domingo, diciembre 13, 2009

SECCIÓN XVI. PRINCIPIOS TERAPÉUTICOS Y SU APLICACIÓN


81. Una Terapia Mental Segura.
Uso correcto de la influencia mental.
En el tratamiento de los enfermos no debe pasarse por alto el efecto de la influencia ejercida por la mente. Aprovechada debidamente, esta influencia resulta uno de los agentes más eficaces para combatir la enfermedad.­ MC 185 (1905).

Consejo a un médico.
Las almas pobres y afligidas que se pusieron en contacto con Ud., necesitaban más de su atención de lo que realmente recibieron. Ud. podía animarlas a mirar a Jesús para que al contemplarlo se transformaran a su imagen.­ Carta 121, 1901; (MM 112).

Lucha constante contra la imaginación concupiscente.
Quien desee participar de la naturaleza divina debe huir de 762 la corrupción que hay en el mundo por causa de la concupiscencia. Debe haber una lucha del alma, constante y fervorosa, contra las malas fantasías de la mente. Debe haber una permanente resistencia a pecar ya sea en pensamiento o en acción. El alma debe mantenerse libre de toda mancha por la fe en el que es capaz de guardarnos de toda caída. ­ RH, 12 de junio de 1888; (HC 113).

Debiéramos meditar en las Escrituras, pensando seria y sinceramente en las cosas que atañen a nuestra salvación eterna. La infinita misericordia, el amor de Jesús y el sacrificio hecho por nosotros, exigen una seria y solemne reflexión. Debiéramos espaciarnos en el carácter de nuestro querido Redentor e Intercesor. Debiéramos procurar comprender el significado del plan de salvación y meditar en la misión de Aquel que vino para salvar a su pueblo de sus pecados.
Nuestra fe y amor se fortalecerán mediante la contemplación de los temas celestiales. Nuestras oraciones serán más aceptables a Dios porque estarán más mezcladas con fe y amor. Serán más inteligentes y fervorosas. Habrá una confianza más constante en Jesús, y tendremos una experiencia diaria y viva de la voluntad y el poder de Cristo para salvar a todos los que acuden a Dios mediante él.­ MeM 115 (1888).

Las almas se fortalecen mediante el contacto con el Infinito.
Deberíamos ver a Dios en la naturaleza y estudiar su carácter en las obras de sus manos. La mente se fortalece al conocer a Dios, al leer sus atributos en las cosas que ha hecho. A medida que contemplamos su belleza y su grandeza en las obras de la naturaleza, nuestros afectos se orientan hacia Dios; y aunque nuestras almas se llenan de reverencia y nuestros espíritus se subyugan, adquieren vigor al ponerse en contacto con el Infinito por medio de sus maravillosas obras. La comunión con Dios mediante la oración humilde desarrolla y fortalece las facultades mentales y morales, y los poderes espirituales aumentan cuando dedicamos 763 nuestros pensamientos a cosas espirituales.­ 
YI, 13 de julio de 1893.

Guardemos las avenidas del alma .
El apóstol procuró enseñar a los creyentes cuán importante es impedir que la mente divague en asuntos prohibidos o gaste energías en cosas triviales. Los que no quieran ser víctimas de las trampas de Satanás, deben guardar bien las avenidas del alma; deben evitar leer, mirar y oír lo que podría sugerir pensamientos impuros. No se debe permitir que la mente se espacie al azar en cualquier tema que sugiera el enemigo de nuestras almas.
Hay que vigilar fielmente el corazón, o los males de afuera despertarán los males de adentro, y el alma vagará en tinieblas.­ HAp 427 (1911).

Efecto de la atmósfera personal.
La influencia de los pensamientos y actos de todo hombre es algo así como una atmósfera invisible, que aspiran sin darse cuenta quienes se ponen en contacto con él. Esta atmósfera a menudo está cargada de influencias ponzoñosas, y cuando se la inhala, el resultado es la degeneración moral.­ 5T 111 (1882).

Rodeado de una atmósfera de luz y paz.
Cristo ha hecho toda provisión para que su iglesia sea un cuerpo transformado, iluminado con la Luz del mundo, que posea la gloria de Emmanuel. Es su propósito que todo cristiano esté rodeado de una atmósfera espiritual de luz y paz. Desea que nosotros revelemos su propio gozo en nuestra vida.
La morada del Espíritu en nuestro corazón se revelará por la manifestación del amor celestial. La plenitud divina fluirá a través del agente humano consagrado, para ser luego transmitida a los demás. ­ PVGM 345 (ed. PP); 297 (ed. ACES) (1900).

Dependamos constantemente de Dios.
Muchos son incapaces de idear planes definidos para el porvenir. Su vida es inestimable. No pueden entrever el desenlace de los asuntos, 764 y esto los llena a menudo de ansiedad e inquietud. Recordemos que la vida de los hijos de Dios en este mundo es vida de peregrino. No tenemos sabiduría para planear nuestra vida. No nos incumbe amoldar el futuro a nuestra existencia. "Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir por heredad; y salió sin saber dónde iba" (Heb. 11: 8).
Cristo, en su vida terrenal, no se trazó planes personales. Aceptó los planes de Dios para él, y día tras día el Padre se los revelaba. Así deberíamos nosotros también depender de Dios, para que nuestras vidas fueran sencillamente el desarrollo de su voluntad. A medida que le encomendemos nuestros caminos, él dirigirá nuestros pasos.­ 
MC 380 (1905).

Valor de la terapia ocupacional.
Se me mostró que sería más beneficioso para la mayoría de los pacientes permitirles que hagan algún trabajo liviano, e incluso instarlos a que lo hagan, que animarlos a que se queden inactivos y ociosos. La mayor ayuda que se les podrá dar para la recuperación de la salud es ayudarlos a mantener activa la fuerza de voluntad para que despierte las facultades dormidas. Si se los separa del trabajo a los que han estado sobrecargados toda la vida, 
en nueve casos de cada diez ese cambio les hará daño.
Ese fue el caso de mi esposo. Se me mostró que el trabajo físico practicado al aire libre es preferible al que se lleva a cabo en habitaciones; pero si no es posible, un trabajo liviano practicado en recintos cerrados podría ocupar y distraer la mente, e impedir que se piense en los síntomas y pequeños malestares, y también alejar la nostalgia.­ 1T 567, 568 (1867).* 765

Ejercicio físico bien dirigido.
Cuando los inválidos no tienen nada en que invertir su tiempo y atención, concentran sus pensamientos en sí mismos y se vuelven morbosos e irritables. Muchas veces se espacian en lo mal que se sienten, hasta figurarse que están mucho peor de lo que están y creer que no pueden hacer absolutamente nada.
En todos estos casos un ejercicio físico bien dirigido resultaría un remedio eficaz. En algunos casos es indispensable para la recuperación de la salud. La voluntad acompaña al trabajo manual; y lo que necesitan esos inválidos es que se les despierte la voluntad. Cuando la voluntad duerme, la imaginación se vuelve anormal y se hace imposible resistir la enfermedad.­ MC 183 (1905).

Quien consuela a los demás se consuela a sí mismo.
Muchas veces se solicitan oraciones por los afligidos, los tristes y los desalentados y esto es correcto. Debemos orar para que Dios derrame luz en la mente entenebrecida y consuele al corazón entristecido. Pero Dios responde a la oración hecha en favor de quienes se colocan en el canal de sus bendiciones. A la par que rogamos por estos afligidos, debemos animarlos a que hagan algo en auxilio de otros más necesitados que ellos. Las tinieblas se desvanecerán de sus corazones al procurar ayudar a otros. Al tratar de consolar a los demás con el consuelo que hemos recibido, la bendición refluye sobre nosotros.­
MC 198 (1905).

Descanso y restauración 
(consejo de Elena de White a su propio hijo).
Tengo algo que decirte. ¿No quisieras firmar el compromiso de que no debilitarás más el templo del Señor, ni lo dañarás trabajando cuando deberías descansar? Para tener los pensamientos adecuados y pronunciar las palabras convenientes debes darle descanso a tu cerebro. No dedicas suficiente tiempo a descansar. El cerebro y los nervios cansados se fortalecerían si introdujeras un cambio en este sentido...
Debemos descubrir la manera de disciplinarnos 766 cuidadosamente, y rehusar hacer todo lo que debilite las fuerzas físicas, mentales y morales. Necesitas una mente clara y paciente, capaz de soportar todo lo que pueda surgir. Necesitas un gran apoyo de lo alto. Ejerce fe, y deja los resultados en las manos de Dios. Una vez que hayas hecho lo mejor posible, ten buen ánimo. Cree y manténte firme. El enemigo tratará de que hagas alguna maniobra que te lleve a la derrota, pero tú no puedes permitirte eso. No puedes darte el lujo de hacer movimientos descontrolados. Necesitas la influencia que conseguirás al manifestar sabiduría y discreción.­ Carta 121, 1904.

Es esencial aflojar la tensión y descansar.
Se me mostró que los observadores del sábado como pueblo, trabajan demasiado sin permitirse cambios de actividad o períodos de descanso. La recreación es necesaria para los que se dedican al trabajo físico, y es más esencial todavía para aquellos cuya labor es principalmente mental. No es necesario, para la gloria de Dios o para nuestra salvación, mantener la mente ocupada en un trabajo constante y excesivo, aunque sea sobre temas religiosos.
Hay entretenimientos, como el baile, los naipes, el ajedrez, las damas, etc., que no podemos aprobar, porque el cielo los condena. Estos entretenimientos abren la puerta a un gran mal. No tienen una tendencia benéfica, sino que su influencia es excitante, y suscita en algunas mentes una pasión por esos entretenimientos que conduce a los juegos de azar y a la disipación. Todas estas diversiones deberían ser condenadas por los cristianos, y se debería ofrecer en su lugar algo totalmente inocuo.­ 1T 514 (1867).

Dios no nos exige más de lo que podemos hacer 
(consejo a un administrador sobrecargado).
El Señor ha conservado por gracia su vida para que Ud. trabaje en su obra. No quiere que trabaje por sí solo, separado del único poder que puede obrar con éxito para el cumplimiento de sus designios. Por lo tanto, no se queje, sino confíe, con la vista 767 puesta en Jesús, el autor y consumador de su fe. No se apresure demasiado. Lo que pueda hacer, sin exigirle mucho a sus facultades físicas y mentales, hágalo, pero no crea que está obligado a asumir tantas responsabilidades y tareas hasta el punto de no poder conservar su alma en el amor de Dios. La viña es del Señor; la obra en cada una de sus ramas le pertenece, y él quisiera que Ud. trabaje de manera que se conserven sus facultades físicas, mentales y morales. Recuerde que está colaborando con los instrumentos celestiales. No permita que el enemigo tenga la menor participación en esta sociedad. Reciba sus órdenes de Dios, y no se desanime porque sólo puede hacer la obra de un instrumento finito. El Infinito obrará con su poder para darle eficiencia.
No crea que se le pide que haga lo imposible. Tampoco espere esto de los demás. Pablo puede plantar y Apolo regar, pero Dios da el crecimiento (1 Cor. 3: 6). "Desde el principio tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, más tú permanecerás" (Sal. 102: 25, 26). "Todos ellos se envejecerán como una vestidura, y como un vestido los envolverás, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán" (Heb. 1: 11, 12).­ Carta 86a, 1893.

Los esfuerzos individuales son necesarios.
Las víctimas de los malos hábitos deben reconocer la necesidad del esfuerzo personal. Otros harán con empeño cuanto puedan para levantarlos, y la gracia de Dios les es ofrecida sin costo; Cristo podrá interceder, sus ángeles podrán intervenir; pero todo será en vano si ellos mismos no resuelven combatirlos...
Al sentir el terrible poder de la tentación y la fuerza arrebatadora del deseo que lo arrastra a la caída, más de uno grita desesperado: "No puedo resistir al mal". Decidle que puede y que debe resistir. Puede haber sido vencido una y otra vez, pero no será siempre así. Carece de fuerza moral, y lo dominan los hábitos de una vida de pecado. Sus 768 promesas y resoluciones son como cuerdas de arena. El conocimiento de sus promesas quebrantadas y de sus votos malogrados debilitan la confianza en su propia sinceridad, y le hacen creer que Dios no puede aceptarlo ni cooperar con él, pero no tiene por qué desesperar.­ 
MC 130, 131 (1905).

El propósito final es importante.
El éxito en cualquier actividad requiere una meta definida. Quien desee lograr verdadero éxito en la vida debe mantener constantemente en vista una meta digna de su esfuerzo. Esta es la que se propone hoy a los jóvenes.­ Ed 262 (1903).

El mejor desarrollo de la mente.
El conocimiento de Dios se obtiene de su Palabra. El conocimiento experimental de la verdadera piedad, en diaria consagración y servicio a Dios, asegura el más alto desarrollo de la mente, el alma y el cuerpo; y esta consagración de todas nuestras facultades a Dios impide la exaltación propia. El impartimiento del poder divino honra nuestra sincera lucha en procura de sabiduría en el uso concienzudo de nuestras más elevadas facultades para honra de Dios y bendición de nuestros semejantes. Como todas estas facultades derivan de Dios y no son de creación propia, deberían ser apreciadas como talentos provenientes del Altísimo con el fin de ser empleados en su servicio.­ Ms 16, 1896.

Las virtudes promueven la salud.
El valor, la esperanza, la fe, la simpatía y el amor fomentan la salud y alargan la vida. Un espíritu satisfecho y alegre es como salud para el cuerpo y fuerza para el alma. "El corazón alegre es una buena medicina" (Prov. 17: 22, VM).­ MC 185 (1905). 769

82. En Armonía Con La Ciencia.
*Información, poder, bondad y carácter.-
La verdadera educación no desconoce el valor del conocimiento científico o literario, pero considera que el poder es superior a la información, la bondad al poder y el carácter al conocimiento intelectual. El mundo no necesita tanto hombres de gran intelecto como de carácter noble. Necesita hombres cuya capacidad sea dirigida por principios firmes.­ Ed 225 (1903).

Dios es el autor de la ciencia.
Dios es el autor de la ciencia. La investigación científica abre ante la mente vastos campos de pensamiento e información, capacitándonos para ver a Dios en sus obras creadas. La ignorancia puede intentar apoyar el escepticismo apelando a la ciencia; pero en vez de sostenerlo, la verdadera ciencia revela con nuevas evidencias la sabiduría y el poder de Dios. Debidamente entendida, la ciencia y la palabra escrita concuerdan, y cada una derrama luz sobre la otra. Juntas nos conducen a Dios enseñándonos algo de las leyes sabias y benéficas por medio de las cuales él obra.­ CM 411 (ed. PP); 325, 326 (ed. ACES) (1913). 770

Religión y ciencia.
El conocimiento verdadero es divino. Satanás insinuó en las mentes de nuestros primeros padres el deseo de un conocimiento especulativo. Por eso les dijo que ellos mejorarían en mucho su condición si seguían el curso contrario a la santa voluntad de Dios, porque Dios no los conduciría a la mayor altura intelectual. Sin embargo, no era el propósito de Dios que ellos obtuvieran un conocimiento basado en la desobediencia. Este era un vasto campo al cual Satanás estaba tratando de conducir a Adán y Eva; y es el mismo campo que él abre, con sus tentaciones, ante el mundo de hoy...
La gran razón por la cual tan pocos de entre los grandes hombres del mundo y los que tienen una educación superior obedecen los Mandamientos de Dios, es porque han separado la educación [ciencia] de la religión, pensando que cada una se desarrolla en un área diferente. Dios ha presentado un campo demasiado amplio para perfeccionar el conocimiento de la ciencia y la religión. Este conocimiento debía ser obtenido bajo supervisión divina; dependía de la inmutable ley de Jehová, y el resultado habría sido la perfecta felicidad.­ 5T 503 (1889).

La ciencia es poder.
Un conocimiento de la verdadera ciencia es poder; y es propósito de Dios que se lo enseñe en nuestras escuelas como preparación para la obra que ha de preceder a las escenas finales de la historia de esta tierra.­ CM 20 (ed. PP); 19 (ed. ACES) (1913).

Armonía entre ciencia y religión.
El colegio de Battle Creek [primer colegio adventista] fue fundado para enseñar las ciencias y al mismo tiempo conducir a los estudiantes al Salvador, de quien proviene todo verdadero conocimiento. La educación adquirida sin la religión de la Biblia 
carece de su verdadero resplandor y de su gloria.
Yo procuro imprimir en nuestros alumnos la idea de que nuestro colegio debe ocupar una posición más elevada, desde el punto de vista educacional, que cualquiera otra 771 institución de enseñanza. Así presento a los jóvenes opiniones, propósitos y objetivos más nobles para la vida, y propongo educarlos para que tengan un correcto conocimiento del deber del hombre y de los intereses eternos. El gran objetivo que se tuvo en vista al fundar nuestro colegio fue proporcionar opiniones correctas, al demostrar la armonía que existe entre la ciencia y la religión de la Biblia.­ 4T 274 (1879).

Es necesario conocer la ciencia y recibir una buena educación.
Los jóvenes que deseen entrar en el campo como predicadores o colportores, primero deben recibir un adecuado grado de preparación mental y adiestramiento especial para su vocación. Los que no están educados, preparados ni refinados, no están listos para entrar en un campo donde las poderosas influencias del talento y la educación combaten las verdades de la Palabra de Dios. Ni tampoco pueden hacer frente con éxito a las extrañas formas de error que combinan religión y filosofía, cuya refutación requiere un conocimiento de la verdad tanto científica como bíblica.­ OE 84 (1915).

La ciencia más importante.
Aunque el conocimiento de la ciencia es poder, el poder que Jesús vino a impartir personalmente es aún mayor. La ciencia de la salvación es la ciencia más importante que ha de aprenderse en la escuela preparatoria de la tierra. La sabiduría de Salomón es deseable, pero la de Cristo es mucho más deseable y esencial. Por la simple preparación intelectual no podemos llegar a Cristo; pero por él podemos alcanzar el más alto peldaño de la grandeza intelectual. Aunque no debe desalentarse la búsqueda del conocimiento del arte, la literatura y los oficios, el estudiante debe obtener primeramente un conocimiento experimental de Dios y su voluntad.­ CM 20 (ed. PP); 19 (ed. ACES) (1913).

Cristo empleó la ciencia de las ciencias.
Sin emplear la coacción, sin usar métodos de violencia, él [Cristo] funde 772 la voluntad del ser humano con la de Dios. Esta es la ciencia de todas las ciencias verdaderas; porque efectúa un cambio extraordinario en la mente y el carácter: es la transformación que debería efectuarse en la vida de todos los que pasan por las puertas de la ciudad de Dios.­
MeM 351 (1902).

La investigación no está en conflicto con la revelación.
Dios es el fundamento de todas las cosas. Toda verdadera ciencia está en armonía con las obras divinas; toda verdadera educación conduce a obedecer al gobierno de Dios. La ciencia despliega nuevas maravillas ante nuestros ojos, se remonta a lo alto y explora nuevas profundidades; pero en su investigación no produce nada que esté en conflicto con la revelación divina.­ 7CBA 928 (1884).

La ciencia no puede desentrañar los secretos divinos.
"Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios: mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos por siempre" (Deut. 29: 29). Nunca reveló Dios al hombre la manera precisa como llevó a cabo la obra de la creación; la ciencia humana no puede escudriñar los secretos del Altísimo. Su poder creador es tan incomprensible como su propia existencia.­ PP 105 (1890).

La Biblia es nuestra guía en el estudio de las ciencias.
Dependemos de la Biblia para conocer el principio de la historia del mundo, la creación del hombre y su caída. Si eliminamos la Palabra de Dios, ¿qué podemos esperar sino quedarnos con fábulas y conjeturas, y con ese debilitamiento del intelecto que es el seguro 
resultado de aceptar el error?
Necesitamos la verdadera historia del origen de la tierra, la caída de Lucifer y la entrada del pecado en el mundo. Sin la Biblia, estaríamos confundidos por falsas teorías. La mente estaría sometida a la tiranía de la superstición y la falsedad. Pero, puesto que disponemos de la auténtica 773 historia de los comienzos del mundo, no necesitamos enredarnos con conjeturas humanas y teorías indignas de confianza.
Doquiera se encuentren los cristianos, deben estar en comunión con Dios. Y pueden disfrutar de la comprensión de la ciencia santificada. Sus mentes pueden fortalecerse, como la de Daniel, a quien Dios le dio "conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias". Entre todos los jóvenes que examinó Nabucodonosor, "no fueron hallados. . . otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey. En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo el reino" (Dan. 1: 19, 20).­ 
RH, 10 de noviembre de 1904.

Toda verdad concuerda consigo misma.
Estas personas [que no creen en el informe de Génesis] han perdido la sencillez de la fe. Debería existir una fe arraigada en la divina autoridad de la Santa Palabra de Dios. La Sagrada Escritura no ha de juzgarse de acuerdo con las ideas científicas de los hombres. La sabiduría humana es una guía en la cual no se puede confiar. Los escépticos que leen la Sagrada Escritura para poder sutilizar acerca de ella, pueden, mediante una comprensión imperfecta de la ciencia o de la revelación, sostener que encuentran contradicciones entre una y otra; pero cuando se entienden correctamente, se las nota en perfecta armonía. Moisés escribió bajo la dirección del Espíritu de Dios; y una teoría geológica correcta no presentará descubrimientos que no puedan conciliarse con los asertos así inspirados. Toda verdad, ya sea en la naturaleza o en la revelación, es consecuente consigo misma en todas sus manifestaciones.­ PP 105, 106 (1890).

Algunos puntos acerca de los cuales tenemos 
que estar en guardia.
Necesitamos estar continuamente en guardia contra las sofisterías acerca de la geología y otras ramas de la falsamente llamada ciencia, que nada tienen que ver con la verdad. Las teorías de los grandes hombres necesitan ser 774 zarandeadas cuidadosamente y separadas del más ligero vestigio de incredulidad. Una semillita sembrada por maestros en nuestras escuelas, dará lugar a una cosecha de incredulidad si es recibida por los alumnos. Todo el brillo del intelecto que poseen los hombres ha sido dado por el Señor, y debe ser dedicado a su servicio.­ 7CBA 928 (1898).

El conocimiento verdadero es vigorizado 
por el Espíritu de Dios.
El conocimiento es poder, pero es poder para bien únicamente cuando va unido con la verdadera piedad. Debe ser vivificado por el Espíritu de Dios, a fin de servir para los más nobles propósitos. Cuanto más íntima sea nuestra relación con Dios, tanto más plenamente podremos comprender el valor de la verdadera ciencia; porque los atributos de Dios, según se ven en sus obras creadas, pueden ser apreciados mejor por aquel que tiene un conocimiento del Creador de todas las cosas, el Autor de toda verdad. Los tales pueden hacer el más alto uso del conocimiento; porque cuando se hallan bajo el dominio completo del Espíritu de Dios, sus talentos alcanzan su más plena utilidad.­ 
CM 37 (ed. PP); 33 (ed. ACES) (1913).

Sierva de la religión.
Hay que fundar escuelas sobre los principios de la Palabra de Dios y controlarlas por sus preceptos. En nuestras escuelas debiera santificarse cada rama de la educación. Debería buscarse con fervor la dirección divina. Entonces, no obtendríamos en vano cualquier 
tipo de educación.
Las promesas de la Palabra de Dios nos pertenecen. Podemos esperar la presencia del Maestro celestial. Podemos ver la manifestación del Espíritu de Dios como en la escuela de los profetas, y notar que cada objeto participa de la consagración divina. La ciencia será entonces, como en el caso de Daniel, la sierva de la religión; y todo esfuerzo, desde el primero hasta el último, tenderá a la salvación del hombre en alma, cuerpo y espíritu, y será para la gloria de Dios por medio de Jesucristo.­ ST, 13 de agosto de 1885; (FE 99). 775

83. Problemas Geriátricos.
La utilidad de los ancianos no ha cesado.
Los ancianos también necesitan sentir la benéfica influencia de la familia. En el hogar de hermanos y hermanas en Cristo es donde mejor puede mitigarse la pérdida de los suyos. Si se los anima a tomar parte en los intereses y ocupaciones de la casa, se los ayudará a sentir que aún conservan su utilidad. Hacedles sentir que se aprecia su ayuda, que aún les queda algo que hacer en cuanto a servir a los demás, y esto les alegrará el corazón e infundirá interés a su vida.­ MC 155 (1905).

El ambiente familiar es deseable.
En cuanto sea posible, haced que permanezcan entre amigos y asociaciones familiares aquellos cuyas canas y pasos vacilantes muestran que van acercándose a la tumba. Únanse en los cultos con quienes han conocido y amado. Sean atendidos por manos amorosas y tiernas.­ 155, 156 (1905).

Los hogares de ancianos no son el remedio.
Constantemente se hace hincapié en la necesidad de cuidar a nuestros hermanos y hermanas ancianos que no tienen hogar. 776 ¿Qué puede hacerse por ellos? La luz que el Señor me ha dado ha sido la misma que en otras ocasiones: No es lo mejor establecer instituciones para el cuidado de los ancianos, a fin de que puedan estar juntos, en compañía. Tampoco debe despedírselos de la casa para que sean atendidos en otra parte. Que los miembros de cada familia atiendan a sus propios parientes. Cuando esto no sea posible, la obra incumbe a la iglesia, y debe ser aceptada como deber y privilegio. Todos los que tienen el espíritu de Cristo considerarán a los débiles y ancianos con respeto y ternura especiales.­ 2JT 509, 510 (1900).

Endulza y refina la vida.
La presencia en nuestras casas de uno de estos desamparados es una preciosa oportunidad para cooperar con Cristo en su ministerio de gracia y desarrollar rasgos de carácter como los suyos. Hay bendición en la asociación de ancianos y jóvenes. Estos últimos pueden llevar rayos de sol al corazón y la vida de los ancianos. Quienes van desprendiéndose de la vida necesitan del beneficio resultante del trato con la juventud llena de esperanza y ánimo. 
Los jóvenes también pueden obtener ayuda de la sabiduría y experiencia de los ancianos. Más que nada necesitan aprender a servir con abnegación. La presencia de alguien que necesita simpatía, longanimidad y amor abnegado será de inestimable bendición para más de una familia. Suavizará y pulirá la vida del hogar, y sacará a relucir en viejos y jóvenes las gracias cristianas que los revestirán de divina belleza y los enriquecerán con tesoros imperecederos del cielo.­ MC 156 (1905).

Jóvenes y ancianos deben unir sus fuerzas.
Qué conmovedor es ver a los jóvenes y los ancianos cuando confían uno en el otro; cuando el joven busca en el anciano consejo y sabiduría, y el anciano busca en el joven ayuda y simpatía. Así debe ser. Dios quiere que los jóvenes tengan tales cualidades de carácter que encuentren deleite en la compañía de los ancianos, que estén unidos por los vínculos del 777 afecto hacia los que se están acercando al borde de la tumba.­ Carta 6, 1886; (SD 161).

El cuidado de los padres ancianos.
Se debe a los padres mayor grado de amor y respeto que a ninguna otra persona. Dios mismo, que les impuso la responsabilidad de guiar las almas puestas bajo su cuidado, ordenó que durante los primeros años de la vida, los padres estén en lugar de Dios para sus hijos. El que desecha la legítima autoridad de sus padres, desecha la autoridad de Dios. El quinto mandamiento no sólo requiere que los hijos sean respetuosos, sumisos y obedientes a sus padres, sino que también los amen y sean tiernos con ellos, que alivien sus cuidados, que escuden su reputación y que los ayuden y consuelen en su vejez. También les encarga que sean considerados con los ministros y gobernantes, y con todos aquellos en quienes Dios ha delegado autoridad.­ PP 316 (1890).

El vigor declina a medida que avanzan los años.
Quienes hayan de cuidar ancianos deben recordar que éstos, más que nadie, necesitan cuartos abrigados y cómodos. Con los años, el vigor declina y mengua la fuerza vital con la cual resistir las influencias malsanas. De ahí que sea tan necesario proporcionar a las personas de edad mucha luz y mucho aire puro.­ MC 209 (1905).

Cuando declina el vigor mental.
Sucede con frecuencia que las personas ancianas no están dispuestas a comprender ni reconocer que su fuerza mental está decayendo. Acortan sus días asumiendo preocupaciones que corresponden a sus hijos. Satanás obra a menudo sobre su imaginación y las induce a sentir una ansiedad continua respecto de su dinero. Este llega a ser su ídolo y lo guardan con cuidado avariento. Hasta se privan a veces de muchas comodidades de la vida y trabajan más de lo que les permiten sus fuerzas, en vez de usar los recursos que tienen. De esta manera 778 sufren constante necesidad por temor a que en algún tiempo futuro 
tengan que pasar miseria.
Todos estos temores tienen su origen en Satanás. Él excita los órganos que los inducen a sentir temores y celos serviles que corrompen la nobleza del alma y destruyen los pensamientos y sentimientos elevados. Tales personas son insanas respecto del 
dinero. Si ellas asumiesen la actitud que Dios quiere que asuman, sus postreros días podrían ser los mejores y más felices. Quienes tienen hijos en cuya honradez y juicioso manejo tienen motivos para confiar, deben dejar que ellos los hagan felices. A menos que obren así, Satanás se aprovechará de su falta de fuerza mental, y manejará todo en su lugar. Deben de poner la ansiedad y las cargas, ocupar su tiempo tan felizmente como puedan, y prepararse así para el cielo.­ 1JT 173 (1864).

El recuerdo de lo sucedido recientemente pasa pronto.
El que ha crecido en el servicio a Dios puede olvidar las cosas que están sucediendo a su alrededor y los acontecimientos de su infancia. ¡Oh, que los jóvenes puedan comprender cuán importante es mantener la mente libre de pensamientos corruptores, pura y limpia, y preservar el alma de toda práctica degradante; porque la pureza o la impureza de la juventud se refleja en la ancianidad!­ HHD 80 (1894).

Los rasgos se acentúan en la ancianidad.
Vi a David suplicando al Señor que no lo abandonase cuando fuese viejo; vi qué causa le arrancaba esta ferviente oración. Veía él que la mayoría de los ancianos que lo rodeaban eran desgraciados, y que las características desfavorables de su carácter se intensificaban especialmente con la edad. Si por naturaleza las personas eran avarientas y codiciosas, lo eran hasta un punto muy desagradable en su vejez. Si eran celosas, inquietas e impacientes, lo eran especialmente en la edad provecta.­ 1JT 172 (1864). 779

Celos incontrolados y falta de juicio.
David sentía gran angustia al ver que los reyes y nobles que parecían haber temido a Dios mientras gozaban de la fuerza de su virilidad, se ponían celosos de sus mejores amigos y parientes cuando llegaban a viejos. Temían de continuo que fuesen motivos egoístas los que inducían a sus amigos a manifestar interés por ellos. Escuchaban las sugestiones y los consejos engañosos de los extraños respecto de aquellos en quienes debieran haber confiado. Sus celos irrefrenados ardían a veces como llamas, porque no todos concordaban con su juicio decrépito. Su avaricia era horrible. A menudo pensaban que sus propios hijos y deudos deseaban que muriesen para reemplazarlos, poseer sus riquezas y recibir los homenajes que se les concedían. Y algunos estaban de tal manera dominados por sus sentimientos celosos y codiciosos que llegaban hasta a matar a sus propios hijos.­ 1JT 172 (1864).

Oración de David por su ancianidad.
David notaba que aunque había sido recta la vida de algunos mientras disfrutaban de la fuerza de la virilidad, al sobrevenirles la vejez parecían perder el dominio propio. Satanás intervenía y guiaba su mente, volviéndolos inquietos y descontentos. Veía que muchos ancianos parecían abandonados por Dios y se exponían al 
ridículo y al oprobio de los enemigos de él.
David quedó profundamente conmovido y se angustiaba al pensar en su propia vejez. Temía que Dios lo abandonase y que, al ser tan desdichado como otras personas ancianas cuya conducta había notado, quedara expuesto al oprobio de los enemigos del Señor. Sintiendo esta preocupación, rogó fervientemente: "No me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mi fuerza se acabare, no me desampares. . . Oh Dios, enseñásteme desde mi mocedad; y hasta ahora he manifestado tus maravillas. Y aun hasta la vejez y las canas; oh Dios, no me desampares, hasta que denuncie tu brazo a la posteridad, tus valentías a todos los que han de venir" (Sal. 71: 9, 17-18). David sentía la necesidad 780 de precaverse contra los males que acompañan a la senectud.­
 1JT 172, 173 (1864).

Provisión para el empleo de los medios que han sido confiados.
El Hno. L es mayordomo de Dios. Se le han con fiado medios y debería comprender su deber de darle a Dios las cosas que son de Dios. No debería dejar de entender lo que el Señor requiere de él. Mientras vive y está en su sano juicio, debería aprovechar la oportunidad de decidir el destino de la propiedad que Dios le ha confiado, en lugar de dejarla para que otros la usen y dispongan de ella después de su muerte.­ 
2T 675 (1871).

No dejen cabos sueltos.
El Hno. L debería poner en orden todos sus asuntos, y no dejar cabos sueltos. Es su privilegio ser rico en buenas obras y poner para sí mismo un buen fundamento para el porvenir, de manera que pueda echar mano de la vida eterna. No le conviene seguir las sugerencias de su juicio vacilante. Debería buscar el consejo de hermanos de experiencia y procurar la sabiduría de Dios para que pueda terminar bien su obra. Debería estar ahora mismo proveyéndose con todo fervor de "bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote".­ 2T 676 (1871).

No debería ponerse a un lado a los obreros de edad.
Se debería manifestar el más tierno interés hacia aquellos cuya vida está vinculada con la obra de Dios. A pesar de sus muchas enfermedades, estos obreros todavía disponen de talentos que los califican para ocupar su lugar. Dios quiere que desempeñen cargos directivos en su obra. Han permanecido fieles en medio de tormentas y pruebas, y se encuentran entre nuestros más valiosos consejeros. No perdamos de vista el hecho de que en lo pasado estos fervorosos luchadores lo sacrificaron todo para impulsar la obra. El hecho de que hayan envejecido y peinen canas en el servicio de Dios, no es razón para que dejen de 781 ejercer una influencia superior a la de hombres que tienen mucho menos conocimiento de la obra y mucha menos experiencia en las cosas divinas. Aunque desgastados e incapaces de llevar las pesadas responsabilidades que hombres más jóvenes pueden llevar, su valor como consejeros es del orden más elevado. Han cometido errores, pero han adquirido sabiduría como consecuencia de sus fracasos; han aprendido a evitar equivocaciones y peligros, y, ¿no son acaso competentes para dar sabios consejos? Han soportado la prueba y la tribulación, y aunque han perdido algo de su vigor, no deberían ser puestos a un lado por obreros menos experimentados que saben muy poco del trabajo y la abnegación de estos pioneros. El Señor no los pone a un lado. Les proporciona gracia y sabiduría especiales.­ 
7T 287, 288 (1902).

Deben ser honrados y respetados.
Los ancianos portaestandartes que todavía viven, no deberían ser puestos en situación difícil. Los que sirvieron al Maestro cuando la obra era ardua, que soportaron pobreza y permanecieron fieles a la verdad cuando eran pocos en número, deben ser honrados y respetados siempre. Se me ha instruido para que diga: Todo creyente debe respetar a los ancianos pioneros que han soportado pruebas, dificultades y privaciones. Son obreros de Dios y han desempeñado un papel prominente en la edificación de su obra.­ 7T 289 (1902).

Hay que tratarlos como si fueran padres y madres.
Mientras los portaestandartes de edad avanzada permanecen en el campo, los que reciben el beneficio de sus labores deberían atenderlos y respetarlos. No los recarguéis con preocupaciones. Apreciad su consejo y sus palabras de orientación. Tratadlos como padres y madres que han soportado el peso del trabajo. Los obreros que en el pasado se han anticipado a las necesidades de la causa realizan una obra noble cuando, en lugar de llevar ellos mismos todas las 782 cargas, las depositan sobre los hombros de hombres y mujeres jóvenes, y los educan como Elías educó a Eliseo.­ 2MS 260 (1900).

Consejo a los obreros evangélicos ancianos y probados.
Quiera Dios bendecir y sostener a los obreros ancianos y probados. Quiera el Señor ayudarles a ser sabios para preservar sus facultades físicas, mentales y espirituales. El Altísimo me ha instruido para que diga a los que han dado su testimonio en los primeros días del mensaje: "Dios les ha dado la facultad de la razón, y quiere que comprendan y obedezcan las leyes que tienen que ver con la salud. No sean imprudentes. No trabajen excesivamente. Dediquen tiempo a descansar. Dios quiere que permanezcan en su sitio y que hagan su parte para salvar a hombres y mujeres de ser arrastrados por la poderosa corriente del mal. Quiere que tengan puesta la armadura hasta que él les diga que la pongan a un lado. Falta poco para que reciban su recompensa".­ 
7T 289 (1902).

El mayor peligro.
Se me ha pedido que diga a mis hermanos de edad que anden en humildad con Dios. No seáis acusadores de los hermanos. Debéis llevar a cabo la obra que os ha sido asignada, bajo la dirección del Dios de Israel. La tendencia a la crítica es el peligro más grande que afrontan muchos. Los hermanos a quienes os sentís tentados a criticar son llamados a llevar responsabilidades que posiblemente vosotros no podéis soportar; pero podéis ser sus ayudadores. Podéis prestar un gran servicio a la causa si queréis hacerlo, utilizando vuestra experiencia adquirida en el pasado en relación con el trabajo de otros. El Señor no ha encomendado a ninguno de vosotros la tarea de corregir y censurar a vuestros hermanos.­ Ev 82, 83 (1907). 2 MCP

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