Lucas 10:25-42. Enseñanza Mediante Parábolas. Vers. (25-37) Enseña al intérprete de la ley cómo obtener la vida eterna, y por medio de la parábola del buen samaritano, a considerar como prójimo suyo a todo el que necesite de su ayuda. (38-42) Reprende a Marta, y alaba a María, su hermana.
25 Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? 26 Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
27 Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. 28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.
29 Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. 31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. 32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.
33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; 34 y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. 35 Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
36 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? 37 Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. 40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. 42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. (Lucas 10).
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 1-28.
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EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1-16
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25. Un intérprete de la ley. [El buen samaritano, Luc.
10:25-37. Con referencia a las parábolas, ver pp. 193-197.] Jesús va en su
último viaje de Galilea a Jerusalén (ver com. Mat. 19:1). El relato da a
entender que el acontecimiento sucedió en Jericó. El episodio, del cual habían
sido protagonistas el samaritano y la víctima del robo, había ocurrido hacía
poco tiempo (DTG 462).
Inmediatamente después del
encuentro con el intérprete de la ley y de la narración de la historia del buen
samaritano, Jesús estuvo en Betania después de viajar desde Jericó (DTG 483).
Es posible que estuviera en camino a Jerusalén para asistir a la fiesta de la
dedicación (ver com. Mat. 19:1; cf. Juan
10:22-38), y después regresara a Perea (Juan 10:39-40). Juan sitúa la resurrección
de Lázaro (Juan 11:1-46) inmediatamente después de que Jesús se retiró a Perea
(cap. 10:39-40).
Para probarle. La pregunta que le hizo el
intérprete de la ley a Jesús había sido cuidadosamente pensada por los
dirigentes religiosos (DTG 460).
Maestro. En el sentido de "persona
que enseña". Como el intérprete es un maestro profesional de la ley, le
presenta a Jesús un problema que los escribas discutían mucho.
¿Haciendo qué cosa? La pregunta del intérprete de la ley revela que su concepto de la justicia era completamente equivocado. Para él, como para la mayoría de los judíos de su tiempo, ganar la salvación consistía esencialmente en lo que ordenaban los escribas. Consideraba, por lo tanto, que la salvación se podía obtener por medio de las obras. Eterna. Gr. aiÇnios (ver com. Mat. 13:39).
26. ¿Cómo lees? El intérprete debía saber la
respuesta a su propia pregunta. Era profesor de la ley judía, y por
consiguiente era enteramente apropiado que tuviera la oportunidad de responder.
La pregunta de Jesús no necesariamente implica una reprensión. Era un acto de
cortesía darle la oportunidad de contestar su propia pregunta.
27. Amarás. El intérprete de la ley cita aquí
a Deut. 6:5 (cf. cap. 11:13). Cf. Mat. 22:36-38, donde Jesús da más tarde la
misma respuesta a la misma pregunta que le hizo otro intérprete de la ley. Las
palabras de Deut. 6:5 eran recitadas mañana y tarde por todo judío piadoso como
parte de la shema' (ver p. 59), y eran llevadas en las filacterias (ver com.
Exo. 13:9). Los judíos, que percibían el significado profundo de la ley (ver
com. Deut. 31:9; Prov. 3:1), comprendían sin duda que sus preceptos no eran
arbitrarios, sino que estaban basados en los principios fundamentales de lo
recto, los cuales bien pueden resumirse en el mandamiento de amar.
Amar a Dios, en el sentido que
aquí se presenta y se insinúa, es dedicar a su servicio todo el ser, los
afectos, la vida, las facultades físicas y el intelecto. Esta clase de amor es
"el cumplimiento de la ley" (Rom. 13:10); es la clase de amor en el
cual la persona permanece cuando, por la gracia de Cristo, decide observar los
mandamientos de Jesús (Juan 14:15; 15:9-10). Dios envió a su Hijo al mundo con
el propósito específico de hacer que podamos guardar la ley en este sentido y
con este espíritu. De este modo "la justicia de la ley" puede cumplirse
"en nosotros" (Rom. 8:3-4). El que verdaderamente conoce a Dios,
guardará sus mandamientos porque el amor de Dios se ha perfeccionado en él (1
Juan 2:4-6; ver com. Mat. 5:48).
Corazón. Aquí con el sentido de
"inclinación", "deseo", "mente".
Alma. Ver com. Mat. 10:28. Prójimo. Gr. pl'síon (ver com. vers. 36). El intérprete de la ley cita a Lev. 19:18, donde el prójimo es evidentemente un compatriota israelita; pero Jesús obviamente amplíala definición hasta incluir a los samaritanos y, por lo tanto, a los no judíos (ver com. Luc. 10:36).
28. Bien has respondido. Cuando Jesús más tarde dio la misma respuesta a la pregunta de otro intérprete de la ley, el que había preguntado lo elogió diciéndole: "Bien, Maestro, verdad has dicho" (Mar. 12:32). La respuesta de Cristo había pasado por alto los extensos comentarios, orales y escritos, sobre la ley y aun todos los preceptos específicos de la ley.
Cada precepto de la ley, en el sentido más amplio y
también en el más estricto de la palabra (ver com. Prov. 3:1), refiriéndose a
los Diez Mandamientos, es una expresión, extensión y aplicación del principio
del amor (ver com. Luc. 10:27). La respuesta del intérprete de la ley era
enteramente correcta; lo que le faltaba era discernimiento espiritual para
aplicar este principio a su vida (ver com.
Mat. 5:17-22). Conocía la letra de la ley, pero no conocía su espíritu.
Este conocimiento sólo se obtiene cuando los principios de la ley son aplicados
a la vida (ver com. Juan 7:17).
Haz esto. En el griego este imperativo
destaca la idea de continuidad; es como si dijera: "Haz esto, y sigue
haciéndolo". Aparentemente la dificultad del intérprete de la ley, como la
del joven rico, era que pensaba que había guardado todas esas cosas desde su
juventud (Mat. 19:20); pero al mismo tiempo sentía que le faltaba algo en su
vida espiritual. La justicia legal nunca satisface el alma porque carece de
algo vital hasta que el amor de Dios se posesiona de la vida (2 Cor. 5:14). Sólo
cuando una persona se entrega por completo a la influencia de ese amor (ver
com. Luc. 10:27) podrá verdaderamente
observar el espíritu de la ley (Rom. 8:3-4).
Vivírás. Vivir en el pleno sentido de la
palabra, tanto aquí como en el mundo futuro (ver com. Juan 10:10); sin embargo,
el contexto muestra que Jesús se refería en primer lugar a la vida eterna (Mat.
19:16-17; Luc. 10:25).
29. Justificarse. Este intérprete de la ley, como
el joven rico (Mat. 19:16-22), no estaba satisfecho con el concepto farisaico
de la justicia (DTG 460). Comprendía sin duda, como el joven rico, que le
faltaba algo que inconscientemente sentía que Jesús podía proporcionarle. Pero,
como Nicodemo (ver com. Juan 3:2-3), vacilaba en admitirlo aun a si mismo; y,
por lo tanto, para evadir en parte su convicción íntima, procedió a
justificarse haciendo parecer que amar al prójimo presentaba grandes
dificultades (DTG 461).
¿Quién es mi prójimo? Ver com. Mat. 5:43. El propósito
de esta pregunta era evitar la convicción y justificarse a sí mismo (DTG 461).
Cuando una persona hace preguntas sutiles de las cuales es obvio que sabe la
respuesta o podría saberla, generalmente es porque reconoce que es culpable de
algo (cf. Juan 4:18-20), y busca alguna razón o pretexto para no hacer lo que
su conciencia le dice que debe hacer. Según pensaba ese intérprete, los paganos
y los samaritanos estaban excluidos de la categoría de "prójimo"; la
única duda que tenía era saber a cuál de sus compatriotas israelitas podía
considerar como prójimo.
30. Un hombre. Este incidente era verídico (DTG
462), y probablemente muchos lo sabían en Jericó, donde vivían el sacerdote y
el levita, actores destacados en el incidente (ver com. vers. 25,31). Según el
El Deseado de todas las gentes, el levita y el sacerdote estaban presentes en
esta ocasión (p. 462).
Descendía de Jerusalén. El verbo "descender"
describe correctamente el viaje de Jerusalén, a mas de 792 m sobre el nivel del
mar, a Jericó, a unos 213 m bajo el nivel del mar. El camino principal desde
Jerusalén a Jericó sigue en parte al Wadi Qelt, que atraviesa los cerros áridos
y deshabitados del desierto de Judea. Este camino estrecho y tortuoso,
encerrado algunas veces por altos barrancos, era peligroso para los viajeros
pues la zona, llena de cuevas y escondites, era guarida de delincuentes y
ladrones.
Hiriéndole. Quizá lo golpearon porque intentó
hacerles resistencia.
31. Aconteció que. Mejor "casualmente"
(BJ) o "por coincidencia".
Descendió. De Jerusalén a Jericó (ver com.
vers. 30).
Un sacerdote. El sacerdote y el levita regresaban de su período de servicio en el templo (PVGM 314; cf. com. cap.
1:5,9,23).
Pasó de largo. Pasó como si no hubiera visto
nada, pero en realidad no se detuvo porque no le importaba lo que veía. Su
hipocresía se había convertido en un manto para no hacer lo que le causara
molestias. El desafortunado viajero, desnudo y herido (vers. 30,34), sin duda
estaba cubierto de tierra y de sangre. Si este infeliz hubiera estado muerto,
tocarlo nada más hubiera significado contaminación ritual para el sacerdote o
el levita (Núm. 19:11-22); además, existía la posibilidad de que fuera
samaritano o gentil. Y de un modo u otro era ilegal que un sacerdote tocara el
cadáver de cualquiera que no fuera un pariente cercano (Lev. 21:1-4). Muchas de
tales excusas pasaron sin duda por el pensamiento de estos hombres mientras
trataban de justificar su conducta.
32. Llegando cerca... y viéndole.
Parece que el levita fue un poco más considerado que el sacerdote, o quizá
más curioso. Se acercó al hombre herido antes de seguir su camino (DTG 462).
33. Un samaritano. El hecho de que el samaritano
viajara por un territorio extranjero para él, hizo que su acto de misericordia
fuera aún más notable. En ese distrito era probable que el desafortunado
viajero fuera judío, miembro de la raza que sentía una acérrima enemistad
contra los samaritanos. El samaritano sabía que si él hubiera sido el herido
tirado junto al camino, no podría haber esperado misericordia de un judío. Sin
embargo, el samaritano, con bastante riesgo para sí mismo por la posibilidad de
que los asaltantes volvieran a atacar, decidió ayudar a la indefensa víctima.
La misericordia manifestada por
el samaritano refleja de un modo muy real el espíritu que movió al Hijo de Dios
a venir a este mundo para rescatar a la humanidad. Dios no estaba obligado a
rescatar al hombre caído. Podría haber pasado por alto a los pecadores, así
como el sacerdote y el levita pasaron de largo sin ayudar al desafortunado viajero
en el camino a Jericó. Pero el Señor estuvo dispuesto a ser "tratado como
nosotros merecemos a fin de que nosotros pudiésemos ser tratados como él lo
merece" (DTG 16-17).
34. Heridas. Gr. tráuma, de donde derivan los
vocablos "trauma", "traumatismo", etc.
Aceite y vino. Eran los remedios caseros comunes
en la antigua Palestina. Algunas veces se mezclaban los dos y se usaban como
ungüento.
Mesón. Gr. pandojeíon, de pás,
"todos" y déjomai, "recibir"; un lugar donde se recibe a
todos, en este caso, a los componentes de una caravana. Pandojeíon se refiere a
una posada, mientras que katáluma (Luc. 2: 7) es más bien, en términos
generales, un alojamiento. Es probable que la "posada" (BJ) donde el
samaritano llevó al desafortunado viajero estuviera en Jericó o cerca de allí,
pues no hay aldeas de importancia entre Jerusalén y Jericó.
35. Dos denarios. Es decir, 7,79 g de plata, quizá
algo más de un dólar o, mejor, el equivalente de dos días de trabajo (ver p.
51).
Mesonero. Gr. pandojéus, el que administra
un pandojeíon (ver com. vers. 34).
Yo te lo pagaré. Eran sin duda los dos denarios
sólo la primera cuota de lo que el samaritano tenía que pagar. Pasarían varios días antes de que el viajero
herido se recuperara lo suficiente para poder continuar su viaje (vers. 30).
Por lo tanto, el bondadoso samaritano se hizo cargo del extraño. Pudo haber
razonado que este episodio había ocurrido en Judea, que la víctima quizá era un
judío, que el mesonero era judío, y que por lo tanto él, como samaritano, había
cumplido ya con su responsabilidad; pero no fue así. El interés del samaritano
no fue pasajero: hizo más de lo que se podría haber esperado que hiciera. Su
interés en el desconocido fue más allá de la obligación mínima que se podía
esperar que asumiera cualquier transeúnte.
Cuando regrese. Probablemente en su viaje de
regreso. La confianza que el mesonero tuvo en el samaritano, sugerir que éste
era un comerciante que solía pasar por Jericó y era conocído del mesonero.
36. Prójimo. Gr. pl'síon, literalmente
"próximo". El sacerdote, el levita y el samaritano habían estado
cerca del desventurado viajero en su momento de necesidad; pero sólo uno de
ellos actuó como prójimo. Ser buen prójimo no depende tanto de proximidad como
de voluntad para compartir las cargas ajenas. Ser buen prójimo es la expresión
práctica del principio del amor para el que lo necesita (ver com. vers. 27).
37. Usó. Gr. poiéÇ, "hacer" (cf. vers. 25). Pensamientos de misericordia nada más, en tales circunstancias, no habrían tenido ningún valor; sólo valían los hechos.
El intérprete comprendió inmediatamente la moraleja del relato. Su pregunta recibió una respuesta apropiada y efectiva (vers. 29). Con este relato auténtico Jesús evitó toda discusión legal en cuanto a quién puede ser nuestro prójimo (ver com. vers. 29).
El prójimo es sencillamente cualquiera que necesita ayuda.
El ser buen vecino o prójimo
había salvado la vida de uno de los prójimos del intérprete de la ley,
posiblemente uno de sus amigos. El intérprete no halló nada que criticar en la
respuesta de Jesús a su pregunta. Evidentemente reconoció en lo íntimo de su
alma que la definición que Jesús había dado de prójimo era la única que valía.
Como intérprete de la ley, sin duda podía apreciar más plenamente que los otros
presentes la profunda comprensión que Jesús tenía del verdadero significado de
la ley (ver com. vers. 26-28). Como maestro tuvo que haber apreciado el tacto
con el cual Jesús respondió su pregunta. En todo caso desapareció el prejuicio
que tenía contra Jesús (PVGM 313).
Ve, y haz tú. El griego coloca el pronombre
"tú" en posición enfática. El imperativo "haz" se traduce
del verbo poiéÇ, traducido como "usar" en la primera parte del
versículo. El intérprete de la ley había respondido: "El que hizo misericordia";
y Jesús le contestó: "Ve, y haz tú lo mismo". En otras palabras, si
el intérprete de la ley quería saber qué era ser verdaderamente un buen
prójimo, tenía que tomar como ejemplo la conducta del samaritano. Esta es la
esencia de la verdadera religión (Miq. 6:8; Sant. 1:27). Nuestros prójimos
necesitan sentir el apretón de "una mano cálida" y el compañerismo de
"un corazón lleno de ternura" (PVGM 320). Dios "nos permite
llegar a relacionarnos con el sufrimiento y la calamidad para sacarnos de nuestro
egoísmo" (PVGM 320- 321). Ser buen prójimo siempre que tengamos la
oportunidad de serio, es para nuestro bien eterno (cf. Heb. 13:2).
38. Entró en una aldea. [Jesús visita a Marta y a María,
Luc. 10:38-42. Ver mapa p. 213.] Lucas no da el nombre de esta aldea, pero
evidentemente era Betania (Juan 11:1). Esta fue la primera visita de Jesús a
ese lugar (DTG 483). Acababa de llegar por el camino del Wadi Qelt, desde
Jericó (DTG 483; ver com. Luc. 10: 30), y parece que fue poco después del
incidente relatado en los vers. 25-37 (ver com. vers. 25). Después de esta
ocasión, Jesús visitó con frecuencia el hogar de María, Marta y Lázaro (DTG
482). Se registran por lo menos otras dos visitas en la narración evangélica
(Juan 11:17; 12:1-3). Es probable que hubiera estado allí varias veces más
(Mat. 21:17; Mar. 11:1,11; Luc. 19:29).
Marta. Para una breve descripción del
carácter de Marta, ver com. vers. 41. Marta era evidentemente la mayor de las
dos hermanas y la que administraba la casa. Fue ella la que "le recibió en
su casa".
39. María. Ver Nota Adicional del cap. 7.
Marta, a cuyo cargo estaba la casa, era por naturaleza más práctica, mientras
que María se preocupaba más de las cosas espirituales que de las materiales. Marta
sin duda "se preocupaba" por las necesidades materiales de la casa
(ver com. Mat. 6:25-34), mientras que María buscaba "primeramente el reino
de Dios y su justicia" (Mat. 6:33). No se menciona a Lázaro, hermano de
Marta y María, en esta ocasión; pero era uno de los fieles discípulos de Jesús
(DTG 482).
Sentándose a los pies. Sentarse a los pies de alguien se
refiere tanto a la posición física como al hecho de aprender de esa persona,
aunque en este caso pueden estar comprendidas ambas ideas (Hech. 22:3; cf.
Deut. 33:3).
40. Se preocupaba. Marta estaba "atareada"
(BJ) y molesta por la presión de los muchos detalles de la atención de sus
invitados.
¿No te da cuidado? Es probable que Marta supiera por
experiencia que no ganaría con hablarle directamente a María. Si Jesús tenía
tanta influencia sobre María, según podía verse, quizá él podría conseguir con
María lo que Marta no podía lograr. Compárese con el caso del que pidió a Jesús
que persuadiera a su hermano para que dividiera la herencia familiar (cap. 12:13-14).
Marta no sólo culpó a María en su ruego a Jesús, sino que indirectamente lo
censuró a él. Insinuó que el verdadero problema era que a Jesús no le importaba
la situación y no tenía intención de hacer nada al respecto, que le complacía más
que María lo escuchara a él antes que ayudar a su hermana a preparar la comida.
41. Marta, Marta. La repetición del nombre puede indicar afecto o preocupación. Cf. Luc. 22:31; Hech. 9:4. Afanada. Gr. merimnáÇ, "estar ansioso", "cuidarse de", "preocuparse de"; se refiere a la preocupación interior, mental, que era la verdadera causa de la impaciencia de Marta con María. Jesús había pronunciado una clara admonición contra esto mismo en el Sermón del Monte (donde el verbo merimnáÇ se traduce "afanarse": Mat. 6:25,28,31,34). Los que se convierten en seguidores de Jesús deberían evitar el espíritu de constante preocupación que impulsó a Marta a hacer su impaciente pedido a Jesús.
Turbada. Vocablo que se refiere a la
conducta exterior de Marta, que refleja sus sentimientos íntimos. Interiormente estaba "afanada", y,
como resultado, externamente "turbada". Si sólo buscáramos cultivar
esa tranquilidad interior que Marta tanto necesitaba, podríamos evitar mucha
preocupación innecesaria.
Muchas cosas. Una sencilla hospitalidad habría
bastado para Jesús. El no exigía preparativos complicados.
42. Pero sólo una cosa es
necesaria. Cf. cap. 18:22, "aún te falta una cosa". Marta era diligente,
exacta y enérgica, pero le faltaba el espíritu tranquilo y piadoso de su
hermana María (DTG 483). No había aprendido la lección de Mat. 6: 33: poner el
reino de Dios en primer lugar en sus preocupaciones y esfuerzos, posponiendo
las cosas materiales a un segundo plano (ver com. vers. 24-34).
La buena parte. Como resultado de sus propias experiencias, María había aprendido la lección que su hermana Marta aún tenía que aprender (ver Nota Adicional del cáp. 7).
Algunos consideran que con la expresión "la buena parte", Jesús hacía un hábil juego de palabras para establecer contraste con el plato más sabroso de la mesa. "La buena parte" -lo único que Marta necesítaba- era y es una preocupación más profunda por conocer el reino de los de los cielos. No le será quitada. Las cosas materiales en las cuales Marta se interesaba podían serle quitadas (cap. 12:13-21; 16:25-26). María estaba acumulando su inagotable "tesoro en los cielos", "donde ladrón no llega, ni polilla destruye" (Luc. 12:33; ver com. Mat. 6:19-21). 5CBA
COMENTARIOS DE EGW
25-37 DTG 460-466; PVGM 310-321. "EL BUEN SAMARITANO"
(Basado en San Lucas 10:25-37).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-54-el-buen-samaritano.html
27. LA VERDADERA RIQUEZA (Basado En San Lucas 10:25-37).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/la-verdadera-riqueza.html
38-42. DTG 482-494. LÁZARO, VEN FUERA"
(Basado
en San Lucas 10:38-42; San Juan 11:1-44).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-58-lazaro-ven-fuera.html
2JT 405. Una necesidad
directa queda suplida por la obra de las mujeres que se han entregado al Señor
y están tratando de ayudar a las personas menesterosas y heridas por el pecado. Se ha de
realizar una obra de evangelización personal. Las mujeres que se hacen cargo de
esta obra llevan el Evangelio a los hogares de la gente por los caminos y los
vallados. Leen y explican la Palabra a las familias, orando con ellas, cuidando
a los enfermos y aliviando sus necesidades temporales. Presentan a las familias
y a sus miembros individuales la influencia purificadora y transformadora de la
verdad. Demuestran que la manera de hallar paz y gozo consiste en seguir a
Jesús.
Todas las que trabajan para Dios
deben reunir los atributos de Marta y los de María: una disposición a servir y
un sincero amor a la verdad.
El yo y el egoísmo deben ser
eliminados de la vida. Dios pide obreras fervientes, que sean prudentes,
cordiales, tiernas y fieles a los buenos principios. Llama a mujeres
perseverantes, que aparten su atención del yo y la conveniencia personal, y la
concentren en Cristo, hablando palabras de verdad, orando con las personas a
las cuales tienen acceso, trabajando por la conversión de las almas.
¡Oh! ¿Cuál es nuestra excusa,
hermanas mías, para no dedicar, tanto tiempo como podamos al estudio de las
Escrituras, haciendo de la mente un almacén de cosas preciosas, a fin de que
podamos presentarlas a las personas que no se interesan en la verdad? ¿Se
levantarán nuestras hermanas para hacer frente a la emergencia? ¿Trabajarán
para el Maestro?
Ministerio Hno. Pio
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