domingo, diciembre 13, 2009

SECCIÓN XIII. LA PERSONALIDAD


63. La Imaginación.
Cristo empleó la imaginación.
Mediante la imaginación, [Cristo] llegaba al corazón. Sacaba sus ilustraciones de las cosas de la vida diaria, y aunque eran sencillas, tenían una admirable profundidad de significado. Las aves del aire, los lirios del campo, la semilla, el pastor y las ovejas, eran objetos con los cuales Cristo ilustraba la verdad inmortal; y desde entonces, siempre que sus oyentes veían estas cosas de la naturaleza, recordaban sus palabras. Las ilustraciones de Cristo repetían constantemente sus lecciones.
Cristo nunca adulaba a los hombres. Nunca dijo algo que pudiese exaltar su fantasía e imaginación, ni los alababa por sus hábiles invenciones; pero los pensadores profundos y sin prejuicios recibían su enseñanza, y hallaban que probaba su sabiduría. Se maravillaban por la verdad espiritual expresada en el lenguaje más sencillo.­ DTG 219 (1898).

Controlar la imaginación es un deber.
Pocos comprenden que es un deber ejercer dominio sobre los pensamientos y la imaginación. Es difícil mantener la mente indisciplinada fija en temas provechosos. Pero si no se emplean debidamente los pensamientos, la religión no puede florecer 610 en el alma. La mente debe preocuparse con cosas sagradas y eternas, o albergará pensamientos triviales y superficiales. Tanto las facultades intelectuales como las morales, deben ser disciplinadas, y por el ejercicio se fortalecerán y mejorarán.­ CM 529,530 (ed. PP); 420 (ed. ACES) (1913).

La imaginación a veces produce enfermedades.
Algunas veces la imaginación produce enfermedad, y es frecuente que la agrave. Muchos hay que llevan vida de inválidos cuando podrían estar bien si pensaran que lo están. Muchos se imaginan que la menor exposición del cuerpo les causará alguna enfermedad, y efectivamente el mal sobreviene porque se lo espera. Muchos mueren de enfermedades cuya causa es puramente imaginaria.­ MC 185 (1905),

La imaginación pervertida.
Por lo que el Señor me ha mostrado, las mujeres de esta clase [las que tienen un concepto exagerado de sus cualidades] han pervertido su imaginación mediante la lectura de novelas, el soñar despiertas y la edificación de castillos en el aire; es decir, han vivido en un mundo imaginario. No ponen sus propias ideas a la altura de los deberes comunes y útiles de la vida. No asumen las cargas de la existencia, que se encuentran en su camino, ni tratan de tener para sus maridos un hogar alegre y feliz. Depositan todo su peso sobre ellos, y no llevan sus propias cargas. Esperan que los demás se anticipen a sus necesidades y las satisfagan, mientras ellas quedan libres para buscar faltas y criticar a gusto. Estas mujeres están imbuidas de un sentimentalismo enfermizo, y creen constantemente que no se las aprecia, que sus esposos no les brindan la atención que merecen. Se imaginan que son mártires.­ 
2T 463 (1870). 611

Consejo a un hombre poseído de una imaginación enfermiza.
Vi que el Señor le ha dado luz y experiencia para que Ud. pueda percibir la pecaminosidad de un espíritu apresurado, y controle sus pasiones. De manera que tan ciertamente como que Ud. falla en esto, perderá la vida eterna. Debe vencer esta enfermedad de la imaginación. Ud. es sumamente sensible, y si se dice una palabra que favorezca una conducta opuesta a la que ha estado siguiendo, se siente herido. Cree que se lo acusa y que debe defenderse y salvar su vida; y en el ferviente esfuerzo que hace para salvarla, la pierde. Tiene que hacer una obra para morir al yo y cultivar una actitud tolerante y paciente. Abandone la idea de que no se lo está usando correctamente, que se le está haciendo daño, que alguien quiere invadirlo y perjudicarlo. Está viendo todo a través de una visión falsa. Satanás lo induce a adoptar este concepto distorsionado de las cosas.­ 2T 424 (1870).

La razón controlada por la imaginación
 (consejo a un hermano de voluntad débil).
Ud. es capaz de controlar su imaginación y vencer esos ataques de nervios. Tiene fuerza de voluntad, y debería emplearla de tal modo que ella lo ayude. No lo ha hecho. En cambio ha permitido que su imaginación extremadamente activa controlara su razón. Al hacerlo, ha contristado al Espíritu de Dios. Si Ud. no pudiera controlar sus sentimientos, no habría pecado; pero no da buen resultado someterse de ese modo al enemigo. Su voluntad necesita ser santificada y subyugada en lugar de levantarse en oposición a la de Dios.­ 5T 310, 311 (1885).

La alimentación afecta la imaginación.
La intemperancia comienza en nuestras mesas con el consumo de alimentos malsanos. Después de un tiempo, por la complacencia continua del apetito, los órganos digestivos se debilitan y el alimento ingerido no satisface. Se establecen condiciones malsanas y se anhela ingerir alimentos más estimulantes. El té, el café y la carne producen un efecto inmediato. Bajo la influencia de estos venenos, el sistema nervioso se 612 excita y, en algunos casos, el intelecto parece vigorizado momentáneamente y la imaginación resulta más vívida.­ 
1JT 417, 418 (1875).

Los efectos del té, el café y otras bebidas populares.
El té estimula y hasta cierto punto embriaga. Parecida resulta también la acción del café y de muchas otras bebidas populares. El primer efecto es agradable. Se excitan los nervios del estómago, y esta excitación se transmite al cerebro, que, a su vez acelera la actividad del corazón y da al organismo entero cierta energía pasajera. No se hace caso del cansancio. La fuerza parece haber aumentado, la inteligencia se despierta y la imaginación se aviva.­ MC 250, 251(1905).

Los reavivamientos populares y la imaginación.
Los reavivamientos populares son provocados demasiado a menudo por llamamientos a la imaginación, que excitan las emociones y satisfacen la inclinación por lo nuevo y extraordinario. Los conversos ganados de este modo manifiestan poco deseo de escuchar la verdad bíblica, y poco interés en el testimonio de los profetas y apóstoles. El servicio religioso que no revista un carácter un tanto sensacional no tiene atractivo para ellos. Un mensaje que apele a la fría razón no despierta eco alguno en ellos. No tienen en cuenta las claras amonestaciones de la Palabra de Dios que se refieren directamente a sus intereses eternos.­ 
CS 516 (1888).

El teatro deprava la imaginación.
El teatro se encuentra entre los placeres más peligrosos. En lugar de ser una escuela de moralidad y virtud, como a menudo se pretende, es el mismo semillero de la inmoralidad. Los hábitos viciosos y las inclinaciones pecaminosas se fortalecen y confirman por medio de este entretenimiento. Las canciones de bajo nivel, los gestos, expresiones y actitudes lascivos depravan la imaginación y rebajan la moral. Todo joven que habitualmente asista a esos espectáculos, corromperá sus principios. 613
No hay influencia más poderosa para envenenar la imaginación, destruir las impresiones religiosas y embotar el gusto por los placeres tranquilos y las sobrias realidades de la vida, que los entretenimientos teatrales. El amor por estas escenas aumenta cada vez que se las ve, así como se fortalece el deseo por las bebidas embriagantes cada vez que se las usa. La conducta más segura al respecto consiste en descartar el teatro, el circo y todo otro lugar dudoso de entretenimiento.­ 4T 652, 653 (1881).

La ficción crea un mundo imaginario.
Algunos se han dedicado tanto a la lectura de novelas y cuentos que viven en un mundo imaginario. La influencia de una lectura tal perjudica tanto a la mente como al cuerpo; debilita el intelecto e impone una terrible carga sobre la fuerza física. A veces apenas podría considerarse que su mente está sana, porque la imaginación se ha sobreexcitado y ha enfermado por causa de la lectura de historias ficticias. La mente debe disciplinarse de tal manera que todas sus facultades se desarrollen simétricamente. . .
Si constantemente se alimenta con exceso la imaginación, y se la estimula mediante las ficciones, no tarda en volverse tiránica, en dominar todas las otras facultades de la mente, tornar caprichoso el gusto y pervertir las tendencias.­ 1JT 570, 571 (1881).

La lectura afecta el cerebro.
Conozco personalmente a algunos que han perdido el tono saludable de la mente como consecuencia de los malos hábitos de lectura. Pasan por la vida con una imaginación enfermiza, magnificando la más pequeña ofensa. Cosas que una mente sana y sensata no tomaría en cuenta, se convierten para ellos en pruebas insoportables e insuperables obstáculos. Sus vidas transcurren bajo una sombra constante.­ 
CTBH 124, 1890; (FE 162, 163).

Lo que vemos puede corromper la imaginación.
Esta es una época cuando la corrupción se encuentra en todas partes. 614 Lo que se contempla y se lee fomenta la concupiscencia de los ojos y las pasiones corrompidas. El corazón se deprava por medio de la imaginación. La mente se complace en contemplar escenas que despiertan las más bajas pasiones. Esas viles imágenes, vistas a través de una imaginación contaminada, corrompen la moral y preparan a esos seres engañados e infatuados para que den rienda suelta a su concupiscencia. A ello siguen pecados y crímenes que rebajan a seres formados a imagen de Dios hasta ponerlos al nivel de las bestias, hundiéndolos finalmente en la perdición.
Eviten la lectura y la contemplación de cosas que sugieran pensamientos impuros. Cultiven las facultades morales e intelectuales. No permitan que esas facultades se debiliten y se perviertan por el exceso de lectura incluso de libros de historias. Sé de mentes poderosas que se han desequilibrado y se han anublado parcialmente, o se han paralizado, 
por la intemperancia en la lectura.­ 2T 410 (1870).

La masturbación y la imaginación.
Cuando las personas se han vuelto adictas al hábito del abuso de sí mismas [masturbación], es imposible despertar sus sensibilidades morales para que aprecien las cosas eternas o disfruten de los ejercicios espirituales. Los pensamientos impuros se apoderan de la imaginación y la controlan fascinando la mente, a lo que sigue un deseo casi incontrolable de llevar a cabo actos impuros. Si se educara la mente para que contemplara temas elevadores, si se adiestrara la imaginación para que reflexionara acerca de cosas puras y santas, se fortalecería contra esta complacencia terrible, depravadora, y destructora del alma y el cuerpo. Por medio del adiestramiento se acostumbraría a meditar en lo elevado, lo celestial, lo puro y lo sagrado, y no sería atraída por esta complacencia depravada, corrompida y vil.­ 2T 470 (1870).

Las ensoñaciones de la mente conducen a la exaltación propia.
Si los pensamientos, los sueños de la mente, se 615 refieren a grandes propósitos en los cuales figura el yo, la exaltación propia se manifestará en palabras y actos y se tenderá a una elevación del yo. Esos pensamientos son de una naturaleza tal que no inducen a caminar más cerca de Dios. Los que avanzan en este sentido sin una cuidadosa consideración, lo hacen imprudentemente. Hacen esfuerzos intermitentes, dan golpes por aquí y por allá, empiezan esto y lo otro, pero todo eso de nada vale. Se parecen a la vid; sus sarmientos no adiestrados y abandonados a su suerte se aferrarán de cualquier basura que encuentren a su paso; pero antes que la vid pueda servir para algo, esos sarmientos deben ser separados de las cosas a las que se aferraron, y deben ser adiestrados para adherirse a las cosas que les darán gracia y buena formación.­ Carta 33, 1886.

El control de la imaginación 
(consejo a una mujer de imaginación enferma).
Si Ud. hubiera adiestrado su mente para que meditara en temas elevados y asuntos celestiales, podría haber hecho mucho bien. Habría ejercido una influencia sobre la mente de los demás para apartarlos de sus pensamientos egoístas y su actitud amante del mundo, e introducirlos en los canales de la espiritualidad. Si sus afectos y pensamientos hubieran sido sometidos a la voluntad de Cristo, Ud. habría sido capaz de hacer mucho bien. Su imaginación está enferma porque Ud. le ha permitido recorrer un canal prohibido, para convertirla en soñolienta. El soñar despierta, y la romántica edificación de castillos en el aire, la han incapacitado para ser útil. Ha vivido en un mundo imaginario; ha sido una mártir imaginaria y una cristiana imaginaria.­ 
2T 251 (1869).

Apártense del terreno encantado de Satanás 
(consejo a una familia concentrada en sí misma).
Deberían apartarse del terreno encantado de Satanás, y no permitir que sus mentes se alejen de la lealtad a Dios. Por medio de Cristo Uds. pueden ser felices y deberían serlo; deberían adquirir hábitos de dominio propio. Hasta sus pensamientos deberían ser 616 puestos en sujeción a la voluntad de Dios, y sus sentimientos deberían estar bajo el control de la razón y la religión. No se les dio la imaginación para permitir que ésta se desbocara y anduviera por sus propios caminos sin ningún esfuerzo de restricción ni disciplina. Si los pensamientos son equivocados, los sentimientos también lo serán. Los pensamientos combinados con los sentimientos constituyen el carácter moral. Cuando Uds. llegan a la conclusión de que, como cristianos, no se les requiere que controlen sus pensamientos y sentimientos, caen bajo la influencia de los ángeles malos e invitan su presencia y su dominio. Si ceden a sus impresiones y permiten que sus pensamientos transcurran por los canales de la sospecha, la duda y los lamentos, se encontrarán entre los más infelices de los mortales, y sus vidas serán un fracaso.­ 5T 310 (1885).

Veamos la vida tal como es.
A menos que veamos la vida tal como es, a menos que dejemos a un lado las brillantes fantasías de la imaginación, y descendamos hasta las sobrias lecciones de la experiencia, cuando despertemos será demasiado tarde. Entonces nos daremos cuenta de la terrible equivocación que hemos cometido.­ 3T 43 (1872).

La abundancia de dinero crea necesidades imaginarias.
El caso del Hno. I es lamentable. El mundo es su dios; adora el dinero. . . No necesita la censura de nadie, sino la lástima de todos. Su vida ha sido una terrible equivocación. Ha sufrido de necesidades económicas imaginarias mientras su mente vivía rodeada por la abundancia. Satanás tomó posesión de su mente, y al estimular su inclinación al enriquecimiento lo volvió loco en cuanto a esto. Las facultades nobles y elevadas de su ser han sido en gran medida sometidas a esta inclinación estrecha y egoísta.
Su única esperanza consiste en quebrantar las ligaduras de Satanás, y dominar este mal en su carácter. Ha tratado de hacer algo en este sentido cuando su conciencia lo ha molestado, pero eso no ha sido suficiente. El fruto de la 617 verdadera religión no es limitarse a hacer un poderoso esfuerzo para apartar una pequeña porción de su amor a las riquezas, constantemente convencido de que al hacerlo se está apartando de su alma.
Debe adiestrar su mente para las buenas obras. Debe luchar contra su propensión a la adquisición de medios económicos. Debe entretejer las buenas obras en todo aspecto de su vida. Debe cultivar el amor por las buenas obras y ponerse por encima de esa actitud tacaña que ha desarrollo.­ 2T 237, 238 (1869).

La superstición proviene de la imaginación 
(consejo a una hermana supersticiosa).
Se me mostró que su imaginación no era digna de confianza porque se opone a la ley natural. Está en conflicto con los principios inmutables de la naturaleza. La superstición, mi querida hermana, que proviene de una imaginación enfermiza, la pone a Ud. en contraposición con la ciencia y los principios. ¿Cuál de todas debe ser abandonada? Sus firmes prejuicios y sus ideas bien establecidas respecto de la mejor conducta a seguir en relación con Ud. misma, la han apartado por mucho tiempo del bien. Por años yo he conocido su caso pero me he sentido incompetente para presentar el asunto de manera clara, para que Ud. pudiera verlo, comprenderlo y darle una solución práctica a la luz que se le da.­ 
3T 69 (1872).

Las madres y la imaginación.
Se me han mostrado madres dominadas por una imaginación enfermiza, cuya influencia se ha hecho sentir sobre sus maridos e hijos. Hay que mantener cerrada la ventana, porque la madre es sensible al aire frío. Si siente frío y se cambia de ropa, cree que hay que tratar a sus hijos de la misma manera. De ese modo toda la familia pierde fortaleza física. Todos reciben los efectos de su mente, y daño físico y mental como consecuencia de la imaginación enfermiza de una mujer que se considera criterio para gobernar a toda la familia. . .
Hay quienes atraen la enfermedad sobre sí mismos 618 como consecuencia de sus malos hábitos; sin embargo, aun frente a la luz y al conocimiento seguirán adheridos a su propia conducta. Razonan de esta manera: "¿Acaso no hemos probado esto? ¿No lo sabemos por experiencia propia?" Pero la experiencia de alguien cuya imaginación es defectuosa, no debería tener mucho peso para nadie.­ 2T 524 (1870).

Cómo dominar la mente.
Los seres humanos son entes con libertad moral, y como tales deberían obligar sus pensamientos para que transcurran por los canales apropiados. Aquí hay un amplio campo en el cual la mente se puede explayar con seguridad. Si Satanás trata de desviarla hacia cosas subalternas y sensuales, deberían traerla de vuelta y concentrarla en las cosas eternas; y cuando el Señor vea que se hace un esfuerzo decidido para retener solamente los pensamientos puros, atraerá la mente como un imán, limpiará los pensamientos y los capacitará para que se purifiquen de todo pecado secreto. "Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo" (2 Cor. 10: 5).
La primera obra que tienen que hacer los presuntos reformadores consiste en purificar la imaginación. Si la mente se desvía en una dirección equivocada, debe ser obligada a volver y espaciarse sólo en temas puros y elevados. Cuando se vean tentados a ceder ante una imaginación corrompida, deberían huir hacia el trono de la gracia y orar pidiendo fortaleza del Cielo. Con la fuerza de Dios se puede disciplinar la mente para que se concentre en las cosas puras y celestiales.­ 
Ms 93, sin fecha. 619

64. Los Hábitos.
La Biblia nos da los principios.
La Palabra de Dios abunda en principios generales para la formación de hábitos correctos de vida, y los testimonios, generales y personales, han sido considerados para atraer su atención más especialmente a esos principios.­ 2JT 279 (1889).

Como una red de hierro.
Una vez formado, el hábito es como una red de hierro. Ud. intentará luchar desesperadamente contra él, pero no podrá romperlo. Su única conducta segura consiste en edificar para el tiempo y la eternidad.­ 
Carta 117, 1901.

Las reglas del hábito.
Todos tienen el deber de observar reglas estrictas en sus hábitos de vida. Esto es para vuestro propio bien, estimados jóvenes y señoritas, tanto en sentido físico como moral. Cuando os levantáis en la mañana, considerad hasta donde os sea posible el trabajo que debéis realizar durante el día. Si es necesario, tened una libreta de apuntes para anotar las cosas que debéis hacer, y estableced un tiempo en el cual llevar a cabo vuestro trabajo.­ Ev 473 (1897). 620

La regularidad en los hábitos mejora la salud.
Nuestro Dios es un Dios de orden, y quiere que sus hijos estén dispuestos a organizarse y ponerse bajo su disciplina. ¿No sería mejor, por lo tanto, romper el hábito de hacer de la noche día, y noche las primeras horas de la mañana? Si los jóvenes quisieran formar hábitos de regularidad y orden, mejorarían su salud, su espíritu, su memoria y su disposición.­ YI, 28 de enero de 1897.

Eliminemos la causa de la enfermedad.
Los hábitos correctos, practicados con inteligencia y perseverancia, eliminarán la causa de la enfermedad, y no habrá necesidad de recurrir a drogas fuertes. Muchos avanzan paso a paso hacia sus complacencias antinaturales, que producen un estado de cosas también antinatural.­ 
Ms 22, 1887; (MM 222).

Los hábitos apropiados fomentan la salud.
La salud puede ser lograda mediante hábitos de vida apropiados, y puede esperarse, inclusive, que rinda interés. Pero este capital, más precioso que cualquier cuenta bancaria, puede ser sacrificado por la intemperancia en el comer y el beber, y así permitir que los órganos se malogren por causa de la inacción. Hay que dejar a un lado las complacencias preferidas; la haraganería debe ser vencida.­ 
4T 408 (1880).

Hábitos que degradan las facultades superiores.
Todo hábito que no promueva la acción saludable en el organismo humano, degrada las más altas y nobles facultades. Los hábitos erróneos concernientes al comer y al beber conducen a errores en el pensamiento y la acción.­ RH, 25 de enero de 1881; (CH 67).

Victoria sobre los hábitos preestablecidos.
Los hábitos e ideas preestablecidos deben ser vencidos en muchos casos, antes de que podamos avanzar en la vida religiosa.­ 
RH, 21 de junio de 1887; (FE 118). 621

Es difícil desaprender los malos hábitos 
(consejo a un administrador).
Será difícil para Ud. hacer ahora los cambios en su carácter que Dios le pide que haga, porque ya en su juventud le era difícil ser puntual y rápido para la acción. Cuando el carácter ya está formado, los hábitos fijados, y las facultades mentales y morales se han vuelto firmes, es sumamente difícil desaprender los malos hábitos y ser rápidos para actuar.
Ud. debería comprender cuál es el valor del tiempo. No tiene excusa si deja a un lado el trabajo importante, por desagradable que sea, con la esperanza de no hacerlo en absoluto, o con la idea de que se torne menos desagradable, mientras ocupa ese tiempo en asuntos agradables que realmente no son urgentes. Debería hacer primero lo urgente y lo que tiene vital interés para la causa, y sólo abordar los asuntos menos importantes después de haber llevado a cabo los esenciales.
La puntualidad y la decisión en la obra de Dios son fundamentales. Las demoras son virtuales derrotas. Los minutos son de oro y deben ser aprovechados de la mejor manera posible. Las relaciones terrenales y los intereses personales siempre deberían ser secundarios. Nunca deberíamos permitir que la causa de Dios sufra en lo más mínimo por causa de nuestros amigos terrenales o nuestros parientes más queridos.­ 3T 499, 500 (1875).

Las tendencias heredadas y cultivadas se convierten en hábitos.
La gran tendencia de Judas hacia el mal, heredada y cultivada, fue la codicia. Y al llevarla a la práctica se convirtió en un hábito que él manifestó en todos los negocios. Los principios cristianos de rectitud y justicia no tenían lugar en sus ventas ni en sus compras. Sus hábitos económicos desarrollaron en él una actitud mezquina que se convirtió en una trampa fatal. La obtención de ganancias fue la medida de su experiencia religiosa, y toda verdadera justicia estaba subordinada a esto. Aunque en lo externo seguía siendo discípulo, en la misma presencia de Cristo se 622 apropió de medios que pertenecían a la tesorería del Señor.­ Ms 28, 1897.

Los hábitos deciden el futuro.
Hay que recordar que la juventud está formando hábitos que, en nueve casos de cada diez, decidirán su futuro. La influencia de las compañías que tienen, de las amistades que entablan y de los principios que adoptan, los acompañarán toda la vida.­ 4T 426 (1880).

Los malos hábitos se forman con más facilidad que los buenos.
Los niños son especialmente susceptibles a las impresiones; y las lecciones que aprenden en los primeros años los acompañarán toda la vida. Toda la información que adquieran nunca contrarrestará los malos resultados de la falta de disciplina en la infancia. Un descuido, repetido a menudo, forma hábito. Una mala acción prepara el camino para otra. Esa acción, repetida, forma hábito.
Los malos hábitos se forman con más facilidad que los buenos, y se los abandona con más dificultad. Se necesita menos tiempo y menos trabajo para malograr la disposición de un niño, que para imprimir principios y hábitos de justicia sobre las tablas del alma. Sólo mediante una constante vigilancia y una acción que contrarreste el mal, podemos tener esperanza de que la disposición se enderece.
El Señor estará con ustedes, madres, mientras tratan de formar buenos hábitos en sus hijos. Pero tendrán que empezar pronto el proceso de adiestramiento, o su futura tarea será muy difícil. Enséñenles línea sobre línea, precepto sobre precepto, un poquito aquí y un poquito allá. Recuerden que sus hijos pertenecen a Dios, y que deben convertirse en hijos e hijas de él. Su intención es que las familias de la tierra sean muestras de la familia del cielo.­ RH, 5 de diciembre de 1889.

Los hábitos rara vez cambian.
Los actos repetidos en cierto sentido se convierten en hábitos. Estos pueden 623 modificarse mediante una severa educación, en la vida posterior, pero rara vez se cambian. Una vez que se ha formado un hábito, se imprime más y más firmemente en el carácter.­ CN 185 (1880).

Atacar los malos hábitos de otros surte poco efecto.
Poca utilidad tiene el intento de reformar a los demás atacando de frente lo que consideremos malos hábitos suyos. Tal proceder resulta a menudo más perjudicial que benéfico. En su conversación con la samaritana, en vez de desacreditar el pozo de Jacob, Cristo presentó algo mejor. "Si conocieses el don de Dios [dijo] y quién es el que te dice: Dame de beber: tú pedirías de él, y él te daría agua viva" (Juan 4: 10). Dirigió la plática al tesoro que tenía para regalar y ofreció a la mujer algo mejor que lo que ella pose, el agua de vida, el gozo y la esperanza del evangelio.­ MC, 114 (1905).

El deseo de reforma procede del anhelo de hacer lo recto.
Es verdad que algunas veces los hombres se avergüenzan de sus caminos pecaminosos y abandonan algunos de sus malos hábitos antes de darse cuenta de que son atraídos a Cristo. Pero cuando hacen un esfuerzo por reformarse, nacido de un sincero deseo de hacer el bien, es el poder de Cristo el que los está atrayendo. Una influencia de la cual no se dan cuenta obra sobre el alma, la conciencia se vivifica y la vida externa se enmienda. Y a medida que Cristo los induce a mirar su cruz y contemplar a quien han traspasado sus pecados, el mandamiento es percibido por la conciencia. Se les revela la maldad de su vida, el pecado profundamente arraigado en su alma. Comienzan a entender algo de la justicia de Cristo, y exclaman: "¿Qué es el pecado, para que exigiera un sacrificio tal por la redención de su víctima? ¿Fueron necesarios todo este amor, todo este sufrimiento, toda esta humillación, para que no pereciéramos, sino que tuviéramos vida eterna?".­ CC 25 (1892). 624

Los malos hábitos deben ser vencidos.
Al contemplar como por medio de un espejo la gloria del Señor, Señor, transformados a su imagen, de gloria en gloria, por su Espíritu. Esperamos demasiado poco, y recibimos de acuerdo con nuestra fe. No debemos aferrarnos a nuestros propios métodos, planes e ideas; debemos ser transformados por la renovación de nuestra mente, para que podamos comprobar "cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". los pecados que nos asedian deben ser vencidos, y los malos sentimientos deben ser desarraigados, y un carácter santo y santas emociones deben ser engendrados en nosotros por el Espíritu de Dios.­ Carta 57, 1887.
Cuando nos oponemos a los malos hábitos, éstos ofrecen la más vigorosa resistencia; pero si la lucha prosigue con energía y perseverancia, es posible vencerlos.­ 4T 655 (1881).

La gracia de Cristo quebranta los malos hábitos.
Los hombres necesitan aprender que no pueden poseer en su plenitud las bendiciones de la obediencia, sino cuando reciben la gracia de Cristo. Esta es la que capacita al hombre para obedecer las leyes de Dios y para liberarse de la esclavitud de los malos hábitos. Es el único poder que puede hacerlo firme en el buen camino y ayudarlo a permanecer en él.­ MC 78 (1905).

Por medio del poder de Cristo, los hombres y las mujeres han quebrantado las cadenas de los hábitos pecaminosos. Han renunciado al egoísmo. El profano se transforma en reverente, el borracho en sobrio, el libertino en puro. Las almas que reflejaban la imagen de Satanás han llegado a transformarse a la imagen de Dios.­ HAp 392 (1911).

Pensamientos y actos correctos pueden convertirse en hábitos.
La única seguridad para el alma consiste en pensar bien, pues acerca del hombre se nos dice: "Cual es su pensamiento en su alma, tal es él" (Prov. 23: 7). El poder del 625 dominio propio se acrecienta con el ejercicio. Lo que al principio parece difícil, se vuelve fácil con la práctica, hasta que los buenos pensamientos y acciones llegan a ser habituales.­ MC 392 (1905). 626

65. La Indolencia.
La obligación de desarrollar al máximo el intelecto.
Dios requiere el adiestramiento de las facultades mentales. El se propone que sus siervos posean más inteligencia y más claro discernimiento que los mundanos, y le desagradan aquellos que son demasiado descuidados o indolentes para llegar a ser obreros eficientes, bien informados. El Señor nos manda que lo amemos con todo el corazón, con toda el alma, con toda la fuerza, y con toda la mente. Esto nos impone la obligación de desarrollar el intelecto hasta su máxima capacidad, para que podamos conocer y amar a nuestro Creador con todo el entendimiento.­ PVGM 268 (ed. PP); 233 (ed. ACES) (1900).

El hombre encuentra felicidad en el trabajo.
Adán tenía temas como motivos de contemplación en las obras de Dios en el Edén, que era el cielo en miniatura. Dios no creó al hombre meramente para que contemplara las gloriosas obras de Dios. Por eso le dio manos para trabajar así como mente y corazón para meditar. Si la felicidad del hombre hubiese consistido en no hacer nada, el Creador no le hubiera asignado un trabajo a Adán. El hombre había de encontrar 627 felicidad tanto en el trabajo como en la meditación.­ 
1CBA 1096 (1874).

La ociosidad es la mayor maldición.
La Biblia no aprueba la ociosidad. Esta es la mayor maldición que aflige a nuestro mundo.­ PVGM 278 (ed. PP); 241 (ed. ACES) (1900).

Hagamos las tareas diarias con alegría.
Algunos creen que las riquezas y la ociosidad son bendiciones en sí mismas; pero los que siempre están ocupados y cumplen gozosamente sus tareas cotidianas, son los más dichosos y gozan de mejor salud que nadie. El cansancio que resulta del trabajo bien organizado les asegura los beneficios de un sueño reparador. La sentencia de que el hombre debe trabajar para ganarse el pan de cada día, y la promesa de felicidad y gloria futuras, provienen del mismo trono, y ambas son bendiciones.­ MeM 172 (1901).

Felicidad en el cumplimiento de los deberes asignados.
La verdadera felicidad se encuentra solamente al ser buenos y al hacer el bien. El gozo más puro y elevado corona a los que cumplen fielmente los deberes que les han sido encomendados.­ MeM 172 (1901).

La ociosidad puede conducir al desaliento.
El desaliento es con frecuencia resultado de un ocio indebido. La ociosidad proporciona tiempo para albergar pesares imaginarios. Muchos que no tienen verdaderas dificultades ni contratiempos en el presente, con seguridad los piden prestados del futuro. Si esas personas tratan de aliviar las cargas de los demás, deberían olvidar las propias. Un trabajo enérgico que invite a la acción, tanto de las facultades mentales como de las físicas, es una bendición inestimable para la mente y el cuerpo.­
 ST, 15 de junio de 1882.

El desarrollo del carácter.
Recordad que en cualquier puesto en que sirváis, reveláis qué móvil os inspira y 628 desarrolláis vuestro carácter. Cuanto hagáis, hacedlo con exactitud y diligencia; dominad la inclinación a buscar tareas fáciles.­ 
MC 399 (1905).

Adiestremos la mente para que no mire al yo.
Debería adiestrarse la mente para que no mire al yo, para que se espacie en temas elevados y ennoblecedores. No permitamos que las preciosas horas de la vida se malgasten en soñar con alguna gran obra a realizar en el futuro, mientras se descuidan los pequeños deberes de la actualidad.­ ST, 15 de junio de 1882.

La inactividad es perjudicial para la salud.
Los inválidos no deberían resignarse a la inactividad. Esto es sumamente perjudicial para la salud. Hay que ejercer fuerza de voluntad; hay que vencer la aversión al ejercicio activo y el temor a asumir toda clase de responsabilidades. Nunca recuperarán la salud a menos que se desembaracen de esa condición mental de indiferencia y somnolencia, y se levanten para ponerse en acción.­ ST, 15 de junio de 1882.

Demasiado indolentes para usar sus facultades.
Los que sean demasiado indolentes para asumir sus responsabilidades y ejercitar sus facultades, no recibirán la bendición de Dios, y la habilidad que tenían les será quitada y dada a los obreros activos y celosos que aumentan sus talentos como consecuencia del uso constante.­ 
4T 458, 459 (1880).

El trabajo bien regulado es esencial para el éxito.
Algunos jóvenes piensan que si pudieran pasar toda la vida sin hacer nada serían extremadamente felices. Ellos cultivan odio por el trabajo útil. Envidian a los hijos del placer que dedican sus vidas a la diversión y la alegría. . . La infelicidad y la angustia son el resultado de tales pensamientos y conducta. "No hacer nada" ha hundido en la perdición 
a más de un joven.
El trabajo bien regulado es esencial para el éxito de 629 cada joven. Dios no habría podido infligir una maldición mayor sobre los hombres y las mujeres que condenarlos a una vida de inacción. La ociosidad destruirá el alma y el cuerpo. Se debilitan el corazón, el carácter moral y las energías físicas. El intelecto sufre, y el corazón queda expuesto a la tentación como una avenida abierta para hundirse en todo vicio. El hombre indolente tienta al diablo a que lo tiente.­ NEV 224 (1871).

El hábito de la indolencia perjudica (consejo a los padres).
Uds. han sido ciegos a la influencia que el enemigo ha ejercido sobre sus hijos. Las tareas del hogar, inclusive el cansancio, no los habrían perjudicado ni en la quincuagésima parte de lo que lo ha hecho la indolencia habitual. Habrían escapado de muchos peligros si se los hubiera instruido para que ocuparan su tiempo en una tarea útil. No habrían contraído esa disposición inquieta, ese deseo de cambios y de sociabilidad. Se habrían evitado muchas tentaciones a la vanidad y a entregarse a entretenimientos que no aprovechan, a la lectura liviana, a la conversación ociosa y a la insensatez. Habrían ocupado el tiempo en tareas más satisfactorias y evitado esa gran tentación de buscar la compañía del sexo opuesto y de disculpar su mala conducta. La vanidad y el afecto, la inutilidad y el pecado, definidamente han sido los resultados de esa indolencia.­ 4T 97, 98 (1876).

Para tensar cada músculo.
Al hombre se le concede una parte en la gran lucha por la vida eterna; debe responder a la obra del Espíritu Santo. Se requiere una lucha para quebrantar los poderes de las tinieblas, y el Espíritu obra en él para lograrlo. Pero el hombre no es un ser pasivo, que deba ser salvado en la indolencia. Se lo llama a tensar cada músculo y a ejercer cada facultad en la lucha por la inmortalidad; pero es Dios quien completa la eficiencia.
No hay ser humano que pueda ser salvado en la indolencia. El Señor nos exhorta diciendo: "Esforzaos por 630 entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán" (Luc. 13: 24). "Ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan" (Mat. 7: 13, 14).­Ms 16, 1896. 631

66. Necesidades Emocionales.
Las razones de la existencia.
La ley de Dios es una ley de amor. El nos rodeó de hermosura para enseñarnos que no estamos en la tierra únicamente para mirar por nosotros mismos, para cavar y construir, para trabajar e hilar, sino para hacer la vida esplendorosa, alegre y bella por el amor de Cristo. Así como las flores, hemos de alegrar otras vidas con el misterio del amor.­ DMJ 83 (1896).

El amor satisface las necesidades íntimas.
El amor debe ser el principio que impulse a obrar. El amor es el principio fundamental del gobierno de Dios en los cielos y en la tierra, y debe ser el fundamento del carácter del cristiano. Sólo esto puede habilitarlo para resistir la prueba y la tentación.­ 
PVGM 29, 30 (ed. PP); 28 (ed. ACES) (1900).

Cultiven el amor.
Hay que cultivar el amor a Dios y al prójimo, porque es tan precioso como el oro. Necesitamos ahora representar de la mejor manera posible el carácter de la 632 religión pura e incontaminada que, tanto por su naturaleza como por sus requerimientos, es lo contrario del egoísmo. Un amor como el que Cristo ejemplificó es incomparable; su valor supera al del oro, la plata o las piedras preciosas. Debemos orar por el amor que Cristo poseía, y procurarlo. El cristiano que lo posea tendrá un carácter que estará por encima de las debilidades humanas.­ Carta, 335, 1905.

Todos necesitan amor.
La razón por la cual hay tantos hombres y mujeres de corazón duro en nuestro mundo, es que el verdadero afecto ha sido considerado debilidad, y se lo ha desalentado y reprimido. Lo mejor de la naturaleza de las personas de esta clase ha sido pervertido y empequeñecido en la infancia, y a menos que los rayos de la luz divina logren derretir su frialdad y la dureza de su corazón egoísta, la felicidad de los tales está sepultada para siempre. Si quisiéramos tener corazones tiernos, como el que tuvo Jesús cuando estuvo sobre la tierra, y una simpatía santificada, como la que tienen los ángeles por los mortales pecadores, cultivaríamos la simpatía de los niños, que es la sencillez misma.­3T 539 (1875).

El corazón: una fuente de amor.
Ni el Hno. K ni su esposa tienen experiencia en hacer sacrificios en favor de la verdad, en ser ricos en buenas obras, mediante el depósito de sus tesoros en el cielo. No han ejercido cuidado, ni simpatía, ni paciencia con sus hijos dependientes y amantes. Han consultado su propia conveniencia egoísta. Sus corazones no han sido una fuente capaz de alimentar surtidores vivientes de ternura y afecto. Al bendecir a los demás con amables palabras de amor y actos de misericordia y benevolencia, recibirán una bendición ellos mismos. Han sido muy estrechos en el ámbito de su utilidad.­ 2T 649, 650 (1871).

El amor al yo destruye la paz.
Es el amor a uno mismo lo que destruye nuestra paz. Mientras viva el yo, estaremos siempre dispuestos a protegerlo contra los insultos y la 633 mortificación; pero cuando hayamos muerto al yo y nuestra vida esté escondida con Cristo en Dios, no tomaremos a pecho los desdenes y desaires. Seremos sordos a los vituperios y ciegos al escarnio y al ultraje. "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza en la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser" (1 Cor. 13: 4-8).­ DMJ 19 (1896).

La seguridad se basa en el pensamiento recto.
Debemos sentir siempre el poder ennoblecedor de los pensamientos puros. La única seguridad para el alma consiste en pensar bien, pues acerca del hombre se nos dice: "Cual es su pensamiento en su alma, tal es él" (Prov. 23: 7). El poder del dominio propio se acrecienta con el ejercicio. Lo que al principio parece difícil, se vuelve fácil con la práctica, hasta que los buenos pensamientos y acciones llegan a ser habituales. Si queremos, podemos apartarnos de todo lo vulgar y degradante y elevarnos hasta un alto nivel, donde gozaremos del respeto de los hombres y del amor de Dios.­ MC 392 (1905).

La falta de afecto produce depravación.
En las abominaciones de los cananeos, el Señor presentó a Israel los resultados que tiene la comunión con los espíritus malos; eran sin afectos naturales, idólatras, adúlteros, asesinos y abominables por todos sus pensamientos corrompidos y prácticas degradantes.­ PP 744 (1890).

El fruto de la malicia es la muerte.
El espíritu de odio y de venganza tuvo su origen en Satanás, y lo llevó a dar muerte al Hijo de Dios. Quienquiera que abrigue malicia u 634 odio, abriga el mismo espíritu; y su fruto será la muerte. En el pensamiento vengativo yace latente la mala acción, así como la planta yace en la semilla. "Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él" (I Juan 3: 15).­ DMJ 51 (1896).

La necesidad de amistad.
Muchos podrían estar libres de las influencias pecaminosas si estuvieran rodeados de buenas amistades y si se les dirigieran palabras bondadosas y amables.­ 4T 364 (1879).

Es natural que busquemos sociabilidad.
Es natural buscar compañía. Cada uno hallará compañeros o los hará. Y la intensidad de la amistad determinará la influencia que los amigos ejerzan unos sobre otros, para bien o para mal. Todos tendrán amistades, influirán en ellas y recibirán su influencia.
Es misterioso el vínculo que une los corazones humanos de manera que los sentimientos, los gustos y los principios de dos personas quedan íntimamente fusionados. Uno recibe el espíritu del otro y copia sus modales y actos. Así como la cera conserva la figura del sello, la mente retiene la impresión producida por el trato y la asociación con otros. La influencia puede ser inconsciente, mas no por eso es menos poderosa.­ 
1JT 585 (1881).

El hombre fue creado para la sociabilidad.
El Señor creó al hombre para la sociabilidad, y es su propósito que estemos imbuidos de la naturaleza bondadosa y amable de Cristo, y que por medio de la amistad nos unamos en íntima relación como hijos de Dios, a fin de hacer una obra para el tiempo y la eternidad.­ 
Carta 26a, 1889; (MM 48, 49).

El orgullo destruye la amistad.
Ellos [los enemigos de Cristo] percibían la majestad, la pureza y la belleza de la verdad, [Jesús] con su influencia profunda y suave, echaba hondas 635 raíces en muchas mentes. . . [Jesús] estaba derribando la muralla de separación que había levantado su orgullo y su exclusivismo [de los fariseos], y temieron que, si se lo permitían, alejaría completamente de ellos al pueblo. Por eso lo seguían con resuelta hostilidad, al acecho de alguna ocasión para malquistarlo con la muchedumbre, lo cual permitiría al Sanedrín obtener su condenación 
y su muerte.­ DMJ 45 (1896).

El compañerismo y el carácter.
Se ha dicho con verdad: "Dime con quién andas y te diré quién eres". Los jóvenes no comprenden cuán sensiblemente quedan afectados su carácter y su reputación por su elección de compañías. Uno busca la compañía de aquellos cuyos gustos, hábitos y prácticas congenian con los suyos.
El que prefiere la sociedad de los ignorantes y viciosos a la de los sabios y buenos, demuestra que su propio carácter es deficiente. Puede ser que al principio sus gustos y hábitos sean completamente diferentes de los gustos y hábitos de aquellos cuya compañía procura; pero a medida que trata con esta clase, cambian sus pensamientos y sentimientos; sacrifica los buenos principios, e insensible, aunque inevitablemente, desciende al nivel de sus compañeros. Como un arroyo adquiere las propiedades del suelo donde corre, los principios y hábitos de los jóvenes se tiñen invariablemente del carácter de las compañías que tratan.­ 
CM 212 (ed. PP); 170, 171 (ed. ACES) (1913).

Una relación que todos deberían desarrollar.
Dios nos ha unido como miembros de una familia, y todos deberíamos alentar esta relación. Hay servicios que debemos prestar a los demás que no podemos ignorar si hemos de guardar los mandamientos de Dios. Vivir, pensar y obrar para uno mismo equivale a convertirse en inútiles como siervos de Dios. Los títulos resonantes y los grandes talentos no son esenciales para ser buenos ciudadanos y cristianos ejemplares.­ 
4T 339, 340 (1879). 636

Un vínculo de unión.
El más tierno vínculo terrenal es el que une a la madre con su hijo. El niño se impresiona más con la vida y el ejemplo de la madre que con los del padre; porque los une un vínculo más fuerte y más tierno. Las madres tienen una pesada responsabilidad. Si yo pudiera comunicarles la obra que pueden hacer para moldear las mentes de sus hijos, sería feliz.­ 2T 536 (1870).

Cristo, el mayor amigo.
Las compañías tienen gran importancia. Podemos formar muchas amistades agradables y provechosas; pero ninguna es tan valiosa como la que se forma cuando el hombre finito se relaciona con el Dios infinito. Cuando estamos unidos a él de esa manera, las palabras de Cristo moran en nosotros. . . El resultado se revelará en un corazón purificado, una vida sobria, un carácter inmaculado. Pero solamente merced al trato y la asociación con Cristo podemos asemejarnos a él, ejemplo único e impecable.­ MeM 196 (1885).

Consuelo para la mente y paz para el alma.
El médico que demuestre que es digno de ser nombrado director del sanatorio, hará una gran obra. Pero su tarea en el aspecto religioso debería ser siempre de tal naturaleza, que el antídoto divino para el alivio de las almas abrumadas por el pecado esté siempre presente delante de los pacientes. Todos los médicos deberían comprender que hay que hacer esta obra con ternura y sabiduría. Cuando se traen para su tratamiento pacientes mentales a nuestras instituciones, las consoladoras palabras de verdad dirigidas al afligido serán a menudo el medio para calmar la mente y restaurar la paz del alma.­ 
Carta 20, 1902; (MM 189).

Un don de Dios.
Todo buen impulso o aspiración es un don de Dios; la fe recibe de Dios la única vida que puede producir desarrollo y eficiencia verdaderos.­ 
Ed 253 (1903).

La íntima satisfacción de hacer el bien.
El altruismo, 637 principio básico del reino de Dios, concita el odio de Satanás, que niega hasta su misma existencia. Desde el comienzo del gran conflicto ha tratado de demostrar que los principios que constituyen el fundamento de la actividad divina son egoístas, y califica del mismo modo a todos los que sirven a Dios. La obra de Cristo y la de todos los que llevan su nombre consiste en refutar las acusaciones de Satanás.
Jesús vino en forma humana para ofrecer en su propia vida un ejemplo de altruismo. Y todos los que aceptan este principio deben ser colaboradores con él, demostrándolo en la vida práctica. Escoger la justicia por la justicia misma; ponerse de parte de la verdad aunque cueste sufrimiento y sacrificio, "ésta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová" (Isa. 54: 17).­ 
Ed 154, 155 (1903).

La Ley de Dios permite que haya confianza y cooperación.
Por todo lo que hace posible la confianza y la cooperación, el mundo es deudor a la Ley de Dios, según la da su Palabra, y según se puede encontrar aún, en rasgos a menudo oscuros y casi borrados, en el corazón de los hombres.­ Ed 137 (1903).

Éxito versus dinero.
Cuando nos pongamos en la debida relación con Dios, tendremos éxito dondequiera que vayamos; y si lo que deseamos es tener una vida de éxito y no dinero, Dios nos la dará porque él sabe todo lo relacionado con nuestra abnegación. Conoce cada sacrificio que hemos realizado. Podéis pensar que vuestra abnegación carece de importancia, que deberíais recibir más consideración, pero es 
importante delante del Señor.
Se me ha mostrado repetidamente que cuando las personas comienzan a buscar salarios cada vez más elevados, en su experiencia ocurre algo que los coloca en terreno desventajoso. Pero cuando aceptan un sueldo que pone de manifiesto su abnegación, el Señor ve su renunciamiento personal y les proporciona éxito y victoria. Esto me ha sido 638 presentado en repetidas ocasiones. El Señor que ve en secreto recompensará públicamente cada sacrificio que sus siervos leales hayan estado dispuestos a realizar.­ 2MS 205 (1913).

La seguridad no depende de las riquezas.
Muchos creen que encontrarán seguridad en las riquezas terrenales. Pero Cristo trata de eliminar del ojo de ellos la mota que oscurece su visión para capacitarlos de modo que puedan ver el más excelente y eterno peso de gloria. Están confundiendo fantasmas con la realidad, y han perdido de vista las glorias del mundo eterno. Cristo los invita a proyectar su mirada más allá del presente para añadir eternidad a su visión.­ Carta 264, 1903; (SD 247).

La confianza en Dios da verdadera seguridad.
Satanás sabe muy bien que el alma más débil, pero que permanece en Jesús, puede más que todas las huestes de las tinieblas, y que si se presentase abiertamente se le haría frente y se le resistiría. Por esto trata de atraer a los soldados de la cruz fuera de su baluarte, mientras que él mismo permanece con sus fuerzas en emboscada, listo para destruir a todos aquellos que se aventuren a entrar en su territorio. Sólo podemos estar seguros cuando confiamos humildemente en Dios y obedecemos todos sus mandamientos.­ CS 584, 585 (1888).

Dios ofrece seguridad.
Dios desea que escojamos lo celestial en vez de lo terrenal. Nos presenta las posibilidades de una inversión celestial. Quisiera estimular nuestros más elevados blancos, asegurar nuestro más selecto tesoro. Declara: "Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que oro de Ofir al hombre" (Isa. 13: 12). Cuando hayan sido arrasadas las riquezas que la polilla devora y el orín corrompe, los seguidores de Cristo podrán regocijarse en su tesoro celestial: las riquezas imperecederas.­
PVGM 308 (ed. PP); 264 (ed. ACES) (1900). 639

Influencia santificadora de la verdad.
La única seguridad para toda alma consiste en pensar con rectitud. Debemos emplear todos los medios que Dios ha puesto a nuestro alcance para el gobierno y cultivo de nuestros pensamientos. Tenemos que poner nuestras mentes en armonía con su mente. Su verdad nos santificará en cuerpo, alma y espíritu, y recibiremos poder para elevarnos por encima de la tentación. Las palabras que pronunciemos entonces serán sabias.­ Carta 123, 1904.

Cuando se aplica la verdad mejora la salud.
Cuando los hombres que se han complacido en hábitos incorrectos y prácticas pecaminosas se rinden al poder de la verdad divina, la aplicación de esa verdad al corazón revitaliza las facultades morales que parecían estar paralizadas. El receptor llega a tener una comprensión más fuerte y más clara que antes de que su alma se asegurase a la Roca eterna. Aun su salud física mejora al darse cuenta de que está seguro en Cristo. La bendición especial de Dios, que descansa sobre el receptor, es de por sí salud y fuerza.­ Te 96 (1890).

Alivio de la culpa.
El paralítico encontró en Cristo curación para su alma y para su cuerpo. Necesitaba la salud del alma antes de poder apreciar la salud del cuerpo. Antes de poder sanar la enfermedad física, Cristo tenía que infundir alivio al espíritu y limpiar el alma de pecado. No hay que pasar por alto esta lección. Actualmente miles que adolecen de enfermedades físicas desean, como el paralítico, oír el mensaje: "Tus pecados te son perdonados". La carga del pecado, con su desasosiego y sus deseos nunca satisfechos, es la causa fundamental de sus enfermedades. No podrán encontrar alivio mientras no acudan al Médico del alma. La paz que él solo puede dar devolverá el vigor a la mente y la salud al cuerpo.­ MC 52 (1905).

Fortaleza para el día.
Los ángeles, que harán por vosotros lo que no podéis hacer por vosotros mismos, esperan 640 vuestra cooperación. Esperan que respondáis a la atracción de Cristo. Acercaos a Dios y uno al otro. Mediante vuestros deseos, vuestras oraciones silenciosas, vuestra resistencia a los instrumentos satánicos, poned vuestra voluntad de parte de la de Dios. Mientras tengáis el deseo de resistir al diablo, y oréis sinceramente diciendo: "Líbrame de la tentación", tendréis fortaleza para el día.
La obra de los ángeles consiste en acercarse a los probados, tentados y sufrientes. Trabajan mucho tiempo e incansablemente para salvar a las almas por las cuales Cristo murió.­ HHD 38 (1899).  641

67. La Disposición.
Diversidad de disposiciones.
No todos tienen los mismos talentos ni la misma disposición. Los obreros difieren en sus planes e ideas. Se necesitan diversos dones combinados para el éxito de la obra. Recordemos que algunos pueden desempeñar ciertas posiciones con más éxito que otros. El obrero que ha recibido tacto y habilidad que lo capacitan para desempeñarse en un aspecto especial de la obra, no debería culpar a los demás por no ser capaces de hacer lo que él tal vez puede hacer fácilmente. ¿Acaso no hay otras cosas que sus compañeros de trabajo pueden hacer con mucho más éxito que él?­ Ev 80 (1903).

Diferentes disposiciones, diferentes enfoques.
Toda asociación en la vida requiere el ejercicio del dominio propio, hábitos y educación, que nuestra manera de ver las cosas varía mucho. Juzgamos de modos distintos. Nuestra comprensión de la verdad, nuestras ideas acerca del comportamiento en la vida, no son idénticas en todos los aspectos. No hay dos personas cuyas experiencias sean iguales en todo detalle. Las pruebas de uno no son las de otro. Los deberes que a uno le parecen fáciles, son para otro en extremo difíciles y lo dejan perplejo.­ MC 384 (1905). 642

Diversidad de disposiciones en la familia.
Con frecuencia existen en la misma familia notables diferencias de temperamento y carácter, pues está dentro de los planes de Dios que se relacionen personas de temperamentos variados. Cuando esto sucede, cada miembro del hogar debiera considerar como sagrados los sentimientos y los derechos de los otros y debiera respetarlos. De esta manera se cultivarán la consideración mutua y la tolerancia, se suavizarán los prejuicios y se alisarán las asperezas del carácter. Si puede lograrse la armonía y la combinación de los diversos temperamentos será para beneficio mutuo.­ CN 190 (1886).

Los padres transmiten su disposición.
Tanto los padres como las madres están comprendidos en esta responsabilidad. Ambos padres transmiten a sus hijos sus propias características, mentales y físicas, su temperamento y sus apetitos.­ 
PP 604 (1890).

Disposiciones heredadas.
Dios quiere que nos ayudemos mutuamente mediante la manifestación de simpatía y amor abnegado. Hay quienes han heredado caracteres y disposiciones peculiares. Son difíciles de tratar, pero, ¿somos perfectos nosotros? No se los debe desanimar. No debemos hacer de sus errores una propiedad común. Cristo se compadece y ayuda a los que comenten errores de juicio. Sufrió la muerte por cada hombre, y por eso mismo tiene un interés personal y profundo por todo ser humano.­ 9T 222 (1909).

Hagamos que nuestra disposición sea dulce.
"Velad y orad", es una orden a menudo repetida en las Escrituras. En la vida de los que obedezcan esta orden, habrá una subcorriente de felicidad, que beneficiará a todos aquellos con quienes traten. Los que tienen una disposición agria e irritable, se volverán buenos y amables; los orgullosos se volverán mansos y humildes.­ 
CM 279 (ed. PP); 224 (ed. ACES) (1913). 643

La regularidad y el orden mejoran la disposición.
Si los jóvenes forman hábitos de regularidad y orden, mejorarán en salud, en energía, en memoria y en carácter.­ CN 104 (1897).

La disposición puede ser modificada.
Dada su misericordia, el Señor revela a los hombres sus defectos ocultos. El quiere que los seres humanos examinen con espíritu crítico las complejas emociones y móviles de su propio corazón, y disciernan lo que está mal, modifiquen su manera de ser y refinen sus modales. Dios anhela que sus siervos conozcan su propio corazón. Para que éstos puedan darse cuenta a ciencia cierta de su situación, el Señor permite que se vean sometidos al fuego de la aflicción, y así se purifiquen.­ 
MeM 94 (1894).

La disposición lúgubre socava la eficiencia del maestro.
Más que nadie, el encargado de educar a los jóvenes debe precaverse contra el ceder a una disposición sombría o lóbrega; porque ella le impedirá simpatizar con sus alumnos, y sin simpatía no puede beneficiarlos. No debemos oscurecer nuestra propia senda o la ajena con la sombra de nuestras pruebas. Tenemos un Salvador a quien recurrir, en cuyo oído compasivo podemos volcar toda queja. Podemos confiarle todos nuestros cuidados y preocupaciones, y entonces nuestra labor no parecerá difícil ni severas nuestras pruebas.­ 
CM 221, 222 (ed. PP); 178 (ed. ACES) (1913).

Combinemos la simpatía con la integridad.
La religión de Jesús ablanda cuanto haya de duro y brusco en el genio, y suaviza los modales toscos y violentos. Hace amables las palabras y atrayente el porte. Aprendemos de Cristo a combinar la pureza y la integridad con una disposición alegre. Un cristiano bondadoso y cortés es el argumento más poderoso que se pueda presentar en favor del cristianismo.­ OE 128 (1915). 644

La alimentación inadecuada malogra la disposición.
Muchos echan a perder su ánimo o disposición comiendo en forma impropia. Debemos ser tan cuidadosos para aprender las lecciones de la reforma pro salud como lo somos para tener nuestros estudios perfectamente preparados; porque los hábitos que adoptamos en este sentido ayudan a formar nuestro carácter para la vida futura. Es posible que uno eche a perder su experiencia espiritual por un mal uso del estómago.­ CRA 150 (1908).

El consumo de carne produce una disposición irritable.
Dios no sustrajo la carne de la alimentación de los hebreos en el desierto simplemente para mostrar su autoridad, sino para su bien, para que pudieran preservar su fortaleza física y moral. El sabía que el uso del alimento animal fortalece las pasiones animales y debilita el intelecto. Sabía que la satisfacción del apetito de los hebreos mediante la carne debilitaría sus facultades morales, y los pondría en una disposición irritable tal que la vasta multitud llegaría a ser insubordinada, perdería el alto sentido de sus obligaciones morales y rehusaría ser legislada por las sabias leyes de Jehová.­ Te 141, 142 (1876).

El azúcar y la disposición.
El azúcar no es bueno para el estómago. Causa fermentación, y esto anubla la mente y trae mal humor.­ CRA 389 (1901).

Cómo suavizar una disposición perversa.
El progreso en la experiencia cristiana se caracteriza por el incremento de la humildad, como resultado del aumento del conocimiento. Quienes estén unidos con Cristo se apartarán de la iniquidad.
Les digo, en el temor de Dios, que se me ha mostrado que muchos de ustedes perderán la vida eterna porque están edificando sus esperanzas celestiales sobre un falso fundamento. Dios los está dejando librados a ustedes mismos, "para humillarlos y probarlos, a fin de saber. . . qué hay en 645 sus corazones". Han descuidado las Escrituras. Desprecian y rechazan los Testimonios porque éstos reprenden sus pecados acariciados y perturban su complacencia propia.
Cuando se alberga a Cristo en el corazón, su imagen se manifiesta en la vida. La humildad reinará donde antes predominaba el orgullo. La sumisión, la mansedumbre y la paciencia suavizarán los rasgos ásperos de una disposición naturalmente perversa e impetuosa. El amor a Jesús se manifestará en el amor a su pueblo. No será vacilante ni espasmódico, sino tranquilo, profundo y fuerte.
La vida del cristiano estará desprovista de toda pretensión, libre de toda afectación, artificio y falsedad. Será ferviente, verdadera, sublime. Cristo aparecerá en cada palabra. Se lo verá en cada acto. La vida resplandecerá con la luz del Salvador que mora interiormente. En comunión con Dios y en la feliz contemplación de las cosas celestiales, el alma se preparará para el cielo y trabajará para atraer a otras almas al redil de Cristo. Nuestro Salvador es capaz y está dispuesto a hacer por nosotros más de lo que podemos pedir y aun pensar.­ 5T 49, 50 (1882).

Dios puede modelar la disposición.
No importa cómo sea su disposición, Dios es capaz de modelarla para que sea dulce y semejante a la de Cristo. Al vivir por la fe, usted puede separarse de todo lo que no esté de acuerdo con la voluntad de Dios, para así introducir el cielo en su vida aquí abajo. ¿Lo hará? Si lo hace, habrá luz en cada paso que dé.­ Ms 91, 1901.

Una bendición para los enfermos.
Dios usará la disposición agradable y el carácter hermoso para bendecir a los enfermos. Las verdades de la Palabra de Dios poseen un poder santificador y transformador. Si se las recibe en el corazón y se las pone en práctica en la vida, serán un sabor de vida para vida. Que los que están empleados en nuestras instituciones sean de tal naturaleza que la luz de la verdad resplandezca en las palabras que pronuncian cada día y en 646 sus acciones. Sólo a los tales puede aceptar Cristo como sus obreros.­ Ms 69, 1909; (MM 173).

Armonía entre las distintas disposiciones.
La armonía y la unión existentes entre hombres de diversas tendencias es el testimonio más poderoso que pueda darse de que Dios envió a su Hijo al mundo para salvar a los pecadores. A nosotros nos toca dar este testimonio; pero para hacerlo, debemos colocarnos bajo las órdenes de Cristo; nuestro carácter debe armonizar con el suyo, nuestra voluntad debe rendirse a la suya. Entonces trabajaremos juntos sin contrariarnos.­ 3JT 246 (1904).

Una disposición imbuida de gratitud y paz.
De todas las cosas buscadas, apreciadas o cultivadas, no hay nada tan valioso a la vista de Dios como un corazón puro, una disposición rebosante de agradecimiento y paz.­ 1JT 579 (1881).

La resurrección no cambiará la disposición.
Si queréis ser santos en el cielo, debéis ser santos primero en la tierra. Los rasgos de carácter que cultivéis en la vida no serán cambiados por la muerte ni por la resurrección. Saldréis de la tumba con la misma disposición que manifestasteis en vuestro hogar y en la sociedad.­ 
HAd 12 (1891). 647

68. Las Relaciones Sociales.
Un aspecto de la educación que no debe ser descuidado.
El pueblo de Dios no cultiva bastante la sociabilidad cristiana. Esta rama de la educación no debe descuidarse ni perderse de vista en nuestras escuelas.­ 2JT 438 (1900).

Las cualidades sociales son talentos.
Aquellos que poseen grandes cualidades afectivas tienen ante Dios la obligación de prodigarlas no solamente a sus amigos, sino a todos los que necesitan ayuda. Las cualidades sociales son talentos, y hay que usarlas para beneficio de todos los que están al alcance de nuestra influencia.­ PVGM 28,288 (ed. PP); 248, 249 (ed. ACES) (1900).

No son átomos independientes.
Debe enseñarse a los alumnos que no son átomos independientes, sino que cada uno es una hebra del hilo que ha de unirse con otras para completar una tela. En ningún departamento puede darse esta instrucción con más eficacia que en el internado escolar. Es allí donde los estudiantes están rodeados diariamente de oportunidades, que si las aprovechan, les ayudarán en gran manera a desarrollar los rasgos sociales del carácter. 648
Pueden aprovechar de tal modo su tiempo y sus oportunidades que logren desarrollar un carácter que los hará felices y útiles.
Los que se encierran en sí mismos y no están dispuestos a prestarse para beneficiar a otros mediante amigable compañerismo, pierden muchas bendiciones, porque merced al trato mutuo el entendimiento se pule y refina; por el trato social se formalizan relaciones y amistades que acaban en una unidad de corazón y en una atmósfera de amor agradables a la vista del cielo.­ 2JT 438 (1900).

La importancia del trato social.
Por medio de las relaciones sociales el cristianismo se pone en contacto con el mundo. Todo hombre o mujer que haya probado el amor de Cristo y haya recibido en el corazón la iluminación divina, por pedido de Dios debe arrojar luz sobre la senda tenebrosa de los que no conocen un camino mejor. . . El poder de la sociabilidad, santificado por el Espíritu de Cristo, debe mejorar a fin de ganar almas para el Salvador.­ 
4T 555 (1881).

Las virtudes sociales deben ser cultivadas.
Sufrimos una pérdida cuando descuidamos la oportunidad de reunirnos para fortalecernos y animarnos mutuamente en el servicio de Dios. Las verdades de su Palabra pierden en nuestras mentes su vivacidad e importancia. Nuestros corazones dejan de ser alumbrados y vivificados por la influencia santificadora, y declinamos en espiritualidad. En nuestra asociación como cristianos perdemos mucho por falta de simpatía mutua. El que se encierra completamente dentro de sí mismo no está ocupando la posición que Dios le señaló. El cultivo apropiado de los elementos sociales de nuestra naturaleza nos hace simpatizar con otros y es para nosotros un medio de desarrollarnos y fortalecernos en el servicio de Dios.­ CC 101, 102 (1892).

Jesús era muy sociable.
Toda la vida del Salvador se caracterizó por la benevolencia desinteresada y la hermosura 649 de la santidad. El es nuestro modelo de bondad. Desde el comienzo de su ministerio, los hombres empezaron a comprender más claramente el carácter de Dios. Practicaba sus enseñanzas en su propia vida. Era consecuente sin obstinación, benevolente sin debilidad, y manifestaba ternura y simpatía sin sentimentalismo. Era altamente sociable, aunque poseía una reserva que inhibía cualquier familiaridad. Su temperancia nunca lo llevó al fanatismo o la austeridad. No se conformaba con el mundo, y sin embargo prestaba atención a las necesidades de los menores de entre los hombres.­ CM 249 (ed. PP); 201 (ed. ACES) (1913).

La bondad social y la dignidad humana.
A la mesa de los publicanos [Cristo] se sentaba como distinguido huésped, demostrando por su simpatía y la bondad de su trato social que reconocía la dignidad humana; y los hombres, en cuyos sedientos corazones caían sus palabras con poder bendito y vivificador, anhelaban hacerse dignos de su confianza. Despertábanse nuevos impulsos, y a estos parias de la sociedad se les abría la posibilidad de una vida nueva.­ MC 16, 17 (1905).

Jesús enseñó a los discípulos los verdaderos deberes sociales.
Cristo enseñó a sus discípulos a conducirse en compañía de otros. Les enseñó las obligaciones y reglas de la verdadera vida social, que son las mismas que aparecen en la ley del reino de Dios. Por medio de su ejemplo, enseñó a sus discípulos que cuando asistieran a cualquier reunión pública no tendrían necesidad de quedarse sin palabras. Su conversación en medio de una fiesta difería decididamente de la que se solía escuchar en los banquetes. Cada palabra que pronunciaba tenía sabor de vida para vida. Hablaba con claridad y sencillez. Sus palabras eran como manzanas de oro con figuras de plata.­ MeM 196 (1900).

No hay que renunciar a la comunión social.
El ejemplo de Cristo, al vincularse con los intereses de la humanidad, 650 debe ser seguido por todos los que predican su Palabra y por todos los que han recibido el evangelio de su gracia. No hemos de renunciar a la comunión social. No debemos apartarnos de los demás. A fin de alcanzar a todas las clases, debemos tratarlas donde se encuentran. Rara vez nos buscarán por su propia iniciativa. No sólo desde el púlpito han de ser los corazones humanos conmovidos por la verdad divina. Hay otro campo de trabajo, más humilde tal vez, pero tan plenamente promisorio. Se halla en el hogar de los humildes y en la mansión de los encumbrados; junto a la mesa hospitalaria, y en las reuniones de inocente placer social.­ DTG 126 (1898).

La necesidad de compañerismo.
No es pequeña la privación que se experimenta cuando la gente se aleja de las reuniones del pueblo de Dios. Como hijos del Altísimo debemos estar presentes en toda reunión del Señor, donde se le pida a su pueblo que esté presente, para impartir la palabra de vida. Todos necesitan luz y toda la ayuda que puedan conseguir, a fin de que cuando hayan oído y recibido los preciosos mensajes del cielo, por medio de los instrumentos señalados por Dios, puedan estar preparados para impartir a otros la luz que se les dio.­ Carta 117, 1896.

La educación da forma a la estructura social.
La educación que se imparte a los jóvenes da forma a toda su estructura social. En todo el mundo la sociedad está en desorden, y se necesita una cabal transformación. Muchos suponen que mejores equipos educacionales, mayores talentos y métodos más modernos, arreglarán las cosas. Profesan creer en los oráculos divinos y recibirlos, y sin embargo le dan a la Palabra de Dios una ubicación subalterna en la gran estructura de la educación. Lo que debería ocupar el primer lugar se subordina a los inventos humanos.­ 6T 150 (1900). 651

Influencia de la sociabilidad en el hogar.
La misión del hogar se extiende más allá del círculo de sus miembros. El hogar cristiano ha de ser una lección objetiva, que ponga de relieve la excelencia de los verdaderos principios de la vida. Semejante ejemplo será una fuerza para el bien en el mundo. La influencia de un hogar verdadero en el corazón y la vida de los hombres es mucho más poderosa que cualquier sermón que se pueda predicar. Al salir de semejante hogar paterno los jóvenes enseñarán las lecciones que en él hayan aprendido. De este modo penetrarán en otros hogares principios de vida más nobles, y una influencia regeneradora obrará en la sociedad.­MC 271, 272 (1905).

La sociabilidad es un imán poderoso.
La bondad y sociabilidad cristianas son factores poderosos para ganar los afectos de la juventud.­ CM 200 (ed. PP); 161 (ed. ACES) (1902).

Se desmorona la estructura de la vida social.
La doctrina de que los hombres no están obligados a obedecer los mandamientos de Dios ha debilitado ya el sentimiento de la responsabilidad moral y ha abierto anchas compuertas para que la iniquidad anegue el mundo. La licencia, la disipación y la corrupción nos invaden como ola abrumadora. Satanás está trabajando en el seno de las familias. Su bandera flota hasta en los hogares de los que profesan ser cristianos. En ellos se ven la envidia, las sospechas, la hipocresía, la frialdad, la rivalidad, las disputas, las traiciones y el desenfreno de los apetitos. Todo el sistema de doctrinas y principios religiosos que deberían formar el fundamento y marco de la vida social, parece una mole tambaleante a punto de desmoronarse en ruinas.­
CS 642, 643 (1888).

Los estatutos divinos impiden la injusticia social.
Dios 652 quería poner freno al amor excesivo a los bienes terrenales y al poder. La acumulación continua de riquezas en manos de una clase, y la pobreza y degradación de otra clase, eran cosas que producían grandes males. El poder desenfrenado de los ricos resultaría en monopolio, y los pobres, aunque en todo sentido tuvieran tanto valor como aquéllos a los ojos de Dios, serían considerados y tratados como inferiores a sus hermanos más afortunados.
Al sentir la clase pobre esta opresión, se despertarían en ella las pasiones. Habría un sentimiento de desesperación que tendería a desmoralizar la sociedad y a abrir la puerta a crímenes de toda índole. Los reglamentos que Dios estableció tenían por objeto fomentar la igualdad social. Las medidas del año sabático y del año de jubileo habían de corregir mayormente lo que en el intervalo se hubiera desquiciado en la economía social y política de la nación.­ PP 575 (1890).

Las clases sociales son una prueba para el desarrollo 
del carácter.
Nunca fue el propósito de Dios que no hubiera pobres en el mundo. Las clases sociales nunca llegarían a igualarse, porque la diversidad de condición que caracteriza nuestra raza es uno de los medios designados por Dios para probar y desarrollar el carácter.
Muchos han insistido con gran entusiasmo en que todos los hombres deberían participar en forma igualitaria de las bendiciones temporales de Dios, pero ése no era el propósito del Creador. Cristo dijo que a los pobres siempre los tendríamos con nosotros. Los pobres, igual que los ricos, han sido adquiridos por medio de su sangre; y entre sus profesos seguidores, en la mayoría de los casos, los primeros lo sirven con dedicación, mientras los últimos están constantemente poniendo sus afectos en los tesoros terrenales, y se olvidan de Cristo. Los cuidados de esta vida y la codicia de las riquezas eclipsan la gloria del mundo eterno. La mayor desgracia que le podría sobrevenir a la humanidad sería que todos fueran puestos en pie de igualdad en cuanto a las posesiones terrenales.­ 4T 551, 552 (1881). 653

Las clases sociales están fuera de la ley a la vista de Dios.
La religión de Cristo eleva al que la recibe a un nivel superior de pensamiento y acción, al mismo tiempo que presenta a toda la especie humana como igual objeto del amor de Dios habiendo sido comprada por el sacrificio de su Hijo. A los pies de Jesús, los ricos y los pobres, los sabios y los ignorantes, se encuentran sin diferencia de casta o de preeminencia mundanal. Todas las distinciones terrenas son olvidadas cuando consideramos a Aquel que traspasaron nuestros pecados.
La abnegación, la condescendencia, la compasión infinita de Aquel que está muy ensalzado en el cielo, avergüenzan el orgullo de los hombres, su estima propia y sus castas sociales. La religión pura y sin mácula manifiesta sus principios celestiales al unir a todos los que son santificados por la verdad. Todos se reúnen como almas compradas por sangre, igualmente dependientes de Aquel que las redimió para Dios.­ OE 345 (1915).

Remedio para los males sociales.
Josafat debió gran parte de su prosperidad como gobernante a estas sabias medidas tomadas para suplir las necesidades espirituales de sus súbditos [la designación de sacerdotes para enseñar]. Hay mucho beneficio en la obediencia a la ley de Dios. En la conformidad con los requerimientos divinos hay un poder transformador que imparte paz y buena voluntad entre los hombres. Si las enseñanzas de la Palabra de Dios ejercieran una influencia dominadora en la vida de cada hombre y mujer, y los corazones y las mentes fuesen sometidos a su poder refrenador, los males que ahora existen en la vida nacional y social no hallarían cabida. De todo hogar emanaría una influencia que haría a los hombres y mujeres fuertes en percepción espiritual y en poder moral, y así naciones e individuos serían colocados en un terreno ventajoso.­
 PR 143 (1917).

El cultivo apropiado de las relaciones sociales 
produce felicidad.
A los que vivían lejos del tabernáculo la asistencia 654 a las fiestas anuales les requería más de un mes de cada año. Este ejemplo de devoción a Dios debe recalcar la importancia de los servicios religiosos y la necesidad de subordinar nuestros intereses egoístas y mundanos a los que son espirituales y eternos. Sufrimos una pérdida si hacemos caso omiso del privilegio de reunirnos para fortalecernos y alentarnos unos a otros en el servicio de Dios. Las verdades de su palabra pierden entonces para nuestra mente su vigor e importancia. Nuestro corazón deja de sentirse iluminado e inspirado por la influencia santificadora, y decae nuestra espiritualidad. En nuestro trato mutuo como cristianos perdemos mucho por carecer de simpatía unos hacia otros. El que se encierra en sí mismo no desempeña bien la misión que Dios le ha encargado. Somos todos hijos de un solo Padre y dependemos unos de otros para ser felices. Somos objeto de los requerimientos de Dios y la humanidad. Al cultivar debidamente los elementos sociales de nuestra naturaleza simpatizamos con nuestros hermanos y los esfuerzos que hacemos por beneficiar a nuestros semejantes, nos proporcionan felicidad.­ PP 582, 583 (1890).

Las relaciones mutuas deben ser regidas por el amor divino.
Estoy constantemente presentando la necesidad que tiene cada hombre de hacer lo mejor que pueda como cristiano, de prepararse para alcanzar el grado de crecimiento, expansión de la mente y nobleza del carácter que cada uno pueda tener. En todo lo que hagamos, debemos sostener una relación cristiana unos con otros. Debemos emplear toda la fuerza espiritual para la ejecución de planes sabios en una acción fervorosa. Los dones de Dios han de ser usados para la salvación de las almas. Nuestras relaciones mutuas no han de ser gobernadas por normas humanas; sino por el amor divino, el amor expresado en el don de Dios a nuestro mundo.­ CM 243 (ed. PP); 196 (ed. ACES) (1913).

Las relaciones sociales ayudan a ganar almas.
Especialmente 655 aquellos que han gustado el amor de Cristo debieran desarrollar sus facultades sociales; pues de esta manera pueden ganar almas para el Salvador. Cristo no debiera ser ocultado en sus corazones, encerrado como tesoro codiciado, sagrado y dulce, que sólo ha se ser gozado por ellos; ni tampoco debieran ellos manifestar el amor de Cristo sólo hacia aquellos que les son más simpáticos.
Se debe enseñar a los alumnos la manera de demostrar, como Cristo, un amable interés y una disposición sociable para con los que se hallan en la mayor necesidad, aun cuando los tales no sean sus compañeros preferidos. En todo momento y en todas partes, manifestó Jesús amante interés en la familia humana y esparció en derredor suyo la luz de una piedad alegre. Debe enseñarse a los estudiantes a seguir sus pisadas. Se les ha de enseñar a manifestar interés cristiano, simpatía y amor hacia sus compañeros jóvenes y a empeñarse en atraerlos a Jesús; Cristo debiera ser en sus corazones como un manantial de agua que brote para vida eterna, que refresque a todos aquellos con quienes tratan.­ 2JT 438, 439 (1900).

Todos debemos llegar a ser testigos de Jesús. El poder social, santificado por la gracia de Cristo, debe ser aprovechado para ganar almas para el Salvador. Vea el mundo que no estamos egoístamente absortos en nuestros propios intereses, sino que deseamos que otros participen de nuestras bendiciones y privilegios. Dejémoslo ver que nuestra religión no nos hace faltos de simpatía ni exigentes. Sirvan como Cristo sirvió, para beneficio de los hombres, todos aquellos que profesan haberle hallado.­ DTG 127 (1898). 656

69. El Rechazo.
Magnificación de las dificultades aparentes.
Algunos magnifican muchísimo las aparentes dificultades, y entonces comienzan a tenerse lástima y a dar lugar al desaliento. Los tales necesitan que se produzca en ellos un cambio total. Necesitan disciplinarse, hacer un esfuerzo y vencer todo sentimiento pueril. Deberían decidirse a no malgastar la vida en nimiedades. . . Todos deberían tener un propósito, un objetivo en la vida. Deberían ceñir los lomos de la mente y adiestrar los pensamientos para que se concentraran en el punto, como la brújula al polo. La mente debería transcurrir por los canales adecuados, de acuerdo con planes bien delineados. Entonces cada paso sería hacia adelante. . . El éxito o el fracaso en esta vida dependen mucho de la manera como se disciplinan los pensamientos.­ RH, 6 de abril de 1886.

No hay razón para desesperar.
Nadie tiene por qué entregarse al desaliento ni a la desesperación. Puede Satanás presentarse a ti, insinuándote despiadadamente: "Tu caso es desesperado. No tienes redención." Hay sin embargo esperanza en Cristo para ti. Dios no nos exige que venzamos 657 con nuestras propias fuerzas. Nos invita a que nos pongamos muy junto a él. Cualesquiera sean las dificultades que nos abrumen y que opriman alma y cuerpo, Dios aguarda para libertarnos.­ MC 192 (1905).

Cuidado con tenerse lástima.
Necesitamos desconfiar de la compasión propia. Jamás os permitáis sentir que no se os aprecia debidamente ni se tienen en cuenta vuestros esfuerzos, o que vuestro trabajo es demasiado difícil. Toda murmuración sea acallada por el recuerdo de lo que Cristo sufrió por nosotros. Recibimos mejor trato que el que recibió nuestro Señor.­ MC 378 (1905).

La autoconmiseración deteriora los caracteres de los que albergan esos sentimientos, y ejerce una influencia que malogra la felicidad de los demás.­ Ms 27, 1902; (MM 177).

Capacidad para soportar la indiferencia.
El alma que ama a Dios se eleva por encima de la neblina de la duda; obtiene un conocimiento experimental brillante, amplio, profundo y viviente, y se vuelve humilde y semejante a Cristo. El que confía su alma a Dios, está oculto con Cristo en Dios. Podrá sufrir la prueba de la indiferencia, los ultrajes y el desprecio, porque su Salvador sufrió todo eso. No llegará a estar malhumorado y desanimado cuando lo opriman las dificultades, porque Jesús no fracasó ni llegó a desanimarse. Cada verdadero cristiano será fuerte no con la fortaleza ni los méritos de sus buenas obras, sino en la justicia de Cristo que le es imputada por medio de la fe. Es algo grande ser humilde y manso de corazón, ser puro e incontaminado como lo fue el Príncipe del cielo cuando anduvo entre los hombres.­ 7CBA 919 (1889).

No nos preocupemos por la indiferencia de los demás.
Es el amor a nosotros mismos lo que destruye nuestra paz. Mientras viva el yo, estaremos siempre dispuestos a protegerlo contra los insultos y la mortificación; pero cuando hayamos muerto al yo y nuestra vida esté escondida con Cristo 658 en Dios, no tomaremos a pecho los desdenes y desaires. Seremos sordos a los vituperios y ciegos al escarnio y al ultraje.­ DMJ 19 (1896).

El desaliento es un fruto del exceso de tiempo libre.
El desaliento es con frecuencia el resultado del exceso de tiempo libre. Las manos y la mente deberían estar ocupadas en actividades útiles, que contribuyan a alivianar la carga de los demás; quienes se dediquen a esto se beneficiarán también a sí mismos. La ociosidad da tiempo para espaciarse en dolores imaginarios, y con frecuencia los que no enfrentan verdaderas dificultades las piden prestadas a cuenta del futuro.­ 
ST, 23 de octubre de 1884; (CH 629).

Consuelo para un huérfano rechazado.
¡Oh, éste es un mundo frío y egoísta! Sus parientes, que deberían haberlo amado y cultivado su amistad por causa de sus padres si no por la de ellos mismos, se han cerrado, y en su egoísmo no han manifestado ningún interés especial en Ud. Pero Dios estará cerca de Ud. y le será más querido que cualquiera de sus parientes terrenales. Será su amigo y nunca lo abandonará. El es padre de los huérfanos. Su amistad será una dulce paz para Ud., y lo ayudará a 
soportar con fortaleza su gran pérdida.
Acepte que Dios sea su padre, y nunca necesitará un amigo. Estará expuesto a las pruebas; pero sea perseverante y trate de honrar su profesión de fe. Necesitará gracia para permanecer firme, pero el piadoso ojo de Dios está sobre Ud. Ore mucho y con fervor, y crea que Dios lo ayudará. Cuídese de la irritabilidad, del mal humor y no se atormente. La paciencia es una virtud que necesita cultivar. Trate de lograr la piedad del corazón. Sea un cristiano consecuente. Tenga amor por la pureza y una humilde sencillez, y permita que estas cosas se entretejan en su vida.­ 2T 314 (1869).

Nunca se sienta solo.
Nunca estará solo, nunca necesitará 659 sentir que está solo, si hace de Jesús su compañero y su amigo eterno.­ Carta 4, 1885.

La indiferencia destruye el alma.
No sólo por la resistencia, sino también por la negligencia, es destruida el alma.­ DTG 290 (1898).

Tengamos paciencia unos con otros.
Debemos soportarnos unos a otros disimulando nuestros errores. Tengamos compasión por quienes la necesitan, y establezcamos con ellos una diferencia; a otros salvémoslos con temor, sacándolos de en medio del fuego. No todos pueden soportar la misma rígida disciplina. No todos pueden ser sometidos a las ideas que los demás tienen acerca del deber. Hay que dar lugar a las diferencias de temperamento y mentalidad. Dios sabe cómo tratar con nosotros. Pero mi corazón se ha condolido al ver cómo trata un hermano a otro hermano, y la disposición a sorprenderlo en sus palabras, y a convertir a un hombre en ofensor sobre la base de una sola palabra...
Es ya tiempo de que todos actuemos, y no nos detengamos a medir la parte de equivocación que hay en los demás, sino a escudriñar nuestro propio corazón, confesar nuestros propios errores, y dejar a nuestros hermanos en las manos del Señor. Tenemos que responder sólo por nuestros errores; y mientras vigilamos estrechamente para eliminar las malezas del jardín de nuestro hermano, las venenosas están creciendo fuertes y a su gusto en nuestro propio jardín. Que cada uno trabaje para guardar su propia alma, y para tener una disposición feliz, alegre y tolerante en la casa, y todo saldrá bién.­ Carta 12, 1863.

No todos piensan lo mismo.
Se necesita servir con todo el corazón al tratar con las mentes. Recordémoslo. A menudo nos sentimos tentados a criticar a un hombre que ocupa una elevada posición de responsabilidad, porque no hace las cosas como nosotros creemos que debería hacerlas. 660
Pero el que tiene tantas responsabilidades no necesita la crítica de sus colaboradores; necesita recibir ánimo de ellos, necesita su tolerancia, su paciencia y sus oraciones. Necesita la presencia de Cristo en su vida; porque no siempre dispone de hombres sabios y sin prejuicios para que lo aconsejen.
En la confusión de las muchas responsabilidades y de los numerosos pedidos de ayuda, puede cometer errores. Entre las decenas de pedidos de auxilio, puede parecer que su caso ha sido dejado a un lado. Recuerde entonces las pesadas responsabilidades que han sido puestas sobre aquel que Ud. piensa que no ha cumplido su deber. Recuerde que puede resultarle imposible acceder a su pedido. Tal vez sea un gran error concedérselo.­ Carta 169, 1904.

El Señor está de parte de sus mensajeros.
El Señor quisiera que toda inteligencia humana que esté a su servicio se abstenga de acusaciones graves y de injurias. Se nos ha instruido que avancemos con sabiduría hacia los que están afuera. Dejen en manos de Dios la tarea de condenar y juzgar. Cristo nos invita: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mat. 11: 28, 29).
Todos los que acepten esta invitación se pondrán en el yugo juntamente con Cristo. Debemos manifestar en todo momento y lugar la mansedumbre y la humildad de Jesús. Entonces el Señor se pondrá de parte de sus mensajeros y hará de ellos sus voceros, y quien sea vocero de Dios nunca pondrá en labios de los seres humanos palabras que la Majestad del cielo no quiso pronunciar cuando contendía con el diablo.­ Carta 38, 1894.

No piense en las pruebas (consejo a un administrador).
No reflexione acerca de cómo se sentía cuando estaba pasando por la prueba. Ponga a un lado esos sentimientos.
661 Cuando Ud. toma la senda de la crítica y de la diatriba, se pone cada vez más áspero y más inclinado a criticar. Deténgase antes de comenzar. No le ceda al enemigo ni un centímetro de terreno.­ 
Carta 169, 1902. 662

70. La Crítica.
Los resultados de la crítica.
Nuestros cuerpos están hechos de lo que comemos y bebemos, y el carácter de nuestra experiencia espiritual depende de lo que sirve de alimento a nuestras mentes y de lo que ellas asimilan. Al referirse constantemente a los errores y defectos de los demás, muchos se han convertido en dispépticos religiosos.
El Señor nos ha intimado de la siguiente manera: "Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad" (Fil. 4: 8). Pero los que están tan ocupados en disecar las palabras y los actos de los demás para descubrir todo lo que resulte objetable, no logran discernir ni lo bueno ni lo agradable. No consumen el alimento apropiado para promover la vitalidad espiritual 
y un saludable crecimiento.­ Ms 4a, 1893.

Respétense y ámense mutuamente.
Si tenemos siempre presente las acciones egoístas e injustas de otros, encontraremos que es imposible amarlos como Cristo nos ha amado; pero si nuestros pensamientos se espacian continuamente 663 en el maravilloso amor y piedad de Cristo por nosotros, manifestaremos el mismo espíritu para con los demás. Debemos amarnos y respetarnos mutuamente, no obstante las faltas e imperfecciones que no podemos menos que observar. Debemos cultivar la humildad y la desconfianza en nosotros mismos, y una paciencia llena de ternura para con las faltas ajenas. Esto destruye toda clase de egoísmo y nos hace de corazón grande y generoso.­ CC 122 (1892).

No nos creemos un mundo irreal.
Ud. puede crear un mundo irreal en su propia mente y pintar una iglesia ideal en la que las tentaciones de Satanás ya no induzcan a nadie al mal, pero esa perfección existe solamente en su imaginación. El mundo es un mundo caído, y se representa a la iglesia como un campo en el cual crecen cizaña y trigo. Tienen que crecer juntos hasta la cosecha. No nos compete desarraigar la cizaña de acuerdo con la sabiduría humana, no sea que como consecuencia de las sugerencias de Satanás saquemos el trigo suponiendo que es cizaña. La sabiduría que proviene de lo alto descenderá sobre el manso y humilde de corazón, y esa sabiduría no lo inducirá a destruir sino a edificar al pueblo de Dios.­ Carta 63, 1893.

Restaurar y curar.
No debemos mirar las faltas de los demás para condenarlos, sino para restaurarlos y sanarlos. Velad en oración, seguid hacia adelante y hacia arriba, obteniendo cada vez más del espíritu de Jesús, y sembrando lo mismo junto a todas las aguas.­ NEV 187 (1894).

Satanás fomenta la crítica.
El yo siempre albergará una gran estima por sí mismo. Cuando los hombres abandonan su primer amor, dejan de guardar los mandatos de Dios, y comienzan a criticarse unos a otros. Este espíritu seguirá luchando por la supremacía hasta el fin del tiempo. Satanás está tratando de fomentarlo de manera que los hermanos en su ignorancia intenten devorarse mutuamente. Esto 664 no glorifica a Dios; por el contrario, lo deshonra muchísimo y contrista al Espíritu Santo.
Satanás se regocija porque sabe que si puede lograr que un hermano vigile a otro hermano en la iglesia y en el ministerio, algunos se desalentarán y se desanimarán, y abandonarán su puesto del deber. Esta no es la obra del Espíritu Santo; un poder subalterno está obrando en las cámaras de la mente y en el templo del alma para colocar sus atributos donde deberían estar los de Cristo.­ 
GCB, 25 de febrero de 1895, p. 338.

No apartemos a otros de Cristo.
Muchos que profesan recoger con Cristo están alejando a otros de él. Por esto la iglesia es tan débil. Muchos se permiten criticar y acusar a otros libremente. Al dar expresión a las suspicacias, los celos y el descontento, se convierten en instrumentos de Satanás. . . Así la frivolidad, la complacencia propia y la descuidada indiferencia de los profesos cristianos están apartando a muchas almas del camino de la vida.­ PVGM 276 (ed. PP); 239 (ed. ACES) (1900).

No es bueno confiar en un brazo de carne.
El Señor sabe que si miramos al hombre y confiamos en el ser humano, estaremos reposando en un brazo de carne. Por eso nos invita a que confiemos en él. Su poder no tiene límites. Meditemos en el Señor Jesús, en sus méritos y en su amor, y no tratemos de buscar defectos y pensar en los errores que otros han cometido. Pensemos en las cosas dignas de su reconocimiento y alabanza; y si somos capaces de descubrir los errores de los demás, seamos más capaces todavía de reconocer y alabar lo bueno. Si nos criticáramos a nosotros mismos, descubriríamos cosas tan objetables como las que vemos en los demás. Por lo tanto, trabajemos siempre para fortalecernos mutuamente en la muy santa fe.­ Ms 151, 1898.

El ataque como defensa.
Que nadie trate de cubrir sus propios 665 pecados mediante la revelación de los errores de algún otro. Dios no nos ha encomendado esta tarea. Debemos dejar que los demás humillen sus propios corazones para que puedan llegar a la luz del conocimiento de Dios.­ 
Ms 56, 1904.

No nos destrocemos los nervios.
Los que se critican y condenan mutuamente están quebrantando los mandamientos de Dios y son una ofensa para él. No aman ni a Dios ni a sus prójimos. Hermanos y hermanas: quitemos la basura de la crítica, los recelos y las quejas, y no seáis quisquillosos. Algunos son tan sensibles que no se puede razonar con ellos. Sed muy sensibles en cuanto a lo que significa guardar la ley de Dios y en cuanto a si estáis guardando o quebrantando la ley. En esto es en lo que Dios quiere que seamos sensibles.­ 7CBA 949 (1903).

Consejo a alguien que confundió orgullo con sensibilidad.
Ud. está listo para justificarse con el pretexto de que es muy sensible, que siente profundamente, que sufre mucho. Vi que nada de eso lo excusará a la vista de Dios. Ud. confunde orgullo con sensibilidad. El yo es prominente en su caso. Cuando el yo esté crucificado, entonces esa sensibilidad u orgullo morirá; mientras eso no ocurra, Ud. no será cristiano.
Ser cristiano equivale a ser semejante a Cristo, poseer humildad y un espíritu manso y tranquilo capaz de soportar la contradicción sin enojarse ni enfurecerse. Si Ud. pudiera rasgar el manto engañoso que lo cubre, de manera que pudiera verse como Dios lo ve, ya no trataría de justificarse sino que caería quebrantado a los pies de Cristo, el único que puede eliminar los defectos de su carácter y curarlo.­ 2T 573 (1870).

Un honesto examen de conciencia.
Si todos los que profesan ser cristianos empleasen sus facultades de investigación para ver qué males necesitan corregir en sí mismos, 666 en vez de hablar de las faltas ajenas, habría una condición más 
sana en la iglesia hoy.
Algunos son honrados cuando no cuesta nada, pero se olvidan de la honradez cuando la duplicidad les trae mejores resultados. La honradez y la duplicidad no obran juntas en la misma mente. Con el tiempo, o la duplicidad será expulsada, y la verdad y la honradez reinarán supremas; o, si se conserva la duplicidad, la honradez será olvidada. No pueden andar de acuerdo; no tienen nada en común. Una es profetisa de Baal, la otra es verdadera profetisa de Dios.
Cuando el Señor recoja sus joyas, los veraces, santos y honrados serán mirados con placer. Los ángeles se ocupan en confeccionar coronas para los tales, y sobre sus coronas adornadas de estrellas, se reflejará con esplendor la luz que irradia del trono de Dios.­ 2JT 24 (1882).

La raíz de amargura.
Mientras Uds. tan prestamente piensan y hablan mal unos de otros, mientras permiten que la raíz de amargura germine y sea albergada en el corazón, su influencia apartará de Cristo y endurecerá los corazones de manera que resistan al dulce espíritu de unidad y de paz. Dejen todo esto a un lado sin delación. "Que os améis unos a otros [dijo Cristo], como yo os he amado" (Juan 15: 12).­ Carta 33, 1890.

Fe es tomarle la palabra a Dios.
Recuerden que fe equivale a tomarle la palabra a Dios. El Hijo de Dios está preparando lugar para Uds. en las mansiones celestiales. Den gracias por esto. No crean que porque no siempre se sienten eufóricos no son hijos de Dios. Emprendan con humildad y celo la tarea que él les pide que hagan. Aprecien toda oportunidad de hacer una obra que haga de Uds. una bendición para los que los rodean. Decídanse a hacer su parte para que el lugar donde se encuentran sea un sitio que Dios pueda aprobar y bendecir.­ Carta 246, 1908.

La seguridad de aceptación por parte del pecador.
Por 667 la bondad y misericordia de Cristo, el pecador será restaurado al favor divino. Dios, en Cristo, diariamente está rogando a los hombres que se reconcilien con él. Con los brazos extendidos, está listo para recibir y dar la bienvenida no sólo al pecador sino al pródigo. Su amor agonizante, manifestado en el Calvario, es la seguridad que tiene el pecador de aceptación, paz y amor. Enseñe estas cosas en la forma más sencilla para que el alma entenebrecida por el pecado pueda ver la luz que brilla del Calvario.­ 1MS 209, 210 (1890).

"Yo os haré descansar".
El Señor me ha dado un mensaje para usted, y no solamente para usted, sino para todas las otras almas fieles que están agobiadas por las dudas y los temores respecto de su aceptación por parte del Señor Jesucristo. Su palabra para usted es esta: "No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú". Usted desea agradar al Señor, y puede hacerlo si cree en sus promesas. El está esperando para llevarlo al puerto de una experiencia llena de gracia, y le pide: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios". Ha pasado por un tiempo de inquietud; pero Jesús le dice: "Venid a mí. . . que yo os haré descansar". El gozo de Cristo en el alma merece cualquier sacrificio. "Luego se alegran", porque tienen el privilegio de descansar en los brazos del amor eterno.­ 
TM 516 (1913). 668

71. La Felicidad.
Acción armoniosa de todas las facultades.
La acción armoniosa y saludable de todas las facultades del cuerpo y la mente, produce felicidad; mientras más elevadas y refinadas sean las facultades, más pura y sin mezcla será la felicidad.­
RH, 29 de julio de 1884; (CH 51).

Relación entre felicidad y salud.
Tan íntima es la relación que existe entre la salud y la felicidad, que no podemos disfrutar de esta última sin disponer de la anterior. Se necesita un conocimiento práctico de la vida humana para poder glorificar a Dios por medio de nuestros cuerpos. Por lo tanto, es de la mayor importancia que entre los estudios seleccionados para los niños, la fisiología ocupe el primer lugar. ¡Cuán pocos conocen algo acerca de la estructura y el funcionamiento de sus propios cuerpos y de las leyes de la naturaleza! Muchos están a la deriva al carecer de conocimiento, como un barco en medio del mar, sin brújula ni ancla; y lo que es peor, no tienen interés en aprender a conservar sus cuerpos en condición saludable y así prevenir la enfermedad.­ HR, agosto de 1866; (CH 38).

Ley de la acción y la reacción.
Nuestra felicidad nos la 669 proporcionará nuestro trabajo desinteresado, impulsado por el amor divino, porque en el plan de salvación, Dios ha señalado la ley de la acción y la reacción.­ MB 318 (1886).

Hacer el bien estimula los nervios.
Cada rayo de luz que derramemos sobre los demás se reflejará sobre nuestros propios corazones. Toda palabra amable y de simpatía dirigida al apesadumbrado, todo acto que tenga por fin aliviar al oprimido, y todo don cuyo propósito sea suplir las necesidades de nuestros semejantes, dado o hecho para gloria de Dios, resultará en bendición para el dador. Los que obren de este modo estarán obedeciendo la ley del cielo y recibirán la aprobación de Dios. El placer de hacer el bien a los demás fluye a través de los nervios, acelera la circulación de la sangre, y produce salud mental y física.­ 4T 56 (1876).

Cada persona es la fuente de su propia felicidad.
La vida que se vive en Cristo es una vida llena de reposo. La inquietud, el descontento y la agitación revelan la ausencia del Salvador. Si hacéis entrar a Jesús en vuestra vida, ésta se llenará de obras buenas y nobles para el Maestro. Os olvidaréis de serviros a vosotros mismos, y viviréis siempre más cerca del amado Salvador; vuestro carácter se volverá semejante al de Cristo, y cuantos os rodeen conocerán que habéis estado con Jesús y aprendido de él.
Cada uno posee en sí mismo la fuente de su propia felicidad o desgracia. Si quiere, puede elevarse por encima del bajo sentimentalismo que constituye la experiencia de muchos; pero mientras esté henchido de sí mismo, nada puede hacer el Señor por él. Satanás nos presentará proyectos ambiciosos para deslumbrar nuestros sentidos, pero debemos recordar siempre el "premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús" (Fil. 3: 14). Llenad esta vida con todas las buenas obras que os sea posible hacer. "Y los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan a justicia la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad" (Dan. 12: 3).­2JT 189,190 (1889). 670

El impulso más fuerte del hombre.
La Biblia presenta ante nuestra vista las inescrutables riquezas y los tesoros inmortales de los cielos. Los impulsos más fuertes del hombre lo arrastran a tratar de procurar su propia felicidad. La Biblia reconoce este deseo y nos muestra que todo el cielo se unirá a los esfuerzos que el hombre haga por conseguir la dicha. Además, revela la condición según la cual se da la paz de Cristo a los hombres. Describe un hogar de dicha y resplandor sempiternos, donde no habrá lágrimas ni necesidades.­ 
MeM 165 (1888).

Los cristianos disfrutan de verdadera felicidad.
Si hay alguien que continuamente debe estar agradecido, es el seguidor de Cristo. Si hay alguien que disfruta de un verdadero gozo aun en esta vida, es el fiel cristiano.­ NEV 203 (1859).
Deberíamos ser la gente más feliz de la tierra, y no pedirle perdón al mundo por ser cristianos.­ Ms 17, 1893.

Un amigo que nunca falla.
Este es Jesús, la vida de toda gracia, la vida de toda promesa, la vida de todo rito y la vida de toda bendición. Jesús es la sustancia, la gloria, la fragancia y la vida misma. "El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Juan 8: 12). Por lo tanto, el camino real que se ha dado a los redimidos para que anden por él no constituye tinieblas desanimadoras. Si no fuera por Jesús, nuestro peregrinaje verdaderamente sería solitario y doloroso. El dice: "No os dejaré huérfanos" (Juan 14: 18). Por lo tanto reunamos todas las preciosas promesas. Repitámoslas durante el día y meditemos en ellas durante la noche, y estemos gozosos.­ 2MS 279, 280 (1892).

La felicidad no es para los que quieren hacer su voluntad.
Jesús quiere que seáis felices, pero no podéis serlo si seguís vuestro propio camino, y los impulsos de vuestro corazón. . . Nuestras nociones, nuestras peculiaridades, son enteramente humanas, y no debe dejarse que predominen 671 sobre nosotros. El yo debe ser crucificado, no una vez u otra, sino diariamente, y lo físico, mental y espiritual debe subordinarse a la voluntad de Dios. La gloria de Dios, la perfección del carácter cristiano, debe ser el blanco y el propósito de nuestra vida. Los seguidores de Cristo deben imitarlo en su disposición. . . El lema es como Cristo, no como vuestro padre o vuestra madre, sino como Jesucristo, ocultos en Cristo, vestidos de la justicia de Cristo, imbuidos con el espíritu de Cristo.­ NEV 31 (1882).

La felicidad egoísta es desequilibrada.
La felicidad buscada por motivos egoístas, fuera de la senda del deber, es desequilibrada, espasmódica y transitoria; pasa y deja el alma vacía y triste; mas en el servicio de Dios hay gozo y satisfacción; no se abandona al cristiano en caminos inciertos; no se lo abandona a pesares vanos y contratiempos. Si no tenemos los placeres de esta vida, podemos aun gozarnos mirando la vida venidera.­ CC 126 (1892).

El corazón que está en paz con Dios.
En la raíz de la ruina de muchos hogares se encuentra la pasión por la ostentación. Hombres y mujeres calculan y hacen planes para conseguir recursos con el fin de parecer más ricos que sus vecinos; pero aunque puedan triunfar en su lucha desesperada, no son verdaderamente felices. La verdadera felicidad brota de un corazón en paz con Dios 
[1 Ped. 3: 3-4].­ 7CBA 953 (1902).

El amor produce felicidad.
Desde un punto de vista mundano, el dinero es poder; pero desde el punto de vista cristiano, el amor es poder. Las fortalezas intelectual y espiritual están implícitas en este principio. El amor puro es especialmente eficaz para hacer el bien, y no puede hacer otra cosa sino el bien. Previene la discordia y la miseria, y produce verdadera felicidad. La riqueza es a menudo una influencia que corrompe y destruye; la fuerza es capaz de 672 herir, pero las propiedades del amor puro son la verdad y la bondad.­ 4T 138 (1876).

La aplicación de la Regla de Oro produce felicidad.
"Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (Mat. 7: 12). El Señor enseñó este principio [la Regla de Oro] para que la humanidad fuera feliz y no desdichada; pues la felicidad no puede llegar por ningún otro camino fuera de éste. Dios desea que los seres humanos vivan la vida superior. El les entrega la dádiva de la vida, no para que ellos simplemente la empleen en adquirir riquezas, sino para que aprovechen sus más elevadas facultades haciendo la obra que él encomendó a la humanidad: la obra de buscar, descubrir y aliviar las necesidades de sus semejantes. El hombre no debe laborar egoístamente en su propio interés, sino en interés de todos los que lo rodean; debe beneficiar a los demás con su influencia y buenas acciones. Este propósito divino se cumple en la vida de Cristo.­ MeM 170 (1902).

La felicidad resulta de obrar.
No importa cuál sea nuestra posición, o cuán limitadas sean nuestras capacidades, tenemos que hacer una obra para el Maestro. Nuestras gracias se desarrollan y maduran mediante el ejercicio. Con la verdad de Dios ardiendo en el alma no podemos estar ociosos. La felicidad que experimentaremos al obrar, compensará aun en esta vida todo el esfuerzo realizado. Únicamente aquellos que han experimentado la felicidad que resulta del esfuerzo de la negación del yo en el servicio de Cristo, pueden hablar de esto con comprensión. En realidad, es un gozo tan puro y tan profundo que el lenguaje humano no puede expresarlo.­ NEV 188 (1873).

Nuestra felicidad es la felicidad de los demás.
Cristo hace de su iglesia un hermoso templo para Dios. "Donde están dos o tres congregados en mi nombre allí estoy en medio de ellos" (Mat. 18: 20). Su iglesia es la corte de la vida 673 santa, llena de diversos dones, y dotada del Espíritu Santo. El cielo asigna deberes apropiados a cada miembro de la iglesia en la tierra, y todos deben encontrar su felicidad en la felicidad de aquellos a quienes ayudan y bendicen.­ 
NEV 166 (1910).

Beneficia todo el organismo.
Si el espíritu se siente libre y feliz, debido a la buena conciencia y a la satisfacción que se experimenta al hacer felices a los demás, se crea un sentimiento de alegría que se reflejará en todo el organismo, con lo que mejorará la circulación de la sangre y se tonificará el cuerpo. La bendición de Dios es un poder sanador, y los que son pródigos en beneficiar a los demás, recibirán esta maravillosa bendición en el corazón y la vida.­ MeM 154 (1890).
Los que siguen el camino de la sabiduría y la santidad no tendrán que deplorar horas malgastadas, ni se verán atormentados con sentimientos sombríos y de horror, como a algunos les ocurre, a menos que se entreguen a diversiones vanas e inútiles.­ MeM 154 (1872).

La felicidad al alcance de la mano.
El mundo está lleno de gente insatisfecha que pasa por alto la felicidad y las bendiciones que están al alcance de la mano, y continuamente trata de lograr una felicidad y una satisfacción que están fuera de sus posibilidades. Están permanentemente tensos por algún bien esperado y lejano, mayor que el que poseen ahora, y se encuentran siempre en un estado de desilusión. Albergan incredulidad e ingratitud al pasar por alto las bendiciones que están en su propia senda. No le dan la bienvenida a las bendiciones comunes, de todos los días, tal como los hijos de Israel no le daban la bienvenida al maná.­ 2T 640 (1871).

La diversión excita, pero luego deprime.
Los que siguen el camino de la sabiduría y la santidad no tendrán que deplorar horas malgastadas, ni se verán atormentados con sentimientos 674 sombríos y de horror, como a algunos les ocurre, a menos que se entreguen a diversiones vanas e inútiles.­ MeM 154 (1872).

Manera errada de alcanzar la felicidad (consejo a un joven).
Hace un año trabajamos en favor de Ud. Se me mostraron los peligros que corre, y queríamos salvarlo; pero veo que Ud. no ha tenido fuerzas para cumplir las resoluciones que hizo entonces. Me preocupa su caso. . . Mientras me hallaba en Battle Creek, en junio pasado, se me mostró de nuevo que Ud. no estaba progresando, y la razón de ello es que no ha recorrido un camino limpio. No disfruta de la religión. Se ha apartado de Dios y de la justicia. Ha tratado de encontrar la felicidad en forma equivocada en los placeres prohibidos; y no tiene valor moral para confesar y abandonar sus pecados, de manera que pueda alcanzar misericordia.­ 2T 291 (1869).

Conciencia limpia y aprobación de Dios versus 
pasiones naturales y corazón carnal.
¿De qué bien nos privaría Dios? Nos privaría de entregarnos a las pasiones naturales y al corazón carnal. No podemos enojarnos cuando agradamos al Señor y conservamos su aprobación y una conciencia limpia delante de él. Pero, ¿no estamos dispuestos a abandonar todo esto? ¿Seremos más felices si cedemos a las pasiones corrompidas? Se nos imponen restricciones precisamente para que no sea así.
No disfrutaremos más si nos enojamos y cultivamos un carácter perverso. No fomentará nuestra felicidad el que nos dejemos conducir por el corazón natural. Y, ¿seremos mejores si nos entregamos a estas cosas? No; envolverán con sus sombras nuestros hogares, y cubrirán con un manto nuestra felicidad. Si cedemos ante nuestros apetitos naturales sólo lograremos perjudicar nuestro cuerpo y destruir nuestro organismo. Por eso el Señor quiere que le pongamos freno al apetito, controlemos las pasiones y tengamos 675 en sujeción la totalidad del ser. Y nos ha prometido fuerza si nos dedicamos a esta tarea.­ 
2T 590, 591 (1871).

Procuremos la salud y una larga vida.
El valor, la esperanza, la fe, la simpatía y el amor fomentan la salud y alargan la vida. Un espíritu satisfecho y alegre es como salud para el cuerpo y fuerza para el alma. "El corazón alegre es una buena medicina" (Prov. 17: 22, VM).­ MC 185 (1905).
Una persona cuyo espíritu es sereno y está satisfecho en Dios, se encuentra en el sendero de la salud.­ MeM 154 (1880).

Resultados de la obediencia a las leyes físicas.
Salud, vida y felicidad son el resultado de la obediencia a las leyes físicas que gobiernan nuestro cuerpo. Si nuestra voluntad y nuestro proceder están de acuerdo con la voluntad y el proceder de Dios, si hacemos lo que agrada a nuestro Creador, el mantendrá en buenas condiciones el organismo humano y restaurará las facultades morales, mentales y físicas a fin de poder obrar mediante nosotros para su gloria. Su poder restaurador constantemente se manifiesta en nuestro cuerpo. Si cooperamos con él en esa obra, los resultados seguros son salud y felicidad, paz y utilidad.­ 1CBA 1132 (1901).

Curación para los inválidos.
Que los inválidos hagan algo en lugar de ocupar sus mentes en un simple juego que los rebaja en su propia estima y les hace creer que sus vidas son inútiles. Mantengan despierta la fuerza de voluntad porque cuando ésta está alerta y se la conduce correctamente, es un poderoso tranquilizante de los nervios. Los inválidos son mucho más felices cuando están ocupados en algo, y su recuperación resulta más fácil.­ 
1T 557 (1867).

La vida en el campo y la felicidad (consejo a una madre).
Es verdad que Ud. no estará totalmente libre de preocupaciones y perplejidades en el campo; pero allí evitará muchos males y le cerrará la puerta a un diluvio de tentaciones que 676 amenazan con dominar la mente de sus hijos. Necesitan estar ocupados y atender muchas cosas. La quietud del hogar los hace sentirse incómodos e inquietos, y han caído en el hábito de mezclarse con los muchachos viciosos de la ciudad, y de este modo están obteniendo una 
educación callejera...
La vida en el campo les resultará muy beneficiosa; una vida activa, al aire libre, desarrollará la salud tanto de la mente como del cuerpo. Deberían disponer de una huerta, donde podrían encontrar a la vez entretenimiento y una actividad útil. El cultivo de plantas y flores tiende a mejorar el gusto y el juicio, al mismo tiempo que el relacionarse con la hermosa y útil creación de Dios tendrá una influencia ennoblecedora sobre la mente, que será atraída al Creador y dueño de todo.­ 
4T 136 (1876).

En procura de "nuestros derechos".
Aquellos a quienes amamos pueden hablar y obrar con descuido, y herirnos profundamente. Tal puede no haber sido su intención, pero Satanás magnifica sus palabras y actos ante la mente y así arroja un dardo de su aljaba para atravesarnos. Nos erguimos para resistir a la persona que pensamos nos hirió, y al hacerlo estimulamos las tentaciones de Satanás.
En vez de pedir a Dios fuerza para resistir a Satanás, permitimos que nuestra felicidad quede empañada tratando de defender lo que llamamos "nuestros derechos". Así concedemos una doble ventaja a Satanás. Obramos de acuerdo a nuestros sentimientos agraviados, y Satanás nos emplea como agentes suyos para herir y angustiar a aquellos que no se proponían perjudicarnos.­ 1JT 107, 108 (1862).

Dios elimina los obstáculos que se oponen a la felicidad.
Dios procura nuestra verdadera felicidad. Si hay alguna cosa que se interpone en el camino hacia ésta, Dios quiere que sea quitada. El frustrará nuestros propósitos y chasqueará nuestras expectativas, y a través del chasco y de las dificultades, hará que nos conozcamos tal como somos. . . El pecado 677 es la causa de todos nuestros males. Si queremos tener verdadera paz y felicidad debemos suprimir el pecado.­ NEV 83 (1879).

Algunos no serían felices en el cielo.
¿Acaso podrían aquellos que han pasado su vida en rebelión contra Dios ser transportados de pronto al cielo y contemplar el alto y santo estado de perfección que allí se ve, donde toda alma rebosa de amor y todo semblante irradia alegría, la música arrobadora se eleva en acordes melodiosos en honor a Dios y al Cordero, y brotan raudales de luz del rostro de Aquel que está sentado en el trono e inundan a los redimidos? ¿Podrían acaso aquellos cuyos corazones están llenos de odio hacia Dios, a la verdad y a la santidad alternar con los ejércitos celestiales y unirse a sus cantos de alabanza? ¿Podrían soportar la gloria de Dios y del Cordero? No, no; años de pruebas les fueron concedidos para que pudiesen formar caracteres para el cielo; pero nunca se acostumbraron a amar lo que es puro; nunca aprendieron el lenguaje del cielo, y ya es demasiado tarde.
Una vida de rebelión contra Dios los ha inhabilitado para el cielo. La pureza, la santidad y la paz que reinan allí serían para ellos un tormento; la gloria de Dios, un fuego consumidor. Ansiarían huir de aquel santo lugar. Desearían que la destrucción los cubriese de la faz de Aquel que murió para redimirlos. La suerte de los malos queda determinada por la propia elección de ellos. Su exclusión del cielo es un acto de su propia voluntad y un acto de justicia y misericordia por parte de Dios.­ 
CS 598 (1888).

Su vida puede ser gozosa.
Tengamos todos confianza en Dios. Avancemos a través de las sombras que Satanás arroja sobre nuestra senda, y aferrémonos del brazo de Jesús, el poderoso. Deje su caso en sus manos. Que su oración sea: "Señor: te presento mi petición. Pongo mi confianza en ti, y te pido la bendición que tú consideres mejor para mi utilidad presente y futura y para mi eterno bien". Y cuando 678 se levante, ¡crea! Cuando el enemigo se aproxime con sus tinieblas, cante acerca de la fe y hable en cuanto a la fe, y descubrirá que por medio del canto y de la conversación 
 entra la luz en su vida.
"Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez os digo: ¡Regocijaos!" 
(Fil. 4: 4). Los que hacen esto disfrutan de una vida gozosa. Nada desagradable procede de sus labios o de la atmósfera que rodea al alma, porque no se sienten mejores que los demás. Escóndase en Jesucristo; en ese caso todo el tiempo la verdad de Dios estará preparándolo para la futura vida inmortal. Cuando confía en el poderoso, su experiencia no es prestada; le pertenece.­ Ms 91, 1901.

Cómo proyectar la felicidad hacia la eternidad.
A medida que entramos por Jesús en el descanso, empezamos aquí a disfrutar del cielo. Respondemos a su invitación: "Venid, aprended de mí", y al venir así comenzamos la vida eterna. El cielo consiste en acercarse incesantemente a Dios por Cristo. Cuanto más tiempo estemos en el cielo de la felicidad, tanto más de la gloria se abrirá ante nosotros; y cuanto más conozcamos a Dios, tanto más intensa será nuestra felicidad. A medida que andamos con Jesús en esta vida, podemos estar llenos de su amor, satisfechos con su presencia.
Podemos recibir aquí todo lo que la naturaleza humana puede soportar. Pero, ¿qué es esto comparado con lo que nos espera más allá? Allí "están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo: y el que está sentado en el trono tenderá su pabellón sobre ellos. No tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni ningún otro calor. Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes vivas de aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos" (Apoc. 7: 15-17).­ DTG 299 (1898). 2MCP EGW 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario