jueves, febrero 18, 2021

REFLEXIÓN 575. EL LIBRO DEL PROFETA DANIEL (II. SECCIÓN PROFÉTICA) EL CUARTO MENSAJE PROFÉTICO DE DANIEL (DANIEL 10,11:1).

Daniel 10: 1, comienza la sección final del libro. El cap. 10 presenta las circunstancias que rodeaban a Daniel en ocasión de su cuarta gran profecía, registrada en los cap. 11 y 12. La parte principal de la narración profética comienza en el cap. 11: 2 y termina en el cap. 12: 4. El resto del cap. 12 es una especie de epílogo de la profecía.

*Esta cuarta profecía y final es presentada en forma literal: Fue Revelada Palabra A Daniel. (Vers. 1). Una expresión singular usada por Daniel para describir su cuarta gran profecía, (cap. 10- 12), que evidentemente fue revelada sin una previa representación simbólica y sin ninguna alusión a símbolos (cf. cap. 7:16-24; 8: 20-26).

En contraste con las otras tres visiones (cap. 2; 7; 8-9) que fueron expresadas en términos muy simbólicos, esta revelación final fue dada mayormente en lenguaje literal. El ángel declaró específicamente que había venido para hacerle comprender a Daniel lo que había "de venir a" su "pueblo en los postreros días" (cap. 10: 14). Este es el tema de los cap. 11 y 12.

Daniel 10, 11:1. El ayuno de Daniel, (1-3). Daniel, habiéndose humillado, ve una visión. Es la aparición de "un varón" y el efecto que tuvo sobre Daniel (4-10). Afligido por el temor es consolado por un ángel. La conversación preliminar del "varón" con Daniel, (11 a 11: 1).

1 En El año tercero de Ciro rey de Persia fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar; y la palabra era verdadera, y el conflicto grande; pero él comprendió la palabra, y tuvo inteligencia en la visión. 2 En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas. 3 No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas.

4 Y el día veinticuatro del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel. 5 Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. 6 Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud. 7 Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron.

8 Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno. 9 Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra. 10 Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.

11 Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando. 12 Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. 13 Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia. 14 He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días. 15 Mientras me decía estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido. 16 Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza.

17 ¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento. 18 Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció, 19 y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido. 20 Él me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá. 21 Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe. (Daniel 10).

      Y yo mismo, en el año primero de Darío el medo, estuve para animarlo y fortalecerlo.               (Daniel 11:1).

1. El año tercero de Ciro. Contando desde la caída de Babilonia, ya fuera por el año de primavera o de otoño, esto habría ocurrido el año 536/535 a. C. (ver com. Dan. 10: 4, también com.  Esd. 1:1). Evidentemente Daniel estaba ya llegando al final de su vida (ver Dan. 12: 13); tenía unos 88 años si consideramos que era un joven de 18 años cuando fue llevado cautivo (ver 4T 570) en 605 a. C. (ver com. cap. 1:1). Dan. 10: 1 comienza la sección final del libro. El cap. 10 presenta las circunstancias que rodeaban a Daniel en ocasión de su cuarta gran profecía, registrada en los cap. 11 y 12. La parte principal de la narración profética comienza en el cap. 11: 2 y termina en el cap. 12: 4. El resto del cap. 12 es una especie de epílogo de la profecía. Ver t. II, pp. III, 113-114, respecto a la forma de computar los años partiendo de la primavera o del otoño.

Rey de Persia. Esta es la única profecía de Daniel fechada en términos del reinado de Ciro. Aquí se da a Ciro el título de "rey de Persia", lo que parecería implicar que todo el imperio era gobernado por los persas, en contraste con el título más limitado de "rey sobre el reino de los caldeos", que se le da a Darío en el cap. 9: 1. 

Tras haber surgido de una relativa oscuridad como príncipe del pequeño país de Ansán situado en las montañas de Irán, Ciro derrotó sucesivamente, en pocos años, a los reinos de los medos, lidios y babilonios, y los unió bajo su gobierno para formar el imperio más grande que hasta ese tiempo se hubiese conocido. Ahora Daniel y su pueblo tenían que tratar con un monarca de esas características. También se revela que los poderes del cielo contendieron con Ciro (cap. 10: 13, 20).

Palabra. Una expresión singular usada por Daniel para describir su cuarta gran profecía, (cap. 10- 12), que evidentemente fue revelada sin una previa representación simbólica y sin ninguna alusión a símbolos (cf. cap. 7:16-24; 8: 20-26). La palabra marah, "visión", de los vers. 7-8, 16 se refiere sencillamente a la aparición de los dos seres celestiales que visitaron a Daniel, mencionados en los vers. 5, 6 y 10-12 respectivamente. Por eso algunos han considerado que el cuarto bosquejo profético es una explicación más detallada de los acontecimientos representados simbólicamente en la "visión" del cap. 8: 1-14. De ese modo los cap. 10- 12 se interpretarían en términos de la visión de los cap. 8 y 9. Sin embargo, la relación entre los cap. 10-12 y 8-9 de ninguna manera es tan clara o segura como la que existe entre los cap. 8 y 9 (ver com. cap. 9: 21). Beltsasar. Ver com. cap. 1: 7.

El conflicto grande. Heb. tsaba', cuyo significado exacto es aquí dudoso. La frase traduce una sola palabra hebrea.  Tsaba' aparece casi 500 veces en el AT con el sentido de "ejército", "hueste", "guerra", y "servicio". Su forma plural tseba'oth forma parte del título divino "Jehová Dios de los ejércitos".  La RVA traduce la palabra tsaba' como "tiempo fijado" y en Job 7: 1, como "tiempo limitado". Puesto que todas las otras veces en que se usa esta palabra evidentemente se refiere a un ejército, o guerra, o servicio penoso, y puesto que en esos dos pasajes resultan perfectamente aceptables las mismas ideas de guerra o servicio penoso, estas definiciones probablemente debieran usarse aquí también. El texto de que nos ocupamos parece dar énfasis a una intensidad de lucha más que a un período extenso. El pasaje podría traducirse también, "gran lucha" (BJ).

Comprendió. En contraste con las otras tres visiones (cap. 2; 7; 8-9) que fueron expresadas en términos muy simbólicos, esta revelación final fue dada mayormente en lenguaje literal. El ángel declaró específicamente que había venido para hacerle comprender a Daniel lo que había "de venir a" su "pueblo en los postreros días" (cap. 10: 14). Este es el tema de los cap. 11 y 12. Sólo hacia el final de esta visión (cap. 12: 8) Daniel se enfrenta ante una revelación acerca de la cual confiesa, "yo oí, mas no entendí".

2. Afligido. Daniel no dice específicamente la causa de su tristeza, pero podemos encontrar un indicio en los acontecimientos que estaban ocurriendo entre los judíos de Palestina en ese tiempo.  Evidentemente lo que ocasionó las tres semanas de luto de Daniel fue una grave crisis. Fue probablemente por ese tiempo cuando se levantó la oposición de los samaritanos contra los judíos que acababan de volver del exilio bajo las órdenes de Zorobabel (Esd. 4: 1-5; ver PR 418-419). El que los acontecimientos de este capítulo hubieran ocurrido antes o después de que los judíos pusieron la piedra fundamental del templo (Esd. 3: 8-10) depende de las varias interpretaciones que se den a la cronología de este período (ver t. III, p. 100) y de la posibilidad de que Daniel hubiera usado un tipo de cómputo distinto del que empleaban los judíos de Palestina en esa época de transición. El período de luto de Daniel parecería haber sido contemporáneo con la grave amenaza de que después de todo no se cumpliese el decreto de Ciro, a causa de los falsos informes enviados por los samaritanos a la corte de Persia para tratar de detener la construcción. 

El hecho significativo de que durante estas tres semanas el ángel estuviera luchando para influir sobre Ciro (vers. 12-13) indica que estaba en juego una decisión vital del rey. Mientras oraba en procura de más luz sobre temas que aún no habían sido completamente explicados en las visiones anteriores, sin duda el profeta se entregó a otro período de intensa intercesión (ver cap. 9: 3-19) para que la obra del adversario pudiera ser contrarrestada y para que pudieran cumplirse las promesas divinas de restauración en favor de su pueblo escogido.

3. Manjar delicado. Durante el período de ayuno, Daniel sólo participó de los alimentos más sencillos, únicamente lo suficiente para mantener su fuerza.

Me ungí. El uso de aceites para suavizar la piel era muy común entre los pueblos antiguos, especialmente entre los que vivían en países donde el clima era muy caluroso y seco. Durante su período de ayuno y oración, el profeta creyó conveniente abstenerse de ese gasto personal superfluo.

4. Día veinticuatro. Esta es la única fecha en el libro de Daniel en que aparece el día exacto de un mes determinado.  Por supuesto que no se dice nada aquí en cuanto a si el cómputo se hace en términos del calendario persa-babilónico (que puede haber sido usado por Ezequiel, contemporáneo de Daniel), o según el calendario judío (usado posteriormente por Esdras y Nehemías). Sí la fecha dada por Daniel está basada en el calendario persa-babilónico (que comienza el año en la primavera (marzo-abril), el primer mes del tercer año de Ciro habría sido más o menos marzo- abril del 536 a. C. Por otra parte, si Daniel hacía el cálculo a la manera judía (según la cual el año empezaba en el otoño), el primer mes del tercer año de Ciro habría sido 12 meses más tarde y correspondería aproximadamente a marzo-abril del 535 a. C. Ver t. II, pp. 112-126, donde aparece una explicación de las diferencias entre el calendario judío y el babilónico.

Puesto que las tres semanas del ayuno de Daniel terminaron el día 24 del primer mes, deben haber comenzado el 4.º día, y así su ayuno se prolongó durante la época de la pascua. Pero no se sabe hasta qué punto se observaba esta fiesta en el cautiverio.

Hidekel. Este nombre hebreo equivale al nombre acadio Idiqlat, y al antiguo persa Tigra, que ha pasado a las lenguas modernas como Tigris. El Tigris es el menor de los dos grandes ríos de la Mesopotamia. Se menciona un río del mismo nombre en Gén. 2: 14. Sin embargo, en ese pasaje se hace referencia a un río antediluviano. No se dice precisamente en qué punto del Tigris ocurrió el acontecimiento que luego se narra.

5. Un varón. El ser celestial apareció en forma humana (ver Gén. 18: 2; Dan. 7: 13; Apoc. 1: 13). La descripción se asemeja mucho a la que da Juan cuando Cristo se le reveló. Sin duda, el mismo Ser se le apareció a Daniel (SL 50; CS 524-526).

Ufaz. No se sabe dónde estaba Ufaz. El nombre aparece en el AT solamente en Jer. 10: 9, donde se identifica nuevamente a Ufaz como rica en oro. Algunos han sugerido que es lo mismo que Ofir, lugar famoso por su oro fino (ver 1 Rey. 9: 28). Tal identificación no es imposible. Los nombres Ufaz y Ofir son similares cuando se los escribe en caracteres hebreos.

6. Berilo. Heb. tarshish, palabra que quizá indica el lugar donde ese producto se obtenía.

Antorchas de fuego. Compárese con Apoc. 1: 14.

Bronce bruñido. Compárese con Apoc. 1: 15.

7. Y sólo yo, Daniel, vi. La revelación sólo fue dada al siervo escogido del Señor, pero el efecto de la presencia de un ser celestial fue sentido por los que estaban con el profeta. Comparar con el caso de Saulo y sus compañeros (Hech. 9: 3-7; 22: 6-9).

8. No quedó fuerza en mí. Comparar con Apoc. 1: 17. Ver en E D. Nichol, Ellen G. White and Her Critics, pp. 51-61, un estudio del estado físico de los profetas arrebatados en visión.

9. Profundo sueño. Del Heb. radam, palabra que sólo aparece en Juec. 4: 21; Sal. 76: 6; Dan. 8: 18; Jon. 1: 5-6. Aquí parecería significar "estar pasmado".

10. Una mano me tocó. Comparar con Eze. 2: 2; 3: 24; Apoc. 1: 17. La mano evidentemente es la de Gabriel (PR 418-419).

Hizo que me pusiese sobre mis rodillas. Del Heb. nua'. En la forma en que aquí aparece nua' significa "hacer temblar", "hacer tambalear". Aunque Daniel fue levantado cuando estaba completamente postrado sobre la tierra, su fuerza no era aún suficiente para que se pudiera mantener sin temblar.

11. Varón muy amado. Heb. jamudoth, que se traduce "delicado" en el vers. 3. Esta era la segunda vez que Daniel recibía la maravillosa seguridad del amor de Dios para él (9:23).

12. No temas. Comparar con Apoc. 1: 17. Estas palabras sin duda animaron personalmente al profeta ante la presencia del ángel, porque estaba "temblando" (vers. 11), y también le dieron la seguridad de que aunque había estado orando durante tres semanas sin recibir contestación, sin embargo desde el mismo comienzo Dios había oído su súplica y se había propuesto contestarla. Daniel no necesitaba temer por su pueblo; Dios lo había oído, y Dios regía todas las cosas.

13. Príncipe. Heb. Ñar. Palabra que aparece 420 veces en el AT, pero evidentemente nunca tiene el significado de "rey". Se refiere a los principales servidores de un rey (Gén. 40: 2, donde se traduce "jefe"), a gobernadores locales (1 Rey. 22: 26, donde se traduce "gobernador"), a los subordinados de Moisés (Exo. 18: 21, donde se traduce "jefes"), a los nobles y funcionarios de Israel (1 Crón. 22: 17; Jer. 34: 21, donde se traduce "principales" y "príncipes" respectivamente), y especialmente a comandantes militares (1 Rey. 1: 25; 1Crón. 12: 21, donde se traduce "capitanes"). Con este mismo último sentido aparece en la expresión Ðar hatstsaba', "comandante del ejército" (la misma expresión que se traduce "príncipe de los ejércitos" en Dan. 8: 11), en una de las óstrakas* de Laquis, una carta escrita por un oficial del ejército de Judea a su superior, probablemente en el momento de la conquista de Judá hecha por Nabucodonosor en 588-586 a. C., el tiempo cuando Daniel ya estaba en Babilonia (ver t. 11, pp. 99- 100; Jer. 34: 7).

El Ser celestial que se le apareció a Josué en Jericó recibe el nombre de "Príncipe [Heb. Ñar] del ejército de Jehová" Jos. 5: 14-15). Daniel usa repetidas veces esta palabra para referirse a seres sobrenaturales (Dan 8: 11,25; 10: 13, 21; 12: 1). Basándose en estas observaciones algunos han supuesto que Ñar indica un ser sobrenatural que en ese tiempo se oponía a los ángeles de Dios y que estaba tratando que el reino de Persia fuera en contra de los mejores intereses del pueblo de Dios. Satanás siempre ha estado ansioso de proclamarse príncipe de este mundo. Lo principal aquí era el bienestar del pueblo de Dios en pugna con sus vecinos paganos. Puesto que se declara que Miguel es el "príncipe [Ñar] que está de parte de los hijos de tu pueblo" (cap. 12:1), no parecería irrazonable que el "príncipe del reino de Persia" fuera un falso "ángel guardián" de ese país; uno de los que pertenecen a las huestes del adversario. Es claro que el conflicto era en contra de las potestades de las tinieblas: "Durante tres semanas Gabriel luchó con las potestades de las tinieblas, procurando contrarrestar las influencias que obraban sobre el ánimo de Ciro... Todo lo que podía hacer el cielo en favor del pueblo de Dios fue hecho. Se obtuvo finalmente la victoria; las fuerzas del enemigo fueron mantenidas en jaque mientras gobernaron Ciro y su hijo Cambises" (PR 418-419).

Por otra parte, Ñar puede usarse en el sentido usual de "gobernador", y en ese sentido se referiría a Ciro, rey de Persia. Si se entiende el pasaje de esa manera, vemos a los ángeles del cielo luchando con el rey para que pudiera dar un veredicto favorable a los judíos.

Se me opuso. El profeta nos da una vislumbre de la tremenda lucha entablada entre las fuerzas del bien y las del mal. Podría hacerse esta pregunta: ¿por qué permitió Dios que los poderes del mal luchasen para dominar la mente de Ciro durante 21 días mientras Daniel seguía afligido y suplicaba? Esta pregunta debe contestarse teniendo en cuenta la verdad de que estos acontecimientos deben entenderse a la luz de "un propósito todavía más amplio y profundo" del plan de redención, que era "vindicar el carácter de Dios ante el universo... Ante todo el universo [la muerte de Cristo] justificaría a Dios y a su Hijo en su trato con la rebelión de Satanás" (PP 55; cf. DTG 578-579). "Sin embargo, Satanás no fue destruido entonces [en ocasión de la muerte de Jesús]. Los ángeles no comprendieron ni aun entonces todo lo que entrañaba la gran controversia. Los principios que estaban en juego habían de ser revelados en mayor plenitud" (DTG 709). Ver com. cap. 4: 17.

A fin de refutar la pretensión de Satanás de que Dios es un tirano, el Padre celestial vio conveniente retener su mano y dejar que el adversario tuviera una oportunidad para demostrar sus métodos y tratar de ganar a los hombres para su propia causa. Dios no fuera la voluntad de los hombres. Concede a Satanás cierto grado de libertad, mientras que Dios por medio de su Espíritu y de sus ángeles insta a los hombres a que resistan el mal y sigan el bien.

Así Dios demuestra al expectante universo que él es un Dios de amor y no el tirano que Satanás afirma que es. Por esa razón la oración de Daniel no fue contestada inmediatamente. La respuesta se demoró hasta que el rey de Persia por su propia voluntad hizo su elección a favor del bien y en contra del mal.

Aquí se revela la verdadera filosofía de la historia. Dios ha fijado la meta final, que seguramente ha de alcanzarse. Mediante su Espíritu obra sobre los corazones de los hombres para que cooperen con él a fin de alcanzar esa meta. Pero la decisión sobre cuál camino ha de elegir es algo que está enteramente en manos de cada individuo. Así los acontecimientos de la historia son el resultado de la acción de seres sobrenaturales y del libre albedrío humano. Pero el desenlace final es de Dios. En este capítulo, quizá como en ninguna otra parte de las Escrituras, se descorre el velo que separa al cielo de la tierra, y se revela la lucha entre los poderes de la luz y de las tinieblas.

Miguel. Heb. Mika'el, literalmente "¿quién como Dios?" Aquí se lo describe como "uno de los principales príncipes [Heb. Ñarim]". Posteriormente se lo describe como el protector especial de Israel (cap. 12: 1). No se declara exactamente su identidad aquí, pero una comparación con otros pasajes lo identifica como Cristo. En Jud. 9 se lo llama "el arcángel". Según 1 Tes. 4: 16, se relaciona la "voz de arcángel" con la resurrección de los santos en ocasión de la venida de Jesucristo declaró que los muertos saldrán de sus tumbas cuando oigan la voz del Hijo del Hombre (Juan 5: 28) eso parece claro que Miguel no es otro sino el mismo Señor Jesús (PE 164; cf. DTG 388- 390).

El nombre Miguel sólo aparece en la Biblia en pasajes apocalípticos (Dan. 10: 13, 21; 12: 1; Jud. 9; Apoc. 12: 7), en casos cuando Cristo está en conflicto directo con Satanás. El nombre hebreo, que significa "¿quién como Dios?', es a la vez una interrogación y un desafío. En vista de que la rebelión de Satanás es esencialmente un intento de usurpar el trono de Dios y ser "semejante al Altísimo' (Isa. 14: 14), el nombre Miguel es sumamente apropiado para aquel que ha emprendido la tarea de vindicar el carácter de Dios y refutar las pretensiones de Satanás.

Quedé allí. La LXX, como también la versión de Teodoción, dice: "y a él allí dejé". Tal traducción ha sido adoptada por varias versiones modernas (Goodspeed, Moffat, RSV. "Le he dejado allí", BJ. En esta versión se añade en nota de pie de página: "Le he dejado" griego;"He sido dejado" hebr. forma insólita'). Indudablemente esto se debe a que no parecía clara la razón por la cual el ángel dijera que él fue dejado con los reyes de Persia cuando Miguel vino para ayudarle. Compárese esta traducción con la declaración: "Pero Miguel vino en su ayuda, y entonces permaneció con los reyes de Persia" (EGW, Material Suplementario, com. Dan. 10: 12-13).

Algunos creen ver otro significado posible en el texto hebreo tal cual está. la lucha que aquí se describe era esencialmente entre los ángeles de Dios y "las potestades de las tinieblas, que buscaban contrarrestar las influencias que obraban sobre el ánimo de Ciro" (PR 418-419).  Cuando entró en la lucha Miguel, el Hijo de Dios, los poderes del cielo ganaron la victoria y el maligno se vio obligado a retirarse. La palabra que se traduce "quedé" se usa en otros pasajes con el sentido de "permanecer" cuando otros se han ido o han sido alejados. Así se usa este verbo respecto a Jacob cuando quedó atrás en el arroyo de Jaboc (Gén. 32: 24), y respecto a los paganos a quienes Israel permitió que quedaran en la tierra (1 Rey. 9: 20-21). Es también la palabra que usó Elías para referirse a sí mismo cuando creía que todos los demás habían abandonado el culto del verdadero Dios: "Y sólo yo he quedado" (1Rey. 19: 10,14). En la forma en que el ángel usa esta palabra podría significar que con la llegada de Miguel, el ángel malo se vio obligado a retirarse y el ángel de Dios quedó allí con los reyes de Persia". "La victoria fue obtenida finalmente; las fuerzas del enemigo fueron mantenidas en jaque" (PR 419). Dos traducciones que han sugerido este mismo pensamiento son la de Lutero: "Allí gané yo la victoria con los reyes de Persia", y la de Knox, "allí, en la corte de Persia, quedé dueño del campo".

Reyes de Persia. Dos manuscritos hebreos rezan, "reinos de Persia". Las versiones antiguas dicen, "rey de Persia".

14. En los postreros días. Heb. be'ajarith hayyamim, "en la última parte [o fin] de los días". Es una expresión frecuentemente usada en la profecía bíblica, que indica la parte final de cualquier período de la historia al que se refiere el profeta. Jacob usó la expresión. "postreros días" al referirse a la suerte final de cada una de las doce tribus en la tierra de Canaán (Gén. 49: 1, RVA); Balaam aplicó este término al primer advenimiento de Cristo (Núm. 24: 14); Moisés lo usó en un sentido general respecto al futuro distante, cuando Israel habría de sufrir tribulaciones (Deut. 4: 30). La expresión puede referirse, y lo hace a menudo, a los acontecimientos finales de la historia. Ver com. Isa. 2: 2.

Para esos días. Aquí la palabra "días" parece tener el mismo significado que en la cláusula anterior. El ángel vino a decirle a Daniel lo que habría de acontecer a los santos a través de los siglos hasta la segunda venida de Cristo. El énfasis de la última cláusula de este versículo no es tanto sobre la longitud del tiempo en perspectiva, sino sobre el hecho de que el Señor tiene todavía más verdades que mostrarle a Daniel mediante una visión. Traducido literalmente, este versículo reza: "Y he venido para hacerte entender lo que ha de ocurrir a tu pueblo en la última parte de los días, porque todavía hay visión para los días".

16. Con semejanza. Gabriel veló su resplandor y apareció en forma humana (SL 52).

La visión. Algunos comentadores piensan que Daniel hace referencia aquí a la visión de los cap. 8 y 9; otros creen que era la revelación de ese momento lo que le afligía tanto. 

En vista de que la palabra "visión" en los vers. 1 y 14 parece aplicarse a la revelación de los cap. 10-12, y siendo que también la declaración de Daniel aquí en el cap. 10: 16 es una continuación lógica de su reacción (vers. 15) ante la declaración del ángel en cuanto a "la visión" (vers. 14), parece razonable deducir que el profeta habla aquí de la visión de la gloria divina de que es testigo.

19. Muy amado. Ver com. vers. 11.

20. Contra el príncipe. "Con el Príncipe"(BJ). Puede entenderse que el ángel habría de luchar al lado del príncipe de Persia, o que habría de pelear contra él. Las versiones griegas son también ambiguas. La preposición metá, "con" que se usa en griego, puede implicar una alianza, como en 1 Juan 1: 3, u hostilidad, como en Apoc. 2: 16. Sin embargo, el hebreo de este pasaje parece dar una clara indicación de su significado. El verbo lajam, "pelear", se usa 28 veces en el AT, seguido como aquí por la preposición ´im," con". En estos casos el contexto indica claramente que la palabra ha de entenderse con el sentido de "contra" (ver Deut. 20: 4; 2 Rey. 13: 12; Jer. 41: 12; Dan. 11: 11). Parecería pues seguro que el ángel habla aquí de un conflicto posterior entre él y el "príncipe de Persia". En Esd. 4: 4-24 se nos indica que esta lucha continuó mucho después del tiempo de la visión de Daniel. "Las fuerzas del enemigo fueron mantenidas en jaque mientras gobernaron Ciro y su hijo Cambises, quien reinó durante unos siete años y medio" (PR 419).

Príncipe de Grecia. La palabra hebrea que aquí se traduce "príncipe" es Ñar, la misma que se usa anteriormente (ver com. vers. 13). El ángel le había dicho a Daniel que iba a volver para continuar la lucha contra las potestades de las tinieblas que contendían para dominar la mente del rey de Persia. Entonces miró más lejos hacia el futuro e indicó que cuando finalmente pudiera retirarse de la lucha, ocurriría una revolución en los asuntos del mundo. Mientras el ángel de Dios contuvo las fuerzas impías que procuraban dominar al gobierno persa, ese imperio se mantuvo. Pero cuando la influencia divina se retiró y el dominio de los dirigentes de la nación quedó completamente en manos de las potestades de las tinieblas, pronto vino la ruina del imperio. Guiados por Alejandro, los ejércitos de Grecia arrasaron el mundo y extinguieron rápidamente el Imperio Persa.

La verdad presentada por el ángel en este versículo aclara la revelación que sigue. La profecía que se da a continuación-que registra una guerra tras otra- cobra mayor significado cuando se la entiende a la luz de lo que el ángel acaba de decir. Mientras los hombres luchan entre sí por el poder terrenal, detrás del escenario, y sin que los ojos humanos la vean, se lleva a cabo una lucha aun mayor, de la cual el flujo y reflujo de los acontecimientos terrenales es tan sólo un reflejo (Ed 169). Así como se muestra que el pueblo de Dios es preservado a través de su agitada historia - registrada proféticamente por Daniel-, así también es seguro que en esa contienda mayor las legiones de la luz obtendrán la victoria sobre las potestades de las tinieblas.

21. Escrito. Heb. rasham, "inscribir", "anotar".

Libro. Heb. kethab, literalmente "una escritura", del verbo kathab, "escribir". Los eternos planes y propósitos de Dios se presentan aquí como que estuvieran registrados. Comparar con Sal 139: 16, Hech. 17: 26, ver com. Dan. 4: 17.

Ninguno me ayuda. Esta frase podría traducirse también, "no hay ninguno que se esfuerce".  Esto no puede interpretarse como si significara que todos se despreocupaban de la lucha salvo los dos seres celestiales mencionados aquí.  "Todo el cielo estaba interesado en la controversia" (PR 418).  Probablemente el significado de este pasaje es que Cristo y Gabriel se ocuparon de esta tarea especial de contender contra las huestes de Satanás que trataban de obtener el dominio de los imperios de esta tierra.

Vuestro príncipe. El hecho de que se hable específicamente de Miguel como de "vuestro príncipe", lo pone a él en marcado contraste con el "príncipe de Persia" (vers. 13, 20) y el "príncipe de Grecia"(vers. 20).  Miguel era el paladín del lado de Dios en el gran conflicto. 

11:1. Yo mismo. Este versículo es una continuación de la declaración del ángel del cap. 10: 21. Es una lástima que los capítulos se hayan dividido así en este lugar.  Da la falsa impresión de que aquí comienza una nueva parte del libro, cuando se trata claramente de una narración continuada.  Gabriel informa a Daniel que Darío de Media había sido honrado por el cielo (PR 408).  La visión fue dada en el tercer año de Ciro (cap. 10: 1). El ángel le cuenta a Daniel un acontecimiento ocurrido en el primer año de Darío.  En ese año, Darío de Media había sido honrado por el cielo con una visita del ángel Gabriel "para animarlo y fortalecerle" (PR 408). (4CBA) Ministerio Hno. Pio


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