martes, febrero 09, 2021

REFLEXIÓN 566. EL LIBRO DEL PROFETA DANIEL (I. SECCIÓN HISTÓRICA) LA EDUCACIÓN DE DANIEL Y SUS COMPAÑEROS (DANIEL 1).

Daniel 1. Es el inicio de la sección histórica, de las dos partes, de que comprende todo el libro. Capítulos 1-6, la histórica, y de los capítulos 7-12. La profética.

Vers. (1-2) La primera deportación de cautivos de Judá a Babilonia, La cautividad de Joacim. (3-7) La elección de Daniel y sus compañeros para recibir educación para el servicio real. Aspenaz trae a Daniel, Ananías, Misael y Azarías. (8-16) Daniel consigue permiso para vivir de acuerdo con su ley. Rehúsan la comida del rey y les va bien con legumbres y agua. (17-21) Una educación exitosa y el ingreso al servicio real. Se destacan en sabiduría.

*Recordando las condiciones que determinaron el cautiverio. Se dice que Jerusalén se volvió más que Sodoma y Gomorra. (Isa. 1:9-11; 3:9; Lam. 4:6). Y en esas condiciones de decadencia y depravación moral. ¿Cómo es, que estos jóvenes se mantuvieron fieles? Definitivamente no todo está contaminado. Eran el remanente que quedaban. Pero por ser parte del pueblo; corrieron la suerte de ir en cautiverio. Así como Ezequiel…

La decisión de Daniel y sus compañeros de ser fiel a Dios… Serían los medios que usaría el Señor para llegar al corazón del Monarca más poderoso del mundo, quien sería convencido y convertido. Sería un tiempo en que la verdad de Dios, llegaría a todos los rincones de su imperio.

1 En El año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió. 2 Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios. 

3 Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que los trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, 4 muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos. 5 Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey 6 Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá. 7 A éstos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego

8 Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse 9 Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos 10 y dijo el jefe de los eunucos a Daniel: Temo a mi señor el rey, que señaló vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que él vea vuestros rostros más pálidos que los de los muchachos que son semejantes a vosotros, condenaréis para con el rey mi cabeza 11 Entonces dijo Daniel a Melsar, que estaba puesto por el jefe de los eunucos sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías 

12 Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a beber 13 Compara luego nuestros rostros con los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey, y haz después con tus siervos según veas 14 Consintió, pues, con ellos en esto, y probó con ellos diez días. 15 Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey 16 Así, pues, Melsar se llevaba la porción de la comida de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres

17 A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños 18 Pasados, pues, los días al fin de los cuales había dicho el rey que los trajesen, el jefe de los eunucos los trajo delante de Nabucodonosor 19 Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey 20 En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino 21 Y continuó Daniel hasta el año primero del rey Ciro. (Daniel 1).

1. El año tercero. Sobre la base de sincronismos bíblicos que relacionan los reinados de varios reyes de Judá con el de Nabucodonosor, cuyos años babilónicos de reinado han sido astronómicamente establecidos, el tercer año de Joacim duró, según el calendario judío, desde el otoño (septiembre-octubre en el hemisferio norte) del 606 a. C. hasta el otoño del 605 (ver t. II, p. 164; t. III, PP. 93-94). Por lo tanto los acontecimientos registrados en este versículo y en los siguientes deben haber ocurrido durante el año civil judío que comenzó en el otoño del 606 y terminó en el otoño del 605 a. C. Antes de que se entendieran los antiguos sistemas de computar los años de reinado, este versículo presentaba a los comentadores un problema insuperable por la aparente contradicción con Jer. 25: 1. Como resultado de descubrimientos arqueológicos modernos todas las dificultades históricas y cronológicas sobre este punto han desaparecido, y las evidencias presentan un cuadro completamente armonioso (ver p. 775).  Una vez más ha sido vindicada la integridad del Registro Sagrado (ver p. 774).

Joacim era el segundo hijo de Josías. Cuando Josías perdió la vida en Meguido el pueblo puso como rey en su lugar a Joacaz, cuarto hijo de Josías (ver com. 1 Crón. 3: 15). Después que Joacaz había reinado durante tres meses, Necao, rey de Egipto, de vuelta de su primera campaña en el norte de Mesopotamia, lo depuso y puso a Joacim en el trono (2 Rey. 23: 29-34). El nuevo rey de Judá, cuyo nombre fue cambiado por el rey egipcio de Eliaquim, "Mi Dios levanta", a Joacim, "Jehová levanta", fue obligado a pagar fuertes tributos a Egipto (2 Rey. 23: 34-35), pero parece haber estado conforme con mantenerse leal a su señor egipcio.

Nabucodonosor. Heb. Nebukadne'tstsar, la transliteración hebrea corriente del babilonio Nabu-kuduri-utsur, significa "Que [el dios] Nabu proteja a mi hijo" o "Nabú proteja a mi piedra de límite".  También aparece algunas veces en la Biblia hebrea el nombre escrito Nebukadre'tstsar (Jer. 21: 2; Eze. 26:7; etc.). En la LXX aparece como Naboujodonosor; pero en las obras de Estrabón y como variante en un manuscrito de Josefo, se escribe Nabokodrosoros.

La presencia de Nabucodonosor en Palestina en 605 a. C., como lo indica Dan.  1: 1, está confirmada por dos relatos babilonios: (1) una narración del historiador Beroso, cuya obra perdida ha sido citada por Josefo -en lo que atañe a este acontecimiento- en Contra Apión i. 19, y (2) una parte de la Crónica Babilónica hasta ahora desconocida (su editor es D. J. Wiseman, Chronicles of Chaldean Kings, 1956), que abarca todo el reinado de Nabopolasar y los primeros once años de su hijo Nabucodonosor.

Beroso, tal como lo cita Josefo, relata que Nabucodonosor recibió la orden de su padre Nabopolasar de sofocar una rebelión en Egipto, Fenicia y Celesiria.  Habiendo completado su misión pero estando todavía en el oeste, recibió la noticia de la muerte de su padre. Dejó a los cautivos en manos de sus generales, y se apresuró a regresar a Babilonia por el camino más corto del desierto. Sin duda esa prisa se debió al deseo de impedir que un usurpador tomara el trono.  Beroso dice que Nabucodonosor dejó a cautivos judíos con sus generales cuando se apresuró a volver a Babilonia. Daniel y sus amigos deben haber estado entre esos cautivos. La afirmación de Dan. 1: 1-2 y la de Beroso eran los únicos registros antiguos conocidos que se referían a esta campaña de Nabucodonosor hasta que se descubrió en 1956 la Crónica Babilónica: un relato qué por primera vez presenta -año tras año- las fechas exactas de la ascensión al trono de Nabopolasar y de su muerte, la entronización de Nabucodonosor y la captura de un rey de Judá - indudablemente Joaquín- ocho años más tarde. También ubica la muerte de Josías en 609 y la batalla de Carquemis en 605.

Anteriormente la entronización de Nabucodonosor había sido ubicada por agosto de 605 mediante el registro de fechas que aparece en las tablillas de arcilla de documentos comerciales de Babilonia (ver t. III, PP. 88-89), puesto que el último de esos documentos del año 21 de Nabopolasar corresponde con el 8 de agosto, y el primero del nuevo reinado fue escrito en septiembre.

Sin embargo, la crónica da el día preciso.  Narra la forma en que Nabucodonosor en el año 21 de su padre- derrotó decisivamente a los egipcios en Carquemis y subyugó la tierra de Hatti (Siria-Palestina).  Después, al saber de la muerte de su padre el 8 de Ab (aproximadamente el 15 de agosto), volvió rápidamente a Babilonia y ocupó el trono el 1º de Elul (aproximadamente el 7 de septiembre). Posteriormente en el año de su entronización y otra vez en su año 1 (que comenzó en la primavera de 604), volvió al oeste y recibió tributo de los reyes vasallos.

Esto explica cómo Daniel pudo ser llevado cautivo en el 3er año de Joacim, el año anterior al 1 de Nabucodonosor (ver p. 775).

Rey de Babilonia. Cuando Nabucodonosor vino contra Jerusalén en el 3er año de Joacim, pocas semanas antes de la muerte de su padre, o a lo sumo pocos meses, no era aún rey.  Pero Daniel, al registrar estos acontecimientos, probablemente durante el 1er. año de Ciro (vers. 21), unos 70 años después de ocurridos los sucesos descritos, llama a Nabucodonosor "rey de Babilonia". Cuando Daniel llegó a Babilonia siendo un joven cautivo, Nabucodonosor ya era rey.  Desde entonces vio a Nabucodonosor reinar durante 43 años. De ahí que parezca enteramente natural que Daniel se refiera a él como "rey". Por otra parte es posible, aunque difícil, que Daniel fuera tomado durante el corto intervalo entre la muerte de Nabopolasar y el regreso de Nabucodonosor a Babilonia.

2. Parte de los utensilios. Sin duda Nabucodonosor tomó los más finos y valiosos vasos del templo para usarlos en el servicio de su dios Marduk.  Naturalmente no dejó más que lo absolutamente indispensable para que continuara llevándose a cabo el ritual diario en el templo de Jerusalén. Los caldeos se llevaron vasos sagrados a Babilonia en tres ocasiones: (1) durante la campaña registrada en este pasaje, (2) cuando Jerusalén fue tomada al final del reinado de Joaquín en el 597 a. C. (2 Rey. 24: 13), y (3) al final del reinado de Sedequías, cuando después de un largo asedio Jerusalén fue tomada y destruida en 586 a. C. (2 Rey. 25: 8-15). El saqueo de los tesoros de Jerusalén por las fuerzas babilónicas cumplía la profecía de Isaías pronunciada casi un siglo antes (Isa. 39: 6). Sobre la suerte del arca ver com. Jer. 37: 10.

Tierra de Sinar. Los primeros comentadores identificaban este término con mat Sumeri, "la tierra de Sumer", o la Babilonia meridional, pero por lo general esta interpretación ha sido descartada. En la mayor parte de las referencias del AT Sinar es sólo otro nombre de Babilonia. El origen de la palabra "Sinar" todavía no es claro (ver com. Gén. 10: 10). Sin embargo, en Gén. 14: 1, 9, Sinar parece ser el nombre de una región del norte de la Mesopotamia llamada Sanhar en los textos cuneiformes. Así como en Gén. 11: 2, Isa. 11:11 y Zac. 5: 11, la Sinar mencionada en Daniel es indiscutiblemente Babilonia.

Su dios. El dios principal de Babilonia era Marduk, que desde el tiempo de la primera dinastía, más de mil años antes, había sido llamado comúnmente Bel, "señor'.  Su templo principal, llamado Esagila, en cuyo patio estaba la gran torre templo, Etemenanki, estaba en el corazón de Babilonia (ver Nota Adicional del cap. 4; también el mapa de la p. 823).

Casa del tesoro. Los documentos cuneiformes babilónicos mencionan frecuentemente los tesoros del Esagila, el gran templo de Marduk. No se sabe cuál de los muchos edificios secundarios que pertenecían al conjunto del templo pudo haber albergado esos tesoros. Sin embargo, se ha excavado una casa del tesoro de orden secular dentro del recinto del palacio. Los excavadores han llamado a este edificio Museo del Palacio porque encontraron allí coleccionadas muchas esculturas e inscripciones de las ciudades conquistadas. Como en un museo moderno, se exhibían también objetos de distintas partes del imperio.  Aunque el edificio estaba abierto al público, se prohibía la entrada a "personas malvadas", según una inscripción de la época. No sería imposible que muchos tesoros de Jerusalén, especialmente los que provenían de la tesorería real, fueran expuestos en este museo del palacio y fueran vistos por muchos visitantes.

3. Aspenaz. Un nombre que aparece en los textos cuneiformes de Nipur del siglo V a. C. en la forma un poco diferente de Ashpazanda, pero que aparece en los textos arameos de sortilegios, también de Nipur, en la forma de Aspenaz.  Aunque su significado todavía es oscuro, se ha pensado que el nombre podría ser de origen persa, procedencia probable de este funcionario. Muchos extranjeros llegaban a elevados cargos y recibían honores al servicio de los caldeos.

Jefe de sus eunucos. El título hebreo rabsaris, "eunuco principal", aparece también en un texto arameo del año 682 a. C. En las inscripciones babilónicas encontramos como su equivalente el título rab sha reshi, literalmente, "el jefe del que está sobre la cabeza [del rey]". El título se aplicaba al hombre de confianza del rey.

Se ha discutido frecuentemente si el término saris sólo se usaba para designar a los funcionarios que eran eunucos en el sentido literal y físico de la palabra, es decir, que habían sido castrados, o si saris se usaba de una manera general para designar cualquier tipo de funcionario real. No puede darse una respuesta categórica a esta pregunta. Sin embargo, representaciones gráficas asirias de la vida cotidiana de la corte indican claramente, mostrando una distinción de rasgos faciales como la ausencia o presencia de barba, que el rey estaba rodeado tanto de funcionarios que eran literalmente eunucos como de los que no lo eran. Aún más, dichas representaciones indican que los eunucos literales parecen haber sido mayoría. Algunos de los más grandes hombres de la historia asiria pertenecieron a esta categoría, como por ejemplo, Dai>n-Ashshur, el gran visir de Salmanasar III, junto con muchos comandantes militares y otros funcionarios encumbrados. Isaías profetizó que algunos de los descendientes de Ezequías serían eunucos en el palacio del rey de Babilonia (Isa. 39:7). Algunos comentadores han sostenido que Daniel y sus tres compañeros estaban incluidos en esta profecía.

Israel. Después de la destrucción de Samaria en el 723/722 a. C., cuando las diez tribus del norte dejaron de existir como nación separada, el reino de Judá quedó como único representante de los descendientes de Jacob o Israel. De ahí que el nombre Israel se usara frecuentemente durante el destierro y en el período postexílico para designar a los representantes del reino del sur (ver Eze. 14: 1; 17: 2; etc.; Esd. 3: 1,11; etc.).

Linaje real. Cuando Nabucodonosor conquistó Jerusalén en el año 605 a. C., tomó rehenes de la casa real de Judá como también de las principales familias de aquella desdichada nación. Los conquistadores de la antigüedad tenían la costumbre de llevarse nobles como rehenes para asegurarse la lealtad de los enemigos vencidos. Tal práctica se registra en los anales de Tutmosis III de Egipto, quien, después de derrotar a una coalición de gobernantes sirios y palestinos en la batalla de Meguido en el siglo XV a. C., permitió a los reyes derrotados que siguiesen ocupando el trono, pero llevó a Egipto a un príncipe de cada uno de sus enemigos vencidos.  En Egipto fueron educados a la manera egipcia y cuando uno de los reyes satélites de Palestina o Siria moría, uno de los hijos del difunto, educado en Egipto y simpatizante del Faraón, era puesto en el trono vacante.

Príncipes. Heb. partemim, una palabra tomada del antiguo persa, fratama, "nobles", que básicamente significa 'principales". Fuera de este pasaje, la palabra partemim se usa sólo en Ester (cap. 1: 3; 6: 9). La presencia en el libro de Daniel de ésta y otras palabras tomadas del persa puede explicarse fácilmente si suponemos con razón que el primer capítulo de Daniel fue escrito durante el 1er año de Ciro, cuando la influencia persa ya era fuerte (ver Dan. 1: 21).

4. Muchachos. Heb. yéled, es un término cuyas acepciones indican distintas edades. Aquí designa a "jóvenes", "hombres jóvenes". Los jóvenes consejeros que habían sido criados con el rey Roboam son llamados yéled (1 Rey. 12: 8). La palabra se traduce: "jóvenes" (RVR); el mismo término se aplica a Benjamín cuando tenía alrededor de 30 años, poco antes de ir a Egipto, cuando ya era padre de 10 hijos (Gén. 44: 20; cf. cap. 46: 21). No es entonces extraño que una palabra que puede significar "muchachos" se aplique a jóvenes, de los cuales uno de ellos, Daniel, tenía ya 18 años (4T 570). En relación con esto, cabe mencionar que en época posterior el historiador Jenofonte dice que ningún joven podía ingresar en el servicio de los reyes persas antes de cumplir los 17 años (Ciropedia i. 2).

No hubiese tacha alguna. La salud física y una apariencia hermosa eran consideradas cualidades indispensables para un magistrado de alta alcurnia entre los antiguos, y aún hoy estas características son muy bien cotizadas en el Cercano Oriente.

Caldeos. Este término (acadio, kaldu) designa a los miembros de una tribu aramea que primero se establecieron en la Baja Mesopotamia y que tomaron el gobierno de Babilonia cuando Nabopolasar fundó la dinastía neobabilónica. La palabra puede aplicarse también a una clase de eruditos de la corte babilónico que eran los principales astrónomos de su tiempo. Estos sabios eran igualmente expertos en otras ciencias exactas, como matemáticas, aunque incluían en sus actividades magia y astrología. Los comentadores no han estado de acuerdo en sus interpretaciones de la frase "las letras y la lengua de los caldeos". El punto de vista más antiguo, encontrado entre los padres de la iglesia, interpreta esta frase como un estudio del idioma y la literatura de los arameos, mientras que muchos de los comentadores modernos piensan que significa la combinación del conocimiento científico y lingüístico de los caldeos. Todos los escritos científicos conocidos de esa época fueron inscritos en tablillas de arcilla en escritura cuneiforme, en el idioma babilonio. Por lo tanto, debe deducirse que "las letras y la lengua de los caldeos" incluían una educación a fondo en el idioma clásico y la escritura del país -vale decir del idioma babilonio y escritura cuneiforme- además del arameo familiar y común. Ya que no era fácil llegar a ser experto en el uso de la escritura cuneiforme con sus centenares de caracteres, una buena base cultural, una habilidad natural para aprender fácilmente y el don de captar rápidamente un nuevo idioma eran considerados prerrequisitos deseables para ser aceptado en la escuela real de los futuros cortesanos (ver PR 351-352).

5. Les señaló. Por el hecho de ser alumnos de la escuela real de cortesanos, los jóvenes recibían raciones de la casa real. Esta costumbre también se seguía en el último período persa, del cual tenemos mayor número de registros de la época que del período neobabilónico.

Ración... de la comida. Heb. pathbag, una palabra tomada del antiguo persa patibaga, "porción" o "manjares". Sobre el uso de tales palabras de otros idiomas ver com. vers. 3. Pathbag se usa 6 veces en Daniel (cap. 1: 5, 8, 13, 15-16; 11: 26).

Tres años. Esto es, contando el primer año y el último (o cómputo inclusivo; ver t. 11, PP. 139-140), desde el año en que Nabucodonosor ascendió al trono, cuando Daniel fue tomado cautivo (ver com. vers. 1), hasta el 2º año de su reinado (ver com. vers. 18).

6. Entre éstos. Esta expresión muestra que otros jóvenes habían sido elegidos para recibir instrucción además de los cuatro que se mencionan por nombre.  Sin duda se nombra a estos cuatro por su singular actuación. Su firme lealtad a Dios les ganó grandes recompensas en forma de honor mundanal y bendiciones espirituales (cap. 2:49; 3:30; 6:2; 10:11).

Daniel. Significa "Dios es mi juez". En el AT el nombre aparece primeramente como el de uno de los hijos de David (1 Crón. 3: 1), y después como nombre de un sacerdote del siglo V (Esd. 8: 2; Neh. 10: 6). Sin embargo, el nombre ya se conocía en Ugarit (Ras Samra) a mediados del segundo milenio a. C. como nombre de un legendario rey justo, a quien algunos eruditos han identificado erróneamente con el Daniel que menciona Ezequiel (Eze. 14: 14; 28: 3). Es evidente que el nombre Daniel era muy común entre los pueblos semitas porque se lo encuentra entre los babilonios, los sabeos del sur de Arabia, así como entre los nabateos -los sucesores de los idumeos- y entre los palmireños del norte de Arabia.

Ananías. Significa "Yahweh es misericordioso".  Ananías era un nombre común entre los hebreos que corresponde por lo menos con 14 individuos diferentes mencionados en el AT. El nombre también se encuentra en la transliteración acadia, Hananiyama, como nombre de un judío que vivía en Nipur en el siglo V. En otro documento cuneiforme de Nipur, el nombre está grabado en arcilla en escritura aramea.  También se lo encuentra en inscripciones judías posteriores y en los papiros arameos de Elefantina.

Misael. Probablemente signifique "¿Quién pertenece a Dios?" El nombre corresponde con varios personajes bíblicos tanto antes como después del destierro (Exo. 6: 22; Neh. 8: 4).

Azarías. Significa: "Yahweh ayuda". El nombre aparece frecuentemente en la Biblia. Fuera de la Biblia se lo encuentra inscrito en asas de jarros hallados en excavaciones de Palestina y también está en documentos cuneiformes con la forma Azriau.

7. Puso nombres. Los nuevos nombres dados a los jóvenes hebreos significaban su adopción en la corte babilónico, costumbre que tiene ejemplos similares en la historia bíblica. José recibió un nombre egipcio al ingresar en la vida cortesana egipcia (Gén. 41: 45), y el nombre de Hadasa fue cambiado por Ester (Est. 2: 7), probablemente cuando llegó a ser reina. Los documentos antiguos también atestiguan que existía esta costumbre entre los babilonios. El rey asirio Tiglat-Pileser III tomó el nombre de Pulu (Pul en la Biblia) cuando llegó a ser rey de Babilonia (ver com. 1 Crón. 5: 26; t. II, PP. 159-161), y parece que Salmanasar V usó el nombre Ululai al desempeñar el mismo cargo.

Beltsasar. La transliteración hebrea y aramea representan la pronunciación masorética posterior de un nombre babilonio. Aunque los eruditos han sugerido varias identificaciones con formas babilónicas, ninguna es completamente satisfactoria. En vista del comentario de Nabucodonosor hecho muchos años más tarde, de que el nombre babilonio de Daniel significaba "como el nombre de mi dios" (cap. 4: 8), parece evidente que la primera sílaba, "Bel", se refiere a Bel, el nombre popular del dios principal de Babilonia, Marduk.  Por esta razón debe rechazarse la identificación del nuevo nombre de Daniel con Balat-sharri-usur, "proteja la vida del rey" o Balatsu-usur, "proteja su vida", aunque ambas interpretaciones han hallado fuerte apoyo entre los asiriólogos quienes dicen que esos son los equivalentes más cercanos a la forma hebrea. La sugestión de R. D. Wilson de identificar a Beltsasar con Bel-lit-shar-usur, "Bel proteja al rehén del rey", difícilmente puede ser acertada, siendo sumamente improbable que los babilonios hubiesen puesto un nombre tal a un cautivo, si juzgamos de acuerdo con los miles de nombres babilonios encontrados en los documentos cuneiformes. La mejor identificación parece ser aún aquella dada por Delitzsch que toma este nombre como abreviatura de BLl-bal>tsu-usur, "Bel proteja su vida [la del rey]".

Sadrac. Este nombre no puede explicarse en babilonio. Algunos eruditos han pensado que el nombre es una alteración de Marduk, mientras otros han tratado de explicarlo con la ayuda de palabras sumerias. Jensen ha sugerido que es el nombre del dios elamita Shutruk, pero es difícil explicar por qué los babilonios habrían usado un nombre elamita.

Mesac. No se ha encontrado aún una explicación satisfactoria acerca de este nombre.  Como ya se ha dicho de Sadrac, Mesac no es nombre babilónico.

Abed-nego. Generalmente se acepta que este nombre corresponde a Abed-nebo, "siervo de [el dios] Nabu", nombre que se encuentra en un papiro arameo hallado en Egipto.

8. No contaminarse. Había varias razones por las cuales un judío piadoso evitaría comer de la comida real: (1) los babilonios, como otras naciones paganas, comían carnes inmundas (ver CRA 33-34); (2) los animales no habían sido muertos de acuerdo con la ley levítica (Lev. 17: 14-15); (3) una porción de los animales destinados al alimento era ofrecida primeramente como sacrificio a los dioses paganos (ver Hech. 15: 29); (4) el consumo de alimentos y bebidas sibaríticos y malsanos estaba en contra de los principios de estricta temperancia: (5) por todas estas razones Daniel y sus compañeros prefirieron abstenerse de comer carnes (ver Material Suplementario de EGW com. Dan. 1: 8). Los jóvenes hebreos decidieron no hacer nada que perjudicara su desarrollo físico, mental y espiritual.

9. En gracia. Compárese con el caso de José (Gén. 39: 4, 21), de Esdras (Esd. 7: 28), y de Nehemías (Neh. 2:8).  Indudablemente la cortesía, la gentileza y la fidelidad demostradas por estos hombres les conquistaron la gracia de sus superiores (ver PP 216; CRA 35). Al mismo tiempo ellos atribuyeron su éxito a la bendición de Dios.  Dios obra con los que cooperan con él. Ver p. 778.

10. Condenaréis... mi cabeza. Esta declaración dice literalmente: "Hacéis culpable mi cabeza para el rey". Esta expresión podría implicar la pena capital, pero sencillamente podría significar que el jefe de los eunucos sería responsable si los que habían sido puestos bajo su cuidado decaían físicamente.

11. Melsar. Heb. meltsar, que según registros cuneiformes babilónicos era una palabra derivada del acadio, matstsaru, que significa "guardián" o "custodio". La presencia del artículo definido en hebreo también indica que no se trata de un nombre propio. De ahí que no sepamos el nombre del funcionario subalterno que actuaba como tutor inmediato de los aprendices hebreos. Aunque Aspenaz se había mostrado amigable y comprensivo ante el pedido de Daniel, vaciló antes de ayudar al joven cautivo. De ahí que Daniel fuera al funcionario que era su tutor inmediato y le presentó un pedido específico.

12. Diez días. Este parece ser un período demasiado corto para que se notara un cambio apreciable de apariencia y vigor físico. Sin embargo, gracias a sus hábitos de estricta temperancia, Daniel y sus compañeros ya disfrutaban de organismos sanos (ver PR 353), que respondieron a los beneficios de un régimen apropiado. Sin duda, su restablecimiento de los rigores de la larga marcha desde Judea fue más marcado que el de otros cautivos que no cultivaban hábitos de sobriedad. En el caso de Daniel y de sus tres compañeros, el poder divino se unió con el esfuerzo humano y el resultado fue verdaderamente notable (cf.  PP 215). La bendición de Dios acompañó la noble resolución de los jóvenes de no contaminarse con los manjares del rey.  Sabían que la complacencia en alimentos y bebidas estimulantes no les permitiría alcanzar el mejor desarrollo físico y mental. Melsar estaba seguro de que "un régimen abstemio haría que estos jóvenes tuvieran una apariencia demacrada y enfermiza... en tanto que la lujosa comida proveniente de la mesa del rey los haría rubicundos y hermosos, y les impartiría una actividad física superior" (CRA 35), y se sorprendió al ver que los resultados eran completamente opuestos a su suposición.

Dios honró a esos jóvenes debido a su invariable propósito de hacer lo recto. La aprobación de Dios les era de más valor que el favor del más poderoso potentado de la tierra, aun de más valor que la vida misma (ver CRA 35). Esta firme resolución no había nacido bajo la presión de las circunstancias inmediatas. Desde la niñez estos jóvenes habían sido educados en estrictos hábitos de temperancia. Conocían en cuanto a los efectos degenerativos de un régimen alimentarlo intoxicante, y hacía mucho que habían determinado no debilitar sus facultades mentales y físicas por la complacencia del apetito. El fin del período de prueba los encontró con mejor apariencia, actividad física y vigor mental.

Daniel no rechazó las viandas del rey para aparecer como raro. Muchos podrían razonar que en tales circunstancias había una excusa plausible para apartarse del estricto apego a los principios y que en consecuencia Daniel era de mente estrecha, fanático y demasiado puntilloso. Daniel procuraba vivir en paz con todos y cooperar al máximo con sus superiores, mientras tal cooperación no le exigiera sacrificar sus principios.  Estaba dispuesto a sacrificar honores mundanos, riqueza y posición, sí, aun la vida misma en todo donde entrase en juego la lealtad a Jehová.

Legumbres. Heb. zero'im, de la raíz zera', "semilla"; alimentos vegetales, de plantas que producen semillas. De acuerdo con la tradición judía, las bayas y los dátiles estaban también comprendidos en este término. Ya que los dátiles son parte del régimen básico en Mesopotamia, es probable que se los hubiera incluido aquí.  Ver com. vers. 8.

17. Estos cuatro muchachos. Ver com. vers. 4.

Conocimiento e inteligencia. La instrucción que Daniel y sus tres amigos recibieron fue también para ellos una prueba de fe. La sabiduría de los caldeos estaba unida a la idolatría y prácticas paganas, y mezclaba brujería con ciencia y sabiduría con superstición. Los estudiantes hebreos se mantuvieron alejados de estas cosas. No se nos dice cómo evitaron los conflictos, pero a pesar de las influencias corruptoras se mantuvieron fieles a la fe de sus padres, como podemos claramente apreciar por pruebas posteriores de su lealtad. Los cuatro jóvenes aprendieron la pericia y las ciencias de los caldeos sin adoptar los elementos paganos mezclados en ellas.

Entre las razones por las cuales estos hebreos preservaron su fe sin tacha pueden notarse las siguientes: (1) Su firme resolución de permanecer fieles a Dios. Tenían más que un deseo o una esperanza de ser buenos. Tenían la voluntad de hacer lo recto y apartarse del mal.  La victoria es posible sólo por el correcto ejercicio de la voluntad (ver CC 4748). (2) Su dependencia del poder de Dios. Aunque valoraban las aptitudes humanas y reconocían la necesidad del esfuerzo humano, sabían que estas cosas por sí mismas no les garantizarían el éxito. Reconocían que además de esto debe haber una humilde dependencia y completa confianza en el poder de Dios (ver CRA 182). (3) Se negaron a dañar su naturaleza espiritual y moral mediante la complacencia del apetito. Se daban cuenta de que el dejar de lado los principios una sola vez habría debilitado su sentido del bien y del mal, lo que a su vez probablemente los habría llevado a otros malos actos y finalmente a la apostasía completa (ver CRA 183). (4) Su consecuente vida de oración. Daniel y sus jóvenes compañeros se daban cuenta de que la oración era una necesidad, en especial por la atmósfera de mal que continuamente los rodeaba (ver SL 20).

Toda visión y sueños. Mientras que los tres amigos de Daniel, al igual que él, estaban dotados de cualidades mentales excepcionales y le igualaban en lealtad a su Dios, él fue escogido como mensajero especial del cielo. Algunos eruditos modernos que niegan que exista un genuino don de profecía han sugerido que este versículo indica que Daniel tenía dotes especiales para aprender la manera caldea de interpretar sueños y visiones, y que en los concursos escolares en esta materia, sobrepasaba a sus condiscípulos. Daniel no perteneció a esa clase de intérpretes de sueños. Su don profético no era producto de una educación exitosa en la escuela real de adivinos, hechiceros y magos. Fue llamado por Dios para hacer una obra especial y se convirtió en el receptáculo de algunas de las profecías más importantes de todos los tiempos (cap. 7-12).

18. Pasados. . . los días. Algunos expositores han pensado que cuando el rey, en su 2º año, exigió de sus sabios que interpretaran su sueño (cap. 2:1), Daniel no fue llamado a la reunión porque no había aún completado su educación, y que él y sus amigos fueron condenados a compartir la suerte de los magos porque pertenecían a la profesión aunque no eran aún miembros plenos de ella. No podemos considerar como correcta esta hipótesis. Los jóvenes aprendices debían ser educados durante tres años para que "se presentasen delante del rey" (cap. 1: 5); y eran "pasados... los días" especificados cuando se los trajo delante del rey para ser examinados. Fue entonces cuando "estuvieron delante del rey" (ver com. vers. 19). Esta declaración indica que el período de tres años había concluido antes de que el rey los examinara y hallara que Daniel y sus tres amigos eran mejores que todos los otros candidatos.  Esto difícilmente podría haber ocurrido después de que uno de ellos, es decir Daniel, hubiera ya recibido grandes honores y hubiera sido nombrado como gobernador de la provincia y supervisor de todos los magos, y después de que los otros tres hubieran recibido cargos encumbrados (cap. 2: 46-49). La secuencia lógica de acontecimientos, al igual que el orden del relato, requieren que el curso de tres años que siguió Daniel hubiera ya terminado antes del famoso sueño de Nabucodonosor, en su 2º año de reinado.

Todo esto lleva a la conclusión de que estos tres años no fueron un período de 36 meses, sino que deben contarse en forma inclusivo. Representan (1) el año cuando Nabucodonosor ascendió al trono (ver com. vers. 2) y en el cual los cautivos hebreos llegaron a Babilonia e iniciaron su educación; (2) el 1er año de Nabucodonosor, que era el año calendario que empezó el primer día de año nuevo, después de su ascensión al trono; y (3) el 2º año de Nabucodonosor durante el cual Daniel terminó sus estudios y estuvo "delante del rey", y en el que también interpretó el sueño (ver cap. 2: 1; también PR 361).

Aplicando el antiguo método de cómputo inclusivo (por numerosos casos sabemos que ésta era la forma común de contar el tiempo; ver t. II, PP. 139-140), no hay necesidad de asegurar, como lo han hecho algunos comentadores que el cap. 1 contradice cronológicamente al cap. 2, ni de buscar explicaciones complicadas o forzadas como las que se encuentran en muchos comentarios.  Por ejemplo, Jerónimo dijo que el 2º año del cap. 2: 1 se refiere al 2º año después de la conquista de Egipto; y el erudito judío, lbn Ezra, pensaba que el sueño acaeció en el 2º año después de la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor.  Posteriormente algunos conjeturaron que Nabucodonosor reinó con su padre durante dos años (ver el t. III, PP. 93-94).

19. Habló con ellos. Cuando el eunuco principal presentó a sus graduandos ante el rey al final de su período de preparación, un examen hecho personalmente por Nabucodonosor demostró que los cuatro jóvenes hebreos eran superiores a todos los otros. "En fuerza y belleza física, en vigor mental y realizaciones literarias, no tenían rival" (PR 356). No se indica la forma del examen. Por una descripción posterior de las habilidades de Daniel, dada por la madre de Belsasar -que probablemente era hija de Nabucodonosor- sabemos que ella conocía a Daniel como un hombre que era capaz de "descifrar enigmas y de resolver dificultades" (cap. 5: 12, BJ). Las preguntas que se les hicieron pueden haber incluido la explicación de un enigma, cosa que ha sido siempre una diversión favorita en las cortes de los países del Cercano Oriente. Además, el examen puede haber incluido resolver problemas matemáticos y astronómicos, en lo cual los babilonios eran maestros, como lo revelan sus documentos, o una demostración de habilidad para leer y escribir la difícil escritura cuneiforme.

La sabiduría superior de Daniel y de sus compañeros no fue el resultado del azar o del destino, ni aun de un milagro, como generalmente se entiende esa palabra.  Los jóvenes se aplicaron diligente y concienzudamente a sus estudios, y Dios bendijo sus esfuerzos. El verdadero éxito en cualquier empresa está asegurado cuando se combinan el esfuerzo divino y el humano. El esfuerzo humano solo de nada vale; de la misma manera el poder divino no hace innecesaria la cooperación humana (ver PR 356-358; cf.  PP 215).

Entre todos ellos. Esto puede referirse a otros jóvenes israelitas (vers. 3) traídos a Babilonia juntamente con Daniel y sus amigos, pero sin duda también se refiere a jóvenes nobles tomados de otros países, que habían recibido la misma educación que los hebreos.

Estuvieron delante del rey. Compárese el vers. 5 con el cap. 2:2. Es decir, entraron al servicio real. Nótese el uso similar de las palabras "estar delante" en Gén. 41:46; 1 Sam. 16: 21-22; 2 Crón. 9: 7; 10: 6, 8 (cf. Núm. 16: 9; 27: 21; Deut. 10: 8; 2 Crón. 29: 11).

20. Sabiduría e inteligencia. Literalmente:"sabiduría de inteligencia". RVR, junto con la mayor parte de las traducciones, sigue a las versiones antiguas que tienen una conjunción entre las palabras "sabiduría" e "inteligencia". Ciertos comentadores han explicado que la construcción hebrea resulta del deseo de parte del autor de expresar la forma más excelsa de inteligencia o ciencia, o de presentar ante sus lectores la idea de que se quería significar una sabiduría regulada o determinada por el entendimiento; es decir que no se trataba de una sabiduría mágica o ciencia sobrenatural. Esto sugeriría que Daniel y sus amigos sobrepasaban a los hombres de su profesión en asuntos de ciencias exactas, como astronomía y matemáticas, y en estudios lingüísticos. Habían aprendido perfectamente la escritura cuneiforme, los idiomas babilonio y arameo y la escritura cuadrada aramea.

Magos. Heb. jartom, palabra que sólo aparece en el Pentateuco (Gén. 41: 8, 24; Exo. 7:11, 22; 8:7, 18) y en Daniel (aquí y en el cap. 2: 2).  Ha sido tomada de la palabra egipcia jeri-dem, en la cual jeri significa "jefe" u "hombre destacado" y dem "mencionar un nombre en magia". Por lo tanto, un jeri-dem es un "jefe de magia" o "mago principal". De acuerdo con nuestro conocimiento actual, esta palabra no se usaba en Babilonia y no se la encuentra en ninguna parte en los documentos cuneiformes.  Evidentemente Daniel había aprendido este término mediante la lectura del Pentateuco, y no necesariamente estaba enterado de los términos técnicos egipcios. Daniel conocía bien los escritos de Moisés y era un ávido estudiante de los escritos sagrados de su pueblo (ver cap. 9: 2). El uso de esta palabra hebrea tomada del egipcio es una ilustración de cómo su estilo y selección de palabras habían recibido la influencia del vocabulario de la porción de la Biblia que existía entonces.

Astrólogos. Heb. 'ashshaf, vocablo tomado de la palabra acadia ashipu, "exorcista".

La adivinación, la magia, el exorcismo y la astrología eran comunes entre los pueblos antiguos, pero en algunos países como Babilonia eran practicados por hombres de ciencia. Se pronosticaban los acontecimientos futuros buscando indicios en las entrañas de animales sacrificados o en el vuelo de los pájaros. La adivinación se practicaba especialmente mediante la inspección del hígado de los animales sacrificados (hepatoscopía) y su comparación con hígados "modelos" de arcilla, cubiertos de inscripciones. Estos modelos, como los modernos manuales de quiromancia, contenían explicaciones detalladas de todas las diferencias de forma e instrucciones para la interpretación.  Numerosos modelos de hígados hechos de arcilla han sido desenterrados en varios sitios de Mesopotamia. Los antiguos adivinos tenían muchos métodos. Algunas veces buscaban consejo vertiendo aceite sobre agua e interpretando la forma en que el aceite se desparramaba (lecanomancia), o sacudiendo flechas dentro de la aljaba y viendo luego la dirección en que caía la primera (belomancia). Ver Eze. 21: 21.

El adivino también interpretaba sueños, inventaba fórmulas de sortilegio por las cuales pretendía poder alejar a los malos espíritus o a las enfermedades, y pedía consejo a los supuestos espíritus de los muertos (necromancia). Cada potentado tenía muchos adivinos y magos a su servicio. Estaban a su disposición en toda oportunidad y seguían a su rey en las campañas militares, expediciones de caza y visitas de Estado. Se buscaba su consejo antes de hacer decisiones tales como la ruta que debía seguirse, o la fecha del ataque contra el enemigo. La vida del rey era en gran medida regida y regulada por estos hombres.

Es un error suponer que los sabios de Babilonia eran sólo adivinos y magos. Aunque practicaban con destreza estas artes, eran también eruditos en el verdadero sentido de la palabra. Así como en la Edad Media la alquimia era practicada por hombres muy instruidos y la astrología era frecuentemente practicada por astrónomos que tenían capacidad científica, también los exorcistas y adivinos de los tiempos antiguos se ocupaban de estudios estrictamente científicos. Su conocimiento astronómico había alcanzado un grado sorprendente de desarrollo, aunque la astronomía babilónico llegó a su culminación después de la conquista persa. Los astrónomos podían predecir tanto eclipses lunares como solares por medio de cómputos.  Su capacidad matemática estaba muy desarrollada. Usaban fórmulas cuyo descubrimiento por lo general se atribuye erróneamente a los matemáticos griegos. Además eran buenos arquitectos, constructores y médicos aceptables que habían encontrado por medios empíricos la manera de curar muchas enfermedades.  Debe haber sido en estos aspectos de la sabiduría donde Daniel y sus tres amigos sobrepasaron a los magos, astrólogos y sabios de Babilonia.

21. Hasta el año primero. Algunos comentadores han sostenido que hay una aparente contradicción entre este versículo y la declaración del cap. 10:1, donde dice que Daniel recibió una visión en el 3er año de Ciro. Pero el texto no implica necesariamente que la vida de Daniel no se extendió más allá del 1er. año de Ciro. Daniel puede haberse referido a esa fecha a causa de algún acontecimiento especial ocurrido durante ese año. Algunos han sugerido que ese acontecimiento fue el decreto del 1er año del rey Ciro que marcó el fin del exilio babilónico (2 Crón. 36: 22-23; Esd. 1: 1-4; 6: 3). Ese decreto significó el cumplimiento de una importante profecía que Daniel había estudiado cuidadosamente, es decir la profecía de Jeremías que anunciaba que el destierro duraría 70 años (Jer. 29: 10; Dan. 9: 2).  Daniel vivió durante el destierro desde el primer cautiverio en 605 a. C. hasta el tiempo cuando el decreto fue promulgado por Ciro, probablemente en el verano [del hemisferio norte] de 537 a. C. (ver t. III, PP. 99-100). Daniel pudo haber deseado informar a sus lectores que aunque había sido deportado en el primer cautiverio, estaba aún vivo cuando el destierro terminó unos 70 años más tarde. Además parecería lógica la conclusión de que el cap. 1, y quizá algunos de los otros capítulos no fueron escritos hasta el 1er año de Ciro. Una fecha tal explicaría el uso de palabras tomadas del persa. Daniel nuevamente ocupó un cargo oficial durante el gobierno persa, poco después de la caída de Babilonia (Dan. 6: 1-2), y su relación con los magistrados de ese país sin duda le permitió añadir a su vocabulario algunas de las palabras persas que usó en la composición de su libro. (4CBA) 

Ministerio Hno. Pio

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