1. TÍTULO. En
hebreo el libro recibe su título del nombre de su autor, Yejezqe'l, que
significa: "A quien Dios fortalecerá". Este nombre, como el de muchos
otros de los santos de la antigüedad, correspondía muy bien con la vida y obra
de quien lo llevaba.
En la
RVR; así como en hebreo, el libro ocupa el tercer lugar entre los escritos de
los cuatro profetas mayores. Esta es ciertamente su ubicación cronológica
verdadera, porque coloca el libro entre dos grandes contemporáneos de Ezequiel.
Entre esos profetas, Jeremías empezó sus profecías mucho antes, y Daniel siguió
con sus profecías mucho después.
2. PATERNIDAD LITERARIA. Hasta años recientes la autenticidad y canonicidad
del libro de Ezequiel no había sido objeto de serios ataques. Sin embargo, los
eruditos conservadores, así como muchos de la escuela más rigurosamente
crítica, aún mantienen la posición tradicional de que Ezequiel mismo fue el
autor de la compilación de los pronunciamientos proféticos que ahora lleva su
nombre.
No se
conoce nada de la historia personal del profeta, salvo lo que puede conocerse
por el mismo libro y por las circunstancias de los tiempos en que vivió el
autor. No se lo menciona en ningún otro libro del AT, y sus escritos nunca son
citados directamente en el NT la excepción, quizá, de (2 Cor. 6: 17), aunque
existen muchas alusiones a sus símbolos, especialmente en el Apocalipsis. Fuera de la Biblia sólo es mencionado por
Josefo (Antigüedades x. 5. 1; 6. 3; 7. 2; 8. 2), y por Jesús hijo de Sirac
(Ecco. 49: 8), aunque ninguno de los dos añade ningún detalle de importancia.
Ezequiel
se llama a sí mismo "sacerdote, Ezequiel hijo de Buz" (cap. 1: 3). Nada
se sabe de Buz. El hecho de que Ezequiel fuera incluido entre "todos los
príncipes, y… todos los hombres valientes" (2 Rey. 24: 14) que fueron
llevados al cautiverio junto con Joaquín (597 a.C.; ver com. Eze. 1: 2), indica
que quizá fue miembro de la aristocracia de Jerusalén.
No se
sabe con exactitud la edad de Ezequiel cuando fue llevado cautivo. Algunos
sugieren que "el año treinta" del cap. 1: 1 podría referirse al
trigésimo año de su vida. De ser así, habría tenido 25 años en el tiempo de su
exilio. Según Josefo, el profeta era entonces joven (Op. cit. x. 6. 3). Parece
deducirse que era por lo menos 598 relativamente joven en ese tiempo, porque
tina de sus profecías data de 27 años más tarde, o sea en 570 ó 571 (ver com.
cap. 29:17), e indudablemente ejerció su oficio por algún tiempo más. Ver el
cuadro cronológico de las profecías de Ezequiel en la p. 602.
A
diferencia de Jeremías, que se quedó soltero (Jer. 16: 2), Ezequiel tuvo una
esposa a quien quería como el deleite de sus ojos (Eze. 24: 16). Ella murió
repentinamente en el noveno año del cautiverio (cap. 24: 1; ver com. cap. 1:
2), y dejó al profeta solo ante las grandes pruebas de su oficio profético.
3. MARCO HISTÓRICO. Ezequiel comenzó su profecía en el 5.11 año del
cautiverio de Joaquín (cap. 1:2), 593/92 a. C. (ver t. III, PP. 95-96). El
reino norte de Israel había desaparecido hacía más de 100 años, y se aproximaba
rápidamente la caída de Judá. Ya había
empezado el cautiverio babilónico cuando, en el 3er año de Joacim (605 a. C.),
Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino contra Jerusalén (Dan. 1: 1). No se sabe
cuántos cautivos fueron llevados en esa ocasión. Entre ellos había algunos
"del linaje de los príncipes" (Dan. 1:3; cf. 2 Rey. 24:1).
Después
de 11 años de reinado, Joacim llegó a un fin ignominioso, y lo sucedió en el
trono su hijo Joaquín (597 a. C., ver com. 2 Rey, 24:1). Después de un reinado
de sólo tres meses, fue llevado cautivo a Babilonia, junto con 10.000 de los
principales de su pueblo, incluso Ezequiel (2 Rey. 24:12-16; Eze. 1: 1-2; 33:
21).
El
sucesor de Joaquín, Sedequías, no fue mejor que sus predecesores. En el 11.º
año de su reinado (586 a. C.) ocurrió la caída final de Judá (2 Rey. 25: 1-11).
El residuo del pueblo fue llevado cautivo, el templo fue quemado y, Jerusalén
destruida. Sólo unos pocos de "los pobres de la tierra" fueron
dejados para que labrasen las viñas y la tierra (2 Rey. 25: 12).
Tales
fueron los tiempos turbulentos en que Ezequiel, siendo todavía joven, fue
llamado al oficio profético. La perspectiva no era nada halagüeña. El castigo
que ya había caído sobre Jerusalén, en vez de hacer que recapacitaran los
habitantes de Judá, pareció sólo sumergirlos más profundamente en la apostasía
y el vicio. Tampoco quisieron someterse a la "disciplina" (Heb. 12:
11) los exiliados junto al río de Quebar. Ellos también continuaron siendo
rebeldes e idólatras (Eze. 2:3; 20:39), y revelaron estar poco dispuestos a
practicar una reforma completa.
4. TEMA. Los
mensajes del libro de Ezequiel aclaran el propósito de Dios para con su pueblo
en el trance amargo del cautiverio babilónico.
Durante
siglos los profetas habían aconsejado y amonestado a Israel, y sin embargo la
nación se había sumergido cada vez más en la apostasía. Al fin resultó evidente que el pueblo escogido
jamás alcanzaría las metas que Dios le había propuesto como nación (ver PP. 31
34), a menos que se emplearan medidas drásticas para enseñarle las lecciones de
la obediencia y la cooperación con Dios. Por lo tanto, se le permitió que aprendiera
en medio de la adversidad las lecciones que había rehusado aprender durante los
tiempos de prosperidad (ver p. 33).
https://elaguila3008.blogspot.com/2020/08/el-papel-de-israel-en-la-profecia-del.html
Aunque parezca extraño, fueron los gobernantes de Israel los que, por precepto y ejemplo, llevaron al pueblo a la apostasía (Isa. 3: 12; 9: 16; Eze. 34: 2-19).
Evidentemente,
al principio Dios tenía el propósito de que sólo los gobernantes fuesen
llevados al cautiverio (Dan. 1: 3-4). La
gran mayoría del pueblo había de quedar en Judea, esperando allí el regreso de
un grupo de escarmentados gobernantes para que los guiaran en los caminos de
Dios. Si los judíos hubieseis estado dispuestos a someterse a Nabucodonosor,
como lo quería Dios (Jer. 27: 1-22), la ciudad de Jerusalén y su magnífico
templo habrían quedado intactos (Jer. 17: 25, 27; 38: 17), y el siglo de
demora, dificultades, y desánimos que afrontaron los exilados a su regreso de
Babilonia se hubiera evitado. Pero la terca resistencia de Israel (Jer. 28:
1-14) hizo que su 599 copa de sufrimiento fuera cada vez más amarga, y originó
una segunda y una tercera deportación en los años 597 y 586 a. C.,
respectivamente. "Los yugos de madera" fueron reemplazados por
"yugos de hierro" (Jer. 28: 13-14).
Pero
aun en el cautiverio la justicia divina fue atemperada con misericordia. Dios
vino a su pueblo como maestro, para impresionarlo con la necedad de la
desobediencia y lo deseable de cooperar con él, y no como un juez severo para
castigarlo. Los trances amargos del cautiverio no fueron tanto retribuidos en
su naturaleza, como correctivos.
Los profetas Jeremías, Ezequiel y Daniel fueron comisionados para que
revelaran el propósito del cielo a los hombres y para que lograran su
cooperación con ese propósito. Jeremías fue enviado a los judíos que quedaron en
Judea, mientras Ezequiel llevaba a cabo una misión semejante entre los que ya
habían ido al cautiverio. Daniel fue embajador del cielo en la corte de
Nabucodonosor, para que el monarca conociera la voluntad divina y cooperara con
ella. Los fuegos del sufrimiento no habían de arder con más intensidad de la
necesaria, para eliminar la escoria. Para una consideración detallada del papel
de Daniel en relación con el cautiverio, véase la Introducción del comentario
al libro de Daniel. En cuanto al abarcante propósito divino para Israel durante
el cautiverio, ver las PP. 31-34; cf. com. Dan. 4: 17.
EL LIBRO DE EZEQUIEL SE COMPONE DE DOS PARTES DISTINTAS. En La Primera, caps. 1: 1 a 33: 20, se registran los mensajes dados por Ezequiel a los cautivos cerca del río Quebar, en las proximidades de Babilonia, en su mayor parte antes de la caída de Jerusalén en 586 a. C.
La segunda, caps. 33: 21 a 48: 35, anticipa la terminación del
cautiverio, y tenía el propósito de infundir esperanza debido a esa
restauración. Dios tenía la intención de
exhortar vivamente por medio de Ezequiel al Israel del cautiverio, para que
aceptara finalmente el plan divino para él. Una exhortación tal
resultaba muy apropiada ante los nuevos acontecimientos históricos. El
plan del libro corresponde con un estilo evangélico característico. Varios
mensajes se dedican a señalar los pecados del pueblo. El propósito era doble: en primer lugar,
lograr que el pueblo se arrepintiera verdaderamente; y en segundo lugar, revelar la necesidad de la ayuda
divina para la obediencia futura prometida en el nuevo pacto.
Los
israelitas tenían una imagen deformada del carácter de Dios y de su plan con su
pueblo, debido, por una parte, a su Ignorancia; y por la otra, a causa de la
instrucción pervertida de los Sacerdotes corruptos, de los Falsos Profetas y
los Gobernantes Apóstatas. Esa impresión errónea era la que procuraba corregir
Ezequiel. Esperaba que un nuevo concepto de Dios fuera la fuerza impelente para
llevar a cabo la reforma necesaria y para conseguir que el pueblo aceptara su
excelso destino. Les rogaba que aceptaran el exilio y abandonaran su falsa esperanza
de que Jerusalén podría resistir sin ser tomada. Les rogaba que permitieran que el
cautiverio ejerciera sobre ellos su efecto saludable. Culminó su súplica con descripciones
repetidas y detalladas de la gloria futura que vendría como resultado de su
aceptación de las condiciones divinas. ¡Cuán diferente
habría sido la historia de Israel si hubiera aceptado el vehemente ruego del
profeta!
5. BOSQUEJO. Las profecías de Ezequiel se presentan de acuerdo con un plan bien meditado. En forma natural caen dentro de dos divisiones principales: los 33 primeros capítulos representan profecías dadas, por lo menos en su mayoría, antes de la destrucción de Jerusalén; y los últimos 15, las que fueron dadas después de la destrucción. La primera división a su vez puede dividirse en dos partes: los caps. 1-24 dedicados a Israel en relación con el cautiverio, y los caps. 25: 1 a 32: 32, a los castigos sobre las naciones circunvecinas.
Otra
característica interesante de las profecías de Ezequiel es su cronología
exacta. 600 La tabla cronológica de la p. 602 muestra las fechas para las
distintas secciones del libro con tanta corrección, que es posible computarlas
con datos cronológicos proporcionados por el profeta (comparar con la
cronología de Jeremías en la p. 384).
Cada
división principal se subdivide naturalmente en varias secciones con la
presencia de la expresión "y vino a mí palabra de Jehová, diciendo",
la cual aparece 29 veces en el libro. El bosquejo sigue el plan de las
sugestiones ya dadas:
I. PROFECÍAS DE CASTIGO PARA ISRAEL, 1:1 a 24:27.
A. PRIMERA SECCIÓN, 1:1 a 7:27 (5°. año, 4°.1 mes, 5°.1 día).
1. Ezequiel es llamado, 1:1 a 3:11.
a. La
visión de la gloria de Dios, 1:1-28.
b. La
misión divina para el profeta, 2: 1 a 3: 11.
2. El comienzo de la actividad profético, 3:12 a
7:27.
a. La
vacilación en el Quebar, 3:12-16.
b. La
vacilación reprendida, 3: 17-27.
c. El
sitio de Jerusalén descrito simbólicamente, 4: 1-17.
d.
Las cuatro señales y su interpretación, 5: 1-17.
e.
Los montes de Israel reprendidos, 6: 1-14.
f. El
asolamiento de Israel predicho, 7: 1-27.
B. SEGUNDA SECCIÓN, 8: 1 a 19:14 (6.º año, 6.º mes, 5.º día).
1. Una serie de visiones mientras estaba en el
Espíritu, en Jerusalén, 8:1 a 11:25.
a.
Las abominaciones en el templo, 8: 1-18.
b. El
castigo, 9: 1-11.
c. La
reaparición de la visión de los seres vivientes, 10: 1-22.
d.
Los dirigentes del pueblo reprendidos, 11: 1-25.
2. Dos señales simbólicas, 12: 1-20.
a. Un
símbolo del intento de fuga y la captura de Sedequías 12: 1-26.
b.
Símbolos de los terrores del sitio, 12: 17-20.
3. Discursos que revelaban la causa e inminencia de
los castigos anunciados, 12:21 a 14:23.
a. La
certidumbre del rápido cumplimiento, 12: 21-28.
b. El
discurso contra los falsos profetas y profetisas, 13: 1-23.
c. El
testimonio contra los buscadores idólatras de oráculos, 14: 1-23.
4. Varias parábolas y varios símbolos, 15: 1 a 19:
14.
a. La
madera de la vid, 15: 1-8.
b. La
niñita miserable y la vid adúltera, 16:1-63.
c.
Las dos águilas y la viña, 17: 1-24.
d.
Las uvas agrias, 18: 1-32.
e.
Los leoncillos de la leona, 19: 1-9.
f. La
vid secada, 19: 10-14.
C. TERCERA SECCIÓN, 20: 1 a 23: 49 (7.º
año, 5.º mes, 10.º día).
1. Narración de las rebeliones de Israel, 20: 1-49.
2. Varias descripciones de castigos amenazantes, 21:
1-32.
a. La
espada contra Jerusalén, 21: 1-7.
b. La
espada afilada y pulida para la matanza, 21: 8-17.
c. La
adivinación del rey de Babilonia, 21: 18-27.
d. La
espada contra Amón, 21: 28-32.
3. Enumeración de los pecados de Jerusalén y la
destrucción resultante, 22: 1-31. 601
a.
Las abominaciones de los príncipes y del pueblo, 22: 1-16.
b. La
suerte terrible de Jerusalén, 22: 17-22.
c. La
falta de un solo intercesor, 22: 23-31.
4. La historia de la apostasía en una parábola, 22:
1-49.
D. CUARTA SECCIÓN, 24: 1-27 (9.º año, 10.º mes, 10.º día).
1.
Visión de la olla hirviente, 24: 1-14.
2.
Muerte de la esposa de Ezequiel, 24: 15-27.
II. PROFECÍA DEL CASTIGO DE NACIONES
EXTRANJERAS, 25: 1 a 32:
32.
A. PRIMERA SECCIÓN, 25: 1 a 28: 26, fecha no especificada, pero quizá siga al mensaje presentado bajo "D".
1. Una serie de profecías concernientes a los
vecinos próximos a Israel, 25: 1-17.
a.
Contra los amonitas, 25: 1-7.
b.
Contra los moabitas, 25: 8-11.
c.
Contra los edomitas, 25: 12-14.
d.
Contra los filisteos, 25: 15-17.
2. Una serie de profecías concernientes a Tiro, 26:
1 a 28: 19.
a. Su
caída predicha, 26: 1-21.
b.
Lamentación sobre Tiro, 27: 1-36.
c.
Lamento por su príncipe, 28: 1-10.
d.
Origen, historia y destino de Satan, presentados bajo el símbolo del rey de
Tiro, 28:11-19.
3. Una profecía contra Sidón, 28: 20-26.
B. SEGUNDA SECCIÓN, 29: 1 a 32: 32 (varias fechas), profecías
concernientes a Egipto.
1.
Primera división (10.º año, 10.º mes, 12.º día).
a.
Castigo de Faraón, 29:1-7.
b.
Asolamiento de la tierra de Egipto, 29:8-12.
c.
Promesa de un regreso del cautiverio, 29:13-16.
2.
Segunda división (27.º año, 1er mes, 1er día del mes [interpolada aquí para completar
la predicción sobre Egipto]).
a.
Egipto sería entregado a Nabucodonosor como su salario, 29: 17-20.
b.
Restauración de Israel, 29: 21.
3.
Tercera división (ninguna fecha, quizá la misma del grupo a): Egipto y sus auxiliares
deberían caer, 30:1-19.
4. Cuarta
división (11.º año, 1er mes, 7.º día: Babilonia fortalecida contra Egipto,
30:20-26.
5.
Quinta división (11.º año, 3er mes, 1er día): La gloria y la caída de Egipto corren
paralelamente con las de Asiria, 31:1-18.
6.
Sexta división (12.º año, 12.º mes, 1er día): Lamentaciones por Egipto, 32:
1-16.
7.
Séptima división (12.º año, 15.º día): Egipto ha de tomar su lugar entre otras
naciones caídas, 32: 17-32.
III. PROFECÍAS DE MISERICORDIA A ISRAEL. 33:1 a 48:35.
A. PRIMERA SECCIÓN, 33: 1 a 39: 29 (12.º año, 10.º mes, 5.º día).
1. La
misión de Ezequiel renovada, 33: 1-20.
2. La
llegada de noticias de la caída de Jerusalén, 33: 21-33.
3.
Los pastores de Israel reprendidos, 34: 1-31.
4.
Una profecía contra Edom, 35: 1-15.
5.
Los montes de Israel consolados, 36: 1-38. 602
a.
Israel desolado debería ser reedificado, 36: 1-15.
b. Un
reavivamiento espiritual, base del nuevo reino, 36: 16-38.
6. La
visión de los huesos secos, 37: 1-28.
7.
Profecías contra Gog y Magog, 38: 1 a 39:29.
B. SEGUNDA SECCIÓN, 40: 1 a 48: 35 (25°.año, en el principio del año,
10°. día), visiones de restauración futura.
1.
Del templo, 40: 1 a 43: 27.
2. El
ceremonial del templo, 44: 1 a 47: 12.
3. La
distribución de la tierra, 47: 13 a 48: 35. (4CBA) MHP
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