Daniel 9. En su primera parte, se registran una de las más notables
oraciones del AT. Es una oración en favor del pueblo de Dios, ofrecida por un
sincero suplicante. Daniel ora pidiendo la restauración y confiesa los
pecados de su pueblo: Vers. (1-2) Daniel, considerando el tiempo de la Cautividad, (3-15)
confiesa los pecados, (16-19) y ora por la restauración de Jerusalén.
*En
la segunda parte, Gabriel interpreta la parte restante de la visión anterior y le instruye acerca de las setenta semanas (20-27).
En el comentario del versículo 21. En esta sección. Se amplía la relación
entre los capítulos 8 y 9.
1 EN El año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos, 2 en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años.
3 Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. 4 Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; 5 hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. 6 No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.
7 Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti. 8 Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos.
9 De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado, 10 y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. 11 Todo Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición y el Juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos. 12 Y él ha cumplido la palabra que habló contra nosotros y contra nuestros Jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén.
13 Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad. 14 Por tanto, Jehová veló sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz. 15 Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho impíamente.
16 Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro. 17 Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. 18 Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. 19 Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.
20 Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios; 21 aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde. 22 Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento. 23 Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.
24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. 25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. 26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.
27 Y por otra semana confirmará el pacto
con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.
Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que
venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
(Daniel 9)
1. El año primero de Darío. Respecto a la identidad y la fecha de Darío de
Media, ver la Nota Adicional del cap. 6. Rara vez el primer ministro de un país
vencido es designado por el vencedor como un alto funcionario, pero tal
fue el caso de Daniel. Debido a su integridad y a sus habilidades, los persas
no lo mataron sino que lo ubicaron en un cargo elevado.
2. Miré atentamente en los libros. Aunque estaba ocupado con los asuntos del Estado, el
profeta no dejó de estudiar la Palabra de Dios. Evidentemente Daniel estaba
perplejo sobre cómo relacionar lo que le había sido revelado en la visión del
cap. 8 con los acontecimientos del futuro inmediato: el retorno de los judíos
al final de los 70 años (Jer. 29: 10).
Ver com. Dan. 9: 21.
Setenta años. Respecto a la ubicación de estos años, ver el t.
III, pp. 99-100. Ese período casi había terminado. No es de extrañarse que la
atención de Daniel se hubiera fijado en esa profecía concerniente al tiempo. Estaba
ansioso de que el Señor no demorara la liberación de su pueblo cautivo.
“Con
el primer año de Ciro comienza un nuevo imperio.- Ya se ha explicado que los
documentos babilónicos ubican la caída de Babilonia en la última parte del año
539, y el comienzo de 1er año de Ciro en la primavera de 538. Se ve, pues, la importancia del año 538 como
primer año del nuevo imperio que, regido por persas, sucedió al
babilónico. Ciro había gobernado como
rey durante varios años antes de conquistar a Babilonia. Primero había sido rey de Ansán, luego, de
Persia; posteriormente se había anexado a Media (que comprendía gran parte del
territorio del antiguo imperio asirio), y a Lidia en el Asia Menor (ver la
Crónica de Nabonido; el Cilindro de Ciro; Herodoto i. 46, 73, 75, 87, 88,
127-130; Estrabón xv. 3. 8; Ctesias, citado en Diodoro de Sicilia ii. 34. 6, 7;
Jenofonte relata otra historia en la Ciropedia i. l. 4; i. 5. 2-5; vii. 5. 37,
58, 70; viii. 1. 5- 11; viii. 5. 17-19).
Pero cuando Ciro conquistó la ciudad de Babilonia, aumentó en forma
notable su prestigio al convertirse en amo de la metrópoli de la antigua
civilización semítica, y por esto se consideró como primer año de su reinado el
primer año de su dominio sobre Babilonia.
En su proclama a sus súbditos babilónicos, orgullosamente se denominó
"Ciro, rey del universo, gran rey, poderoso rey, rey de Babilonia, rey de
Sumer y Acad, rey de los distritos del mundo". Así conquistó Ciro el mundo semítico,
faltándole sólo Egipto (que más tarde fue conquistado por su hijo), para
completar el gran Imperio Persa, que abarcó el mundo mediterráneo oriental y se
extendió hasta la India.
El
Imperio Neobabilónico que floreció brevemente en las glorias de la ciudad de
oro de Nabucodonosor, fue el primero de la serie de las cuatro potencias
mundiales presentadas por Daniel.
También fue la última fase del antiguo dominio semítico. Ahora el segundo de la serie profética, el
nuevo Imperio Persa de Ciro señaló la transmisión del poder a los pueblos
indoeuropeos que más tarde, mediante los griegos y los romanos, desarrollarían
la civilización que otorgó a Europa su posición dominante durante mucho tiempo.
Pimer
año de Ciro en relación con los judíos.-Según las declaraciones bíblicas , ciro expidió el primer año de su
reinado el decreto que permitía a los judíos regresar a Judea (2Crón. 36: 22; Esd. 1: 1; 5:
13). Puesto que la caída de Babilonia
acaeció en Tisri (7.º mes) de 539 (ver pág. 97), el 1er año de Ciro, según lo
computan las tablillas babilónicas, comenzó en la primavera de 538. Pero los judíos computaban el tiempo de otra
manera, pues su año civil comenzaba en el otoño (ver t. II, págs. 111-113,
119). Babilonia cayó después del día de
año nuevo judío; por lo tanto, el primer año judío del nuevo régimen no pudo
haber comenzado antes del siguiente año nuevo judío, el 1.º de Tisri, en el
otoño de 538. Según el cómputo judío, el
decreto pudo haberse promulgado hacia fines de 537, siempre en el año primero
de Ciro. Este decreto tuvo
necesariamente que ser expedido antes que pudiera comenzar la migración. Si fue dado en el año 537, y el viaje de los
exiliados se inició en la primavera del año 536, se cumplieron los 70 años de
Jeremías. Una repatriación efectuada en
el año judío, de otoño a otoño, 537/36, según cómputo inclusivo, estaría
ubicada 70 años después del comienzo del exilio, que fue a fines del verano de
605 (en el año judío 606/05).
La
información existente permite establecer que los 70 años se extienden más o
menos desde el comienzo del reinado de Nabucodonosor hasta algún momento
próximo al principio del reinado de Ciro, pero resulta difícil fijar fechas
exactas. Se han presentado varias
explicaciones referentes al final del período, pero las diferencias 100
dependen mayormente de la interpretación de los datos acerca de Ciro y Darío el
Medo.* * * Las fechas del cautiverio no son fundamentales
como lo son las fechas implicadas en las profecías de tiempo de Daniel; por lo
tanto, no tienen que ver con doctrinas.
Por otra parte, una profecía detallada y a largo plazo, como la de las
70 semanas, tiene una base enteramente diferente (en cuanto a su punto de
partida, ver la sec. VIII).
Es
de esperar que así como la arqueología ha aclarado, por ejemplo, el enigmático
problema de Belsasar, algún día también proyecte más luz sobre Darío el Medo,
el reinado de Ciro y el fin de los 70 años de Jeremías.
En
la sec. VI se explican otros dos períodos de 70 años.
VI. El Período de la Reconstrucción
del Templo.
El comienzo de la construcción.- De acuerdo con el decreto de Ciro,
Zorobabel, un príncipe Judá, presidió a 42.360 exiliados que volvieron a su
tierra natal 101 (ver Esd. 1,2). Después, los que fueron con Zorobabel se
reunieron en Jerusalén, y el 1er. día del 7.º mes se reinició la presentación
de los sacrificios en el altar reconstruido en el atrio del templo en ruinas
(Esd. 3:1-6). Y no fue sino hasta la primavera siguiente, en el segundo mes del
2.º año de su retorno (vers. 8), que comenzaron a poner los cimientos de su
nuevo santuario. en esa ocasiòn, el penoso contraste entre los insignificantes
comienzos y la gloria pasada hizo llorar a los ancianos, mientras que la
multitud gritaba de alegría.
Dificultades hasta el reinado de Darío
I.- Después
de esto, según Esdras, los adversarios de los judíos en la semipagana provincia
de Samaria (ver com. 2 Rey. 17: 23, 34; Esd. 4: 2; 9: 1) ofrecieron primero
ayudar, pero luego se constituyeron en un estorbo. "Sobornaron además contra ellos a los
consejeros para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de Ciro rey de Persia y
hasta el reinado de Darío rey de Persia" (Esd. 4: 5). Se discute el orden exacto de lo que se
relata en Esd. 4, pero el orden de esos reyes no influye sobre las fechas fijas
ni sobre el hecho de que la reconstrucción del templo "cesó . . . hasta el
año segundo del reinado de Darío rey de Persia" (Esd. 4: 24). Este segundo año de Darío I fue el 520/19 AC.
Se construye de nuevo durante el
reinado de Darío. Después de un largo período de desánimo, durante el cual había cesado
la construcción, el agotado celo de los exiliados que habían retornado fue
renovado por los mensajes de los profetas Hageo y Zacarías en el 2.º año de
Darío (Esd. 5: 1, 2), y nuevamente emprendieron la construcción del templo. Entonces Tatnai, gobernador de la provincia
"del otro lado del río", de la cual judea formaba parte, preguntó con
qué autorización estaban construyendo.
La afirmación de que tenían la debida autorización fue verificado al
encontrarse en Ecbatana el decreto de Ciro (Esd. 6:, 2, en donde el nombre de
la ciudad se escribe "Acmeta").
Darío, que era monoteísta e imitador de la política liberal de Ciro,
proporcionó ayuda financiera.
El templo se termina mediante tres
decretos.- Entonces,
luego de haberse eliminado la oposición, y con la entusiasta dirección de los
profetas, "edificaron, pues, y terminaron, por orden del Dios de Israel, y
por mandato de Ciro, de Darío, y de Artajerjes rey de Persia. Esta casa fue terminada el tercer día del mes
de Adar, que era el sexto año del reinado del rey Darío" (Esd. 6: 14, 15),
o sea aproximadamente el 12 de marzo de 515 AC.
De este modo la construcción del edificio se terminó durante el reinado
del segundo de los tres reyes que, según este texto, promulgaron decretos
relacionados con el templo -Ciro, en torno al 537; Darío I, en algún momento
después de 520; y Artajerjes I, en 458/57-.
Pero se siguió trabajando en el templo debido al tercer decreto, el de
Artajerjes (ver com. Esd. 6: 14 y 7:
27). Con relación al año 457, cuando
Esdras puso por obra este decreto, véanse las sec. Vlll y IX.
En
el relato de Esdras acerca de la construcción del templo en el 2.º año de
Darío, se menciona a los profetas Hageo y Zacarías, cuyos libros proporcionan
varias otras fechas específicas durante este período, que se estudiarán a
continuación.
La cronología de Hageo y Zacarías.- Se considerarán juntas las siete
fechas que aparecen en los libros de Hageo y Zacarías, ya que todas, excepto
una, ocurrieron en el 2.' año de Darío I, y además, porque los dos profetas,
colegas y contemporáneos, posiblemente usaron el mismo calendario. Estas fechas son específicas. Sólo dos de ellas son inciertas, pues existen
dudas en cuanto a si debe calcularse el 2.º año de Darío según el calendario
babilónico-persa de primavera a primavera o según el calendario civil judío de
otoño a otoño. Como Darío computó su
reinado a partir del otoño de 522, su primer año babilónico comenzó en la
primavera de 521 con el día de año nuevo babilónico, y su segundo año comenzó
en la primavera de 520. Pero según 102
el calendario civil judío, que comenzaba en otoño, su primer año empezó en el
otoño de 521, con el siguiente día de año nuevo judío, y su segundo año se
inició en el otoño de 520. Los años del
reinado de Darío siempre comenzaron medio año más tarde en el calendario judío
que en el persa.
En
el año babilónico los meses se numeraban de 1 a 12, pero el año judío comenzaba
con el 7.º mes (Tisri) y terminaba con el 6.º (Elul). El orden de los meses de un año dado indica
de qué clase de año se trata. Si los
eventos descritos por Hageo son presentados en orden cronológico, al 6.º mes le
sigue el 7.º del 2.º año de Darío (Hag. l: 15; 2: 1); lo cual indicaría que
este profeta usaba el año compuesto de meses numerados de 1 a 12, el cual
comenzaba con el 1er mes judío (Nisán) en primavera. Esto es lo que generalmente han aceptado los
comentadores e historiadores, no sólo porque el relato se presenta en ese
orden, sino porque así se computaba el tiempo en Babilonia.
Se
sabe con certeza que el 2.º año de Darío fue el 520/19 AC, no importa si se
computa el año a partir de la primavera o del otoño. Entonces es posible asignar fechas fijas en
el esquema cronológico AC a las fechas de meses lunares de Hageo y Zacarías,
salvo las dos primeras (Hag. 1: 1, 15), porque caían en la mitad del año cuando
éste, comenzado en primavera, se superponía con el que empezaba en otoño.*
Se
dan a continuación las fechas en el orden en que aparecen en Hageo, y se añaden
las de Zacarías. Los equivalentes de la
cronología AC se añaden en la última columna.
Salvo en los dos primeros casos, el margen probable de error es muy escaso.
Los períodos de setenta años de
Zacarías.- Ya
se ha indicado que, además de la predicción de Jeremías en cuanto al
cautiverio, hay otros dos períodos de 70 años relacionados con el exilio, los
que se mencionan retrospectivamente. Estos fueron los 70 años cuando Dios había
"estado airado" contra Judá y Jerusalén y los 70 años del ayuno del
quinto mes (en conmemoración de la destrucción del templo). Aparecen en dos mensajes de Zacarías fechados
en el 2.º y 4.º año de Darío (Zac. 1: 7, 12; 7:1, 3-5), 3-5), 103 o sea 520/19
y 518/17 AC. Si esos años corresponden
con el 70.º año de cada período, el primer año de cada período habría sido el
589/88 y el 587/86, respectivamente. Ahora bien, dos acontecimientos que
podrían haber dado comienzo a estos períodos pudieran ser el comienzo del sitio
de Jerusalén por Nabucodonosor, el cual según la mejor comprobación, se ubica
en el año 589/88 AC, y la destrucción del templo (en el 5.º mes), o sea en el
verano de 586 (587/86, computado de otoño a otoño). De este modo puede entenderse que estos dos
períodos serían lapsos definidos de 70 años, según el cómputo inclusivo. Algunos dicen que son los mismos 70 años de
jeremías. Pero tienen toda la apariencia
de ser algo totalmente diferente (ver la nota 10 en la pág. 100). 3CBA 99-103
3. Buscándole en oración. Aunque el Señor había prometido la liberación de su
pueblo en el tiempo designado, Daniel conocía la naturaleza condicional de
muchas de las promesas de Dios (ver Jer. 18: 7-10). Puede haber temido que la
impenitencia de su pueblo pudiese postergar el cumplimiento de la promesa
(Salmo 48). Además, la visión de Dan. 8 predecía una desolación adicional para el
santuario y para la ciudad. El profeta debe haber quedado profundamente
perplejo por su falta de comprensión de la visión de "las tardes y
mañanas" (cap. 8: 26).
4. Oré. Los vers. 4-19 registran una de las más notables
oraciones del AT. Es una oración en favor del pueblo de Dios, ofrecida por un
sincero suplicante.
Dios grande, digno de ser temido. Compárese con Neh. 1: 5; 9: 32. La palabra que se
traduce "digno de ser temido" (Heb. nora') significa "que
inspira pavor" o "reverenciado" (ver com. Sal. 111: 9).
Que guardas el pacto. Daniel comienza su oración con un reconocimiento de
la fidelidad de Dios. Dios nunca deja de cumplir sus promesas. Es un Dios fiel
a sus pactos. Cumplirá su parte del acuerdo. Si el pacto falla, es por culpa
del hombre (ver Heb. 8: 8).
Te aman. El amor a Dios y la observancia de sus mandamientos
siempre van juntos. Se amonesta a los que aman a Dios que demuestren ese amor
guardando sus mandamientos (Juan 14: 15). Un requisito esencial acompaña al
otro. El amor a Dios traerá como resultado la obediencia alegre y voluntaria. Al
final del tiempo la verdadera iglesia se distinguirá por su obediencia de los
mandamientos (Apoc. 12: 17).
5. Hemos pecado. Compárese con 1 Rey. 8: 47; Sal. 106: 6. Daniel se
identifica con su pueblo. No hay en su oración nada de justicia propia.
6. Los profetas. Había sido el deber de los profetas llamar la
atención del pueblo a su descuido de los preceptos divinos, y también dar
instrucciones en casos de emergencia o crisis. Pero los israelitas habían
ignorado casi totalmente la dirección que tan bondadosamente Dios les había
dispensado. El pecado del pueblo no se debía a ignorancia sino a desobediencia
voluntaria.
7. Justicia. Daniel hace contrastar la justicia de Dios con la
injusticia de Israel. En todo su trato con los hombres en general y con Israel
en particular, Dios siempre ha manifestado justicia.
9. El tener misericordia y el perdonar. Literalmente, "las compasiones y los
perdones". A pesar de la rebelión y de la apostasía de Israel, Daniel
seguía confiando en que el Señor, por su gran misericordia, estaba siempre
dispuesto a perdonar a los que acudieran a él con corazón contrito. Con esa
confianza Daniel ruega a Dios en favor del pueblo de Israel. Presenta la
compasión de Dios en contraste con la pecaminosidad del pueblo.
11. Ha caído. Moisés había predicho que descendería una maldición
sobre todos los que voluntariamente desobedecieran la ley de Dios (Lev. 26:
14-41; Deut. 28: 15-68). Eso era sólo lo que merecían.
Siervo de Dios. A Moisés se le aplica el mismo título en Deut. 34: 5
y Jos. 1: 13.
13. Conforme está escrito. Ver Deut. 29: 21,27.
14. Veló. Heb. shaqad, que significa "estar alerta",
"estar despierto".
15. Sacaste tu pueblo. Daniel cita la extraordinaria liberación de los
hijos de Israel de la esclavitud egipcia y basa su petición en el gran acto de
misericordia realizado por el Señor en ocasión del éxodo.
16. Justicia. "Justicias" (BJ). En hebreo el sustantivo está en plural, lo que sin duda sugiere los muchos actos de justicia que Dios había hecho en favor de su pueblo. Daniel no presenta su súplica basándose en alguna bondad de su pueblo; como base de su petición, cita las acciones bondadosas del Señor para con Israel en tiempos pasados.
Tu santo monte. Israel debiera haber sido una luz para todo el mundo
(ver com. 2 Sam. 22: 44, 50; 1 Rey. 8: 43; 2 Rey. 23: 27), pero por su rebelión
obstinada, Jerusalén e Israel eran ahora objeto de burla y reproche entre las
naciones de la tierra.
17. Haz que tu rostro resplandezca. Expresión que significa "mirar con favor"
(Núm. 6:25).
Santuario. Los pensamientos de Daniel estaban centrados en el
santuario de Jerusalén. Durante los muchos años del cautiverio la ciudad y el
santuario habían yacido en ruinas, y ahora el tiempo de la reconstrucción
estaba cerca.
19. No tardes. Heb. 'ajar, "demorar",
"vacilar". Daniel está ansioso de que la liberación prometida no se
postergue más. El Señor se deleita en que nosotros le roguemos así, pidiéndole
que apresure su salvación prometida.
21. Gabriel. Ver cap. 8: 15-16. Este es el mismo ser que había
explicado las tres primeras secciones de la visión del cap. 8. Ahora vuelve con
el propósito de completar su tarea asignada.
Algunos
comentadores no han visto la estrecha relación entre los cap. 8 y 9, y por eso
no han comprendido la relación entre los 2.300 "días" del cap. 8 y
las 70 "semanas" del cap. 9.
Sin embargo, el contexto requiere
precisamente esta relación, como lo demuestran los
siguientes hechos:
1. Todos los símbolos de la visión del cap. 8: 2-14,
exceptuando los 2.300,"días" de los vers. 13-14, se explican
cabalmente en el mismo capítulo 8: 15-26 (CS 371-372). En verdad, en los vers.
24-25 se explica todo el tema de los vers. 13 y 14, excepto el asunto del
tiempo. En el vers. 26 Gabriel menciona
el factor tiempo, pero interrumpe su explicación antes de decir algo más (ver
más adelante la explicación N.° 3).
2. Daniel sabía que los 70 años del cautiverio predicho
por el profeta Jeremías estaban por finalizar (cap. 9: 2; ver t. III, pp.
93-95, 97-100; com. Jer. 25: 11).
3. Daniel no entendía el período de 2.300 días, la
única parte de la visión que no había sido explicada aún (cap. 8: 27; ver la explicación
N.° 1), y evidentemente temía que implicara una prolongación del cautiverio y
que continuara la desolación del santuario (ver cap. 9: 19). Sabía que la
promesa de restauración era condicional y dependía del sincero arrepentimiento
de Israel (SL 48; ver t. IV, p. 36).
4. La perspectiva de una terrible persecución durante
el transcurso de los 2.300 "días" (Dan. 8: 10-13, 23-25) era más de
lo que podía soportar el anciano Daniel, y como resultado fue
"quebrantado" y estuvo "enfermo algunos días" (cap. 8: 27;
CS 372). Por eso el ángel interrumpió la explicación de la visión.
5. Durante el intervalo que precedió al regreso del
ángel (cap. 9: 21) Daniel volvió a estudiar las profecías de Jeremías para
lograr una comprensión más clara del propósito divino respecto al cautiverio
(ver t. IV, p. 33), especialmente con relación a los 70 años (cap. 9: 2).
6. Tras llegar a la conclusión de que la transgresión
de la mayoría de los israelitas era la causa de lo que él evidentemente tomó
como una prolongación de los 70 años (ver explicación N.° 3), Daniel intercedió
muy fervorosamente ante Dios pidiendo perdón, el retorno de los cautivos
exiliados y la restauración del santuario de Jerusalén que estaba desolado (ver
cap. 9: 3-19). Su oración termina con una reiteración del pedido de que Dios
perdonara los pecados de la nación y que no demorara la promesa de la
restauración (vers.19).
7. Nótese particularmente que la parte de la visión del
cap. 8 que había quedado sin explicar, predecía que el "santuario" y
el "ejército" serían "pisoteados" (vers. 13-14, 24) durante
un período de 2.300 "días". En su oración Daniel ruega a Dios que el
tiempo del cautiverio no se extienda (vers. 16-19). Una cuidadosa comparación
entre la oración del cap. 9 y el problema del cap. 8 deja en claro, sin lugar a
dudas, que Daniel tenía en cuenta este problema mientras oraba. Pensaba que la
visión de los 2.300 "días" de desolación del santuario y persecución
del pueblo de Dios implicaba que Dios iba a postergar o "tardar" la
restauración (cap. 9: 19).
8. En respuesta a esta oración, Gabriel, que había sido
enviado para explicar la visión del cap. 8 (cap. 8: 15-19) pero que aún no
había terminado la explicación (ver la explicación N.° 4), saludó a Daniel con
el anuncio: "Ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento"
(cap. 9: 22).
9. Con toda claridad, la explicación del cap. 9: 24-27
es la respuesta del cielo a la oración de Daniel (vers. 23), y la solución del
problema que motivó la oración (ver las explicaciones N.° 6 y N.° 7). Compárese la
orden original dada a Gabriel para que explicase la visión a Daniel (cap. 8:
16) con la renovación de la orden cuando oró Daniel (cap. 9: 23), y la orden
dada por Gabriel a Daniel de entender y conocer (cap. 8: 17, 19), con
expresiones similares en el cap. 9: 23.
10. Nótese especialmente que a Daniel se le dijo que
entendiera la "orden" y la "visión" (cap. 9: 23), es decir,
la visión que había visto .al principio" (vers. 21). Esto sólo puede
referirse a la visión del cap. 8: 2-14, ya que no se había dado ninguna otra
visión desde aquélla. Compárense las palabras "enseña a éste la
visión" (cap. 8:16) con "entiende la visión" (9:23).
11. De esa manera el contexto aclara, sin ninguna
duda, que la explicación del cap. 9: 24-27 es una continuación que completa la
explicación comenzada en el pasaje del cap. 8: 15-26, y que la explicación del
pasaje del cap. 9: 24-27 trata exclusivamente de la parte no explicada de la
visión, es decir del factor tiempo de los 2.300 "días" del cap. 8: 13-14.
En ambos casos el ángel es Gabriel (cap. 8: 16; 9: 21), el tema es idéntico y
el contexto demuestra que la última parte de la explicación del cap. 9 toma el
hilo de la explicación en el punto en que fue dejada en el cap. 8.
Con presteza. Cuán reconfortante es saber que el cielo está cerca
de la tierra. Siempre que necesitamos ayuda y la pedimos, el Señor envía a un
santo ángel para que venga a socorrernos sin demora.
Vino a mí. Heb. naga', que puede significar meramente
"alcanzó" o "se aproximó a". No podemos asegurar cuál
significado tiene aquí.
Sacrificio. Heb. minjah. En la ley levítica ésta es la palabra
común que indica una ofrenda de cereales. Una ofrenda especificada de
"flor de harina" acompañaba al sacrificio de la tarde y de la mañana
(Núm. 28: 3-8). Daniel evidentemente oraba a la hora cuando en el templo
correspondía el sacrificio vespertino.
22. Entender. Se refiere sin duda a la visión mencionada en el
cap. 8: 26-27, la cual "no se podía comprender" (cap. 8:27, BJ).
Daniel no podía entender la relación entre los 70 años de cautiverio predichos
por Jeremías (Jer. 29: 10) y los 2.300 días (años) que habrían de pasar antes
de la purificación del santuario. Se desvaneció cuando el ángel le dijo que la
visión sería para "muchos días" (Dan. 8: 26).
23. Entiende la visión. Una referencia a la .visión de las "tardes y
mañanas" (cap. 8:26). En sus últimas palabras a Daniel en ocasión de su
visita previa, Gabriel declaró que la visión de las 2.300 tardes-mañanas era
"verdadera". De modo que en el cap. 9:24, el divino instructor
comienza por donde terminó en el cap. 8: 26.
24. Setenta semanas. Esta expresión parecería ser una introducción un
tanto inesperada, pero el ángel había venido con el propósito específico de
hacerle entender a Daniel la visión. Inmediatamente comenzó a explicarle.
La palabra
que aquí se traduce "semana", shabua', describe un período de siete
días consecutivos (Gén. 29: 27; Deut. 16: 9; Dan. 10: 2). En el seudoepigráfico
Libro de los Jubileos, al igual que en la Mishna, se usa shabua' para indicar
un período de siete años. Evidentemente aquí se trata de semanas de años y no
semanas de días, pues en el cap. 10: 2-3 cuando Daniel quiere especificar que
las semanas a las que allí se refiere son semanas de siete días, el hebreo dice
explícitamente "semanas de días". Las 70 semanas de años serían 490
años literales, sin necesidad de que a éstos se les vuelva a aplicar el
principio profético de día por año (ver com. Dan. 7: 25).
Están
determinadas. Heb. jathak, palabra que en la Biblia sólo aparece
aquí. Se usa en hebreo postbíblico y su significado es "cortar", "separar", "determinar",
"decretar". La LXX usa krínó, "decidir",
"juzgar", etc. La versión de Teodoción usa suntémnó,
"acortar", "abreviar", etc., significado que se refleja en
la Vulgata bajo la palabra abbreviare. Debe determinarse el matiz exacto de
significado por el contexto. En vista de que el cap. 9 es una exposición de la
parte que no se explicó de la visión del cap. 8 (ver com. cap. 9: 3, 21-23), y
puesto que la parte no explicada tenía que ver con los 2.300 días, es lógico
concluir que las 70 semanas, o 490 años, habrían de ser "cortadas" de
ese período más largo. Además, faltando pruebas contrarias, puede deducirse que
las 70 semanas serían cortadas a partir del comienzo de ese período. Vista a la
luz de estas observaciones, la traducción de jathak como "cortar"
parece muy apropiada. Puesto que los 490 años estaban especialmente asignados a
los Judíos respecto a su papel como pueblo escogido de Dios, las traducciones
"determinar" y "decretar" también son apropiadas en este
contexto.
Tu pueblo. Los 490 años se aplicaban especialmente a la
nación judía.
Para terminar. Heb. lekalle' de la raíz kala',
"reprimir". El pasaje puede referirse al poder restrictivo que Dios
ejercería sobre las fuerzas del mal durante el período concedido a los Judíos.
Sin embargo, unos 40 manuscritos hebreos rezan lekalleh, forma que claramente
proviene de kalah, "completar". Si kalah es la raíz, el pasaje se
refiere evidentemente al hecho de que dentro de este período los Judíos
llenarían la copa de su iniquidad. Dios había soportado largo tiempo a los
israelitas. Les había dado muchas oportunidades, pero ellos continuamente lo
chasqueaban (ver pp. 34-35).
https://elaguila3008.blogspot.com/2020/08/el-papel-de-israel-en-la-profecia-del.html
Poner fin al pecado. Esta frase puede tener un significado paralelo con
la que precede, "terminar la prevaricación". Algunos expositores
notan que la palabra que aquí se traduce "pecado" (Heb. jatta'oth o
jatta'th, según algunos manuscritos y los masoretas) puede significar
"pecados" u "ofrenda por el pecado". De las 290 veces que
se usa la palabra jatta'th en el AT, 155 veces significa "pecado" y
135 veces "ofrenda por el pecado". Si el significado que se deseaba
dar era "ofrenda por el pecado", podría darse la siguiente
interpretación: Cuando Cristo, en el Calvario, llegó a ser la realidad
simbolizada (antitipo) por los sacrificios efectuados en el santuario, ya no
fue más necesario que el pecador trajese su ofrenda por el pecado (ver Juan 1:
29). Sin embargo, la forma plural jatta'oth casi invariablemente describe
pecados, y sólo una vez, a menos que ésta también sea una excepción, significa
ofrenda por los pecados (Neh. 10: 33).
Expiar la iniquidad. Heb. kafar vocablo que generalmente se traduce
"hacer expiación", cuyo sentido básico es "cubrir" (ver
Exo. 30: 10; Lev. 4: 20; etc.). Mediante su sacrificio vicario, Cristo logró la
reconciliación para todos los que aceptan su sacrificio.
Justicia perdurable. Cristo no vino a la tierra sólo para hacer que los
pecados fuesen borrados. Vino para reconciliar al hombre con Dios. Vino para
que fuera posible imputar e impartir su justicia al pecador arrepentido. Cuando
los hombres lo aceptan, él les confiere el manto de su justicia, y ellos
aparecen en la presencia de Dios como si nunca hubieran pecado (CC 62). Dios
ama a las almas arrepentidas y creyentes así como ama a su Unigénito, y debido
a Cristo las acepta en su familia. Mediante su vida, muerte y resurrección,
Cristo ha hecho que la justicia eterna esté a disposición de todo hijo de Adán
que, con fe sencilla, esté dispuesto a aceptarla.
Sellar. Evidentemente no se usa aquí con el sentido de
"cerrar", sino de "confirmar" o "ratificar". El
cumplimiento de las predicciones relacionadas con el primer advenimiento del
Mesías en el tiempo especificado por las profecías nos asegura que los otros
elementos de la profecía, en particular los 2.300 días proféticos, se cumplirán
con la misma precisión.
Santo de los santos. Heb. qódesh qodashim, "algo santísimo" o
"alguien santísimo". La frase hebrea se aplica al altar (Exo. 29: 37;
40: 10), a otros utensilios y muebles pertenecientes al tabernáculo (Exo. 30:
29), al perfume santo (Exo. 30: 35-36), ofrendas especificadas de alimento
(Lev. 2: 3, 10; 6: 17; 10: 12), ofrendas por el pecado (Lev. 7: 1, 6), el pan
de la proposición (Lev. 24: 5-9), cosas consagradas (Lev. 27: 28), al recinto
santo (Núm. 18: 10; Eze. 43: 12), y al lugar santísimo del santuario (Exo. 26:
33-34). En ninguna parte se aplica esta frase a personas, a menos que, como
sugieren algunos, se la aplique así en este caso y en 1 Crón. 23: 13. Este
último texto puede traducirse, "Aarón fue separado para ungirlo como
persona santísima", aunque puede también traducirse como en la RVR.
Algunos expositores Judíos y muchos comentadores cristianos han sostenido que
se hace referencia al Mesías.
En vista de
que no se puede demostrar que esta frase se refiere en otros casos
definidamente a una persona y en vista de que se está hablando del santuario
celestial en los aspectos más amplios de la visión (ver com. Dan. 8: 14), es
razonable inferir que Daniel habla aquí del ungimiento del santuario celestial
antes del tiempo del comienzo de la obra de Cristo como sumo sacerdote.
25. La salida de la orden. Cuando
fue dada esta visión, Jerusalén y el templo todavía estaban en ruinas. El cielo
anuncia que se daría una orden para reconstruirlos y restaurarlos, y que desde
esa fecha pasaría un número determinado de años hasta el Mesías anhelado por
tanto tiempo.
En el libro
de Esdras se registran tres decretos referentes a la repatriación de los
judíos: El primero en el primer año de Ciro, alrededor del 537 a. C. (Esd. 1:
1-4); el segundo durante el reinado de Darío I, poco después del 520 (Esd. 6:
1-12); el tercero en el 7° año de Artajerjes, 458/457 a. C. (Esd. 7: 1-26). Hay
informaciones adicionales en el t. III, pp. 100-108.
En
sus decretos, ni Ciro ni Darío
dispusieron medidas efectivas para la restauración del Estado civil Judío
como una unidad completa, aunque en la profecía de Daniel se prometía una
restauración del gobierno religioso y del gobierno civil. El decreto del
séptimo año de Artajerjes fue el primero que dio al Estado judío completa
autonomía, bajo el domino persa.
Uno
de los papiros de doble fecha descubierto en la colonia Judía de Elefantina,
Egipto (ver t. III, pp. 106-111), fue escrito en el año de ascensión al trono
de Artajerjes en enero del 464 a. C. Este es el único documento judío de ese
año que se conozca. Comparándolo con otros registros antiguos, se puede deducir
que, mediante el cómputo judío, el "comienzo de su reinado" o
"año ascensiones" (ver t. II, pp. 141-143) comenzó después del Año
Nuevo Judío de 465 a. C. y terminó en el siguiente Año Nuevo judío, en septiembre-octubre
del 464 a. C. Entonces, su "primer año" (su primer año calendario
completo) habría ido desde septiembre-octubre del 464 a. C. hasta
septiembre-octubre del 463 a. C. El 7° año de Artajerjes se extendería
entonces, desde el otoño (septiembre-octubre) del 458 a. C. hasta el otoño del
457 a. C. Las disposiciones del decreto no fueron llevadas a cabo hasta después
de que Esdras volvió de Babilonia, lo que ocurrió entre julio y septiembre del
457 a. C. Ver en el t. III, pp. 103-108, un estudio de Esd. 7 y la precisión
histórica de la fecha 457 a. C. como 7° año de Artajerjes. Ver un estudio
completo del tema en S. H. Horn y L. H. Wood, The Chronology of Ezra 7 (Ed.
rev. 1970).
Mesías. Heb. mashíaj, del verbo mashaj, "ungir".
Por lo tanto, mashíaj describe a un "ungido" tal como el sumo
sacerdote (Lev. 4:3, 5, 16), los reyes de Israel (1 Sam. 24: 6,10; 2 Sam. 19:
21), Ciro (Isa. 45: 1), etc. La versión griega de Teodoción traduce la palabra
mashíaj literalmente, Jristós, palabra que viene del verbo jríÇ, "ungir",
y por lo tanto significa sencillamente "ungido". "Cristo"
es una trasliteración de jristós. En la historia judía posterior se aplicó el
término mashíaj al Libertador esperado que habría de venir (ver Juan 1: 41; 4:
25-26).
Daniel
predijo que el Mesías Príncipe anhelado por tanto tiempo habría de aparecer en
un tiempo especificado. A este tiempo se refirió Jesús cuando declaró: "El
tiempo se ha cumplido" (Mar. 1: 15; DTG 200). Jesús fue ungido en ocasión
de su bautismo en el otoño [del hemisferio norte] del año 27 d. C. (Luc. 3:
21-22; Hech. 10: 38; cf. Luc. 4: 18).
Príncipe. Ver com. cap. 11: 22.
Siete semanas, y
sesenta y dos semanas. La forma natural de calcular estas semanas es
considerarlas como consecutivas, es decir que las 62 semanas comienzan al
finalizar las 7 semanas. Estas divisiones componen las 70 semanas, mencionadas
en el vers. 24 de esta manera: 7 + 62 +
1 = 70. Respecto a la última semana, ver com. vers. 27.
Comenzando en
el otoño (septiembre-octubre) del 457 a. C., cuando entró en vigencia el
decreto, las 69 semanas proféticas, o 483 años, llegan hasta el bautismo de
Jesús en el año 27 d. C. Se ha de notar que si se hubieran computado los 483
años comenzando del principio del 457 a. C., se hubieran extendido hasta el
final del año 26 d. C., porque el período de 483 años requiere 457 años a. C.
completos más 26 años d. C. completos. Puesto que el período comenzó muchos meses
después del comienzo de 457 a. C., habría de terminar el mismo número de meses
después del fin del 26 d. C., es decir el 27. Esto se debe a que los
historiadores (a diferencia de los astrónomos) nunca cuentan un año cero (ver
t. 1, p. 187). Algunos se han preguntado cómo Cristo pudo haber comenzado su
obra en 27 d. C. cuando el registro dice que tenía alrededor de 30 años cuando
comenzó su ministerio público (Luc. 3: 23). Esto se debe a que cuando se
calculó por primera vez la era cristiana, hubo un error de unos cuatro años. Es
evidente que Cristo no nació en el año 1 d. C. puesto que cuando nació todavía
vivía Herodes el Grande, y Herodes murió en el año 4 a. C. (Mat. 2: 13-20).
Algunos
expositores modernos interpretan de una forma completamente diferente estos
períodos. El "mesías" es identificado como Ciro, Zorobabel o el sumo
sacerdote Josué (ver Esd. 3: 2; Zac. 3: 1, 3; 6: 11-13). Algunos consideran que
"la orden para restaurar y edificar a Jerusalén" es la profecía dada
por medio de Jeremías de que Jerusalén sería 880 reconstruida (Jer. 29: 10).
Esos expositores creen que esta "orden" se puso en vigencia en 586 a.
C., el año de la destrucción de Jerusalén, y que las "siete semanas",
o sea 49 años, llegan aproximadamente hasta el decreto de Ciro. Además esos
expositores mantienen que las 62 semanas, o 434 años, llegan hasta la era de
los Macabeos. El pacto de la septuagésima semana lo entienden como la unión de
Antíoco con los judíos apóstatas. Traducen "a la mitad de la semana"
(Dan. 9: 27) como "media semana" (ver com. cap. 9: 27) y aplican la
"media semana" a la profanación del templo hecha por Antíoco desde
168 hasta 165 a. C. (1 Mac. 1: 54; 4: 52-53). Los traductores de esta escuela
de interpretación usan otra puntuación posible en Dan. 9: 25 para favorecer
esta idea.
COMO YA LO HEMOS
DEMOSTRADO, sólo una distorsión de las cifras cronológicas permite que esos
expositores lleguen a los acontecimientos que según ellos cumplen los
requisitos proféticos.
Cuando esas cifras se aplican. a Cristo, su ministerio y su muerte, y la
predicación del Evangelio a los judíos, se logra una perfecta sincronización. Ver com. cap. 8: 25.
Se volverá a edificar. Algunos intérpretes dan especial importancia al
período de "siete semanas", o sea 49 años, pues afirman que representa
el tiempo durante el cual se completaría la construcción de la plaza y del
muro. Sin embargo, la información histórica de este período es muy escasa. Se
sabe poco de las condiciones existentes en Jerusalén desde el tiempo de
Artajerjes hasta el de Alejandro. Lo que puede saberse en base a la Biblia y
los documentos históricos es fragmentario.
Plaza. Heb. rejob, "un lugar amplio".
Muro. Heb. jaruts. Se usa con este sentido sólo aquí en el
AT. En el hebreo de la Mishnah significa "una zanja". En acadio la
palabra significa "foso de la ciudad". "Muro" es la
traducción de la versión griega de Teodoción y de la Vulgata.
Tiempos
angustiosos. Ver una breve historia de este período en el t. III,
pp. 75-81.
[Retorno en tiempo de Artajerjes I y la
obra de Esdras. Entre los últimos sucesos fechados del libro de Ester
(primavera, 473 AC) y el siguiente acontecimiento registrado en el libro de
Esdras (primavera, 457 AC), transcurrieron 16 años, de los cuales no hay
registros conocidos que puedan proporcionar información directa acerca de la
historia de la nación judía. Entre
tanto, Jerjes había sido asesinado y su hijo Artajerjes había subido al trono. El imperio vivía bajo la nube de la grave
derrota de Eurimedonte, a la cual pronto se agregó la pérdida de Egipto por
causa de la rebelión de Inaro en 463 ó 462 AC.
Siendo que era importante que judea, que se hallaba en la ruta a Egipto,
permaneciese leal y amiga para con la administración persa, especialmente cuando
se iniciase la campaña contra Egipto (en 456 AC), Artajerjes escuchó con buena
voluntad las peticiones de Esdras (cap. 7: 28), cuyo título indica que era
"árbitro de los asuntos judíos" en la cancillería (ver com. Esd. 7: 12).
El pidió al rey que concediese a los judíos una mayor medida de
autogobierno de la que habían disfrutado hasta entonces, y que permitiese el
retorno de la ley mosaica como la ley de la nación en la provincia de judea.
Por
decreto real, Artajerjes designó a Esdras para que volviese a judea con gran
autoridad, e invitó a todos los judíos que deseasen regresar a su antigua
patria para que lo hiciesen. El edicto
comisionó además a Esdras para que reorganizase todo el sistema judicial de
judea, e instituyese jueces y magistrados con poder de vida y muerte, que
usasen "la ley de Dios" como la base de su obra (Esd. 7: 11-26). Con frecuencia se ha atacado la historicidad
de este decreto, pues a muchos eruditos modernos les parecía increíble que un
rey persa o sus consejeros se hubiesen preocupado por los detalles del
ceremonial judío como lo asevera el edicto de Esd. 7. Sin embargo, uno de los
papiros de Elefantina, del cual se tratará en la sec. VII -la así llamada "Carta Pascual"
de Darío II presenta un paralelo tan aproximado que últimamente se ha acallado
la oposición a la autenticidad del decreto de Artajerjes I. La "Carta
Pascual" de Darío demuestra claramente que la cancillería persa
probablemente tenía un departamento en el cual expertos en la ley y las
costumbres judías aconsejaban al rey en asuntos legislativos. Estos expertos eran sin duda judíos.
El
descubrimiento casual de la inscripción fenicia de Esmunazar muestra que
Artajerjes apreció la ayuda que recibió de Sidón en su campaña contra los
egipcios 76 rebeldes, y recompensó a
los sidonios dándoles ciertas tierras fértiles para cereales en la región de
Dor sobre la costa palestina. Este
paralelo histórico claramente sugiere que el importante decreto por el cual se
concedieron privilegios excepcionales a los judíos, un año antes de que
Megabises iniciase su expedición contra Egipto, tenía el propósito de crear
buena voluntad entre los judíos para asegurar su permanente lealtad en ese
tiempo de crisis política. Para los
judíos este edicto significó mucho, porque virtualmente los hizo
semiindependientes. Se entregaron de
nuevo todos los poderes civiles y judiciales a dirigentes locales, y la ley de
Moisés una vez más volvió a ser la ley del país. El único asunto que se reservaron los persas
fue el manejo de los impuestos. Las
generosas dádivas y donaciones reales procedentes del tributo de la provincia
para el sostén de los servicios religiosos judíos eran quizá para que los
judíos aceptasen el hecho de que cobradores extranjeros de impuestos
permanecieran en su país por un tiempo indefinido.
Después
de ver cumplidos sus pedidos, Esdras exhortó a los judíos de Babilonia para que
lo acompañasen a Judea. En el primer día
de Nisán todos los que estuvieron dispuestos a seguir a Esdras se reunieron
"junto al río Ahava". Cuando
se tomó el censo resultó evidente que no se había presentado ningún
levita. Después de hacer un esfuerzo
especial para conseguir algunos levitas, la congregación de quizá más de 5.000
personas, incluso mujeres y niños, ayunó y oró invocando la protección divina
durante su largo y peligroso viaje.
Esdras no se había atrevido a solicitar una escolta por temor de revelar
a las autoridades persas que le faltaba fe en el poder protector de su Dios
(Esd. 8: 1-23).
La
caravana emprendió viaje el 12 de Nisán, aproximadamente el 7 de abril, de 457
AC (según la tabla de la pág. 112), y después de un viaje de unos 4 meses llegó
con toda felicidad a Jerusalén alrededor del 23 de julio. Allí descansaron 3 días. Después entregaron todas las dádivas reales
para el templo y el decreto oficial a las autoridades correspondientes, y
festejaron su feliz llegada con una gran ofrenda de agradecimiento (Esd. 8:
24-36). El trabajo de reconstrucción
autorizado por el decreto comenzó en realidad algunas semanas más tarde, en el
otoño del mismo año.
Se
registra poco de la actividad de Esdras en Judea durante los 13 años siguientes
hasta que Nehemías llegó a Jerusalén como gobernador recién nombrado. Esdras debe haber hecho cumplir todas las
disposiciones del decreto, pero no queda ningún registro de su obra, excepto la
descripción de su trabajo de reforma sobre los casamientos ilícitos. El informe de este asunto abarca casi la
cuarta parte de todo el libro de Esdras (caps. 9, 10), lo cual demuestra la
importancia de la reforma.
Esdras
debe haber sabido que había mujeres paganas o semipaganas en algunas familias,
pues había una en la familia del sumo sacerdote. Pero obró en silencio durante un tiempo,
esperando la oportunidad de tratar eficazmente el asunto. Su oportunidad llegó cierto día cuando
algunos de los dirigentes le notificaron oficialmente de la existencia de este
mal. Esdras respondió
inmediatamente. Comenzó con una oración
pública que fue al mismo tiempo un gran sermón y una exhortación al
arrepentimiento. El resultado fue que
los caudillos nacionales decidieron espontáneamente limpiar la nación de la
influencia pagana.
Se
realizó entonces una reunión pública en el noveno mes (aproximadamente
diciembre). Si esto ocurrió poco después
de la llegada de Esdras, fue en 457 AC.
La congregación reunida, tiritando por el frío y la lluvia, y ansiosa de
volver a sus casas, dio a Esdras pleno poder para llevar a cabo la reforma
propuesta. Se manifestó poca oposición
contra esta decisión popular, porque sólo un pequeño porcentaje del pueblo -l
12 hombres entre las decenas de miles de judíos que habitaban en Judea 77 estaban implicados en este
asunto. Una comisión trabajó entonces
desde diciembre de 457, hasta abril de 456 AC, y decidió cada caso. Se agregó una lista de todos los
transgresores implicados como parte del registro permanente del suceso. Esto muestra que 27 funcionarios
eclesiásticos tenían esposas extranjeras, entre los cuales había 13 sacerdotes
y 4 miembros de la familia del sumo sacerdote, además de 86 laicos. El mal no se había extendido todavía mucho
entre el pueblo, lo cual explica por qué las medidas tomadas fueron apoyadas
tan enérgicamente por el pueblo, y cumplidas con tanta facilidad.
Se
afirma, por regla general, que Esdras continuó en Jerusalén hasta la época de
Nehemías. Por lo tanto, en algún momento
anterior a la llegada de Nehemías (en 444 AC), afrontó la oposición destructora
de enemigos que derribaron "el muro de Jerusalén" y quemaron con
fuego "sus puertas" (Neh. 1: 3).
Los eruditos que afirman que el
Artajerjes de Esd. 4: 7 es Aitajerjes 1, ven en la narración de los vers. 7-23
una referencia a ese ataque a los muros y las puertas.
De esa manera hallan en la narración un relato bíblico que explica el
porqué de los daños hechos a los muros según los informes recibidos por
Nehemías. Esta interpretación de los
vers. 7-23 requiere un cambio temporario de la actitud favorable de Artajerjes
para con los judíos, como lo demostró en su trato con Esdras pocos años antes.
Sin
embargo, el ataque referido en Nehemías 1: 3 puede explicarse históricamente
sin Esdras 4 ni ninguna narración bíblica específica. Es un hecho que alrededor del año 450 ó 449
AC, Megabises, gobernador de la provincia de "Más allá del río", que
incluía a Judea, se rebeló durante unos años contra el rey de Persia. Durante esa rebelión, o los judíos
permanecieron fieles a su benefactor Artajerjes, y fueron atacados por
samaritanos partidarios de Megabises, o los samaritanos fueron leales y
aprovecharon la oportunidad para acusar a los judíos de apoyar a
Megabises. En cualquiera de los casos,
la rebelión de Megabises haría verosímil el suceso mencionado en Neh. l: 3.
Período
de gobierno de Nehemías. Nehemías, aunque era un judío fiel, había ascendido en
la corte persa hasta ocupar el puesto de confianza y responsabilidad de copero
real. Algunos historiadores han sacado
la conclusión de que era eunuco, pues parece haber servido al rey en la sección
donde habitaban las mujeres (ver com.
Neh.2:6). Era un hombre instruido, y más tarde resultó ser un buen
organizador.
En
diciembre de 445 AC, Hanani, hermano de Nehemías, y algunos otros judíos,
llegaron de visita a Susa. Ellos pueden
haber sido los primeros judíos de Jerusalén a quienes había visto Nehemías
después de la rebelión de Megabises, que probablemente había producido una
interrupción de las comunicaciones usuales con Judea. Puede haber llegado a oídos de Nehemías
rumores de dificultades con los samaritanos, pero como no se sabía nada seguro,
estaba ansioso de conseguir informaciones exactas de las condiciones
prevalecientes en Judea. Por lo tanto,
su primera pregunta fue "por los judíos que habían escapado, que habían
quedado de la cautividad, y por Jerusalén" (Neh. l: 2). Las noticias que recibió fueron malas, peores
de las que esperaba. Se enteró con
consternación de que el muro había sido "derribado, y sus puertas quemadas
a fuego" (Neh. l: 3). La impresión
que le produjo esta noticia fue tan grande que Nehemías, como Daniel (Dan. 9:
3), ayunó y oró durante varios días.
Nehemías
elaboró un plan eficaz durante los siguientes cuatro meses y también hizo
ciertos preparativos previos a lo que se proponía realizar. Después aprovechó una ocasión favorable,
mientras servía al rey, para solicitar que se lo enviase a Jerusalén a fin de
completar la interrumpida obra de reconstruir los muros de la ciudad. Algunos han creído que Nehemías, conociendo
el carácter inestable de 78
Artajejes y cuán fácilmente influían en él las mujeres, escogió una ocasión
oportuna cuando estaba presente "la reina"; y también que ella podría
haber estado favorablemente dispuesta para con Nehemías y podría haberle
asegurado de antemano su apoyo. Aunque
Nehemías había orado por este asunto, temió mucho que pudiera perder la vida si
se comportaba de una manera imprudente al tratar al irascible rey (Neh. 2: 2,
6). Pero el monarca no sólo le concedió
su pedido, sino que también nombró a su copero como nuevo gobernador de Judea.
Provisto
de credenciales oficiales y acompañado por una escolta armada, Nehemías no
perdió tiempo, sino que partió tan pronto como consiguió una licencia de sus
deberes en la corte. Llegó a Jerusalén
tal vez a principios del verano del hemisferio norte, de 444 AC. Durante los primeros días mantuvo en secreto
el verdadero propósito de su llegada, a fin de poder dar los pasos que
aseguraran el mayor éxito posible para sus planes. Tampoco deseaba caer en manos de sus
enemigos, cuya obra y odio conocía muy bien. Después de tres días evaluó bien
la situación y probablemente había visto la condición del muro, con excepción
de sus secciones meridionales. A fin de
conocer de primera mano la condición de dichas secciones del muro, hizo una
gira de inspección nocturna, acompañado solamente por algunos amigos de
confianza (Neh. 2: 11-16).
Luego
expuso sus planes delante de los dirigentes del pueblo, quizá al cuarto día
después de su llegada. Les habló de la
comisión real, y tal vez les aseguró que ya nada tenían que temer de sus
enemigos. Su exhortación a edificar, a
fin de que no estuvieran "más en oprobio" (Neh. 2: 17), fue un
elocuente incentivo a la conciencia y dignidad nacionales. Algunos se entusiasmaron ante la perspectiva
de tener finalmente una capital fortificada cuyo muro podría protegerlos en
tiempos de peligro, mientras que otros parecían no manifestar interés
alguno. Los habitantes de ciudades tales
como Jericó, Mizpa y Gabaón ofrecieron voluntariamente su ayuda para la
edificación del muro de Jerusalén, pero no se menciona ayuda alguna de Belén,
Netofa, Betel y varias otras ciudades que se habían repoblado desde los tiempos
de Zorobabel. Entre los dirigentes se
advirtió lo mismo. Algunos apoyaron a
Nehemías con entusiasmo, mientras que otros, como los nobles de Tecoa, "no
se prestaron para ayudar a la obra de su Señor" (Neh. 3: 5).
Inmediatamente
después que se supo el propósito de la llegada de Nehemías, los enemigos de los
judíos, especialmente los dirigentes políticos de naciones circunvecinas,
hicieron planes para frustrar sus propósitos.
De estos enemigos, se menciona repetidas veces a tres que trabajaron
contra Nehemías: Sanbalat, que era el gobernador de Samaria, según sabemos
ahora por los papiros de Elefantina; Tobías, encumbrado funcionario o noble de
Amón; y Gesem, el gobernador de los árabes liyanitas de Dedán. Estos tres ridiculizaron a los judíos y a su
jefe, los acusaron de hacer rápidos preparativos para una rebelión, se
prepararon para atacarlos, hicieron arreglos para hacer asesinar a Nehemías y
realizaron muchos intentos para sembrar la discordia entre los mismos
judíos. Esta obra contra Nehemías y su
labor se llevó a cabo incesantemente mientras duró el trabajo de reconstrucción
del muro de la ciudad, y sólo parece haber cesado después que se terminó.
Nehemías
demostró ser un hombre de intrépida determinación y un buen organizador. No desestimó el peligro de los esfuerzos de
sus enemigos, ni se afligió en forma desmedida por eso. Organizó en 42 grupos a los que estuviesen
dispuestos a ayudarle en su trabajo de reconstruir el muro de Jerusalén y los
ubicó en otras tantas secciones del muro.
En la lista que se halla en el cap. 3 de su libro, Nehemías nos ha
dejado un documento excepcional para el estudio de la topografía del muro de 79 Jerusalén, y también ha
proporcionado muchos otros datos importantes.
Por ejemplo, nos dice quiénes participaron en el trabajo, dónde se
efectuó, y también qué clase de trabajo se requería. Así sabemos que algunas secciones del muro,
como también algunas puertas, casi se habían completado en los intentos previos
de reconstrucción, y habían sufrido poco durante el ataque reciente, mientras
que otras tuvieron que ser prácticamente reconstruidas. Debemos deducir esto al observar que se usa la palabra "edificó"
para describir la actividad de unos, mientras que la obra de otros se describe
con la palabra "restauraron" en la lista de Neh. 3. La misma
conclusión puede sacarse al leer, por ejemplo, que un grupo, Hanún y los
habitantes de Zanoa, pudieron reparar la puerta del Valle y unos 500 m del muro
(Neh. 3: 13), mientras que otro grupo sólo pudo reparar una sección muy pequeña
que se extendía desde la puerta de la casa de Eliasib, que evidentemente se
hallaba cerca del muro, hasta el fin del mismo edificio (Neh. 3: 2 l). Por supuesto, en algunos casos el número de
participantes podría explicar las grandes diferencias en el tamaño de las
secciones de muro asignadas a los diversos grupos. Unas pocas puertas, como por ejemplo la de
Ef'raín, mencionada más tarde en relación con la dedicación del muro, parecen
haber quedado intactas, y por lo tanto se omiten en la lista de los sectores en
los cuales se trabajó.
Por
lo tanto, debemos deducir que la obra de Nehemías no fue la reconstrucción
completa de todo el muro y sus muchas puertas, sino la reparación y terminación
de la actividad interrumpida de sus predecesores. Si el muro hubiese estado como quedó después
que lo destruyeron las tuerzas de Nabucodonosor, Nehemías no habría podido
completar la obra en 52 días (Neh. 6: 15).
El que haya podido terminar el trabajo en un período tan
excepcionalmente corto, demuestra claramente que se había estado construyendo
durante un largo período anterior a su llegada.
Aunque
la obra en el muro siguió en forma rápida, fue acosada por muchas dificultades. Nehemías sufrió por la f'alta de interés en
ciertos sectores de su pueblo, y una verdadera oposición de parte de otros
(Neh. 4: 10; 6: 10-12). Peor todavía,
existía el constante peligro de un ataque devastador contra el muro de la
ciudad a medio terminar; un ataque de sus enemigos extranjeros dirigidos por
Sanbalat, Tobías y Gesem. Por eso él
armó a todos los trabajadores, hizo vigilar el muro día y noche, e ideó un
sistema de alarma a fin de estar siempre listo a toda hora para defender a Jerusalén. Su determinación y valentía personales
desanimaron a sus enemigos y afianzaron el triunfo. Los enemigos sólo amenazaron, pero no se
materializó ningún ataque real.
El 25 de Elul (21 de septiembre de 444
AC) se concluyó la obra (Neh. 6: 15) y se dedicó el muro mediante una ceremonia
impresionante. Se formaron dos procesiones, una encabezada
por Esdras y la otra por Nehemías.
Comenzando en la puerta del Valle, ambos grupos avanzaron sobre el muro
en dirección contraria hasta que se encontraron cerca de la esquina nororiental
de la ciudad, y juntos entraron en el templo para alabar a Dios por la ayuda
recibida en su trabajo, y para festejar el día con sacrificios (Neh. 12: 27-
43).
Después que Nehemías hubo completado su tarea principal y hubo dado a Jerusalén un muro fortificado, se dedicó a su fructífera y pacífica obra de gobernar. Durante 12 años sirvió a su pueblo en su primer período de gobierno (Neh. 5: 14). Aunque Nehemías era en primer lugar el caudillo secular de Judea, y aunque trabajó para fomentar los intereses sociales de la nación, también se interesó profundamente en el bienestar espiritual de su pueblo. Lo encontramos aboliendo una cantidad de abusos de autoridad y riqueza al obligar a los usureros a que hicieran la debida 80 restitución y que prometieran no aprovecharse de sus conciudadanos pobres; al comprar y liberar esclavos judíos; al negarse a aceptar pago alguno para sí; y al sufragar de su propio peculio sus gastos oficiales (Neh. 5: l- 19).
Ningún gobernador, nos dice Nehemías,
había sido jamás tan abnegado ni había tenido un criterio social como él, y
esperaba recibir una recompensa celestial por sus actos de bondad (Neh. 5:15,19).
También
tomó medidas para repoblar a Jerusalén, cuando después de completar el muro vio
que la capital era una ciudad casi vacía.
Se tomó un censo, y se decidió traer a Jerusalén a uno de cada diez
habitantes de la población rural de Judea. Se animó a muchos otros a trasladarse a la capital (Neh. 7: 4, 5; 11: 1,
2).
Para
satisfacer las necesidades religiosas del pueblo se hicieron grandes reuniones
públicas. La primera serie de ellas se
describe en Neh. 8-10. Esdras y otros
dirigentes leyeron y explicaron la ley al pueblo. El resultado fue un verdadero reavivamiento
espiritual que dio como resultado un pacto firmado por laicos y ministros. Todos prometieron seguir la ley de Moisés, no
contraer matrimonio con paganos, observar el sábado, sufragar los gastos del
templo y otros servicios religiosos, y atender otros asuntos necesarios.
Todos
estos sucesos parecen haber ocurrido durante los primeros meses del gobierno de
Nehemías. Nada sabemos del resto de su
período de 12 años, y la única información adicional, que está en Neh. 13,
trata de algunas medidas que se vio obligado a tomar después de su regreso a
Jerusalén a principios de su segundo período de gobierno. Por desgracia no sabemos la fecha de la
segunda llegada de Nehemías, ni la duración de su segundo período como
gobernador de Judea.
Debe
haber transcurrido algún tiempo entre su partida, al expirar su primer período,
y su regreso, pues halló ciertas condiciones y prácticas desafortunadas en
Judea, que deben haber necesitado cierto tiempo para tomar cuerpo. En las dependencias del templo se había
alojado a Tobías, su acérrimo enemigo, y los levitas se dedicaban a la
agricultura a fin de ganarse la vida, porque el pueblo no había pagado diezmo
durante algún tiempo. Había extranjeros
que vendían mercaderías en Jerusalén en día sábado, y nuevamente se supo de
esposas paganas en familias judías.
Esta
situación también es severamente reprendida por el profeta Malaquías, quien
debe haber pronunciado sus profecías por esta época. Inmediatamente después de su llegada,
Nehemías se puso a trabajar vigorosamente para cambiar la situación. Arrojó del templo los muebles de Tobías, y
reunió a los levitas, a quienes restituyó su trabajo en el templo y garantizó
su sostén con los diezmos. Indujo al
pueblo a que pagara regularmente sois diezmos, tomó vigorosas medidas para
evitar nuevas transgresiones del mandamiento del sábado e hizo expulsar a las
esposas extranjeras (Neh. 13: 131).
Con
la descripción de estas medidas llegan a su fin los registros históricos del
libro de Nehemías y del AT. Pero antes
de dejar este último período del cual hay un registro inspirado, debe
mencionarse un incidente adicional: el triste asunto que implicó a Johanán, el
sumo sacerdote, mencionado en Esdras (cap. 10: 6) y Nehemías (cap. 12:
22).Josefo (Antigüedades xi. 7. l) nos informa que Jesúa (Josué), hermano de
Johanán, era amigo de Bagoas (en persa, Bigvai), comandante de Artajerjes.
Siendo que Bagoas prometió hacer sumo sacerdote a Jesúa, éste riñó en el templo
con su hermano Johanán, quien lo mató.
Como resultado de este crimen atroz, Bagoas entró en el templo, declarando,
"¿No soy yo más puro que el que fue muerto* en el 81 templo?" Y
castigó a los judíos exigiéndoles durante siete años un impuesto de 50 dracmas
por cada cordero del sacrificio diario.
Este
relato anteriormente fue considerado como ficticio por muchos historiadores,
porque Josefo habla de Bagoas, poderoso comandante de Artajerjes III, bien
conocido en la historia persa posterior, mientras que Johanán fue contemporáneo
de Esdras y Nehemías, quienes vivieron varias generaciones antes. Sin embargo, los papiros judíos de Elefantina
atestiguan que Johanán fue sumo sacerdote en 410 AC, y que un gobernador de
nombre Bigvai (en Gr., Bagoas) gobernaba Judea en 407 AC. De manera que tanto
Bagoas como Johanán fueron contemporáneos de Darío II. Pueden haber estado
todavía en sus puestos pocos años más tarde cuando Artajerjes II llegó al trono
en 405 ó 404 AC, y el crimen relatado por Josefo puede haber ocurrido en ese
tiempo. El que uno de los papiros
elefantinos hubiera sido enviado conjuntamente por Bagoas, gobernador de Judea,
y Delaía, hijo de Sanbalat de Samaria, muestra una extraña confabulación.
Bagoas ya puede haber sido en esa época enemigo de Johanán.
Con
este sumo sacerdote desaparece de nuestro horizonte histórico el último
personaje mencionado en el AT, y comienza el período intertestamentario de la
historia judía, llamado así porque de ese entonces no existen registros
sagrados]. 3CBA
26. Después de las sesenta y dos semanas. Se mataría al Mesías después de este período y no
durante él. Esta expresión no tiene por objeto fijar el tiempo exacto cuando
ocurriría el calamitoso acontecimiento de la muerte del Mesías. Eso se hace en
el vers. 27, donde ese suceso se ubica "a la mitad de la semana".
Se quitará la vida. Según esta declaración profética, el Mesías no
aparecería como lo esperaban los judíos, como glorioso vencedor y emancipador.
En cambio, sería muerto en forma violenta.
No por sí. "No será de él" (BJ). Literalmente, "y no hay para él".
El significado de esta frase no es claro. La BJ
añade en nota de pie de página: "Texto oscuro". Se han sugerido
muchos significados posibles, tales como," y no tendrá nada",
"no será", "y no hubo ayudante para él".
Y el pueblo. La traducción que aparece en el margen de algunas
Biblias: "y ellos [los judíos] no serán más su pueblo", carece de
fundamento pues no corresponde con el hebreo.
La ciudad y el santuario. Se predice aquí que el templo y la ciudad de
Jerusalén serían raídos. Esto lo cumplieron los romanos en el 70 d. C. Los
soldados romanos tomaron antorchas y deliberadamente las pusieron en la parte
de madera del interior del templo, lo que produjo su completa destrucción. En
vez de "el pueblo de un príncipe que ha de venir" la LXX reza
"rey de naciones".
Con inundación. Es decir, en el sentido de ser abrumador (ver Isa.
8: 7-8).
Durarán las devastaciones. Este pasaje podría traducirse literalmente,
"hasta el fin [habrá] guerra, una determinación de ruinas".
27. Otra semana. Esta semana, la septuagésima, comenzó en 27 d. C. al
iniciarse el ministerio público de Cristo en ocasión de su bautismo. Se
extendió más allá de la crucifixión en "la mitad de la semana",
ocurrida en la primavera (marzo-abril) del 31 d. C., hasta el rechazo de los
judíos como pueblo del pacto, en el otoño del 34 d. C. (490 años después de 457
a. C. nos lleva al 34 d. C.; ver com. vers. 25 en cuanto a la manera de hacer
cómputo). La "viña" fue entonces arrendada "a otros
labradores" (Mat. 21: 41; cf. Isa. 5: 1-7; CS 375, 462). Durante unos 31/2
años las autoridades de Jerusalén toleraron la predicación de los apóstoles,
pero finalmente su rencor se tradujo en el apedreamiento de Esteban, el primer
mártir cristiano, y la persecución general que se desató entonces contra la
iglesia. Hasta ese tiempo los apóstoles y otros misioneros cristianos parecen
haber limitado mayormente sus actividades a las proximidades de Jerusalén (ver
Hech. 1: 8; 8: 1).
Puesto que
las 70 semanas, o 490 años, son parte del período más largo de 2.300 años y
puesto que los primeros 490 años de ese período se extienden hasta el otoño del
34 d. C., es posible calcular la fecha de la terminación de los 2.300 años.
Sumando a 34 d. C. los 1.810 años restantes de los 2.300 años se llega hasta el
otoño de 1844 cuando el santuario debía ser "purificado" (ver com.
cap. 8: 14).
Adviértase
también que el cumplimiento de las predicciones de la profecía de las 70
semanas era para "sellar la visión" (vers. 24), es decir la visión
del período más largo de los 2.300 días (ver com. vers. 21). El cumplimiento
preciso de los acontecimientos predichos para la septuagésima semana, que están
relacionados con el ministerio y la crucifixión de nuestro Señor, nos da una
prueba incontestable de la certeza de los acontecimientos al final de los 2.300
días.
Confirmará el pacto con muchos. La persona de quien se habla aquí es el Mesías de los versículos anteriores. Si se interpreta así el versículo, la profecía de las 70 semanas o 490 años aparece como una unidad coherente y continua. Las declaraciones hechas hallan un cumplimiento exacto en tiempos del Mesías. La confirmación del pacto con muchos puede considerarse como la continuación de la nación judía como pueblo escogido de Dios durante el período citado.
Por otra parte la "confirmación" puede
ser la del pacto eterno (ver com. cap.
11: 28).
A la mitad. Heb. jatsi, palabra que significa "mitad"
(Exo. 24: 6; 25: 10, 17; etc.) o "medio" (Exo. 27: 5; 38: 4; etc.);
el contexto determina el sentido específico. Varias de las versiones más
recientes dicen "medio". Esa traducción se basa en la suposición de
que el contexto habla de Antíoco Epífanes, quien
durante unos tres años, suprimió los servicios del templo de Jerusalén. Pero Antíoco no
calza en la cronología profética. No puede ser el tema de esta
predicción. Como ya se ha demostrado, los períodos
proféticos alcanzan hasta el tiempo del Mesías y el cumplimiento debe
encontrarse en su tiempo.
La mitad de
la semana sería la temporada de la pascua del 31 d. C., 3 1/2 años después del
bautismo de Cristo en el otoño del 27 d. C. Ver com. Mat. 4: 12 respecto a la
prueba de que ésta fue la duración del ministerio público de Cristo. Ver en
Problems in Bible Translation, pp. 184- 187, un estudio de las palabras
"medio" y "mitad".
Cesar. Los sacrificios hallaron su cumplimiento en el
sacrificio voluntario de Cristo, al que habían simbolizado. La ruptura del velo
del templo hecha por una mano invisible en el instante de la muerte de Cristo
fue el anuncio del cielo de que los sacrificios y las oblaciones habían perdido
su significado.
Muchedumbre. Literalmente, "ala".
Aquí se representa
poéticamente al desolador como llevado sobre el ala de las abominaciones. Esto
se refiere, a lo menos en parte, a los horrores y las atrocidades que los
romanos cometieron contra la nación judía en el año 70 d.C.
Consumación. Es decir, el final de lo que habría de acontecer a
la nación judía. Triste fue la suerte de los que rechazaron su esperanza de
salvación.
Desolador. En la RVA y la VM dice "asolado", pero es
mejor "desolador". El desolador mismo sería finalmente destruido (ver
com. Mat. 23: 38). 4CBA/ Ministerio Hno. Pio
PROFECÍAS CUMPLIDAS.
https://hnopio.blogspot.com/2009/11/23-cumplidas.html
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