presencia y el 405 poder de Cristo, retirados de esos círculos amadores del mundo, hallan cabida entre una clase de humildes adoradores que están dispuestos a obedecer las enseñanzas de la Santa Palabra.  Se ha seguido esta conducta durante generaciones sucesivas.  Se han levantado, una tras otra, diferentes denominaciones que, abandonando su sencillez, han perdido, en gran medida, su poder primitivo (Mensajes para los Jóvenes, pág. 352).

 LA NORMA ES LA PALABRA DE DIOS.
En todos los asuntos de la indumentaria, debemos ser estrictamente cuidadosos y seguir muy de cerca las reglas bíblicas.  La moda ha sido la diosa que ha regido el mundo, y con frecuencia se insinúa en la iglesia.  La iglesia debe hacer de la Palabra de Dios su norma y los padres deben pensar inteligentemente acerca de este asunto.  Cuando ven a sus hijos inclinarse a seguir las modas mundanas, deben, como Abrahán, ordenar resueltamente a su casa tras sí.  En vez de unirlos con el mundo, relacionadlos con Dios.
 (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 202). 406

CAPÍTULO 67. LA MODA ES UN PODER FASCINANTE.
LA MODA ES UN GOBERNANTE TIRÁNICO.
La moda rige al mundo, y es un amo tiránico.  Con frecuencia obliga a sus adictos a someterse a los mayores inconvenientes e incomodidades.  La moda impone contribuciones irrazonables y cobra sin misericordia.  Tiene un poder fascinante y está lista para criticar y ridiculizar a todos los que nos siguen en su estela 
(Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 85).

Los ricos tienen la ambición de descollar como seguidores de sus estilos siempre cambiantes; la clase media y la pobre se esfuerzan por aproximarse a la norma establecida por aquellos a quienes suponen superiores.  Donde los medios o la fuerza son limitados y es grande la ambición de ser elegante, la carga llega a ser casi insoportable.  A muchas personas no les importa que un vestido sea sentador o hermoso; si la moda cambia, lo reforman o lo desechan (La Educación, pág. 240).

Satanás, el instigador y principal promotor en los siempre cambiantes y nunca satisfacientes dictados de la moda, está siempre ocupado inventando algo nuevo que pueda provocar un daño a la salud física y moral; y triunfa cuando sus inventos tienen tanto éxito.  La muerte se ríe porque la necedad que destruye la salud y el ciego celo de los que adoran ante el altar de la moda los ponen tan fácilmente bajo su dominio.  La felicidad y el favor de Dios son sacrificados sobre su altar (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 85).

La idolatría del atavío es una enfermedad moral.  No debe ser introducida en la nueva vida.  En la mayoría de los casos, la sumisión a los requerimientos del Evangelio exigirá un cambio decidido en la 407 manera de vestir (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 393).

EL PRECIO QUE ALGUNOS PAGAN.
¡Cuán contrarias a los principios consignados en las Escrituras son muchas de las confecciones impuestas por la moda!  Pensad en los estilos que han prevalecido en los últimos siglos o aun en las últimas décadas. . . . ¡Cuántos nos parecerían impropios de una mujer refinada, temerosa de Dios y respetuosa de sí misma! . . . Más de una niña pobre, para llevar un vestido elegante, se ha privado de ropa interior y de abrigo y ha pagado este desacierto con su vida.  

Otras, llevadas por el deseo de la ostentación y de la elegancia de los ricos, entraron en el camino de la deshonestidad y la vergüenza.  Más de una familia tiene que privarse de comodidades, más de un padre de familia se ve arrastrado a las deudas y a la ruina para satisfacer las extravagantes exigencias de la esposa y los hijos.
 (El Ministerio de Curación, pág. 222).

LA SALVACIÓN PUESTA EN PELIGRO POR LA IDOLATRÍA DEL VESTIDO.
El orgullo y la vanidad se manifiestan por doquiera, pero los que están propensos a admirarse a sí mismos en un espejo, se sienten poco inclinados a mirarse en la ley de Dios, el gran espejo moral.  Esta idolatría del vestido destruye todo lo que es humilde, dócil y amable en el carácter.  Consume las preciosas horas que debieran dedicarse a la meditación, al escudriñamiento del corazón, al estudio de la Palabra de Dios con oración. . . . Ningún cristiano puede conformarse con las modas inmorales del mundo sin poner en peligro la salvación de su alma (Review and Herald, 31-3-1891).

EL AMOR A LA OSTENTACIÓN DESMORALIZA EL HOGAR. 
Ayudadas por la gracia de Cristo, las mujeres son capaces de efectuar una grande y amplia obra.  Por esta razón, Satanás obra con sus engaños para 408 inventar vestidos a la moda, a fin de que el amor a la ostentación pueda absorber la mente y el corazón y los afectos aun de las profesas madres cristianas de este siglo para que no tengan tiempo que dedicar a la educación y preparación de sus hijos o al cultivo de su propia mente y carácter, a fin de ser ejemplos para sus hijos, modelos de buenas obras.  Cuando Satanás se asegura el tiempo y el afecto de la madre, comprende plenamente cuánto ha ganado.  En nueve casos de diez, ha conseguido la dedicación de toda la familia al vestido y la ostentación frívola.  Computa a los hijos entre sus despojos, pues ha cautivado a la madre (Manuscrito 43, 1900).

Los pequeñuelos oyen más del vestido que de su salvación, . . . pues la madre está más familiarizada con la moda que con su Salvador (Testimonies, tomo 4, pág. 643).

Tanto los padres como los hijos quedan privados de lo más dulce y verdadero de la vida.  Por causa de la moda no reciben preparación para la vida venidera (El Ministerio de Curación, pág. 223).

NO TIENEN SUFICIENTE VALOR PARA DETENER LA MARCA. 
Muchas de las cargas de la madre son el resultado de su esfuerzo para mantenerse al día con las modas.  Terrible es el efecto de esas modas sobre la salud física, mental y moral.  Al faltarles el valor para mantenerse, firmes de parte de lo correcto, las mujeres permiten que la corriente del sentimiento popular las arrastre en su estela. . . . Con demasiada frecuencia, las madres que profesan ser cristianas sacrifican los principios a su deseo de seguir a la multitud que coloca a la moda como su dios.  Protesta la conciencia, pero no tienen suficiente valor para decidirse firmemente contra el error. 
(Review and Herald, 17-11-1904).

PADRES, TENED CUIDADO.
Con frecuencia, los padres visten a sus hijos con vestidos extravagantes, con 409 mucho despliegue de adornos.  Luego abiertamente admiran el efecto de su atavío y los felicitan por su apariencia.  Estos necios padres se llenarían de consternación si pudieran ver cómo Satanás secunda sus esfuerzos y los insta a mayores necedades.
(Pacific Health Journal, enero de 1890).

UN PROBLEMA QUE AFRONTAN MUCHAS MADRES.
Si vuestras hijas ven un vestido diferente del que tienen, están inclinadas a desear un vestido similar a ése. O quizá quieren otro que ven que tienen otras, que vosotras creéis que no debéis proporcionarles de acuerdo con vuestra fe. ¿Les permitiréis que lo consigan a fuerza de molestaros, permitiendo que ellas os manejen en vez de encaminarlas de acuerdo con los principios del Evangelio?  Nuestros hijos son muy preciosos a la vista de Dios.  Enseñémosles la Palabra de Dios y preparémoslos en los caminos de Dios.  Tenemos el privilegio de enseñar a nuestros hijos a vivir de tal forma que tengan la aprobación del Cielo. . . .
No animemos a nuestros hijos a seguir las modas del mundo, y si somos leales en darles una preparación debida, no harán esto. . . . Las modas del mundo con frecuencia revisten formas ridículas, y debéis tomar una posición firme contra ellas (Manuscrito 45, 1911).

EL FRUTO DEL AMOR A LA OSTENTACIÓN.
El amor a la indumentaria y los placeres está destruyendo la felicidad de millares.  Y algunos de los que profesan amar y guardar los mandamientos de Dios imitan a esa clase de personas, tanto como les es posible hacerlo sin perder el nombre de cristianos.  Algunos de los jóvenes tienen tal afición a la ostentación, que hasta están dispuestos a renunciar al nombre de cristianos para seguir su inclinación a la vanidad y la indumentaria, y el amor a los placeres.
 (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 350). 410

Las familias que usan mucho tiempo en vestirse ostentosamente podrían ser comparadas con la higuera que Cristo vio desde lejos.  Esa higuera ostentaba sus ramas floridas a pesar de lo que era en realidad, pero cuando Cristo fue a buscar frutos, escudriñó desde la rama más alta hasta la más baja y no encontró sino hojas.  Tiene hambre de frutos, frutos que debe recibir (Manuscrito 67, 1903).

LAS HIJAS DE DIOS PARTICIPARÁN DE LA NATURALEZA DIVINA.
Hay bastante trabajo necesario e importante que hacer en este mundo necesitado y doliente, sin malgastar momentos preciosos en los adornos o la ostentación.  Las hijas del Rey celestial, miembros de la familia real, sentirán el peso de la responsabilidad que significa alcanzar una vida superior, para llegar a estar en íntima comunión con el cielo y trabajar al unísono con el Redentor del mundo.  Las que se dedican a este trabajo no estarán satisfechas con las modas e insensateces que absorben la mente y los afectos de las mujeres de estos postreros días.  Si son verdaderamente hijas de Dios, participarán de la naturaleza divina.  Al ver las influencias corruptoras de la sociedad, se sentirán movidas de la más profunda compasión, como su divino Redentor.  Simpatizarán con Cristo, y en su esfera, según su capacidad y oportunidades, trabajarán para salvar a las almas que perecen, como Cristo trabajó en su exaltada esfera en beneficio de los hombres.
 (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 413). 411


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