Marcos
10. Ministerio En Perea. (1-12) Cristo disputa con los fariseos en cuanto
al divorcio; (13-16) bendice a los niños que le presentan; (17-22) enseña a un joven
rico cómo puede tener la vida eterna; (23-27) amonesta a sus discípulos sobre el
peligro de las riquezas; (28-31) Promete una gran recompensa a quienes abandonen
todo por causa del Evangelio; (32-34) predice su muerte y resurrección; (35-45) amonesta
a dos discípulos ambiciosos a pensar, ante todo, en sufrir con él. (46-52) Devuelve
la vista a Bartimeo.
1 LEVANTANDOSE de allí, vino a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y volvió el pueblo a Juntarse a él, y de nuevo les enseñaba como solía.
2 Y se acercaron los fariseos y le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar a su mujer. 3 El, respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés? 4 Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla. 5 Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento;
6 pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. 7 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, 8 y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. 9 Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
10 En casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo, 11 y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; 12 y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.
13 Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. 14 Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. 15 De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. 16 Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.
17 Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿Qué haré para heredar la vida eterna? 18 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. 19 Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.
20 El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. 21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. 22 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 24 Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! 25 Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
26 Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? 27 Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, más para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.
28 Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. 29 Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, 30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. 31 Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros.
32 Iban por el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante, y ellos se asombraron, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer: 33 He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; 34 y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.
35 Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. 36 Él les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 37 Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.
38 Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? 39 Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; 40 pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado. 41 Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan.
42 Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. 43 Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre nosotros será vuestro servidor, 44 y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.
45
Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para
dar su vida en rescate por muchos.
46 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. 47 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo David, ten misericordia de mí! 48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo David, ten misericordia de mí! 49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. 50 El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. 51 Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo Maestro, que recobre la vista. 52 Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía Jesús en el camino. (Marcos 10).
1. Levantándose de allí. [Comienzo del ministerio en Samaria y Perea, Mar. 10: 1 = Mat.19: 1-2 =
Luc. 9: 51-56. Comentario principal: Mateo y Lucas.] "Partiendo de
allí" (BJ, 1966). Es decir, partiendo de Capernaúm (ver cap. 9:33).
Otro lado. Es decir, Perea (ver com. Mat 19: 1).
Como solía. Es decir, como había esta acostumbrado a hacer durante el curso de
ministerio en Galilea.
2. Se acercaron los fariseos. [Matrimonio divorcio, Mar. 10: 2-12 = Mat. 19: 3-12. Comentario principal: Mateo 19.]
https://elaguila3008.blogspot.com/2021/05/reflexion-683-ministerio-en-perea-otono.html
12. Si la mujer. La ley mosaica no hacía provisión para que una mujer se divorciara de su
esposo. Sin embargo, la antigua literatura Judía revela que algunas mujeres
Judías lo hicieron. En la sociedad romana era común que las mujeres se
divorciaran de sus maridos.
13. Le presentaban niños. [Bendiciendo a los niños, Mar.10:13-16 = Mat. 19:13-15 = Luc. 18:15-17. Comentario principal: Mateo.]
14. Se indignó. Gr. aganaktéÇ, "indignarse", "enojarse".
15. De cierto. Ver com. Mat. 5: 18.
Reciba el reino. Ver com. Mat. 18:3. Aquí Jesús presenta a un niño como un modelo que deben
seguir los adultos. La sencilla confianza y la amante obediencia de un niño
representan rasgos de carácter de gran valor en el reino de los cielos. Notar
que Jesús habla de "niños" (literalmente, de "niñitos"), los
que -de los malos ejemplos que dan los adultos- no han aprendido los pecados de
la duda y la desobediencia.
16. En los brazos. Los acercó a sí mismo tanto como pudo, a manera de un mudo reproche para
los discípulos que trataban de apartar a los niñitos de él. Ese ademán
afectuoso testifica mejor que cualquier otra cosa del cálido interés personal
que Jesús sentía por los pequeños (Mat. 18:2; Luc. 9:47).
17. Vino uno. [El Joven rico, Mar. 10:17-31 = Mat. 19:16-30 = Luc. 18:18-30. Comentario
principal: Mateo.]
19. No defraudes. Sólo Marcos menciona esto.
21. Tomando tu cruz. La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de esta frase.
23. Mirando alrededor. Un vívido cuadro descrito por Marcos. Casi parece posible ver a Jesús
mirando a uno tras otro de sus discípulos para observar cómo reaccionaban ante
la decisión del Joven rico.
26. Diciendo entre sí. La evidencia textual favorece el texto de la RVR (cf. p. 147); algunos MSS
dicen: "diciéndole a él".
29. Mujer. La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de esta palabra.
32. Subiendo a Jerusalén. [Jesús predice su muerte, Mar. 10:32-34 = Mat. 20:17-19 = Luc. 18:31-34.
Comentario principal: Mateo.]
Iba delante. La solemnidad de esta última visita de Jesús a Jerusalén se refleja en su
comportamiento. Es indudable que deliberadamente caminaba delante de ellos en
contra de su costumbre, porque deseaba estar solo.
Se asombraron. El insólito proceder de Jesús asombró a los discípulos y llenó de ansiedad
sus corazones (cf. DTG 501).
Volviendo a tomar a los doce. Los doce conocían muy bien los complots que se
tramaban para quitar la vida a su Maestro (ver com. Luc. 13: 31; cf. Juan 1:
7-8), pero no se daban cuenta de que, al fin, esos esfuerzos tendrían éxito
(Luc. 18: 34). Mateo y Marcos tienen poco que decir en cuanto al hecho de que
los doce no captaban la importancia de la explicación de Jesús, pero, en
cambio, registran un incidente que muestra cuán poco entendían ese asunto (Mat.
20: 20-28; Mar. 10: 35-45).
34. Al tercer día. La evidencia textual (cf. p.147) tiende a confirmar el texto "después
de tres días" (ver pp. 239-242).
35. Jacobo y Juan. [La ambición de Jacobo y Juan, Mar. 10:35-45 = Mat. 20:20-28. Comentario
principal: Mateo.]
43. Servidor. Gr. diákonos (ver com. cap. 9:35).
44. Siervo. Gr. dóulos (ver com. cap. 9:35).
46. Vinieron a Jericó. [El ciego Bartimeo, Mar. 10:46-52 = Mat. 20:29-34 = Luc. 18:35-43.
Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 213; diagrama p. 221; en cuanto a los
milagros, pp. 198-203.] Es decir, habían llegado a Jericó, una de las últimas
etapas en su viaje de Perea a Jerusalén, para asistir a la pascua (ver com.
Mat. 20:17; 21:1). Acerca de los episodios ocurridos a lo largo del camino
inmediatamente antes de la llegada a Jericó, ver com. Mat. 20:17-28.
Uno
de los importantes vados para cruzar el río Jordán está a unos 9 km al este de
Jericó. La ciudad misma está en el borde occidental del valle del Jordán, muy
cerca de las colinas al pie de las montañas que se levantan al oeste (ver com.
Luc. 10:30). La ciudad de Jericó del NT estaba situada más o menos a 2 km al
sur de las ruinas de la ciudad de Jericó del AT. Herodes el Grande había
embellecido la ciudad, y tenía allí un palacio de invierno. Se conocía a Jericó
por sus termas cercanas, a donde fue Herodes el Grande con la esperanza de
curarse durante el proceso de su enfermedad fatal. Aunque ésta es la única
visita de Jesús a Jericó que se registra, hay poderosas razones para suponer
que había visitado la ciudad en viajes anteriores a Jerusalén para asistir a
las fiestas, y quizá pasó por ella no mucho antes, cuando fue de Perea para
resucitar a Lázaro.
Al salir de Jericó. Mateo (cap. 20:29) y Marcos concuerdan en que este episodio ocurrió cuando
Jesús y los doce estaban saliendo de la ciudad, al paso que Lucas dice que se
estaban aproximando a la ciudad (cap. 18: 35). Se han dado varias opiniones
para armonizar esta aparente discrepancia.
Algunos
han sugerido que aunque el significado usual de la palabra griega traducida
"acercándose" (Luc. 18: 35) es el de "aproximarse" o
"llegar cerca", no es imposible que sencillamente Lucas quiso decir
que Jesús estaba en las proximidades de Jericó cuando sucedió esto. Otros han
sugerido que Jesús pudo haberse encontrado con los mendigos en el camino entre
la nueva y la antigua Jericó, situada ésta aproximadamente a 2 km al norte,
mientras se dirigía a Jerusalén. Sin embargo, hay por lo menos dos principales
dificultades con esta explicación. En primer lugar, la antigua ciudad de Jericó
estaba en ruinas en ese tiempo, y se necesitaría un gran esfuerzo de la
imaginación para pensar que Lucas llamara "Jericó" a un montón de
ruinas e ignorara la ciudad de ese nombre que existía tan cerca de allí. En
segundo lugar, el camino de la ciudad de Jericó del NT a Jerusalén no pasaba
por la Jericó del AT, sino más bien por las colinas al pie de las montañas al
oeste, donde sigue por el Wadi Qelt y sube internándose en las montañas (ver
com. Luc. 10: 30).
Quizá
la siguiente es una explicación más aceptable. Lucas registra el relato acerca
de Zaqueo inmediatamente después de narrar la curación de Bartimeo (Luc. 18: 35
a 19: 10). Indudablemente, tanto Zaqueo como Bartimeo vivían en Jericó, y Jesús
encontró a uno no mucho después del otro. Según el orden de la narración de
Lucas, Jesús estuvo como invitado en la casa del cobrador de impuestos después
de sanar a los ciegos. Lo más probable es que no pudiendo Zaqueo mirar a Jesús
en las calles de la ciudad, se vio obligado a adelantarse a la multitud,
buscando un árbol al que pudiera subir, quizá en las afueras de la ciudad (ver
com. Luc. 19: 4), donde esperó la llegada de Jesús. Según Luc. 19: 1, Jesús
"iba pasando" por Jericó antes de que se encontrara con Zaqueo.
Cuando se encontró con él, Jesús regresó con Zaqueo para pasar el resto del día
en su casa, y bien podría haber sucedido que los ciegos consiguieron llamar la
atención de Jesús cuando éste entraba de vuelta en la ciudad. En circunstancias
como éstas, Lucas tendría razón al decir que Jesús estaba entrando en la
ciudad, y Mateo y Marcos también tendrían razón al decir que la estaba dejando.
Una gran multitud. Unos pocos días antes de la pascua había multitudes en los caminos que
conducían a Jerusalén.
Bartimeo. El nombre proviene del arameo Bar-Tim'ai, que Marcos traduce para sus
lectores. Mateo habla de dos ciegos (cap. 20: 30). La razón por la cual Marcos
menciona a sólo uno de ellos puede ser que algún hecho concerniente a uno lo
impresionó como algo de interés especial para sus lectores (ver com. cap. 5:
2). Posiblemente Bartimeo más tarde se convirtió en uno de los conocidos
seguidores de Jesús. Ver la Nota Adicional 2 de Mat. 3.
NOTA 2. Mateo Capitulo 3. Los autores de los Evangelios a veces difieren cuando citan las palabras que pronunció Cristo. También suelen diferir cuando se refieren al mismo hecho, por ejemplo, la inscripción en la cruz. Los escépticos se han valido de esas variaciones como de una prueba de que los autores de los Evangelios no son fidedignos; aun afirman que mienten, y que por lo tanto no son inspirados.
Un examen cuidadoso, demuestra lo contrario. Los que escribieron los Evangelios, lo mismo que otros seguidores de Cristo, se consideraban a sí mismos como testigos de los sucesos de la vida de nuestro Señor. Hacían depender todo de la veracidad de su testimonio. Ahora bien, si en un tribunal moderno los testigos coinciden en todo exactamente acerca de un hecho, la conclusión no es que son veraces sino que son perjuros. ¿Por qué? Porque la experiencia enseña que no hay dos personas que vean un suceso exactamente de la misma manera.
Un detalle impresiona a un testigo; otro detalle impresiona a otro. Además, pueden haber oído exactamente las mismas palabras en cuanto al mismo hecho, pero cada uno relata las palabras de una manera algo diferente. Hasta un testigo puede referir ciertas partes de una conversación que otro testigo no refiere. Pero mientras no haya una clara contradicción en el pensamiento o en el significado de las diversas declaraciones, puede considerarse que los testigos han dicho la verdad. Ciertamente, declaraciones que a primera vista parecen contradictorias con frecuencia resultan no serlo, sino que más bien son complementarias. Ver com. Mat. 27:37; Mar. 5:2; 10:46.
Se ha observado con justicia que tan sólo un hombre honrado puede darse el lujo de tener mala memoria. Los que dependen de un relato falso para engañar al público, tienen que repasarlo a menudo para que no pierda su verosimilitud. El hombre veraz quizá no repita su relato cada vez exactamente con las mismas palabras -es casi seguro que no lo hará-, pero hay una consistencia interna y una armonía en el relato que resultan evidentes para todos.
Más todavía, un relato tal tiene vida y reluce delante de nuestros ojos porque su narrador revive el espíritu y el sentimiento de los hechos. Pero cuando un individuo cuenta y repite un relato con la exactitud de un fonógrafo, lo más que podemos decir de él, usando de mucha caridad, es que se ha convertido en un tedioso esclavo de la mera forma de las palabras y que no presenta un cuadro vívido de lo que aconteció realmente o de lo que se dijo en realidad. Y si no somos bondadosos, aun podremos sospechar de su veracidad, o estar seguros de que ha llegado a la senilidad.
La experiencia acumulada, y especialmente la experiencia de los tribunales a través de largos años, lleva a la conclusión de que un testimonio veraz no necesita ser -en realidad, no debiera ser- idéntico, como una copia con papel carbón o una fotocopia, con el testimonio de los diferentes testigos de un hecho, lo que incluye su testimonio no sólo de lo visto, sino también de lo que se ha oído en determinado momento.
Por lo tanto, queda descalificada la acusación de que los autores de los Evangelios no son fidedignos porque difieren sus relatos. Por el contrario, esos escritores proporcionan una clarísima prueba de que no se confabularon, de que cada uno informó por su lado lo que más impresionó su mente iluminada por el cielo acerca de la vida de Cristo.
Escribieron sus relatos más o menos diferentes en momentos diferentes y en lugares diferentes. Sin embargo, no hay dificultad en descubrir armonía y unidad en lo que escribieron acerca de hechos y sucesos, lo que incluye 299 las palabras de nuestro Señor y, por ejemplo, la inscripción en la cruz (ver com. cap. 27:37).
Ante estos hechos, resulta injusta la acusación de que los escritores de los Evangelios no son inspirados porque presentan variantes en cuanto a las palabras de Cristo. ¿Qué razones tienen los escépticos para suponer que si los evangelistas fueran inspirados, presentarían al pie de la letra las palabras de nuestro Señor? Ninguna en absoluto.
Las palabras son meramente un vehículo para expresar el pensamiento, y desafortunadamente el lenguaje humano con frecuencia es inadecuado para expresar plenamente el pensamiento del que habla. Precisamente, el hecho de que los autores de los Evangelios presenten con variantes las palabras de nuestro Señor, ¿no representa acaso en sí mismo una prueba de que por inspiración penetraron en los alcances y las intenciones de las palabras de Jesús? De paso: Cristo hablaba en arameo y los Evangelios fueron escritos en griego. ¿Y acaso no es cierto que diferentes eruditos pueden preparar una traducción sumamente fiel de los escritos de cierto autor y sin embargo pueden variar en los vocablos que usan? Ciertamente, las traducciones demasiado literales generalmente sacrifican algo del verdadero pensamiento o intención del autor original.
Podríanios aquí aplicar, con las debidas salvedades, las palabras de la Escritura: "La letra mata, mas el espíritu vivifica" (2 Cor. 3:6). Hay un espíritu vivificante que se percibe a través de los cuatro Evangelios, un espíritu que fácilmente podría haber sido sofocado o apagado si los evangelistas hubieran presentado cuatro relatos idénticos. (5CBA)
Camino. Gr.
hodós, "vía", "senda", "camino" (ver com. cap.
11: 4). Es probable que los mendigos se ubicaban fuera de la puerta de la
ciudad, donde los transeúntes se compadecían de ellos.
47. Oyendo. Constantemente pasaban entonces multitudes por el camino a Jerusalén. Sin
duda, los mendigos alcanzaron a oír a algunos de los circunstantes que decían
que Jesús estaba en ese grupo específico.
Hijo de David. El uso de este título estrictamente mesiánico implica cierto grado de
reconocimiento de Jesús como el Prometido (ver com. Mat. 1:1; 9:27).
Ten misericordia. Cf. Mat. 9:27; 15:22.
48. Le reprendían. Quizá estaban procurando impedir un incidente público del que las
autoridades judías o romanas pudieran aprovecharse para arrestarlo (ver com.
Mat. 19:1, 3; 20:18).
Clamaba mucho más. Bartimeo comprendía que ésta podía ser su única oportunidad para ser sanado
por Jesús. Su persistencia era un testimonio de su ferviente fe en el poder de
Jesús.
49. Ten confianza. O, "¡Ánimo!" (BJ).
50. Capa. Gr. himátion, "manto", es decir, una vestimenta externa (ver com.
Mat. 5:40).
Se levantó. La evidencia textual establece (cf. p. 147) la variante "dio un
brinco" (BJ).
51. ¿Qué quieres? Era obvio que el ciego procuraba recobrar la vista. Sin embargo, como era
su costumbre, Jesús deseaba que el suplicante presentara un pedido específico
como reconocimiento de su necesidad y como demostración de su fe.
Sin
embargo, no fue sólo por Bartimeo mismo que Jesús hizo esta pregunta. Deseaba
que los testigos del suceso entendieran mejor el significado del milagro (ver
com. cap. 5: 32, 34).
Que recobre la vista. Por el texto griego se ve claramente que Bartimeo no era ciego de
nacimiento, sino que quedó ciego después.
52. Tu fe. Ver com. Mar. 5: 34; Luc. 7: 50. Seguía a Jesús. Era tan sólo natural que los que habían sido sanados desearan quedar con Jesús. Comparar con el pedido de los endemoniados gadarenos (ver com. cap. 5: 18-20). No es seguro si Jesús estaba en camino al hogar de Zaqueo (ver com. cap. 10: 46) o a Jerusalén. (5CBA).
COMENTARIOS DE EGW
1. DTG 452. GRAN
PARTE DE LOS MESES FINALES DEL MINISTERIO DE CRISTO SE PASÓ EN PEREA, LA
PROVINCIA "TRAS EL JORDÁN" CON RESPECTO A JUDEA.
Allí la multitud se agolpaba a su paso, como en los primeros días de su
ministerio en Galilea, y él repitió mucha de su enseñanza anterior. Así como enviara
a los doce, "designó el Señor aun otros setenta, los cuales envió de dos
en dos delante de sí, a toda ciudad y lugar a donde él había de venir."
Estos discípulos habían estado algún tiempo con él, preparándose para su
trabajo. Cuando los doce fueron enviados a su primera gira misionera, otros
discípulos acompañaron a Jesús en su viaje por Galilea. Allí tuvieron ocasión
de asociarse íntimamente con él y de recibir instrucción personal directa.
Ahora este grupo mayor también había de partir en una misión por separado. Las
indicaciones hechas a los setenta fueron similares a las que habían sido dadas
a los doce; pero la orden impartida a los doce de no entrar en ninguna ciudad
de gentiles o samaritanos, no fue dada a los setenta. Aunque Cristo acababa de ser
rechazado por los samaritanos, su amor hacia ellos era inalterable. Cuando los
setenta partieron en su nombre, visitaron ante todo las ciudades de Samaria.
2-12. SOBRE
EL DIVORCIO. https://elremanentedeltiempodelfinmhp.blogspot.com/2021/06/sobre-el-divorcio.html
13-16. "DEJAD LOS NIÑOS VENIR A MÍ"
(Basado en San Mateo
19:13-15; San Marcos 10:13-16; San Lucas 18:15-17).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-56-dejad-los-ninos-venir.html
17-22. "UNA COSA TE FALTA"
(Basado en San Mateo 19:16-22; San
Marcos 10:17-22; San Lucas 18:18-23).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-57-una-cosa-te-falta.html
17-31. BASES PARA LA RECOMPENSA FINAL
(Basado En San Mateo 19:16-30;
20:1-16; San Marcos 10:17-31; San Lucas 18:18-30).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/bases-para-la-recompensa-final.html
32-45. DTG 501-505. "LA LEY DEL NUEVO REINO"
(Basado en San Mateo 20:20-28; San Marcos 10:32-45; San Lucas
18:31-34).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-60-la-ley-del-nuevo-reino.html
51. UN MENSAJE SALVADOR PARA TODA
ALMA.- Muchos sienten una profunda necesidad, una necesidad que las riquezas
terrenales o los placeres no pueden suplir; pero no saben cómo recibir aquello
que anhelan con vehemencia. El Evangelio de Cristo es desde el comienzo hasta
el fin el Evangelio de la gracia salvadora. Es una idea distintiva y
dominante. Será una ayuda para los
necesitados, una luz para los ojos que están ciegos a la verdad, y una guía
para las almas que buscan el verdadero fundamento. La salvación plena y eterna está al alcance
de toda alma. Cristo espera y anhela
pronunciar el perdón e impartir la gracia gratuitamente ofrecida. El vela y aguarda, y dice como le dijo al
hombre ciego que estaba a las puertas de Jericó: "¿Qué quieres que te
haga?" Yo quitaré tus pecados; yo te lavaré en mi sangre. En todos los
caminos de la vida hay almas para ser salvadas.
Los ciegos andan a tientas en las tinieblas. Dadles la luz y Dios os bendecirá como a sus
obreros (Carta 60, 1903). Ev. 402.
NO ES EL PLAN DE DIOS ENVIAR
MENSAJEROS QUE AGRADEN O HALAGUEN A LOS PECADORES;
no comunica mensajes de paz para arrullar en la seguridad carnal a los que no
se santifican. Antes impone cargas pesadas a la conciencia del que hace el mal,
y atraviesa su alma con agudas saetas de convicción. Los ángeles ministradores
le presentan los temibles juicios de Dios, para ahondar su sentido de
necesidad, y para inducirle a clamar: "¿Qué es menester que yo haga para
ser salvo?" (Hech. 16: 30.) Pero la Mano que humilla hasta el polvo,
reprende el pecado y avergüenza el orgullo y la ambición, es la Mano que eleva
al penitente y contrito. Con la más profunda simpatía, el que permite que caiga
el castigo, pregunta: " ¿Qué quieres que se te haga?"
CUANDO EL HOMBRE HA PECADO CONTRA UN DIOS SANTO Y MISERICORDIOSO,
no puede seguir una conducta más noble que la que consiste en arrepentirse
sinceramente y confesar sus errores con lágrimas y amargura en el alma. Esto es
lo que Dios requiere; no puede aceptar sino un corazón quebrantado y un
espíritu contrito. PR 321
LA CURACIÓN DE UN CIEGO. Respondiendo
Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga?
Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Mar. 10: 51. Solamente
cuando el pecador siente su necesidad de un Salvador, su corazón acude al que
puede ayudarlo. Cuando Jesús caminaba
entre los hombres, eran los enfermos los que necesitaban de él. Los pobres, los afligidos y los angustiados
lo seguían, para recibir la ayuda y el consuelo que no podían encontrar en otra
parte. El ciego Bartimeo esperaba a la vera del camino. Había esperado mucho
tiempo para encontrar a Jesús.
Multitudes que poseen la vista
pasan de un lado a otro sin el deseo de ver a Jesús. Una mirada de fe sería
como un toque de amor en su corazón, y les daría la bendición de su gracia;
pero no conocen la enfermedad y la pobreza de su alma, y no sienten necesidad
de Cristo. No ocurre lo mismo con el pobre ciego. Su única esperanza está en
Jesús. Mientras aguarda y vela, escucha el ruido de muchos pasos, y pregunta
ansiosamente: "¿Qué significa este ruido?" El viandante le contesta
que es Jesús de Nazaret. Con la ansiedad del deseo intenso, exclama:
"Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí". Tratan de hacerlo callar, pero clama con
mayor vehemencia: "Hijo de David, ten misericordia de mí". Se escucha este llamamiento. Su fe perseverante recibe recompensa. No sólo
se restaura su vista física, sino que se abre el ojo de su entendimiento. En Cristo ve a su Redentor, y el Sol de justicia
resplandece en su alma. Todos los que sienten su necesidad de Cristo, como el
ciego Bartimeo, y quieren manifestar el fervor y la determinación suyas,
recibirán como él la bendición que anhelan.- RH 15-3-1887. HHD/EGW 128
Ministerio
Hno. Pio
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