domingo, junio 27, 2021

REFLEXIÓN 740. MINISTERIO EN PEREA, OTOÑO A PRIMAVERA, AÑO 30-31 DC/ Enseñanzas De Jesús Mediante Parábolas: “El Mayordomo Infiel” “El Rico Glotón Y Lázaro El Mendigo” (LUCAS 16).

Vers. (1-13) La parábola del mayordomo infiel. (14-18) Cristo reprocha la hipocresía de los fariseos avaros. (19-31) El rico glotón y Lázaro el mendigo.

1 DIJO también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. 2 Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo. 3 Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré?  Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. 4 Ya sé lo que haré para que cuando se me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas. 5 Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? 6 Él dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto, y escribe cincuenta. 7 Después dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas de trigo. Él le dijo: Toma tu cuenta, y escribe ochenta. 8 Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz. 9 Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas.

10 El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. 11 Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿Quién os confiará lo verdadero? 12 Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿Quién os dará lo que es vuestro?

13 Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. 14 Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él. 15 Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación. 16 La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17 Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley. 18 Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera.

19 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. 20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, 21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. 

22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 

24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.

25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. 26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieran pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. 

27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, 28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.

29 Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. 30 El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. 31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantara de los muertos. (Lucas 16).

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 1-28.

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EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1-16

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LAS PARÁBOLAS Y SU INTERPRETACIÓN. La palabra "parábola" deriva del Gr. parabol': :uxtaposición", "comparación", "ilustración", "parábola", "proverbio"; de un verbo que significa "poner una cosa al lado de otra [para comparar]", "situar al lado de". El vocablo Gr. pa'rabol' y su equivalente hebreo (t. III, p. 957) tienen un significado más amplio que la palabra "parábola"; sin embargo, las parábolas que se presentan como tales en este Comentario son las que con propiedad caven dentro de los límites más estrictos de la palabra 194 parábola. 

De acuerdo con la definición expuesta, la parábola es una narración cuyo principal propósito es enseñar una verdad; pero literariamente hablando es una alegoría o sucesión de metáforas. Muchas de las parábolas de Cristo fueron tan breves que pueden considerarse como metáforas o proverbios.

UNA PARÁBOLA ES EN LOS EVANGELIOS UNA NARRACIÓN "colocada al lado de" cierta verdad espiritual con el fin de hacer una "comparación". Las parábolas de nuestro Señor se basaban, por lo general, en hechos comunes de la vida diaria familiar de sus oyentes, y con frecuencia se trataba de hechos específicos que acababan de ocurrir (ver DTG 462) o de algo que los oyentes podían ver en ese momento (PVGM 16; cf. DMJ 34-35). La narración era simple y breve, y por lo general su conclusión era tan obvia que no admitía confusiones (Mat. 21: 40-41); y se colocaba paralelamente la verdad espiritual con el propósito de ilustrar a ésta. La parábola se convertía así en un puente por el cual los oyentes podían ser conducidos hacia la comprensión y apreciación de esa verdad. La narración comenzaba al nivel de los oyentes, y Jesús dirigía los pensamientos hacia donde él quería valiéndose de un miedo agradable y familiar. Era una ventana a través de la cual el alma podía contemplar perspectivas de una verdad celestial.

POR MEDIO DE PARÁBOLAS JESÚS (1) despertaba el interés, la atención y las preguntas; (2) enseñaba verdades desagradables sin despertar prejuicios; (3) eludía a los espías que lo perseguían implacablemente; (4) creaba en la mente de sus oyentes impresiones duraderas que se renovarían e intensificarían cuando vieran nuevamente las escenas presentadas en la parábola o pensaran en ellas; (5) convertía la naturaleza en un instrumento para conocer a Dios.  Las parábolas revelaban la verdad a los que querían recibirla, y, a veces, la ocultaba a otros.

AL ESTUDIAR LAS PARÁBOLAS DE JESÚS ES IMPORTANTÍSIMO SEGUIR PRINCIPIOS CORRECTOS DE INTERPRETACIÓNEsos Principios Pueden Resumirse Brevemente Así:

1. Una parábola es un espejo por el cual se puede ver la verdad; pero no es la verdad misma.

2. El contexto en que se presenta una parábola -lugar, circunstancias, personas a las que se dirigió la parábola y el problema que se trataba- debe tomarse en cuenta y convertirse en la clave para su interpretación.

3. La introducción y conclusión de Cristo a la parábola aclaran generalmente su propósito fundamental.

4. Cada parábola ilustra un aspecto básico de una verdad espiritual.

Los detalles de una parábola sólo son significativos cuando contribuyen a aclarar ese punto especial de verdad.

5. Antes de que se pueda entender el significado espiritual de la parábola, es necesario tener una clara perspectiva de la situación descrita en la parábola: costumbres orientales y modalidades de pensamiento y expresión.  Las parábolas son cuadros verbales vívidos que deben verse para que puedan ser entendidos.

6. Es un hecho fundamental que una parábola tiene el propósito de ilustrar la verdad, y generalmente una verdad particular; por lo tanto, no se debe basar ninguna doctrina en los detalles incidentales de una parábola.

7. La parábola se debe interpretar, sea en conjunto o sea en parte, teniendo en cuenta la verdad que tiene el propósito de enseñar, tal como se presenta en lenguaje literal en el contexto inmediato y en otras partes de las Escrituras.

1. Dijo también. [Parábola del mayordomo infiel, Luc. 16:1-18. Con referencia a las parábolas, ver pp. 193-197.] No se da ninguna información específica ni del lugar, ni del tiempo, ni de las circunstancias relacionadas con la presentación de las parábolas y de las enseñanzas del cap. 16.  Sin embargo, las primeras palabras parecen indicar que lo que aquí se registra transcurrió poco después de lo que se narra en el cap. 15, y quizá en la misma ocasión. Faltaban apenas unos meses para que concluyera el ministerio de Cristo, pues estaba transcurriendo enero o febrero del año 31 d. C. Cuando Jesús presentó estas enseñanzas, tal vez se encontraba en Perca, al este del Jordán (ver com. cap. 15:1).

A sus discípulos. Como tantas veces había ocurrido (ver com. Mat. 5:1-2), Jesús se dirigió primero a sus discípulos, aunque también otros pudieron haber estado presentes. También ahora, como en Lucas 15 (vers. 2), había fariseos presentes (cap. 16: 14), y finalmente Jesús les habló en forma directa (vers. 15; ver com. vers. 9). También había publicanos entre los oyentes, y la parábola tenía un significado especial para éstos, muchos de los cuales sin duda eran ricos.

Un hombre rico. Lucas es el único que registra esta parábola, y lo mismo puede decirse también de buena parte del registro del ministerio de Cristo en Perea (ver com. Mat. 19:1-2; Luc. 9:51).

Esta parábola y la siguiente -la del rico y Lázaro- se refieren al uso de las oportunidades presentes vinculadas con la vida futura (Luc. 16: 25-31), especialmente a la administración de las cosas materiales.

La primera parábola fue dirigida específicamente a los discípulos, mientras que la segunda fue pronunciada mayormente para beneficio de los fariseos.

La primera ilustra un principio vital de una mayordomía honrada: el uso sensato y diligente de las oportunidades actuales. La segunda enfoca el problema de la mayordomía desde un punto de vista negativo; otro tanto hacen las parábolas del amigo que llama a medianoche (cap. 11:5-10) y la del juez injusto (cap. 18:1-8).

En la primera parábola Jesús pide a los hombres que no piensen más en las cosas temporales sino en las eternas (PVGM 301). Entre los publicanos había ocurrido un caso similar poco tiempo antes (PVGM 302), y los publicanos presentes quizá se sintieron muy impresionados al escuchar la narración de Jesús.

Para los comentadores esta parábola es, generalmente, difícil de explicar, especialmente por el aparente elogio que recibe el mayordomo infiel (vers. 8). Estos problemas se deben a que se intenta dar un determinado significado a cada detalle de la parábola, por ejemplo, que el "hombre rico" representa a Dios. Esta parábola no debe interpretarse en forma alegórica. Uno de los principios fundamentales de la interpretación de parábolas es que no debe intentarse dar un significado especial a cada detalle. Con referencia a principios de interpretación, ver pp. 193-194. Jesús quería que esta parábola enseñara una verdad específica: la que señala en los vers. 8-14.

Un mayordomo. El encargado de administrar una casa o determinados bienes. Según se deduce del contexto, este "mayordomo" era libre y no esclavo como lo eran algunos mayordomos. Si hubiera sido esclavo habría pasado a ser esclavo de otro amo, y no necesitaría haberse preocupado por ganarse la vida después de que fuera despedido de su trabajo. Además, si hubiera sido esclavo, no habría estado en libertad para desarrollar el plan que se proponía (vers. 4).

Disipador. Al mayordomo lo acusaban de robar sistemáticamente a su señor (PVGM301), y las acusaciones parecen haber estado tan bien fundadas que sería despedido antes de que tuviera oportunidad de dar cuenta de su mayordomía (vers. 2). El mayordomo pudo haber disipado o malbaratado los bienes por negligencia o por incapacidad, pero la astucia que revela en los vers. 4-8 da a entender que era muy hábil, tanto como para poder atender bien sus propios intereses.

2. Da cuenta de tu mayordomía. Debía ajustar sus cuentas y entregar los resultados a su amo, quien los examinaría para decidir cuáles acusaciones eran ciertas contra su mayordomo.

3. Dijo para sí. Mientras el mayordomo ajustaba sus cuentas para entregárselas a su señor, comenzó a pensar en lo que podía hacer.

No puedo. Es decir "no tengo fuerzas", "no soy capaz", "no me ánimo".

4. Ya sé. Evidentemente el mayordomo era culpable y sabía que no podía justificarse. Si hubiera sido honrado en su mayordomía, no es probable que en este momento hubiera recurrido a manejos astutos similares a aquellos de los cuales era acusado. Al parecer, había estado viviendo de sus fraudes, y ahora forjaba un plan aún más astuto para que le fuera posible seguir viviendo con holgura. Mientras el mayordomo pudiera hacerlo, seguiría utilizando su autoridad como un medio para resolver su futuro incierto.

Me reciban. El mayordomo pensó entonces en los deudores de su amo (vers. 5). Se las ingeniaría para que contrajeran una deuda personal con él.

5. Llamando a cada uno. "Convocando uno por uno a los deudores de su señor" (BJ). El mayordomo llevó a cabo su plan en forma sistemática y diligente.

Si hubiera empleado la misma diligencia y habilidad que usó en beneficio propio para hacer prosperar los negocios de su señor, habría logrado el éxito en vez del fracaso.

En cambio, José, como siervo en casa de Potifar, demostró rasgos de carácter que lo tornaron muy valioso a los ojos de su señor (Gén. 39:1-6). Hizo prosperar los bienes de su amo egipcio como si hubieran sido los suyos, y fue ascendido al cargo de mayordomo de la casa de Potifar.

¿Cuánto debes? Da la impresión que el mayordomo, por causa de incompetencia o descuido, no tenía registros completos de todas sus transacciones comerciales o no tenía ningún registro de ellas. De ser así, fácilmente podría transarse fraudulentamente con los que habían comprado los bienes de su señor, para defraudarlo y beneficiarse a sí mismo y a los compradores.

6. Barriles. Gr. bátos, deriva del Heb. bath, medida de líquidos equivalente aproximadamente a 22 lt (ver t. I, p. 176). Por lo tanto, 100 batos equivaldrían a 2.200 lt, deuda relativamente grande.

Aceite. Sin duda aceite de oliva, común en Palestina y en los países vecinos.

Cuenta. Literalmente "lo escrito". Se refiere a documentos comerciales, quizá al pagaré firmado por el deudor.

Pronto. Evidentemente eran muchos los que comerciaban con el mayordomo, y para que su plan funcionara bien, debía llevarlo a cabo sin demora.

7. Medidas. Gr. kóros, deriva del Heb. kor, una medida de capacidad para áridos de 220 lt (ver t. I, p. 176). Los cien coros de trigo equivaldrían a unos 22.000 lt, también una deuda grande.

8. Alabó el amo. Estas palabras no son un comentario hecho por Lucas -como lo han afirmado algunos-, sino una parte de la parábola de Jesús.

El que alabó al mayordomo fue el rico del vers. 1. Es totalmente inconcebible que Jesús hubiera dado un elogio semejante al fraudulento plan del mayordomo infiel para estafar a su señor (PVGM 302).

El concepto que Jesús tenía de este mayordomo se echa de ver en estas palabras: "mayordomo malo". Sin embargo, puesto que este elogio es el punto culminante de la parábola, es evidente que Jesús encontró en la alabanza del rico para su mayordomo algo útil para enseñar una lección a los discípulos y a los que escuchaban. El relato muestra claramente cuál era la enseñanza clave.

El rico no justificó el fraude de su mayordomo, pues lo estaba despidiendo por ser fraudulento; sin embargo, la astucia con que había culminado su carrera delictiva el hábil estafador del mayordomo era tan impresionante, y la minuciosidad con la cual había llevado a cabo su plan era tan digna de propósitos más nobles, que el rico no pudo menos que admirar la astucia y la diligencia de su ex mayordomo.

Por haber hecho sagazmente. Es decir, desde el punto de vista de sus intereses personales había sido sagaz conquistando amigos que se sentirían comprometidos con él en el futuro. El adverbio fronímÇs, traducido "sagazmente" como su forma adjetival, frónimÇs (Mat. 7:24; 10:16), derivan de fr'n, "mente". Nosotros diríamos que el mayordomo se las había ingeniado muy bien. Había sido buen previsor, trazando planes hábiles y astutos para su futuro.

Su sagacidad o astucia consistió esencialmente en aprovechar al máximo sus oportunidades mientras las tenía a mano. Si el mayordomo hubiera demorado tanto en el arreglo de cuentas con los deudores de su señor como lo había hecho antes al manejar sus negocios, no habría tenido éxito en su delictuoso plan.

Los hijos de este siglo. Siglo se considera aquí desde el punto de vista del tiempo y de los acontecimientos temporales. Los que viven para este siglo [mundo] se ponen aquí en contraste con los que viven para el mundo venidero: "los hijos de luz".

Más sagaces. Los que viven exclusivamente para esta vida, muchas veces se esfuerzan más para adquirir lo que ella les ofrece, que los cristianos que se preparan para alcanzar lo que Dios dará a quienes eligen servirle. Es una debilidad humana prestar más atención a la forma en que podemos servirnos a nosotros mismos antes que a la manera de servir a Dios y a nuestros prójimos (PVGM 304-305).

El cristiano debe caracterizarse por su celo, pero su celo debería ser "conforme a ciencia" (Rom. 10: 2). Debe tener un verdadero sentido de los valores para que pueda destacarse (ver com. Mat. 6: 24-34).

En el trato con sus semejantes. El griego dice, "en su generación"; la BJ traduce, "para sus cosas". Son más sagaces "en [esta] su generación" porque es la única época en la cual se interesan y para la cual viven (ver com. Mat. 23:36).

Hijos de luz. Cf. Juan 12:36; Efe. 5:8; 1 Tes. 5:5. Jesús también empleó expresiones tales como "hijos de Dios" (Mat. 5: 9; Luc. 20: 36; Juan 11:52), "hijos del reino" (Mat. 8:12; 13:38), "hijos de vuestro Padre" (Mat. 5:45), para referirse a los que aceptaban sus enseñanzas y ponían el reino de los cielos en el primer lugar en sus vidas (ver com. Mat. 6:33).

9. Ganad amigos. Jesús se dirige ahora a los fariseos presentes (PVGM 303; vers. 14), quienes como dirigentes de la nación judía eran, en un sentido especial, mayordomos de la verdad y de las bendiciones que Dios había concedido a su pueblo escogido (ver t. IV, pp. 28-30).

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Como mayordomos del cielo, los dirigentes de Israel habían estado disipando los "bienes" que se les habían confiado, y no pasaría mucho tiempo antes de que se les pidiera que rindieran cuenta de su mayordomía. Jesús no estaba insinuando que el cielo puede comprarse.

La verdad a la cual dirige la atención es que deberíamos aprovechar las oportunidades presentes para asegurar nuestro bienestar eterno. Somos sólo mayordomos de las posesiones materiales que en esta vida llegan a nuestras manos, y Dios nos ha confiado estos bienes para que podamos cultivar los principios de una mayordomía fiel.  Todo lo que tenemos en esta vida es ajeno, es decir, es de Dios y no nuestro (Luc. 16:12; cf. 1 Cor. 6:19).

Debemos gastar las cosas materiales que nos han sido confiadas en hacer prosperar los intereses de nuestro Padre celestial, aplicándolas a las necesidades de nuestros prójimos (Prov. 19:17; Mat. 19:21; 25:31-46; Luc. 12:33) y a la predicación del Evangelio (1 Cor. 9:13; 2 Cor. 9:6-7).

Riquezas injustas. Ver com. Mat. 6: 24. Esta frase sugiere que no todas las riquezas se obtienen en forma lícita, y que si es así se convierten en un despreciable "vil metal". El uso de las riquezas ganadas deshonestamente también puede ser objetable.

Cuando éstas falten. Basándose en ciertos MSS tardíos, la RVA dice: "cuando faltareis", o sea "cuando muráis". Pero la Biblia no enseña que los hombres son recibidos "en las moradas eternas" cuando mueren, sino cuando vuelva nuestro Señor (Juan 14: 3).

La evidencia textual establece (cf. p. 147) el texto de la RVR y la BJ: "cuando éstas falten"; "éstas" se refiere a las riquezas. Cuando se acabó la fuente de ingresos del mayordomo (Luc. 16: 3), entonces pensó en su futuro (vers. 4). Lo importante de la parábola no es el fracaso del mayordomo en su trabajo ni tampoco su muerte, sino su hábil método para resolver el problema de la pérdida de sus ingresos. Por esto se dice que cuando falten las riquezas, los amigos recibirán a los previsores en sus moradas.

10. Lo muy poco. Una insinuación de que las riquezas son "lo muy poco". Debe destacarse nuevamente que Jesús no elogió los fraudes del mayordomo (ver com. vers. 8). Para que los discípulos o quienes escuchaban no tomaran esta parábola como una posible excusa para no ser honrados, Jesús declaró claramente la profunda verdad de que todos los que quieran ser sus discípulos, deben caracterizarse por una completa integridad y diligencia. Según el Midrash (Rabbah, com. Exo. 3:1), Dios no le da al hombre algo grande hasta haberlo probado en algo pequeño; después lo asciende a lo que es grande. El Midrash pone como ejemplo las supuestas palabras de Dios a David: "Has sido hallado digno de confianza con tus ovejas; ven pues, y apacienta mis ovejas".

En lo más es fiel. Será ascendido (ver com. Mat. 25:21).

11. Lo verdadero. Es decir, las riquezas espirituales (Sant. 2:5). Compárese con el consejo que da Cristo de no trabajar "por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece" (Juan 6:27). 

Jesús había advertido a sus oyentes poco antes, en su ministerio en Perea, de no amontonar tesoros sino ser ricos "para con Dios" (Luc. 12:21).

12. Lo ajeno. Una de las lecciones más importantes que el hombre debe aprender es que todo el dinero y las cosas materiales que pueda poseer no son suyas debido a su propia sabiduría y capacidad, sino que Dios se las ha prestado. El Señor solemnemente advirtió a Israel contra ese engaño fatal, y le recordó que Dios es quien da a los hombres "el poder para hacer las riquezas" (ver com. Deut. 8:18).

El fracaso de Israel como nación se debió en gran parte a que no supo aprovechar la enseñanza que se le dio en cuanto a esto (ver t. IV, pp. 34-35). Esta es una verdad siempre vigente: cuando los hombres no honran a Dios ni aprecian que las buenas cosas de la vida proceden de su generosa mano, se envanecen en su razonamiento y su necio corazón se entenebrece (Rom. 1: 21). Sólo somos mayordomos de Dios.

Lo que es vuestro. Jesús se refiere ahora a la vida eterna y a las bendiciones y gozos correspondientes como si fueran nuestros. Somos "herederos de Dios y coherederos con Cristo" (Rom. 8:17). Cuando Cristo regrese en gloria, extenderá a todos los fieles la generosa invitación de venir y heredar "el reino preparado para" ellos "desde la fundación del mundo" (Mat. 25:34).

13. Ningún siervo. Ver com. Mat. 6:24. Excepto la palabra "siervo", vocablo adecuado al contexto para referirse al siervo o mayordomo de la parábola, la declaración de Jesús es idéntica a la que aparece en Mat. 6:24. Debiera recordarse que mucho de lo que Jesús ya había enseñado se repitió durante su ministerio en Perea (DTG 452). No hay razón para pensar que Lucas o Mateo pudieron haber insertado esta afirmación fuera de lugar dentro del relato evangélico

14. Oían también todas estas cosas. Lo que sigue (vers. 14-31) es evidentemente la continuación de lo que ocurrió en esta misma ocasión (vers. 1-13).

Fariseos. Ver pp. 53-54.

https://elaguila3008.blogspot.com/2021/04/los-judios-del-primer-siglo-de-la-era.html

Avaros. Gr. filárguros, "amador de plata". Esta palabra aparece en el NT sólo aquí y en 2Tim. 3:2. Algunos han dicho que se aplicaba mejor a los saduceos que a los fariseos, tal como aparece aquí, pues afirman que los saduceos eran los más ricos de la sociedad judía. Pero Jesús no se refiere sólo a la posesión de riquezas. Tener éstas no impide la entrada del hombre en el cielo, sino el amor inmoderado por ellas y el uso equivocado que se les dé. Nada impide que el pobre sea avaro o codicioso. En otras ocasiones, Jesús acusó abiertamente a los fariseos de ser codiciosos (ver com. Mat. 23:14). Según la manera de pensar de los fariseos, la riqueza era una evidencia de las bendiciones divinas; pero, como un contraste, Jesús ni tenía posesiones (ver com. Mat. 8:20) ni tampoco deseaba obtenerlas (ver com. Mat. 6:24-34).

En este respecto, como también en otros, los principios de Jesús y los de los fariseos eran diametralmente opuestos.

Se burlaban de él. Los fariseos comprendieron sin duda que Jesús se estaba dirigiendo a ellos (vers. 9-13; ver com. vers. 9).  Parece que esta secuencia de relatos, que comienza en el cap. 15:1, registra lo que Jesús enseñó en una sola ocasión (ver com. cap. 15:1; 16:1,14). Si así es, entonces los fariseos habían estado presentes desde el comienzo (ver cap. 15:2) y Jesús les dirigió las parábolas de la oveja perdida, de la moneda perdida y del hijo pródigo para defender su interés en los publicanos y los pecadores (cap. 15:1-3).

15. Os justificáis. Compárese con el caso de un intérprete de la ley que quiso justificarse preguntando quién era su prójimo (cap. 10:25-29).

LOS FARISEOS habían logrado persuadir a la gente de la validez de su teoría: que la riqueza era una recompensa de la rectitud. Habían defendido hábilmente su posición y, por lo menos los que tenían cierta cantidad de los bienes de este mundo, hallaban satisfacción con tal teoría.

Dios conoce vuestros corazones. Ver 1 Sam. 16:7; 1 Crón. 28:9. El problema de los fariseos consistía en que eran hipócritas (ver com. Mat. 6:2; 7:5); pero su 'justicia" no era más que una deslumbrante apariencia (Isa. 64:6; Mat. 23:13-33).

Abominación. Gr. bdélugma, "cosa detestable" "abominación". Compárese con el uso de bdélugma en Apoc. 17:4-5; 21:27.

16. La ley y los profetas. Es decir, los escritos canónicos del AT (Mat. 5:17; 7:12; 22:40; Luc. 24:27, 44; Hech. 13:15; 28:23; ver com. Luc. 24:44).

Hasta Juan. Esto es, hasta Juan el Bautista. "Hasta" Juan, que predicaba el reino de Dios, los sagrados escritos del AT fueron la principal guía del hombre para la salvación (Rom. 3:1-2). La palabra "hasta" (Gr. méjri) no indica en nada, como lo sugieren algunos expositores superficiales de las Escrituras, que la ley y los profetas -es decir, los escritos del AT- perdieron su fuerza o su valor cuando Juan comenzó a predicar.  

Lo que Jesús enseñó con estas palabras era que "hasta" el ministerio de Juan los hombres sólo habían tenido "la ley y los profetas". El Evangelio no vino para reemplazar o anular lo que Moisés y los profetas habían escrito, sino para complementar esos escritos, reforzarlos y confirmarlos (ver com. Mat. 5:17-19). El Evangelio no ocupa el lugar del AT, sino que se suma a él. "La muerte reinó desde Adán hasta [méjri] Moisés" (Rom. 5:14), pero sabemos bien que la muerte continuó después de Moisés.

El NT nunca disminuye el valor del AT; por el contrario: en el AT fue donde los creyentes del NT encontraron la más firme confirmación de su fe. El AT era, en verdad, la única Biblia que tenía la primera generación de cristianos en los días del NT (ver com. Juan 5: 39). Ellos no despreciaban el AT como lo hacen hoy algunos que se llaman cristianos, sino que lo honraban y lo amaban. No hay duda de que Jesús estaba afirmando en esta ocasión que los escritos del AT eran suficientes para guiar a los hombres al cielo (Luc. 16:29-31). 

Los que enseñan que las Escrituras del AT carecen de valor y de autoridad para los cristianos, están enseñando en contra de lo que Jesús enseñó. 

Pablo afirmaba que sus enseñanzas no incluían "nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder" (Hech. 26:22); y en su enseñanza, se refería constantemente a la "ley de Moisés" y a "los profetas" (Hech. 28:23).

En el Sermón del Monte Jesús dejó muy en claro que sus enseñanzas de ninguna manera desplazaban a las del AT. Declaró enfáticamente que no había venido a quitar de las Escrituras del AT la más mínima "jota" ni "tilde" (ver com. Mat. 5:18). Cuando declaró, "pero yo os digo" (Mat. 5:22), el contraste que estableció entre las enseñanzas del AT y sus propias enseñanzas no era con la intención de disminuir el valor o importancia de las primeras, sino para liberarlas de los estrechos conceptos de los judíos de su tiempo y de ampliarlas y darles fuerza.

Desde entonces. Desde que Juan el Bautista comenzó a proclamar el reino de Dios, había empezado a brillar una luz adicional sobre el camino de la salvación, y los fariseos no tenían excusa alguna para ser avaros (vers. 14). 

Habían tenido suficiente luz en el AT (vers. 29-31), pero habían rechazado esa luz (Juan 5:45-47). Ahora adoptaron la misma actitud hacia la luz mayor que brillaba a través de la vida y de las enseñanzas de Jesús (Juan 1:4; 14:6).

Todos. Jesús probablemente se refiera a las grandes multitudes que le seguían dondequiera que iba en Perea (ver com. cap. 12:1; 14:25; 15:1). Había un enorme interés en su persona, en sus milagros y en sus enseñanzas, aunque algunas veces ese interés no estaba bien encaminado.

Se esfuerzan. Gr. biázÇ, "emplear o aplicar fuerza". Con referencia al significado de este pasaje, ver com. Mat. 11:12-13.

17. Más fácil es. Ver com. Mat. 5:18.

Se frustre. Gr.píptÇ, "caer". La BJ traduce: "que no caiga un ápice de la ley".

Una tilde. Gr. keráia, "cuernecito", "ganchito", "ápice". Ver com. Mat. 5:18. La tilde era un trazo menudo para distinguir entre dos letras parecidas como la G y la C mayúsculas.

La ley. Según el modo de expresarse los judíos, "la ley" era toda la voluntad revelada de Dios, especialmente los escritos de Moisés (ver com. Deut. 31:9; Prov. 3:1). Cuando esta palabra se usa sola en el NT, puede considerarse como un término general que abarca todo el AT.

MARCIÓN, maestro cristiano cismático que vivió en el segundo siglo de la era cristiana, puso en su versión de los Evangelios "mi palabra" en lugar de "la ley", para evitar la evidente referencia a las Escrituras del AT y a la aprobación que Jesús les dio.

Marción se consideraba un ferviente seguidor de Pablo, pero no aceptaba nada que fuera judío, ni siquiera el AT.  Fue uno de los primeros cristianos en tomar la posición de que el AT no tiene valor ni significado para el creyente cristiano.

18. Repudia a su mujer. Ver com. Mat . 5:27-32; cf. Mat. 19:9; 1 Cor. 7:10-11. El adulterio continúa siendo adulterio aun cuando los hombres lo legalicen. Hay quienes afirman que en el registro evangélico de Luc. 16:14-18 este evangelista agrupó varias sentencias aisladas de Jesús, pronunciadas en diferentes ocasiones. Pero no se dan cuenta que hay un pensamiento que une a todo el capítulo y lo convierte en un discurso unificado y sistemático. Según el vers. 15, los fariseos y sus enseñanzas eran "abominación" delante de Dios; pero esta situación no se debía a que no tuvieran suficiente luz, pues habían tenido "la ley y los profetas" desde antaño (vers. 16), y recientemente habían recibido el Evangelio. En el vers. 17 Jesús afirma la unidad fundamental de sus enseñanzas con las del AT, y en el vers. 18 presenta una ilustración de ese hecho.  En el Sermón del Monte, Jesús ya había presentado estos mismos ejemplos como una evidencia de que sus enseñanzas no invalidaban las del AT (ver com. Mat. 5:17-19, 27-32).

19. Un hombre rico. [El rico y Lázaro, Luc. 16:19-31.  Con referencia a parábolas, ver pp. 193-197.] Acerca de lo poco que se sabe en cuanto a las circunstancias que rodearon la presentación de la parábola, ver com. vers. 1, 14. Es evidente que esta parábola fue dirigida especialmente a los fariseos (cap. 15:2; 16:14), aunque los discípulos (cap. 16: 1), los publicanos y los pecadores (cap. 15:1), y sin duda un gran público (ver com. cap. 12:1; 14:25; 15:1) también estaban presentes.

Jesús continúa en esta parábola con la lección que ha presentado en la parábola del mayordomo infiel (cap. 16:1-12): que la manera como se usan las oportunidades en esta vida determinará el destino futuro (ver com. vers. 1, 4, 9, 11-12). Esta parábola había sido especialmente dirigida a los discípulos (ver com. vers. 1); pero en el vers. 9 Jesús se dirige a los fariseos presentes (ver com. vers. 9). Estos, sin embargo, se negaron a aceptar las enseñanzas de Jesús acerca de la mayordomía y se burlaron de él (vers. 14). Jesús entonces destacó que era posible que fueran honrados por los hombres, pero que Dios leía su corazón como un libro abierto (ver com. vers. 15). Habían tenido suficiente luz, por mucho tiempo habían gozado de la enseñanza de la ley y de los profetas, y desde el ministerio de Juan la luz adicional del Evangelio les había sido dada (ver com. vers. 16).

En los vers. 17-18 Jesús afirma que los principios expuestos en "la ley" son inmutables, puesto que Dios no cambia, y da un ejemplo de esta sublime verdad.

A CONTINUACIÓN presenta la parábola del rico y Lázaro para mostrar que el destino se decide en esta vida de acuerdo al uso de los privilegios y oportunidades que se tengan (PVGM 204).  "Un hombre rico" representa en primer lugar a todos los que utilizan mal las oportunidades de la vida, y en sentido colectivo también a la nación judía que, como el rico, estaba cometiendo un error fatal (PVGM 211).

LA PARÁBOLA CONSISTE DE DOS ESCENAS: una representa esta vida (vers. 19-22); la otra, la vida futura (vers. 23-31). La parábola del mayordomo infiel presentaba el problema en forma positiva, es decir, desde el punto de vista de uno que había hecho los preparativos para el futuro. La parábola del rico y Lázaro presenta el mismo problema, pero desde el punto de vista negativo, es decir, destacando la actitud de otro que no hizo los preparativos necesarios. El rico se equivocó al pensar que la salvación se basaba en ser descendiente de Abrahán y no en la preparación individual (cf. Eze. 18).

LA PARÁBOLA DEL RICO Y LÁZARO DEBE INTERPRETARSE, como toda otra, en armonía con su contexto y con el sentido general de las Escrituras. Uno de los principios más importantes de interpretación es que cada parábola tenía el propósito de enseñar una verdad fundamental, y necesariamente tiene un significado intrínseco, sino para darle forma al relato. Es decir, no debe insistirse en que los detalles de una parábola tienen un significado literal en lo que a verdades espirituales se refiere, a menos que el contexto deje en claro que ese significado es parte integral de la intención original.

De este principio se deduce este otro: no es sabio presentar los detalles de una parábola para enseñar una doctrina.

Sólo puede ser tomada como base doctrinal la enseñanza fundamental de la parábola -según se deduce claramente de su contexto y se confirma por el sentido general de las Escrituras-, junto con los detalles que se explican en el contexto mismo. Ver pp. 193-194.

La suposición de que Jesús quería que esta parábola enseñara que los hombres, buenos o malos, reciben al morir su recompensa, viola estos dos principios.

Según lo muestra claramente el contexto (ver lo anterior), esta parábola tenía el propósito de enseñar que el destino futuro queda determinado por el modo en que los hombres aprovechan las oportunidades en esta vida.

JESÚS no estaba tratando aquí el estado del hombre en la muerte ni el tiempo cuando se darán las recompensas. Sencillamente estaba haciendo una clara distinción entre esta vida y la venidera, y mostrando la relación de la una con la otra.

ADEMÁS, interpretar que esta parábola enseña que los hombres reciben su recompensa inmediatamente después de morir, contradice claramente lo que Jesús mismo enseñó: "el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras" (ver com. Mat. 16:27; 25:31-41; cf. 1 Cor. 15:51-55; 1 Tes. 4:16-17; Apoc. 22:12; etc.).

Una de las reglas más importantes de interpretación es: los relatos y las expresiones figuradas deben entenderse a la luz de las afirmaciones literales de las Escrituras acerca de las verdades a las cuales se hace referencia. Aun aquellos que procuran hacer que esta parábola enseñe algo contrario a su contexto inmediato y al sentido general de las enseñanzas de Cristo, admiten que muchos de los detalles de la parábola son figurados (ver com. vers. 22-26).

Cabría entonces preguntarse por qué Jesús introdujo una parábola con ilustraciones figuradas que no representan con exactitud una verdad tan claramente expuesta en otros pasajes bíblicos, y especialmente en las propias declaraciones literales del Maestro. 

La respuesta es que Jesús estaba hablando a la gente de acuerdo con lo que ella conocía. Muchos de los presentes, sin tener el menor apoyo del AT, habían llegado a creer en la doctrina de que los muertos están conscientes entre la muerte y la resurrección (PVGM 206-207).

Esta falsa creencia, que no aparece en el AT -ni tampoco en el NT-, impregnaba, en general, la literatura judía posterior al exilio (ver pp. 84-103), y como muchas otras creencias tradicionales se había convertido en parte del judaísmo en el tiempo de Jesús (ver com. Mar. 7:7-13).

En esta parábola Jesús sencillamente se valió de una creencia popular para presentar con claridad una importante lección que deseaba inculcar en sus oyentes. También debe señalarse que en la parábola anterior -la del mayordomo infiel (Luc. 16:1-12)-, Jesús ni había aprobado ni condenado la mala acción del mayordomo, aunque su conducta fue el punto central del relato (ver com. vers. 8).

El conocido comentario bíblico International Critical Commentary dice lo siguiente en relación con el vers. 22: "Se sostiene el principio general de que la bienaventuranza y la desventura después de la muerte son determinados por la conducta anterior a la muerte; pero los detalles del cuadro son tomados de las creencias judías en cuanto a la condición de las almas en el Seol [ver com. Prov. 15:11], y no deben entenderse como una confirmación de esas creencias".

Algunas veces se hace notar que Jesús no dice que el relato del rico y de Lázaro es una parábola, al menos tal como la presenta Lucas (aunque el antiguo Códice de Beza dice que se trata de una parábola), mientras que en el caso de otras parábolas suele identificárselas como tales (Mat. 13: 3, 24, 33, 44-45, 47).

Pero debería señalarse que, aunque Jesús con frecuencia comenzaba una parábola diciendo que era una parábola o que el reino de los cielos se asemejaba a una persona o a una cosa en las circunstancias que a continuación relataba, no siempre lo hacía (Luc. 15:8,11; 16:1). Lo mismo ocurre con varias parábolas del AT, como las de Juec. 9:8-15 y 2 Rey 14:9; pero nadie se atreve a decir -y menos a creer- que porque esas parábolas no se identifican claramente como tales, deben tomarse literalmente. La falacia de tal argumento es evidente cuando se leen las pocas referencias citadas.

Sin duda, Jesús quería que los fariseos se vieran a sí mismos en este rico, y que en el desventurado caso de éste contemplaran un cuadro de su propio y triste fin (ver com. vers. 14).

Compárese a este rico con el de la parábola anterior (vers. 1). La palabra griega plóusios, "rico", aparece en la Vulgata latina como dives, "rico", lo cual ha dado origen a la tradición popular de que el rico se llamaba Dives. Según el P75, manuscrito griego de principios del siglo III, se llamaba Neu's. El rico tiene otros nombres en otras versiones. Quizá se le dio un nombre para que no sólo lo tuviera el mendigo sino también el rico.

Púrpura. Gr. porfúra, "tela de color púrpura" o "vestido hecho con tela de color púrpura". Es posible que aquí se haga referencia a un manto exterior de gran precio (Gr. himátion, ver com. Mat. 5:40), teñido de color púrpura. El color púrpura era el color de la dignidad real. La palabra porfúra originalmente se refirió a cierta especie de moluscos, los murex, comunes en el Mediterráneo, de donde se obtenía la anilina de color púrpura. Este término, o su equivalente, se aplicó después a la tela teñida de púrpura o a una prenda hecha de esa tela (Mar. 15:17, 20; Hech. 16:14; Apoc. 17:4; etc.). Se usaban tres tonos de esta anilina: púrpura, escarlata y azul.

Lino fino. Gr. bússos, "lino", o tela hecha de lino. Es probable que aquí se refiera a la prenda interior, la "túnica" (Gr. jitÇ´n; ver com. Mat. 5:40), hecha de lino egipcio. Bússos se refería originalmente a la planta del lino, y luego se aplicó a la tela hecha del lino. La púrpura era el color de la dignidad real, y el lino fino era la tela de lujo (Apoc. 18:12; 19:8,14).

20. Un mendigo. Gr. ptÇjós, "mendigo", "pobre" (ver com. Mat. 5:3). PtÇjós deriva del verbo ptÇssÇ´, "agacharse", "andar agachado como mendigo".

Lázaro. Gr. Lázaros, nombre derivado del sustantivo común hebreo 'El'azar (ver com. Exo. 6:23), que significa "Dios ha ayudado". Debe señalarse que el nombre corresponde bien con la condición espiritual del que lo llevaba. Esta es la única vez que se registra que Jesús diera nombre a uno de los personajes de una parábola, procedimiento necesario en este caso debido al diálogo que hay en la parábola (Luc. 16:23-31). Pocas semanas más tarde Jesús resucitó a Lázaro de Betania (Juan 11:1-46), pero no hay relación entre el mendigo de la parábola y el que fue objeto del mayor milagro de Jesús.

Echado a la puerta. El rico tuvo muchas oportunidades para socorrer a Lázaro, pero no lo hizo. Evidentemente no trató mal al desventurado que, sin duda lo suponía el rico, estaba sufriendo un castigo de Dios. Su actitud fue similar a la que expresó Caín cuando respondió: "¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?" (Gén. 4:9). No maltrató a Lázaro, pero no fue misericordioso con él. Adoptó una posición negativa frente a sus responsabilidades en esta vida, en vez de asumir una actitud positiva. No conocía el verdadero significado del segundo gran mandamiento de la ley, que ordena amar al prójimo (ver com. Mat. 5:43; 22:39; 25:35-44). Este rico, como la nación judía, no estaba haciendo ningún bien positivo, y por eso era culpable de un grave mal. Se apropiaba de todas las ventajas que el cielo le había concedido disfrutando sólo de ellas para su propio placer y complacencia (PVGM 234).

Lleno de llagas. El hecho de que Lázaro estuviera "echado a la puerta", sugiere que era inválido y no podía trasladarse solo.

21. Ansiaba saciarse. Por eso estaba a la puerta. Su necesidad era grande, y el rico podía suplirla. En el relato no hay nada que sugiera que Lázaro se quejara de Dios por su pobreza y sufrimiento. Parece que, como Job, sobrellevó todo con paciencia y valor.

Las migajas que caían. La evidencia textual favorece (cf. p. 147) el texto "lo que caía de la mesa" (BJ), es decir, los restos de comida (ver com. Mar. 7:28). Es evidente que el rico nunca hizo esfuerzo alguno para dar alimento a Lázaro.

Le lamían. El relato no dice si esto aliviaba su continuo dolor o lo empeoraba, aunque es más probable lo segundo.  Si así fue, ésta sería la culminación de la angustia del pobre sufriente. Probablemente no podía evitar que los perros que merodeaban hambrientos por las calles (ver com. Mat. 7:6; 15:26) le lamieran las llagas.

22. Fue llevado por los ángeles. Cf. Mat. 24:31. Con referencia a los principios que rigen la interpretación de Luc. 16: 25-31, ver com. vers. 19. Debe recordarse que el propósito de esta parábola es comparar las oportunidades que se tienen en esta vida y el uso que se hace de ellas, con la recompensa o castigo en la vida futura. El destino queda decidido cuando la persona muere, y los hombres deben aprovechar sus oportunidades en esta vida si quieren gozar de las bendiciones de la vida venidera.

Seno de Abraham. Expresión típicamente judía, que equivale a "paraíso". 

En la antigua literatura judía algunas veces aparece Abraham dando la bienvenida a los que llegan al paraíso. Jesús describió el paraíso como un lugar adonde "vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham" en la fiesta "en el reino de los cielos" (ver com. Mat. 8:11; Luc. 14:15).

Con referencia a Jesús "en el seno del Padre", ver com. Juan 1:18. Abrahán era el padre de los judíos (Juan 8:39, 56), y éstos en la práctica habían llegado a buscar la salvación en Abrahán antes que en Dios (ver com. Luc. 16:24). Creían que Abrahán daba la bienvenida a sus hijos en el paraíso en una forma muy parecida a la que ahora, a veces, se representa a Pedro recibiendo a los cristianos en la puerta del cielo.

Fue sepultado. Los que afirman que este relato debe tomarse en forma literal y no como una parábola, deberían fijarse que si el rico fue literal y corporalmente al tormento, entonces Lázaro fue también llevado inmediatamente al cielo en forma literal y corporal. Sin embargo, los cuerpos de Lázaro y del rico volvieron al polvo de donde habían sido originalmente tomados (Gén. 2:7; 3:19; Ecl. 12:7).

23. Hades. Gr. hád's, "sepulcro" o "muerte" (ver com. Mat. 11:23). El hád's es la morada de todos, buenos o malos, hasta que llegue la resurrección; por lo tanto, literalmente Lázaro también debía estar allí.

Sus ojos. El rico yace sin vida en el hád's. No puede ver (ver com. vers. 24).

Tormentos. Gr. básanos, "tortura", "tormento", de la misma raíz del verbo basanízÇ, que se emplea para describir a quienes sufren intensamente por alguna enfermedad (Mat. 8:6), por la agitación de las olas del mar (Mat. 14:24), y también se aplica a la fatiga que experimentaron los discípulos al remar (Mar. 6:48). También se emplea para referirse a una tensión psíquica (2 Ped. 2:8) y al "tormento" que sufrían los espíritus malignos cuando tuvieron que enfrentarse con Jesús (Mat. 8:29; Mar. 5:7; Luc. 8:28). Por lo tanto, básanos, en singular, indica una gran angustia, agitación o aflicción.

La creencia de que la gente al morir va a un lugar a sufrir tormentos, no tiene ningún apoyo en la Biblia. Las Sagradas Escrituras enseñan con claridad que los muertos nada saben (Ecl. 9:5; ver com. Sal. 146:4). 

Jesús comparó la muerte con un sueño (Juan 11:11, 14). Si se deduce por esta parábola que Jesús enseñó que los impíos cuando mueren son llevados a cierto lugar para ser atormentados, entonces se enseña tácitamente que Jesús está contradiciendo lo que enseñó claramente en otras ocasiones acerca de los muertos, y también contradice lo que la Biblia enseña acerca de este tema. Los pecadores sufrirán en el infierno de la géenna los tormentos del fuego (ver com. Mat. 5:22), y no en el hád's (sepulcro). Cuando Jesús presentó al rico como si estuviera "atormentado en esta llama" (Luc. 16:24) en el hád's, claramente estaba hablando en forma figurada, y, por lo tanto, sus palabras no se pueden interpretar en forma literal. En cuanto a los principios de interpretación que rigen la explicación de esta parábola, ver com. vers. 19.

Vio... a Abraham. ¿Están acaso tan cerca el cielo y el infierno que se pueda hablar desde uno al otro, y que los que están en el cielo pueden contemplar el sufrimiento de sus amigos y amados en el infierno sin poder aliviar su tormento, mientras que los que están en el infierno pueden observar la dicha de los justos en el cielo? No.

Sin embargo, esto es lo que esta parábola enseña si se interpreta literalmente (ver com. vers. 19). Pero los que creen que es literal, se apresuran a añadir que el "seno" de Abrahán es sólo una figura literaria porque los santos no descansan literalmente en su seno. Además, admiten que la proximidad del cielo con el infierno, que aquí aparece como muy real, es también solamente figurada. Pero desde el momento en que admiten que estas y otras declaraciones son evidentemente figuradas y no deben tomarse en forma literal, están asintiendo que toda la parábola es figurada. Y si no quieren admitir que es figurada, entonces se ven obligados a confesar que su decisión en cuanto a las partes que deben considerarse en forma figurada se basa sólo en una elección arbitraria, y no en ningún principio de interpretación claramente definido y consecuente.

Lázaro en su seno. Ver com. vers. 22.

24. Padre Abraham. Abrahán aparece en la parábola como si presidiera sobre el hád's (ver com. vers. 23). El rico se dirige a Abrahán como si fuera Dios. Sufre aunque es descendiente del patriarca, y acude a él como acudiera un hijo a su padre.

Envía a Lázaro. Evidentemente, el rico supone que, a su mandato, Lázaro debe ser enviado al hades, lo cual equivaldría, en cierto sentido, a continuar la relación que había sostenido con él en la tierra.

La punta de su dedo. Quienes procuran hallar argumentos en esta parábola para probar la doctrina de la inmortalidad del alma, no pueden explicar por qué las almas tienen dedos. El cuerpo de Lázaro estaba en la tumba, inclusive también sus dedos. Es increíble que un espíritu desencarnado tuviera dedos -que no debe tener-, que los mojara en agua, y luego tocara una lengua inexistente de otro espíritu desencarnado. Evidentemente, Jesús estaba narrando algo imaginario, cuyo propósito era enseñar claramente una verdad específica en cuanto a la relación que existe entre esta vida y la futura (ver com. vers. 19), y que no tenía la intención de que sus palabras fueran tomadas en sentido literal. El rico, que sufre figuradamente en el hád's, aceptaría de buena gana el menor alivio de sus tormentos; anhela ahora una gota de agua fresca así como Lázaro, mientras ambos vivían, deseaba los residuos de la mesa del rico (ver com. vers. 21). Si el rico tenía ojos (vers. 23) y lengua de verdad (vers. 24), y Lázaro tenía dedos (vers. 24), habría entonces que afirmar que cuando mueren las personas, buenas o malas, reciben inmediatamente lo que merecen como seres reales, esto es, con todas las partes de su cuerpo. Sin embargo, la parábola misma enseña claramente que no reciben su recompensa inmediatamente después de morir, pues sus cuerpos estaban en la tumba, en donde no hay fuego (ver com. vers. 22).

Atormentado en esta llama. En cuanto a la evidencia de que dicha recompensa no se recibe inmediatamente después de la muerte, sino cuando Jesús vuelva visiblemente a este mundo, y más aún, después del milenio cuando los impíos sufrirán el castigo del fuego del infierno, ver com. vers. 19. Con referencia al fuego eterno, ver com. Mat. 5:22.

25. Hijo. Gr. téknon (ver com. cap. 15:31).

Recibiste. Había recibido en vida todos los bienes que cualquiera pudiera desear, sin prepararse para la vida futura. Aplicó en forma inversa el principio de Mat. 6:33: había buscado primeramente "todas estas cosas" esperando, sin embargo, que Dios encontraría alguna manera de añadirle más tarde el cielo. Compárese con el caso del rico necio (ver com. Luc. 12:16-21) y la enseñanza de Jesús en cuanto a hacerse tesoros en el ciclo (ver com. Mat. 6:19-21). El rico había recibido toda la recompensa que había de recibir (ver com. Mat. 6:2). Su cuenta en el cielo mostraba que estaba en bancarrota moral. Debe destacarse que fue castigado no por haber poseído riquezas (ver com. vers. 19), sino por haberlas usado mal.  Las malgastó egoístamente; no las puso al servicio de Dios y de sus prójimos (cf. Mat. 19:21-22; 25:25-30). No es pecado ser rico; Abrahán fue muy rico (Gén. 13:2). Pero el rico de esta parábola sencillamente prefirió olvidar que era responsable por la manera en que usaba sus riquezas.

Lázaro también males. Así como el rico no fue castigado porque era rico, Lázaro tampoco recibió la recompensa en el cielo solamente porque había sido pobre en esta tierra. Lo que determina el destino es el carácter moral, no las posesiones materiales.

26. Además de todo esto. La respuesta de Abrahán al pedido del rico tiene dos partes. En la primera (vers. 25), Abrahán le dice que no sería correcto concederle su petición; en la segunda (vers. 26), le señala que la condición del mundo venidero hace imposible concedérsela.

Sima. Gr. jásma, "abismo", "espacio amplio", "inmensidad", palabra derivada de un verbo que significa "bostezar", "abrir la boca". El "abismo" que los separaba representa la enorme diferencia de carácter moral entre el rico y Lázaro (PVGM 213). El abismo que se ha interpuesto entre los dos realza el hecho de que después de la muerte no se puede modificar el carácter. Entonces será demasiado tarde para mejorarlo (Isa. 26:10). El abismo que impedía al rico participar en la bienaventuranza del seno de Abrahán se había formado en esta vida, por no haber usado debidamente las oportunidades que se le habían presentado para desarrollar el carácter correcto (PVGM 215).

27. Te ruego, pues. El rico insinúa que no recibió una advertencia clara de la suerte que le esperaba al morir.

Le envíes. El rico no puede comunicarse con sus parientes vivos, y Abrahán no le permite a Lázaro que lo haga.

29. A Moisés y a los profetas. Es decir, las Escrituras del AT. Esta era la forma en que comúnmente se hacía referencia a los escritos canónicos del AT en los días de Jesús (ver com. vers. 16). Jesús destacó una y otra vez que en asuntos de fe y de doctrina las Escrituras son de valor supremo, y las recomendó a sus oyentes, como lo hace aquí, como una guía segura para la salvación (ver Mat. 5:17-19; Luc. 24:25, 27, 44; Juan 5:39, 45-47).

Óiganlos. Según la amonestación de Jesús, dada aquí como consejo de Abrahán al rico, las Escrituras del AT constituían para la gente de su tiempo una guía segura para alcanzar la salvación, y acerca del más allá, una fuente autorizada de información para los que estaban y están vivos. El rico había sido advertido ampliamente en cuanto a la suerte que aguardaba a los que preferían vivir como él había vivido. Si se le hubiera dado luz adicional al respecto también la habría rechazado (ver com. vers. 31).

30. No, padre Abraham. El rico no acepta la decisión de Abrahán; insinúa que sabe más que Abrahán. Es evidente que no había aceptado que el AT era una evidencia convincente, y duda que sus cinco hermanos puedan aceptarla. Los que dan poca importancia a los mensajes del AT harían bien en prestar atención a la suerte del rico de esta parábola, quien a pesar de haber tenido acceso a Moisés y a los profetas no había sacado de ellos ningún beneficio.

Si alguno fuere. Como ya se indicó al comentar el vers. 19, el rico representa no sólo a los que no aprovechan las oportunidades que reciben en esta vida para desarrollar el carácter y para hacer el bien a los prójimos, sino también a la nación judía que, en conjunto, estaba siguiendo la misma conducta (ver t. IV, pp. 32-35).

La evidencia adicional que el rico exigía, reflejaba los diversos pedidos de los escribas y los fariseos para que Jesús les mostrara una señal. La vida, las enseñanzas y las obras de Jesús eran una evidencia convincente de su divinidad para todos aquellos que tuvieran motivos sinceros (cf. com. Mat. 15:21; 16:1); pero el tipo de evidencia que Jesús les ofrecía no era el que ellos deseaban o buscaban.

31. Si no oyen. Ver com. vers. 30. Los que no se dejaran impresionar por las claras enseñanzas de la verdad eterna que se encuentran en las Escrituras, no recibirían una impresión más favorable ni por el mayor de todos los milagros. Pocas semanas después de relatar esta parábola -y como si fuera una respuesta al desafío de los dirigentes judíos que pedían una evidencia mayor que la que hasta ese momento habían recibido-, Jesús resucitó a un hombre llamado Lázaro. Pero ese mismo milagro impulsó aún más a los dirigentes de la nación a intensificar su complot para quitar la vida a Jesús (ver com. Juan 11:47-54). Y no sólo eso, sino que también pensaron que era necesario acabar con Lázaro para proteger su ya insostenible posición (Juan 12:9-10; DTG 512). De este modo los judíos demostraron literalmente la verdad de lo que Jesús afirmó aquí: que los que rechazaban el AT rechazarían la luz mayor, aun el testimonio de alguien que se levantara de entre los muertos.

Se persuadirán. No se convencerían de que debían arrepentirse (vers. 30).

Aunque alguno se levantare. Pocas semanas después de todo esto, nuestro Señor resucitó a Lázaro (ver com. Juan 11:1) para proporcionar a quienes persistían en criticarle la concesión del pedido expresado por el rico de la parábola. Pero, así como Jesús puso en labios del "padre Abrahán" la advertencia dirigida al rico, así también la mayoría de los judíos se negaron a creer en él. Y más aún: ese mismo milagro fue el que, en verdad, los impulsó definidamente, más que antes, a tramar la muerte de Jesús (Juan 11: 47-54). 5CBA

COMENTARIOS DE EGW

Vers. 1-9. PVGM 301-308. “TALENTOS QUE DAN ÉXITO”

https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/talentos-que-dan-exito.html

9-13. 1JT 70. También Me Fue Mostrado Que La Parábola Del Mayordomo Infiel Había De Enseñarnos Una Lección."Haceos amigos por medio de las riquezas de injusticia, para que cuando faltaren, se os reciba en las mansiones eternas." (Luc. 16:9.) Si empleamos nuestros recursos para la gloria de Dios en esta tierra, nos hacemos tesoro en los cielos; y cuando las posesiones terrenales hayan desaparecido todas, el mayordomo fiel tendrá a Jesús y a los ángeles por amigos que le recibirán en las mansiones eternas.

RESPONSABLES ANTE DIOS. "El que es fiel en lo muy poco, también en lo mucho es fiel." (Luc. 16:10). El que es fiel con sus bienes terrenales, que son los de menor importancia, y emplea juiciosamente lo que Dios le prestó aquí, será fiel a su profesión. "El que en lo muy poco es infiel, también en lo mucho es infiel." (Luc. 16:10,V.M.) El que retiene de Dios lo que él le prestó, será infiel en las cosas de Dios en todo respecto. "Por tanto si en cuanto a las riquezas injustas no habéis sido fieles, ¿quién os confiará las riquezas verdaderas?" (Luc. 16:11, V.M.)

Si nos demostramos infieles en el manejo de lo que Dios nos presta aquí, él no nos dará nunca la herencia inmortal. "Y si en lo ajeno no habéis sido fieles ¿quién os dará lo vuestro propio?" (Luc. 16:12, V.M.) Jesús compró la redención para nosotros; es nuestra; pero nos hallamos aquí a prueba, para ver si resultamos dignos de la vida eterna.  Dios nos prueba confiándonos bienes terrenales. Si somos fieles en impartir liberalmente lo que nos ha prestado, para fomentar su causa, Dios puede confiamos la herencia eterna. "No podéis servir a Dios y al Dinero." (Luc. 16:13, V.M.) "Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él." (1 Juan 2:15.)

Vers. 19-31. PVGM 204-215. “CÓMO SE DECIDE NUESTRO DESTINO”

Parábola Del Hombre Rico Y Lázaro”

https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/como-se-decide-nuestro-destino.html

Vers. 29,31. PP 381-383. Los Que Alegan Que Cristo Vino Para Abrogar La Ley De Dios Y Eliminar El Antiguo Testamento, hablan de la era judaica como de un tiempo de tinieblas, y representan la religión de los hebreos como una serie de meras formas y ceremonias. Pero éste es un error. A través de todas las páginas de la historia sagrada, donde está registrada la relación de Dios con su pueblo escogido, hay huellas vivas del gran YO SOY. Nunca dio el Señor a los hijos de los hombres más amplias revelaciones de su poder y gloria que cuando fue reconocido como único soberano de Israel y dio la ley a su pueblo, Había allí un cetro que no era empujado por manos humanas; y las majestuosas manifestaciones del invisible Rey de Israel fueron indeciblemente grandiosas y temibles.

En todas estas revelaciones de la presencia divina, la gloria de Dios se manifestó por medio de Cristo. No sólo cuando 382 vino el Salvador, sino a través de todos los siglos después de la caída del hombre y de la promesa de la redención, "Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí." (2 Cor. 5: 19.) Cristo era el fundamento y el centro del sistema de sacrificios, tanto en la era patriarcal como en la judía. Desde que pecaron nuestros primeros padres, no ha habido comunicación directa entre Dios y el hombre. El Padre puso el mundo en manos de Cristo para que por su obra mediadora redimiera al hombre y vindicara la autoridad y santidad de la ley divina.

TODA COMUNICACIÓN ENTRE EL CIELO Y LA RAZA CAÍDA SE HA HECHO POR MEDIO DE CRISTO. Fue el Hijo de Dios quien dio a nuestros primeros padres la promesa de la redención. Fue él quien se reveló a los patriarcas.  Adán, Noé, Abrahán, Isaac, Jacob, y Moisés comprendieron el Evangelio. Buscaron la salvación por medio del Substituto y Garante del ser humano. Estos santos varones de antaño comulgaron con el Salvador que iba a venir al mundo en carne humana; y algunos de ellos hablaron cara a cara con Cristo y con ángeles celestiales.

Cristo no sólo fue el que dirigía a los hebreos en el desierto --el Ángel en quien estaba el nombre de Jehová, y quien, velado en la columna de nube, iba delante de la hueste--sino que también fue él quien dio la ley a Israel. (Véase el Apéndice, nota 10.) En medio de la terrible gloria del Sinaí, Cristo promulgó a todo el pueblo los diez mandamientos de la ley de su Padre, y dio a Moisés esa ley grabada en tablas de piedra.

Fue Cristo quien habló a su pueblo por medio de los profetas. El apóstol Pedro, escribiendo a la iglesia cristiana, dice que los que "profetizaron de la gracia que había de venir a vosotros, han inquirido y diligentemente buscado, escudriñando cuándo y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual prenunciaba las aflicciones que habían de venir a Cristo, y las glorias después de ellas." (1 Ped. 1: 10, 11.)  Es la voz de Cristo la que nos habla por medio del Antiguo Testamento. "Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía." (Apoc. 19: 10.) 383

En las enseñanzas que dio cuando estuvo personalmente aquí entre los hombres, Jesús dirigió los pensamientos del pueblo hacia el Antiguo Testamento. Dijo a los judíos: "Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mi." (Juan 5:39.) En aquel entonces los libros del Antiguo Testamento eran la única parte de la Biblia que existía. Otra vez el Hijo de Dios declaró: "A Moisés y a los profetas tienen: óiganlos." Y agregó: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos." (Luc. 16:29, 31.)

Ministerio Hno. Pio

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