Oseas 7. Perversidad de la casa real. Tan
general había llegado a ser la corrupción moral y la impiedad de Israel, que el mal se había difundido por todas las clases
sociales, desde las más
humildes hasta las más encumbradas. La situación se agravó debido al proceder
degradante del rey y de sus príncipes, quienes se complacían con la impiedad y
aprobaban esa conducta. Como el rey, así es el pueblo (Prov. 29: 12; Rom. 1:
32). Los israelitas declaraban que eran adoradores de Jehová, pero estaban
entregados a las idolatrías de los paganos.
Vers. (1-10) Reproche por diversos pecados. (11-16)
Ira de Dios contra los hipócritas.
1 MIENTRAS curaba yo a Israel, se descubrió la iniquidad de Efraín, y las maldades de Samaria; porque hicieron engaño; y entra el ladrón, y el salteador despoja por fuera. 2 Y no consideran en su corazón que tengo en memoria toda su maldad; ahora les rodearán sus obras; delante de mí están. 3 Con su maldad alegran al rey, y a los príncipes con sus mentiras. 4 Todos ellos son adúlteros; son como horno encendido por el hornero, que cesa de avivar el fuego después que está hecha la masa, hasta que se haya leudado. 5 En el día de nuestro rey los príncipes lo hicieron enfermar con copas de vino; extendió su mano con los escarnecedores.
6 Aplicaron su corazón, semejante a un horno, a sus artificios; toda la noche duerme su hornero; a la mañana está encendido como llama de fuego. 7 Todos ellos arden como un horno, y devoraron a sus jueces; cayeron todos sus reyes; no hay entre ellos quien a mí clame. 8 Efraín se ha mezclado con los demás pueblos; Efraín fue torta no volteada. 9 Devoraron extraños su fuerza, y él no lo supo; y aun canas le han cubierto, y él no lo supo. 10 Y la soberbia de Israel testificará contra él en su cara; y no se volvieron a Jehová su Dios, ni lo buscaron con todo esto.
11 Efraín fue como paloma incauta, sin entendimiento; llamarán a Egipto, acudirán a Asiria. 12 Cuando fueren, tenderé sobre ellos mi red; les haré caer como aves del cielo; les castigaré conforme a lo que se ha anunciado en sus congregaciones. 13 ¡Ay de ellos! porque se apartaron de mí; destrucción vendrá sobre ellos, porque contra mí se rebelaron; yo los redimí, y ellos hablaron mentiras contra mí. 14 Y no clamaron a mí con su corazón cuando gritaban sobre sus camas; para el trigo y el mosto se congregaron, se rebelaron contra mí. 15 Y aunque yo los enseñé y fortalecí sus brazos, contra mí pensaron mal. 16 Volvieron, pero no al Altísimo; fueron como arco engañoso; cayeron sus príncipes a espada por la soberbia de su lengua; esto será su escarnio en la tierra de Egipto. (Oseas 7).
1. Curaba
yo. Algunos sostienen que la curación mencionada se
refiere a las admoniciones y los reproches proféticos con los cuales Dios
procuró curar las apostasías de su pueblo. Otros afirman que la curación se
refiere a la restauración parcial de la prosperidad de la nación durante el
reinado de Jeroboam II (2 Rey. 14: 25-27; Ose. 2: 8). Sin
embargo, la enfermedad moral y espiritual de Israel había sido tan obstinada y
difícil, que superó al remedio que Dios podría haberle aplicado. El remedio tan sólo pareció agravar la enfermedad y revelar su
malignidad.
Descubrió. O, "reveló". El salteador. Pandillas de bandoleros que, sin duda, asolaban los caminos asaltando a los viajeros. Se diferencian de los "ladrones" que son descritos como haciendo su obra en el interior de los hogares.
2. No consideran. Tan absorto estaba Israel en sus crímenes y transgresiones, que no escuchaba más el "silbo apacible y delicado" (1 Rey. 19: 12) de la conciencia.
Dejó de reconocer que algún día tendría que presentarse ante el
tribunal de Dios (Ecl. 12:14; 2 Cor. 5: 10). Se había olvidado de que todos
sus actos siempre estaban bajo la observación del Señor (Sal. 33: 13-15; 90: 8;
Jer. 16: 17; Heb. 4: 13).
Sus obras. Sus propias obras los asediaban simbólicamente, como si hubieran sido los enemigos de sus almas. Pronto caerían completamente derrotadas las fortalezas de la conciencia y de los deseos correctos (cf. Prov. 5: 22).
3. Alegran
al rey. Tan general había llegado a ser la corrupción
moral y la impiedad de Israel, que el mal se
había difundido por todas las clases sociales, desde las más humildes hasta las más encumbradas.
La situación se agravó debido al proceder degradante del rey y de sus
príncipes, quienes se complacían con la impiedad y aprobaban esa conducta. Como
el rey, así es el pueblo (Prov. 29: 12; Rom. 1: 32).
Algunos prefieren una interpretación diferente de
este versículo, basada en otra posible traducción: "En su maldad al rey
alegran"; es decir, el pueblo, en su maldad, tenía el maligno plan de
asesinar a la familia real. Con ese fin hacían que el rey se alegrara con vino
para que pudiera convertirse en una víctima fácil y desprevenida. La frecuencia
de los asesinatos de los reyes de Israel durante los últimos años de la historia
de la nación apoya en cierta medida esta interpretación (ver com. vers. 7).
4. Todos ellos son adúlteros. "Todos" incluye al rey, a los príncipes y al pueblo.
Como horno. Con esta comparación puede entenderse que el horno representa el
corazón (ver com. vers. 6); el fuego, los deseos no santificados, los apetitos,
las pasiones del hombre; la masa, los malos propósitos o planes inventados por
los complotadores inicuos.
Que cesa de
avivar el fuego. Evidentemente se representa aquí el lapso
comprendido entre el comienzo y la terminación de su mal propósito. El panadero
enciende el fuego en el horno, y lo deja que continúe ardiendo, sin atizarlo,
hasta que la masa se haya levantado bien. Así sucedió en el caso de Israel: se
dio un tiempo para que hiciera su obra la levadura de impiedad.
5. Día de
nuestro rey. El hecho de que Oseas hable de "nuestro
rey" lo identifica con el reino del norte. Ese "día" puede
significar un día cuando se efectuaba una celebración en honor del rey. Sea
como fuere, era un día de excesos, cuando
la ebriedad, neutralizando el poder del dominio propio, hacía aflorar en
los hombres el mal que había en ellos. En este versículo hay una advertencia
implícita contra el consumo de bebidas alcohólicas debido a sus efectos dañinos
sobre hombres y mujeres (Prov. 23: 29-32; 31: 4-5; Hab. 2: 15).
Escarnecedores.
Se deriva del verbo hebreo lits, "ser
grandilocuente" o "jactarse" (ver com. Prov. 20: 1). En vez de
apoyar a las personas correctas de su reino, el rey "extendió su mano",
es decir, se unió con aquellos que eran los escarnecedores de lo bueno y
verdadero.
6. Aplicaron
su corazón. Esto muestra por qué el pueblo era tan abiertamente
impío. Su corazón, como un horno, se había ido calentando más y más mediante la
acumulación de los fuegos de sus malas inclinaciones y malos deseos.
Toda la
noche. El panadero duerme mientras la masa se está
leudando, es decir, mientras se elabora el proyecto diabólico. Cuando todo está
listo, o sea "a la mañana", el panadero atiza el fuego, el horno se
calienta lo suficiente y comienza la cocción; o sea que se cumple el mal
propósito. Puede pensarse que el panadero representa al caudillo del complot.
Duerme. El tiempo de la espera es el período cuando no hay ninguna
demostración manifiesta y activa del mal. Pero aunque el fuego de la iniquidad
a veces parece estar estancado en el corazón humano, y por lo tanto en un
estado de pasividad, aún es el fuego de la iniquidad, listo para estallar con
el calor intensificado del pecado premeditado.
7. Todos
ellos arden como un horno. Estas palabras denotan, sin duda, la
intensidad de su pasión y el fiero y terrible poder de destrucción. Habían ido
tan lejos en su iniquidad, que el intenso calor de la misma, preparado para
destruir a otros, ocasionó su propia destrucción (cf. Dan. 3: 19-22). Las
intrigas y los planes satánicos recaen, tarde o temprano, sobre sus
instigadores. Los reyes de Israel habían influido sobre su pueblo para mal.
Lo habían inflamado con los fuegos del pecado hasta que todos, reyes y
súbditos, cayeron en las llamas de una destrucción común.
Sus jueces. Sus magistrados y otros funcionarios.
Todos sus
reyes. Durante los últimos años de la historia de Israel,
cuatro de cinco reyes fueron muertos en un lapso de 20 años. Las víctimas fueron Zacarías, Salum, Pekaía
y Peka. En los comienzos del reino del norte varios otros reyes fueron
muertos por sus sucesores, o perecieron violenta o misteriosamente. De los 20 reyes de Israel, sólo
Jeroboam I, Baasa, Omri, Ocozías, Jehú, Joacaz, Joás, Jeroboam II y Manahem,
murieron por causas naturales.
8. Se ha mezclado
con los demás pueblos. Es decir, con las otras naciones (cf.
Est. 3:12). Una de las principales razones de la
apostasía de Israel fue que se mezcló con los paganos y se unió
en matrimonio con ellos (Exo. 34:12-16; Sal. 106: 33-41).
Torta. Heb. 'ugah, un pan, delgado y redondo, que se cocinaba rápidamente
sobre cenizas o piedras calentadas (1 Rey. 19: 6). No tenía ningún parecido con
una torta dulce moderna; más bien se asemejaba a una tortilla o panqueque. La 'ugah debía voltearse con rapidez, pues de
lo contrario se quemaba por un lado y quedaba húmeda del otro, arruinada por el
calor, pues éste no había penetrado en ella. Esta es una gráfica descripción de
inconsecuencia e inconstancia espirituales. Los
israelitas declaraban que eran adoradores de Jehová, pero estaban entregados a
las idolatrías de los paganos.
El Señor eligió a Abrahán y a sus descendientes para
que fueran una nación santa para él, para que le pertenecieran. Por eso ordenó
que debían vivir tal como lo profetizó Balaam: como "un pueblo que
habitará confiado ['solo', RVR' nota]" (Núm. 23: 9; cf. Exo. 19: 4-6; Deut. 14: 2; 26: 16-19; Sal.
135: 4). Israel no quiso obedecer la orden divina y se mezcló con los pueblos
circunvecinos, y por eso su religión se convirtió en una
religión híbrida.
9. Devoraron extraños. Esta mezcla de Israel con los paganos (vers. 8) no podía traer más que dificultades. Las naciones idólatras devoraron la fuerza de Efraín.
Siria humilló y redujo el ejército de Joacaz a un número insignificante
(2 Rey. 13:3-7). Manahem tuvo que pagar tributo a Asiria (2 Rey. 15:17-20). Durante
el reinado de Peka, Tiglat-pileser, rey asirio, conquistó territorio israelita
y llevó sus habitantes cautivos a Asiria (2 Rey. 15:29; 1 Crón. 5:26). Todo
esto sucedió antes de que el reino terminara con la caída de Samaria (2 Rey.
17:5-18).
Canas. Representación simbólica de la declinación de la fuerza nacional de
Israel y la decadencia de su importancia nacional.
Y él no lo
supo. Esto no significa necesariamente que Israel no
supiera que estaba decayendo. Lo que sucedía dentro y fuera de la nación era
demasiado evidente. Lo que no discernían era que esa decadencia se debía a su
apostasía. A Israel le faltaba el conocimiento esencial que debería haber
tenido (ver com. cap. 4: 6).
10. La soberbia de Israel. Ver com. cap. 5: 5. Con todo esto. Estas palabras destacan la contumacia del reino del norte al no buscar la ayuda del Señor. Por el contrario, hicieron alianzas y tratados con naciones extranjeras.
11. Como
paloma incauta. Antiguamente parece haberse difundido la
opinión de que la paloma es un ave sencilla que es fácilmente engañada. La
inocencia de esta ave es el tema de un proverbio árabe muy antiguo. La completa
ingenuidad con que una paloma vuela mientras es atrapada en la red de un
cazador, sin advertirla ni observarla (Prov. 7: 23), se usa muy bien como una
ilustración gráfica de la necedad de Efraín. Israel pidió la ayuda de Egipto y
Asiria, y no comprendió que estaba estimulando la codicia de esas potencias
imperialistas que querían más territorios y procuraban dominar a Palestina. Así
Israel perdió su independencia y soberanía (ver pp. 32-34).
A Egipto...
a Asiria. La posición geográfica de Palestina la exponía a ser
invadida por esos dos antiguos imperios. Las dos naciones hebreas estaban en el
camino que separaba a esos dos grandes poderes. Ese camino, que unía
las fértiles cuencas del Nilo y el Eufrates, era un botín muy codiciado por el
cual luchaban esos dos poderosos imperios. Los reinos de Israel y de Judá
fueron atrapados en esa rivalidad internacional, y quedaron agobiados por los
dos rivales. Israel no tenía confianza
espiritual en su Dios y cayó en la desesperación, y recurrió neciamente,
primero a uno y después a otro, en busca de una ayuda que sólo podía
convertirse en una trampa para su propia seguridad nacional.
12. Cuando fueren. A Egipto y Asiria en busca de ayuda (ver com. vers. 11).
Mi red. La red del castigo de Dios (cf. Job 19: 6; Sal. 66: 11; Eze. 12: 13; 32: 3).
Les haré caer. El profeta continúa usando la figura de las aves y su captura. No importa cuán alto o rápido fuera su vuelo, el pueblo no podría escapar de Dios. Sería humillado hasta el polvo.
En sus
congregaciones. Oseas informa a Efraín que los castigos,
tan frecuentemente anunciados por los profetas a la congregación de los hijos
de Israel, caerían severamente sobre los apóstatas.
13. ¡Ay de ellos! El pueblo se había apartado de Dios, su única fuente de salvación (Sal. 3:8; 46:1; 91: 1-3; Jon. 2: 8-9). Los redimí. Sin duda una referencia al éxodo de Egipto.
Hablaron
mentiras contra mí. El profeta no acusa aquí al pueblo de
que hubiera dicho mentiras sólo contra hombres (vers. 3), sino de algo que es
más grave: de mentir contra el Señor o en cuanto a él. Entre tales mentiras podría
incluirse la negación de la deidad esencial como atributo exclusivo de Dios, y
también la negación de su poder o voluntad ya fuera para proteger o para
castigar. 0 quizá el profeta quería decir que esas mentiras consistían
en aproximarse hipócritamente a Dios con los labios, mientras que el corazón
estaba muy lejos de él (cf. Isa. 29:
13).
14. Con su
corazón. La falsedad del pueblo se manifestaba tanto en sus
obras como en sus palabras, pues si en realidad recurrían a Dios pidiéndole ayuda
lo hacían con insinceridad. El clamor de Israel ante Dios no emanaba del
corazón.
Gritaban. Heb. yalal, "aullar". Esta palabra imita el sonido de la desesperación como lo hace la palabra castellana "ulular". Esos aullidos se debían al sufrimiento del pueblo y no a un verdadero arrepentimiento o a tener fe en el Señor (ver com. Sal. 18: 41).
El verdadero arrepentimiento es motivado no por el temor
al castigo del pecado, sino por el deseo de liberación de su gran pecaminosidad
(ver com. Job. 42: 6).
Se
congregaron. El cuadro es el de un grupo de haraganes que
holgazanean juntos mientras su interés principal se concentra en comer y beber.
Se han sugerido varias explicaciones para el propósito de esas reuniones. Algunos
creen que se celebraban para dar la apariencia de realizar algún rito adicional
del culto a Jehová. Otros han sugerido que eran fiestas en templos de ídolos,
celebradas para aplacar a los dioses mediante ofrendas de alimentos. O
también esas reuniones pueden haber consistido sencillamente en la reunión de
gente cerca de las puertas de la ciudad, sólo para comentar los últimos rumores
y chismes, y quizá para tratar en cuanto a la triste condición de los asuntos
nacionales. Sea como fuere, la
principal preocupación de esas personas era tener abundante provisión de trigo
y de vino para satisfacer sus necesidades corporales. "Por el trigo y el
mosto se hacen incisiones" (BJ). Esta traducción concuerda con la LXX. Esto
significa que se cortaban fanáticamente durante su culto ante las imágenes. tal
era una práctica pagana corriente (ver com. 1 Rey. 18: 28).
15. Yo los
enseñé. Literalmente, "yo discipliné", "yo
castigué", o "yo instruí". Este pasaje es otra referencia a la
bondad de Dios y a la subsecuente ingratitud de Israel. A cambio de la bondad de Dios
para su pueblo, éste ideó males contra el Señor. Obstinadamente
persistió en sus malos caminos.
Este versículo revela, de paso, el poder de la
voluntad humana y cuán libre es ella. La voluntad puede resistir la influencia
de Dios y hacer que resulte para mal lo que él quiere que sea para bien, porque la voluntad es moral y espiritualmente soberana e independiente.
Sus brazos. O, "antebrazos". Los brazos son un símbolo de fuerza (Sal.
18: 34; 144: 1). De esta manera el Señor enseñó a su pueblo cuál es la fuente
de la fortaleza y el secreto para adquirirla. A pesar de esto, el pueblo se
rebeló contra él.
Pensaron
mal. La construcción sintáctica hebrea expresa el
siguiente énfasis: "Contra mí conciben males, ¡contra Mí, su Dios!" Contra
el Señor que había hecho tanto por ellos y para cuya gloria habían sido
creados. Le dieron la espalda para seguir a los
ídolos, para dar gloria a esas vanidades (cf. Isa. 42: 8).
16. Como arco engañoso. Mejor, "arco flojo". Es decir, un arco flojo o suelto. La rebelión de Israel contra su Dios aquí se representa simbólicamente como un arco flojo que falla en arrojar la saeta contra el blanco.
La progresiva decadencia espiritual de
Israel, que le impidió alcanzar su elevado destino, se parecía mucho a un arco
que, perdida su elasticidad, ya no podía disparar la saeta hacia la meta a la
cual apuntaba (cf. Sal. 78: 55-57).
La soberbia
de su lengua. Las palabras de los gobernantes, que enseñaban al
pueblo a confiar en Egipto antes que en Dios, que conducían al pueblo a la
idolatría y a la impiedad, perforarían como una espada su propio pecho cuando
su reino fuera destruido y su pueblo llevado cautivo a un país extranjero.
Su escarnio.
Como sucedió en el caso de Egipto (ver com. Isa. 30:
3, 5), así también sucederá con el mundo: éste se burla y se mofa de los que
vanamente confían en él y le rinden culto antes que a Dios (4CBA)
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/12/pr-capitulo-23-el-cautiverio-asirio.html
Ministerio Hno. Pio
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