sábado, febrero 13, 2021

REFLEXIÓN 570. EL LIBRO DEL PROFETA DANIEL (I. SECCIÓN HISTÓRICA) EL BANQUETE DE BELSASAR Y LA PÉRDIDA DE LA MONARQUÍA (DANIEL 5).

Debido a la insensatez y debilidad de Belsasar, nieto de Nabucodonosor, la orgullosa Babilonia iba a caer pronto. ADMITIDO en su juventud a compartir la autoridad real, Belsasar se gloriaba en su poder, y ensalzó su corazón contra el Dios del cielo. MUCHAS habían sido sus oportunidades para conocer la voluntad divina, y para comprender que era su responsabilidad prestarle obediencia. SABÍA que, por decreto divino, su abuelo había sido desterrado de la sociedad de los hombres; 

Y SABÍA también de su conversión y curación milagrosa. PERO Belsasar DEJÓ que el amor por los placeres y la glorificación propia borrasen las lecciones que nunca debiera haber olvidado. MALGASTÓ las oportunidades que se le habían concedido misericordiosamente, Y NO APROVECHÓ los medios que tenía a su alcance para conocer mejor la verdad. Lo que Nabucodonosor había adquirido finalmente a costo de indecibles sufrimientos y humillaciones, Belsasar lo pasaba por alto con indiferencia.

NO TARDARON en ocurrir reveses. Babilonia fue sitiada por Ciro, sobrino de Darío el Medo y general de los ejércitos combinados de los medos y persas. Pero dentro de la fortaleza al 385 parecer inexpugnable, con sus macizas murallas y sus puertas de bronce, protegida por el río Éufrates, y abastecida con abundantes provisiones, el voluptuoso monarca se sentía seguro y dedicaba su tiempo a la alegría y las orgías.

EN SU ORGULLO Y ARROGANCIA, con temerario sentimiento de seguridad, "Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino." Todos los atractivos ofrecidos por la riqueza y el poder aumentaban el esplendor de la escena. Entre los huéspedes que asistían al banquete real había hermosas mujeres que desplegaban sus encantos. Había hombres de genio y educación. Los príncipes y los estadistas bebían vino como agua, y bajo su influencia enloquecedora se entregaban a la orgía… (Historia de los Profetas y Reyes de EGW)

El Alcohol trae consecuencias que culminan con la gracia divina sobre el rey Belsasar y su imperio. Porque usó los vasos sagrados del templo de Dios, que su abuelo Nabucodonosor había traído de Jerusalén. Consecuentemente se hace presente la mano que escribe la sentencia final….

Pero veamos y leamos en más detalle el capítulo en cuestión.

Daniel 5. Es el último día del imperio babilónico. Y El rey Belsasar profana los vasos del templo, haciendo Fiesta a sus príncipes… (1-4). La misteriosa escritura en la pared, desconocida para los magos, preocupa al rey. (5-9). A pedido de la reina, traen a Daniel. Éste reprueba al rey por su orgullo y su idolatría, y lee e interpreta la escritura. (10-28). Daniel recibe honores, cae Babilonia. Los medos se apoderan del imperio babilónico. (29-31).

1 EL REY Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino. 2 Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas. 3 Entonces fueron traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas. 4 Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.

5 En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía. 6 Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos y sus rodillas daban la una contra la otra. 7 El rey gritó en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos y adivinos; y dijo el rey a los sabios de Babilonia: Cualquiera que lea esta escritura y me muestre su interpretación, será vestido de púrpura, y un collar de oro llevará en su cuello, y será el tercer señor en el reino. 8 Entonces fueron introducidos todos los sabios del rey, pero no pudieron leer la escritura ni mostrar al rey su interpretación. 9 Entonces el rey Belsasar se turbó sobremanera, y palideció, y sus príncipes estaban perplejos.

10 La reina, por las palabras del rey y de sus príncipes, entró a la sala del banquete, y dijo: Rey, vive para siempre; no te turben tus pensamientos, ni palidezca tu rostro. 11 En tu reino hay un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos, y en los días de tu padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como sabiduría de los dioses; al que el rey Nabucodonosor tu padre, oh rey, constituyó jefe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos, 12 por cuanto fue hallado en él mayor espíritu y ciencia y entendimiento, para interpretar sueños y descifrar enigmas y resolver dudas; esto es, en Daniel, al cual el rey puso por nombre Beltsasar. Llámese, pues, ahora a Daniel, y él te dará la interpretación. 

13 Entonces Daniel fue traído delante del rey.  Y dijo el rey a Daniel: ¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea? 14 Yo he oído de ti que el espíritu de los dioses santos está en ti, y que en ti se halló luz, entendimiento y mayor sabiduría. 15 Y ahora fueron traídos delante de mí sabios y astrólogos para que leyesen esta escritura y me diesen su interpretación; pero no han podido mostrarme la interpretación del asunto.

16 Yo, pues, he oído de ti que puedes dar interpretación y resolver dificultades.  Si ahora puedes leer esta escritura y darme su interpretación, serás vestido de púrpura y un collar de oro llevarás en tu cuello, y serás el tercer señor en el reino. 17 Entonces Daniel respondió y dijo delante del rey: Tus dones sean para ti, y da tus recompensas a otros.  Leeré la escritura al rey, y le daré la interpretación.

18 El Altísimo Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor tu padre el reino y la grandeza, la gloria y la majestad. 19 Y por la grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban y temían delante de él.  A quien quería mataba, y a quien quería daba vida; engrandecía a quien quería, y a quien quería humillaba.  20 Mas cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino, y despojado de su gloria. 21 Y fue echado de entre los hijos de los hombres, y su mente se hizo semejante a la de las bestias, y con los asnos monteses fue su morada.  Hierba le hicieron comer como a buey, y su cuerpo fue mojado con el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Altísimo Dios tiene dominio sobre el reino de los hombres, y que pone sobre él al que le place.

22 Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto; 23 sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste24 Entonces de su presencia fue enviada la mano que trazó esta escritura.

25 Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN. 26 Esta es la interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. 27 TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. 28 PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas. 

29 Entonces mandó Belsasar vestir a Daniel de púrpura, y poner en su cuello un collar de oro, y proclamar que él era el tercer señor del reino. 30 La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos. 31 Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años. (Daniel 5).

1. Belsasar. El nombre babilónico Bel-sharutsur significa "Bel, ¡protege al rey!" Belsasar fue el primogénito de Nabonido, último rey del Imperio Neobabilónico. Ver Nota Adicional al final de este capítulo.

El rey. Cuando Nabonido estaba en el Líbano convaleciendo de una enfermedad, poco antes de iniciar una campaña en contra de Tema en el occidente de Arabia, llamó a su hijo mayor (Belsasar) y "le confió el reino" (ver Nota Adicional al final de este capítulo).  Esto sucedía en el "tercer año". Si esto ocurrió en el tercer año del reinado, fue en el invierno (enero-marzo) del año 553/ 552 a. C. Algunos eruditos piensan que ese "tercer año" fue el tercero después de la terminación de un templo en Harán.  Si así fuera, la designación de Belsasar como corregente ocurrió dos o tres años más tarde de la fecha indicada, pero algún tiempo antes del 7.º año del reinado de Nabonido, año en que éste estaba en Tema. Desde ese tiempo en adelante Belsasar controló los asuntos de Babilonia como corregente con su padre, mientras Nabonido residió en Tema durante muchos años. Según la "Narración en Verso de Nabonido", Belsasar tenía el "reinado". Por lo tanto, Daniel no se equivocaba al llamar "rey" a Belsasar, aunque los críticos de antaño declararon que Daniel se equivocó en este punto.

Un gran banquete. Por el contenido de los vers. 28 y 30 se puede deducir que la fiesta se realizó durante la noche en que Babilonia cayó ante los ejércitos de Ciro. Jenofonte preservó la tradición de que cuando cayó Babilonia, "había acontecido cierta fiesta en Babilonia, durante la cual toda Babilonia solía beber y hacer algazara toda la noche" (Ciropedia vii. 5. 15). Es inexplicable que Belsasar hubiera hecho una fiesta inmediatamente después de la caída de Sippar, y sólo pocos días después de la batalla que perdió en Opis (ver t. III, p. 51). Es evidente que se sentía completamente seguro en su capital, protegido por fuertes muros y un sistema de canales que, en caso de peligro, le permitía anegar la región circundante para dificultar al invasor el acceso a la ciudad (PR 384-385).

Es un hecho bien conocido que era común que los antiguos monarcas celebraran fiestas para sus cortesanos.  Una estela descubierta en Nimrud, la antigua Calah, menciona que el rey Asurnasirpal II hizo una gran fiesta para la inauguración de un nuevo palacio. Se declara que dio alimento, vino y alojamiento a 69.574 personas durante 10 días. 

El historiador griego Ctesias dice que los reyes persas alimentaban a 15.000 personas cada día y que Alejandro Magno tuvo 10.000 invitados en su fiesta de bodas. Se describe una fiesta similar en Est. 1: 3-12.

En presencia de los mil. El énfasis que se da al hecho de que Belsasar bebió delante de sus invitados, parece indicar que en la corte babilónico existía la misma costumbre que en la corte persa, donde el rey generalmente comía en un salón aparte, y sólo en ocasiones excepcionales con sus invitados. El festín de Belsasar parece que fue dado en una de estas oportunidades. Ver p. 825 donde se describe el salón en que probablemente se llevó a cabo la fiesta.

2. Con el gusto del vino. Algunos entienden que estas palabras implican que Belsasar estaba ebrio cuando dio la orden de traer los vasos sagrados de Jerusalén. Otros explican que la frase significa que se dio la orden después de la comida, en el momento cuando empezaba a circular el vino. Recurren a declaraciones clásicas griegas que afirman que los persas tenían la costumbre de tomar vino después de la comida. Sin embargo, no era común profanar objetos sagrados de otras religiones. Por lo tanto, no parecería natural que Belsasar diese esa orden mientras gozaba del completo uso de su razón (PR 384385).

Vasos. Los vasos del templo habían sido sacados de Jerusalén en tres ocasiones: (1) Una parte de ellos cuando Nabucodonosor llevó cautivos de Jerusalén en 605 a. C. (Dan. 1: 1-2); (2) la mayor parte de los vasos restantes de metal precioso cuando el rey Joaquín fue llevado cautivo en 597 a. C. (2 Rey. 24: 12-13); y (3) el resto de los objetos de metal, mayormente de bronce, cuando el templo fue destruido en 586 a. C. (2 Rey. 25: 13-17). 

Su padre. Posiblemente Belsasar era nieto del gran rey (PR 384; ver p. 833). La palabra "padre" debe interpretarse como "abuelo" o "antepasado", como en muchos otros pasajes de la Biblia (ver com. 1 Crón. 2:7). Ver la Nota Adicional al final de este capítulo referente a la ascendencia de Belsasar desde Nabucodonosor. Por sí sola, la expresión "su padre" podría también entenderse en el sentido de "su predecesor". 

Un ejemplo de tal uso se encuentra en una inscripción asiria que llama al rey israelita Jehú, "un hijo de Omri", aunque no eran consanguíneos.  En realidad, Jehú fue el exterminador de toda la casa de Omri (2 Rey. 9: 10).

Sus mujeres y sus concubinas. Las dos palabras arameas que se traducen por "mujeres" y "concubinas" son sinónimos, y ambas significan "concubinas". Una palabra puede haber representado a una clase superior a la otra. Se ha sugerido que una categoría de concubinas podría haber estado formada por mujeres de hogares respetables, o aun de la nobleza, y la otra, por mujeres compradas por dinero o capturadas en las guerras. Aunque las mujeres participaron del banquete, como podemos apreciar por este pasaje, parecería que la "reina" no se encontraba entre los bebedores desenfrenados. Se describe su entrada en la sala de banquete después de que apareciera la escritura en la pared (vers. 10). La LXX no hace referencia a la participación de mujeres en el sacrílego festín. Algunos piensan que esto se debe a que, según la costumbre de los griegos, las esposas no tomaban parte en tales fiestas.

4. Alabaron a los dioses. Los cantos de los paganos ebrios se elevaron en honor de sus dioses babilonios, cuyas imágenes adornaban los diversos templos de la ciudad.

5. Sobre lo encalado. Si la gran sala del trono desenterrada por Koldewey en el Palacio del Sur de la Babilonia de Nabucodonosor (ver p. 825) fue el escenario de esta Fiesta, no es difícil tener una vívida imagen de lo ocurrido en ese momento fatal que se describe aquí. La sala tenía 52 m de largo y 17 de ancho. En el centro de uno de los lados largos, frente a la entrada, había una concavidad, donde puede haber estado el trono. Las paredes estaban revocadas de blanco con yeso fino.  Podemos imaginar que el candelero o portalámparas estaba cerca del trono del rey. En ese tiempo se usaban candeleros con numerosas lámparas de aceite. Frente al candelero, al otro lado del salón, apareció la mano misteriosa que escribió sobre el yeso de modo que Belsasar pudiera ver lo que allí se estampaba. No se explica si la escritura tomó la forma de letras pintadas o si se grabaron en el yeso.

La mano. El arameo no dice exactamente cuánto se vio de la mano. La palabra aramea pas, traducida tradicionalmente como "palma", podría interpretarse también como "dorso de la mano" o la mano hasta la muñeca, en contraste con el antebrazo.

6. Se debilitaron. Compárese con Isa. 21:3. El terror fue realzado por una conciencia acusadora, que se despertó y lleno al rey de oscuros presentimientos. La lobreguez de sus pensamientos debe haberse acrecentado al darse cuenta del peligro mortal al cual había sido arrojado el imperio por errores políticos del pasado, por su propia conducta inmoral, por la reciente y desastrosa derrota de su ejército y por los actos sacrílegos que realizaba. No es de extrañarse que sus pensamientos lo turbaran.

7. Magos. Ver com. cap. 1: 20. Caldeos. Ver com. cap. 1: 4. Adivinos. Ver com. p. 2: 27.

Púrpura. Arameo 'argewan, "púrpura". Antiguamente la púrpura real era de un color morado oscuro, más parecido al carmesí. Se sabe por pruebas documentales del tiempo de los persas (Est. 8: 15; Jenofonte Anábasis i. 5. 8), de los medos Jenofonte Ciropedia i. 3.2; ii. 4. 6), y de los tiempos posteriores que la púrpura era el color que usaban los reyes en la antigüedad. Daniel da testimonio de esta costumbre en el período neobabilónico, que precedió al período persa.

Collar de oro. La costumbre de honrar a los favoritos entre los servidores públicos de la corona mediante el obsequio de cadenas de oro, condecoraciones y collares existía en Egipto muchos siglos antes (ver com. Gén. 41: 42). Era una costumbre común en las naciones antiguas.

El tercer. Antes de que se entendiera plenamente el lugar que ocupaba Belsasar en el reino y su relación con Nabonido (ver Nota Adicional al final de este capítulo), los comentadores sólo podían hacer conjeturas en cuanto a la identidad del segundo gobernante del reino. La existencia de tal gobernante estaba implícita en la promesa de que el que descifrara la escritura misteriosa en la pared sería "el tercer señor en el reino". Se han sugerido varias posibilidades referentes al segundo gobernante: la reina madre, la esposa de Belsasar o algún hijo. Lógicamente se pensaba que Belsasar era el primero en el reino. Ahora que se sabe que Belsasar sólo era corregente con su padre y por consiguiente segundo en el reino, resulta claro por qué no podía dar ningún puesto en el reino más encumbrado que el "tercero".

8. Entonces fueron introducidos todos. Algunos han visto una contradicción entre esta declaración y el versículo anterior que registra palabras del rey dirigidas a los sabios. La explicación más natural es que las palabras del rey registradas en el vers. 7 estaban dirigidas a los sabios presentes en el banquete cuando apareció la escritura en la pared. El vers. 8 se referiría entonces a "todos los sabios del rey", incluso aquellos que entraron en la sala del banquete en respuesta a la orden de Belsasar.

No pudieron leer. No se da la razón, y cualquier explicación que podría ofrecerse sólo sería una conjetura. Las palabras evidentemente estaban en arameo (ver com. vers. 26-28). Pero las palabras eran tan pocas y tan misteriosas que aun el conocimiento de su significado aislado no revelaba el mensaje oculto en ellas. No se dice si el rey mismo no podía leer por haber tomado demasiado vino, o si las letras mismas no podían distinguirse por su deslumbrante brillo (ver EGW, Material Suplementario, vers. 5-9), o si la escritura era singular y sólo descifrable por inspiración divina. No parece admisible la conjetura de que los caracteres estaban en hebreo antiguo y por consiguiente eran ilegibles para los babilonios. Sería muy poco probable que los sabios de Babilonia no conociesen esos antiguos caracteres semíticos, que habían sido usados no sólo por los hebreos, sino también por los fenicios y otros pueblos de Asia occidental.

10. La reina. Desde el tiempo de Josefo (Antigüedades x. 11. 2) los comentadores han supuesto que esta "reina" era la madre o abuela del rey (PR 387). Según la costumbre del antiguo Cercano Oriente, nadie sino la madre del monarca reinante se hubiera atrevido a presentarse ante el rey sin ser llamado. Aun la esposa de un rey ponía su vida en peligro al hacerlo (Est. 4: 11, 16). Cartas cuneiformes babilónicas escritas por algunos reyes a sus madres muestran un tono respetuoso muy notable y claramente revelan el excelso puesto que ocupaban las madres reales. Esta elevada Jerarquía de una reina madre también puede inferirse porque cuando la madre de Nabonido, la abuela de Belsasar, murió en 547 a. C. en Dur Karashu sobre el Eufrates, aguas arriba de Sipar, hubo un prolongado duelo oficial en la corte. El hecho de que hubiera muerto antes de los acontecimientos descritos en este capítulo, no era conocido por los comentadores que identificaban a "la reina' con la abuela de Belsasar.

Rey, vive para siempre. Con relación a este saludo común, ver com. cap. 2: 4.

11. Hay un hombre. No debe considerarse extraño que Daniel no estuviese entre el grupo de los sabios convocados por el rey. Su período de servicio público sin duda había terminado algún tiempo antes, quizá con la muerte de Nabucodonosor, o aún antes (ver p. 774). Sin embargo, era bien conocido por los representantes de una generación anterior a la cual pertenecía la madre del rey. Ver las razones posibles de su retiro en el com. vers. 13.

El espíritu de los dioses santos. Compárese con la declaración de Nabucodonosor (cap. 4: 8-9). La similitud abona la probabilidad -sugerida también por otra prueba-, de que la reina se había relacionado con Nabucodonosor; según algunos era su hija (ver p. 833). La información que ella da en cuanto al servicio distinguido que había prestado Daniel en el pasado y el elevado cargo que ocupaba el profeta en los días de Nabucodonosor, sin duda era una novedad para Belsasar. Esto sugiere que Daniel no había ocupado ningún puesto durante algún tiempo antes del acontecimiento relatado aquí. Por esa razón es probable que pocos hombres conocieran bien a Daniel, tal vez ninguno del séquito del rey, que estaba formado por los contemporáneos del monarca.

Nabucodonosor, tu padre. Ver com. vers. 2.

Magos. Ver com. cap. 1: 20; cf. cap. 2: 2, 27.

12. Dudas. Arameo qetar, "nudo". La palabra se usó más tarde como un término mágico en Siria y Arabia. Aquí el significado parece ser "tareas difíciles", o "dificultades" (BJ).

13. ¿Eres tú aquel Daniel? Esta frase puede traducirse como aseveración: "Tú eres aquel Daniel" (RSV). Si ésta fuera la traducción correcta, el saludo sugeriría que Belsasar conocía el origen de Daniel, pero no había tenido trato oficial con él. Por lo menos resulta claro que Daniel ya no era el que presidía a los sabios en la corte del rey (cap. 2: 48-49).

Parecería que con la muerte de Nabucodonosor, la política que Daniel había defendido había sido repudiada en la corte de Babilonia, y por eso fue retirado del servicio público. Es evidente que Belsasar y sus predecesores sabían del trato de Dios con Nabucodonosor (cap. 5: 22), pero deliberadamente, y a diferencia de Nabucodonosor, no reconocían al verdadero Dios ni cooperaban con su voluntad (cap. 4: 28-37; 5: 23). El hecho de que Daniel posteriormente entrara al servicio de Persia (cap. 6: 1-3) implica que su retiro durante los últimos años del imperio babilónico no se debía a mala salud ni a vejez. Su severo reproche a Belsasar (cap. 5: 22-23) es una prueba de la hostilidad del rey contra los principios y la política de gobierno que representaba Daniel.  Su desaprobación de la política oficial babilónico puede haber sido uno de los factores que indujo a los primeros gobernantes del Imperio Persa a favorecerlo.

14. El espíritu de los dioses. En contraste con las palabras de la reina (vers. 11) y las de Nabucodonosor (cap. 4: 8), Belsasar omite el adjetivo "santos" referido a los "dioses".

17. Para ti. Algunos han pensado que como vidente divinamente iluminado, Daniel rechazó la distinción y el lugar de honor que se le había prometido al intérprete, para evitar toda apariencia de interés personal en presencia de un rey tal. Esto podría ser cierto. Es también posible que Daniel, sabiendo que el reinado de Belsasar estaba por terminar, no tuviera interés en recibir favores del hombre que esa misma noche, de hecho y de palabra, había blasfemado al Dios del cielo y de la tierra. Daniel no se oponía en principio a aceptar un alto cargo de gobierno, ni aun ahora en su vejez, como lo demuestra el hecho de que poco tiempo más tarde nuevamente ocupa un elevado puesto (cap. 6: 2). Sin duda aceptó ese cargo porque sentía que podría ejercer una sana influencia sobre el rey y podía ser un instrumento en las manos de Dios para conseguir la liberación de su pueblo en el exilio. Pero quizá Daniel pensó que el aceptar honores o dignidades de mano de Belsasar no sólo sería inútil sino que podría ser aun perjudicial y peligroso.

18. Nabucodonosor. Antes de que Daniel leyera o interpretara la escritura, recordó al rey lo que Nabucodonosor había experimentado porque rehusó cumplir el destino divino para él y su nación. Además, Nabucodonosor había sido más poderoso y más prudente que el desdichado Belsasar. El profeta le mostró al rey cómo él, "hijo" de Nabucodonosor, había actuado impíamente para con Dios, el Señor de su vida, y no había aprendido nada de lo que le sucedió a su "padre".

24. Entonces. Es una referencia al momento reciente de embriaguez y orgía, cuando Belsasar había alabado a sus dioses y había bebido en los vasos del templo de Jerusalén, consagrados a Jehová, según la descripción del vers. 23. 

La mano. Ver com. vers. 5. Esta escritura. La escritura era aún visible en la pared.

25. La escritura que trazó es. Daniel procedió a leer las palabras escritas en la pared, que evidentemente eran cuatro palabras arameas. Es inútil especular en cuanto a la naturaleza de esa escritura y su relación con cualquiera otra escritura conocida (ver com. vers. 8). Pero aún después de leídas las palabras, no podían ser comprendidas sin la ayuda divina. Toda una verdad estaba expresada en cada palabra clave; por eso era imprescindible una interpretación.

26. MENE. La palabra aramea mene* es participio pasivo del verbo "enumerar", o "contar", y si se la toma sola, significa simplemente "enumerado", o "contado". Por iluminación divina Daniel obtuvo de esta palabra la interpretación: "Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin".

27. TEKEL. Los eruditos judíos llamados masoretas, que agregaron los signos vocálicos a los manuscritos bíblicos (ver t. 1, pp. 38-39) entre los siglos VII y IX d. C., puntuaron la palabra aramea teqel como si fuera un sustantivo. Al igual que mene', (ver com. vers. 26), evidentemente debería haber sido puntuada como un participio pasivo (teqil). La forma teqel quizá fue escogida por los masoretas por su mayor similitud de sonido con mene'. Teqil viene del verbo "pesar". Daniel informó inmediatamente al rey cuán importante era que Dios lo hubiera pesado. Belsasar fue hallado falto en valor moral.

Hallado falto. Estas terribles palabras de condenación, dirigidas al disoluto rey de Babilonia, condenan a todos los que como Belsasar descuidan las oportunidades que Dios les da. En el juicio investigador que ahora se está llevando a cabo (ver com. cap. 7: 10) los hombres-en un sentido figurado-son pesados en la balanza celestial para ver si su carácter moral y estado espiritual corresponden con los beneficios y las bendiciones que Dios les ha otorgado. 

Las decisiones de ese tribunal son inapelables. En vista de la solemnidad de la hora, todos deben velar para que el momento decisivo que fija para siempre el destino de cada hombre no los halle sin prepararse, "faltos". Compárese con 2 Cor.5:10; Apoc. 22:11-12.

28. PERES. El vocablo peres puede ser considerado como sustantivo singular que significa "parte" o "porción". La diferencia de esta palabra con la que aparece en el vers. 25 (ufarsin), es que aquella aparece en plural y con la conjunción, pudiéndose traducir como "y partes". En el arameo le sigue una forma del verbo peris que significa "está dividido". Se observa una redundancia: "parte, está partido tu reino". No se habla de dos partes iguales, una para medos y otra para persas. El reino había de ser dividido en pedazos, destruido y disuelto. Esto lo realizarían los medos y los persas. Es interesante que la forma aramea peres contenga las consonantes de las palabras arameas (ver t. I, pp. 29-30) que se traducen como Persia y persas, quienes en ese momento estaban a las mismas puertas de Babilonia.

29. Entonces mandó Belsasar. El rey cumplió la promesa que había hecho a Daniel, aunque éste indicó claramente que no le interesaban los honores ofrecidos. Quizá Belsasar no pudo ser disuadido de su propósito debido a su embriaguez. Algunos han objetado que no fue posible exaltar a Daniel como el tercer gobernante porque Belsasar fue muerto esa misma noche (vers. 30). La objeción se basa en la suposición de que la proclama se hizo públicamente en las calles de la ciudad. Pero las palabras del rey no exigen esa suposición. La proclama puede haber sido hecha sólo ante los príncipes reunidos en el palacio. No pudo llegar a hacerse efectiva a causa de los acontecimientos siguientes.

30. La misma noche. Aunque no se menciona a Belsasar en los documentos cuneiformes que describen la caída de Babilonia, Jenofonte declara que "el rey impío" de Babilonia, cuyo nombre no se menciona en el relato, fue muerto cuando Gobrias, el comandante del ejército de Ciro, entró en el palacio (Ciropedia vii. 5: 30). Aunque debe reconocerse que el relato de Jenofonte no es históricamente fidedigno en todos sus detalles, muchas de sus declaraciones están basadas en hechos. Según los documentos cuneiformes, Nabonido estaba ausente de Babilonia cuando ésta cayó. Cuando Nabonido se rindió, Ciro lo envió a la distante Carmania.  Por lo tanto, el rey que fue asesinado durante la captura de Babilonia no pudo haber sido otro sino Belsasar.  Véase un resumen de la historia de Belsasar en la Nota Adicional al final de este capítulo.

31. Darío de Media. El gobernante que se menciona en este versículo y a través del capítulo 6 es todavía un personaje oscuro. La Nota Adicional al final del cap. 6 presenta un breve estudio de las diferentes identificaciones que proponen los comentadores, así como una posible solución de los distintos problemas históricos implicados.

La conjunción "y", con que comienza el versículo, muestra que el autor del libro relacionaba estrechamente la muerte de Belsasar, registrada en el versículo anterior, con la entronización de "Darío de Media".  En las ediciones impresas de la Biblia hebrea este versículo se toma como el primero del capítulo 6. Sin embargo, la mayoría de las versiones modernas, de acuerdo con la LXX, unen el vers. 31 con el cap. 5.

No hay diferencia entre la grafía del nombre del Darío mencionado aquí y la del "Darío [I] rey de Persia" de Esd. 4: 24 (ver los comentarios de este capítulo) y la grafía registrada en otras partes.  No existe diferencia en arameo, ni en hebreo como tampoco en castellano.*

Sesenta y dos años. Quizá la avanzada edad de Darío explica la brevedad de su reinado. El libro de Daniel menciona sólo el primer año del reinado de Darío (cap. 9: 1-2; 11: 1). La muerte del rey ocurrió "más o menos unos dos años después de la caída de Babilonia" (PR 408). (A pesar de la identidad del nombre, son dos personajes diferentes el " Darío de Media " (Dan. 5: 31) y el " Darío rey de Persia " (Esd. 4: 24; 6: 14)  4CBA

NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 5

Uno de los grandes enigmas que se han presentado a los comentadores de la Biblia a través de los siglos ha sido la identidad de Belsasar. Hasta 1861 no se había descubierto en los registros antiguos ninguna mención de tal rey.  El nombre de Belsasar sólo se conocía por el libro de Daniel y por obras que tomaron prestado el nombre de Daniel, como por ejemplo el libro apócrifo de Baruc y los escritos de Josefo.  Se trató muchas veces de armonizar la historia secular con los registros bíblicos. La dificultad se acentuaba porque varios documentos antiguos presentaban listas de los reyes de Babilonia hasta el fin de la historia de esa nación, y todas ellas mencionaban a Nabonido-escrito con diferentes grafías- como último rey antes de Ciro, que fue el primer rey de Persia. Puesto que Ciro conquistó a Babilonia y sucedió a su último rey babilonio, parecía no haber cabida para Belsasar en el linaje real. Por otra parte, el libro de Daniel pone los acontecimientos que precedieron inmediatamente a la caída de Babilonia durante el reinado de Belsasar, un "hijo" de Nabucodonosor (ver com. cap. 5: 2), el cual perdió la vida durante la noche cuando fue tomada Babilonia por los invasores medos y persas (cap. 5: 30).

De las numerosas interpretaciones que anteriormente se presentaban para explicar la aparente discrepancia entre los registros bíblicos y otras fuentes antiguas, enumeramos las siguientes (según Raymond P. Dougherty, Nabonidus and Belshazzar, pp. 13-14):

Belsasar fue (1) otro nombre del hijo de Nabucodonosor conocido como Evil-merodac, (2) un hermano de Evil-merodac, (3) un hijo de Evil-merodac, y por consiguiente nieto de Nabucodonosor, (4) otro nombre de Nergal-shar-usur, yerno de Nabucodonosor, (5) otro nombre de Labashi-Marduk, hijo de Nergal-shar-usur, (6) otro nombre de Nabonido, y (7) el hijo de Nabonido y de una hija de Nabucodonosor.

Según otra opinión, mantenida por la mayoría de los eruditos críticos antes del descubrimiento del nombre de Belsasar en documentos cuneiformes hacia fines del siglo XIX, el nombre Belsasar era una invención del autor del libro de Daniel, quien, según afirmaciones de esos críticos vivió en tiempos de los macabeos  en el siglo II a. c.

La lista de opiniones divergentes muestra la naturaleza y la magnitud del problema histórico que afrontaron los intérpretes del libro de Daniel, libro que pareciera tener más problemas que cualquier otro libro de igual extensión del AT. El hecho de que la identidad y el cargo de Belsasar hayan sido ahora completamente establecidos mediante documentos de la época, que confirman así el relato del cap. 5, es uno de los grandes triunfos de la arqueología bíblica del siglo pasado. La gran importancia que tiene esta realización merece un breve repaso del tema.

En 1861 H. F. Talbot publicó ciertos textos encontrados en el Templo de la Luna de Ur,en el Journal of the Royal Asiatic Society, t. 19, p. 195. Los textos contenían una oración de Nabonido pronunciada en favor de Bel-shar-utsur, su hijo mayor.  Varios escritores, entre ellos George Rawlinson, hermano del famoso descifrador de la escritura cuneiforme, identificaron a este Belshar-utsur con el Belsasar bíblico. Otros rechazaron esta identificación, entre ellos Talbot mismo, que en 1875 publicó una lista de sus argumentos a junto con una nueva traducción del texto que mencionaba a Belsasar (Records of the Past, t. V, pp. 143-148). Siete años más tarde (1882) Teófilo G. Pinches publicó un texto hallado el año anterior y que ahora se llama Crónica de Nabonido. Este texto describe la toma de Babilonia por Ciro y declara también que Nabonido permaneció en Tema durante varios años mientras su hijo estaba en Babilonia. Aunque en ese entonces Pinches no comprendió plenamente el texto e identificó erróneamente a Tema, que está en la Arabia occidental, hizo algunas deducciones acertadas en cuanto a Belsasar. Observó por ejemplo que Belsasar "parece haber sido comandante en jefe del ejército, probablemente tenía mayor influencia en el reino que su,padre, y por eso era considerado como rey" (Transactions of the Society of Bíblica Archaeology, 1882, t. Vll, p. 150).

En los años siguientes se encontraron textos que aclararon las diversas funciones de cargos importantes que desempeñó Belsasar hijo de Nabonido, antes y durante el reinado de su padre.  Sin embargo, ninguno de estos textos llamaba a Belsasar rey, como lo hacia la Biblia. A pesar de esto, algunos eruditos, basándose en la evidencia que iba acumulándose, sugirieron la opinión -que después resultó acertada- que los dos podrían haber sido corregentes. En 1916 Pinches publicó un texto en el cual Nabonido y Belsasar eran invocados juntos en un juramento.  Afirmó que textos como éste indicaban que Belsasar debió haber tenido una "posición real" aunque también afirmó que "nos queda aún por saber cuál fue el cargo exacto que tuvo Belsasar en Babilonia" (Proceedings of the Society of Bíblica Archaeology, t. 38 (9161), p. 30).

La confirmación de la conclusión de que hubo corregencia entre Nabonido y Belsasar se produjo finalmente en 1924, cuando Sidney Smith publicó el así llamado "Relato en verso de Nabonido" del Museo Británico, en el cual se hace la clara afirmación de que Nabonido "confió el reinado" a su hijo mayor (Babylonian Historical Text [Londres, 1924], p. 88; ver traducción de Oppenheim en Ancient Near Eastern Texts, Ed. por Pritchard [Princeton, 1950], p. 313). Este texto que eliminó toda duda de que Belsasar hubiera sido rey, resultó un duro golpe para los eruditos de las escuelas de la alta crítica que pretendían que Daniel había sido escrito en el siglo II a. C. Su dilema se refleja en las palabras de R. H. Pfeiffer de la Universidad de Harvard, quien dice: "Es de suponer que nunca sabremos cómo supo nuestro autor... que Belsasar, sólo mencionado en los registros babilónicos, en Daniel y en Baruc 1: 11, libro basado en Daniel, estaba actuando como rey cuando Ciro tomó Babilonia" (Introduction to the Old Testament [Nueva York, 1941], pp. 758-759).

El descubrimiento de tantos textos cuneiformes que proyectan luz sobre el reinado de Nabonido y Belsasar indujo a Raymond P. Dougherty de la Universidad de Yale a reunir todo el material original, tanto cuneiforme como clásico, en una monografía, que apareció en 1929 bajo el título Nabonidus and Belshazzar (New Haven, 1929, 216 páginas).

"Las inscripciones cuneiformes indican que Nabonido era hijo del príncipe de Harán, Nabu- balatsu-iqbi, y de la sacerdotisa del Templo de la Luna de Harán.  Después de que los medos y babilonios tomaron Harán en 610 a. C., quizá la madre de Nabonido fue tomada como una prisionera distinguida y llevada al harén de Nabucodonosor, de manera que Nabonido creció en la corte a la vista del gran rey. Muy probablemente fue él el "Labyneto" de Herodoto (i. 74), que sirvió de mediador entre los lidios y los persas en el año 585 a. C. Esto es evidente por las siguientes observaciones: Herodoto llama "Labyneto el babilonio" al rey de Babilonia que reinaba cuando cayó Sardis, en 546 (i. 77). Más tarde identifica con este mismo nombre al padre del gobernante de Babilonia en la época de su caída, en 539 a. C. (i. 188).  Sabemos que Nabonido era rey de Babilonia en 546 a. C. y que también era padre de Belsasar. El hecho de que en 585 a. C. se hubiera elegido a Nabonido como representante diplomático de Nabucodonosor era un alto honor que muestra que el joven debe haber sido un favorito del rey en ese tiempo. Es posible, como piensa Dougherty, que su esposa Nitocris, a quien Herodoto describe como una mujer sabia (i. 185-188), fuera hija de Nabucodonosor y de una princesa egipcia.

Sin embargo, las relaciones familiares entre Belsasar, el hijo de Nabonido, y Nabucodonosor no se han determinado definitivamente mediante los registros de esa época.

Por falta de información más completa es imposible actualmente determinar en forma precisa cómo se han de entender las repetidas afirmaciones del cap. 5, de que Nabucodonosor era padre de Belsasar. El uso bíblico permite que la palabra "padre" signifique también "abuelo" o "antepasado" (ver com. 1 Crón. 2: 7).  Se han presentado 3 interpretaciones: (1) Nabonido era yerno de Nabucodonosor, y Belsasar era nieto de Nabucodonosor por parte de su madre. (2) Nabonido era llamado hijo porque su madre pertenecía al harén de Nabucodonosor y él era por lo tanto su hijastro. (3) Belsasar sólo era hijo en el mismo sentido del caso análogo de Jehú, rey de Israel, a quien las inscripciones asirias de ese entonces llaman "hijo de Omri". Jehú no tenía parentesco de consanguinidad con la casa de Omri, sino que Jehú exterminó a la dinastía que Omri había fundado y fue el siguiente rey de Israel.

Los registros cuneiformes han proyectado abundante luz sobre Belsasar, su cargo y sus actividades durante los años en que fue corregente con su padre. Después de darle el reinado a Belsasar en 553/552 a. C. o poco después (ver com. cap. 5: 1-2), Nabonido dirigió una expedición exitosa contra Tema, en Arabia, y fijó allí su residencia por muchos años. Durante ese tiempo Belsasar se desempeñó como rey en Babilonia y comandante en jefe del ejército.  Aunque los documentos legales siguieron fechándose según los años del reinado de Nabonido, el hecho de que los nombres de padre e hijo se pronunciaran juntos en los juramentos, mientras que bajo los reinados de otros reyes sólo se usaba un nombre, muestra claramente el gobierno conjunto de Nabonido y Belsasar.

La información obtenida de fuentes extrabíblicas, que acabamos de presentar brevemente, ha vindicado en forma positiva la precisión histórica del cap. 5. Al concluir su monografía sobre Nabonido y Belsasar, Dougherty ha expresado con vigor esta convicción: "De todos los registros no babilónicos que tratan de la situación del Imperio Neobabilónico en sus postrimerías, el quinto capítulo de Daniel sigue en precisión a la literatura cuneiforme en lo que concierne a los acontecimientos resaltantes. El relato bíblico puede considerarse superior porque usa el nombre Belsasar, porque atribuye a Belsasar poder real y porque reconoce que existía un gobierno dual en el reino. Los documentos cuneiformes del siglo VI a. C. proporcionan una clara evidencia de la corrección de estos tres hechos históricos básicos contenidos en el relato bíblico que tratan de la caída de Babilonia. Los textos cuneiformes escritos bajo influencia persa en el siglo VI a. C. no han conservado el nombre de Belsasar, pero describen en forma convincente su papel de príncipe heredero, con poder regio durante la estada de Nabonido en Arabia. Dos famosos historiadores griegos de los siglos V y IV a. C. no mencionan a Belsasar por nombre, y sólo insinúan vagamente la verdadera situación política existente en tiempo de Nabonido. Los anales griegos aproximadamente de comienzos del siglo III al I a. C. no dicen absolutamente nada en cuanto a Belsasar y la preeminencia que tuvo durante el último reinado del Imperio Neobabilónico. Toda la información hallada en todos los documentos con fecha posterior a los textos cuneiformes del siglo VI a. C. y anterior a los escritos de Josefo del siglo I d. C. no ha podido proporcionar el material necesario para el marco histórico del quinto capítulo de Daniel" (Op. cit., pp. 199-200). 4CBA/Ministerio Hno. Pio


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