domingo, diciembre 13, 2009

SECCIÓN XII. LA TRANSFORMACIÓN DEL TEMPERAMENTO


59. La formación del carácter.
Cada acto ejerce influencia sobre el carácter.-
Todo acto de la vida, por poco importante que parezca, ejerce su influencia en la formación del carácter. Un buen carácter es la más preciosa de todas las posesiones mundanales, y la obra de formarlo es la más noble a la que pueda dedicarse el hombre.­ 4T 657 (1881).

La mente es el huerto; el carácter es el fruto.-
Cada facultad del hombre es un obrero que está construyendo para el tiempo y la eternidad. Cada día la estructura se eleva más y más, aunque su poseedor no se dé cuenta de ello. Es un edificio que debe ser levantado a modo de un fanal de advertencia contra la deformidad; una estructura que Dios y los ángeles puedan admirar por su armonía 
con el Modelo divino.
Las facultades mentales y morales que Dios nos ha dado no constituyen el carácter. Son talentos que debemos emplear y que, si se los usa correctamente, formarán un carácter recto. Alguien puede tener preciosas semillas en la mano, pero esas semillas no son un huerto. Hay que plantar la semilla antes que se convierta en árbol. La mente es 566 el huerto; el carácter es el fruto. Dios nos ha dado facultades para que las cultivemos y las desarrollemos. La conducta que seguimos determina nuestro carácter. Adiestrar esas facultades de manera que armonicen y desarrollen un carácter valioso, es una obra que sólo nosotros podemos hacer.­ 4T 606 (1881).

Un carácter noble se forma como consecuencia de duras batallas contra el yo.-
Cristo no nos ha dado la seguridad de que sea asunto fácil lograr la perfección del carácter. Un carácter noble, cabal, no se hereda. No lo recibimos accidentalmente. Lo obtenemos mediante esfuerzos individuales, realizados por los méritos y la gracia de Cristo. Dios da los talentos, las facultades mentales; nosotros formamos el carácter. Lo desarrollamos sosteniendo rudas y severas batallas contra el yo. Hay que sostener conflicto tras conflicto contra las tendencias heredadas. Tendremos que criticarnos a nosotros mismos severamente y no permitir que quede sin corregir un solo rasgo desfavorable.­
 PVGM 266 (ed. PP); 231 (ed. ACES) (1900).

La meditación y la acción son esenciales.-
La meditación abstracta no basta; tampoco lo es la actividad constante. Las dos son esenciales para la formación del carácter cristiano.­ 
5T 113 (1882).

Desarrollemos buenos hábitos mentales.-
Si queremos desarrollar un carácter que Dios pueda aceptar, debemos formar hábitos correctos con respecto a nuestra vida religiosa. La oración diaria es tan esencial para el crecimiento en la gracia, e incluso para la vida espiritual misma, como el alimento temporal lo es para el bienestar físico. Deberíamos acostumbrarnos a elevar a menudo nuestros pensamientos a Dios en oración. Si la mente divaga, debemos traerla de vuelta a su lugar; mediante un esfuerzo perseverante, el hábito finalmente lo hará todo fácil. No nos podemos separar ni un instante de Cristo y estar seguros. Necesitamos que 567 su presencia nos ayude a cada paso, pero sólo si cumplimos las condiciones que él mismo ha impuesto.­ RH, 3 de mayo de 1881; (SL 93).

El propósito ferviente y la integridad inquebrantable 
son esenciales.-
El esmero es necesario para tener éxito en la formación del carácter. Debe haber un ferviente propósito para ejecutar el plan del Artífice maestro. La armazón debe ser sólida. No puede aceptarse trabajo descuidado, que no sea digno de confianza, porque arruinaría el edificio. Las facultades de todo el ser deben dedicarse al trabajo. Se requiere la fuerza y la energía de la virilidad; no debe malgastarse reserva alguna en asuntos sin importancia. . . Debe haber un esfuerzo ferviente, cuidadoso y perseverante para apartarse de las costumbres, máximas y compañías del mundo. La reflexión profunda, el ardiente propósito, y la firme integridad, son esenciales.­ CM 61 (ed. PP); 51 (ed. ACES) (1897).

Mantengamos la vista fija en el blanco.-
Pedro dice: "Añadid a vuestra fe el poder; y al poder, la ciencia; y a la ciencia, la templanza; y a la templanza, la paciencia; y a la paciencia, la piedad; y a la piedad, fraternidad; y a la fraternidad, amor" 
(2 Ped. 1: 5-7, VM).
Al empezar no se tendrán presentes todos estos pasos sucesivos, ni se los contará; pero fijando la mirada en Jesús, y teniendo sólo en vista la gloria de Dios, progresaréis. No podéis alcanzar en un día la plenitud de la medida de la estatura de Cristo, y os sumiríais en la desesperación si pudieseis contemplar todas las dificultades que hay que afrontar y vencer. Tenéis que contender con Satanás, quien tratará por toda estratagema posible, de apartar vuestra mente de Cristo.­ 
MJ 42, 43 (1893).

Fidelidad en las cosas pequeñas (consejo a un joven).-
Su caso es similar en muchos aspectos al de Naamán. Ud. no cree que para perfeccionar un carácter cristiano hay que 568 considerar lo que se refiere a la fidelidad en las cosas pequeñas. Aunque le parezcan pequeñas las cosas que se le pide que haga, son deberes que tendrá que cumplir mientras viva. El descuido de esas cosas producirá una gran deficiencia en su carácter. Ud., mi querido hijo, debe adiestrarse para ser fiel en las cosas pequeñas. No puede agradar a Dios a menos que lo haga. No puede obtener amor y afecto a menos que haga las cosas como se le piden, con buena disposición y con placer. Si Ud. quiere que las personas con quienes vive lo amen, debe mostrarles amor y respeto.­ 2T 310 (1869).

El carácter debe ser probado.-
Hace una gran diferencia el material que se usa en la edificación del carácter. El largamente esperado día de Dios pronto probará la obra de cada hombre. "La obra de cada uno se hará manifiesta. . . por el fuego" (1 Cor. 3:13). Así como el fuego revela la diferencia entre el oro, la plata, las piedras preciosas, la madera, el heno y la hojarasca, así también el día del juicio pondrá a prueba los caracteres, mostrando la diferencia entre los caracteres formados a la semejanza de Cristo y los que son formados a la semejanza del corazón egoísta. Todo egoísmo, toda falsa religión aparecerán entonces tal como son. El material inservible será consumido, pero nunca perderá su valor el oro de la fe verdadera, sencilla y humilde. Nunca podrá ser consumido, porque es imperecedero. Se verá que una hora de transgresión es una gran pérdida, mientras que se contemplará que el temor de Jehová es el principio de la sabiduría. El placer de la complacencia propia perecerá como hojarasca, en tanto que permanecerá para siempre el oro de un principio firme, mantenido a cualquier costo.­ 6CBA 1087, 1088 (1900).

Los caracteres indisciplinados son inestables.-
Los caracteres formados por las circunstancias son inestables y discordantes; son una masa de contradicciones. Sus poseedores no tienen un elevado propósito en la vida. No ejercen una 569 influencia ennoblecedora sobre los caracteres de los demás. Carecen de propósito y no tienen poder.­ 4T 657 (1881).

Nadie puede perjudicar más su carácter que uno mismo.-
Es de esperar que circulen informes falsos acerca de nosotros, pero si seguimos una conducta recta, si permanecemos indiferentes ante esas cosas, otros también serán indiferentes. Dejemos a Dios el cuidado de nuestra reputación. . . La calumnia, con el tiempo puede desaparecer por nuestra manera de vivir; pero no desaparecerá con palabras de indignación. Sea nuestro gran anhelo comportarnos movidos por el temor de Dios, demostrando con nuestra conducta 
que dichos informes son falsos.
Nadie puede perjudicar nuestro carácter tanto como nosotros mismos. Los árboles débiles y las cosas bamboleantes necesitan que se los apuntale continuamente. Cuando nos mostramos tan preocupados por proteger nuestra reputación contra los ataques externos, damos la impresión de que ella no es intachable delante de Dios y que, por lo tanto, hay que protegerla todo el tiempo.­ 3CBA 1179 (1887).

Controlado por la voluntad.-
Usted no puede dominar sus impulsos, sus emociones según lo desee, pero puede dominar la voluntad y realizar un cambio completo en su vida. Entregando su voluntad a Cristo, su vida quedará oculta con Cristo en Dios, y aliada al poder que está sobre todos los principados y potestades. Obtendrá de Dios fuerza que lo mantendrá firme en su fuerza; y una nueva luz, la luz de la fe viva, le será posible. . . Habrá en usted un poder, un fervor y una sencillez que lo harán instrumento pulido en las manos de Dios.­ 4TS 157, 158 (1889).

Los defectos pueden ser vencidos.-
No digáis que no podéis remediar vuestros defectos de carácter. Si llegáis a esta conclusión, dejaréis ciertamente de obtener la vida eterna. La imposibilidad reside en vuestra propia voluntad. Si no queréis, no podréis vencer. La verdadera dificultad proviene 570 de la corrupción de un corazón no santificado y de la falta de voluntad para someterse al gobierno de Dios.­ PVGM 266 (ed. PP); 231 (ed. ACES) (1900).

Para el corazón que llega a purificarse, todo cambia. 
La transformación del carácter es para el mundo el testimonio de que Cristo mora en el creyente. Al sujetar los pensamientos y deseos a la voluntad de Cristo, el Espíritu de Dios produce nueva vida en el hombre y el hombre interior queda renovado a la imagen de Dios. Hombres y mujeres débiles y errantes demuestran al mundo que el poder redentor de la gracia puede desarrollar el carácter deficiente en forma simétrica, para hacerlo llevar abundantes frutos.­ PP 175 (1917).

Los caracteres defectuosos a veces se heredan.-
Entre los niños y jóvenes, hay que tratar con toda clase de caracteres, cuyas mentes son impresionables. Muchos de los niños que asisten a nuestras escuelas no han tenido la debida preparación en el hogar. A algunos se los dejaba hacer como querían; a otros se los criticaba y desalentaba. Se les ha manifestado muy poca disposición placentera y alegre; se les han dirigido muy pocas palabras de aprobación. Han heredado los caracteres deficientes de sus padres, y la disciplina del hogar no les ha ayudado en la debida formación del carácter.­ 
CM 184 (ed. PP); 149 (ed. ACES) (1913).

Los defectos se fortalecen con los años.-
Los niños aprenden lecciones que son difíciles de desaprender. Cada vez que se los somete a restricciones a las cuales no están acostumbrados, o se les pide que se dediquen a estudiar con intensidad, recurren a sus poco juiciosos padres en procura de simpatía y complacencia. De este modo se fomenta un espíritu de inquietud y descontento, la escuela en su conjunto sufre bajo esa influencia desmoralizadora, y la carga del maestro resulta mucho más pesada. Pero la pérdida más grande la sufren las víctimas de esa desorientación paterna. Los defectos de carácter que un correcto adiestramiento 571 podría haber corregido, permanecen así y se fortalecen con los años, para perjudicar y hasta destruir la utilidad de su poseedor.­ 
RH, 21 de marzo de 1882; (FE 65).

La complacencia desestabiliza el carácter.-
En algunas familias, los deseos del niño son ley. Se le da todo lo que desea. Se fomenta su disgusto por lo que no le gusta. Se supone que esas complacencias lo hacen feliz, pero son esas mismas cosas las que lo hacen desasosegado, descontento e imposible de satisfacer. La complacencia ha echado a perder su gusto por el alimento sencillo y saludable, por el uso recto y útil de su tiempo; la complacencia ha hecho la obra de desquiciar aquel carácter para el tiempo y la eternidad.­ 
CN 254 (1897).

Hay que disciplinar la mente y el corazón.-
Los niños a quienes se les permite que hagan lo que les da la gana, no son felices. El corazón no subyugado no posee en sí mismo los elementos del reposo y el contentamiento. Hay que disciplinar la mente y el corazón, y someterlos a una restricción adecuada, para que el carácter armonice con las sabias leyes que gobiernan nuestro ser. La inquietud y el descontento son los frutos de la complacencia y el egoísmo. El suelo del corazón, como el de un jardín, producirá malezas y espinas, a menos que se siembren en él semillas de preciosas flores, y que éstas reciban cuidado y cultivo. Lo mismo que ocurre en la naturaleza visible, acontece en el alma humana.­ 4T 202, 203 (1876).

Los hábitos formados en la juventud marcan 
el curso de la vida.-
Cada joven determina la historia de su vida por los pensamientos y sentimientos acariciados en sus primeros años. Los hábitos correctos, virtuosos y viriles, formados en la juventud, se convertirán en parte del carácter y, por regla general, señalarán el curso del individuo para toda la vida. Los jóvenes pueden convertirse en depravados o virtuosos por elección propia. Pueden llegar tanto a distinguirse 572 por hechos dignos y nobles como por grandes crímenes y maldad.­ CN 181 (1910).

Una experiencia que se vive día tras día.-
El intelecto recibe continuamente su molde por las oportunidades y ventajas mal o bien aprovechadas. Día tras día formamos caracteres que colocan a los estudiantes, como soldados bien disciplinados, bajo el estandarte del príncipe Emanuel, o como rebeldes bajo el estandarte del príncipe de las tinieblas.­ CN 185 (1880).

Cómo se forma el carácter (consejo a una madre).-
Tratar con las mentes humanas es un trabajo muy delicado. La disciplina necesaria para uno quebrantaría a otro; por lo tanto, padres, estudiad el carácter de vuestros hijos. Nunca seáis rudos ni actuéis por impulso.
He visto a una madre arrebatar de la mano de su hija algo que le estaba proporcionando un placer especial, y la niña no entendía la causa de la privación. La pequeña rompió a llorar públicamente por sus sentimientos sometidos e injuriados. Luego la madre detuvo su llanto dándole un duro castigo, y hasta donde la apariencia exterior lo demostraba, la batalla había terminado. Pero la batalla dejó su impresión en la tierna mente de la niña, y esa impresión no podrá ser borrada fácilmente. Le dije a la madre: "Ud. está profundamente equivocada respecto de su hijita. Ha golpeado su alma y ha hecho que ella perdiera la confianza en Ud. No sé cómo podrá restaurarla".
Esa madre fue muy insensata; ella se dejó arrastrar por sus sentimientos y no actuó cautelosamente, razonando de causa a efecto. Su conducción áspera, poco juiciosa, excitó las peores pasiones en el corazón de su hija. Actuar por impulso en el gobierno de la familia es la peor manera de actuar. Cuando los padres contienden con sus hijos ­en cualquiera de sus formas­ sobreviene una lucha desigual. ¡Cuán injusto es oponer años y fuerza madura al desamparo y la ignorancia de un niño pequeño! Cada exhibición de 573 ira de parte de los padres confirma la rebelión en el corazón de los niños.
No es mediante un acto que se forma el carácter, sino por una repetición de actos que se establecen los hábitos y se confirma el carácter. Para tener un carácter semejante al de Cristo es necesario actuar como lo hacía Cristo. Los cristianos mostrarán un carácter santo y sus acciones e impulsos serán motivados por el Espíritu Santo.­ ST, 6 de agosto de 1912.

La importancia de la perseverancia.-
Al perfeccionar un carácter cristiano, es esencial perseverar en el bien hacer. Quisiera impresionar a nuestros jóvenes con la importancia de la perseverancia y la energía en la obra de la formación del carácter. Desde los más tempranos años es necesario entretejer en el carácter principios de severa integridad, para que los jóvenes de ambos sexos puedan alcanzar, al llegar a adultos, la más alta norma personal. Deberían tener siempre presente el hecho de que han sido comprados por precio, y deberían glorificar a Dios en sus cuerpos y espíritus, los cuales son de él.­MJ 42 (1893).

La utilidad depende de la decisión personal.-
Si bien los padres son responsables de la estampa del carácter así como de la educación y preparación de sus hijos e hijas, es cierto también que nuestra posición y utilidad en el mundo dependen, en gran medida, de nuestra propia conducta. Daniel y sus compañeros disfrutaron los beneficios de la debida preparación y educación en los primeros años de la vida, pero estas ventajas de por sí no los habrían hecho lo que fueron. Llegó el tiempo cuando debían actuar por si mismos; cuando su futuro dependía de su propia conducta. Entonces decidieron ser leales a las lecciones que les fueron enseñadas en la niñez. El temor de Dios, que es el principio de la sabiduría, fue el fundamento de su grandeza. El Espíritu de Dios fortaleció todo verdadero propósito, toda noble resolución.­ 
CRA 33 (1890). 574

Una filosofía falsa y peligrosa.-
El espiritismo asegura que los hombres son semidioses no caídos; que "cada mente se juzgará a sí misma"; que el "verdadero conocimiento coloca a los hombres por encima de toda ley"; que "todos los pecados cometidos son inocentes", porque "todo lo que existe es correcto", y porque "Dios no condena". Pretende que los seres humanos más viles están en el cielo, exaltados. Declara a todos los hombres: "No importa qué hagáis; vivid como os plazca; el cielo es vuestro hogar". Multitudes llegan así a creer que el deseo constituye la ley suprema, que el desenfreno es libertad, y que el hombre es responsable solamente ante sí mismo.­ Ed 227, 228 (1903).

Cómo ser vencedores.-
Debemos hacer frente a todos los obstáculos colocados en nuestro camino y vencerlos uno a uno. Si vencemos la primera dificultad, seremos más fuertes para afrontar la segunda y con cada esfuerzo nos haremos más capaces de progresar. Podemos ser vencedores, contemplando a Jesús. Pero cuando fijamos la mirada en las dificultades y esquivamos las batallas serias en favor del bien, nos volvemos débiles e incrédulos.­ MJ 43 (1893).

Una entrega total todos los días.-
Dando un paso después de otro se puede subir la más elevada cuesta, y llegar finalmente a la cima del monte. No os sintáis abrumados por la gran cantidad de trabajo que tenéis que hacer en el espacio de vuestra vida, pues no se requiere de vosotros que lo hagáis todo a la vez. Aplicad toda facultad de vuestro ser a la tarea del día, aprovechad toda preciosa oportunidad, apreciad las ayudas que Dios os da y avanzad paso a paso por la escalera del progreso. Recordad que habéis de vivir sólo un día a la vez, que Dios os ha dado ese día, y los registros celestiales mostrarán cómo habéis valorado sus privilegios y oportunidades. Ojalá aprovechéis cada día que Dios os ha dado de modo tal, que al fin el Maestro diga de vosotros: "Bien, buen siervo y fiel" (Mat. 25: 23).­ MJ 43 (1893). 575

60. Conflicto y conformidad.
Los conflictos correctamente enfrentados desarrollan firmeza.-
La vida espiritual se fortalece con el conflicto. Las pruebas, cuando se las sobrelleva bien, desarrollan la firmeza de carácter y las preciosas gracias espirituales. El fruto perfecto de la fe, la mansedumbre y el amor, a menudo maduran mejor entre las nubes tormentosas y la oscuridad.­ PVGM 41 (ed. PP); 37 (ed. ACES) (1900).

Estamos librando una guerra.-
No nos hallamos empeñados en combates ficticios. Libramos un combate del que de penden resultados eternos. Tenemos que habérnoslas con enemigos invisibles. Ángeles malignos luchan por dominar a todo ser humano.­ MC 90 (1905).

Los conflictos no son creados por Cristo.-
Estamos viviendo en un tiempo solemne. Se debe hacer una obra importante en favor de nuestras almas y de las demás; en caso contrario haremos frente a una pérdida infinita. Debemos ser transformados por la gracia de Dios, o perderemos el cielo, y por nuestra influencia otros lo perderán junto con nosotros. 576
Permítanme asegurarles que las luchas y los conflictos que tenemos que soportar al tratar de cumplir nuestro deber, la abnegación y los sacrificios que debemos manifestar si somos fieles a Cristo, no son obra suya. No son impuestos como resultado de una orden arbitraria o innecesaria; no provienen de la austeridad de la vida que él requiere que practiquemos en su servicio. Habría pruebas mayores y más difíciles si rehusáramos obedecer a Cristo y nos convirtiéramos en siervos de Satanás y esclavos del pecado.­ 4T 557, 558 (1881).

La vida es un conflicto.-
La vida es un conflicto, y tenemos un enemigo que nunca duerme. 
El está vigilando constantemente para destruir nuestras mentes y desviarnos de nuestro precioso Salvador, quien dio su vida por nosotros.­ NB 321 (1915).

Preparación del alma para la paz.-
El Señor permite los conflictos a fin de preparar el alma para la paz.­ 
CS 691 (1888).

La experiencia religiosa se obtiene sólo por medio de conflictos.-
Con energía y fidelidad los jóvenes deben arrostrar las exigencias que se les hacen; y eso será una garantía de éxito. Los jóvenes que nunca hayan triunfado en los deberes temporales de la vida estarán igualmente sin preparación para dedicarse a los deberes superiores. La experiencia religiosa se obtiene solamente por el conflicto, por los chascos, por severa disciplina propia y por la oración ferviente. Los pasos que llevan hacia el cielo deben darse uno a la vez; y cada paso nos da fuerza para el siguiente. ­ CM 96, 97 (ed. PP); 79 (ed. ACES) (1913).

Felicidad ahora mismo.-
Yo no espero recibir toda mi felicidad en el más allá. Experimento felicidad ya a lo largo de mi camino. Sin embargo tengo pruebas y aflicciones; pero fijo la mirada en Jesús. Es en los lugares estrechos y difíciles 577 les donde él está precisamente a nuestro lado. Podemos comulgar con él y colocar nuestras cargas sobre Aquel que las lleva todas y decir: "Oh Señor, no puedo llevar por más tiempo estas cargas". Entonces él nos dice: "Mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mat. 11: 30). ¿Lo creéis? Yo lo he probado. Yo lo amo; lo amo. Veo en él un encanto inigualable. Y deseo alabarlo en el reino de Dios.­ NB 321 (1915).

Dos principios antagónicos.-
El reino de Dios viene sin manifestación exterior. El evangelio de la gracia de Dios, con su espíritu de abnegación, no puede nunca estar en armonía con el espíritu del mundo. Los dos principios son antagónicos. "Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura; y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente" (1 Cor. 2: 14).­ DTG 470 (1898).

No nos conformemos a los principios y costumbres del mundo.-
Como Israel, los cristianos ceden a menudo a la influencia del mundo, y se amoldan a sus principios y costumbres para ganar la amistad de los impíos; pero al fin se verá que estos supuestos amigos son sus enemigos más peligrosos.
La Biblia enseña clara y expresamente que no puede haber armonía entre el pueblo de Dios y el mundo. "Hermanos míos, no os maravilléis si el mundo os aborrece" (1 Juan 3:13). Nuestro Salvador dice: "Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me aborreció antes que a vosotros" (Juan 15: 18). Satanás obra por medio de los impíos, bajo el disfraz de una presunta amistad, para seducir a los hijos de Dios y hacerlos pecar, a fin de separarlos de él, y una vez eliminada la defensa de ellos, inducirá a sus agentes a volverse contra ellos y procurar su destrucción.­ PP 602 (1890).

Fuego común y fuego sagrado.-
La verdad de Dios no ha sido magnificada en su pueblo creyente, porque no la han incorporado a su experiencia personal. Se conforman al 578 mundo y dependen de él para ejercer influencia. Permiten que el mundo los convierta, e introducen el fuego común para que tome el lugar del fuego sagrado con el fin de poder 
alcanzar la norma del mundo en su obra.
No habría que hacer esos esfuerzos para imitar las costumbres del mundo. Ese es fuego común; no sagrado. El pan vivo no sólo debe ser admirado: también hay que comerlo. Ese pan que desciende del cielo da vida al alma. Es la levadura que absorbe todos los elementos del carácter para unirlos con el carácter de Cristo, y le da forma a todas las discutibles tendencias heredadas y cultivadas para que adquieran la semejanza divina.­ Ms 96, 1898.

Cristo y la conformidad.-
¡Qué maravillosa es la obra de la gracia en el corazón humano! Da sabiduría al ser humano para que use los talentos, que son los medios, no para la complacencia propia sino para la abnegación, a fin de impulsar la obra misionera. Cristo, el Hijo de Dios, fue un misionero enviado a nuestro mundo. El dice: "Si alguien quiere seguirme, deje todo atrás". Uds. no pueden amarlo si copian las modas del mundo y disfrutan de la compañía de los mundanos.­ Carta 238, 1907.

La conformidad con el mundo rebaja las normas.-
Al conformarse la iglesia a las costumbres del mundo, se vuelve mundana; pero esa conformidad no convierte jamás al mundo a Cristo. A medida que uno se familiariza con el pecado, éste aparece inevitablemente menos repulsivo. El que prefiere asociarse con los siervos de Satanás dejará pronto de temer al señor de ellos. Cuando somos probados en el camino del deber, cual lo fue Daniel en la corte del rey, podemos estar seguros de la protección de Dios; pero si nos colocamos a merced de la tentación, caeremos tarde o temprano.­ 
CS 563 (1888).

La conformidad con el mundo pervierte gradualmente los principios correctos.-
La conformidad con el mundo le está 579 haciendo perder su identidad a nuestro pueblo. La perversión de los principios rectos no se ha producido repentinamente. El ángel del Señor me presentó este asunto por medio de símbolos. Me parecía como si un ladrón se estuviera acercando sigilosamente cada vez más, en forma gradual pero segura, para robar la identidad de la obra de Dios al inducir a nuestros hermanos a conformarse con las costumbres del mundo.
La mente del hombre ha ocupado el lugar que por derecho le pertenece a Dios. No importa qué cargo desempeñe un hombre, no importa cuán exaltada sea su posición, debería obrar como Cristo lo haría si estuviera en su lugar. En cada aspecto de la obra que él lleve a cabo, en sus palabras y en su carácter, debería ser semejante a Cristo.­ Ms 96, 1902.

Unidad sí, pero no a costa de la conformidad con el mundo.-
Algunos que profesan ser leales a la ley de Dios se han apartado de la fe y han humillado a su pueblo hasta el polvo, presentándolo como si fuera uno de los mundanos. Dios ha visto esto, y ha tomado nota de ello. Ha llegado el tiempo cuando, no importa cuánto cueste, debemos ocupar el puesto que Dios nos ha asignado.
Los adventistas del séptimo día debemos estar de pie ahora, separados y diferentes, un pueblo al cual el Señor llama suyo. Mientras no lo hagan, Dios no será glorificado por ellos. La verdad y el error no pueden permanecer en sociedad. Ubiquémonos donde el Señor nos ha dicho que debemos estar... Debemos luchar por la unidad pero no descender al nivel inferior de la conformidad con los procedimientos del mundo y la unión con las iglesias populares.­ Carta 113, 1903.

Una línea de demarcación.-
La Iglesia Adventista del Séptimo Día necesita una obra de reforma profunda y cabal. No se debe permitir que el mundo corrompa los principios del pueblo que guarda los Mandamientos de Dios. Los 580 creyentes deben ejercer una influencia que dé testimonio del poder de los principios celestiales. Quienes se unen con la iglesia deben dar evidencia de un cambio de principios. A menos que esto se haga, a menos que se preserve cuidadosamente la línea de demarcación entre la iglesia y el mundo, el resultado será la asimilación de éste.
Nuestro mensaje para la iglesia y nuestras instituciones es: "arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mat. 3:2). Hay que atesorar los atributos del carácter de Cristo, y éstos deben ser un poder en las vidas del pueblo de Dios.­ Ms 78, 1905.

La costumbre está en guerra con la naturaleza.-
Nuestra civilización artificial fomenta males que anulan los sanos principios. Las costumbres y modas están en pugna con la naturaleza. Las prácticas que imponen, y los apetitos que alientan, aminoran la fuerza física y mental y echan sobre la humanidad una carga insoportable. Por doquiera se ven intemperancia y crímenes, enfermedad y miseria.­ MC 87 (1905).

Una costumbre puede ser adoptada cuando no viola los principios.-
Cuando las costumbres de la gente no entran en conflicto con la Ley de Dios, ustedes pueden conformarse a ellas. Si los obreros no actúan así, no solamente estorbarán su propio trabajo, sino que pondrán obstáculos en el camino de aquellos por quienes trabajan, y les impedirán que acepten la verdad.­ RH, 6 de abril de 1911. 
Ruego a nuestros hermanos que se conduzcan cuidadosa y circunspectamente delante de Dios. Sigan las costumbres en el vestido mientras estén de acuerdo con los principios de salud. Nuestras hermanas vístanse sencillamente, como muchas lo hacen; que el vestido sea de material bueno y durable, apropiado para su edad; y que la cuestión del vestido no llene sus mentes. Nuestras hermanas debieran vestirse con sencillez, con ropa modesta, con 581 pudor y sobriedad. Dad al mundo una ilustración viviente del adorno interno de la gracia de Dios.­ CN 388 (1897).

Separados de las costumbres del mundo.
Así como Dios dio a conocer su voluntad a los cautivos hebreos, que se habían apartado de las costumbres y prácticas de un mundo que yacía en maldad, comunicará el Señor la luz del cielo a todos los que aprecien un "Así dice Jehová". A ellos les comunicará su mensaje. A los que estén menos ligados a las ideas del mundo y más separados de la ostentación, la vanidad, el orgullo y el deseo de ocupar cargos elevados, a los que se ponen de pie para ser su pueblo peculiar, celoso de buenas obras; a éstos les revelará el significado de su palabra.­ 
Carta 60, 1898; (CW 101, 102).

Las razones de la inconformidad (un mensaje a los creyentes).
¿Por qué, como profesos cristianos, estamos mezclados con el mundo hasta el punto de perder de vista la eternidad, a Jesucristo y al Padre? ¿Por qué ­pregunto­ hay tantas familias desprovistas del Espíritu de Dios? ¿Por qué hay tantas familias que tienen tan poco de la vida, el amor y la semejanza de Jesucristo? Se debe a que no conocen a Dios. Si conocieran al Señor, si lo contemplaran por fe por medio de Jesucristo, que vino a este mundo a morir por el hombre, verían tan inmaculados encantos en el Hijo, que al contemplarlo se transformarían a su misma imagen. Ahora pueden ver el error de conformarse con el mundo.­ 
Ms 12, 1894.

Los principios de la verdad deben circular 
por la corriente vital.
Podemos impedir la conformidad con el mundo aferrándonos a la verdad, alimentándonos de la Palabra de Dios, de modo que sus principios circulen por toda la corriente vital e impriman esta Palabra en el carácter. Cristo nos exhorta por medio del apóstol Juan: "No améis el mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al 582 mundo, el amor del Padre no está en él" (1 Juan 2: 15). Este es un lenguaje claro, pero es la medida de Dios para el carácter de cada ser humano.­ 
Ms 37, 1896. 583

61. Función vital de las leyes de Dios
1. El Decálogo
El conocimiento de la culpa.
Dios no quería que nuestros primeros padres tuvieran conocimiento de la culpa. Cuando ellos aceptaron los asertos de Satanás, que eran falsos, entraron en nuestro mundo la desobediencia y la transgresión. Esta desobediencia a la orden expresa de Dios, el hecho de creer las mentiras de Satanás, abrió las compuertas del mal sobre el mundo.­ 
RH, 5 de abril de 1898.

La naturaleza se debilitó.-
La transgresión de la Ley de Dios dejó desgracia y muerte en su estela. Por la desobediencia se pervirtieron las facultades del hombre, y el egoísmo reemplazó al amor. Su naturaleza se debilitó de tal manera, que le resultó imposible resistir el poder del mal; el tentador vio que se cumplía su propósito de estorbar el plan divino de la creación del hombre y de llenar la tierra de miseria y desolación. Los hombres habían elegido a un gobernante que los encadenaba como cautivos a su carro.­ 
CM 33 (ed. PP); 30 (ed. ACES) (1913).

La Ley de Dios es fácil de comprender.-
No hay misterio 584 en la Ley de Dios. La inteligencia más débil puede captar estas reglas para regular la vida y formar el carácter de acuerdo con el Modelo divino. Si los hijos de los hombres se dispusieran a obedecer esta Ley en la mayor medida de su posibilidad, obtendrían fuerza intelectual y capacidad de discernimiento para comprender mejor los propósitos y planes de Dios. Y este progreso no sólo se produciría durante esta vida presente, sino que continuaría durante las edades eternas.­ RH, 14 de setiembre de 1886.

Maravillosa en su sencillez.-
¡Cuán maravillosa es la Ley de Jehová en su sencillez, su amplitud y su perfección! En los propósitos y los fines de Dios hay misterios que la mente finita es incapaz de comprender. Y porque no podemos sondear los secretos de la sabiduría infinita y de su poder, nos llenamos de reverencia frente al Altísimo.­ RH, 14 de setiembre de 1886.

Perfecta armonía entre la Ley y el evangelio.-
Hay perfecta armonía entre la Ley de Dios y el evangelio de Jesucristo. "Yo y el Padre una cosa somos" dijo el gran Maestro.
 El evangelio de Cristo es la buena nueva de su gracia, por medio de la cual el hombre puede ser liberado de la condenación del pecado y capacitado para obedecer la Ley de Dios. El evangelio señala hacia el código moral como regla de vida. Esa Ley, mediante sus demandas de una obediencia sin desviaciones, le muestra continuamente al pecador el evangelio del perdón y la paz.
Dice el gran apóstol: "¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley" (Rom. 3: 31). Y de nuevo declara que "la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno" (Rom. 7: 12). Establecer amor supremo a Dios y un amor igual a nuestros semejantes es indispensable, a la vez, para la gloria de Dios y la felicidad de los humanos.­ RH, 27 de setiembre de 1881. 585

Una regla completa para la vida.-
Dios le ha dado al hombre en su Ley una regla completa para la vida. Si obedece, vivirá por ello, mediante los méritos de Cristo. Si la transgrede, ella tiene poder para condenar. La Ley orienta a los hombres a Cristo, y Cristo les señala la Ley.­ NEV 140 (1885).

Amplia en sus requerimientos.-
La Ley de Dios, tal como se presenta en las Escrituras, es amplia en sus requerimientos. Cada principio es santo, justo y bueno. Ella impone a los hombres obligaciones frente a Dios. Alcanza hasta los pensamientos y sentimientos, y producirá una convicción de pecado en quien esté persuadido de haber transgredido sus requerimientos. Si la Ley abarcara sólo la conducta externa, los hombres no serían culpables de sus pensamientos, deseos y designios erróneos. Pero ella requiere que el alma misma sea pura y la mente santa, que los pensamientos y sentimientos estén de acuerdo con la norma de amor y justicia.­ 
1MS 248 (1898).

Sólo el hombre es desobediente.-
El hombre por sí mismo es desobediente a las leyes de Jehová. Cuando el Señor ordena a la naturaleza que dé testimonio de las cosas que él ha hecho, ésta instantáneamente testifica de la gloria de Dios.­
 3CBA 1162 (1898).

Todos debemos conformarnos a la Ley de Dios.-
Cristo vino para dar un ejemplo de perfecta conformidad con la Ley de Dios, tal como se requiere de todos, desde Adán, el primer hombre, hasta el último hombre que viva en la tierra. Declaró que su misión no consistía en destruir la Ley sino en cumplirla mediante una perfecta y cabal obediencia. De esa manera la magnificó y engrandeció. Por medio de su vida manifestó su naturaleza espiritual. A la vista de los seres celestiales, de los mundos que no han caído y de un mundo desobediente, desagradecido e impío, él cumplió los abarcantes 
principios de la Ley. 586
Vino para demostrar el hecho de que la humanidad, aliada por la fe con la divinidad, puede guardar los Mandamientos de Dios. Vino para poner en claro el carácter inmutable de la Ley de Dios, para declarar que la desobediencia y la transgresión nunca serán premiadas con la vida eterna. Vi no como hombre a la humanidad, para que ésta pudiera tocar la humanidad, mientras la Divinidad se aferraba del trono del Altísimo.
Pero en ningún caso vino para disminuir la obligación del hombre de ser perfectamente obediente. No destruyó la validez de las Escrituras del Antiguo Testamento. Cumplió lo que había sido predicho por Dios mismo. Vino, no para liberar a los hombres de los requerimientos de la ley, sino para abrir un camino por medio del cual pudieran obedecer esa Ley y enseñar a otros a hacer lo mismo.­ RH, 15 de noviembre de 1898.

Dios no anula su Ley.-
El Señor no salva a los pecadores por medio de la abrogación de su Ley, fundamento de su gobierno en el cielo y en la tierra. Dios es juez y guardián de la justicia. La transgresión de su Ley en una sola instancia, en el más pequeño detalle, es pecado. El Altísimo no puede dejar a un lado su Ley ni descartar el más pequeño de los Mandamientos para perdonar el pecado. La justicia, la excelencia moral y la Ley deben ser sostenidas y vindicadas delante del universo celestial. Y esa santa Ley no podía ser avalada por un precio menor que la muerte del Hijo de Dios.­ RH, 15 de noviembre de 1898.

Las leyes de Dios no fueron anuladas por él.-
Dios no anula sus leyes. No obra contrariamente a ellas. No deshace la obra del pecado: la transforma. Por medio de su gracia, la maldición se convierte en bendición.­Ed 148 (1903).

2. La ley de Dios en el mundo físico
Leyes que surgen del amor.-
Las leyes de Dios se fundan 587 en una inmutable rectitud, y han sido conformadas para promover la felicidad de los que las obedecen.­ 
HHD 269 (1888).
Los principios que cada instrumento humano debe obedecer fluyen del corazón de amor infinito.­ 2MS 247 (1893).

La ley del servicio.-
Los seguidores de Cristo han sido redimidos para servir. Nuestro Señor enseña que el verdadero objeto de la vida es el ministerio. Cristo mismo fue obrero, y a todos sus seguidores les presenta la ley del servicio, el servicio a Dios y a sus semejantes. Aquí Cristo presenta al mundo un concepto más elevado acerca de la vida de lo que jamás ellos habían conocido. Mediante una vida de servicio en favor de otros, el hombre se pone en íntima relación con Cristo. La ley del servicio viene a ser el eslabón que nos une a Dios y a nuestros semejantes.­ 
PVGM 262 (ed. PP); 228 (ed. ACES) (1900).

La ley establece que nadie vive para sí mismo.-
Bajo la dirección de Dios, Adán debía quedar a la cabeza de la familia terrenal y mantener los principios de la familia celestial. Ello habría ocasionado paz y felicidad. Pero Satanás estaba resuelto a oponerse a la ley de que nadie "vive para sí" (Rom. 14: 7). El deseaba vivir para sí. Procuraba hacer de sí mismo un centro de influencia. Eso incitó la rebelión en el cielo, y la aceptación de este principio de parte del hombre trajo el pecado a la tierra. Cuando Adán pecó, el hombre quedó separado del centro ordenado por el cielo. El demonio vino a ser el poder central del mundo. Donde debía estar el trono de Dios, Satanás colocó el suyo. El mundo trajo su homenaje, como ofrenda voluntaria, a los pies del enemigo.­ CM 33 (ed. PP); 29, 30 (ed. ACES) (1913).

Enseñad a los niños a obedecer las leyes de la naturaleza 
y de la revelación.-
Vosotros que tenéis sobre vuestro corazón el bien de vuestros hijos y queréis verlos crecer con gustos y apetitos no pervertidos, debéis abriros paso con perseverancia y urgencia contra los sentimientos y las prácticas 588 populares. Si queréis prepararlos para ser útiles sobre la tierra y obtener la recompensa eterna en el reino de gloria, debéis enseñarles a obedecer las leyes de Dios, manifestadas tanto en la naturaleza como en la revelación, en vez de seguir las costumbres del mundo.­ Te 139 (1883).

Remedio para la delincuencia juvenil.-
Si los padres y las madres hubieran seguido las indicaciones dadas por Cristo, no leeríamos ni oiríamos ahora de pecados y crímenes cometidos no sólo por adultos, sino incluso por jóvenes y niños. Las malas condiciones de la sociedad existen porque los padres no han prestado atención a esta instrucción, y no adiestraron ni educaron a sus hijos para que respetaran y honraran los santos mandatos de Dios.
Hasta los maestros religiosos han dejado de presentar la elevada norma por medio de la cual se mide el carácter, porque se ha cesado de respetar los preceptos que Dios ha dado, que son santos, justos y buenos. Los hombres han asumido la responsabilidad de erigir una norma en armonía con sus propias ideas, y así se ha deshonrado la ley de Jehová. Por eso la iniquidad es tan grande, y se ha difundido tanto. Por eso nuestros días están asemejándose a los de Noé y Lot.­ 
RH, 2 de mayo de 1893.

Relación entre la ley moral y las leyes físicas.-
Hay una íntima relación entre la ley moral y las leyes que Dios ha establecido en el mundo físico. Si los hombres fueran obedientes a la Ley de Dios, y pusieran en práctica en sus vidas los principios de sus diez preceptos, las normas de justicia que enseñan serían una salvaguardia contra los malos hábitos. Pero como por la complacencia del apetito pervertido su virtud ha declinado, se han debilitado como consecuencia de sus propias costumbres inmorales 
y la violación de las leyes físicas.
El sufrimiento y la angustia que vemos por todas partes, la deformidad, la decrepitud, la enfermedad y la imbecilidad que inundan ahora el mundo, hacen de él un lazareto 589 en comparación con lo que podría haber sido, inclusive ahora, si se obedeciera la ley moral que Dios ha implantado en nuestro ser. Por su persistente violación de estas leyes, el hombre ha agravado muchísimo los males resultantes de la transgresión del Edén.­ RH, 11 de febrero de 1902.

La ley de la administración divina.-
El cristiano debe ser de beneficio para los demás. De ese modo, él también recibe beneficio. "El que saciare, él también será saciado" (Prov. 11: 25). Esta ley es la ley de la administración divina, una ley por medio de la cual Dios determina que se mantengan las corrientes de la beneficencia, así como las aguas del gran abismo, en constante circulación, regresan perpetuamente a su fuente. En el cumplimiento de esta ley se encuentra el poder de las misiones cristianas.­ 7T 170 (1902).

Leyes que gobiernan la naturaleza física.-
En la providencia de Dios, las leyes que gobiernan nuestra naturaleza física, con las sanciones que resultan de su violación, se han expuesto con tanta claridad, que los seres inteligentes las pueden entender, y todos están bajo la más solemne obligación de estudiar este tema y vivir en armonía con la ley natural. Deben exponerse los principios de la salud, y la mente del público debe ser intensamente sacudida por esta investigación.- RH, 11 de febrero de 1902.

Los hábitos físicos correctos promueven 
la superioridad mental
La potencia intelectual, el vigor físico y la duración de la vida dependen de leyes inmutables. El Dios de la naturaleza no se interpondrá para preservar a los hombres de las consecuencias de la violación de los requerimientos de la naturaleza. El que lucha por el señorío debe ser temperante en todas las cosas. La claridad mental y la firmeza de propósito de Daniel, su poder para adquirir conocimientos y resistir la tentación, se debían en extenso grado a la sencillez de su régimen alimentario, en relación con su vida de oración.­ MJ 240 (1903). 590

La siembra y la cosecha.-
En las leyes por las cuales Dios rige la naturaleza, el efecto sigue a la causa con certeza infalible. La siega testificará de lo que fue la siembra.- El obrero perezoso será condenado por su obra. La cosecha testifica contra él. Así también en las cosas espirituales: se mide la fidelidad de cada obrero por los resultados de su obra. El carácter de su obra, sea él diligente o perezoso, se revela por la cosecha. 
Así se decide su destino para la eternidad.­ 
PVGM 62 (ed. PP); 56 (ed. ACES) (1900).

Hay quienes creen solamente en lo que entienden.-
Hay hombres que declaran orgullosamente que sólo creen en lo que entienden. Pero la insensatez de su pretendida sabiduría resulta evidente para toda mente capaz de pensar. Hay misterios en la vida humana y en las manifestaciones del poder de Dios sobre las obras de la naturaleza, que ni la filosofía más profunda ni la investigación más amplia podrán explicar jamás.­ RH, 14 de setiembre de 1886.

3. Otras leyes
Ley de la acción obediente.-
La actividad acrecienta la fuerza. En el universo de Dios reina perfecta armonía. Todos los seres celestiales están en constante actividad; y el Señor Jesús nos dio a todos un ejemplo de la obra de su vida. Anduvo "haciendo bienes". Dios ha establecido la ley de la acción obediente. Todas las cosas creadas ejecutan callada pero incesantemente la obra que les fue señalada. El océano está en continuo movimiento. La naciente hierba que hoy es y mañana es arrojada en el horno, cumple su encargo vistiendo de hermosura los campos. Las hojas se mueven sin que mano alguna las toque. El sol, la luna y las estrellas cumplen útil y gloriosamente su misión.­ NB 95, 96 (1915).

Dominio universal de la ley
Toda la naturaleza se ilumina 591 para aquel que aprende así a interpretar sus enseñanzas; el mundo es un libro de texto; la vida, una escuela. La unidad del hombre con la naturaleza y con Dios, el dominio universal de la ley, los resultados de la transgresión, no pueden dejar de hacer impresión en la mente y modelar el carácter.­ Ed 100 (1903).

Transgredir las leyes de la naturaleza es transgredir las leyes 
de Dios.-
Una transgresión constante de las leyes de la naturaleza es una transgresión constante de la ley de Dios. Si los hombres hubieran sido siempre obedientes a los Diez Mandamientos, y hubieran puesto en práctica en sus vidas los principios de esos preceptos, no existiría la corriente de enfermedad que ahora inunda el mundo.­ 
CTBH 8, 1890; (CH 20).

La transgresión produce sufrimiento mental y físico.-
La naturaleza levanta su protesta contra toda transgresión de las leyes de la vida. Soporta el abuso tanto como puede pero finalmente llega la retribución, y entonces sufren las facultades mentales y físicas. Y el castigo no recae sólo sobre el transgresor; los efectos de la complacencia se echan de ver en su descendencia, y de este modo el mal pasa de una generación a la otra.
Muchos se quejan de la Providencia cuando sus amigos sufren o son llevados por la muerte; pero no es el plan de Dios que los hombres y las mujeres soporten vidas de sufrimiento y mueran prematuramente con su tarea inconclusa. Dios quiere que vivamos la plena medida de nuestros días, con cada órgano en condición de salud, cada cual llevando a cabo su tarea asignada. Es injusto acusar al Señor de resultados que en muchos casos son consecuencia de la propia transgresión, por parte del individuo, de la ley natural.­ RH, 11 de febrero de 1902.

Respuesta al Deísmo.-
Muchos enseñan que la materia posee poderes vitales; que se le impartieron ciertas propiedades 592 y luego se la dejó actuar mediante su propia energía inherente; que las operaciones de la naturaleza se llevan a cabo en conformidad con leyes fijas, en las cuales Dios mismo no puede intervenir. Esta es una ciencia falsa, y no está respaldada por la Palabra de Dios. La naturaleza es la sierva de su Creador. Dios no anula sus leyes, ni tampoco obra contrariándolas: las usa continuamente como sus instrumentos. La naturaleza atestigua que hay una inteligencia, una presencia y una energía activa, que obran dentro de sus leyes y mediante ellas. Existe en la naturaleza la acción del Padre y del Hijo. Cristo dice "Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro" (Juan 5: 17).­ 
PP 106, 107 (1890).

La obediencia trae felicidad.-
Al mismo tiempo que aprenden [los estudiantes] a estudiar lecciones que enseñan todas las cosas creadas y todas las circunstancias de la vida, muéstreseles que las mismas leyes que rigen las cosas de la naturaleza y los sucesos de la vida deben regirnos a nosotros; que son promulgadas para nuestro bien; y que únicamente obedeciéndolas podemos hallar felicidad y éxito verdaderos.­ Ed 103 (1903).

Los abarcantes principios de la Ley.-
En sus enseñanzas, Cristo mostró cuán abarcantes son los principios de la Ley pronunciados desde el Sinaí. Hizo una aplicación viviente de aquella Ley cuyos principios permanecen para siempre como la gran norma de justicia: la norma por la cual serán juzgados todos en aquel gran día, cuando el juez se siente y se abran los libros. El vino para cumplir toda justicia y, como cabeza de la humanidad, para mostrarle al hombre que puede hacer la misma obra, haciendo frente a cada especificación de los requerimientos de Dios. Mediante la medida de su gracia proporcionada al ser humano, nadie debe perder el cielo. Todo el que se esfuerza, puede alcanzar la perfección del carácter. Esto se convierte en el fundamento mismo del nuevo pacto del evangelio. La Ley de Jehová 593 es el árbol. El evangelio está constituido por las fragantes flores y los frutos que lleva.­ 1MS 248, 249 (1898).

La más elevada sensación de libertad.-
En la obra de la redención no hay compulsión. No se emplea ninguna fuerza exterior. Bajo la influencia del Espíritu de Dios, el hombre está libre para elegir a quien ha de servir. En el cambio que se produce cuando el alma se entrega a Cristo, hay la más completa sensación de libertad. La expulsión del pecado es la obra del alma misma. Por cierto, no tenemos poder para librarnos a nosotros mismos del dominio de Satanás; pero cuando deseamos ser libertados del pecado, y en nuestra gran necesidad clamamos por un poder exterior y superior a nosotros, las facultades del alma quedan dotadas de la fuerza divina del Espíritu Santo y obedecen los dictados de la voluntad, en cumplimiento de la voluntad de Dios.­ DTG 431, 432 (1898). 594

62. La comunicación.
Abarcante influencia de las palabras.-
La voz y la lengua son dones de Dios, y si se las usa correctamente son un poder para Dios. Las palabras significan muchísimo. Pueden expresar amor, consagración, alabanza, melodía para Dios, u odio y venganza. Las palabras revelan los sentimientos del corazón; pueden ser un sabor de vida para vida o de muerte para muerte. La lengua es un mundo de bendición o un mundo de iniquidad.­ 3CBA 1177 (1896).

¿Granizo desolador o semillas de amor?.-
Puede verse que algunos vienen de su diaria comunión con Dios revestidos con la mansedumbre de Cristo. Sus palabras no son como granizo desolador que aplasta todo a su paso; de sus labios emana dulzura. En forma completamente inconsciente, esparcen semillas de amor y bondad a lo largo de toda su senda, porque tienen a Cristo en el corazón. Su influencia se siente más de lo que se ve.­ 3CBA 1177 (1887).

Palabras que alegran.-
Los gemidos que causa el pesar del mundo se oyen en todo nuestro derredor. El pecado nos apremia con su sombra, y nuestra mente debe estar lista para 595 toda buena palabra y obra. Sabemos que poseemos la presencia de Jesús. La dulce influencia del Espíritu Santo está enseñando y guiando nuestros pensamientos para inducirnos a hablar palabras que alegren la senda de otros.­ 2JT 402, 403 (1900).

Palabras alegres.-
Si miramos el lado luminoso de las cosas, encontraremos lo suficiente como para sentirnos alegres y felices. Si ofrecemos sonrisas, las recibiremos de vuelta; si pronunciamos palabras agradables y alegres, nos serán dichas otra vez.­ ST, 12 de febrero de 1885.

Palabras cristocéntricas.-
Las palabras de los hombres expresan sus propios pensamientos humanos, pero las de Cristo son espíritu y son vida.­ 5T 433 (1885).
Los ángeles están atentos para oír qué clase de informes das al mundo acerca de tu Señor. Conversa de Aquel que vive para interceder por ti ante el Padre. Esté la alabanza de Dios en tus labios y tu corazón cuando estreches la mano de un amigo. Esto atraerá sus pensamientos a Jesús.­ CC 120, 121 (1892).

Cristo se refirió directamente al punto.-
En la enseñanza de Cristo no existe razonamiento largo, rebuscado y complicado. El va directamente al grano. En su ministerio leía todo corazón como un libro abierto, y del caudal inextinguible de su tesoro sacaba cosas nuevas y viejas, para ilustrar y reforzar sus enseñanzas. Tocaba el corazón y despertaba las simpatías.­ Ev 129 (1891).

Fáciles de comprender.-
La manera como Cristo enseñaba era bella y atrayente, y se caracterizaba siempre por la sencillez. El revelaba los misterios del reino de los cielos por el empleo de figuras y símbolos con los cuales sus oyentes estaban familiarizados; y el común del pueblo lo oía gustosamente, porque podía comprender sus palabras. No usaba palabras altisonantes, para cuya comprensión habría sido 596 necesario consultar un diccionario.­ CM 227,228 (ed. PP); 183 (ed. ACES) (1913).

Empleaba un lenguaje sencillo.-
La argumentación es buena en su lugar, pero se puede lograr mucho más por medio de sencillas explicaciones de la Palabra de Dios. Cristo ilustraba sus lecciones tan claramente que los más ignorantes podían comprenderlas fácilmente. Jesús no empleaba palabras largas y difíciles en sus discursos; usaba un lenguaje sencillo, adaptado a las mentes de la gente común. En el tema que explicaba no iba más lejos que hasta donde podían seguirlo.­ OE 178, 179 (1915).

Temas serios en contra de la insensatez sentimental.-
¿Hay algo más digno de embargar la mente que el plan de la redención? Este es un tema inagotable. El amor de Jesús, la salvación ofrecida por este amor infinito al hombre caído, la santidad del corazón, la verdad preciosa y salvadora para estos postreros días, la gracia de Cristo: éstos son temas que pueden animar el alma, y hacer sentir a los puros de corazón aquel gozo que los discípulos sintieron cuando Jesús vino y anduvo con ellos mientras viajaban a Emaús.
El que ha concentrado sus afectos en Cristo apreciará esta clase de asociación santificada, y recibirá fuerza divina por un trato tal; pero el que no tiene aprecio por esta clase de conversación prefiere hablar de insensateces sentimentales, se ha alejado de Dios, y va muriendo para las aspiraciones altas y nobles. Los tales interpretan lo sensual y terrenal como si fuese celestial.­ 2JT 242 (1889).

En procura de simpatía humana.-
Cuando la conversación es de carácter frívolo y es una desasosegada búsqueda de simpatía y aprecio humano, brota de un sentimentalismo amoroso enfermizo, y ni los jóvenes ni los hombres de canas están seguros. Cuando la verdad de Dios sea un principio permanente en el corazón, se asemejará a una fuente viva. Pueden hacerse tentativas para reprimirla, pero 597 brotará en otro lugar. Si está en el corazón no puede ser reprimida. Cuando la verdad está en el corazón es un manantial de vida. Refresca a los cansados, y refrena los pensamientos y las palabras viles.­ 2JT 242 (1889).

Nunca pronuncies una palabra de duda.-
Todos tenemos pruebas, aflicciones duras que sobrellevar y tentaciones fuertes que resistir. Pero no las cuentes a los mortales, antes lleva todo a Dios en oración. Tengamos por regla no proferir nunca palabras de duda o desaliento. Si hablas palabras de santo gozo y de esperanza, podrás hacer mucho más para alumbrar el camino de otros y fortalecer sus esfuerzos.­ CC 121 (1892).

Nuestras palabras ejercen influencia sobre nosotros.-
Las palabras son más que un indicio del carácter; tienen poder para influir sobre el carácter. Los hombres sufren la influencia de sus propias palabras. Con frecuencia, bajo un impulso momentáneo, provocado por Satanás, expresan celos o malas sospechas, dicen algo que no creen en realidad; pero la expresión reacciona sobre los pensamientos. Son engañados por sus palabras, y llegan a creer como verdad lo que dijeron por instigación de Satanás. Habiendo expresado una vez una opinión o decisión, son con frecuencia, demasiado orgullosos para retractarse, y tratan de demostrar que tienen razón, hasta que llegan a creer 
que realmente la tienen.
Es peligroso pronunciar una palabra de duda, y poner en tela de juicio y criticar la verdad divina. La costumbre de hacer críticas descuidadas e irreverentes influye sobre el carácter y fomenta irreverencia e incredulidad. Más de un hombre que seguía esta costumbre ha proseguido, inconsciente del peligro, hasta que estuvo dispuesto a criticar y rechazar la obra del Espíritu Santo.­ DTG 290 (1898).

Los reproches reaccionan sobre nosotros mismos.-
Las palabras de reproche influyen sobre nuestras propias almas. 598
El adiestramiento de la lengua debería comenzar con nosotros personalmente. No hablemos mal de nadie.­ Ms 102, 1904.

Pronunciemos palabras de valor y esperanza.-
Hay más de un alma valiente, acosada en extremo por la tentación, casi a punto de desmayar en el conflicto que sostiene consigo misma y con las potencias del mal. No la desalientes en su dura lucha. Alégrala con palabras de valor, ricas en esperanza, que la impulsen por su camino. De este modo la luz de Cristo resplandecerá de ti. "Ninguno de nosotros vive para sí" (Rom. 14: 7). Por tu influencia inconsciente pueden los demás ser alentados y fortalecidos, o desanimados y apartados de Cristo y de la verdad.­ CC 121 (1892).

Pequeños actos de cortesía y palabras afectuosas
Son las pequeñas atenciones, los numerosos incidentes cotidianos y las sencillas cortesías, las que constituyen la suma de la felicidad en la vida; y el descuido manifestado al no pronunciar palabras bondadosas, afectuosas y alentadoras ni poner en práctica las pequeñas cortesías, es lo que contribuye a formar la suma de la miseria de la vida. Se encontrará al fin que el haberse negado a sí mismo para bien y felicidad de los que nos rodean, constituye una gran parte de lo que se registra en el cielo acerca de la vida. Se descubrirá también el hecho de que preocuparse de sí mismo, sin tener en cuenta el bien o la felicidad de los demás, no deja de ser notado por nuestro Padre celestial.­ 
1JT 206 (1868).

Evitemos el sarcasmo, la indiferencia y la burla.-
Debemos manifestar preciosos tesoros de amor, no sólo para los favoritos, sino para cada alma que tiene la mano y el corazón en el ministerio; porque todos los que hacen esta obra son del Señor. 
El obra por medio de ellos. Aprenden lecciones de amor 
de la vida de Jesús.
Tengan cuidado los hombres acerca de cómo hablan a sus semejantes. No debe haber ni egotismo, ni señorío 599 sobre la heredad del Señor. El sarcasmo amargo no debería surgir en ninguna mente ni en ningún corazón. Ni siquiera el matiz de la burla debería manifestarse en la voz. Pronuncien una palabra egoísta, asuman una actitud indiferente, manifiesten sospecha, prejuicio y rivalidad, y de esa manera podemos hacer una obra perjudicial para un alma.­ Carta 50, 1897.

La búsqueda de faltas y la reprensión fomentan el engaño (consejo a un hombre censurador).-
Hermano mío, sus palabras de intolerancia hieren a sus hijos. A medida que crezcan, se intensificará en ellos la tendencia a criticar. El hábito de censurar está corrompiendo su propia vida y se extiende a su esposa y a sus hijos. Estos no son estimulados a darle su confianza ni a reconocer sus propios defectos, porque saben que a continuación Ud. expresará severas reprensiones. Con frecuencia sus palabras son como un granizo asolador que quebranta las tiernas plantas. Es imposible evaluar el daño así causado. Sus hijos practican el engaño para evitar las palabras duras que Ud. pronuncia. Procuran eludir la verdad para escapar a la censura y al castigo. Una orden fría y dura no los beneficiará.­ HAd 399 (1896).

Eliminemos toda palabra descuidada.-
Recuerden que por sus palabras serán justificados o condenados. La lengua necesita freno. Las palabras que pronuncian son semillas que producirán fruto para bien o para mal. 
Ahora es el momento cuando deben sembrar.
El buen hombre, del buen tesoro de su corazón saca buenas cosas. ¿Por qué? Porque Cristo es una presencia permanente en el alma. La verdad santificadora es un depósito de sabiduría para todos los que la practican. Como una fuente de vida, surge para vida eterna. Aquel en cuyo corazón no mora Cristo, se entregará a una conversación barata, a exageraciones que harán daño. La lengua que dice cosas perversas y comunes, con expresiones vulgares, necesita que se le aplique una brasa del altar.­ Ms 17, 1895. 600

La murmuración impide el crecimiento.-
Hay hombres que poseen excelentes facultades pero que se han detenido y no progresan. No avanzan hacia la victoria. Y la habilidad que Dios les ha concedido carece de valor para su causa porque no la usan. Encontramos muchos murmuradores entre estos hombres. Se quejan porque, según dicen, no se los aprecia. Pero ellos mismos no se aprecian lo suficiente como para cooperar con el mayor Maestro que el mundo haya conocido.­ RH, 10 de marzo de 1903.

No pronuncie palabras de crítica, tajantes o severas
 (consejo a un ministro y autor).-
El Señor nos ayudará a cada uno de nosotros en lo que más necesitemos en la magna obra de dominar y vencer el yo. Que esté la ley de la clemencia en vuestra lengua y el óleo de gracia en vuestro corazón; esto producirá maravillosos resultados: seréis tiernos, simpáticos, corteses. Necesitáis todas estas gracias. Se ha de recibir e introducir el Espíritu Santo en vuestro carácter; entonces será como fuego santo que exhalará incienso que ascenderá a Dios, no de labios que condenen, sino como un restaurador de las almas humanas. Vuestro semblante expresará la imagen de lo divino.
No debieran pronunciarse palabras mordaces, críticas, bruscas ni severas. Este es fuego vulgar, y debe quedar fuera de todos nuestros concilios y de las relaciones con nuestros hermanos. Dios requiere que toda alma que está a su servicio encienda su incensario con los carbones del fuego sagrado.
Hay que refrenar las palabras vulgares, severas y ásperas que emanan tan fácilmente de vuestros labios, y el Espíritu de Dios hablará mediante el ser humano. La contemplación del carácter de Cristo os transformará a su semejanza. Sólo la gracia de Cristo puede cambiar vuestro corazón, y entonces reflejaréis la imagen del Señor Jesús. Dios os insta a que seáis como él: puros, santos e inmaculados. Hemos de llevar la imagen divina.­ 3CBA 1182 (1899). 601

Palabras que destruyen la vida.-
Tendrá que pasar por duras pruebas. Ponga su confianza en el Señor Jesucristo. Recuerde que por su vehemencia Ud. se daña a Ud. mismo. Si en toda circunstancia Ud. se sienta en lugares celestiales con Cristo, sus palabras no estarán cargadas con balas que hieren los corazones y que pueden destruir la vida.­ Carta 169, 1902.

Si nos referimos a las dudas, éstas aumentarán.-
No debemos hablar de nuestras dudas ni de nuestras pruebas, por que aumentan de tamaño cada vez que nos referimos a ellas. Cuando hablamos de ellas, Satanás gana la victoria; pero si decimos: "Le encargaré al Señor la guarda de mi alma porque es el testigo fiel", entonces daremos testimonio de que nos hemos entregado sin ninguna reserva a Jesucristo, de que Dios nos da luz y de que nos regocijamos en él. Hemos decidido colocarnos bajo los brillantes rayos del Sol de Justicia, y entonces seremos luces en el mundo. "A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso" (1 Ped. 1: 8).­ Ms 17, 1894.

Cuando hablamos de la fe, ésta aumenta.-
Mientras más hablen acerca de la fe, más fe tendrán. Mientras más se refieran al desánimo, hablando a los demás de sus pruebas, y espaciándose en ellas, para conseguir la simpatía que anhelan, más desánimo y pruebas tendrán. ¿Para qué lamentarnos de lo que no podemos evitar? Dios nos está invitando a cerrar las ventanas del alma a las cosas de la tierra, a fin de abrirlas hacia el cielo, para que el Señor pueda inundar nuestros corazones con la gloria que resplandece a través de los portales celestes.­ Ms 102, 1901.

A veces las reprensiones son necesarias.-
Aunque nuestras palabras siempre deben ser amables y tiernas, nunca deberíamos decir nada que convenciera al malhechor de que Dios no pone objeciones a su camino. Esta clase de simpatía 602 es terrenal y engañosa. No se da licencia para indebidas manifestaciones de afecto, para una simpatía sentimental. Los que obran mal necesitan consejo y reprensión, y a veces tienen que ser duramente amonestados.­ 
Ms 17, 1899.

Lo que revelan las palabras.-
Ud. nunca podrá ser demasiado cuidadoso con lo que dice, porque las palabras que pronuncia ponen de manifiesto qué poder está controlando su mente y su corazón. Si Cristo gobierna su corazón, sus palabras manifestarán la pureza, la belleza y la fragancia de un carácter modelado y conformado según su voluntad. Pero desde que cayó, Satanás ha sido acusador de los hermanos, y Ud. debe ponerse en guardia, no sea que manifieste ese mismo espíritu.­ Carta 69, 1896.

La repetición es necesaria.-
No penséis, cuando hayáis tratado un tema una vez, que vuestros oyentes retendrán en la mente todo lo que presentasteis. Existe el peligro de pasar demasiado rápidamente de un punto a otro. Dense lecciones cortas, en lenguaje claro y sencillo, y repítanse a menudo. Los sermones cortos serán recordados mucho mejor que los largos. Nuestros oradores deben recordar que los temas que presentan pueden ser nuevos para algunos de sus oyentes; por lo tanto, conviene repasar a menudo los principales puntos.­ OE 177 (1915).

Los modales nerviosos y apresurados impiden 
la comunicación.-
Los ministros y maestros deben dedicar atención especial al cultivo de la voz. Deben aprender a hablar, no de una manera nerviosa y apresurada, sino con enunciación lenta, distinta y clara, 
conservando la música de la voz.
La voz del Salvador era como música a los oídos de aquellos que habían estado acostumbrados a la prédica monótona y sin vida de los escribas y fariseos. El hablaba lenta e impresionantemente, recalcando las palabras a las cuales deseaba que sus oyentes prestasen atención especial. 603 Ancianos y jóvenes, ignorantes y sabios, todos podían comprender el pleno significado de sus palabras. Esto habría sido imposible si él hubiese hablado en forma apresurada, acumulando frase sobre frase sin pausa alguna. La gente lo escuchaba con mucha atención, y se dijo de él que hablaba no como los escribas y fariseos, sino que su palabra era como de quien tiene autoridad.­ CM 227 (ed. PP); 183 (ed. ACES) (1913).

Claridad de expresión y énfasis apropiados.-
Por oración ferviente y esfuerzo diligente, debemos alcanzar idoneidad para hablar. Esta idoneidad incluye el pronunciar cada sílaba claramente, poniendo la fuerza y el énfasis donde pertenecen. Hablad lentamente. Muchos hablan velozmente, apresurándose de una palabra a otra, con tal rapidez que se pierde el efecto de lo que se dice. Poned el espíritu 
y la vida de Cristo en lo que decís.­ 
CM 241 (ed. PP); 194 (ed. ACES) (1913).

Modulemos las palabras y digamos cada sentencia a su tiempo.-
En los días de mi juventud acostumbraba hablar en tono demasiado alto. El Señor me mostró que yo no podía realizar una impresión debida sobre la gente elevando la voz a un tono antinatural. Luego me fue presentado Cristo y su manera de hablar; y en su voz había una dulce melodía. Su voz, expresada con lentitud y calma, llegaba a sus oyentes, y sus palabras penetraban en sus corazones, y ellos eran capaces de aprehender lo que él había dicho antes que pronunciara la frase siguiente. Al parecer algunos piensan que deben correr todo el tiempo, porque si no lo hacen perderán la inspiración y la gente también perderá la inspiración. Si eso es inspiración, que la pierdan, y cuanto antes mejor.­ Ev 486 (1890).

La facultad del habla debe estar bajo el dominio de la razón.-
Vuestra influencia debe ser abarcante y vuestras facultades de comunicación deben estar bajo el control de la 604 razón. Cuando forzáis los órganos del habla se pierden las modulaciones de la voz. Hay que vencer decididamente la tendencia a hablar con rapidez. Dios requiere de los seres humanos todo el servicio que éstos puedan dar. Todos los talentos confiados a los hombres deben ser fomentados, apreciados y utilizados como dones preciosos del cielo. los obreros que trabajan en el campo de la siega son instrumentos destinados por Dios, canales mediante los cuales él puede comunicar luz del cielo. El uso descuidado y negligente de cualquiera de las facultades dadas por Dios disminuye su eficacia de modo que en una emergencia, cuando podría hacerse el mayor bien, están tan débiles, enfermas y estropeadas que consiguen realizar muy poco.­ Ev 484, 485 (1897).

La ciencia de la lectura es del más elevado valor.-
El arte de leer correctamente y con el énfasis debido es del más alto valor. No importa cuánto conocimiento se haya adquirido en otros ramos, si se ha descuidado el cultivo de la voz y de la forma de expresión para hablar y leer distintamente y en forma inteligible, todo ese conocimiento tendrá poquísima utilidad, porque sin el cultivo de la voz no es posible comunicar pronta y claramente lo que se ha aprendido.­ Ev 483 (1902).

Las cosas reales y las imaginarias.-
En cierta ocasión, cuando Betterton, célebre actor, estaba cenando con el Dr. Sheldon, arzobispo de Canterbury, éste le dijo: "Le ruego, Sr. Betterton, que me diga por qué vosotros los actores dejáis a vuestros auditorios tan poderosamente impresionados 
hablándoles de cosas imaginarias".
"Su señoría ­contestó el Sr. Betterton­, con el debido respeto a su gracia, permítame decirle que la razón es sencilla: reside en el poder del entusiasmo. Nosotros, en el escenario, hablamos de cosas imaginarias como si fuesen reales; y vosotros, en el púlpito, habláis de cosas reales como si fuesen imaginarias".­ CM 241, 242 605

Vivamos y hablemos por encima del nivel 
de nuestro alrededor.-
Aunque haya iniquidad alrededor de nosotros, no debemos aproximarnos a ella. No hablen de la maldad y la iniquidad que existen en el mundo; en cambio, eleven la mente, y hablen de su Salvador. Cuando vean la iniquidad alrededor de ustedes, alégrense más aún de que él es su Salvador y nosotros sus hijos.­ Ms 7, 1888.

Aprendamos la elocuencia del silencio.-
Cuando alguien cede y se enoja, está tan intoxicado como el que ha bebido una copa. Aprendamos la elocuencia del silencio y sepamos que Dios respeta lo que ha sido adquirido por la sangre de Cristo. Adiestrémonos a nosotros mismos; debemos aprender cada día. Debemos subir cada vez más alto y estar cada vez más cerca de Dios. Eliminemos los escombros del camino real. Abramos paso para que el Rey pueda caminar entre nosotros. Eliminemos de nuestros labios la comunicación contaminada (véase Col. 3: 8);­ Ms 6, 1893.

Santa restricción.-
Sin fe es imposible agradar a Dios. Podemos tener la salvación de Dios en nuestras familias, pero debemos creer para obtenerla, vivir por ella y ejercer de continuo fe y confianza permanente en Dios. Debemos subyugar el genio violento, y dominar nuestras palabras; así obtendremos grandes victorias.
A menos que dominemos nuestras palabras y genio, somos esclavos de Satanás, y estamos sujetos a él como cautivos suyos. Cada palabra discordante, desagradable, impaciente o malhumorada, es una ofrenda presentada a su majestad satánica. Y es una ofrenda costosa, más costosa que cualquier sacrificio que podamos hacer para Dios; porque destruye la paz y la felicidad de familias enteras, destruye la salud, y puede hacernos perder finalmente una vida eterna de felicidad.

La Palabra de Dios nos impone restricción para nuestro propio interés. Aumenta la felicidad de nuestras familias y de cuantos nos rodean. Refina nuestro gusto, santifica 606 nuestro criterio y nos reporta paz mental, y al fin, la vida eterna. Bajo esta restricción santa, creceremos en gracia y humildad, y nos resultará fácil hablar lo recto. El carácter natural, apasionado, será mantenido en sujeción. El Salvador, al morar en nosotros nos fortalecerá a cada hora. Los ángeles ministradores permanecerán en nuestras moradas, y con gozo llevarán al cielo las nuevas de nuestro progreso en la vida divina, y el ángel registrador tendrá para anotar un informe alegre y feliz.­ 1JT 109 (1882). 2 MCP EGW

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