martes, agosto 21, 2018

CONDUCCIÓN DEL NIÑO (EGW). SECCIÓN XII. EL DESARROLLO DE LAS FACULTADES MENTALES.


CAPÍTULO 50. ¿QUÉ COMPRENDE LA VERDADERA EDUCACIÓN?
LOS ALCANCES DE LA VERDADERA EDUCACIÓN.
La verdadera educación significa más que seguir cierto curso de estudios.  Es amplia.  Incluye el desarrollo armonioso de todas las facultades físicas y mentales.  Enseña a amar y temer a Dios, y es una preparación para el fiel cumplimiento de los deberes de la vida 
(Consejos para los Maestros, pág. 53).

Incluye no solamente la disciplina mental, sino el adiestramiento que asegure una moral sana y un comportamiento correcto (Id., pág. 252).

La primera gran lección de toda educación, consiste en conocer y comprender la voluntad de Dios.
 Debemos hacer en cada día de la vida el esfuerzo para obtener este conocimiento.  Aprender la ciencia por la sola interpretación humana es obtener una falsa educación; pero el aprender de Dios y de Cristo es conocer la ciencia del cielo.  La confusión que se nota en la educación proviene de que la sabiduría y el conocimiento de Dios no han sido ensalzados (Id., pág. 342).

INFLUID CONTRA LA RIVALIDAD EGOÍSTA Y LA AMBICIÓN.
En semejante momento, ¿cuál es la tendencia de la educación dada? 
¿A qué motivo se dirige más a menudo?  A la complacencia del yo.  Gran parte de la educación dada es una perversión del arte pedagógico.  La verdadera educación es una influencia que contrarresta la ambición egoísta, el anhelo 274 de poder, la indiferencia hacia los derechos y las necesidades de la humanidad, que constituyen una maldición de nuestro mundo.  El plan de vida de Dios tiene un lugar para cada ser humano.  Cada uno debe perfeccionar sus talentos hasta lo sumo y la fidelidad con que hace esto, sean pocos o muchos los dones, es lo que le da derecho a recibir honor.  En el plan de Dios no tiene cabida la rivalidad egoísta.  Los que se miden entre sí mismos y se comparan consigo mismos "son faltos de buen sentido" (2 Cor. 10: 12).  Cualquier cosa que hagamos debe ser hecha "como del poder que suministra Dios" (1 Ped. 4: 11); "de corazón, como para el Señor, y no para los hombres; sabiendo que de parte del Señor recibiréis el galardón de la herencia; pues servís a Cristo, el Señor" (Col. 3: 23,  24).  Son preciosos el servicio prestado y la educación obtenida al poner en práctica estos principios.  Pero ¡cuán diferente es una gran parte de la educación que ahora se da!  Desde los primeros años de la vida del niño, es un estímulo a la emulación y la rivalidad; fomenta el egoísmo, raíz de todo mal.
 (La Educación, págs. 221, 222).

EL MODELO FUE DADO EN EL EDÉN.
El sistema de educación instituido al principio del mundo, debía ser un modelo para el hombre en todos los tiempos.  Como una ilustración de sus principios se estableció una escuela modelo en el Edén, el hogar de nuestros primeros padres.  El jardín del Edén era el aula, la naturaleza el libro de texto, el Creador mismo era el Maestro, y los padres de la familia humana los alumnos (Id., pág. 17).

EJEMPLIFICADA POR EL MAESTRO SUPREMO.
En la educación de sus discípulos, el Salvador siguió el sistema de educación establecido al principio.  Los primeros doce escogidos, junto con unos pocos que, por el alivio de sus necesidades estaban de vez en 275 cuando en relación con ellos, formaban la familia de Jesús.  Estaban con él en la casa, a la mesa, en el retiro, en el campo.  Lo acompañaban en sus viajes, compartían sus pruebas y tareas, y, hasta donde podían, tomaban parte en su trabajo.
A veces les enseñaba cuando estaban sentados en la ladera de la montaña; a veces, junto al mar o desde la barca de un pescador; otras, cuando iban por el camino.  Cada vez que hablaba a la multitud, los discípulos formaban el círculo más cercano a él.  se agolpaban en torno a él para no perder nada de sus instrucción.  Eran oidores atentos, anhelosos de comprender las verdades que debían enseñar en todos los países y a todas las edades (Id., págs. 80, 81)

LA VERDADERA EDUCACIÓN ES TANTO PRÁCTICA COMO TEÓRICA.
En la niñez y en la juventud la instrucción práctica debiera combinarse con la teórica y la mente debiera quedar provista de conocimientos. . . .
Debiera enseñarse a los hijos para que tengan parte en los deberes domésticos.  Debiera instruírselos para que ayuden al padre y a la madre en las pequeñas cosas que pueden hacer.  Su mente debiera ser cultivada para que piense, debiera emplearse su memoria para que recuerde las tareas que se le asignan; y al educárselos en hábitos de utilidad en el hogar, se los está educando para realizar los deberes prácticos que convienen para su edad.
 (Fundamentals of Christian Education, págs. 368, 369).

NO ES LA ELECCIÓN NATURAL DE LOS JÓVENES.
La clase de educación que hará idóneos a los jóvenes para la vida práctica, no es la que eligen comúnmente.  Ellos insisten en sus deseos, sus gustos y disgustos, sus preferencias e inclinaciones; pero si sus padre, tienen una visión correcta de Dios, de la verdad y de las influencias y compañías que deben rodear a sus hijos, sentirán que sobre ellos descansa la responsabilidad confiada por Dios de guiar cuidadosamente 276 a los jóvenes inexpertos 
(Consejos para los Maestros, pág. 102).

NO ES UN MÉTODO PARA ESCAPAR DE LAS RESPONSABILIDADES DE LA VIDA.
Incúlquese en los jóvenes el pensamiento de que la educación no les ha de enseñar a esquivar las tareas desagradables ni las cargas pesadas de la vida; que su propósito es hacer más liviano el trabajo mediante la enseñanza de mejores métodos y blancos más elevados.  Enseñadles que el verdadero blanco de la vida no es obtener toda la ganancia posible para sí, sino honrar a su Hacedor haciendo su parte en el trabajo del mundo y ayudando a los que son más débiles y más ignorantes.
 (La Educación, pág. 217).

LA EDUCACIÓN DEBIERA DESPERTAR EL ESPÍRITU DE SERVICIO.
Más que ningún otro agente, el servir por amor a Cristo en las cosas pequeñas de la vida diaria tiene poder para formar el carácter y para dirigir la vida por el camino del servicio abnegado.  Despertar este espíritu, fomentarlo y encauzarlo debidamente es la obra de padres y maestros.  No podría encomendárselas obra más importante.  El espíritu de servicio es el espíritu del cielo, y en cada esfuerzo que se haga para fomentarlo y alentarlo puede contarse con la cooperación de los ángeles.
Una educación tal debe basarse en la Palabra de Dios.  Sólo en ella se exponen plenamente los principios de la educación.  Debe hacerse de la Biblia el fundamento del estudio y de la enseñanza.  El conocimiento esencial es el conocimiento de Dios y de Aquel a quien envió.
 (El Ministerio de Curación, pág. 312).

La educación moral está por encima de la cultura intelectual.  Los niños necesitan grandemente la debida educación, a fin de poder ser útiles en el mundo. Pero cualquier esfuerzo que ensalce la cultura intelectual por encima de la moral, va descaminado. 277 Instruir, cultivar, pulir y refinar a los jóvenes y los niños, debiera ser la preocupación principal de padres y maestros (Consejos para los Maestros, pág. 67).

SU PROPÓSITO ES LA EDIFICACIÓN DEL CARÁCTER.
La más alta educación es la que imparte un conocimiento y una disciplina que conducen a un mejor desarrollo del carácter, y prepara al alma para aquella vida que se mide con la vida de Dios.  En nuestros cálculos no debe perderse de vista la eternidad.  La más alta educación es la que enseña a nuestros niños y jóvenes la ciencia del cristianismo, la que les da un conocimiento experimental de los caminos de Dios, y les imparte las lecciones que Cristo dio a sus discípulos, acerca del carácter paternal de Dios (Id., pág. 37).

ES UNA PREPARACIÓN QUE DIRIGE Y DESARROLLA.
Hay una época para desarrollar a los niños, y otra para educar a los jóvenes; es esencial que en la escuela se combinen ambas en extenso grado.  Se puede preparar a los niños para que sirvan al pecado, o para que sirvan a la justicia.  La primera educación de los jóvenes amolda su carácter, tanto en su vida secular como en la religiosa.  Salomón dice: "Instruye al niño en su carrera: aun cuando fuere viejo no se apartará de ella" (Prov. 22: 6).  Este lenguaje es positivo.  La preparación que Salomón recomienda consiste en dirigir, educar y desarrollar.  Para hacer esta obra, los padres y los maestros deben comprender ellos mismos el "camino" por el cual debe andar el niño.  Esto abarca más que tener simplemente un conocimiento de los libros.  Abarca todo lo que es bueno, virtuoso, justo y santo.  Abarca la práctica de la templanza, la piedad, la bondad fraternal y el amor mutuo y hacia Dios.  A fin de alcanzar este objeto, debe recibir atención la educación física, mental, moral y religiosa de los niños.
 (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 314). 278

PREPARA OBREROS PARA DIOS.
Sobre los padres y las madres descansa la responsabilidad de dar una educación cristiana a los hijos que les han sido confiados.  En ningún caso deben permitir que ninguna ocupación absorba de tal modo su tiempo y sus talentos que su hijos queden a la deriva hasta que se separen de  Dios.  No han de permitir que sus hijos caigan en las manos de incrédulos.
Han de hacer todo lo que está en su poder para apartarlos del seductor espíritu del mundo.  Han de prepararlos para que lleguen a ser colaboradores con Dios.  Han de ser la mano humana de Dios que los prepare a ellos y a sus hijos para una vida eterna 
(Fundamentals of Christian Education, pág. 545).

ENSEÑA EL AMOR Y EL TEMOR DE DIOS.
Padres cristianos, por amor de Cristo, ¿no examinaréis vuestros deseos, vuestros propósitos para vuestros hijos y comprobaréis si soportarán la prueba de la ley de Dios?  La educación más esencial es la que les enseña el amor y el temor de Dios (Review and Herald, 24-6-1890).

ES CONSIDERADA POR MUCHOS COMO ANTICUADA.
La educación que ha de durar tanto como la eternidad es casi por completo descuidada y considerada como anticuada y poco deseable.  La educación de los niños para que emprendan la obra de edificar el carácter, teniendo en cuenta su bien presente, su paz y felicidad presente, y para guiar sus pasos en el sendero señalado para los redimidos del Señor, es considerada como pasada de moda y por lo tanto como no esencial.  A fin de que vuestros hijos entren por las puertas de la ciudad de Dios como vencedores, deben ser educados en el temor de Dios y en la observancia de sus mandamientos en la vida actual (Fundamentals of Christian Education, pág. 111).

SIEMPRE ES PROGRESIVA Y NUNCA SE COMPLETA.
Nuestro trabajo en esta vida es una preparación para la 279 vida eterna.  La educación empezada aquí no se completará en esta vida, sino que ha de continuar por toda la eternidad, progresando siempre, nunca completa.  La sabiduría y el amor de Dios en el plan de la redención se nos revelarán más y más cabalmente.  El Salvador, al llevar a sus hijos a las fuentes de aguas vivas, les concederá ricos caudales de conocimiento.  Y día tras día las maravillosas obras de Dios, las pruebas de su poder en la creación y el sostenimiento del universo, se manifestarán a la mente en nueva belleza.  A la luz que resplandece del trono, desaparecerán los misterios, y el alma se llenará de admiración ante la sencillez de las cosas que nunca antes comprendiera.
 (El Ministerio de Curación, pág. 371). 280

CAPÍTULO 51. LA PREPARACIÓN PARA LA ESCUELA.
LOS PRIMEROS OCHO O DIEZ AÑOS.
Los niños no deberían estar mucho tiempo dentro de las casas; no se les debería exigir que se apliquen con mucho tesón al estudio hasta que se haya echado un buen cimiento para el desarrollo físico.  Durante los ocho o diez primeros años de la vida del niño, el campo o el jardín constituyen la mejor aula, la madre, la mejor maestra, y la naturaleza el mejor libro de texto.  Hasta que el niño tenga edad suficiente para asistir a la escuela se debería considerar su salud más importante que el conocimiento de los libros.  Debería estar rodeado de las más favorables condiciones para el crecimiento físico y mental (La Educación, pág. 204).

Existe la costumbre de enviar a los niñitos prematuramente a la escuela.  Se requiere de ellos que estudien de los libros cosas que sobrecargan su mente. . . . Este proceder no es sabio.  Un niño nervioso no debiera ser sobrecargado de ninguna manera. 
(Fundamentals of Christian Education, pág. 416).

EL PROGRAMA DEL NIÑO DURANTE LA INFANCIA.
Durante los primeros seis o siete años de la vida del niño, debiera dedicarse especial atención a su educación física antes que a la intelectual.  Si su constitución física es buena, después de este período debieran recibir atención ambos tipos de educación.  La infancia se extiende hasta la edad de seis o siete años.  Hasta este período, debiera dejarse que los niños correteen de acá para allá, como corderitos, por la casa y los patios, dando rienda suelta a sus estados de ánimo, saltando y retozando, libres de cuidado y tribulaciones. 281
Los padres, y especialmente las madres, debieran ser los únicos maestros de esas mentes infantiles.  La educación no debiera provenir de los libros.  Por regla general, los niños aprenderán las cosas de la naturaleza mediante preguntas.  Harán preguntas en cuanto a lo que ven y oyen, y los padres debieran aprovechar la oportunidad para instruir y responder pacientemente a los pequeños preguntones.  En esa manera, pueden anticiparse al enemigo y fortalecer la mente de sus hijos sembrando buenas semillas en su corazón, sin dejar terreno para que se arraiguen las malas.  En esta tierna edad, la amante instrucción de la madre es lo que necesitan los niños para la formación del carácter (Pacific Health Journal, septiembre de 1897).

LECCIONES DURANTE EL PERÍODO DE TRANSICIÓN.
La madre debiera ser la maestra y el hogar la escuela donde cada niño reciba sus primeras lecciones, y esas lecciones debieran incluir hábitos de laboriosidad.  Madres, permitid que los pequeños jueguen al aire libre; permitidles que escuchen los cantos de los pajarillos y conozcan el amor de Dios tal como se expresa en sus bellas obras.  Enseñadles sencillas lecciones del libro de la naturaleza y de las cosas que los rodean, y a medida que sus mentes se expandan, pueden añadirse lecciones de los libros y pueden fijarse firmemente en la memoria.  Pero aprendan también a ser útiles, aun en sus años más precoces.  Enseñadles a pensar que, como miembros del hogar, han de realizar su parte con interés y espíritu de ayuda, compartiendo las tareas domésticas y buscando el ejercicio saludable en la realización de los deberes necesarios del hogar.
 (Fundamentals of Christian Education, págs. 416, 417).

NO NECESITA SER UN PROCESO PENOSO.
Tal educación es de un valor indecible para un niño, y esta preparación no necesita ser un proceso penoso.  Puede 282 darse de tal manera que el niño halle placer aprendiendo a ser útil.  Las madres pueden entretener a sus hijos mientras les enseñan a cumplir pequeñas tareas de amor, pequeños deberes del hogar.  Esta es la obra de la madre: instruir pacientemente a sus hijos, línea sobre línea, precepto sobre precepto, un poquito aquí y un poquito allá.  Y al hacer esta obra, la madre misma obtendrá una educación y una disciplina incalculables (Carta 55, 1902).

LA MORAL PUESTA EN PELIGRO POR LOS COMPAÑEROS DE ESCUELA.
No enviéis a vuestros pequeñuelos a la escuela demasiado precozmente.  La madre debiera ser cuidadosa al confiar a otras manos el dar forma a la mente del niño.
 (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 67).

Muchas madres creen que no tienen tiempo para instruir a sus hijos, y a fin de sacárselos del camino y librarse de su ruido y molestia, los mandan a la escuela. . . .
No sólo se ha puesto en peligro la salud física y mental al enviarlos a la escuela demasiado precozmente, sino que han perdido desde el punto de vista moral.  Tuvieron la oportunidad de tratarse con niños incultos.  Se asociaron con los que son ásperos y rudos, que mienten, blasfeman, roban y engañan, y que se deleitan en impartir su conocimiento del vicio a los que son menores que ellos.  Si se deja a los niñitos librados a sus propias fuerzas, aprenden más fácilmente el mal que el bien.  Los malos hábitos se avienen mejor con el corazón natural y las cosas que ven y oyen en su infancia y niñez se graban profundamente en su mente; y la mala semilla sembrada en su corazón joven se arraigará y se convertirá en aguzadas espinas que herirán el corazón de sus padres.
 (Solemn Appeal, págs. 130, 132). 283

CAPÍTULO 52. LA ELECCIÓN DE LA ESCUELA.
SUFRIMOS PÉRDIDAS TERRIBLES.
A veces me sorprendo a mí misma deseando que Dios hable a los padres con una voz audible como habló a la esposa de Manoa, para decirles lo que deben hacer en la educación de sus hijos.  Experimentamos pérdidas terribles en cada rama de la obra debido al descuido de la educación en el hogar.  Fue esto lo que hizo resaltar la necesidad de escuelas donde predominara una influencia religiosa.  Si hay algo que se pueda hacer para contrarrestar el gran mal, lo haremos con la fortaleza de Jesús (Manuscrito 119, 1899).

AFRONTAMOS UN ACONTECIMIENTO SUPREMO.
Padres, tutores, colocad a vuestros niños en escuelas donde la influencia sea similar a la que se ejerce en una escuela de hogar rectamente manejada; escuelas donde los maestros llevarán a los niños hacia adelante paso tras paso, y en las cuales la atmósfera espiritual sea un sabor de vida para vida. . . . 
Depende grandemente de la influencia que los rodee, después de haber salido de su hogar, entre aquellos a quienes van en procura de instrucción cristiana, el que nuestros jóvenes que han recibido una sabia instrucción y una educación de padres piadosos, continúen o no siendo santificados por la verdad.
 (Testimonies, tomo 8, pág. 226).

¿QUÉ CLASE DE EDUCADORES?
En el mundo hay dos clases de educadores.  Una clase está formada por aquellos a quienes Dios convierte en canales de luz y la otra clase por aquellos a quienes Satanás usa como sus agentes, que son sabios para hacer el mal.  Una clase contempla el carácter de Dios y acrecienta su conocimiento de Jesús, a quien Dios ha enviado al mundo.  Esta clase se entrega plenamente a aquellas cosas que proporcionarán iluminación celestial, 284 sabiduría celestial para la exaltación del alma.  Cada facultad de su naturaleza está sometida a Dios y sus pensamientos han sido colocados en cautividad ante Cristo.  La otra clase está confabulada con el príncipe de las tinieblas, que siempre está alerta buscando la oportunidad para enseñar a otros el conocimiento del mal.
 (Fundamentals of Christian Education, pág. 174).

ELEGID LA ESCUELA DONDE DIOS ES EL FUNDAMENTO.
Al hacer planes para la educación de sus hijos fuera del hogar, los padres deben comprender que ya no es seguro mandarlos a las escuelas fiscales, y deben esforzarse por enviarlos a aquéllas en las cuales obtendrán una educación basada en el fundamento bíblico.  Sobre cada padre cristiano descansa la obligación solemne de dar a sus hijos una educación que los inducirá a obtener conocimiento de Dios, y a llegar a ser partícipes de la naturaleza divina por la obediencia a la voluntad y el camino de Dios.
 (Consejos para los Maestros, págs. 157, 158).

CONSIDERAD EL CONSEJO DE DIOS PARA ISRAEL.
Mientras caían sobre la tierra de Egipto los juicios de Dios, el Señor no sólo indicó a los israelitas que mantuvieran a sus hijos dentro de sus casas, sino que aun ordenó que entraran su ganado de los campos. . . .

Así como los israelitas preservaron a sus hijos dentro de sus hogares durante el tiempo cuando los juicios de Dios estuvieron en la tierra de Egipto, así también en este tiempo de peligro hemos de preservar a nuestros hijos separándolos y apartándolos del mundo.  Hemos de enseñarles que los mandamientos de Dios significan mucho más de lo que nos imaginamos.  Los que los guardan no imitarán las prácticas de los transgresores de la ley de Dios.
Los padres deben considerar la Palabra de Dios con respeto, obedeciendo sus enseñanzas.  A los 285 padres de hoy tanto como a los israelitas Dios declara: "Estas palabras. . . estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.  Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas".

A pesar de esa clara instrucción, algunos de los hijos de Dios permiten que sus hijos asistan a escuelas públicas donde se mezclan con los que practican costumbres corruptas.  En esas escuelas, sus hijos no pueden estudiar la Biblia ni aprender sus principios.  Padres cristianos, debéis procurar que vuestros hijos se eduquen en los principios bíblicos (Manuscrito 100, 1902).

SE NEUTRALIZA LA VERDAD BÍBLICA. SE CONFUNDE EL NIÑO.
¿Obtienen nuestros niños, de parte de los maestros de las escuelas públicas, ideas que armonizan con la Palabra de Dios? ¿Les es presentado el pecado como una ofensa contra Dios? ¿Se les enseña que la obediencia a los mandamientos de Dios es el principio de toda sabiduría?  Mandamos nuestros niños a la escuela sabática para que se les eduque acerca de la verdad, y luego, cuando van a la escuela fiscal, les hacen aprender lecciones que encierran mentiras.  Estas cosas confunden la mente y no debieran suceder, pues si los jóvenes acogen ideas que pervierten la verdad, ¿cómo podrá ser contrarrestada la influencia de dicha educación?
¿Podremos, acaso, maravillarnos de que en tales circunstancias algunos jóvenes de entre los nuestros no aprecien los beneficios religiosos? ¿Podremos maravillarnos de que se dejen arrastrar hacia la tentación? ¿Podremos maravillarnos de que, habiendo vivido en el abandono que les ha tocado, consagren sus energías a diversiones que ningún bien les reportan, 286 que estén empobrecidas, sus aspiraciones religiosas y oscurecida su vida espiritual?  
La mente será de igual carácter que aquello de que se alimenta; la cosecha, de igual naturaleza que la semilla sembrada. ¿No bastan estos hechos para hacernos ver cuán necesario es amparar desde los primeros años la educación de los jóvenes? ¿No sería mejor para los jóvenes crecer hasta cierto punto en ignorancia de lo que comúnmente se acepta por educación, más bien que llegar a ser indiferentes a la verdad de Dios? (Joyas de los Testimonios, tomo 2, págs. 452. 453).

ESCUELAS EN TODAS NUESTRAS IGLESIAS.
En todas nuestras iglesias debiera haber escuelas, y en éstas, maestros que sean misioneros.  Es esencial que éstos estén preparados para desempeñar bien su parte en la obra importante de educar a los niños de los observadores del sábado, no sólo en las ciencias, sino en las Escrituras.  Estas escuelas, establecidas en diferentes localidades, bajo la dirección de hombres y mujeres temerosos de Dios, según lo exija el caso, deben fundarse sobre los mismos principios en que estaban edificadas las escuelas de los profetas.
 (Consejos para los Maestros, pág. 129).

ESCUELAS DE IGLESIA EN LAS CIUDADES.
Es de importancia máxima que se establezcan escuelas de iglesia a las cuales se puedan enviar los niños y todavía estén bajo el cuidado de su madre y tengan la oportunidad de practicar las lecciones de ser serviciales que es el propósito de Dios que aprendan en el hogar. . . .
Mucho más se puede hacer para salvar y educar a los niños de los que en la actualidad no pueden salir de las ciudades.  Este es un asunto digno de nuestros mejores esfuerzos.  En las ciudades han de establecerse escuelas de iglesia y en relación con esas escuelas deben trazarse planes para la enseñanza de 287 estudios más avanzados cuando haya demanda de ellos (Review and Herald, 17-12-1903).

ESTABLÉZCANSE ESCUELAS PARA LAS IGLESIAS PEQUEÑAS.
Muchas familias que con el objeto de educar a sus hijos se trasladan a los lugares donde están establecidas nuestras escuelas mayores prestarían mejor servicio al Maestro si se quedaran donde se encuentran.  Debieran animar a la iglesia de la cual son miembros a establecer una escuela de iglesia donde los niños que habiten dentro de sus confines pudieran recibir una educación cristiana perfecta y práctica.  Sería muchísimo mejor para sus hijos, para ellos mismos y para la causa de Dios, si se quedasen en las iglesias más pequeñas, donde se ha menester de su ayuda, en lugar de ir a las más grandes, donde, a causa de que no se les necesita, existe la constante tentación a caer en la inercia espiritual.

Dondequiera que haya unos cuantos observadores del sábado, los padres deben unirse para habilitar un lugar destinado a escuela diaria donde sus hijos y jóvenes puedan ser enseñados.  Deben ocupar a un maestro cristiano que, como consagrado misionero, eduque a los niños de manera que los encamine hacia la vocación misionera.  Ocúpense maestros que den una educación cabal en los ramos comunes, haciendo de la Biblia el fundamento y vida de todo estudio.
 (Joyas de los Testimonios, tomo 2, págs. 456, 457).

En las localidades donde hay pocos creyentes, únanse dos o tres iglesias para levantar un humilde edificio para la escuela de iglesia (Testimonies, tomo 6, pág. 109).

Si los padres comprendieran la importancia de esos pequeños centros de educación, y cooperaran para hacer la obra que el Señor desea que se haga en este tiempo, se frustrarían los planes del enemigo de nuestros hijos (Manuscrito 33, 1908). 288

ESCUELAS DE IGLESIA EN LOS HOGARES.
En cuanto sea posible, todos nuestros hijos deben tener oportunidad de obtener educación cristiana.  A fin de proveerla, debemos a veces establecer escuelas de iglesia en los hogares.  Sería bueno si varias familias de un vecindario se uniesen para emplear a un maestro humilde y temeroso de Dios, que dé a los padres la ayuda que necesitan para educar a sus hijos.  Esto será una gran bendición para muchos grupos aislados de observadores del sábado, y un plan más agradable al Señor que el que se ha seguido a veces, a saber, enviar a niños tiernos lejos de sus casas para asistir a una de nuestras escuelas mayores.

Los pequeños grupos de observadores del sábado son necesarios para mantener en alto la luz delante de sus vecinos; y se necesitan los niños en los hogares, para poder ayudar a sus padres cuando terminan las horas de estudio.  El mejor lugar para los niños es el hogar cristiano bien ordenado, donde puedan recibir la disciplina paterna según la orden del Señor (Consejos para los Maestros, pág. 122).

UN PROBLEMA DE LOS MIEMBROS AISLADOS. 
Algunas familias de observadores del sábado viven solas o muy separadas de otras de la misma fe.  A veces han enviado a sus hijos a nuestras escuelas de internos, donde recibieron beneficio, regresando después para ser una bendición en su propio hogar.  Pero algunas no pueden mandar a sus hijos lejos del hogar para que se eduquen.  En tales casos, los padres deben hacer lo posible por emplear a un maestro de vida religiosa ejemplar, para quien sea un placer trabajar por el Maestro en cualquier actividad y estar dispuesto a cultivar cualquier porción de la viña del Señor.
Los padres y las madres deben cooperar con el maestro, trabajando fervorosamente por la 289 conversión de sus hijos.
 (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 457).

ES DE VITAL IMPORTANCIA SALVAR A LOS NIÑOS.
En algunos países, la ley obliga a los padres a enviar sus hijos a la escuela.  En esos países se debiera establecer escuelas en las localidades donde hay iglesias, aun en el caso de que no hubiera más que seis niños para concurrir a cada una de ellas.  Trabajad por impedir que vuestros hijos se ahoguen en las influencias viciosas y corruptoras del mundo, como si estuvieseis trabajando por vuestra propia vida.  Estamos muy atrasados en el cumplimiento de nuestro deber en este importante asunto.  

En muchos lugares hace años que debieran estar funcionando escuelas.  Muchas localidades hubieran tenido así representantes de la verdad que habrían dado carácter a la obra del Señor.  En vez de concentrar tantos edificios imponentes en unos pocos lugares, debieran haberse establecido escuelas en muchas localidades. Establézcanse ahora dichas escuelas con sabia dirección para que los niños y jóvenes sean educados en sus propias iglesias.  Es una hiriente ofensa inferida a Dios el hecho de que haya existido tanto descuido en esto, cuando la Providencia nos ha provisto tan abundantes facilidades con que trabajar (Id., pág. 458).

NO SE DEBE ABANDONAR UNA ESCUELA ESTABLECIDA.
Nunca debe abandonarse el trabajo educativo en un lugar donde se ha establecido una escuela de iglesia, a menos que Dios indique claramente que así debe hacerse.  Las condiciones adversas pueden parecer conspirar contra la escuela, pero con la ayuda de Dios el maestro puede hacer una gran obra salvadora y transformar las cosas.
 (Consejos para los Maestros, pág. 121).

ENCAMINAD A LOS NIÑOS DESOBEDIENTES E INDISCIPLINADOS.
A veces hay en la escuela un elemento desordenado 290 que hace muy difícil el trabajo.  Los niños que no han recibido la debida educación causan mucha dificultad, y su perversidad causa tristeza al corazón del maestro.  Pero él no debe desalentarse.  Las pruebas imparten experiencia.  Si los niños son desobedientes e indisciplinados, tanto más necesario es el esfuerzo arduo.  El hecho de que haya alumnos de tal carácter, es una de las razones por las cuales deben establecerse escuelas de iglesia.  Los niños cuyos padres no los han educado y disciplinado, deben ser salvados si es posible (Id., pág. 118).

LA CONVERSACIÓN DE LOS JÓVENES MUNDANOS.
Hace años, debieran haberse levantado edificios escolares en otros lugares además de ------, no grandes edificios, sino edificios adecuados para escuelas de iglesia en los cuales los niños y jóvenes pudieran recibir una verdadera educación.  Los libros de texto empleados debieran ser de tal carácter que llamaran la atención a la ley de Dios.  La Biblia debiera ser el fundamento de la educación.  En esta obra se magnificarán la luz, la fortaleza y el poder de la verdad.  Los jóvenes mundanos cuya mente no ha sido depravada por hábitos de sensualidad, se asociarán con estas escuelas y serán convertidos. . . . Se me ha instruido que esta clase de obra misionera tendrá una notable influencia al extender la luz y el conocimiento de la verdad (Manuscrito 150, 1899).

MANTENED LAS MÁS ALTAS NORMAS.
La obra de nuestras escuelas de iglesia debe ser del más elevado carácter.  Jesucristo, el Restaurador, es el único remedio para una mala educación, y las lecciones enseñadas en su Palabra siempre deben recordarse a los jóvenes en la forma más atrayente.  La disciplina de la escuela debe complementar a la educación del hogar, y tanto en el hogar como en la escuela deben mantenerse la sencillez y la piedad.
 (Consejos para los Maestros, pág. 134). 291

PREPARAD PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR CELESTIAL.
A los padres [el Señor] hace llegar este grito de alarma: Juntad a vuestros hijos en vuestros hogares; separadlos de aquellos que desprecian los mandamientos de Dios, que enseñan y practican lo malo.  Salid de las grandes ciudades tan pronto como os sea posible.  Estableced escuelas de iglesia.  Dad a vuestros hijos la Palabra de Dios por fundamento de toda su educación.  Ella está llena de hermosas lecciones y si los alumnos la convierten en tema de estudio en el curso primario de esta vida, estarán preparados para el curso superior en la por venir (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 454).

DIOS LO HA PROVISTO.
Nuestras escuelas son los instrumentos especiales del Señor para preparar a los niños y a los jóvenes para la obra misionera. Los padres deben comprender su responsabilidad, y ayudar a sus hijos a apreciar los grandes privilegios y las bendiciones que Dios les ha provisto en las ventajas educativas. (Consejos para los Maestros, pág. 115). 292

CAPÍTULO 53. LA RESPONSABILIDAD DE LA IGLESIA.
LA IGLESIA COMO VIGILANTE.
El Señor quiere usar a la escuela de iglesia para ayudar a los padres en la educación y preparación de sus hijos para el tiempo que nos espera.  Por lo tanto, dedíquese la iglesia con fervor a la obra de esta escuela, y haga de ella lo que el Señor quiere que sea 
(Consejos para los Maestros, pág. 127).

Dios ha designado a la iglesia como atalaya, para que ejerza un cuidado celoso sobre los jóvenes y niños, y que como centinela vea cómo se acerca el enemigo y advierta del peligro.  Pero la iglesia no comprende la situación.  Duerme estando de guardia.  En este tiempo de peligro, los padres deben despertarse y trabajar como por su vida, o muchos de los jóvenes se perderán para siempre (Id., pág. 126).

LA LEY DE DIOS DEBE EXALTARSE.
La iglesia tiene una obra especial que hacer en lo que toca a educar y disciplinar a sus niños de modo que, al asistir a las clases o estar en cualquier otra compañía, no sientan la influencia de los dominados por hábitos corrompidos.  El mundo está lleno de iniquidad y desprecio de los requerimientos de Dios. . . . Las iglesias protestantes han aceptado el falso día de reposo, producto del papado, y lo han exaltado por encima del día santificado por Dios.  Es tarea que nos corresponde la de explicar con claridad a nuestros niños que el primer día de la semana no es el verdadero día de reposo y que su observancia, después de habernos llegado la luz en cuanto a lo que es el sábado, es una franca impugnación de la ley de Dios.
 (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 452).

OBREROS ESPECIALIZADOS DEBEN SER PREPARADOS PARA CRISTO.
Como iglesia, como individuos, si queremos 293 estar sin culpa en el juicio, debemos hacer esfuerzos más generosos para la educación de nuestros jóvenes, a fin de que puedan estar mejor preparados para las diversas ramas de la gran obra confiada a nuestras manos.  Debemos trazar planes sabios, para que las mentes ingeniosas de los que tienen talentos puedan ser fortalecidas y disciplinadas de la manera más refinada, a fin de que la obra de Cristo no sea impedida por falta de obreros hábiles, que harán su obra con fervor y fidelidad.
 (Consejos para los Maestros, pág. 35).

TODOS DEBEN COMPARTIR LOS GASTOS.
Participen todos en los gastos.  Repare la iglesia en que aquellos que deban recibir sus beneficios estén asistiendo a la escuela.  Se debe ayudar a las familias pobres.  No podemos llamarnos verdaderos misioneros si descuidamos a aquellos que están a nuestras mismas puertas, que se hallan en la edad más crítica y que necesitan nuestra ayuda para obtener el conocimiento y la experiencia que los capacite para el servicio de Dios.
El Señor quiere que se hagan afanosos esfuerzos en la educación de nuestros niños (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 475).

ALIVIAD LA CARGA FINANCIERA DE EDUCAR A LOS JÓVENES DIGNOS. 
Las iglesias de diferentes localidades deben sentir que descansa sobre ellas la solemne responsabilidad de educar a los jóvenes y preparar sus talentos para que se dediquen a la obra misionera.  Cuando ellos vean en la iglesia quienes prometen llegar a ser obreros útiles, pero que no pueden sostenerse en la escuela, deben asumir la responsabilidad de mandarlos a una de nuestras escuelas.  Hay en las iglesias excelente capacidad que necesita dedicarse a servir.  Hay personas que prestarían buen servicio en la viña del Señor, pero muchas son demasiado pobres para obtener, sin ayuda, 294 la educación que necesitan.  Las iglesias deben considerarlo un privilegio tener una parte en sufragar los gastos de las tales.
Los que tienen la verdad en su corazón, son siempre generosos, y ayudan donde es necesario.  Van a la cabeza y otros imitan su ejemplo.  Si hay quienes debieran gozar de los beneficios de la escuela, pero no pueden pagar toda su enseñanza, manifiesten las iglesias su liberalidad ayudándoles (Consejos para los Maestros, pág. 57).

FONDO PARA ESTUDIOS SUPERIORES.
Créese un fondo por contribuciones generosas para el establecimiento de escuelas colegios e instituciones superiores] que lleven adelante la obra educativa.  Necesitamos hombres bien preparados, bien educados, para trabajar en interés de las iglesias.  Deben presentar el hecho de que no podemos confiar nuestros jóvenes a los seminarios y colegios establecidos por otras denominaciones; debemos reunirlos en nuestras escuelas, donde no se descuidará su preparación religiosa.
 (Id., págs. 36, 37).

DÉSE PARA LAS MISIONES, PERO NO SE DESCUIDE A LOS JÓVENES DE LA COMUNIDAD
¿Darán los miembros de la iglesia recursos para adelantar la causa de Cristo entre los demás y dejarán de paso a sus propios hijos fomentar la obra y el servicio de Satanás?
 (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 475).

Aunque debemos hacer esfuerzos fervientes por las masas que nos rodean, y hacer avanzar la obra en los campos extranjeros, ningún caudal de trabajo en este ramo puede sernos una disculpa por descuidar la educación de nuestros niños y jóvenes. Se los ha de educar para que  lleguen a ser obreros de Dios. Tanto los padres como los maestros, por su precepto y ejemplo, han de inculcar los principios de la verdad y honradez en la mente y el corazón de los jóvenes, a fin  de que lleguen a ser hombres 295 y mujeres tan fieles a Dios y a su causa como el acero (Consejos para los Maestros, pág. 126).

ORAD CON FE; DIOS ABRIRÁ EL CAMINO.
Puede ser que algunos pregunten: ¿Cómo se han de establecer tales escuelas?  No somos un pueblo rico, pero si oramos con fe, y permitimos al Señor que obre en nuestro favor, él abrirá delante de nosotros caminos para establecer, en lugares retraídos pequeñas escuelas para la educación de nuestros jóvenes, no sólo en las Escrituras y el saber que se obtiene de los libros, sino en muchos ramos de trabajo manual.
 (Id., pág. 157).

"LEVANTÉMONOS Y EDIFIQUEMOS".*
Debiéramos establecer la obra debidamente aquí en Crystal Springs [Sanitarium, California].  Aquí están nuestros hijos. ¿Permitiremos que sean contaminados por el mundo: por su iniquidad, su desobediencia de los mandamientos de Dios? pregunto a los que están haciendo planes para enviar a sus hijos a las escuelas públicas donde están expuestos a ser contaminados, ¿cómo podéis afrontar tal riesgo?

Deseamos construir un edificio escolar para nuestros hijos.  Debido a los muchos pedidos de dinero, parece difícil conseguir suficientes medios o despertar un interés lo suficientemente grande como para construir una escuela pequeña y conveniente.  He dicho a la junta escolar que yo les cedería algo de terreno por todo el tiempo que ellos lo usaran para propósitos escolares.  Espero que se despierte suficiente interés para que podamos erigir un edificio donde nuestros hijos puedan ser enseñados en la Palabra de Dios que es la sangre vital y la carne del Hijo de Dios. . . . 

¿No os interesaréis en la construcción 296 de este edificio escolar en el cual se ha de enseñar la Palabra de Dios?  Cuando se le preguntó a un hombre cuánto daría a la escuela en forma de trabajo, dijo que si se le daban tres dólares por día, casa y comida, nos ayudaría.  Pero no queremos ofertas de esa clase.  Recibiremos ayuda.  Esperamos tener un edificio escolar en el que se pueda enseñar la Biblia, en el que se puedan ofrecer oraciones a Dios, y en el que los niños puedan ser instruidos en los principios bíblicos.  Esperamos que todos los que puedan unirse con nosotros deseen participar en la construcción de este edificio.  Esperamos preparar un pequeño ejército de obreros en esta ladera. (Manuscrito 100, 1902).

AYUDAD CON TRABAJO ASÍ COMO CON DINERO.
Sabemos que todos están interesados en el buen éxito de esta empresa.  Los que dispongan de tiempo, den unos pocos días para ayudar a construir esta escuela.  Todavía no se ha prometido suficiente dinero para pagar siquiera el material necesario.  Estamos contentos por lo que se ha dado, pero ahora pedimos a todos que se interesen decididamente en este asunto, de modo que pronto tengamos un lugar donde puedan estudiar la Biblia nuestros hijos, que es el fundamento de toda verdadera educación.  El temor del Señor, la primerísima lección a enseñarse, es el principio de la sabiduría.
No hay razón para que este asunto se estanque.  Dispónganse todos a ayudar, perseverando con interés inmutable hasta que esté completo el edificio.  Hagan todos algo.  Quizá algunos tengan que levantarse a las 4 de la mañana a fin de ayudar.  Por regla general, comienzo mi trabajo antes de esa hora.  Tan pronto como haya luz del día, algunos podrían comenzar a trabajar en el edificio, empleando una hora o dos antes del desayuno.  Quizá otros no puedan hacer esto.  Pero todos pueden hacer algo para 297 mostrar su interés en facilitar a los niños su educación en una escuela donde puedan ser disciplinados y preparados para el servicio de Dios. Seguramente su bendición descansará sobre cada esfuerzo. . . .
Hermanos y hermanas, ¿qué haréis para ayudar a construir una escuela de iglesia?  Creemos que todos considerarán como un privilegio y una bendición que haya este edificio de escuela.  Captemos el espíritu de la obra, diciendo: Nos levantaremos y edificaremos.  Si todos pusieran manos a la obra al unísono, pronto tendríamos un edificio escolar en el cual día tras día nuestros niños serán enseñados en los caminos del Señor.  Al hacer lo mejor que podemos, la bendición de Dios descansará sobre nosotros. ¿Nos levantaremos y edificaremos? 
(Manuscrito 100, 1902). 298

CAPÍTULO 54. MAESTROS Y PADRES EN SOCIEDAD.
LA NECESIDAD DE UNA COMPRENSIÓN AMIGABLE.
Los maestros del hogar y los de la escuela deben saber comprender la obra de cada uno y simpatizar mutuamente.  Deben colaborar armoniosamente, imbuidos del mismo espíritu misionero, y esforzarse juntos por beneficiar a los niños física, mental y espiritualmente, a fin de desarrollar en ellos un carácter que resista la prueba de la tentación (Consejos para los Maestros, pág. 121).

Los padres deben recordar que se logrará mucho más por la obra de la escuela de iglesia si ellos mismos comprenden las ventajas que sus hijos obtendrán de esa escuela, y apoyan de todo corazón al maestro.  Por la oración, la paciencia y la tolerancia, los padres pueden deshacer, en gran parte, el daño causado por la impaciencia e indulgencia imprudente.  Cooperen en el trabajo los padres y el maestro, recordando los primeros que ellos mismos recibirán ayuda por la presencia en la comunidad de un maestro ferviente, temeroso de Dios (Id., pág. 120).

LA DESUNIÓN PUEDE ANULAR LA BUENA INFLUENCIA.
Un espíritu de desunión, albergado en el corazón de unos pocos, se transmitirá de por sí a otros y destruirá la buena influencia que podría ejercer la escuela.  A menos que los padres estén bien dispuestos y ansiosos de cooperar con el maestro para la salvación de sus hijos, no están preparados para tener establecida una escuela entre ellos.
 (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 461).

LA COOPERACIÓN COMIENZA EN EL HOGAR.
La cooperación debería empezar entre los padres en la vida doméstica.  Comparten la responsabilidad de la educación de los niños y deberían esforzarse constantemente 299 por actuar juntos.  Entréguense a Dios y pídanle ayuda para sostenerse mutuamente.  Enseñen a sus hijos a ser fieles a Dios, fieles a los principios, y así fieles a sí mismos y a todos aquellos con quienes se relacionan.  Con semejante educación, los niños, una vez enviados a la escuela, no serán causa de disturbios o ansiedad.  Serán un sostén para sus maestros y un ejemplo y estímulo para sus condiscípulos (La Educación, pág. 275).

Los hijos llevarán consigo dentro de las aulas la influencia de vuestra enseñanza.  Cuando los padres y los maestros piadosos, trabajan en armonía, los corazones de los niños se preparan para tomar un profundo interés en la obra de Dios en la iglesia.  Los dones cultivados en el hogar serán llevados a la iglesia y Dios será glorificado (Carta 29, 1902).

Si los padres están tan absortos en los negocios placeres de esta vida que descuidan la disciplina apropiada de sus hijos, la obra del maestro no solamente se hace muy dura y penosa, sino que a menudo es completamente infructuosa (Review and Herald, 13-6-1882).

EL TRABAJO DEL MAESTRO ES COMPLEMENTARIO.
En la formación del carácter, ninguna influencia vale tanto como la influencia del hogar.  La obra del maestro debería complementar la de los padres, pero no ocupar su lugar.  En todo lo que se refiere al bienestar del niño, los padres y maestros deberían esforzarse por cooperar (La Educación, pág. 275).

La educación dada al niño en el hogar debe ser tal que sea una ayuda para el maestro.  En el hogar, debe enseñarse al niño en cuanto a la importancia del aseo, el orden y la escrupulosidad; y esas lecciones deben ser repetidas en la escuela (Manuscrito 45, 1912).

Cuando el niño tiene bastante edad para ser enviado a la escuela, el maestro debe cooperar con los 300 padres, y la preparación manual ha de continuarse como parte de los estudios escolares.  Hay muchos estudiantes que se oponen a esta clase de trabajo en las escuelas.  Consideran degradantes el empleo útil, o el aprender un oficio; pero los tales tienen una idea incorrecta de lo que constituye la verdadera dignidad (Consejos para los Maestros, pág. 113).

EL HOGAR PUEDE SER BENDECIDO A TRAVÉS DE LA ESCUELA.
Si él [el maestro] trabaja paciente, ferviente y perseverantemente, de acuerdo a los métodos de Cristo, la obra de reforma hecha en la escuela, podrá extenderse a los hogares de los niños, introduciendo en ellos, una atmósfera más pura y celestial.  Esto es en verdad obra misionera del más alto carácter (Id., pág. 121).

El maestro atento hallará muchas oportunidades para inducir a sus alumnos a practicar actos de servicio.  Los niñitos, especialmente, consideran al Maestro con una confianza y un respeto casi ilimitados.  Es difícil que deje de dar fruto cualquier cosa que insinúe en cuanto al modo de ayudar en el hogar, a ser fieles en los quehaceres diarios, a asistir a los enfermos o ayudar a los pobres.  Y así se obtendrá nuevamente un doble beneficio.  La insinuación bondadosa se reflejará sobre su autor.  La gratitud y la cooperación de parte de los padres aligerarán la carga del maestro, e iluminarán su camino (La Educación, págs. 208, 209).

LOS PADRES PUEDEN ALIVIAR EL TRABAJO DEL MAESTRO.
Si los padres hacen fielmente su parte, la obra del maestro se aligerará grandemente.  Su esperanza y valor aumentarán.  Los padres cuyo corazón rebose de amor hacia Cristo, evitarán el expresar censuras, y harán cuanto esté en su poder para alentar y ayudar al que han elegido como maestro de sus hijos.   Estarán dispuestos a creer que es tan concienzudo 301 en su obra como ellos en la suya.
 (Consejos para los Maestros, pág. 121).

Cuando los padres comprendan sus responsabilidades, quedará mucho menos que hacer para los maestros (Id., pág. 114).

LOS PADRES PUEDEN SER CONSEJEROS DEL MAESTRO.
Hemos de hablar del amor de Dios en nuestros hogares; hemos de enseñarlo en nuestras escuelas.  Los principios de la Palabra de Dios han de inculcarse en la vida del hogar y de la escuela.  Si los padres comprendieran plenamente su deber de someterse a la voluntad revelada del Señor, serían sabios consejeros en nuestras escuelas y en asuntos de educación, pues su experiencia en la enseñanza en el hogar les enseñaría la forma de precaver contra las tentaciones que asaltan a niños y a jóvenes.  Los maestros y los padres así llegarían a ser colaboradores con Dios en la obra de educar a la juventud para el cielo (Carta 356, 1907).

Será de gran ayuda para el maestro que se le comunique el conocimiento íntimo que los padres tienen del carácter de los niños y de sus peculiaridades o debilidades físicas.  Es de lamentar que sean tantos los que no comprenden esto.  La mayoría de los padres se interesan poco en informarse de las cualidades del maestro o en cooperar con él en su trabajo (La Educación, pág. 276).

Ellos [los padres] deben sentir que es su deber cooperar con el maestro, fomentar la disciplina adecuada y orar mucho por aquel que está enseñando a sus hijos (Fundamentals of Christian Education, pág. 270).

LOS MAESTROS PUEDEN SER CONSEJEROS DE LOS PADRES.
Puesto que los padres se familiarizan rara vez con el maestro, es tanto más importante que éste trate de relacionarse con los padres.  Debería visitar los hogares de los alumnos y enterarse del ambiente y 302 de las influencias en medio de las cuales viven.  Al relacionarse personalmente con sus hogares y vidas, puede fortalecer los lazos que lo unen a sus alumnos y aprender la forma de tratar más eficazmente con sus diferentes temperamentos e inclinaciones.
Al interesarse en la educación del hogar, el maestro imparte un doble beneficio.  Muchos padres, entregados de lleno al trabajo y a las ocupaciones, pierden de vista sus oportunidades para influir benéficamente en la vida de sus hijos.  El maestro puede hacer mucho para despertar en los padres el sentimiento de sus posibilidades y privilegios.  Hallará otros para quienes, por la ansiedad que tienen de que sus hijos sean hombres y mujeres buenos y útiles, el sentimiento de su responsabilidad ha llegado a ser una carga pesada.  Con frecuencia el maestro puede ayudar a estos padres a llevar su carga y, al tratar juntos los asuntos, tanto el maestro como los padres se sentirán animados y fortalecidos (La Educación, pág. 276). 303

CAPÍTULO 55. LA UNIDAD EN LA DISCIPLINA.
EL MAESTRO NECESITA TACTO PARA DIRIGIR.
Entre los jóvenes existe gran diversidad de caracteres y grados de educación.  Algunos han vivido en un ambiente de restricciones y durezas arbitrarias que han provocado en ellos un espíritu de obstinación y rebeldía.  Otros han sido mimados en sus hogares, sus padres extremadamente cariñosos les han permitido seguir su propia voluntad.  Todos sus defectos han sido tolerados hasta que su carácter se deformó.  Para tratar satisfactoriamente con todas esas mentalidades, el maestro necesita ejercer gran tacto y consideración en la dirección, tanto como firmeza en el gobierno.
Con frecuencia se manifestará disgusto y aun, desprecio hacia las reglas debidas.  Algunos se ingeniarán en todo lo posible para eludir los castigos, al paso que otros manifestarán una temeraria indiferencia a las consecuencias de la transgresión.  Todo esto demandará más paciencia y mayor esfuerzo de parte de aquellos a quienes se ha confiado su educación (Testimonies, tomo 5, págs. 88, 89).

HAYA POCAS REGLAS PERO SEAN BIEN ESTUDIADAS.
Tanto en la escuela como en el hogar debe haber sabia disciplina.  El maestro debe hacer reglas para guiar la conducta de sus alumnos.  Estas reglas deben ser pocas y bien estudiadas, y una vez hechas, hay que hacerlas cumplir.  Deben presentarse al alumno todos los principios que éstas entrañan para que se convenza de su justicia.
 (Consejos para los Maestros, pág. 118).

EL MAESTRO DEBE IMPONER OBEDIENCIA.
Debería entenderse la cuestión de la disciplina tanto en la escuela como en el hogar.  Esperaríamos que en el aula nunca hubiera ocasión de usar la vara, pero si en una escuela hay quienes resisten tercamente 304 todos los consejos y súplicas, todas las oraciones y toda la angustia del alma en favor de ellos, entonces es necesario hacerles entender que deben obedecer.
Algunos maestros no piensan que es mejor imponer la obediencia.  Piensan que su deber es meramente educar.  Es cierto, deben educar. ¿Pero cuánto vale la educación de los niños si, cuando desobedecen los principios colocados ante ellos, el maestro no siente que tiene el derecho a ejercer autoridad? (Review and Herald, 15-9-1904).

NECESITA LA COOPERACIÓN DE LOS PADRES.
No se debe dejar que el maestro lleve solo la carga de su trabajo.  El necesita la simpatía, la bondad, la cooperación y el amor de todo miembro de la iglesia.  Los padres deben animarlo demostrando que aprecian sus esfuerzos.  Nunca deben decir o hacer algo que estimule la insubordinación en sus hijos.  Pero sé que muchos padres no cooperan con el maestro.  No fomentan en su casa la buena influencia ejercida en la escuela. En vez de cumplir en el hogar los principios de la obediencia enseñada en el aula, les permiten a sus hijos hacer lo que quieren, e ir sin ninguna restricción aquí y allá.  Y si el maestro ejerce su autoridad para exigir obediencia, los niños llevan a sus padres un relato exagerado y distorsionado de la manera en que han sido tratados.  El maestro puede haber hecho tan sólo lo que era su penoso deber, pero los padres simpatizan con sus hijos aun cuando han hecho lo malo.  Y a menudo los padres que gobiernan con ira son los más irrazonables cuando se refrenan y disciplinan a sus hijos en la escuela.
 (Consejos para los Maestros, págs. 118, 119).

Cuando los padres justifican las quejas de sus hijos contra la autoridad y disciplina de la escuela, no se dan cuenta de que están aumentando el poder desmoralizador que prevalece en un grado terrible.  Todas las influencias que rodean a los jóvenes deben 305 estar en el lado correcto, pues aumenta la depravación juvenil (Testimonies, tomo 5, pág. 112).

SOSTENGAN A LOS MAESTROS FIELES.
Los padres que nunca han sentido la preocupación que debieran por el alma de sus hijos, y que nunca los han reprimido debidamente ni los han educado, son precisamente aquellos que manifiestan la más amarga oposición cuando sus hijos son reprimidos, reprobados o corregidos en la escuela.  Algunos de estos niños son una desgracia para la iglesia y una desgracia para el nombre de los adventistas (Id., pág. 51).

Enseñen [los padres] a sus hijos a ser fieles a Dios, fieles a los principios, y así fieles a sí mismos y a todos aquellos con quienes se relacionan. . . . No es probable que los padres que imparten esta educación, critiquen al maestro.  Piensan que tanto el interés de sus hijos como la justicia de la escuela exigen que, en lo que sea posible, apoyen y honren a aquel que comparte su responsabilidad 
(La Educación, pág. 275).

NUNCA SE DEBE CRITICAR AL MAESTRO DELANTE DE LOS NIÑOS.
Padres, cuando el maestro de la escuela de iglesia procura educar y disciplinar a vuestros hijos a fin de que obtengan la vida eterna, no critiquéis sus acciones en presencia de ellos, aun cuando parezca que es demasiado severo.  Si deseáis que den su corazón al Salvador, cooperad con los esfuerzos que hace el maestro para su salvación. Cuánto mejor es que los niños, en vez de oír críticas, oigan de los labios de su madre, palabras de elogio acerca de la obra del maestro.  Estas palabras hacen impresiones duraderas, e inducen a los niños a respetarlo (Consejos para los Maestros, pág. 119).

Si llegan a ser necesarias la crítica o algunas sugestiones en cuanto al trabajo del maestro, deberían indicarse a él en privado.  Si esto no da resultado, preséntese el asunto a los responsables de la 306 dirección de la escuela.  No se debería decir ni hacer nada que debilite el respeto de los niños hacia aquel de quien depende en tan extenso grado su bienestar (Id., págs. 124, 125).

Si los padres quisieran ponerse en la situación de los maestros y ver cuán difícil resulta necesariamente manejar y disciplinar una escuela de centenares de alumnos de todos los grados y diversas mentalidades, es posible que, al reflexionar, verían las cosas en forma diferente.
 (Joyas de los Testimonios tomo 1, pág. 538).

LA INSUBORDINACIÓN CON FRECUENCIA COMIENZA EN EL HOGAR.
Al permitir que sus hijos hagan lo que les plazca, quizá piensen los padres que son muy cariñosos, pero están practicando el peor tipo de crueldad.  Los niños pueden razonar y su alma es dañada por una bondad irreflexiva, aunque a los ojos de los padres les parezca que esa bondad es conveniente.  A medida que los niños crecen, su insubordinación crece también.  Quizá traten de corregirlos sus maestros, pero con demasiada frecuencia los padres se ponen del lado de los hijos y el mal continúa creciendo, revestido, de ser posible, con una cobertura de engaño todavía más oscura que antes.  Otros niños son descarriados por la conducta indebida de esos niños, y sin embargo los padres no pueden ver el mal.  Escuchan las palabras de sus hijos antes que las palabras de los maestros que lamentan el mal.
 (Review and Herald, 20-1-1901).

EL TRABAJO DEL MAESTRO SE DUPLICA DEBIDO A LA FALTA DE COOPERACIÓN DE LOS PADRES.
El descuido de los padres en la educación de sus hijos hace que el trabajo del maestro sea doblemente difícil.  Los niños llevan el sello de los rasgos indóciles y antipáticos revelados por sus padres.  Al ser descuidados en el hogar, consideran la disciplina de la escuela como opresiva y severa.  Si no se los vigila cuidadosamente, 307 tales niños leudarán a otros con sus caracteres indisciplinados y deformados. . . . El bien que los niños pueden recibir en la escuela, para contrarrestar su educación defectuosa en el hogar, se menoscaba por la simpatía que sus padres les demuestran en sus faltas.
Los padres que creen en la Palabra de Dios, ¿continuarán con su dirección torcida y confirmarán en sus hijos sus malas tendencias? Los padres y madres que profesan la verdad para este tiempo deberían volver en sí y no ser más participantes en este mal, no deberían fomentar más los ardides de Satanás al aceptar el falso testimonio de sus inconversos hijos.  Es suficiente que los maestros tengan que contender con la influencia de los hijos, sin tener también [que luchar con] la influencia de los padres (Id., 9-10-1900). 308

CAPÍTULO 56. LA PREPARACIÓN EN EL COLEGIO Y EN UN CURSO SUPERIOR.
MUCHOS SE DESCARRÍAN EN LAS INSTITUCIONES MUNDANAS.
Es una realidad terrible, que debiera estremecer el corazón de los padres, el que en tantas escuelas y colegios adonde se manda a la juventud para recibir cultura y disciplina intelectual, prevalezcan influencias que deforman el carácter, distraen el espíritu del objeto verdadero de la vida y pervierten la moralidad.  Mediante el trato con personas sin religión, amigas de los placeres y depravadas, muchos jóvenes pierden su sencillez y pureza, su fe en Dios, y el espíritu de abnegación que padres y madres cristianos fomentaron y conservaron en ellos por medio de instrucciones cuidadosas y fervorosas oraciones.
Muchos de los que entran en la escuela con propósito de prepararse para desempeñar algún servicio abnegado, concluyen por absorberse en estudios profanos.  Se despierta en ellos la ambición de descollar entre sus compañeros y de adquirir puestos y honores en el mundo.  Pronto llegan a perder de vista el objeto que los llevara a la escuela, y se entregan a la persecución de fines egoístas y mundanos.  Y a menudo contraen hábitos que arruinan su vida para este mundo y para el venidero (El Ministerio de Curación, págs. 313, 314).

SE DESTRUYEN LAS INFLUENCIAS RELIGIOSAS DEL HOGAR.
Oráis: "No nos metas en tentación".  No consintáis pues que vuestros hijos estén donde harán frente innecesariamente a la tentación.  No los enviéis a colegios donde se relacionarán con influencias que serán como malezas sembradas en el campo de su corazón. 309
En la escuela del hogar, durante sus primeros años, educad y disciplinad a vuestros hijos en el temor de Dios.  Y luego sed cuidadosos de no colocarlos donde las impresiones religiosas que han recibido sean destruidas y sea quitado el amor de Dios de su corazón.  Que la atracción de sueldos elevados o de grandes ventajas educativas indudables no os induzcan a enviar a vuestros hijos lejos de vuestra influencia, a lugares donde estarán expuestos a grandes tentaciones.  "¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" (Mar. 8: 36, 37) (Manuscrito 30, 1904).

NUESTRAS INSTITUCIONES SUPERIORES DE EDUCACIÓN SON ORDENADAS POR DIOS.
Cuando el ángel de Dios me mostró que se debía establecer una institución para la educación de nuestros jóvenes, vi que sería uno de los medios más grandes ordenados por Dios para la salvación de las almas. . . . Si la influencia de nuestro colegio es lo que debiera ser, los jóvenes que son educados allí quedarán capacitados para percibir a Dios y glorificarlo en todas sus obras; y mientras se ocupen en cultivar las facultades que Dios les ha dado, se estarán preparando para rendir a Dios un servicio más eficiente (Testimonies, tomo 4, págs. 419-422).

Debe animarse a los jóvenes que asistan a nuestros colegios, los cuales debieran ser más y más como las escuelas de los profetas.  Nuestros colegios han sido establecidos por el Señor 
(Fundamentals of Christian Education, pág. 489).

LAS VENTAJAS DEL INTERNADO.
En gran medida, los niños que han de recibir una educación en nuestras escuelas lograrán progresos mucho más permanentes si están separados del círculo familiar donde han recibido una educación errónea.  Quizá sea necesario que algunas familias se ubiquen donde puedan vivir 310 con sus hijos y ahorrar gastos, pero en muchos casos esto resultará en un estorbo más que en una bendición para sus hijos (Id., pág. 313).

UN INTERNADO PARA UNA HIJA DESCARRIADA.
El enemigo ha logrado su propósito con su hija hasta el punto de que con sus esfuerzos la ha atado como con coyundas de acero, y se requerirá un esfuerzo vigoroso y perseverante para salvar su alma.  Si Ud. quiere lograr éxito en este caso, no podrá hacer una obra a medias.  No se pueden romper fácilmente los hábitos de años.  
Ella debiera ser colocada donde se ejerza una influencia constante, firme y permanente.  Le aconsejaría que la pusiera en el colegio de -------;  experimente ella la disciplina del internado. 
 Allí es donde debiera haber estado desde hace años.
El internado está sometido a un plan que lo convierte en un buen hogar.  Este hogar quizá no se adapte a las inclinaciones de algunas, pero es porque han sido educadas de acuerdo con falsas teorías, en la complacencia propia y en todos sus hábitos y costumbres han estado en la senda equivocada.  Pero, mi querida hermana, nos estamos acercando al fin del tiempo y no debemos conformarnos ahora con las inclinaciones y prácticas del mundo sino con los deseos de Dios, debemos ver lo que dicen las Escrituras y luego caminar de acuerdo con la luz que Dios nos ha dado.  Nuestras inclinaciones, nuestras costumbres y prácticas no han de tener la preferencia.  La Palabra de Dios es nuestra norma (Testimonies, tomo 5, pág. 506).

ALUMNOS EXTERNOS.
Parece que algunos docentes piensan que ninguno de los niños y jóvenes cuyos padres viven en el vecindario de un colegio debiera participar de los privilegios escolares a menos que vivan con sus profesores en el internado.  Esto es para mí una idea nueva y extraña. 311 Hay jóvenes cuyas influencias hogareñas han sido tales, que les sería una gran ventaja vivir por un tiempo en un internado escolar bien reglamentado.  Y los internados escolares son una gran bendición para los que viven en lugares donde necesariamente deben dejar sus propios hogares para disfrutar de los privilegios escolares.  Pero el hogar paternal donde se teme y obedece a Dios es, y siempre debe ser, el mejor lugar para los niños menores, donde bajo la debida educación de sus padres pueden disfrutar del cuidado y la disciplina de una familia religiosa, regida por sus propios padres. . . .

En cuanto a los jóvenes que están en una edad conveniente para asistir a un internado escolar, evitemos hacer reglamentos innecesarios y arbitrarios que los separen de sus padres que viven en la proximidad de nuestros colegios. . . .
A menos que los padres estén convencidos que será para el mejor provecho de sus hijos el colocarlos en un internado escolar, debiera permitírseles que los tengan bajo su propio control todo lo que sea posible.  En algunos lugares, los padres que viven cerca del colegio quizá crean que sus hijos se beneficiarán al vivir en el internado escolar, donde pueden recibir ciertas instrucciones que nunca recibirían tan bien en su propio hogar.  Pero no debe ser una regla inflexible que en todos los casos los hijos deben ser separados de sus padres a fin de disfrutar de las ventajas de cualquiera de nuestros colegios. . . .

Los padres son los tutores naturales de sus hijos y tienen la solemne responsabilidad de supervigilar su educación y preparación.
¿No podemos entender que los padres, que han velado durante años el desarrollo de sus hijos, debieran conocer mejor la clase de preparación y dirección que deben tener a fin de desarrollar y cultivar 312 los mejores rasgos de carácter en ellos?  Debo aconsejar que los hijos de hogares que están a dos o tres millas [entre tres y cinco kilómetros] de un colegio debieran poder asistir a la institución mientras viven en su hogar y tienen los beneficios de la influencia paternal.  Hasta donde sea posible, manténgase unida la familia (Carta 60, 1910).

TODOS LOS NIÑOS DEBEN TENER VENTAJAS EDUCATIVAS.
La iglesia está dormida y no comprende la magnitud de este asunto de educar a los niños y a los jóvenes.  Alguno dice: "¿Qué necesidad hay de ser tan exigentes en la educación de nuestros jóvenes?  Me parece a mí que si nos ocupamos de unos pocos que han decidido seguir una profesión liberal o alguna otra vocación que requiere cierta disciplina, y les prestamos la debida atención, eso es todo lo que se necesita.  No es preciso que el conjunto pleno de nuestros jóvenes esté tan bien preparado. ¿No se cumplen así todos los requisitos esenciales?" Respondo: No, decididamente no. . . . Debiera procurarse que todos nuestros jóvenes reciban las bendiciones y oportunidades de una educación en nuestros colegios, para que reciban la inspiración de llegar a ser colaboradores con Dios.  Todos necesitan una educación que los capacite para ser útiles, y calificados para ocupar lugares de responsabilidad tanto en la vida privada como en la vida pública 
(Review and Herald, 13-2-1913).

UN PROGRAMA ESCOLAR EQUILIBRADO.
Las facultades mentales necesitan ser cultivadas a fin de que puedan ejercerse para la gloria de Dios.  Debiera prestarse cuidadosa atención al cultivo del intelecto a fin de que los diversos órganos de la mente sean igualmente robustos al ejercitarse cada uno en su papel individual.  Si los padres permiten que sus hijos sigan sus propias inclinaciones y gustos, descuidando el deber, sus caracteres se formarán de acuerdo con ese 313 modelo y no serán competentes para ningún puesto de responsabilidad en la vida.  Los deseos e inclinaciones de los jóvenes debieran ser restringidos, debieran fortalecerse los puntos débiles de su carácter y reprimirse sus tendencias exageradas.
Si alguna facultad sufre por quedar dormida, o se la desvía de su curso debido, no se cumple el propósito de Dios.  Todas las facultades debieran desarrollarse bien.  A cada una debiera prestarse atención, pues cada una tiene influencia sobre las otras, y todas deben ejercitarse a fin de que la mente esté bien equilibrada.  Si se cultivan uno o dos órganos y se los mantiene continuamente en uso porque la elección de vuestros hijos es enfocar el vigor de la mente en cierta dirección descuidando las otras facultades mentales, llegarán a la madurez con una mente desequilibrada y un carácter que no es armónico.  Serán aptos y fuertes en una dirección, pero grandemente deficientes en otras que son también importantes.  No serán hombres y mujeres competentes. Sus deficiencias serán notables y malograrán todo el carácter (Testimonies, tomo 3, pág. 26).

LOS MALES DE UN ESTUDIO CONSTANTE
 QUE DURE TODO EL AÑO.
Muchos padres mantienen a sus hijos en la escuela casi todo el año.  Estos niños se someten mecánicamente a la rutina del estudio, pero no retienen lo que aprenden.  Muchos de estos estudiantes constantes parecen casi desprovistos de vida intelectual.  La monotonía del estudio continuo cansa la mente, y ellos se interesan poco en sus lecciones; y para muchos llega a ser penosa la aplicación a los libros.  No tienen amor íntimo por la reflexión, ni ambición por adquirir conocimiento.  No estimulan en sí mismos hábitos de reflexión e investigación. . . . Son pocos los que razonan detenidamente y piensan con lógica, porque falsas influencias han detenido el desarrollo del intelecto.  La suposición 314 que hacen padres y maestros de que el estudio continuo fortalece el intelecto, es errónea; porque en muchos casos ha tenido el efecto opuesto (Consejos para los Maestros, págs. 67, 68).

LA CENSURA CON FRECUENCIA SÓLO PERTENECE 
A LOS PADRES.
Pero no debe exigirse que los maestros hagan la parte de los padres.  Muchos padres han manifestado una terrible negligencia en su deber.  Como Elí, no ejercen la debida restricción; y luego mandan sus hijos indisciplinados al colegio, para recibir la preparación que ellos debieran haberles dado en la casa.
Los maestros tienen una tarea que pocos aprecian.  Si logran reformar a estos jóvenes díscolos, reciben poco crédito.  Si éstos prefieren la sociedad de los dispuestos al mal y van de mal en peor, entonces se censura a los maestros y se acusa a la escuela.  En muchos casos, la censura tocaría en justicia a los padres.  Ellos tuvieron la primera y más favorable oportunidad de controlar y educar a sus hijos, cuando su espíritu era susceptible de enseñanza, y su mente y corazón podían recibir fácilmente las impresiones.  Pero por pereza dejan los padres que sus hijos sigan su voluntad propia hasta endurecerse en la mala conducta (Id., págs. 72, 73).

LOS PADRES HAN DE SOSTENER LA AUTORIDAD DE LOS DOCENTES.
Una de las mayores dificultades a las cuales deben hacer frente los maestros es el fracaso de parte de los padres de cooperar en la administración de la disciplina del colegio.  Si los padres lealmente sostuvieran la autoridad de los profesores, se evitarían muchas insubordinaciones, faltas y desenfrenos.  Los padres debieran requerir que sus hijos respeten y obedezcan la debida autoridad.  Debieran trabajar con cuidado incansable y diligencia para instruir, guiar y reprimir a sus hijos hasta que se establezcan firmemente hábitos correctos.  Con una educación tal, 315 los jóvenes estarían sometidos a las instituciones de la sociedad y a las restricciones generales de la obligación moral. (Testimonies, tomo 5, pág. 89).

No incumbe a los hijos juzgar si la disciplina del colegio es razonable o no.  Si los padres tienen suficiente confianza en los profesores y en el sistema de educación adoptado en el colegio al enviar allí a sus hijos, muestren ser sensatos y tener fibra moral al sostener a los docentes en la aplicación de la disciplina. . . .
Los padres prudentes sentirán que deben estar agradecidos porque hay colegios donde no se tolera ninguna forma de indisciplina y donde sus hijos serán preparados para obedecer antes que para la complacencia propia y donde se ejercerán buenas influencias sobre ellos.
Hay algunos padres que a propósito envían al colegio a sus hijos echados a perder porque son incorregibles en el hogar. ¿Sostendrán esos padres a los docentes en su obra de disciplina, o estarán listos para creer cualquier informe falso? (Manuscrito 119, 1899).

DEBIERAN SOSTENER LA DISCIPLINA ESCOLAR.
Algunos padres que han enviado a sus hijos a ---------- les han dicho que si se requiere de ellos alguna cosa irrazonable, no se sometan a ella, no importa quién se los pida. ¡Qué lección se ha dado a esos hijos!  En su inexperiencia, ¿cómo pueden juzgar entre lo que es razonable e irrazonable?
Quizá quisieran salir de noche, sin que nadie sepa dónde, y si los maestros o tutores les piden que den cuenta de eso, llamarán a esto irrazonable y un atropello de sus derechos.  Piensan que su independencia no debe sufrir interferencias. ¿Qué poder puede existir sobre estos jóvenes o qué autoridad, mientras consideren que cualquier disciplina es una restricción irrazonable de su libertad? 316
En muchos casos, esos jóvenes han quedado en el colegio sólo por poco tiempo, habiendo vuelto a su hogar sin terminar su educación para seguir con libertad, la tendencia de sus deseos no educados e indisciplinados que no podían cumplir en el colegio. Las lecciones de complacencia que les fueron enseñadas por un padre o madre poco sabios han realizado su obra para el tiempo y la eternidad, y la pérdida de estas almas será cargada a su cuenta (Manuscrito 119, 1899).

UNA EDUCACIÓN FUERA DEL PLAN DEL COLEGIO.
Los niños y jóvenes debieran cultivar el hábito de hacer las cosas cabalmente en lo que atañe a la educación.  El curso del colegio no abarca toda la educación que han de recibir.  Pueden estar aprendiendo constantemente lecciones de las cosas que ven y oyen.  Pueden estudiar de causa a efecto de lo que los rodea y de las circunstancias de la vida.  
Pueden aprender cada día algo que deben evitar, y algo que pueden practicar que los elevará y ennoblecerá, dando solidez al carácter y fortaleciéndoles en aquellos principios que son el fundamento de una madurez noble.
Si enfocan su educación con propósitos descuidados, contentándose con seguir de largo sin ningún esfuerzo especial de su parte, entonces no alcanzarán la norma que Dios quiere que obtengan 
(Youth's Instructor. 21-4-1886). 317


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