Ezequiel 2. Es la comisión divina al
profeta Ezequiel, a quien se le vislumbra que su misión no será fácil y fructífera.
Porque se encontrará con gente rebelde y obstinada en el mal. Pero para que
conste ante la justicia divina, debe llevar adelante esta misión entre su
pueblo.
Vers.
(1-5) La comisión de Ezequiel. (6-8) Instrucciones al profeta. (9-10) El rollo
y su dura profecía.
1 ME DIJO: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo. 2 Y luego que me habló, entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y oí al que me hablaba. 3 Y me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día. 4 Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor. 5 Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos.
6 Y tú, hijo de hombre, no les temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos, porque son casa rebelde. 7 Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes.
8 Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy.
9 Y miré, y he aquí una mano extendida hacia mí, y en ella había un rollo de libro. 10 Y lo extendió delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás; y había escritas en él endechas y lamentaciones y ayes. (Ezequiel 2).
1. Hijo de hombre. Heb. ben-'adam. Esta es la frase con la que
habitualmente Dios se dirige a Ezequiel. Aparece 93 veces en este libro. Daniel
es el único profeta a quien también se le aplica este nombre, pero esa
expresión aparece sólo una vez en su libro.
En hebreo hay varias palabras que se traducen como "hombre":
(1) 'ish, que se refiere al hombre como varón o esposo; (2)'enosh, que es un
término poético que rara vez se emplea en singular, es más bien un término
colectivo que abarca a todo el género humano. Parece referirse a la debilidad,
la fragilidad y la mortalidad del hombre Jesús, quien tomó sobre sí mismo no la
naturaleza de los ángeles, sino la de la raza humana después de que cuatro mil años
de pecado dejaran sus huellas de degeneración, recibe el nombre profético de
"Hijo de enash" (Dan. 7:13; 'enash es la forma aramea de 'enosh); (3)
'adam, que describe al hombre en un sentido genérico. Dios dijo: "Hagamos
al 'adam a nuestra imagen" (Gén. 1: 26). En muchos casos la frase
"ser humano" corresponde adecuadamente a la palabra 'adam; (4) géber,
que describe al hombre en su vigor juvenil.
El
que se lo llame 'hijo de hombre" (ben'adam) le recuerda a Ezequiel que es
miembro de la raza humana. Dios se proponía emplear instrumentos humanos para transmitir su
mensaje de salvación a las almas que estaban por perecer. Podría haber
empleado otros medios. Podría haber constituido a sus ángeles en
embajadores. Una voz audible desde el
cielo podría haber proclamado el Evangelio. Pero Dios deseaba que el hombre
fuera participante en los goces de un ministerio abnegado en favor de otros,
por lo que le encomendó "la palabra de la reconciliación" (2 Cor. 5:
19). Ningún "hijo de hombre" puede eludir esta responsabilidad. Se
ganan o se pierden almas de acuerdo con la forma en que el hombre reaccione
ante ella. Por eso la denominación "hijo de hombre" equivale a un
llamamiento al ministerio personal o público con ardiente celo en favor de sus
prójimos.
Ponte sobre tus pies. La visión de la gloria de Dios había dejado postrado
a Ezequiel. Después de una manifestación
similar del poder de Dios, Daniel declaró: "No quedó fuerza en mí, antes
mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno" (Dan. 10:
8). Al ser llamados al servicio divino,
estos profetas en primer lugar fueron inducidos a que sintieran su propia
debilidad. Después llegó el poder divino que los activó, 611 devolviéndoles la
fuerza física y capacitándolos para recibir la comunicación celestial.
2. Entró el Espíritu en mí. La profecía es uno de los dones del Espíritu (1 Cor.
12: 28). El llamamiento a ejercer el cargo de profeta no depende de una
elección personal, sino de una designación divina (Núm. 12: 6; 1 Cor. 12: 28).
La recepción del Espíritu Santo, que imparte el don profético, es la evidencia
del llamamiento genuino. Cualquier pretensión de haber recibido este don sin
ese prerrequisito necesario, será falsa. Cuando Ezequiel fue llamado, el
Espíritu entró en él provocándole un estado que en lenguaje profético se llama
estar "en el Espíritu" (Apoc. 1: 10; 4: 2). Mientras el profeta está
"en el Espíritu", puede parecerle que realiza viajes por lugares
distantes a pesar de que no dé siquiera un paso. Al describir su visión del
tercer cielo, Pablo admitió que no podía distinguir su visión de la realidad.
"Si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo
sabe" (2 Cor. 12: 2).
3. Hijos de Israel. Aquí comienza la comisión de Ezequiel. Esencialmente su mensaje era para los exiliados de Judá, pero su alcance más amplio también comprendía las diez tribus que más de un siglo antes habían sido llevadas al cautiverio por los asirios.
Las cambiantes vicisitudes de las naciones le
habían adjudicado a Babilonia y a Media los territorios de Asiria, de modo que
cuando el cautiverio babilónico absorbió al remanente de Judá, en cierto
sentido las 12 tribus fueron reunidas, todas bajo un yugo extranjero (Jer. 50:17-18, 33).
Gentes rebeldes. La palabra que se traduce como "gentes" es
la que se emplea habitualmente para designar a los paganos. Por haberse
apartado obstinadamente de Dios, los israelitas, que debían haber sido un reino
de sacerdotes (ver Exo. 19: 6), se habían degradado tanto que ahora son
llamados despectivamente "paganos"; y se le añade el adjetivo
"rebelde". Al profeta se le recuerda que la apostasía de Israel data
de mucho tiempo.
4. De duro rostro. Es decir, "obstinados",
"tercos". La frase "de empedernido corazón" subraya esta
idea. El Señor estaba pintando un horrendo cuadro de la depravación de Israel.
No era un cuadro que exageraba la realidad, como pronto habría de descubrir el
profeta.
Así ha dicho Jehová el Señor. La tarea que se le encarga a Ezequiel es la comisión
divina que se le encomienda a cada maestro de la Palabra, a cada expositor de
la sagrada verdad. La Palabra de Dios no debe ser mezclada con opiniones
humanas. Las teorías privadas son falibles. En lo que atañe a los asuntos
divinos, sólo pueden saberse con exactitud las cosas que Dios ha revelado. Todo
lo demás es mera opinión humana. Cuando sopla todo viento de doctrina y se
disemina todo tipo de interpretación, los hombres necesitan tener la seguridad
de un mensaje respaldado por un "Así ha dicho Jehová". Tal
declaración es la voz de la autoridad. Ezequiel necesitaba esta garantía, pues
la ruina de Judá era inminente. Su mensaje ostentaba las credenciales de la más
excelsa autoridad.
5. Si no escucharen. No escuchar equivale a no hacer caso, a desobedecer.
Comparar con la misma expresión en el vers. 7; cap. 3: 11; cf. cap. 3: 27. No
debe atribuirse a un acto de predestinación el que alguien no haga caso. El
plan divino para la salvación comprende a todos: "La gracia de Dios se ha
manifestado para salvación a todos los hombres" (Tito 2: 11); Dios no
quiere "que ninguno perezca" (2 Ped. 3: 9). A todos se les concede
una oportunidad adecuada para la salvación. Jesús es la luz que "alumbra a
todo hombre" (Juan 1: 9). Para inducir a las personas a aceptar la
redención ofrecida, deben usarse todas las influencias posibles, en consonancia
con el libre albedrío y las decisiones referentes al gran conflicto. Pero al
hombre le toca decidir si ha de escuchar o no. Los desobedientes no tienen
excusa. De cada alma que finalmente se pierda Dios podrá decir: "¿Qué más
se podía hacer. . . que yo no haya
hecho?" (Isa. 5: 4). Los hombres se destruyen a sí mismos cuando rechazan
aceptar la salvación de Cristo (1 JT 160). Como acontecimiento culminante del
gran conflicto, será revelada la historia del mundo en visión panorámica para
mostrar a cada alma su relación con las decisiones vitales del gran conflicto.
Como resultado de esto, todos admitirán la justicia de Dios y cuán adecuada fue
la gracia ofrecida (Rom. 14: 10-11; Apoc. 15: 3; cf. CS 724-729).
Conocerán. La evidencia máxima de que el profeta es portador de las credenciales divinas es el cumplimiento de su palabra. Además, mientras el profeta pronuncia su mensaje, el Espíritu Santo da testimonio a los corazones endurecidos de que el enviado de Dios presenta un mensaje celestial.
El Espíritu Santo deseaba convencer a los cautivos rebeldes de que su
conducta de obstinada impiedad era injustificada. A pesar de que pudieran
burlarse abiertamente del mensajero divino, por debajo de esa burla estaría el
arraigado temor de que la voz que estaban despreciando era en verdad la voz de
Dios. Los mensajes de Ezequiel habrían de ser "olor de muerte para
muerte" o "de vida para vida" (2 Cor. 2: 16).
6. No les temas. Ezequiel sufriría la oposición de gobernantes, de sacerdotes
y de falsos profetas. Se burlarían de él, lo calumniarían, lo acusarían y lo
amenazarían, pero en todo eso no debía ceder ante los intentos de intimidarlo o
ante los temores que lo descorazonaban y acosaban por todos lados.
Zarzas. Esta metáfora representa la oposición que el profeta
hallaría entre aquellos a quienes se lo enviaba.
7. Escuchen o dejen de escuchar. Ver com. vers. 5.
8. No seas rebelde. Existía el peligro de que frente a una perspectiva
tan terrible, Ezequiel rehuyera su responsabilidad. Si se atemorizaba se
identificaría con la misma rebelión que debía reprender. Existía el peligro de
que sufriera la influencia de un ambiente saturado de apostasía y que perdiera
la noción de la gravedad del pecado. Hay un veneno sutil en la atmósfera de una
sociedad impía. Es difícil que una persona tenga fe cuando está entre quienes
no tienen fe, sobre todo cuando fingen tener las mismas esperanzas y aspiraciones
que él alberga. Por esta razón el mayor peligro de la iglesia emana de adentro
y no de afuera. Si los que son llamados a ser dirigentes son ellos mismos
"rebeldes", así como la "casa rebelde", ¿qué puede
esperarse sino un difundido alejamiento de Dios? La historia de la apostasía de
Israel revela el terrible resultado de lo que ocurre cuando los hombres miran a
los hombres y confían en impíos dirigentes humanos.
Come lo que yo te doy. Esta es una profecía simbólica. El profeta comió el
rollo en visión; pero no en la realidad (ver com. vers. 2). Esta figura está
llena de significado espiritual. A fin de impartir a sus prójimos, el maestro
debe recibir primero el mensaje de Dios. En segundo lugar, así como el alimento
físico recibido en el cuerpo se convierte en carne, sangre y huesos, así
también el mensaje debe ser asimilado para llegar a ser parte del mensajero. El
maestro no puede hacerse idóneo para el servicio mediante un conocimiento
superficial e incierto de su mensaje. El mensaje debe entrar en lo más íntimo
naturaleza su naturales debe penetrar su ser, debe participar de todas las
funciones de su vida espiritual. Debe llegar a ser una parte integral de su
pensamiento y de su vida.
9. Una mano extendida. Posiblemente la mano fuera la de uno de los cuatro
seres vivientes. Representaba los instrumentos intermediarios por los cuales
Dios imparte revelaciones a sus siervos los profetas (Apoc. 1: 1). Los mensajes
mismos tienen su origen en Dios. Por lo tanto, el profeta puede afirmar con
convicción: "Esta es la palabra de Jehová".
10. Escrito por delante y por detrás. En la antigüedad, los libros se escribían en cuero o
en hojas de papiro que se unían con una costura, a fin de formar largas fajas
que luego eran enrolladas. Por lo general se escribían sólo de un lado. El
rollo que se le entregó a Ezequiel estaba escrito por los dos lados, sin duda
para indicar que había mucho tema para escribir. El mensaje no era ningún
evangelio de paz tal como el que los ángeles anunciaron a los pastores de Belén
cuando Cristo nuestro Salvador nació (Luc. 2: 13-14). Su mensaje era
"nuevas de gran gozo" (Luc. 2: 10); pero ésta era una profecía de
"endechas y lamentaciones y ayes". Sin embargo, la revelación de la
amenazante calamidad fue el medio empleado por Dios para despertar a los
corazones endurecidos por el pecado a fin de que él pudiera sanarlos con el
bálsamo del Evangelio. En el transcurso de su obra, Ezequiel muchas veces tuvo
el privilegio de atenuar sus discursos de reproche con exhortaciones de
misericordia. (4CBA) Ministerio Hno. Pio
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