Debido a la insensatez y debilidad de Belsasar, nieto de Nabucodonosor, la orgullosa Babilonia iba a caer pronto. ADMITIDO en su juventud a compartir la autoridad real, Belsasar se gloriaba en su poder, y ensalzó su corazón contra el Dios del cielo. MUCHAS habían sido sus oportunidades para conocer la voluntad divina, y para comprender que era su responsabilidad prestarle obediencia. SABÍA que, por decreto divino, su abuelo había sido desterrado de la sociedad de los hombres;
Y SABÍA también de
su conversión y curación milagrosa. PERO Belsasar DEJÓ que el amor por los
placeres y la glorificación propia borrasen las lecciones que nunca debiera
haber olvidado. MALGASTÓ las oportunidades que se le habían concedido
misericordiosamente, Y NO APROVECHÓ los medios que tenía a su alcance para
conocer mejor la verdad. Lo que Nabucodonosor había adquirido finalmente a
costo de indecibles sufrimientos y humillaciones, Belsasar lo pasaba por alto
con indiferencia.
NO TARDARON en ocurrir reveses.
Babilonia fue sitiada por Ciro, sobrino de Darío el Medo y general de los
ejércitos combinados de los medos y persas. Pero dentro de la fortaleza al 385
parecer inexpugnable, con sus macizas murallas y sus puertas de bronce,
protegida por el río Éufrates, y abastecida con abundantes provisiones, el
voluptuoso monarca se sentía seguro y dedicaba su tiempo a la alegría y las
orgías.
EN SU ORGULLO Y ARROGANCIA, con
temerario sentimiento de seguridad, "Belsasar hizo un gran banquete a mil
de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino." Todos los
atractivos ofrecidos por la riqueza y el poder aumentaban el esplendor de la
escena. Entre los huéspedes que asistían al banquete real había hermosas
mujeres que desplegaban sus encantos. Había hombres de genio y educación. Los
príncipes y los estadistas bebían vino como agua, y bajo su influencia
enloquecedora se entregaban a la orgía… (Historia de los Profetas y Reyes de
EGW)
El Alcohol trae consecuencias que
culminan con la gracia divina sobre el rey Belsasar y su imperio. Porque usó los
vasos sagrados del templo de Dios, que su abuelo Nabucodonosor había traído de Jerusalén.
Consecuentemente se hace presente la mano que escribe la sentencia final….
Pero veamos y leamos en más
detalle el capítulo en cuestión.
Daniel 5. Es el último día del imperio babilónico.
Y El rey Belsasar
profana los vasos del templo, haciendo Fiesta a sus príncipes… (1-4). La misteriosa escritura en la pared, desconocida
para los magos, preocupa al rey. (5-9). A pedido de la reina, traen a Daniel. Éste
reprueba al rey por su orgullo y su idolatría, y lee e interpreta la escritura.
(10-28). Daniel recibe honores, cae Babilonia. Los medos se
apoderan del imperio babilónico. (29-31).
1 EL REY Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino. 2 Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas. 3 Entonces fueron traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas. 4 Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.
5 En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía. 6 Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos y sus rodillas daban la una contra la otra. 7 El rey gritó en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos y adivinos; y dijo el rey a los sabios de Babilonia: Cualquiera que lea esta escritura y me muestre su interpretación, será vestido de púrpura, y un collar de oro llevará en su cuello, y será el tercer señor en el reino. 8 Entonces fueron introducidos todos los sabios del rey, pero no pudieron leer la escritura ni mostrar al rey su interpretación. 9 Entonces el rey Belsasar se turbó sobremanera, y palideció, y sus príncipes estaban perplejos.
10 La reina, por las palabras del rey y de sus príncipes, entró a la sala del banquete, y dijo: Rey, vive para siempre; no te turben tus pensamientos, ni palidezca tu rostro. 11 En tu reino hay un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos, y en los días de tu padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como sabiduría de los dioses; al que el rey Nabucodonosor tu padre, oh rey, constituyó jefe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos, 12 por cuanto fue hallado en él mayor espíritu y ciencia y entendimiento, para interpretar sueños y descifrar enigmas y resolver dudas; esto es, en Daniel, al cual el rey puso por nombre Beltsasar. Llámese, pues, ahora a Daniel, y él te dará la interpretación.
13 Entonces Daniel fue traído delante del rey. Y dijo el rey a Daniel: ¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea? 14 Yo he oído de ti que el espíritu de los dioses santos está en ti, y que en ti se halló luz, entendimiento y mayor sabiduría. 15 Y ahora fueron traídos delante de mí sabios y astrólogos para que leyesen esta escritura y me diesen su interpretación; pero no han podido mostrarme la interpretación del asunto.
16 Yo, pues, he oído de ti que puedes dar interpretación y resolver dificultades. Si ahora puedes leer esta escritura y darme su interpretación, serás vestido de púrpura y un collar de oro llevarás en tu cuello, y serás el tercer señor en el reino. 17 Entonces Daniel respondió y dijo delante del rey: Tus dones sean para ti, y da tus recompensas a otros. Leeré la escritura al rey, y le daré la interpretación.
18 El Altísimo Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor tu padre el reino y la grandeza, la gloria y la majestad. 19 Y por la grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban y temían delante de él. A quien quería mataba, y a quien quería daba vida; engrandecía a quien quería, y a quien quería humillaba. 20 Mas cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino, y despojado de su gloria. 21 Y fue echado de entre los hijos de los hombres, y su mente se hizo semejante a la de las bestias, y con los asnos monteses fue su morada. Hierba le hicieron comer como a buey, y su cuerpo fue mojado con el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Altísimo Dios tiene dominio sobre el reino de los hombres, y que pone sobre él al que le place.
22 Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto; 23 sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste. 24 Entonces de su presencia fue enviada la mano que trazó esta escritura.
25 Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN. 26 Esta es la interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. 27 TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. 28 PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas.
29 Entonces mandó Belsasar vestir a Daniel de púrpura, y poner en su cuello un collar de oro, y proclamar que él era el tercer señor del reino. 30 La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos. 31 Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años. (Daniel 5).
1. Belsasar. El nombre babilónico Bel-sharutsur significa
"Bel, ¡protege al rey!" Belsasar fue el primogénito de Nabonido,
último rey del Imperio Neobabilónico. Ver Nota Adicional al final de este
capítulo.
El rey. Cuando Nabonido estaba en el Líbano convaleciendo de
una enfermedad, poco antes de iniciar una campaña en contra de Tema en el
occidente de Arabia, llamó a su hijo mayor (Belsasar) y "le confió el
reino" (ver Nota Adicional al final de este capítulo). Esto sucedía en el "tercer año". Si
esto ocurrió en el tercer año del reinado, fue en el invierno (enero-marzo) del
año 553/ 552 a. C. Algunos eruditos piensan que ese "tercer año" fue
el tercero después de la terminación de un templo en Harán. Si así fuera, la designación de Belsasar como
corregente ocurrió dos o tres años más tarde de la fecha indicada, pero algún
tiempo antes del 7.º año del reinado de Nabonido, año en que éste estaba en
Tema. Desde ese tiempo en adelante Belsasar controló los asuntos de Babilonia
como corregente con su padre, mientras Nabonido residió en Tema durante muchos
años. Según la "Narración en Verso de Nabonido", Belsasar tenía el
"reinado". Por lo tanto, Daniel no se equivocaba al llamar
"rey" a Belsasar, aunque los críticos de antaño declararon que Daniel
se equivocó en este punto.
Un gran banquete. Por el contenido de los vers. 28 y 30 se puede
deducir que la fiesta se realizó durante la noche en que Babilonia cayó ante
los ejércitos de Ciro. Jenofonte preservó la tradición de que cuando cayó
Babilonia, "había acontecido cierta fiesta en Babilonia, durante la cual
toda Babilonia solía beber y hacer algazara toda la noche" (Ciropedia vii.
5. 15). Es inexplicable que Belsasar hubiera hecho una fiesta inmediatamente
después de la caída de Sippar, y sólo pocos días después de la batalla que
perdió en Opis (ver t. III, p. 51). Es evidente que se sentía completamente
seguro en su capital, protegido por fuertes muros y un sistema de canales que,
en caso de peligro, le permitía anegar la región circundante para dificultar al
invasor el acceso a la ciudad (PR 384-385).
Es un hecho bien conocido que era común que los antiguos monarcas celebraran fiestas para sus cortesanos. Una estela descubierta en Nimrud, la antigua Calah, menciona que el rey Asurnasirpal II hizo una gran fiesta para la inauguración de un nuevo palacio. Se declara que dio alimento, vino y alojamiento a 69.574 personas durante 10 días.
El
historiador griego Ctesias dice que los reyes persas alimentaban a 15.000
personas cada día y que Alejandro Magno tuvo 10.000 invitados en su fiesta de
bodas. Se describe una fiesta similar en
Est. 1: 3-12.
En presencia de los mil. El énfasis que se da al hecho de que Belsasar bebió
delante de sus invitados, parece indicar que en la corte babilónico existía la
misma costumbre que en la corte persa, donde el rey generalmente comía en un
salón aparte, y sólo en ocasiones excepcionales con sus invitados. El festín de
Belsasar parece que fue dado en una de estas oportunidades. Ver p. 825 donde se
describe el salón en que probablemente se llevó a cabo la fiesta.
2. Con el gusto del vino. Algunos entienden que estas palabras implican que
Belsasar estaba ebrio cuando dio la orden de traer los vasos sagrados de
Jerusalén. Otros explican que la frase significa que se dio la orden después de
la comida, en el momento cuando empezaba a circular el vino. Recurren a
declaraciones clásicas griegas que afirman que los persas tenían la costumbre
de tomar vino después de la comida. Sin embargo, no era común profanar objetos
sagrados de otras religiones. Por lo tanto, no parecería natural que Belsasar
diese esa orden mientras gozaba del completo uso de su razón (PR 384385).
Vasos. Los vasos del templo habían sido sacados de Jerusalén en tres ocasiones: (1) Una parte de ellos cuando Nabucodonosor llevó cautivos de Jerusalén en 605 a. C. (Dan. 1: 1-2); (2) la mayor parte de los vasos restantes de metal precioso cuando el rey Joaquín fue llevado cautivo en 597 a. C. (2 Rey. 24: 12-13); y (3) el resto de los objetos de metal, mayormente de bronce, cuando el templo fue destruido en 586 a. C. (2 Rey. 25: 13-17).
Su padre. Posiblemente Belsasar era nieto del gran rey (PR 384; ver p. 833). La palabra "padre" debe interpretarse como "abuelo" o "antepasado", como en muchos otros pasajes de la Biblia (ver com. 1 Crón. 2:7). Ver la Nota Adicional al final de este capítulo referente a la ascendencia de Belsasar desde Nabucodonosor. Por sí sola, la expresión "su padre" podría también entenderse en el sentido de "su predecesor".
Un ejemplo de tal uso se encuentra en una
inscripción asiria que llama al rey israelita Jehú, "un hijo de
Omri", aunque no eran consanguíneos.
En realidad, Jehú fue el exterminador de toda la casa de Omri (2 Rey. 9:
10).
Sus mujeres y sus concubinas. Las dos palabras arameas que se traducen por
"mujeres" y "concubinas" son sinónimos, y ambas significan
"concubinas". Una palabra puede haber representado a una clase
superior a la otra. Se ha sugerido que una categoría de concubinas podría haber
estado formada por mujeres de hogares respetables, o aun de la nobleza, y la
otra, por mujeres compradas por dinero o capturadas en las guerras. Aunque las
mujeres participaron del banquete, como podemos apreciar por este pasaje,
parecería que la "reina" no se encontraba entre los bebedores
desenfrenados. Se describe su entrada en la sala de banquete después de que
apareciera la escritura en la pared (vers. 10). La LXX no hace referencia a la
participación de mujeres en el sacrílego festín. Algunos piensan que esto se
debe a que, según la costumbre de los griegos, las esposas no tomaban parte en
tales fiestas.
4. Alabaron a los dioses. Los cantos de los paganos ebrios se elevaron en
honor de sus dioses babilonios, cuyas imágenes adornaban los diversos templos
de la ciudad.
5. Sobre lo encalado. Si la gran sala del trono desenterrada por Koldewey
en el Palacio del Sur de la Babilonia de Nabucodonosor (ver p. 825) fue el
escenario de esta Fiesta, no es difícil tener una vívida imagen de lo ocurrido
en ese momento fatal que se describe aquí. La
sala tenía 52 m de largo y 17 de ancho. En el centro de uno de los lados
largos, frente a la entrada, había una concavidad, donde puede haber estado el
trono. Las paredes estaban revocadas de blanco con yeso fino. Podemos imaginar que el candelero o portalámparas
estaba cerca del trono del rey. En ese tiempo se usaban candeleros con numerosas
lámparas de aceite. Frente al candelero, al otro lado del salón, apareció la
mano misteriosa que escribió sobre el yeso de modo que Belsasar pudiera ver lo
que allí se estampaba. No se explica si la escritura tomó la forma de letras
pintadas o si se grabaron en el yeso.
La mano. El arameo no dice exactamente cuánto se vio de la
mano. La palabra aramea pas, traducida tradicionalmente como "palma",
podría interpretarse también como "dorso de la mano" o la mano hasta
la muñeca, en contraste con el antebrazo.
6. Se debilitaron. Compárese con Isa. 21:3. El terror fue realzado por
una conciencia acusadora, que se despertó y lleno al rey de oscuros
presentimientos. La lobreguez de sus pensamientos debe haberse acrecentado al
darse cuenta del peligro mortal al cual había sido arrojado el imperio por
errores políticos del pasado, por su propia conducta inmoral, por la reciente y
desastrosa derrota de su ejército y por los actos sacrílegos que realizaba. No
es de extrañarse que sus pensamientos lo turbaran.
7. Magos. Ver com. cap. 1: 20. Caldeos. Ver com. cap. 1: 4. Adivinos.
Ver com. p. 2: 27.
Púrpura. Arameo 'argewan, "púrpura". Antiguamente la púrpura real era de un color
morado oscuro, más parecido al carmesí. Se sabe por pruebas documentales del
tiempo de los persas (Est. 8: 15;
Jenofonte Anábasis i. 5. 8), de los medos Jenofonte Ciropedia i. 3.2; ii. 4.
6), y de los tiempos posteriores que la púrpura era el color que usaban los
reyes en la antigüedad. Daniel da testimonio de esta costumbre en el período
neobabilónico, que precedió al período persa.
Collar de oro. La costumbre de honrar a los favoritos entre los
servidores públicos de la corona mediante el obsequio de cadenas de oro,
condecoraciones y collares existía en Egipto muchos siglos antes (ver com. Gén. 41: 42). Era una costumbre común en las
naciones antiguas.
El tercer. Antes de que se entendiera plenamente el lugar que
ocupaba Belsasar en el reino y su relación con Nabonido (ver Nota Adicional al
final de este capítulo), los comentadores sólo podían hacer conjeturas en
cuanto a la identidad del segundo gobernante del reino. La existencia de tal gobernante estaba
implícita en la promesa de que el que descifrara la escritura misteriosa en la pared
sería "el tercer señor en el reino". Se han sugerido varias posibilidades referentes al segundo gobernante:
la reina madre, la esposa de Belsasar o algún hijo. Lógicamente se pensaba que Belsasar era el
primero en el reino. Ahora que se sabe
que Belsasar sólo era corregente con su padre y por consiguiente segundo en el
reino, resulta claro por qué no podía dar ningún puesto en el reino más
encumbrado que el "tercero".
8. Entonces fueron introducidos todos. Algunos han visto una contradicción entre esta
declaración y el versículo anterior que registra palabras del rey dirigidas a
los sabios. La explicación más natural
es que las palabras del rey registradas en el vers. 7 estaban dirigidas a los
sabios presentes en el banquete cuando apareció la escritura en la pared. El
vers. 8 se referiría entonces a "todos los sabios del rey", incluso
aquellos que entraron en la sala del banquete en respuesta a la orden de
Belsasar.
No pudieron leer. No se da la razón, y cualquier explicación que
podría ofrecerse sólo sería una conjetura. Las palabras evidentemente estaban en arameo (ver com. vers.
26-28). Pero las palabras eran tan pocas
y tan misteriosas que aun el conocimiento de su significado aislado no revelaba
el mensaje oculto en ellas. No se dice si el rey mismo no podía leer por haber
tomado demasiado vino, o si las letras mismas no podían distinguirse por su
deslumbrante brillo (ver EGW, Material Suplementario, vers. 5-9), o si la
escritura era singular y sólo descifrable por inspiración divina. No parece
admisible la conjetura de que los caracteres estaban en hebreo antiguo y por
consiguiente eran ilegibles para los babilonios. Sería muy poco probable que
los sabios de Babilonia no conociesen esos antiguos caracteres semíticos, que
habían sido usados no sólo por los hebreos, sino también por los fenicios y
otros pueblos de Asia occidental.
10. La reina. Desde el tiempo de Josefo (Antigüedades x. 11. 2)
los comentadores han supuesto que esta "reina" era la madre o abuela
del rey (PR 387). Según la costumbre del antiguo Cercano Oriente, nadie sino la
madre del monarca reinante se hubiera atrevido a presentarse ante el rey sin
ser llamado. Aun la esposa de un rey ponía su vida en peligro al hacerlo (Est.
4: 11, 16). Cartas cuneiformes babilónicas escritas por algunos reyes a sus
madres muestran un tono respetuoso muy notable y claramente revelan el excelso
puesto que ocupaban las madres reales. Esta elevada Jerarquía de una reina
madre también puede inferirse porque cuando la madre de Nabonido, la abuela de
Belsasar, murió en 547 a. C. en Dur Karashu sobre el Eufrates, aguas arriba de
Sipar, hubo un prolongado duelo oficial en la corte. El hecho de que hubiera
muerto antes de los acontecimientos descritos en este capítulo, no era conocido
por los comentadores que identificaban a "la reina' con la abuela de
Belsasar.
Rey, vive para siempre. Con relación a este saludo común, ver com. cap. 2:
4.
11. Hay un hombre. No debe considerarse extraño que Daniel no estuviese
entre el grupo de los sabios convocados por el rey. Su período de servicio
público sin duda había terminado algún tiempo antes, quizá con la muerte de
Nabucodonosor, o aún antes (ver p. 774). Sin embargo, era bien conocido por los
representantes de una generación anterior a la cual pertenecía la madre del
rey. Ver las razones posibles de su retiro en el com. vers. 13.
El espíritu de los dioses santos. Compárese con la declaración de Nabucodonosor (cap.
4: 8-9). La similitud abona la probabilidad -sugerida también por otra prueba-,
de que la reina se había relacionado con Nabucodonosor; según algunos era su
hija (ver p. 833). La información que ella da en cuanto al servicio distinguido
que había prestado Daniel en el pasado y el elevado cargo que ocupaba el
profeta en los días de Nabucodonosor, sin duda era una novedad para Belsasar. Esto
sugiere que Daniel no había ocupado ningún puesto durante algún tiempo antes
del acontecimiento relatado aquí. Por esa razón es probable que pocos hombres
conocieran bien a Daniel, tal vez ninguno del séquito del rey, que estaba
formado por los contemporáneos del monarca.
Nabucodonosor, tu padre. Ver com. vers. 2.
Magos. Ver com. cap. 1: 20; cf. cap. 2: 2, 27.
12. Dudas. Arameo qetar, "nudo". La palabra se usó
más tarde como un término mágico en Siria y Arabia. Aquí el significado parece
ser "tareas difíciles", o "dificultades" (BJ).
13. ¿Eres tú aquel Daniel? Esta frase puede traducirse como aseveración:
"Tú eres aquel Daniel" (RSV). Si ésta fuera la traducción correcta, el saludo sugeriría que
Belsasar conocía el origen de Daniel,
pero no había tenido trato oficial con él. Por lo menos resulta claro que
Daniel ya no era el que presidía a los sabios en la corte del rey (cap. 2:
48-49).
Parecería
que con la muerte de Nabucodonosor, la política que Daniel había defendido
había sido repudiada en la corte de Babilonia, y por eso fue retirado del
servicio público. Es evidente que Belsasar y sus predecesores sabían del trato
de Dios con Nabucodonosor (cap. 5: 22), pero deliberadamente, y a diferencia de
Nabucodonosor, no reconocían al verdadero Dios ni cooperaban con su voluntad
(cap. 4: 28-37; 5: 23). El hecho de que Daniel posteriormente entrara al
servicio de Persia (cap. 6: 1-3) implica que su retiro durante los últimos años
del imperio babilónico no se debía a mala salud ni a vejez. Su severo reproche
a Belsasar (cap. 5: 22-23) es una prueba de la hostilidad del rey contra los
principios y la política de gobierno que representaba Daniel. Su desaprobación de la política oficial
babilónico puede haber sido uno de los factores que indujo a los primeros
gobernantes del Imperio Persa a favorecerlo.
14. El espíritu de los dioses. En contraste con las palabras de la reina (vers. 11)
y las de Nabucodonosor (cap. 4: 8), Belsasar omite el adjetivo
"santos" referido a los "dioses".
17. Para ti. Algunos han pensado que como vidente divinamente
iluminado, Daniel rechazó la distinción y el lugar de honor que se le había
prometido al intérprete, para evitar toda apariencia de interés personal en
presencia de un rey tal. Esto podría ser cierto. Es también posible que Daniel,
sabiendo que el reinado de Belsasar estaba por terminar, no tuviera interés en
recibir favores del hombre que esa misma noche, de hecho y de palabra, había
blasfemado al Dios del cielo y de la tierra. Daniel no se oponía en principio a
aceptar un alto cargo de gobierno, ni aun ahora en su vejez, como lo demuestra
el hecho de que poco tiempo más tarde nuevamente ocupa un elevado puesto (cap.
6: 2). Sin duda aceptó ese cargo porque sentía que podría ejercer una sana
influencia sobre el rey y podía ser un instrumento en las manos de Dios para
conseguir la liberación de su pueblo en el exilio. Pero quizá Daniel pensó que
el aceptar honores o dignidades de mano de Belsasar no sólo sería inútil sino
que podría ser aun perjudicial y peligroso.
18. Nabucodonosor. Antes de que Daniel leyera o interpretara la
escritura, recordó al rey lo que Nabucodonosor había experimentado porque
rehusó cumplir el destino divino para él y su nación. Además, Nabucodonosor
había sido más poderoso y más prudente que el desdichado Belsasar. El profeta
le mostró al rey cómo él, "hijo" de Nabucodonosor, había actuado
impíamente para con Dios, el Señor de su vida, y no había aprendido nada de lo
que le sucedió a su "padre".
24. Entonces. Es una referencia al momento reciente de embriaguez y orgía, cuando Belsasar había alabado a sus dioses y había bebido en los vasos del templo de Jerusalén, consagrados a Jehová, según la descripción del vers. 23.
La mano. Ver com. vers. 5. Esta escritura. La escritura era aún visible en la pared.
25. La escritura que trazó es. Daniel procedió a leer las palabras escritas en la
pared, que evidentemente eran cuatro palabras arameas. Es inútil especular en
cuanto a la naturaleza de esa escritura y su relación con cualquiera otra
escritura conocida (ver com. vers. 8). Pero aún después de leídas las palabras,
no podían ser comprendidas sin la ayuda divina. Toda una verdad estaba
expresada en cada palabra clave; por eso era imprescindible una interpretación.
26. MENE. La palabra aramea mene* es participio pasivo del
verbo "enumerar", o "contar", y si se la toma sola,
significa simplemente "enumerado", o "contado". Por
iluminación divina Daniel obtuvo de esta palabra la interpretación: "Contó
Dios tu reino, y le ha puesto fin".
27. TEKEL. Los eruditos judíos llamados masoretas, que
agregaron los signos vocálicos a los manuscritos bíblicos (ver t. 1, pp. 38-39)
entre los siglos VII y IX d. C., puntuaron la palabra aramea teqel como si
fuera un sustantivo. Al igual que mene', (ver com. vers. 26), evidentemente
debería haber sido puntuada como un participio pasivo (teqil). La forma teqel
quizá fue escogida por los masoretas por su mayor similitud de sonido con
mene'. Teqil viene del verbo "pesar". Daniel informó inmediatamente al rey cuán importante era que Dios lo
hubiera pesado. Belsasar fue hallado falto en valor moral.
Hallado falto. Estas terribles palabras de condenación, dirigidas al disoluto rey de Babilonia, condenan a todos los que como Belsasar descuidan las oportunidades que Dios les da. En el juicio investigador que ahora se está llevando a cabo (ver com. cap. 7: 10) los hombres-en un sentido figurado-son pesados en la balanza celestial para ver si su carácter moral y estado espiritual corresponden con los beneficios y las bendiciones que Dios les ha otorgado.
Las decisiones de ese tribunal
son inapelables. En vista de la solemnidad de la hora, todos deben velar para
que el momento decisivo que fija para siempre el destino de cada hombre no los
halle sin prepararse, "faltos". Compárese con 2 Cor.5:10; Apoc. 22:11-12.
28. PERES. El vocablo peres puede ser considerado como
sustantivo singular que significa "parte" o "porción". La
diferencia de esta palabra con la que aparece en el vers. 25 (ufarsin), es que
aquella aparece en plural y con la conjunción, pudiéndose traducir como "y
partes". En el arameo le sigue una forma del verbo peris que significa
"está dividido". Se observa una redundancia: "parte, está
partido tu reino". No se habla de dos partes iguales, una para medos y
otra para persas. El reino había de ser dividido en pedazos, destruido y
disuelto. Esto lo realizarían los medos y los persas. Es interesante que la forma aramea peres
contenga las consonantes de las palabras arameas (ver t. I, pp. 29-30) que se
traducen como Persia y persas, quienes en ese momento estaban a las mismas
puertas de Babilonia.
29. Entonces mandó Belsasar. El rey cumplió la promesa que había hecho a Daniel,
aunque éste indicó claramente que no le interesaban los honores ofrecidos. Quizá
Belsasar no pudo ser disuadido de su propósito debido a su embriaguez. Algunos
han objetado que no fue posible exaltar a Daniel como el tercer gobernante
porque Belsasar fue muerto esa misma noche (vers. 30). La objeción se basa en
la suposición de que la proclama se hizo públicamente en las calles de la
ciudad. Pero las palabras del rey no exigen esa suposición. La proclama puede
haber sido hecha sólo ante los príncipes reunidos en el palacio. No pudo llegar
a hacerse efectiva a causa de los acontecimientos siguientes.
30. La misma noche. Aunque no se menciona a Belsasar en los documentos
cuneiformes que describen la caída de Babilonia, Jenofonte declara que "el
rey impío" de Babilonia, cuyo nombre no se menciona en el relato, fue
muerto cuando Gobrias, el comandante del ejército de Ciro, entró en el palacio
(Ciropedia vii. 5: 30). Aunque debe reconocerse que el relato de Jenofonte no
es históricamente fidedigno en todos sus detalles, muchas de sus declaraciones
están basadas en hechos. Según los documentos cuneiformes, Nabonido estaba
ausente de Babilonia cuando ésta cayó. Cuando Nabonido se rindió, Ciro lo envió
a la distante Carmania. Por lo tanto, el
rey que fue asesinado durante la captura de Babilonia no pudo haber sido otro
sino Belsasar. Véase un resumen de la
historia de Belsasar en la Nota Adicional al final de este capítulo.
31. Darío de Media. El gobernante que se menciona en este versículo y a
través del capítulo 6 es todavía un personaje oscuro. La Nota Adicional al
final del cap. 6 presenta un breve estudio de las diferentes identificaciones
que proponen los comentadores, así como una posible solución de los distintos
problemas históricos implicados.
La
conjunción "y", con que comienza el versículo, muestra que el autor
del libro relacionaba estrechamente la muerte de Belsasar, registrada en el
versículo anterior, con la entronización de "Darío de Media". En las ediciones impresas de la Biblia hebrea
este versículo se toma como el primero del capítulo 6. Sin embargo, la mayoría
de las versiones modernas, de acuerdo con la LXX, unen el vers. 31 con el cap.
5.
No
hay diferencia entre la grafía del nombre del Darío mencionado aquí y la del
"Darío [I] rey de Persia" de Esd. 4: 24 (ver los comentarios de este
capítulo) y la grafía registrada en otras partes. No existe diferencia en arameo, ni en hebreo
como tampoco en castellano.*
Sesenta y dos años. Quizá la avanzada edad de Darío explica la brevedad
de su reinado. El libro de Daniel menciona sólo el primer año del reinado de
Darío (cap. 9: 1-2; 11: 1). La muerte del rey ocurrió "más o menos unos
dos años después de la caída de Babilonia" (PR 408). (A pesar de la identidad del
nombre, son dos personajes diferentes el " Darío de Media " (Dan. 5:
31) y el " Darío rey de Persia " (Esd. 4: 24; 6: 14) 4CBA
NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 5
Uno
de los grandes enigmas que se han presentado a los comentadores de la Biblia a
través de los siglos ha sido la identidad de Belsasar. Hasta 1861 no se había
descubierto en los registros antiguos ninguna mención de tal rey. El nombre de Belsasar sólo se conocía por el
libro de Daniel y por obras que tomaron prestado el nombre de Daniel, como por
ejemplo el libro apócrifo de Baruc y los escritos de Josefo. Se trató muchas veces de armonizar la
historia secular con los registros bíblicos. La dificultad se acentuaba porque
varios documentos antiguos presentaban listas de los reyes de Babilonia hasta
el fin de la historia de esa nación, y todas ellas mencionaban a
Nabonido-escrito con diferentes grafías- como último rey antes de Ciro, que fue
el primer rey de Persia. Puesto que Ciro conquistó a Babilonia y sucedió a su
último rey babilonio, parecía no haber cabida para Belsasar en el linaje real. Por
otra parte, el libro de Daniel pone los acontecimientos que precedieron
inmediatamente a la caída de Babilonia durante el reinado de Belsasar, un
"hijo" de Nabucodonosor (ver com. cap. 5: 2), el cual perdió la vida
durante la noche cuando fue tomada Babilonia por los invasores medos y persas
(cap. 5: 30).
De
las numerosas interpretaciones que anteriormente se presentaban para explicar
la aparente discrepancia entre los registros bíblicos y otras fuentes antiguas,
enumeramos las siguientes (según Raymond P. Dougherty, Nabonidus and
Belshazzar, pp. 13-14):
Belsasar
fue (1) otro nombre del hijo de Nabucodonosor conocido como Evil-merodac, (2)
un hermano de Evil-merodac, (3) un hijo de Evil-merodac, y por consiguiente
nieto de Nabucodonosor, (4) otro nombre de Nergal-shar-usur, yerno de
Nabucodonosor, (5) otro nombre de Labashi-Marduk, hijo de Nergal-shar-usur, (6)
otro nombre de Nabonido, y (7) el hijo de Nabonido y de una hija de
Nabucodonosor.
Según
otra opinión, mantenida por la mayoría de los eruditos críticos antes del
descubrimiento del nombre de Belsasar en documentos cuneiformes hacia fines del
siglo XIX, el nombre Belsasar era una invención del autor del libro de Daniel,
quien, según afirmaciones de esos críticos vivió en tiempos de los
macabeos en el siglo II a. c.
La
lista de opiniones divergentes muestra la naturaleza y la magnitud del problema
histórico que afrontaron los intérpretes del libro de Daniel, libro que pareciera
tener más problemas que cualquier otro libro de igual extensión del AT. El
hecho de que la identidad y el cargo de Belsasar hayan sido ahora completamente
establecidos mediante documentos de la época, que confirman así el relato del
cap. 5, es uno de los grandes triunfos de la arqueología bíblica del siglo
pasado. La gran importancia que tiene esta realización merece un breve repaso
del tema.
En
1861 H. F. Talbot publicó ciertos textos encontrados en el Templo de la Luna de
Ur,en el Journal of the Royal Asiatic Society, t. 19, p. 195. Los textos
contenían una oración de Nabonido pronunciada en favor de Bel-shar-utsur, su
hijo mayor. Varios escritores, entre
ellos George Rawlinson, hermano del famoso descifrador de la escritura
cuneiforme, identificaron a este Belshar-utsur con el Belsasar bíblico. Otros
rechazaron esta identificación, entre ellos Talbot mismo, que en 1875 publicó
una lista de sus argumentos a junto con una nueva traducción del texto que
mencionaba a Belsasar (Records of the Past, t. V, pp. 143-148). Siete años más
tarde (1882) Teófilo G. Pinches publicó un texto hallado el año anterior y que
ahora se llama Crónica de Nabonido. Este texto describe la toma de Babilonia
por Ciro y declara también que Nabonido permaneció en Tema durante varios años
mientras su hijo estaba en Babilonia. Aunque en ese entonces Pinches no
comprendió plenamente el texto e identificó erróneamente a Tema, que está en la
Arabia occidental, hizo algunas deducciones acertadas en cuanto a Belsasar.
Observó por ejemplo que Belsasar "parece haber sido comandante en jefe del
ejército, probablemente tenía mayor influencia en el reino que su,padre, y por
eso era considerado como rey" (Transactions of the Society of Bíblica
Archaeology, 1882, t. Vll, p. 150).
En
los años siguientes se encontraron textos que aclararon las diversas funciones
de cargos importantes que desempeñó Belsasar hijo de Nabonido, antes y durante
el reinado de su padre. Sin embargo,
ninguno de estos textos llamaba a Belsasar rey, como lo hacia la Biblia. A
pesar de esto, algunos eruditos, basándose en la evidencia que iba
acumulándose, sugirieron la opinión -que después resultó acertada- que los dos
podrían haber sido corregentes. En 1916 Pinches publicó un texto en el cual Nabonido y
Belsasar eran invocados juntos en un juramento.
Afirmó que textos como éste indicaban que Belsasar debió haber tenido
una "posición real" aunque también afirmó que "nos queda aún por
saber cuál fue el cargo exacto que tuvo Belsasar en Babilonia"
(Proceedings of the Society of Bíblica Archaeology, t. 38 (9161), p. 30).
La
confirmación de la conclusión de que hubo corregencia entre Nabonido y Belsasar
se produjo finalmente en 1924, cuando Sidney Smith publicó el así llamado
"Relato en verso de Nabonido" del Museo Británico, en el cual se hace
la clara afirmación de que Nabonido "confió el reinado" a su hijo
mayor (Babylonian Historical Text [Londres, 1924], p. 88; ver traducción de
Oppenheim en Ancient Near Eastern Texts, Ed. por Pritchard [Princeton, 1950],
p. 313). Este texto que eliminó toda duda de que Belsasar hubiera sido rey,
resultó un duro golpe para los eruditos de las escuelas de la alta crítica que
pretendían que Daniel había sido escrito en el siglo II a. C. Su dilema se
refleja en las palabras de R. H. Pfeiffer de la Universidad de Harvard, quien
dice: "Es de suponer que nunca sabremos cómo supo nuestro autor... que
Belsasar, sólo mencionado en los registros babilónicos, en Daniel y en Baruc 1:
11, libro basado en Daniel, estaba actuando como rey cuando Ciro tomó
Babilonia" (Introduction to the Old Testament [Nueva York, 1941], pp.
758-759).
El
descubrimiento de tantos textos cuneiformes que proyectan luz sobre el reinado
de Nabonido y Belsasar indujo a Raymond P. Dougherty de la Universidad de Yale
a reunir todo el material original, tanto cuneiforme como clásico, en una
monografía, que apareció en 1929 bajo el título Nabonidus and Belshazzar (New
Haven, 1929, 216 páginas).
"Las
inscripciones cuneiformes indican que Nabonido era hijo del príncipe de Harán,
Nabu- balatsu-iqbi, y de la sacerdotisa del Templo de la Luna de Harán. Después de que los medos y babilonios tomaron
Harán en 610 a. C., quizá la madre de Nabonido fue tomada como una prisionera
distinguida y llevada al harén de Nabucodonosor, de manera que Nabonido creció
en la corte a la vista del gran rey. Muy probablemente fue él el
"Labyneto" de Herodoto (i. 74), que sirvió de mediador entre los
lidios y los persas en el año 585 a. C. Esto es evidente por las siguientes
observaciones: Herodoto llama "Labyneto el babilonio" al rey de
Babilonia que reinaba cuando cayó Sardis, en 546 (i. 77). Más tarde identifica
con este mismo nombre al padre del gobernante de Babilonia en la época de su
caída, en 539 a. C. (i. 188). Sabemos
que Nabonido era rey de Babilonia en 546 a. C. y que también era padre de
Belsasar. El hecho de que en 585 a. C. se hubiera elegido a Nabonido como
representante diplomático de Nabucodonosor era un alto honor que muestra que el
joven debe haber sido un favorito del rey en ese tiempo. Es posible, como
piensa Dougherty, que su esposa Nitocris, a quien Herodoto describe como una
mujer sabia (i. 185-188), fuera hija de Nabucodonosor y de una princesa
egipcia.
Sin
embargo, las relaciones familiares entre Belsasar, el hijo de Nabonido, y
Nabucodonosor no se han determinado definitivamente mediante los registros de
esa época.
Por
falta de información más completa es imposible actualmente determinar en forma
precisa cómo se han de entender las repetidas afirmaciones del cap. 5, de que Nabucodonosor
era padre de Belsasar. El uso bíblico permite que la palabra "padre"
signifique también "abuelo" o "antepasado" (ver com. 1
Crón. 2: 7). Se han presentado 3
interpretaciones: (1) Nabonido era yerno de Nabucodonosor, y Belsasar era nieto
de Nabucodonosor por parte de su madre. (2) Nabonido era llamado hijo porque su
madre pertenecía al harén de Nabucodonosor y él era por lo tanto su hijastro.
(3) Belsasar sólo era hijo en el mismo sentido del caso análogo de Jehú, rey de
Israel, a quien las inscripciones asirias de ese entonces llaman "hijo de
Omri". Jehú no tenía parentesco de consanguinidad con la casa de Omri,
sino que Jehú exterminó a la dinastía que Omri había fundado y fue el siguiente
rey de Israel.
Los
registros cuneiformes han proyectado abundante luz sobre Belsasar, su cargo y
sus actividades durante los años en que fue corregente con su padre. Después de
darle el reinado a Belsasar en 553/552 a. C. o poco después (ver com. cap. 5:
1-2), Nabonido dirigió una expedición exitosa contra Tema, en Arabia, y fijó
allí su residencia por muchos años. Durante ese tiempo Belsasar se desempeñó
como rey en Babilonia y comandante en jefe del ejército. Aunque los documentos legales siguieron
fechándose según los años del reinado de Nabonido, el hecho de que los nombres de padre e hijo se pronunciaran juntos en los juramentos, mientras que
bajo los reinados de otros reyes sólo se usaba un nombre, muestra claramente el
gobierno conjunto de Nabonido y Belsasar.
La
información obtenida de fuentes extrabíblicas, que acabamos de presentar
brevemente, ha vindicado en forma positiva la precisión histórica del cap. 5.
Al concluir su monografía sobre Nabonido y Belsasar, Dougherty ha expresado con
vigor esta convicción: "De todos los registros no babilónicos que tratan
de la situación del Imperio Neobabilónico en sus postrimerías, el quinto
capítulo de Daniel sigue en precisión a la literatura cuneiforme en lo que
concierne a los acontecimientos resaltantes. El relato bíblico puede
considerarse superior porque usa el nombre Belsasar, porque atribuye a Belsasar
poder real y porque reconoce que existía un gobierno dual en el reino. Los
documentos cuneiformes del siglo VI a. C. proporcionan una clara evidencia de
la corrección de estos tres hechos históricos básicos contenidos en el relato
bíblico que tratan de la caída de Babilonia. Los textos cuneiformes escritos
bajo influencia persa en el siglo VI a. C. no han conservado el nombre de
Belsasar, pero describen en forma convincente su papel de príncipe heredero,
con poder regio durante la estada de Nabonido en Arabia. Dos famosos
historiadores griegos de los siglos V y IV a. C. no mencionan a Belsasar por
nombre, y sólo insinúan vagamente la verdadera situación política existente en
tiempo de Nabonido. Los anales griegos aproximadamente de comienzos del siglo
III al I a. C. no dicen absolutamente nada en cuanto a Belsasar y la
preeminencia que tuvo durante el último reinado del Imperio Neobabilónico. Toda
la información hallada en todos los documentos con fecha posterior a los textos
cuneiformes del siglo VI a. C. y anterior a los escritos de Josefo del siglo I
d. C. no ha podido proporcionar el material necesario para el marco histórico
del quinto capítulo de Daniel" (Op. cit., pp. 199-200). 4CBA/Ministerio
Hno. Pio
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